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El ensayo como género

"Las obras de arte nunca se acaban -dijo Valéry-: sólo se


aDandonan." En
el terreno de la escritura, este carácter pcr._
petuâmente inacabado
de cuanto el ardsta emprende, a lo
Ia fadga o la desesperación ponen punro finai,
::."ól:
ne su plasmación tie_
más níridà en el ensayo. È., su origen, el
la opción del escritor que aborda un ,.nlà'.uyo
l}=o esy complejidad
;1Trn" sabe de anremano que Ie desborc{an.
r'l ensayista no es un invasor
prepotente, ni mucho lrenos
un conquistador
de la cuestióntratada, sino todo lo más un
aud,az,quizá sólo.rn
lifl:*g"r
ò-()s un stmple fisgón. nEnsayaro "spía,
en el peor de los ca_
es realizar de modo tentati_
voÌn gesto que uno aún no sabe cumplir
con plena eficacia:
como el niño que
quiere comer rolo y.uya madre le ha cedi_
uu^la cuchara se lleva
un trago temlrloroso de sopa a la
ooca' convencido
de que nunca lograrâ acabarse todo el
Prato sln ayuda. También ensaya el actor
el papel para cuya
representación
aún no ha llegado la hora; y cuenra con la
lllnatia del público escaso que asiste a su-esfuerzo, urlos
li,iT.. amigos que tienen mis de cómplices que cle críricos
severos.
Montaigne, que juntamenre invenróel género y
,^ l,o:-:ro
ro llevó a sus más alÞs coras de perfección,
dðnominå
::Ìtîyît]: a cada uno de los þnreos reflexivos de la reali_
que- le ocupân: son experimentos literarios,
llllu,otll
aucobtográficos,
filosóficos y erudito, qu. nunca prercnden
establecer suficientemente
y agotar un campo de estudio,
más bien por el co.,irario desbordarlà, ,o,rp",
;111
costuras, convertirlo ,u,
en estación de tránsito hacia otros
remoros. Montaigne inicia el gesto del sabio que
,q::rllt*:"
qesrlla
ordenadamente por su saber.o-ã pot. terreno
con_
l;crt ¡u t tl r ¡ S¿ L,ttî¿.'r
l:,1 ensayo Llntto {¿ilcro

qltistaclo, pero lo abandonl a ¡neclio camino p¿ìra ¿ìclopt¿tr


mentaci<lnes. Así Montaigne retocó sus ensayos una v otra
la acdtud más v¿rcilante o irónic¿r clel rnerocleador, clel que
vez, casi hasta el día de su muerte...
está cle pâso, cle aquel cuyo itinerario no se orienta
según un Es característica clel ensayo -este género lo suficienre-
mapa complero estableciclo cle anremano, sino que se cleja
mente complejo y ondulante como para que sólo de modo
llevar por intuiciones,.por corazonaclâs, por atisbos fulgu_
ensayístico poclamos también referirnos a él- la presencia
rantes que quizá Ie obligan a carninar en círculos. Se dirìge
más o menos explícita del sujeto que lo escribe enrreverada
al lector no como a un discípulo, sino como a un compañe_
en sus razonamientos. En el ensayo el conocimiento y sobre
ro. Hace suyo de anremano lo que luego dejó dicho muy
todo la búsquecla de conocimienro tienen siempre voz pcr-
bien Santayana en su magnífico .nroyo-? es poetas
fibsá_ sonal. También en esre punro difiere deluarado. Cuenia el
o5s¡ breve y dulcemente irónico significa
{os, år, por'r.ni"_ humorista Julio Camba que cuando uno pide alguna infor-
da la inreligencia murua , y dar por sentada la inìeligencia
mación a un bobby inglés, el agente responde sin mirarle a
mutua quiere decir creer en la amistad,.
los ojos, porque <no nos responde a nosotros, sino a la so-
En Ia ruíz misma del ensayo esrá pues el escepticismo.
En ciedad". El tratado también prefiere la impersonalidad de la
este aspecto, es lo opuesto al tratado, que se asienta
en la ciencia, que habla desde lo objetivamente establecido sin
certeza y en la convicción de esrar en poiesión de la
verdad. hacer concesiones a la individualidad de quien ocasional-
El ratadista plantea: esro es lo que yo sé; el ensayist, ,e
mente le sirve de portavoz. En el ensayo, en cambio, siem_
avenrura por el rerritorio ignoto del
"¿qué sé yo?o. Él tr"rr_ pre asoma más o menos la personalidad del autor, siempre
dista arrastra el tema frente al lector, bi"n ..,."d.nado,
para se hace oír la persona, lo individual, la subjetividad qr:á ,"
que pueda palparle los bíceps y mirarle la clentaclura
.áåo n asume como tal y se tantea a sí misma al
un esclavo puesto en ventâ; en cambio para el ensayista formar cuerpo con
la lo objetivamente concretado. El tratado parece pretender
cues.tión abordada permânece siempre ìntratable,
r"b.ld., alcanzar la verdad -aunque no sea más que la verdad cientí-
huidiza, emancipada. Mienrras el riatadista sabe rodo
de ficamente establecida en un momento dado- mientras que
aquello de lo que habla, el ensayisra no sabe del todo
d. quã el ensayo expone un punto de vista. y siempre en perspecti_
habla y por eso cambia sin demasiado escrúpulo
de teår, va desde dos ojos rerrenales y no desde la ilariviáente om_
veleidoso, inconsrante, un Don
Juan de las ùeas, p.ro uí nisciencia divina. Lo cual en modo alguno implica renuncia
Don Juan por inseguridad o por timidez, no por
ãbusiva a la verdad, por cierto, sino que la persigue por una vía qui_
arrogancia. De nuevo el maestro es Montaigna, gr".,
mero_ zá aún más realista... y verdadera.
deador en rorno a cualquier punro y a parri;
de ãualquiera, Lo malo es que hoy las cosas ya están mucho más mezcla_
experroen divagaciones, dueño del artã de la asocia.ì¿n
U_ das que en riempos de Montaigne. El ensayismo se ha hecho
bre en el plano especulativo, a quien nunca f"ltrn
,.$siros menos literario y más científico, algunos ensayos de ayer
en el perpetuo soliloquio âcerca de sí mismo
al que ån ur_ son leídos ahora como cuasi-tratados, los tratadistas *anrr_
rutos remilgos nos convida. por supuesto, el inacabamiento
del ensayo pertenece al plano temático, no al formal.
yizan, voluntariosamente sus mamotretos para llegar a un
Aun_ público más amplio que el esrricamenr"
que el ensayista no agota nunca la cuestión que
puede extenuarse en cambio puliendo sils
aborda, cializado. El tratado tradicional se dirigía ".ãdé-i.Jo.rp._
a un púb\ico càu-
líneas tiuo, es decir que profesionalmente no tenía más remedio
y añadiendo puntualizaciones circunstanciales ""p;;;;;
,,r. que leerlo para graduarse como competente en la materia;
" ".gu_
to I¡( r t k¡, t (i ( t S d L'd te I

