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Elementos básicos de filología

y lingüística latinas

Pere J. Quetglas
ELEMENTOS BÁSICOS DE FILOLOGÍA
Y LINGÜÍSTICA LATINAS

Pere J. Quetglas

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P ublications i Edicions

©
UNIVERSITÄT DE BARCELONA
UNIVERSITÄT DE BARCELONA. Dades catalogràfiques

Quetglas, Pere J.
Elementos básicos de filología y lingüística latinas. - (Universität ; 21)
Notes. Bibliografía. Index
ISBN 84-475-3032-9
I. Títol II. CoMecció: Universität (Universität de Barcelona) ; 21
l.LIatí II. Lingüística III. Filologiallatina

© PUBLICACIONS I EDICIONS DE LA UNIVERSITÄT DE BARCELONA, 2006


Adolf Florensa, s/n; 08028 Barcelona; Tel. 934 035 442; Fax 934 035 446;
comercial.edicions@ub.edu; www.publicacions.ub.es

Fotografía de la cubierta: Museu d’Historia de Tarragona. Miguel Ángel Navarro

Impresión: Gráficas Rey, S.L.

ISBN: 84-475-3032-9

Depósito legal: B-10136-2006

Impreso en España / Printed in Spain

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra. Ninguna parte de esta publicación,
incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada mediante ningún
tipo de medio o sistema, sin autorización previa por escrito del editor.
Prólogo

Diversas son las pretensiones que subyacen a la concepción de esta obra,


lo que a la postre ha acabado plasm ándose en su estructura. Pretensiones no
exactam ente coetáneas, sino que algunas se han ido m aterializando durante la
gestación. La prim era pretensión, sin duda derivada de las prácticas de clase,
se orienta a sum inistrar a los alum nos de los prim eros cursos de latín unos
conocim ientos instrum entales em inentem ente prácticos, tanto a los que pien­
sen dedicarse fundam entalm ente al estudio de la filología latina, com o a aque­
llos que crean que el latín sólo les im porta de una manera secundaria y acci­
dental. D eudores de esta voluntad instrum ental son los apartados dedicados
a los fu n d am entos de la crítica textual, pronunciación de latín, cuestión de las
variaciones diatópicas, diastráticas y diafásicas de la lengua, y el capítulo de­
dicado a los in stru m e n ta philologica, en los cuales más que la de sum inistrar
inform ación, nos m ovió la voluntad de guiar en el m anejo de estos útiles (caso
de los apartados dedicados a la interpretación de las ediciones críticas, colec­
ciones y léxicos). D entro de esta m ism a voluntad auxiliar hay que entender el
m ínim o vocabulario de crítica textual y el índice de abreviaturas usuales en
las ediciones críticas, dos elem entos que no se encuentran corrientem ente en
los m anuales al uso.
Por otro lado, la gestación del libro coincidió tem poralm ente con un ex­
traño y contradictorio fenóm eno que al tiem po que veía increm entar el núm e­
ro de alum nos dedicados a la filología latina, asistía tam bién a la progresiva
retirada del fre n te hum anístico en la enseñanza secundaria. Fruto de la desa­
zón interna que esto nos produjo es el prim er capítulo; en él se transpar entan
nuestros pensam ientos sobre la realidad pasiva del filólogo y sobre las concep­
ciones y la m etodología de la ciencia filológica.
F inalm ente, nos pareció que sería de provecho trazar un análisis actuali­
zado de la situación del latín respecto a las m odernas tendencias lingüísticas,
tendiendo de nuevo la mano entre la filología y una lingüística que, en ocasio­
nes, hace dem asiados castillos en el aire. A intentar cubrir este objetivo se
orienta p rim ordialm ente el tercer capítulo.
VI PRÓLOGO

La conjunción de todos estos com ponentes ha producido un resultado


esencialm ente diferente de las usuales guías, por más que puedan darse pun­
tos com unes. El lector interesado encontrará en la sección bibliográfica y en
el m ism o cuerpo de la obra abundantes referencias acerca de estos útiles ins­
trum en to s de consulta.
Y concluirem os con el no por obligado m enos sincero capítulo de agra­
decim ientos. En prim er lugar a la Escuela de Filología de Barcelona, entidad
etérea, pero sin duda existente, de la cual este libro no alcanza a ser sino un
pálido reflejo. Más cuantificable es nuestra deuda para con Rosa M.a O rtuño
por su sostenido em peño en reducir el original a una apariencia m ás legible,
para con el Dr. D. Virgilio Be jarano por sus atinadas sugerencias, y para con
el Dr. D. Joan Bastardas por sus repetidas lecturas del m anuscrito, de las que
han salido no pocas correcciones, m atizaciones y cam bios de enfoque. A todos
ellos les reitero m i agradecimiento.

P. Q.

* * *

Agotada ya hace unos años la primera edición de esta obra y con la perspectiva que da
la distancia, podemos constatar con satisfacción que este librito ha hecho su camino y ha
prestado útiles servicios a la comunidad universitaria. Por ello, y a la espera de que vea
la luz una segunda edición puesta al día, nos acogemos gustosamente a la oportunidad
que nos brinda Publicacions i Edicions de la Universität de Barcelona de publicar una
reedición en la que simplemente se han corregido errores ortográficos y se han
introducido pequeñas adiciones, siempre con el deseo y la confianza de que todavía siga
siendo útil.

Barcelona 2006
P. Q.
1 Introducción

1.1. S E R FILÓLOGO. CO N CEPTO D E FILO LOG IA LATINA

En el año 1546 el hum anista francés E tienne Dolet fue condenado a la ho­
guera p o r publicar una versión del H iparco y del Axioco de Platón (el últim o,
apócrifo), en el que se atribuía a este filósofo falta de fe en la inm ortalidad
del alm a.1
A proxim adam ente en la m ism a época, el h u m an ista español F rancisco
Sánchez de las Brozas se veía enfrentado a dos procesos inquisitoriales.23Y cu­
riosam ente, com o en el caso de Dolet, m uchas de las acusaciones que se le
im putaban tenían naturaleza filológica. Veamos un p a r de ejem plos: H abía
osado sostener el Brócense que los Magos, los Reyes Magos, eran tal vez
grandes señores, pero no necesariam ente reyes, según se desprende del texto
evangélico:

Magi ab O riente uenerunt?

Y que las 11.000 vírgenes no eran tantas, sino once, pues el texto de refe­
rencia contenía la expresión undecim seguida de u na M, grafía ésta que se
habría in te rp retad o como signo del num eral mille, cuando realm ente se tra ­
taría de la ab rev iatu ra de m artyres, lo que ju n to al uirgenes subsiguiente

1. Véase J. E. S andys, A History of classical Scholarship. I, II, III. Cambridge 1921\


con múltiples reimpresiones posteriores. Vol. II, pp. 178-180.
2. Véase A. T ovar y M. de la P inta Llórente, Procesos inquisitoriales contra Fran­
cisco Sánchez de las Brozas. Madrid 1941.
3. San Mateo 2,1.
2 INTRODUCCIÓN

daría 11 vírgenes m ártires* No viene al caso seguir aquí los avatares inquisi­
toriales del B rócense, de los que, dicho sea de paso, salió b astan te bien libra­
do, ni tam poco h ac er cuestión del hecho de que tuviera o no razón en sus
especulaciones filológicas. Si hem os sacado a colación estos dos ejem plos ha
sido porque constituyen dos m uestras muy representativas, p or una p arte del
peligro que acecha ál filólogo, y por o tra de lo que debe ser la actitu d cientí­
fica de este m ism o filólogo. C iertam ente que los tiem pos han cam biado y,
afortunadam ente, no hem os de preocuparnos ya p o r acusaciones que hoy
nos parecen pueriles, como las que fueron dirigidas co n tra el Brócense. En­
tonces, ¿cuál es el peligro que nos am enaza hoy en día? A no dudarlo, el de la
incom prensión. R ealm ente es difícil en la actualid ad no ya ser filólogo, sino
incluso h acer profesión de fe de filólogo, sin top arse con la sonrisa com pren­
siva del desatino o con la mueca delatora del asom bro. Y a todo eso, la res­
puesta del filólogo, del filólogo clásico especialm ente, es la de refugiarse en
la torre de m arfil de su superioridad, sin atrevernos m uchas veces a lib rar
una batalla, que, sin duda, debem os de cre er perd id a de antem ano, y de esta
form a vemos retro ce d er lenta e inexorablem ente n u estras posiciones.45
No m enos in teresante, creem os, es el otro aspecto que se puede en tresa­
car de los ejem plos anteriores. Si en las circunstancias actuales tuviéram os
que b u scar el denom inador o factor com ún que caracterizara a todas las
ciencias del esp íritu , se podría responder con poco m argen de erro r que es
su voluntad im plícita y explícita de alcanzar la denom inación de disciplinas
científicas. S iem pre hem os m irado con recelo la en tid ad científica de discipli­
nas, cuyos m anuales dedican una breve —que luego resu lta ser larguísim a—
introducción a d em o strar que la m ateria de que tra ta n es una disciplina cien­
tífica. Aplicando el aforism o tradicional de excusatio non petita, accusatio
manifestó., se puede pensar, justificadam ente, que cuando hay que dedicar tan ­
to espació y esfuerzo a p ro b ar estos extrem os, en una especie de p ráctica de

4. En realidad el Brócense no se refiere a ningún texto en concreto y, además, reco­


noce que ni siquiera ha visto el texto, atribuyendo el hallazgo a un maestro suyo:
«lo que a mí me parece es que son diez, y con sancta Ursula onge, porque
en el calendario antiguo estaba este latín: "undecim M. u i r g i n e s y aunque
este declarante le pareció esto, no lo ha visto en el calendario mas de que oyó
in voce al maestro Baseo, y entiende que está en sus cscriptos once mártires
virgines...»
Mas la realidad parece darles la razón al Brócense y a su maestro. Los calendarios
y documentos anteriores al siglo x, e incluso en este mismo siglo, hablan de X lm uirginum,
citando a dos de ellas, luego a cinco y, finalmente, a once, entre las cuales está la más
representativa, santa Ursula. La Passio Ursulae, de fines del siglo x, es el primer texto
en que, una vez hecha la mala lectura, se cita a santa Ursula como conductora de 11.000
vírgenes, sus compañeras de martirio. Sobre el origen de la m véase W. Lev iso n , Das Wer-
den der Ursula-Legende. Koln 1928.
5. La necesidad de justificación de la enseñanza del latín en los tiempos modernos y
el urgente rechazo de las conciencias culpables en los docentes ha propiciado la aparición
en Alemania de una notable polémica que abarca la década de los setenta y que se ha
plasmado en una amplia bibliografía. Véase al respecto R. N ickel, L’Insegnamento delle
lingue clasiche. Nuove possibilità per una sua motivazione didattica. [Traducción italiana
de C. S antini del original alemán, Darmstadt 1973]. Roma 1976.
SER FILÓLOGO 3

autoconvencim iento, es señal inequívoca de que la cosa no puede estar clara.


Y ciertam ente no hay m anuales de m atem áticas, ni de física, ni de quím ica
que dediquen sus p rim eras páginas a la probación de su cientificism o. E sta
pretensión de cientificism o, la basan las ciencias del espíritu en la utilización
de un m étodo científico, extraído evidentem ente del m étodo de las ciencias
n atu rales y que no es o tro que el m étodo hipotético deductivo con sus tres
etapas:

1. a observación y recopilación de hechos significativos,


2. a presentación de hipótesis que expliquen aquellos hechos,
3. a d educir de esta hipótesis consecuencias que puedan ser puestas a
p rueba p o r la observación, o, lo que es lo mismo, experim entación de
las hipótesis antes form uladas.6

Y la filología latina, ¿qué lugar ocupa dentro de este engranaje? P or de


p ronto tenem os ya un dato significativo en el hecho de que se pone al nivel
de ciencias como las m atem áticas o la quím ica al no acudir a dem ostraciones
de cientificism o, siendo com o es u n a ciencia del espíritu. E sto es un factor
indicativo, pero no p rueba nada en absoluto. Lo que sí es probativo es el
hecho de que la filología latina o clásica haya utilizado desde siem pre m éto­
dos científicos y, en consecuencia, desde mucho tiem po antes de que esta
form ulación se realizara en lo que se refiere a estas ciencias hum anísticas;
de form a que en su caso no se puede decir de ninguna de las m aneras que
la form ulación m etodológica se haya hecho ad hoc. Acudamos a la com proba­
ción. ¿Qué otra cosa son, sino la aplicación estricta del m étodo hipotético
deductivo, ios postulados de la crítica textual con sus fases de Recensio,
E m endatio y E d itio ? Y p ara no acu d ir sólo a un ejem plo sectario, observe­
m os qué sucede con la actividad base de la filología: ¿la lab o r de traducción
e in terp retación de un texto no es esencialm ente científica? Recopilación de
datos, form ulación de hipótesis y constatación en el m arco contextual o real
de las hipótesis propuestas. Pero, es que adem ás, la aplicación estricta de
estos principios debe ir acom pañada de una voluntad previa y firm e de sus­
trae rse a las ideologías y los apriorism os. Y la po stu ra del Brócense es reflejo
de esta actitu d científica de la filología que a lo largo de su h istoria ha tenido
que su straerse repetidas veces a los tabúes: ideológicos o apriorísticos, que,
cuando la han alcanzado, han constituido una trab a notable p ara su desarro­
llo; citem os a título de m eros ejem plos, la teoría del hebraísm o prim itivo, el
culto al textus receptus, el m arrism o o la concepción de la literatu ra como
propaganda, etc. Y ahí está el m érito del Brócense, reflejo del m érito de la

