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Tres libros para redescubrir la fantasía de Neil

Gaiman
Coinciden en nuestras librerías tres nuevos títulos de uno de los máximos exponentes de la literatura
fantástica contemporánea y cada uno ofrece una faceta distinta de su talento

La novia de Frankenstein, uno de los iconos que Neil Gaiman analiza en 'La vista desde las últimas filas'

Hay autores que pisen la tierra que pisen, pestilente lodazal o reverdecido campo, caminan como si no
tocasen el suelo. O más bien como si cualquier superficie sobre la que se plantasen les viniese bien. Como si
se sintiesen tan cómodos en ella que quisiesen pasar allí el resto de su vida. Neil Gaiman es uno de esos
nombres únicos.

Nació en Hampshire, y creció cerca de una biblioteca que le pillaba a medio camino entre la escuela y el
trabajo de sus padres. Así que a los ocho años ya había descubierto a los autores que le marcarían para toda
la vida. Convivía con C.S. Lewis, Ursula K. LeGuin, J.R.R. Tolkien y Edgar Allan Poe, mientras que en el
colegio pocos le conocían de verdad y prácticamente ninguno se hacía llamar su amigo. Era tan tímido que
parecía no estar.

Empezó en el oficio de escribir de la mano del periodismo y desde entonces pisó todos los campos habidos y
por haber. Hizo biografías, luego probó con suerte en el cómic mano a mano con un ilustrador que le
acompañaría el resto de su carrera: Dave McKean. Juntos crearon The Sandman, una de las obra más
influyentes del noveno arte. No contento con eso, también hizo prosa, poesía, guiones de cine y teatro y
hasta letras de canciones. Es el único autor que ha ganado tanto el premio Carnegie Medal como el Newbery
Medal - uno de los más prestigioso de la literatura infantil-, por una misma obra: El libro del cementerio.

Aunque también ha sido merecedor de otro puñado innumerable de reconcimientos del género debido a su
prolífica pluma, que nos ha dado libros como Neverwhere, Coraline, Stardust o American Gods. Todas han
sido llevadas a la pequeña o gran pantalla, y aún están por venir algunas nuevas, como la de Buenos
presagiosque coescribió con Terry Prattchet. Ahora coinciden en las estanterías tres títulos nuevos, en
editoriales distintas y de diferente género, que ofrecen oportunidades de sobra para acercarnos a una de las
figuras más personales de la literatura moderna.

La vista desde las últimas filas (Malpaso)


Gaiman, como decíamos, empezó en el periodismo pero se alejó de la
profesión "porque quería tener la libertad de poder inventarme las
cosas". Así lo describe él mismo en el prólogo de esta recopilación de
ensayos. "No quería ceñirme exclusivamente a la verdad; o, para ser más
preciso, quería poder contar la verdad sin preocuparme por la veracidad
de los hechos".

Con La vista desde las últimas filas accedemos al universo interno del
autor de la forma más esquinada y ambiciosa. La editorial Malpaso
recoge gran parte de su obra de no-ficción en un volumen
excelentemente editado y por el que uno puede pasearse como quiera. La
sensación de libertad que inspiran sus textos y su reparto en temáticas
con más sentido que sensibilidad, convierte la lectura en un fantástico
ejercicio de exploración. Así, es fácil encontrarse con diatribas sobre el
origen de Batman o el significado de la obra de Will Eisner, discursos
pronunciados en el cuadragésimo aniversario de los Premios Nébula o
los Harvey, artículos hasta ahora inéditos en español que publicó en The
Guardian o en The New York Times o ensayos brillantes sobre los
hallazgos literarios de H.P. Lovecraft o Rudyard Kipling.

Es relativamente fácil entrar en el mundo literario del autor de The Sandman, pues en cualquier librería se
encuentran la mayoría de sus best-sellers. Entenderlo es otra historia. Sin embargo, este libro nos acerca a
comprender cómo funciona su mente y qué temas le preocupan. Esta faceta, la del ensayista, seguía más o
menos oculta para los lectores españoles pero La vista desde las últimas filas quiere y puede hacerla
mainstream si la jugada funciona como debería. Con su lectura podemos experimentar con el Neil Gaiman
más sesudo pero también el más divertido. Y, sobre todo, con el más sincero: el que no se oculta tras una
pátina de metáforas sus pensamientos sobre política, filosofía y cultura pop.

"Y ahora salid, y cometed errores interesantes, errores sorprendentes, errores gloriosos y fantásticos.
Romped las reglas. Convertid el mundo en un lugar más interesante. Cread arte del bueno.

