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ETNOGRAFíA

MITOS Y CUENTOS DE LOS INDIOS CHIMILA

Gerard Reichel-Dolmatoff

INTRODUCCIóN

A mediados del año 1944, el Instituto Etnológico Nacional, por inicia-


tiva de Paul Rivet, me encargó la investigación etnográfica y lingüística de
los indios Chimila, en el departamento del Magdalena (Colombia). Acom-
pañado por el licenciado Milciades Chaves, quien en este viaje realizó los
trabajos de antropometría, tuve ocasión de recoger un riquísimo material
etnológico en esta tribu casi desconocida.
Los Chimila, nación que en tiempos de la Conquista había sido una
de las más importantes del Norte de Colombia, se conserva hoy en día en
número muy reducido, que apenas alcanza a unos 400 ó 500 individuos,
en los inmensos planos selváticos que se extienden entre el río Magda-
lena y el Ariguaní. Aislados de los colonos colombianos y de las tribus
indígenas de la Sierra Nevada, el conjunto de la civilización material
y espiritual de los Chimila se ha conservado hasta hoy, ofreciendo así
un campo interesantísimo e insospechado para nuestros estudios. Hasta
ahora esta tribu había sido clasificada como perteneciente a la familia
lingüística chibcha, teoría que parece errónea al conocer las manifesta-
ciones culturales de los Chimila. El origen amazónico de ellos será el
tema de un extenso trabajo que se publicará a su debido tiempo.
Presento ahora el material mitológico de las investigaciones llevadas a
cabo en la zona de los Chimila, las cuales comprenden, además, un estudio
lingüístico extenso, observaciones sobre la civilización material y espiritual,
una colección formada por unos 200 objetos, encuestas antropométricas y
una amplia documentación fotográfica.
Los veinte cuentos aparecen en la misma forma como me han sido
referidos, sin alteración alguna.
Observaciones y notas comparativas encontrará el lector a continua-
ción de los textos.

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1. – LA CREACIóN

Papá Grande tomó un pedazo de greda y lo amasó así como uno


va moldeando greda para hacer loza. Lo formó y lo encontró muy pe-
queño.
Así tomó otro pedazo, lo añadió y así siguió hasta que tuvo un gran
pedazo. Así hizo la tierra.
Entonces no había árboles, ni maíz, ni yuca. Cuando Papá Grande vio
que no había nada en la tierra, hizo un tigre grande y lo soltó. Así hizo al
tigre y todavía hay tigre de este mismo.
Entonces Papá Grande hizo a los hombres y todos eran Aruacos, Gua-
jiros y Motilones. Así hubo muchos hombres en la tierra. Entonces Papá
Grande vio que los hombres no podían vivir sólo de guerra y de palabras
y así hizo una mujer para cada uno. Hizo mujeres aruacas, guajiras y mo-
tilonas. Así hubo muchos indios en la tierra.
Entonces, mucho más tarde, Papá Grande hizo al primer indio Chimila
y a su mujer y les dio como nombre: Huhun Krukroring Merana y Soving
Kranyaring Ovokeya. Entonces Papá Grande dijo al indio: “¡Vete a la tierra!”.
El indio miraba la tierra desde el cielo y, como no le gustó nada, no quiso
bajarse. Entonces Papá Grande lo empujó y así el hombre cayó a la tierra;
cayó por allá, cerca de San Ángel. Pronto hubo muchos indios Chimila en la
tierra y entonces no se llamaban Chimila como hoy sino: Paretare.
Así fue como Papá Grande hizo la tierra y los indios.

2.– SOL Y LUNA

Sol y Luna son hermanos. El hermano Luna es mucho más viejo que la
hermana Sol, que ya es la tercera hermana y que hace poco que nació. Los
dos soles que hubo antes ya no sirvieron cuando eran viejos y se murieron
cuando se acabó su familia.
Antes el primer Sol salió por allá donde ahora se acaba el día y en-
tonces los días duraban cuatro años. Así los indios podían trabajar todo el
tiempo con día.
Entonces, más tarde, Papá Grande hizo salir al segundo Sol por allá,
detrás de la Sierra Nevada. Entonces los días duraban un año. Por fin cambió
este y desde entonces el sol sale por donde lo vemos salir hoy.

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Allá por el norte el Sol no sirve porque por allá se acaba la tierra; pero
por el sur hay tierra y tierra y mucho monte y mucho indio.
De noche el Sol duerme porque es mujer. A veces también está enferma
y no quiere salir y entonces los indios tienen mucho miedo.
Así dijeron y así es.

3.- EL POBLAMIENTO

Cuando los primeros Chimila bajaron del cielo, no sabían a dónde ir.
Hubo mucha agua entonces en todas partes y mucho monte sin comida ni
buenas aguas.
Entonces Papá Grande tomó el Arco Iris y cogió sus tres flechas, todas
hechas de la caña maná. Disparó sus flechas sobre la tierra para mostrar a
los Chimila el camino por donde debían seguir.
La primera flecha cayó allá en San Ángel y todavía hay mucho indio
allá. La segunda cayó allá en el río Cesar y así parte de los Chimilas se fueron
por allá. La tercera flecha cayó allá lejos donde está hoy el gran pueblo que
llaman Cartagena y para allá se fueron los otros Chimilas.
Así los Chimilas encontraron el camino y quedaron en toda esta tierra.
Desde entones la caña maná sirve para flechas porque es de la familia
del Sol. Cuando uno se chuza con la caña maná en el monte, de noche, puede
ver al Sol.

4. – PRIMERAS GUERRAS

En esta tierra vivían antes los Aruacos, que dejaron estas piedras de
moler. Cuando los Chimilas se encontraron con los Aruacos, los sacaron
con guerra. Los Aruacos eran muy ricos y los Chimilas muy pobres.
También con los Karíbi hubo mucha guerra. Donde hay Karíbi, los
Chimila no pueden vivir. Siempre nos matamos.
Ahora ya no. Ya somos amigos, hace mucho tiempo. Desde que llegaron
los Blancos a esta tierra.

5. – EL DILUVIO

Una vez empezó a llover y llovió y llovió, más y más, día y noche. El
Sol y la Luna se ahogaron.