6. Véase C. H. H empel, Filosofía de la ciencia natural. [Traducción española de A. D ea­


ño, del original inglés, New Jersey 1966]. Madrid 19793. Sobre el valor intelectual de la
práctica de traducción de las lenguas clásicas puede verse G. K ersmenstf.in er , Esencia y
valor de la enseñanza científico-natural. [Traducción española de L. S ánchez del original
alemán, München 1914]. Barcelona 1930, pp. 35-62.
4 INTRODUCCIÓN

filología, al anteponer verdad filológica a verdad ideológica, en una actitud


puram ente científica.
Una vez que nos hemos referido al m étodo general de la filología, hemos
de acu d ir al concepto de filología, o quizá sea preferible h ab lar de concep­
tos de filología, pues a fe que no hay unanim idad a este respecto.
Recordem os, en este repaso de las diferentes concepciones que ha tenido
la filología,7 su nacim iento en los tiem pos m odernos como m acrociencia de la
antigüedad o A ltertum sw issenschaft, a p a rtir de la concepción de Wolf,8 in­
cansablem ente citado p o r el acto, hoy muy burocrático, pero que entonces, en
1777, no lo sería tanto, de m atricularse como estu d ian te de filología, concep­
ción recogida posteriorm ente en la enciclopedia de BÓckh,9 o bien la etapa
propiciada por el nacim iento de la gram ática com parada en que gram áti-
ca/lingüística y filología/litera tu ra cam paban cada una por sus respetos,
con indiferencia y, tal vez, anim adversión m utuas; 10 etapa que una vez supe­
rada, p o r los intentos reconciliadores de C urtius y Corssen,11 desem bocó en
lo que podría ser la etapa actual de sedim entación, rep resen tad a p or concep­
ciones como la de J. I r m s c h e r ,12 que define la filología com o la «investigación
del desarrollo cultural de un pueblo sobre la base de su lengua y de su lite­
ratura», etapa en que la filología sin prescin d ir de la utilización ancilar de
o tras disciplinas se ha visto diferenciada de ellas y ha llegado al punto sor­
prendente, sin duda, en que sus objetivos actuales se corresponden exacta­
m ente con los principios sobre cuya base se constituyó como ciencia en el
siglo i i i a.d.C .:13

7. Una revisión cuidadosa y sumaria de las diferentes concepciones de la filologíá


puede encontrarse en el libro de G. Jäger, Einführung in die klassische Philologie. Mün­
chen 1975.
8. Cf. J. E. S andys, op. eit. vol. III, p. 52, y R. P feiffer , Historia de la filología clá­
sica. I, II [versión española de J. V icuña y M.a R. Lafuente del original inglés, Oxford
1976]. Madrid 1981, vol. II, pp. 287-288.
9. A. B öckh , Enzyklopädie und Methodenlehre der philologischen Wissenschaften.
Leipzig 18862.
10. En realidad la controversia se ha reabierto con la aparición de nuevas corrientes
lingüísticas, estructuralismo y gramática generativa, las cuales al propugnar una lingüística
teórica procuran apartarse lo más posible del texto concreto sin el cual, paradoja máxima,
no son nada. E, inmediatamente, aparece el intento de síntesis representado por la gra­
mática del texto.
11. Cf. A. Meillet. Introduction ä Vétude comparative des langues indoeuropéennes.
Paris 1937*, pp. 467.
12. J. I r m sc h e r , Praktische Einführung in das Studium der Altertumswissenschaft.
Berlin 1954.
13. Véase G. J äger, op. cit. p. 11. Los fenómenos que propician la aparición de la filo­
logía parecen tener una raíz común en todas las culturas, aunque luego su desarrollo
pueda ser diferente. La raíz común es en todos los casos la existencia de un texto sa­
grado que se quiere preservar. En un determinado momento, este texto —es el caso de
Grecia— se considera corrupto y el consiguiente intento de restaurarlo propicia la apa­
rición de la filología. En otros casos —por ejemplo, en la filología hindú— el texto se
ha respetado totalmente; y este respeto llega a tal punto que con el paso de los años
el texto se vuelve ininteligible. Es, por tanto, el afán por explicitar c interpretar este
texto que da lugar a la aparición de la filología.
SER FILOLOGO 5

í ) In ten tar conseguir el texto original.


2) Com prensión y objetiva aclaración del texto, así como la aclaración
de su contexto histórico.
3) Com prensión y /o explicación de la lengua del texto.

De estos tres objetivos, el prim ero y el tercero corresponden a lo que se ha


llam ado filología form al, y el segundo a la filología real, según la term inología
de Gercke,14 recogida y actualizada p o r el profesor V. B ejarano.15 Pero, sucede
que, adem ás, estos objetivos tienen la ventaja de unificar la filología latina
alrededor de su elem ento fu n d am e n tal: el texto, en una p ráctica que me a tre ­
vería a llam ar de filología posibilista. En efecto, a p a rtir de la disgregación
de las Facultades de Filosofía y Letras, en Facultades de Filología, de Geogra­
fía e H istoria y de Filosofía y Ciencias de la Educación, las posibilidades de
una m acroform ación filológica, m ás acorde con las antiguas facultades, se
han visto muy m erm adas, y han quedado plenam ente cen trad as en el estudio
de la lengua y de la literatu ra, unidas p o r el p unto de p artid a com ún que es
el texto.
Así pues, vamos a a d e n tram o s en lo que sería el concepto de cada una
de estas dos ram as de la filología la tin a , la lengua v la literatu ra. Em pecem os
por la que es prim era en el tiem po: la lengua.
Fijar_el concepto de lengua latina es em presa fácil y, al m ism o tiem po,
una fuente de com plicaciones. Fácil, p o r ejem plo, si tom am os la definición
de cualquier diccionario: «Latín, lengua indoeuropea hablada, en la antigüe­
dad en Roma y en los te rrito rio s de su Im perio, y en la alta Edad Media, en
los países de la Rom ania, hasta el m om ento de producirse el trán sito a las
respectivas lenguas nacionales».16 Pero, hacer esto, no es sino una form a de
obviar los problem as que se esconden debajo de la sim plicidad definitoria.
En p rim er lugar nos encontram os con el problem a de los Jiímites cronológi­
cos. Sin p restarnos al juego cabalístico de la posible continuidad del latín en
sus dialectos rom ánicos o del indoeuropeo en su dialecto latino, es tarea su­
m am ente com plicada establecer tales lím ites. Por la p arte de los orígenes,
que el latín es una lengua indoeuropea, parece ad m itirse generalm ente. Las
dificultades surgen en el m om ento de establecer cuándo y en qué form a: ¿fue
a través de un itálico com ún, y de un italo-celta an terio r? Y en cualquier caso,
¿cuál es el sentido de las relaciones existentes en tre latín y osco-umbro, por
u na p arte, y entre latín y etrusco, por otra? Y si nos querem os referir a la
desaparición del latín, sabem os docum entalm ente p or las actas del Conci­
lio de T ours de 813, que en este m om ento en la Galia ya no se habla latín;
m as, es evidente que ello ya debía de suceder m ucho antes de que se pro d u ­
jera esta tom a de conciencia, y, por o tra parte, es ciertam en te lícito p resu m ir

14. A. G ercke - E. N orden, Einleitung in die Altertumswisscnschait. I, II, III. Leip­


zig 1927\
15. V. B ejarano, «La filologia latina: objetivos y metodos». Durius 3/1 1975, pp. 53-144.
16. Gran enciclopedia catalana. Vol. 9. Barcelona 1976, s.u. llati.
6 INTRODUCCIÓN

que la aparición de las lenguas rom ánicas no debió se r sim ultánea en toda
la R om anía.17 Pero es que todavía hay más; pues la fijación de estos límites
nos m arca el térm ino ante quem de la desaparición en u n a zona determ inada,
no del latín sino de un tipo de latín, el latín hablado vulgar de la Galia, si
se nos perm ite una expresión que no perm anece al m argen de objeciones.
Y al lado de este latín que desaparece tenem os un latín arcaico, uno literario,
uno clásico, uno postclásico, uno tardío, otro coloquial, o tro medieval, otro
hum anista, e incluso un neolatín. Y ante esta situación surge la pregunta de
si es lícito poner lím ites cronológicos al ám bito latino. Es cosa sabida que
las diferencias en tre el latín de un M ommsen y el de cualquier hum anista
no son grandes. Mas, aun suponiendo que el lím ite del interés para un filó­
logo tenga que detenerse con el latín de los hum anistas, cosa que es mucho
suponer, está claro que el neolatín no m erece ser olvidado, si no como objeto
de estudio, sí com o producción, reflejo de la com petencia lingüística adqui­
rida p o r el filólogo.
Pasando al plano de la literatu ra latina, topam os, en principio, con pro­
blem as de la m ism a índole de los que encontrábam os en el cam po de la len­
gua. Nos encontram os, p o r de pronto, con unos lím ites que en ocasiones van
a venir fijados por ideas previas. En la Facultad de Filología de la Universi­
dad de B arcelona, en la que profeso, existe un a asig n atu ra de p rim er curso
titulada, «Introducción a las literatu ra s hispánicas», en cuyo enunciado, al
m argen de lo aleatorio de la titulación, se pone de m anifiesto u n a concepción
geográfica de la lite ra tu ra : son literatu ra s hispánicas, las producidas en His-
pania; o quizás, con m ayor exactitud, si consideram os que R obert Graves
puede haber escrito excelente lite ra tu ra inglesa en H ispania, literatu ra s pro­
ducidas en cualquiera de las lenguas habladas en H ispania. En el caso de la
lite ra tu ra latina, no suele ser éste el enfoque dom inante, pues h ab lar de lite­
ra tu ra latina, o tal vez m ejor, en este supuesto, rom ana, sería com o h ablar
de la literatu ra producida en cualquiera de las lenguas habladas en el Im perio
Rom ano, es decir, griego, bereber, egipcio, latín, etc. Lo más general es que
uno se refiera a lite ra tu ra latin a com o la literatu ra escrita en latín, con un
lím ite final que podría ser el Renacim iento. De todas form as de vez en cuando
se hacen excepciones. Así, cuando se habla de la analística rom ana, se hace
referencia a los p rim eros analistas que escribieron en griego conform e a una
tradición; en cam bio, al h ab lar de la h isto ria se prescinde de au to res tan im­
p o rtan tes com o un Polibio.
E n el aspecto cualitativo, la decisión viene, en cierta form a, im puesta
por u na serie de condicionantes: la única m anera de su p e ra r el riesgo que
conlleva el diferente concepto de creación literaria que tenían los rom anos
del que se tiene en la actualidad, consiste precisam ente en conside ra r litera­
rio todo texto o docum ento que nos haya llegado, pues de esta form a evita­
m os al m ism o tiem po el peligro de ir cercenándole elem entos a una litera­
tu ra de tipo «residual» com o es la latina. Y creem os, sin ningún género de du­

17. Monumento. Germaniae Histórica. Legum sectio. III, 2, p. 288.


RELACIONES DE LA FILOLOGÍA 7

das, que ésta es la única po stu ra operativa que nos puede p e rm itir acercarnos
con cierta objetividad, sin ideas previas, a una literatu ra que parece ser que
(Cic. De Rep. 1,20,33) se concebía como un arte ú til al estado, y que tenía
com o finalidad principal educar a las generaciones m ás jóvenes y celebrar el
m os m aiorum . Concepción que perduró, pese a los intentos de creación de
una nueva poética, cifrada en la delectado sola, que in ten taro n los poetae
noui, y de la que p erd u ró casi exclusivam ente su aspecto form al, dando lugar
a la polém ica de la que se hace eco Cicerón en el Pro Archia y tam bién H ora­
cio en los com entadísim os pasajes de su Ars Poética:

(333-334) A ut prodesse uolunt, aut delectare poetae


aut sim ul et iucunda et idónea dicere uitae.

o tam bién

(343-344) O m ne tulit pun ctu m qui m iscuit utile dulcí


lectorem delectando pariterque m onendo.

1.2. R E L A C IO N E S D E LA FILOLOGIA CON OTRAS C IEN CIA S

El núm ero de ciencias que tengan relación con la filología dependerá directa­
m ente del concepto que tengam os de esta disciplina. Si partim os de la defi­
nición de filología m ás am plia existente: «conocim iento de todo cuanto es
necesario para alcanzar la co rrecta interpretación de un texto», serán m uchí­
sim as las disciplinas que tienen un a relación más o m enos extensa con la filo­
logía. Y adem ás, conform e va pasando el tiem po y va progresando la ciencia,
o lo que es lo m ism o, parcelándose el cam po del saber con nuevas especiali­
dades, o al m enos con nuevos nom bres, son más num erosas todavía. Así, para
p oner un ejem plo, el alcance que pudiera tener la relación existente en tre
filología y paleografía se ha visto m erm ada en p arte p or la aparición de la
ciencia codicológica, a p a rtir de los postulados de D ain.18
Las disciplinas relacionadas con la filología las podem os dividir en dos
grupos, según se relacionen con la llam ada filología form al o con la real.

1.2.1. D isciplinas relacionadas con la filología form al

Incluim os aquí aquellas ciencias que tienen como finalidad su m in istrar un


texto con el que tra b a ja r, así com o su com prensión a un nivel prim ario.

18. A. D ain , Les manuscrits. París 1964*.


8 INTRODUCCIÓN

1.2.1.1. P a l e o g r a f ía

Dado que la transm isión de los textos latinos se ha realizado a través de m a­


nuscritos redactados p o r m anos diferentes y en épocas diferentes, es evidente
que para te n e r acceso a ellos se precisa un conocim iento de las característi­
cas de los diferentes tipos de escritura, sin cuyo requisito en m uchas ocasio­
nes los testim onios llegados hasta nosotros serían p rácticam ente m udos. Por
tanto, podem os decir que la paleografía es una ciencia necesaria para el de­
sarrollo de la filología.

