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LA FRAGUA DEL BRAVO PUEBLO
Mario Sanoja Obediente Iraida Vargas Arenas
Profesores de la Escuela Venezolana de Planificación Social
CARACAS 2017 1210
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Gloria al Bravo Pueblo/
que el yugo lanzó/
la ley respetando/
la virtud y honor.
Estrofa inicial del Himno Nacional de la República Bolivariana de
Venezuela
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ÍNDICE
Palabras iniciales……………………………..……………..
……………....5
Presentación……………………………………….………….……….
…….8
1.Las formaciones económico sociales preclasistas
venezolanas………………………………………………………………...1
5
2.Los pueblos caribes, arawakos y negros y la formación nacional
venezolana…………………………………………………….………..
…..40
3.La Fragua Social del Bravo Pueblo: origen de la formación
económico social (FES) clasista
venezolana…………………………………………,,..57
4.Las luchas sociales de los negros venezolanos. Siglos XVIII y XIX
……………………………………………………………………..….……62
5.Las luchas sociales de los indígenas venezolanos. Siglos XVII
XVIII………………………………………………………………..…..….76
6.Guerra de Independencia y lucha de clases. De Miranda, a
Bolívar, a Zamora y a Chávez: la FES clasista nacional……...
3
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……………………….87
7.La rebelión andina: creación del Estado nacional
……………………………………………………………………………..90
8. La historia militante…………………………………………..…..……
115
9. La crisis del modo de vida nacional petrolero rentista
venezolano: la cultura del petróleo………………………..…….
………………….…….124
10. Las comunas, las misiones sociales y la consolidación del sujeto
pueblo venezolano………………………………………………………,,...
…....135
11. El Chavismo como protagonista de un nuevo proceso
civilizatorio en Venezuela…………………………..
……………………………………146
12. La Revolución Bolivariana en la perspectiva
suramericana……………………………………………………….
….....157
13) A manera de conclusión…………………………………………….
167
Bibliografía citada ………………………….
4
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………………………......173
Mapas ……………………………………………………………………194
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PALABRAS INICIALES
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proyección nacional y universal como Francisco de Miranda, El
Libertador Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y finalmente Hugo
Chávez quien concretó en la Revolución Bolivariana un inicio de
luchas contemporáneas organizadas para lograr la utopía
libertaria del Bravo Pueblo.
Venezolana (Sanoja 2011). Al igual que otras categorías marxistas
para el análisis histórico, la FES refleja los caracteres esenciales y
fundamentales de los procesos históricos generales que mueven a
una sociedad concreta, en este caso la venezolana, en cada uno de
los momentos específicos de su temporalidad histórica. Una
discusión in extenso de dichas categorías en el marco concreto de la
sociedad venezolana, rebasaría los modestos límites del presente
texto. Remitimos a las y los lectores interesados a la lectura y el
analisis de las obras mencionadas.
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Intentamos en el presente trabajo, mostrar que existe en la
historia venezolana una línea de desarrollo histórico revolucionario
con pausas, pero sin rupturas, una línea efectiva que nos conduce
desde las antiguas sociedades originarias, tanto indígenas como
negrovenezolanas, hacia la gesta independentista de Miranda,
Bolívar y Sucre, la Revolución Campesina liderada por Ezequiel
Zamora, la breve intervención nacionalista de Cipiano Castro y,
finalmente, hacia la gesta chavista de la Revolución Bolivariana
liderada por el Comandante Chávez y ahora por el Presidente
Maduro. Queremos también mostrar el sentido particular de
aquella línea venezolana de desarrollo histórico comparándola con
otros procesos de liberación nacional ocurridos en América del Sur.
MSOIVA
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PRESENTACIÓN
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revolucionario cuya fuerza ha sacudido la conciencia de la
humanidad; es también, en nuestra opinión, una filosofía de la
praxis que concibe la Revolución Bolivariana como el proyecto de
emancipación para liberar la sociedad venezolana de la dominación
imperialista, mediante un camino nuevo y original para la
construcción de un socialismo cuya base es la “...justicia social, la
equidad y la solidaridad entre los seres humanos y las instituciones
de la República...” (MPP Comunas 2007).
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Las reflexiones anteriores nos conducen a considerar las ideas
expuestas al respecto por Mao Tse Tung en su trabajo “A propósito
de la práctica” (Mao Tse Tung 1955), ya que nos orientan hacia el
análisis del chavismo como praxis transformadora. Decía Mao que
el conocimiento racional comienza con la experiencia, lo cual
confirma apuntaba el materalismo de la teoría marxistaleninista
del conocimiento que se expresa en la unidad histórica de lo
subjetivo y lo objetivo, de la teoría y la práctica, del conocimiento y
de la acción. En consecuencia, la transformación tanto del mundo
objetivo como del subjetivo que en este caso es la sociedad
venezolana es una de las tareas que debe cumplir la Revolución
Bolivariana.
El mundo subjetivo que debe ser transformado no está integrado
solamente por quienes apoyan a la revolución, sino que incluye
asimismo a los adversarios de esta transformación quienes deben
ser atraidos hacia nuestra causa, como acaba de ocurrir con los
gobernadores de estados de oposición, electos democráticamente,
que han aceptado someterse a la institucionalidad de la Asamblea
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Nacional Constituyente, abriendo así una posible vía hacia la
consolidación de la paz social en Venezuela. En función de los
pensamientos anteriores expresados por Mao, el pensamiento
revolucionario del Comandante Chávez, a su vez, podría definirse
como una tesisacción revolucionaria del gobierno, una de cuyas
expresiones posteriores al Comandante fue el “gobierno de calle,”
instaurado por el Presidente Maduro, el cual se está convirtiendo
también en la praxis de la gestión regional de los gobernadores en
los estados.
En el contexto de la filosofía de la praxis revolucionaria venezolana,
la fragua del Bravo Pueblo no es un proceso que pueda explicarse
tan solo con el mestizaje étnico entre pueblos originarios, negros
esclavizados y culturalmente desarraigados de sus culturas
africanas originales, traídos a Venezuela donde construyeron una
cultura negrovenezolana y, finalmente, los invasores hispánicos
provenientes de esa caldera de mestizaje de pueblos europeos,
semitas y árabes que fue la península Ibérica del siglo XV.
A partir del siglo XVI, los pobladores originarios indígenas y los
negrovenezolanos tuvieron que recorrer un largo camino de luchas
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para llegar a la presente coyuntura revolucionaria; en esas luchas
los invasores hispanos constituyeron, inicialmente, el polo
antagónico. Luego, a partir del siglo XVIII, sus descendientes,
mestizados con indios y negros, fueron conformando el bloque
político dominante de la sociedad que devendría en el siglo XXI,
bajo el impulso del Bravo Pueblo, el fermento de la Patria
Socialista Venezolana.
materiel humano, social y cultural que es original, surgido dentro
de una historia que es singular dentro del mar de historia común
que nos une a los nuestroamericanos, suramericanos y caribeños.
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Para lograr esa meta, muchas generaciones de venezolanos han
dado sus vidas, luchando por construir esa historia de la Patria
Grande que soñó El Libertador Simón Bolívar y que diseñó en lo
concreto el Líder Eterno Hugo Chávez Frías.
Para exponer las raíces profundas de tal proceso, hemos compilado
en este breve texto varios de nuestros escritos, editados o inéditos
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y así mostrar que existe un hilo conductor en la historia de la
lugares: “...Se está consolidando una dinámica de fortalecimiento
del papel político de una ciencia que se haga eco de los intereses y
problemas de los propios miembros de las comunidades, lo que en
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otros espacios hemos denominado una ciencia nuestra, una ciencia
con mayor compromiso social de las y los cientificos, de las y los
miembros de la llamada comunidad científica...” (VargasArenas,
Conferencia Magistral, UBV 29/11/2017)
Para mostrarlo, comenzamos este breve relato con las luchas entre
nuestras sociedades indígenas originarias por su derecho a sus
territorios, ocurridas entre hace 4000 años hasta el siglo XV, las
ocurridas entre esas mismas sociedades indígenas conjuntamente
con las y los negrosvenezolanos, por su emancipación, por sus
resistencias ante el proceso de conquista, en la búqueda de la
recuperación de las tierras que les fueron ursurpadas por los
conquistadores pero por sobre todo por la recuperación de su
condición de seres humanos libres y soberanos. Estas últimas
luchas, que se dieron entre finales del siglo XV y el siglo XVIII,
fueron el antecedente de los movimientos sociales libertarios de
rechazo a la dominación colonial española, realizados por los
criollos venezolanos, las y los mestizos, que se concretaron en la
gesta de Independencia Nacional liderada por Bolívar y demás
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libertadores. Fracasado ese intento debido a la insurgencia del
bloque hegemónico liberal burgués en 1830, la IV República, el
Bravo Pueblo Venezolano reunió fuerzas bajo el liderazgo de
Ezequiel Zamora en 1860 para combatir de nuevo por sus derechos
y por la igualdad social, en la Guerra Federal o Guerra Larga. Ese
otro momento de lucha revolucionaria fue también frustrado lo que
llevó a la consolidación del bloque liberal burgués en 1870 bajo la
autocracia guzmancista y luego, en el siglo XX, hacia el rentismo
petrolero y su arma ideológica, la cultura del petróleo. El imperio
estadounidense y el europeo se sirvieron de la autocracia dominada
por el gomecismo y sus epígonos para consolidar su posesión de las
enormes riquezas de Venezuela pero, al mismo tiempo, fueron
fraguando la voluntad libertaria y soberanista inquebrantable del
pueblo que se consolidará en la gesta emancipadora revolucionaria
liderada por el Comandante Hugo Chávez, que insurgió el 4 de
febrero de 1992, la cual se está convirtiendo en un faro de luz para
los otros pueblos del planeta.
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LAS FORMACIONES ECONÓMICO SOCIALES
PRECLASISTAS VENEZOLANAS
Las Fachadas Geohistóricas originarias de Venezuela
La Constitución Bolivariana es un proyecto de nación que plantea
la existencia de una cultura nacional concebida como la síntesis
orgánica de la diversidad cultural de nuestro pueblo, de todas las
experiencias históricas compartidas, de las hazañas colectivas, de
las grandes luchas comunes y de los resultados y memorias de esas
prácticas; se nutre así de los valores resemantizados de los
sistemas culturales autóctonos que brotan de las tradiciones y
costumbres populares. Dentro de esa definición del proyecto
nacional venezolano bolivariano es pertinente analizar cómo la
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gesta de los primeros pobladores, los antiguos recolectores y
cazadores y luego de los arawakos, los caribes y los chibchas fue
fundamental para que los pueblos originarios llegasen, finalmente,
a conformar en el siglo XV de la era cristiana suertes de etnias
naciones definidas territorialmente (mapas 1 y 2). Las regiones
históricas donde reproducían sus diversos modos de vida y sus
culturas aquellas etniasnaciones (mapas 2 y 3) conforman la raíz
de la actual arquitectónica territorial del EstadoNación
venezolano y lo definen como singularidad dentro de la
macroregión geohistórica suramericana y caribeña que pese a la
oposición del capitalismo se ha materializado políticamente en la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC,
Sanoja y VargasArenas 2008: 7).
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posteriores, en la formación de las sociedades y culturas
nacionales.
La Formación Social de Recolectores y Cazadores Antiguos
Las primeras oleadas de inmigrantes paleoasiáticos de recolectores
cazadores y pescadores parecen haber llegado a América durante el
período Pleistoceno, por lo menos 40.000 años antes de ahora, a
través del Estrecho de Behring y por otras vías migratorias
transpacificas al sur del continente.
En su movimiento vital, aquellos pueblos colonizaron los
territorios situados sobre la costa pacífica de Norte y
Centroamérica y entraron posteriormente a Suramérica a través
de la gran extensión de tierra emergida que conformaba para
entonces el istmo de Panamá. Fue una época cuando los rigores del
último gran período glacial concentraron gran parte del aguas de
los oceános bajo forma de hielo, por lo cual el nivel del mar
descendió hasta 140m. por debajo del actual, dejando al descubierto
grandes superficies de terreno que hoy son fondos marinos.
Los pueblos integrantes de esta primera oleada de pobladores
originarios son denominados científicamente paleoasiáticos o
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paleoamerindios, porque todavía no habían desarrollado las
modificaciones y adaptaciones genéticas y fenotípicas que
caracterizaron a los grupos humanos amerindios de oleadas
posteriores (Sanoja 2013 ).
Las evidencias arqueológicas indican la presencia de los
paleoasiáticos o paleoamerindios tanto en el Matto Grosso
brasileño como en el sur de Chile hace por lo menos 30.000 años.
Por otra parte, las evidencias esqueléticas halladas en Colombia y
Argentina señalan su presencia en dichas regiones hace 10.000
años. De aquellos pueblos paleoasiaticos o paleoamerindios
originarios que entraron en Suramérica, unos tomaron hacia el
oeste del continente y se asentaron en los valles intermontanos y
en el piedemonte oriental de los Andes, en tanto que otros,
cazadores pescadores litorales, colonizaron el litoral atlántico hasta
llegar finalmente a la actual región nororiental venezolana.
Nuevos grupos humanos de cazadores especializados entraron a
Suramérica hacia 15000 años antes de ahora y colonizaron la costa
pacífica; una rama de ellos, entre 14000 y 12000 años antes de
ahora, se asentó en el noroeste de Venezuela (actuales estados
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Falcón, Lara, Zulia y Cojedes) región que servía de refugio a los
restos de paleofauna pleistocena que se hallaba ya en vías de
extinción: elefantes, caballos, llamas, tigres diente de sable, lobos,
armadillos, tortugas, perezas gigantes, etc., así como de fauna
neotrópica, la cual comenzaron a cazar para obtener su sustento
(Layrisse y Wilbert 1999: 152, 171177; Sanoja y VargasArenas
2008: 6).
La Formación Social Agricultora
Origen histórico de las poblaciones agricultoras venezolanas
Entre 5000 y 4000 años antes de ahora (Lathrap 1970: 7078), el
mestizaje entre pueblos paleoasiáticos y paleomongoloides que
vivían en el Alto Amazonas y el piedemonte oriental de los Andes
originó la formación de una nueva humanidad suramericana de
cultivadores que comenzó a distinguirse por sus diversas formas
culturales, básicamente por sus lenguas, GePanoCaribe, Arawak
y MacroChibcha. Los grupos arawakos iniciaron la penetración en
el territorio de la actual Venezuela: unos hacia el valle del Orinoco,
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el oriente de Venezuela y las Antillas; otros siguiendo el litoral
caribe y las serranías andinas del occidente de Venezuela y el
noroeste de Sur América. De esta manera, se fueron conformando y
definiendo nuevas versiones de fachadas geohistóricas
representativas de la unidad histórica entre el paisaje, la sociedad
y la cultura donde se afincan las raíces de la nación venezolana.
La región geohistórica andina
domesticación secundaria de razas locales de maíz (Zea maiz) y de
yuca (Manihot esculenta Crantz) propiciando así el surgimiento de
una forma de vida sedentaria fundamentada en la agricultura: el
La decoración de las vasijas de barro fabricadas por la gente de
Camay, área de Carora, Edo. Lara, sugiere que conocían también
diversas técnicas para la manufactura de cestas y cordeles. Estos
eran presionados contra la superficie todavía fresca de las vasijas,
de modo que la impronta formase patrones decorativos. La técnica
es similar a la utilizada para decoración de las vasijas
manufacturada por las antiguas poblaciones valdivianas de la
costa de Ecuador (Meggers, Evans y Estrada 1965; Marcos 1988,
Sanoja 2001).
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norte del lago de Maracaibo ya existía para inicios de la era
cristiana (hace 2017 años) una gran variedad de etnias arawakas,
donde se hallaban desde grupos de pescadoresrecolectores
especializados que explotaban las salinas que se formaban
naturalmente en las costas de dicho lago, hasta pueblos
cultivadores fabricantes de alfarería que habitaban el actual
litoral de la Guajira venezolana y los valles fluviales de la Guajira
colombiana, los cuales ocupaban el hábitat actual de los pueblos
añú y wayúu (Sanoja y VargasArenas 2008: 1759).
un oekumene arawako, cuyo lugar central se hallaba localizado en
los valles subandinos del actual Edo. Lara. Allí se consolidaron,
posteriormente, comunidades arawakas socialmente jerarquizadas
cuya economía se apoyaba en una agricultura intensificada
mediante la utilización de sistemas de regadío y cultivo en terrazas
y montículos artificiales, lo cual les permitía obtener una
producción excedentaria de alimentos. La antigua sociedad
igualitaria arawaka que habitaba el territorio del actual Edo. Lara
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comenzó a devenir desigual al dividirse la comunidad original en
linajes endógamos, segmentaciones de la comunidad originaria
cuyos individuos se reconocían como descendientes de un
antepasado mítico o tótem y preservaban su identidad grupal
mediante uniones matrimoniales entre miembros del mismo linaje
practicando la endogamia. De esa manera, se preservaba el
patrimonio comunal y se mantenían las relaciones de dominación
política que ejercía la elite social sobre las personas del común.
En algunos linajes de las antiguas sociedades jerárquicas larenses
se produjeron procesos de acumulación de fuerza de trabajo,
particularmente de artesanas y artesanos, quienes trabajaban las
conchas de moluscos marinos y terrestres y los huesos de ciertos
mamíferos para producir una compleja industria de adornos
corporales, que incluían collares con pectorales alados, cuentas de
collar, pendientes, pulseras, cubre sexos, tapa ojos y demás
adornos corporales que eran utilizados como parafernalia
funeraria. De igual manera, rasgo que ya había aparecido desde
siglos anteriores, se producía gran cantidad de cerámica funeraria,
cestas y tejidos de algodón o cocuiza como ofrendas votivas para
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enterramientos humanos localizados en grandes necrópolis donde
se inhumaban centenares de difuntos (VargasArenas y otros 1997;
Sanoja y Vargas Arenas 1987, 2000, 2007).
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regionales y locales que gobernaban diferentes regiones
integrantes de la jerarquía social y política que ejercía el poder en
el Señorío Kaketío del occidente de Venezuela (Sanoja y Vargas
Arenas 1992: 188191, 1999: 3953).
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de un mohán o sacerdote que ejecutaba funciones religiosas y
administrativas, existiendo asimismo templos construidos en
madera donde residían deidades relacionadas con la agricultura.
Anualmente, los aldeanos hacían peregrinaciones a dichos templos
para ofrecer tributos a las divinidades y solicitar consejo a los
mohanes sobre el éxito de sus cosechas. Tanto los mu’kus andinos
como los kaketíos de Lara y Falcón mantenían relaciones de
intercambio con las poblaciones originarias de los actuales estados
Yaracuy, Aragua, Carabobo y Miranda, así como con sus vecinos
del norte del lago de Maracaibo, quienes servían, a su vez, como
intermediarios comerciales con las etnias taironas del noreste de
Colombia (Sanoja y Vargas 1992: 225230).
