Vous êtes sur la page 1sur 41

INSPECCIÓN DE HACIENDA

• FECHA INICIO DE LA ACTUALIZACIÓN EN INTERNET: 20-02-2015

• FECHA FINALIZACIÓN DE LA ACTUALIZACIÓN EN INTERNET:

Í NDICE DE LAS ACTUALIZACIONES QUE SE ENTREGAN

ECONOMÍA GENERAL

TEMA 11................................... Se sustituye el tema entero por el nuevo que se entrega (revisado).
P.º Gral. Martínez Campos, 5 28010 MADRID Tel. 914 444 920
Gran de Gràcia, 171 08012 BARCELONA Tel. 934 150 988
Alboraya, 23 46010 VALENCIA Tel. 963 614 199
Ponzano, 15 28010 MADRID Tel. 914 444 920

www.cef.es info@cef.es 902 88 89 90

Índice Tema 11

1. Introducción

2. La inflación y el desempleo: causas y efectos

2.1. La inflación

2.1.1. La inflación de demanda

2.1.2. La inflación de costes

2.1.3. Los efectos de la inflación

2.2. El desempleo

2.2.1. Las teorías tradicionales sobre el desempleo

2.2.2. Las teorías modernas del mercado de trabajo

2.2.3. Efectos del desempleo y las políticas contra el desempleo

2.3. La curva de Phillips y la política de rentas

2.4. Críticas a la curva de Phillips

2.4.1. Críticas a corto plazo

2.4.2. Críticas a largo plazo

3. Los distintos enfoques de la política económica

3.1. El modelo del salario monetario keynesiano

3.1.1. La política monetaria y fiscal en el modelo salario monetario keynesiano

3.2. El modelo clásico

3.2.1. La política monetaria y fiscal en el modelo clásico

3.2.2. Políticas de rentas

DICIEMBRE 2014 ÍNDICE TEMA 11


4. Los ciclos económicos

4.1. Fases del ciclo económico

4.2. Tipología de los ciclos económicos

4.3. Las teorías de los ciclos predominantes en la actualidad

4.3.1. Paradigma keynesiano

4.3.2. Paradigma monetarista

4.3.3. Paradigma neoclásico

ÍNDICE TEMA 11 Oposiciones


P.º Gral. Martínez Campos, 5 28010 MADRID Tel. 914 444 920
Gran de Gràcia, 171 08012 BARCELONA Tel. 934 150 988
Alboraya, 23 46010 VALENCIA Tel. 963 614 199
Ponzano, 15 28010 MADRID Tel. 914 444 920

www.cef.es info@cef.es 902 88 89 90

TEMA 11

La inflación y el desempleo: causas y efectos. Los distintos enfoques de la política económica.


Los ciclos económicos

1. INTRODUCCIÓN

En este tema nos centraremos en la relación entre la tasa de inflación y la tasa de desempleo, ha-
ciendo una revisión de los principales estudios realizados en los últimos años acerca de la posibilidad
de intercambio entre ambas variables o, en una terminología bastante habitual, sobre la existencia de
un posible trade-off entre inflación y desempleo: ¿sería posible intercambiar menos empleo por más
inflación, o viceversa? Como se verá, la importancia de esta relación es fundamental para la efectivi-
dad de las políticas económicas estabilizadoras del nivel de actividad, y en particular para las políticas
tradicionales de demanda (monetaria y fiscal).

2. LA INFLACIÓN Y EL DESEMPLEO: CAUSAS Y EFECTOS

2.1. LA INFLACIÓN

La inflación es un proceso de alza persistente de precios que se propaga por las reacciones de los
distintos grupos económicos que inducen nuevos aumentos de precios.

De la definición anterior de inflación se derivan dos notas fundamentales:

• La inflación es un proceso esencialmente dinámico (no un incremento de precios de una sola vez).

• En la propagación de la inflación intervienen de forma decisiva las reacciones de los distintos


grupos económicos.

Se trata de un fenómeno complejo, que admite una diversidad de tratamientos. De hecho, en el


pensamiento económico existen múltiples teorías acerca de la inflación. Para estudiar la inflación es
conveniente partir de las teorías convencionales sobre la misma: la neoclásica y la keynesiana. Ambas

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 1


distinguen entre la inflación de demanda e inflación de costes. Sin embargo, la principal carencia de
estas teorías es que utilizan un modelo estático para explicar un fenómeno esencialmente dinámico co-
mo es la inflación. Por ello, para explicar el proceso, es necesario hacer referencia a otras teorías que
tienen en cuenta las reacciones de los agentes económicos.

2.1.1. La inflación de demanda

La inflación de demanda («empuje o tirón de la demanda») es un proceso alcista de precios ge-


nerado por un aumento de la demanda agregada de la economía que, al nivel de precios inicial, supera
la oferta existente. Este incremento en la demanda puede originarse por medidas de política económica
(aumento del gasto público, reducción impositiva, aumento de la oferta monetaria) o por cambios en la
demanda del sector privado (aumento de la preferencia por el consumo respecto al ahorro, mejora de las
expectativas empresariales que impulsan la inversión, disminución de la preferencia por la liquidez).

El aumento en la demanda agregada, que se refleja gráficamente en un desplazamiento a la dere-


cha de la curva de demanda agregada, produce un exceso de demanda en el mercado de bienes de nue-
va producción, lo que tiende a elevar el nivel de precios; esto, a su vez, provoca los siguientes efectos:

• Se produce un exceso de demanda en el mercado de dinero (pues el mayor nivel de precio redu-
ce los saldos reales de dinero, es decir, aumenta la demanda de dinero en términos nominales),
de manera que el tipo de interés tiende a subir, lo que reducirá las demandas privadas de consu-
mo y de inversión.

• Se produce un exceso de demanda en el mercado de trabajo (pues el mayor nivel de precios redu-
ce el salario real, con lo que aumenta la demanda de trabajo), de manera que tenderán a aumentar
el salario monetario y el nivel de empleo, y esto, a su vez, llevará a un aumento de la producción.

De esta forma, en un modelo estático el incremento del nivel de precio reduce la cantidad de-
mandada y aumenta la cantidad ofertada, por lo que se elimina el exceso de demanda original que lo
ha causado, con lo que la inflación se elimina por sí misma. Es decir, que en el modelo estático la in-
flación de demanda no es una verdadera inflación, sino un aumento de una vez en el nivel general de
precios que elimina el exceso de demanda originario.

Figura 1. Inflación de demanda originada en el mercado de bienes

11 – 2 Oposiciones
Los efectos de la inflación de demanda se ilustran gráficamente a través de las FIGURAS 1 y 2,
donde la primera muestra una inflación de demanda originada en el mercado de bienes (por política
fiscal expansiva, aumento de la preferencia por el consumo o mejora de las expectativas de los em-
presarios, que se reflejan en un desplazamiento a la derecha de la curva IS) y la segunda, una inflación
de demanda originada en el mercado monetario (por política monetaria expansiva o disminución de la
preferencia por la liquidez, que se reflejan en un desplazamiento a la derecha de la curva LM); la situa-
ción inicial viene dada por los puntos A y A’.

Figura 2. Inflación de demanda originada en el mercado monetario

En las FIGURAS 1 y 2 puede apreciarse (por distintos motivos en uno y otro caso) que se produ-
ce un aumento de la demanda global desde Y0 hasta Y0’ (desplazamiento a la derecha de la curva de
demanda agregada), lo que provoca un exceso de demanda en el mercado de bienes (medido por la
distancia A’B’); a partir de aquí, el proceso de ajuste hasta la situación final (indicada por los puntos C
y C’) es el referido mas arriba (idéntico en ambos casos); reducción de la demanda agregada desde Y0’
hasta Y1 (movimiento desde B’ a C’ a lo largo de la nueva curva de demanda agregada) y aumento de
la oferta agregada desde Y0 a Y1 (movimiento desde A’ a C’ a lo largo de la curva de oferta agregada).
Se ha producido así un aumento de los niveles de precios, producción y empleo de la economía. En
cuanto al tipo de interés, aumenta en la situación de la FIGURA 1, y disminuye en la otra situación de la
FIGURA 2.

En cualquier caso, lo que ha ocurrido es un aumento en el nivel general de precios (de P0 a P1)
que ha eliminado la causa que lo provocó (el exceso de demanda en el mercado de bienes). Para que
se produjera un incremento continuado y sostenido en el nivel de precios (esto es, para que se produ-
jera una verdadera inflación) sería necesario que el exceso de demanda se prolongara en el tiempo,
lo que a largo plazo solo puede ocurrir si las autoridades «apoyan» la inflación mediante un aumento
de la oferta monetaria (ya que las otras causas de una inflación de demanda no pueden, por su propia
naturaleza, prolongarse indefinidamente en el tiempo). Es en esta forma en la que puede aceptarse la
famosa afirmación de Milton Friedman de que «la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno
monetario», pues toda inflación prolongada debe ser financiada (antes o después y en mayor o me-
nor medida) por las autoridades monetarias. Ahora bien, no puede pretenderse que una inflación esté
originada siempre por causas monetarias; una inflación puede estar motivada por una diversidad de
factores, y a veces no por una sola, sino por varias entrelazadas. Precisamente la causa que origina la
inflación es lo que diferencia la teoría keynesiana de la teoría neoclásica sobre la inflación (además de

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 3


la diferencia en los efectos reales derivada de que la curva de oferta en el modelo clásico sea vertical).
Para la primera, el incremento en el nivel general de precios era iniciado u originado por impulsos fis-
cales o de otro tipo (no monetarios), aunque, no pudiendo justificar tampoco una inflación continuada,
si no existía una evolución monetaria acomodante. La teoría monetarista explicaba, sin embargo, una
tasa constante de inflación por incrementos constantes de la cantidad de dinero (origen en impulsos
monetarios).

Para terminar con la inflación de demanda cabe decir que en todo caso podría combatirse median-
te políticas de demanda (monetarias o fiscales) contractivas que redujeran o eliminaran el exceso de
demanda causante de la inflación (en términos de las FIGURAS 1 y 2 se traducirían en un desplazamien-
to a la izquierda de la curva de demanda agregada).

2.1.2. La inflación de costes

La inflación de costes (cost-push) es un proceso alcista de precios generado por un incremento


exógeno en los costes reales de producción. Estos mayores costes productivos pueden consistir en un
incremento autónomo de los salarios reales, los precios en términos reales de las materias primas o el
coste real de uso del capital, o también en un incremento autónomo de los beneficios empresariales.

Las alzas de salarios en el análisis keynesiano vienen determinadas por elementos institucionales
donde, en el modelo de mark-up, cabe perfectamente la posibilidad de estudiar el carácter «adminis-
trado» de los renglones fundamentales de coste salarios y márgenes de beneficios y la posibilidad de
que los «administradores» impulsen alzas de costes generando inflación, aunque el lado de la demanda
no registre tensión. Este es el punto central de la inflación de costes, porque si los márgenes de benefi-
cio y los salarios monetarios, en virtud de su carácter administrado, pueden provocar alzas de precios
aun cuando la pulsación de la demanda global no sea energética, tal vez resulte necesario mantener un
amplio margen de paro, a través de una demanda restringida, para desalentar los ímpetus de los «admi-
nistradores» y asegurar el paro dentro de márgenes reducidos, los «administradores» pueden sentirse
alentados en sus presiones para obtener una mayor participación en la distribución de la renta nacional.

Comencemos analizando en qué medida estos elementos de costes pueden originar, en efecto, una
presión inflacionista.

2.1.2.1. Los salarios

A) La demanda de trabajo

Está claro que cuanto más inelástica sea la demanda de trabajo, más altas remuneraciones podrán
obtener los trabajadores sin provocar reducciones importantes en el nivel de empleo. Si se considera,
con Marshall, la demanda del factor trabajo como derivada de la demanda del producto final en cuya
producción coopera, puede decirse que la demanda de trabajo será tanto más inelástica:

• Cuanto más esencial sea la participación del trabajo en el producto final, esto es, cuanto más ba-
jo sea el valor de la elasticidad de sustitución entre el trabajo y los demás factores productivos.

• Cuanto más inelástica sea la demanda del producto final en cuya obtención participa.

• Cuanto más baja sea la relación entre los salarios y el coste total del producto.

• Cuanto más inelástica sea la oferta de los demás factores productivos susceptibles de sustituir el
trabajo.

11 – 4 Oposiciones
Según esto, se puede afirmar:

• Que un pequeño grupo de trabajadores cuyas funciones tengan carácter especializado y sean,
por consiguiente, difícilmente sustituibles, tanto por capital, como por otros trabajadores, es-
tarán en condiciones de imponer elevaciones en su remuneración sin que su nivel de empleo
retroceda apreciablemente, aun en ausencia de un sindicato. Ahora bien, en la medida en que se
está suponiendo que ese grupo de trabajadores difícilmente sustituible es pequeño, resulta im-
probable que por esta vía pueda producirse una inflación general de costes.

• Para grupos más amplios y menos esenciales de trabadores, los sindicatos puede ser importan-
tes en la medida que consiguen reducir la elasticidad de sustitución entre el trabajo sindicado y
los demás factores productivos, incluido el trabajo no sindicado.

• Pero, en cualquier caso, la posibilidad de los trabajadores de imponer una elevación de sus re-
muneraciones sin provocar un fuerte descenso de su nivel de empleo dependerá del grado de
elasticidad del producto final en cuya obtención colaboren. Por consiguiente, está claro que
ni el trabajo sindicado ni el trabajo no sindicado, pero esencial, tendrán fuerza suficiente para
lograr importantes elevaciones de salarios en una empresa competitiva, puesto que esta queda-
ría fuera del mercado. Ahora bien, la elevación de los salarios puede resultar efectiva cuando
opera no al nivel de las empresas aisladas, sino al nivel de toda la industria, aun cuando esta sea
competitiva (puesto que la demanda del producto final para toda la industria es mucho menos
elástica que la demanda del producto final para cada una de las empresas de la industria). En
tal caso, el éxito del empujón alcista de los salarios dependerá de la elasticidad de la demanda
del producto final para toda la industria. Sin embargo, el grado de competencia será en general
decisivo para determinar la resistencia de los empresarios a las alzas salariales, aunque dicha
resistencia dependerá también mucho de las expectativas de los empresarios sobre el nivel ge-
neral de actividad de la industria en el futuro.

