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Travesías: movimientos hacia lo propio, movimientos hacia lo ajeno 1

María de los Ángeles González Briz


Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad de la República

La presentación de convocatoria a este encuentro intentó dar cabida a formas diversas


de representación literaria que involucran tránsitos entre Uruguay y España. Según las
amplias perspectivas que nos hemos ido dando en la gestación de las Jornadas Atlánticas:
Travesías entre Uruguay y España (Escritoras), estos tránsitos van desde el libro o diario de
viaje -en su ambiguo estatuto entre la biografía y la ficción-, pasando por los dobles arraigos
de escritores viajeros, trasladados, exiliados, para considerar también el tránsito entre un acá y
un allá tematizado o narrado en cuentos, poemas o novelas.
Entre estos territorios, a su vez, se dibuja otra línea de cruces ‘atlánticos’ que anudan
Uruguay y España por medio de variadas formas de recepción literaria no siempre atadas a las
políticas de las grandes editoriales: lecturas traídas o llevadas en maletas, reseñas, atención
crítica y redes de contactos. En buena medida, estas Jornadas Atlánticas son producto
también de esas redes invisibles que nos unen gracias al conocimiento, que a veces no es otra
cosa que la lectura atenta, la admiración y la recomendación enfática de unos y otros lectores
y lectoras admirados, quienes suscitan a su vez nuevos vínculos y textos, formando un campo
siempre renovado que aparece como un rizoma continuo y productivo.
Cuando imaginamos estas Jornadas Atlánticas y empezamos a diseñar su posible
formato, en todo momento pensamos que los vínculos literarios –y aun específicamente las
‘travesías’ entre Uruguay y España diseñadas por textos- justifican pensar en una serie de
encuentros que no se agoten en una edición, que puedan repetirse con cierta frecuencia estable
y que permitan reflexionar sobre estos múltiples cruces desde distintos puntos de vista en cada
ocasión. De modo que, para estas primeras ‘Jornadas Atlánticas’, para el lanzamiento de esta
‘serie’ deseable, elegimos enfocarnos en ‘escritoras’, como se dice en la convocatoria. Esto no
es obstáculo para pensar, en futuras ediciones, en otros cortes más o menos acotados que

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Inauguración de las Jornadas Atlánticas: Travesías entre Uruguay y España (Escritoras). Montevideo, 26 y 27
de noviembre, 2014. Organizadas por Cátedra de Literatura Española, Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación (FHCE), Universidad de la República (UDELAR). Realizado en el Centro Cultural de España (CCE)
de Montevideo.

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atraviesen esos planos. Un sesgo que también quisimos darle tiene que ver precisamente con
permitir el desborde que superara una convocatoria estrecha, dando apenas un marco a partir
del cual cada escritora o crítica pudiera moverse sin un formato académico rígido
preestablecido, a partir de su iniciativa y creatividad.
Es así que en estas dos sesiones vamos a compartir presentaciones de variados
formatos y que apelan a distintos registros: por un lado, algunas escritoras nos darán una llave
de acceso a su propia obra, que no tendrá necesariamente que coincidir con la forma en que
nosotros la interrogamos desde el lugar del viaje y las travesías que nombran y sugieren los
textos.
Invitamos a Andrea Blanqué pensando en el viaje de ida y vuelta a España que
estructura el itinerario de la protagonista de su novela Atlántico, y a Mercedes Estramil por la
sugestiva presencia de Hispania Help (viaje, por otra parte, nunca realizado en la ficción,
pero fundamental como síntoma para pensar su significado en nuestra cultura actual).
A su vez, otras escritoras y críticas mirarán ese territorio literario indagando en las
escrituras ‘ajenas’, reinterpretando y buscando significados en los textos leídos, que sabemos
que es una forma privilegiada, por lo protegida y por lo encubierta, de hablar de aquello que
nos obsede, y de ‘decir’ nuestros miedos, nuestros aprendizajes e itinerarios secretos,
nuestras pruebas, derrotas y conquistas.
De modo que, como es difícil proponer una introducción que contemple todas estas
variantes, abrimos apenas las interrogantes acerca del valor del viaje como territorio del
ensueño, que adquiere su mayor fuerza en la idea de búsqueda, en la promesa de separación y
de distancia, y que se refuerza por contraste con el aquí y el ahora. De alguna manera, el
territorio del viaje siempre corresponde a una alucinación, así como el lugar de destino
siempre es promisorio, despliega su máxima potencia en la promesa. Cada uno de nosotros,
aun con resignificaciones que han variado en estos últimos veinte años, podemos intuir la
amargura y la ansiedad que resuenan en aquellos versos de Fernando Cabrera de 1993: “No
puedo, no hay más pianistas, se fueron todos a España”, “Los músicos a montones
desembarcando en España”, porque también sabemos el valor ambivalente que puede tener
para cualquier uruguayo mayor de treinta años el: “Ayer conseguí pasaje […] Nos vamos
todos a España”.
En este caso, revisar el ‘mito’ supone atender el alcance de este tipo de expresiones y
de estos ‘usos sociales’ que se agregan a la idea del ‘irse a España’, en tanto representaciones
que frecuentemente no interpelamos, a las que no pedimos en principio demasiada
explicación y que sobreviven en continuas readaptaciones (Barthes, 1981: 200).