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Entonces todo el monte se inundó y ya no hubo ríos ni cañadas. El
agua creció y creció y por fin ya cubrió toda esta tierra. No hubo sembrado
entonces y no hubo comida y así fue que todos los indios se murieron.
Una sola familia quedó viva. El hombre hizo una gran casa de piedra
bajo la tierra, así como una casa redonda de nosotros pero con muchos
cuartos, uno encima de otro. Así el hombre con la familia estaba sentado allá
en el cuarto arriba y afuera llovió mucho pero no entró nada de agua.
Entonces un día dijo una mujer: “Hace años ya que no veo el Sol y
estoy ya muy cansada. Quiero ver un poco de luz”.
Así dijo y se subió y abrió un hueco en el techo. Pero como el techo
no era de hoja de palma, sino también de piedra, tuvo que sacar una pie-
dra grande. Entonces un chorro de agua entró en la casa y todos casi se
ahogaron.
Entonces dijo el hombre: “¡Maldita mujer! ¡Así uno se muere por tu
culpa! ¡Ahora, cuando termine de llover, vete afuera y vuélvete lechuza!”
Así fue y cuando terminó la lluvia, la mujer se volvió lechuza.
Desde entonces la lechuza canta de noche y quiere ver al sol pero no
puede verlo nunca.
Entonces el hombre y las otras mujeres bajaron al otro cuarto y espe-
raron allí el fin de la lluvia. Esperaron muchos años y por fin salieron.
Entonces dijo el hombre: “Ahora sí se murieron todos los animales.
¿Qué vamos a hacer sin animales?”.
Pero no fue así. En una loma muy alta había un árbol de totumo y este
creció mucho cuando empezó a llover. A este árbol se subieron el pájaro
karau y el rabipelado nuti. El pájaro tenía mucho miedo y desde entonces
grita en el monte: karau, karau, cada vez cuando va a llover. Al rabipelado
también le daba mucho miedo y se le cansaban las patas. Así se enganchó
con la cola pero, como estuvo colgado así por muchos años, se le peló la
cola. Así es que el rabipelado tiene la cola así pelada.
Cuando terminó la lluvia, los dos bajaron del totumo y de estos dos
vienen todos los animales.
Así pasó la gran lluvia pero en muchas partes la tierra no se secó. En-
tonces dijeron los hombres: “¡Vamos a secar la tierra!”. Hicieron candela
en el monte pero como hubo mucho viento, el monte se quemó y todos los
sembrados y todas las casas.
Así fue como casi se murieron otra vez los indios.

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Por fin se apagó la candela y todos se fueron a sembrar y a hacer casas
nuevas.
Todo eso fue así y no es embuste.

6. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL FUEGO

Antes los Chimila no conocían el fuego. No había candela en el fogón


ni en el monte, no hubo humo tampoco.
Entonces comían todo crudo. A mediodía, las mujeres ponían la co-
mida sobre una gran piedra y el sol la tostaba un poco. Entonces le daban
una vuelta y se tostaba un poco por el otro lado. Así fue que los Chimila
sufrieron mucho y eran muy flacos.
Al otro lado del Gran Río había otros indios que sí tenían fuego.
Comían carne asada y pescado frito y cocinaban bollos. Pero ellos eran
enemigos de los Chimila.
Una noche los Chimila iban por la ribera del Gran Río y veían al otro
lado a los indios comiendo pescado. Estaban allá sentados alrededor de la
candela y comían muy sabroso.
Entonces dijeron los Chimilas: “¿Qué vamos a hacer para conseguir
candela? Si uno de nosotros va al otro lado lo matarán los enemigos y
además se apagará la candela en el agua si vuelve nadando”.
Entonces dijo el brujo Huhum: “¡Yo voy a conseguir candela. Y
aunque me cueste la vida, voy a traerla!”. Entonces el brujo se cam-
bió en el sapo Mamu y saltó al agua. Nadó a través del Gran Río y,
cuando vino a la playa, saltó entre los indios que estaban allá sentados
comiendo pescado. Cuando vieron al gran sapo se asustaron, gritaron
y corrieron.
Entonces el sapo se tragó una brasa y saltó al río y nadó al otro lado.
No se quemó ni se apagó la candela. Cuando vino a la playa, el sapo es-
cupió la candela y dijo: “Mis hijos, ¡aquí está la candela! ¡Ahora hay que
guardarla bien para que no se apague nunca!”.
Pero el brujo se quedó sapo. Desde entonces los sapos son gente como
nosotros y no se deben matar. Los sapos son buenos.
A veces, de noche, el sapo canta en la selva y entonces las mujeres se
levantan a poner más leña al fogón para que no se apague.
Así fue como los Chimilas consiguieron el fuego.

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7. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL AGUA

Cuando los Chimilas llegaron a esta tierra montañosa, no encontraron


agua para tomar. Buscaron y buscaron pero entonces no había río ni cañada.
Sufrieron mucho.
Entonces la Gran Cacica mandó cavar un pozo hondo y más allá otro
pozo y más allá otro. Cuando los pozos ya estaban bien hondos, la Gran
Cacica se pudo a dormir. Cuando se despertó preguntó: “¿Ya hay agua?”.
Los hombres dijeron “¡No, todavía no hay agua!”.
Entonces la Gran Cacica durmió otra vez. Cuando se despertó pre-
guntó: “¿Ya hay agua?”. “¡No —dijeron los hombres—, todavía no hay!”.
Entonces, por la noche, la Gran Cacica se fue sola a un pozo. Allá
estaba ella y miraba hacia el fondo. Entonces dijo: “¡Venga, agua!”, y
dejó caer un poco de saliva en el pozo. Así lo hizo con todos los pozos y
entonces regresó y se puso a dormir.
Por la mañana, los hombres fueron a los pozos y los encontraron llenos
de agua buena y dulce. “¡Aquí está el agua!”, dijo la Gran Cacica.
Así es que los Chimila tienen buen agua.

8. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL MAíZ

Antes los Chimila no tenían maíz. Los Aruacos sí tenían mucho y


eran gordos, pero los Chimilas comían solo yuca y hierbas y animales del
monte.
Pero arriba, en lo más alto del árbol ceiba, allá había como una tusa
y allá estaba guardada la semilla del maíz. Entonces los Chimilas dijeron:
“¡Vamos a cortar el árbol para coger la semilla y sembrarla!”.
Así fue y los hombres se fueron al monte para tumbar la ceiba. Como
no pudieron tumbarla el mismo día, regresaron a sus casas y volvieron
por la mañana. Pero allá estaba el árbol bueno y sano como si nunca le
hubieran cortado.
Trabajaron otro día pero tampoco pudieron tumbar el árbol y así regre-
saron la próxima mañana. Otra vez el árbol estaba allá bien compuesto y no
hubo muestra del trabajo del día anterior. Así siguieron los hombres mucho
tiempo. De día cortaron y cortaron pero nunca alcanzaron a tumbarlo del
todo; de noche el árbol se compuso otra vez y crecía más y más.

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Entonces dijo un hombre: “¿Por qué no vamos también a trabajar de
noche?”. Así fue. Los hombres trabajaron todo el día y cuando cayó la
noche, no regresaron a sus casas sino que siguieron trabajando. A media-
noche tumbaron la ceiba.
Entonces cortaron la tusa y cogieron la semilla y la sembraron.
Así fue como los Chimila encontraron el maíz.