De lo anterior cabe deducir que los ímpetus alcistas de salarios tendrán mayores probabilidades
de éxito:

• Cuanto más inelástica sea la demanda del producto final.

• Cuanto más fuertes sean los sindicatos que participan en las negociaciones.

• Cuanto más favorables sean las expectativas empresariales sobre los niveles de actividad y
ventas.

• Cuanto más tienda a desarrollarse la negociación al nivel de la industria y no al nivel de cada


empresa. De esto se deduce, a su vez, que las tensiones salariales alcistas tenderán a ser más in-
tensas en los sectores oligopolísticos, donde:

– Las empresas se encuentran protegidas de la competencia, al menos parcialmente, por las


grandes exigencias de inversión de capital, el elevado grado tecnológico, las ventajas consoli-
dadas en el mercado, existencia de barreras de entrada, etc.

– Las empresas obtienen fuertes beneficios que incitan a los sindicatos a exigir alzas de sa-
larios.

– Los sindicatos de dichas industrias tienden a ser sindicatos fuertes.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 5


Claro está que los empujones alcistas de los salarios en los sectores oligopolísticos no bastan para
generar por sí solos una inflación general de costes en la economía. Sin embargo, las alzas de salarios
registradas en esas industrias pueden tener una importancia estratégica, puesto que tienden a ser consi-
deradas como guías de referencia en las negociaciones salariales desarrolladas en el resto de la econo-
mía.

B) La oferta de trabajo

En general, las variables que sirven de orientación a los sindicatos para marcar sus objetivos y po-
líticas de negociación son las siguientes: las variaciones registradas en el coste de la vida; la situación
de las empresas, reflejada en sus beneficios y productividad; y, los tipos de salarios logrados en secto-
res estratégicos o en empresas o industrias relevantes, por referirse a sectores cercanos a aquellos en
los que el correspondiente sindicato se propone negociar.

Pero, ¿Qué posibilidades existirán de que estas variables-guías generen presiones salariales gene-
rales en la economía que desemboquen en una inflación general de costes?

• Un alza en el coste de la vida puede provocar, sin duda, un proceso de inflación de costes. Por
ejemplo, una mala cosecha, no compensada por importaciones, que impulse al alza los precios
de los productos alimenticios, determinará un descenso de los salarios reales; y los trabajadores
responderán, normalmente, tratando de restablecer el salario real mediante una elevación de
los salarios monetarios que pueda superar ampliamente el incremento registrado en la produc-
tividad media del trabajo en el periodo. Desde luego, no puede hablarse en este caso de una
actuación inicial de los sindicatos, puesto que su respuesta tiene un simple carácter defensivo;
aunque, naturalmente, la reacción puede revestir también un carácter agresivo.

• También una reacción de los sindicatos, ante un aumento de los beneficios y de la productivi-
dad de las empresas, puede generar una inflación de costes; pero solo en el caso de que el au-
mento de los salarios monetarios supere el ritmo de incremento registrado en la productividad
media del trabajo y de que esa elevación de los costes monetarios del trabajo no sea absorbida
con cargo a beneficios.

• La tercera variable-guía que actúa con frecuencia como fuente de la inflación de costes es la
siguiente: los sindicatos tienden a eliminar las diferencias salariales interempresariales e inter-
sectoriales, lo que conduce a la aparición de presiones inflacionistas de costes en sectores don-
de la productividad o los beneficios han aumentado menos que en las empresas y sectores que
se están tomando como guía de referencia en las negociaciones. Supongamos, por ejemplo, que
en sectores con rápido incremento de la productividad o en sectores oligopolísticos se registran
alzas salariales que son absorbidas con cargo a crecimientos de la productividad o con cargo a
beneficios, y que no se traspasan, por consiguiente, sobre los precios. Pero si los sindicatos de
otros sectores toman esas alzas de salarios como guías de referencia para sus negociaciones –lo
cual sucede muy frecuentemente, debido a la rivalidad entre los sindicatos y a sus deseos de
eliminar el descontento entre sus afiliados, ante la diversidad de ritmos de aumentos salariales
en los diversos sectores–, dichos sindicatos impondrán en sus correspondientes sectores alzas
de costes salariales, siendo superiores al crecimiento de la productividad media del trabajo y,
que no siendo absorbidas con cargo a beneficios, tenderán a traspasarse a los precios, pudiendo
provocar una situación general de inflación de costes.

Adviértase el papel desempeñado por la inadecuada movilidad del trabajo entre los diversos
sectores y empresas. Si existiera perfecta movilidad de la mano de obra, esta se encargaría de
eliminar las diferencias salariales intersectoriales e interempresariales. Puesto que la movilidad

11 – 6 Oposiciones
de la mano de obra es muy imperfecta, el resultado puede ser que los sindicatos busquen dar
satisfacción a sus asalariados en forma de empujones salariales alcistas generadores de tensio-
nes de inflación de costes. El proceso tiende a institucionalizarse en la medida en la cual, en su
país, determinadas empresas especialmente relevantes se toman como empresas clave en las
que el comportamiento de los salarios orientan las reivindicaciones de los sindicatos en el resto
de la economía en los sucesivos rounds de negociaciones salariales.

• Por último, conviene subrayar un elemento sociopolítico. La conducta de los sindicatos en las
negociaciones salariales se ve profundamente afectada por su decisión de colaborar con la polí-
tica económica del Gobierno; la cual, a su vez, está condicionada por el grado en que los sindi-
catos confíen en que el Gobierno desarrolla una política económica acorde a los intereses de los
trabajadores.

2.1.2.2. Los beneficios

La inflación de costes también puede comenzar por la vía del otro componente dinámico de los
costes: el margen de beneficio empresarial. Una decisión de los empresarios de incrementar sus már-
genes de beneficio por encima de los límites permitidos por los incrementos de productividad inducirá
una elevación de los precios que, a través de las reacciones pasivas, defensivas o agresivas de los dife-
rentes grupos económicos perceptores de renta y realizadores de gasto, puede desencadenar un proceso
inflacionista.

Suele señalarse, sin embargo, que la probabilidad de que una inflación de costes se inicie por el
lado de los beneficios es menor que la probabilidad de que se inicie por el lado de los salarios. Por las
siguientes razones:

• Las empresas buscan no el máximo margen de beneficio, sino el máximo volumen total de be-
neficios, que depende del margen aplicado y del volumen de producción y ventas. De esta for-
ma, tendrán en consideración la posible disminución de la demanda que pueda ocasionarse por
el incremento de los márgenes de beneficio decidido.

• Los márgenes de beneficio aplicados por las empresas son mucho peor conocidos que los nive-
les de salarios existentes en las distintas empresas e industrias. Ello reduce la probabilidad de
que los empresarios traten de adoptar los márgenes de beneficio más altos aplicados en otras
empresas o sectores.

• Las empresas tenderán a buscar la emulación a través de la igualación de los márgenes de bene-
ficio mucho menos que los sindicatos la buscarán a través de la igualación de las tasas de incre-
mento salarial.

• El impacto de un alza de salarios sobre el gasto será mayor que el de un alza de los beneficios
empresariales (debido a la mayor propensión al consumo de los trabajadores, ya que sus rentas
son más bajas), de modo que el impulso alcista salarial genera una expansión inducida del con-
sumo mayor que un impulso alcista de los beneficios.

A pesar de esto, es cierto que, en un mundo de competencia imperfecta, donde la sensibilidad de


la demanda a las variaciones en los márgenes de beneficio puede ser escasa y donde, como hemos vis-
to, los precios de los bienes y servicios tienen un importante elemento de precios administrados, una
inflación de costes puede iniciarse también por el empuje de los beneficios. Si se acepta que las em-
presas tienden a establecer los precios añadiendo a sus costes de producción un margen de beneficio
bruto, es evidente que la posibilidad de que una inflación de costes se inicie o se propague es posible.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 7


Un ímpetu alcista de los salarios irá seguido de una elevación de los precios al aplicar el margen de
beneficio administrado a unos costes primarios más altos, con lo cual el alza de precios se transmitirá
a través de las materias primas y productos intermedios hasta alcanzar los bienes finales. Esto implica
una elevación en el coste de la vida que determinará nuevas reacciones en los sindicatos buscando un
restablecimiento de sus salarios reales. Igualmente, un alza de los márgenes de beneficio, transmitién-
dose por la cadena de materias primas y productos intermedios hasta los bienes finales, inducirá, a tra-
vés del coste de la vida, las reacciones por parte de las organizaciones de trabajadores.

Un importante aspecto básico de la inflación de costes es el hecho de que los distintos grupos
perceptores de rentas aspiran a unas participaciones en la renta nacional real, tales que, sumadas todas
ellas, suponen una renta nacional real superior a la existente. El proceso de inflación de costes conti-
núa en la medida en que las aspiraciones de renta de los diversos grupos económicos excedan, cuando
sean agregadas, a la renta real disponible. La inflación de costes tiene una clara vertiente sociopolítica
que le da su más hondo significado: implica la lucha por mejorar la participación de los diversos gru-
pos en la distribución de la renta nacional real. De modo que la inflación de costes es una manifesta-
ción de la lucha entre los grupos más dinámicos de la sociedad, a saber, los empresarios y trabajadores.
Se trata de un manifestación de lucha de clases. La inflación de costes persistirá mientras las aspira-
ciones de los diversos grupos en pugna, en cuanto a su participación en la renta real, continúen siendo
incompatibles con la renta real disponible; y, por consiguiente, la inflación de costes solo se suavizará
o tenderá a desaparecer en la medida en la cual algunos de esos grupos cedan en beneficio del otro o
cuando consigan mejorar su participación a costa de un tercer grupo menos dinámico (formado básica-
mente por los perceptores de rentas fijas).

Contemplada de esta forma, la inflación de costes actúa como un suavizador de las tensiones so-
ciales, puesto que en la medida que los esfuerzos de los grupos en pugna por mejorar su participación
se ven destruidos a través del mecanismo impersonal del alza de precios, se produce una especie de
ilusión monetaria que distrae la atención de los grupos contendientes. Claro está que los grupos con
menor poder negociador, los grupos menos dinámicos, los que tienen menor poder de reacción ante la
erosión de sus rentas reales suelen ser los grandes perjudicados por la inflación de costes.

Al igual que la inflación de demanda, si no se contempla la inflación de costes como un proceso


dinámico (estaríamos en un modelo estático) consistiría en un fenómeno autoextinguible. Es decir, un
incremento de una vez en el nivel de precios (reflejado gráficamente en un desplazamiento hacia arriba
de la curva de oferta agregada), lo que produciría dos efectos:

• En el lado de la demanda agregada, existiría un exceso de demanda en el mercado monetario


(por reducción de la oferta en términos reales o aumento de la demanda en términos nomina-
les), con lo que el tipo de interés subiría, reduciendo el consumo y la inversión.

• En el lado de la oferta agregada, disminuiría la utilización del factor de producción relativa-


mente encarecido y, si su remuneración en términos reales no desciende lo suficiente, y también
la de los demás (pues disminuye su productividad marginal), la menor utilización del factor en-
carecido (y, en su caso, también de otros factores) llevará a un descenso en el nivel de produc-
ción agregada.

La inflación de costes se muestra gráficamente en la FIGURA 3, donde el incremento inicial del


precio en términos reales de un factor productivo cualquiera desplaza hacia arriba la curva de oferta
agregada (paso del punto A al B), consiguiéndose el nuevo equilibrio en el punto C, donde han descen-
dido tanto la demanda (movimiento desde A hasta C a lo largo de la curva de demanda agregada) co-
mo la oferta (movimiento desde B hasta C a lo largo de la nueva curva de oferta agregada) agregadas.

11 – 8 Oposiciones
Figura 3. Inflación de costes

Como se observa, la inflación de costes ha producido un incremento en el nivel general de precios,


pero, a diferencia de la inflación de demanda, un descenso de la producción, lo que a su vez conlleva
unos mayores niveles de desempleo de los factores productivos. En cualquier caso, el tipo de interés su-
birá. Lo que sí está claro es que para que el incremento del nivel de precios sea sostenido y continuado,
se requieren en este caso un incremento continuado en la cantidad de dinero por parte de las autoridades
(lo que podría ocurrir, por ejemplo, si estas decidiesen restaurar los niveles de empleo iniciales), ya que
no sería posible mantener incrementos autónomos continuos indefinidamente en los precios reales de
los factores productivos. Por ejemplo, si aumenta el precio en términos reales de las materias primas, se
utilizará una menor cantidad de estas (pues el nuevo precio superará al valor de su producto marginal),
pero, además, al utilizarse menos materias primas, disminuirá la productividad marginal del trabajo
(gráficamente, su curva se desplazaría a la izquierda); si este descenso de la productividad marginal del
trabajo no se ve acompañado por un descenso en la misma cuantía del salario real (porque este perma-
nezca inalterado o porque se reduzca en una cuantía insuficiente), disminuirá el nivel de empleo.

2.1.3. Los efectos de la inflación

A la hora de evaluar los efectos de la inflación se deben tener en cuenta dos cuestiones previas, si
bien muy relacionadas entre sí: el grado en que la inflación es anticipada o no por los agentes econó-
micos, y si estos funcionan con criterios monetarios o reales (o, en otras palabras, si padecen ilusión
monetaria o no). Así, si los agentes anticipan la inflación y funcionan con criterios reales (esto es,
no padecen ilusión monetaria), podrán defenderse contra los efectos no deseados de la inflación que
anticipan reflejándola en los contratos por los que rigen sus actividades, los cuales serán revisables
en función de la inflación. Por el contrario, si los agentes padecen ilusión monetaria y no anticipan la
inflación (o, anticipándola, son incapaces de reflejarla en las variables nominales), los efectos de la in-
flación sobre el sistema económico van a ser considerables.

2.1.3.1. Efectos de la inflación perfectamente anticipada

Si la inflación es perfectamente anticipada, los contratos se establecerán de acuerdo con la infla-


ción esperada, evitando así los agentes económicos las pérdidas que les podría ocasionar la inflación.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 9


Así, en los contratos de préstamo se fijará un tipo de interés nominal que recoja la tasa esperada de
inflación, los salarios crecerán en función de la inflación esperada, el sistema impositivo será indiciado
(esto es, los tipos impositivos variarán en proporción al nivel de precios), etc.

