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Gerard Reichel-Dolmatoff
INTRODUCCIóN
–4–
1. – LA CREACIóN
Sol y Luna son hermanos. El hermano Luna es mucho más viejo que la
hermana Sol, que ya es la tercera hermana y que hace poco que nació. Los
dos soles que hubo antes ya no sirvieron cuando eran viejos y se murieron
cuando se acabó su familia.
Antes el primer Sol salió por allá donde ahora se acaba el día y en-
tonces los días duraban cuatro años. Así los indios podían trabajar todo el
tiempo con día.
Entonces, más tarde, Papá Grande hizo salir al segundo Sol por allá,
detrás de la Sierra Nevada. Entonces los días duraban un año. Por fin cambió
este y desde entonces el sol sale por donde lo vemos salir hoy.
–5–
Allá por el norte el Sol no sirve porque por allá se acaba la tierra; pero
por el sur hay tierra y tierra y mucho monte y mucho indio.
De noche el Sol duerme porque es mujer. A veces también está enferma
y no quiere salir y entonces los indios tienen mucho miedo.
Así dijeron y así es.
3.- EL POBLAMIENTO
Cuando los primeros Chimila bajaron del cielo, no sabían a dónde ir.
Hubo mucha agua entonces en todas partes y mucho monte sin comida ni
buenas aguas.
Entonces Papá Grande tomó el Arco Iris y cogió sus tres flechas, todas
hechas de la caña maná. Disparó sus flechas sobre la tierra para mostrar a
los Chimila el camino por donde debían seguir.
La primera flecha cayó allá en San Ángel y todavía hay mucho indio
allá. La segunda cayó allá en el río Cesar y así parte de los Chimilas se fueron
por allá. La tercera flecha cayó allá lejos donde está hoy el gran pueblo que
llaman Cartagena y para allá se fueron los otros Chimilas.
Así los Chimilas encontraron el camino y quedaron en toda esta tierra.
Desde entones la caña maná sirve para flechas porque es de la familia
del Sol. Cuando uno se chuza con la caña maná en el monte, de noche, puede
ver al Sol.
4. – PRIMERAS GUERRAS
En esta tierra vivían antes los Aruacos, que dejaron estas piedras de
moler. Cuando los Chimilas se encontraron con los Aruacos, los sacaron
con guerra. Los Aruacos eran muy ricos y los Chimilas muy pobres.
También con los Karíbi hubo mucha guerra. Donde hay Karíbi, los
Chimila no pueden vivir. Siempre nos matamos.
Ahora ya no. Ya somos amigos, hace mucho tiempo. Desde que llegaron
los Blancos a esta tierra.
5. – EL DILUVIO
Una vez empezó a llover y llovió y llovió, más y más, día y noche. El
Sol y la Luna se ahogaron.
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Entonces todo el monte se inundó y ya no hubo ríos ni cañadas. El
agua creció y creció y por fin ya cubrió toda esta tierra. No hubo sembrado
entonces y no hubo comida y así fue que todos los indios se murieron.
Una sola familia quedó viva. El hombre hizo una gran casa de piedra
bajo la tierra, así como una casa redonda de nosotros pero con muchos
cuartos, uno encima de otro. Así el hombre con la familia estaba sentado allá
en el cuarto arriba y afuera llovió mucho pero no entró nada de agua.
Entonces un día dijo una mujer: “Hace años ya que no veo el Sol y
estoy ya muy cansada. Quiero ver un poco de luz”.
Así dijo y se subió y abrió un hueco en el techo. Pero como el techo
no era de hoja de palma, sino también de piedra, tuvo que sacar una pie-
dra grande. Entonces un chorro de agua entró en la casa y todos casi se
ahogaron.
Entonces dijo el hombre: “¡Maldita mujer! ¡Así uno se muere por tu
culpa! ¡Ahora, cuando termine de llover, vete afuera y vuélvete lechuza!”
Así fue y cuando terminó la lluvia, la mujer se volvió lechuza.
Desde entonces la lechuza canta de noche y quiere ver al sol pero no
puede verlo nunca.
Entonces el hombre y las otras mujeres bajaron al otro cuarto y espe-
raron allí el fin de la lluvia. Esperaron muchos años y por fin salieron.
