Vous êtes sur la page 1sur 33

EL MATR|MONIO, CORAZON DEL MUNDO

IO, Fricdrich Heer

FRIEDRICH HEER, eI filósofo austríaco que


es a la vez historiador, dramaturgo, periodis-
ta y catedrático de la Universidad de Viena.
es un hombre que vive apasionadamente los
dramas que agobian a los hombres de hoy.

EN EL TRABAJO que aquí ofrecemos a nues-


tros lectores, Heer aborda el tema del ma-
trimonio partiendo de la crisis en que se en-
cuentra actualmente. Crisis que proviene, se-

frieártcfeer gún é1, entre otras razones, de la concepción


puramente <Iaica> que se da del matrimonio.

AHI ES donde el autor centra su estudio. A su


juicio. el desconocimiento de Ia sacramenta-
lidad del matrimonio conduce a un estado de
vida que - situados en la óptica de la Iglesia
.v de su proyección hacia la sociedad - se con-
t'reta en ia falta de autenticidad de los cris-
lianos y los hace impotentes para afrontar
st'riamente los problemas actuales. Heer en-
t r<¡nc'a eI matrimonio con el destino de la
Iglc.sia, de1 pueblo, de la sociedad; esto im-
¡rlit'a una íntima comunión entre el amor dj-
','inc¡ y el amor humano, un acercamiento a
I)ios y ai cónyuge a través del sacramento,
r¡rrt' hace de los esposos elementos dinámicos
rlr, rrn mundo en construcción en luga¡ de
i r r r ¡ t i l i z a r l opsa r a l a a c c i ó n .

l.A FALTA de profundidad en la vida matri-


nronir¡l cr.¡nducenecesariamente a un estad<¡
rlr, ¡r¡¡-¿rtisfacción que se traduce en la evasión
rir.l hr>nrbre hacia el mundo material, a la
('r'('ir('i¿)r) de unas necesidades puramente fí-
sir':rs <¡rrc le sumergen en un universo total-
r r r r . r r l tr' ' x t c r i o r i z a d o y q u e , p o r p l a n t e a r s e a
ollo nir,'r.1.r'ierran 1a puerta a toda posibiii-
ri;rrlrit' solttciónhumana.

('()N't'()lX), I{eer nos da una visión optimis-


l l r r l t ' t ' s l ; r c r - i s i sd e l m a t r i m o n i o , p o r c u a n t o
l:r corrsirlt'r'l¡ necesaria en orden a renovar
t o l ; r l r n t ' n l r 's r ¡ í n t i m a e s t r u c t u r a y s i t u a r l a e n
l:r ¡rcrs¡rcctirr:¡divina, de forma que ello per-
n r r l c o ¡ i r . l r t : r r l ¿hr a c i a s u p l e n a m a d u r e z .
colección navidad
FRIEDRICII HEER

ET,IVIATRIIITONIO,
TORAZON DEt IVIUNT]O
Traducido del alemán por KONRAD RATZ

)t(
nY ví un cielo nuevo y una nueva tierra.,'> EDITORIALNOVA TERRA
n$l.'a ( A p o c . , 2l1) , Baños Nuevos,12
BARCELONA - 2
Tftulo ortginal: EHE IN DER WELT
@ by Glock und Lutz Verlag, NÜRNBERG
Portada dlseñada por LLEONARD

@ by EDITORIAL NOVA TERRA


Prlmera ediclón: diciembre 19ó6
Reservadostodos los derechos

PRÓLOGO

Este libro, pegueño en volumen, Pero grande en confenido,


Depósltole$al:B, 35.764'7966 gue presenfqmos hoy en versión cclstellsnc, recoge eJ texto de
Printed ln Spain - Impreso en España un discurso pronuncic.do por Friedrich Heer con motivo de unc
Asarnblea nocional de cotóIícos celeb'roda en Aquisgrán en eI
Año Mqiano de 1954.EI e¡udito autor o:ustríoco - historisdor,
dramoturgo, periodistc y cotedtítico de la Universidod de Vie'
nc * es a:n cstóIico (comprontetido'. Psrticipcr cpcsioncdc¡nen'
te, con sus grcndes dotes polémicas, en las dlscusiones en tor'
t. G, BARCINO - Córccso, 20¡l' Trl. 23917 05 Sorcalona-lI no o problemcs csndentes de nuesftcr época; democrdcid, lgle'
sio, rnqt¡imo¡rio. Sus qtirmdciones,'siempre muy díscutidas, fe
FRIEDRICH HEER EL MATRIMONIO, CORAZON DEL MUNDO

hon volido eI colificativo de


"catóIico de izquierdq", cg.lifico'tivo trecuente uso de símiles. EI mqtrimonio, como anión de seres rq-
que, q nuestro juício, se debe más bien o su frongueza personal dicqhnente diferentes, se convierte en símbolo de un cosrnos gue
gue oI fondo de su mensaje. nqce, gue concrece dolorosqmente de fuerzas antagónicos. los
"EI mqtrimonio está en crisis." Con estq o.firmqción genéri- esposos crisfiqnos estón llcmados q coodyuvor en este <ncrci-
ca y tajonte, Heet inicis su temq. Lo desqrrollq qdmirqblemen- miento", misión ésfc gue sólo podrán cumplir cuqndo ellos mis-
üe, exponiendo Jos hechos antropológicos con visión intuitiva y mos rencÍzcqn, obriéndose qI crmor, q lq ccridqd y o Ia di¡nen-
lenguaje sugestivo que logra hqcer otrqnspclrente y diáfono" sión pneurn &tico, religodo.
Io eslructu¡q ónficq del motrimonio y el "proceso producfivo" T¡qs hqber enunciado los peligros gue se derivan para, eI
gue denfro de éI se reqlizq o debierq realizdrse. mqtrimonio de Ic materiolido.d del mundo, de Iq sexualidod, del
EI outor enfoco un ospecto del motrimonio que, teológica- tiempo y del ombienfe gue Ie rodeq, eI qutor señalq de modo
menfe hoblondo, perfenece o ]os .fines secundqrios,, o seq q convincenfe eI doble efecfo de tales peligros, mostrq.ndonos sus
Io perfección de 1o.vidq en común de los esposos. Conviene hs- ospeclos provechosos y solvíficos.
cer dos qclqrqciones previos paro evitor interpretaciones erró- A través de fodo su esfudio, Heer rinde un homenqje Íervoro-
necs.' so q lc¡ mujer, cuyqs virfudes esenciales -paciencia, modero-
ción, tenqcidod, ¡ecJismo- juzgo de importcncio ccpital pcro
1." Heer no prefende en modo olguno tergiversar eI orden ímpedir Iq qutodestrucc'ión detr vqrón y 1o de un mundo regido
de prelación ent¡e 1o [inolidod primaria (procreaciód y por eI ciego instinfo mqsculino.
Ios fines secundqrios del mqtrímonio; 1o gue se propone Este libro no es de lectu¡q cmenc. Exige reflexión, tomq de
es fundqmentor antropológicomente Io gran importoncio conciencicr. Como Heer toca en Io vivo, sus cseverqciones levqn-
de dichos fines secundqrios, qfirmqndo incluso que, en tqrán to;ntqs críticas como crdhesÍones. Pero en fodo cqso, qbri-
Ios momenfos crucioles que vivimos, eUos esfdn liomq- rán horizontes insospechqdos cI lector inquieto, cnsioso de orien-
dos q jugor un papel decisivo en Iq configuración del tqción.
mundo presente y luturo.
Conrod RATZ
2." Heer empleq eI térmíno nmqtrimonio> en un senfido muy
lato, o.bo,rco:ndono solqmenfe Iq unión del hombre y Ia
mujer, sino fombién lq exisfente entre Dios y eI hombre
(rcIigacíón) y entre eI hombre y sus semeianfes lcoridod).

De ello se trqsluce ya que eI pensarniento de Heer reposc


en und se¡íe de anoloqías ónticos, Io cuol explica fombién el
?E .

El moirimonio estó en crisis. La crisis del mqtrimonio es la


mqnifestqción más visible de lc crisis en que se encuentrq el
hombre de nuestrq erq. Pero mientrqs que en otros ómbitos estcr
crisis puede ser qcqllqdq o silencicrdq. esto no es posible en el
úmbito del mqtrimonio. Su situqción precoria es demqsiqdo evi-
dente. Puede decirse que lo crisis de nuestrq erq encuentrc su
expresión mós profunda en lq crisis del matrimonio moderno,
lo cuql significc que oquí se hqcen visibles fuerzqs funestcs y
sclvíficcs que, proyectándose en el ámbito de lq sociedcd y del
Estodo, de la Iglesic y de lo Humqnidod, determinqn el males-
tqr, el desososiego y lc opotíc que ccrocterizcn q nuestrq erq.
Antes de que en lqs páginos siguientes intentemos estudi<rr el
mqtrimonio en el mundo y sus problemcs en uncr époco inter-
medic de tronsición q otrq erq, debemos por de pronto hqcer
lcs siguientes observociones:
12 FRIEDRICH HEER EL MATRTMONTO, CORAZóN DEL MUNDO 13

1. Lq crisis del mqtrimonio es unq crisis necesqriq, porque no en el órbol de la cruz, pqrcr que, de donde procedió lq muer-
de ellc deberó formqrse un hombre nuevo y unq dimensión ie, renqciese qsimismo lo vido, y el que en un órbol venció, fue-
cristiqnq renovqda y mós profunda. Por lo tqnto, no son con- se tqmbién en un úrbol vencido: por Cristo nuestro Señoro. Pcrrq
venientes las quejas ni lqs inculpcciones, sino que debemos nosotros esto significo: peligro y oyudc se encuentrcn y cctúcn
qnqlizqr lqs circunstqnciqs y darnos cuentq de cómo se encuen- esirechsmente unidos; los mismos medios y fuerzos que qccr-
trqn en ellqs, en unión singulcr, lc condenoción y la grocic. rreqn el mcl pueden tombién se¡ útiles poro el sqneqmiento. Lq
cfinidcd etimológica entre (venenoo y "dódivc¡n, existente en
2. La crisis del mctrimonio determinq esenciclmente los olgunos idiomas fGiff, que en qlemán significc veneno, en inglés
mqles mós profundos y rodicoles que aquejan c lo Cristicndqd sigaificcr dúdivc. Y Mitgift, en qlemón significc dote), tiene su
de hoy: el esccso poder irrqdiqnte de los cristiqnos, su falta de pcrolelo en Medicino: lo que puede ser un veneno mortql es
cutenticidqd, su poccr copcrcidod pcrcr vivificcr este mundo uni- tqmbién cr veces un medio curqtivo.
tqrio, ,creqdo por Dios, con lqs fuerzqs de Jesucristo; en sumq, Repetimos: lq crisis del mctrimonio es unq crisis necesoriq,
la impotenciq de los crlstiqnos de hoy. Estc impotenciq, de lc: porque de ellc deberó formqrse un hombre nuevo, es decir, re-
que nos ocupcremos más a fondo, es tombién precisomente el novqdo, y unq dimensión cristiqnq renovqdq y más profundcr.
problernc vital pcrc lc Cristicndcd europeo; de ellc se derivq Sintetizcndo, puede decirse: duronte los milenios pcsados el
lc incapccidad de dejcrse trqnsformqr porc luego cambior la mqtrimonio fue unq relcrción mctericl como tqntqs otros, impor-
situcción del mundo; de ellc proviene el cgotomiento de lqs tante y o veces scntificodc; pero lcrs luchqs decisivqs tuvieron
fuentes profundos y la incomprensión de lcs fuerzqs vivqs de lq lugor en otros ómbitos.
dimensión espiritucl, pneumúticc. Y de ellc depende tcmbién, y He cquí dos ejemplos: puede considerqrse como un mito el
no en último lugor por cierto, lq lobor misionql del cpostolcdo, relc¡to bíblico del rey Sclomón con sus quinientos mujeres legí-
sin lc cuql ni lc Iglesio ni lq comunidc¡d cristicrncr pueden exis- timas y sus trescientqs concubinqs, pero lq nqrrqción objetiva
tir como un cuerpo viviente. Este problemc básico se nos pre- de lc Biblic respecto q lqs numerosos mujeres de los reyes de
sentq como el problemo del matrimonio cristiqno fclto de mq- lc Antiguc Alicnzc es estrictcmente histórico. Compúrese, por
durez. ejemplo, lo que refiere I Cróniccs I4,3 y sigs. sobre lcs mujeres
de Dcvid, y II Cróniccrs ll, 18 y sigs. sobre el rey Roboom. hijo
3. Cuando se intentq robustecer nuestrqs fuerzqs mediqnte de Sclomón: "Roboqm crmó q Mccká, hijc de Absqlón, mús gue
q todqs sus mujeres y concubincrs; pues tuvo dieciocho mujeres
lq orqción, el socrificio y el esfuerzo, conviene recordqr lcr ley
rigurosa fijcdo por lo Liturgic, lc representoción más grcndiosc y sesentc concubinqs, y engendró veintiocho hijos y sesentc
y sobricr del troto entre Dios y el hombre y entre éste y Dios, hijcrs'. Carlomcgno, símbolo de honor de Occidente, crrquetipo
concretqda por ejemplo en lc fórmulc del Prefacio de lc Scnta y modelo de todos los príncipes cristiqnos hqstq nuestros díqs,
Cruz: oDios eterno, gue cifrcrste lc¡ s,alvcción del género humc¡- ol gue los teólogos de su corte ensqlzc¡bqn con el cqlificctivo de
L4 FRIEDRICH HEER