En general, los efectos derivados de una inflación perfectamente anticipada pueden ser pequeños
e incluyen fundamentalmente los siguientes:

i) Disminuye el uso de efectivo (esto es, monedas y billetes) por parte del público al aumentar el
coste de oportunidad derivado de su posesión, ya que el efectivo no genera ningún rendimien-
to, mientras que los tipos de interés nominales de otros activos estaría subiendo debido a la
inflación. La inflación reduce el poder adquisitivo de las tenencias de efectivo, mientras que la
pérdida del poder adquisitivo de otros activos se ve compensada por la elevación de sus tipos
de interés nominales.

ii) Asimismo, habría que tener en cuenta los denominados costes de «cambio de menú», que apa-
recen por la necesidad de cambiar los precios más frecuentemente en respuesta a la inflación
en aquellos mercados en los que el precio se fija por un periodo de tiempo.

2.1.3.2. Efectos de la inflación imperfectamente anticipada

Si no es anticipada perfectamente por los agentes, no solo se producirán los efectos señalados de
disminución de las tenencias de efectivo y costes de «cambio de menú», sino también otros que agru-
pamos en las siguientes categorías: los sujetos no serán capaces de compensar totalmente, por medio
de las cláusulas de revisión de sus contratos, la pérdida de poder adquisitivo de sus rentas nominales
que les ocasiona la inflación. En concreto, se ha argumentado que la inflación imperfectamente antici-
pada reduce los salarios reales (pues los salarios monetarios se retrasan temporalmente respecto a los
precios) al tiempo que aumentan los beneficios empresariales.

Por lo que respecta a la redistribución de la riqueza asociada a la inflación, cabe señalar que esta
reduce el valor real de los activos fijados en términos nominales, por lo que, si los acreedores no anti-
cipan perfectamente la inflación (no consiguen trasladar íntegramente la inflación efectiva a los tipos
de interés nominales), se producirá una redistribución de la riqueza de acreedores a deudores.

Si nos centramos en los posibles efectos para grupos en concreto, los estudios muestran que las
economías domésticas son acreedoras en términos netos y las empresas y el sector público deudores
netos, con lo que se produciría una transferencia neta de recursos de las economías domésticas a las
empresas y al sector público a causa de la inflación imperfectamente anticipada. Dentro de cada grupo,
la situación acreedora neta o deudora neta de cada componente es muy heterogénea y cada individuo
es a la vez acreedor y deudor, con lo que los efectos individuales son muy difíciles de conocer. Por
otro lado, pueden darse transferencias intergeneracionales, resultando perjudicados los más viejos (ve-
rán disminuir su riqueza real) en beneficio de los más jóvenes.

Es importante la redistribución de la renta y riqueza en favor del sector público. La inflación re-
duce el valor real de la deuda pública (es decir, el sector público paga menos a sus acreedores en tér-
minos reales). Si no se actualizan a la inflación las tarifas progresivas impositivas, supone una mayor
recaudación en términos reales.

También se producen efectos sobre el gasto real. En términos agregados, precios y salarios cre-
cientes implican un doble efecto: precios crecientes suponen mayores costes para compradores y más
elevadas rentas para los vendedores; salarios crecientes implican mayores costes para los empresarios

11 – 10 Oposiciones
y mayores rentas para los trabajadores. Por este motivo, unos precios en alza no origina aumentos de
la cantidad ofrecida o reducciones en la demanda, como sería el caso tratándose de bienes individua-
les. La inflación, teóricamente, podría continuar indefinidamente. Lo que no ocurrirá ya que el proceso
de precios y rentas en alza afecta normalmente reduciendo el nivel de gasto real de distintas formas.

Disminuye la demanda real en la medida en que las economías domésticas, empresas, y el


sector público realicen sus planes de compra en términos monetarios y no reales. El efecto de la
demanda real dependerá en gran medida del sistema que sigan esas unidades de gasto para reajustar
su gasto monetario a la vista de la elevación de precios. Si el Gobierno se financia aumentando la
oferta monetaria, el impacto expansionista será superior respecto al caso de financiarse mediante
impuestos.

También la inflación tiende a redistribuir la renta en contra de rentistas. pensionistas y personas


retiradas. En el caso de una inflación de demanda, podría producirse una desviación de rentas desde
los asalariados a los perceptores de beneficios. En una inflación de costes, la redistribución será en
favor de los trabajadores ocupados, y a cargo de los perceptores de beneficios y de los parados. La
propensión total al gasto se modificará a consecuencia de estos trasvases de renta, ya que las propen-
siones marginales de cada grupo son diferentes: en el primer supuesto es probable que se registre una
ligera caída en la demanda real. En el supuesto de la inflación de costes, en cambio, es más probable
su elevación.

Si los impuestos sobre la renta son progresivos, la inflación, si no se actualizan adecuadamente


los tipos impositivos, aumenta automáticamente la proporción entre impuestos y renta, contribuyendo
a contraer la demanda. La demanda real agregada se reducirá en la medida en que ingresos tributarios
adicionales no produzcan directamente una elevación compensadora en el gasto público.

En lo que respecta a la inversión empresarial, probablemente disminuirá como consecuencia de la


caída en el valor real de sus saldos líquidos, a la consiguiente necesidad de financiarse en mayor grado
recurriendo al crédito y a las menores disponibilidades de crédito. Por otro lado, si los precios crecien-
tes provocan expectativas de mayores beneficios (o reducen los tipos de interés real), mejorarían las
expectativas para la inversión.

Un aspecto muy importante es el que tiene lugar como consecuencia de la tremenda alteración de
los precios relativos que producirán efectos sobre la asignación de recursos.

Para acabar, señalaremos que la inflación imperfectamente prevista causa efectos derivados de la
incertidumbre propia de toda inflación no percibida correctamente, y que serán tanto mayores cuanto
mayor sea la inflación y su aceleración. La incertidumbre da lugar a un cambio en el proceso de ad-
quisición de activos, desde activos financieros a reales (edificios, tierras, oro, joyas, obras de arte), ya
que son considerados más seguros ante la inflación. Igualmente, tendrá lugar un acortamiento de los
plazos en los contratos, lo que se manifiesta, por ejemplo, en la mayor frecuencia de las negociaciones
salariales o en la proliferación de préstamos a interés variable. Cualquiera de estos factores reducirá la
inversión en capital fijo en la economía.

2.2. EL DESEMPLEO

Parece bastante extraño que, siendo los recursos escasos, de forma que no se satisfacen las necesi-
dades más vitales de todos los individuos, algunos de ellos quede ociosos o sin emplear.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 11


Que esto ocurra en ciertas ocasiones es, no obstante, una de las características más negativas de
las economías de mercado. Cuando esto sucede se dice que los recursos productivos, es decir, tierra,
trabajo y capital, están desempleados. En términos más concretos, una persona capaz de trabajar se
considera desempleada cuando busca activamente un empleo y no lo encuentra. El porcentaje de per-
sonas desocupadas respecto al total de la población activa se conoce como tasa de desempleo o tasa de
paro.

El equilibrio en el mercado de trabajo se alcanza cuando la oferta y la demanda de trabajo coin-


ciden para un salario concreto. Un nivel de empleo determinado será de pleno empleo cuando todos
aquellos que deseen trabajar al nivel de salario de equilibrio pueda hacerlo.

Sin embargo, una situación de pleno empleo no significa lo que se desprende de sus estrictos
términos, esto es, ausencia de desempleo. Incluso en el pleno empleo habrá un cierto número de traba-
jadores que no estén ocupados, debido a aspectos inevitables del funcionamiento de una economía de
mercado. A este tipo de desempleo se le denomina friccional y refleja un proceso normal de búsqueda
de trabajo.

Alguno de estos desempleados lo estarán porque buscan un empleo mejor o porque desean des-
plazarse a una región más prospera. Otros se ven obligados a cambiar el empleo porque les han despe-
dido o porque la antigua empresa está atravesando una crisis debido a alteraciones de mercado. Pero si
no todos, sí una buena parte de esos trabajadores encontrarán un nuevo empleo, aunque hasta que esto
ocurra puede pasar algún tiempo, que dependerá, entre otros factores, de la información disponible.
Siempre habrá un determinado número de individuos que estarán en paro por las razones apuntadas,
aunque, por supuesto, a lo largo del tiempo no serán los mismos los que estén parados.

Por otro lado, cada año se incorpora al mercado de trabajo por primera vez un determinado núme-
ro de trabajadores y no es de extrañar que se produzca un cierto desfase temporal entre el abandono de
los estudios y el ingreso en el respectivo puesto de trabajo.

Por tanto, la existencia de un cierto nivel de desempleo, junto con una demanda de mano de obra
insatisfecha, es decir, con empleos vacantes, se deberá a que la movilidad ocupacional y espacial re-
quiere un cierto tiempo y a las dificultades de obtener información.

Otro tipo de paro, en cierto modo, contrapuesto al friccional, es el estructural. Los desempleados
estructurales son aquellos trabajadores que, por razones de cualificación, no se corresponden con las
necesidades reveladas por la demanda. El origen de este tipo de desempleo hay que buscarlo en las
continuas redistribuciones de recursos resultantes de los cambios en la demanda de productos que tie-
nen lugar en todo proceso de crecimiento económico. La renovación tecnológica y la automatización
hacen que, dadas las nuevas condiciones de la producción, la capacitación y experiencia de ciertos tra-
bajadores no sean ya las deseadas.

El desempleo por motivos estructurales, a diferencia de lo que ocurre con el desempleo friccional,
no se puede considerar que sea transitorio entre dos empleos. De hecho, solo caben dos opciones: en-
frentarse a un prolongado periodo de desempleo o cambiar de ocupación.

El paro friccional y el paro estructura forman genéricamente el llamado para involuntario, en


cuanto representan un montante de trabajadores que desean emplearse al salario real y que, sin embar-
go, no encuentran empleo.

11 – 12 Oposiciones
2.2.1. Las teorías tradicionales sobre el desempleo

2.2.1.1. El modelo clásico

De acuerdo con los postulados de la economía clásica, además del paro friccional es probable que
nos encontremos con un cierto volumen de desocupación voluntaria. La explicación de este tipo de des-
ocupación hay que buscarla en el funcionamiento del mercado laboral y en particular en el deseo de los
trabajadores de recibir una remuneración superior al valor atribuible a su productividad marginal. Esta
actitud de los trabajadores se vería motivada, según los clásicos, por la propia legislación y por los hábi-
tos sociales, lo que se plasmará primordialmente en las pautas y resultados de la negociación colectiva.

Desde esta perspectiva, el desempleo sería voluntario, pues una reducción de los salarios reales
aumentaría el empleo y la producción. Como se ha apuntado en ocasiones anteriores, la teoría clásica
basada en el carácter automático del ajuste del sistema económico en la hipotética flexibilidad de los
salarios nominales, de forma que, cuando tal flexibilidad no se producía, surgía el desempleo. En este
sentido, el desempleo se debe, en última instancia, a una inadecuada política de salarios, ya que estos
no se ajustan a los cambios en la función de demanda real de mano de obra.

Para los clásicos, dado que el desempleo está motivado porque los trabajadores piden un salario
real superior al de equilibrio, cualquier aumento de la demanda agregada no lograría reducir el paro,
pues las empresas no estarían dispuestas a aumentar el empleo a los salarios reales vigentes. Los posi-
bles aumentos de la demanda agregada solo se traducirían en aumentos de precios y posteriormente en
salarios nominales, para evitar pérdidas del poder adquisitivo. En este sentido, se dice que los trabaja-
dores no tienen ilusión monetaria.

El empleo solo aumentará si descienden los salarios reales o si se reduce el coste real de algún
otro factor productivo. En definitiva, pues, para los clásicos la solución al problema del paro descansa
básicamente en una política de salarios suficientemente flexible que permita que estos se ajusten a las
condiciones cambiantes de la demanda.

El modelo clásico, sin embargo, no parece explicar de forma convincente la persistencia e incluso
el aumento del desempleo durante las depresiones. Que los salarios reales se mantengan por encima
del nivel de equilibrio durante un largo periodo de tiempo y ante niveles considerables de paro es algo
que no parece suficientemente justificado.

2.2.1.2. El modelo keynesiano

Keynes se centró en la problemática del denominado paro coyuntural o cíclico. Este tipo de paro
refleja una situación que es el resultado de desajustes en el mercado de trabajo derivados de alteracio-
nes temporales en el nivel de demanda agregada.

El argumento keynesiano se puede concretar en tres puntos específicos:

• En primer lugar, Keynes señaló que, si bien los trabajadores están interesados en el poder ad-
quisitivo de sus salarios, en realidad los salarios reales no se determinan en los convenios entre
trabajadores y empresarios. Lo que los contratos laborales estipulan son los salarios monetarios
y los salarios relativos entre los distintos sectores productivos u ocupacionales; pero los salarios
reales y, por tanto, el nivel general de salarios reales se determinan por otros factores, en par-
ticular, por la demanda agregada y la oferta agregada.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 13


Si, además, se supone que los trabajadores no reaccionan de forma inmediata a los cambios en
los niveles de precios, esto es, si se introduce el supuesto de ilusión monetaria, se obtiene una
hipótesis de comportamiento de fundamental importancia para el análisis keynesiano y para sus
desarrollos posteriores. Si los trabajadores reaccionan con un cierto retraso a los cambios en
los precios, las alteraciones en la demanda agregada originarán cambios no solo en los precios,
sino también en el nivel de empleo y de producción, ya que los salarios reales se ven, al menos,
temporalmente reducidos.

En el supuesto de que los trabajadores no determinan los salarios reales se contrapone con la
hipótesis clásica que defiende que el medio adecuado para incrementar la ocupación es una re-
ducción de los salarios reales, vía salarios nominales.

• En segundo lugar, Keynes argumentó que el salario monetario no disminuiría ante un exceso de
oferta de mano de obra, pues los trabajadores en paro no tienen una forma efectiva de mostrar a
los empresarios su disposición a reducir los salarios monetarios. El salario monetario no se es-
tablece en un mercado de subasta donde los trabajadores parados pueden pujar por los empleos
contra los demás y contra los trabajadores empleados. El salario se puede fijar unilateral o ne-
gociadamente, pero en cualquier caso el problema principal es la tasa salarial en relación a los
salarios en las empresas competidoras o en ocupaciones comparables y no la disponibilidad de
trabajadores más baratos.