Entonces dijo el hombre: “Ahora sí se murieron todos los animales.
¿Qué vamos a hacer sin animales?”.
Pero no fue así. En una loma muy alta había un árbol de totumo y este
creció mucho cuando empezó a llover. A este árbol se subieron el pájaro
karau y el rabipelado nuti. El pájaro tenía mucho miedo y desde entonces
grita en el monte: karau, karau, cada vez cuando va a llover. Al rabipelado
también le daba mucho miedo y se le cansaban las patas. Así se enganchó
con la cola pero, como estuvo colgado así por muchos años, se le peló la
cola. Así es que el rabipelado tiene la cola así pelada.
Cuando terminó la lluvia, los dos bajaron del totumo y de estos dos
vienen todos los animales.
Así pasó la gran lluvia pero en muchas partes la tierra no se secó. En-
tonces dijeron los hombres: “¡Vamos a secar la tierra!”. Hicieron candela
en el monte pero como hubo mucho viento, el monte se quemó y todos los
sembrados y todas las casas.
Así fue como casi se murieron otra vez los indios.
–7–
Por fin se apagó la candela y todos se fueron a sembrar y a hacer casas
nuevas.
Todo eso fue así y no es embuste.
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7. – CóMO LOS CHIMILA CONSIGUIERON EL AGUA
–9–
Entonces dijo un hombre: “¿Por qué no vamos también a trabajar de
noche?”. Así fue. Los hombres trabajaron todo el día y cuando cayó la
noche, no regresaron a sus casas sino que siguieron trabajando. A media-
noche tumbaron la ceiba.
Entonces cortaron la tusa y cogieron la semilla y la sembraron.
Así fue como los Chimila encontraron el maíz.
Una vez, hace mucho tiempo, hubo un gran verano que duró años y
años. No cayó lluvia y los ríos y cañadas se secaron. Muchos indios murie-
ron y hubo gran hambre. La tierra se quemó y se perdieron los sembrados
y así no hubo maíz ni yuca.
Por fin pasó el gran verano pero toda la semilla del maíz se había
perdido. Entonces dijeron los hombres: “¿Qué vamos a hacer sin maíz?
Se perdió la semilla y no tenemos para sembrar”.
Pero un hombre había guardado un poco de semilla en una mochila
de fique. Ahora la sacó y dijo “Aquí está la semilla”.
Pero como la tierra estaba tan seca y caliente, no podían sembrar en la
roza sino que tuvieron que sembrarla en un tronco de árbol. Pronto creció
el maíz y dio buena cosecha y así hubo otra vez comida.
– 10 –
1 1 . – E L “ PA L O D E A G U A ”
Un día, un hombre que tenía tres hijos se fue al monte y cortó un palo.
Entonces clavó el palo en la tierra y dijo a sus hijos: “Vámos a ver cuál es
el más fuerte de ustedes. ¡Saquen este palo!”.
El primero no pudo sacar el palo, que estaba bien clavado, y tampoco
el segundo. Pero el tercero cogió el palo y lo sacó. Cuando salió el palo de
la tierra, salió al mismo tiempo un chorro de agua.
Así es que a este palo lo llaman “Palo de Agua” y cuando lo sacan de
la tierra, sale mucha agua.
Así lo cuentan y así fue.
– 11 –
fiesta. Ustedes váyanse a la casa. Tomen mi macana y en la casa busquen a mi
mujer que es madre de ustedes. ¡Denle dos golpes de macana en la cabeza!”.
Entonces hubo un gran viento y los hijos no vieron más al padre.
Tomaron la macana y se fueron a la casa y dijeron: “Nuestro padre ha
muerto”.
Cuando llegaron buscaron a la mujer y cuando la encontraron, la
mataron con macana. Era una mala mujer.
Hay buenos brujos y hay malos. Así dice la gente y así es. Los buenos
curan y llaman la lluvia cuando hay sequía y cuando se mueren son como
nosotros cuando nos morimos. Pero los malos brujos no son así. Ellos no se
van cuando mueren; vuelven para hacer daño y como no se pueden volver
como hombre porque uno los reconoce, se vuelven como tigre. Así uno va
en el monte y encuentra tigre y uno no sabe: es tigre o es brujo.