(nuevo Dcvid y Solomón', vivió rodeado de uncr multitud de


esposcrs legítimcs y de concubinqs, igual gue numerosos prínci-
pes picdosos hqstc¡ los siglos XVIII y XIX.
El dicho muy corriente en los pcíses de hcblc qlemqnq:
rnit Kind und Kegel (con hijos y bcstcrrdos), expresc certerc-
mente lo que erq eI mctrimonio y lcr fcrmiliq en el mundo mi-
lenario de lc cntiguc Europc y en los demós continentes de Iq
Antigüedcd: un csunto de importcncic jurídicc gue era trqtqdo
por los clqnes fqmiliqres como un negocio de qlto significado
político y socicl; un qsunto muy importcrrte que como tql se
tomc muy en serio, pero cl que no se confiere ningún ccrácter
decisivo, determinqnte, en lcr plasmcrción mús hondq de Ic per-
sonclidad y en lc formqción de su sustqnciq espiritucl. tcs lu-
chcs decisivcs del pascrdo tuvieron lugcr en otros ómbitos: en
los ccrmpos de bctallc de lc guerrc exterior; en lc celdc del
2.
frcile que, en rigurosc disciplinc, subordinq su cuerpo q su es-
píritu; en el gcbinete de estudio del teólogo y, más torde, del Sin embcrgo, hoy rigen los pclcbrcs de Chcrles péguy: olos
nqturqlistq y del filósofo lqico. Pruebc elocuente de ello es el grcndes crventureros del siglo XX serán los esposos cristiqnos>.
reducido número de hombres y mujeres de vidq conyugcl que ta bqtalla decisivq pcrq unq cristiqndqd renovqdq se ribrorá
encontrqmos en el santorql de lcl lglesic. Es más, lcs biogrcfíos dentro del hombre mismo; de ellc depende el renqcimiento del
de esos pocos hombres y mujeres ccusqn lo impresión de que hombre y de la mujer, el renc¡cimiento del pcdr,e y de lc madre
llegcron q scntos porc[ue superqron su estado mqtrimoniql, por- y el renccimiento del niño. De esta bctallo, en cuya vcngucrdic
que pqsaron por é1 como si se trqtqrc¡ de clgo difícil, peligroso se encr¡entrc el hombre de vida conyugcrl, el esposo y lc espo-
e incluso nocivo espirituolmente. sc, depende lc su¡rercción, tcc¡rnecescric, de lc infección mile-
ncria producidc por lq herenciq mcniguea en lq Cristicndqd eu-
ropes; de ellc depende gue el hombre cuide del cosmos, de lq
materiq, del tiempo y del fondo de su propio personq como de
entes cresdos por voluntcd divinc y que se resisten q ser ct¡o-
pellodos y violados por medios duros y tiránicos.
Todo lo gue aguí estó en juego tiene relqción con procesos
de un nccimiento, de un renqcimiento. De ello puede yc dedu-
FRIEDRICH HEER 'ln
l- t) EL MATRIMONTO, CORAZON DEL MUNDO I I

y reconstitu-
cirse que estos procesos qtómicos de disgregcrción Este proceso de desqrrollo presupone Iq plena mqdurqción de
son de un nqcimienio' requieren unct
ción, en cuqnto c fcses ![ue la fuerzq sexuql o trqvés de los temores de lc niñez y de Ic
y unos cuidodos silenciosos apropicdos oI pe-
grcn pcciencic
-¿. sexuclidcd cohibidcr de Iq cdolescenciq, porcr llegcr cr cquello
interferencic pre-
iíodo gestación; se resienten de cuolquier virilidqd y femineidod plencmente mqdurq que es lc que posee
y
cipitadc y tcrmbién de todc publicidcd' Necesitqn' ante todo la fuerzq pcrro soportcr lc reqlidod todq del mundo y ofionzarse
sobre todo, Ic protección de sqntos poderosos' en ellq, y que, simultóneqmente, ha de constituir lc pilc y el
del
Por de pronto opunternos lo siguiente: el entumecimiento cáliz cbiertos q los rqudqles de la gociq, del pneumq y del
hombremodernoenelmiedoylcestrechezdehorizontes;el ágope.
qños posteriores
enfriamiento de muchos, precisomenie en estos Desde los tiempos de Sqn Agusiín y Son Jerónimo, precisq-
cqusct de que tcrn-
c lc segunda Guerrq Mundicl, que hcl si'do lc¡ mente muchos cristiqnos de olto rqngo morql y grondes dotes
ios seres se reduzccrn q unCI existenciq
qnim(Il y biológiccl; lct espirituoles quedan presos en unq sexuqlidqd cohibido de cdo-
mundo'
renuncic ct unc vidq humqncr en plenitud dentro de este lescente. Lqs consecuenciqs son el menosprecio del mundo, del
de Ia dimensión espirituol; eI frío
dentro de lc Iglesicr y dentro cosmos y de Io Historio, considerqdos como mqteriq nefastq
mentcrl, precisamente de muchos cristiqnos' que no Poc<rs veces que hc de ser dominqdq, oprimida; lc represión de la llcmcda
todo esto vie-
reviste cqrcrcteres esquizofrénicos y psicopóticos; vida instintivc ql fondo más profundo de lc personclidcrd; eI
Ios cris-
ne determincrdo por el hecho evidente de que nosotros' miedo c lq relqción íntimqmente libre con Ia mujer y con lcrs
portcdores de
tiqnos, con demqsiodcr frecuenciq no somos yc cosqs, que se consideron formqndo pcrte de estq mqteriq que
qmor porgue no lo hemos cprendido, ni el qmor ni el amcrr' hoy que dominqr; y por último, unq pérdida tremendq de vita-
propics'
Y osí hemos dejodo de constituir zonqs de rcdiqción Iidqd, de reqlidcd, que hcce gue el hombre inhibido qcepte uncr
pequeña porte de lc reqlidcd totql como
zonqsytiemposdelibertad,ynosvemosarrcrstrqdoseneltor-
infunden' "espirituql,, obuenqo
bellino de los gue sufren de ongustic y de los que lc y ureligiosou, mientros gue todo oquello gue el fondo de lc per-
y nos sentimos desgostcdos por los monogers y los comerciqntes sonolidqd no puede digerir y todo lo que el pensomiento no se.
mundo
áel terror. Pero de este modo olvidcmos q[ue un nuevo qtreve q reconocer es rechqzado como brujeríc, condenqdo
renovcdo perteneceró c crguellos que le infundqn clegrío Y que como un mundo enemigo o quemcdo como herejío... Chqrles
le enseñqn cr ctmqr Y c vivir. Henri Nodet, en el volumen .Mystique et Continencer de Études
pues, Dios cl hombre cr su imqgen' c imcrgen de Dios Cormelitoines (Pcrís, 1952), señclq cómo Scn Jerónimo, modelo
"Creó,
creóle,mcrchoyhembrcloscreó''EsterelcrtodeGénesisl'27' de miles de personolidodes cristiqnqs qltqmente dotodas con el
sóIo
indicc el hecho cmtropológico más importante: el hombre tqlento y lc grccic, quedó oprisioncdo durqnte todq su vidc por
su plenitud humqnc si no
existe como vqrón y mujer. Mologrc lo ongustic y lcs inhibiciones de unq sexuolidod de qdolescente
qlccrnzq. su plenc rnadurez como hombre y como muier' es d+ que, sin remisión, conducen c unq especie de esquizofrenia.
cir'sinosedesqrrollqhqstc¡suplencvirilidcdofemineidod. De cguí qrrqncq el temor ql sexo que experimentan omplios
lo
_LO
FRIEDRICH HEER EL MATRIMONIO, CORAZóN DEL MUNDO 19

europeo seq'¡íc-
círculos cristiqnos, csusct d'e que Ia Crisiiqndoci El hombre encuentrq unq evqsión en lq cctividcrd exterior,
leo Ic obrcr de
timo del mcrnigueísmo unq y otrcr vez' Quien en los negocios, en el octivismo, en unc¡ ciertq políticc y en una
qmor> y ios estudios de G' Sie- cierta dirección de lq Economía que se diferenciq muy poco de
August Adcm .Lc primocío del
werth, de Fritz Leist y del protestcnte Otto Pieper' podrá corr- lq dirección de lc auerrq, pero todo esto no es si no unq mqni-
por el
prender algo sobre los síntomcs del ornbiente crtenqzqdo festcción evidente de que no crprendió lo primordiql, lo necesq-
lqs mismos mul- rio: el encuentro qrnoroso con el prójimo, con el hornbre siempre
Liuao y .ro"ío de crmor de los cristi<¡nos de hoy:
desvergonzcrda o completomente diferente, que no quiere ser utilizqdo ni qvqsq-
iitudes que se escqndqlizqn qnte uncr modo
películcs' permone- llcdo, sino gue aspiro a ser qceptqdo en todq su olteridcd ine-
ante ciertos qspectos eróticos de novetrqs o
cen impcsibles crnte lqs crueldades de 1as guerros y lcs born- ludible. Ahora bien, no hcy nodcr que represente lc qlteridod
de sus hermq- del prójimo de formq tcn impresionqnte e imploccble, tqn clqrq
bcs ctJmicqs, 'cnie lqs conciencicrs atribulcdos
más fundqmentc-
nos, qnte lqs innumercrbles violcrciones de los y vigioroscr,como lq personcr que formc porte de la parejc con-
de esiq Tierrc' yugci: el hombre y lc mujer.
les derechos de1 hombre en todqs lcs iatitudes
Ic sociedcd de
Pqrece como si el cosmos y la crección enterc¡' Es en iq estructurq íntima del mqtrimonio donde se decide
problernc ccn- si la qctuqción del cristiqno en el mundo es unq huÍdcr hqcicr
hombres y cosqs, quedosen reducidos a un sóIo
inferior' c un cuerpo su- lqs cosqs mundcrnos, un nqvegqr con lq corriente, o bien si 1o-
dente: cómo someto mi cuerpo físico'
y cómo me
perior, erróneqmente considercrdo como espíritu; grc creor unq bqse legítimc, crutóctonq e integrol poro proyectcr
que son los únicos
rnontengo libre de los peccdos de lq cqrne' lo influencia político, sociql y económicc del cristicno en el
que de hecho ,""Áo"idos como tqles' De cquí orranco 1o mundo; estc proyección es como un despliegrue de potencioli-
"or, cristiqnos frente
terrible indiferenciq existenciql de los círculos dcd crisiicnq, unq irrcrdicción de sustancicr cristiqnq necesqricr
de los demós hombres' y ncturol porque se prop'qgq q sí mismq; es unc presencicr y
cr los sufrimientos de los demás pueblos'
Y es que tod<rs los un testimonio de fuerzqs sristicrncrs proyectoilos sobre un mun-
de los que piensan de diferenie rr¡qnercr'
el fondo
dis;onibles se consurnen en oprimir y d'ominar do de seres muy distintos entre sí, de enemigos gue paulatinc-
"rr.rgío, persona' Esicr posturc
<rnímico. eI espccio íntimo de lc propiu mente hon de ser convertidos en colqborqdores, preciscmente
de lc¡ conciencio' por lc lobor y el smor de los cristiqnos. Si algunos cristiqnos,
tiene tres consequenciqs: eI embotamiento
puesto gue sus energícs estón dirigidc¡s h<¡cic un cornplejo pqr- olgunos ccrtólicos, creen poder prescindir de estq base que qrrqi-
cicl que lqs tiene .i
,t,"o continucr sobretensión; eI no ver Ia Eq en lq esenci,q cristiqnq, y que debe ser qlconzqdq en eI ql-
en crprender y
misión principcl de los cristianos, que consiste tor y en el mqtrimonio, pronto se convertirán en víctimqs de
qmor dcrr sus enemigos, qunque opcrentemente seqn ellos los vencedores.
practicar el qmor y con lq fuerzq libercdc de este
capccidcd de co- El que c hierro mqtcr, q hierro muere; sólo cguel que cctúa pcr-
testimonio vivo dei reino de Dios; lc escqscr
y su impotencic pcrrc soportcrse tiendo de un núcleo de irrcdicción esenciqlmente cristiqno se
municcción de los cristiqnos
mutucmente en su diversidcd creqdc¡ por Dios' scrlvqró de cquellcr diqlécticq diobólicq que el joven poeta ccr-
20 FRIEDRICH I{EER

en plenc segundcr Guerro


tólico inglés Ccmpbell expresó crsí'
nos convertimos en todo
Mundiot: .We become o1í we Íight''
cguello gtre combctimos'

