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Cultos mistéricos en Grecia.

Es muy difícil intentar definir las fronteras que separan las llamadas

religiones populares y de misterio y la olímpica y ciudadana. Al hablar de los

dioses griegos olímpicos más importantes, a excepción de Palas Atenea, todos se

encuentran conectados con elementos naturales y con esferas de la vida que los

sitúan más en una religión del campesino que como patronos de una ciudad.

Todos o casi todos están en estrecha relación con el devenir de las estaciones,

con la fertilidad de los campos, de los hombres y de los animales. Son festivales

de la cosecha del vino, de los cereales, de la siembra o de las flores. En casi

todos, el elemento obsceno estaba presente con utensilios o acciones que

recordaban las partes sexuales del hombre o la mujer y el acto de la procreación.

El pueblo es el verdadero protagonista de la fiesta, a la que acudían con la

esperanza de aliviar en los banquetes su penoso vivir cotidiano. Lo folklórico y

lo religioso no se distinguían en Grecia en estos festivales, y no sólo en la

religión campesina.

Esta época de angustia, presidida por lo irracional, en la que el hombre

necesitaba técnicas y doctrinas de salvación, propició la proliferación de

pitonisas, profetas, magos, teúrgos,… Es un momento de cambios sociales,

políticos, económicos y morales en el que el hombre busca la solución a su

realidad conflictiva. La religión tradicional no le da respuesta, de modo que se

abre paso al desarrollo de diferentes formas de religiosidad mística y a las

aspiraciones a una religión más personal. Es importante la revelación divina.

Los oráculos y los sueños serán el vehículo de transmisión de la divinidad y de

sus revelaciones de salvación. La novela de Apuleyo, El asno de oro, así como

Dafnis y Cloe de Longo, Las Etiópicas de Heliodoro son ejemplos de estas

prácticas de visiones y oráculos divinos y de la presencia de la divinidad en los

hechos humanos en el final de la Antigüedad. Los cultos mistéricos y los

orientales ofrecían una relación personal con la divinidad y una garantía de

inmortalidad. Las iniciaciones, personales y secretas, constituían una práctica


voluntaria, producto de una decisión individual, y a cambio, conllevan la

promesa por parte del dios de la salvación y la felicidad eterna en el más allá.

En el II d. C. se origina una nueva sensibilidad en los habitantes del

Imperio. Esta sensibilidad fue preparando el camino a ciertas opciones

religiosas hasta entonces marginales y a la intensificación de creencias y

actitudes relacionadas con el mundo de lo sobrenatural. Los romanos se vieron

atraídos por los cultos orientales, la mayor parte de ellos de carácter mistérico,

en los que sus divinidades ofrecían a sus seguidores la felicidad más allá de la

muerte. A Cibeles y Atis de Asia Menor, Mitra, de Persia, e Isis y Osiris de

Egipto. La libertad religiosa y las buenas comunicaciones del Imperio permitían

este sincretismo en la cosmopolita Roma. El cristianismo de algún modo

también contenía aspectos de estas religiones mistéricas, lo que favoreció su

florecimiento entre las capas más populares, es decir, en la individualidad de la

colectividad romana. Estas corrientes religiosas dan mucha importancia a los

conceptos de muerte y resurrección y de una unión mística del hombre con la

divinidad, así como a una vida sobrenatural feliz. La dispersión de las creencias

y la penetración de otros cultos permitió no el aumento, sino la manifestación

externa e incluso en la literatura de la sensibilidad religiosa de carácter

personal.