• En tercer lugar, Keynes señaló que aun si los salarios nominales se redujesen, el resultado no
sería necesariamente un aumento del nivel de empleo. Por un lado, si los precios se reducen en
la misma proporción que los salarios nominales, el salario real permanecerá inalterado y con él
el nivel de empleo. Por otro lado, puede que los empresarios estén dispuestos a ofrecer más em-
pleo a un salario real menor y los trabajadores a aceptarlo, pero, a menos que una reducción del
salario aumentase algo la demanda agregada real, no existe un mecanismo por el que la mutua
disposición latente para demandar y ofrecer más trabajo a un salario real menor, o posiblemente
incluso al mismo salario real, pueda ser llevada a cabo.

Así pues, según Keynes, el problema no radica en que al salario real existente los trabajadores no
estén dispuestos a trabajar, sino que en ocasiones las empresas necesitan que aumente la demanda de
bienes y servicios para ofrecer más empleo.

En definitiva, si los trabajadores no determinan los salarios reales y si, además, la reducción en
los salarios no garantiza un aumento del nivel de empleo, queda rechazada la hipótesis clásica según
la cual, para elevar el nivel de empleo hay que reducir los salarios reales vía salarios monetarios. Por
las razones apuntadas, Keynes defendió que el paro involuntario fue el elemento primordial del des-
empleo masivo de la década de los treinta y que este se debía fundamentalmente a que la demanda
agregada era insuficiente. Esta situación determinó, según Keynes, una subutilización de la capaci-
dad productiva y, en consecuencia, un bajo nivel de empleo. Este descenso no puede calificarse de
voluntario. Por ello, desde una posición keynesiana, se mantiene que la variable clave es el nivel de
demanda efectiva de la economía y, en su manejo, mediante los instrumentos apropiados de la política
macroeconómica, radicará la solución al problema del desempleo.

2.2.2. Las teorías modernas del mercado de trabajo

Dentro de este apartado vamos a referirnos, por un lado, a las teorías neoclásicas, en particular
al modelo de búsqueda y a las hipótesis que introducen la formación de expectativas para analizar los
efectos de las alteraciones de la demanda agregada sobre los precios en el empleo; y, por otro lado,
dentro de los nuevos desarrollos experimentados en el estudio del desempleo, se presentará un breve
análisis de la teoría de los contratos implícitos.

11 – 14 Oposiciones
2.2.2.1. El modelo de búsqueda de empleo

El modelo de búsqueda de empleo de hecho lo que ofrece es una justificación microeconómica


del anteriormente comentado paro friccional. De acuerdo con esta hipótesis, tanto los trabajadores
como los empleos están altamente diferenciados de forma que un trabajador desempleado requiere
un cierto tiempo para encontrar el empleo que mejor se ajusta a sus características personales. Los
problemas se agravan cuando se tiene en cuenta que el mercado no se caracteriza por una información
perfecta. Esta teoría mantiene que en ciertas ocasiones un desempleado hará bien en rechazar ciertos
empleos y continuar buscando hasta encontrará algún empleo más adecuado a sus deseos.

Pero el rechazo de un empleo tiene dos tipos de coste: la pérdida del salario que le pagarían si
hubiera aceptado el empleo; y, el coste directo, en términos de desplazamientos, llamadas telefónicas,
etc., que debe realizar para seguir buscando un nuevo empleo. En un principio, los beneficios poten-
ciales derivados de rechazar un empleo pueden compensar a los costes, pero conforme transcurre el
tiempo las ventajas de rechazar empleos se reducirán. El individuo que actúa racionalmente evaluará
los costes y los beneficios esperados derivados de obtener un empleo mejor y mejor remunerado. Co-
mo resultado de este cálculo dejará de buscar empleo, es decir, dejará de invertir en la búsqueda, en el
momento en que el coste de seguir buscando empleo iguale a los beneficios esperados de la búsqueda.

2.2.2.2. El modelo neoclásico de expectativas

Keynes, al estar preocupado por el desempleo en masa que caracterizaba a la mayoría de las eco-
nomías de la década de los treinta, se desinteresó en buena medida por los problemas que podía crear
una demanda excesiva. Fue en la década de los setenta cuando se inició el intento de explicar cómo
reaccionan las economías ante una demanda agregada creciente.

En un principio, una alteración en la demanda y en los precios no debería originar otra cosa que
un cambio en los salarios nominales en el mismo porcentaje. Pero ¿cómo es posible que se origine
también una alteración en el empleo? Piénsese, por un lado, que los contratos de trabajo suelen abarcar
un cierto periodo de tiempo, por lo que se requerirán previsiones sobre la evolución de los precios y,
por otro lado, que los trabajadores están interesados en el poder adquisitivo del salario y lo calculan
deflacionando su salario nominal por el índice general del coste de la vida.

En este contexto, si se acepta que solo a corto plazo se producen discrepancias entre la tasa de in-
flación esperada o prevista y la efectiva, resultará que siempre que los precios aumenten a una tasa su-
perior a la que esperan los trabajadores el nivel alcanzado de empleo será más alto que el nivel a largo
plazo. Por el contrario, si los precios crecen a una tasa inferior a la prevista el número de empleados,
estará por debajo del nivel a largo plazo.

La tasa de paro a largo plazo ha sido designada como la tasa natural de paro, pues se argumenta
que la ausencia de información perfecta en el mercado de trabajo, la incertidumbre sobre los precios y
salarios futuros y la existencia de rigidez en los salarios son elementos que, de forma natural, determi-
nan que una cierta tasa de desempleo aparezca asociada con la economía en un periodo determinado.
En cualquier caso, la clave de este modelo radica en suponer que los individuos actúan racionalmente
y reaccionan ante las variables reales, esto es, ajustadas por la tasa esperada de inflación, de forma
que, si hacen los ajustes correctamente, la tasa de paro resultante será la tasa de paro natural.

Desde esta perspectiva, una vía aceptable para tratar de disminuir el desempleo será la de procu-
rar un mejor funcionamiento del mercado de trabajo, cuidando que la información sobre las posibi-
lidades que este ofrece sean conocidas. Se argumenta, asimismo, que la reducción de los incentivos

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 15


para prolongar el periodo de búsqueda de empleo, esto es, la reducción del subsidio de desempleo y la
disminución de los impuestos sobre el trabajo personal y la renta de los empleados influirá favorable-
mente sobre la tasa de paro natural.

Aunque este modelo es un instrumento explicativo útil para analizar los ciclos de inflación y des-
empleo, el supuesto neoclásico de que el desempleo siempre estará cerca de la tasa natural presenta
serias dificultades a la luz de los hechos. Realmente, aceptar que prácticamente todo el desempleo es
en buena medida voluntario parece excesivo. No resulta muy acertado explicar las elevadas tasas de
desempleo de acuerdo con una negativa por parte de los obreros a aceptar trabajo, impulsado por unas
tasas salariales que están equivocadamente deflacionadas por un índice de precios superior al real.

Parece, por el contrario, que buena parte de los desempleados no tienen oportunidad de rechazar
ofertas de trabajo. Durante las recesiones, más que aumentos de los salarios reales lo que se observa
es que los salarios nominales son rígidos a la baja. El problema estriba en que la demanda de mano de
obra es escasa, por lo que se produce un racionamiento de los empleos al salario nominal existente.

2.2.2.3. La teoría de los contratos implícitos

Esta teoría defiende que la fuerza laboral no es homogénea, sino que está segmentada o dife-
renciada por las capacidades o destrezas adquiridas. Algunas de estas son específicas, es decir, útiles
solo en un trabajo particular, mientras que otras son transferibles entre ocupaciones. De ordinario, los
trabajos específicos corren a cargo del personal que ya está en la empresa, pues este puede adquirir la
preparación requerida con menor esfuerzo y tiempo que un individuo de fuera. Por ello, el mercado de
trabajo de estos servicios suele ser un mercado interno a la empresa. Para este tipo de empleo se nece-
sita personal de confianza, que coopera con la empresa, y que posea otra serie de características que
difícilmente se lograrán evaluar con objetividad mediante una simple entrevista.

Los salarios no varían rápidamente para garantizar continuamente el empleo debido a que las
empresas y los trabajadores mantienen relaciones a largo plazo. A las empresas les resulta costoso con-
tratar y despedir trabajadores y formarlos, y a los trabajadores tampoco les resulta conveniente aceptar
y abandonar un empleo frecuentemente. Por ello, las empresas y los trabajadores prefieren establecer
relaciones a largo plazo, que incluyen acuerdos sobre los salarios y sobre la forma de hacer frente a
las variaciones de la cantidad de trabajo que han de realizarse. A corto plazo, los trabajadores varían la
cantidad de trabajo que realizan de acuerdo con el nivel existente de la demanda de bienes y servicios
producidos por la empresa.

Esta práctica explica por qué no bajan los salarios cuando hay trabajadores desempleados buscan-
do trabajo. En buena medida se debe a la falta de competencia efectiva de los desempleados, pues si
estos se contrataran a unos salarios inferiores a los que ya tienen empleo, se crearía un clima de males-
tar y hostilidad que perjudicaría el ambiente de trabajo y las relaciones laborales en el seno de la em-
presa. En consecuencia, las negociaciones salariales se realizan exclusivamente con trabajadores que
tienen empleo, esto es, con los que están dentro.

Además, no debe olvidarse que la mayoría de los puestos de trabajo los desempeñan trabajadores
especializados que no pueden ser reempleados de forma inmediata por desempleados sin experiencia.
Por esta razón, la presión a la baja que ejerce el desempleo en los salarios de los trabajadores emplea-
dos es relativamente débil.

Así pues, una vez establecidos los contratos laborales, los salarios no se alteran para alcanzar el
equilibrio en el mercado de trabajo ante las cambiantes condiciones de la actividad económica. En su

11 – 16 Oposiciones
lugar se producen cambios en el empleo en términos de eliminación de horas extraordinarias, reducción
de jornadas o de despidos temporales. Las empresas, cuando experimentan reducciones en la demanda
de los productos, prefieren suspender solo temporalmente a aquellos trabajadores con los que mantienen
nexos a largo plazo y no despedirlos de forma definitiva. En otras palabras, los ajustes a las condiciones
del mercado se realizan en términos de cantidades (nivel de empleo) y no en términos de salarios.

Que las suspensiones temporales de empleo se prefieran a las reducciones salariales se debe, en
buena medida, al seguro de desempleo. Su existencia justifica que la aversión al riesgo entre los traba-
jadores no se concrete en contratos que garanticen el empleo en vez de los salarios, pues esta solución
es beneficiosa tanto para la empresa como para los empleados. En vez de rebajar los salarios, lo que
tienden a hacer las empresas es suspender temporalmente a sus trabajadores. Los trabajadores también
prefieren estas suspensiones temporales de empleo a una disminución del salario. Esto se debe a su
actitud ante el riesgo, el valor del tiempo libre y, sobre todo, a la existencia del seguro de desempleo.
Este tipo de comportamiento contribuye a explicar que en el mercado laboral se observen salarios rela-
tivamente estables y niveles variables de empleo.

2.2.3. Efectos del desempleo y las políticas contra el desempleo

El desempleo es un problema que preocupa, y es prácticamente unánime el convencimiento res-


pecto a la indeseabilidad de un nivel de desempleo superior al friccional. Afortunadamente, el seguro
de desempleo o, genéricamente, las prestaciones por desempleo están en buena medida generalizadas,
y aquellos que no encuentran empleo suelen acogerse a ellas. El subsidio de desempleo, sin embargo,
no evita todos los males. La cuantía de las prestaciones de desempleo suele ser inferior al salario nor-
mal y no debe olvidarse, además, que no toda la población laboral está acogida a ellas.

2.2.3.1. El desempleo de larga duración

El desempleo no sería aun grave problema social si afectara a todo el mundo, esto es, a toda la
población activa durante un breve periodo de tiempo. La gravedad del desempleo se debe a que suele
haber unos grupos identificables de personas que permanecen desempleados largos periodos de tiem-
po. Por ello, al comentar los efectos del desempleo, conviene destacar qué se entiende por desempleo
de larga duración. El desempleo de larga duración, esto es, el que es igual o superior a 6 meses, es mu-
cho más grave en sus consecuencias sobre un individuo y sobre su familia que el desempleo de corta
duración. Así, si hay dos países con una misma tasa de paro, las consecuencias sociales serán menores
en el país en el que el porcentaje de desempleados de larga duración sea más reducido.

A nivel internacional, se ha observado que, tanto en periodos de prosperidad como de crisis, los
trabajadores de cincuenta o más años tienen muchas más dificultades que los demás para encontrar
trabajo y este es uno de los colectivos que más se ve afectado por el desempleo de larga duración. Se
ha observado, asimismo, que después de un largo periodo de recesión, el porcentaje de personas en
situación de desempleo prolongado aumenta de forma significativa. Por otro lado, en los países en los
que hay más rigidez de plantilla, esto es, los que se caracterizan por tener un mercado laboral menos
flexible, el porcentaje de individuos con desempleo de larga duración es mayor que en los países en
los que la rigidez es menor.

2.2.3.2. Las políticas para combatir el desempleo

Para tratar de reducir el desempleo cabe apelar a dos tipos de políticas: unas encaminadas a inci-
dir sobre la demanda y otras orientadas a propiciar reformas estructurales, a lograr un funcionamiento
más eficiente del mercado de trabajo y, en general, a actuar sobre la oferta agregada.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 17


Las políticas de demanda se pueden instrumentar mediante políticas monetarias, fiscales o cam-
biarias y su efectividad, a corto plazo, está condicionada por la posición de la economía en relación
con el producto potencial. Conforme más cerca se esté del producto potencial, menor será su efecto
sobre el desempleo y mayor impacto inflacionista.

No debe olvidarse que las políticas expansivas de demanda no solo provocarán tensiones infla-
cionistas, sino que por lo general también generarán tensiones por el lado del déficit público. Además,
desde esta perspectiva y dado el creciente grado de internacionalización de la economía, el mero re-
curso a políticas de demanda para tratar de reducir el desempleo tiene una efectividad cada vez mas
reducida. Téngase en cuenta que la pérdida de competitividad asociada a una política expansiva de
demanda generadora de subidas de precios difícilmente se puede paliar de forma persistente mediante
devaluaciones del tipo de cambio.