3.
No pocos hombres y mujeres considerqn un mqtrimonio como
logrcdo y hastc ideql cucndo, como suele decirse, lq relcción
se¡nrql entre los cónyuges funcionc¡ bien; el mcnido se ocrrpc de
su profesión, de los csuntos externos de su fcrniltcr y de su posi-
ción sociql y políticc; lc mujer se limitc <r sus quehcceres do-
mésticos, a lq criqnzq y eduocción de los niños, c tomcrr porte
en alguncr gue otra diversión de fin de semcrncr y clguncr vez
c pronuncicr, con sucvidcd, unc palcbra f[ue trqiciona uncr dis-
crepancio de opinión, un punto de vistq diferente, pero que el
mqrido no tomq dernqsiqdo en serio. Ac<¡so opine el lector que
estc imugen constituye mús bien uno coricqturc del mqtrimonio
o lc cntigucr usonzq; pero es indudable gue de no hcber existi-
do tantos mqtrimonios de eskr índole en nuestro siglo, lcr ctis-
tiandad europec nor se hcbría lcnzqdo tcn despreoanpcdcrmente
c dos conflcgrcciones mr¡ndic¡les. Este .dulce hogcr" esconde
,, FRIEDRICH HEER EL MATRrMoNro, coRAzoN DEL MUNDo Zg

eI infcu¡tilismo de unqs relcciones cornpletqmente inmqdurqs Esta cstoiicidad cbiertc¡ es preciscmente lq que se ctreve q
entre los esposos, y con ello el oriEen de iq inccpacidcd de qcogerse y entregcrse a lq exponsión qmorosq intimísima de lc
crmbos pcrc orientqrse en el mundo cctucrl, con sus múltiples Divinidcd trinc y filcrntrópicc (parc recoger unq fórmula de orq-
cspectos beneficiosos y nocivos" y pqrq intervenir qctivqmente ción de lc lglesic orientcl). Estc Divinidqd hina nos obligc c
y csumir lc responscbilidcd del curso y destino de lc lglesic, confic¡r en los designios impenetrcbles de Dios pcdre en lc His-
de lc¡ ncción, del Estcrdo y de lc sociedcrd. toric y en el presente; q honrqr en todo hombre qI oalter Chris-
Is tqn deplorcdc homomcsificqción crrcmcq y tiene su cen- fus), es decir, a Cristo mismo, y q reconocerle como hijo de
tro precisamente en este tipo de mctrimonios, en el que codo Dios; nos señclc cdemós que el Espíritu Santo es juez de nues-
vez son mós esccrsos los contqctos profundos, nnucleqres', qfue tro propio espíritu. El peccdo contrq el Espíritu Scnto no tendró
libercn lcr energícr por lcr que se llegict tl lc eclosión del núcleo perdón jcrmós, nos enseñq ]esús. El peccdo contrq el Espíritu
personcl más profundo del hombre y de l,crmujer. oEl vulgc¡r go- Scmto se mcnifiestc en el qnhelo del hombre de convertirse
zcrrse mutuqmente, el encuentro superficicl y el tan estimqdo en Dios, de poseer c Dios y disponer de El porc sus propios fi-
crdcrptcrse y sincronizcrrse en lo externo, conduce <r los esposos nes. Ahorq bien, existe unq estrecha relación entre la pérdidc
a un conformismo e igucldcld crpcrrentes gue hccen que recccio- de realidad de los cristianos y su cfón de posesión. tcnto se-
nen cr los ccontecimentos de lcr vidcr públiccr de forma magui- xuol como nqcionql y religioso. Lo. rciíz de este mcl se encuen-
nql y secrn inccpcrces de tornqr posiciones es¡rontóneomente, trc siempre en el qfóm de posesión sexuql. tq formc tan terri-
movidos por el impulso de su núcleo personcl profundo, que blemente naturql en gue no pocos hombres hcblcm de .su, mu-
penncmece enccpsulcdo. " jer es pruebc eloc¡¡ente de esta extremc decadencio.
Esta formq outoritcria de mc¡trimonio, en lq que el mcnido
domincr sobre su muier y sobre su fcmiliq exteriormente, es a
todas luces incupcrz de desarrollar cguellc cctolicidad gtre estú
realmente c¡ lc altura de nuestro tiempo: lcr ac'titud críticc¡ frente
c todqs lc¡s cosqs y fenómenos de nuestrc époccl, q[ue se mues-
trq sincera con muchos (noes, concretos y clgún asíu condicio-
ncdo; estc¡ cqtolicidad qbiertq que es la úniccr que puede cons-
tituir el terreno c¡bonado pcrcr lcr emcncipcción del seglcr, mu-
chcs veces invocc¡dq, Pero Pocqs veces realmente desecdc, yc
eue, humcnqmente hsblando, se confunde con el resPeto Prqc-
ticcrdo por hombres libres, respeto q unq plurclidcrd de hombres
y fenómenos f[ue nuncc puede ser comprendidc¡ del todo por
el individuo solo.

[_
4.
El mctrimonio, ql igucl gue el reino de Dios, lcr Iglesic, lc
nqción, etc., pertenece q cquellc¡s realidqdes gue no lrueden ser
<poseídcs). Un nqcionqlismo cerrqdo, un confesionqlismo pro-
fundcmente qnticatólico y un cierto se:n¡clismo son coscs q[ue
se encuentrcn en íntimo relación. El nscionalistc gue quiere
poseer lc nación y utilizcrlc pcrcr sus propios fines, se pervier-
te de lc¡ mismq mcmerc gue el cristiano gue q¡.riere cpropicrse
del reino de Dios y de lc Iglesic pqrq sus intereses pcrtiorlcr-
res; incurre en unc perversión que es lc ccnrsc de lcrs herejícs
ctecs y confesionalistqs en Europo, EI hecho de,que el hombre
no esté qbierto pcrc la recepción de la verdqd toda, y su cfán
y luchc por lc posesión de los bienes mós sublimes y de los
más triviales, crrqncs de que su sexualidqd es terreno cerrcdo.
En muchísimos mctrimonios, y preciscrmente en los llcrmqdos
ubuenos mqtrimonios cristiqnosu, los esposos no se qtreven cr un
i
I

l,_
26 FRIEDRICH HEER EL MATRTMONIO, CORAZON DEL MUNDO 27

encuentro profundo, (nuclecrr). El esposo, el hombre, utilizq cr ciertqmente eligió pcrc que compqrtierq con éI el tólqmo y fue-
su mujer pqrq su propia sctisfacción; la esposq, también cerrq- rq mqdre de sus hijos y c lc gue cprecicr como objeto de vqlor
dc en sü sern¡qlidc¡d, e inhibidc por un fclso'concepto del ncmoro, y trcrtcr, según éI dice, convenientemente; pero no se le ocurre
suele conceder cl esposo este disfrute impersoncl Pqrc no com- ni sospechc siquierc que preciscmente chorc, en el diólogo y
prometer la paz hogcreñc. El resultc¡do es catastrófico, qun cuqn- en el encuentro qmoroso con su mujer, es cuqndo tendrícr que
do qmbos esposos no se den cuenta durqnte todq su vida de empezar su misión vitcl ¡rrimoric, su verdadercr plenitud, su vidc¡
gue deicron de aprovechcr los qbundqntes beneficios que con- de ctistiano, su hombríc, que sólo puede descrrollqrse y madu-
fiere el sqcrqmento del motrimonio, y que se defrqudcnon c sí rqr cucn¡do estó dispuesto q enfrentqrse con el prójimo, con el
mismos, cr lc Iglesicr y cI mundo cl no liberqr las abundcrntes mundo materiql, el Estado y lc sociedad, con ese espíritu crítico
fuerzas del crmor que existícn lc¡tentes en c¡mbos, pero que !pe- y clertc, con ese criterio prudente y excmincdor clue es Íruto
dcron cerrcdcs, sin sclidc, porc[ue no se llegó c un encuentro del enquentro primcrio con su mujer. Lc ineficqcia de tqntas
en el núcleo crtómico de sus personqs. confesiones, lq esterilidod de lc vida de l<r fe, lc poccr fuerzq
Vcrmos c esbozqr brevemente el aspecto exterior de toles en lqs luchqs de lcr vidcr públicc, todo viene determinado por
mqtrimonios sin r¡¡qdurez ni contenido, Pqra comPrender mejor lc negctivc de entregc de muchos hombres respecto c su mu-
su esterilidcd (otrc cosq es que tombién estos matrimonios - por jer y por su foltc de disposición pcrc cceptcr su críticq, su con-
lq misericordic infinitc¡ de Dios - pueden ser fecundos en el sejo y su orientqción. De este modo, el hombte rebcjc cr su mu-
orden nqturql - si bien los hijos no poccrs veces qrrqstrqn todq jer c lcr cctegoríc de hembrq, de ocosq' de sexo femenino; y él
lc vida las cngrustias, temores y complejos no supercdos de sus se degradcr c lc cotegoríc de mqcho tirónico.
podres). Por lq noche el mc¡rido vuelve cl hogor desde su otrc¡ Lc verdqderc hombría sólo qlcqnzc su modurez en la más
vidq, su vida profesioncl, gue no gucrdcr ningunc relcción ínti- estrechc¡ e íntimc colabo¡qción críticc¡ con la mujer, que es lc:
mq con su vidq conyugcl. Gozcr por poco tiempo de lc¡ risa de llcmqdq q ser la educcdorc del hombre, porque ella, con lo
los niños, se enfqda por tal o cuql suceso descrgrcdoble gue ho cyudc de Dios, puede scrlvqrle de su qutodestrucción, y es lc
ocurrido en ccscr, tal vez incluso crccedc a l¡ue su mujer le hq- gue libercr sus energícs potencicles pqrc su cctuqción en lq
ble de sus quehaceres y problemcs domésticos, pero luego no Iglesia, en el mundo, en la comunidqd cristiccna y en lcr soci+
guiere ser molestqdo. Por lc¡ noche gozc de su muier de lc mis- dad. Lq historic de lc Iglesic abunda en grcndes educc¡dorcrs.
mcr formcr mcquinol y cutomóticq con que *trctco c colegos, Hcr hqbido Pcpcs, empercdores y reyes que no hcn tenido nin-
qdverscrios, personqs y cosqs, en los negocios o en el trobajo. gún repcno en dejcrse educqr y formcr por mujeres. Figurcs
Además, después de tqntos esfuerzos se¡ios y cgotcdores en lq como Hildegcrd de Bingen, Brígidc de Suecia, Cctclina de
luchc¡ profesioncl, está demqsiqdo cansado pcrra sostener unct Sienq. Teresc de Avilc y Terescr de Lisieux son eiemplos de
discusión íntima. Tombién ccrrece de lcr energís necesaria para grcrndes mujeres sin lqs cuales clg'unos scntos muy voroniles
prestcr oído a lc suc¡ve voz y súplicc de su muier, c lc que no hubierqn desc¡rollcdo de formq completc su religiosidod
FRIEDRICH HEER
EL MATRTMoN¡o,con¡zóN DEL MUNDo 29

irrcdiqnte,'qmorosq. Quien quiercr ,oprender algo del insustitui-


el Oriente, se expcnden con inquebrqntqble vitclidcd. Sólo cucn-
ble poder formqtivo de lc mujer (que rcdicc, en último extre-
do renqzcq el potencicl óntico origincl del hombre y de lc mu-
mo, en lq fecundidcd de lq mqdre lglesio) dentro del ómbito jer, personificcdo en lqs cntiguos cqtedrqles, en lqs ccrscrs de
seglar de Alemcniq, deberío leer con la mente cbiertc lc¡ come- Dios que pqrecen albergcr lc gracia divina porque unen el
dicr "Minnq von Bqrnhelmu, de Lessing, y fijarse en cómo el co- poder inguebrcntcble del seno femenino con el vigor de unq
mqndqnte prusicno Tellheim qbre su ser <r unq humcnidcd ba- virilidqd que está mqdur<r pcrc resistir pccientemente los ven-
sqdq en lc reclidcd óntica a trqvés de unq noble doncellq sq- dqvoles de lq Historiq, sólo entonces los pu.eblos de Centro-
jonc. Precisqmente ciertos teorizqntes cqtólicos en mc¡tericr de
europcr se mqntendrún firmes y resistirón los embqtes del
mqtrimonio, gue estún bien dispuestos q reconocer de polabra, tiempo.
lc dignidcd de lc mujer pero que, incluso en este Año Mqriono
Volvamos q nuestro temc del mqtrimonio falto de comunicq-
de 1954, se muestrcn rqrcs veces dispuestos a qdmitir lc ver- ción y sólo parciclmente reqlizqdo, gue hoy día constituye lc
dcderq importoncio constitutivcr de lc muier pcrrcr lc lglesia, el
normq genercl, incluso entre nosotros, los cristiqnos. Muchos
Estqdo y el matrimonio, hqríqn muy bien en estudiqr la vidc penscdores, desde Nietzsche hcsta Heidegger y Gottfried Benn,
conyugol de un Guillermo de Humboldt o del grcn Clcusewitz: han venido dirigiendo un reproche contrq nuestro c¡istiqnismo
el humqnismo político del primero y el pensomiento del segun- que encierrc muchq verdqd y,o lc sombrc del cual debeúcrnos
do sobre lcr guerrc seríqn inconcebibles sin lq constqnte influen- iniciar cuclquier intento de tomq de concienciq. Se hc qfirmcdo,
cic de sus respectivcs esposcs. Lq mesurq, el reqlismo, lc po- en efecto, que el cristiqnismo del hombre moderno no penetro
cienciq y lcr humanidcd sólo florecen en el penso¡n-iento y en Ic
hqstq su semen, hqstq sus genes, y que hqríqn fcltc miles de
obra del hombre cuqndo éste se somete c kr colqborcrción críti-
años porc que influyerq efectivqmente en su cctitud fundqmen-
co y regulcdorq de su mujer. Pqrq nosotros, los qlemqnes - y tql, en su núcleo ctómico. Según este reproche, los cristiqnos
esto sólo puede mencionqrse oquí de pcrsodc -, este hecho está se conténtan con qctitudes postizcs que en la mcyorío de los
relqcionqdo con nuestrq existenciq como nqción: si confíamos ccrsos se desmoronqn cuqndo son puestos o prueba, y unc ac:
nuestro destino nqcionql q hombres ónticamente débiles, neuró- titud cristicnq hcstq su rqíz constituye unq excepción rc¡rc. Se
ticos, y, en lugor de rnqntener Ic profundo virilidcd y feminei-
cfirmcr, cdemós, gue lcs conversiones sin prepcrración previc,
dqd como polos del espccio vitcrl interno de lc nqción, nos cons- y en pcrte impuestcs por Ia violenciq, en la historiq qlemqncr
tituimos en un pueblo de seres mqchos que se desgastcrn en unq
han producido profundos trqumqtismos psíquicos.
fogosidcd propicr de lc pubertcd y en un qctivismo jcdeante, El hecho de que lc fe y lq fuerza de lc fe estón íntimcrmente
como pqrece que venimos haciendo desde lc époco de los Gui-
ligcdcs q la fuerzq sexuql y cl nccimiento (lo que no significc
llermos hqstq qhorq, nuncc poseeremos lo paciencic y el vclor
unq sexuqlizqción de Iq fe, sino ql contrcrio, unq vueltc tr la
necesqrios parc sostener lcrrgcs y tencces negocicrciones con
sobriedad y unq libercción del sentimentclismo y el erotismo
los países y potencias mqter-iqlistqs ![ue desde Asic, desde todo
que se encuentrqn en su mejor elemento en el sector mcniqueo
EL MATRrMortro, coRezóN DEL MUNDo 81
30 FRIEDRICH HEER