1.2.1.2. E p ig r a f ía

Puesto que no todos los textos se han tran sm itid o a través de m anuscritos
se im pone asim ism o el conocim iento de las ciencias que nos perm itan des­
velar estos otros textos; entre ellas está, ocupando un lugar destacado, la
epigrafía, o ciencia que se ocupa del descifram iento e in terpretación de las
inscripciones sobre m aterial duro. Así pues, tiene tam bién con respecto a la
filología un papel de soporte necesario. Salvo excepciones que sí existen, los
textos sum inistrados po r la epigrafía suelen ser breves y su im portancia
docum ental alcanza un nivel sim ilar p ara la investigación histórica y p ara la
investigación lingüística.

1.2.1.3. C o d ic o l o g ía

E sta ciencia, que no conviene confundir con la paleografía, tiene p o r objeto,


en palabras del inven to r del térm ino, el estudio de los m anuscritos en sí m is­
mos y no el de su escritu ra (de ésta se ocuparía la paleografía). De acuerdo
con esta concepción es com petencia de^ la codicología el establecim iento de
la histo ria de las colecciones de m anuscritos, de la h isto ria de los m anuscri­
tos, la datación de los m anuscritos, su catalogación, la elaboración de rep er­
torios de copistas, etc. A p a rtir de estas funciones se com prenderá fácilm ente
la íntim a conexión que m antiene con la filología. Conocer las vicisitudes de
un m anuscrito, su presencia en determ inadas bibliotecas o escritorios, iden­
tificar al a u to r de la copia y /o la época de su realización son elem entos todos
ellos indispensables p a ra poder explicar m ejo r la tradición textual de una obra
y para p o d er tra z a r un stem m a codicum m ás aju stad o a la realidad.

1.2.1.4. P a p ir o l o g ìa

Desde el m om ento en que las excavaciones arqueológicas de H erculano (1752-


1754) em pezaron a revelar la existencia de rollos de papiro, los nuevos des­
cubrim ientos no h an cesado, antes bien se han increm entado, en especial en
RELACIONES DE LA FILOLOGÍA 9

los últim os años. De esta form a se ha gestado la nueva disciplina papiro-


lógica, cuya m isión es recoger, d escribir e in te rp re ta r los diferentes papiros.
Las características del soporte diferencian claram ente esta ciencia de la epi­
grafía, paleografía y codicología.
La aportación que los papiros —es decir, la papirología— pueden hacer
a la filología es notable y, adem ás, fácil de sintetizar: p o r una parte, le sum i­
n istran textos desconocidos o que se creían perdidos, y, p or otra, al ap o rta r
textos m ucho m ás antiguos y sin contam inaciones derivadas de una prolon­
gada transm isión, son una ayuda vital p ara re stitu ir los textos conservados
por otros medios a un estado m ás próxim o al original.

1.2.1.5. L in g ü ís t ic a

Al h ab lar aquí de lingüística nos referim os esencialm ente a los conocim ientos
gram aticales cuya posesión perm ite alcanzar una intelección p rim aria del
texto. Lo obvio de su necesidad nos exime de cualquier o tro com entario, pues
es im posible en ten d er un texto si no se entiende la lengua en que está es­
crito. E n ten d er la lengua, por otra parte, significa nada más y nada menos
que ten er un conocim iento de todas sus m odalidades, tanto cronológicas (la­
tín arcaico, postclásico, tardío, etc.) como de nivel (latín literario, vulgar, etc.).
Por o tro lado, dadas las orientaciones que ha tom ado la lingüística teó­
rica en los últim os años, ha resurgido el eterno problem a: ¿form a p a rte la
lingüística de la filología o es algo totalm ente ajeno? No creem os que la
cuestión pueda resolverse de un plum azo, p o r lo cual no estará de m ás hacer
unas breves consideraciones. La elaboración de m odelos que expliquen la
com petencia del hablante-oyente ideal, considerada stricto sensii, carece to tal­
m ente de sentido si se aplica a lenguas com o el latín, cuya apoyatura básica
la constituyen textos escritos. Ello no obstante, creem os perfectam ente lícita
la creación de m odelos que expliquen la com petencia de un hablante imagi­
nario que ha sido capaz de p roducir el corpus que poseem os. Y si a ello añ a­
dim os que estos m odelos nos proporcionan, y seguram ente lo contin u arán
haciendo en el futuro, argum entos nuevos que p erm iten llegar a la refo rm u ­
lación de los valores de los diversos sistem as de la lengua (casual, aspectual,
m odal, deíctico, etc.), cosa que en últim o extrem o red u n d a en una m ejo r com­
prensión del texto, nos encontrarem os con la consecuencia lógica de que la
filología, abarque o no la lingüística, no puede d e ja r de p re sta r atención a
las nuevas corrientes que en el seno de ésta se producen.

1.2.2. Disciplinas relacionadas con la filología real

E ntendem os p o r tales aquellos conocim ientos que nos van a p erm itir contex-
tualizar y relativizar, o, lo que es lo m ism o, com p reh en d er p o r com pleto y de
la form a m ás perfecta posible el texto asum ido ya a un nivel prim ario. Cree-
10 INTRODUCCIÓN li
m
m os necesario in sistir en esta distinción en tre dos niveles de com prensión. US
Supongam os que nos encontram os con un texto com o puede ser: ir
Caes. B.G. V,XLVI,1. Caesar acceptis litteris hora circiter undécim a
diei statim nuntium in Bellouacos ad M. Crassum quaestorem
m ittit, cuius hiberna aberant ab eo m ilia passum XXV.

Veamos lo que podría ser una com prensión de p rim e r nivel reflejada en la
traducción de José Coya y M uniain (M adrid, E spasa Calpe, 1969 8):

«Recibida esta carta a las once del d ía, despacha luego aviso al
cuestor M arco Craso, qúe tenía sus cuarteles en los bellovacos, a
distancia de veinticuatro millas».

Prescindiendo de las traducciones erróneas que podrían deberse a que


la fuente de la traducción no fuera una edición crítica fiable, caso de la tra ­
ducción de XXV po r 24, vamos a fijarnos en dos casos notables. E n p rim er
lugar la traducción

undécim a [hora] diei = «a las once del día»

Sin duda, undécim a tiene que ver con once y p o r tanto undécim a hora equi­
vale a undécim a hora, o sea, «a las once»; pero, una traducción como la p re­
sente sólo refleja una com prensión p rim a ria pues ignora o prescinde del sis-
tem a horario que tenían los rom anos. Es cosa sabida que los rom anos p ara
el cóm puto horario dividían el día y la noche en doce horas cada uno, pero
contados a p a rtir de la salida y la puesta del sol. E llo se refleja en un a
desigual duración de las horas del día y de las horas de la noche (duración,
p or lo dem ás, variable), de acuerdo con las estaciones. Teniendo esto en
cuenta, resulta que la undécim a hora corresponde aproxim adam ente a las
/ cinco de la tarde, lo que da una diferencia notable con respecto a la prim era
interpretación.
Pasem os a o tro caso:

milia passuum X X V = «25 millas»

E n principio la equivalencia m ille passu u m ■= «milla» no es objetable y co­


rresponde a la p ráctica usual de los rom anos, m as, ¿es una traducción sufi­
ciente?, o dicho de o tra m anera, ¿puede saber el lector con esta traducción
la distancia en m etros a que se encontraba el cam pam ento? N aturalm ente es
un fácil ejercicio, pensando que se tra ta de la m illa rom ana, hacer la corres­
pondiente operación:

25 millas romanas = 1479 m (1 milla) X 25= 36.975 m.


RELACIONES DE LA FILOLOGÍA 11

Pero, si el lecto r no está advertido del hecho o prescinde de diferencias de


detalle puede a trib u ir a la m illa rom ana el valor de otras m illas con resul­
tados tan diferentes, que, si consideram os el caso de la milla te rrestre fra n ­
cesa ( = 1949 m), resu ltará que situarem os el cam pam ento doce km más
lejos de lo que está en realidad; distancia que, a pie o a caballo, no d eja de
ser una distancia considerable. Poniendo ahora en relación los dos casos, una
insuficiente captación del texto nos puede llevar a h ab lar de una acción que
se produzca seis h oras después de lo que pensam os y a doce km de distancia
del lu g ar en que realm ente se produce.
Al m argen de estos dos ejem plos, no puede entenderse suficientem ente el
texto, o la traducción, si se ignora quién era César, quiénes los bellovacos,
quién M. Craso y qué era un cuestor. Sólo la cabal com prensión de estos y
de otro s extrem os nos llevará a lo que hem os llam ado com prehensión total
del texto.
De este ejem plo, banal si se quiere, podem os deducir que son infinidad
las disciplinas que tienen relación con la filología. En el caso presente h ab ría­
m os tenido que re c u rrir a la geografía, a la historia, y a algo que se puede
denom inar civilización o cultura rom ana, y que no ha de se r considerado
como un cajón de sastre en el que m eter todos aquellos conocim ientos que
no tienen una etiq u eta suficientem ente clara. Y a p a rtir de ahí, según el texto
de que se trate, necesitarem os conocim ientos de derecho, religión, mitología,
h isto ria literaria, filosofía, retórica, arquitectura, arte, cocina, folklore, vida
cotidiana, en fin, de todo; y es precisam ente una tal am plitud, que hace difí­
cilm ente asequible la filología, en ese caso la latina, lo que nos mueve a sen­
tir adm iración extrem a ante filólogos como Mommsen o W ilamowitz que en
su afán de perfección llegaron a alcanzar un dom inio notable en todos los
cam pos de la disciplina.
2. La filología latina

2.1. LA TRA D IC IÓ N TEX TU A L

Se aplica el nom bre de tradición textual a los diferen tes m odos a través de
los que han llegado h asta nosotros los textos antiguos. Básicam ente son dos
los procedim ientos de tradición textual, los conocidos con los nom bres de
tradición textual directa y de tradición textual indirecta.
La tradición textual directa, sin duda la m ás im p o rtan te cu an titativ a­
m ente, no consiste sino en las sucesivas copias y ediciones, m an u scritas o
im presas, de que ha sido objeto una obra hasta llegar al establecim iento cien­
tífico del texto m ediante las ediciones críticas. H asta cierto punto puede
decirse que se confunden tradición textual d irecta e h isto ria del texto. El
conocim iento de la h isto ria y avatares de un texto es en m uchas ocasiones
elem ento im portan tísim o para llevar a cabo un a buena edición crítica del
m ism o, pues, p ara p o n er un ejem plo, el conocim iento de las diferentes tran sli­
teraciones que h a sufrido el texto perm ite explicar m uchos de los erro res
contenidos en él. Cf. 2.2.3.1.
La tradición textual indirecta, m ucho m enos im p o rtan te, consiste en las
citas de pasajes de u n a u to r po r p arte de otro , con fines ilustrativos. Aun
teniendo unas m iras m ucho m ás lim itadas, tiene en ocasiones una influencia
decisiva p ara el establecim iento del texto. Un ejem plo muy característico lo
encontram os en las citas de gram áticos, cuando el o b jeto del com entario es
precisam ente la p a la b ra som etida a‘ discusión. Un caso tópico lo encontram os
en el texto de las Bucólicas de Virgilio, 4,62. Los m anuscritos ofrecen la
lectura:

cui non risere parentes,


14 LA FILOLOGÌA l a t i n a

m ientras en la cita reproducida por Q uintiliano In st. Orcit. (9,3,8), tenem os:

qui non risere parentes.

Considerado desde la perspectiva de la crítica textual, el qui de Q uintiliano


ofrece la lectio difficilior, al suponer una alteración de la concordancia. Cual­
quier copista, h ab ría corregido el qui, que le resu ltab a ininteligible, en cui.1
En o tras ocasiones sucede que el único testim onio que tenem os de una
palabra está precisam ente en alguna de estas citas que com ponen la tradición
indirecta. Es el caso del verbo inito, cuyo único testim onio seguro resid e en
la cita que de la Antiopa de Pacuvio da D iom edes:2

item ineo inis et inito dicim us, ut Pacuuius in Antiopa ‘loca hórrida
in ita s\

Mas no debe olvidarse que la tradición textual indirecta, al tiem po que


es indirecta respecto a un autor, es tam bién directa con respecto al a u to r
que recoge la cita, de form a que incluso las p arte s del testim onio pueden
verse afectadas po r los errores de transm isión. Y en todos los casos debe
tenerse presente la cautela que viene im puesta p o r la costum bre que tenían

1. La cuestión es un poco más complicada de lo que puede deducirse de lo expuesto


anteriormente. Los manuscritos ofrecen:
cui non risere parentes,
que no es una lectura admisible a causa del testimonio ya citado de Quintiliano, que
presenta el texto como un ejemplo de silepsis —falta de concordancia, en este caso de
número, entre el qui y el hunc del verso siguiente—:
62. incipe, parue puer: qui non risere parentes,
63. nec deus hunc mensa, dea nec dignata cubili est.