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En mazo de este año se vio en Cinemateca Uruguaya una película del español Jonás
Trueba, Los ilusos (2013). Hay una escena en la que un joven actor persigue fanáticamente al
cineasta Javier Rebollo (Lo que sé de Lola), que hace de sí mismo en la película, por las calles
céntricas de Madrid, en las cercanías del Cine Doré. Se da un breve instante de diálogo en la
calle, algo demandante, desalentado por Rebollo con un: “Me voy a Montevideo”. “-
¿Cuándo? –Ahora, adiós”.
De alguna forma puede decirse que el viajero busca por definición, lo exótico, y que el
viaje implica una salida de sí, una aventura que nos traslada de la vida cotidiana al reino de lo
otro, un movimiento hacia la diferencia. Pero quizás debamos pensar que el texto de Fernando
Cabrera y el ‘comentario’ de Rebollo no son, sin embargo, transparentemente recíprocos, en
tanto el mito de ‘España’ contiene, implícita, para la mayoría de los uruguayos, la idea de
algo propio enajenado, perdido o no reconocido, tiene el aura de un lugar mítico del que se ha
sido injustamente despojado, con el que nos une una relación familiar ambivalente interferida
por otros viajes dolorosos, incompletos, no suturados de nuestras historias familiares, con sus
arrastres de nostalgias y resentimientos, complejos de inferioridades y superioridades,
devociones y revanchismos, atracción y repulsa. Quizás esa sea una de las formas en que
puede pensarse en este caso la idea de viaje mítico como dispositivo de ‘retorno’. Ubico
varias novelas uruguayas en los últimos 25 años cuyos protagonistas reivindican alguna forma
de linaje hispánico no reconocido, reclaman alguna compensación económica o simbólica por
las deudas del desarraigo. 2
Hay un último aspecto de estos viajes como material de la literatura sobre el que me
gustaría llamar la atención. Tiene que ver con la relación profunda entre el “relato de viaje y
estructura mítica”, según lo ha señalado Friedrich Wolfzettel (2005: 10-24). Desde esa
perspectiva, el ‘viaje literario’ cumpliría con las etapas de un rito de pasaje o una prueba
iniciática, con su proceso de separación, muerte y resurrección, con el imprescindible
descenso al infierno y la escala de grados necesarios para ascender al triunfo y el
conocimiento de sí, con la “revelación del otro en su calidad de una dimensión perdida y
reencontrada”. “Viajar –dice Wolfzettel- quiere decir encontrar la solución de un misterio,
tropezar con una ‘aparición’ caracterizada por la intensidad de un momento significativo”
(Wolfzettel, 2005: 16).

