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Hace falta ser burros para ver tan solo lo que le ponen a uno enfrente, esta es la frase con

la que
Carlos Díaz comienza su prólogo al libro de Tolstoi, y es también con la que más termine
identificándome, pues, como un funambulista, al intentar hablar de didáctica, muchas veces, solo
caminamos por la delgada línea que nos han trazado, avanzando con miedo a caer y solo de la
forma que se nos ha señalado, privándonos así, de experimentar la adrenalina y el goce, de
buscar una manera diferente, de correr por la cuerda, avanzar a saltos o con las manos.
Hablar de didáctica normalmente es encajonarla a una definición y con desaire decir que solo es
el conocimiento necesario para orientar la práctica docente, y aunque en la práctica resulta así,
quisiera poder hacer ver la didáctica como esa serendipia dentro de la ciencia pedagógica que
reformulara las forma de gestionar una clase. La didáctica no es un conjunto de elementos
cerrados, como dice Marta Souto es, la forma de pensar, sentir y actuar una realidad…un
conocimiento en desarrollo… una práctica intencional generadora de cambios… una elaboración
permanente, y aún más importante, algo que debe construirse de forma grupal.
Una didáctica construida desde lo grupal resulta la mejor opción, ya que lo grupal; en palabras de
Souto, permite no ser solo un ángulo, una perspectiva, sino una construcción que trae nuevas
concepciones del aprendizaje y de la enseñanza. Esto no quiere decir que la experiencia personal
no es importante, solo que por sí sola no tiene valor, pues debe mediante la entrega de
conocimientos, llevar a una experiencia personal al alumno. La única forma, o mejor dicho, una
forma más certera, es tener claridad de la multidimensionalidad del aprendizaje, es decir, se
deben considerar varios aspectos, responder preguntas como: ¿Qué enseño?, ¿Para qué lo
enseño?, ¿Por qué lo enseño? Y ¿Cómo lo enseño? Entonces, la didáctica se vuelve un poco más
compleja, y resulta necesario para contestar estas preguntas, recurrir a una construcción grupal, y
no hablamos de que los alumnos deben involucrarse en el que aprender, sino, que el docente
debe en la interacción con ellos, ver la significancia de un contenido “X” para cada alumno. Como
escribe José Contreras, lo fundamental de la enseñanza transcurre por terrenos sutiles y
misteriosos, y es que, la practica educativa pretende cosas que no se pueden anticipar, la
psicología del desarrollo nos entrega pistas de como aprende un niño a distintas edades, pero,
debemos incorporar a eso que las esferas sociales (económica, cultural, familiar, histórica) alteran
este pautado desarrollo, y aunque conozcamos la posible respuesta del niño, nada asegura que
esa será su respuesta. Al buscar una didáctica grupal, se busca incorporar estas experiencias, lo
que resulta paradójico e incluso contradictorio, ante el actual sistema educativo, he aquí
importante la cita que Contreras hace de Elizabeth Ellsworth, no sabemos nunca lo que nadie va a
aprender. Podemos ejercer control sobre la obtención de las respuestas que queremos oír, pero
no sabemos lo que de verdad alguien aprenderá.

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