En el sur del lago de Maracaibo, ríos como el Zulia y el Catatumbo
funcionaban también como importantes avenidas para el tránsito
de personas y mercancías desde y hacia la cuenca del río
Magdalena. La evidencia arqueológica indica que las etnias
caribes ya se encontraban asentadas en el sur del lago de
Maracaibo alrededor de los siglos X o XII de la era cristiana. Junto
con las etnias arawakas y chibchas del sur del lago mantenían
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relaciones de intercambio con las del norte de Santander y con las
mu’kus de la cordillera de Mérida. Fue a partir de esta compleja
red de relaciones sociales e intercambios comerciales, como se
consolidó la fachada andina venezolana (Sanoja 2011: 231240).
La fachada oriental de Venezuela
En la Guayana venezolana existieron comunidades de recolectores
y cazadores desde 10.0007.000 años antes del presente, las cuales
colonizaron en particular la cuenca del río Orinoco y la cuenca de
los ríos CaroníParguaza (Sanoja y VargasArenas 2006:4965). Se
apropiaban de recursos naturales territorialmente muy estables y
predecibles para subsistir, tales como los que ofrecía la fauna
neotrópica: venados, pecaríes, tapires, chigüires o capibaras,
morrocoyes, tortugas acuáticas, roedores, caimanes, manatíes,
peces, bivalvos marinos y de agua dulce, gasterópodos terrestres,
aves, tubérculos, rizomas, raíces y frutas diversas. Todo ello les
permitió, desde períodos muy antiguos, desarrollar procesos de
sedentarización en aldeas semipermanentes, procesos de
domesticación de plantas útiles y comestibles, así como cambios
correlativos en las relaciones de producción y en la superestructura
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que se expresaron en el desarrollo, hacia 3.000 años antes de
ahora, de una rica estética rupestre y la expresión gráfica de las
ideas pintadas o grabadas sobre los muros de cuevas o sobre
grandes piedras a lo largo de los ríos guayaneses, tanto en grutas
como al aire libre (Vargas 2010), reminiscentes de las que aparecen
en diversos sitios arqueológicos contemporáneos de la región del
Matto Grosso, Brasil (Schmitz 1987; VargasArenas 2010: 5568).
Los pueblos originarios guayaneses, de la FES Recolectores
Cazadores Pescadores fueron, desde hace 7000 años, los primeros
colonizadores del delta del Orinoco, el golfo de Paria, las islas
Margarita y Trinidad, las Pequeñas y Grandes Antillas (Sanoja y
VargasArenas 1999); dichos pueblos y sus descendientes fueron
también los antecesores de las antiguas culturas borincana y
cubana de recolectores pescadores marinos, que alcanzaron a
colonizar la península de La Florida. Aquellos pueblos, cuando ya
se hallaban asentados en el litoral noreste de Venezuela,
desarrollaron una extraordinaria cultura centrada en la artesanía
de la concha marina, particularmente caracolas de la especie
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trabajo (hachas, gubias –instrumento usado para trabajar la
madera), vasijas y ornamentos que constituyen el indicador
material de su presencia física en aquellas regiones antillanas.
De acuerdo con la información genética y arqueológica, la gente del
actual pueblo warao no es portadora del factor sanguíneo Diego
que caracteriza a las poblaciones mongoloides (Layrisse y Wilbert
1999). La ausencia de dicho factor indicaría que los warao podrían
ser descendientes directos de los primeros pueblos paleoasiáticos
que entraron al continente suramericano hace miles de años. Por
otra parte, la lengua warao es considerada como una lengua
independiente de las otras familias o stocks linguisticos regionales.
Por esas razones, la actual etnia warao podría ser también restos
de los antiguos pueblos amazónicos recolectores cazadores,
pescadorescazadores que colonizaron el litoral atlántico del norte
de Suramérica, hasta llegar finalmente a la actual región
nororiental venezolana.
Orígenes del poblamiento arawakocaribe del Orinoco
Grupos humanos agroalfareros vinculados con antiguas culturas
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andinoamazónicas del actual Perú, tales como los habitantes de
los sitios arqueológicos Kotosh y Chavín, se movieron a lo largo de
las numerosas avenidas fluviales de la cuenca del Amazonas y
llegaron hasta las bocas del Orinoco hace tres mil años antes de
ahora, donde se mestizaron con grupos recolectores, pescadores,
cazadores locales, dando inicio a lo que hemos denominado el
período arqueológico Barrancas Preclásico.
Arawakos y Caribes: la macroregión geohistórica caribeña
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Los arawakos orientales, los barranqueños y los occidentales, los
pueblos larenses de la Tradición Arqueológica Camay, vinculados a
la antigua Cultura Valdivia de la costa de Ecuador (Meggers,
Evans y Estrada 1965; Marcos 1988; Sanoja 2001) se encontraron
en la región de Parmana (Edo. Guárico) en el Orinoco Medio, hace
unos 4.700 años, fusionándose y dando nacimiento luego en el
litoral nororiental venezolano (Sucre, Nueva Esparta y la isla de
Trinidad) a una nueva y fuerte cultura mestiza, conocida como
Tradición Saladero Costero. Los pueblos arawakos portadores de
esta tradición arqueológica la difundieron hacia inicios de la era
cristiana hacia las Pequeñas y Grandes Antillas, abriendo el
proceso de colonización agroalfarera del Caribe Oriental.
La expansión de los pueblos caribes
Hace alrededor de 2000 años, pueblos caribes provenientes del Alto
Amazonas irrumpieron en el Orinoco Medio disputando a los
arawakos los territorios que estos habían colonizado desde hacía
ya un milenio. Los sitios arqueológicos orinoquenses que nos
informan sobre el contacto entre ambos pueblos en aquella región
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revelan que, en muchos casos, los caribes eliminaron abruptamente
la población y la cultura arawaka sustituyéndola por la propia. El
gran poblado arawako de Huyaparí localizado en Barrancas del
Orinoco, donde existía la cultura que denominamos
arqueológicamente como Barrancas Clásico se observa, por el
contrario, el desarrollo de un proceso de mestizaje, posiblemente
cultural y étnico entre arawakos y caribes, que dio origen al
Período que denominamos Barrancas Postclásico donde dominan
los rasgos estilísticos de la alfarería caribe.
Presionados por los pueblos caribes que los habían sometido en su
lucha por conquistar la Orinoquia, a inicios de la era cristiana los
pueblos arawakos de la zona de Barrancas migraron hacia la
cuenca del lago de Valencia y la región de Unare. Los arawakos,
como vimos, establecieron también grandes poblados en la región
de Paria, costa nororiental de Venezuela, donde se mestizaron esta
vez con las antiguas poblaciones locales de recolectores pescadores
paleoguaraos; estos pueblos, ya habían descubierto al parecer el
cultivo de plantas tropicales como la yuca y otros tubérculos
comestibles (ñame, ocumo, pericaguara, lerén) hace unos 6000 años
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y –lo más importante habían abierto las rutas para la navegación
de alta mar en el Caribe (Sanoja y VargasArenas 1999).
Los pueblos portadores de aquella nueva cultura mestiza conocida
arqueológicamente como Saladero Costera, la expresión norteña de
la Tradición Saladero del Orinoco (VargasArenas 1979), se
expandió hacia las Pequeñas y Grandes Antillas, colonizando la
vasta georegión del caribe oriental. Esta colonización dio origen a
un nuevo proceso civilizatorio: el antillano, vinculado a la fachada
caribeña venezolana (Veloz Maggiolo 1991). Consecuencia de tal
proceso civilizatorio caribeño fue el desarrollo de vigorosas y
complejas sociedades jerárquicas como la taína, la cual caracterizó
la fase final de la historia precolonial de las Antillas Mayores:
Puerto Rico, República Dominicana, Haití, Cuba y Jamaica.
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pueblos arawakos, hacia el siglo XV era, los extraordinarios
navegantes caribes ya habían logrado asentarse en las Pequeñas
Antillas donde construyeron un poderoso enclave político y
cultural desde el cual controlaban estratégicamente tanto a
Borinquen, actual Puerto Rico, como al cordón de islas antillanas
que dominaban al oekumene caribe del noreste de Venezuela y del
noreste de Suramérica.
La relación dialéctica que se estableció entre caribes y arawakos
jerárquico de los arawakos, el cual se fundamentaba en la práctica
de la agricultura intensiva. Esta práctica se expresó en la
elaboración de paisajes agrarios muy complejos basados en la
construcción de montículos agrícolas, sistemas de regadío, terrazas
agrícolas y aldeas conformadas por viviendas monticuladas. En
algunas de estas aldeas las viviendas monticuladas estaban
dispuestas de forma circular en torno a un espacio central que
fungía como una especie de plaza pública en torno a la cual se
hallaban dispuestos grandes metates de piedra en forma de canoa,
donde al parecer las mujeres molían el maíz que consumía toda la
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comunidad.
La mayoría de los pueblos caribes tenían un modo de vida cacical
menos jerarquizado, más igualitario fundamentado en la
agricultura itinerante, de tendencia espacial expansiva, el cual
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requería disponer de territorios libres para movilizar cíclicamente
las poblaciones y abrir nuevos conucos o campos cultivados al
agotarse los anteriores. Solo en ciertos casos, como por ejemplo en
la cuenca del lago de Valencia, los caribes desarrollaron un espacio
humanizado con aldeas monticuladas, aprovechando la renovación
de los suelos por las crecidas periódicas de los ríos de la cuenca que
aportaban nutrientes a los suelos. En otros casos, como en el
Orinoco Medio, los poblamientos caribes estaban asociados, en las
áreas sujetas a inundaciones anuales, con el llamado sistema de
campos de camellones que servían para contener el agua de las
crecidas y sembrar sobre el camellón. Gracias a esta tecnología
hidropónica, las plantas podían absorber la humedad de suelo sin
estar en contacto directo con el agua.
En el siglo XVI, en valle de Caracas las aldeas caribes, ubicadas en
la margen izquierda del río Guaire, estaban integradas por casas
comunales de planta oval separadas entre sí por una distancia
proximada de 500 m (VargasArenas y otros 1998; SanojaVargas
Arenas 2002); en el Bajo Caroní, las aldeas caribes localizadas en
la ribera izquierda de dicho río o en la margen derecha del
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Orinoco, formaban núcleos poblados conformados por una o más
viviendas comunales separadas por un espacio aproximado de 1
km.
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La expansión caribe en las islas antillanas fue contenida por los
pueblos arawakos que, como hemos visto, habían construido un
poderoso enclave político y cultural en la isla de Borinquen (Puerto
Rico) y en la isla de Quisqueya, actuales República Dominicana y
República de Haití. Fortalecidos con influencias humanas y
culturales provenientes de las sociedades estatales clasistas mayas
de Yucatán y el golfo de México, en general, los arawakos
desarrollaron un proceso civilizatorio muy complejo que incluía
rasgos mesoamericanos como los montículos agrícolas y las
“plazas” para el juego de pelota, elemento muy vinculado a la
superestructura ideológica de los pueblos mesoamericanos.
Posiblemente para los siglos VII, VIII y XIX, ya había poblaciones
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de filiación caribe viviendo en el litoral de Guyana, Surinam y
Cayena, noreste de Suramérica, las cuales se habían impuesto
sobre las antiguas poblaciones arawakas que habían colonizado
previamente dichas regiones. Al parecer algunas de aquellas
poblaciones, probablemente caribes guyanesas, migraron
navegando hacia las islas de Quisqueya (República Dominicana),
Haití y Cuba entre los siglos 7 y 8, donde son conocidos
arqueológicamente como Cultura Meillac o macoríjes (Veloz
Maggiolo 1981:39297). Esos grupos caribes lograron asentarse en
Quisqueya y en la parte occidental de la isla, actual Haití, dando
origen a una sociedad igualitaria que no llegó, en este caso, a
sobreponerse a la poderosa cultura Taína. Los taínos quisqueyanos
y los meillacoides llegaron igualmente a infiltrarse en la isla de
Cuba, la mayor de las Antillas, pero no lograron dominar a los
grupos originarios cubanos que, provenientes también desde
hacía milenios de la región guayanesa venezolana, habían
colonizado la isla desde por lo menos 5000 años antes del presente
(Sanoja 2013: 164165).
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43
2
Los Pueblos Caribes y la Formación Nacional Venezolana
El origen del pueblo caribe se puede trazar hasta un centro inicial
que existió originalmente entre el Matto Grosso y las cabeceras del
Amazonas hace 5.000 años antes de ahora, a partir del cual
irradiaron hacia el norte de Nuestra América penetrando en la
cuenca del Orinoco alrededor del siglo II, en la costa atlántica
colombiana hacia el siglo VIII, en la cuenca del lago de Maracaibo
hacia el siglo X, en la costa centro oriental de Venezuela hacia el
siglo XIII, en la cuenca del lago de Valencia hacia el siglo VIII y en
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el valle de Caracas hacia el siglo XIII, desplazando o absorbiendo a
los antiguos pueblos arawakos que habitaban esos territorios
(Migliazza 1982; SanojaVargas 2002). Las causas de tales
desplazamientos masivos podrían ser como hemos dicho el carácter
expansivo territorial de los caribes que era necesario para
conquistar nuevas tierras agrícolas y mantener así su modo de
vida cacical igualitario y –como lo indican diversos trabajos
científicos posibles eventos climáticos de sequías prolongadas
La ola expansiva de la población caribe culminó, entre los siglos IX
y XIV con la dominación por dicho pueblo del extenso territorio
integrado por el litoral centro oriental de Venezuela, la Guayana y
la Amazonía venezolanas, Guyana, Surinam y Cayena, y la costa
del noeste brasileño, esto es, toda la costa noratlántica de
Suramérica, desde Paria hasta las bocas del Amazonas.
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46
Brasil hacia el norte de Suramérica, es el cultivo en camellones,
campos elevados de cultivo, una especie de cultivo hidropónico
utilizado en ciertas regiones, el cual empleaba positivamente la
inundación anual de las sabanas o vegas próximas a los grandes
ríos, sistema comparable con la utlización del regadío y las
terrazas agricolas desarrollados por los kaketíos y mu'kus en los
valles subandinos del noroeste de Venezuela.
Mediante la siembra de cultivos en lo alto del camellón se lograba
que las plantas estuviesen siempre en un medio húmedo, pero a
resguardo de las inundaciones; al mismo tiempo se lograba que
Como continuación del vasto movimiento expansivo de la población
caribe que determinó la ocupación de la mayor parte del territorio
norte de Suramérica, aquellos pueblos, como hemos visto, ya
habían logrado para el siglo XV también el control territorial de las
Antillas Menores que habían sido colonizadas anteriormente por
pueblos arawakos provenientes del oriente de Venezuela desde
inicios de la era cristiana y asediaban a las poblaciones arawakas
taínas de Borínquen (Puerto Rico), Haití y Quisqueya (República
Dominicana).
Los caribes de la región centro costera venezolana
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En la costa central de Venezuela, hacia mediados del siglo XVI, las
tribus indígenas caracas de filiación caribe que se enfrentaron a las
diversas expediciones castellanas, pertenecían al gran cacicazgo o
Señorío Caribe o Caribana, cuyo centro se hallaba localizado en la
cuenca del lago de Valencia. Aquellas tribus ejercieron hasta los
siglos XIII y XVI un control absoluto tanto de aquella región como
de las islas que se encuentran frente a dicho litoral (de Civrieux
Marc 1980: 40). Se hallaban igualmente vinculados con los
poderosos grupos tribales similares que habitaban las Antillas
Menores que tenían la capacidad de navegar desde Trinidad hasta
las Antillas Mayores (Borínquen o Puerto Rico, Quisqueya o Haití
Santo Domingo y Cuba) y hacia el continente en un viaje que, para
los expertos navegantes caribes, a lo sumo tomaba 5 a 7 días (Ojer
1966: 33). El mar Caribe, lejos de ser un obstáculo, era un nexo que
facilitaba la unión entre los pueblos caribeños continentales y los
insulares.
La resistencia de los caribes caraqueños a la ocupación castellana
tuvo también su paralelo entre las etnias caribes que habitaban las
Antillas Menores a comienzos del siglo XVI, hecho que nos permite
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entender más claramente el carácter de la extensa organización
sociopolítica global que mantuvo esta sociedad de pueblos
antillanos y venezolanos, hasta mediados del siglo XVI la cual
permitía a los pueblos de la macroregión caribeña estar
permanentemente informados sobre los eventos que estaban
sucediendo en sus diversos territorios antes y después de la
entrada de los castellanos en 1492.
Los pueblos caribes no solamente se defendieron de los arawakos y
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luego de los invasores europeos, sino que también se hicieron
fuertes en otras islas de las Pequeñas Antillas como Islas Vírgenes,
Dominica y Guadalupe, llegando a lanzar expediciones bélicas
hasta la lejana isla de Trinidad, ubicada frente a la península de
Paria. Al igual que ocurrió en Caracas y en Guayana luego de
1530, los caribes terminaron aliados con los comerciantes armados
o “corsarios”, ingleses y franceses, que trataban de minar la
hegemonía de intercambios comerciales impuesta por el imperio
español a sus dominios caribeños (Sued Badillo 1978).
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hasta 1568.
Las expediciones de Francisco Fajardo, iniciadas en 1555, lograron
fundar al menos una base para la conquista del valle a la cual
aquel capitán llamó San Francisco, y otra, para controlar el litoral
central, en el Edo. Vargas, que denominó El Collado, actual área de
Caraballeda, dominio del cacique Guaicamacuto. Poco duraron
aquellos asentamientos españoles porque, en 1560, los ejércitos
caribes bajo el mando de Guaicaipuro, Paramaconi, Terepaima y
otros importantes jefes guerreros, finalmente quemaron sus bohíos,
se apoderaron del ganado y expulsaron a los invasores castellanos
de sus territorios, obligándolos a huir y buscar refugio en la isla
Margarita (Sanoja y Vargas 2002).
Para los indígenas de la sociedad caribe caraqueña, la guerra era
parte de la convivencia social con otros grupos humanos, del ritual
de la vida cotidiana pública. Las guerras intertribales tenían
intervalos de paz durante los cuales los combatientes se retiraban
por un tiempo a sus aldeas reasumiendo su vida pacífica. Los
castellanos, provenientes de una sociedad clasista estatal
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organizada para la guerra y la conquista, utilizaron básicamente el
concepto de guerra de exterminio, esto es, campañas destinadas a
la conquista de territorios y a la aniquilación de los enemigos como
grupos organizados. Por ello lograron sorprender y asesinar a los
jefes guerreros caribes caraqueños como fue el caso de Guacaipuro,
que descansaba en su aldea rodeado de los suyos durante uno de
los intervalos de paz que existían en los combates.
