CREACIÓN DE MUNDOS Y CONCEPTOS DE LA HISTORIA GLOBAL
La historia global, entendida como enfoque específico, se refiere a una perspectiva
concreta, a una forma de creación de un mundo. Ni «mundo» ni «global» son categorías evidentes que existen de forma natural. Surgen como resultado de inquietudes y preguntas específicas. Esto es particularmente importante en la coyuntura actual, en la que una retórica de la globalización ha acabado impregnando la esfera pública. En este contexto, políticos y estudiosos, artistas y movimientos sociales, cada uno a su manera, han evocado lo «global» como categoría práctica y cognitiva. Los historiadores también participan de esta tendencia más general. Cuando los historiadores hacen referencia al «mundo» como un marco constituyente, no están haciendo una mera afirmación descriptiva; la historia global es en parte una empresa constructivista. Hasta cierto punto, crea su propio objeto. En esto, se asemeja mucho a otros enfoques tales como la historia social o la historia de «género», que moldean la realidad del pasado según su particular forma de abordar el objeto. Cuanto más inspeccionan los historiadores globales los documentos en busca de vínculos e intercambios, más conexiones encuentran y más dispuestos se hallan a conceder a esas conexiones un estatus privilegiado y fuerza causal: «Las perspectivas globales generan historias globales».[1] Ciertamente, la dialéctica de proceso y perspectiva no es exclusiva de la historia global. Preocupa a todos los historiadores, trabajen donde trabajen y sean cuales sean su trasfondo personal o regional y su especialización en uno u otro período. Hace mucho que los historiadores debaten sobre la relación entre la especificidad y la generalización y entre la terminología indígena («émica») y analítica. Todo texto que vaya más allá de los casos individuales tiene que basarse en alguna clase de abstracción.[2] En el campo de la historia global, sin embargo, esta problemática general resulta especialmente urgente. Dada la vasta extensión temporal y espacial que algunos estudios cubren, al crear categorías agregadas se corre el riesgo de oscurecer mucho más la particularidad histórica. Hay experiencias históricas muy diversas entre sí que, por mor de un marco general, se traducen en equivalentes. Aunque esto supone cierto sacrificio de la pluralidad, esta desaparición de lo «extraño», por así decir, es el precio que hay que pagar —y la condición previa— para poder conversar entre pasados distintos, pero relacionados. En este capítulo exploraremos qué significa afirmar que los historiadores se han embarcado en una forma propia de hacer mundos. Esto no supone decir que escribir sobre la historia del planeta es una abstracción, invención o construcción. La historia global como perspectiva y los procesos de integración global, por un lado, están interrelacionados, y por otro son mutuamente constituyentes: no los podemos separar. Sin perder de vista la dialéctica de proceso y perspectiva, en las secciones siguientes haremos más hincapié en cuestiones del enfoque.