9.- EL GRAN VERANO

Una vez, hace mucho tiempo, hubo un gran verano que duró años y
años. No cayó lluvia y los ríos y cañadas se secaron. Muchos indios murie-
ron y hubo gran hambre. La tierra se quemó y se perdieron los sembrados
y así no hubo maíz ni yuca.
Por fin pasó el gran verano pero toda la semilla del maíz se había
perdido. Entonces dijeron los hombres: “¿Qué vamos a hacer sin maíz?
Se perdió la semilla y no tenemos para sembrar”.
Pero un hombre había guardado un poco de semilla en una mochila
de fique. Ahora la sacó y dijo “Aquí está la semilla”.
Pero como la tierra estaba tan seca y caliente, no podían sembrar en la
roza sino que tuvieron que sembrarla en un tronco de árbol. Pronto creció
el maíz y dio buena cosecha y así hubo otra vez comida.

10. – CóMO LOS CHIMILA REGALARON EL ALGODÓN


A LOS ARUACOS

Cuando los Chimilas bajaron a la tierra, ya tenían el algodón porque


Papá Grande había dado al primer Chimila una mochilita con semilla.
Los Aruacos no tenían algodón y como los Chimilas eran sus enemigos,
no podían conseguir la semilla.
Entonces, un día, vino un Aruaco a la casa de un Chimila y dijo:
“Regálame un poco de semilla para sembrar algodón”. Entonces dijo el
Chimila: “No puedo regalártela porque somos enemigos y si tú siembras
algodón, los otros Aruacos sabrá que tú viniste aquí y van a matarte”.
Pero el Aruaco dijo “¡Regálamela!”. Así el Chimila le regaló un poco
de semilla y el Aruaco la sembró. No lo mataron.
Así fue como los Chimila regalaron el algodón a los Aruacos.

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1 1 . – E L “ PA L O D E A G U A ”

Un día, un hombre que tenía tres hijos se fue al monte y cortó un palo.
Entonces clavó el palo en la tierra y dijo a sus hijos: “Vámos a ver cuál es
el más fuerte de ustedes. ¡Saquen este palo!”.
El primero no pudo sacar el palo, que estaba bien clavado, y tampoco
el segundo. Pero el tercero cogió el palo y lo sacó. Cuando salió el palo de
la tierra, salió al mismo tiempo un chorro de agua.
Así es que a este palo lo llaman “Palo de Agua” y cuando lo sacan de
la tierra, sale mucha agua.
Así lo cuentan y así fue.

12. – LA MALA MUJER

Un hombre tenía su mujer y dos hijos. Cuando ya estaba muy viejo y


enfermo, los hijos se fueron al monte para cazar danta y dejaron al padre
en la casa.
Entonces dijo la mujer: “¡Vete a trabajar!”. “¡No puedo trabajar porque
estoy ya muy viejo y enfermo!”, dijo el hombre. “¡Tienes que trabajar!”,
dijo la mujer. Así el padre se fue y empezó a trabajar en la roza. Pero el
sol estaba muy bravo y el viejo se cansó mucho. Se sentó bajo un árbol y
pronto se murió.
Los hijos no sabían nada de eso; iban por el monte buscando danta.
Entonces encontraron un desecho pero muy bonito y planito sin ninguna
hierba ni maleza. En medio del plano estaba parado un hombre.
Entonces dijo uno de los hijos: “¿Quién es este hombre? ¡Lo conozco!”
Entonces dijo el otro hijo: “Yo también lo conozco; ¡será nuestro padre!”
Cuando se acercaban, veían que el padre tenía la cara y todo el cuerpo
pintado de achiote. Tenía muchos hilos enrollados en los tobillos y en las
rodillas, también en los brazos. Tenía falda nueva y cinta sobre el pecho y
en la cabeza tenía una corona de plumas amarillas y rojas y en la espalda
le colgaba la cola de una guacamaya. En los brazos también tenía pegadas
muchas plumas pequeñas. Así el hombre estaba parado como para ir a
fiesta, con arco y flechas y macana.
Entonces los hijos preguntaban: “¿Te vas a fiesta, padre?” Pero hubo un gran
viento y no veían más al padre. Después de un rato lo vieron otra vez y pregun-
taron de nuevo: “¿Padre, te vas a fiesta?”. Entonces dijo el padre: “Me voy a

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fiesta. Ustedes váyanse a la casa. Tomen mi macana y en la casa busquen a mi
mujer que es madre de ustedes. ¡Denle dos golpes de macana en la cabeza!”.
Entonces hubo un gran viento y los hijos no vieron más al padre.
Tomaron la macana y se fueron a la casa y dijeron: “Nuestro padre ha
muerto”.
Cuando llegaron buscaron a la mujer y cuando la encontraron, la
mataron con macana. Era una mala mujer.

13. – LOS MUERTOS EN EL MONTE

Un día los muertos dijeron: “¡Vamos al monte!”. Así se fueron y ca-


minaron y como encontraron un desecho, dijeron: “Aquí está bien. ¡Vamos
a hacer casa!”. Así fue y así hicieron casa.
Un día un hombre se perdió en el monte y encontró la casa. Fue allá a
preguntar por el camino. Los muertos estaban sentados en el suelo y cuan-
do el hombre les preguntaba, lo miraban y le contestaban. Pero el hombre
no entendía nada de lo que ellos dijeron porque hablaban otra lengua, la
lengua de los muertos.
Entonces el hombre tenía mucho miedo y se fue corriendo. Por fin
encontró el camino y llegó a su casa. Contó lo que le había pasado. Sus com-
pañeros se asustaron mucho. “Fuiste a la casa de los muertos”, dijeron.

14. – LOS BRUJOS

Hay buenos brujos y hay malos. Así dice la gente y así es. Los buenos
curan y llaman la lluvia cuando hay sequía y cuando se mueren son como
nosotros cuando nos morimos. Pero los malos brujos no son así. Ellos no se
van cuando mueren; vuelven para hacer daño y como no se pueden volver
como hombre porque uno los reconoce, se vuelven como tigre. Así uno va
en el monte y encuentra tigre y uno no sabe: es tigre o es brujo.
Un día unos hombres iban por el monte y cuando caía la noche en-
contraron una gran casa redonda. “¡Vamos a dormir aquí!”, dijo uno de
ellos. “Aquí no se puede dormir”, dijeron los otros, “en esta casa hay un
muerto enterrado”. Pero el hombre se entró en la casa y se puso a dormir.
Los otros se quedaron afuera.

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Entonces, por la noche, vino un gran tigre y mató al hombre que
dormía en la casa.
“El que está enterrado aquí, era un brujo malo”, dijeron los otros. Se
fueron corriendo por el monte.