Un día unos hombres iban por el monte y cuando caía la noche en-
contraron una gran casa redonda. “¡Vamos a dormir aquí!”, dijo uno de
ellos. “Aquí no se puede dormir”, dijeron los otros, “en esta casa hay un
muerto enterrado”. Pero el hombre se entró en la casa y se puso a dormir.
Los otros se quedaron afuera.
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Entonces, por la noche, vino un gran tigre y mató al hombre que
dormía en la casa.
“El que está enterrado aquí, era un brujo malo”, dijeron los otros. Se
fueron corriendo por el monte.
16. – EL CASTIGO
Un día dijeron los hombres “¡Vamos a matar la gente del Gran Río!”.
Se fueron todos y llevaron mucha flecha y macana.
Cuando el cacique de los indios del Gran Río oyó eso, dijo: “¡Por cada
hombre que maten los Chimila aquí, les va a morir uno de los suyos de enfer-
medad, y por cada niño que ellos maten aquí, va a morir uno de sus niños!”.
Así fue. Cuando los Chimilas volvieron de la guerra, muchos se mu-
rieron de enfermedad, hombres y niños.
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Los monos cantan por la mañana: “¡Ho-ho, qué buen día!” y entonces
dice los otros: “¡Así es! ¡Es un buen día!”.
El tigre habla también, y la tortuga y el venado y el pájaro. Ardilla
habla poco y casi no lo entienden los otros.
Dicen otros que los animales del monte no saben hablar. ¿Qué no
saben? ¡Embuste! ¡Como son gente como nosotros!
Los monos son gente. Por la mañana, cuando van a la quebrada, can-
tan: “Ho, ho, ¡está bien el día! ¡Vamos a montear!” y así van monteando
como nosotros.
Un día un hombre disparó su flecha y casi mató un mono. Pero este
cogió la flecha y la lanzó contra el hombre que se había escondido detrás
de un árbol. Mató al hombre.
Los monos son gente y son como nosotros. Así es.
1 9 . – E L H O M B R E Q U E S O Ñ ó C O N D A N TA
Un día, por la mañana, dijo un hombre: “¡Me soñé con danta!”. “¿Cómo te
soñaste con danta?”, preguntaron los otros. Entonces dijeron: “¡Cuéntanos!”.
El hombre dijo: “Me soñé que yo iba monteando y que me encontré un
gran árbol que se había caído, matando la danta. La saqué y comí mucho”.
“¿Por qué no vas por el monte a ver si encuentras la danta?”, dijeron
los otros. “¡Es verdad!”, dijo el hombre y se fue.
Entonces cuando él iba por allá, hubo mucho viento y de golpe se
cayó un gran árbol y mató al hombre. Los otros lo esperaban y como no
regresaba dijeron: “¡Vamos a buscarlo!”. Así se fueron y lo encontraron
muerto. “Vamos a buscar la danta”, dijeron entonces los hombres.
Buscaron por allí y buscaron por allá y por fin la encontraron. La
mataron con tres flechas. Era una danta mala.
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“¡Tú eres muy bobo!”, dijo su hermano, “¡el caimán es gente como
nosotros y no te va a comer!”.
Por la tarde dijo el hermano: “¡Vamos a pescar!”. Entonces dijo el otro: “¡No
voy al río porque tengo miedo del caimán!”. “Vámonos”, dijo el hermano.
Así los dos se fueron al río y se pusieron a pescar en la playa. Entonces
salió un caimán grande y cogió al hombre que había soñado así, y se lo tragó.
Pero como el hombre tenía su arco y flecha, el caimán se los tragó también.
Así, cuando el hombre estaba dentro del caimán, dijo: “Tengo mucha
hambre y no hay comida; tengo sed y no hay bebida: quiero ver la luz y
aquí estoy en la oscuridad.
Entonces oyó cómo afuera cantaba un mono. “¡Será de día si cantan
los monos!”, dijo el hombre. Entonces cogió su flecha y chuzó al caimán
en la barriga por dentro.
Entonces el caimán salió de su cueva y dijo: “¿Quién me está chu-
zando?”. El hombre le chuzó otra vez y más y más hasta que el caimán iba
casi loco por arriba y por abajo en el río.
