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Judith Miller: una trabajadora

Años atrás Judith Miller vino a la Argentina.


No era la primera vez que la veía. Sí era la primera vez que me tocaba trabajar con ella.
Eran unas jornadas.
Durante la actividad, cigarrillo en mano, tomaba nota de todo lo que se decía. A veces se
interrumpía para acomodar un mechón rebelde detrás de la oreja.
Llegado el break, la veo en el aula principal y seguía escribiendo.
Me acerco y le ofrezco algo de beber o comer. Me dice que está trabajando.
Siguió la jornada y ella continuó tomando notas.
Finalizada la actividad, con un grupo fuimos a comer. Ella vino…no sin una condición:
volver rápido al hotel siendo que tiene una reunión.
Los primeros minutos brindó y conversó. Le obsequiamos una botella de vino, que en la
etiqueta lleva una ilustración mía. Hablamos de dibujo. Al rato me dice, por lo bajo, que
tiene reunión con Jacques-Alain.
Mientras comíamos, dice al grupo:
- Tengo una reunión en pocos minutos.
Ya estamos en el auto. Quien conduce no es precisamente un dominguero.
Ella pide:
- Rápido.
Con algún semáforo atravesado en dudoso amarillo llegamos a destino.
Cuando baja, me saluda y dice:
- Es que se trata de una reunión de trabajo.

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