Las políticas de oferta pretenden desplazar la función de oferta agregada hacia la derecha, incre-
mentando la producción y reduciendo el nivel de precios, de forma que paralelamente la curva de Phi-
llips se desplazará hacia la izquierda. Dado que la función de oferta agregada proviene de la función
de producción agregada, también son las políticas de oferta las que consiguen desplazar dicha función
hacia arriba, bien incrementando la tasa de ahorro y la inversión o incorporando innovaciones tecnoló-
gicas.

Estas políticas de oferta se pueden concretar en las siguientes estrategias:

• Reducción de la tasa natural de paro mediante actuaciones sobre las prestaciones de desempleo,
políticas activas de empleo y mejoras en la formación profesional.

• Disminución del margen de precios establecido por las empresas sobre los costes marginales,
mediante políticas de fomento de la competencia y liberalización de los mercados.

• Elevación de la productividad media del trabajo mediante mejoras en la tecnología, en los pro-
cedimientos y en la formación.

• Flexibilidad regional en los precios y salarios.

• Aumento de la renta potencial o producción de pleno empleo, mediante la creación de incenti-


vos a la producción, básicamente vía reducción de impuestos.

Sobre las políticas de demanda y de oferta haremos un mayor hincapié más adelante.

2.3. LA CURVA DE PHILLIPS Y LA POLÍTICA DE RENTAS

La política económica trata de conseguir una pluralidad de objetivos simultáneos, complejos e


interrelacionados, de forma que solo con grandes reservas podemos centrar una discusión de política
económica en términos de dos objetivos tratados como sustituibles entre sí.

No obstante, a pesar de tales reservas, es muy difícil introducirse en la frecuente discusión en


torno a algunos de los más importantes objetivos de política económica: estabilidad de precios y alto
nivel de empleo. Vamos a utilizar la curva de Phillips que toma su nombre del economista que las pro-
puso, A. William Phillips.

11 – 18 Oposiciones
Comenzaremos a examinar el tema de la forma más sencilla, que utiliza una concepción muy
simplista de la curva de Phillips. Para ello, nos limitaremos a hablar de los niveles medios de precios
y salarios monetarios y de sus tasas de variación, sin mayores precisiones, y partiremos del siguiente
subsistema:

∆w/w = f (u), f’ (u) < 0; f’’ (u)>0 ∆P/P =∆w/w – λ

En esta visión tan simple, el ritmo de variación de los salarios monetarios medios de la economía
depende solamente, según una relación funcional estable, de la tasa global de paro (u), que se toma
como un buen indicador de la situación en el mercado de trabajo. Los precios, por su parte, se de-
terminan cargando un margen estable al coste unitario normal del trabajo (w), de modo que su ritmo
de variación viene determinado por la diferencia entre la tasa de variación de los salarios monetarios
(∆w/w) y la tasa normal de avance de la productividad media del trabajo en la economía (λ). Dicho de
otra forma, dado el valor de λ, el ritmo de variación de los precios depende de la tasa de variación de
los salarios monetarios y, por tanto, de la tasa global de paro.

La línea AA de la FIGURA 4 es la forma más sencilla de la curva de Phillips. Expresa gráficamente


la ecuación anterior. Para tasas globales de paro inferiores a OH, los salarios monetarios medios de la
economía registrarán ritmos de crecimientos positivos y rápidamente crecientes a medida que la tasa
de paro se reduce. Si OJ expresa el ritmo de crecimiento normal de la productividad media del trabajo
en la economía (λ), el nivel de precios comenzará a elevarse tan pronto como la tasa global de paro
se haga inferior a OE; de modo que, en los supuestos utilizados, la economía considerada solo podrá
conseguir sucesivas reducciones de la tasa de paro por debajo de OE aceptando ritmos crecientes de
elevación de los precios.

Figura 4. La curva de Phillips

En tales circunstancias, conciliar los objetivos de estabilidad de precios y alto nivel de empleo
supone para las autoridades económicas un difícil dilema –tanto más difícil cuanto más desplazada
hacia la derecha se sitúe la línea AA y cuanto menor sea la tasa de paro OJ–. Si las autoridades pudie-
ran conocer las preferencias de la colectividad respecto a las combinaciones de ritmo de inflación (y
correspondiente ritmo de alza de salarios) y tasa global de paro, dispondrían de una magnifica orienta-

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 19


ción para resolver el dilema del modo menos insatisfactorio posible. Suponga que tal conocimiento se
diera a través de una función índice de satisfacción colectiva expresada en la FIGURA 4 por el corres-
pondiente mapa de curvas de indiferencia –curva de trazos– entre la tasa de incremento de los salarios
(y correspondiente ritmo de variación de los precios) y la tasa global de paro.

Estas curvas de indiferencia (en realidad de imposible representación) serían cóncavas hacia el
origen; de forma que la satisfacción aumenta al desplazarse de una curva a otra en dirección sudoeste.
En tal caso, las autoridades deberían buscar la combinación de los ritmos de crecimiento de los sala-
rios y de la tasa de paro correspondiente al punto de tangencia de la curva de Phillips con una curva
de indiferencia, ya que esta sería la posición preferida por la colectividad. En la FIGURA 4, dicha posi-
ción sería la correspondiente al punto F y, en consecuencia, las autoridades no deberían permitir una
demanda agregada o efectiva inferior a la necesaria para mantener la tasa global de paro al nivel OC.
El exceso de la tasa de paro sobre OC señalaría la existencia de un desempleo que, en términos de
preferencias colectivas, habría de ser calificado como paro debido a una insuficiencia de la demanda
efectiva. El desempleo correspondiente a la tasa de paro OC constituiría el paro friccional de la eco-
nomía solo susceptible de reducción en las condiciones dadas del mercado de trabajo, intensificando
la demanda efectiva y adentrándose en el mercado de trabajo para desplazar así la línea AA hacia el
origen. Por lo tanto, supuestas estas preferencias colectivas, la reducción del paro friccional habría de
encontrarse aplicando políticas laborales encaminadas a mejorar la movilidad y la información en el
mercado de trabajo –para desplazar así la curva AA hacia el origen–; o por medio de políticas de sala-
rios y precios que lograran un desplazamiento de la curva de Phillips en el sentido señalado, junto con
una reducción de la intensidad de las repercusiones de las alzas de salarios sobre los precios.

Sin embargo, una argumentación tan simple de la curva estudiada puede dar lugar a considerables
errores, por lo que es conveniente profundizar más en las relaciones básicas de salarios y precios ana-
lizadas.

2.4. CRÍTICAS A LA CURVA DE PHILLIPS

2.4.1. Críticas a corto plazo

Si utilizamos el modelo completo, tendremos que:

∆w/w = b1 x [∆P/P]e + b2 x λ + ψ (u, ∆u) + b3 x σ2u; ψ1<0; ψ2<0

∆P/P = a1 x [∆P/P – λ] + a2 x (∆cuk/cuk) + a3 x (∆pm/pm) + α(e); α’(e) >0

En la primer ecuación, la tasa de variación de los salarios monetarios medios a corto plazo (∆w/w)
depende del ritmo esperado de variación de los precios [∆P/P]e, de la tasa normal de crecimiento de la
productividad media del trabajo λ, de la presión existente en el mercado de trabajo –expresada por la
tasa global de paro y su variación ψ (u, ∆u)– y, también, de la dispersión mostrada por dicha presión
en los diversos submercados de trabajo, expresada por la varianza de la distribución sectorial de la tasa
de paro σ2u (cómo están de agrupados los datos de paro: muy concentrados en un sector o en forma
dispersa). Aun si prescindiéramos de este último factor (por considerar que varía sistemáticamente
con la tasa global de paro y considerarlo de escasa importancia), estas ecuaciones expresadas en sus
formas completas nos permiten esperar escasa estabilidad en la curva de Phillips y en la relación que
representa, según la cual la economía puede cambiar –trade off– reducciones en la tasa global de paro
por elevaciones en la tasa de incremento de los salarios monetarios a corto plazo.

11 – 20 Oposiciones
Así es, por una parte, si se admite la relevancia de la variación en la tasa de paro (u) para la deter-
minación del ritmo de crecimiento de los salarios, este será distinto, para una misma tasa global de pa-
ro (u), dependiendo de que dicha tasa de paro se alcance en un proceso de expansión o en un periodo
de contracción del empleo. Puesto que ψ2<0 (segunda derivada de la variación del salario al variar el
paro), si reproducimos una curva de Phillips a corto plazo semejante a la AA’ de la figura, la economía
tenderá a moverse, en las fluctuaciones de la actividad y el empleo, trazando lazos en el sentido con-
trario a las agujas del reloj en torno a dicha curva, tal como indica la línea de trazos de la FIGURA 5.

Figura 5

Y es más, la curva de Phillips a corto plazo tenderá a desplazarse en el tiempo si el ritmo esperado
de variación de los precios es, efectivamente, un argumento relevante en la función de salarios. Vamos
a partir de la FIGURA 5 de la curva de Phillips AA’, que suponemos trazada para unas expectativas de
estabilidad de precios [∆P/P]e0 = 0, y supongamos que la economía está situada en el punto P0, donde
OJ es la tasa de incremento de los salarios monetarios compatible con la estabilidad de los precios (es
decir, igual a λ). Si tiene lugar una intensificación de la demanda que reduce la tasa global de paro has-
ta trade off, los salarios monetarios comenzarán a elevarse (prescindiendo de otras consideraciones) a
la tasa marcada por el punto P1, y los precios iniciarán un proceso de alza. El público, con algún re-
traso, revisará al alza sus expectativas respecto al comportamiento de los precios; y a medida que esto
suceda, los salarios monetarios aumentarán su ritmo de incremento para una misa tasa global de paro,
trade off. La curva de Phillips a corto plazo será ahora la BB, trazada para las nuevas expectativas de
alza de precios [∆P/P]e1 > 0, y la economía se situará en el punto P2. Esta situación es, sin embar-
go, transitoria: la aceleración de los salarios conducirá a una aceleración del ritmo de avance de los
precios que inducirá, a su vez, con algún retraso, a nuevas revisiones alcistas de las expectativas del
público sobre el comportamiento de los precios. El resultado será un nuevo desplazamiento de la curva
de Phillips a corto plazo hasta la posición CC correspondiente a las expectativas de precios [∆P/P]e2 >
[∆P/P]e1 > 0 (han empeorado las expectativas que los trabajadores tienen respecto a la evolución fu-
tura de los precios), situándose la economía en el punto P3 para la tasa global de paro trade off. Podría
haberse continuado con este proceso indefinidamente.

De todo lo anterior se deduce que, la relación de cambio –el trade-off – entre la tasa de paro y el
ritmo de alza de los salarios monetarios (y los precios) se modifica con el transcurso del tiempo. Con-
cretamente, empeora con el paso del tiempo cuando la economía se muestra dispuesta a «comprar»

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 21


menores tasas de paro con elevaciones de salarios y precios. Si, en la FIGURA 5, uniéramos el punto P0,
que marca la posición inicial de la economía, con los puntos sucesivos P1, P2, P3, … obtendríamos un
abanico de curvas de Phillips que indicarían un empeoramiento de las sendas de cambio de paro por
inflación a medida que el periodo considerado es más largo. Tal empeoramiento será tanto más rápido
cuanto menor sea el retraso de la revisión alcista de las expectativas ante las elevaciones de precios;
y tanto más intenso, para cada estructura de retrasos de tales revisiones, cuanto menor sea el grado de
ilusión monetaria de los trabajadores. Recuérdese que tanto el retraso en el ajuste de las expectativas
de precios como la ilusión monetaria padecida por los trabajadores tenderán a ser tanto menores cuan-
to más fuertes sean los ritmos de inflación.

También es posible advertir que si, partiendo de una situación abiertamente inflacionista, las au-
toridades imponen una disminución de la demanda agregada para atajar el proceso alcista de precios,
el paso del tiempo llevará a una mejora de la relación de cambio entre el ritmo de inflación y tasa glo-
bal de paro; es decir, el transcurso del tiempo (necesario para que se revisen a la baja las expectativas
inflacionistas del público) permitirá reducir o eliminar la inflación, generando una tasa global de paro
menor que si la política de lucha contra la inflación hubiera pretendido alcanzar sus objetivos a corto
plazo. Observe que en la FIGURA 5, si nos situamos en la posición altamente inflacionista representada
por el punto P3 sobre la curva de Phillips, una política que deseara eliminar el proceso inflacionista
en un plazo muy breve debería llevar la economía hasta el punto P4. Sería preciso imponer una fuerte
contracción de la demanda efectiva y generar una muy elevada tasa global de paro. A más largo plazo,
sin embargo, a medida que la política de contracción de la demanda agregada consiguiera reducir pau-
latinamente la tasa de inflación y generar una progresiva revisión a la baja de las expectativas infla-
cionistas del público –con el consiguiente desplazamiento descendente de la curva de Phillips a corto
plazo– sería posible acabar eliminando la inflación situando la economía en el punto P0. Por tanto, con
un menor coste social en términos de paro.

2.4.2. Críticas a largo plazo

Comprobada la poca estabilidad que puede esperarse de la curva de Phillips a corto plazo, no
preguntamos respecto a su validez para explicar la relación funcional entre la tasa de variación de los
salarios monetarios y la tasa de paro a largo plazo.

¿Cuáles habrían de ser las características de una curva de Phillips para un equilibrio a largo pla-
zo? Sería una situación donde la variación del paro fuese cero ∆u = 0 y la tensión de demanda también
fuese cero α (e) = 0; y el coste unitario del capital y el precio de las materias primas fuesen constantes
o variasen a una tasa predeterminada. Además prescindimos de σ2u.

Si suponemos que no existe ilusión monetaria, es decir, que el ritmo de variación de los precios
esperado por el público coincide con la tasa de variación de precios efectivamente registrada de mo-
do que [∆P/P]e sea igual al [∆P/P] real, esta última condición es especialmente importante: significa
que, en el equilibrio a largo plazo considerado, el público ha ajustado plenamente sus expectativas de
variación de los precios a las tasas de inflación registradas y ha dejado de producirse esa frustración
de las expectativas ante las tasa de inflación efectivas (frustración en el sentido de que los trabajadores
ven incrementados sus salarios monetarios, para inmediatamente ver que la subida de precios hace de
nuevo disminuir su salario real). Ese es el auténtico origen de los desplazamientos de las curvas de
Phillips a corto plazo que antes hemos examinado.