Entonces al caimán le dio mucha tos y así abrió la boca. El hombre
le puso la flecha trancándole la jeta para que no la pudiera cerrar y salió
corriendo. Saltó y cayó en la playa como muerto.
Por la noche se despertó y se fue a su casa. Cuando llegó, la gente
estaba tomando chicha y su hermano se levantó y le saludó.
Entonces dijo el hombre: “Así es cuando uno se sueña con caimán.
¡Pero tú no quisiste creerlo!”.
El hombre se sentía muy enfermo y así dijo: “Estoy enfermo y no quiero
quedarme con mi familia. Iré al monte y cuando esté mejor, volveré”. Así
fue y después de algún tiempo el hombre volvió y estuvo otra vez gordo.
Un día se fue al monte para cazar y cuando volvía, por la noche, trajo
en su mochila mono y tatabro y guatinaja. “Eres un buen cazador”, dijeron
los otros.
Al día siguiente el hombre se fue a cazar y trajo por la noche danta.
Al día siguiente trajo zaíno.
Entonces los hombres dijeron: “¿Cómo hace él para conseguir tanta
comida? Vamos a seguirlo mañana y a escondernos para ver si consigue
comida”.
Así fue y al día siguiente los hombres se escondieron en el monte para
ver cómo conseguía tanta presa.
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Entonces vino el hombre y silbó y vino mono; el hombre lo mató y lo
puso en la mochila. Entonces el hombre silbó y vino tatabro; el hombre lo
mató y lo puso en la mochila. Entonces el hombre silbó y vino zaíno; el
hombre lo mató y lo puso en la mochila. Entonces regresó a su casa.
Por la noche los hombres preguntaron: “¿Cómo haces para conseguir
tánta comida?”.
“Lo aprendí del caimán!”, dijo el hombre y así fue.
21. – EL MORROCOYO
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Mujer chimila hilando algodón
Indio chimila tocando flauta
Guerrero chimila
E l c a c i q u e c h i m i l a Ta n g r u t a y a M u t s u
hombre peló al morrocoyo, lo asó y lo comió. “Es muy sabroso”, dijo el
hombre.
Desde entonces los morrocoyos están siempre cerca del agua par matar
a las mujeres, pero ya no pueden porque no tienen arco ni flecha.
Desde entonces los morrocoyos se hicieron una concha dura de corteza
de árbol porque tienen miedo de los hombres.
Desde entonces los morrocoyos se comen y es comida muy buena.
Pero antes los morrocoyos eran gente como nosotros.
1. – LA CREACIóN
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La idea de que los primeros hombres fueron hechos de madera se
encuentra entre los Muzo de Colombia (2.191), los Bakaïrí del río Xingú
(29. 373) y los Kiché de Guatemala (22). En los cuentos de los Chocó de
Colombia advertimos la idea del barro (32. 130), lo mismo que entre los
Miránya de Colombia (34. 140). Entre los Taullpáng existe la creencia
de que el hombre fue hecho de cera en un principio y luego de barro (11.
II. 38).
De sumo interés es el nombre dado al primer Chimila, pues se co-
rresponde con el del brujo legendario en el cuento del fuego (No. 6); se
trata aquí, seguramente, de un héroe cultural de la tribu. Igualmente el
antiguo nombre de los Chimila es muy importante, lo mismo que la idea
de la creación del tigre legendario, que para ellos es el primer animal
del mundo.
2. – SOL Y LUNA
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La idea de que “por el norte se acaba la tierra pero por el sur hay mu-
cha tierra” refuerza la hipótesis anterior. Los Okaina dicen en uno de sus
cuentos: “Ce soleil que nous éclaire n´est pas le prémier soleil. Le prémier
était le frêre de l´actuel...” (34. 144). Los Kariri creen que sus antepasa-
dos salieron de un gran lago, situado e el norte (9. 176). La génesis de los
Mundurukú dice: “En el principio no hubo noche; el día era continuo. La
noche durmió en el fondo de las aguas” (3).
3. – EL POBLAMIENTO
4. – PRIMERAS GUERRAS
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5. – EL DILUVIO
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él no sabía nadar y el río había crecido mucho con la lluvia, no podía ir a
buscarlo. Así pues amaneció sin fuego. La Lagartija llegó donde estaba su tío
y así tuvo fuego la gente mientras que el Tigre dejó de tenerlo, por lo cual le
tocó comer carne cruda como antes les había tocado a los otros” (31. 8-9).