Los misterios de Eleusis1


1
Demeter: diosa maternal de la Tierra, pertenece a la segunda generación de los Olímpicos. Hija
de Crono y Rea, la segunda que ha nacido de esta pareja. Más joven que Hestia y
contemporánea de Hera. Su personalidad religiosa y mítica a la vez es muy distinta de la de
Gea, la Tierra. Divinidad de la tierra cultivada es esencialmente la diosa del trigo. Sus lugares
preferidos son los llanos de Eleusis y Sicilia, pero se encuentra también en Creta, en Tracia y en
el Peloponeso. Perséfone es hija de Zeus y Demeter, y la única hija de la diosa, crecía feliz entre
las ninfas en compañía de sus hermanas – Atenea y Ártemis, se preocupaba poco del
matrimonio, cuando su tío Hades se enamoró de ella y con ayuda de Zeus la raptó. En el preciso
instante en que cogía un narciso la tierra se abrió, apareció Hades y llevó a su prometida al
mundo de los Infiernos. Demeter empezó a buscarla por todo el mundo, durante nueve días sin
tomar alimento, sin beber, ni bañarse, ni ataviarse, la diosa va errante por el mundo, con una
antorcha encendida en la mano. Únicamente el Sol que todo lo ve puede informarle de lo
ocurrido. Irritada la diosa decide no volver al cielo y quedarse en la Tierra, abdicando su
función divina hasta que le sea devuelta su hija. Adoptó la figura de una vieja y se fue a Eleusis,
luego se dirigió al palacio de Céleo, el rey del país, había allí unas ancianas que la invitaron a
sentarse con ellas, y una, Yambe le hizo sonreír con sus bromas, en el palacio se quedó como
La religión griega es una religión de la polis, es pública y colectiva, sus

ritos, sus sacrificios, sus procesiones, sirven como un elemento de cohesión

social, para integrar al individuo en la comunidad. Si se rechaza participar en

ellos se incurre en asébeia, que es un delito político, perseguido por las leyes

civiles. Con los ritos cívicos, abiertos a todos los accede por una opción

personal, por un acto voluntario de participación, que requiere pasar un rito de

paso, al que llamamos iniciación. El rito mistérico más conocido es el de Eleusis,

pero no desde luego el único.

Este tipo de ritos no se oponen a los cívicos y quienes los celebran no se

segregan de las creencias colectivas, no son otra religión, sino otra forma más

de vivir el fenómeno religioso, complementaria con otras.

Por su carácter mistérico la información que se tiene de ellos es defectiva.

Al menos algunas partes de su transcurso eran secretas y no podían divulgarse,

so pena de ser castigados o recibir una repulsa social por ello. Lo que si

sabemos es que hay una iniciación que está abierta a ambos sexos y tanto a

ciudadanos como a no ciudadanos. En todos ellos hay un fuerte componente

agrario, que se manifiesta tanto en la relación de los mitos que los sustentan con

los ciclos de la naturaleza, como de un modo más físico, porque forma parte del

rito la ingestión de productos del campo, como vino y cebada. También hay un

fuerte componente sexual, porque el culto es una exaltación de la vida y se

manifiesta en la exhibición de representaciones de genitales. Otra característica

es que se acompañan de mitos que hablan de dioses que sufren, incluso que

mueren, aunque habitualmente tras la extrema caída vuelve la recuperación, la

resurrección y la gloria.

nodriza cuidando a Demofonte (Triptolemo en otras versiones), tratando de hacerlo inmortal,


pero no lo consiguió. Zeus ordenó una transacción Demeter volvería a ocupar su puesto en el
Olimpo y Perséfone dividiría el año entre el Infierno y su madre. Pero antes de volver al Olimpo
habría mandado construir a los habitantes del lugar un templo y fundado unos misterios con
los que en el futuro habrían de ser honradas ambas diosas. Por eso en la primavera Perséfone
escapa de los infiernos y sube al cielo, para volver a la hora de la siembra, en el tiempo que está
separada de Demeter el suelo queda estéril, en el invierno.
Los componentes de los rituales son tres: acciones (drómena), visiones

(horómena), y un tipo de texto pronunciado (legómena). Suelen comportar para

el iniciado un cierto sufrimiento y luego una experiencia de extrema intensidad.

Se trata de llevar una situación mejor en el otro mundo. Puede tratarse de que

el iniciado asuma su pertenencia al ciclo de la naturaleza. La antigüedad de

estos ritos es evidente, incluso se ha pensado que proceden del Neolítico. Los

santuarios mistéricos van ganando auge a partir del 600 a. C 2. Pero también se

desarrolla un tipo de religión mistérica sin santuarios, cuyos representantes son

el dionisismo y su derivación el orfismo.