Evidentemente, si en lugar de qui, tuviéramos cui, el ejemplo no serviría como docu­


mentación de un fenómeno de silepsis. En consecuencia hay que conjeturar que el qui
es genuino. Supuesto esto, surge otro problema: el verbo rideo con el significado de
«sonreír a alguien» se construye normalmente con dativo, lo que no casaría bien con el
parentes, testimoniado tanto por los códices de Quintiliano, como por los de Virgilio.
Ello ha determinado que algunos editores como Bonnell, Schrader, etc., propusieran una
corrección de parentes en parenti, lo que daría al verso la configuración:
qui non risere parenti,
que debería hacerse extensiva al texto de Quintiliano. Corrección que puede resultar inne­
cesaria si se admite con J. P erret (Virgile. Les Bucoliques. Coll. Erasme. Paris 1961) que
ridere aliquem puede usarse con el valor de «sonreír a alguien», y no necesariamente con
el de «burlarse de alguien», como se quiere normalmente, pues, para J. Perret el valor
peyorativo de la construcción con acusativo deriva del contexto.
Por otro lado, existe quien como E. de S aint D en is (edición de Las Bucólicas, en la
Collection des Universités de France, Paris 1963) defiende la lectura de los manuscritos,
considerando imaginaria la silepsis de Quintiliano, ya que derivaría de la confusión de
éste entre el quoi > cui y el quoi > qui, al pensar que se trataba del segundo caso y no
del primero.
2. H. K eil , Grammatici Latini. I. Lipsiae 1857, 345,2.
LA TRADICIÓN TEXTUAL 15

los antiguos de citar de m em oria, cosa que naturalm ente rep ercu tía en la
transm isión de citas incorrectas.
Relacionado Con la tradición textual indirecta, y de asunción m ucho más
com prom etida p o r los problem as intrínsecos que presenta, está lo que po­
dríam os llam ar tradición in directa a través de rem iniscencias verbales. Es
cosa sabida que en la antigüedad, dada la diferente concepción y valoración
de la originalidad, era usual re c u rrir a pasajes, versos, o p artes de pasajes
o versos de diferentes autores utilizándolos en la elaboración de o tras obras
en u na técnica casi centonaría. A la vista de ello, el uso que un au to r pueda
h acer de un p asaje determ inado puede d ar m ucha luz sobre algún punto
com prom etido de este pasaje. Es ilustrativo al respecto el verso I, V, 42 del
Corpus Tibullianum :

et pudet et narrat scire nefanda meam.

E ste texto ha suscitado dudas a diversos editores, pese a venir avalado p or la


lectu ra de dos mss., A y V. P ara sanarlo proponen conjeturas com o et, p udet,
enarrat, et-pudet-id narrat, etc. Sin em bargo, M. Ponchont, ed ito r del corpus
en la Collection des Universites de Franee,3 defiende la lectura que hemos
reproducido, apoyándose en los repetidos ejem plos que ofrece Ovidio: Met.
14, 279. et pudet et referam , Pont. 4,15,29. et pudet et m etuor, Rem . Am. 407.
et pudet et dicam. De todas form as, es éste un procedim iento muy com plicado
que pasa p o r el cotejo a través de léxicos de infinidad de pasajes, y sobre
todo, p o r la aceptación de la influencia de un au to r en otro, y, en todo caso,
tiene que e sta r sujeto a toda clase de precauciones. E ste recurso, propio de la
crítica textual, puede verse increm entado en im portancia, sobre todo en lo
que afecta a algunos autores, en la m ism a m edida en que los m edios técni­
cos p erm itan la elaboración perfeccionada de léxicos y concordancias.

2.1.1. Los vehículos de la transmisión

R esulta verdaderam ente difícil p ara el hom bre del siglo xx hacerse una idea
aju sta d a de la dificultad aneja a la transm isión de textos an terio r a la im­
plantación de la im prenta en el m undo occidental. En efecto, acostum brados
com o estam os a leer en la prensa que de cualquier best-seller se han editado
m illones de ejem plares, que se pueden ad q u irir acudiendo sim plem ente a la
lib rería de la esquina, previo pago de determ inada cantidad, tenem os necesi­
dad de un soberano esfuerzo im aginativo p ara pensar en ediciones un itarias
que no pueden adquirirse y ni siquiera fotocopiarse, porque no se encuentran.
C ronológicam ente podem os dividir en dos fases la etapa de transm isión 3

3. M. P o n c h o n t , Tibulle et les auteurs du corpus Tibullianum. Paris 1968*.


16 LA FILOLOGÍA LATINA

an terio r a la im prenta. En la prim era, hasta el siglo vi, las copias de libros
están a cargo de libreros especializados con scriptorium propio en el que
se realizan copias p o r encargo; tam bién se efectúan en los scriptoria p articu ­
lares para atender las dem andas de su dueño. E n am bos casos el trabajo,
corre a cargo de esclavos seleccionados. En la segunda época, p o sterio r a la
caída del Im perio de Occidente, los scriptoria se vieron tran sferid o s a los mo­
nasterios, que cuidaron celosam ente de co n tin u ar el proceso de transm isión.
Desde el punto de vista m aterial no puede decirse que haya ninguna diferen­
cia entre estas dos etapas; la única distinción reside en el trasp aso de la
misión de un grupo social predom inante a otro grupo social que será el
que detente la prim acía en la nueva época. De las repercusiones cualitativas
que ello va a ten er en la transm isión nos ocuparem os en el capítulo siguiente.
Veamos el proceso que seguía u n libro a p a rtir del m om ento en que
salía de manos del autor. Lo m ás seguro es suponer que el a u to r hubiera
hecho, ya antes de finalizar p o r com pleto su trab ajo , lecturas públicas entre
grupos de amigos. A algunos de éstos les h ab ría agradado la lectu ra y en
consecuencia le habrían pedido al a u to r el autógrafo para realizar un a copia
en su scriptorium . De esta form a el libro ad q u iriría una cierta difusión en
los círculos eruditos de la ciudad, lo que podía provocar un interés creciente
por la obra, que se traduciría en repetidas peticiones a un librero, quien ante
la dem anda se esforzaría en ad q u irir un ejem p lar a fin de po d er satisfacer
los encargos. E ste librero, lina vez conseguida la copia, podía u sa r de ella
a su antojo sin necesidad de pedir perm iso ni darle ninguna explicación al
autor; en realidad, éste, desde el m ism o m om ento en que facilitaba el autó­
grafo a un amigo, puede decirse que dejab a de ser dueño de la o bra de form a
autom ática, en lo que al aspecto intelectual se refiere. El derecho a la p ro ­
piedad intelectual estaba muy alejado de las m entes rom anas. No es ocioso
pensar que tras la sucesión creciente de copias algún que o tro e rro r (más
bien m uchos) se introduciría en el texto y que el núm ero de erro res iría
aum entando en form a progresiva. Si a esto añadim os las ediciones hechas
bajo la dirección del propio autor, quien podía, natu ralm en te, m an ten er o al­
te ra r el texto, habrem os trazado un panoram a suficientem ente ilustrativo de
las com plejas vicisitudes que enm ascaran el llam ado «original».
Con el fin de la cultura antigua que se pro d u cirá a raíz de la caída defr
nitiva de Roma, la transm isión pasará a depender de los m onasterios al pro­
ducirse un proceso de ruralización, consecuencia de la inseguridad general
y de la incapacidad dé las ciudades p ara defender con garantía a sus m orado­
res. Dos factores van a intervenir decisivam ente en este trasvase cultural: la
labor de los personajes-puente y el decidido apoyo que al trab ajo de tran s­
misión van a conceder los redactores de las reglas m onásticas.
E n tre los llam ados personajes-puente destaca la figura de M. Aurelio
Casiodoro (485-580); nacido de noble fam ilia, tras seguir el cursus honorum
político en la corte ostrogoda de Ravena bajo Teodorico, A m m asunta y Witi-
ges, sufrió destierro en C onstantinopla; el desengaño político que ello le su­
puso unido al inicio de la expansión m editerrán ea del em perador de O riente,
Justiniano, y a la voluntad del Papa Agapito de fu n d ar una escuela superior
LA TRADICIÓN TEXTUAL 17

de estudios sagrados, le llevó a una especie de conversión que se concretó


en la fundación en 555, en sus posesiones de Calabria, del m onasterio de Viua-
riu m ; en él, ap arte de las m isiones propiam ente religiosas, se p resta b a una
especial atención al trab ajo intelectual y a la copia de m anuscritos. A la lab o r
de este m onasterio debem os la conservación de una p arte im p o rtan te de los
textos clásicos que conocem os.4
A proxim adam ente contem poráneo de Casiodoro fue san Benito. El p ad re
del m onacato occidental, com o se le conoce, influirá decisivam ente a través
de su regla en la conservación de la cu ltu ra clásica. Pues, si bien es cierto
que en ningún m om ento se encu en tra en la Regula indicación expresa alguna
de que los m onjes tengan que dedicarse a la copia de m anuscritos, la nece­
sidad de aplicarse a esta tarea deriva indirectam ente de o tras norm as. Es
concretam ente en el capítulo X L V III donde se com binan estas disposiciones;
por una parte, la necesidad de a lte rn a r el trab ajo esp iritu al con el m anual:5

O tiositas inim ica est animae, et ideo cerlis tem poribus occupari
debení fratres in labore m anuum .

Por o tro lado, la obligación de dedicarse a la lectura:

aut forte qui uoluerit legere sibi, sic legat ut alium non in q u ietet...
In quibus diebus Quadragesimae accipiant om nes singulos codices
de bibliotheca, quos p er ordinem de integro legant.

De esta form a, la necesidad de disponer de códices, según se desprende de esta


últim a disposición, unida a la obligación del trab a jo m anual desem boca inelu­
diblem ente en el trab a jo de copia de m anuscritos.
É ste es un hecho de crucial im portancia dada la difusión que tuvo pos­
terio rm en te esta regla. A m onjes seguidores de la m ism a, ya sean benedic­
tinos, cluniacenses, cistercienses, etc., se debe la fundación o refundación
conform e al esp íritu de la m ism a de los m ás fam osos m onasterios m edieva­
les: Luxeuil, Bobbio, Cluny, Cuixá, Ripoll, Citeaux, M onte Casino, R eichenau,
M urbach, etc.6

2.1.2. El objeto de la transmisión

A la p regunta de cuáles han sido las obras que la tradición nos h a legado
se puede co n testar de dos m aneras; atendiendo a la in terp retació n su p erfi­

4. Véase P. C ourcelle, Les lettres grecques en Occident de Macrobe à Cassiodore.


Paris 19482. O también A. D. M omigliano , Secondo contributo alla storia degli studi classici.
Roma 1960, pp. 219-229.
5. G. P enco , S. Benedicti Regula. Firenze 1970, l.a reimpr.
6. Véase D. K nowles , El monacato cristiano [Traducción española de J. M. V elloso
del original inglés, s.a.]. Madrid 1969.
18 LA 'FILOLOGÍA LATINA

cial la respuesta es descriptiva y se resuelve acudiendo a cu alq u ier literatu ra


o repertorio; la segunda posibilidad se refiere al aspecto com prensivo o cua­
litativo de la obra transm itida. E ste últim o enfoque, que es el que nos inte­
resa, no resu lta en absoluto banal cuando lo reform ulam os a base de pregun­
tas m ás puntuales: ¿qué tienen en com ún todas las obras tran sm itid as?, ¿por
qué éstas y no otras?, ¿nos ha llegado siem pre lo m ejor?, ¿b a sta rá lo conser­
vado para que nos podam os hacer una idea aproxim ada de aquella cultu­
ra?, etc.
C iertam ente no es fácil co n testar algunas de estas p reg u n tas y es to tal­
m ente im posible co n testar otras. Ni tan siquiera está en n u estras m anos ha­
llar el punto com ún que subyazga a todo el caudal de o b ra tran sm itid a, pues
de atrevernos a fija r uno, con ello sustraeríam os la posibilidad de que esta
característica mágica la pudieran poseer o tras o bras que desconocem os por
com pleto.
R ecurriendo al frío análisis de las cifras y considerando com o aproxim a­
dam ente ciertas las de A. F. W ert,7 resu lta que de los 772 au to res latinos de
los que tenem os constancia sólo nos han llegado o bras en teras (no la totali­
dad de la obra) de 144 (20 %); de 353 se han conservado fragm entos; del res­
to, 276, sólo nos ha quedado el nom bre. El sentido com ún y la ponderación
m ás objetiva nos induce a p ensar que ni se ha conservado todo lo bueno
ni se ha perdido todo lo malo, com o sería de esp erar en una crib a que res­
pondiera exclusivam ente a la selección n atural, a la lucha de las especies o a
la supervivencia del m ás fuerte. Por todo ello no estará de m ás analizar los
factores que han determ inado que la selección fuera ésta y no otra.

2.1.2.1. C au sa s e s t é t ic o - p e r s o n a l e s

Un p rim er factor que puede p ro p iciar la pérdida de una o bra es la voluntad


expresa de destru irla p o r p arte de su autor. Aun cuando asu sta p en sar la
cantidad de obras que habrán sido yuguladas p o r sus propios au to res p or
no satisfacer sus pretensiones estéticas, mucho m ás asu sta p en sar que en tre
ellas p odría haber estado la Eneida de Virgilio. Y nunca agradecerem os bas­
ta n te el rasgo de infidelidad am ical que tuvo V ario p ara con Virgilio al in­
cum plir la orden que había recibido del poeta de q u em ar su o bra.8

7. A. F. W ert, «The lost parts of latin literature». Transactions and Proceedings of


the American philological Association 33, 1902, p. XXI.
8. El episodio, recogido por la Vita Suetonii, cp. 37, aparece magníficamente sinteti­
zado en dos dísticos de Sulpicio Cartaginés (Poetae Latini Minores, 4,184):
Iusserat haec rapidis aboleri carmina flammis,
Vergilius Phrygium quae cecinere ducem.
Tueca uetat Variusque simul; tu, maxime Caesar,
non sinis et Latiae consulis historiae.
LA . TRADICIÓN TEXTUAL 19

2.1.2.2. Causas naturales

E ntendem os por causas naturales aquellos condicionam ientos internos de la


obra en relación al género y a la época en que está escrita.

a. La calidad de la obra
La propia calidad m ala o m ediocre de la obra en com paración con o tras del
mismo género. E n tra ría aquí la inm ensa cantidad de poesía satírica o epigra­
mática que ha sucum bido ante las obras más destacadas de Horacio, Juve­
nal, Persio y M arcial.

b. El género literario
Que la obra, aún siendo de notable calidad, esté inserta en un género literario
sin trad ició n y con poco arraigo. E sta falta de prestigio del género redunda
en su incapacidad p o r m antener vivo.el interés del público y en el inm ediato
olvido de las obras que a él se han acogido. El caso de la palliata rom ana es
muy ilu strativo a este respecto.

c. La época de la obra
O bra digna y género prestigioso no son a veces condiciones suficientes p ara
la perd u ración de u n a obra, si el autor desarrolla su labor en una época
dom inada p o r condicionam ientos de m oda adversos. ¿C uántas veces no he­
mos oído h ablar en literatu ra de autores que se adelantaron a su época y de
otros que ya nacieron fuera de ella? Las tragedias de Séneca, p or citar un
caso inverso, de calidad nada destacable y claram ente anacrónicas, se han
conservado debido a que o tro s factores se han superpuesto a las causas nega­
tivas que las h abrían condenado al olvido. El carácter pseudo-cristiano del
perso n aje que fluía de sus diálogos m orales y de sus cartas no fue en abso­
luto un fac to r desdeñable.