Ahora el problema al que nos enfrentamos es determinar si cabe confiar en el carácter ascendente
hacia la izquierda de esa curva de Phillips a largo plazo para bajas tasas de paro, o si hay que temer
que dicha curva se haga vertical para una tasa de paro en la que aún persista un volumen apreciable de

11 – 22 Oposiciones
desempleo –tasa, esta última, a la que denominaremos, con Milton Friedman, tasa natural de paro–.
En el primer caso, una política de intensificación de la demanda efectiva conseguirá siempre reducir la
tasa de paro a largo plazo –al menos, hasta que esta sea muy baja–, aunque tenga que pagar el precio
de tasas elevadas de inflación; en el segundo caso, la reducción del desempleo por debajo de la «tasa
natural de paro» será transitoria, no perdurará a largo plazo y la intensificación de la demanda acabará
traduciéndose simplemente en inflación. Milton Friedman, que fue el máximo exponente de la escuela
neomonetarista de Chicago, construyó una serie de depurados modelos matemáticos, para concluir,
casi siempre, que cualquier intervención de las autoridades en los sistemas económicos es, a su juicio,
completamente estéril e inoportuna, por lo que postulaba un completo liberalismo económico, sin la
más mínima intervención de las autoridades.

Para resolver el dilema, volvamos a escribir las ecuaciones adaptadas a las condiciones de equili-
brio estacionario a largo plazo señaladas:

∆w/w = b1 x [∆P/P]e + b2 x λ + ψ(u, 0)

∆P/P = a1 x [∆P/P – λ] + a2 x (∆cuk/cuk) + a3 x (∆pm/pm)

Y lo más importante, que la [∆P/P]e sea igual al [∆P/P] real.

Pues bien, bajo estas premisas, Friedman desarrolló matemáticamente las ecuaciones anteriores,
y afirmó que los trabajadores no padecen ilusión monetaria –reflejada en el valor del parámetro b1
en relación con las posibilidades y condiciones de un trade-off entre paro e inflación a largo plazo–.
Tal trade-off afirmaba que será tanto más difícil cuanto más alto sea el valor de b1, para desaparecer
cuando b1 = 1, es decir, cuando los trabajadores no padezcan ilusión monetaria. En este último caso, la
curva de Phillips a largo plazo se hace vertical a la «tasa natural de paro».

Ha quedado clara la poca estabilidad que cabe esperar de la curva de Phillips. Ahora bien, es un
hecho que, incluso desde las posturas más críticas, la relación existente entre la marcha de salarios y
de los precios sigue vigente. La llamada NAIRU es prueba de ello.

El termino NAIRU es un acrónimo de la expresión inglesa Non Accelerating Inflation Rate of


Unemployment (tasa de desempleo no aceleradora de la inflación). Se trata de un concepto económi-
co que parte del análisis tanto de la microeconomía como de la macroeconomía. Es lo que antes se
ha citado como tasa natural de paro. De forma que si la tasa de paro cae por debajo de la NAIRU, es
probable que la inflación se dispare. En términos de producción, la NAIRU se corresponde con la pro-
ducción potencial, que es el máximo nivel que el PIB puede mantener de forma sostenida en el tiempo.
También se llama producto interior bruto natural.

La curva de Phillips persuadió a algunos analistas de que era imposible para el Gobierno lograr
al mismo tiempo un bajo nivel de empleo y la estabilidad de precios. La misión del Gobierno es lograr
un punto intermedio entre ambos objetivos para conseguir el mayor consenso social.

En los años setenta, la curva de Phillips perdió parte de su popularidad debido al fenómeno co-
nocido como estanflación, que consistió en el aumento simultáneo de paro e inflación. Para muchos
economistas (entre ellos Milton Friedman y Edmund Phelps) la curva de Phillips estaba sometida a los
continuos desplazamientos anteriormente analizados. Afirmaban que la política macroeconómica del
Gobierno excesivamente centrada en la política monetaria para contener el desempleo lograría aumen-
tar la inflación sin mejorar el desempleo debido a las expectativas adaptativas. Pensaban que la políti-
ca económica de la Administración no debía verse influenciada por la tasa de paro.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 23


En resumen, si la tasa de paro natural u* es la NAIRU y u es la tasa de desempleo real, la teoría
de los críticos de la curva de Phillips afirma que:

• Si u < u* durante unos años, la inflación esperada aumentará por lo que la tasa de inflación ten-
derá a acelerarse.

• Si u > u* durante unos años, la inflación esperada disminuirá por lo que la tasa de inflación dis-
minuirá.

• Si u = u*, la tasa de inflación permanecerá estable, excepto que haya una variación exógena.

Quizá muchos economistas piensan que existe una curva de Phillips a corto plazo y una curva de
Phillips a largo plazo. La teoría de la NAIRU es un argumento contra los economistas keynesianos
partidarios de políticas de demanda activas. Sus oponentes, los monetaristas, opinan que es mejor utili-
zar políticas microeconómicas que disminuyan la NAIRU.

3. LOS DISTINTOS ENFOQUES DE LA POLÍTICA ECONÓMICA

Como vimos en el tema anterior, las principales diferencias entre los clásicos y los keynesianos a
la hora de determinar el equilibrio de la economía giran en torno a la función de oferta agregada. La
forma de la función de oferta agregada va a ser relevante para determinar si la demanda predomina so-
bre la oferta o si es la oferta la que domina sobre la demanda.

3.1. EL MODELO DEL SALARIO MONETARIO KEYNESIANO

Partimos de las cuatro ecuaciones obtenidas en temas anteriores –tres condiciones de equilibrio y
una función de producción–, con cuatro incógnitas: y, N, r y P. Estas ecuaciones son:

• Mercado de productos: y = c [y – t (y)] + i (r) +g

• Mercado monetario: M/P = l(r) + k (y)

• Mercado de trabajo: h (N) = P x f (N)

• Función de producción: y = y (N; K)

En la función de producción, se obtiene la producción y para cada nivel de empleo N. Se puede


apreciar que la condición de equilibrio del mercado de productos comprende las variables y y r; el
mercado monetario incluye M, P y r; y el equilibrio del mercado de trabajo contiene N y P. Por consi-
guiente, este modelo de salario monetario es absolutamente simultáneo, en contraposición a la dicoto-
mía del modelo clásico de salario real.

Antes de analizar los resultados de política económica en este modelo de salario monetario
keynesiano, estudiaremos la solución gráfica del equilibrio. En la FIGURA 6 a) se representa el equi-
librio del mercado monetario y de productos, y en la FIGURA 6 b) se muestra el equilibrio en el mer-
cado de trabajo. Al nivel inicial del equilibrio del producto y0 de la FIGURA 6 a) debe corresponder
al nivel de empleo N0 de la FIGURA 6 b) por medio de la función de producción. El equilibrio inicial
(y0, P0) se indica en el diagrama de oferta y demanda de la FIGURA 7. El valor de y0 de esta FIGURA

11 – 24 Oposiciones
7 es el mismo que el de la FIGURA 6 a), y P0 es el nivel inicial de equilibrio de los precios que fija
la posición de la curva LM de la FIGURA 6 a) (mediante M/P) y la curva de demanda de trabajo de la
FIGURA 6 b).

Figura 6. Equilibrio en el modelo de salarios monetarios

Para analizar cómo se llega al equilibrio asumiremos, por el momento, que se da un repentino
aumento exógeno en el nivel de demanda de inversión en la economía, debido quizá a un aumento de
los rendimientos esperados de la inversión. Debe estar ya claro, por el diagrama de cuatro cuadrantes
implícito en la IS, que este cambio de la inversión i(r) conducirá a un desplazamiento hacia afuera de
la curva IS. Este se presenta en la FIGURA 6 a) a través del traslado de la IS de I0S0 a I1S1, que cambia
el producto de equilibrio, en el lado de la demanda de la economía, a y1. El producto ofrecido de equi-
librio permanece en y0, correspondiente a N0 en la parte de la oferta, al nivel de precios inicial P0. En
la FIGURA 7, y1 de equilibrio del lado de la demanda de la FIGURA 6 a).

Consiguientemente, el nivel de precios P0 refleja un nuevo producto demandado de equilibrio


y1, el mismo que y1 del lado de la demanda de la FIGURA 6 a). Por lo tanto, el cambio en la demanda

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 25


de inversión i(r) provoca un exceso de demanda de bienes y servicios, el cual sería agrandado por el
proceso multiplicador para producir exceso de demanda al nivel inicial de precio. El exceso viene re-
presentado por (y1 – y0). El exceso de demanda da lugar a un aumento de los precios. Este, a su vez,
reduce, en la parte de la demanda, el nivel de la oferta monetaria real m=M/P (o acrecienta la demanda
de saldos nominales), moviendo la curva LM hacia arriba hasta L1M1 en la FIGURA 6 a). Esta dismi-
nución del producto de equilibrio demandado en la economía cuando el nivel de precios aumenta se
representa en la FIGURA 7 por el movimiento hacia arriba de y1 hacia y2 a lo largo de la nueva curva de
demanda D1D1.

Figura 7. Oferta y demanda agregadas

En el mercado laboral, el aumento de los precios mejora las expectativas de los empresarios. Este
hecho impulsa a los empresarios a ampliar la producción ofreciendo mayores salarios con objeto de
contratar más trabajo. Tal aumento en la demanda de trabajo se representa en el diagrama del mercado
laboral de la FIGURA 6 b) por desplazamientos hacia arriba de la curva de demanda desde P0 x f(N)
hacia P2 x f(N). En la FIGURA 7 el incremento del producto de equilibrio ofrecido se muestra por un
movimiento ascendente sobre la antigua curva de oferta de y0 hacia y2. Por tanto, el aumento de pre-
cios eleva el producto de equilibrio, en el lado de la oferta, desde y0 hacia y1, y lo contrae en la parte
de la demanda de y1 hacia y2. El incremento de precios se prolongará hasta que el exceso de demanda,
medido por la diferencia entre el y de equilibrio en el lado de la demanda y en el de la oferta de las
FIGURAS 6 y 7, sea eliminado.

Así, en el producto final de equilibrio y2, que es mayor que el nivel original y0, el exceso de de-
manda de bienes y servicios ha sido suprimido, deteniendo el aumento de precios. Por otro lado, el ex-
ceso de demanda de trabajo también ha sido anulado, como consecuencia de la subida de los salarios.
El exceso de demanda de dinero, propiciado en las anteriores circunstancias, ha sido también elimina-
do mediante el alza de la tasa de interés a r2.

Se sabe por la función de producción y = y (N, K) que, gracias a que y se ha incrementado, el em-
pleo ha aumentado según lo muestra la FIGURA 6 b). El alza de los precios ha ocasionado también que
la tasa de interés aumente. Este aumento del tipo de interés no será tan fuerte como en el modelo clási-

11 – 26 Oposiciones
co, donde veremos que el desplazamiento hacia atrás de la curva LM, combinado con un movimiento
ascendente de la curva de oferta, habría restablecido el equilibrio inicial anterior de y0, N0.

En este modelo de salario monetario, el crecimiento de la demanda ha elevado el empleo de equi-


librio de N1 a N2. El aumento de los precios ha reducido el producto demandado de equilibrio a partir
de y2, pero también ha incrementado el producto de equilibrio del lado de la oferta desde y0 y el em-
pleo a partir de N0.

Los precios más elevados han dado lugar a salarios más elevados mediante la creación de un ex-
ceso de demanda en el mercado laboral, aumentando el W desde W0 hasta W2, como se puede apreciar
en la FIGURA 6 b). Se puede apreciar, por la función de demanda de trabajo, que el aumento de horas-
hombre empleadas implica que el salario real w = W/P se ha reducido, lo cual era indispensable para
inducir a los patronos a contratar mano de obra adicional. Por tanto, dado que el salario real es más
bajo, el alza de salarios no ha sido tan grande como el aumento de precios. Para poder determinar cuál
es el efecto sobre la renta real total del trabajo se necesita analizar con más detalle el mercado laboral.

W = P x f(N) o bien W/P = f(N); f’ < 0

A continuación se resumen cuáles han sido los efectos de un aumento exógeno de la demanda de
inversión en este modelo de salario monetario:

El incremento de la demanda ha constreñido las condiciones del mercado monetario y crediticio


mediante la elevación de y al nivel inicial de precios, subiendo r hasta r1 en la FIGURA 6 a), y, como
consecuencia del alza de los precios, se ha producido un nuevo incremento de r hasta r2. No obstante,
este aumento de la tasa de interés no ha sido suficiente para ahogar el incremento inicial de la deman-
da de inversión. Por la condición de equilibrio del mercado de productos se tiene que:

y – c [y – t(y)] = i (r) + g

Con un amento de y el incremento endógeno del consumo c será menor que el aumento del y, de
manera que el miembro izquierdo de la ecuación anterior debe aumentar al pasar del antiguo al nuevo
equilibrio. No habiendo cambio en g, esto implica que la inversión i debe haberse elevado también en
equilibrio, lo cual refleja precisamente el hecho de que si y ha de aumentar, también debe darse, en
equilibrio, un incremento exógeno o inducido por política de algún componente del gasto.

Se observa que en este modelo, mientras en el lado de la demanda de la economía el alza de


precios tiende a reducir el producto de equilibrio a través de los efectos del mercado monetario, en la
parte de la oferta, el aumento de precios favorece un incremento del producto de equilibrio. Con el tra-
bajo suministrado que depende solamente del salario monetario, la elevación de los precios aumenta el
empleo, incrementando la demanda de mano de obra. El salario monetario crece menos que el nivel de
precios, de modo que el salario real baja.

3.1.1. La política monetaria y fiscal en el modelo salario monetario keynesiano

En las FIGURAS 6 y 7 se ha estudiado que un aumento en la demanda de inversión incrementa la


demanda en el mercado de productos, elevando los precios. Precios más altos conducen, a su vez, a
tipos superiores de interés en el mercado monetario, a mayores salarios monetarios en el mercado de
trabajo y a incrementos del producto y del empleo. Una rebaja impositiva o un aumento del gasto pú-
blico tendrían las mismas repercusiones sobre los precios, el producto, el empleo y la tasa de interés.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 27


Todos estos cambios provocan exceso de demanda en el mercado de producto, lo que origina que los
precios suban. El nivel de precios constituye la variable de enlace que da lugar a los cambios ya anali-
zados en los mercados monetario y laboral.