Casi siempre es un animal que roba el fuego. Entre los Jívaros y Okaima
es el colibrí (34. 129; 34. 144), entre los Matako el ratón roba la candela al
tigre (15. 52), o el conejo, que al mismo tiempo causa el Incendio Mundial
(15. 53). Entre los Tapieté el buitre negro roba la candela (20. 21). Entre
los Chiriguano el sapo (18. 131-133), entre los Apapocúva el héroe Nan-
derikey ayudado por el sapo (16. 326), ente los Sipáia el héroe Kumafari,
quien lo roba al buitre (17. 1015), entre los Bakairi los gemelos míticos le
roban al zorro (29. 337).
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animales, aves, árboles y plantas, con su virtud a cada cosa para que cre-
ciessen y se multiplicassen; hizo un río muy caudaloso donde entrassen
los demás del Uniuerso y hauiendo crecido un árbol en sus orillas en tanta
manera que sus ramas llegauan a impedir a el sol su carrera, mandó a dos
arditas, grande y pequeña, lo derribassen siendo ellas del tamaño de vna
rata; estando en su trabajo saltó vna astilla que a la vna dio en los lomos
que la derrengó, con que cessó en la obra; y la otra la perfeccionó, obede-
ciendo al sol, hasta derribarlo. De aquí quedó la ardita grande agobiada y
la pequeña derecha; el árbol cayó en la mitad del río, con que se detuvo
su corriente y se hizo mar, a quien mandó el sol no saliesse de sus térmi-
nos, y para que le hauitassen de las hojas del árbol crió variedad de peces
y de sus cortezas lagartos y tortugas y yguanas, y porque no voluiesse a
retoñocer el tronco deste soberuio árbol le dio por contrarios a un mano,
gauialan y ormogia para que le royiesen los pimpollos, y que asta ahora
tiene este cuydado” (28. 126).
En el cuento de “La corta del Palu-úala”, Wassen nos da otra versión
de esta leyenda de los Cuna (31. 3-4). “Una vez dijo Ibelele: Vamos a
cortar el palu-uala que en él hay muchas plantas comestibles. Enton-
ces mandó cortar el árbol a varias personas. Cortaron sólo un jeme y
volvieron a la casa. La mañana siguiente fueron de nuevo a cortar el
árbol, pero vieron que tenía ya sanada la parte cortada y se pusieron a
cortar de nuevo. Al caer el sol regresaron a su casa y contaron a Ibelele
que el árbol había vuelto a sanar después de irse ellos. Y la mañana
siguiente volvieron de nuevo y vieron el árbol sanado otra vez. Ibelele
quiso averiguar cuál era el animal que curaba el árbol; vio entonces
en sueños una enorme rana que iba cada día al árbol después de que se
habían ido de allí los hombres. Deseó entonces matar a la rana y mandó
a su hermano a que lo hiciera. El hermano se escondió cerca del árbol,
y de repente vio venir saltando por el bosque a una rana enorme. Llega-
da al pie del árbol se puso a lamer la parte cortada. Entonces cogió su
flecha y mató a la rana. Y la echó donde está la culebra y dijo: “Serás
en adelante alimento de las culebras” (31. 4-5).
El cuento correspondiente de los Katío dice así: “Tampoco había agua...
Envió mensajeros a buscar agua por todas partes y no pudieron encontrar.
Uno de ellos vio una india que tenía un jumpes (especie de peces que se
crían pegados a las piedras, dentro del agua) y se le notaba que acababa de
bañarse. Esta india se llamaba Gentsera. Le preguntaron en dónde recogía
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agua y en dónde se bañaba. Ella les señaló un lugar en donde nada veían,
pues era para engañarlos que los hacía ir allá. Al tener Dios noticia de esto,
mandó un colibrí examinar bien el campo y este vio que Gentsera penetra-
ba por una puerta invisible en un árbol colosal llamado jenené. Dentro del
árbol había una inmensidad de agua. Gentsera se bañó y pescó. El colibrí
revoloteando lo veía todo y cuando Gentsera salió, se apresuró él también
a salir. Al tener Caragabí noticias de eso, pensó derribar el jenené y se puso
en la fabricación de hachas de hierro y las mandó amolar. Dieron principio
al trabajo y por la tarde se fueron a descansar. Al día siguiente encontraron
el gran jenené sin lesión alguna y así sucesivamente cada día hasta que las
hachas se gastaron” (23. 87-88).
