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La agresividad en Psicoterapia Gestalt es “ir hacia”, dirigirse a algo (una experiencia, un encuentro,

un introyecto, una idea …) para “masticarlo”, y ver a qué le decimos sí de ese evento, relación… (qué
hacemos nuestro) y a qué le decimos no o lo rechazamos (e identificamos como “no yo”).

Este concepto teórico fue impactante para mí en el momento en que lo conocí, por la posibilidad de
dirigirse al otro, ir hacia algo, con una perspectiva en la que la persona no había de tragar sin más
(llenarse de introyectos), el valor del “no”, una forma de aparecer en la relación, el riesgo de
mostrarse … y conocer que existían otras opciones y formas de hacer.
Aún recuerdo una experimentación sobre la agresión y los introyectos, que hicimos en la
Formación como Terapeuta Gestalt, con el Gran Maestro, Jean Marie Robine, que supuso una gran
fuente de darme cuenta… y el comienzo de una nueva visión de las relaciones, junto con una gran
herramienta terapéutica.

Cuando hablamos de agresividad en Terapia Gestalt no nos referimos a violencia (como agresiones
físicas a otras personas, animales u objetos), sino a la parte sana de “agredir” (ir hacia). En relación a
esta función, sobre la que profundizaré más adelante, os acerco unas líneas del Libro creador de la
Terapia Gestalt “Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad”, de F.Perls, R.F.
Hefferline y P.Goodman:

…”la Terapia Gestalt empezó a considerar la función de la agresividad de un modo muy distinto (a
cómo lo había hecho el Psicoanálisis). En Yo , hambre y agresión, Perls describe sus orígenes en lo que
llamó “agresividad dental”, el mordisco, la masticación de una experiencia propia para absorber las
partes que uno necesita y librarse de las que no. Este énfasis pone a la agresividad bajo una luz
positiva, mostrando su papel en preservar el sentido de uno mismo como en conseguir el contacto con
el entorno. La agresividad le permite al individuo arriesgarse a dejarse impactar en su mundo propio y
a liberarla para se creativo y productivo. Esto es, obviamente, en la práctica, tomar un rumbo
contrario al de Freud, que unió la agresividad al sadismo anal y al instinto de muerte. Para la
Terapia Gestalt, la agresividad es sana por naturaleza y está al servicio de la vida. La personalidad sana
está formada por una sucesión de “sí” y “no” según la propia idiosincracia del niño. Como dijo el
músico alemán Jacob Boehme, que influyó tanto en Hegel: “Todas las cosas consisten en el Si y el
No”. Cuando la gente no puede decir “no” con la misma facilidad que “sí”, tiende a aceptar sin
ninguna crítica un punto de vista sobre la realidad o un modo de vida dictado por otros. Perls
consideraba que LA AUSENCIA DEL “NO” ESTABA CAUSADA POR LA REPRESIÓN DE LA
AGRESIVIDAD DENTAL, DEBIDO AL MIEDO AL CONFLICTO y la consideraba como una de las fuentes
principales de la patología neurótica. No es la agresividad, sino su inhibición en la personalidad lo que
produce la impotencia, las explosiones de violencia o la insensibilización y la apatía”.

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