15. – LOS CANíBALES

Un día prepararon chicha allá en un pueblo. Se fueron allá los hombres


de otros pueblos y así hubo mucha gente. Tomaron mucho y bailaron.
Cuando cayó la noche y todos estaban cansados, dijeron dos hombres:
“¡Vamos a casa!”. Así se fueron por el monte y allá encontraron a otro hom-
bre de un pueblo vecino que iba por el mismo camino. Entonces los dos se
pusieron a pelear con él y lo mataron con macana. Con un golpe le trozaron
la cara y se le cayó un gran pedazo de carne del lado del ojo izquierdo.
Entonces los hombres dijeron: “¿Qué vamos a hacer con el muerto? Si
el cacique sabe esto, nos va a castigar”. Entonces dijeron: “Si lo enterramos
y lo encuentran, lo reconocerán por el golpe que le dimos”. Así dijeron:
“¡Vamos a comerlo!”.
Así lo hicieron y lo asaron y se lo comieron.
El cacique nunca supo así que ellos habían matado a un hombre.
A mí me lo contó mi padre y así fue.

16. – EL CASTIGO

Un día dijeron los hombres “¡Vamos a matar la gente del Gran Río!”.
Se fueron todos y llevaron mucha flecha y macana.
Cuando el cacique de los indios del Gran Río oyó eso, dijo: “¡Por cada
hombre que maten los Chimila aquí, les va a morir uno de los suyos de enfer-
medad, y por cada niño que ellos maten aquí, va a morir uno de sus niños!”.
Así fue. Cuando los Chimilas volvieron de la guerra, muchos se mu-
rieron de enfermedad, hombres y niños.

17. – LOS ANIMALES HABLAN

Todos los animales saben hablar. La danta, cuando encuentra comida


en el monte, dice: “¡Sí, sí, aquí hay comida, sí, sí!” y entonces vienen todas
las otras dantas y comen.

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Los monos cantan por la mañana: “¡Ho-ho, qué buen día!” y entonces
dice los otros: “¡Así es! ¡Es un buen día!”.
El tigre habla también, y la tortuga y el venado y el pájaro. Ardilla
habla poco y casi no lo entienden los otros.
Dicen otros que los animales del monte no saben hablar. ¿Qué no
saben? ¡Embuste! ¡Como son gente como nosotros!

18. – LOS MONOS

Los monos son gente. Por la mañana, cuando van a la quebrada, can-
tan: “Ho, ho, ¡está bien el día! ¡Vamos a montear!” y así van monteando
como nosotros.
Un día un hombre disparó su flecha y casi mató un mono. Pero este
cogió la flecha y la lanzó contra el hombre que se había escondido detrás
de un árbol. Mató al hombre.
Los monos son gente y son como nosotros. Así es.

1 9 . – E L H O M B R E Q U E S O Ñ ó C O N D A N TA

Un día, por la mañana, dijo un hombre: “¡Me soñé con danta!”. “¿Cómo te
soñaste con danta?”, preguntaron los otros. Entonces dijeron: “¡Cuéntanos!”.
El hombre dijo: “Me soñé que yo iba monteando y que me encontré un
gran árbol que se había caído, matando la danta. La saqué y comí mucho”.
“¿Por qué no vas por el monte a ver si encuentras la danta?”, dijeron
los otros. “¡Es verdad!”, dijo el hombre y se fue.
Entonces cuando él iba por allá, hubo mucho viento y de golpe se
cayó un gran árbol y mató al hombre. Los otros lo esperaban y como no
regresaba dijeron: “¡Vamos a buscarlo!”. Así se fueron y lo encontraron
muerto. “Vamos a buscar la danta”, dijeron entonces los hombres.
Buscaron por allí y buscaron por allá y por fin la encontraron. La
mataron con tres flechas. Era una danta mala.

20. – EL HOMBRE QUE SOÑó CON CAIMáN

Un día, por la mañana, dijo un hombre: “¡Me soñé con caimán!”.


“¿Cómo te soñaste con caimán?”, dijeron los otros.
“Me soñé que yo andaba en la playa y me encontré un huevo grande de
caimán. Me lo comí. ¡Ahora tengo miedo de que el caimán me va a comer a mí!”.

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“¡Tú eres muy bobo!”, dijo su hermano, “¡el caimán es gente como
nosotros y no te va a comer!”.
Por la tarde dijo el hermano: “¡Vamos a pescar!”. Entonces dijo el otro: “¡No
voy al río porque tengo miedo del caimán!”. “Vámonos”, dijo el hermano.
Así los dos se fueron al río y se pusieron a pescar en la playa. Entonces
salió un caimán grande y cogió al hombre que había soñado así, y se lo tragó.
Pero como el hombre tenía su arco y flecha, el caimán se los tragó también.
Así, cuando el hombre estaba dentro del caimán, dijo: “Tengo mucha
hambre y no hay comida; tengo sed y no hay bebida: quiero ver la luz y
aquí estoy en la oscuridad.
Entonces oyó cómo afuera cantaba un mono. “¡Será de día si cantan
los monos!”, dijo el hombre. Entonces cogió su flecha y chuzó al caimán
en la barriga por dentro.
Entonces el caimán salió de su cueva y dijo: “¿Quién me está chu-
zando?”. El hombre le chuzó otra vez y más y más hasta que el caimán iba
casi loco por arriba y por abajo en el río.
Entonces al caimán le dio mucha tos y así abrió la boca. El hombre
le puso la flecha trancándole la jeta para que no la pudiera cerrar y salió
corriendo. Saltó y cayó en la playa como muerto.
Por la noche se despertó y se fue a su casa. Cuando llegó, la gente
estaba tomando chicha y su hermano se levantó y le saludó.
Entonces dijo el hombre: “Así es cuando uno se sueña con caimán.
¡Pero tú no quisiste creerlo!”.
El hombre se sentía muy enfermo y así dijo: “Estoy enfermo y no quiero
quedarme con mi familia. Iré al monte y cuando esté mejor, volveré”. Así
fue y después de algún tiempo el hombre volvió y estuvo otra vez gordo.
Un día se fue al monte para cazar y cuando volvía, por la noche, trajo
en su mochila mono y tatabro y guatinaja. “Eres un buen cazador”, dijeron
los otros.
Al día siguiente el hombre se fue a cazar y trajo por la noche danta.
Al día siguiente trajo zaíno.
Entonces los hombres dijeron: “¿Cómo hace él para conseguir tanta
comida? Vamos a seguirlo mañana y a escondernos para ver si consigue
comida”.
Así fue y al día siguiente los hombres se escondieron en el monte para
ver cómo conseguía tanta presa.

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Entonces vino el hombre y silbó y vino mono; el hombre lo mató y lo
puso en la mochila. Entonces el hombre silbó y vino tatabro; el hombre lo
mató y lo puso en la mochila. Entonces el hombre silbó y vino zaíno; el
hombre lo mató y lo puso en la mochila. Entonces regresó a su casa.
Por la noche los hombres preguntaron: “¿Cómo haces para conseguir
tánta comida?”.
“Lo aprendí del caimán!”, dijo el hombre y así fue.

