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Es evidente pues que existe una estrecha relación entre las técnicas de estudio y
las estrategias de aprendizaje:
Agrupan la información para que sea más fácil recordarla. Implican imponer
estructura al contenidos de aprendizaje, dividiéndolo en partes e identificando
relaciones y jerarquías. Incluyen ejemplos como:
Estrategias de planificación.
Son aquellas mediante las cuales los alumnos dirigen y controlan su conducta.
Son, por tanto, anteriores a que los alumnos realicen ninguna acción. Se llevan
acabo actividades como:
Formularles preguntas
Estrategias de evaluación.
Por ultimo señalar, que algunos autores relacionan las estrategia de aprendizaje
con un tipo determinado de aprendizaje. Para estos autores cada tipo de
aprendizaje (por asociación/por reestructuración) estaría vinculado a una serie
de estrategias que le son propias.
Como profesores todos nos hemos preguntado muchas veces, por qué ante una
misma clase, unos alumnos aprenden más que otros. ¿Qué es lo que distingue a
los alumnos que aprenden bien de los que lo hacen mal?. Existen muchas
diferencias individuales entre los alumnos que causan estas variaciones. Una de
ellas es la capacidad del alumno para usar las estrategias de aprendizaje:
Para estos profesores, los alumnos serían capaces por sí mismos, de aplicarlas a
los distintos contenidos, sin necesidad de una intervención educativa que
promueva su desarrollo o aplicación. Las últimas investigaciones indican:
Es insuficiente enseñar a los alumnos técnicas que no vayan acompañadas de
un uso estratégico (dosis de metaconocimiento en su empleo). La repetición
ciega y mecánica de ciertas técnicas no supone una estrategia de aprendizaje.
Desde este punto de vista, no sólo hay que enseñar las técnicas, (subrayar, toma
apuntes, hacer resumen.), también hay que adiestrar al alumno para que sea
capaz de realizar por si mismo las dos tareas metacognitivas básicas:
La respuesta es clara: hay que guiarse por los contenidos y enseñar las que más
se usen en el curriculum y en la vida cotidiana, esto es; aquellas que resulten
más funcionales.
Son muchos los autores que han trabajado en este tema. Algunos proponen un
plan que incluye las destrezas y estrategias básicas de aprendizaje, así como un
calendario a través de todo el sistema educativo. En nuestra institución, por la
edad y el nivel académico de nuestros alumnos, es de suponer que muchos de
ellos ya posean gran parte de estas estrategias. No obstante, la propuesta es
interesante, y nos dará idea de qué estrategias básicas deben tener nuestros
alumnos para conseguir un aprendizaje eficaz, qué debemos enseñarles si no lo
poseen y qué debemos reforzar.
Comprensión lectora.
Identificar y subrayar las ideas principales.
Hacer resúmenes.
Expresión escrita y oral.
Orientación básica en el uso de la atención y de la memoria y en el saber
escuchar.
Estrategias de memorización para recordar vocabulario, definiciones,
fórmulas....
Realización de síntesis y esquemas.
Estrategias para los exámenes, para aprovechar las clases y para tomar
apuntes.
Realización de mapas conceptuales.
Estrategias de aprendizaje más especificas de cada materia, (realización
de análisis morfosintáctico, enseñanza explícita de razonamiento,
estrategias de resolución de problemas, pensamiento crítico).
Cómo utilizar la biblioteca.
Cómo organizar y archivar la información en el estudio.
Cómo realizar trabajos monográficos y hacer citas bibliográficas.
ALUMNO
+ Dependencia - Dependencia
PROFESOR
En definitiva, son muchos los problemas, que hoy por hoy, existen en la
Enseñanza para poder generalizar la enseñanza de estrategias de aprendizaje.
Sin embargo, se ha de hacer un esfuerzo por superarlos. De lo contrario un flaco
favor se estaría haciendo a los alumnos que serán los profesionales del mañana.
En este sentido en la actualidad se cuenta, además de los esfuerzos personales
de cada uno de los profesores en sus respectivas asignaturas, con un espacio y
un tiempo que se pueden aprovechar para la realización de cursos específicos:
LAS TUTORIAS.
· Interdependencia positiva.
A estas características se recomiendan algunas técnicas pero entre ellas las más
aplicables son:
Selección de la tarea.
Planeación Cooperativa.
Implementación de habilidades: Monitoreo del profesor.
Análisis y síntesis de lo trabajado.
Presentación del producto final.
Evaluación.
Análisis.
Por otro lado se tiende a dar grandes ventajas al aprendizaje cooperativo debido
pues a la recompensa. Pero la pregunta esta dado un aprendizaje cooperativo
¿Se beneficiaran por igual todo tipo de estudiante independientemente de su
capacidad y rendimiento previo? Para contestar veamos una Aplicación.
Son muchas las clasificaciones de los tipos de estrategias específicas que tienen
como base establecer una distinción de las mismas a partir de los tres
momentos que ocurre, al llevar a cabo todo proceso. Estrategias que pueden
aplicarse antes, durante o después del proceso lector. Para ellos tenemos:
Tanto para la enseñanza de las estrategias de compensación como para las del
dominio de la composición, la enseñanza que se ha demostrado más efectiva es
aquella que se basa en la transferencia del control y la práctica guiados en
contextos dialogados entre un enseñante y los aprendices.
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES.
BIBLIOGRAFÍA
JONES, F., PALINCSAR, A., et al. Estrategias para enseñar a aprender. AIQUE.
Buenos Aires. 1995.
Los alumnos también necesitan tener algo del conocimiento acerca de la naturaleza de la tarea
que van a ejecutar, así como de los resultados anticipados o deseados. Es difícil lograr una
meta si no se sabe lo que es. Por ejemplo, muchos estudiantes experimentan gran dificultad
para leer un libro de texto, a pesar de la cantidad de tiempo y esfuerzo que le dedican a la
tarea. Muchos estudiantes no saben seleccionar las ideas principales y detalles importantes
para estudios posteriores. Tratan cada oración como si fuera tan importante como las demás.
El no saber acerca de las diferentes estructuras del texto, o cómo identificar la información
importante, puede hacer que la lectura de un texto sea una tarea casi imposible.
8. Estrategias afectivas
Las estrategias afectivas ayudan a crear y mantener climas internos y externos adecuados para
el aprendizaje. Aunque estas estrategias pueden no ser directamente responsables de
conocimientos o actividades, ayudan a crear un contexto en el cual el aprendizaje efectivo
puede llevarse a cabo. Ejemplos de estrategias afectivas incluyen ejercicios de relajación y
auto-comunicación o auto-hablado positivo para reducir la ansiedad de ejecución; encontrar un
lugar silencioso para estudiar para así reducir distracciones externas; establecer prioridades, y
programar un horario de estudio. Cada uno de estos métodos está diseñado para ayudar a
enfocar la capacidad (generalmente limitada) del procesamiento humano sobre la meta a
aprender. Eliminando las distracciones internas y externas se contribuye a mejorar la atención y
lograr la concentración.
