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1.
La manipulación ha sido burda. Ya hasta “Los del sur”, la gran barra futbolera
del Atlético Nacional, exhibió una gigantesca pancarta en el estadio con la
leyenda “Belén de Bajirá es de Antioquia”, que según el periódico El
Colombiano “fue iniciativa de la barra y no de la gobernación de Antioquia”.
No han faltado los pronunciamientos de los exgobernadores y de todas las
llamadas “fuerzas vivas” de la antioqueñidad decadente, tan bien
representada por sus actuales mandatarios.
Una de las perlas del gobernador Pérez, es su campaña de recolección de un
millón de firmas para respaldar su rebeldía con el gobierno de Bogotá. De
manera que la barra va a crecer y hasta puede volverse más brava. Para
Pérez no importa que Chocó tenga medio millón de habitantes y Antioquia
más de cinco millones y medio; dirá Él que la ley de las mayorías es la ley de
dios, igual que la ley del más fuerte que anda invocando para quitarle al
pueblo de Bajirá la salud, la educación y demás derechos como retaliación si
ese territorio no es anexado a Antioquia.
En este país, así como todo mundo amenaza, todo mundo recoge firmas.
Antes lo hacían las minorías como una estrategia para hacerse reconocer, y
ahora, todos los oportunistas que quieren posar de independientes o de
demócratas, para arrebatar derechos a los más débiles. Pero la ridiculez no
encuentra aún su límite, y la Asamblea de Antioquia, a iniciativa de la
bancada uribista, declaró persona no grata al Director del Instituto
Geográfico Agustín Codazzi, un funcionario técnico que simplemente cumplió
su deber de actualizar y publicar el mapa del Chocó tal como ha sido.
2.
La otra barra, cada vez más brava, es la del expresidente AlvaroÁlvaro Uribe.
En materia de paz principalmente, le tira a todo lo que se mueva. Mantiene
un proceso de radicalización hacia la derecha del espectro político, que no
parece tener límite hasta que se haga con el poder presidencial. La capacidad
de vociferación del uribismo asciende en la misma medida que el proceso de
paz va alcanzando objetivos y uno tras otro van quedando regados en el
camino sus argumentos y sus anuncios apocalípticos.
Como las barras bravas del mundo del fútbol, el uribismo se fortalece
sumando fanáticos y apabullando con su ruido. Cuando en el Congreso van a
ser derrotados en las votaciones, se retiran para ganar el partido fuera del
campo de juego con su gritería. El expresidente senador, igual que el
gobernador paisa, consideran que las mayorías están inventadas para
derrotar verdades; pretenden que sus intereses se conviertan en legítimos, y
sus “tesis” en verdaderas en tanto ellas sean coreadas por muchedumbres
prefabricadas.
Al paso de esas muchedumbres, Uribe quiere aplastar (“volver trizas”, es el
lenguaje de uno de sus alfiles) la implementación de los acuerdos de paz con
la insurgencia y el movimiento por la reconciliación que lleva aparejado. Su
marcha hacia el Congreso y la presidencia de la República en 2018, tiene ya
las mismas características de su campaña para que los colombianos votaran
NO a los acuerdos de paz el pasado 2 de octubre. Ya las mentiras de campaña
están siendo fabricadas y sus cerebros trabajan activamente instigando a las
iglesias cristianas y sus pastores adinerados; los defensores de la tradición, la
familia y la propiedad ya están en guardia para gritar que viene la violación
masiva y el despojo de lo mal habido. Todos saldrán de casa para derrotar al
impío y defender las buenas costumbres ante la arremetida del terrorismo
que se ha disfrazado con la paz y la reconciliación.
3.