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Junio 2011
Feminismo africano, diáspora y feminismo negro
A pesar de que durante la época de las independencias, los movimientos femeninos y
feministas tomaron una gran importancia debido al papel que jugaron las mujeres en este
proceso, y a los nuevos gobiernos con intenciones modernizadoras, lo cierto es que muchas
africanistas (Pottash, 1989. citada por Vieitez 2005) coinciden en que la colonización afectó
negativamente a las mujeres (Vieitez, 2005).
Con la independencia y la creación de los nuevos Estados africanos (heredados de
las fronteras trazadas durante las colonias), hubo una gran euforia estatalista, generada en
África tras la descolonización en base a la idea de que este Estado iba a permitir llevar a
cabo el desarrollo y la democracia que la colonización había impedido (Campos, 2006). Es
en este mismo momento que se incorporaron entrategias femeninas anticoloniales y que
perduran hasta hoy, colocándose como símbolo de la modernización africana postcolonial.
Autoras como Oyèrònké Oyewùmí (1997, 2003) (citada por Vieitez, 2005),
cuestiona el uso del género como principio de organización social en esa sociedad
nigeriana, por confundir diferentes roles de la mujer bajo el concepto mismo de género.
Esta categoría no es estática ni fija (Vieitez, 2005), ya que no es lo mismo el rol de madre,
que el de suegra, o el de esposa. Esta idea es lo que viene a caracterizar también al
feminismo africano, así como la maternidad, como reivindicada por las mujeres africanas y
no entendida como un factor de discriminación como se asume en muchos feminismos
occidentales1. Para Chandra Mohanty, el feminismo occidental tiene algunos problemas,
como el de la homogeneización de las mujeres africanas, sin considerar las diferencias de
clase, etnia, etc. Por otra parte los conceptos binarios hombre/mujer o mujer del Tercer
Mundo (pobre, sin educación, tradicional, etc) en comparación con la mujer occidental
(educada, moderna, etc). En su texto Under Wertern Eyes (2002) se pregunta si realmente
en Occidente las mujeres no estamos discriminadas, si ya hemos superado esa
discriminación.
1 Esta reivindicación de la maternidad la podemos encontrar en alguna de las corrientes del Ecofeminismo,
por ejemplo.
Durante el feminismo de la segunda ola, es cuando se empiezan a pensar otro tipo
de feminismos diferentes al blanco y de clase media en EEUU (y en la diáspora africana).
Durante los años setenta se contraponen, por una parte las organizaciones políticas
afroamericanas (Black Panter) y por la otra la National Organization for Women (NOW),
fundada por Betty Friedan, ya que los movimientos de mujeres no tenían en cuenta el tema
de la raza, en el momento de la reinvindicación del movimiento negro en los EEUU. Es a
raíz de aquí, y por la falta de representación en ambos movimientos que surge en el año
1973 el National Black Feminist Organisation, donde G. Hull, P.B. Scott, B. Smith2, así como
Michele Wallace empezaron a analizar la relación entre las mujeres negras y los
movimientos feministas. Estos movimientos de feminismo negro, tienen dos puntos clave en
su discurso: el de la experiencia vivida por las mujeres negras que han sido oprimidas y que
ha sido muy diferente a la realidad de las mujeres blancas y el de la simultaneidad de la
opresión (por ser mujeres y por ser negras)3. Mientras el feminismo blanco se centra en la
discriminación por sexo, el negro tiene como centro la cuestión de raza (sin olvidar el de
género). Dice bell hooks (2004):
“A menudo las blancas actúan como si las mujeres negras no supiesen que existía la opresión
sexista hasta que ellas dieron voz al sentimiento feminista. Creen que han proporcionado a las
mujeres negras “el” análisis y “el” programa de liberación. No entienden, ni siquiera pueden
imaginar, que las mujeres negras, así como otros grupos de mujeres que viven cada día en
situaciones opresivas, a menudo adquieren conciencia de la política patriarcal a partir de su
experiencia vivida, a medida que desarrollan estrategias de resistencia incluso aunque ésta no
se de de forma mantenida u organizada”
El feminismo negro abrió los cierres discursivos que reafirmaban la supermacía de,
por ejemplo, la clase y el género por encima del resto de ejes de diferenciación, y
cuestionaba las construcciones de esos significantes tan privilegiados como núcleos
autónomos unitarios. El feminismo negro desafía, no sólo los racismos centrados en el
color, sino que: descentra al sujeto unitario masculinista del discurso eurocéntrico, las
narrativas masculinistas de “lo negro” como color político y desbarata cualquier noción de
2 Hull, Scott, Smith. All the Women Are White, All the Blacks Are Men, But Some Of Us Are Brave: Black
Women's Studies, The Feminist Press, 2003
3 Seminario Black is Beautiful. Nociones Comunes. Traficantes de Sueños (mayojunio 2011)
“mujer” como categoría unitaria (Brah, 2004).