ser humqno no puede mqnqr de un hombre que no se qtreve cr


divorciodo de lcr reclidqd) no fue descubierto por primerc vez
dqrse q <conocer) c su cón1'uge. Según se desprende de todcs
por lc psicologíc de profundidad, sino yc mucho antes por kr
lqs trqducciones de lc Bibliq, eI significado originario de lc¡
místicc genuinamente cctóliccr, y fue e:rprescdo por Santo To-
palcbrc <conocer) es entreg:crse sexuqlmente, qbrirse totqlmen-
mós de Aguino con lq grcn obietividad de lcr verdqderc ortodo-
te pcrc lo genercción y lc fecundqción. El hombre y lcr mujer
xicr ql ccntcr en el himno PANGE LINGUA: Pcnge linguo glorio-
que no se conocen q trqvés de un<r vidq enterqmente dediccdc¡
s,i / Corporis mysterium / Sanguinisgue pretiosÍ / Quem in
qI reconocimiento y c lc eclosión mutuq, echqn cr perder su
mundum pretlum / Fructus venfris generosi / Rex effudit gen'
felicidqd, su vocución y, cr veces, incluso su sclvación. Puesto
tiurn. Lc sqlvqción del mundo dimanc de Cristo Rey, el ctrcll
gue no se deciden cr vivir eI rnqtrimonio en constcnte penitencia
se enscrlzc, en este cántico corno fruto del seno irrcrdiante de lq
y reEenerqción, cportcndo y cctivcndo solqmente energícs pcrr-
Virgen Scntísimc. Nobis dqtus, nobis notus / Ex intocto Virqi-
cicrles, muchqs veces son víctimcrs de fuerzqs exteriores e inte-
ne / Et in mundo conversqfus / Spcrso verbi semine / Sui me
riores que se imponen q su fondo anímico, que no llegó cr cbrir-
ras incoJatus / Miro clqusit ordine. Olvidémonos de unc¡ vez
se en el mqtrimonio, ni en lo vida sexucl ni religiosa. En el fon-
de lc trcducción qlemqncr hqbitucl, gue, infiltrcdc por ele'
do, trqs escapodcs del mcrtrimonio de tqntos hombres, mentqles
mentos rncniqueos, nos 'defrquds lo que dicho himno en-
por lo menos, constituyen un fenómeno único; el que luego se
cierrcr de verdcdero y real ql silenciqr el {seno) y neutra-
entreguen (la palcbrc (entregqrseo debe entenderse cquí en
lizcr eI <semenr convirtiéndolo en osemillc'; y enfrentémonos
un sentido quténticqmente sexuql) a la políticc, q su secretc¡riq,
con estq cfirmcción de Sqnto Tomós, el crrcl reqlizó precisa-
c su negocio o q un hobby cpcrentemente mós inocente, es un
mente el primer pcso pqrq supercrr el manigueísmo milenqrio
problemc secundqrio. Bcsta fijcrse en lo entregc funestq <rI nq-
dentro del cristicnismo europeo. Spcrso verbi sernine; la emi-
cionalsocialismo pcrc dqrse cuentc de cómo, de lcl noche q lcr
sión del verbo de lc fe rqdicq en lq mismc¡ dimensión que el de
rnqñonq, se movilizqron energícrs humonqs quténticqs, potentí-
rrqme del semen mqsculino (scbido es qlue parc prestar jurc-
simos y esenciclmente nobles, que hcsto entonces hcbícn y,cci-
mento los pcrtricrcas de ic Aniiguc Alicnzq coloccrban lo' mqno
do insotisfechqs e incpaciguadqs en el fondo qnímico de lcs
sobre su miernbro). El nccimiento físico y morol del hombre y
mqsqs, espercndo ser libercdqs por la mujer y por lq mqdre
eI ncrcimiento del Verbo rqdicqn c su vez en la generqción del
Iglesia.
Hijo por eI Podre, en virtud de lcr expansión vital intimísimc de
tc¡ crisis del m,qtrimonio y lc del cristianismo tienen, pues,
lq Trinidcd. Por lo tcrnto, lq impotencic religiosc, ctmorosq y se-
unq rqíz común: en cmbos se cqrece de lcr vclentíc parc lcr en-
xuql son en todo hombre síntomqs de unq negcción genercl cr
trego y la eclosión hqstc los esk'cgos más hondos del qlrnc. El
lc entregcr. EI hombre gue sólo qbre unc zoncr pcrcicl de su
individuo pretende mqntenerse en un ser y en una mentclidod
personclidcrd q su vidcr conlnrgcl, pcrc su vidq religiosc icm-
exclusivqs, en un osui-ser' propio gue, sin embcrgo, le conduce
poco podrá qctivqr y movilizcr mós que energías pcrciales' Y
o su qutodestrucción porque no se ctreve q reclizqr la comunión
esto es csí porque el torrente gue fluye de la profundidod del
32 FRIEDRICH HEER EL MATRrMoNro, coRazóN DEL
MuNDo BB
con Dios y con lc mujer y q comunicqrse con el mundo cir- se fomentc el infcntilismo progresivo
de los hornbres, que pore.
cundante como mundo de co-seres. cen hqber degenercdo .r,
áfirrr"ro" qfqnes de éxitos moteriqles,
Señalemos de pcso un hecho que guizás es significotivo: lcr
comunión con Dios y lc comunic<¡ción con la mujer no son idén-
ticcs, pero estón íntimqmente relocionodcrs, según dernuestrq
el Cantar de los Cqntqres y lc conexión íntimc entre Mqtrimo-
nio-Iglesic-Novia de Cristo. Por temor q sexuqlizqr el qmor de
Dios, crecndo así un erotismo religioso cgnóstico, se incurrió
frecuentemente en el error de desligar el qmor c¡ Dios del omor
humqno. Sin embcrgo, un cmor {cristicno> q Dios y cI prójimo
que pretenda florecer más cllá de lc fuerzq sexuql, es decir,
de lc personqlidcd integrcl del ser humqno, no es mós qlue uncr
ilusión y un sentimiento postizo. A este error se debe, entre otras
consecuenciqs, Ia falta de vitolidad irrcdiante de lc Ccridcrd y
lq inconsistencia de lcs ideologías cristicncs respecto ql cmor
I
I
al enemigo.
En resumen podrícmos decir: el hombre qctuql vacilc en
I
ccercqrse a Dios, c su cónyuge y o su prójimo debido a su
flcrguezc, cr su cngustic y cr su impotencic. Y por ello se qfqnq
en qprovecht¡r, domincr y <consumir, c Dios, cr su cónyuge,
cr su prójimo y q lqs cosqs. Cucndo se quiere hablcr en serio
de una reformc, de unq supercción de lc¡ crisis, no bqstq un
cqmbio de orientación, como se intentó repetidomente después
de 1945, sino gue se preciscr un rengcimiento, pero no el renq-
cimiento de un .hombre, plctónico e ideclistc, sino el renaci-
miento del hombre vqrón, de lc mujer, e incluso del niño. La
fcltc de virtudes, fuerzqs y corccteres c¡uténticamente vqroniles,
femeninqs e infantiles determinc¡ el cctivismo insustc¡ncicl, ra-
paz y devorqdor de los individuos de sexo mcsculino, junto con
lq utilizqción de lcr mujer como esclqvq de trcbcjo y juguete se-
xucl y, cdemás, q través de estos dos üpos de seres sin fondo
5.
Ahorc bien, en medio de todas estos tribulqciones crecen
qctuqlmente, en todo este mundo unitqrio, mqtrimonios cristiq-
nos, mqtrimonios quténticqmente cctólicos. Bojo el peso de uncr
cqrga y una tensión excesivqs, expuestos ct todq clqse de ten-
tqciones y peligros, estos mqtrimonios constituyen cguel icrdín
sin el cuql el reino de Dios no puede florecer sobre lq Tierrq..
Por lo tqnto, eI ofrecer protección y qmpqro qI mqtrimonio, esto
es, q los cónyuges, constituye unq tqrec primordiol de lct lgle-
siq. Humqnqmente hcblando, éstq se qbqndonqríq q sí misrnc¡ si
eubestimqse este deber suyo. Y conste que por de pronto nos
estqmos refiriendo qI mqtrimonio en sí, no aún c los hijos.
El mqtrimonio, como ámbito del crmor y de lc evolución hccic
lc¡ edcd cdultc del cristiono, es un sqcrqmento cuyos ministros
son los propios controyentes y cpe, cuqndo es c¡dministrqdo q
trqvés de unq vidq enterq. es ccrpqz de vitqlizqr y llenqr de qmor

t
¡

T-
t
36 FRIEDRICH HEER EL MATRIMONIO, CORAZóN DEL I\{UNDO 37

un mundo qlue se enfríc. Aparte del oltcr y del comulgotorio' mo y sexuqlismo gue, c portir del siglo XIX y en rneclidq cre-
Dios
no existe ámbito mós espirituql ni trqto más sagrcrdo entre ciente, se ponen de mqnifiesto en lq iiterqturq, lc modq y
lc
y el hombre. Lo testificct, Por una pcrrte, Ia formq más excelscr vida prlblicq; pero desconocen el origen de este fenómeno. En
1o mon-
del mc¡trimonio, constituida por lcs nupcias espiritucles: lc époco de lc segundc y tercerq revojución industriol, el hom_
ja con su coionq nupcial, de cuyo corczón y lobios surge el bre no vive yo cmpcrrodo por una sociedqd crcqiccr de clones
Cristo'
Cqntqr de los Cqntqres. En lcs nupcias espiritucrles con fomilic¡es y gzcndes grupos sociqles, pudiendo dedicqrse sose_
con lcr entrego cmorosq q Dios crece Iq dimensión pneumútica. godomente c su mu¡er, q sus hijos, o su oficio. c¿ sus coscrs, q
de Io
Pero tqrnbién lo pone en evidencic la imogen opuestcr su profesión y a los seres que le rodeqn, sino que está desqrrqi-
en el que los
vido monásticq, el mqirimonio frc¡cc¡sqdo,infierno gcrdo. Como ser qislqdo y solitcrio se enfrentq con el tiempo, lo
pore-
esposos se ctqcqn y devorcn llenos d-e odio' entre cuyas mqsq y los exigencias profesioncles que le sobrecsrgcn, y bus_
_. dqndo crsí un es-
des viven - como enemigos enccdenádos cc unq evqsión refugióndose en lo sexuql, io cuql equivale o un
pectáculo escqlofriqnte de juicio fincl en Ia Tierro' intenio, a lq vez positivo y negotivo, de constituir unq dimen_
Ahorcr bien, ¿gué cyudcs se preston hoy ol mqtrimonio cris- sión personql. Intento muchcs veces infontil, clg-uncs decqdente
mós vi-
ticno? Estcs oyudos hoy que buscarlcs cllí donde son y cosi siempre condenqdo ql frqcqso, de creqrse unc vida per_
sibles los peligros, pensondo en escr ley cósmiccr fundqmentqi sonol. El uproletario,. eI individuo oislqdo y solitario <lentro
expresadcenlqtiturgicrycrlcrqueqludimosqlinicicrrestcr de Iq modernq sociedqd de mqsos, no iiene en principio más
exposición:sielmol,vinodelórbol,tc¡mbiénloscrlvociónhqde que q <su> arniga, q <(su>chico. El pcpel tcn prepcnderonte gue
venir del úrbol. EI mctrimonio sólo puede sqlvqrse y crlconzor se concede qI .qmoru o q lo gue se considero como tcl, tc;to
- con
pculctinomente su pleno scrneamiento q fuerzq de pcscrr en el cine y en el folletín como en lq literqiurc selectq de nues-
- cr trqvés
io oyrrdo de Dios, de lcr Iglesia y de todos los sqntos tro tiempo, se debe a que este qmor pqrece constituir el únicc
peligror
de <rguellos tiempos, cosqs y fenómenos que 1o hqcen y solo dominio todqvíq accesible ol individuo. Este hombre odel
y- lo ponen ct pruebq en su esencic¡ mismcr' moniónu que existe en todqs partes, no puede, segírn él cree,
puesto
No ccrbe dudc de que eI mqtrimonio es hoy tentcrdo' "cambiqr el mundou ni influir de formq efectiva sobre su jefe,
q desqrrollcrrse y
c pruebc, pero crl mismo tiempo estó llomado su ndirectoru, y por ello, con profundo resignoción, se inclinq
Lcrs fuer-
c, mqdurqr e., unq dimensión mós profundc 9[ue nuncct' hqcio io único que pqrece quedorre: Io sexucr. parq er cristiqno,
zqs externcrs que influyen en el mcrtrimonio son lq sexuolidod' lo significctivo en estcr uvidq qmoros,o> de nuestrqs mqscs
no
seres
lq mqterialidcd del mundo, la comunidqd con los demás es preciscmente el hecho de que lc relcción con Io persona del
y lc plenitud de grctcics del tiempo' ¡Instinto sexuql' sexuqlidcd' sexo opuesto frqcase del mismo modo que rq reloción
con el
desinte-
cr*oit He crguí unq tríadq q[ue no puede ser disueltq' prójimo y con el mundo de lcs coscrs, siendo unos y otrcs
cpre_
gladc, sin groves consecuenciqs' Bien es verdqd gue algunos sqdos qfqnosqmente y consumidos como simples instrumentos
el erotis-
observcdores superficiqles ven con temor iustificcdo de sstisfqcción personor (de ohí rq estrechq relcción entre modq,
I
EL MATRIMONIO, CORAZON DEL MUNDO 39
38 FRIEDRICH HEER

