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Los documentos escritos en la enseñanza de la historiaIndicaciones al docente

Los documentos escritos son las fuentes de información más tradicionales y las que mayor
cantidad de datos directos pueden proporcionar acerca de los acontecimientos históricos
estudiados. Este tipo de fuente de información trasmite en forma directa las ideas y conceptos de
los protagonistas de los periodos históricos analizados.

Es importante que el docente tenga presente que el análisis y comentarios de fuentes


testimoniales escritas, permiten al alumno reconocer que la historia no es un relato arbitrario y
unidireccional, sino que es una ciencia que fundamenta su trabajo en evidencias, las cuales en
muchos casos pueden ser contradictorias. En estos casos, el docente debe instar al alumno a
interrogarse acerca de los factores y causas que provocan tales contradicciones y de ese modo
podrá dilucidar que para construir el relato histórico es preciso contar con la mayor cantidad de
testimonios posibles.

Entre los ejemplos de documentos escritos podemos mencionar: Autobiografías, biografías,


censos, sentencias jurídicas, informes gubernamentales, facturas, libros de historia, inventarios,
cartas, diarios personales, revistas, memorándums, prensa periódica, prensa diaria, novelas,
panfletos, registros parroquiales, actas parlamentarias, poemas, juegos, póster, textos escolares,
pergaminos, discursos, etc.

Para analizar testimonios escritos es necesario partir identificando al autor del documento, el
lugar y la fecha en que fue escrito; precisar la naturaleza del texto, es decir, señalar si es un texto
de contenido político, jurídico, económico, testimonial; enseguida debe identificarse si el texto es
una fuente de información primaria o secundaria, entendiendo por primaria a toda fuente de
información que sea contemporánea al hecho relatado.

Luego de precisar los ítem anteriores, el alumno debe proceder a analizar el contenido del
documento, identificando las ideas principales y relacionándolas con el contexto histórico general.
En este punto, es importante que el alumno se pregunte acerca de las intenciones que tuvo el
autor del documento para escribirlo y cuales eran sus objetivos.

Finalmente el alumno debe explicar el contenido del documento, teniendo en cuenta, las
características del autor, sus intenciones, objetivos y el contexto histórico. Todo ello debe quedar
registrado en alguna ficha de análisis o un informe escrito en el que se exponen las conclusiones
personales.
COMENTARIO DE LA IMAGEN

EPISTOLARIO DE JOSÉ FRANCISCO VERGARA

Texto: Ana Henríquez Orrego (Investigadora Archivo Histórico Patrimonial).

Digitalización de imágenes: Javiera Vargas Mejías (Diseñadora Archivo Histórico Patrimonial)

El Archivo Histórico de nuestra ciudad conserva, entre sus fondos documentales, una valiosa
muestra del epistolario de José Francisco Vergara, a quien recordamos y reconocemos como padre
ejemplar, agrimensor, fundador de Viña del Mar, líder radical, diputado, senador, ministro de
guerra, candidato a la presidencia, etc.

La mayor parte de estos escritos, tiene por destinatario a su hijo Salvador Vergara, quien, entre
1876 y 1882, se encuentra en París realizando diversos estudios particulares y universitarios.

Cuando bordeaba los quince años, Salvador Vergara fue enviado por su padre a Francia, con el
objeto de enriquecer su acervo cultural y orientar su elección profesional. Durante el tiempo en
que se prolongó su estadía en el viejo continente, José Francisco procuró mantener el vínculo
paternal en plena actividad, convirtiendo sus epístolas en el medio a través del cual orientó,
estimuló, reprochó y recriminó las conductas de su hijo. También en sus escritos, surcando
océanos, viajaban los informes referidos a la contingencia local y nacional. Considerando la
coyuntura política que atravesó Chile en los años en que José Francisco envía a su hijo a Francia,
estas epístolas se transforman en una fuente de información muy interesante, pues, si bien el
relato de los acontecimientos político-militares de los años 1876–1882 comienza siendo un buen
testimonio de época producido por un civil no involucrado de modo directo con los
acontecimientos relatados, esta situación comienza a cambiar a mediados de 1879, puesto que las
cartas expedidas por la pluma de J. F. Vergara dejan de ser el testimonio de un viñamarino, para
pasar a transformarse en las opiniones y análisis de un hombre directamente involucrado en la
Guerra del Pacífico. En efecto, entre los diversos cargos que le correspondió ocupar durante la
contienda, destaca el de Ministro de Guerra, que tanta reticencia provocó en los círculos militares
y que tanto orgullo causaba en su hijo.