2.1.2.3. C a u sa s id e o l ó g ic a s

La rebelión del escrito r contra la época en que le ha tocado vivir o bien un


cam bio de m entalidad p o ste rio r que lo aleje del sen tir de los nuevos tiem pos
pueden p ro p iciar p o r un igual la destrucción o condena al olvido de su obra.
Las causas que desencadenan persecuciones ideológicas son principalm ente de
dos clases:

a. De carácter político
El desacuerdo exteriorizado por el escritor en contra de los regím enes gober­
nan tes suele acarrearle, y todavía hoy en día, la consecuencia del anihilamien-
20 LA FILOLOGÌA LATINA

to de su obra y, en ocasiones, tam bién de su persona. En esta situación se


encuentra el histo riad o r Crem ucio Cordo, a quien su esp íritu republicano y
su anim adversión a Tiberio le valieron la caída en desgracia y la prohibición
y quem a de sus obras. Es curioso, sin em bargo, observar que la prohibi­
ción m ism a increm entó el afán de leer su obra, en tan to que la u lterio r p er­
misión propició p ronto su olvido.9 A la m ism a causa, pero con una proyección
mayor, cabe atrib u ir la práctica desaparición de la ingente obra de Catón, en
quien se verá duran te mucho tiem po la encarnación del esp íritu republicano
opuesto al régimen principesco im perante.

b. De carácter religioso
La irrupción del cristianism o y, más concretam ente, el paso a m anos cris­
tianas de la responsabilidad de la copia de m anuscritos determ inó de form a
tajante un repudio y un serio obstáculo p ara todas aquellas obras que pu­
dieran contener algo contrario a la nueva fe, o, en m enor grado, p ara las
que, sin contenerlo en absoluto, tuvieran autores paganos. E stas obras de­
ja ro n de copiarse o se copiaron poco y a escondidas, lo que sin duda las co­
locó en una situación de m anifiesta inferioridad en cuanto a su conserva­
ción con respecto a las demás, y no digam os con respecto a las obras confe­
sionalm ente cristianas. Ante esta perspectiva casi cabe decir que se debe a la
casualidad que podam os leer hoy en día un n u trid o núm ero de poem as de
Catulo. El enlace entre Catufo y nosotros pasa p o r un único códice redescu­
bierto en Verona en el siglo xiv, sin el cual no existiría la tradición p o sterio r
y nosotros nos habríam os visto privados de uno de los m ejores líricos la­
tinos.10

9. Con todo, no se puede pasar por alto el hecho de que cuando Marcia, la hija de
Cremucio Cordo, publicó de nuevo, previo consentimiento de Caligula, la obra de su padre,
lo hizo expurgando los pasajes que habían procipiado su muerte. V. L. Gil, Censura en el
mundo antiguo. Madrid 1961, pp. 232-234.
10. El libro de Catulo aparece citado por un notable número de autores paganos y
cristianos, mas su pista parece perderse con S. Isidoro de Sevilla. En el siglo x, alrede­
dor del 965, el obispo de Verona, Raterio, informa en una homilía que está leyendo por
primera vez Catulo. Se pierde de nuevo su pista, hasta que en el siglo xiv tienen conoci­
miento de él, seguramente a través del mismo texto que conoció Raterio, dos Veroneses,
el anónimo autor de las Flores moralium auctoritatum (1329) y Giovanni di Matociis, autor
de la Breuis annotatio de duobus Pliniis. De forma inmediata empezaron a hacerse co­
pias de este manuscrito, algunas de las cuales se conservaron afortunadamente, pues en
el siglo xv se pierde definitivamente la pista del Veronensis. Véase R. S abbadini, Storia
e critica di testi latini. Catania 1914, pp. 355 y ss.
LA TRADICIÓN TEXTUAL 21

2 .1.2.4. C a usas m a t e r ia l e s

Las podem os clasificar en los siguientes tipos:

a. Carencia de m ateriales
Dado que las copias se hacían en papiro y pergam ino, cuya producción era
ciertam ente lim itada, la posibilidad de increm en tar el núm ero de copias has­
ta la universalización del papel y de la im pren ta fue nula; incluso se puede
decir que en determ inadas épocas de recesión las copias tuvieron necesaria­
m ente que dism inuir. En estas condiciones se explica la necesidad de b o rra r
pergam inos y reescribirlos. E sta práctica, de todas form as, ha tenido indirec­
tam ente algún efecto beneficioso al m an ten er escondido bajo al aspecto de
un texto cristiano obras que de otra m anera hubiesen resultado sospechosas.
Un ejem plo típico es el del palim psesto am brosiano de Plauto escondido bajo
una copia de los Libri regum, o el De República de Cicerón al que se sobre­
puso la Enarratio in psalm um CX I X de san Agustín.n

b. A m pliación del núm ero de obras a transm itir


El núm ero de obras clásicas se increm entó pro n to con obras surgidas de las
necesidades del cristianism o: copias de la Biblia, obras dogm áticas, polém i­
cas, artístic as, etc. E ste aum ento considerado dentro de una e s tru c tu ra
socioeconóm ica, idéntica en posibilidades o, en m uchas ocasiones, inferior,
provocó una selección restrictiva, que al depen d er de la je rarq u ía monacal-
eclesiástica tom ó una desviación claram ente p artidista.

c. Parquedad de las ediciones


La ínfim a cuantía de las ediciones, a la que ya hem os hecho referencia, pue­
de co n siderarse tam bién un factor m aterial, ya que existe una proporcionali­
dad evidente e n tre la posibilidad de subsistencia y el núm ero de ejem plares.

d. D eterioro físico
Aunque el pergam ino tiene una consistencia m ayor que el papel, la hum edad
y los insectos no dejan de afectarlo. E stos elem entos acom pañados de un pe­
ríodo de descuido u olvido pueden acab ar con notables bibliotecas. 1

11. La recuperación de esta obra, tan apasionada como infructuosamente buscada por
humanistas como Petrarca o Bacon, se debe a la labor incansable y, también, a la for­
tuna del cardenal Angelo Mai (1782-1854). En su calidad de bibliotecario de la Biblioteca
Ambrosiana de Milán y luego de la Vaticana de Roma fue el primer investigador en usar
reactivos para la localización y lectura de palimpsestos, lo que le permitió alcanzar el
muy notable éxito de recuperar este texto de Cicerón, nada más llegar a Roma en 1819.
22 LA FILOLOGÍA LATINA

2.1.2.5. C ausas a c c id e n t a l e s

Incendios, provocados o no, devastaciones y pillajes constituyen la relación


de elem entos im previstos que tienen trágicas consecuencias p ara el m antenh
m iento de una tradición. El incendio de la biblioteca de A lejandría (48 a.d.C.)
es el ejem plo más proverbial de las repercusiones de estos fatales accidentes.
Las m otivaciones de las destrucciones voluntarias hay que buscarlas en la
historia del hom bre y en su propia esencia, capaz de crear las cosas m ás be­
llas y tam bién de destru irlas.

2.1.2.6. El a za r

Cabría añ ad ir un últim o factor, incorpóreo e inm aterial: la casualidad. Ya


hem os aludido a él en.2.1.2.3.b. a propósito de la conservación de la obra de
Catulo. Ahora bien, desde la perspectiva que perm iten n u estro s conocim ientos
no se explica p or ninguna o tra causa la pérdida de los textos de Calvo y Galo
(excepción hecha de los recientes y discutidos hallazgos p ap iro ló g ico s)12 y la
pervivencia del texto de Catulo; y lo m ism o sucede con la o b ra de Tito Livio,
de quien la parte conservada no tiene ningún tipo de connotaciones especia­
les con respecto a la perdida; y de igual modo acaece con el H ortensias de
Cicerón y con o tras o b ras y autores.13

2,1.3. Los m ateriales de la transm isión

2.1.3.1. El s o p o r t e d e la e s c r it u r a

Dado el nivel alcanzado hoy en día por las in d u strias ed ito ras y la cantidad
ingente de bibliografía que invade el m ercado —y que no siem pre alcanza los
niveles m ínim os de calidad exigibles— asusta un poco pen sar en cuáles fueron
los comienzos de este desarrollo. Por de pronto, hay que co n sid erar un fac­
to r esencial, un elem ento básico tan usual y prosaico hoy en día, que a fuer
de com ún, nos parece que haya tenido que existir siem pre: el papel. Y no ha
sido ciertam ente así; el p rim e r soporte de la escritu ra en esta civilización
occidental n uestra no h a sido el papel, m aterial que va a ap arecer muy ta rd ía­
m ente entre nosotros, com o tendrem os ocasión de ob serv ar en su m om ento.

12. Véase R. D. A nderson , P. J. Parsons y R. G. M. N isbet , «Elegiacs by Gallus from


Qa$r Ibrîm ». JRS LXIX 1979, pp. 125-155. Puede verse también, M. F ernandez G aliano , «Un
hallazgo sensacional en Nubia: versos de Cornelio Galo». Revista de Bachillerato. Cua­
derno monográfico n.° 6, 1980, pp. 3-10.
13. La consulta de la obra de A. B ardon, La littérature latine inconnue. I, II. Paris
1952-1956, puede ilustrar abundantemente al respecto.
LA. TRADICIÓN TEXTUAL 23

¿Cuál es, entonces, este prim er soporte? Evidentem ente, el prim er soporte
tiene que ser un elem ento natural, y en este sentido no hay duda de que la
piedra ocupa la prim acía. Mas, para no e n tra r en discusiones bizantinas,
ju n to a la p iedra hay que situ ar todo tipo de m ateriales duros, es decir, los
m etales e incluso los ladrillos y las pizarras. Sin em bargo, hemos de convenir
en el hecho de que con m ucha frecuencia no se ha sentido la necesidad de
d ifundir ni de p erp e tu ar, o sea copiar, los textos grabados sobre soporte
duro; y esto po r razones de índole diversa: p o r una parte, la propia p ersis­
tencia del soporte y de la grabación la hacían resistente al paso del tiem po
y le daban la apariencia de im perecedera; p o r o tra parte, la naturaleza de
los textos grabados sobre soporte duro era poco propicia a favorecer la nece­
sidad de su difusión, pues son, p o r lo general, textos breves al m argen de la
tradición literaria —el m o n u m en tu m Ancyranum sería una de las excepcio­
nes—, y con referencia a acontecim ientos locales y puntuales. Todo esto nos
sirve p ara ju stific a r que dejem os un poco de lado su tratam iento. Se ocupa
de ellos la epigrafía.
D ejando po r ta n to ap arte los soportes duros y las tablillas de cera, de
escasa incidencia, vam os a referirnos a los dos m ateriales que en un p rin ci­
pio sirvieron de soporte a la transm isión de los textos literarios: el papiro y
el pergam ino, y en este orden precisam ente, y luego al papel.

a. E l papiro
El nom bre de papiro (lat. papyrus, del gr. náitupo^), se aplica p or m etonim ia
a las lám inas u h ojas para la escritu ra que se obtenían de la planta denom i­
nada con ese m ism o nom bre de papiro (Cyperus Papyrus).
La in d u stria del papiro, si es que puede hablarse de in d u stria en una
época tan p reté rita, la inventara quien la inventara, tiene una historia ligada
muy estrecham ente con Egipto, en donde la planta crecía en abundancia a
lo largo del cauce del Nilo y en especial en la zona del delta. La docum enta­
ción esencial sobre la elaboración del papiro se encuentra en Plinio el Viejo,
N aturalis H istoria X III, caps. X XI-XXVIII, a quien prácticam ente se re tro ­
trae toda n u estra inform ación.
La p la n ta del p apiro tiene form a de caña acabada p o r una especie de
som brilla floreada. E n la caña, sim ilar a la de un junco, hay que distinguir
la corteza y el tuétan o o pulpa. El procedim iento de elaboración exigía ex­
trae r en p rim e r lugar el tuétano de la corteza, para lo cual se co rtab a longi­
tu dinalm ente la caña con un instrum ento co rtan te o puntiagudo. Una vez
hecho esto, se co rta b a el tuétano en delgadas bandas o tiras longitudinales
que se p ro cu rab a que fuesen lo m ás anchas posible. El paso siguiente consis­
tía en ad o sar verticalm ente estas tiras unas a o tras sobre una tabla hum ede­
cida con agua del Nilo, cuyo limo debía ac tu a r como cola. Los intentos pos­
teriores de restitu ció n del procedim iento han venido a dem o strar que no es
indispensable que el agua sea del Nilo; p o r o tra parte, es cosa d em ostrada
que no se usaba ningún tipo de cola ni pegam ento. Inm ediatam ente encim a
de esta p rim era capa se situaba otra, pero ahora con las tiras dispuestas
24 LA FILOLOGÍA LATINA