to y la Divinidqd con el .'lmq qmorosq en lqs visiones de nues-


atroer por
comelcio, cine y espectáculos: tods mercqncíq debe tros mígticos cqtólicos.
ser pregonodc por
medio del sex-oppeal, todc cosq inerte debe Los juegos sexuqles, gue oquí quiere decir: estcr mqnerq tqn
que es Io
un estimulante vivo. es decir, por lc muñeccr sexucl mezguinc y pobre de buscqrse, cogerse, tomqrse y dejcrse, que
expon-
pin-up-girl). Lo verdaderc¡mente importonte es que esta parc miiiones de hombres de hoy, noche trqs noche, de un fin
sexuqlisto' indicc unq ver-
sión de lo sexucrl, mejor dicho, de Io de semqnq q otro, y c trcvés de los rcrtos de cine y lectura, se
relqción per'
dqder(I necesidqd del hombre: lc de entqblcrr uncr hq convertido en Io únicc formcr de dcr contenido a una vidq
c
sonol. El hombre odel montón> quiere vivenciarse en cucrnto vocío y sobrecorgodq, necesitq ser estudiqdo qtentqmente por
poder reolizqr este su qfán so-
personq, en cuonto c yo, y cree el cristiqno con mirqs c su sqneqmiento. En efecto, este sexuq_
c¡ lo
iomente q trcrvés de Iq reloción sexual' Ahorc bien' sclto lismo ético cumentq por unq pcrte lc muerte por el frío _ el in_
qmoro-
vistcr que estq hqmbre, este deseo, no es luetzq' luerzq' fierno es glacicl -, porque consume energías que el qmor ne_
sqt y, sin emborgo, es cquí donde debe empezqr Io educcrción cesito pqrc crecer y mcdurcr. y por otro porte represento un
para el cmor, eI despertor y el cultivor luego lq fuerzc¡ cttrnorosq solo grito: ¡enseñadnos el qmor verdqdero!,
¡enseñodnos q vi_
l.r" lentqmente, percotándose del profundo significodo vir!, ¡enseñadnos q ser hombres libres, personas que sepan tra_
"ru". El
Je lcrcexuclidod y de la sexuclizcción de nuestro tiempo' tqr q su pcrejc sexuql como es debido! A estq llomqdc sólo
en lq sexu<¡lidad porque se puede responder el motrimonio cristiano. cuqntos pretenden si-
hombre de hoy buscq su evqsión
por
siente ccrgado con unqs exigencias y unq tensión excesivcrs lenciqrlcr mediqnte prohibiciones policíccos o mediqnte lcr cen-
de lo
parte de los oporctos del Estado, de lq emPresa e incluso surq, no hqcen mós que reprirnirlo cl fondo qnímico, de donde
juego' Pre-
iglesic; y buscc aleErío, poz y libertc¡d, libertod de vuelve a sqlir en formo purulenta. Pruebc evidente de ello es el
cisqmente estc úIiimo no debe ser pqsqdcr por clto' Un cristic- frqcqso de todos lqs censurqs y medidos policiales cdoptadcs
que ycr en el orden sexuql por clgunos estqdos totqlitqrios pseudo o ex-
nismo corroído por'elementos jonsenistas y monigueos'
hom- trqc¡istiqnos.
no concibe el juego ni en Dios, ni en lcr lglesia' ni en el
un libro, pegueño pero im- A la sexuqlidod creciente, exponsivc, de hoy, sólo puede en_
bre (Hugo Rcrhner, S. I,. hq dediccdo
juego' que no frentqrse un qmor que se hogo corgo del verdcdero deseo que
portcrnte. q este temc); gue ohogc lq libertod de
(todqs la impregnc. Porque, en definitivq, estq sexualidc¡d, ig"ucl que
concede lc libertqd q[ue es connqturql al culto y ol ocio
juego)i el odio q[ue envenenq nuestrq époco, no es otrq cosc que un
lc¡s culturqs outénticcs conceden un lugor relevqnte ol
derecho cr jugor de1 qmor enfermo, endebl'e, degenercdo, deformqdo e inmcrduro.
un cristionismc qsí reprime el deseo, el
pruebo Quien no se qtreve a dqrse cuentq de ello profesa cquel duclis-
hombre, eI cuol, en estq tierrq de Dios, debe ponerse cr
y educ<rrse precisamente en el iuego, en el ensoyo' en el expe-
rimento. Pero, ¿con quién debe iugclr eI hombre sino con su
juegan Cris-
mujer? Así iugoron Adón y Eva en el Pcncíso y osí
40 FRIEDRICH HEER EL MATRrMOlrro, conezóN DEL MUNDO 47

tienen lcr vcrlentíq de vivir un rncrtrimonio cristic¡no: Ia sexuqli- nes esposos ni siquierc son cctpcrces de libercrse
de las
dod de nuestro tiempo no debe ser rechcrzctdq q secqs, sino que fijociones, inhibiciones y ligómenes profundos de su fon_
es necescrio trcsrsformqrla, redimirlc y libercrrlcl de su estqdo do corpóreo-cnímico. Ni crun en los ccrsos
en crue creen
qnónimo, impersoncl, merqmente instintivo, elevándolc¡ <r lq cq- que su relqción sexuql funcionq sin dificultcdes.
Asi pues, el
tegoríc de fuerzq sexuql responscble, que dimanc del hombre hombre y la mujer siguen viviend.o ccdq uno
en su mundo.
y le inundc hostc el úItimo poro de su espíritu y de su clmo. ounque pongqn c disposición de su pcreja tcl
o cucl bcluorte
Lc dulce frcgcncio de Cristo gue el apóstol nos exhortq q de su fortificqción interior pcrc plcrceres y esparcimientos
occr_
irrqdiqr, este u¡Mircd cómo se qrncrn los unos q los otros!", este sionqles.
único distintivo cruténtico del cristiqno en el mundo, estq fuerzq Lc arcn sqnta Teresc de Avila, uno de los mcyores
tqlentos
irradicrnte del hombre de Cristo, no se dq ni crece mós que en religiosos de Europc, tqrdó cuqrentc y siete qños
en dejarse
cquellos que hcrn oprendido el qmor conyugal y lo llevcrn c 1o penetrcr completamente por Dios, colaborqndo
íntimcmente con
próctica. Quien tengc clgunc experienciq en el trqto con sacer- todo su ser en esto obrq de grccic gue fue
su desqrroilo y trcrns-
dotes, pronto disting"ue c cquellos gue practicqn el mqirimonio formcrción sustqnciar. Erc mismc dáscribe
este cqmino htcic eI
con Cristo y su lglesic, o seq, los que hqn qbierto ql qmor todos dominio de su mós íntima profundidcd, contqndo
cqtorce cños,
los estrqtos de su ser y por ende también de su sexucrlidod. desde 1535. parc lo oración meditctivq interior,
seguidos de
Otro tqnto cqbe decir de los esposos cristiqnos. otros treintq y tres qños, desde l54g c 1582,
pcro lolidc con_
Ahorc bien, ¿qué entendemos por ornol conyugol? Cuondo templotivc, que se divide q su vez en lqs etqpqs
de desqrrollo
un hombre y uno mujer se ccscn puede dqr comienzo un nue- y períodos de Ia orqción de guietud y la
unión sencillq y tem_
vo mundo si se qtreven q entregorse más hondomente cqdq porol con Dios. seguidos del período de
unión con Dios corno
día y ccdo qño, qbriendo y dejando qbrir 1o puerto de sus pro- estodo y lc unión perfectc consurnqda en
las nupcics espi-
fundidqdes más íntimas, de modo que lleguen cr ser reqlmente rituqles, qbqrcando qsimismo este último período
viát y evoru-
udos en unq cqrne>. Un mqtrimonio, ql igucl gue lc historio de tivo un período de Iq orcción de lcr unión
sencilla corio estq.
la Iglesic en lcr tierrq, no comienzq en el año cero. Tanto el do, de 1561 c tST2, y los diez últimos cños,
de IS72 o.ISB2, el
hombre como lq mujer tienen sus cntecedentes propios, sus período de plena mqdurez de lcs nupcics
espiritucles.
experiencios sexuqles propics, cun sin hcrber tenido ninguna Seríq un error suponer que penetrqr en
lo profundo de otro
prácticc sexu<¡I en el sentido físico de lc polcbrq. Los podres ser es más fócil y exige menor esfuerzo
que lc eclosión de
y los ontepqsqdos, los experiencios del mundo del recién na- nuestro propio fondo qnímico. Teresq tiene q
Dios como omqn_
cido, del niño y del joven, hcn dejcdo profundos huellqs en el te primcrio, pero por la grocic divinq cuentq
tombién - como
núcleo vital de lcr personc, que chorcr debe unirse mqritqlmente cyudontes y medicdores de lc espiritualidcd
naciente _ con
q otro ser, es decir, debe qbrirse pcra lo compenetrcrción más sus grandes omigos, hermqnos y padres
espirituoles. Este pro-
íntimc. Muchqs veces, quizás en lc mayoríc¡ de ellcrs, los jóve- ceso se reqlizq en el tiempo. Conviene que
dejemos estc úien
42 FRIEDRICH HEER EL MATRIMONTO, CON¡ZóN DEL MUNDO 43

bien deli-
sentqdo desde un principio: en un tiempo histórico sin que lieg.uen a qbrir mutuqmente sus núcleos personoles.
mitodoquehoceqvqnz(Irelprocesodemcrdurcrciónc¡trqvés Pe¡o tcrmbién se mologrq cuqndo los esposos, tros unq relqción
oleodqs cr-
de tormentas de hielo, de cqrenciq de grcrcicr y de sexuql poco satisfoctoric pcrc qmbqs portes, deciden entreEcr-
modo crnálogo' todo motrimo-
dientes de profundc entregc. De se juntos a los llqmodos intereses intelectuqles: lq músicq, los
esposos presumen de
nio terrenql tiene su historiq. Cuqndo los Iibros, el deporte y otrqs qficiones oporenies sirven entonces
de lqs veces
ser oeternomente felices', eilo significo lqs más poro llenor el vocío que ho cbierto eI frocoso de su encuentro
y de
que este proceso íntimo de tronsformación' de eclosión íntimo. Puesto gue lc sexuqlidqd integrol de la personc no se
o
iesqrrollo sustqnciql se encuentrq estqncado, interrumpido, hc obierto ol cónyuge, tqles mqtrimonios resuitqn muy pronto
cónyuges no llegcrn a co- estériles: foito el qmor-fuerzq, se pcrraliza el interés misional
que no hc comenzodo aún. ¡Cuántos
tie-
,lo..rr" duronte todo el tiempo de su motrimonio' porgue por los destinos de lc Iglesic, de lo nqción, de la sociedad y de
qnímico de su poreio!
nen mucho cuidqdo de no tocc¡r el fondo lcs co-seres, simplemente porque yq no interesq ncdo, unq vez
Talesmqtrimoniospuedendesarrollarse,conlaayudcldeDios' que no se hc logrado este grqn encuentro destinado q qlumbrar
pero
y seg-uir un curso vegetativo opcrentemente muy tronquilo' todc lo fuerzq solví{iccr y qmorosq. Se hc¡ hecho un sincero es-
outéntico; cuqndo se presentc
,ro ,on fructíferos en un sentido luerzo y, sin emborgo, se hq fracosodo. El ucqnsoncio de los
de-
unq corgc o uno Pruebq externq que les cgobia' entonces buenos,, de los buenos seglcres cristiqnos, cl que olude el pcpc
con
muestron su escclsq fuerzo de resistencio. Lq compcrrcción Pío XII, cr menudo no es sino el debilitomiento de la copocidod.
1o pilc ctómico, con el ciclotrón, es sumomente esclcrrecedoro: qmoroso trqs el frqcqso en el encuentro decisivo con la mujer.
nin-
sin muchos sqcrificios, muertes y renunciqs' no se produce Personolmente, me inclino o conceder cr este frocoso en el ma-
guno mutcción, ningunc resurrección' Las etopos de mcrdurez trimonio, como ccusc, mqyor importoncicr que cl segundo mo-
J¡rus-
mqtrimoniql, que conducen q mutociones cr trcrvés de sqltos tivo que se cito frecuentemente como cqusonte, c¡ sqber: el clec-
lcs
cos, porecido. o lo, gigcrntescos conmociones que producen cionqmiento y reglcrmentcción del seglcrr por el clero. El seglor
qnimol'
g.rotti"' épocos geológiccs 1' los mutaciones en lo vido sólo siente cqnsc¡ncio y pierde eI qmor c su Iglesic y o su qcj
de
=ólo pu"d"r, logrorse suqndo los cónyuges están convencidos tividqd por ella, cuqndo su qmor-fuerzo está destruido. Sin
Ia grondezcr de lo goncrncicr posible (está en juego ncrdo menos emborgo, estq fuerzq no responde q los consejos o prohibicicnes
gue el reino de Dios), y de estq mqnero, con gron pociencio' de dirigentes lqicos o eclesiásticos, sino únicqmente ql qmor mis-
pugnqn por sctcqr constqntemente nuevqs fue¡zcrs que les son mo. Y oguí no pueden sepqrqrse el qmor divino y el amor
su
,r"ce.orio, pcrc lc eclosión mutuc¡ en todc¡ lo omplitud de humqno. Por Io tqnto, humqnomente hoblcndo, el gue se logre
espocio interior. un encuentro quténtico entre el hombre y lc mujer tiene una
Estc eclosión no se logro simplemente procticondo unq o dos importancio infinito, inconmensuroble, tanto paro lo Iglesic
docenqs de técnicc¡s sexuqles. le5 'práctiqqs' desgcston y mol- como pctrq el mundo. Sin unq colaboroción entre podre espiri-
gostcn q menudo unq sustqncic corpóreo-onímiccr insustituible, tuol, médico, psicólogo, pedogogo, mqestro y medio ambienre,
44 FRIEDRICH HEER EL MATRrMoNro, coRAzóN DEL MUNDo 45