3.1.1.1. Los efectos de la política fiscal

Los efectos de un aumento del gasto público se ilustran en las FIGURAS 6 y 7 anteriores. El in-
cremento de g desplaza la curva IS de la FIGURA 6 a) desde I0S0 hasta I1S1, aumentando el producto
de equilibrio del lado de la demanda de y0 a y1 al nivel inicial de precios P0. El aumento habido de
(y1 – y0) está producido por el multiplicador del gasto público. El aumento de g también traslada la
curva de demanda de la economía hasta D1D1 en la FIGURA 7. Al nivel inicial de precios P0, el em-
pleo y producto de equilibrios en el lado de la oferta de la economía son N0 e y0, de manera que se
crea un exceso de demanda por la cantidad de (y1 – y0).

El exceso de demanda anterior empuja hacia arriba los precios en el mercado de productos. Lo
que da lugar a los siguientes hechos: el aumento de los precios traslada la curva LM hasta L1M1 en la
FIGURA 6 a). Por consiguiente, el alza de precios reduce el producto de equilibrio en el lado de la de-
manda: cuando P sube, el producto demandado de equilibrio se mueve de y1 hacia y2, a lo largo de la
nueva curva de demanda D1D1. Al mismo tiempo, el incremento de precios mueve hacia arriba la cur-
va de demanda en el mercado de trabajo hacia P2 x f(N) en la FIGURA 6 b). Por tanto, el alza de precios
aumenta el producto y el empleo de equilibrio en el lado de la oferta de la economía; cuando P sube,
el producto ofrecido de equilibrio se mueve de y0 hacia y2 a lo largo de la antigua (no trasladada) curva
de oferta. La elevación de precios continúa hasta que se suprime el exceso de demanda y se llega al
equilibrio en y2, N2, P2, W2, r2, en las FIGURAS 6 y 7.

El nuevo equilibrio es el mismo que el que habría resultado de un movimiento ascendente de i(r),
exceptuando la composición del producto final de equilibrio y2. En el primer caso, el desplazamiento
de i(r) preveía el aumento exógeno del gasto. Con g constante, el consumo c aumentó endógenamente,
mientras que la subida de la tasa de interés contrajo la i endógenamente, pero dejó a esta inversión i
aumentada en su saldo. Aquí el aumento exógeno de g eleva c endógenamente y el alza de la tasa de
interés disminuye i(r) endógenamente, pero no tanto como el aumento original de g. Por eso, el resul-
tado de un incremento de g en este modelo, con la inversión i función de r, solamente es un aumento
del ingreso y, un crecimiento de c como función de y y g más elevados y de un i menor, pero en menor
cantidad que el aumento de g.

El efecto de una reducción de los impuestos sería analíticamente el mismo exactamente que el
del aumento de g en términos de las FIGURAS 6 y 7, siempre y cuando los consumidores reaccionaran
incrementando el consumo, así como el ahorro. La diferencia radica en la composición del producto
final. Con la rebaja impositiva, el aumento inducido del gasto provendría del consumo c. El resultado
sería: un y incrementado; el consumo c aumentado endógenamente junto con el y y exógenamente por
la reducción impositiva; ninguna modificación en el nivel de gasto g, y una i disminuida por el aumen-
to de r, pero en menor cantidad que el incremento original del consumo c inducido por la rebaja de
impuestos.

La diferencia entre los resultados que se valen de las dos herramientas de política fiscal (alteracio-
nes en el gasto público o en los impuestos) consiste, como de costumbre, en la mezcla del gasto g, que
proporciona bienes públicos, y del desembolso en bienes de consumo. Sin embargo, en este modelo
de salario monetario, el incentivo de política fiscal aumenta el producto real y el empleo, así como el
cambio de combinación de bienes públicos y privados, en contraposición al modelo clásico de salario
real, en el que la política fiscal afecta exclusivamente la combinación anterior.

11 – 28 Oposiciones
3.1.1.2. Los efectos de la política monetaria

Los efectos de un incremento de la política monetaria M sobre el producto de equilibrio, el em-


pleo y el nivel de precios en el modelo keynesiano, son similares cuantitativamente a los resultados de
un movimiento expansivo de política fiscal. Pero en el caso de la política monetaria, el estímulo del
gasto tiene su origen en la caída del tipo de interés producida por el aumento de la oferta monetaria.

El crecimiento de la oferta monetaria traslada la curva LM hacia L1M1 en la FIGURA 8, bajando


los tipos de interés y, por lo tanto, incrementando la demanda de inversión i. Esto eleva el producto de
equilibrio en la parte de la demanda al nivel inicial de precios P0, de y0 a y1 a través del multiplicador
de M. Nuevamente se crea exceso de demanda en la economía por la cantidad (y1 – y0). Esta demanda
excedente sube los precios, restringiendo el mercado monetario y regresando la curva LM hacia L2M2,
como se aprecia en la FIGURA 8. El producto de equilibrio del lado de la demanda disminuye de y1 ha-
cia y2 a lo largo de la nueva curva de demanda D1D1.

Las FIGURAS 8 y 9 muestran una política monetaria expansiva –incremento de la oferta moneta-
ria–. Fíjese en las FIGURAS 9 y 10 son idénticas a las FIGURAS 6 b) y 7; la diferencia entre los efectos de
la política monetaria y los de la política fiscal aparecen en la causa que impulsa el cambio (monetario
o fiscal) y, sobre todo, en la combinación o composición resultante del producto.

Figura 8 y 9. Política monetaria expansiva y mercado de trabajo

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 29


El alza de precios también aumenta el producto de equilibrio y el empleo en el lado de la oferta de
la economía a lo largo de la curva inalterada de oferta desde y0 hacia y2. Así, con la LM retrocediendo
y la demanda de trabajo subiendo (como consecuencia del incremento de precios), la economía llega a
un nuevo equilibrio en y2, N2, P2, W2, r2. Otra vez el alza de precios ha aumentado aquí, contrariamen-
te al modelo clásico, el empleo y el producto en el lado de la oferta –SS tiene pendiente positiva– de
tal manera que la LM no tiene que regresar totalmente hasta L0M0 para eliminar la demanda sobrante.

Como el impulso de la expansión de la oferta monetaria M, el equilibrio definitivo cuenta con


una r2 más baja y una y2 mayor que los r0, y0 iniciales. El ingreso real más elevado, y, ha aumentado el
consumo c endógenamente, g no se ha alterado, e i se ha incrementado debido a la caída en r inducida
por la política monetaria. La política monetaria alternativa aumenta la inversión en relación con los
incrementos exógenos de c y g producidos por una reducción impositiva o por un aumento del gasto
público.

Figura 10. Oferta y demanda agregada con aumento de M

3.2. EL MODELO CLÁSICO

El modelo clásico completo combina la combinación IS-LM para obtener el y de equilibrio en el


lado de la demanda, con N de equilibrio, determinado independientemente del lado de la oferta en las
ecuaciones señaladas a continuación:

y = c [y – t(y)] + i(r) + g

M/P = l(r) + k(y)

y = y (N; K)

f(N) = g(N)

11 – 30 Oposiciones
Como se analizó en temas anteriores, el empleo de equilibrio N0 se determina en el mercado de
trabajo; la condición de equilibrio es una ecuación con una variable única N. N0 de equilibrio del mer-
cado de trabajo puede ser reemplazada en la función de producción anterior, para determinar la renta
y0. Conociendo y0 se puede determinar r0 de equilibrio por la ecuación del mercado de productos, y
con y0 y r0 puede establecerse el nivel de precios P0 por la condición expresada del mercado moneta-
rio. En seguida, P0 puede emplearse para encontrar el salario monetario de equilibrio a partir del mer-
cado de trabajo, dado el nivel de equilibrio w0 del salario real.

3.2.1. La política monetaria y fiscal en el modelo clásico

3.2.1.1. Los efectos de la política fiscal

Vamos a preguntarnos cómo se ajusta el sistema a los cambios de las variables exógenas. Tales
alteraciones provocan inicialmente demanda u oferta excedente en uno de los tres mercados: esta
presión se extiende a los otros, propiciando un ajuste general. Supongamos que el Gobierno decide au-
mentar el nivel de gasto público g. Esto creará demanda excedente de bienes y servicios en el mercado
de productos, trastornando allí el equilibrio. El exceso de demanda del mercado de productos provo-
cará que los precios suban, disminuyendo la oferta de dinero «real» y creando demanda excedente en
el mercado monetario. Tal exceso de demanda en el mercado monetario será la causa de que suban los
tipos de interés. El alza de precios, además, reducirá los salarios reales w, creando demanda excedente
en el mercado laboral, lo que motiva que los salarios monetarios comiencen a crecer.

El aumento de los tipos de interés provocado por los precios crecientes reduce la demanda de
inversión, contrayendo el exceso de demanda en el mercado de productos. El aumento de los salarios
monetarios disminuye la demanda excedente del mercado de trabajo y tiende a restablecer el salario
real original, restaurando el producto de equilibrio del lado de la oferta a su nivel original. ¿Cuándo
llega a su fin este proceso? Cuando los precios y la tasa de interés hayan aumentado lo suficiente como
para reducir la demanda real de inversión en la misma cantidad que el aumento original de g. Este de-
be ser el caso, ya que los valores de equilibrio de N e y están fijos en el mercado laboral.

Por consiguiente, en la condición de equilibrio s [y – t(y)] + t(y) = i(r) + g, si y está fijado en el


mercado de trabajo en y0, un incremento de g debe ser contrapesado, en equilibrio, por una caída de
la inversión i. La demanda excedente en el mercado monetario causa que r suba y esto reduce el nivel
de i; disminuye i de hecho en una cantidad exactamente igual al aumento de g. Se ha sustituido gasto
público g por inversión i. Se habla, entonces, de un efecto «expulsión del sector público por el sector
privado».

El proceso viene reflejado en la FIGURA 11. El aumento inicial de g sube la curva IS hasta I1S1 en
la FIGURA 11 a), creando una demanda excedente en el mercado de productos. Este exceso de deman-
da empieza a elevar los precios, provocando, a su vez, demanda excedente en el mercado monetario.
O, dicho de otra forma, el alza de precios en el mercado de productos que resulta de un exceso de de-
manda disminuye la oferta real de dinero, ocasionando que la curva LM suba hacia L1M1. El aumento
del nivel de precios reduce el salario real por debajo de w0 en la FIGURA 11 b), originando demanda
excedente en el mercado laboral, lo cual eleva W hacia W1 en la FIGURA 11 c). Este ajuste se prolonga
hasta que la LM se ha desplazado hacia arriba hasta la L1M1, restableciendo y0 de equilibrio en la FI-
GURA 11 a). El nivel de precios ha subido de P0 a P1, elevando el salario monetario de W0 a W1 en la
FIGURA 11 c), y los antiguos niveles de equilibrio del salario real y del empleo, w0 y N0 siguen siendo
los mismos en la FIGURA 11 b).

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 31


Figura 11. Ajuste en el modelo clásico

¿Qué se ha conseguido, desde el punto de vista de la economía clásica, con este aumento del gas-
to público? No se ha operado ningún cambio en el nivel de equilibrio del empleo o del producto. El
nivel de precios y los salarios son superiores, sin que haya habido cambio en el salario real. Las tasas

11 – 32 Oposiciones
de interés son más altas y la inversión real se ha reducido exactamente en la misma cantidad en que
creció g. El incremento de g, de política fiscal, ha tenido un efecto únicamente de reasignación: los re-
cursos han pasado de la inversión a gasto público, para el mismo nivel dado de productos.

Un resultado análogo de reasignación tendría lugar tras una rebaja de impuesto en el modelo
clásico. La reducción de impuestos subiría la curva IS, originando un exceso de demanda en el mer-
cado de productos y elevando, consiguientemente, P. El proceso de ajuste restante sería exactamente
el mismo que en el caso de un aumento de g. Más altas tasas de interés restringirían la inversión real,
esta vez para acrecentar los recursos destinados al consumo, ya que en la condición de equilibrio y –
c [y – t(y)] = i(r) + g, y y g no cambian, de forma que las modificaciones de la i y el consumo c se
contrarresten.

3.2.1.2. Los efectos de la política monetaria

¿Qué habría sucedido en el modelo clásico si hubiese un incremento de la oferta monetaria M? El


incremento originará un exceso de oferta en el mercado monetario, abatiendo r(y) y bajando la curva
LM a la derecha con menores niveles de equilibrio de r para cada nivel dado de y. La r más baja pro-
piciará que las empresas eleven la inversión, lo cual producirá demanda excedente en el mercado de
productos y causará que los precios suban. El alza de precios, sin embargo, empieza a contraer la ofer-
ta monetaria real, subiendo nuevamente la curva LM hasta que el cambio de los precios equilibre exac-
tamente el aumento previo de la oferta monetario real. Por lo tanto, los precios son mayores, pero todo
lo demás (r, i, w, N, y) permanecerá igual. El incremento de la oferta monetaria ha afectado únicamen-
te el nivel de precios. La dicotomía entre la economía «real» y la nominal o los valores «monetarios»
regulados por el nivel de M queda consumada en el sistema clásico.

3.2.2. Políticas de rentas

Como consecuencia de las enormes dificultades de la política reguladora de la demanda, hace


unos años se dio un desplazamiento hacia la denominada política de rentas, como medio eficaz de
hacer compatibles un alto nivel de empleo y un ritmo satisfactorio de crecimiento con una estabilidad
razonable de los precios.

Dado que las posibilidades de control efectivo varían mucho de unos tipos de rentas a otros, la
política de rentas es, en todos los países, esencialmente una política de precios y salarios. Esta polí-
tica, en sus diferentes grados de rigor, que van desde la fijación de normas orientadoras de los ritmos
de crecimiento de salarios y precios y precios hasta el control estricto de dichos ritmos, estableciendo
unas tasas máximas orientadoras que pueden ser, incluso, iguales a cero.

La finalidad es, de un lado, mejorar las expectativas de inflación del público y, de otro, reducir la
reacción de los ritmos de incremento de los salarios monetarios y los precios ante movimientos alcista
de las variables que lo determinan (en términos del recurso expositivo de las curvas de Phillips, la po-
lítica de precios y salarios pretende desplazar dichas curvas hacia la izquierda).