Los pueblos caribes orinoquenses
En el Bajo Orinoco, la resistencia de los pueblos caribes contra los
conquistadores se prolongó hasta mediados del siglo XVIII,
facilitada por: 1) La existencia de etnias muy numerosas y
organizadas enfrentadas a un pequeño número de soldados y
frailes comprometidos en la conquista y reducción de la población
indígena.
2) La distancia que mediaba entre los enclaves españoles y sus
bases logísticas de la región centro norte costera venezolana.
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europeos, particularmente los holandeses (Whitehead 1988: 159
160).
La organización jerárquica de las comunidades caribes se hizo más
compleja a partir de 1530, como resultado de su guerra contra la
intervención conquistadora y colonizadora de los españoles, de
manera similar a lo ocurrido con los cacicazgos caribes de Puerto
Rico. Para lograr dichos fines, algunos de sus jefes firmaron
tratados con los holandeses en 1672 donde éstos prometían a los
indios amistad, protección contra la esclavitud y paga por los
servicios prestados. Los caribes, a su vez, servían en las colonias
holandesas como canoeros y pilotos, proporcionaban insumos
alimenticios y enseres y mantenían expedita la ruta comercial y los
puestos de comercio de la Oost Indische Compagnie (Compañía de
las Indias Occidentales. Whitehead 1988: 159160). Como
consecuencia de esta relación, se estimuló por parte de los
holandeses la introducción de bienes de consumo suntuario en las
poblaciones caribes, particularmente armas de fuego, pólvora,
balas, espadas, hachas, cuchillos, tijeras, navajas de afeitar,
espejos, telas, botellas de ron, platos de mayólica holandesa,
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inglesa o francesa, porcelana china y demás, cuya posesión debe
haberse convertido en objeto de prestigio para los guerreros y
miembros en general de aquellas comunidades. Sin embargo, a
juzgar por el contenido del registro arqueológico de los sitios
caribes del Bajo Orinoco, el volumen de los aportes materiales
holandeses e ingleses a los caribes del Orinoco no parece haber sido
tan significativo y cuantioso como lo han establecido muchos de los
autores que han escrito sobre el tema.
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La ayuda que brindaban los holandeses a las etnias caribes en el
siglo XVIII, proporcionando armas de fuego y apoyo logístico, tenía
también como contraparte la obtención de esclavos indios que
La fase final de la Gran Rebelión Caribe en la región AroCaura
Cuchivero comandada por el jefe Yaguaría, ocurrida en 1730,
representó el último esfuerzo de dicha etnia para conservar, con el
apoyo de los holandeses y franceses, la hegemonía política que
habían podido consolidar en el Orinoco entre los siglos 9 y 16 de la
era.
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el río Orinoco, la población estaba organizada en diversos
conjuntos de viviendas, cada uno compuesto por tres o cuatro
grandes bohíos colectivos. Un cálculo aproximado nos permitiría
suponer para cada conjunto una población de entre 90 a 120
personas y una estimación aproximada de 600 a 700 habitantes por
pueblo. Para el siglo XVI, la población caribe, solo para el bajo
Caroní, podría ser estimada aproximadamente entre 4.000 y 5.000
personas (Sanoja y VargasArenas 1992: 115).
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habitantes en total.
Las poblaciones caribes eran muy numerosas; algunos indígenas
parecen haber sido especies de mercaderes que se desplazaban en
sus grandes curiaras a lo largo del Orinoco e incluso llegaban hasta
Paria y las actuales Guyana, Demerara y Cayena, transportando y
distribuyendo mercancías de distinto género. Una actividad tal
necesitaba contar con poblaciones amigas a lo largo de las rutas de
intercambio, cosa que lograban manteniendo nexos de parentesco
consanguíneo con todas las otras comunidades y etnias caribes e
incluso las arawakas de los territorios bajo su control. En esta
relación jugaba un papel importante el intercambio de mujeres que
se unían en matrimonio con hombres de las diversas etnias, ya que
ellas representaban el elemento esencial para, por una parte, la
reproducción de la gente, de la ideología, de la cultura y de la
lengua, y por otra porque poseían los conocimientos técnicos para
la producción de enseres de todo tipo y garantizaban el ejercicio de
la propiedad comunitaria mediante los procesos de socialización.
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asesinado en su aldea de Suruapai, localizada a orillas de la
quebrada Paragoto (actual Paracotos, Edo. Miranda), el jefe
guerrero caribe Guaicaipuro, de la etnia teque, a manos del soldado
español Francisco Infante. Durante largo tiempo, la mayoría de los
historiadores hispanistas venezolanos, más interesados en
promover una imagen civilizadora de los conquistadores españoles
como enfrentada a una supuesta barbarie aborigen, magnificó la
lucha colonial de los soldados castellanos reduciendo a su mínima
expresión las de resistencia y sacrificio de decenas de millares de
indígenas que dieron sus vidas defendiendo lo que consideraban su
heredad, su patrimonio. A partir de esa base geográfica, el trabajo
social milenario de las etnias originarias produjo y modeló el
espacio territorial que hoy ocupa la nación venezolana.
En el caso concreto de la Provincia de Caracas, los descendientes
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de la población caribe original, las/los negrovenezolanos, los
mestizos/as, mulatos/as y zambos/as, constituyeron el fundamento
del Bravo Pueblo que propulsó el nacimiento del Estado nacional
en 1811.
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Para el siglo XVIII, los pueblos de origen caribe al igual que las
comunidades negrovenezolanas conformaban el componente
demográfico más importante de la población de la Provincia de
Caracas, tanto reducidos en misiones, pueblos de misión y
plantaciones o reunidos en cumbes independientes. Aunque la
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mayoría de la población esclavizada negrovenezolana, según
Acosta Saignes (1984: 156), se hallaba concentrada en el territorio
de los actuales estados Miranda, Guárico, Yaracuy, Cojedes, Lara y
Portuguesa, los mulatos, zambos, los blancos de orilla y los
mestizos ocupaban la totalidad del territorio nacional,
constituyendo por lo menos el 90% de la población venezolana.
Estudios recientes sobre el ADN mitocondrial de la actual
población venezolana revela la existencia promedio, por regiones,
de 70 a 80% de ADN mitocondrial indígena, un 10 a 15% de ADN
negroafricano y un 5 a 10% de ADN europeo (Figueras 2015).
XVIII la lucha de los esclavos no se inspira en elementos ideológicos
conservadores (pensamiento mágico, principios religiosos) sino que
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se nutre en la ideologia revolucionaria del momento: los principios
proclamados por la revolución democráticoburguesa en Europa y
En relación a lo anterior debemos asentar que, a diferencia de las
posiciones más comunes que existen entre los historiadores/as,
pensamos que las numerosísimas y constantes rebeliones,
protestas, motines y demás manifestaciones de rebeldía del pueblo
venezolano, desde el mismo momento cuando se inició la invasión
europea hasta finales del siglo XVIII, formaron parte constitutiva
de lo que se conoce como el proceso de independencia, ya que
sirvieron para crear las condiciones necesarias para que, a
comienzos del XIX, se diera la gesta independentista. Pero, lo más
importante y lo que más se niega es que esas rebeliones fueran
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productos de proyectos políticossociales alternativos, primero al
colonial de la corona y luego al liberal de las oligarquías
republicanas. Consideramos que si bien no tuvieron éxito, esas
rebeliones constituían proyectos los cuales poseían una
direccionalidad definida y supusieron acciones también concretas.
Como ejemplo podemos mencionar la rebelión liderada por el Negro
Miguel, cuyo proyecto y el de sus seguidores fue el de reeditar en
tierras venezolanas el reino del cual habían sido arrancados a la
fuerza en el oeste de África, exponente de los cuales eran las
sociedades estatales yorubas del golfo de Guinea, particularmente
el Reino de Benin, pueblos que habían alcanzado un alto grado de
especialización económica y una gran excelencia en la metalurgia
del bronce y el cobre. Ese era, al parecer, el tipo de sociedad
jerárquica de la cual provenían Miguel y Guiomar, modelo político
social que ellos intentaban rehacer en la tierra venezolana. Según
Acosta Saignes, entre 1750 y 1804 las ideas de solidaridad y
libertad se reforzaron y enriquecieron entre los negros americanos,
en una nueva etapa de cambios en las políticas de las potencias
coloniales para evitar que la ideología revolucionaria de la
revolución haitiana y las prédicas de patriotas como Toussaint
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Louverture se difundieran entre los negros del Caribe (Acosta
1986: 3137).
La extraordinaria expansión territorial y densidad demográfica de
los negrovenezolanos a partir del siglo XVIII fue como una
segunda colonización de Venezuela, lo cual demuestra –como dice
Acosta Saignes (1984) cuan intensa fue su participación en la
conformación definitiva de nuestra sociedad: juntos, los indígenas y
los negros fundaron pueblos, abrieron campos de cultivo,
desarrollaron artesanías, se convirtieron en los aguerridos pastores
de ganado que hoy llamamos llaneros, innovaron y ayudaron a
desarrollar localmente técnicas constructivas para viviendas
populares como el bahareque y la tapia, entre otras pero,
fundamentalmente, el gran aporte de ese proceso de
transculturación entre indígenas y negros fue la creación de las
culturas venezolanas de todas las regiones, de los rasgos somáticos
generales, de las expresiones religiosas como el San Juan
Guaricongo, San Benito y los cultos sincréticos de María Lionza, el
Negro Felipe y Guaicaipuro, expresiones musicales como el
sangueo, el golpe tuyero, los varios tipos de joropos, el baile de
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tambor, el merengue, la salsa y también las formas gestuales y
dialectales que distinguen la singularidad del pueblo venezolano,
frutos de una experiencia humana genuina, específica y colectiva
(Acosta Saignes 1984: 294; Guerra 1984: 6567; Ramos Guédez
2001: 242249). Si bien, como resultado de aquel intenso mestizaje
raramente un venezolano/a se parece físicamente a otro/a, esa
extrema diversidad étnica y fenotípica es justamente lo que nos
diferencia de los otros pueblos nuestroamericanos. En adelante,
cuando hablemos del pueblo venezolano, es necesario recordar a
esa fragua social, que llama Acosta Saignes, dio origen al 80% de
nuestra población actual.
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con los canarios en contra de la oligarquía mantuana inclinó la
balanza de la guerra a favor de la causa patriota que obtuvo las
victorias finales de la independencia en Carabobo en 1821 y en el
lago de Maracaibo en 1823.
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4
Las Luchas Sociales de los NegroVenezolanos. Siglos XVI
XVIII
La esclavitud de las y los negros
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ligaban entre sí a aquellos pobres seres humanos fuesen tan
impersonales e inmateriales como el que liga a una vaca con su
ternero, a una yegua con su potrillo, negándoseles hasta
elementales derechos del ser humano como amar, procrear una
familia, reproducirse socialmente sin angustias y sin trabas; de
ser, en fin, dueños de su propio destino (VargasArenas y Sanoja
2013).
Para muchos estudiosos de la historia documental, el problema de
las y los esclavos negros se despersonaliza mediante los textos y
legajos existentes en los archivos. Así, la o el esclavizado negro
pierde su condición de ser humano para convertirse en un sujeto
abstracto sometido a una legislación determinada. Estudiar la
esclavitud de las y los negros es sinónimo de enredijos jurídicos
donde la buena voluntad del legislador se toma como un hecho
efectivo, real, independientemente de los sujetos concretos a los
cuales se aplicaban tales disposiciones legales; ello representa la
ideología desvinculada de la realidad objetiva, el idealismo
rampante.
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antropólogos e historiadores, han abordado el problema de la
esclavitud y las luchas de las y los negros esclavizados por
liberarse de su condición y crear, así mismo, una república de
hombres socialmente iguales, produciendo excelentes monografías
que dan cuenta de la inserción del régimen esclavista venezolano
dentro de la "periferia colonial capitalista", particularmente por
medio del modo de trabajo de la plantación. Entre ellas podemos
nombrar las obras de Arcila Farías, Maza Zavala, Brito Figueroa y
Venezolana (1969), El Problema Tierra y Esclavos en la Historia de
Acosta Saignes Vida de los Esclavos Negros en Venezuela (1984) y
Negras en la Venezuela Colonial (2001). Estos estudios, entre otros
publicados, dieron un rostro al negro esclavizado al describir su
cotidianidad, reconstruir su entorno doméstico, su vida torturada y
azarosa de miseria, explotación y dolor.
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Las y los negros esclavizados no pueden ser visualizados como si
fuesen tan solo un simple dato estadístico, una referencia
documental o jurídica, como una/un creador de cultura musical,
como un sujeto ideológico desvinculado de su despiadada
cotidianidad. Fueron seres humanos que morían de sed, de hambre
y de maltratos, del hacinamiento en las fétidas bodegas de los
barcos negreros, seres humanos que daban gritos de dolor, que
sangraban y se retorcían de sufrimiento cuando se les azotaba y se
les marcaba con el hierro candente del dueño o los arrastraban
atados a la cola de un caballo, cuando los perros de presa o los
tiburones desgarraban su carne morena y aterrada o sus pulmones
reventaban en las profundidades del mar para buscar las perlas
que adornarían más tarde los cabellos, los cuellos, los blancos senos
y las blancas manos de las aristócratas criollas o europeas.
Las/los negros venezolanos, aun dentro de la miseria humana que
les impuso el capitalismo, fueron creadores/as no sólo de música y
de conductas gestuales para la danza, sino también de formas de
trabajo, de objetos materiales, de riqueza para los dueños negreros.
La acentuación de los rasgos nacionales de la sociedad venezolana
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durante la segunda mitad del siglo XVIII se debe, en buena
medida, a la inserción de las provincias venezolanas en el comercio
mundial vía la producción comercial de las plantaciones de cacao,
caña de azúcar, añil, etc., que estaban movidas por el trabajo de las
y los esclavos negros; el excedente de capital, de riquezas
acumuladas a costa de la explotación de las y los negros, fue uno de
los principales factores en la consolidación del proceso de
acumulación capitalista de la burguesía nacional, los criollos o
mantuanos, ideólogos y conductores de nuestro proceso de
independencia política (VargasArenas 2007:15457).
El esclavismo y el sistema de plantaciones
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El éxito del sistema de plantación se fundamentó en la explotación
inmisericorde del trabajo de los esclavizados y esclavizadas negras,
quienes recibían un trato brutal por parte de los amos blancos que
consistía generalmente en privación absoluta de la libertad,
hacinamiento, violaciones, irrespeto de la condición humana,
hambre y brutalidad, trato que ignoraba despectivamente los
derechos humanos y civiles de la población negra esclavizada.
los negros) como las demás gentes del mundo, los españoles los
tenían en perpetua servidumbre (...) solo lo serían si peleaban con
brío...” (Brito Figueroa 1961: 4344).
En 1603 ocurrió otra insurección en las rancherías de perlas en la
Isla de Margarita como protesta contra el trato inhumano al que
sufrían los negros sometidos al trabajo de buzo. En 1650 ya se
habían constituido importantes núcleos o cumbes de negros y
negras cimarronas en los Valles del Tuy, Charallave, Paracotos,
Yare, Pariaguán y La Guaira.
En 1732 se produjo la rebelión acaudillada por el zambo Andrés
López del Rosario, “Andresote” en el valle del río Yaracuy, que
contó con el apoyo material de los corsarios holandeses, luchó
contra la esclavitud, obtuvo el respaldo de los pobladores negros lo
que determinó el fracaso de las expediciones militares enviadas en
su contra.
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conspiración que comprometía a todos los negros de la provincia de
Caracas, que sumaban alrededor de 40.000 personas, la cual tenía
como meta obtener la libertad de todos los esclavizados; el centro
se localizaba en los cumbes y las haciendas del Tuy: Guarenas,
Guatire, Capaya, Caucagua, Santa Lucía, Chacao, Ocumare del
Tuy, Chuao, Cuyagua, Choroní, Sepe, Cata y Güigüe.
Tanto los negros esclavizados como los libertos adelantaron desde
el siglo XVIII proyectos insurreccionales de carácter
marcadamente étnico, como el organizado por José Leonardo
Chirino en la Sierra de Coro, en 1792, en el cual participaron
también negros libres y manumisos, mulatos e indios. Tenía como
objetivo arrebatarle el poder a los blancos y lograr, en forma
colectiva, la libertad de las y los esclavizados. Estos movimientos
políticos de tinte étnico se repitieron, inclusive, durante los albores
de la vida republicana.
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república democrática, la liberación de los esclavos y la eliminación
de la nobleza blanca (Brito Figueroa 1961: 68).
La gran concentración de esclavizados que se produjo desde el siglo
XVIII para operar el sistema de plantaciones, haciendas de cacao,
café y caña de azúcar se expresó, en el siglo XIX y particularmente
con posterioridad a la prohibición oficial de la esclavitud, en la
formación de grandes establecimientos autárquicos, de grandes
enclaves étnicos aislados de población negra, poco mestizada, en la
extensa región de Barlovento, actual Edo. Miranda, Choroní,
Ocumare de la Costa, Cata, Cuyagua en el litoral del actual Edo.
Aragua, el litoral del actual Edo. Vargas, en Cumaná, Cariaco y
Güiria, costa del actual Edo. Sucre, en la costa del actual Edo.
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Falcón, La Ceiba y Gibraltar en el sureste del lago de Maracaibo,
por mencionar solo algunos de dichos enclaves. De la misma
manera, como observamos en páginas anteriores, el sistema de
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luego de la disolución de la Gran Colombia, el gobierno liberal
burgués venezolano debeló un extenso plan para el exterminio de
los blancos en la antigua provincia de Caracas. En palabras de Sir
Robert Ker Porter, a la sazón cónsul de Inglaterra en Venezuela, el
plan estaba organizado por “the lowest order of the people of the
soldados en desbandada, soldados desempleados), es decir, esclavos
y soldados y oficiales zambos o negros e incluso comerciantes
(“some of the most respectable people of colour”. Alguna de la más
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dominantes mediante sus representantes intelectuales para
ajustar los hechos y procesos a sus conveniencias coyunturales. Es
quizás por eso que el aporte cultural positivo de las y los negros se
minimiza y apenas es mencionado en las investigaciones y libros
producidos por esta corriente de la historiografía. El estereotipo de
la o del negro que se transmite es el de un ser embrutecido e
iletrado, degradado, o el de la doméstica servil que cuida con
ternura agradecida a los hijos de los amos blancos. De igual
manera, los negros han entrado en la historia oficial como simples
instrumentos de la clase ilustrada, peones que se hacen matar en
las guerras de los blancos, fieles servidores del jefe militar que
suplanta al amo, o creadores idealizados de bailes, danzas y cantos
que enriquecen el folklore venezolano. Se ha dejado de lado la
profunda impronta igualitaria que han dejado los negros en la
sociedad venezolana, manifestada primero en su participación
activa en la guerra del año 1814, también en la Guerra Federal y
luego en el surgimiento y consolidación de los partidos políticos
populistas que, desde la década de los años treinta del siglo XX,
hicieron de la igualdad social y económica, de las contiendas por los
derechos civiles en contra de las oligarquías, banderas de lucha
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revolucionaria que condujeron a los soldados y soldadas en la
guerra federal bajo el Comando del General Ezequiel Zamora.