Nuestra primera información la tenemos en el Himno Homérico

dedicado a Demeter. Demeter es hermana de Zeus (y esposa ocasional), es una

diosa madre – meter “madre”- . No sólo es una diosa de la tierra, sino que tiene

rasgos típicos de una diosa de los infiernos, su relación más estrecha es con el

grano. Se la representa con una corona de espigas o espigas en la mano.

Aparece siempre emparejada con su hija Perséfone, no aparece mencionada en

las tablillas y Homero apenas la menciona.

Perséfone es un nombre prehelénico, pero muy a menudo se le llama

Kore “la muchacha”, es la diosa del mundo infernal, esposa de Hades. Son una

especie de alter ego una de la otra, símbolo de etapas de un mismo proceso. En

honor de tales divinidades suelen celebrarse rituales muy relacionados con el

ciclo de la cosecha y con los ciclos estacionales. Excede el marco de ocultación y

resurgimiento del cereal para convertirse en una metáfora de la desaparición

del mundo de los vivos y de un resurgimiento en otra forma de vida.

En este mito se intentan conciliar muchos temas, se presentan en el mito

una serie de gestos que se repiten en el ritual, actualizándolo cada año. Así la

2
Hay que señalar tres prejuicios falsos en torno a los misterios: no son tardíos, sino de alta
antigüedad en Grecia 700 a. C. No son de origen y característica netamente orientales, son más
antiguos que la entrada de los cultos de la Magna Mater o Mitra. Por último, no constituyen
una visión más espiritual de la religión que prepara el camino para el cristianismo. Los
misterios eleusinos se mantuvieron desde el siglo VII hasta la destrucción del santuario por los
godos al mando de Alarico en el 394 d. C.
búsqueda con antorchas de Demeter es como la que hacen los iniciados en una

parte del ritual. El silencio de la diosa, el ayuno, el asiento en un lugar cubierto

de un vellón, la bebida del ciceó son también correlatos de acciones llevadas a

cabo por los iniciandos. El rapto de Perséfone es un desencadenante de los

acontecimientos que explican también un cierto ordenamiento del cosmos.

Existen una serie de polaridades tierra/cielo/infierno, vida/ muerte, luz/

oscuridad, fertilidad/infertilidad. Mientras que la comunicación entre el

Olimpo y la tierra está abierta, no había comunicación alguna entre el cielo y el

infierno. La prueba es que Demeter no baja al mundo subterráneo a buscar a su

hija cuando sabe que está allí, porque no puede. Si Hades atraviesa esta frontera

es sólo porque Zeus lo permite y lo hace abriendo un camino que luego vuelve

a cerrar. Establece un lazo de alianza entre el mundo superior y el subterráneo.

Se trata de su propia hija, y por tanto la novia más ilustre que puede proponerle

a su hermano Hades. Hades es además, tío paterno de Perséfone. Como se

pretende romper con una situación establecida, el matrimonio no puede ser

normal. Por ello Zeus debe recurrir al engaño y autorizar el rapto violento. Pese

a que el novio es un dios de primerísimo fila, Demeter no se consuela porque

sabe que está condenada a no volver a su hija. Ella va a Eleusis e intenta

conferirle a un mortal la condición de dios, la inmortalidad. Esa es la más

enorme violación del nuevo orden de Zeus, que requiere la más estricta

separación de dioses y hombres. El intento de Demeter fracasa y cae de nuevo

en la desolación con lo que provoca la carestía de los seres humanos y lo hace

encerrada en su templo, que es el lugar donde los hombres se comunican con

los dioses, aquí esta comunicación –cielo/tierra- está bloqueada pues

interrumpe el elemento de comunicación que es el sacrificio (los honores

debidos a los dioses). Eleusis se convierte en tierra de nadie que ni es Olimpo ni

es la tierra.

Zeus después de esto interviene para propiciar un arreglo con Demeter.

La diosa acepta la situación de “reparto” de su hija, lo que es una clara etiología


del curso de las estaciones. Ahora los movimientos cíclicos de Perséfone

aseguran la relación ordenada entre los tres mundos: celeste, terreno e infernal.

Kore es una doncella, mientras está con su madre no realiza su fertilidad.