Aguilar y Díaz Barriga (1988) sugieren que el problema de la transferencia puede resolverse si
se enseña a los estudiantes no sólo las estrategias de aprendizaje sino también estrategias
metacognoscitivas, las cuales son empleadas para detectar las discrepancias entre lo que se
sabe y lo que no se sabe, y para monitorear los procesos de adquisición y comprensión de la
nueva información. De esta manera, los estudiantes no solamente mejoran la ejecución y el
completamiento de la tarea, sino la transferencia y el mantenimiento de las habilidades
adquiridas.
1. La planificación involucra varias fases por las que el alumno debe pasar, y el profesor debe
estar atento para asegurarse de ello. La primera es el conocimiento sobre la naturaleza de la
tarea. Aunque parezca obvio, porque de alguna manera un ejercicio siempre guarda conexión
con lo aprendido, el alumno no sabe en muchas ocasiones qué es lo que debe hacer. Para el
profesor implica una clarificación de la tarea; para el alumno implica un proceso de indagación
hasta conocer la índole del problema o tarea que realizará.
Una segunda fase se relaciona con saber lo que se domina y lo que no se domina en la tarea a
realizar. Si el alumno sabe lo que ya domina, puede relacionar, de manera relativamente
sencilla, la información nueva con aquélla relevante previamente aprendida.
Por último, el alumno debe fijarse objetivos de aprendizaje de corto plazo contra los cuales
contrastar sus progresos durante la ejecución de la tarea. Además debe decidir acerca de las
estrategias específicas que utilizará en su aprendizaje.
Estas tareas de preparación para el aprendizaje son quizá, dentro de los procesos de
metacognición, las que permiten al alumno una transferencia exitosa a una variedad de
situaciones, tanto de conocimientos como de estrategias.
3. La evaluación final que el estudiante hace de los resultados de la tarea, se refiere a su propia
evaluación sumaria e implica el estar conciente de cuánto aprendió, en cuánto tiempo, con
cuáles dificultades, bajo qué condiciones, etc. El estudiante puede comparar varias estrategias
que ha usado e identificar aquéllas que se adaptan de manera idónea a los requerimientos de
las siguientes tareas. Por ejemplo, si usó imágenes en una tarea en la que había abundancia
de proposiciones verbales y manejo de conceptos abstractos, puede llegar a la conclusión de
que la próxima vez debe cambiar de estrategia. Si siente que no está seguro del conocimiento
recién adquirido, puede tratar de afianzarlo mediante el uso de una estrategia de retención, o
recurrir al profesor o a sus compañeros más avanzados.
Además de los procesos metacognoscitivos, los factores motivacionales parecen jugar un papel
importante en la transferencia de las estrategias aprendidas. Si a un alumno se le expone con
claridad cómo puede mejorar sus métodos de aprendizaje mediante el dominio de ciertos
procedimientos, que al final pueden apreciarse en su propio rendimiento académico, es
probable que al menos su disposición para experimentar las estrategias aumente, en
contraposición con el alumno al que se deja creer que el aprendizaje es una capacidad
inamovible, y se siente amenazado por el esfuerzo adicional que implica el dominar las
estrategias.
Como sugieren McKeachie, Pintrich y Lin (1989), al referirse a un programa de entrenamiento
de estrategias de aprendizaje:
Estrategias de aprendizaje
Rafael Paniagua Zapatero, Psicopedagogo y Jefe de Estudios de Infantil y
Primaria del Colegio San Pablo-CEU de Montepríncipe (12/12/2005)
¿Se puede aprender a aprender?
Se debe enseñar a aprender. Todo aprendizaje requiere voluntad, interés por parte
del aprendiz, una mínima motivación que justifique la finalidad de dicho
aprendizaje.
Aprender a aprender ¿para qué? Bastará con que el alumno descubra la facilidad
con la que se pueden adquirir los aprendizajes, para que valore la importancia de
estas estrategias.
Además de otras razones menos frecuentes, como "me falta memoria ", "no puedo con tanto", "me molestan", "soy
vago".
Como se puede comprobar, la suma de los porcentajes es superior al 100%, lo que significa que más de un alumno
señalaba más de una dificultad a la hora de estudiar.
Consultando otras estadísticas, nos encontramos con que solamente un 10% de los alumnos matriculados en las
distintas facultades y escuelas universitarias terminan sus estudios dentro de los años previstos para ello. Algunos
tardarían uno, dos o más años en terminar su carrera, pero son muchos los que no la terminan. ¿por qué?
¿Qué es estudiar?
El primer grave error de todo estudiante es pensar que estudiar es lo mismo que leer. Leer es simplemente entender un
texto escrito para satisfacer la curiosidad del momento. Estudiar es analizar un objeto, hacerlo propio y poder
reproducir en el futuro lo aprendido.
Hay quien opina que los factores que intervienen en el éxito de los estudios son la inteligencia, a la que le atribuyen un
600/0 del éxito, y el trabajo, con un peso del 30 %, reservando el 10% restante a la suerte. No somos de la misma
opinión. No podemos dejar ni el 1% de las posibilidades de éxito en los estudio en manos de la suerte. La suerte
solamente debe intervenir en los juegos de azar. El resultado del estudio hay que garantizarlo al 100%.
Después de más de 30 años de docencia, tratando con adolescentes, participando en evaluaciones académicas,
comparando resultados escolares con los tests psicológicos y hablando con padres y alumnos, creemos que el 40% del
éxito en los estudio se debe a la voluntad del alumno (hace más el que quiere que el que puede), el 30% a su capacidad
intelectual (la inteligencia no nace, se hace), el 15% a un buen material y a su correcto uso, el 10% al ambiente que
rodea al alumno y el 5% a las técnicas que utilice. Por mucho que quiera el alumno aprobar, por muy inteligente que
sea, aunque tenga muy buen material y le rodee un ambiente muy favorecedor, si no sabe cómo estudiar, no rendirá al1
00% de sus posibilidades.
La voluntad
En todo acto volitivo tenemos que distinguir una parte intelectiva durante la cual el sujeto debate lo que quiere, las
ventajas e inconvenientes que le reportará su acción y la decisión final de pasar a la acción o no. La segunda parte sería
la puesta en marcha de la acción determinada. Nuestros alumnos desarrollan perfectamente la primera. Todos saben lo
que quieren, conocen sus consecuencias e incluso están decididos a pasar a la acción, a estudiar seriamente; pero, no lo
hacen, algo se lo impide: la falta de hábito, no saben cómo hacerlo; la falta de confianza en sí mismo, no se consideran
capaces; la pereza, creyendo que cualquier otro momento posterior será mejor para empezar que el presente; la falta de
motivación, porque no encuentran una satisfacción a su esfuerzo; la falta de medios, disculpándose con que nunca
encuentran el material necesario; y, en el peor de los casos, el exceso de confianza, creyéndose capaces de poder
resolver sus problemas cuando llegue el momento sin necesidad de planteamientos previos.