El cuento sigue relatando los múltiples esfuerzos para derribar el árbol,
fin que se logra con la ayuda de los animales.
Gentsera queda convertida en hormiga como castigo. Al caerse el árbol,
todo se inunda, dividiéndose las aguas: “...el tronco es el mar o mares; los
grandes brazos son los ríos caudalosos y los pequeños brazos son los ríos
no grandes, arroyos, etc...” (23. 88).
En el cuento de los Huitoto, se emplea un hacha para derribar el árbol
en cuyas ramas crecen todas las frutas. Cuando el sapo que se usa como
hacha se muestra insensible, una guacamaya roja trae otra hacha con la
cual se termina la obra (23. 45-56).
Im Thurn nos relata el mismo cuento de los Karib de Guayana:
“The Carib say than when first arrived on earth from skyland, cassaba,
plantains, and alluseful vegetables grew on one huge tree. This tree was
first discovered by a tapir, who grew fat in the fruits which fell from its
branches. The Caribs, who as yet had found the new land a poor place
and without food, were eager to find where the tapir fed. So they sent
the woodpecker to watch him. But the woodpecker as he flew through
the forest after the tapir could not resist the temptation to tap the trees
for insects, and the tapir, hearing the noise, knew he was followed, and
went another way. Them the Carib sent a rat, who stealthily succeeded in
tracing with the tapir quietly to share the food, persuades the Caribs that
he too had failed in the quest. But the Caribs, finding the rat asleep one
day with corn still in his mouth, woke him and compelled him to show
the tree. Then the Caribs took their stone axes, and after many months,
hard work, succeeded in felling it. Each man took pieces of the tree and
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planted them in a field of his own; so from that day each Indian has had
his own cassavafield (10. 379-380).
Muchas otras tribus tienen cuentos análogos y encontramos el mismo
motivo, además de las mencionadas, entre los Arekúna (11. II. 33), los
Taulipáng (11. II. 36), los Akawoi y otras tribus karib de Guayana (10.
379-380) y los Kariri de la región de Pernambuco (32. 124; según el P.
Martín de Nantes), los Apinayé (31. 2), los Chané (20. 360 ff.), Wapisana
(5. 110-112).
Así pues parece que el motivo del “árbol de la vida” es un elemento
mítico esencialmente karib.
Varios americanistas han tratado de interpretar el motivo del “árbol
de la vida”. Preuss habla del “árbol luna”, identificando el árbol con la
luna creciente que debe morir, haciendo campo a la nueva luna, el hacha
(23. I. 54). Según Ehrenreich, la idea del “árbol de la vida” ha surgido de
la Vía Láctea (por lo menos entre los Akawoí) por sus ramificaciones (4.
39). En un cuento de los Yuracare, el tigre mitológico sube por este árbol
hacia el cielo (4. 38).
El aspecto más interesante del cuento es seguramente su aparente
relación con leyendas oceánicas. Henry Wassén, a quien debemos las pu-
blicaciones de los cuentos de los indios del Chocó en un reciente trabajo,
llama la atención sobre la evidente semejanza entre las leyendas americanas
del “árbol de la vida” y un cuento de las islas Palau en Micronesia (30.
69-70). En este cuento un joven, hijo del sol, consigue para su madrastra
abundantes pescados que encuentra dentro de un gran árbol. Los vecinos
envidiosos se reúnen para derribar el árbol y cuando éste cae, un torrente
de agua sale del tronco, inundando toda la isla (13).
El cuento del “árbol de la vida” seguramente no es el único que se
relaciona con la mitología oceánica. Entre los cuentos de los Chocó, Wassén
menciona el del hombre que visitó a Armía, el mundo subterráneo, leyenda
que encuentra su similar en uno de las mismas islas Palau (33. 133; 13. 188).