El rapto, con toda su violencia, sirve para modificar su estatus haciendo que

pase de mujer a esposa. Es por tanto, etiológico del tránsito de la virginidad a la

madurez. Al unirse a un dios infernal, se relaciona está ciclo de la juventud y de

la madurez con el gran ciclo de la vida y la muerte. En el orden cosmológico de

cielo-tierra y mundo subterráneo se ordenan los ciclos de la vida, nacimiento,

crecimiento, madurez y muerte. Todo ello se estructura armoniosamente en un

mito en donde Perséfone sera la diosa del tránsito de esta vida a la otra y la que

rige los destinos de las almas en el otro mundo, mientras la ciudad de Eleusis

será la mediadora en la fertilidad de este mundo y la vida en el otro y será allí

donde se celebre la conmemoración del misterio sacro, allí donde los humanos

podrán comprender la historia de la organización del mundo y del papel que

los hombres tienen en ella.

No sabemos nada de lo que se decía (ta legómena) no sabemos que

existiera un texto sagrado (como sí los había para los órficos). El texto, que

debía ser muy breve, era guardado, quizá de memoria, por las familias

encargadas del culto.

En cuanto a las acciones, no es posible hacerse una idea cabal de lo que

eran los misterios. Se trataba de una experiencia colectiva en que durante días

un gran grupo de personas en comunidad ayunan, se purifican, se agotan, se

excitan, esperan con ansiedad y temor el gran día, el gran momento, llegado el

cual tienen un visión imborrable.

La gestión del culto pertenecía en exclusiva a dos familias aristocráticas,

con funciones definidas cada una de ellas. El sumo sacerdote, el hierofante,

debía pertenecer a la familia de los Eumólpidas, mientras que de la familia de

los Cérices procedían los dos sacerdotes de rango inmediatamente inferior, el

portador de la antorcha y el heraldo sagrado. Una sacerdotisa vivía siempre en


el santuario. El hierofante aceptaba o rechazaba a los que pretendían iniciarse.

Sobre todos ellos se imponía otra figura el llamado arconte rey (archon

basileus) no eleusino, sino ateniense ( los atenienses eran quienes controlaban el

culto) al que asiste un equipo de colaboradores (epistatai) que se encargan de

las finanzas.

La iniciación era un acto de elección individual. Muchos atenienses se

iniciaban, pero no todos. Se admitían mujeres, esclavos y extranjeros. Había que

pasar primero los misterios menores. Había dos tipos de iniciados, los del

primer año y los de la epopteia (segundo grado).

Iniciación: la primera parte tenía lugar en Eleusis o en un lugar sobre el

Ágora de Atenas, llamado Eleusinio. Cada mista (el iniciando) tenía que llevar

su cerdito, para que muera en su lugar. El 13 del mes Boedromión –octubre-

había una procesión de Eleusis a Atenas -22 km.-, se sacaban las imágenes en

procesión, se reunían los que pretendían iniciarse y el hierofante excluía a los

que no podían hacerlo y que quedaban ya fuera del proceso.

El 14 los efebos llevaban los objetos sagrados de Eleusis al Eleusinio de la

ciudad. El 15 era el agyrmós “reunión”, primer día de los rituales propiamente

dichos. Los mistas que iban a ser iniciados se reunían en Atenas, en el pórtico

llamado Stoa Poikile. El hierofante encargaba al heraldo que hiciera la proclama

(prorrhesis). Luego ordenaba las víctimas y se celebraba el sacrificio de los

cerditos. Seguía una entronización (thronosis). Se sentaba el iniciado, sobre una

piel de carnero, en profundo silencio se le velaba y se le purificaba por el aire

(abanicándole) y por el fuego (acercándole una antorcha). Se pasaba sobre su

cabeza una líkne, la cesta mística. El 16 se proclamaba “al mar, mistas”. Y los

iniciados se bañaban en el mar de Fálero con sus cerditos (ya muertos). El 17 era

la Epidauria. Se conmemoraba la llegada de Asclepio a los misterios y se

reservaba para quienes llegaban tarde. Seguía una procesión con un sacrificio y

una pannychís, procesión nocturna, en honor de Asclepio. El 18 se descansaba.