La capacidad intelectual
De estudios comparativos entre los resultados de las pruebas psicométricas hechas a escolares y sus resultados
académicos se deduce que no son los alumnos más inteligentes los que obtienen mejores resultados académicos, sino
aquellos que presentan mayor motivación, los que ponen más interés y esfuerzo, los que le dedican a sus estudios el
tiempo necesario, los que tienen una buena organización a la hora de distribuirse su trabajo, los que tienen mayor
capacidad de concentración y los que utilizan alguna técnica a la hora de estudiar.
El material
Independiente de los libros cuadernos y demás instrumentos escolares, todo buen estudiante debería disponer de una
agenda donde anotar cuantos trabajos le manden, los temas que en cada clase se hayan tratado y el material que pida
cada profesor; un archivador donde guardar sus apuntes, resúmenes y esquemas, y un fichero donde almacenar cuantas
fichas ("chuletas") vaya realizando; además de muchos folios de papel.
La mesa de estudio debe tener una superficie lisa y sin brillo, con cajones laterales y apoya-pies y ser lo
suficientemente grande como para poder tener desplegado encima de ella un libro, un atlas, un folio, un diccionario y
un porta-lápices.
La silla debe estar proporcionada con la mesa y la altura del estudiante. No debe ser muy cómoda, pero sí debería estar
ligeramente almohadillada, tener apoya-codos y que el respaldo alcanzara la altura de los hombros de su usuario.
La luz debe entrar por el lado contrario de la mano con la que se escribe. Es preferible estudiar con luz natural o con
luz artificial blanca y, si es posible, con filtro azul o blanco, mejor que con luz fluorescente. El estudiante no debería
ver el foco de luz cuando está leyendo. Tampoco es bueno que los rayos de luz se dirijan directamente hacia el folio o
libro sobre el que se está trabajando. Si se estudia con flexos, hay que evitar la aproximación de la cara a las pantallas.
Es muy conveniente que el resto de la habitación también se encuentre algo iluminada.
El ambiente
El estudio requiere mucha concentración, por lo tanto, el lugar de estudio debería estar alejado de ruidos y otros
motivos de distracción, como ventanas que den a parques o calles ruidosas, el salón donde se reúnen las visitas que
llegan a la casa, el cuarto de los hermanos más pequeños, la puerta de entrada a la casa, el teléfono, la radio o la
televisión, para evitar distracciones innecesarias. De igual manera, el cuarto del estudiante debería estar decorado con
motivos que inviten al estudio y no con otros elementos que desvíen la atención del estudiante. Es muy conveniente
que el cuarto del estudiante pueda ventilarse fácilmente y que no esté muy cargado de plantas. El radiador debería
encontrarse lo más distante posible de la mesa del estudiante. Y, para evitar pérdida de tiempo, la mesa de estudio
debería encontrarse cerca del mueble donde el alumno haya guardo los textos del curso anterior, diccionarios, atlas,
folios y demás instrumentos de trabajo.
Las técnicas
Antes de estudiar todo alumno debe formularse tres preguntas: qué tengo que hacer, cuándo lo tengo que hacer y cómo
lo tengo que hacer. A la primera pregunta debe responder su agenda, a la segunda su horario de trabajo personal en
casa, y a la tercera las técnicas de estudio.
Antes de ponerse a estudia debe consultar su agenda y comenzar por aquellas tareas más difíciles, seguir por las más
fáciles y terminar con las de dificultad media.
En su horario debería diferenciar entre un tiempo para hacer los deberes, otro para estudio y otro de repaso.
Supuesto que el alumno va a estudiar algo ya explicado en clase, el primer paso debe ser hacer una lectura analítica del
texto, es decir, leer el texto comprensivamente, muy despacio, relacionando lo leído con otros conocimientos que ya
posea, tratando de entender cada palabra y buscando en el diccionario las que no entienda, a la vez que debería
subrayar las palabras clave, con las que después debería elaborar un esquema. Las palabras subrayadas deberían ser
muy pocas, nombres, fechas, pero nunca preposiciones ni artículos. Hay muchos tipos de esquemas, es aconsejable
usar el de llaves y sobre el folio apaisado, poniendo previamente, en el ángulo superior del folio, una referencia sobre
la asignatura, el tema en cuestión y el número del folio, pues seguramente que necesitará más de un folio para cada
tema, todo ello con el fin de guardarlo posteriormente de forma ordenada en el archivador. Hecho el esquema, debe
comprobar que lo entiende y que es correcto lo que ha escrito, antes de pasar a memorizarlo. Hay muchas técnicas de
memorización, es aconsejable que lo haga por asociación de imágenes, es decir, creando una imagen para cada palabra
y formando una cadena con ellas, de tal forma que cada una de las palabras le recuerde la siguiente. Cuando crea que
ya se lo sabe, debe hacerse una autoevaluación por escrito, para ello no es necesario volver a escribirlo todo, basta con
ir poniendo rayas en lugar de palabras a la vez que verbal iza la palabra que representa cada raya (esqueleto del
esquema). y aún debe dar un último paso, hacerse una "chuleta", es decir una ficha para los repasos. En la ficha
solamente deberían figurar aquellas palabras que realmente necesite recordar para desarrollar el tema, las que le
gustaría que le "soplaran" en el examen. Por mucho que se estudie, si no se repasa periódicamente, se olvidará, por ello
que sea necesario repasar por la noche lo estudiado cada tarde, antes de que pasen ocho horas; los fines de semana hay
que repasar todo lo estudiado durante la semana, y las vísperas de los exámenes volver a repasar lo que va a entrar en
dichos exámenes. Estas fichas también deberían tener en su ángulo superior derecho la referencia de la asignatura,
tema y número de orden de la ficha con objeto de guardarla posteriormente en el archivador.
Conclusión
Siguiendo este método, solamente hay que estudiar una vez, cada tarde, al llegar a casa, lo que cada profesor haya
explicado en su clase, y repasar la "chuleta" tres veces, antes de acostarse, los fines de semana y antes de cada examen.
En la contratapa del libro de este autor francés se puede leer: “La vocación de la
escuela es facilitar el aprendizaje. No hay duda, y todo el mundo lo acepta. Pero
no es suficiente: el consenso es inútil sin el enunciado de los medios a utilizar.
Philippe Meirieu prosigue en esta obra la reflexión iniciada en “La escuela,
modo de empleo”, (Octaedro, 1997) centrándose esta vez específicamente en el
acto de aprender. Denuncia cualquier planteamiento ilusorio y aporta ideas para
que el enseñante pueda elaborar, regular y evaluar su actividad. Aborda a la vez
la relación pedagógica, la racionalización didáctica y las estrategias individuales
de aprendizaje. Muestra cómo dirigir la atención hacia estas tres dimensiones y
así permite mantener “el equilibrio ecológico del sistema de enseñanza”.
Situándose más allá del enfrentamiento entre teoría y práctica, esta obra
constituye una referencia para todos los profesionales de la enseñanza”.
