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¿Qué opina el profesor Atienza sobre las funciones de la argumentación

jurídica?
Manuel Atienza Rodríguez, catedrático en la Universidad de Alicante, ha sido profesor en
diversas universidades españolas (Oviedo, Valencia, Autónoma de Madrid, Alcalá y Palma de
Mallorca); director de la Revista DOXA[1] y Vicepresidente de la Asociación mundial de Filosofía
Jurídica y Social. Así también, ha publicado diversas investigaciones académicas en revistas
especializadas de México, Colombia, Argentina y Perú[2]. Con arreglo a estos antecedentes, es
de suma importancia exponer algunas de sus consideraciones sobre las tres funciones de la
argumentación jurídica:

1- La función teórica-cognoscitiva

Se debe empezar a difundir, en la medida de lo posible, los aspectos teóricos de la


argumentación jurídica, toda vez que “argumentar constituye la actividad central de los
juristas –pocas profesiones consisten más genuinamente que la de los juristas en suministrar
argumentos-, y que el Derecho ofrece uno de los campos más importantes para la
argumentación”[3].

Desde ese panorama, como apunta el citado profesor, “una teoría desarrollada de la
argumentación jurídica no puede constituirse de espaldas a los estudios sobre la
argumentación que efectúan en otros campos distintos al Derecho, como la lógica, la filosofía,
la lingüística, la psicología cognitiva, etc”[4].

2- La función práctica-técnica

Según el profesor Atienza, “para que una teoría de la argumentación jurídica pueda cumplir esta
función de carácter instrumental (dirigida tanto a los prácticos del Derecho como a los
cultivadores de la dogmática jurídica), tendría que ofrecer un método que permita reconstruir
el proceso real de la argumentación y una serie de criterios para juzgar acerca de su
corrección”[5].

A consecuencia de eso es que “un objetivo central del aprendizaje del Derecho tendría que ser
el aprender a pensar o a razonar como un jurista, y no limitarse a conocer los contenidos del
Derecho positivo. La teoría de la argumentación jurídica tendría que suministrar una base
adecuada para el logro de este objetivo”[6].

3- La función política-moral

El jurista debe tomar en cuenta decisiones de carácter razonable; pues, muchas veces va a tener
“que resolver una cuestión y argumentar a favor de una decisión que él estima
correcta aunque, al mismo tiempo, tenga plena conciencia de que no es la solución a que lleva
el Derecho positivo”[7].

En esa directriz, los operadores del Derecho deben tener claro que “la práctica de la adopción
de decisiones jurídicas mediante instrumentos argumentativos no agota el funcionamiento
del Derecho”[8]; por tanto, “cabe proponer más de una respuesta correcta que se sitúe dentro
de los márgenes que permite el Derecho positivo”[9].

[1] Una de las revistas más difundidas, sobre Filosofía del Derecho, a nivel internacional.

[2] Ha recibido, además, el reconocimiento de Doctor Honoris Causa (Pontificia Universidad


Católica del Perú – 2010; Universidad Nacional Mayor de San Marcos -2012 y en la Universidad
Nacional de Trujillo -2012).

[3] ATIENZA RODRÍGUEZ, Manuel. (2015). Las razones del Derecho. Teorías de la argumentación
jurídica. 3ra edición. Lima: Palestra editores, págs. 321-322.

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