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En su sentido técnico, se define la hermenéutica como la ciencia y el arte de la interpretación

bíblica. Se le considera ciencia porque tiene reglas que pueden clasificarse en un sistema ordenado.

Se le considera arte porque su comunicación es flexible y, por tanto, pudiera distorsionarse el

verdadero sentido de una comunicación si se aplican las reglas de manera rígida y mecánica.

La teoría hermenéutica se divide en dos categorías: hermenéutica general y especial. La

hermenéutica general es el estudio de las reglas que rigen la interpretación de todo el texto bíblico.

Incluye el análisis histórico-cultural, contextual, léxico-sintáctico y teológico. La hermenéutica

especial es el estudio de las reglas que se aplican a géneros específicos, como parábolas, alegorías,

tipos y profecía.

La hermenéutica no está aislada de otras esferas del estudio bíblico. Está relacionada con el estudio

del canon, la crítica textual, la crítica histórica, la exégesis y las teologías bíblica y sistemática.

Entre esas diversas esferas del estudio bíblico, el aspecto que conceptualmente precede a todas las

demás es el estudio de la canonicidad; es decir, la diferenciación entre aquellos libros que llevan el

sello de la inspiración divina y los que no lo llevan.

La crítica textual es el intento de determinar las palabras originales de un texto. La crítica textual es

necesaria porque no tenemos los manuscritos originales, sólo muchas copias de los originales, y

dichas copias contienen variantes entre ellas. Mediante una cuidadosa comparación de un

manuscrito con otro, los críticos textuales realizan un servicio de incalculable valor al

proporcionarnos un texto bíblico que se aproxima mucho a los escritos originales dados a los

creyentes del Antiguo y del Nuevo Testamento.


El conocimiento de las circunstancias históricas que rodearon la composición de un libro es esencial

para una adecuada interpretación de su significado.

Sólo después del estudio de la canonicidad, la crítica textual y la crítica histórica, el erudito está

listo para hacer exégesis. La exégesis es la aplicación de los principios de la hermenéutica para

arribar a una correcta interpretación del texto. El prefijo ex ("fuera de", "desde") lleva a la idea de

que el intérprete está tratando de derivar su interpretación a partir del texto, en vez de leer su

significado hacia el texto (eisegesis).

La teología bíblica es el estudio de la revelación divina como está dada a través del Antiguo y el

Nuevo Testamento.

En contraste con la teología bíblica, la teología sistemática organiza la información bíblica de una

manera lógica antes que histórica. Trata de colocar junta toda la información sobre un tema dado

Las esferas de la teología bíblica y la sistemática son complementarias: juntas nos dan una

comprensión mejor que si cada una se estudiara aisladamente.

La necesidad de la hermenéutica

La hermenéutica es esencialmente una codificación del proceso que por lo general empleamos en un

nivel inconsciente para comprender el significado de una comunicación. Cuanto más bloqueos haya

en la comprensión espontánea, tanto mayor será la necesidad de la hermenéutica.

Hay un abismo histórico por el hecho de que nos hallamos ampliamente separados en el tiempo de

los escritores y los lectores originales. La antipatía de Jonás hacia los ninivitas, por ejemplo,

adquiere un mayor significado cuando comprendemos la extrema crueldad y la pecaminosidad del

pueblo de Nínive.

En segundo lugar, hay un abismo cultural que resulta del hecho de que hay diferencias importantes

entre la cultura de los antiguos hebreos y la nuestra.


Harold Garfinkel, el controvertido sociólogo y fundador de la etnometodología, sugiere que es

imposible para un observador ser objetivo y desapasionado cuando estudia un fenómeno (que en

nuestro caso es el estudio de la Biblia). Cada uno de nosotros mira la realidad a través de ojos

condicionados por nuestra cultura y una variedad de otras experiencias. Para usar una analogía

favorita de Garfinkel, es imposible estudiar personas o fenómenos como si estuviéramos mirando

un pez en un acuario desde una indiferente posición fuera del acuario: cada uno de nosotros está

dentro de su propio acuario.