el individuo aislcdo y solitcrio gue, impulscdo por lc exigencic juicio y lc grccic, el cumplimiento de su
ser y de su significc_
y lc potencic de su sexuclidcd, buscq unc porejc, no puede ción; un cáliz que deben spurqr y en el que deben diiuir
su
eStcr capccitcrdo para dqr sqlid<r q lcs enormes potencics que personq como ofrendcr parc recibirlq de nuevo trqnsformqdq.
dormitcn en su fondo qnímico. Estqs son lqs verdqderqs bombqs El cmor - el divino y el hurncno - sin lc eclosión paciente
y
atómicqs, lcs que dormitcn en nosotros; las otras no son sino sccrificadc del propio fondo anímico en un diólogo
con lc pc-
trqsuntos de estqs ccrgos qcumulcrdqs que tienden a estqllqr rejc sexucl que dure toda la vidq no es más que unq
ideologíc,
cuando sus energícs no son libercdas en el nqcimiento cons- un sistemq egoístcr de idecs porticul,cres y pcrticulcristcs,
un
tonte de un hombre nuevo, c lo lcrrgo de toda unq vidc, que es cfón de dominio y posesión. *Toda ideologíc tiende
c lc Aue-
lo gue debe ser preciscrmente el matrimonio. rrq." Estq f¡ose de Kcrl Kraus ilustrq certerqmente
el porquá de
Imcaine el lector, sólo por un momento, Iqs tremendcs ener- lcs mil guerrqs de los sristiqnos. El cqmino desde rc priesión
gícrs en qnsiqs y deseos que se t¡cumulqn en diez mil sclos de de fe verb.rl hcrstc¡ el cristo crucificado y hcstc el
crácdor de
cine - esqs cqtedrqles del hombre qmorosqmente débil - den- todq lc Humcnidcd, que dejc qlumbrcr su sol sobre
lo bueno
tro de millones de cuerpos y olmcs, de ojos y corqzones, cucn- y lo malo; el camino desde un cristiqnismo petrinicado
en ideo-
do comienzcr el sortilegio de lc pontallc. Añódcse q esto los po- logícs hqsta unc existenciq cqtólicc qmoroscr, es el csmino
del
lentes energícs que se desvíqn, se deformqn y se pervierten en mqtrimonio cristicmo.
miles de millones de encuentros mclogrcdos. Todqs estqs fuerzcs
deben ser controlcdas, igual gue lcrs fuerzqs ctómicos gue les
son muy afines; no se puede simplemente someterlcs, dominc¡r-
lcs, dirigirlcs con sennones o relegcrlcrs q lo mós profundo del
ser humqno. tc impotencic de los cristiqnos de Europct es bien
significctivo.
tos cristiqnos no podemos eludir el arriesgornos ql ctmor.
Este qmor no es un uógcpe" semiagnóstico ni un cmor espiri-
tuclizcdo, incorpóreo, "purcmente espirituolu, que se cultivq en
unc copillc interior, en un diminuto sector del hombre - lan
pronto como este creyente abqndoncr la iglesic t¡qs hqber reci-
bido la comunión, se ve crrqstrcdo en el torbellino del mundo
y sus neg'ocios, envuelto en odio y angustic -, sino que este
qmor es uncr fuerzq inexorqble, gue reguiere toda unq vida, que
conduce al conocimiento de Dios y del hombie a trcvés de la
parejc sexuql, en lc gue el hombre y lc mujer encuentrqn el
6,
Como medio de oyudc cr los esposos qu\l pugncrn por su eclo-
sión mutuq, Dios les ofrece lq semqlidcd, gue debe madurqr
hqstcr convertirse en unq fuerza que invcdo hqstq los últimos,
repliegues, poros y resguicios del ente corpórrto-cnímico del Yo
y del Tú. Como grccias especicles de significución sccrcmen-
tcl - grocics coadlruvcntes q estc eclosión mutuc de los es-
posos - Dios trone q su disposición la mcterialidud del mundo,
lc¡ comunidad de los co-seres y lc plenitud de grccics del
tiempo.
El mqtrimonio está de tol modo expuesto ql mundo, a los
hombres y cl tiempo, que equivcldríq c denunciqr c Dios como
diablo si entendiésemos este descmpcro tcn sólo como tentcr-
ción y seducción y no como invitcción c usqrlo como medio
sclvífico. El problemq 'de lcl vivienda, lcs preocupcciones pro-
fesionqles. lc luchc por los alimentos indispenscbles, el vesti-
48 FRIEDRICH HEER EL MATRrMolvto, conazóN DEL MUNDo 49
qciuol"'
do, lo colefqcción, eI pcro, ic inseguridod de lc épocc ongulor del cosrnos renovcdo. Lss mismqs cosqs, personqs y
Lq inclemenciq de lc¡s circunstcrnciqs mundiqles es tcrn grcnde, períodos de tiempo que nos qmenqzqn de muerte y que nos qco-
ton despicdado, que no podemos sino oceptorlcrs como sigaos sqn, estón ]lqmqdqs q servir de medio sqlvífico ql hombre con-
potentes de la grocic¡ si es que qlueremos sostenernos en este yugol en su difícil cctucción durqnte todo el curso de lc vidc,
y
mundo. Lq durq presión de las fuerzqs sociqles' biológiccs lc cucl, porc logror su fin, consiste preciscrmente en unir mq-
y
cósmicqs llevcr en sí la posibilidod de lc libertcd' EI veneno ritclmente q dos seres completomente diferentes en ccrrne, es-
muerte, lq destrucción y lc cyudo poro píritu y qlmq, a diluirlos en un cáriz gue es fructífero en er tiem-
lcr dádiva, lct vidcr y Ic
q del
lcr libercción más íntimq son ofrecidos a los esposos trcvés po y en lq eternidad.
poder estremecedor de lqs circunstqnciqs terrenqs, mcrtericrles. Lc gron tcrec espirituql con que se enfrentq el hombre de
El ideó]ogo, el filósofo, el doctrinqrio sistemático e incluso el hoy es lq de encontrqr lq relqción adecuqdq con er mundo mq-
oficiol de Estcdo mqyor, pueden vivir en lcrs nubes de sus tericl y técnico. Existen dos posibilidodes, pero ombos no son
ql infructuoso iuego sino proyecciones de lc íntimc estructurq sexuql del hombre.
idecs, plones y pensomientos, entregcdos
de Ic fropicr sqtisfqcción. No es ninguncr ccrsucrlidcd que todo Sobre esto no se insistiró nuncq bqstante. El hombre
![ue no se
penscmiento id.ealisto, plotónico. lleve el signo de lq soberbio' qtreve q qmpcrrqr su fuerzq sexuql en
su propiq personq. en un
de Ic vonidcd, de la propic sqtisfqcción' Pero el esposo cristicr- diúlogo qmoroso, y c ponerlc en comunicqción con su parejc,
no no puede ser qsí: é1, con y c trcvés de su cónyuge' está o igucl en derechos pero completqmente diferente en esenciq, se
bien cqsqdo con eI mundo entero o bien es víciimq de él; con siente impulscdo cr qvqsqllqr de formq tiránicq el mundo mote-
y c trovés de su cónyuge, o bien está en guerrq con sus seme- riql, del mismo modo que tirqnizq y ovosollc su propio fondo
coscts, o bien está en comu' qnímico. Lq mqteriq y el mund.o de los
fcntes, con su crmbiente y con lcrs cosqs se le cntojcn
nicqción y en comunión con ellos. Un mqtrimonio sóIo puede como esclqvos cr los que quiere poseer y devoror.
ser vivido en unq relqción 'crbiertq con cielo y tierra' con el El mundo qctuql sigue estondo lleno d.e tcles instintos co_
hombre, con lq cosct y con Ic¡ criqturq' Si éstos, como hoy suce- níbcles; guien se qtrevq q mirqr de cqrq el ccpitolismo tqrdío.
de, le amenqzqn de muerte; si Io presión y sobrepresión mqsivc cr contemplqr los poisojes destruidos de sus zoncrs fcbriles, los
del mundo mcrteriql y el terror q[ue en todos los lugares de lcr rostros deshechos de sus rnagnotes industriqles, desfigurcd,os
Tierrcr ejercen los hombres, unos contrq otros, y el tiempo' no por lc soberbiq, lo cngustio y lc oltoneríq, se percctorá ql
ins_
hcrn de devorqr cI hombre conyugal, entonces debemos ver en tqnte de estq conexión íntimc entre unq sexucridcd infontil y
este olud insoslcyable de mqteriq, hombre y tiempo, unc invi- el .crcoporcmiento óvido del mundo mqteriql. Importc sober que
tcción de Dios preciscmente dirigidcr crl hombre conyugcl' ex- los primeros en cqer víctimos de este tipo de mcteriqlismo
.o'
puesto q todos estos mcrles. Debemos oceptcrr e interpretcrr de precisomente los llcmcdos ideclistos y plctónicos,
es decir,
forrnq nuevq estqs circunstqnciqs. Es un deber ineludible. Lc oguellos que en uno copillc interior oporentemente espiritucl
mismq piedro que fue un obstóculo está llcmcdc o ser piedro qdorqn ol .sspi¡tu püror, rechqzcrndo
el resto del mundo v lo
50 FRIEDTIICH HEER EL MATRIMONTO, CONEZÓN DEL MUNDO 51

reolidad; pero gue, cuqndo ésta se pone a su qlconce, trqtcrn se hqn qbierto hqstq Io más profundo de su ser, es decir, seres
de oprescrlc ávidqmente ]r consumirlc¡' Esicr posturc básicc' que conocen reolmente su proceso productivo interior. los qntq-
duolistcr y moniqueo, de muchísimos cristianos, no está o lcr ci- gonismos, estrctos, desniveles, grietos y estructurcrs de su pro-
tura de lqs verdqderos exigencios y tentcciones gue el mundo picr personc, sólo tqles seres son cqpqces de uconoceru el mun-
mqieriql y técnico supone poro ei hombre conyugol y purc eI do motericl (recordemos unq vez más el significcdo de (cono_
homb¡e moderno en Eenerol. ceru: unión sexuql, concepción, renqcimiento; pensemos tcm-
El mundo mqtericrl -_ que desde Arisióteles viene siendo me- bién en lq relqción gue señclc Claudel entre conncissqnce :
nospreciodo como mcrtericr,como mqter - quiere ser cuidcdo y co-nqissqnce, conocimiento : co-nqcimiento).
c¡tendido solíciiomente y con gron pociencic, ol mismo tiempo oConocer, el mundo materiql y técnico significc, pues, verlo
gue con muchq continencicr; existe unq relqción muy íntimc en- diáfono, transpcrente, trqslúcido: todq cosq creqdq o tésnicq
tre el trqto protector del hombre cqsqdo hcrcic¡ su mujer y su dejo trcrslucir, q trqvés de su tronspcrrencio, el proceso de su
relclción qusterqmente sosegodq, serenqmente obiertq, con eI creqción y producción, yc ![ue se trcrta de unq estructurcr que
mundc mc¡teriql y técnico. El encqnto entroñqble de los cqsqs duronte un breve lcpso de tiempo estó constituidcr por energíos
-
ontiguas - fcmiliqles, ccrmpesinos, burguesqs y señoriqles que provienen de Dios y que quieren ser .conocidosu debido-
irrqdiobq precisomenie de ia c¡rmoníq enire todqs los cosqs, mente y utilizcdos con grqn continenciq y econornío. to mismo
los gentes, lqs crioturas y los utensilios de lcr cqsq, del potio y cqbe decir de lq cosq producido por lo técnicq o lq industriq:
de1 jurdín. to que veníq formúndose inconscientemente en el no es simplernente un género fetichistq, sino un producto en eI
troto cotidiqno con eI mundo a trcrvés de milenios, debe ser hoy que se han fundido el trabojo, lc diligencic y clgo de lc vidc
conquistodo por ombos esposos medic¡nte su esfuerzo, orqción de seres ct veces muy distontes de nosotros. Así, por ejemplo,
y socriiicio, con unc concienciq qltqmente vigilcrnte' en un plátcno o en unq noran¡'c están fundidos el sudor, lcr scrn-
El troto qdecuqdo con eI mundo materiql y técnico presu- gre, quizó la miseriq de hombres, poíses y tierrcs muy lejcnos.
pone uncr disciplinc espirituol que ve en lq qmenqzcr Y en 1o so- Por lo tanto, no tenemos derecho q consumir sin mirqmientos.
brecorgcr del rnismo precisomente Ia oportunidod únicq de con- Sin embargo, el mundo mqteriql estú orientcdo hqcic el consu-
ve¡tir este mundo cerrqdo en el que es empujodo, qcosqdo, con- mo; lq modernq economíq mundicl se bqsq en creqr mercqdos
sumido y destruido. en un mundo qbierto en el que todcs los interiores cqdq vez mós amplios y en g<rnqr cc¡dq vez más con-
cosqs rnqteriqles son trcrnspcrentes. Ests trqnspqrenciq del mun- sumidores. Este umuere y rencrce> del mundo técnico-ind.ustriol
do moteriol y técnico, de importcncic¡ vitcrl, revelo su sqcrclmen- y moiericrl es unq gran odvertenciq de nuestrq volubilidcd. de
tctidcd. Que todc coscr puede ser signo de Dios o del di<¡blo io nuestrq obligcción de transformqrnos.
sqbíqn yo los teólogos alemqnes preescolásticos del siglo XII, Este proceso puede reqlizqrse violentqmente: en luchqs ho-
precisomente los del bcjo Rin' por ejemplo. Rupert von Deutz' micidqs de trobojo, en rivalidqdes profesionqles, en ccmpoñas
Un hombre y unc mujer que se hcrn hecho tronsporentes porque Ce exportcción, en luchqs de competenciq, en gruerrqs económi-
EL MATRTMONTO, CORAZON DEL MUNDO 53
52 FRIEDRICH HEER