Neil Gaiman. 'Cread arte del bueno', La vista desde las últimas filas.

Mitos nórdicos (Destino)


Lo que parecía ser una nueva versión de American Gods, fantástica
revisión de la figura del antihéroe, ha resultado ser otra cosa totalmente
distinta. Por suerte para todos, Mitos Nórdicos no es uno de esos
remakes que llega sin venir a cuento y estorba más que revelar, sino una
aproximación literaria a una de las cosmogonías más influyentes de la
literatura fantástica de ayer y hoy. La nórdica, sin el estudio de la cual
no existirían obras como El señor de los anillos o Canción de hielo y
fuego.

Fan confeso de esta, Gaiman nos cuenta a su manera las andanzas de


Thor, Odín y Loki en Asgard, hogar de los dioses. Pero no veremos aquí
un mundo brillante como el de las películas de Marvel, sino uno oscuro
lleno de violencia, sexo, traición y tremendas borracheras.

Todo, o casi todo, lo que uno tiene que saber de mitología nórdica está
en esta novela. Desde que los gigantes tuviesen tres hijos llamados Vili,
Ve y Odín, hasta que estos otorgaron voluntad, forma y vida a unos
troncos -así nacieron los primeros humanos, de un fresno y un olmo- ,
pasando por el temido Ragnarok. Y todo, narrado con una fina ironía en
la que podemos reconocer la voz de Gaiman, pero también descubrir
algunos de los esquemas narrativos sobre los que se construirían grandes
obras de la literatura fantástica posterior.

Estamos ante el Gaiman literario más oscuro y hábil. Ese novelista eternamente deudor de mitologías de
todo tipo que rinde tributo con entusiasmo. Es más, con cierto ánimo rompedor: aunque la base narrativa
permanezca, el autor actualiza su lenguaje de forma ágil y muy pero que muy adictiva.

"Leed estas historias. Hacedlas vuestras, y alguna noche oscura y gélida de invierno, o una noche de verano
cuando el sol no se haya ocultado todavía detrás del horizonte, contadles a vuestros amigos lo que pasó
cuando le robaron el martillo a Thor, o cuando los dioses le regalaron a Odín el hidromiel de la poesía…".

Neil Gaiman. Mitos nórdicos.

El día que cambié a mi papá por dos peces de colores (Astiberri)

Una noche, el hijo de seis años de Neil Gaiman, Michael, se


enfadó muchísimo con su padre. Él le había regañado por
alguna de las razones mundanas por las que los adultos
regañan a los niños. Así que el chaval empezó a maldecir y
a desear no tener padre. En una de aquellas, pensativo y
rabioso, soltó "¡Ojalá no tuviese padre! ¡Ojalá tuviese un
pez de colores!". Una contestación que el escritor valoró tan
genial como razonable.

Años después, la anécdota se convertiría en una de las


historias infantiles más divertidas de Gaiman, la de un niño
que canjea un padre por dos pececillos de color naranja y un
acuario. Cuando su madre le envíe a recuperar
inmediatamente al progenitor, se descubrirá que la cosa no
es tan fácil.

La dupla Dave McKean en el dibujo y Neil Gaiman en la


historia ha ofrecido todos estos años obras de una fuerza
poética muy particular. La alucinada ilustración del primero casa bien con el tono narrativo del segundo, y
así lo lleva haciendo desde los ochenta, cuando publicaron juntos la serie Violent Cases, Signal To Noise,
Mr. Punch o Sandman.

Astiberri se encarga de publicar este relato en nuestro país, tras haber comprobado que el combo McKean-
Gaiman también les funciona a ellos, pues ya nos trajeron Los lobos de la pared y Cabello loco. El
resultado es tan divertido como oscuro. Es decir, como toda la literatura infantil y juvenil de Gaiman, pero
también la infancia en sí misma.

El día que cambié a mi papá por dos peces de colores nos acerca al Gaiman que vio nacer a Coraline o al
Jack de El libro del cementerio. Ese que disfruta con niños y niñas que ponen en serios aprietos a los adulto,
pero que también son, en última instancia, su única salvación.

"Algunos tienen grandes ideas una o dos veces en sus vidas, y luego descubren la electricidad, el fuego o el
espacio exterior o algo. Algunos nunca las tienen. Yo las tengo dos o tres veces por semana. ‘Te cambio a
mi padre’, dije entonces".

Neil Gaiman. El día que cambié a mi papá por dos peces de colores.

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