horizontalm ente. E sta colocación no es en absoluto arb itra ria , pues si se con­
sidera el desarrollo horizontal de la escritu ra, está claro que ésta ha de ser
más fácil si se desarrolla paralelam ente a las fibras y no p erpendicularm ente
a ellas, con lo que ya nos adelantam os a señalar que el recto de la hoja era
norm alm ente la única p arte utilizada para la escritu ra. Seguidam ente, p ara
lograr la uniform idad deseada, se cortaban las tiras que sobresalían de la
tabla. Las hojas de papiro así constituidas se pren sab an y luego se secaban
al sol. A renglón seguido se form aban tiras de papiro a base de u n ir h ori­
zontalm ente una veintena de hojas con una cola hecha con harina y agua
hirviendo, con el aditam ento de unas gotas de vinagre. T ras el encolado se
aplanaba la superficie con un mazo y se volvía a p ren sar. Una últim a ope­
ración consistía en p u lir las asperezas o rugosidades con un in stru m en to
adecuado hecho de m arfil o con una concha. Las tiras de papiro así for­
m adas constituían el rotulus o rollo, que se «enrollaba» alred ed o r de una
pieza de m adera de form a cilindrica, conocida con el nom bre de u m b ilicu s;
el conjunto resu ltan te era el volum en.
Existían diversas clases de papiros, cuya calidad venía definida p o r dife­
rentes factores: la delgadez de las tira s que se obtenían del tuétano, la p arte
del tuétano que se tom aba, ya fuera la central o las laterales, y la anchura
de la hoja. Plinio cita las siguientes variedades p o r orden decreciente de cali­
dad: charta hieratica o augustea de 24,03 cm de anchura, charla liuiana,
charla am phitheatritica de 16,63, charla saitica de 12,95 a 14,78, y en últim o
lugar entre las calidades aptas p ara la escritu ra de la charta taeneotica. De
la liuiana y la taeneotica no da indicaciones de an ch u ra.13bis

b. El pergamino
El papiro se m antuvo duran te m uchos años como el soporte base de la es­
critu ra, y el com ienzo de su decadencia fue en cierta m anera consecuencia del
hecho de h ab e r alcanzado su indu stria una im portancia tan ex trao rd in aria
que se la quiso u s a r como arm a política convirtiéndola en m onopolio. En
efecto, quiere la leyenda que, como fruto de un en frentam iento en tre A lejan­
dría y Pérgamo, sedes de dos escuelas enfrentadas en la antigüedad, Ptolom eo
Epifanes (205-182 a. d. C.) rey de Egipto decretara un em bargo en las exporta­
ciones de papiro, lo que propició la invención del pergam ino en la corte de
Eum enes II, rey de Pérgam o (197-159 a. d. C.). E sta anécdota la conocem os a
través de Plinio, quien cita com o fuente suya a V arrón.14

13 bis. Véase N. Le w is , Papyrus in classical Antiquity. Oxford 1974.


14. C. Pliniv s S ecundus, Naturalis historia XIII, 21:
Mox aemulatione circa bibliothecas regum Ptolomaei et Eumenis, supprimente
chartas Ptolomaeo, idem Varro membranas Pergami tradit repertas.
LA TRADICIÓN TEXTUAL 25

Sin em bargo, la realidad ap u n ta a una invención a n terio r del pergam ino,


que ya en el siglo v a. d. C. era utilizado p o r los griegos de Asia M enor.15 En
cualquier caso, lo que sí es indudable es la deuda que el nom bre de perga­
mino tiene con la ciudad de Pérgamo, quizás a causa de que esta ciudad fue­
ra el m ás im p o rtan te centro exportador de pergam inos a Occidente.
En esencia, el pergam ino es la piel de un anim al (cordero, cabra, tern e­
ro) som etida a un tratam ie n to adecuado para hacerla ap ta p ara la escritu ra.
E ste tratam iento, con variaciones de detalle, podem os resum irlo de la siguien­
te m anera: tras desp ellejar el anim al, se rem ojan las pieles, se lavan, se
escurren y se secan. Luego se em badurna con cal el lado liso y, previo en­
carado, se dejan rep o sa r d u ran te unos 15 días. A continuación se las lava de
nuevo y se les q u ita la lana y, seguidam ente, se colocan en un baño de cal.
Después de sacarlas se extienden y fijan en unos cuadrados de m adera p ara
proceder al descarnado de la piel. Los pasos finales son el espolvoreado con
greda, el pulido con p iedra pómez y el alisam iento con lana.16
Al igual que sucedía con el papiro, existen diferentes tipos de pergam ino
según la calidad de la elaboración; entre ellos d estaca un tipo especial lla­
m ado vitela que se hacía con pieles de anim ales non-natos.
La difusión y el éxito en el uso del pergam ino se asocia de m anera p ri­
m ordial, aunque no total, con la aparición del codex, es decir, del form ato
de libro actual fren te al form ato de vo lu m en , m ucho m ás incómodo; en efec­
to, el codex era m ás m anejable y perm itía la num eración y, consiguientem en­
te, facilitaba la localización de los pasajes buscados y la elaboración de índi­
ces, am én de que el m aterial era de una m ayor duración que el papiro. De
hecho, se han en contrado códices tam bién de papiro, mas, como decíam os,
códice y pergam ino fueron d u ran te m ucho tiem po elem entos inseparables.
El paso definitivo del papiro al pergam ino se p roduce en tre los siglos u al
iv d.C., y, a p a rtir de entonces, va a seguir siendo el m aterial de escritorio
por excelencia hasta los siglos xn-xiv, en que se va a ver sustituido p o r el
papel. A señalar el hecho curioso de que en un principio el codex será el so­
porte preferido p a ra las obras bíblicas, en tanto que los paganos seguirán
por un tiem po aferrad o s al volumen.

c. E l papel
El papel es un p roducto de origen chino, cuya invención atrib u id a a un oficial
del em perador llam ado Tsaí-Louen, se fija en el año 105 d.C.17 Su llegada
a O ccidente se realiza a través de los árabes. La h isto ria no deja de se r inte­
resante: los árabes, vencedores en una batalla co n tra los chinos en los alre­
dedores de S am arcanda (T urkestán oriental), ca p tu raro n en tre los prisione­
ros a algunos artesan o s papeleros de los que ap ren d iero n la técnica de su

15. Véase P. P feiffer , op. cit., vol. I, p. 51.


16. Véase J. S tien n o n , Paléographie du Moyen Âge. Paris 1973, pp. 152-156.
17. Véase A. B lum, Les origines du papier, de Vimprimerie et de la gravure. Paris 1935.
26 LA FILOLOGÍA LATINA

elaboi ación. É sta consiste esencialm ente en d esfib rar la m adera, p ara luego
ablandarla y com p actar a base de agua las fibras, reduciendo la m asa com ­
pacta resu ltan te a lám inas de las que se elim ina u lterio rm en te el agua. El
papel sigue a los árabes en sus conquistas, introduciéndose en E uropa a tr a ­
vés de E spaña, donde ya se fabricaba en el siglo xii, en las papeleras de
Játiva. El papel acabará im poniendo su suprem acía tanto p o r la m ayor ab u n ­
dancia de su m a teria prim a, como, posteriorm en te, p or las posibilidades de
reutilización; en todo caso, su perfecto acoplam iento a la im prenta resolvería
decisivam ente a favor suyo. Con ello ya enlazam os con los tiem pos m odernos.

2.1.3.2. Los MATERIALES DE IMPRESIÓN

a. El graphium
Es un punzón de m etal, m arfil o hueso que se usaba p ara im presionar las
tablillas de cera. La p arte opuesta a la p u n ta acababa en form a de espátula
o paleta, que servía para b orrar, en form a p areja a los lapiceros que llevan
incorporado en un extrem o la goma de b o rra r.

b. La plum a
La im presión sobre papiro o pergam ino se realizaba con una plum a que en
sus orígenes era fundam entalm ente de caña (calam us). Los rom anos siguie­
ron utilizando este m aterial pero tam bién fo rjaro n plum as de bronce. En el
siglo v tenem os el p rim er testim onio 18 de utilización de una plum a de ave,
aunque cabe sup o n er que el com ienzo de su utilización no sea exactam ente
coetáneo con el testim onio. Las plum as usadas norm alm ente eran las de los
ánades. En la constitución de la plum a era elem ento esencial el corte de la
m ism a en su extrem idad, tanto p ara facilitar el deslizam iento sobre el so­
porte, como p ara p erm itir la captación de una m ayor cantidad de tinta. La
im plantación definitiva de la plum a m etálica no tiene lugar h asta el si­
glo XVII.
El tipo de plum a tenia cierta relación con la escritu ra; p or ejem plo, la

18. Anonymus Valesianus. En Monumenta Germaniae Histórica. Auctores antiquissimi.


Vol. IX. Berolini 196P, p. 326:
14.79. Igitur rex Theodericus inlitteratus erat et sic obruto sensu, ut in de­
cern annos regni sui quattuor lit feras sub script ionis edicti sui discere nulla-
tenus potuisset. de qua re laminam auream iussit interrasilem fieri quattuor
litteras ’legV habentem; unde si subscribere uoluisset, posita lamina super
chartam per earn pennam ducebat, ut subscriptio eins tantum uideretur.
LA TRADICIÓN TEXTUAL 27

uncial se trazaba con plum as de ave, en tanto que la cursiva antigua lo era
con plum a vegetal. P or o tra p arte, el desgaste de las plum as, las de ave espe­
cialm ente, y su diferente calidad repercutían directam ente en la escritu ra
llegando a c re ar un inconveniente notable para las identificaciones paleográ-
ficas.

c. La tinta
El atram entum , atram entu m librarium o atram entum scriptorium es la tin ta
negra, de una textura muy sim ilar a la tinta china. Por el testim onio de Pli-
nio el Viejo,19 quien tra ta de ella de modo accidental al h ab lar de los colores
de las p in tu ras y de su elaboración, sabem os que se hacía a base de m ezclar
negro de hum o, producido en hornos especiales, aunque en el caso de tinta
p ara escrib ir se ad u lterab a con sim ple hollín, y goma, en una proporción
aproxim ada de un 75 % de negro de hum o y un 25 % de goma. La tin ta así
obtenida se b o rra b a fácilm ente; p o r ello, si se le quería d ar una m ayor con­
sistencia, la disolución en lugar de hacerla con agua se tenía que h acer con
vinagre.
P osteriorm ente, a p a rtir del siglo i i i d. C. em piezan a u sarse tintas de
base m ineral, cuya utilización a ltern ará durante toda la E dad Media con las
de origen vegetal. É stas se elaboraban m acerando la corteza de espino y so­
m etiendo el jugo resu ltan te a sucesivas cocciones hasta fo rm a r una pasta
a la que se añadía vino; tras nuevas cocciones la p asta p roducida se secaba
al sol. Cuando se tenía que escrib ir se tom aba la cantidad necesaria de pasta
seca y se disolvía en vino.20
En lo que se refiere a las tin tas de base m ineral, uno de los procedim ien­
tos de elaboración consistía en picar agallas de encina o roble, m ezclar el
polvillo resultante con agua, y a ñ a d ir finalm ente sulfato de cobre o de hierro.
Existía, tam bién, por supuesto, la tinta roja, usada en las iniciales y
títulos (llam ados estos últim os rubrica, precisam ente por el color); esta tinta
llam ada m inium se fabricaba a base de cinabrio, cuyo principal centro de
producción era E spaña.21

19. Naturalis historia XXXV,25. Atramentum fit enim e fuligine pluribus modis, re­
sina uel pice exustis, propter quod edam officinas aedificauere fumum eum non emittentes.
laudatissimum eodem modo fit e taedis. adulteratur fornacium balinearumque fuligine
quo ad uolumina scribenda utuntur...omne atramentum sole perficitur, librarium cumme,
tectorium glutino admixto. quod aceto liquefactum est, aegre eluitur.
20. Cf. C. R. D odwell, Theophilus. De diuersis artibus. London 1961 cp. XXXVIII,
pp. 34-35.
21. C. P linivs S ecundus, Naturalis historia, XXXIII,118. / uba minium nasci et in Car-
mania tradii, Timagenes et in Aethiopia, sed neutro ex loco inuehitur ad nos nec fere
aliunde quam ex Hispania.
XXXIII,122. minium in uoluminum quoque scriptura usurpatur.
28 LA FILOLOGÍA LATINA

2.2. LA LABOR FILOLOGICA: LA CRITICA TEXTUAL

2.2.1. Concepto

La crítica textual es la disciplina filológica que tiene p or objeto re stitu ir los


textos transm itidos al estado m ás cercano posible al autógrafo.