No obstante, es discutible el efecto moderador de la política de salarios y precios sobre las ex-
pectativas de inflación del público. Va a depender fundamentalmente del grado de credibilidad que
los trabajadores y, sobre todo, los sindicatos, concedan al trabajo y actuaciones antiinflacionistas del
Gobierno. Se trata de que los trabajadores asuman el objetivo de inflación marcado por las autoridades
y, en consecuencia, revisen sus salarios respecto a dicho objetivo de inflación. Si el crédito que el pú-
blico otorga a la actitud antiinflacionista del Gobierno es escaso, las expectativas de inflación solo se
revisarán a la baja con grandes resistencias, no aceptando los trabajadores negociar sus revisiones sala-

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 33


riales tomando como guía el objetivo de inflación de las autoridades económicas. En todo caso, la peor
política que podría aplicarse consistiría en alternar controles rígidos y estrictos de precios y salarios,
con otras etapas de no contención y preocupación por estos temas.

4. LOS CICLOS ECONÓMICOS

La definición clásica de ciclo se debe a Burns y Mitchell (1946): «Los ciclos económicos son
una forma de fluctuación que se encuentra en la actividad agregada de las naciones que organizan su
trabajo principalmente en empresas: un ciclo consiste en expansiones que ocurren al mismo tiempo en
múltiples actividades económicas, seguidas de recesiones de igual modo generales, contracciones y
recuperaciones que se funden con la fase expansiva del ciclo siguiente».

Podría afirmarse que los ciclos representan fluctuaciones en la economía y su característica es que
variables clave como el producto agregado, los productos sectoriales, las utilidades de las empresas,
los agregados monetarios, la velocidad del dinero, las tasas de interés de corto plazo y el nivel de pre-
cios tienden a comportarse conjuntamente de un modo sistemático.

Llamamos, entonces, ciclo económico a los ascensos y descensos de la actividad económica; esto
se aprecia o se observa, por ejemplo, en el producto interno bruto (PIB).

El momento de la expansión máxima de la producción durante un ciclo se denomina cima, cresta


o peak, con el cual se inicia un periodo de recesión (que, si es muy profunda, se denomina depresión),
el punto más bajo se conoce como valle o sima, luego del cual se desarrolla la etapa de auge, expan-
sión o crecimiento. Un ciclo económico completo se extiende desde un valle al siguiente pasando a
través de una cima. La trayectoria de la variable económica (PIB) posee una tendencia que es el resul-
tado de los factores que determinan el crecimiento de largo plazo de la economía, se supone que las
variables que determinan el ciclo poseen escaso efecto sobre esta tendencia, así el ciclo representa las
desviaciones transitorias alrededor de una tendencia dada. En la figura se representa gráficamente el
patrón del ciclo económico, identificando la cima, el valle y la tendencia subyacente del producto.

4.1. FASES DEL CICLO ECONÓMICO

Si bien las fluctuaciones económicas difieren de un país al otro, tanto en su regularidad como en
su magnitud y en sus causas; por ejemplo, los países pequeños, fuertemente expuestos al comercio in-
ternacional, muestran características distintas con respecto a los países de gran tamaño, menos depen-
dientes del intercambio, o también, los países que dependen de la exportación de materias primas están
sujetos a diferentes tipos de shocks que los que exportan manufacturas. Y, además, el ciclo económico
no siempre se produce de una forma tan clara y regular incluso en un determinado país. Es posible
identificar y anticipar sus fases.

Normalmente, en la literatura se citan cuatro fases de un ciclo económico:

• Auge: la producción y el ingreso aumentan. Disminuye el nivel de desempleo y aumentan los


salarios y beneficios. Aumenta la inversión. También aumenta la confianza del consumidor y el
optimismo en general.

• Recesión: el aumento en el uso de los recursos (trabajo, capital, recursos naturales, commodi-
ties, etc.) que se produce durante el auge, generalmente produce un aumento en los niveles de

11 – 34 Oposiciones
precios. Asimismo, suelen producirse burbujas especulativas en mercados de capitales o inmo-
biliarios. Puede llegar un momento en que las tasas de crecimiento del producto disminuya, por
ejemplo, debido a la saturación de la demanda para los precios que aumentaron, lo que ocasio-
na un cambio en las expectativas generalmente traen aparejados una disminución en las tasas de
crecimiento e inversión.

• Depresión: luego de un periodo de estancamiento, puede suceder que se pase a una caída en los
niveles de producción, inversión e ingreso. Durante una recesión, al disminuir la inversión y la
tasa de crecimiento del producto, puede suceder que ciertos sectores se vean muy perjudica-
dos. Esto puede estar acompañado por la caída de la tasa de interés y de los valores de activos
financieros. Luego de un periodo de tiempo, debido a los encadenamientos existentes entre
los distintos sectores (vía demanda, liquidez, etc.), los problemas se trasladan a otros sectores,
ocasionando una caída general de la demanda y el ingreso, a este periodo se lo denomina depre-
sión. Durante la depresión las expectativas son claramente negativas, y los valores de activos
financieros pueden caer bruscamente.

• Recuperación: llega un punto en que la caída de precios, inversión, ingresos... se frena. En este
momento, varios factores pueden desencadenar un cambio de expectativas: políticas públicas,
recuperación del mercado de valores, oportunidades de inversión en sectores cuyos precios
cayeron durante la recesión, etc. Durante la recuperación, la inversión comienza a aparecer
nuevamente y así la demanda de trabajo y factores, pero la capacidad ociosa existente permite
lograr que la producción se recupere sin que aumenten los precios y salarios. Si este proceso de
aumento de la inversión y nivel de precios continúa, llega un momento en que los recursos co-
mienzan a ser escasos nuevamente y los precios comienzan a aumentar, por lo que entramos a
la fase de auge.

4.2. TIPOLOGÍA DE LOS CICLOS ECONÓMICOS

En la generación de ciclos económicos, durante el paso del corto al largo plazo se pueden distin-
guir dos tipos de ciclos económicos generales: los llamados ciclos de stock, cortos o pequeños debidos
a Kitchin (1923), con una duración promedio de 3 años, los cuales no necesariamente registran una
crisis en el descenso; y los ciclos de inversión, de negocios o medios debidos a Juglar (1889), con una
duración media de 7 años, distinguiéndose por la presencia tanto de auges como de crisis cíclicas.

Cuando se analiza el crecimiento de la producción en el largo plazo, la demanda agregada, se cree,


no interviene y solo son las fluctuaciones de la oferta agregada las que provocan dicho crecimiento. Pe-
ro esta, al igual que en el corto plazo, no tiende a crecer de manera uniforme sino oscilatoria, formando
lo que se conoce como «ciclos de onda larga», en este sentido pueden detectarse dos tipos de oscilacio-
nes: los denominados ciclos de la construcción descubiertos por Kuznets (1930), cuya duración es de al-
rededor de 25 años, y por otra parte los ciclos de Kondratieff (1935), de un duración entre 50 y 60 años,
en los cuales se observa que durante la expansión los ascensos son prolongados y más fuertes, las crisis
son suaves y las recesiones cortas; durante la depresión los ascensos son débiles y cortos, las crisis muy
fuertes y las recesiones prolongadas hasta alcanzar el grado de depresiones económicas generales.

4.3. LAS TEORÍAS DE LOS CICLOS PREDOMINANTES EN LA ACTUALIDAD

La explicación de los ciclos hoy es uno de los principales objetivos de la macroeconomía y su


investigación es un área muy controvertida. Hay varias explicaciones diferentes: el paradigma keyne-
siano en sus múltiples variantes, el paradigma neoclásico y el monetarista, para citar solo las escuelas
de pensamiento más influyentes en este sentido.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 35


Siguiendo un enfoque de impulso-propagación, es posible observar los ciclos como resultados
de perturbaciones aleatorias (impulsos) que impactan en el sistema económico y desencadenan un
patrón cíclico. Los ciclos son recurrentes porque llegan nuevos impulsos que perturban el equilibrio
de la economía. Cada uno de estos impulsos se propaga en una forma que depende de la estructura
subyacente del sistema económico. Los mecanismos que propagan las fluctuaciones cíclicas luego del
impulso inicial son materia de discusión.

Los impulsos o shocks que producen fluctuaciones económicas podemos distinguirlos en tres ca-
tegorías: Los shocks de oferta, que impactan directamente del lado de la producción, como los avances
en el conocimiento tecnológico, los cambios climáticos, los desastres naturales, los descubrimientos
de los recursos naturales o las variaciones en los precios internacionales de las materias primas. Los
shocks de política que son consecuencia de decisiones tomadas por las autoridades económicas e in-
fluyen directamente del lado de la demanda agregada como las variaciones en la política monetaria, la
fiscal y la cambiaria bajo un régimen de cambio fijo o de flotación controlada. Los shocks de demanda
privada, como los movimientos en la inversión o el consumo del sector privado que pueden provocarse
por cambios en las expectativas sobre la marcha de la economía.

4.3.1. Paradigma keynesiano

En la visión de Keynes, la inversión privada es la fuente principal de impulsos que desencadenan


fluctuaciones económicas; las decisiones de inversión dependen de las expectativas sobre la rentabi-
lidad futura, las cuales tienden a ser inestables. Su hipótesis fue que las fluctuaciones en la inversión,
provocada por cambios en los «animals spirits», conducían a desplazamientos en la demanda agregada
y, a través de ella, en el producto agregado. Detrás de este enfoque subyace el supuesto de rigidez del
salario nominal, de modo que las fluctuaciones en la demanda agregada se muestran como fluctuacio-
nes en el producto, no simplemente como cambios en el nivel de precios.

El problema es que el conocido multiplicador keynesiano explica el proceso por el cual el produc-
to crece ante una expansión en la inversión, pero este multiplicador es suave y no provoca ciclos. Debe
haber entonces un mecanismo de propagación que explique las fluctuaciones cíclicas; aquí aparece el
principio del acelerador que es una teoría explicativa de los cambios de la inversión, sostiene que el
nivel de esta depende del ritmo de crecimiento de la producción. Cuando la producción está creciendo,
la inversión neta será positiva, mientras que será nula cuando la producción se mantiene estable a un
determinado nivel, aun cuando este sea elevado. Este principio es un factor desencadenante de la ines-
tabilidad económica, ya que cambios en el nivel de producción se magnifican en cambios mas acusa-
dos de la inversión.

Según los nuevos keynesianos, el ciclo económico tiene su origen en la existencia de fallos de
mercado concretados en fricciones nominales en la demanda o en rigideces reales en los precios. No
obstante, reconocen que oscilaciones en la oferta monetaria provocan fluctuaciones y generan ciclos,
de forma que el dinero no es neutral.

4.3.2. Paradigma monetarista

En amplios círculos profesionales se juzga que en Estados Unidos muchas recesiones han sido
causadas deliberadamente por la Reserva Federal al practicar una política monetaria contractiva hasta
el punto de crear una recesión con el fin de reducir la inflación. Friedman y Schwartz (1963) mos-
traron que los principales ciclos en el producto estadounidense venían precedidos con frecuencia por
cambios importantes en la base monetaria.

11 – 36 Oposiciones
Según la escuela de los ciclos monetarios, si existe información asimétrica, las oscilaciones de la
oferta monetaria ocasionarán fluctuaciones en el output. La base para este resultado es que los agentes
económicos son engañados por la expansión monetaria, ya que no disponen de información completa.
Los productores piensan que el incremento de los precios se aplica solo a sus propios productos, lo
cual implicaría simplemente un cambio en precios relativos y no en el nivel general de precios. Los
trabajadores están dispuestos a ofrecer más trabajo porque perciben equivocadamente que el aumento
en salarios nominales se trata de un incremento en los salarios reales. Con información completa, los
trabajadores no ofrecerían más trabajo y las empresas no aumentarían su producción.

4.3.3. Paradigma neoclásico

Para los nuevos clásicos no es necesario suponer rigideces de precios o salarios para generar los
ciclos. Los ciclos son fenómenos de equilibrio que se pueden presentar en mercados competitivos con
precios y salarios flexibles. Desde una óptica keynesiana, los ciclos se deben prioritariamente a altera-
ciones en la demanda agregada. Para los clásicos, sin embargo, el énfasis hay que ponerlo en la oferta
agregada y, en cualquier caso, siempre será el fruto de un comportamiento racional.

Robert Lucas (1973) argumenta que los cambios anticipados en la oferta monetaria no deben
tener efecto alguno sobre el producto, sino solo sobre los precios, suponiendo que todos los agentes
entienden el funcionamiento de la economía y tienen expectativas racionales. Solo los cambios no an-
ticipados o sorpresivos en la política monetaria pueden impactar sobre el producto.

La llamada teoría de los ciclos económicos reales es resultado de la implicación teórica del en-
foque de las expectativas racionales y de la concepción empírica de que las perturbaciones de la de-
manda agregada no son una fuente importante de fluctuaciones. Esta teoría parte de la idea de que el
cambio tecnológico es el tipo de perturbación económica más importante detrás de las fluctuaciones en
la economía basándose en las ideas de Joseph Schumpeter. Estos shocks tecnológicos se propagan en
mercados perfectamente competitivos y se rechaza explícitamente la idea de que la fuente de las fluc-
tuaciones económicas pueda encontrarse en shocks de demanda o de política.

Algunos modelos de ciclo económico real permiten perturbaciones de distinta naturaleza a los
shocks tecnológicos, como los desplazamientos del gasto fiscal, pero la propagación sobre el producto
depende de los desplazamientos intertemporales en la oferta laboral más que de los cambios en la de-
manda agregada como en los modelos keynesianos. En este sentido, el enfoque falla en la evidencia.

Un supuesto crucial es que la tecnología puede avanzar o retroceder, estos últimos producen las
recesiones, pero la noción de un retroceso tecnológico parece rara. Es verdad que existen shocks ne-
gativos de oferta (mal tiempo, desastres naturales, cambios en términos de intercambio), pero cuesta
creer que ello sea la causa de las recesiones en un país. Además, esta teoría tiende a ignorar la eviden-
cia de que los cambios en el nivel nominal del dinero parecen haber jugado un papel importante en la
activación económica de varios países.

Oposiciones DICIEMBRE 2014 11 – 37

Vous aimerez peut-être aussi