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1791).
Martín Sisto.
Johann Herder nació en Alemania en 1744 y murió en 1803. Fue un filósofo, teólogo y
crítico literario. Su vida estuvo atravesada por la religiosidad. Tuvo gran influencia en
el nacionalismo alemán y en el romanticismo. Con Herder se inicia la filosofía
especulativa de la historia.
Herder escribió dos libros sobre filosofía de la historia: 1)También una filosofía de la
historia de la humanidad (1774), 2) Ideas para una filosofía de la historia de la
humanidad (1784-1791). La segunda obra es una corrección de la primera.
También una filosofía... se publicó en forma anónima, debido a las fuertes críticas que
dirige al gobierno. Es una crítica a la filosofía de la historia planteada por Voltaire y
todos sus seguidores. Pero también es una crítica a Hume, Montesquieu, Bossuet y
muchos otros. El libro es esencialmente una polémica contra la ilustración. Herder
quiere demostrar que Dios guía el curso de la historia.
A) No somos el centro.
Para Herder hay progreso y hay Providencia y se demuestra que hay Providencia
porque hay progreso.
A pesar de las críticas realizadas a las Ilustración, Herder comparte la exigencia de
que las demostraciones sean sobre base empírica y que estén al alcance de la razón.
No se aceptan explicaciones que cierren el problema remitiendo a Dios como
justificante.
Herder sostiene que hay progreso pero no proporciona con exactitud el concepto. De
acuerdo con el texto en general, podemos entenderlo como la evolución
histórica en las respuestas a las necesidades.
Pero en el paso de una civilización a otra, este progreso no consiste en un aumento de
la felicidad dado que se producen pérdidas. La idea de felicidad es inmanente a cada
civilización, depende de las características del medio y de las cualidades de cada
Hombre.
El estímulo del progreso es el encuentro entre las necesidades y el medio geográfico
en el que deben abrirse paso. Este encuentro genera la búsqueda de soluciones, que
van desde las respuestas a los problemas materiales hasta la respuesta a las
necesidades de organización y expresión cultural. Se progresa solo en la medida en
que el medio geográfico estimula (determinismo étnico).
Es en esas prácticas tendientes a satisfacer las necesidades donde se generan los
valores morales.
Al mismo tiempo, el medio geográfico moldea las características físicas y mentales de
las personas, de ahí que una cuestión fundamental en Herder sea la idea de raza.
Cada raza, una vez formada, es un tipo específico de humanidad que tiene
características permanentes y propias. Las facultades sensoriales e imaginativas de
las diferentes razas están diferenciadas; cada raza tiene su propia concepción de la
felicidad y su propio ideal de vida.
Hay solo una raza cuya vida en lugar de permanecer estática se desarrolla en el
tiempo con formas cada vez más altas: la vida histórica. El centro en el que surge la
vida histórica es Europa, mientras que en China, la India y los nativos de América no
hay progreso histórico, sino una civilización estática inmutable.
El encuentro entre necesidades y medio geográfico, junto con valores morales, dan
lugar a un determinado “espíritu” (espíritu de una civilización). Este no es una entidad
metafísica, sino más bien un modo de afrontar las circunstancias y construir, un
determinado “genio”, que tiñe todas las expresión de una civilización, por ejemplo: las
acciones que un individuo realice van a depender de la civilización a la que pertenece.
El espíritu de una civilización se hace visible cuando el hombre enfrenta determinadas
dificultades, moldeando su carácter.
Aún cuando Herder juzga en forma negativa a su propia época, no busca volver a un
momento pasado, sobre todo porque el retorno no es posible: “Por otra parte en
ningún país la cultura tampoco ha podido retroceder, no ha podido ser por segunda
vez lo que había sido la primera. La ruta del destino es rígida...”. Esta imposibilidad de
retorno estará presente en la filosofía de la historia de Hegel y también en la de Kant.
El motivo de esta “irreversibilidad” es fundamental porque esta relacionado con el
concepto de espíritu. Su genio (el de una civilización) “ya dijo todo lo que tenía que
decir. Su impresión sobre los tiempos ya se ha traducido, la espada ya se ha gastado y
la vaina yace vacía...”
Los actores de la historia son Dios y los Hombres, pero estos últimos en la medida en
que participan de un determinado espíritu, es decir, de una determinada civilización.
Difícil entender hasta que punto y en que proporciones los hombres pueden influir en
el transcurso histórico. Es como si a ellos les correspondiesen sus intereses y sus
acciones hasta la mediana escala, pero el plan total le corresponde a Dios.
La naturaleza humana es muy plástica para todos los cambios geográficos, pero
considerada en sí misma, no evoluciona. Hay un cierto pesimismo antropológico.
C) La compresión histórica.