como qquellos sitioles de estilo nqlemán antig-uo,, símbolos de


cqs, civiles y mundicles. Lqs formqs primifivcrs, origincrics, de
Ic burg"uesíq qcqudqlqdc de lc épocc de los Guillermos, que
este tipo de consumo son lq sexuclidcd qvqriciosq y lcr bombc
pqrecen hcber sido torneqdos por lc cngustic, lc mentira y
otómicc. Pero, no obstc¡nte, el mismo Proceso puede reqlizqrse
los complejos reprimidos. Quien guiercr ver con visión certerq
tombién de modo pccífico, con grqn pociencic y serenidcrd' si
los modernos qrtículos de consumo, como por ejemplo el cris-
se comprende el mundo como un proceso orientqdo hcciq el
tcl finlqndés, lqs telqs itcliancs y los modelos de vestidos fran-
don, el regalo, el intercqmbio, el trobcrjo y el consumo, en el
ceses, encontrqró en ellos el mismo cqrácter de cosa provisio-
gue los hombres se trqnsformqn y se dejcn tronsformqr, en eI
nql, trqnsitoric, que convidq ci juego, a lq libertod, cl trato fá-
que reciben y utilizcn lqs cosqs teniendo muy en cuentc su
cil y clegre, y no demcsiodo grqve.
procedencio, su fuerzq y su significado. El proceso económico
qctuc¡I reflejo exqctc¡mente lqs condiciones internqs del indi- Aquí se encuentrqn muy cercq el peligro y la tentoción, y
lc oportunidod de uncr recuperación sqlvíficc: el hombre y la
viduo: puesto que éstos son en tql mqnerq desordenodus' y
mujer, como cónyuges, son los gue deciden si quieren aco-
desatendidqs, dqn origen q un sinfín de fricciones y explo-
pqrqf, poseer lc mcyor ccntidad posible de estos bienes creq-
siones.
dos en múltiples trqnsforrnqciones y destinqdos. qsimismo, q la
Ahora bien. este Proceso de producción y consumo que eI
trqnsformqción (irnitcndo qsí q los drcgones de lo épocc pogo-
cristiqno qún no comprende bien y que en consecuencic no
nq decqdente, que se ponen de bruces sobre tesoros qlue nunccr
puede dominqr, represento en conjunto Io siguiente: todq cosq
podrón consumir y digerir), o bien si quieren interescrrse únicq-
se ensuentrq en estqdo trqnsitorio; como la semillcr gue cqe
mente por cquellos que son cproplodos pqrq su vidq. obrqndo
en lq tierrc¡ y muere, está destinqdq q ser utilizcdc por ial o
con serenidqd, con libertcd y con espíritu de selección. tc c¡c-
cucl hombre en un cierto estqdo de concreción y en un deter-
titud de los esposos frente q este mundo mqteriql reflejc cl ins-
minqdo período histórico. El mundo mqteriql tiene cqrácter de
tqnte su recíprocc cctitud sexuql, su hermetismo qnte sí mis-
tienda de campcñq; este conocimiento del Sqlmo no fue redes-
mos y qnte los demás, su qctitud negctivc. La mujer insc¡tisfe-.
cubierto por cristicnos, sino por ortistos modernos, crquitectos,
qeqdores de modqs, poetcs y jefes de producción de grcndes chq en lo mós íntimo de su ser impulsc ol hombre q ensqnchqr
su qctividqd profesioncl, c gcncr mús. Puesto que no se hq
empresqs. Mientrqs que ciertos cristiqnos - muy buenos, pero
producido 1o eclosión de su fondo íntimo, busca lc expcnsión
ongustiados - sig:uen gueriendo .poseerlo' todo, es decir, su
fuerq de sí mismc¡ en lq vidq sociql, en los viajes, en lq qctivi-
mujer, su cctsitcr, su colocqción segurc, etc., estos presuntos mc-
dad, en lc pcrticipcción en lc vidc públiccr, en lc competenciq
terialistos quieren demostrqr gue eI mundo es unq tiendq de
con otrcs mujeres. El hombre - que tiene remordimientos de
ccmpoño. De chí que construycn viviendqs y cctscts como tien-
concienciq mús q menudo de lo gue cree buscq ct su vez com-
dqs (recuérdense lqs ccrsqs de FrqnÉ Lloyd Wright y otros), que
pensqr lq cqrencic de encuentro, de trqnsformqción y de ple-
diseñen muebles funcionales llenos de movimiento, gue invitcn
q tomqr qsiento Por un roto, pero que se resisten o ser poseí<ios nitud del ser íntimo, con unq exponsión haciq qfuerq, qfanán-
54 FRIEDRICH HEER EL MATRIMO¡CTO, CONEZóN DEL MUNDO 55

dose por lcr posesión de cosas, cqrgos, honores y dinero. Ambos te c Hitler: desde hocío iiempo esos hombres no estcbcrn yc
esposos pcrgqn por esta fuga cri mundo rnqteriql con cquello sustqnciqlmenie copocitcdos pqrcr unq luchc de vida o muerte
mermq de sustqnciq que constituye eI problemo de lc¡ Humcni- porque hobícn fraccrsc¡do en su rnqtrimonio, en el que se qtur-
dod y de lq Cristiondcd qctr¡ql. Lo cierto es que eI hombre y díqn con lqs mismqs frqses vocíqs que utilizcbqn en eI Reichs-
lc mujer no pueden qsumir lc responscbilidqd del muncio ex-
ruq.

terior si no lo hqcen cr pcrrtir de su interioridcd. Lcr mujer in- IncumJ¡e a Lo mujer ser un bqrómetro vivo del mqtrimonio,
por ser elic ónticcmente mús fuerte y serenq que el hombre;
sqtisfechq impulsc c¡ su mqrido - y viceversq - c sqlir a un
mundo ,ol que ni uno ni otro han sabido superqr y ctencier. éste es más débil, mós superficicl (cun en sus filosofíqs más
profundos), mós impcciente, más qfqnoso y sentimentol, y iom-
Más dinero significc más trcbcjo, y más trcbcrjo signi{icc lo
reducción del tiempo libre en quanto tiempo de libertcd, tiem- bién mucho mós vqnidoso. Es ellc lq primero en presentir que
po de vivenciq del rnctrimonio, que sólo en él puede desqrro- clgo vo mol, y Ia gue qcusq mós doloroscrmente lq mer:rna de
sustqnciq, mientrss que el hombre - clegre y confuso
llorse (crquí se pone nuevcmente en evidencio lq íntimo relo-
fugio en su profesión y en el activismo exterior.
ción entre culto, ocio, miso, mqtrimonio). Pronto fcltc lo fuerzcr
porcr vivirlo conscientemente. Este ofán de qbocqrse ql mundo La política interior determina la poiítico exterior; esto es
exterior sin qsumir sobre él ningunc responscbilidcrd, sino sólo tqmbién válido paro el mqtrimonio. Un Estqdo incapoz de so-
iucionqr su políticc interior se refugio en lqs escqrqmuzc¡s de
con el deseo de poseerlo y consumirlo rnediqnte sudor, sqngre,
plccer y ogitación, con Iq consecuencic de que este rnundo, ia políticc exterior, que revisien de por sí un cqrácter esenciol-
mente bélico. Ahorc bien, lc políiicc interior de un rnqtrimonio
sobreccrgodo y sobreexcitcdo, reqccionq por su pqrte y devorq
y cniquila ql hombre, es tqmbién lo cctitud funestq de miles liene que ser opoyoda y esenciclmente dirigido por lo rnujer.
Esto es csí porque sólo ella sqbe excrctqmente cuánto dinero y
de matrimonios cristiqnos insuficientemente mqduros. A1 princi-
pio el csunto pctrece que no es grcve: lo esposo se encorgo de cuántos otros medios exige la economíq domésticq pqrq gqron-
tizor unq existencio libre y digno. Y por tqnto es ella lc que
tol o cuql trabcjo profesioncl suplementario y el mcrido, por
debe entrar en unq luchq qmoroscr con su mqrido pcrro infun-
su parte, se cree obligcdo q qsumir tal o cuql misión políticc,
sociql o eclesiásticq, qpqrte de su trobajo habitucl. Pocos qños dirle modercción y ousteridod frente ql mundo exterior. Lq
después, el uno y el otro estón deformados, convertidos en mq- mujer, y no el hombre, es lcr g'rcn protectoro de lc moterio y
nqgers ![ue se ncrcotizon q sí mismos con frqses hechas y que de todo eI mundo viviente y técnico. Es de esperqr que, poco cr
poco, incluso ciertos pensadores uhrqmqsqulinos vaycn tomqn-
se evqden en lc luchcr por el poder exterior porque hcce yc
tiempo que hcrn cbqndonqdo lc luchc interior, pcrciente, Por su do conciencic de lo que significq que en pleno siglo XX lc Vir-
plosmcción sustcrnciql, medic¡nte Ic luchq interior, pociente, por gen Mcrícr fuera elevqd<¡ q Pqtronq de un mundo, unos cricrtu-
rqs y un fondo humc¡no obcndoncdos q sí mismos.
su plcsmcción sustcrncicl, medicnte lc¡ mutuq eclosión. Aquí tie-
ne su origen lc impotenciq de numerosos políticos cqtólicos fren- Un mqtrirnonio en ei que lc mujer, por un mql entendido
,
I

ao FRIEDRICH EIEER EL MATRIMONTO, CORAZON DEL MUNDO 57

qmor, se resignq pronto y abondonq ql hombre. desotendido, un coche elegonte tiene su precio es olgo que un hombre y una
c lo luchcr del mundo exterior, no llegorá nuncq o su plena mujer comprenden en seguido; pero este precio sólo se com-
mqdurez. Es mós, tiene gue frqcqsqr irremisiblemente. prende bien quqndo es considerqdo como referenciq q los es-
Lo extrínseco es insepcrable de Io intrínseco. El mc¡trimonio fuerzos gue se deben mutuqmente si quieren qumentqr su sus-
suministrq una pruebcr por excelencic de lcs polobros de Goe- tqnciq y su dignidqd vq¡onil y femeninc.
the: nlo más externo y qpqrentemente más superficiql delotc Lo huidc o lcs goncnciqs externqs, q lqs cifrqs, delcrtc muy
lo mós interno y más íntimo,. tqs cosqs mós mqtericrles indi- q menudo lo debilidcd internq: el hombre y lc mujer trqtqn
cqn el nivel espiritual de un mqtrimonio. Ahorq bien, uncr mu- de esconder su inccpccidcd de entrega mutuq evqdiéndose en
jer gue no hq logrcdo lq eclosión de las profundidcdes de su el proceso de producción mqtericl exlerno. De eso no iiene lq
sexuolidqd, ¿cómo puede qtreverse q oceptqr y emprender, ol culpc el nuevo coche, sino los seres humqnos que no sc¡ben
lqdo de su mqrido, estq lucha con su mujer como lq bctqllo utilizcrlo bien, yc que no quieren comprender que eI mejor uso
rnós importqnte de su vidq - porque sólo en ellcr se qbrirán los consiste con frecuencic en lc cbstención. Aquí debe intervenir
profundidades de su estructurcr personcl -, si ni siquierc scbe nuevqmente ia mujer: ellq es plencmente co-responsqble de lc
qué promescs le esperqn, que cquí estó el reino de Dios con profesión que ejerce el rnqrido, de cómo lc ejerce y de qué ccr-
unq presencia que sólo se repite en el qltqr, luminoso, potentí- gos y cctividcdes cdicionqles se hcr impuesto, porque es en lo
simo, irrqdiqndo qmor, y que ton sólo de este foco qtómico de octividqd públicc y profesioncl del mqrido donde se decide ei
un mqtrimonio cmorosqmente qbierto salen lqs fuerzqs que de destino, lo solud y lc grccic solvíficc de iodcr lo fomiliq. A
terminqn Iq trqnsformc¡ción del mundo exterior? Este mundo muchos hombres esto se les cntojc como unq interferenciq in-
mqteriql se enfrentq con el hombre conrugol: todos lqs coscrs, tolerqble, pero esto demuestra tcn sólo lo poco cbiertos que
muebles, cqscs, automóviles, qviones, posiciones de poder y estún q sí mismos y lo poco gue scben del reino de Dios y de
cqrgos de honor. llqmqn <rl hombre y o lc mujer, y ncdie es cq- lc formqción y mermq de sustqnciq humqnq en el mundo.
pcz de sustrqerse q estq llcmcdo que puede dar lugor cr ic Un hombre que onte lc posibilidqd u ofrecimiento de unq
gracic o cr lq condenqción. nuevq octividcd, de un nuevo empleo o de un nuevo ccrrgo, no
Toda cosq externq tiene su precio, y c trcvés de estq objeti- hcblc de ello con su mujer pqrq tomqr una decisión común (lo
vidad durc¡ revelc eI precio de lcrs cosqs internqs. Esto es lo cuql no es lo mismo clue buscqr su consentimiento del mismo
grcrndioso: estq fuerzq de conmoción auténticq de lqs llqmqdos modo fugoz y purqmente formql como sucede hoy en lqs votq-
cosqs mqteriqles. Ellcs representqn lqs fuerzqs de Dios; son en ciones de una democrocia formcl), no reqliza el mqtrimonio en
sí mismcs cqmpos de fuerzqs en los gue puede cqber todo lo un momento cruciql. Unq nuevc¡ profesión, un nuevo cqrgo o
sqno y todo lo mclsqno, y gue exigen del hombre y de lo mu- cuclquier cctividod suplementcriq reclqmq cl hombre hqstq en
jer uno eclosión. unc vigilcncic y unc disciplinc espirituol que su semen; el hombre comete un peccdo contrq su mujer, su fa-
ellos mismos q menudo no quieren exigirse mutuqmente. Que milio y contrq sí mismo cuqndo, sin el consentimiento íntimo
l
t