21. – EL MORROCOYO

Antes los morrocoyos eran gente como nosotros. Entonces no tenían


concha y vivían en los árboles.
Un día dos hombres iban monteando y encontraron un morrocoyo en
un árbol. “¡Mátelo!”, dijo uno de los hombres. “No voy a matarlo”, dijo el
otro; “¡es gente como tú y yo!”. Pero el otro dijo: “¡Mátelo!”.
Así el hombre disparó su flecha y pegó al morrocoyo en una pata de
atrás. Por eso es por lo que el morrocoyo todavía tiene las patas de atrás
como tiesas.
El morrocoyo se enganchó con la cola en el árbol y no cayó. Entonces
dijo el hombre: “Voy a trepar al árbol para bajarlo”. Así fue y el hombre trepó
al árbol y cortó la rama. Pero al mismo tiempo le cortó la cola al morrocoyo
y por eso es por lo que los morrocoyos tienen todavía la cola tan cortica.
Entonces el morrocoyo se cayó a la tierra y los dos hombres le pegaron
duro. Entonces dijo el morrocoyo: “¡Ahora sí las cosas van mal!”, pero empezó
a correr y corrió mucho y por fin se botó al agua para escapar de los hombres.
Así fue y los hombres lo dejaron porque no quisieron seguirlo al agua.
Por la mañana vino una mujer a coger agua y cuando el morrocoyo
la vio, dijo: “¡Ayer casi me mataron; hoy yo voy a matar a esta mujer!”.
Entonces cogió su arco y flecha y disparó y mató a la mujer.
Cuando la mujer no volvió a la casa, los hombres fueron a buscarla.
Fueron al agua y allá la encontraron muerta.
Entonces dijeron los hombres: “¿Quién mató a la mujer? Sería el
morrocoyo”. Así dijeron y entonces fueron a buscar al morrocoyo. Lo
encontraron en el agua y lo mataron.
Un hombre se llevó al morrocoyo muerto a la casa y dijo:
“¡Voy a comérmelo!”. Los otros dijeron: “No hagas eso”. Pero el

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Mujer chimila hilando algodón
Indio chimila tocando flauta
Guerrero chimila
E l c a c i q u e c h i m i l a Ta n g r u t a y a M u t s u
hombre peló al morrocoyo, lo asó y lo comió. “Es muy sabroso”, dijo el
hombre.
Desde entonces los morrocoyos están siempre cerca del agua par matar
a las mujeres, pero ya no pueden porque no tienen arco ni flecha.
Desde entonces los morrocoyos se hicieron una concha dura de corteza
de árbol porque tienen miedo de los hombres.
Desde entonces los morrocoyos se comen y es comida muy buena.
Pero antes los morrocoyos eran gente como nosotros.

NOTAS Y OBSERVACIONES COMPARATIVAS

Todos los cuentos aquí presentados me fueron relatados por el cacique


chimila Tangrutaya Mutsu, anciano septuagenario, el último buen narrador
de cuentos y tradiciones de la tribu que queda hoy en día.
Recostado en su hamaca, por las noches, el cacique narraba sus cuentos
en un castellano a veces confuso, en voz baja y en forma lenta. Aunque
varios de los cuentos eran familiares a las mujeres, el cacique insistía en
contarlos sólo en presencia de los hombres; interrumpía sus relatos cuantas
veces una mujer entraba a la casa. Estos cuentos no se relatan a los niños
en ningún caso.
El anciano me manifestó además en repetidas ocasiones su fe absoluta
en la veracidad de los acontecimientos relatados, diciéndome varias veces:
“Mis cuentos parecen mentira a mucha gente. La gente no sabe. Pero los
que saben cómo ronca el tigre en el monte, los que saben cómo canta el
mono por las mañanas, los que conocen al indio, van a decir: ¡el capitán
Mutsu dijo la verdad y así es!”.

1. – LA CREACIóN

Por regla general, el indio se imagina el universo, creado ex nihilo,


como ya existente; de aquí que los mitos de la creación sean relativamente
escasos. La idea de que para la creación del hombre se empleó la tierra
o la madera la encontramos con alguna frecuencia entre otras tribus. Sin
embargo la creencia de que el hombre fue hecho de madera, parece ser la
más antigua. En la tradición de que la materia prima fue el barro, podría
tal vez advertirse una influencia cristiana.

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La idea de que los primeros hombres fueron hechos de madera se
encuentra entre los Muzo de Colombia (2.191), los Bakaïrí del río Xingú
(29. 373) y los Kiché de Guatemala (22). En los cuentos de los Chocó de
Colombia advertimos la idea del barro (32. 130), lo mismo que entre los
Miránya de Colombia (34. 140). Entre los Taullpáng existe la creencia
de que el hombre fue hecho de cera en un principio y luego de barro (11.
II. 38).
De sumo interés es el nombre dado al primer Chimila, pues se co-
rresponde con el del brujo legendario en el cuento del fuego (No. 6); se
trata aquí, seguramente, de un héroe cultural de la tribu. Igualmente el
antiguo nombre de los Chimila es muy importante, lo mismo que la idea
de la creación del tigre legendario, que para ellos es el primer animal
del mundo.

2. – SOL Y LUNA

A primera vista este cuento parece confuso y enigmático, pero veamos


uno parecido, de los indios Matako: “Hace mucho tiempo la noche duraba
tres semanas. Nadie pudo ver y la gente tenía hambre. Comieron cueros.
Para conseguir agua tuvieron que seguir cuerdas hasta el río. Hubo grandes
tempestades y los granizos entraron por el techo y el viento se llevó las
casas. Mucha gente murió” (15. 11-12).

La semejanza de estos dos cuentos es evidente en el punto de que


en el primero el día dura “cuatro años” y en el segundo, la noche “tres
semanas”. En ambos casos hay que tener en cuenta que nuestra unidad de
tiempo no es la misma que emplean los indios. Para ellos “cuatro años” o
“tres semanas” significan simplemente “mucho tiempo”.

Si tuviéramos sólo el cuento de los Matako a nuestra disposición,


podríamos pensar que se trata de la descripción de un gran cataclismo,
inundación, o de una versión de la leyenda del Diluvio, tema tan frecuente
en la mitología indígena. Vistos los dos cuentos, el uno al lado del otro,
esta interpretación sin embargo no parece satisfactoria. El fenómeno de
un día o de una noche anormalmente prolongados se presenta sólo en
una parte del mundo, en la región ártica. ¿Será entonces esta tradición
la expresión de la memoria antiquísima del paso de los indios por el
Estrecho de Behring?

