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Desde su nombre estaba signado que iba a ser distinta. Entre 1922 y 2015 solo 47 personas fueron llamadas
Isela, según el Registro Nacional. Ella, sin embargo, ya era la cuarta en su familia. En 1971, cuando nació,
quiso el destino que sus padres estuvieran en San Pablo y que Isela Costantini haya sido la única argentina en
llevar ese nombre. Desde entonces, la historia muestra que la casualidad lejos está de ser parte de su destino.
Su currículum la describe como la primera mujer en ocupar la presidencia de General Motors Argentina,
Uruguay y Paraguay, la primera en llegar a la presidencia de la Asociación de Fabricantes Automotrices
(Adefa), la número uno en liderar el influyente Coloquio de IDEA y quien logró presidir Aerolíneas
Argentinas y Austral. La revista Fortune la ubicó entre las 50 mujeres más poderosas del mundo de los
negocios de América Latina y forma parte también de la excepción a la regla entre los CEO locales: su carrera
fue Comunicación Social cuando el 85 por ciento de quienes ocupan esa posición son ingenieros o licenciados
en Administración de Empresas.
Hoy su libro Un líder en vos (Sudamericana) se convirtió en best seller y le llegan mensajes por todas las
redes sociales: desde madres que deciden ponerles su nombre a sus hijas hasta empleados de Aerolíneas que
extrañan "las cartas de Isela" con las que solía comunicarse.
En una charla franca con la nacion revista, habla de sacrificio, del dolor, del éxito y de lo importante de
reencontrarse con el disfrute. Para ella el techo de cristal existe, pero le da otra connotación. "Si es de cristal,
implica que se rompe con un martillo o incluso con una piedra. La clave es ser uno mismo", grafica.
- ¿Qué tan planificado fue aquello de ser la primera en...?
-Nunca lo fui pensando así, como romper metas externas, sino metas propias, qué podía hacer yo. Siempre
tuve eso de no querer hacer las cosas en forma mediocre. Si las voy a hacer, quiero hacerlas bien. Es lo que el
atletismo [deporte que practicó en el colegio] me dio: vos competís contra tu propio tiempo, contra vos
mismo. Por eso fui rompiendo mis propias barreras, mis propias metas, y esas metas, de repente, o por
casualidad, eran barreras externas. La primera conducción de Adefa, para mí, llegó porque la presidencia se
rotaba por orden alfabético, tocaba la G, y yo estaba en General Motors. Siempre tuve ese espíritu, como en el
Coloquio de Idea, cuando Miguel Blanco (director ejecutivo) me propuso conducirlo. Le dije que la única
condición pasaba por hablar de un tema clave: la integración. Me parece que la Argentina necesita más
integración, y por eso siempre fui por los grupos donde creía que podía aportar algo.
-Cuando mirás hacia atrás, ¿qué sentís?
-Veo tantas cosas. Veo satisfacción y crecimiento personal. Obviamente que con eso vienen dolores. Uno trae
en su mochila y en su corazón todos los sufrimientos que tuvo y que pasó. Son cosas que van en paralelo a tu
carrera, a tu vida. Alegrías y frustraciones. hay de los dos lados. Tengo recuerdos muy fuertes. Como soy una
persona apasionada, termino extrayendo lo positivo de las cosas.
-¿Qué te trajo mayor felicidad y mayor dolor?
-La mayor felicidad han sido los hijos. El desafío de educar chicos, esa felicidad de conocer un amor
incondicional, que es inexplicable y solo el que tiene la posibilidad de ser padre o madre puede experimentar.
Tengo muchos dolores
escondidos. Me ayudaron a
fortalecerme como persona. Son
dolores muy personales.