el e'sayisra elì canìbio ha buscacro siempre lectores


miscerá-
neos y voluntarios, rcclutados en todos los campos
sociales
e intelectuales, por lo que ¡ro tiene más remedio
que recurri,
a las arres de seducción expresiva. pero en la acùalidad
los
públicos caurivos se han hecl.ro escasos y sobre rodo
resul_
Justificación
tan más difíciles de rentabilizar dada la comperencia de
ofertas-, de modo que nadie renuncia del todo porr.r
ru pã_ En filosofía no es fácil decir algo pasablemenre nuevo sobre
" cuandå
quito de ensayismo en lo que escribe. Sobre toão
el cualquiera de los grandes temas que ocupan a esa venerable
tratadista es heterodoxo y avennìra planteamientos
a los tradición intelectual desde hace ranros siglos; pero aún es
que la oficialidad académica difícilmente brindará
su nihil más difícil añadir algún nuevo campo de reflexión a su an-
o.bstat. Täles herejes suelen los
-que ser mejores creadores cestral repertorio de perplejidades. El dubitativo yo carre-
de conocimienro en la modernidad- han de úuscar p"r"
,u, siano, la exploración matemática del infinito por Leibniz, el
heréticas intuiciones o razonamienros el refrendo åe
l.cto_ contrato social en sus diversas versiones, la sexualidad traí-
t.-r.:¡n cáredra hi púlpito, pero influyenres como opinión
pública... da ala palestra pudibunda por Schopenhauer y Freud... son
P9l eso los ensayos que se han seleccionado para esra co_ algunos de los dominios inéditos -famosos pero escasos-
.lección no que aparecen en la modernidad junto al ser, el poder políti-
siempre responden a los criterios det ensayo
(puro>, si es que tal cosa puede darse, co, la libertad, el tiempo, el conocimiento y demás ãrorn-
sino que asumen con
su nómina la complejitlad borrosa que alcanza el género bros habituales de la metafísica. En el siglo que ahora con-
en cluye no se han planteado tantas cuestiones nuevas como
la actualidad. EI único crirerio empieaclo p"r" .r.õg.rlos es
que sean obras decididamente releuantes,es decir,
pareciera prometer nuestra época vertiginosa, si exceptua-
.ãp".., mos el análisis del lenguaje que han intenrado los anglosajo-
s.u vez de engendrar nuevas vías fecundas de ensayismo. "
To_
dos ellos son piezas abiertas, no clausuradas sotre sí nes y las mediraciones regionales que suscitan las indusrrias
mis_ propias del momenro: por ejemplo el totalitarismo o la ma-
mas: no representan la última palabra sobre los temas
tra_ nipulación genética.
tados, sino la primera de una nueva forma de enfocar
cuestiones principales de la época conremporánea. Pero Michel Foucault ha sido uno de nuesrros raros con-
temporáneos verdaderamente innovadores: no tanto por
Fernando Sauater sus aportaciones en ningún área clásica de la filosofía, sino
por haber señalado que había nuevas áreas por descubrir.
Al comienzo de la modernidad,la gradualmente emancipa-
da razôn humana (laica, empírico-matemática, con afanes
cómplices de conocimienro y de dominio) se aplicó a los ob-
jetos del universo; poco después exrendió su interés a los
sujetos, y aquellos desarrollos técnicos que primero sirvie-
ron para manipular las cosas se complementaron con otros
similares para manipular a las personas. Vinculación entre
saber y poder: sólo alcanza poder quien de veras sabe, sólo

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