En un determinado punto del proceso los iniciados ayunaban y luego

bebían el ciceó, bebida hecha con agua, harina y poleo. El ciceó representaba la

dieta cereal, culta, frente al canibalismo de la dieta carnívora anterior a que

Demeter ofreciera los cereales y la civilización. El 19 se iniciaba con una serie de

ritos, una procesión hacia Eleusis. Los efebos, sacerdotes y magistrados llevaban

los objetos sagrados a la ciudad. El 20 era la llamada Escolta de Yaco. Los

iniciados partían, guiados por el dios Yaco, llevado por un sacerdote

(lachagogos). Los iniciados debían de acordarse de las fatigas de Demeter

buscando a Core. Cuando estaban ya cerca de Eleusis salían a su encuentro

desde el santuario unos efebos para escoltar a los que llegaban. Cuando

cruzaban el puente sobre río Cefiso, los peregrinos eran ridiculizados y

zaheridos con cancioncillas satíricas e insultantes por gente del pueblo que se

congregaba para ello junto al puente (gefyrismos “paso del puente”). Tras esto

llegaban al santuario y allí se acogía a Yaco de forma esplendorosa. Los

iniciados bailaban en una plaza llamada Calicoro en honor de Demeter y Core.

Se trataba del punto más próximo a la ciudad, antes de entrar en el santuario.

El 21 por la tarde tenían lugar los ritos secretos. En un determinado momento

debían pronunciar una contraseña sagrada: “he ayunado, he bebido ciceó, lo he

tomado de la canasta, he trabajado, y lo he puesto de nuevo en la canasta y de

ahí, en la cesta”. El día se pasaba en espera y sólo cuando era ya de noche los

iniciados entraban en fila en el santuario. Un muro a su derecha les impedía ver

el área de la roca sin alegría. Pero al alcanzar la puerta del muro es posible que

pudieran ver a la diosa sentada en la roca. Oían lamentos procedentes de allí.

Llegaban al Telesterion – un templo diferente al resto de los templos griegos,

con una sala amplia y columnas alrededor con escalones en donde se sentaban

los mystai o iniciados - y depositaban los cerditos en los mégara, una especie de

sótanos del templo. Luego peregrinaban fuera del Telesterion a buscar a Core,

en la oscuridad y con la cabeza cubierta con una capucha que no les permitía

ver nada, cada iniciado guiado por un mistagogo. Podemos imaginar que
andaban confusos y desorientados saltando por las breñas en la oscuridad, con

una sensación de ansiedad y temor. Mientras del hierofante golpeaba una

especie de gong llamando a Core. El regreso de Core no podía ser visto por los

iniciados. Tras abrazarla Core y su madre abandonaban la cueva y se dirigían al

Telesterion. Allí se detenían y los epoptai vislumbraban a la madre y la hija.

Entonces entraban en el Telesterion. El Telesterion se abría y aparecía el

hierofante en la puerta con una brillante luz detrás. Los iniciados, ya sin

capucha, pasaban entrando de la oscuridad a un espacio resplandeciente por la

cegadora luz que procedía de los centenares de antorchas llevadas por los

epoptai. El 22 era el día del sacrificio y la fiesta. El 23 los iniciados volvían de

Atenas. El último día del festival era llamado Plemochoai. Dos vasos llamados

así se derramaban, uno mirando al este, otro al oeste, en los mégara del

Telesterion. Los iniciados volvían a Atenas el 23 y el 24 era la reunión de la

Boulé en el Eleusinion de la ciudad, el día después de los misterios.

Los efectos que se pretendían lograr con la iniciación eran en primer

lugar estar a bien con la diosa que aseguraba la provisión del cereal. Los

misterios, además, procuraban bienestar terreno. También había efectos

prácticos para el santuario – un decreto reclamaba primicias de las cosechas

como compensación por el gran don ofrecido por Demeter -. Lo fundamental

del misterio era sentir la experiencia colectiva, similar a la muerte, una especie

de muerte anticipada, de ensayo, para que el individuo lo experimente de

antemano y no tema a la verdadera. Es una preparación para la muerte.

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