El motivo de las “Verschlingungslegenden” que encontramos en el cuento
chimila del Caimán (No. 20), es otro de los que relacionan directamente la
mitología de las islas pacíficas con la del continente americano (30. 72-74).
El cuento chimila del “Palo de agua” (No. 11) tiene nexos seguramente con
el ciclo de los cuentos del “árbol de la vida”.
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9. – EL GRAN VERANO
1 1 . – E L “ PA L O D E A G U A ” .
(Véase No. 8)
– 25 –
vulnérable, puisqu’il est sorcier” (34. 136). “Le tigre et le boa... sont des
sorciers métamorphosés” (34. 136).
La misma creencia la encontramos entre los Miránya de Colombia:
“Aprés leur mort, les sorciers se métamorphosent en tigres” (34. 142).
Koch-Grünberg dice de los Tukano del río Querary: “Cuando un brujo
ya está tan viejo que sólo puede caminar con trabajo, entonces se con-
vierte en tigre, es decir, él va de tiempo en tiempo al monte, se convierte
en tigre y mata y come venados y otros animales, también gente... Su
alma no entra en el más allá sino vaga por siempre en el monte como
un tigre muy malo” (12. 317). Entre varias tribus Tukano de Colombia,
el nombre para el tigre es idéntico al nombre empleado para designar al
brujo (12. 317).
Interesante en el cuento es además la tradición de la casa redonda y
del entierro dentro de ésta.
16. – EL CASTIGO
En este cuento de la guerra contra los indios del Gran Río (probable-
mente el río Magdalena), se trata seguramente de la memoria de una gran
epidemia que fue atribuida a la fuerza mágica del cacique enemigo.
Los cuentos que tratan de animales son aquí, como en otras partes
del mundo, de mucha antigüedad. Para el primitivo se borra el límite entre
animal y hombre. Para él los animales hablan y actúan como seres humanos
pero cada uno de ellos queda al mismo tiempo dentro de su ambiente y
actividades propias.
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La repetida frase: “Son gente como nosotros” es la clara expresión de
esta concepción. Animales se transforman en hombres y hombres en animales
sin que una diferenciación básica sea notable.
En cuanto al motivo mítico del monstruo que se traga a un hombre,
encontramos el mismo motivo en Polinesia (28. 134) y también en América
entre los Chocó (32), los Cuna (31), los Akawoí (26. 244) y los Warrau de
la boca del Orinoco (26. 244).
Ehrenreich cita como coincidencia interesante el hecho de que, en el
mito polinésico de Ratham de Aututaki (8. 134), el héroe sale del monstruo
poniéndole su lanza como tranca en la jeta, rasgo que aparece asimismo en
un cuento de los Karib de Guayana, citado por Im Thurn (10. 385).
Con el sueño clarividente se inician varios cuentos como el de la Danta
(No. 19) y el del Caimán (No. 20).
El hecho de que nuestro héroe haya aprendido del caimán el arte de
la cacería tiene seguramente paralelos en la mitología americana, pero el
material comparativo no está a mi disposición.
* * *
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BIBLIOGRAFÍA
– 28 –
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Welt als Grundlage der Religion der Apapocuva-Guarani. Zeitschrift
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1920.
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27 – Santa Teresa (Fray Severino de). Creencias, ritos, usos y costumbres
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1924.
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Yndios. En: Salcedo (Juan). Relación Histórica y Geográfica de la
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29 – Steinen (Carl von den). Unter den Naturvolkern Zentral-Brasiliens.
Berlín, 1894.
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30 – Wassén (Henry). An Analogy Between a South American and Oceanic
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10. Goteborg, 1940.
31 – Wassén (Henry). Mitos y cuentos de los indios Cunas. Journal de la
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1-35. París, 1934.
32 – Wassén (Henry). Cuentos de los indios Chocos recogidos por Erland
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Société des Américanistes; nouvelle série; tome XXV. p. 103-137.
París, 1933.
33 – Wassén (Henry). Notes on Southern Groups of Chocó Indians in
Colombia. Etnologiska Studier, vol. 1. Goteborg, 1935.
34 – Wavrin (Marquis de). Folk-lore du Haut Amazone. Journal de la Société
des Américanistes; nouvelle série, tome XXIV. p. 121-146. París,
1932.
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