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Cristina Isabel García Núñez – 1º BACH E

3. ¿Quiénes somos nosotros? El enigma de la identidad


Una de las preguntas más frecuentes que se hace el ser humano es
la de ¿quiénes somos? Es una pregunta que nos solemos hacer con
regularidad cuando nos sentimos inseguros o no sabemos cómo tomar
las riendas de nuestra vida.
La identidad personal es como un carné de identidad, es lo que nos
define como personas. Es un conjunto de valores, que proporcionan
un significado simbólico a la vida de las personas, reforzando su
sentimiento como individuos y su sentimiento de pertenencia. Es la
suma de todas las cosas que somos, lo que recibimos de nuestras
familias, de nuestros países y lo que hemos añadido a lo largo de
nuestra experiencia: viajes, amigos, parejas, países que hemos
visitado o en los que hemos vivido.
Los primeros problemas con la identidad llegan cuando nuestro
proceso nos lleva a ser diferentes, a no ser como la mayoría. Las
calles de nuestras ciudades se parecen demasiado, las mismas
tiendas, los mismos coches, la misma ropa. No es posible ver a una
persona debajo de tanta uniformidad. La emigración ha cambiado el
paisaje humano, nuestras relaciones cotidianas nos ponen en
contacto con gente de otros países, de otras lenguas, y para apagar
nuestra inseguridad buscamos las diferencias.
Los elementos de nuestra identidad que se nos dan al nacer son
mínimos, algunas características físicas, sexo… Después llega el
proceso de aprendizaje, nuestras familias nos modelan, nos inculcan
creencias, ritos y actitudes, y nos dan una lengua. El colegio, la calle,
los amigos, dan la siguiente capa a nuestra identidad y empiezan las
primeras heridas. Se va forjando una forma de ser que se va a poner
a prueba durante las distintas etapas de la vida.
Con un simple vistazo a diferentes perfiles en las redes sociales
podemos ver las pequeñas descripciones que hacemos de nosotros
mismos. Hay quien se define como estudiante, futbolista, reportero,
cinéfilo; mientras que otros se definirán como una persona alegre,
simpática, divertida, curiosa, pasional, etc.

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Estos dos tipos de definiciones son las más comunes y presentan una
diferencia fundamental entre ellas: Unas personas se definen por los
grupos de los que forman parte, mientras que otras se definen por
sus rasgos personales. Así podemos darnos cuenta de que en la
construcción de nuestra identidad influyen numerosos factores. Los
más importantes son:

Identidad, sociedad y cultura


A lo largo de nuestras vidas, las personas sufrimos procesos de
maduración y crecimiento personal. En este período vamos
asimilando y adquiriendo gustos, hábitos, conocimientos y creencias
presentes en el ambiente sociocultural en el que crecemos y nos
desarrollamos. Estos hábitos, creencias y preferencias, forman parte
de quiénes somos.
La identidad social define al yo en términos de los grupos de
pertenencia. Tenemos tantas identidades sociales como grupos a los
que sentimos que pertenecemos.
Un ejemplo representativo lo podemos ver en las pequeñas biografías
que cada uno de nosotros tenemos en las diferentes redes sociales.
Definirse en base a los grupos de pertenencia es tan humano como
juzgar a otras personas en función de su atuendo y conducta no
verbal. Además, los grupos sociales en los que nos encontramos
determinan nuestra autoestima. La autoestima es una valoración
emocional-afectiva que realizamos de nuestro propio ser. Por ello,
definirse en base a grupos de alto estatus social supondrá una alta
autoestima, mientras que quienes formen parte de grupos poco
valorados socialmente, tendrán que utilizar estrategias de apoyo en
la identidad personal para lidiar el decremento en su valoración.
Si el grupo de pertenencia nos gusta, nos gustamos. Nos
identificamos con los logros del grupo o alguno de sus individuos y
esto se ve reflejado en un estado de ánimo y autoestima positivo.
Este efecto se puede ver ampliamente en la afición por el fútbol.
Cuando el equipo que resulta ganador es el nuestro, salimos
orgullosos a la calle identificados con el éxito de nuestro equipo y nos
lo atribuimos a nosotros mismo, ya que forman parte de nuestra
identidad.