– 18 –
La idea de que “por el norte se acaba la tierra pero por el sur hay mu-
cha tierra” refuerza la hipótesis anterior. Los Okaina dicen en uno de sus
cuentos: “Ce soleil que nous éclaire n´est pas le prémier soleil. Le prémier
était le frêre de l´actuel...” (34. 144). Los Kariri creen que sus antepasa-
dos salieron de un gran lago, situado e el norte (9. 176). La génesis de los
Mundurukú dice: “En el principio no hubo noche; el día era continuo. La
noche durmió en el fondo de las aguas” (3).

Sería interesante saber si en la mitología americana existen más tradi-


ciones semejantes. Una relación con los mitos cosmogónicos de los ciclos
solares de México parece en cambio dudosa.

La creencia de que el sol va por la noche a alumbrar a otro mundo


subterráneo es además muy común. El sol “enfermo” hace probablemente
alusión a un eclipse.

3. – EL POBLAMIENTO

El Arco Iris es un elemento mítico importante en América. General-


mente representa una fuerza más o menos benévola, pero en nuestro caso
es simplemente el arco con que “Papá Grande” dispara sus flechas. En el
idioma chimila se emplea la misma palabra para designar el Arco Iris y el
arco como arma.

4. – PRIMERAS GUERRAS

Muy interesante es la tradición de guerra contra las tribus de la


Sierra Nevada, que son casi todas de origen chibcha, y contra las tribus
Karib. Las piedras de moler, actualmente empleadas por los Chimila,
son evidentemente un elemento cultural andino y no corresponden al
conjunto de los otros elementos de su civilización material. En mu-
chas partes están reemplazadas por el pilón de madera que, en cambio,
parece ser el utensilio más antiguo de los Chimila. Si las piedras de
moler que se encuentran a veces en el monte proceden verdaderamente
de los Aruacos, es decir de tribus de origen chibcha, es naturalmente
dudoso y hay que suponer que son vestigios de una civilización arcaica
en esta región.

– 19 –
5. – EL DILUVIO

Del Diluvio, mito tan extendido en el mundo, tenemos en América


un sinnúmero de ejemplos. La característica particular en el cuento de los
Chimila es la construcción de una casa subterránea de piedra. Interesante
al respecto es la versión de los indios Cuna: “Cuando la obscuridad vino,
hicieron una enorme olla de greda que enterraron en la tierra. La parte
alta de la olla estaba provista de huecos para que el aire pudiese entrar”
(19. 263).
El motivo de la mujer convertida en ave por castigo es bastante común,
así como la sobrevivencia de unos animales que milagrosamente se salvan
de la inundación.
El cuento del Diluvio está aquí combinado con el del Incendio Mun-
dial, motivo también muy extendido. En la versión que le dan los Miránya
de Colombia, el incendio es causado por el sol (34. 143), mientras que
los Huitoto de Colombia dicen que: “Tioya, el primer hombre, quemó la
tierra” (34. 138).
El árbol en el cual se salvan los animales podría relacionarse con el
“árbol de la vida”, del que trataré más adelante.

6. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL FUEGO

El cuento del fuego de los Chimila es clásico en la mitología americana.


Vemos aquí al brujo legendario, talvez personificación de un héroe cultural,
convertido en sapo, animal mítico tan importante en toda América.
Muy parecido es el cuento correspondiente de los Cuna: “Vivía el Tigre
a la orilla del río. Él solo tenía fuego. Los demás no lo tenían; comían la car-
ne cruda. Una vez los demás quisieron buscar fuego. Pidieron al Tigre que se
lo prestara, pero él se negó a dárselo. Y como él ha sido siempre el hombre
de más poder, le temían. Sabían que en el tiempo de lluvia el Tigre ponía
fuego debajo de la hamaca para calentarse. Para robarle el fuego llamaron a
la Lagartija diciéndole que fuera a donde estaba la casa del Tigre. Cayeron
muchas lluvias por la noche y le ordenaron que atravesase el río. Lo atravesó
en medio de la lluvia y se fue a casa del Tigre. Al encontrarlo le preguntó el
Tigre a qué venía, y la Lagartija contestó que venía a hacerle el favor de ayu-
darle a cuidar el fuego mientras él dormía. Cuando el Tigre estaba dormido...
la Lagartija... cogió para sí una chispa de fuego... y huyó atravesando otra
vez el río. Despertó el Tigre y divisó su fuego al otro lado del río, mas como

– 20 –
él no sabía nadar y el río había crecido mucho con la lluvia, no podía ir a
buscarlo. Así pues amaneció sin fuego. La Lagartija llegó donde estaba su tío
y así tuvo fuego la gente mientras que el Tigre dejó de tenerlo, por lo cual le
tocó comer carne cruda como antes les había tocado a los otros” (31. 8-9).
Casi siempre es un animal que roba el fuego. Entre los Jívaros y Okaima
es el colibrí (34. 129; 34. 144), entre los Matako el ratón roba la candela al
tigre (15. 52), o el conejo, que al mismo tiempo causa el Incendio Mundial
(15. 53). Entre los Tapieté el buitre negro roba la candela (20. 21). Entre
los Chiriguano el sapo (18. 131-133), entre los Apapocúva el héroe Nan-
derikey ayudado por el sapo (16. 326), ente los Sipáia el héroe Kumafari,
quien lo roba al buitre (17. 1015), entre los Bakairi los gemelos míticos le
roban al zorro (29. 337).

7. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL AGUA

El mito del agua es muy interesante, puesto que habla de la “Gran


Cacica”, figura legendaria que nos hace pensar en un matriarcado antiguo
entre los Chimila, evidentemente de origen arawak. La expresión “se puso
a dormir” indica probablemente una actitud mágica de la Gran Cacica.
La creación mítica de elementos por el acto de escupir es muy co-
mún.

8. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL MAíZ

El ciclo al que pertenece este cuento es uno de los más interesantes


en la mitología americana. He aquí el motivo del “árbol de la vida”, tan
conocido para los etnólogos y que evidentemente parece ser un bien cultural
muy antiguo y de distribución relativamente grande.
La base de este cuento es la siguiente: en tiempos antiguos había un
gran árbol en cuya cúspide crecían todos los frutos o semillas indispensables
para los indios y en cuyo tronco se encontraba el agua con todos los pescados
y tortugas. Para conseguir estos elementos vitales los indios tuvieron que
tumbar el árbol, y en esta tarea se les presentaron dificultades inesperadas.
Solo después de mucho trabajo y ayudados por los animales, se logró este
fin y entonces obtuvieron frutas y semillas que sembraron.
Uno de los datos más antiguos acerca de esta leyenda entre los indios
Cuna del Darién, lo da el padre Andrián de Santo Tomás en su “Reducción
de Guaimy” (28). El texto dice: “Ya como dueño de todo hizo el sol, los

