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Socialización y autonomía personal caminan parejos en el

desarrollo evolutivo del ser humano. La autonomía


funcional permite al ser humano integrarse en las
estructuras sociales y éstas, a su vez, articulan los
mecanismos precisos para garantizar la adquisición de
dicha autonomía a través de sistemas que perpetúan la
continuidad del orden social.

La autonomía funcional es la capacidad para actuar por


sí mismo en la vida cotidiana. Un concepto más amplio de
autonomía es el de autonomía personal, que supone el
desarrollo de capacidades afectivas, motrices, cognitivas,
de relación interpersonal e inserción social, para la acción
autónoma en el medio.

La autonomía capacita para la libertad. Educando en y


para la autonomía estamos reconociendo la capacidad del
menor para ser libre. Libre para querer, libre para elegir,
libre para hacer ...
Por el contrario, minimizando sus posibilidades
autónomas condenamos al niño a depender de nosotros/as,
a vivir enlazado a un “cordón umbilical” invisible que
limita las posibilidades de acción y reduce la libertad a
nuestro propio criterio situacional y/o motivacional. Así el
desarrollo de la autonomía en los niños y niñas facilita la
independencia y con ello un mayor nivel de comprensión
de lo que le rodea. La independencia garantiza el
comportamiento voluntario y facilita la solidaridad.

Los padres son los guías de sus hijos, y depende mucho


de ellos el convertirlos en personas de éxito, triunfadoras,
sin temores y principalmente con una autoestima elevada.

En este caso parece que está muy apegado y


dependendiente de la madre, por lo que debemos
implementar desde ahora un programa de autonomía
personal adaptado a su evolución física y psicológica.

La independencia de los niños no comienza a partir de los


tres o cuatro años, sino con la mentalidad de los padres
que quieren que su hijo se vaya desarrollando pleno, que
se sienta seguro de él mismo y que, por lo tanto, vaya
enfrentado los retos según la edad que tenga.
Los padres deben ser un punto de referencia adecuado.
Los niños deben saber que ellos están allí para proveerles
cariño y límites adecuados, no un amor ciego, sino un
amor capaz de ver sus defectos y corregirlos. El amor
tiene que ser incondicional en el afecto y no en la actitud y
en la corrección. Si el niño se porta mal, debe corregirse.

También es determinante para la autonomía infantil,


enseñarle a hacerse sus cosas personales, como vestirse,
amarrarse los zapatos y bañarse.

Debéis tener mucha paciencia y planificar las cosas de tal


manera que las vaya aprendiendo despacio y sin presiones.
Si no se viste rápido para ir al colegio o para dar un
paseo, no lo vistáis vosotros, mejor levantadlo más
temprano y permitidle tomarse su tiempo mientras
aprende.

Con respecto a la comida, no hay una edad definida para


que el niño se alimento solo. Si el niño ya puede tomar en
sus manos los cubiertos, déjelo que intente comer él solo,
obsérvelo y vigile que no vaya a atragantarse, pero no le
dé la comida usted. Que no le importe si su hijo ensucia el
piso, la mesa, su ropa, incluso cara y cabello.

A la hora de dormir, también es importante que los niños


se acuesten solos.

No hay edad determinada para que el niño haga sus


propias cosas. La edad cronológica de los niños difiere con
la edad psicológica, es obligación de los padres diferenciar
ambas edades y preocuparse por el desarrollo pleno del
niño.
No le castiguéis si se mancha la ropa cuando intentaba
comer solo, en lugar de eso, hablad con él.

Tomad en cuenta que hay situaciones como, el cepillado


de dientes, bañarse, vestirse e incluso avisar para ir al
baño, que deben ser aprendidas paulatinamente y no de
manera brusca.

Programa de autonomía personal de Jordi Marcet:

Vestirse: Por la mañana se le despertará con tiempo para


que colabore en la tarea de vestirse, alabando sus
progresos que serán paulatinos ( cada día le dejaremos
hacer un poco más).

Lavarse, bañarse y lavarse los dientes: Por la mañana y


por la noche le dejaremos que se lave, siempre con
vigilancia y ayuda.

Hábitos relacionados con la comida: Intentaremos


compartir alguna comida con él de manera que aprenda
por modelado la conducta en la mesa y el uso de cubiertos
( excepto el cuchillo) y la servilleta.

Juego: Le estimularemos para que juego solo, sin


necesidad del adulto , planificando periodos de 5 a 10
minutos con una de sus actividades favoiritas, tras ese
tiempo le daremos refuerzo verbal, o jugaremos un rato
con él, con estas actividades podemos hacer que poco a
poco deje de temer estar en habitaciones distintas a la que
están los padres.

Dormir: seguimos con los hábitos y rituales marcados con


anterioridad.

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