2.2.2. Historia

El desarrollo de la ciencia de la crítica textual va ligado en sus prim eros mo­


m entos a esporádicas aportaciones de diferentes figuras señeras. D ejando de
lado otros, m enos im portantes a n uestro entender, podríam os establecer los
siguientes hitos cronológicos:

En 1697 J. Le Clerc da una p rim era form ulación de la norm a de la lectio


difficilior.72
En 1721 R ichard Bentley proyecta una edición del Nuevo T estam ento ba­
sada exclusivam ente en los m anuscritos antiguos y en la V ulgata Latina.23
Podemos decir que con él se inicia la lucha decisiva co n tra el texíu s receptas.
En 1725 J. A. Bengel da un a nueva form ulación de la norm a de la lectio
d ifficilio r24 P osteriorm ente, en 1734, propugna la idea de que p ara llegar a
una edición perfecta del Nuevo T estam ento es preciso realizar una clasifica­
ción de los códices según su relación genealógica (tabula genealógica).75
En 1730 J. J. W ettstein en su edición del Nuevo T estam ento prosigue la
lucha contra el te xtu s receptas, al m ism o tiem po que insiste en la norm a de
la lectio difficilior; pero de m anera dispersa y casuística: «La lectio m enos
usual debe anteponerse a las dem ás. E n tre dos lectiones es preferible la más
breve».223456

22. En la p. 389 del segundo tomo de su Ars Critica (Amsterdam 1697) se encuentra
este principio, sencillamente formulado: si una ex iis [uariis lectionibus] obscurior sit,
ceterae clariores, tum uero credibile est obscuriorem esse ueram, alias glossemata.
Véase al respecto S. T impanaro , La genesi del metodo del Lachmann. Firenze 1963,
pp. 18-19. Acerca de la importancia de J. Le Clerc en la historia de la crítica textual es
ilustrativo el libro de E. J. K enney , The classical text. Berkeley-Los Angeles-London 1974,
pp. 4044.
23. Aunque el p r o y e cto no llegó a prosperar, es importante tenerlo en cuenta, siquiera
sólo sea para situar ía figura de Bentley en su punto exacto, contrarrestando de esta
manera la fama que le dio la célebre edición de Horacio (Cambridge, 1711), en que con­
vierte la conjetura e n el principal apoyo de la crítica textual. Véase S. T impanaro , op.
cit. pp. 16-17.
24. Véase S. T im panaro , op. cit. p. 21.
25. V éa se G. P asquali, Storia della tradizione e critica del testo. Firenze, 1952, p. 9;
y G. R. G regory, Textkritik des neun Testamentes. II. Lipsiae 1901, pp. 90 y ss.
26. J. J. Wettsteiiì, Prolegomena ad Noui Testamenti Graeci editionem accuratissimam.
Amsterdam 1730, p. 184.
41%
/ LA LABOR FILOLÓGICA 29

En 197^1. J. G riesbach form ula de m anera general la norm a de la lecíio


difficilior, base de toda la crítica textual:

D ifficilior et obscurior lectio anteponenda est ei, in qua omnia


tam plana sunt el extricala, ut librarius quisque facile intelligere
ea p o tu c ritJ1

En 1831 C. G. Zum pt trazó en su edición de las V errinas de Cicerón lo


que parece haber sido el p rim e r stem m a codicum , al tiem po que le dio
nom bre.23
Y llegamos finalm ente a la figura de K. Lachm ann de quien, si bien no
puede decirse, dados los antecedentes citados, que sea el fundador de la crí­
tica textual, sí puede afirm arse que se debe a su au to ría el p rim er m étodo
escrito de crítica textual, el m étodo stem m ático, cuya form ulación precisa y
coherente m arca el acceso de la disciplina a la categoría de ciencia. Funda­
m entalm ente en el prólogo de su edición del Nuevo T estam ento,27289 aunque
la difusión y reconocim iento definitivos los vaya a alcanzar p or la aplicación
que hizo de ellos en la fijación del texto de Lucrecio,30 expone L achm ann los
principios sistem atizados que regirán en lo sucesivo esta disciplina.31

2.2.3. E tapas

El objetivo prim ario de la filología es conseguir un a edición d epurada de los


textos transm itidos. El filólogo que se encuentra an te la te situ ra de e d ita r un
texto tiene que cu m plim entar p untual y exactam ente una serie de etapas que
son com o los peldaños de la escalera que le van a llevar al fin propuesto.
E stas etapas son p rácticam ente idénticas sean cuales fueren las teorías de
crítica textual usadas. Vamos, pues, a concretarlas p ara p asar a continuación
a exponer dos de las teorías de crítica textual m ás destacadas.
La p rim era etapa es la llam ada recensio, en la que se in serta el trab a jo
p rep arato rio conocido con el nom bre de collatio, o sea, la b úsqueda de todos
los m ateriales, m anuscritos, papiros, palim psestos, etc., en los que se haya
transm itido el texto que se quiere e d itar ya sea to tal o parcialm ente. A con­
tinuación interviene la recensio propiam ente dicha, cuya ejecución tiene un

27. J. J. G riesbach , Prolegomena a su segunda edición del Nuevo Testamento. Halle


17%, p. LXI.
28. C. G. Z um pt , Ciceronis Verrinarum libri VIL Berlín 1831.
29. Nouutn Testamentum graece et latine. Berlín 1842.
30. T. Lucretius Carus. De rerum natura. Berlín 1850.
31. Aparte de la bibliografía citada en notas precedentes, puede verse un compendio
bibliográfico actualizado sobre la historia de la crítica textual en L. D. R eynolds y N. G.
W ilson , Scribes & Scholars. A Guide to the Transmission of Greek and Latín Literature.
Oxford 19782, 2* reimpr. pp. 247-250.
30 LA FILOLOGÍA LATINA

grado de dificultad variable que es proporcional al núm ero de testim onios


conservados; a m ayor núm ero m ayor dificultad. La finalidad de la recensio
reside en co m p arar los m anuscritos y dem ás testim onios supervivientes, a fin
de establecer su valoración y d ictam in ar el grado de dependencia existente
en tre ellos, lo que puede conducir a la elaboración del stem m a codicum. El
trazado del stem m a codicum no es un fin en sí m ism o sino un elem ento auxi­
liar que perm ite visualizar fácilm ente las relaciones en tre códices. Respecto
al ste m m a , es preciso señalar la existencia de una especie de círculo cerrado,
que hay que cu id ar que no se convierta en vicioso; la razón de este peligro
se entiende claram ente: el cotejo de mss. perm ite fija r el stem m a, el cual,
a su vez, nos da indicaciones sobre el grado de superioridad jerárq u ica o lo
que es lo m ismo, de antigüedad de los m anuscritos, característica, en ocasio­
nes, valorada en exceso p ara el establecim iento de lecturas.
De esta m anera, el filólogo llega al m om ento decisivo de fija r un testi­
monio, proceso que se inicia con la exam inatio, cuya m isión es dictam inar
la autenticidad o falsedad del testim onio tran sm itid o en sus diferentes ver­
siones. P ara ello el ed ito r se apoya en el conocim iento de la lengua, del estilo
e ideales del au to r, lo que, en buena m edida, presupone u n a interpretación
nada superficial del texto. En caso de que se presen ten varias lecturas acep­
tables, la norm a generalm ente establecida es la opción p o r la llam ada lectio
difficilior, es decir, la lectura m ás extraña frente a las m ás usuales, pues éstas
pueden deberse m ás fácilm ente a la corrección de algún copista; sin em bargo,
al m ism o tiem po, se tiene que te n er cuidado de no p rim a r la aparición de
solecism os, sin olvidar en ningún caso que la crítica textual es ante todo
sentido com ún. E n esta fase, la im portancia de la tradición indirecta, caso
de haberla, es d eterm inante, pues el h ab e r seguido cauces diferentes de la
directa la hace m enos sospechosa.
De resultas de la exam inatio y para cada caso de variante, al ed ito r se
le pueden p re se n ta r varios casos:

1. ° T estim onio único de lectura aceptable.


2. ° Testim onio único de lectura inaceptable.
3. ° T estim onio m últiple con una sola lectura ¡aceptable.
4. ° T estim onio m últiple con varias lectu ras aceptables.
5. ° T estim onio m últiple sin ninguna lectu ra aceptable.

En los casos l.° y 3.° la propia exam inatio finaliza el proceso; en los casos
2.° y 5.° la exam inatio da paso a la em endatio cuyo papel consiste en san ar las
lecturas corru p tas, o bien, si ello no es posible, ya sea p or su notable grado
de corrupción o porque la inaceptabilidad derive de la presencia de una laguna,
intervendría un tipo especial de em endatio, la diuinatio, a cuyo cargo está el
establecim iento de co n jetu ras aju sta d as al contexto. En el 4.° caso, el filólogo
ed ito r ten d rá que o p ta r p o r una u o tra de las lectu ras fundándose en ele­
m entos externos al texto y en las norm as generales de crítica textual. En estas
situaciones, se debe te n e r muy p resente la tipología del erro r, ya que su
conocim iento puede se r de inm ensa utilidad en el diagnóstico del e rro r come­
LA LABOR FILOLÓGICA 31

tido, sum inistrando al propio tiem po la pauta adecuada para proceder a su


sanado. Una síntesis general y sum aria de esta tipología podría quedar esta­
blecida de la siguiente m anera:

2.2.3.1. E rrores no v o l u n t a r io s

a. Atribuibles a las características del m odelo


1) C onfusiones propiciadas por la sem ejanza en tre determ inadas letras o
grupos de letras.
Hay que ten er en cuenta, al respecto, que en la reproducción m anual es
prácticam ente im posible m antener de una form a exacta la separación entre
letras y los trazos de las m ism as, de modo que es frecuente que cualquier
variación del trazo norm al, alargado, acortado o alterado de cualquier otra
form a, propicie el erro r.
Por o tra parte, la posibilidad de confusión, aun dependiendo en un por­
centaje im portante de la m ano del copista, está en relación directa con el
tipo de alfabeto usado en la copia, al punto de que las confusiones y erro ­
res no se corresponden de un alfabeto a otro. Es éste un factor im portante,
pues a p a rtir de los casos de falsa lectura se puede llegar a establecer el tipo
de letra usada en el modelo.
A p a rtir de M ab illo n 32 se ha generalizado la clasificación de la escritu ra
latina en cinco épocas: 1. escritu ra rom ana; 2. escritu ras nacionales; 3. mi­
núscula Carolina; 4. m inúscula gótica; 5. escrituras hum anísticas. En cada épo­
ca se distinguen tipos diferentes, que en el caso de los cuatro últim os grupos
dependen de la localización geográfica del m onasterio al que pertenecía el
copista. Asimismo, en la escritu ra rom ana se distinguen norm alm ente cinco
tipos de escritura: capital cuadrada o elegante, capital rústica, cursiva, u n ­
cial y sem iuncial.

32. La figura de J. M abillon va estrechamente ligada a la polémica que en el siglo xvii


enfrentó a los jesuítas (representados por Papebroch) y a los benedictinos (representados
por Mabillon) acerca de la autenticidad de diferentes privilegios y diplomas de donación.
Es cosa sabida que durante la Edad Media muchos monasterios tuvieron que recurrir
a la redacción de falsos, bien fuera para reponer documentos originales, bien fuera para
documentar privilegios y donaciones que pudieran ser puestos en duda. La extraordina­
ria abundancia de estos falsos determinó que en el siglo x v ii el papa Alejandro VII
encargara al jesuíta D. Papebroch un trabajo de esclarecimiento de estos documentos.
Sus resultados, de orientación hipercrítica, dieron forma al Propyleum antiquarium circa
ueri ac falsi discrimen in uetustis membranis, que constituye el prefacio del tomo IE
del mes de abril de las Acta Sanctorum de 1675. En la página 29, Papebroch sostiene que
son falsos los privilegios pontificios y los diplomas concedidos por los reyes merovingios
a la abadía benedictina de Saint-Denis. La natural irritación de los benedictinos los llevó a
elaborar una réplica, de cuya preparación se encargó J. Mabillon de la congregación de
Saint-Maur; esta réplica tomó cuerpo en 1681 con la publicación del De re diplomática,
con el que nace como disciplina científica la paleografía, cuya incidencia en el desarrollo
de la crítica textual será decisiva. Sobre el alcance y desarrollo de la polémica puede
verse el interesante y ya citado libro de J. S tiennon , Paléographie du Moyen Age. París
1973, pp. 23 y ss.
LA FILOLOGÍA LATINA

A 5 C D E F G H l i M N O P Q R S I V X y

VIRCEAPRAEltrU N CAElEI V l L l S Q S V m E *
A R 5 V 1 E A E C R M tSEIMYST I C A y A N N V S I \ C C t i I
Alfabeto y ejemplo de escritura capital cuadrada.

x5c5efc,^?lm NíO f ¿jilstvjx

F í X i V Ó ü C f l S U S C A l L K T t

M i ^ R e s i s i e N j b t s e c u

R I T X T e n o F R O F O S I T X C u

Alfabeto y ejemplo de escritura uncial.

c i t o U iL m n o j=> c j r ^ r ^ u

meìfcoM iu r o - u r b o c i r a q u a l n c r
u o b if f i e r i N io N u a ln r e m e N d c c n
lu b eaxif* q a a T F N u f N e c p e r c a l
A lfabeto y ejem p lo de escritu ra sem iuncial.
LA LABOR FILOLÓGICA 33

A p a rtir de las escrituras de este grupo se p roduce la evolución que de­


sem bocará en las o tras épocas de escritura; un rápido bosquejo cronológico
de esta evolución podría quedar de la siguiente m anera: la cursiva rom ana
tiene dos m odalidades, la cursiva antigua y la cursiva m oderna (a p a rtir del
300 d.C.); la cursiva antigua conduce a la uncial (escritu ra predilecta de los
cristianos, usada desde el siglo iv h asta el ix), y la cursiva m oderna, llam ada
tam bién cursiva m inúscula, a la sem iuncial. El desarrollo de la sem iuncial y
de las cursivas rom anas desem boca en las escritu ras precarolinas o naciona­
les (irlandesa, celta, anglosajona, hispánica, beneventina, etc.). En las dos
últim as décadas del siglo ix, d u ran te el reinado de Carlos el Gordo, se p ro ­
duce en la Galia una reform a program ada cuya finalidad era la unificación
de todas las escritu ras; el resultado es la Carolina m inúscula. Luego, en el
siglo x n , se sistem atiza la evolución n atu ra l de la m inúscula Carolina en lo
que se ha llam ado m inúscula gótica. Y, finalm ente, en el siglo xv, una refo r­
ma de la Carolina m inúscula (ojo, de la Carolina m inúscula) d ará paso a
las diferentes escritu ras hum anísticas que van a co n stitu ir el enlace con la
tan ansiada im prenta.
Veamos algunos ejem plos típicos y muy característicos de estas confu­
siones de letras:

En escritu ra capital: confusión e n tre E y F, I y T, L y T, etc. Así, tenem os:

Pl. Cas. 357. fam us en el ms. B2, en lugar de eamus.


Verg. G. 11,340. utru m en el ms. P, en lugar de uirum .
Pl. Pseud. 373. m itas en el ms. P, en lugar de miles.

En escritu ra uncial la confusión afecta, en tre otros casos, de form a especial


a C y G.

Pl. Aul. 564. maget en el m anuscrito J en lugar de m acet atestig u a­


do por N onius.