El Bravo Pueblo luchó hasta lograr finalmente su emancipación a
partir de 1998, y asumir un papel protagónico como poder popular
en la Revolución Bolivariana que esperamos propicie lo hará con
toda seguridad la construcción del Estado comunal popular
gracias a la emancipación de la opresión liberal burguesa.
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calidad de siervos, como fuerza de trabajo a la disposición de sus
pobladores (Sanoja y Vargas 1992: 261267).
El desarrollo de cultivos comerciales autóctonos, como el cacao y el
tabaco se vincularon posteriormente al de cultivos introducidos
desde el exterior como el café y la caña de azúcar. Estos dos
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últimos, junto con el tabaco y el algodón, habrían de convertirse a
partir del siglo XVIII, en el fundamento del proceso de
acumulación de capitales por parte la burguesía terrateniente
colonial y posteriormente la republicana.
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silos para guardar las cosechas, sistemas de mercados interaldeas,
etc. Aquellos paisajes agrarios habían permitido desde hacía siglos
la obtención de un producto agrícola suficiente para mantener y
reproducir los grupos sociales y sus condiciones de trabajo dentro
de un nivel de relativa eficacia.
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original de capitales en manos de los encomenderos, órdenes
religiosas, comerciantes, intermediarios, etc. La introdución del
ganado lanar y de los telares horizontales europeos de pedal de
lizos dobles, dio inicio a la fabricación de cobijas y ponchos de lana,
bolsos, gorros, sacos para guardar y transportar los productos
agrícolas y bolsos de fique o macutos para portar los objetos
personales (Sanoja 1969). El alto grado de desarrollo de las fuerzas
productivas que había alcanzado la población kaketía en el siglo
XVI (Salazar 2003) explicaría por qué en el espacio de pocas
décadas el área de El Tocuyo, Quíbor y Barquisimeto, sede del
Señorío Kaketío, se convirtió en la base militar y económica que
permitió a los españoles acometer la colonización del occidente de
Venezuela.
Como consecuencia de lo anterior, en el noroeste de Venezuela y
particularmente en la región andina, ya para el siglo XVIII las
etnias indigenas originarias se habían asimilado a la sociedad
clasista indohispana conservando su ubicación territorial y la
mayor parte de su cultura incluyendo las lenguas. Continuaron
cultivando la tierra y produciendo sustancialmente las mismas
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artesanías orginarias, mejorando los procesos de trabajo con la
introducción de máquinas como el telar de pedales que aumentó la
capacidad de producir telas a nivel artesanal, la introducción del
arado de reja tirado por bueyes, y la introducción de cultivos
comerciales foráneos de alta productividad como el trigo, la cebada,
la avena, los cítricos, los plátanos y, posteriormente, el café que
complementados con otros importantes cultivos autóctonos como la
papa, el maíz, la yuca, la arracacha, el tabaco y el chimó, el cacao,
la zarzaparrilla, etc., y la ganadería, conformaban la base
económica para el despegue de una economía mercantil regional.
Lo anterior dio lugar a un proceso de producción en la región
andina, en el noroeste y la costa central de Venezuela, en general
que hizo que los descendientes de las etnias indígenas se
integraran en la economía colonial como un factor esencial del
proceso de distribución, cambio y consumo de la sociedad clasista
(Sanoja 1988: 95101).
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fabricantes de vajillas de arcilla, cordelería, etc. La introducción de
carretas tiradas por bueyes para el transporte de mercancías
determinó la aparición de oficios como el de gañán arrriero para
conducir los arreos de burros y mulas y, finalmente, de bodegueros
que concetraban en determinadas localidades el acopio y la
distribución de bienes de consumo. Igualmente, los bongueros o
lancheros, oficio practicado originalmente por los indígenas, se
ocupaban también del transporte de pasajeros y de mercancías a lo
largo de los ríos. En la costa centrooriental de Venezuela, a partir
del siglo XVI se conformaron compañías de comerciantes
denominados “señores de las canoas de perlas”, las cuales
utilizaban para su provecho flotas de grandes canoas para la
distribución de mercancías entre Caracas, Cumaná y Margarita
Cubagua tripuladas por indios caribes (Sanoja y Vargas 1992: 241
267; Sanoja 2011; 214).
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La Rebelión de los Comuneros de Mérida
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rebelión de los comuneros de Mérida en contra del sistema de
dominación colonial, agudizaron las tensiones sociales y
estimularon el estallido de una rebelión social de los comuneros
merideños que se extendió hasta La Grita y San Antonio en el
Táchira y hasta Cúcuta y Pamplona en la Nueva Granada. El
movimiento estuvo apoyado por los comuneros de El Socorro,
Nueva Granada y se produjo casi de manera sincrónica con el
Tupac Amaru en Bolivia. Los panfletos impresos por los rebeldes
comuneros manifestaban que “en principales lugares de este reino,
cansados de sufrir las continuas presiones con que el mal gobierno
de España nos oprime, con la esperanza de ir a peor según noticia,
hemos resuelto sacudir tan pesado yugo y seguir otro partido para
vivir con alivio”. La rebelión de los comuneros merideños no pudo
extenderse hacia el actual estado Trujillo, debido a la intervención
de tropas veteranas enviadas desde Maracaibo que sofocaron el
movimiento (Muñoz Oráa 1973). Los campesinos andinos volverán
a insurgir en la historia venezolana hacia comienzos del siglo XX,
esta vez comandados por una elite latifundista y comercial que
logró conservar el poder político por 58 años, partiendo en dos la
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Historia de Venezuela.
La sociedad indígena junto con los negrovenezolanos propició en
los llanos centrales de Venezuela la aparición de formas culturales
y económicas vinculadas al pastoreo de ganado vacuno y caballar,
los llaneros, que jugaron un papel protagónico en nuestra Guerra
Patria de Independencia (Sanoja y Vargas 1992: 266267; Sanoja
1988: 103105). De igual, manera, hacia finales del siglo XVIII, la
etnia caribe de Guayana, asimilada como fuerza de trabajo
especializada a una extensa trama de pueblos de misión que se
extendía desde el río Caroní hasta el río Esquibo, en la actual
Guyana, bajo la Orden Capuchina Catalana, crearon lo que
llamaría Marx una manufactura de naturaleza capitalista,
preindustrial, que combinaba la producción agrícola, la ganadería,
la minería y la forja del hierro y del oro con la producción
artesanal de clavos, bisagras, herramientas metálicas, llantas
metálicas para ruedas de carretas, machetes, puntas metálicas
para lanzas, balas de fusil, armas de fuego rudimentarias,
muebles, zapatos, tejidos de algodón, etc. (Sanoja 1988:135160;
Sanoja y VargasArenas 2005) Esta formación misional,
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comparable con ventaja a las conocidas misiones jesuítas del
Paraguay, gracias al trabajo invertido por las y los caribes
guayaneses, fue un factor importante que aportó grandes capitales
para la campaña militar concebida por El Libertador Simón
Bolívar para libertar a la Nueva Granada y, finalmente, a
Venezuela del yugo colonial español.
Para el siglo XVIII y mediados del siglo XIX, enclaves importantes
de población indígena originaria o ya criollizada sobrevivían
también en la cordillera de Los Andes, en los Bajos Llanos de
Apure, en el occidente de Barcelona, en Cumaná, en los actuales
estados Delta Amacuro, Bolívar y Amazonas y en el actual Edo.
Zulia, parte de cuyas tierras ancestrales fueron expropiadas por
los gobiernos y las oligarquías regionales para beneficiar el
proceso de colonización emprendido por los agricultores y
ganaderos criollos (Sanoja 1988: 101103; Sanoja 2011).
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para la formación de una clase social en gestación integrada por
trabajadores/as agropecuarios y artesanales y una pequeña
burguesía comercial de pulperos, pequeños propietarios y
profesionales que habría de acompañar y sostener la gesta
revolucionaria de Ezequiel Zamora, general de tierras y hombres
libres. Según Brito Figueroa (1996: 386), para el momento de la
batalla de Santa Inés, el Ejército Federal de Occidente controlaba
un territorio que abarcaba las provincias de Barinas, Portuguesa,
Cojedes, Guárico y Apure e influía y movilizaba una población de
218.000 habitantes, el 14% de la población total de Venezuela en
ese momento. Es importante señalar, para los fines del presente
estudio, que el territorio señalado albergaba mayoritariamente,
para el siglo XVI, poblaciones de origen arawako y quizás un
porcentaje menor de caribes y negrovenezolanos.
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religiosos e ideológicos y de vida comunitaria que regulaban la vida
de las comunidades indigenas, los cuales entraban en conflicto con
la lógica y la racionalidad del capitalismo. En el plano cultural, las
comunidades indígenas estuvieron sometidas a las politicas
indigenistas estatales que se planteaban conocer a los indigenas
para después cambiar su cultura. De esta manera, las
comunidades indígenas no tenían posibilidad alguna de oponerse a
dichas políticas quedando reducidas a ser un receptor pasivo de los
procesos de aculturación (Vargas 2007: 147153). Hoy día, por el
contrario, la Constitución de la República Bolivariana establece en
su Preámbulo que la sociedad venezolana es democrática,
participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural. Su
capítulo VII reconoce constitucionalmente los derechos de los
pueblos indígenas al aprovechamiento de los recursos naturales, en
los habitat indígenas, el derecho a mantener su identidad étnica y
cultural, el derecho a poseer las tierras ancestrales y el derecho a
la participación política, social y económica en la vida nacional, a
tener diputados en la Asamblea Nacional y en los cuerpos
deliberantes de aquellos estados donde existan poblaciones
indigenas.
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6
Guerra de Independencia y Lucha de Clases: De Miranda, a
Bolívar, a Zamora y a Chávez: La FES Clasista Nacional
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que gobernaban los reinos africanos del golfo de Guinea, que no
tuvieron escrúpulo en capturar millones de personas de su propio
reino o de otras etnias para venderlas como mano de obra forzada,
como mercancía, a los traficantes europeos de esclavos.
Los pueblos originarios venezolanos, particularmente los caribes y
los arawakos, se aliaron con aquellos africanos y africanas
desarraigados de su tierra originaria por el régimen esclavista,
para luchar juntos como pueblo insurgente, como el Bravo Pueblo,
contra los opresores que entonces eran no solamente los españoles
sino también sus descendientes criollos, nacidos y criados en tierra
venezolana.
El proceso emancipador del pueblo como fermento de clase social,
arranca precisamente desde aquel momento, que podríamos ubicar
en el siglo XVIII; dicho proceso continuó vigente en los siglos XIX y
XX, cuando sobreviene la gesta de Hugo Chávez y de la Revolución
Bolivariana.
El Bravo Pueblo en la Guerra de Independencia Nacional
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Hacia finales del siglo XVIII, julio de 1797 se produjo en Caracas
la rebelión de Gual y España, influida por las ideas republicanas de
Juan Picornell a la sazón encarcelado en La Guaira por
participación en la conspiración republicana contra Carlos IV
debelada en Madrid. Los mantuanos caraqueños no se sintieron
muy interesados en la ideas radicales de los conspiradores –que
buscaban liberalizar el comercio y la agricultura ya que ellas
atentaban contra sus intereses políticos y económicos. Por el
contrario, los pardos negros y esclavos, así como algunos pequeños
comerciantes blancos fueron muy receptivos a dichas ideas (Izard
2009: 159160).
La guerra para lograr la independencia de España en el siglo XIX
fue concebida y dirigida inicialmente por el Precursor Francisco de
Miranda, aunque los mantuanos, en lugar de apoyarlo en su
expedición para sublevar a Coro en 1806, prefierieron, ofrecer su
respaldo a las autoridades coloniales. Fue El Libertador Simón
Bolívar quien pudo organizar finalmente la lucha por la necesaria
independencia de la Patria Grande para poder expulsar no solo de
Venezuela sino de toda América al colonialismo español. La
victoria final se logró gracias al concurso y el sacrificio de miles de
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mulatos, zambos, negros e indios venezolanos, incluyendo cientos y
miles de mujeres que formaban el Bravo Pueblo, quienes dieron lo
único que poseían, su vida, por lograr su libertad y el derecho a
vivir una vida digna dentro de una sociedad socialmente
igualitaria.
Desde el mismo siglo XVI, como lo prueban las investigaciones de
ADN mitocondrial realizadas en Venezuela (Figueras: 2015), el
proceso de mestizaje entre aborígenes, europeos y negros fue muy
intenso y sostenido, destacando un dominio que fluctúa según las
diversas regiones entre un 70 u 80% de ADN mitocondrial
indígena, 10 a 15% de ADN mitocondrial negro y 5 a 10% europeo;
los indios, los negros y los mestizos conformaban por lo menos el
80% del pueblo venezolano, lo cual explica el elevado número de
bajas que tuvo ese sector mayoritario de la población durante la
Guerra Patria de Independencia.
Las elites minoritarias criollas venezolanas quienes luego
devendrían en la base de las oligarquías comerciales que se
apoderaron de Venezuela desde el siglo XVIII hasta el presente, se
veían a sí mismas como los auténticos americanos. Basados en
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esta creencia, se consideraban con derechos absolutos sobre la
propiedad de las tierras que sus ancestros habían arrebatado a los
indígenas originarios, derecho de propiedad que proyectaban las
elites criollas hacia el ámbito cultural, ideológico, administrativo y
político, hacia el control de los cabildos.
El discurso criollo, sin embargo, no extendía la autenticidad de la
identidad americana hacia las y los indios, las y los pardos, las y
los esclavizados negros y sus descendientes. Es por ello que la
gesta emancipadora venezolana era vista por aquéllos,
inicialmente, como una empresa de los criollos americanos que se
rebelaban contra España y los españoles peninsulares para fundar
su propia república, un nuevo Estado criollo que representase sus
intereses de clase. Por esta razón, dice J. Úslar Pietri (2010: 16),
en Venezuela la Guerra de Independencia iniciada por los patriotas
caraqueños se peleó inicialmente contra una revolución social
“que no tenía nada que ver con el rey de España ni el realismo”. Los
mestizos, zambos, negros e indios que seguían a sus jefes
mantuanos, se enfentaban a sus iguales que seguían a Boves. En
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ambos casos, marchando por caminos enfrentados, dice Úslar, el
Bravo Pueblo combatía fundamentalmente por alcanzar la
libertad social que le habían confiscado los criollos blancos.
como “bochinche, esto no es más que bochinche”, la cual motivó su
decisión de capitular ante las fuerzas realistas, abandonando el
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mando de aquellos combatientes que él consideraba como
indisciplinados.
El Libertador Simón Bolívar, por el contrario, comprendió
rápidamente la necesidad de transformar aquella masa de
combatientes indisciplinados en un ejército policlasista, que
luchase con base a valores comunes, creando un discurso
emancipador que tenía significado para todos/as las/os venezolanos
criollos, pardos, mulatos, indios y negros. El nosotros de los criollos
aludía a una simple autoreferencia; el nosotros de Miranda
rebasaba aquel estrecho concepto de identidad de los criollos,
extendiéndolo al principio de la pertenencia al suelo; el nosotros de
Bolívar formaba parte de un discurso político que incluía a todos
aquellos que querían luchar por la causa de la emancipación, a ese
Aquel discurso político de Bolívar hizo eco, años más tarde, en el
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discurso de Chávez, quien empezó a plantear como necesaria la
inclusión de todos los venezolanos y venezolanas en el disfrute de
los beneficios sociales y materiales que produce la Revolución, sin
importar su clase social, su lealtad política a la Revolución o la
pertenencia al suelo de otros países. Ello representa también la
creación de un referente generoso para la identificación, que
persigue como realidad que el pueblo goce de la mayor suma de
felicidad posible.
El eje histórico que nos lleva desde las luchas y la rebeliones de
indios, negros y pardos hacia Miranda, Bolívar, Zamora y Chávez
nos permite aprehender que la continuidad de la obra iniciada por
aquellos grandes constructores del proceso de liberación nacional
no es casual ni producto de un azar histórico. Diríamos, sin caer en
determinismos extremos, que el Bravo Pueblo venezolano parece
tener una vocación para promover cambios históricos y de producir
los líderes que, en los momentos decisivos, saben encontrar las vías
para hacerlos concretos. La coyuntura actual que vivimos en
Venezuela representa una fase de ese largo proceso de cambio
histórico que tiene como meta la transformación de la sociedad
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venezolana en una nación socialista “...para llevar esa lucha a
emancipación, la justicia social, la soberanía y la gran unidad de
Como explicaremos en las páginas subsiguientes, una vez disuelta
la Gran Colombia, el Estado Liberal Burgués creado por la
oligarquía republicana a partir de 1830, olvidó los sacrificios que
hizo aquel pueblo mestizo, indio y negro que conformaba
aproximadamente el 80% de la población venezolana para
conquistar la independencia de España, relegándolo a vivir una
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vida miserable, marcada por la miseria, las enfermedades, el
hambre, el analfabetismo, la exclusión social y la opresión política.
Por esas razones, el siglo XIX fue un siglo marcado por profundas
desigualdades y turbulencias sociales y políticas que evidencian la
abierta lucha de clases que ya existía en Venezuela para aquellas
fechas.
La Revolución Social liderada por Ezequiel Zamora
A partir de 1830, desaparecida la Gran Colombia fundada por El
Libertador Simón Bolívar, la antigua provincia de Venezuela se
convierte en una república independiente, dando nacimiento a la IV
República que, como entidad sociopolítica, persistirá hasta 1999
cuando el surgimiento de la Revolución Bolivariana da paso a la V
República, la República Bolivariana de Venezuela.
El Estado venezolano pasó a ser controlado, desde la tercera década
del siglo XIX, por la forma más atrasada de capitalismo, un bloque
dominante integrado por una clase de oligarcas latifundistas y una
burguesía de comerciantes, prestamistas y usureros. La primera,
agrupada en el partido Conservador, dominaba la propiedad
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territorial, la tierra, incluidos los peones, esclavizados o manumisos
dependientes de las haciendas y hatos ganaderos. La segunda,
constituida como partido Liberal, controlaba los procesos internos
de distribución y consumo, así como las relaciones de Venezuela con
el mercado capitalista externo.
Las clases sociales explotadas por los latifundistas y los
comerciantes prestamistas y usureros, representadas por el
campesinado independiente, los peones y las/los esclavizados de las
haciendas y los hatos, los peones y las/los esclavizados manumisos
de las zonas urbanas, las capas medias urbanas, los pequeños y
medianos propietarios y artesanos urbanos, se identificaban con los
contenidos democráticos del partido liberal.
La pobreza, las condiciones socioeconómicas que imperaban en las
áreas tanto urbanas como rurales de la región central de
Venezuela, contribuyeron a la consolidación del ideal democrático
igualitario en una sociedad que se hallaba sometida a la
explotación latifundista por parte de la burguesía criolla.
Ezequiel Zamora, pequeño comerciante, pulpero liberal de Villa de
Cura, en el actual Edo. Aragua, fue propulsor del Programa de
Lucha de la Sociedad liberal de Villa de Cura. Ello le permitió
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convertirse rápidamente en una figura democrática liberal de
importancia nacional, debido a su dedicación a la defensa de la
población explotada y marginada por la clase dominante. El
programa de la Sociedad Liberal de Villa de Cura proponía la
propiedad comunal de las tierras en manos de hombres libres, la
elección popular de gobiernos alternativos y el Horror a la
Oligarquía. Este programa, con ideas sencillas y concretas tenía
como objetivo la instauración de una república democrática y la
abolición de los latifundios, reivindicaciones fundamentales de las
clases explotadas venezolanas (Brito Figueroa 1996).
A partir de 1846, la situación de aquellas clases explotadas condujo
a una verdadera rebelión popular que convirtió a Ezequiel Zamora
en General de Hombres Libres y al pueblo trabajador como
integrantes del Ejército del Pueblo Soberano en la guerra contra el
aparato burocráticomilitar de la república oligárquica. Esta
rebelión fue derrotada luego de seis meses de lucha; Zamora fue
hecho preso y condenado a la pena capital, la cual fue conmutada,
gracias a la movilización de las masas populares, por 10 años de
prisión cerrada en el Castillo de San Carlos en Maracaibo. Con la
ayuda de sus militantes revolucionarios, Zamora pudo escapar de
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la cárcel de Maracay y refugiarse en Caracas en una hacienda
cafetalera localizada en las acuales urbanizaciones de El Cafetal y
La Guairita.
En 1848, el pueblo de Caracas, aprovechando la ruptura entre el
Presidente José Tadeo Monagas y la oligarquía caraqueña, disolvió
el Congreso Nacional y reincorporó a Zamora como general del
ejército venezolano.
La agitación social y política que reinaba entonces en Venezuela
culminó en 1859 en una nueva rebelión popular que tuvo como jefe
a Ezequiel Zamora. Ya casi cumplido su proyecto militar de
derrotar los ejércitos de la oligarquía y culminar victorioso la
llamada Guerra Larga o Federal, Zamora fue asesinado por un
francotirador el 10 de enero de 1860 durante el sitio de la ciudad
de San Carlos de Cojedes. La muerte de Zamora provocó la derrota
de los ejércitos federales y condujo al Tratado de Coche, pacto entre
la oligarquía latifundista y la burguesía comercial, usuraria
importadoraexportadora, solución conciliatoria que consagró en el
poder al bloque oligárquico burgués guzmancista, fundamento de
la formación política dominante de la sociedad venezolana hasta
1999, cuando ocurre la Revolución Bolivariana acaudillada por el
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Comandante Eterno Hugo Chávez Frías (Brito Figueroa: 1996).
La memoria de las luchas agrarias de Ezequiel Zamora y su ejército
campesino por “tierras libres, el no pago de rentas en trabajo o en
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La gesta revolucionaria de Ezequiel Zamora siempre ha estado
presente en la memoria del pueblo venezolano, humillado y
explotado por la clase burguesa dominante. Zamora simboliza para
las clases populares, al igual que Hugo Chávez Frías, la igualdad
social y la historia insurgente del pueblo venezolano para alcanzar
la justicia social.
Durante el siglo XX, la oligarquía republicana triunfante intentó
reprimir las rebeliones sociales que se alzaban para romper su
dominación política sobre las clases populares, apelando a
dictaduras militares como la de Juan Vicente Gómez y Marcos
Pérez Jiménez que, entre otras cosas, garantizaron también al
imperio estadounidense y al europeo la expoliación y explotación de
los recursos petroleros venezolanos y el control de la abultada
renta que derivaban las transnacionales de su comercialización, a
cambio de las migajas que arrojaban a la oligarquía social y política
que se había adueñado del ejercicio del poder en Venezuela.
La pobreza, que había llegado a ser estructural en la vida del
pueblo venezolano antes de la llegada de la Revolución Bolivariana,
permaneció durante los gobiernos necoloniales de la IV República,
como un freno a la realización de los millones de excluidos/as del
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disfrute de los bienes más elementales de la vida: la salud, la
educación, la vivienda y la cultura. La lucha centenaria del pueblo
por su emancipación explotó como una erupción volcánica el 27 de
febrero de 1989. Las ondas sísmicas que envió dicho movimiento de
rebeldía, activó la insurgencia militar bolivariana el 4 de febrero de
1992, semilla que cayó en el suelo abonado por la insurgencia
popular armada que marcó la vida política e ideológica venezolana
durante las décadas de los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Hoy, luego de 18 años del inicio de la Revolución Cívico Militar
triunfante por voluntad popular en 1998, ratificada en 23
consultas electorales libres y soberanas, vemos que la mayoría del
pueblo venezolano ha asumido como suya la construcción del Poder
Popular y la posibilidad de poder diseñar y poner en práctica un
Estado Comunal Popular que desmantele las estructuras y
privilegios del viejo Estado Liberal Burgués, ideas que formaban
el núcleo duro de la Revolución Zamorana.
Este ensayo, como ya expusimos, quiere contribuir a la
comprensión de dicho proceso por parte, no solo de los
planificadores sociales, sino de todos aquellos que tengan o asuman
la responsabilidad de llevar adelante la transformación
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revolucionaria del país, analizando el proceso histórico y social
desde el punto de vista de la geohistoria y la geoeconomía.
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venezolano, la burguesía tachirense de finales del siglo XIX había
dearrollado un proyecto político liberal, regionalista y nacionalista,
sin vacilaciones, confusiones o fisuras teóricas: “…No se trataba de
La elite política tachirense de finales del siglo XIX tenía un concepto claro de
lo que debía ser una economía industrial capitalista. Hay un componente muy
importante que debe haber influido fuertemente en el proyecto ideológico de
dicha elite, como fue el desarrollo autóctono en 1878 de una empresa
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industrial de primer rango, la empresa petrolera La Alquitrana, primera
empresa petrolera en Venezuela y en América Latina con capital y tecnología
venezolanos lo cual le confería una visión futurista al proyecto nacionalista
tachirense. Elllo demuestra que no se trataba de un grupo de rústicos
latifundistas andinos sino, por el contrario, de un grupo nacional que tenía
una visión moderna de la importancia que el petróleo jugaría en la futura
economía capitalista venezolana del siglo XX.
La companía petrolera tachirense, La Petrolia, se había labrado para 1934 un
mercado importante para sus productos en el occidente de Venezuela,
llegando a competir con las compañias trasnacionales. Esta empresa y el
grupo de empresarios que la desarrollaron, constituían un ejemplo
paradigmático de mentalidad productiva de la cual carecía la clase de
comerciantes y especuladores que conformaban la burguesía venezolana.
Lamentablemente, una vez derrocado el gobierno nacionalista liberal de
Cipriano Castro, el dictador Juan Vicente Gómez entregó a las transnacional
estadounidense (Standard Oil) y europea (Shell) el control de todas las
concesiones petroleras venezolanas, incluida La Petrolia (1938). Esta
empresa pudo haber sido el germen de un proyecto de creación de una
burguesía nacional productiva, la cual le habría dado un importante giro
soberanista a la sociedad venezolana. Por supuesto, el imperio no podía
permitirlo (Travieso et alíi 2012). Por eso, unos seis años después crearían
Fedecámaras, el tipo de asociación empresarial que el imperio necesitaba
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para cumplir su proyecto de dominación neocolonial (Moncada 1985).
Hacia finales del siglo XIX, la posibilidad de reciclar el modo de
trabajo del modo de vida monoproductor agroexportador y el estilo
de vida rentistaconsumista característico del antiguo modo de
vida colonial mercantil y de los inicios del modo de vida nacional
requería de una modernización profunda de la sociedad
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venezolana, así como también del sistema productivo nacional en
su totalidad. La escuálida situación fiscal venezolana, unida al
tamaño de la deuda pública interna y externa en el año fiscal 1899
1900 (Bs.197.982.419) influyeron poderosamente en la orientación
del desenvolvimiento político de los regímenes de Cipriano Castro y
Juan Vicente Gómez (Carrero 2000: 242).
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humanos habían sido preservados de la devastación ocurrida
durante la Guerra de Independencia y de la mayoría de los
enfrentamientos militares ocurridos en el siglo XIX (Sanoja 1991:
231).
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burgúes, marcando así el principio del fin de la antigua sociedad
colonial venezolana que había comenzado en el siglo XVI y el inicio
de la neocolonial en la cual vivimos hasta inicios del siglo XXI
(Sanoja 1991: 231).
La oligarquía rentista caraqueña de finales del siglo XIX, al igual
que toda la venezolana, se mantenía de los ingresos que producía el
trabajo enfeudado y semiesclavo de los peones de hacienda,
colonos y aparceros que se dedicaban a los cultivos comerciales que
se exportaban hacia Europa y Estados Unidos: el café, el cacao, el
tabaco y las melazas de la caña de azúcar. Sin embargo, a
diferencia de la caraqueña o central en general, oligarquías como la
tachirense de finales de siglo tenían otro código de ética. El café era
el principal producto de la agricultura tachirense y la mayor parte
de las casas comerciales que financiaban, compraban y exportaban
las cosechas vía el puerto de Maracaibo eran alemanas. Los
factores alemanes de las Casas de Comercio habían transmitido a
sus clientes tachirenses la idea calvinista y liberal del trabajo duro,
la educación, la disciplina y el mantenimiento de la paz social
como requisitos indispensables para poder construir un sistema
117
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político y productivo eficiente (González 1994: 136141).
La burguesía regional tachirense tenía muy clara la necesidad del
desarrollo agrícola como fundamento de su supervivencia, así como
también de la vulnerabilidad de la economía regional al depender
de un solo rubro. El carácter de la monoproducción, unida al
deficiente nivel técnico del sistema de cultivo y procesamiento del
café, eran una limitante para el futuro económico y la
modernización de su distribución y venta a nivel regional, nacional
e internacional.
Bajo el régimen de Castro y particularmente bajo la dictadura de
J.V. Gómez, la historia venezolana del siglo XX, estuvo marcada
particularmente por la implantación de la Cultura del Petróleo
((Brito Figueroa 1986II; Quintero 1968, 1972), que representó la
exacerbación del subdesarrollo, la dependencia y del desarrollo
demográfico anómalo de la población urbana.
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habían secuestrado el gobierno nacional durante el siglo XIX. En
este sentido, se diferenciaba tanto de sus antecesores como de su
sucesor Juan Vicente Gómez, ya que Cipriano Castro fue uno de
los políticos venezolanos de la época que tuvo una conciencia más
clara sobre el poder del imperialismo europeo y del estadounidense
y de la amenaza que representaba para Venezuela la alianza
mortal del imperialismo con los banqueros y comerciantes
apátridas locales de la época.
El bloqueo naval impuesto a Venezuela en 1902 por parte de las
potencias capitalistas, tuvo como pretexto el cobro de la deuda
externa, pero en verdad los apetitos imperialistas de aquéllas
tenían como objetivo aprovechar el estado de conmoción que vivía
la República para invadirla, desmembrar el territorio y crear
nuevos enclaves coloniales europeos para apropiarse de los
recursos petroleros cuya cuantía ya era conocida. Cipriano Castro,
a pesar de la extrema debilidad militar de Venezuela, supo resolver
con claridad y firmeza la amenaza de invasión militar extranjera,
ganándose el odio de las oligarquías de los países imperiales que lo
persiguieron y lo humillaron hasta su muerte en 1924 (Velásquez y
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Sanoja Hernández 1980).
La dictadura gomecista: consolidación de la Venezuela neocolonial
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Paz y Trabajo, iniciando también el proceso de concentración de la
propiedad territorial agraria en manos del gomecismo (Vargas
Arenas y Sanoja 2006: 56; 2008: 149150).
Los negocios del antiguo bloque de poder dominante en Venezuela,
sobre el cual se montó entonces el gomecista, se vieron
beneficiados, entre 1914 y 1918, período de la I Guerra Mundial,
con el aumento de las exportaciones agropecuarias venezolanas de
café, cacao y productos derivados de la ganadería. Las naciones no
beligerantes, como fue el caso de Venezuela, tuvieron que
aumentar su cuota de exportación de productos estratégicos para el
esfuerzo de guerra de los aliados contra el imperio alemán, de
Bs.74.728.021 en 1914 a Bs. 223549.744 en 1919. De igual
manera, la reserva de oro en los bancos venezolanos aumentó de
Bs. 9.426.371 en 1914, a Bs. 51.718.201 en 1919 (Brito Figueroa II
1986: 378). Esta prosperidad favoreció particularmente a la clase
tradicional de comerciantes y prestamistas usureros, a los
terratenientes y a la burocracia gubernamental que formaba parte
importante de la nueva clase media, exacerbando el estilo de vida
consumista que ya había echado raíces desde mediados del siglo
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pasado en la burguesía venezolana, así como el apoyo de esos
sectores a las políticas entreguistas que prácticamente regalaban
la riqueza del petróleo nacional a las compañías estadounidenses e
inglesas.
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concentración de la propiedad territorial agraria, un tercio de la
cual ya era propiedad de la familia Gómez, a inflar la importancia
y el volumen del capital comercial y el usurario nacional, mientras
que el capital industrial extranjero (petrolero) representaba el 63%
del total nacional.
Durante la dictadura gomecista, el Bravo Pueblo fue maniatado y
sometido para garantizar la paz que necesitaban las
transnacionales petroleras junto con la elite de latifundistas,
comerciantes y banqueros para asentar las bases del sistema
capitalista en Venezuela; se inició así un largo período de luchas
populares y una cruel represión. Entre tales luchas destaca la
realizada por la llamada Generación del 28, movimiento
estudiantil de carácter urbano. Aparecen, asimismo, movimientos
policlasistas de masas de carácter nacionalista y antiimperialista.
Mediante cárceles, vejámenes, torturas y asesinatos, Gómez
mantuvo un férreo control sobre las masas; de la misma manera
cooptó a buena parte de los principales intelectuales venezolanos,
que de otra forma hubiesen podido integrarse a las luchas sociales
(Vargas Arenas 2007).
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8
LAS LUCHAS SOCIALES DESPUÉS DE 1936
La Gran Huelga Petrolera
La dictadura de J.V, Gómez fue seguida por el regimen igualmente
dictatorial de Eleazar López Contreras. Bajo su gobierno de
produjo la primera huelga general, de carácter político que registra
la historia del movimiento popular de Venezuela, en junio de 1936.
Dicha huelga fue promovida por los nuevos partidos venezolanos,
la Federación de Estudiantes de Venezuela y las organizaciones
sindicales. La huelga se prolongó durante casi tres días y al final
fracasó en sus propósitos de reclamos lo que tuvo como
consecuencia la represión contra las organizaciones que la habían
promovido.
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diciembre, se paralizaron más de diez mil obreros y trabajadores de
la industria petrolera y duró 47 días.
La huelga petrolera desarrollada entre el 14 diciembre de 1936 al
24 de enero de 1937, generó cambios trascendentales en las
condiciones laborales de las y los trabajadores venezolanos. En ese
sentido, merece la pena mencionar que se comenzaron a
ensanchar los espacios de discusión política. Esa huelga petrolera
se desarrolló con apoyo popular y ha sido una de las mayores
batallas libradas por el pueblo venezolano, encabezada por el
proletariado petrolero, contra el imperialismo, sus trasnacionales y
sus agentes criollos.
La Gran Huelga fue un acontecimiento de extraordinaria
significación política; en su apoyo se movilizaron los sectores
políticos que habían promovido la huelga de junio, así como los
sectores sindicales que recientemente habían sido creados en el
resto del país. Su centro directivo estuvo en el Zulia y en su
dirección participaron destacados camaradas obreros como Manuel
Taborda, Dilio Marín, Max García, Luis Emiro Arrieta, José
Martínez Pozo, Domingo Mariani, así como los dirigentes
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comunistas Juan Fuenmayor, Isidro Valles, José A. Mayobre,
Rodolfo Quintero y Jesús Faría.
Toda la actividad de lucha de las fuerzas populares, el Bravo
Pueblo y la clase obrera en 1936, incluyendo la huelga petrolera,
significó un gran avance. Se realizó el Congreso de los
Trabajadores, la formación de la Confederación de Trabajadores de
Venezuela, se promulgó la Ley del Trabajo, el desarrollo y
formación de sindicatos y se avanzaron mejoras en la restringida
libertad de prensa.
El gobierno de Isaías Medina Angarita (19411945)
Durante este gobierno hubo cambios significativos: en primer
lugar se reorganizaron los sindicatos que habían empezado a
declinar a partir de 1937 y, en 1943, Medina garantizó su
existencia. El gobierno de Medina supuso una apertura
democrática, manifestada en medidas como la legalización de los
partidos políticos, el respeto a la libertad de expresión, la puesta en
marcha de la Ley del Seguro Social Obligatorio, la elección
uninominal de concejales, la renovación del Congreso cada dos
años, la aprobación de la Ley de Impuesto sobre la Renta. La
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promulgación de esa última Ley decretó el fin del gobierno de
Medina, a manos de un golpe de Estado organizado en 1945 por el
partido Acción Democrática, conjuntamente con la cúpula militar
venezolana, el gobierno de Estados Unidos y las transnacionales
petroleras encabezadas por la Standard Oil Co. y la Shell Oil Co.
Las luchas sociales de los trabajadores/as y la clase obrera
en el siglo XX
Podría decirse que esas luchas se iniciaron en las primeras décadas
del siglo XX cuando se da un tímido desarrollo industrial en el
campo de las manufacturas (tejidos, lácteos, metalurgia, alimentos,
tabaco, licores, etc.) y comienza la formación de un verdadero
proletariado industrial petrolero encuadrado en una fuerte
organización sindical.
El Magisterio combativo
Durante su gobierno, Medina aplicó una política educativa, basada
en el humanismo democrático, política que comenzó a ser
defendida por Luis Beltrán Prieto Figueroa desde 1944 lo que
impulsó la formación de un magisterio altamente politizado y
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nacionalista. De sus filas salieron muchas y muchos educadores
que libraron arduas luchas, quienes serían fuertemente
reprimidos, sobre todo durante la dictadura pérezjimenista. Desde
entonces hasta los años 70, cuando el gobierno entreguista de
Rafael Caldera eliminó la concepción del maestro ductor y la
sustituyó por el maestro repetidor, sin compromiso social, se
produjo la práctica desaparición del docente comprometido y
luchador que ha castrado el papel formador de la conciencia
nacional que habían tenido las escuelas y los maestros y maestras
hasta entonces.
La Revolución Bolivariana ha tenido para los científicos sociales
que estudiamos la ontología del Proceso Revolucionario
Bolivariano la virtud de confrontarnos con su sujeto histórico, el
pueblo venezolano, cuya historia los autores habíamos analizado
durante varias décadas como científicos sociales comprometidos
ideológicamente con los procesos revolucionarios. Luchamos
entonces para que alguna vez Venezuela, como sucede ahora,
pudiese salir del corset ideológico con el cual el imperio y el
régimen puntofijista habían ahogado transitoriamente su futuro
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como revolución, luego de la derrota sufrida por las vanguardias de
los viejos partidos de izquierda en las décadas de los años sesenta
setenta del siglo pasado derrotados en la lucha armada, y la
traición histórica al pueblo y a la revolución venezolana cometida
por el partido Acción Democrática luego del 23 de enero de 1958.
Como ya hemos analizado, luego de la muerte del dictador Juan
Vicente Gómez en 1936, la vocación libertaria y revolucionaria del
pueblo venezolano se subsumió en lucha politica (VargasArenas
2007; Vargas y Sanoja 2015), abriendo un compás democrático que
permitió la creación de nuevos partidos como Acción Democrática
(AD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) que
reivindicaban, cada uno desde su óptica política, las consignas
agraristas e igualitarias de la Revolución Zamorana. El PCV se
consolidó como un partido de vanguardias revolucionarias forjadas
en el crisol del marxismo leninismo, y Acción Democrática como un
partido de masas, nacionalista, inspirado en el PRI mexicano y el
APRA peruano, que también proponían la revolución, en el marco
de la doctrina socialdemócrata.
El PCV y AD reeditaron la vieja contradicción política que afloró en
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Europa a inicios del siglo XIX entre comunistas y socialistas o
socialdemócratas: el PCV sosteniendo la revolución social del
proletariado y la lucha de clases como herramienta para derrotar al
capitalismo, y AD propugnando la alianza de clases del
proletariado con la burguesía para obtener mejoras en las
condiciones de vida de las y los trabajadores a cambio de una paz
social que permitiera el libre desarrollo del sistema capítalista.
Luego de un largo período de convivencia revolucionaria hasta el 23
de enero de 1958, cuando es derrocada la dictadura de Marcos
Pérez Jiménez que representaba la franca alianza de la burguesía
con el imperialismo, ambos partidos volvieron a enfrentarse, esta
vez aliado el PCV con una fracción rebelde de AD, entonces
marxista, que se denominó Movimiento de Izquierda
Revolucionaria, alianza que buscaba promover la lucha armada que
derrocaría el régimen capitalista. En el lado opuesto AD, luego del
23 de enero de 1958 se consolidó como un PartidoEstado populista
aliado con la burguesía y el imperialismo estadounidense durante
lo que se denomina el período puntofijsta que finaliza con la
insurrección popular del Bravo Pueblo el 27 de febrero de 1989, “El
Caracazo”, cuando el Bravo Pueblo actuó contra el ajuste
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neoliberal impuesto por Carlos Andrés Pérez. Finalmente, las
insurecciones militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de
1992, liderada por Hugo Chávez y su elección en 1998 como
Presidente de la República dieron comienzo a la Revolución
Bolivariana.
Lo trascendental de este largo periplo histórico es que la mayoría
del pueblo venezolano, campesinos/as, trabajadores/as y obreros/as
del intelecto que éramos nacionalistas, adecos o comunistas, nos
reencontramos bajo el chavismo y la Revolución Bolivariana
formando parte de un nuevo bloque político, el Partido Socialista
Unido de Venezuela y el Polo Patriótico; ambas agrupaciones
políticas estuvieron conformadas inicialmente, en buena parte, por
los viejos comunistas y los adecos progresistas que vieron en el
chavismo una oportunidad de concretar una revolución que hiciese
realidad una Patria soberana, antiimperialista, gobernada por el
poder popular, la justicia y la solidaridad social.
La clase política y los comerciantes enriquecidos metidos a
políticos, conscientes del poder que tendría un bloque de izquierda
revolucionario en Venezuela, desplegaron durante el siglo XX y en
lo que va del XXI, todo un arsenal de medidas ideológicas y
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culturales para moldear en la juventud venezolana una memoria
histórica de corto vuelo, desdibujando la trascendencia de la gesta
revolucionaria de Ezequiel Zamora, promoviendo, como estamos
viendo hoy día, 2017, la gangrena de la cultura petrolera, para así
llevar a nuestra sociedad, entonces mayoritariamente joven, a la
desesperanza. Esa juventud que en su mayoría había perdido los
ideales de la revolución social, mesmerizada por la absurda lucha
política entre dos facciones de un mismo partido neocolonial
integrado por Acción Democrática y Copei (partido social cristiano).
Ambas agrupaciones políticas simulaban cada 5 años intentar
resolver los problemas de la pobreza y la miseria generalizados en
que se debatía la sociedad venezolana, los cuales eran siempre
atribuidos al gobierno de turno.
Los ricos eran unos pobres ricos, de mentalidad castrada por la
opulencia, los clasemedieros una pobre clase explotada hasta el
infinito por la burguesía opulenta castrada que se quedaba y se
sigue quedando con toda la riqueza que pudiese acumular la clase
media, receptora omnubilada de las migajas que la bonanza del
Estado puntofijista les dejaba caer cada 15 y último, pero, eso sí,
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orgullosa de no ser pobre como esa “horda de miserables que no
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solo podía ser la obra demoníaca de un desequilibrado y su horda
de miserables, incapaces de tomar cualquier iniciativa para salir
de la miseria individualmente; ello sí es posible, como prescribe el
catecismo de las telenovelas, para que vengan a engrosar nuestros
rangos como empleados de confianza. Pero, ¿colectivamente?, ¿cómo
se atreve a decirlo ese tal comandante Chávez? !no y mil veces no,
eso es cosa de comunistas trasnochados que no saben que existe el
Consenso de Washington!
Diciembre de 1998 significó el fin de la Historia de Venezuela para
la burguesía venezolana, para sus intelectuales y para sus
vanguardias políticas. Cuando se trata de revisar alguna obra
escrita por científicos/as sociales que una vez fueron de izquierda y
ahora cantan loas a la contrarevolución, veremos que sus análisis
de los años de historia revolucionaria bolivariana se detienen
generalmente en el umbral de la primera década del siglo XXI. La
norma es despotricar contra la revolución y su líder, decir que los
datos sociales publicados por las instituciones oficiales no pueden
ser considerados para sus análisis porque son falsos o
manipulados, excusas para no tener que tomar una posición no solo
emocional sino racional frente a los hechos que narran la historia
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de los últimos diez y ocho años de rebelión social. Por esa razón es
imprescindible construir una nueva historiografía comprometida
con el estudio de los procesos de lucha del Bravo Pueblo
venezolano, desde los inicios de la vida social organizada en el
territorio porque, incluso cuando se trata de sociedades de tiempos
muy remotos, los prejuicios de la historiografía burguesa hunden
sus garras en ese pasado para legitimar su visión negativa del
pueblo venezolano.
En esa nueva historiografía es necesario analizar y comprender la
filosofía chavista de la praxis, la construcción del poder popular,
del sistema comunal, de la cultura comunal venezolana que, como
hemos dicho muchas veces, vienen de las más antiguas tradiciones
sociales venezolanas como el principio de la comunidad de las
tierras recogido por Zamora en el Programa de la Sociedad Liberal
de Villa de Cura en 1846.
El poder popular y las comunas representan, dentro de las tesis de
la Revolución Bolivariana y su praxis chavista, la resistencia
popular contra el capitalismo, fundamentada en la propiedad
social, en la acumulación colectiva de conocimientos y experiencias,
la estructuración socioespacial de las fuerzas y los agentes
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sociales, el arraigo a la comunidad y la identidad cultural y de
clase.
El rotundo triunfo de la Revolución Bolivariana en las pasadas
elecciones de gobernadores de estados, el 15 de octubre de 2017, es
evidencia fehaciente del cambio histórico que está ocurrendo en la
sociedad venezolana. Una población que había estado constituida
mayormente por individuos aislados, se está transformando en un
sujetopueblo revolucionario. La vieja estructura político
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La Crisis Del Modo De Vida Nacional Petrolero Rentista: La
Cultura Del Petróleo
La Revolución Bolivariana, la V República, se inició formalmente
en 1998 con la elección de Hugo Chávez como Presidente
Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela,
marcando así el inicio de una nueva fase del agitado proceso de
cambio histórico que vive la sociedad venezolana desde 1830
cuando, sobre las ruinas de la efímera Gran Colombia, se erigió la
IV República, el Estado Liberal Burgués que gobernó desde
entonces los destinos de la nación.
La crisis económica del sistema neoliberal de la IV República
La crisis económica y social por la que atraviesa actualmente
Venezuela es producto de la desagregación del sistema económico
neoliberal que ha dominado a Venezuela en las últimas décadas del
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siglo XX, y al surgimiento del nuevo sistema que podríamos llamar
postcapitalista el cual desde 1999 trata de adelantar la Revolución
Bolivariana.
La derecha venezolana afirma que la presente crisis que vive la
sociedad venezolana evidencia el fracaso del “modelo socialista
bolivariano”, soslayando que en realidad dicha crisis constituye,
como ya dijimos, el ciclo histórico terminal del antiguo modo de
vida capitalista petrodependiente y rentista que ellos mismos
instauraron bajo el régimen puntofijista a mediados del siglo XX.
Dicho sistema extractivista importador, se apoyó en un aparato
productivo desarticulado, altamente dependiente de las
importaciones de insumos y tecnología, incapaz de sostenerse sin el
financiamiento del Estado venezolano. Al mismo tiempo, al igual
que en el siglo XIX, el mismo beneficia a una burguesía parasitaria
que medra de la renta petrolera para alimentar sus depósitos en
dólares en bancos del exterior. Lamentablemente, la política
económica de la Revolución Bolivariana, lejos de destruir o
redimensionar ese sistema perverso, siguió desarrollando hasta el
presente una economía cada vez más dependiente de los
petrodólares, triplicando la fuga de capitales, situación que
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comienza a revertirse en 2017.
La Guerra Económica y la Guerra Cultural
En consonancia con lo anterior, la estrategia económica utilizada
hoy día, 2017, por la burguesía mercantil parasitaria venezolana
en su guerra contra la Revolución Bolivariana, se fundamenta en el
cese de la producción de bienes de primera necesidad, el
acaparamiento de los mismos, el fomento de la buhonería
alimentaria y el contrabando extractivo hacia Colombia de todos
los productos, tanto de primera necesidad como de los suntuarios,
incluidos los combustibles y los billetes del cono monetario
venezolano. La propaganda desplegada por los medios privados
obliga a la gente a necesitar o creer que necesita poseer aquellos
bienes de forma imprescindible, para así disparar en la mente de
las personas, por un lado, un sentimiento de carencia, y por el otro,
el de atentado contra su libertad individual valor fundamental
impuesto y defendido por la llamada democracia representativa.
Esos sentimientos que son luego rebotados a través de los medios
extranjeros de desinformación para desprestigiar la Revolución
Bolivariana son devueltos a las mentes de los venezolanos y
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venezolanas cual droga mortal que mata las conciencias críticas.
Esta guerra económica está acompañada por una implacable
guerra cultural, sustentada en la Cultura del Petróleo,
magistralmente analizada por el antropólogo venezolano Rodolfo
Quintero (1972), destinada a destruir los valores sociales positivos
del pueblo venezolano, la cual se libra a través de la televisión, el
cine, la radio, los medios sociales, los libros y la prensa escrita, la
escuela y hasta la familia. La respuesta de la Revolución
Bolivariana para enfrentar la guerra cultural ha sido hasta ahora
muy tímida, en parte porque sigue manejando el concepto burgués
de cultura que acuñara la oligarquía desde el siglo XIX. Lo que
está en juego son los procesos de identificación cultural e histórica
del pueblo venezolano, que son asimismo el baluarte de la
soberanía nacional.
En este momento de crisis que constata fehacientemente el fracaso
del sistema capitalista de la IV República, creación del “ancien
regime” puntofijista, la Revolución debe promover una rectificación
profunda de la cuestión nacional venezolana, impulsada desde el
chavismo radical, para avanzar hacia una política económica
productiva como la que ha comenzado a poner en práctica el
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Presidente Nicolás Maduro, así como una verdadera política
cultural de Estado que combata los efectos perniciosos de la
Cultura del Petróleo.
La Cultura del Petróleo
A partir de 1830, año de creación del Estado Liberal Burgués
venezolano, la antigua relación colonial que había mantenido la
burguesía colonial hasta la emancipación del imperio español en
1821, se transformó en una dependencia neocolonial, primero con
Inglaterra y Francia y finalmente con Estados Unidos.
La dependencia neocolonial de este último imperio estuvo
íntimamente relacionada con la apropiación de la riqueza petrolera
por las grandes transnacionales estadounidenses y europeas como
Standard Oil y Shell, que desde inicios del siglo XX impusieron al
pueblo venezolano una cultura del petróleo (Quintero, 1968). Con
base a esta cultura, fue que la clase social hegemónica
subserviente, la burguesía pudo imponer a todos los venezolanos y
venezolanas su visión del mundo: excluyente, egoísta,
individualista, racista, patriarcal, intolerante y violenta.
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Aquella cultura se expresa a través de factores materiales y no
materiales como la lengua, el arte, la ciencia, etc., caracterizada
por la imposición de un sistema de valores sociales capitalistas que
refuerzan el sentimiento de la dependencia y la marginalidad. Ello
ha ocurrido particularmente en aquellos sectores derechistas de
clase media y de clase popular cuyas mentes han sido más
disociadas y transculturadas que el promedio, mediante el lavado
mediático de cerebro que ejercen implacablemente los medios
televisivos, la radio y la prensa escrita que en un 89% son
propiedad del sector privado apátrida, al punto que las personas
llegan a sentirse extranjeros en su propio país. Mención especial
merece el papel que juega la industria cultural, diseñada para
modelar a las masas y conducirlas a la aceptación del modo
imperial de vivir como no solo el único válido sino tambien el
necesario para poder progresar. En consecuencia, las industrias
culturales impactan negativamente todos los elementos culturales
propios de una sociedad y los sustituyen por aquellos producidos de
manera masificada con fines mercantiles, en cuya creación se
siguen parámetros culturales no solo característicos de otras
latitudes sino que también son masificados suertes de caricaturas
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de los propios convertidos en meras mercancías. Asimismo, niegan
las tradiciones culturales de un pueblo descontextualizando sus
manifestaciones, crean la noción de que los modos y los estilos de
vida, así como las culturas de cada pueblo son sinónimos de atraso
excepto que se las acepte como exóticas. Todo ello afecta
seriamente las posibilidades de desarrollar formas de pertenencia e
identificación con la Patria; en ese sentido, es importante señalar
cómo las industrias llevan a las poblaciones a desestimar la
necesidad de conocer su propia historia y su propia geografía. Los
rasgos culturales más afectados tienden a ser todos aquellos que
son característicos de un pueblo y que lo definen y caracterizan de
manera particular. Vía su banalización e incluso su vulgarización,
propician identificaciones culturales que son convenientes para la
dominación imperial. Tal es el caso de las expresiones musicales,
las maneras de vestir, los alimentos y los patrones de su consumo,
el lenguaje, la gestualidad, las rutinas de vida, los modelos
estéticos, las nociones éticas para la vida, en general todo el
sistema de valores como sucede con el valor trabajo, respeto, éxito,
solidaridad, cooperación, reciprocidad, responsabilidad, etc.
Al darse las identificaciones en la masa, esperadas y propiciadas
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por las industrias culturales con la cultura y el modo de vivir
imperial, los sectores de población que conforman buena parte de
la oposición al proyecto revolucionario sienten que esa masa que no
es igual a ellos constituye una invasora de su mundo cultural. En
consecuencia, consideran a los chavistas y patriotas como intrusos
en su universo social dominado por las formas culturales propias
de la metrópoli estadounidense y europea y, al hacerlo, establecen
prácticas de exclusión social.
La cultura del petróleo es también, según Quintero, una cultura de
conquista fundamentada en una filosofía de vida cuyo objeto es
mantener al país como una fuente de producción de materias
primas e importadora neta de bienes, tanto materiales como
culturales, que producen las empresas estadounidenses y europeas
de la industria cultural. Esos bienes –discos, ropa, cosméticos,
libros de autoayuda, telenovelas, etc. etc., son consumidos
frenéticamente por la mayoría población, toda vez que ésta
considera que la posesión de dichos bienes constituyen símbolos de
haber alcanzado el progreso y la felicidad. La cultura del petróleo
crea así un sistema de valores que responde a necesidades
vinculadas directamente con la estructura de poder, y por tal
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razón, distancia a las y los venezolanos de las culturas y
subculturas nacionales, las cuales tiende y llega a despreciar.
Estas situaciones propenden a establecer comportamientos
colectivos que valoran altamente un complejo cultural que es
extraño a la nación, a la historia del país, mismo que responde a
maneras aprendidas de pensar, sentir y actuar que reflejan
sumisión, conformismo aceptación del sistema capitalista
considerado como el único válido incluyendo el pensar la
dominación como necesaria, lo que estimula el individualismo y el
desarraigo y anula los fines colectivos integradores.
El capitalismo determinó en Venezuela, desde el siglo XVIII el
predominio del capital comercial sobre el industrial productivo. En
las primeras décadas del siglo XX, la imposición de la cultura del
petróleo impulsó la geometría de la desigualdad social en el
territorio nacional, creando un sujeto consumista de la producción
material e ideológica originada en Estados Unidos, obediente a la
ideología colonial impuesta por el imperio estadounidense, que ha
llegado a conformarse en la clase burguesa como una versión
vernácula del fascismo.
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El crecimiento no planificado de la población venezolana y la
Cultura del Petróleo
La vida de los venezolanos y las venezolanas, particularmente la
de la mayoría pobre, estuvo caracterizada durante los siglos XIX y
XX por graves policarencias sociales y sanitarias responsables de
los altos índices de pobreza crítica, desnutrición, analfabetismo y
mortalidad que aquejaron a la mayor parte de la población hasta
los inicios de la Revolución Bolivariana en 1998. Las consecuencias
de aquella situación se expresaron en una profunda crisis
demográfica. Debido a los pavorosos índices de pobreza crítica, en
el período de más de un siglo transcurrido entre 1830 a 1941 la
población venezolana solo creció de 830.000 a 3.500.000 habitantes,
llegando en 1950 a 9 millones. Desde entonces el crecimiento
vegetativo y los altos índices de inmigración han elevado nuestra
población hasta los 30.000.000 de habitantes actuales, de los
cuales más de seis millones provienen de la vecina Colombia, seres
humanos desplazados por la guerra civil, la violencia política, la
pobreza crítica y la ausencia total de oportunidades para llevar en
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su país una vida honorable con futuro previsible.
La irrupción de tal enorme contingente de inmigrantes en el lapso
comprendido entre 1960 y el presente, ha ocasionado una profunda
ruptura histórica con las tradiciones culturales de la sociedad
venezolana, particularmente en la memoria histórica que explica
nuestro pasado y nuestra cultura. Las políticas sociales de
distribución de la renta petrolera nacional tuvieron que hacer
frente a las súbitas necesidades de vivienda, de salud, de educación
de empleo…etc., de aquella enorme masa empobrecida que buscaba
refugio en el territorio venezolano.
Durante la parte final de la IV República, la población colombiana
indocumentada fue reprimida policialmente, discriminada,
sometida a la deportación, a la denegación de los documentos de
identidad. Aprovechando la coyuntura democrática y humanista
surgida con la Revolución Bolivariana, gracias a la actitud
bondadosa del Presidente Chávez, muchos de ellos y ellas pudieron
adoptar la ciudadanía venezolana, aunque conservando su
nacionalidad original.
Para pesar de nuestro país, la mayoría de aquella masa de
inmigrantes empobrecidos se ajustó perfectamente a los valores
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capitalistas y egoístas de la Cultura del Petróleo, constituyéndose
como un nuevo sujeto consumista acomodado, en este caso
binacional, el cual en su mayoría presta fidelidad no solo a los
intereses de la derecha venezolana, sino también a las mismas
fuerzas de derecha en Colombia que los obligaron a huir de su país
en la absoluta miseria.
La crisis mundial del capitalismo neoliberal
La sociedad capitalista neoliberal, en esta hora crucial de la
humanidad, vive una profunda crisis civilizatoria en todos los
países donde como México, Chile, Argentina y Colombia (entre
otros) la minoría de banqueros y financistas ha aplicado
dogmáticamente los principios económicos neoliberales, los cuales
han desatado devastadores niveles de pobreza y miseria en las
respectivas poblaciones. Unida lo anterior, la caída súbita de los
precios del petróleo, provocada por las bolsas de valores, impactó
negativamente la vida social, cultural y económica de los países
monoproductores de energía, como es el caso de Venezuela, donde
se ha creado una nueva coyuntura histórica: el ocaso del modelo
petrodependiente, la inutilidad de la cultura del petróleo y la
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obsolescencia del individuo consumistarentista creado para
justificar la dependencia de la monoproducción energética.
En tales circunstancias, hoy día las fuerzas reaccionarias internas
que promovieron el proyecto político de la derecha neoliberal, que
fue derrotado el 27 de febrero de 1989 por la insurrección popular
del Bravo Pueblo venezolano, hacen causa común con otros
movimientos igualmente reaccionarios del exterior como el
neofranquismo del Partido Popular Español, el macrismo en
Argentina, el uribismosantismo colombiano y con el amplio
espectro político cubanousamericano integrado al
fundamentalismo neoconservador estadounidense, entre otros,
buscando silenciar y desvirtuar el legado civilizatorio del
Presidente Chávez para imponer su decadente política neoliberal
imperialista.
La Revolución Bolivariana responde a ese reto imperialista con la
creación de una nueva institucionalidad cívico militar, colectiva y
revolucionaria apoyada en las milicias, las misiones sociales, las
comunas y los consejos comunales que constituyen la arquitectura
de la sociedad socialista comunal.
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Las Comunas, las Misiones Sociales y la Consolidación del
Sujeto Pueblo Venezolano
Para resolver la profunda y compleja crisis social que heredó la
Revolución Bolivariana de la IV República, las armas del chavismo
son las diversas misiones y grandes misiones sociales que han
resuelto en tiempo record buena parte de los problemas
socioculturales y económicos acumulados durante 187 años de
gobiernos liberales burgueses. Uno de los más importantes logros
fue la eliminación del analfabetismo. Una población que no sabe
leer y escribir difícilmente puede convertirse en el sujeto de una
verdadera revolución. La Misión Robinson no solamente abrió las
puertas del conocimiento y los saberes profesionales a centenares
de miles de hombres y mujeres populares que habían sido
invisibilizados y preteridos por los gobiernos de la IV República,
sino que también transformó a miles de ellos y ellas en
profesionales universitarios: médicos/as, abogados/as,
comunicadores/as sociales, ingenieros/as, educadores/as,
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planificadores/as sociales, etc. Muchos de ellos y ellas se han
incorporado al trabajo creador en las distintas misiones sociales.
Revolución Bolivariana se esfumaría lentamente. Lo que no dice o
no sabe la ofensiva mediática imperial es que el componente
principal y estratégico del Legado de Chávez no es solo el logro de
altos niveles de desarrollo material y sociocultural alcanzado por la
población venezolana, inmigrantes incluidos, sino haber
contribuido a construir y organizar mediante las misiones y
grandes misiones, un sujetopueblo revolucionario que avanza
hacia su victoria definitiva.
A través de las diversas misiones sociales creadas por el gobierno
bolivariano del Presidente Chávez, dicho sujetopueblo
revolucionario está organizándose políticamente en numerosas
redes de movimientos sociales que cubren todos los campos de la
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vida del pueblo. En los actuales momentos, dichos movimientos
sociales están asumiendo la tarea de trabajar para el desarrollo de
las nuevas políticas productivas propuestas por el Presidente
Maduro, particularmente aquellas que promueven el desarrollo de
la agricultura urbana y la soberanía alimentaria en general.
Para calibrar la importancia cualitativa y cuantitativa de los
movimientos sociales organizados asi como de las Unidades de
Batalla que conforman el Partido Socialista Unido de Venezuela, es
conveniente recordar que en las elecciones de 1985, los votos de la
izquierda no sobrepasaban los 25.000 sufragios dispersos. Hoy día,
luego de 32 años de lucha, a pesar del desgaste ocasionado al
proceso revolucionario por la guerra económica organizada por el
imperio y la derecha neoliberal, el voto duro de la izquierda
socialista venezolana alcanza la suma de 8.000.000 de sufragios.
La ofensiva mediática neoliberal ha omitido hablar y escribir sobre
el legado cultural civilizatorio del Presidente Chávez, en el cual
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resalta la idea medular del proyecto chavista de cambio histórico
de la sociedad venezolana: la Sociedad Comunal y el Poder
constituyentes son tributarios o convergen sobre el quinto (motor),
que es el máximo, el de máxima fuerza, el que debe ser el motor
constituyente…Y es esencial…” (Chávez 2007: 40).
La Sociedad Comunal Socialista
La meta del socialismo comunal chavista, tal como lo propuso el
Presidente Chávez, es la de abolir o al menos neutralizar aquellas
instituciones específicas que sostienen la hegemonía del
capitalismo; ello debe ser, es el primer paso revolucionario hacia la
construcción de un nuevo bloque histórico del poder socialista en
Venezuela, representado por el Poder Popular, fundamento de la
sociedad y del futuro Estado comunal socialista.
El Poder Popular está representado, hasta el presente, por 1.500
comunas que integran 40.035 Consejos Comunales, 1294 Salas de
Batalla Social que ejercen la coordinación entre todos ellos, 28.791
movimientos sociales y 71.521 redes de organizaciones sociales
creadas bajo el impulso de la Revolución Bolivariana, sustentadas
en las diversas misiones sociales que han transformado
profundamente la realidad venezolana. Las comunas que integran
a los Consejos Comunales, organizan también empresas de
157
157
producción social de bienes y servicios bajo un régimen de
propiedad social. Algunas de las grandes y exitosas comunas y
cooperativas como Cecosesola, Ataroa, El Palito y el Maizal, y las
experiencias comunales agroindustriales regionales en Portuguesa,
Cojedes y Trujillo, entre otras, que abarcan extensos territorios en
el occidente de Venezuela e integran miles de familias, han logrado
producir y distribuir gran cantidad de productos agropecuarios y
otros bienes y servicios producidos en sus empresas socio
productivas. Las comunas están a su vez integradas a nivel
regional en un Parlamento Comunal y en un Parlamento Comunal
Nacional.
El sistema comunal no constituye una invención fortuita de la
Revolución Bolivariana, por el contrario, como lo muestran las
investigaciones antropológicas llevadas a cabo durante décadas por
nuestro grupo de trabajo, la cultura comunal se asienta en
antiguas tradiciones comunitarias originarias venezolanas. Las
comunas, que constituyen la forma espacial concreta que adquiere
la resistencia popular contra el capitalismo, están fundamentadas
en la propiedad social, en la acumulación colectiva de
conocimientos y experiencias, la estructuración socioespacial de
158
158
las fuerzas y agentes, el arraigo a la comunidad y las identidades
cultural y de clase.
El tiempo Histórico Perdido de la Burguesía Venezolana
A partir del triunfo de la Revolución Bolivariana en 1998, la
ideología que sustenta el tiempo histórico de aquella burguesía
fascista se propuso como meta lo que ya se ha convertido en su
mito político de origen: el regreso al tiempo histórico neoliberal
(perdido) de la IV República, para logar lo cual dicha burguesía
fascista ha demostrado estar dispuesta a cualquier tipo de
violencia física y psicológica, incluido el asesinato de aquellas
personas que considera sus enemigos políticos.
Enfrentados a esa terrible realidad, a partir de la primera década
del siglo XXI donde asistimos a rotundos y reiterados triunfos
políticos del chavismo, el ominoso triunfo parlamentario obtenido
el 6D 2015 por la derecha fascista, aunque seguido luego por los
159
159
triunfos del chavismo el 30J y el 15O, los revolucionarios
chavistas debemos tomar conciencia de la suprema necesidad de
construir y consolidar el sujetopueblo revolucionario chavista.
La construcción de una futura sociedad comunal socialista solo
será posible si llevamos a cabo una verdadera transformación,
radical y revolucionaria, del modo de producción y de las relaciones
sociales capitalistas heredadas del Estado Liberal Burgués de la
IV República fundada en 1830.
160
160
Liberal Burgués.
Una nueva visión cartográfica de la estructura territorial de la
sociedad venezolana revolucionaria debería reflejar las nuevas
relaciones de poder que están determinando la formación de
nuevas regiones geohistóricas y geoeconómicas tal como la
georegión comunal socialista Portuguesa, Barinas, Cojedes,
Trujillo, la georegión comunal socialista Miranda, Aragua,
Carabobo, la georegión Lara, Yaracuy Falcón, la georegión
Caracas, Vargas Miranda, la georegión Zulia, Táchira, Mérida, la
georegión Bolívar, Monagas, Delta Amacuro, la georegión
Anzoátegui, Sucre, Nueva Esparta, la georegión ApureAmazonas.
Lo anterior también implica, si ello fuese posible, el
establecimiento de nuevos tipos de cooperación y convivencia con
georegiones relacionadas como el Norte de Santander y la Guajira
Colombiana, así como el noroeste de Brasil. Sería particularmente
importante estrechar más esta relación con los pueblos de la
estratégica macroregión geohistórica caribeña, de la que hemos
formado parte desde hace milenios, la cual hoy día se ha
reestructurado bajo los auspicios de Petrocaribe.
161
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Creemos igualmente necesario que también produzcamos una
nueva cartografía del espacio que señale claramente en el territorio
nacional las nuevas coordenadas, las variables fundamentales del
poder popular, los consejos comunales y las comunas, integradas
con las redes socioproductivas y las misiones sociales que permitan
articular la cadena de valor de las materias primas, diversificando
la producción para satisfacer las necesidades económicas y sociales
de la población. Aquellas redes transversales, que representan una
alternativa postcapitalista, funcionarían como un tejido conectivo
que circunscribiría los centros urbanos, estimulando la circulación,
la distribución y el consumo de bienes y valores (VargasArenas y
Sanoja 2014).
162
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colectivo, relación que solamente puede tener vigencia plena dentro
de una sociedad comunal socialista y no capitalista. Dicha
propiedad, sustentada desde sus orígenes en valores sociales y
culturales comunales, entra en contradicción con todos los valores
sociales y culturales así como con las normas jurídicas del
capitalismo, pues ellos consagran el derecho individual, clasista, el
goce y el disfrute de la propiedad efectiva de los bienes y servicios
(Sanoja y Vargas Arenas 2016: 23; m.s).
163
163
11
América Latina, en nuestra opinión, es una construcción histórica
y territorial que tiene culturas propias, sistemas de valores, ideales
y conceptos sobre la organización social, así como los factores
materiales, tecnológicos y económicos que nos permitirían
considerarla como una civilización. Una civilización implica
igualmente, reconocer la existencia de procesos culturales
civilizadores que hacen posible establecer y reconocer la existencia
en su interior de identidades históricas y culturales de pueblos que
tienen una comunidad de orígenes y de destinos compartidos.
Los procesos civilizatorios están determinados por la contingencia
histórica, cultural y ambiental, así como por el particular
desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado por el o los pueblos
de una región específica en un momento histórico determinado. De
esta manera, el concepto de proceso civilizatorio aludiría a la
diversidad de líneas de desarrollo histórico que caracterizan la
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164
construcción de las sociedades como productos de la dinámica
social y las tradiciones culturales singulares que se configuran
dentro de una de ellas, secuencia concretas que permiten definir
los procesos revolucionarios que transforman la historia de los
pueblos (Ribeiro 1992: 24, 25, 36; Sanoja 2012: 4041).
El pueblo chavista, el poder popular en nuestra opinión, se ha ido
conformando como el sujeto para la construcción de un proceso
civilizatorio que reclama para nuestro país un estatus socialista
soberano frente a la dictadura capitalista neoliberal que ejercen
Estados Unidos y sus vasallos: la Comunidad Europea, sobre
América Latina.
Hasta el presente, el proyecto revolucionario chavista había tenido
como elemento protagónico la dimensión macroeconómica. Mentes
esclarecidas como el científico social D.F. Maza Zavala, ya habían
anticipado que en la Venezuela del siglo XXI el área de propiedad
puramente estatal tendría que ser limitada por el desarrollo de
otras formas avanzadas de propiedad social, común o colectiva, que
se podrían asimilar al actual sistema comunal. Consideraba Maza,
de manera futurista, que si bien sería deseable que el Estado
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venezolano conservase la propiedad y el control de las actividades
socialización, que es en esencia dominio de lo social por la sociedad,
exige la participación colectiva en la toma de decisiones, el control
democracia, erradicar las elites de poder y el poder de las elites,
166
166
todavía de disminuir la capacidad de la burguesía mercantil
parasitaria para asaltar y apropiarse de la renta petrolera como
medio estratégico y desarrollar y sostener la presente guerra
económica contra la Revolución Bolivariana.
Por tales razones, el proceso civilizatorio comunal formulado por el
Presidente Chávez, del cual nos hablaba también Maza Zavala
hacia finales del pasado siglo, debe adquirir carácter protagónico
dentro del proyecto de los 15 motores productivos que ha propuesto
a la nación el Presidente Maduro como respuesta a la grave crisis
económica, social y cultural que ha desatado la baja mundial
generalizada de los precios de los hidrocarburos y de las materias
primas en general. Para hacer frente a esa crisis, la Revolución
Bolivariana no solamente debe desarrollar las fuerzas productivas
de la nación sino también, como hemos enfatizado anteriormente,
debe dar lugar a un cambio en el frente de lucha por construir un
socialismo comunal que inicie la reorientación estratégica del
proceso bolivariano. Esta reorientación estratégica tendría como
objetivo principal asignar un papel protagónico al desarrollo
autogestado apoyado en la organización socioterritorial de la
población en comunas, sobre las cuales descansa la consolidación
167
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del poder popular revolucionario.
El desarrollo autogestado de las comunas de diverso estilo:
campesinas, semiindustriales, de servicios, de manufacturas; de
carácter periurbano o urbano, como ya hemos expuesto, podrá
acelerar el proceso de organización de las comunas en proyectos
subregionales y regionales donde, a la par de las nuevas relaciones
sociales (comunitarias) de producción se gesten empresas de
propiedad social que regionalicen en lo posible las cadenas de
producción, distribución y consumo de bienes materiales y servicios
para la reproducción de la vida social en las comunas.
Con base a la relación transversal que se establezca dentro de cada
proyecto regional y de cada estructuración interproyectos, será
posible comenzar a pensar en el desarrollo de una nueva geometría
territorial de poder que progresivamente sustituya la estructura
política basada en estados y municipios heredada del Estado
Burgués que ha usò en un primer momento para consolidar las
oligarquías políticas regionales.
Para lograr aquellos fines, la Revolución Bolivariana, en nuestra
opinión, necesitaría hacer una revisión profunda de su sistema
económico, parte de cuyos contenidos son herencia de la posición
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teórica que sustentó el pensamiento económico de la vieja
izquierda venezolana desde mediados del siglo pasado, donde
ocupa un espacio dominante la nacionalización de las empresas
básicas. Ella es un componente necesario para garantizar la
soberanía y la independencia nacional, la cual, sin embargo, puede
ser mediatizada por una falsa gestión sindical que practique el
sabotaje de la producción para lograr formas de lucro personal.
Es importante, en a tal respecto, aludir a la importancia de las
formas de propiedad estatal en relación a la crisis laboral que
existió en las empresas de Guayana. En tal sentido se nos ocurre
169
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breve plazo, sin embargo, sostiene Vasopollo, la propiedad estatal
social sobre el proceso de producción, la posesión de los medios de
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una autonomía relativa de dichas unidades, autonomía que puede
estar acompañada o no de la correspondiente forma jurídica que
garantice la condición de “sujeto jurídico”.