Como todos los seres humanos, los niños tienen una capacidad tremenda y una
enorme capacidad de aprendizaje.
Para aprender hay estrategias que unas son más adecuadas que otras. Una
estrategia es un proceso, una fusión de reglas que fortalecen competencias
óptimas en cada momento; las estrategias implican diversas técnicas. Es posible
definir las estrategias de aprendizaje como procesos de toma de decisiones
(conscientes e intencionales) en los cuales el alumno elige y recupera, de manera
coordinada, los conocimientos que necesita para cumplimentar una determinada
demanda u objetivo, dependiendo de las características de la situación educativa
en que se produce la acción. Resumiendo son procedimientos que se aplican de
modo controlado, dentro de un plan diseñado deliberadamente con el fin de
conseguir una meta fijada. Utilizar una estrategia supone algo más que el
conocimiento y la utilización de técnicas o tácticas en la resolución de una tarea
determinada. Mucho sobre esto ya se ha escrito, basta con hacer un recorrido
viajando por Internet y se obtiene al tema.
Aprender para saber. “Todos los hombres tienen el deseo de saber” manifiesta
Aristóteles. El aprendizaje humano implica una amplia dimensión cognoscitiva, la
cual es afectada por las expectativas, las relaciones percibidas, las imágenes
mentales y otros fenómenos, factores que influyen en el modelamiento, como el
éxito o el fracaso.
Concluyo este trabajo tomando como referencia al filósofo uruguayo Carlos Vaz
Ferreira quien escribió en 1908 un libro que llamó “Moral para intelectuales” y
dice: “...la inmensa diferencia que existe entre estudiar para saber y estudiar
para demostrar que se sabe. ..... El deber que voy a recomendarles pertenece a la
clase de deberes no sólo fáciles, sino agradables. La vida del estudiante es
infinitamente más grata para el que, además de preocuparse de estudiar en
superficie, se preocupa también de estudiar en profundidad” . (el subrayado es
mío)
Estudiar para saber implica como lo marca Vaz Ferreira estudiar en profundidad,
por ideas pedagógicas directrices de escalonamiento o de penetración. Y los
consejos vazferreirianos para aprender son dos: formarse hábitos y leer libros (en
los comienzos del siglo XX único medio para acceder a lo que otros estudiaron,
pues como señala Paulo Freire: “leer un libro es estudiar a quien estudiando lo
escribió”).
Cómo enseñar a aprender
Juan José Azcárate, Director General de CCC (12/12/2005)
Después de un buen número de años académicos, no son pocos los alumnos que
se dan cuenta de que su principal problema consiste en que no saben estudiar de
manera correcta y eficaz. Como se suele decir, no han aprendido a aprender.
Como se afirma en esta Guía, no todo el mundo sabe estudiar. Existe una ley
básica, cuyo desconocimiento ha llevado a muchas personas al aburrimiento, al
desánimo y al fracaso. Esta ley afirma que “nuestra mente asimila solamente las
ideas que le resultan interesantes, comprensibles y útiles”.
Escuchamos con demasiada frecuencia “yo no puedo, soy mayor, es muy tarde
para mí” nunca es tarde, siempre y por muy bajo que sea nuestro estado previo,
podremos superarnos; con este tipo de afirmaciones tan solo dañamos nuestra
autoestima, y nos impide apreciar que tan sólo nos separa del éxito el tiempo,
dedicación, ilusión, esfuerzo y sistema correcto aplicado para el aprendizaje.
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- Nombrar las técnicas de estudio que están más en boga y dar unas pautas
generales de entrenamiento en las mismas.
Con posterioridad intenté ponerme en el lugar de los alumnos, los padres y los
profesores. Para ello recordé mi propia experiencia como estudiante y como
responsable del programa de técnicas de estudio en mi anterior trabajo, y
reflexioné sobre lo que realmente quería transmitir con este artículo.
Comenzaré con mi experiencia como alumno. Por lo que dicen mis padres y
hermanos, yo era un alumno “medio”. No era ni excesivamente brillante ni
tampoco tenía demasiadas dificultades. En aquella época (1990 - 5º ó 6º de EGB)
no era tan habitual hablar de las técnicas de estudio como concepto genérico, pero
sí que se hablaba de alguna de estas técnicas por separado. Recuerdo algunas
experiencia como alumno:
- Un día de clase pedí a P.S. (10 años) que redactara un resumen con sus propias
palabras de un tema de la asignatura a la que él llamaba “Cono”. Se quedó blanco.
Por descontado, fue incapaz de hacerlo. Fue un titán, incluso fue capaz de
aprenderse de memoria varios párrafos del texto (que ni siquiera entendía) para
demostrar que era capaz de hacerlo con el libro cerrado (requisito que yo le
exigía).
- A.V. (14 años) era un alumno increíble. Yo me esforzaba por conseguir que
preparara mapas conceptuales y esquemas de los temas que estudiaba, pero
siempre me encontraba con el mismo problema. A.V no era capaz de estar
concentrado ni diez minutos, también era porque no entendía ni la mitad de las
palabras que leía.
- Recuerdo a otro alumno mayor que los anteriores (18 años). Para este alumno
era prioritario realizar una planificación de sus tareas con vistas a un año. Este
alumno fue incapaz de cumplir los plazos programados por él mismo. Eso si, no
faltó a ninguna fiesta organizada por sus “colegas”. ¿Cómo iba a cumplir plazos
una persona totalmente desmotivada y anárquica durante toda su vida? No
necesitaba técnicas de estudio, necesitaba técnicas de socialización y civismo.
Con estas experiencias queda claro que algo fallaba, y sigue fallando, en los
programas de técnicas de estudio (con los que, dicho sea de paso, estoy totalmente
de acuerdo).
Otra experiencia como estudiante (que no he contado antes) podría ser la siguiente
(esta no es tan desastrosa):
- Que el contenido con el que se trabajan sea atractivo para las personas que lo
utilizan.
Por todo ello creo que es prioritario que todas estas premisas se cumplan antes (o
al menos paralelamente) de aplicar un programa de técnicas de estudio. Cuando
los padres llegan a nuestros CENTROS KUMON precisamente ofrecemos el
desarrollo y la mejora de estas premisas iniciales. Creo firmemente que un alumno
con esas características de partida desarrollará sus propias técnicas de estudio y,
además, tendrá éxito en su aplicación. En el caso de que no sea así cualquier
programa de técnicas de estudio verá mermada su utilidad si las variables
comentadas anteriormente no se respetan y se tienen en cuenta.
