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Más que estimado, mucho más que querido:

Ahora que lo pienso bien, realmente no entiendo por qué jamás te dije lo que pasaba
conmigo cuando estabas. Demasiada cobardía de mi parte, demasiada estupidez, demasiada
indiferencia de tu parte…

En fin, muchas razones podría darte para justificar mi silencio, pero no te escribo para
eso, en realidad me doy cuenta de que fue una soberana idiotez no haberte hablado con la
verdad desde el principio, debí decirte que eres más de lo que con palabras podría describir;
eres el sol en las mañanas, ese que te toca cuando más tienes frío y te da su calor, eres como la
sonrisa de un niño, que conmueve a cualquier corazón, eres lo que le da dulzor a la miel, eres
el brillo que tiene el cielo y que te saca lágrimas cuando lo ves directamente, y aún más, eres
todo y más que todo.

Perdona, realmente fui muy cobarde, pero no hallaba palabras con las que poder
hacerte entender que estoy enamorada, que cada noche lates en mi pecho como un caballo sin
frenos, mis ojos se llenan de frío cuando recuerdo tus manos, tus miradas y tus sonrisas. No
sabes cuantas veces he llorado y me he lamentado por caer en la dulce trampa de tus
encantos, la desesperación que hay en mi no tiene fin, ya no sé qué hacer, de verdad me
dueles cuando respiro, ¿por qué es que no eres mío? ¿Por qué tenías que aparecer con tu
bendita perfección ante mis ojos? Eres la más bella trampa en la que pude caer, yo me
enamoré de ti, pero tú de mi no.

Me llenas de dicha, a pesar de todo, a pesar de mí, me llena de dicha saber que existes,
que estás en algún lugar del mundo iluminándolo con tu presencia, que algún par de pupilas
están llenándose de frío al mirar a tus preciosos ojos, que tu voz está deleitando a alguien, con
esas palabras tuyas que hacen detener el tiempo…

Este amor que dejaste en mi, fue como un bebé, un pequeñito que no nació jamás,
sigue a la espera de ti, de que vengas y le permitas desarrollarse, convertirse en niño, aunque
sea solo en un pequeño niño, aunque jamás llegue a la adultez. Pero ¿cómo podrías saber que
estaba pasando todo esto? Si jamás hablé, si solo miraba y mi silencio no tenía mucho que
decirte.
Tengo miedo, mucho miedo, miedo de enviarte esto, miedo de lo que pensarás cuando
lo leas, miedo de la expresión que pondrá tu rostro al leerlo, miedo a que no respondas, miedo
a tu respuesta, miedo de no querer saber tu respuesta… Es miedo, siempre lo fue, siempre ha
sido la barrera que me separa de ti, quizá es por esto que uso esta vía para enterarte de lo que
está pasando conmigo, porque no tendría el valor de mirarte a los ojos, esos ojos que me dejan
sin aliento, y decirte que te amo, y que ya no puedo con la ansiedad de saber cómo besan tus
labios, cómo son tus caricias, cómo es tu respiración luego de un beso...

En fin, o no, en fin no, en principio, porque quiero que esto sea solo un comienzo,
nada de finales antes de empezar. Así que, para empezar, como dicen por ahí “con buen pie”:

Amor querido, dueño de mis sentimientos, eres el hombre que hace acelerar mi pulso
y sudar mis manos, cuando estás cerca no pienso con claridad y, a veces, hasta se me olvida
caminar cuando siento que me miras. Eres el dueño de mis deseos, y es que, te deseo como no
sabía que se podía desear a alguien, quiero ser de ti, y quiero que tú también quieras ser para
mí. Te amo, niño, como no sabía que estaba dentro de mis capacidades, te amo en serio, y
también en broma, te amo de todas las formas que se pueda amar, y aún más, podría inventar
millones de formas distintas, si las convencionales no te parecen suficiente. Dame la
oportunidad de darte lo que tengo para ti, permíteme disfrutar de estar a tu lado y de ser para
ti algo más que una compañera.

Así que, ¿qué dices?

Atte.: Una asustada y expectante Lourdes.

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