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TRABAJO ENCARGADO
CURSO:
DOCENTE:
PRESENTADO POR:
SEMESTRE: “XII”
UNA PROPUESTA ÉTICA PARA LA MAGISTRATURA
"toda aquella acción u omisión del servidor público que lo lleva a desviarse de los
deberes formales de su cargo con el objeto de obtener beneficios pecuniarios,
políticos, o de posición social, así como cualquier utilización en beneficio personal
o político de información privilegiada, influencias u oportunidades".
Si leemos el artículo VI de la Convención interamericana contra la Corrupción
podríamos darnos cuenta de la magnitud de los problemas que afrontamos. En
esta norma se detallan los actos realizados por una persona que ejerce una
función pública y que aprovechando de su posición obtiene ventajas, dádivas,
favores u otros beneficios para sí o para un tercero. Igualmente, la norma
desarrolla algunas nociones sobre la autoría y participación en este tipo de
conductas ilícitas y contrarias a la ética de los funcionarios públicos. El tema de la
corrupción nos lleva a pensar en las causas que la configuran y al tema de la
ética, porque la conducta corrupta es una conducta inmoral. La discusión sobre la
corrupción o cualquier otro comportamiento vicioso exige una reflexión profunda y
adecuada sobre cuál es el comportamiento adecuado y correcto para no caer en
ella. Esta preocupación es eminentemente ética y nos enfrenta a problemas que el
hombre se ha ido planteando desde el mismo momento en que se concibió como
tal. Partiendo de todo lo dicho hasta ahora en 74 los capítulos precedentes,
proponemos una reflexión en positivo sobre lo que debería ser una ética para los
magistrados.
Vincular las dos grandes orientaciones de la ética puede ser beneficioso a nuestro
propósito. No hay razón para pensar que puedan ser opuestas ni contradictorias.
Una ética basada en las habilidades, cualidades y virtudes del individuo no tiene
por qué ser contradictoria con una ética que intenta construir modelos universales
de comportamiento. Partir de la experiencia y de lo real para llegar a los principios
nos parece metodológicamente correcto, como también el esfuerzo por afirmar
valores, principios y cánones de comportamiento universal.
El término ética viene del griego ethiké, que significa costumbre. No obstante,
conviene aclarar que se trata de costumbre en el sentido de lo consuetudinario. No
refiere a la idea moderna de costumbre como cultura. En buena cuenta, refiere a
lo acostumbrado, a lo habitual, a lo que se acostumbra hacer en tal o cual caso.
Está, por lo tanto, asociado a comportamiento y a conducta. La palabra carácter
podría expresar también el sentido de ethos en cuanto involucra el sentido de
conducta adquirida. Los romanos tradujeron el término griego ethicos por morais o
moris que significa uso y que explica el mismo sentido de lo acostumbrado, lo que
se usa, lo usual.
Con la llegada del mundo moderno y ante la crisis del mundo cristiano -porque
empiezan a desarrollarse diversas interpretaciones del cristianismo-, la
comprensión de la conducta moral o ética se divide para la tradición occidental. La
moral cristiana no era suficiente para la construcción del Estado moderno. Para
formar el Estado se requería de una nueva conducta. La moral cristiana queda
reducida al horizonte personal y privado. La emergencia del Estado moderno es,
pues, el punto de quiebre. La moral religiosa individual no será tomada en cuenta
para las decisiones del Estado. Su papel queda circunscrito al ámbito de la
conciencia individual. Lo correcto y lo permitido para el individuo estará vinculado
a su conciencia y en el mejor de los casos, a su conciencia religiosa. Esta
conducta moral individual pertenecerá al universo de lo privado. La moral o
conducta ética del Estado se distinguirá desde ese momento y para siempre de la
conducta ética o moral del individuo.
La virtud, para Aristóteles implica un "poder para obrar para dominar las
pasiones". Este poder se adquiere por el ejercicio y la repetición de actos. La
adquisición de la virtud exige necesariamente un entrenamiento. Aristóteles en
realidad no concebía al hombre sólo como un ser "racional", observaba que el
hombre era un "animal racional" y no olvidaba ni confundía el adjetivo por el
sustantivo.
Dejaremos para después la discusión de las virtudes intelectuales. Por ahora nos
concentraremos en lo que son las virtudes éticas, en las diferentes virtudes éticas,
en la importancia de la justicia, y finalmente, propondremos una serie de virtudes
éticas para los magistrados.
Virtudes morales:
d. Amistad: Es una virtud necesaria porque sin amigos no se puede vivir. Es,
además, una necesidad universal que afecta a ricos y pobres, a jóvenes y
hombres de edad. La mejor amistad es la que se funda en el bien y para el bien.
En cambio, la amistad fundada en la utilidad no tiene vida permanente, porque la
utilidad cambia continuamente y, por ello, tal amistad se disuelve fácilmente. Lo
importante de todas estas virtudes es que hacen posible la realización de los
bienes comunales. Debe quedar claro que estas virtudes no se adquieren a través
del estudio. No es posible adquirir la virtud de la valentía estudiando o asistiendo a
cursos militares. Sólo la práctica y la disciplina pueden formar nuestro carácter y
permiten que la virtud arraigue en él. Estas virtudes se adquieren por la costumbre
y por la repetición. Suponen un tratamiento y un esfuerzo continuo. En realidad, se
busca crear una disposición que tienda al ideal.
"La que nos queda por considerar es la correctiva, que tiene lugar en los modos de
trato, tanto voluntarios como involuntarios. Esta forma de lo justo es distinta de la
anterior. En efecto, la justicia distributiva de los bienes comunes es siempre
conforme a la proporción que hemos dicho, pues incluso cuando se trata de la
distribución de un fondo común, se hará conforme a la proporción en que estén,
unas respecto de otras, las contribuciones aportadas; y la injusticia que se opone
a esta clase de justicia es la que va contra la proporción. En cambio, la justicia de
los modos de trato es, sí, una igualdad y lo injusto una desigualdad, pero no según
aquella proporción, sino según la proporción aritmética. Lo mismo da, en efecto,
que un hombre bueno haya defraudado a uno malo que uno malo haya
defraudado a uno bueno, o que el adulterio haya sido cometido por un hombre
bueno o malo: la ley sólo mira a la especie del daño y trata como iguales al que
comete la injusticia y al que la sufre, al que perjudica y al perjudicado", señala
Aristóteles.
"De modo que es esta clase de injusticia, que es una desigualdad, la que el juez
procura igualar; y así, cuando uno recibe un golpe y otro lo da, o uno mata y otro
muere, el sufrimiento y la acción se reparten desigualmente, pero el juez procura
igualarlos con el castigo quitando del lado de la ganancia, pues en tales casos se
usa en general el término ganancia aunque no es adecuado a algunos, por
ejemplo, refiriéndose al que ha dado un golpe, y al de pérdida refiriéndose a la
víctima; en todo caso, cuando esta clase de daño se mide, decimos que uno sale
ganando y otro sale perdiendo. De suerte que lo igual es un término medio entre lo
más y lo menos, y la ganancia y la pérdida son más y menos de manera contraria,
porque la ganancia consiste en más bien y menos mal y la pérdida en lo contrario.
El término medio de éstos era lo igual, que decimos que es lo justo; de modo que
la justicia correctiva será el término medio entre la pérdida y la ganancia".
Es por estas razones que Aristóteles señala la importancia de la justicia sobre las
otras virtudes. Ello se aprecia en sus palabras cuando se refiere a ella como "la
más excelente de las virtudes". Obviamente la justicia aparece como la síntesis de
todas las demás virtudes. Es curioso que el sentido particular de justicia al que
aludimos acabe confundido con el de igualdad y se transforme en el sentido más
global de justicia, como rectitud y como bondad. En este sentido justicia indica
perfección.
a. Imparcialidad
b. Diligencia
Aparentemente podría ser interpretada como una virtud menor, cuando en realidad
se trata de una actitud muy importante. Manifiesta la responsabilidad que debe
poner el magistrado en su trabajo.
La diligencia es una virtud que consiste en actuar con cuidado, esmero, rapidez y
agilidad en el desempeño de las funciones.
Los vicios en este tema son la negligencia en la práctica jurisdiccional, y la omisión
de la conducta debida.
c. Decoro
El decoro es la virtud del juez que consiste en actuar con dignidad en el ejercicio
de su cargo así como con honor, respeto y consideración en sus actos,
proyectando ante su comunidad sus valores y cualidades morales. Los vicios que
atentan contra el decoro del juez son el descuido de su persona, la falta de
coherencia entre su conducta y su imagen.
El decoro exige respeto a las personas sólo por su cargo sino por ser tales, como
es de observarse en la siguiente definición:
- Honor, respeto, reverencia que se debe a una persona por su nacimiento o
dignidad.
d. Rectitud y firmeza.
El magistrado no puede ser una caña que se la lleve el viento, sino un hombre
firme por la rectitud y profundidad de sus palabras y sentencias, y moral por su
intachable conducta.
La rectitud es la virtud del juez que consiste en actuar con exactitud y justificación
de sus actos demostrando, además, la firmeza de sus decisiones.