Para entender el feminismo negro, es importante entender el papel que desempeñó
la diáspora africana, entendida como la dispersión de la población negra hacia otros
continentes en dos etapas principales: el esclavismo y las migraciones de los años setenta.
Jabardo (2006) explica muy bien algunas de las características comunes: dispersión de un
centro original, memoria del lugar de origen, sentimiento de no aceptación en el lugar de
destino, posible retorno en algún momento, mantenimiento de las relaciones, etc.
Como dice Werneck (2005, citada por Curiel, 2003):
“La visión afrocentrista ha estado muy presente en este pensamiento político. Se ha visto
expresado en el rescate y la revalorización de herencias culturales africanas: culinaria, estética
y sobre todo en la religiosidad, que trata de remontarse a las ancestras africanas y la
recuperación de mitologías que explican la continuidad de la fuerza política de las
afrodescendientes, lo cual ha permitido historizar y relativizar el concepto mismo de política.
Jurema Wernerk recupera por ejemplo la historia de las Ialodês4, mujeres líderes africanas que
resistieron a cualquier pretensión de dominio y sumisión, herencia que reconoce en las mujeres
de la diáspora. Este rescate ha implicado colocar la lucha política mucho antes de haber nacido
la teoría feminista como teoría (Wernerk, 2005).”
Gilroy (1993. Citado por Castro, 2010) hace un análisis muy interesante e
importante en lo que se refiere a estudios culturales sobre la diáspora: propuso la
utilización del concepto del Atlántico Negro como un espacio cultural transnacional en el
cual los miembros de la comunidad imaginada no sólo responden a un pasado africano
común, sino también a una doble conciencia que los pone en la disyuntiva ontológica de ser
africanos, pero a su vez europeos u occidentales en términos culturales. En sus propias
palabras, Gilroy definió al Atlántico Negro caracterizado por “las formas culturales
estereofónicas, bilingües o bifocales originadas por los negros (...) y diseminadas al interior
4 “Ialodê es la forma brasileira para la palabra en lengua iorubá Ìyálóòde Según algunas tradiciones africanas
transplantadas para Brasil, ialodê es uno de los títulos dados a Oxun, divinidad que tiene origen en Nigeria en
Ijexá e Ijebu. Ialodê se refiere también a la representante de las mujeres y algunos tipos de mujeres
emblemáticas, lideres políticas femeninas de acciòn fundamentalmente urbana. Es, como decimos,”la
representante de las mujeres, aquella que habla por todas y participa en las instancias de poder.” (Wernerk,
2005)
de las estructuras del sentir, producir, comunicar y recordar” (Castro, C. 2010).
Esta teoría de Gilroy se puede extrapolar al caso del feminismo negro. Es en esta
diáspora que se gesta una identidad común que desarrolla mecanismos de resistencia
común, y que se manifiesta en los feminismos negros con características comunes a los
feminismos africanos, sobretodo en lo que se refiere a la no identificación con el feminismo
occidental5. Las cuestiones de identidad están íntimamente ligadas a aquellas de
experiencia, subjetividad y relaciones sociales (Brah, 2004), siendo esta identidad colectiva,
en el caso del feminismo negro las que se derivan de la opresión vivida por razón de raza y,
en el caso del feminismo africano, por el tipo de organización social que existe en África y
que se diferencia, en gran medida, con Occidente y a lo que el feminismo blanco no
responde.
5 Una de las diferencias más importantes entre el feminismo negro y el africano puede ser el contexto en el
que se desarrollan: el feminismo negro tenía un fuerte componente de lucha contra el racismo, al que,
problablemente el feminismo africano no se ha tenido que enfrentar por encontrarse en África (sin
menospreciar otros tipos de opresión)
Bibliografía
Brah, A. (2004). Diferencia, Diversidad y Diferenciación. EN: Traficantes de Sueños ed. Otras
inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Madrid.
Campos, A. (2006). Política Poscolonial al Sur del Sáhara. EN: Echart, Puerto, Sotillo
(coods). África en el horizonte. Introducción a la realidad socioeconómica del África
Subsahariana. Libros de la Catarata. Madrid.
hooks, b. (2004). Mujeres negras. Dar forma a la teoría feminista. EN: Traficantes de Sueños
ed. Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Madrid.
Talpade Mohanty, Ch. (2008). Bajo los ojos de occidente. Academia Feminista y discurso
colonial. EN: Suárez Navaz, L. y Hernández, A. (Eds). Descolonizando el Feminismo:
Teorías y Prácticas desde los Márgenes. Ed. Cátedra, Madrid.
Vieitez, S. y Jabardo, M. África subsahariana y Diáspora africana: género, desarrollo, mujeres
y feminismos. EN: África en el horizonte. Introducción a la realidad socioeconómica del
África Subsahariana.
Artículos
Castro, C. (2010). Exploraciones para una historia transnacional de la afromodernidad en
América. Chicago y Sao Paulo, 19001940 . Revista de Historia Iberoamericana.
Vieitez, M.S. (2005). Antropología y Género: Miradas desde África. Revista Crítica.
Fundación Castroverde (Ed.).