– 21 –
animales, aves, árboles y plantas, con su virtud a cada cosa para que cre-
ciessen y se multiplicassen; hizo un río muy caudaloso donde entrassen
los demás del Uniuerso y hauiendo crecido un árbol en sus orillas en tanta
manera que sus ramas llegauan a impedir a el sol su carrera, mandó a dos
arditas, grande y pequeña, lo derribassen siendo ellas del tamaño de vna
rata; estando en su trabajo saltó vna astilla que a la vna dio en los lomos
que la derrengó, con que cessó en la obra; y la otra la perfeccionó, obede-
ciendo al sol, hasta derribarlo. De aquí quedó la ardita grande agobiada y
la pequeña derecha; el árbol cayó en la mitad del río, con que se detuvo
su corriente y se hizo mar, a quien mandó el sol no saliesse de sus térmi-
nos, y para que le hauitassen de las hojas del árbol crió variedad de peces
y de sus cortezas lagartos y tortugas y yguanas, y porque no voluiesse a
retoñocer el tronco deste soberuio árbol le dio por contrarios a un mano,
gauialan y ormogia para que le royiesen los pimpollos, y que asta ahora
tiene este cuydado” (28. 126).
En el cuento de “La corta del Palu-úala”, Wassen nos da otra versión
de esta leyenda de los Cuna (31. 3-4). “Una vez dijo Ibelele: Vamos a
cortar el palu-uala que en él hay muchas plantas comestibles. Enton-
ces mandó cortar el árbol a varias personas. Cortaron sólo un jeme y
volvieron a la casa. La mañana siguiente fueron de nuevo a cortar el
árbol, pero vieron que tenía ya sanada la parte cortada y se pusieron a
cortar de nuevo. Al caer el sol regresaron a su casa y contaron a Ibelele
que el árbol había vuelto a sanar después de irse ellos. Y la mañana
siguiente volvieron de nuevo y vieron el árbol sanado otra vez. Ibelele
quiso averiguar cuál era el animal que curaba el árbol; vio entonces
en sueños una enorme rana que iba cada día al árbol después de que se
habían ido de allí los hombres. Deseó entonces matar a la rana y mandó
a su hermano a que lo hiciera. El hermano se escondió cerca del árbol,
y de repente vio venir saltando por el bosque a una rana enorme. Llega-
da al pie del árbol se puso a lamer la parte cortada. Entonces cogió su
flecha y mató a la rana. Y la echó donde está la culebra y dijo: “Serás
en adelante alimento de las culebras” (31. 4-5).
El cuento correspondiente de los Katío dice así: “Tampoco había agua...
Envió mensajeros a buscar agua por todas partes y no pudieron encontrar.
Uno de ellos vio una india que tenía un jumpes (especie de peces que se
crían pegados a las piedras, dentro del agua) y se le notaba que acababa de
bañarse. Esta india se llamaba Gentsera. Le preguntaron en dónde recogía

– 22 –
agua y en dónde se bañaba. Ella les señaló un lugar en donde nada veían,
pues era para engañarlos que los hacía ir allá. Al tener Dios noticia de esto,
mandó un colibrí examinar bien el campo y este vio que Gentsera penetra-
ba por una puerta invisible en un árbol colosal llamado jenené. Dentro del
árbol había una inmensidad de agua. Gentsera se bañó y pescó. El colibrí
revoloteando lo veía todo y cuando Gentsera salió, se apresuró él también
a salir. Al tener Caragabí noticias de eso, pensó derribar el jenené y se puso
en la fabricación de hachas de hierro y las mandó amolar. Dieron principio
al trabajo y por la tarde se fueron a descansar. Al día siguiente encontraron
el gran jenené sin lesión alguna y así sucesivamente cada día hasta que las
hachas se gastaron” (23. 87-88).
El cuento sigue relatando los múltiples esfuerzos para derribar el árbol,
fin que se logra con la ayuda de los animales.
Gentsera queda convertida en hormiga como castigo. Al caerse el árbol,
todo se inunda, dividiéndose las aguas: “...el tronco es el mar o mares; los
grandes brazos son los ríos caudalosos y los pequeños brazos son los ríos
no grandes, arroyos, etc...” (23. 88).
En el cuento de los Huitoto, se emplea un hacha para derribar el árbol
en cuyas ramas crecen todas las frutas. Cuando el sapo que se usa como
hacha se muestra insensible, una guacamaya roja trae otra hacha con la
cual se termina la obra (23. 45-56).
Im Thurn nos relata el mismo cuento de los Karib de Guayana:
“The Carib say than when first arrived on earth from skyland, cassaba,
plantains, and alluseful vegetables grew on one huge tree. This tree was
first discovered by a tapir, who grew fat in the fruits which fell from its
branches. The Caribs, who as yet had found the new land a poor place
and without food, were eager to find where the tapir fed. So they sent
the woodpecker to watch him. But the woodpecker as he flew through
the forest after the tapir could not resist the temptation to tap the trees
for insects, and the tapir, hearing the noise, knew he was followed, and
went another way. Them the Carib sent a rat, who stealthily succeeded in
tracing with the tapir quietly to share the food, persuades the Caribs that
he too had failed in the quest. But the Caribs, finding the rat asleep one
day with corn still in his mouth, woke him and compelled him to show
the tree. Then the Caribs took their stone axes, and after many months,
hard work, succeeded in felling it. Each man took pieces of the tree and

– 23 –
planted them in a field of his own; so from that day each Indian has had
his own cassavafield (10. 379-380).
Muchas otras tribus tienen cuentos análogos y encontramos el mismo
motivo, además de las mencionadas, entre los Arekúna (11. II. 33), los
Taulipáng (11. II. 36), los Akawoi y otras tribus karib de Guayana (10.
379-380) y los Kariri de la región de Pernambuco (32. 124; según el P.
Martín de Nantes), los Apinayé (31. 2), los Chané (20. 360 ff.), Wapisana
(5. 110-112).
Así pues parece que el motivo del “árbol de la vida” es un elemento
mítico esencialmente karib.
Varios americanistas han tratado de interpretar el motivo del “árbol
de la vida”. Preuss habla del “árbol luna”, identificando el árbol con la
luna creciente que debe morir, haciendo campo a la nueva luna, el hacha
(23. I. 54). Según Ehrenreich, la idea del “árbol de la vida” ha surgido de
la Vía Láctea (por lo menos entre los Akawoí) por sus ramificaciones (4.
39). En un cuento de los Yuracare, el tigre mitológico sube por este árbol
hacia el cielo (4. 38).
El aspecto más interesante del cuento es seguramente su aparente
relación con leyendas oceánicas. Henry Wassén, a quien debemos las pu-
blicaciones de los cuentos de los indios del Chocó en un reciente trabajo,
llama la atención sobre la evidente semejanza entre las leyendas americanas
del “árbol de la vida” y un cuento de las islas Palau en Micronesia (30.
69-70). En este cuento un joven, hijo del sol, consigue para su madrastra
abundantes pescados que encuentra dentro de un gran árbol. Los vecinos
envidiosos se reúnen para derribar el árbol y cuando éste cae, un torrente
de agua sale del tronco, inundando toda la isla (13).
El cuento del “árbol de la vida” seguramente no es el único que se
relaciona con la mitología oceánica. Entre los cuentos de los Chocó, Wassén
menciona el del hombre que visitó a Armía, el mundo subterráneo, leyenda
que encuentra su similar en uno de las mismas islas Palau (33. 133; 13. 188).
El motivo de las “Verschlingungslegenden” que encontramos en el cuento
chimila del Caimán (No. 20), es otro de los que relacionan directamente la
mitología de las islas pacíficas con la del continente americano (30. 72-74).
El cuento chimila del “Palo de agua” (No. 11) tiene nexos seguramente con
el ciclo de los cuentos del “árbol de la vida”.