Aprender a estudiar
Olga Ibiricu Díaz, Departamento de Investigación de Técnicas de Estudio de
AULA 2 (Pamplona) (12/12/2005)
Muchos padres se quejan de que sus hijos pasan muchas horas delante de los
libros, encerrados en su habitación, y que sin embargo esa dedicación no se
acompaña de unos resultados proporcionales a las horas invertidas. Más frustrante
es para los educadores cuando muchos alumnos nos insisten en que ellos estudian
muchas horas y que no obtienen resultados. Ellos están convencidos de que ponen
todo por su parte pero que algo falla. Lo peor es que eso los hace dudar de sus
propias capacidades achacándolo a problemas de memoria, concentración. La
respuesta no es simple ya que habría que analizar cada caso y estudiar cómo son
las aptitudes intelectuales, la situación familiar, el estado emocional, la adaptación
social y escolar. Cuando todos estos aspectos se sitúan en unos parámetros
“normales” y no justifican el bajo rendimiento, es cuando debemos preguntarnos
cómo estudia ese chico, si es la falta de un método adecuado lo que está
dificultando su aprendizaje.
A veces, el hecho de que los alumnos nos vean como ajenos al centro con lo que
supone de desconocedores de los antecedentes de los alumnos y fuera del proceso
de evaluación, permite vivir estos cursos como una experiencia diferente y sin
prejuicios.
El otro tema que suscita cierta polémica es la validez de estos cursos. Es frecuente
la desconfianza hacía ellos por considerar que no existen fórmulas mágicas que
mejoren radicalmente el rendimiento.
Más cuando se ofrecen con el comercial eslogan de “aprende sin esfuerzo” que
hace ver esos cursos como una receta milagrosa y que nosotros rechazamos
profundamente. Y es que si algo es fundamental es que las técnicas que tratamos
de que nuestros alumnos aprendan, se conviertan en verdaderos hábitos de trabajo,
que cambien su forma de abordar el estudio. Precisamente por la importancia que
le damos al hábito es por la que necesitamos la colaboración de los padres para
que puedan hacer una labor de seguimiento en cuanto al modo de estudiar de sus
hijos.
Si apelamos al sentido común desde que los alumnos empiezan a tener que
estudiar. Hay unos hábitos básicos que deben aprender desde los primeros cursos
de primaria relativos al orden, la limpieza, la realización de tareas en un entorno
físico y psíquico agradable y conforme pasan a 4º Primaría y hay que añadir otros
hábitos sobre realización de tareas y proposición de controles.
El primer paso debería consistir en un análisis por parte del propio alumno de su
forma de estudiar. Debemos ayudarle a detectar sus fallos y que sepa qué no es
estudiar bien para a partir de ahí ir subsanando lo errores.
Todavía hay muchos chicos/as cuya forma de estudiar consiste en repetir y repetir
hasta aprender un tema entendiéndolo más o menos pero muchas veces sin llegar
a asimilarlo. El resultado en el caso de que sea satisfactorio, sólo se verá a corto
plazo porque a largo plazo se olvidará casi todo lo aprendido.
En primer lugar hay que desterrar la imagen del libro abierto sólo encima de la
mesa. Tienen que ser consientes que colocarse de forma pasiva ante el libro o los
apuntes dificulta la concentración u que repetir mentalmente frases sueltas no es
estudiar sino perder el tiempo y no asimilar de forma correcta. Hay que estudiar
siempre con papel y lápiz ya que a medida que se va leyendo y entendiendo, van a
ir surgiendo dudas que habrá que consultar, además es necesario sintetizar y
relacionar ideas que conviene ponerlas por escrito en forma de esquema.
Entre los estudiantes es frecuente creer que hacer esquemas es perder el tiempo
porque los libros cada vez son más claros y proporcionan el material más
sintetizado pero el que no elabora no asimila ya que estudiar bien un tema supone
comprenderlo a fondo, sintetizar sus ideas y relacionarlas entre sí. Todo esto es
difícil hacerlo mentalmente, y por eso les recomendamos ir poniéndolo por escrito
conforme se van entendiendo y ordenando las ideas.
Se trata de que finalmente cada uno adquiera su propio estilo que le dé autonomía
para un aprendizaje enriquecedor.
Aprender a aprender
Rosa Mª Mayoral, Responsable Académica de Talenta (12/12/2005)
Aprender es, definitivamente, el acto más largo de nuestras vidas. Siempre y en
cada momento aprendemos algo nuevo que surge ante nuestros ojos. Todo ello,
son actos, no siempre conscientes, vemos, sentimos, percibimos, pero, no siempre
lo hacemos nuestro. Ese quedarse con lo aprendido y estructurarlo ya es “harina
de otro costal”.
No hay que creer mucho en las técnicas de estudio a “palo seco”. Hay que creer
en la técnica personal de estudio; aquella que tras la criba te la haces tuya, la
modificas un poco hasta llegar al “traje a medida” a veces hasta la “alta costura”.
El proceso si se tiene que hacer solo es, difícil y nos pide demasiado “ensayo y
error”. Por ello, lo ideal es, tener a nuestro lado a alguien que con su experiencia y
conocimiento en esas técnicas nos haga propuestas concretas, seleccionadas y
adecuadas a cada uno de nosotros, teniendo en cuenta características personales,
capacidades y aptitudes.
Un buen profesional puede ser el puntal para salir airoso de esta situación de
forma eficaz y en un tiempo razonable.
Nada es más satisfactorio que ver que somos capaces, que entendemos, que
relacionamos, que hacemos nuestro esa parte del saber.
Curiosidad, inquietud y una buena ayuda son fundamentales para crear unos
hábitos técnicos-personales que nos acompañarán siempre.
Es muy difícil aprender a aprender de mayor, el hábito hay que crearlo de pequeño
adecuándolo a cada edad e, ir tirando del hilo hasta que se convierta en soga.
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Y no será porque se trate de una habilidad harto compleja, ya que el tiempo que se
tarda en explicar la secuencia de actividades que están comprendidas bajo la
etiqueta “estudiar” no va más allá de 20 minutos.
Y tampoco creo que se trate de una actividad novedosa para la humanidad, hace
siglos que estudiamos y los procedimientos están descritos hasta la saciedad:
Ebbinghaus nos explicaba en el siglo XIX cómo funcionaba nuestra memoria, que
por otro lado, sigue funcionando igual, claro; la cantidad de libros que describen
técnicas de estudio (a veces con nombres dignos de las mejores películas de
ciencia ficción, por cierto) es ingente.
Tampoco será porque no exista una preocupación de todos los actores implicados
en el hecho educativo, que a día de hoy somos casi todos ya sea como padres,
alumnos o profesionales. La propia administración educativa en todos los niveles,
incluido el universitario (impensable hasta hace apenas un lustro), no hace otra
cosa que enseñar a sus alumnos a... ¿estudiar?
Si es efectivamente tan simple, está tan bien descrito y todo el mundo está
interesadísimo en el asunto, entonces ¿qué sucede?, ya que es evidente que el
índice de fracaso escolar es elevadísimo.
Partamos del hecho que “estudiar” significa adquirir una serie de habilidades y
ponerlas en práctica de manera eficaz, eficiente y efectiva para obtener un
resultado determinado. Como también podríamos decir de “conducir”. Si
preguntáramos a alguien que ya tiene carné que cómo se conduce, podría hacernos
una descripción de los elementos básicos que componen esta habilidad. Pero si
preguntamos a alguien que cómo estudia, y yo lo hago diariamente a
universitarios/as a los que se le supone un dominio de esta habilidad, las
respuestas son bastante desconcertantes: “¿te refieres a dónde estudio?”, “¿cómo
que cómo estudio?, pues estudiando”.... ¿Por qué sucede esto?