Una de las temáticas que nos parece interesante de destacar en esta oportunidad, es la
relacionada con la Guerra del Pacífico.

El relato que entrega Vergara a su hijo, cobra, en ciertas instancias, las características de una gesta
digna de admiración, una historia como las legendarias que tanto atraían la imaginación de
Salvador. En reiteradas oportunidades, Vergara comenta su disposición a morir en el campo de
batalla, marchando al frente de las tropas por él dirigidas. El 1 febrero de 1881, señala, por
ejemplo: “te aseguro que más de una vez he anhelado morir noblemente al frente del enemigo, no
por vanidad ni seducido por el liviano amor a la gloria, sino para sellar con mi vida tu pacto con el
honor y la virtud, porque tú no podrías sin afanarte dejar de ser un hombre de bien con sus nobles
atributos, después del ejemplo que te dejaba tu padre”.

Los pormenores de la guerra que Vergara comenta a su hijo hacen de estas cartas un testimonio
interesantísimo, puesto que su lectura nos enfrenta a las percepciones sinceras que un padre
relata a su hijo. Quizá pueda criticarse estos documentos por estar cargados de elementos
subjetivos, pero ello mismo es lo que les brinda mayor interés, puesto que nos encontramos
directamente con el pensamiento, los análisis y reflexiones de un protagonista de nuestra historia
en el ámbito más intimo en el cual una persona pueda manifestarse: el de su familia. Así, las cartas
enviadas por José Francisco a su hijo comienzan siendo el medio a través del cual un hombre
procura mantener sus lazos paternales, felicitando, amonestando u orientando la trayectoria de su
hijo, pero se transforman, también, en el vehículo a partir del cual se informa de los avatares
locales y nacionales. Junto a información periódica de los acontecimientos cotidianos acaecidos en
la Hacienda de Viña del Mar (compra venta de ganado, sequía o precipitaciones, construcción de
canales de regadío, contrata o despido de trabajadores, calidad de producción, etc.), viajan
también los informes de la Guerra. Vergara describe a su hijo sus tareas, sus opiniones respecto de
los altos mandos del ejército, de los ministerios y también le va narrando el modo en que es
tratado por los demás militares chilenos. Esto último pareciera ser un tema que preocupa a
Salvador, puesto que las noticias que lee a través de los periódicos que llegan a Francia, relatan las
reticencias surgidas en los círculos militares contra su padre. Estos hechos son aclarados
constantemente por José Francisco, aunque no los niega ni oculta; sólo trata de forjar en su hijo
una idea más acabada de la situación.

Uno de los elementos que nos parece interesante de destacar en esta breve panorámica del
contenido de las epístolas de Vergara, es la evolución que tuvo su pensamiento y apreciaciones
respecto de la guerra. En los primero años, sus opiniones respecto de ésta y de la carrera de las
armas son muy negativas, y se orientan a hacer desistir a su hijo de su inclinación a esos ámbitos.
No obstante, una vez comenzada la conflagración con Perú y Bolivia, sus opiniones cambian,
enarbolando elementos patrióticos y poniendo de relieve el valor del servicio de las armas, ello
sobre todo si tenemos en cuenta que desde el primer momento Vergara se sumó a las filas del
ejército de Chile, primero como Secretario en campaña y luego como Ministro de Guerra.

POLÍTICA, PENSAMIENTO POLÍTICO Y GUERRA FRÍA

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