Un tercer bloqueo a la comprensión espontánea del mensaje bíblico es el abismo lingüístico. La

Biblia fue escrita en hebreo, arameo y griego; tres idiomas que tienen estructuras y modismos muy

diferentes de los nuestros.

Un cuarto bloqueo importante es el abismo filosófico. Conceptos acerca de la vida, de las

circunstancias, de la naturaleza del universo difieren entre varias culturas. Para trasmitir un mensaje

de forma válida de una cultura a otra, el traductor o lector debe estar consciente de las semejanzas y

contrastes de las cosmovisiones.

La hermenéutica es necesaria, entonces, debido a los abismos cultural, histórico, lingüístico y

filosófico que bloquean una comprensión espontánea y exacta de la Palabra de Dios.

Tres principales puntos de vista sobre la inspiración.

La postura liberal típica sobre la inspiración es que los escritores bíblicos fueron inspirados de

manera semejante a Cervantes y otros grandes escritores.

Basadaenversículos como 2Timoteo3:16y2Pedro 1:21, laopinión cristiana ortodoxa es que la Biblia

es un depósito de verdad objetivo. A diferencia de la postura neoortodoxa que concibe las Escrituras

como que llegan a ser la Palabra de Dios cuando adquieren un sentido existencial personal,

laposturaortodoxaes que laBibliaes, y siempre seguirá siendo, un depósito de la verdad, sea que la

leamos y nos apropiemos personalmente de ella o no. Para el creyente ortodoxo, entonces, las
técnicas hermenéuticas poseen gran importancia porque nos dan un medio para descubrir con más

precisión las verdades que creemos que contienen las Escrituras.

En el estudio de la Biblia, la tarea del exegeta es determinar lo más cerca posible lo que Dios quiso

decir en un pasaje determinado, y no lo que el texto significa para mí. Si aceptamos la idea de que el

significado de un texto es lo que éste significa para mí, entonces la Palabra de Dios puede tener

tantos significados como lectores tenga. Tampoco tenemos razón para decir que una interpretación

ortodoxa de un pasaje es más válida que una interpretación herética: en realidad, la distinción entre

interpretación ortodoxa y herética ya no es significativa.

Los problemas surgen cuando los lectores interpretan las declaraciones de un modo distinto al que

el autor tenía en mente. La distorsión del sentido del autor que resulta de interpretar de manera

figurada una declaración literal es la misma de interpretar una declaración figurada de modo literal.

Si todas las palabras son en cierto sentido símbolos, ¿cómo podemos determinar cuándo deben

entenderse literal, figurada o simbólicamente? El teólogo conservador respondería que aquí se

aplica el mismo criterio para determinar la interpretación válida de todos los demás tipos de

literatura, es decir, que las palabras deben interpretarse de acuerdo con la intención del autor. Si el

autor pretendía que se interpretaran literalmente, erramos si las interpretamos de manera simbólica.

Si su intención era que se interpretaran simbólicamente, fallamos de igual modo si las interpretamos

literalmente. El principio es más fácil de enunciar que de aplicar; sin embargo, como se muestra en

posteriores capítulos, el contexto y la sintaxis proporcionan importantes pistas para la intención y,

por tanto, para el significado.

Factores espirituales en el proceso de percepción Un cuarto problema de controversia en la

hermenéutica contemporánea es el de si los factores espirituales afectan o no la capacidad de

percibir con precisión las verdades contenidas en las Escrituras. Una escuela de pensamiento
sostiene que si dos personas tienen la misma preparación intelectualparahacerhermenéutica

(instruidos enel idioma, la historia y la cultura originales), los dos serán buenos intérpretes. Una

segunda escuela de pensamiento sostiene que las Escrituras mismas enseñan que la consagración

espiritual, o la carencia de ella, influyeenlacapacidadde percibirla verdadespiritual. Romanos 1: 18-

22 describe el resultado final de una continua supresión de la verdad como un entendimiento

entenebrecido. 1Corintios 2:6-14 habla de la sabiduría y los dones que son posesión potencial del

creyente, pero la persona no regenerada no los posee. Efesios 4: 17-24 describe la ceguera a las

realidades espirituales que padece una persona que vive según la vieja naturaleza, y las nuevas

realidades que se abren al creyente. 1 Juan 2: 11 declara que el hombre que abriga odio experimenta

una ceguera, resultado del mismo odio. Basados en pasajes como ésos, este punto de vista cree que

la ceguera espiritual y el entendimiento entenebrecido obstruyen la capacidad de la persona para

determinar la verdad independientemente si uno conoce y aplica los principios de la hermenéutica.