Es esencial tener presente esta diferencia ya que en todos los niveles del sistema
educativo se establece una encarnizada batalla alrededor al aprendizaje ¿o del
estudio? Un profesor universitario de una carrera técnica me decía que la virtud de
la enseñanza se encontraba en el justo equilibrio de 2 fuerzas opuestas: la del
alumno queriendo aprobar y la del profesor queriendo que aprendan.
Pero esta exigencia empieza a hacerse presente con más intensidad a partir de
secundaria, es decir, cuando el alumno lleva años (6 en concreto) relacionándose
con los libros de una manera determinada. Y con éxito, por cierto.
¿Nos hacemos una idea de lo que supone cambiar un hábito instaurado durante
al menos 6 años, en una edad tan temprana, que le ha dado resultado hasta la
fecha y que la alternativa implica más esfuerzo? A mi, sinceramente, no se me
antoja una tarea especialmente fácil.
A partir del momento en que las exigencias comienzan a subir, cada uno hace lo
que puede y, por ensayo y error en la mayoría de las ocasiones, va llegando a sus
propias conclusiones. Con distinto grado de acierto, evidentemente. He conocido
universitarios (y no uno ni dos) que leían 50 veces cada párrafo para ¿estudiarlo?
¿aprenderlo? Para hacernos una idea del análisis al que se somete el tema del
estudio, baste decir que la solución primera que se da cuando hay problemas es
invertir más tiempo, es decir, no hay análisis de actividad sino incremento de
tiempos, y claro, hacer las cosas mal durante más tiempo sólo nos garantiza
hacerlas estupendamente mal.
Estrategias de aprendizaje
Rafael Paniagua Zapatero, Psicopedagogo y Jefe de Estudios de Infantil y
Primaria del Colegio San Pablo-CEU de Montepríncipe (12/12/2005)
¿Se puede aprender a aprender?
Se debe enseñar a aprender. Todo aprendizaje requiere voluntad, interés por parte
del aprendiz, una mínima motivación que justifique la finalidad de dicho
aprendizaje.
Aprender a aprender ¿para qué? Bastará con que el alumno descubra la facilidad
con la que se pueden adquirir los aprendizajes, para que valore la importancia de
estas estrategias.
Además de otras razones menos frecuentes, como "me falta memoria ", "no puedo con tanto", "me molestan", "soy
vago".
Como se puede comprobar, la suma de los porcentajes es superior al 100%, lo que significa que más de un alumno
señalaba más de una dificultad a la hora de estudiar.
Consultando otras estadísticas, nos encontramos con que solamente un 10% de los alumnos matriculados en las
distintas facultades y escuelas universitarias terminan sus estudios dentro de los años previstos para ello. Algunos
tardarían uno, dos o más años en terminar su carrera, pero son muchos los que no la terminan. ¿por qué?
¿Qué es estudiar?
El primer grave error de todo estudiante es pensar que estudiar es lo mismo que leer. Leer es simplemente entender un
texto escrito para satisfacer la curiosidad del momento. Estudiar es analizar un objeto, hacerlo propio y poder
reproducir en el futuro lo aprendido.
Hay quien opina que los factores que intervienen en el éxito de los estudios son la inteligencia, a la que le atribuyen un
600/0 del éxito, y el trabajo, con un peso del 30 %, reservando el 10% restante a la suerte. No somos de la misma
opinión. No podemos dejar ni el 1% de las posibilidades de éxito en los estudio en manos de la suerte. La suerte
solamente debe intervenir en los juegos de azar. El resultado del estudio hay que garantizarlo al 100%.
Después de más de 30 años de docencia, tratando con adolescentes, participando en evaluaciones académicas,
comparando resultados escolares con los tests psicológicos y hablando con padres y alumnos, creemos que el 40% del
éxito en los estudio se debe a la voluntad del alumno (hace más el que quiere que el que puede), el 30% a su capacidad
intelectual (la inteligencia no nace, se hace), el 15% a un buen material y a su correcto uso, el 10% al ambiente que
rodea al alumno y el 5% a las técnicas que utilice. Por mucho que quiera el alumno aprobar, por muy inteligente que
sea, aunque tenga muy buen material y le rodee un ambiente muy favorecedor, si no sabe cómo estudiar, no rendirá al1
00% de sus posibilidades.
La voluntad
En todo acto volitivo tenemos que distinguir una parte intelectiva durante la cual el sujeto debate lo que quiere, las
ventajas e inconvenientes que le reportará su acción y la decisión final de pasar a la acción o no. La segunda parte sería
la puesta en marcha de la acción determinada. Nuestros alumnos desarrollan perfectamente la primera. Todos saben lo
que quieren, conocen sus consecuencias e incluso están decididos a pasar a la acción, a estudiar seriamente; pero, no lo
hacen, algo se lo impide: la falta de hábito, no saben cómo hacerlo; la falta de confianza en sí mismo, no se consideran
capaces; la pereza, creyendo que cualquier otro momento posterior será mejor para empezar que el presente; la falta de
motivación, porque no encuentran una satisfacción a su esfuerzo; la falta de medios, disculpándose con que nunca
encuentran el material necesario; y, en el peor de los casos, el exceso de confianza, creyéndose capaces de poder
resolver sus problemas cuando llegue el momento sin necesidad de planteamientos previos.
La capacidad intelectual
De estudios comparativos entre los resultados de las pruebas psicométricas hechas a escolares y sus resultados
académicos se deduce que no son los alumnos más inteligentes los que obtienen mejores resultados académicos, sino
aquellos que presentan mayor motivación, los que ponen más interés y esfuerzo, los que le dedican a sus estudios el
tiempo necesario, los que tienen una buena organización a la hora de distribuirse su trabajo, los que tienen mayor
capacidad de concentración y los que utilizan alguna técnica a la hora de estudiar.
El material
Independiente de los libros cuadernos y demás instrumentos escolares, todo buen estudiante debería disponer de una
agenda donde anotar cuantos trabajos le manden, los temas que en cada clase se hayan tratado y el material que pida
cada profesor; un archivador donde guardar sus apuntes, resúmenes y esquemas, y un fichero donde almacenar cuantas
fichas ("chuletas") vaya realizando; además de muchos folios de papel.
La mesa de estudio debe tener una superficie lisa y sin brillo, con cajones laterales y apoya-pies y ser lo
suficientemente grande como para poder tener desplegado encima de ella un libro, un atlas, un folio, un diccionario y
un porta-lápices.
La silla debe estar proporcionada con la mesa y la altura del estudiante. No debe ser muy cómoda, pero sí debería estar
ligeramente almohadillada, tener apoya-codos y que el respaldo alcanzara la altura de los hombros de su usuario.