2
Maluco, la novela del descubrimiento (Napoleón Baccino Ponce de León, 1989); Los pelagatos (Alberto Gallo,
1997); El retorno de Don Quijote caballero de los galgos (Marcelo Estefanell, 2004); Atlántico (Andrea
Blanqué, 2006); Hispania Help (Mercedes Estramil, 2009).
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Gracias al prestigio del viaje como forma de conocimiento, desde el más antiguo
peregrinaje al moderno viaje de formación, el periplo se lee como una progresión iniciática en
la que “el regreso se convierte en el verdadero centro mítico del viaje” (Wolfzettel (2005: 23).
Alcanza, para ilustrarlo, con mencionar los alguna vez célebres versos del poeta
francés Joaquín du Bellay (1522-1560): “Feliz aquel que, como Ulises, ha hecho un largo
viaje / Como aquel que ganó el vellocino de oro/ Y regresó, sabio y lleno de experiencia/ A
vivir en la casa paterna el resto de sus días”.
El viaje de descubrimiento (el movimiento de ida y el retorno) tiene también un
pliegue interior que redunda en la transformación mental del viajero. En ese sentido el
movimiento hacia lo ajeno supone el envés de un movimiento hacia el sí propio: “Entrar en
Grecia –escribió Lawrence Durrell- es como entrar en un cristal sombrío. Las formas de las
cosas se hacen irregulares, refractadas. Otros países pueden ofrecernos nuevas perspectivas
respecto a las costumbres, el amor o los paisajes; Grecia ofrece algo más exigente –el
descubrimiento de ti mismo” (Wolfzettel, 2005: 11). Por supuesto “no se trata, únicamente de
Grecia”. Se trata de un proceso de iniciación al mundo exterior que da paso a una nueva
dialéctica existencial, de un viaje “al borde del abismo” que revelará conexiones inesperadas
entre algunos aspectos del “mundo exterior y el yo secreto” (Wolfzettel, 2005: 11).
“Viajar es trasladarse y –como dice Romero Tobar- contar es también trasladar en
palabras. Traslado o metáfora, el viaje es también imagen de la vida humana, como se viene
repitiendo desde la Antigüedad” (2005: 7).
Y aun asumiendo con Wolfzettel que la prueba de la aventura pueda saldarse con el
fracaso, es estimulante pensar que “todo viaje tiene el paraíso como objetivo final”
(Wolfzettel, 2005: 10). Quizás en ese sentido, y solo como exacerbación de metáforas que
atraviesan distintas culturas y épocas, las comunidades recientes, como la nuestra, fantasean
con una imposible migración exitosa, tal como lo proponían aquellos también dolorosos
versos de La Tabaré que invitaban “a buscar la tierra prometida/ la que nos fue prohibida
aquí” (“Lloviznita de nostalgizar”). Uso el verbo en pretérito con conciencia de la fortuna que
significa, pero también con la precaución de la precariedad de cualquier conclusión. Creo que
se trata de imaginarios latentes, inciertos, inestables, que tienen en la ficción un territorio
privilegiado de despliegue.
Con esta introducción tan general y abierta quiero dar la bienvenida a las escritoras
que nos invitan a recorrer en sus textos viajes imaginados o imaginarios o que son ellas
mismas migrantes privilegiadas entre estos dos territorios ‘nuestros’: Uruguay y España.

Bibliografía
4
Barthes, Roland. Mitologías. 1981.

Romero Tobar, Leonardo. “Prólogo” a Los libros de viaje: realidad vivida y género literario.
Madrid: Universal Internacional de Andalucía/Akal, 2005: 7-9 (Leonardo Romero Tobar y
Patricia Amarcegui Elduayen, coords.).

Wolfzettel, Friedrich. “Relato de viaje y estructura mítica”, en Los libros de viaje: realidad
vivida y género literario. Madrid: Universal Internacional de Andalucía/Akal, 2005: 10-24
(Leonardo Romero Tobar y Patricia Amarcegui Elduayen, coords.).

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