Ese asunto tiene más importancia para la hermenéutica que lo que parece a primera vista. Por una

parte si, como se afirmó anteriormente, el sentido de las Escrituras puede hallarse en un cuidadoso

estudio de las palabras, la cultura y la historia de los escritores, entonces, ¿a dónde dirigirnos para

encontrar esta dimensión mayor de discernimiento espiritual? Si dependemos de la intuición

espiritual de los hermanos en la fe para mayor conocimiento, pronto terminaremos en una confusión

desesperada porque ya no tenemos ningún principio normativo para comparar la validez de una

intuición con otra. Por otro lado, la idea alternativa de que el significado de la Biblia puede hallarse

dominando los prerrequisitos del conocimiento y de las técnicas exegéticas, sin considerar la

condición espiritual, parece contradecir los versículos citados anteriormente. Una hipótesis que trata

de resolver ese dilema se basa en una definición del término conocimiento. Según la Biblia, las

personas no poseen en realidad el conocimiento a menos que vivan a la luz de ese conocimiento. La

verdadera fe no es sólo el conocimiento acerca de Dios (lo que incluso los demonios tienen) sino el

conocimiento vivencial. El incrédulo puede conocer (comprensión intelectual) muchas de las

verdades bíblicas empleando los mismos medios de interpretación que él emplearía con textos no
bíblicos; pero no puede en realidad conocer esas verdades (ni apropiarse de ellas) mientras

permanezca en rebeldía contra Dios.

De ese modo, los principios bíblicos de la verdad, disponibles mediante la aplicación de las mismas

técnicas de interpretación textual empleados con textos no-bíblicos, se tornan cada vez menos claros

a quien constantemente rechaza tales verdades. De ahí que los no creyentes no conocen el completo

significado de la enseñanza bíblica, no porque el significado no esté disponible para ellos en las

palabras del texto, sino porque se niegan a actuar y apropiarse de las verdades espirituales para su

propia vida. Además, el resultado psicológico de tal negativa los hace cada vez menos capaces (y

dispuestos) a comprender esas verdades.

Ese asunto ha dividido a los evangélicos (los que subrayan la importancia de una salvación personal

por medio de Jesucristo) en dos grupos, que Donald Masters ha llamado evangélicos conservadores

y liberales. Los evangélicos conservadores sonlos que creenque laBibliaestátotalmente

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sin error; los evangélicos liberales son los que creen que la Biblia no tiene error cuando hablade

asuntos de salvación y de la fe cristiana, pero que puede tener errores en asuntos históricos y otros

detalles.

En segundo lugar, comorepetidamente lo ha demostradolahistoriade laIglesia,2los grupos que

comienzan poniendo en duda la validez de los detalles pequeños de la Biblia finalmente llegan a

poner en duda las doctrinas mayores también. Muchos observadores de los seminarios

norteamericanos contemporáneos han visto repetirse este modelo: la aceptación de un error de la


Biblia en un punto periférico pronto fue seguido por alegatos de que la Biblia contiene errores en

enseñanzas más importantes.

El asunto de la infalibilidad es también importante en la esfera de la hermenéutica. Si comenzamos

con la presuposición de que la Biblia contiene errores, y luego hallamos una aparente discrepancia

entre dos o más textos, pudiéramos decidir que uno o los dos contienen errores. Si comenzamos con

la presuposición de que la Biblia no contiene errores, estamos motivados a encontrar una manera

exegéticamente justificable de resolver cualquier discrepancia aparente. Los distintos resultados de

esas bases presuposicionales se hacen más aparentes en aquella parte de la hermenéutica llamada

"análisis teológico" (véase capítulo 5), el cual consiste esencialmente en comparar un texto

determinado con todos los otros textos sobre el mismo tema.

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