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Identidad y globalización
Nunca los seres humanos hemos tenido tantos amigos. Seguramente
no conocemos cómo se llama el vecino del quinto y ni siquiera el de
la puerta de al lado, pero podemos ver cientos de canales en nuestra
tele y nos podemos comunicar instantáneamente con gente en todo
el mundo. Compartimos conocimientos, imágenes, música e
información pero muy a menudo la diferencia prevalece sobre la
similitud, que es el formar parte del género humano. La velocidad de
la globalización ha provocado la necesidad de identidad, la necesidad
de pertenecer a algo como reacción a la uniformidad globalizadora.
En las últimas décadas han coexistido a nivel mundial dos procesos
paralelos: la globalización, por un lado, y la reafirmación de diversas
identidades culturales, por otro. Ambos procesos están
interrelacionados, ya que la homogeneización cultural con la que
suele asociarse a la globalización implica una amenaza a las culturas
locales, las identidades específicas. Surge así el miedo a perder las
referencias culturales que definen a las personas, y de ahí los
conflictos y reivindicaciones en torno a las identidades locales o
regionales.

Identidad y consumo
Vivimos en una sociedad de consumo. Las personas consumimos
constantemente para satisfacer nuestras necesidades deseos. Tanto
lo que consumimos como la manera en que lo hacemos influyen en
nuestra identidad personal, ya que consumir tiene mucho de
simbólico y con dichos símbolos vamos construyendo nuestra
identidad y manifestándola a los demás. Por ello algunas veces se
dice que no importa tanto quién es cada uno, sino su capacidad para
consumir.

Identidad moral
La identidad moral consiste en el reconocimiento de lo que cada
persona es, con sus peculiaridades (¿en qué soy igual y en qué me
diferencio de los demás?). Pero el tomar conciencia de la propia
identidad es un proceso complejo condicionado por el entorno y por
las diferentes etapas evolutivas de la persona.

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Nos referimos aquí a esa parte de la identidad personal que afecta a
nuestra manera de comportarnos y de tomar decisiones en función
de unos valores éticos y de unas normas morales. En un primer
momento la persona puede acomodarse a las normas morales
existentes en la sociedad (o en su grupo humano de referencia), pero
la identidad moral se manifiesta cuando la persona asume e
interioriza determinados valores éticos y comportamientos morales,
no porque sean una obligación sino porque van de acuerdo con lo que
la persona es y quiere ser y vivir, desde su propia voluntad y libertad,
aunque no coincidan con los valores dominantes en su entorno.
Los seres humanos somos seres morales. Vamos construyendo
nuestra identidad moral según una serie de valores y creencias que
nos permiten afrontar la realidad en la que nos toca vivir.
Conclusión
De todo lo dicho podemos concluir que el dar una definición concreta
de quienes somos no es tarea fácil. No solo porque algunas facetas
del ser humano sean discutibles y problemáticas, sino principalmente,
porque también somos algo enigmático y misterioso. El enigma de
nuestra identidad no tiene una solución sino que es necesario convivir
con él intentando desvelarlo, sabiendo que nos acompañará siempre,
para lo cual necesitaremos toda una vida.

Bibliografía
 Miguel Ángel Millán Asin. (2013) Desarrollo de la Identidad Moral.
Fundación MAPFRED.
 Paloma Simón. (2013) La Identidad en un mundo globalizado
http://www.yorokobu.es/la-identidad-en-un-mundo-globalizado/
 Rafael Ramírez Lago. La identidad personal y social.
https://psicologiaymente.net/personalidad/identidad-personal-
social#!
 Raquel Montes Muñoz. (2010) Ensayo Sobre la Identidad. Revista
digit@l Eduinnova, no. 25, octubre 2010.
 VV.AA. (2015) Filosofía 1º Bachillerato. Editorial Santillana.

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