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i), z>,
y otra, equivalente a la apical española, registrada con <s,ss>. Pues bien, que el dialecto cuzqueño
haya tenido dos sibilantes es algo que no sorprende ni menos escandaliza a quien conozca las
variedades centrales y norteñas de la lengua. [...] De manera que así como la variedad jaujina
distingue dos sibilantes: /s/ dorsal y /š/ palatal, así también el cuzqueño del siglo XVII diferenciaba
dos de ellas, sólo que, en el presente caso, no es fácil dar con el equivalente de la segunda de las
citadas. ¿Habría sido ésta una palatal /š/ como la jaujina? No lo parece, desde el momento en que el
mismo Gonçález Holguín se adelanta en advertirnos, en las páginas iniciales de su obra, que en la
variedad cuzqueña “no ay vso” de la letra <X> (“Al lector”, op. cit), y, como se sabe, esta grafía
representaba por entonces a la sibilante palatal [š]. Por consiguiente, descartando dicha posibilidad,
no es aventurado sostener que la naturaleza de la articulación de la segunda sibilante cuzqueña
debió estar muy próxima a la de la apical castellana. [...] De todo ello ahora resulta perfectamente
comprensible por qué, para registrar el nombre de la capital imperial, se echó mano, no de la <s>
sino de la <z>, pues entonces, como ahora mismo, el topónimo se pronunciaba [qosqo] y no [qoşqo].
Rodolfo Cerrón-Palomino.13
Historia[editar]
Mapa de lo que fue Cuzco en la época incaica. Se puede apreciar la forma de felino que se le
atribuye haber tenido en esos tiempos.