El socialismo, en cualquiera nivel, dice Vasopollo, no es pensable ni
construible si no está fundado sobre una sólida base de democracia
directa, participativa y protagónica como la venezolana que
permita planificar con base al conocimiento directo de las
necesidades individuales y colectivas (sociales, empresariales,
ambientales, etc.). Ello permitiría corporizar su expresión
mediante procedimientos apropiados, tales como lo que ha
denominado el Presidente Maduro el gobierno de calle y el diálogo
productivo con los medianos y pequeños empresarios patriotas y
honestos que quieran participar en un frente político de lucha por
la liberación nacional (Sanoja 2012: 181182). Ello sería coherente
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relaciones de producción las cuales consoliden la integración de las
formas de propiedad social, cooperativa o colectiva con la personal,
constitucional de 2007” (Sanoja 2011: 436437).
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12
La Revolución Bolivariana en la perspectiva suramericana
176
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excepción de Venezuela y Bolivia los movimientos sociales
progresistas no han sabido convertirse en una posición alternativa,
revolucionaria, para cambiar la realidad social en sus países
dominados por la derecha imperial neoliberal.
Cuando comparamos el desenlace histórico negativo que ha
marcado los procesos políticos progresistas del Chile de Allende,
del Brasil de Lula, de la Argentina de Cristina Fernández y del
Ecuador de Rafael Correa, con la resistencia activa mostrada por el
proceso revolucionario bolivariano ante los embates del
imperialismo y sus franquicias partidistas locales, vemos en los
primeros ejemplos que los partidos políticos no lograron organizar
a sus respectivos pueblos para crear una sociedad nueva,
apoyándose, por el contrario, en las instituciones de la sociedad
capitalista tradicional.
La lucha contra las organizaciones de la derecha se fundamenta
solamente, como en la antigua socialdemocracia europea, en la
obtención para el pueblo de reivindicaciones socioeconómicas que
mejoran ligera y transitoriamente la condición de sus vidas, pero
sin transformaciones estructurales que eliminen la condición de la
explotación capitalista. Por eso, como es el caso de Argentina, si la
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derecha llega a ganar, como efectivamente ocurrió, por un estrecho
margen, o se da la posibilidad de un golpe parlamentario como en
Brasil, aquellas reivindicaciones son inmediatamente eliminadas
mediante decretos por los gobiernos de derecha.
La nación peruana ha ensayado en diferentes momentos de su
historia, sin éxito, salir del atraso en que la sumieron las
oligarquías coloniales y neocoloniales, incluyendo el gobierno
militar progresista del general Velasco y la insurgencia armada
maoista de Sendero Luminoso. Lamentablemente, el destino
histórico del pueblo peruano pareciera ser convertirse de nuevo en
una colonia, ahora de Estados Unidos, al haber electo como
presidente a un ciudadano que por su origen polaco y su formación
académica estadounidense y europea, Pedro Pablo Kuczinsky, ha
sometido el país a los dictados de las políticas imperiales más
negativas y reaccionarias para la unidad de la Patria Grande por
la cual dio la vida nuestro Libertador Simón Bolívar y el presidente
Hugo Chávez.
El Perú fue asiento, hasta el siglo XVI, de la civilización incaica,
una de las civilizaciones indígenas más avanzadas del continente y
del mundo, cuyo destino histórico fue truncado por la conquista
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española. En lo que concierne a la destrucción de la civilización
incaica, el filósofo marxista peruano José Carlos Mariátegui
civilización inkaika, más que lo que ha muerto me preocupa lo que
ha quedado...”
Chile es un pueblo que desde los lejanos siglos ha combatido por su
libertad y por la justicia social. Después de la destrucción del
extraordinario experimento socialista liderado por Salvador
Allende, donde la gente popular había recuperado el poder para
decidir pacíficamente su destino de pueblo socialista libre, merced
al golpe militar preparado por el gobierno estadounidense la
sociedad chilena pasó a ser controlada por las transnacionales del
imperio. La feroz dictadura neoliberal militar de Pinochet,
transformó de nuevo a Chile en una pseudo democracia neoliberal,
tutelada y teledirigida desde el imperio. Sin embargo, la juventud
chilena, las voces dulces de los estudiantes que manifiestan en las
calles de Santiago por su derecho a estudiar sin tener que ser
explotados por las mafias de la enseñanza “...son como un coro que
busca el duro viento para que oigamos, para que no olvidemos...”
179
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(Neruda, 2008; 391).
Colombia y Ecuador viven momentos históricos cuyo desenlace
podría ser de extraordinaria importancia para la consolidación de
la Revolución Bolivariana. La Revolución Ciudadana puesta en
marcha por el Presidente Rafael Correa, después de
extraordinarios logros sociales que mejoraron el vivir de los
ecuatorianos, quedó huérfana de liderazgo luego del exilio
voluntario de su conductor e ideólogo. La Revolución quedó en
manos de dirigentes de mentalidad derechista que han traicionado
el derecho a disfrutar del futuro que tiene el pueblo ecuatoriano.
Colombia, sociedad asfixiada por las oligarquías coloniales
ultramontanas que controlan el pueblo pobre desde el siglo XVI,
oligarquías latinfundistas transmutadas ahora en bloques
empresariales, políticos y narcopolíticos apoyadas por el
imperialismo estadounidense, que se aferran obsecadamente a sus
privilegios seculares, sin importarles la guerra, la muerte y el
desarraigo de millones de colombianos/as pobres que ello ha
provocado. Colombia acaba de salir de una larga, sangrienta y
costosa guerra civil. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN),
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180
acaban de pactar un proceso de paz con la oligarquía colombiana,
buscando una salida política al horrendo conflicto armado, viejo ya
de medio siglo y de 300.000 muertos y desaparecidos sin contar los
cientos de miles de jóvenes y adultos que en todo el mundo han
sido envenenados por la droga que producen y comercian las narco
oligarquías colombianas. Si las FARC y el ELN logran sobrevivir el
genocidio que les tienen preparado dichas oligarquías y el imperio
estadounidense, como ya hicieron en años anteriores con los
militantes de la Unión Patriótica, es posible que se abra un compás
político democrático que traiga alguna forma de paz, tanto al
pueblo colombiano como también al pueblo venezolano y su
Revolución Bolivariana.
En Bolivia, la elección de Evo Morales como Presidente
Constitucional del Estado Plurinacional, ha abierto la vía hacia la
construcción del socialismo del siglo XXI mediante la refundación
de la vieja república y la aceptación de una Constitución con un
proyecto de país que legitima la coexistencia de diversos sistemas
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centenarias del poder colonial. Los medios básicos de producción
como el petróleo, el gas, el hierro, y bienes esenciales para el buen
vivir como el agua y la tierra, la salud y la educación han sido
socializados, única manera de garantizar la soberanía nacional.
Evo Morales ha sido juramentado en su cargo ante las divinidades
tutelares del pueblo aymara en la ciudad de Tiwanaku, el eje del
mundo donde el dios Viracocha decidió crear la humanidad. Hasta
el presente, después de once años de gobierno, Evo Morales y
Bolivia son aliados leales de la Revolución Bolivariana y del ideal
de Presidente Hugo Chávez (Sanoja 2006: 6768).
En Uruguay, Paraguay y Bolivia, triángulo estratégico donde se
encuentran las sociedades andinas del Pacífico con las de la ribera
atlántica, el imperio se ha esforzado por romper ese eslabón
político que controla las reservas acuíferas y energéticas de la
cuenca del ParanáUruguay instalando bases militares que abren
dicha cuenca, así como la región amazónica, a la penetración de las
fuerzas imperiales.
Paraguay fue hacia mediados del siglo XIX un modelo de desarrollo
socioeconómico e industrial autogestado, bajo el liderazgo
nacionalista del mariscal Solano López, ensayo que terminó
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destruido por la guerra de la Triple Alianza, ejércitos de Argentina,
Brasil e Inglaterra que casi devolvieron al pueblo paraguayo a la
condicion colonial que habían vivido en el siglo XVI.
Hasta el presente, un país con un gran potencial agropecuario e
industrial como Paraguay ha sido mantenido bajo el dominio de
una derecha política adversa a toda apertura progresista y
soberanista como la que significa la Revolución Bolivariana.
Uruguay hubiera podido ser en Mercosur un instrumento político
para contener el poder neocolonial que han ejercido por siglos las
oligarquías civiles y militares del Cono Sur. País pequeño con una
fuerte personalidad nacional y una sociedad muy educada, los
movimientos políticos progresistas, como es el caso de los
Tupamaros y el Frente Amplio, han luchado por mantener una
posición acorde con el ideal integracionista de la Patria Grande,
pero han sido maniatados por la fuerza pragmática del bloque
oligárquico de Mercosur que, finalmente, logró expulsar de su seno,
no sabemos todavía si para bien o para mal, a la Venezuela
Bolivariana.
En el caso particular de Venezuela, ocurrió algo que no sucedió en
ninguno de los demás países de Suramérica: la Guerra de
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183
Independencia destruyó casi totalmente el país, incluyendo la
mitad de la población (500.000 personas) y las edificaciones y
logros del período colonial. A partir de 1830 se reconstituyó una
nueva oligarquía, una nueva burguesía compuesta por antiguos
generales de la Independencia convertidos en terratenientes, restos
de la vieja clase mantuana, burócratas y comerciantes que tomaron
el poder invisibilizando al resto de la población venezolana.
El nivel de desigualadad e injusticia social que privaba en la
sociedad venezolana dió lugar a la Guerra Federal o Guerra Larga,
acaudillada por el general Ezequiel Zamora, cuyo objetivo era
lograr una sociedad de hombres libres y promover la reforma
agraria. Fallida esta revolución por el asesinato de Zamora, la
burguesía pactó un arreglo político, el Pacto de Coche, que facilitó
la formación de un bloque politico liberal donde descolló el régimen
oligárquico de Antonio Guzmán Blanco. El guzmancismo sobrevivió
hasta el derrocamiento del gobierno del general Ignacio Andrade
por la Revolución Liberal Restauradora acaudillada por Cipriano
Castro, a su vez derrocado por el general Juan Vicente Gómez cuya
férrea dictadura duró hasta su muerte en 1936.
A partir de aquella fecha se originó un larga secuela de
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movimientos sociales y luchas antioligárquicas cuya meta era
disputarle el poder a la nueva burguesía que, a partir de 1936, se
había entronizado en el gobierno. Se estructuraron movimientos
nacionalistas antiimperialistas: primero el Partido Comunista y la
Organización Revolucionaria Venezolana (ORVE) que luego se
transfomaría en 1941 en Acción Democrática, partido que copó la
escena política hasta 1999.
A partir de aquel año y hasta el presente, la Revolución Bolivarian
ha logrado crear una organización y una institucionalidad propia
del proceso revolucionario. La Revolución Bolivariana se ha ido
transformando en un nuevo bloque de poder alternativo al antiguo
bloque hegemónico burgués que ha logrado sostenerse y contener
los ataques imperiales y la sedición armada de los partidos de
derecha. Así podemos decir hoy día que gran parte del Legado de
Chávez al Bravo Pueblo Venezolano es una nación organizada,
libre y soberana, en la búsqueda del socialismo, inspirada en el
ideario político y social que constituye el hilo conductor entre El
Libertador Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Hugo Chávez.
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A manera de conclusión
territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la
comunidad de cultura...” (Mármora 1986;90)
186
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podríamos considerar que el proceso de formación del concepto de
patria ha precedido y es el tránsito de la nación burguesa
autoritaria de la IV República, a la nación popular democrática,
protagónica y participativa de la V República que debe dar
preferencia a los objetivos internos de la integración y la
autodeterminación económica, política y cultural de la nación,
antes que al particularismo nacional con respecto al mundo
exterior, promovida dentro de la ética internacionalista y
humanista del socialismo.
Podríamos decir que el concepto de patria venezolana que se
manifiestó desde las últimas décadas del siglo XIX como
contradictorio a la sujección del pueblo al régimen colonial
español, se fue consolidando al calor de las luchas sociales
libertarias que se aceleraron a partir de la declaración de
independencia del 5 de Julio de 1811. En aquella fecha el Congreso
de la República aprobó la figura jurídica del Estado nacional
venezolano que no pudo desarrollarse plenamente, como hemos
analizado en capítulos anteriores, en el fragor de la guerra
independentista.
El concepto de Estado nacional, que se reafirma con la
187
187
Constitución de la IV República en 1830, tenía un contenido
clasista exacerbado donde todos los privilegios y derechos estaban
circunscritos a la burguesía de latifundistas, comerciantes,
especuladores y burócratas. El Bravo Pueblo, que conformaba más
del 80% de la población venezolana de entonces, estaba proscrito
del ejercicio de sus derechos humanos, civiles, culturales,
económicos y sociales, relegado a una condición de simples siervos
de la clase dominante.
El Bravo Pueblo, desde el siglo XVIII, por su parte. había
desarrollado un concepto de Patria en el cual los blancos
mantuanos, la clase dominante, estaban excluidos. De la misma
manera, en el concepto de Patria concebido por los mantuanos, los
pardos, los blancos pobres, los negros manumisos o esclavizados y
los indios estaban también excluidos. En razón de esa profunda
contradicción clasista, el concepto de Estado nacional venezolano
que surge jurídicamente con la Constitución republicana de 1811,
no pudo materializarse plenamente como tal hasta las primeras
décadas del siglo XX con la imposición de la burguesía rentista
petrolera controlada por las transnacionales actuando como clase
dominante.
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El Libertador Simón Bolívar estaba consciente de la existencia en
Venezuela de una sociedad anárquica, cuando en su Discurso ante
el Congreso de Angostura en 1819 expresaba veladamente que él
tumultuaria y anárquica… Los venezolanos aman la patria, pero
no aman sus leyes, porque éstas han sido nocivas y eran la fuente
clase de latifundistas y de comerciantes que habían reprimido (y
continúan reprimiendo) con saña las rebeliones libertarias de los
campesinos colombianos por la defensa de sus tierras (Sanoja y
Vargas 2015: 6570).
La unión grancolombiana no pudo perdurar en los tiempos futuros,
como soñaba Simón Bolívar porque, por un lado aquellos supuestos
189
189
del orden social colombiano no fueron aceptados por la burguesía
venezolana, interesada en implantar también por la fuerza de las
armas su concepción de Patria y Nación solo para los burgueses
venezolanos, mientras que por otro lado el Bravo Pueblo estaba
interesado en implantar un orden social democrático igualitario
donde el poder estuviera en sus manos.
Las rebeliones populares en Venezuela alcanzaron su máximo con
la Guerra Larga liderada por Ezequiel Zamora, y continuaron de
diversas formas, militar o políticamente hasta la insurgencia de los
latifundistas andinos que partió en dos la historia contemporánea
de Venezuela.
La dictadura de Juan Vicente Gómez, resultante de aquella
insurgencia, inauguró un período de dominación del escenario
nacional por parte de las elites militares y civiles andinas que,
salvo el intervalo entre 1945 y 1948 caracterizado por la inclusión
de sectores populares en la política nacional, se prolongó hasta
1958 cuando fue derrocada la dictadura del general tachirense
Marcos Pérez Jiménez.
La estrategia de la burguesía para controlar el orden interno a
partir de 1958, año del derrocamiento de la dictadura de Marcos
190
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Pérez Jiménez, se basó en la instalación de una burocracia política
multipartidista (AD+Copei+URD), integrantes del llamado Pacto
de Punto Fijo, la cual asumio una funcion reguladora, de
intermediación entre los diversos sectores de la sociedad civil. La
dirigencia de aquellos partidos hablaba a las masas con un
discurso demagógico que proclamaba la existencia de una sociedad
supuestamente igualitaria, policlasista, populachera. Sin embargo,
la clase política dominante reprimió con el asesinato y la
desaparción fisica a todos los luchadores revolucionarios que
pugnaban por devolver el poder popular a las manos de Bravo
Pueblo venezolano (VargasArenas y Sanoja 2013: 281293).
La dictadura puntofijista sobrevivió como tal hasta 1999, cuando
triunfa la Revolución Bolivariana y el poder popular comienza a
residir en las manos del Bravo Pueblo que lucha denodadamente
por construir una sociedad socialista comunal. Es también por la
misma razón centenaria, que hoy día la actual encarnación de la
burguesía venezolana, aliada con las fuerzas de la derecha interna
y el poder imperial de Estados Unidos, sigue tratando de subvertir
la Revolución Democrática Socialista e Igualitaria que propugna el
chavismo como filosofía de la praxis, para implantar en su lugar un
191
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orden burgués capitalista, neoliberal que comienza a hacer aguas
en todo los países, como consecuencia de la crisis mundial del
capitalismo. Las señales de rechazo a la exclusión social, a la
pérdida de derechos, a la violencia, a la dominación extranjera, a la
mentira mediática y al patriarcado marcan el rumbo. Los pueblos
de la América Latina y el Caribe, luego de siglos de exterminio,
despojo y discriminación, reclaman su plena y definitiva
independencia..
En Venezuela, la anterior es igualmente la meta del chavismo; el
Bravo Pueblo se está reunificando políticamente, como demuestran
las victorias electorales del chavismo en 2017, decidido luchar por
lograr una Patria y una Nación, fundamentado en una comunidad
básica de valores culturales y sociales que sustenten nuestra
volutad de autodeterminación política, cultural y social frente a los
intentos del imperio estadounidense y sus franquicias locales de
volver a reducir a nuestra Patria Venezuela al papel de simple
colonia petrolera.
192
192
mario.sanoja@gmail.com iraida.vargas@gmail.com
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MAPAS
211
MAPA 1:VENEZUELA: FORMACION DE CAZADORES
RECOLECTORES.NOROESTE:150003000 años antes de ahora.
1) CAZADORES PALEOINDIOS: FALCON.LARAMERIDA
ZULIA.
4)RECOLECTORES PESCADORES REGION CENTRAL
3) RECOLECTORES PESCADORES REGION ORIENTAL
2) RECOLECTORES CAZADORES: GUAYANA Y AMAZONAS
212
MAPA 2REGIONES GEOHISTORICAS ABORIGENES HASTA
EL SIGLO XVI:1) poblaciones kektías. Cuenca del lago de
Maracaibo. 3.4) Señorio de Manaure. Kaketíos. 2) Mu’kus o
timotocuicas. 9) Grupos caribe. 12) Arawakos orientales. 5) Caribes
region central. 10)Tradcion saladoide.6) Caribes orientales1213)
Caribes del Orinoco. 14) Guarao.
213
MAPA 3.REGIONES GEOHISTORICAS COLONIALES
.1) REGION GEOHISTORICA CUENCA DEL LAGO DE
MARACAIBO.
2) REGION GEOHISTORICA CENTRAL CARAQUEÑA
3)PŔOVINCIA DE GUAYANA
4)AREA MISIONAL DE LOS CAPUCHINOS CATALANES
214