La luz debe entrar por el lado contrario de la mano con la que se escribe. Es preferible estudiar con luz natural o con
luz artificial blanca y, si es posible, con filtro azul o blanco, mejor que con luz fluorescente. El estudiante no debería
ver el foco de luz cuando está leyendo. Tampoco es bueno que los rayos de luz se dirijan directamente hacia el folio o
libro sobre el que se está trabajando. Si se estudia con flexos, hay que evitar la aproximación de la cara a las pantallas.
Es muy conveniente que el resto de la habitación también se encuentre algo iluminada.
El ambiente
El estudio requiere mucha concentración, por lo tanto, el lugar de estudio debería estar alejado de ruidos y otros
motivos de distracción, como ventanas que den a parques o calles ruidosas, el salón donde se reúnen las visitas que
llegan a la casa, el cuarto de los hermanos más pequeños, la puerta de entrada a la casa, el teléfono, la radio o la
televisión, para evitar distracciones innecesarias. De igual manera, el cuarto del estudiante debería estar decorado con
motivos que inviten al estudio y no con otros elementos que desvíen la atención del estudiante. Es muy conveniente
que el cuarto del estudiante pueda ventilarse fácilmente y que no esté muy cargado de plantas. El radiador debería
encontrarse lo más distante posible de la mesa del estudiante. Y, para evitar pérdida de tiempo, la mesa de estudio
debería encontrarse cerca del mueble donde el alumno haya guardo los textos del curso anterior, diccionarios, atlas,
folios y demás instrumentos de trabajo.
Las técnicas
Antes de estudiar todo alumno debe formularse tres preguntas: qué tengo que hacer, cuándo lo tengo que hacer y cómo
lo tengo que hacer. A la primera pregunta debe responder su agenda, a la segunda su horario de trabajo personal en
casa, y a la tercera las técnicas de estudio.
Antes de ponerse a estudia debe consultar su agenda y comenzar por aquellas tareas más difíciles, seguir por las más
fáciles y terminar con las de dificultad media.
En su horario debería diferenciar entre un tiempo para hacer los deberes, otro para estudio y otro de repaso.
Supuesto que el alumno va a estudiar algo ya explicado en clase, el primer paso debe ser hacer una lectura analítica del
texto, es decir, leer el texto comprensivamente, muy despacio, relacionando lo leído con otros conocimientos que ya
posea, tratando de entender cada palabra y buscando en el diccionario las que no entienda, a la vez que debería
subrayar las palabras clave, con las que después debería elaborar un esquema. Las palabras subrayadas deberían ser
muy pocas, nombres, fechas, pero nunca preposiciones ni artículos. Hay muchos tipos de esquemas, es aconsejable
usar el de llaves y sobre el folio apaisado, poniendo previamente, en el ángulo superior del folio, una referencia sobre
la asignatura, el tema en cuestión y el número del folio, pues seguramente que necesitará más de un folio para cada
tema, todo ello con el fin de guardarlo posteriormente de forma ordenada en el archivador. Hecho el esquema, debe
comprobar que lo entiende y que es correcto lo que ha escrito, antes de pasar a memorizarlo. Hay muchas técnicas de
memorización, es aconsejable que lo haga por asociación de imágenes, es decir, creando una imagen para cada palabra
y formando una cadena con ellas, de tal forma que cada una de las palabras le recuerde la siguiente. Cuando crea que
ya se lo sabe, debe hacerse una autoevaluación por escrito, para ello no es necesario volver a escribirlo todo, basta con
ir poniendo rayas en lugar de palabras a la vez que verbal iza la palabra que representa cada raya (esqueleto del
esquema). y aún debe dar un último paso, hacerse una "chuleta", es decir una ficha para los repasos. En la ficha
solamente deberían figurar aquellas palabras que realmente necesite recordar para desarrollar el tema, las que le
gustaría que le "soplaran" en el examen. Por mucho que se estudie, si no se repasa periódicamente, se olvidará, por ello
que sea necesario repasar por la noche lo estudiado cada tarde, antes de que pasen ocho horas; los fines de semana hay
que repasar todo lo estudiado durante la semana, y las vísperas de los exámenes volver a repasar lo que va a entrar en
dichos exámenes. Estas fichas también deberían tener en su ángulo superior derecho la referencia de la asignatura,
tema y número de orden de la ficha con objeto de guardarla posteriormente en el archivador.
Conclusión
Siguiendo este método, solamente hay que estudiar una vez, cada tarde, al llegar a casa, lo que cada profesor haya
explicado en su clase, y repasar la "chuleta" tres veces, antes de acostarse, los fines de semana y antes de cada
El estudio
J. Francisco Romo Adanero, Director del Colegio San Pablo-CEU de Claudio
Coello (12/12/2005)
Una de las quejas que se producen frecuentemente en el mundo del estudio es que
los estudiantes no estudian nada. A penas dedican diariamente un breve tiempo a
realizar deberes o tareas; en cualquier caso un tiempo mínimo e insuficiente
señalan la mayoría de los profesores.
Desde que existen seres humanos sobre la tierra, la realidad ha despertado en ellos
la curiosidad y el deseo por comprenderla. Podemos decir que el estudio no es un
problema ni un sacrificio para aquellos que quieren descubrir aquel aspecto de la
realidad que les interesa, más bien al contrario el deseo por descubrir, comprender
y poseer lo que nos interesa se convierte en una aventura fascinante.
Tres problemas se plantean hoy que hacen más difícil que en otros momentos el
disfrutar del estudio:
Existe un escepticismo muy difundido que dificulta el despertar del interés por
conocer la verdad de lo que nos rodea. Es imposible plantear preguntas cuando no
se esperan respuestas. Hoy la tentación de los profesores es dar respuestas a
preguntas que no se plantean y así la relación profesor alumno es árida y... el
desierto avanza.
En segundo lugar el nihilismo dominante nos deja en manos como decía Pasolini
de la cultura dominante, del poder. Se niega la existencia de la realidad y de su
significado y se la sustituye por la realidad virtual apareciendo los gurus
mediáticos y los mangas que recomiendan a nuestros jóvenes no pensar pues
produce dolor, obedecerles a ellos evita el sufrimiento. El máximo que uno
persigue entonces es huir, huir de la realidad, de la vida, de los problemas, de la
familia, de uno mismo...
Todo ello nos ha llevado en nuestro Colegio San Pablo CEU de Claudio Coello a
mantener viva una de las tradiciones frecuentes en los colegios en los años 60 y
70 del siglo pasado. La de favorecer un clima de estudio. Es verdad que las
técnicas de estudio son importantes, pero hay algo previo. La mayoría de los
estudiantes son incapaces de estar frente al libro 1hora y media seguida sin
moverse. En la propia casa todo conspira contra el silencio y el hábito continuado
del estudio. Además los fines de semana hemos logrado con 50 estudiantes lograr
estar en silencio y no moverse del asiento durante momentos de 1hora y media, en
salidas de estudio fuera de Madrid, en Albergues de la Comunidad. Ello sería
imposible sin profesores que proponen esta relación a sus alumnos y les
acompañan, única forma de despertar en ellos la curiosidad y el deseo por el
estudio de la realidad y por la pasión por el propio destino.
