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Arturo Sosa Abascal, “Positivismo”. Diccionario de Historia de Venezuela, pp. 722-725.
unos instintos inconscientes que lo “impulsan a obedecer sin límites y mandar sin
medida”.2
Estas ideas sobre la posición de Venezuela en la “escala evolutiva”, era algo que
compartía con los autores positivistas que mencionamos anteriormente, lo cual también
habría servido de base para justificar el régimen de Juan Vicente Gómez, en el cual,
además, desempeñó funciones públicas. De tal manera, el “Benemérito” sólo representaba
la encarnación del hombre fuerte -entiéndase el ‘tirano honrado’, el ‘gendarme necesario’, o
el ‘César democrático’-, que podría guiar a la Venezuela de principios de siglo XX en su
transición del desorden social, al orden y al progreso, su gobierno sería así una etapa
ineludible en la evolución política y social del pueblo venezolano. Respecto a esto,
encontramos referencia en el apartado que sobre el positivismo desarrolla Arturo Sosa
Abascal en el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Empresas Polar:
“La integración social que garantiza la evolución de las sociedades humanas exige
el paso por determinadas etapas de la maduración en ese complejo organismo vivo. La
ciencia que permite el auténtico conocimiento del organismo social es la sociología,
término acuñado por Aguste Comte para indicar el tipo de conocimiento que descubre la
estructura de la sociedad y puede guiar su reforma práctica conforme a la etapa de la
evolución en que se encuentra una determinada sociedad (...) En este mismo enfoque
evolucionista-etapista se encuentra el fundamento de las dictaduras como etapa necesaria
para imponer el orden social, acabar con la anarquía disgregativa y asegurar el progreso
como camino expedito hacia la verdadera libertad.”3
2
Pedro Manuel Arcaya, Estudios de sociología venezolana, p. 9.
3
Arturo Sosa Abascal, ob. cit., p. 723-724.
Los capítulos del texto, examinados para dar cuenta del pensamiento positivista de
Pedro Manuel Arcaya, son: Factores iniciales de la evolución política en Venezuela, y
Apuntaciones sobre las clases sociales de la Colonia. En el primero de ellos, el autor
analiza, tal como su propio nombre lo indica, los factores que determinaron la evolución
política e histórica del país, para lo cual tendrá en consideración, principalmente, el sustrato
étnico del venezolano, del cual afirma se deriva una herencia genética-cultural que definen
los instintos y la conducta del pueblo, y por la cual, es imposible aplicar en Venezuela
cualquier proyecto de gobierno importado que tenga como fundamento la igualdad, el
republicanismo, la libertad, entre otros de los elementos que se han pensado para los
sistemas de gobierno europeos; en el segundo apartado, Arcaya realizará la estructura de la
sociedad colonial venezolana, a fin de desmontar la idea de que en la Colonia hubo lucha
de clases, para ello se valdrá de un análisis comparativo entre los diferentes sectores que
componían dicha sociedad, y del uso de categorías como las que ya hemos mencionado,
dentro de las que destacan la idea de evolución social y la influencia degenerativa del
medio y del mestizaje. Teniendo esto definido, pasamos al primero de los puntos.
En cuanto a las ideas importadas de gobierno libre, republicano, y responsable, por más que
se las tradujo en leyes escritas, fueron impotentes para modificar los instintos más
antiguos del pueblo venezolano, en materia de gobierno, heredados de las razas incultas
primitivas, la negra y la india, a cuyo nivel, por fenómenos de regresión descendió, en este
orden de su mentalidad la raza conquistadora (...) Tendencias ingénitas estas del alma
nacional, que a la postre, debían generar (...) la institución natural, determinada por
la formación étnica de nuestro pueblo, es decir, el régimen monocrático.4
4
Pedro Manuel Arcaya, ob. cit., p. 9. Las negritas son propias del presente trabajo, a fin de resaltar los
elementos más importantes en relación al discurso positivistas del autor.
De tal manera, resaltamos lo desarrollado por el autor en cuanto a las “raíces”
profundas del espíritu de los pueblos, los cuales según la teoría positivista de Arcaya, se
van estructurando a manera de superposición de capas, estableciendo un desarrollo
histórico que parte de un salvajismo primitivo, en el cual el único ideal es la supervivencia
de la especie, y cuya forma de organización parte de la imposición de la fuerza, hasta el
avance progresivo en la escala de la civilización humana, en la cual se desarrollan ideas de
justicia y derecho, las cuales están en un permanente avance hacia estadios superiores de la
evolución humana. Esta afirmación implica que de alguna manera, puede haber un resurgir
de las capas más bajas del desarrollo histórico de la humanidad, lo cual es más probable en
poblaciones atrasadas como la indígena y africana, que habrían transmitido sus tendencias
primitivas al resultado de la mezcla entre sus componentes genético-culturales, con los de
la población blanca europea.
Podemos llegar, pues, a la conclusión de que en dos de los elementos étnicos del pueblo
venezolano, las razas india y negra, fue siempre absoluto el poder de sus gobernantes, sin
freno moral ni político de ninguna especie”5, señala Arcaya en su texto, añadiendo que una
frase emblemática para la comprensión de lo postulado en cuanto a la herencia del espíritu
primitivo que se encuentra –según su visión- en el pueblo venezolano, afirmando “¡Cuan
profundamente debió grabarse en la mentalidad de estas razas la impresión psíquica de
obedecer sin límites y de mandar sin freno! 6
5
Ibídem, p.24.
6
Ídem.
elementos ya mencionados, y algunos otros que escapan a la premura y lo superficial del
análisis de su obra. No podemos entrar en detalle, por la extensión del presente texto, en
cada uno de los elementos de los cuáles hace gala Pedro Manuel Arcaya en sus “Estudios
de sociología venezolana, sin embargo, vale resaltar un extracto de su texto que dé cuenta
del fondo psíquico de los pueblos y de la idea del gendarme necesario:
Más acertado nos parece decir que los principios de legalismo republicano quedaban en el
“piso superior”, en las regiones superficiales del espíritu, no sólo en los “nobles”, sino en
todos los habitantes del país, ocupando el fondo inconsciente, ora las tendencias
hereditarias al sometimiento absoluto a un caudillo, ora la necesidad de la actividad
tumultuosa de los campamentos, ora algo como vaga nostalgia de la vida libre nómada; por
lo cual, a la postre, en vez de política soñada debía imponerse la monocracia. 7
Vemos aquí como refleja las ideas de un fondo psíquico que se va estructurando por capas,
teniendo como resultado particular para Venezuela, que la capa de los “principios de
legalismo republicano”, quedaran en la más superficial de estas, mientras que el fondo del
espíritu nacional, estuviese ocupado por tendencias que necesariamente derivarían en la
“monocracia”. En su visión, desarrollada a lo largo de este segundo apartado, las masas
venezolanas, después de que su fondo psíquico fuese removido por los traumas de la
guerra, se habrían aglutinado en torno a hombres de prestigio en la guerra, tales como José
Tomás Boves y José Antonio Páez. De hecho, postula la hipótesis de que el apoyo a
patriotas o realistas, no habría dependido tanto de la vinculación a las ideas que defendía
cada causa, sino por el amor que se generaba hacia los jefes de cada ejército, tanto por su
tendencia a mandar sin freno como la de la masa de obedecer sin límites, análisis que
Arcaya considera clave para entender los “nuestros trastornos”.
7
Ibídem, p. 48.
Fuentes consultadas: