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La mayoría de las personas estamos acostumbradas a escuchar términos como evidencia, prueba e
indicio. Sea porque los hemos leído, visto por televisión, trabajamos en el ámbito legal o pericial o
simplemente por cultura general dichos conceptos entran dentro de nuestro vocabulario normal,
generalmente usándose como sinónimos.
Sin embargo, aunque parecidas, estas tres palabras hacen referencia a cosas diferentes. Son
elementos tenidos muy en cuenta, por ejemplo, en la psicología forense y, por extensión, en el
mundo judicial y legal. Ahora bien... ¿cuáles son las diferencias entre indicio, prueba y evidencia y
de qué modo se trabaja con ellas?
Su ámbito de uso
Tal y como hemos visto, las palabras indicio, prueba y evidencia pueden ser utilizadas en nuestro
vocabulario habitual, pero están principalmente vinculadas con el ámbito judicial. En este aspecto,
se emplean dichos términos con el fin de hacer referencia a todos aquellos elementos que sirven
para establecer relaciones entre elementos concretos de un caso e hipotetizar, reconstruir y
demostrar dichas relaciones.
Los citados elementos surgen de la investigación de los diferentes profesionales que investigan el
caso, siendo por lo general recogidos a partir de una escena concreta o extrapolados a partir de la
investigación de los supuestos implicados.
Pero incluso en el ámbito judicial los términos evidencia, indicio y prueba pueden llegar a ser mal
empleados, habiendo confusiones frecuentes debido a la poca delimitación entre los diferentes
conceptos (ya que los límites pueden ser difusos dependiendo de la definición que se le da a cada
una) y al hecho de que en muchas ocasiones tal delimitación tiene poca importancia al poder
volverse pruebas tanto las evidencias como los indicios en su uso judicial.
Si bien pueden no tener un sentido lógico o este pueda no corresponderse con lo que parece
indicar a nivel conductual (por ejemplo, tener sangre de una víctima en la ropa no implica
necesariamente que la persona vestida con ella sea el o la agresora), resulta inequívoco el hecho
de que existe una vinculación (si la sangre en la ropa es de una persona, dicha prenda a estado en
contacto con la escena del crimen o con la víctima).
Las evidencias suelen obtenerse a través de la realización de análisis de la zona del crimen y de los
numerosos indicios encontrados, obteniéndose a través de ellos resultados objetivos.
Podemos encontrar pruebas de dos tipos: Indiciarias o suficientes. Entendemos por pruebas
suficientes aquellas que permiten garantizar la implicación del acusado y que pueden bastar para
realizar un veredicto, siendo extraídas de evidencias.
En lo que respecta a la pruebas indiciarias, como se puede adivinar por su nombre son aquellas
que provienen de indicios que por sí mismos no resultan determinantes. Así, si bien permiten
pensar e indicar la culpabilidad o inocencia del acusado su presencia no basta para demostrar el
tipo de implicación del acusado.
Evidencia e indicio, sin embargo, son los elementos que se excluyen entre sí, diferenciándose en
que mientras el segundo es generalmente un producto o elemento vinculado a la escena del
crimen que puede apuntar en una determinada dirección la evidencia puede demostrar per se la
existencia de una realidad determinada. Además, mientras que el indicio es más subjetivo y
depende en mayor medida del investigador, la evidencia se obtiene a través del análisis de los
elementos indicativos, resultando ser objetivas.
Referencias bibliográficas:
Taruffo, M. (2003). Algunas consideraciones sobre la relación entre prueba y verdad. Discusiones:
Prueba y conocimiento, 3. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: Alicante.