El aprendizaje es básico para la subsistencia y para la evolución de la especie, modifica y transforma las
estructuras y así, permite la realización de nuevos aprendizajes de mayor complejidad.
De ahí, que existan múltiples teorías del aprendizaje: Teorías Asociacionistas de condicionamiento clásico
(Pavlov), de condicionamiento instrumental operante (Thorndike), Teorías Cognitivas, Gestalt, etc.
Cada una de estas teorías incide en una característica peculiar de los procesos de aprendizaje: unas en
procesos de equilibración (Piaget), otras toman como elemento esencial la instrucción, otras teorías se
apoyan en el papel importante que juega el medio social y cultural donde se desarrolla en individuo, etc.
Así vemos que cada una de estas formas de aprendizaje está determinada por las edades de los sujetos (no
aprende igual un bebé que un universitario, ni lógicamente utilizan las mismas estrategias), por el lugar o
contexto donde se encuentra el sujeto (colegio, empresa, entorno familiar…) ni la necesidad por la que se
establece dicho aprendizaje, de ahí que cada vez se dé más importancia a los mecanismos o técnicas que
posibiliten que el individuo aprenda, ya sea a nivel educacional (programas de técnicas de estudio) como a
nivel profesional (en las empresas se utilizan con mayor frecuencia técnicas de aprendizaje para los
empleados, por ejemplo para el reciclaje profesional), pero se plantea ya un aprendizaje más dinámico, un
modo de aprender más activo, es decir, dejamos de lado la enseñanza específica y concreta y pasamos a dar
pautas o técnicas de “aprender a aprender” independientemente de las materias o habilidades que
necesitemos incorporar a nuestro conocimiento y que serán de aplicación a diferentes campos o
situaciones.
Hay que intentar que el sujeto que está inmerso en un proceso de aprendizaje, ya sea en ámbitos
académicos, profesionales o incluso personales, pueda adquirir las habilidades necesarias para que de
forma independiente puede ser actor de su propio aprendizaje.
De esta forma, lograremos que el individuo utilice dichas estrategias en cualquier situación de aprendizaje;
la idea es que el sujeto sepa utilizar una serie de procedimientos independientemente del contexto de
adquisición de nuevos conceptos en el que esté actuando:
- el alumno que se tiene que enfrentar a unos temarios para luego hacer frente a unos exámenes o pruebas
donde tendrá que demostrar si ha adquirido esos conocimientos,
- el profesional que en su trabajo necesita aprender nuevos conceptos, materias o procedimientos para
desarrollar su labor porque le son exigidos, por ejemplo para una subida de puesto.
- A nivel personal, ante nuevas situaciones que exigen un cambio en la forma de actuar.
En todos estos casos, existiría cierta similitud a la hora de aprender: hay que intentar sistematizar una serie
de pasos para llegar al fin perseguido:
1.- Elaborar y organizar la información que nos llega y que nosotros tenemos
2.- Conocer, controlar y regular la aplicación de los procedimientos a seguir.
3.- Ejecutar dichos procedimientos.
4.- Evaluar la acción que hemos emprendido (éxito o fracaso) para futuros procesos que emprendamos.
Por ello, en la actualidad, los procesos de aprendizaje pasan por hacer que los sujetos aprendan a aprender
y no simplemente recibir información puntual y específica de procesos concretos, de esta forma
lograremos una mayor capacidad de adaptación a las diferentes y cada vez más complejas situaciones en
las que el hombre tendrá que aprender para seguir con su evolución.
TECNICAS DE ESTUDIO.
La mejor forma de leer es intentar adivinar o buscar lo que uno va a leer, esta
actitud activa de búsqueda facilita la lectura; por consiguiente se aconseja
preparar al lector de la siguiente forma:
leer el título, el índice, el prólogo, la introducción u otros datos del autor que
nos indique a quién va dirigido el texto, cual es su formación, etc;
leer el principio y/o el final de algún capítulo o algún u otro punto del libro o
texto, para ver si se cumplen las expectativas previstas;
leer rápidamente, por encima, para ver si lo que propone el libro nos interesa
o es útil;
Recomendaciones aproximativas:
anotar fecha, materia y profesor, cada día, para poder coleccionar y ordenar
mejor los apuntes;
- las definiciones
si aún así no se entiende dejar de tomar apuntes y centrar más aún la atención
o tomar notas de forma literal;
se aprovecha más el tiempo escribiendo los apuntes con letra clara en la clase
que pasarlos en limpio en casa.
El subrayado:
Recomendaciones generales:
construir una o varias frases enlazando las palabras más importantes que
incluyan el sentido del texto;
- leer rápidamente, por encima, los temas de estudio para tener conciencia del
trabajo a realizar, distribuir el tiempo necesario y elegir las técnicas de estudio
adecuadas;
- los contenidos que hay que comprender conviene relacionarlos entre sí o con
otros similares ya conocidos; hay que poner especial interés en analizar los
aspectos lógicos de dichos contenidos ya que lo que se entiende no hay que
memorizarlo;
- procurar estudiar imaginando en cada sesión de estudio como va a ser el
examen;
- consultar con el profesor, o con los compañeros de clase, las cuestiones que no
se han comprendido; cerciorarse de cuales son los temas básicos y de como va a
examinar el profesor;
preguntas que se relacionan con los contenidos a memorizar, son las que se
introducen con palabras como: definir, describir, enumerar, analizar, etc.
valoraciones del tema. Con palabras como: juzgar, opinar, criticar, etc, se exige
que los alumnos realicen aportaciones personales al tema
- No aprender temas nuevos los últimos días, sino se pueden asimilar bien,
puesto que produciría transferencia negativa e interferiría con los temas
aprendidos.
Durante el examen:
dedicar sólo el tiempo previsto a cada una de las preguntas; caso de que no
haya tiempo debe responderse sólo a los conceptos básicos del tema a examen
de todas las cuestiones, ya que de este modo resulta más fácil aumentar la
puntuación;
lo ideal sería que sobrasen 5 minutos para repasar el examen, corregir posibles
errores y añadir conceptos que pudieran habernos pasado por alto.
Como es obvio estas técnicas solamente son válidas para exámenes con
preguntas abiertas, si se trata de resolver un problema de matemáticas, por
ejemplo, el alumno deberá tener presente los diferentes pasos a realizar,
sabiendo que, los errores primeros stielen repercutir en el resultado final.
Normalmente el profesor explica los pasos que deben tenerse en cuenta en cada
caso, el alumno debe anotarlos, memorizarlos y, una vez detectado el tipo de
problema expuesto, seguir rigurosamente los pasos ya descritos
- dejarlo unos días para volverlo a leer o pedir a un compañero que lo lea y nos
de su opinión;
- copiar de algún libro serio la forma de citar, las notas, si las hay