FRIEDRICH HEER EL MATRTMo¡lro, coRezóN DEL MUNDO 59

de su mujer, cqrgc el mqt¡imonio con esfuerzos y trcrbajos que diento de ideología -, sino de la mujer conyugol. i-Ioy un pue-
ofectqn cr sr¡ fondo personol. Pero hcy que iener en cuentc que blo está perdido si no influyen en su política todqs lqs fuerzos
iodo le afectq: el mundo mcrteriql, el qmbienie humano que positivcrs de lc rnujer - pociencia infinito, moderación, qusteri-
le rodeq. y iodo el tiempo. Todos esos contqctos y cargcrs pue- dqd, reqlismo y pocifismo -, comunicándole lc energíc nece-
den únicomente convertirse en rnedios de grocic cuqndo son so- scric pcrrc luchcrr por un equilibrio de los intereses en impulsos
portodos y aceptodos por el hombre y la mujer conjuntamenie' periódicos y mediante un trcbcjo de detalle, q veces minucioso,
En íntimc conexión con el mundo mqterial estú el mundo formq- que puede durqr qños o decenios. Cuqndo hoy, en ciertos miti-
do por lq comunidcd de seres. Todcr cosq está relqcionqda con nes políticos vuelve q qlzarse el grito de: "Nuestrcr pcrciencic tie-
el hombre y todo hombre está relqcionqd.o con el mundo hu- ne sus lí.nites". .Nuestro pociencic está cgotcdo", entonces los
rrrano que Ie rodea. Este, q trcrvés de lq escr¡ela, la políticq, lcr esposos y esposos de este pcís deberícrn clzqrse en mqsq ]¡ en-
relqción profesional, penelra directcrmente en el mcrtrimonio, el señqr q estos políticos dónde pueden y deben crprender la pa-
cuql es influido profundclmente por é1, consciente o inconscien- ciencia: en el qltqr, en el sqcrificio de Iq misq y en el hogar.
temente. Aunque puede hclber discrepanciq d.e criterj.os en cuqnto q
Lq qfirmación de gue uel hombre es un ser político> nuncc Iqs formos de colcborqción poiítico de Ia mujer, un cristiono
tuvo uncr vigencia más intensa y decisivcr ![ue en el mundo de íntegro, r¡n cotólico, deberíc sober hoy lo siguiente: sin el cono-
hoy. En este mundo que qumenta dolorosqmente de muchísimos cimienio de 1o humono que tiene Iq mujer, sin su consejo, su
crdversqrios, enemigos y ontcgonismos; de nqciones, grupos de octividad, su apoyo, su vqlor y su prudenciq, no pueden domi-
intereses e individucli:dqdes gue hcn de ser conservqdqs de cll- ncrrse lqs condiciones qctuqles, socicrles y políticos. Los hombres
gún modo en su esenciq si no se quiere que se produzccrn tre- no con)rugqles, los que son contrc¡rios ql mqtrimonio o viven
mendos cortocircuitos. En tcdcr ernpresq, en todo negocio, en fuercr de é1,no ilegcn mús que q ideologícs, cr c¡cciones fugaces,
todc profesión, hoy que prcrcticcrrlo político, porque a codo pcso o qsociqciones de intereses y c pcctos efímeros. I-qs situqciones
hemos de trotar con hombres rqdicqlmente diferentes ct nos+' quténticcs deben gestcrse y olumbrorse en uncr lqbor infinitc-
tros. Ahora bien, pcra tcrl políticc sólo está copocitado el hom- mente pcrciente en lo que el popel decisivo corresponde ql sq-
bre conyugcl, puesto que sólo é1 conoce el sentido de uno pug- ber esperar, al ,sqber esflichqr c¡l otro y o la copocidad de co-
ncr con su mujer. tos hombres que padecen de relcrciones se- lqborqr con qdversarios. Lq mujer, como portqdorq de nltevq
xuqles perturbodcs, que no tienen volor porc crceptcrr lcrs qdver- vidcr, corno seno y protectorc del silencio y de lc pociencicr,
tenciqs de su esposc, y que se precipitcn, qfqnosos de qcciones tiene gue dejcr irrodiqr todcr su fuerzq ónticcl en lq crctitud cq-
rápidos, ponen en peligro c su pueblo y q lcr Humonidad. prichosa de los hombres de hoy si no se quiere que ellcr des-
No puede florecer unq buencr políticc sin lcr ayudc activc y truycr el mundo. En el mctrimonio se decide el destino del mun-
pcrsivo de la mujer; no de lc sufrcgistc - gue como fanóticcr do; en él se hoce lcr Historia; en él se encquzqn lss fuerzas del
ideológica constituye unc ccrriccturq del hombre nómqds se' nacimienio, de lc vidc; en é1. en su frqcqso, se desencqdenqn
60 FRIEDRICH HEER

lcrs fuerzqs de destrucción, de odio y de muerte. En su origen


son lqs mismqs fuerzqs; depende del hombre utilizarlcs porc
bien o pcrrc mcl. Junto cl opoyo del mundo mctericl, es el crpo'
yo de los demás se¡es el gue hcce ql mqtrimonio un mc¡trimonio
obierto.

7.
El mctrimonio qbierto, el gue oceptc lqs qdvertenciqs de
otros seres y siente el impulso íntimo de prestcr cyudc c los
demás, es el gue forrnq la bqse de 1o fcmilic c¡bie¡tq, lq
"fomi-
lle ouverten, como lc¡ denominq el movimiento froncés de fami-
lics. Y es c[ue el mqtrimonio y lc fqmilia no pueden sostenerse
como mundo en sí, cislado: tanto los esposos como los hijos'
sólo pueden desqrrollq¡ sus potenciclidodes q trqvés de la edu-
cc¡ción tc¡n necesqric de los cdultos - el mqtrimonio es un pro-
ceso educcrtivo gue durc todc lq vida -, cuqndo cceptcn el trcr-
to con otros hombres: el sqcerdote, eI podre espiritucl, el mé-
dico, lc comunidqd de fieles, lc lglesicr, lc sociedcd. Todos
ellos pcrticipqn en lq educación de los esposos que se mqntie-
nen qbiertos parq comprender, crceptar o, en su ccrso, rechqzqr
sus exigencics. El matrimonio necesitq de unq cierta frctemi-
dcd con los demás seres, lo mismo iue necesitc hermcnqrse
I

62 FRIEDRICH HEER EL MATRIMONTO, CORAZON DEL MUr\DO 63

con todqs lqs crioturcrs y con el mundo de lcs coscls. Unc y


otrcr vez, en su vidq cotidicnc, los cónyuges hqn de confiqrse q
otros hombres, hqn de entregcrrse c sí mismos y cr sus hijos en
i
I
presentarse como un deslizclmiento qnimql hccic¡ felicidcrdes
ilusoriqs y tristezcs tenebrosqs.
Lo cierto es que ei mqtrimonio empiezq q realizqrse, cr ser
el trcbojo, en 1o profesión y en el ocio. Esto entregq, estcr ofren- Ilistorio, en el momento en que el hornbre y 1o mujer iniciqn
su eclosión recíproca. Precisqmente en este momento empiezc
dq, q otros y pcrq otros, está típicomente ejemplcrizcrdo en lcr
el drcrmc, el tiempo, el tiempo salvífico. Lcr huidcr del tiempo,
tronsición de todcr cosq existente, que es don, regolo y ofren-
cil iguol que lo huido del rnundo moteriql y cie lc compañícr de
da, y gue es utilizqdq y consumida.
ios hornbres, es indicio de gue los esposos no se qtreven a 11e-
Los semblqnies llenos de bondcd de viejos esposos iievon
vqr q cqbo este juego de clto nivel que es ct un mismo tiempo
el sello del cáliz y de lo vid: tqntcts veces se hon extrqvertido,
juicio y grccic. Ccdc hora de rnqtrimonio es juicio del hombre
entregodo, sqcrificqdo, vqciqdo. Y qhorc llevan en sus qrrugcrs
viejo y nqcimienio del hombre nuevo. En este sentido, el mcr-
los vestigios de vendqvoles pcsados y en Iq frescurcr de sus
trimonio empieza yq con el prirner diólogo serio en que el jo-
ojos apcrece yo ic iuminosidad de lo prinrcverq eierncr. A me-
ven y lq muchcchcr reqlizqn el primer intento de mostrqrse tal
nudo crsusqn lqs durcs huellcrs del tiempo, porque éste, iunto
como son, es decir, rodicqlmente d.iferentes; seres con uncr lqr-
coir el mundo mcteriql y el de los co-seres, es el tercer Eron ga iristoric, con un núcleo personcl y un fondo cerrcrdos; seres
portodor de gracics pcra el mqtrimonio. EI motrimonio se ve biológicos en cierio modo oternporcrles, que qpenqs si sqben
terriblemente cfecicrdo por el iiempo: los períodos de guerrcr y clgo de Iq irqnsformcrción y madurqción nucleqr de su intimi-
mqlestqr, el envejecimiento, lcl edcd críticq en lo vidcr sexnal dcd, ounque hcyon tenido yc, por ejernplo, en lqs organizccio-
del hombre y de lc mujer. Como uncr reveloción de eternidad, nes juveniles, sueños e ideqs bellqs y estéticcs crcercq de Dios,
eI tiempo pone en evidencia iodas lqs cucllidqdes y todcr ia dei Tú y del prójimo.
frogilidcrd de un mqtrimonio. Codo dícr, codcr noche y ccrdcrhorc Dios crrojo ol hombre conyugol en medio del tiempo, de
tiene su propio tiernpo, su plenitud del tiempo y su ritr:ao. lq mqteric y de lcl sociedcrd de los hornbres. EI sentido salvífi-
EI motrimonio es llistorio, cuqndo es logrcdo; es ur'L qrecer co-histórico de este tremendo qbandono, sólo en nuestro época
y un mcdurqr q trqvés de bcltcllcs y luchas concretqs, de deci- cornienzq q mqnifestqrse. A trqvés del rncrtrimonio y q trcrvés
siones que tienen su exqcto lugcr temporal y espociol en el de los esposos Dios quiere recuperqr el mundo paro sí. reciq-
lcrtido del corqzón y el segundero del reloj. Volvomos q recor- m.c¡rlo como cri'otura de Dios, crbrirlo pcrrq El como 1o que es,
dqr brevemente el relqto de lo gran scrntcrTeresq de Avilc so- creqción suya. O seo: conjunto de seres que sólo pueden exis-
bre su mcrtrimonio con Dios: referenciqs precisos de lugor y tir en donc¡ción recíproccr, en combio y tronsformoción conti-
año señqlqn los hitos y encrucijcdqs. No hoy más que progre- nuos.
so - pqsando por encimc¡ de muchos retrocesos - o coído ol Jesucristo y 1o lglesio; el gron desposorio de Dios con lq
qbismo de uno fqlscr eternidcd y ctemporolidod. que puede Humsnidcd; el ótomo en Iq llqmadq coso mqteriai v la sustqn-

a
64 FRIEDRICH HEER EL MATRTMONTO, CORAZóN DEL MUNDO
65

cic corpóreo-qnímica del hombre que está predestinodo q lc¡ re- vive en trato sosegodo y clegre con eilq y con el mundo
mq-
surrección de lq cqrne en un nuevo cielo y unq nuevc tierrq en tericl y el de los co-seres. Así lc mujer se convierte
en gene_
lo gue el proceso productivo no se reqlizq como qhorq, pertur- rcdorc, en co-creadora de cquellc crutorrepresentqción
de unq
bado por muchos qmores y pcsiones. enfermos y endebles, sino vqroníq qcrisolqdq de lc gue tqn necesitqdo estó el mundo
de
como proceso qmoroso gue cobro su impulso del qmor de lct hoy: de lq qutoridad outénticc. Los dirigentes ónticcmente débi-
misma divnidcd trina y filontrópico. Todo esto está depositodo les, estqs figuras jodeontes, que se qfqnqn por dinero y
po_
en gennen en el mqtrimonio. der, no Ic¡ tienen; no jq hqn recibido nuncq. Lq qutoridqd
cutén_
En la negcción mutuc o lc entrega, gue convierte el rnqtri- ticc¡ es una qutérrticq fuerzcr ónticc que dirnoncr de
Dios
monio en infierno terrenc¡I, estcr qcumulcción de lqs fuerzqs más Podre. Muertos los cntiguos reyes y pctricrccs del mundo
profundos del cosmos se hqce iguclmente visible gue los grcr- ontiguo, el hombre conyugal es el llamqdo c recibirla, c través
cios que con el ouxilio de Dios unos esposos fieles son cqpctces de Cristo, por medicción de nuestrq mqdre lc Iglesic y por
me.
de ofrendcrse q sí mismos y crl mundo' Non coronqverit, nisi qui dicción de su propia esposq, detrás de l<¡ cuql estú siempre
Mq_
Jegitime certqverit. Lq coronq de lc vido sólo está reservqdq ql ríc, Ic benditcr entre todqs lcs mujeres. Es lc mujer lc que
in_
hombre y a lc mujer conyugcrl gue sepqn que en el mc¡trimo- troduce al mqrido en el servicio de ros grcndes misterios de
rq
nio y en todo eI reino de Dios nqdie puede sostenerse q sí mis- creqción y lo conduce ql se¡vicio del mundo de los co-seres.
mo más que por lcr entrego cuténtico. Ahorc bien, c¡ estq entre- son fuerzqs tremendqs los gue tienden o expandirse por er
gcr no se llegc c¡ fuerzq de unq decisión heroicq de lq volición, mundo q trqvés de todo mqtrimonio; son lqs fuerzqs o*oro"o"
sino que hoy que orqr y esforzqrse por ello a trcrvés de unq de Dios. El hombre y la mujer que quieren utilizorlcs para

vido enterq. mismos, pqra su propic sqtisfacción, en vez de emplecrlqs
en
Aquí se potentiza unq vez más lc importoncia trqscendentcrl la libercción, mqdurqción y tronsformqción de sus ,rú"1"o" pur-
de lo mujer, de Mcríc. La mujer que cplcstc lo ccrbezq de lo sonqles, son destruidos y cniguilados por ellos. pero cun
cguí
serpiente, que lo persigue durqnte todos los milenios de lc his- Dios muestrq lcr inmensidcd de su gracic: cuóntqs .r"""" p.r*it"
toriq universql; Iq muier envueltq en la cúpulo estrellodo del que de un seno estrecho ncrzcrl el hijo gue, cl cbrir por
frimero
cosmos, es lcr únicq que puede liberor ol hombre de su vo- vez los ojos, ciestiguc c sus pcdres, clue crpcgcrron lc llcms
del
luntcd propic qutodestructivo. Sólo lc mujer, lq celeste, lq ele' qmor en su ongusticr, su limitcción y su
egoísmo, lc bendición
vodc ql cielo en cuerpo y olmc, y la terrestre (EVA - AVE: así del Niño Divino: Yo enjuogqré vuestrqs lógrimas. Tcmpoco
vieron yc nuestros cnteposodos el nombre de Evcr escondido vuestrc luchq fue en vqno. Yo soy el principio y el fin.
¡Ved,
en el de Moríc), puede trqnsformqr lq fuerzc excesivs del vo- yo lo renuevo todo!
rón - en lo que estribq precisomente su impotenciq - en qque-
llq fuerzq responsable que trctc con considerqción cr lq creq-
ción, lqs coscrs y los seres; gue medionte muchqs obstenciones
/i
iU
)
.@i
I
I

Vous aimerez peut-être aussi