– 24 –
9. – EL GRAN VERANO

Probablemente este cuento se relaciona con las leyendas del Incendio


Mundial, del cual hablé con ocasión del cuento del Diluvio. El hecho de
sembrar la semilla del maíz en un tronco de árbol lo relaciona en cambio
con el mito del “árbol de la vida”.

10. – CóMO LOS CHIMILA REGALARON EL ALGODÓN A LOS


A RU A COS

El maíz fue introducido a América del Sur desde México y América


Central, de manera que los Chimila como nación amazónica no debieron
haberlo conseguido después de 100 a 1.100 años de nuestra era, cuando se
efectuaron las primeras migraciones de estas culturas hacia el Sur.
El algodón que había sido propagado, sobre todo por los Tupi-Guaraní,
debió llegar a su posesión mucho antes. Es sin embargo interesante ver la
comprobación de esta teoría en las tradiciones.

1 1 . – E L “ PA L O D E A G U A ” .
(Véase No. 8)

12. – LA MALA MUJER

El gran interés de este cuento está en la descripción del hombre ador-


nado para ir a una fiesta. Todos los atributos mencionados: la corona de
plumas, arco, flecha, macana y también las ligaduras de las pantorrillas se
usan todavía hoy entre los Chimila.

14. – LOS BRUJOS

La concepción del brujo convertido en tigre es común a muchas tribus


del Amazonas, Orinoco y Guayana. Muy generalizada entre los Karib, esta
concepción parece sin embargo más bien de origen arawak.
Los Huitoto de Colombia dicen al respecto: “L’ame des sorciers se trans-
forme en jaguar qui fait beaucoup de mal. Aprés sa mort, le sorcier continue
jusqu´a ce que nous mourrions et que nous rencontrions avec les animaux dan-
géreux” (34. 133). “...certains implorent le jaguar qu’ils considérent comme in-

– 25 –
vulnérable, puisqu’il est sorcier” (34. 136). “Le tigre et le boa... sont des
sorciers métamorphosés” (34. 136).
La misma creencia la encontramos entre los Miránya de Colombia:
“Aprés leur mort, les sorciers se métamorphosent en tigres” (34. 142).
Koch-Grünberg dice de los Tukano del río Querary: “Cuando un brujo
ya está tan viejo que sólo puede caminar con trabajo, entonces se con-
vierte en tigre, es decir, él va de tiempo en tiempo al monte, se convierte
en tigre y mata y come venados y otros animales, también gente... Su
alma no entra en el más allá sino vaga por siempre en el monte como
un tigre muy malo” (12. 317). Entre varias tribus Tukano de Colombia,
el nombre para el tigre es idéntico al nombre empleado para designar al
brujo (12. 317).
Interesante en el cuento es además la tradición de la casa redonda y
del entierro dentro de ésta.

15. – LOS CANíBALES

En este cuento y en el del Morrocoyo (No. 21) encontramos recuerdos


de la antropofagia. Por los historiadores de la Conquista sabemos que los
Chimila eran caníbales.

16. – EL CASTIGO

En este cuento de la guerra contra los indios del Gran Río (probable-
mente el río Magdalena), se trata seguramente de la memoria de una gran
epidemia que fue atribuida a la fuerza mágica del cacique enemigo.

17. – LOS ANIMALES HABLAN. 18. – LOS MONOS. 19.


– EL HOMBRE QUE SOÑó CON DANTA. 20. – EL HOM-
BRE QUE SOÑó CON CAIMáN. 21. – EL MORROCOYO.

Los cuentos que tratan de animales son aquí, como en otras partes
del mundo, de mucha antigüedad. Para el primitivo se borra el límite entre
animal y hombre. Para él los animales hablan y actúan como seres humanos
pero cada uno de ellos queda al mismo tiempo dentro de su ambiente y
actividades propias.

– 26 –
La repetida frase: “Son gente como nosotros” es la clara expresión de
esta concepción. Animales se transforman en hombres y hombres en animales
sin que una diferenciación básica sea notable.
En cuanto al motivo mítico del monstruo que se traga a un hombre,
encontramos el mismo motivo en Polinesia (28. 134) y también en América
entre los Chocó (32), los Cuna (31), los Akawoí (26. 244) y los Warrau de
la boca del Orinoco (26. 244).
Ehrenreich cita como coincidencia interesante el hecho de que, en el
mito polinésico de Ratham de Aututaki (8. 134), el héroe sale del monstruo
poniéndole su lanza como tranca en la jeta, rasgo que aparece asimismo en
un cuento de los Karib de Guayana, citado por Im Thurn (10. 385).
Con el sueño clarividente se inician varios cuentos como el de la Danta
(No. 19) y el del Caimán (No. 20).
El hecho de que nuestro héroe haya aprendido del caimán el arte de
la cacería tiene seguramente paralelos en la mitología americana, pero el
material comparativo no está a mi disposición.

* * *

El valor de estos mitos y cuentos es incalculable. Ellos no solamente


son de un gran interés para la ciencia sino que también su espíritu hace
parte del país en cuya tierra nacieron.
Entre los Chimila, el cacique Tangrutaya Mutsu es el último que
guarda la tradición oral de los mitos de su tribu. Pronto, en pocos años,
habrá muerto; con él desaparecerán los cuentos y con ellos una página de
la cultura de América.
Así cada día y cada año se extinguen tradiciones, mitos, idiomas y
culturas que desaparecen para siempre sin haberse conocido. América es
hoy en día el continente etnológicamente menos conocido del mundo y
todavía el trabajo del etnólogo no ha encontrado el aprecio debido. Sólo
nos quedan pocos años para estudiar las tribus indígenas que están en vía
de desaparecer y con las cuales se borrarán los documentos históricos sobre
el pasado del Hombre Americano.
Ojalá sean estas líneas un impulso para estos trabajos, que deberían
ser el orgullo de cada nación.

– 27 –
BIBLIOGRAFÍA

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