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FIDEICOMISO Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA

El fideicomiso, como indica la misma palabra, comenzó siendo una disposición de


última voluntad mediante la cual el disponente rogaba, encomendaba (commitere)
a la buena fe (fideicommitere), y lealtad (fidei) de una persona de confianza, que
realizara un encargo a favor de un tercero. Aunque el fideicomiso, dada su enorme
ductilidad y adaptabilidad a cualquier fin que quisiera el testador, y dada la exclusión
de formalidades, representaba enormes ventajas respecto al legado, no logró
desbancarlo sino que ambas instituciones convivieron durante mucho tiempo.

Se acude, en época republicana, al fideicomiso en detrimento de la institución


de heredero o legado

Es probable que, ya a finales de la época republicana, se recurriese a los


fideicomisos para conseguir resultados que mediante la institución de heredero o
el legado no era posible alcanzar, por ejemplo, beneficiar con bienes de la herencia
a un extranjero que no podía ser instituido heredero ni legatario.

SUJETOS DEL FIDEICOMISO ROMANO

La persona que dispone el fideicomiso se llama fiduciante, fiduciario es la persona


que debe cumplir el deseo o encargo del fiduciante, y fideicomisario aquél
beneficiado por el fideicomiso.

El praetor fideicommissarius, encargado de las cuestiones referentes a los


fideicomisos
Al principio el fiduciario sólo tenía una obligación moral, y no existía medio jurídico
alguno para exigirle el cumplimiento del encargo. Pero a partir de Augusto (s. I d.C.)
se admitió que, cuando el fraude a la voluntad del disponente fuese particularmente
reprobable, el fideicomisario podía dirigirse extra ordinem al magistrado
(concretamente los cónsules) para obtener una ejecución mediante medidas
coactivas. A partir de ahí, pronto fue reconocida una fuerza obligatoria, creándose
un Pretor especial (Praetor fideicommissarius) que tenía jurisdicción para ocuparse
de todas aquéllas cuestiones atinentes a los fideicomisos.

El origen de los fideicomisos está en los recursos para hacer eficaces disposiciones
mortis causa a favor de los extranjeros (peregrini) o de otras personas que carecían
de testamentifactio pasiva (Gayo, 2.285). Después, se utilizaba para burlar las leyes
caducarías de Augusto y disponer en favor de los solteros o los casados sin hijos
(2.286-286a). También para evitar los límites impuestos por las leyes Furia y
Voconia, así como para hacer liberalidades a las ciudades y a otras personas
inciertas.

Fideicomiso de herencia

A partir del Principado el fideicommissum hereditatis (o universitatis) sirve para


transmitir la herencia en su totalidad o una parte de ella. El heredero fiduciario
recibía el encargo del testador de que transmitiese la herencia al fideicomisario. El
heredero podía transmitir las cosas hereditarias, pero no ceder su cualidad de
heredero, en virtud de la regla: "una vez heredero siempre heredero". Para ello se
servía de la venta ficticia de la herencia por una moneda (venditio hereditatis nummo
uno: Gayo, 2.252), y realizaría las estipulaciones de la herencia comprada y vendida
(stipulationes emptae et venditae hereditatis) para la transferencia de los créditos y
deudas al fideicomisario.

Sustitución fideicomisaria

Se puede supeditar el fideicomiso, y también el legado, a la no adquisición por parte


de otro fideicomisario (sustitución fideicomisaria directa o vulgar), o a la muerte de
otro adquirente, o a llamamientos sucesivos, que dependen ordinariamente del día
de la muerte del fideicomisario anterior (Gayo, 2.277), o supeditarlos a condición o
término.

Fideicomiso de familia y de residuo


El fideicommissum familiae relictum es el encargo o disposición por la que el
testador pedía a su heredero que conservase el patrimonio hereditario y que a su
muerte fuese transferido a personas pertenecientes a su familia, o que tuviesen
determinado grado de parentela, como el hijo primogénito. El patrimonio podía
vincularse en sucesivas generaciones.

El fideicomiso llamado de residuo tiene como objeto "lo que queda de la herencia"
(quidquid de hereditate supererit). En estos supuestos el heredero fiduciario puede
disponer de la herencia y disminuirla según las exigencias de la buena fe, e incluso
sustituir los bienes hereditarios por otros.

Fideicomiso de libertad

El testador podía rogar al heredero que manumitiese a un esclavo propio o ajeno.


El esclavo no podía exigir su propia libertad por causas de capacidad, pero se
admitió que actuase en el procedimiento extraordinario, solicitando el cumplimiento
del fideicomiso. Varios senadoconsultos de la época imperial hicieron obligatoria
esta manumisión difeicomisaria.

Diferencias entre fideicomisos y legados en Derecho romano

Los fideicomisos, aunque modelados a imagen y semejanza de los legados,


originariamente los distanciaban notables diferencias:

+ El fideicomiso puede estar contenido tanto en un testamento como en un codicilo,


mientras que el legado sólo podía ser ordenado por testamento.

+ El legado sólo podía disponerse a cargo del heredero testamentario, mientras que
el fideicomiso podía ser dispuesto a cargo del heredero testamentario o ab intestato,
de un legatario o del propio fideicomisario, esto es, a cargo de cualquier persona
que recibiese algo de la herencia.

+ Originariamente, a diferencia del legado, el fideicomisario podía ser cualquiera,


incluso personas privadas de testamentifactio, por ejemplo, extranjeros.

+ Mientras el legado debía ordenarse con palabras solemnes e imperativas


(imperativis verbis) y utilizando la lengua latina, el fideicomiso no estaba sujeto a
formalidad alguna (precativis verbis = a modo de ruego), podía encargarse por
escrito o verbalmente, mediante cualquiera palabras, incluso por signos (Ulpiano,
Reg. 25, 3), admitiendo también el uso del griego.

Paulatinamente estas diferencias se atenuaron, y legados y fideicomisos que


habían sido figuras netamente distintas y seguido caminos diferentes, fueron, por la
identidad de sus funciones, avecinándose gradualmente, hasta casi su total
unificación bajo Justiniano.

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