E n Carolina m inúscula es muy ca racterística la confusión en tre F y S, e n tre


A y CI, en tre U y II, etc. Los ejem plos son realm ente incontables:

Pl. Cas. 404. sit en el m anuscrito B2, en lugar de fit.


Pl. Am. 1000. cispellam en el ms. D, en lugar de aspellam.
Pl. Am. 510. fu stis en el ms. E, en lugar de si istis.

2) La no división de las palabras en determ inados m anuscritos (en p ar­


tic u la r los de escritu ra capital y m inúscula Carolina) propicia cortes erróneos
p or p a rte del copista a lo que coadyuva tam bién la confusión en tre letras.
En ocasiones, el e rro r propicia un in ten to de recom posición, ya que el
34 LA FILOLOGÍA LATINA

copista tiene un hum ano afán de que el texto sea, aunque erróneam ente, com ­
prensible. Así se explica:

Verg. B u c . 6,10. am or releget en el m an u scrito R en vez de am ore


leget. El falso corte ha favorecido la gem inación de la r, p ara d ar
un cierto sentido al texto.

3) Mala lectura de una abreviación. Es ésta una causa frecuente de e rro r


que resulta tam bién útil para la fijación de las épocas de redacción de los
m anuscritos m odelo o incluso de los arquetipos, dado que no todas las es­
critu ras tienen las m ism as abreviaciones.33
Una de las form as usuales que tienen los m anuscritos p ara indicar la p re­
sencia de abreviaciones es el uso de la tilde (trazo horizontal situado encim a
de las letras); el valor de esta tilde no es unívoco, sino que varía en depen­
dencia del contexto: así, caso de ir situado sobre la vocal e, tenem os dos
valores posibles, según la e aparezca aislada o constituya la letra final de una
palabra:
-é = -em. Es decir que la tilde equivale a -m.
e = est. Es decir que la tilde vale p o r -st.

E sta am bivalencia, unida a casos de cortes falsos de palabras, puede p ro p i­


ciar errores en la valoración de la tilde. Es el caso de:

Pl. Pseud. 1066. quid est, que en el m an u scrito D aparece abreviado


en quidé, lo que favorece la interp retació n quidem , que da el
ms. C.

4) D efectos del m odelo. Los defectos físicos del m odelo, ya sean aguje­
ros, desgarram ientos de hojas, etc., repercuten en las copias posteriores dan ­
do lugar a om isiones sustanciales en el texto; esto no suele suceder en las
copias inm ediatas, ya que es corriente que el copista señale la ausencia de
letras o palabras dejando un intervalo en blanco aju stad o a la m agnitud del
texto desaparecido; sin em bargo, en las sucesivas copias de esta p rim era co­
pia, los nuevos copistas, al ignorar las causas a las que se debe el espacio
en blanco o bien p o r considerarlo insanable, deciden p rescin d ir de su deli­
m itación con lo que toda la tradición p o sterio r va a ignorar necesariam ente
su existencia.

b. Defectos atribuibles al copista


E stos errores se pueden explicar psicológicam ente p o r lapsus en la atención
sostenida del copista, que lo m ism o pueden afectar a la lectu ra que a la escri­

33. Véase W. M. L indsay , Introduction à la critique des textes latins basée sur le
texte de Plaute. Paris 1898.
LA LABOR FILOLÓGICA 35

tura; es decir, puede darse el caso de una buena lectura del modelo y m ala
reproducción m ecánica, así como el de una m ala lectura y buena reproduc­
ción de la m ala lectura, lo que da, en últim a instancia, una reproducción
errónea. E stos erro re s los podem os clasificar a su vez en:

1) E rrores de pronunciación en el dictado interior. Es cosa sabida que


el am anuense al copiar realiza una especie de dictado in terio r que puede
pro p iciar la aparición de errores en el caso de grafías cuya pronunciación
haya variado en el tiem po.34 Es el caso del signo u (V) que a p a rtir del siglo i
empezó a pron u n ciarse [g] en lugar de [w ]; de esta form a el copista podía
leer uiuit com o f'p ip it], lo que podía determ in ar que en el m om ento de la
reproducción la m em oria fónica se im pusiera a la visual dando paso a una
lectu ra bibit.
Un in teresantísim o e rro r de este tipo es el que encontram os en el texto
de Q uintiliano VI,393, en una cita de D om itius Afer. Siguiendo una co n jetu ra
de H aupt las ediciones críticas dan la siguiente lectura:

pane et aqua uiuo.

Pero es el caso que todos los m anuscritos presentan la form a bibo. Uno, el
A m brosianus E 153; del siglo xi, nos da sin más esta lectura gram aticalm ente
insostenible:

pane et aqua bibo.

Pero otros, y esto es lo más curioso, tom ando como base esta form a errónea
in ten tan reorganizar la sintaxis de la frase ofreciéndonos:

panem et aquam bibo.

Quizás el caso m ás usual de erro res de este tipo sea el que afecta a las
confusiones en tre ae y e, al punto de ser corrientes incluso las ultracorrec-
ciones. Así,

Verg. G. 1,146. aegestas en el ms. A, en lugar de egestas.

2) O m isiones. La inm ensa m ayoría de errores p o r om isión en la copia se


dan en v irtu d del llam ado salto de igual a igual; es decir, que si en el texto
se dan dos series gráficas idénticas, el copista puede p asar insensiblem ente
de la p rim era a la segunda, om itiendo naturalm ente el texto inserto en tre las
dos series iguales así como una de éstas. Dichas series de grafías idénticas

34. A. Dain, op. cit. pp. 40-55.


36 LA FILOLOGÍA LATINA

pueden venir constituidas por letras, sílabas, p alabras e incluso versos o


líneas. Veamos algunos ejem plos:

Verg. Aen. 11,684. flam m as en el ms. P, en lugar de flam m a comas


que es el texto correcto.
Cic. de Or. 1,4. non satis en el ms. M, en lugar de non sane satis.
Pl. Mil. 850-851.
PA. hoc illi crebro capite sisteb a n t cadi.
LV. non hercle tam istoc ualide cassabant cadi.
Debido, sin duda, a la sem ejanza de los finales, el verso 851 apa­
rece om itido en el ms. A.

3) Transposiciones. Los cam bios en el orden de los elem entos pueden


afectar a letras, sílabas, palabras, versos o líneas. Un notable ejem plo de este
fenóm eno lo tenem os en

Pl. Ep. 288. nam telo non eque opus factost. E sta lectu ra la ofre­
cen todos los m anuscritos. Una acertad a co n jetu ra de Ussing in­
terp retó telo non como una inversión de te nolo, lo que perm itió
llegar a una lectura m ucho más cabal:

nam te nolo ñeque opus fa c to st.

En m uchas ocasiones las transposiciones no son propiam ente involunta­


rias sino lo que podríam os llam ar sem ivoluntarias. E ste fenóm eno se produce
cuando el copista detecta un erro r de om isión que acaba de su frir e in ten ta
subsanarlo copiando fuera de sitio la palab ra olvidada; esta transposición se
señala en el texto con dos ápices colocados sobre cada una de las palabras
afectadas por el fenómeno, a fin de que el lector p u eda proceder a la lectura
en el orden correcto.

Verg. Aen. X,94. nunc sera querellis.


El ms. A presenta querellis sera con los correspondientes ápices
indicativos de inversión.

P artiendo de esta últim a copia es m uy fácil la generalización de u n texto con


el orden alterado bien sea p o r olvido del nuevo copista, al no re stitu ir el
orden ni señalar los ápices, bien sea p o r su desconocim iento del significado
de estas m arcas. 4

4) Adiciones. Las adiciones involuntarias, a las que suele dárseles el nom ­


bre de ditografía, consisten en la repetición insensible de letras o sílabas en
el in te rio r de una palabra, o de p alabras en el cuerpo de un p árrafo o verso.
La explicación de este fenóm eno hay que cifrarla en una m era falta de aten­
ción que es norm al que se produzca en la reproducción de textos debido a la
diferente velocidad de la m ente y de la mano. Así p o r ejem plo:
LA LABOR FILOLÓGICA 37

Verg. Aen. 1,705. papares en el ms. M, en vez de la form a co rrecta


pares.
Verg. B . 8,85. Daphnin qualis qualis cum en el ms. M, en lugar de
Daphnin qualis cum.

5) Errores debidos a la influencia del contexto. Podem os distinguir en tre


contexto gráfico p o r un lado, y contexto cultural y m ental p o r el otro.
1. °) P or el contexto gráfico. El caso m ás sim ple, denom inado falsa rim a,
es aquél en que una p alab ra se ve atraíd a a una falsa concordancia, régim en
o coordinación con otra, dada su contigüidad física o su unidad significativa:

Verg. Aen. 11,56. Troiaque nunc staret, Priam ique arx alta maneres.
A esta le ctu ra el ms. M7 ofrece una v arian te m aneret, atraíd o sin
duda p o r la form ulación en tercera p erso n a del prim er hem is­
tiquio.

2. °) P or el contexto ideológico. La diferencia cu ltu ral en tre el copista


y el a u to r del texto, p articu la rm en te en el caso de m an u scrito s sin separación
verbal, propicia la aparición de cortes erróneos inducidos p o r la identifica­
ción p o r p arte del copista de térm inos corresp o n d ien tes a conceptos cu ltu ­
rales ajenos al au to r. En este cam po la influencia del cristianism o es n o ta­
bilísim a.

Verg. Aen. V,602. Troianum dicitur agm en aparece en el ms. M con


la ú ltim a p alab ra reproducida como am en.
Lo m ism o sucede en Petronio, Sat. 43. Sathana tibi irata sit curabo,
texto del ms. H, en lugar del Athana que la co n jetu ra de H einsius
ha restituido.

2.2.3.2. A l t e r a c io n e s v o l u n t a r ia s d el t e x t o

E ste tipo de erro res se debe a la inclusión de glosas o anotaciones m argina­


les en el cuerpo del texto, a alteraciones o supresiones de pasajes obscenos
o bien a las correcciones voluntarias del texto p o r no en ten d erse o entenderse
equivocadam ente.

Pl. Truc. 278. cum que ea noctem in stra m en tis pernoctare p erpetim
[ [ to ta m ].
El palim psesto am brosiano da perp etim y totam . En cam bio la
fam ilia p alatin a da el texto correcto sin la glosa totam .

Una vez resueltos todos los inconvenientes del texto, el filólogo p asará
a la fijación definitiva del m ism o, recurriendo a alguna de las teorías de
crítica textual.
38 LA FILOLOGÍA LATINA

2.2.4. Teorías de crítica textual

2.2.4.1. T e o r ía s t e m m á t ic a o g e n e a l ó g ic a

La te o ría stem m ática tal como la vem os conform ada actualm ente en su ver­
sión canónica es el resultado de la confluencia de los trab a jo s de tres auto­
res: Lachm ann, de quien ya hem os hablado, P. Maas,35 que perfeccionó, siste­
m atizó y difundió la teoría inicial de Lachm ann, y G. Pasquali,36 a quien se
debe la form ulación de unas norm as de buen sentido que han lim ado los
excesos a que la form ulación cuasi m atem ática de P. Maas p odría h ab er
conducido.
La innovación m ás im p o rtan te de la teoría stem m ática reside en h ab e r
construido todo un sistem a sobre la base del erro r; es decir, que las relacio­
nes en tre m anuscritos no se establecen en base a las coincidencias en las
buenas lecciones, sino a las coincidencias en los errores. Los erro res o varian­
tes que aparecen en los m anuscritos pueden ser de dos clases: significativos
y no significativos. P ara que un e rro r sea significativo tiene que se r de n atu ­
raleza tal que dos am anuenses p o r separado no puedan com eterlo a la vez.
P or supuesto que al m étodo sólo le im p o rta rá n los erro res significativos;
éstos, p o r su p arte, pueden ser tam bién de dos tipos: los conjuntivos, los
que establecen la existencia de u n a relación en tre dos m anuscritos en fren te
de terceros, y los separativos, los que establecen la no existencia de relación
en tre dos m anuscritos, al contener un m anuscrito erro res de los que está
exento el o tro y que no pueden se r debidos a la inadvertencia del copista.
E sta ú ltim a no es una división su stantiva sino funcional, dado que un e rro r
en sí m ism o no es ni una cosa ni la otra; dependerá p o r tan to de la circuns­
tancia la valoración en uno u o tro sentido. Así, p o r ejem plo, la presencia de
una laguna idéntica en dos o tre s m anuscrito s podem os decir que constituye
un e rro r conjuntivo que relaciona a los tres; en cam bio, la presencia de la
m ism a laguna en estos m anuscritos co n stitu irá un erro r separativo si la po­
nem os, en relación con otros m anuscritos que no la posean o que posean o tras
diferentes.
Supongam os que para un texto de determ inado a u to r tenem os una tra ­
dición com puesta p o r tres m anuscritos: A, B, C. La presencia en los tres
m anuscritos de una serie de errores conjuntivos nos llevará a afirm a r la exis­
tencia de una relación estrecha en tre los tres. Ahora bien, esta relación pu e­
de te n e r orientaciones diferentes,37 tal com o se puede ver en los esquem as
que siguen.

35. P. M aas, Textkritik. Leipzig-Berlin 1927.


36. G. P asquali, Storia della tradizione e critica del testo. Firenze 1952.
37. Damos un esquema básico en el que combinando la posición de las letras se pue­
den introducir las oportunas variantes.
LA LABOR FILOLÓGICA 39

Las m ayúsculas, com o es norm a usual, representan los m anuscritos conserva­


dos y, las letras griegas, los m anuscritos interm edios perdidos, cuya recons­
trucción se pretende.
Veamos, a continuación, cuáles son las razones que explican la diferente
orientación en cada uno de los esquem as. E n los tres prim eros casos, los tres
m anuscritos presen tan errores conjuntivos, pero p resentan tam bién erro res
separativos. E n el p rim e r caso, B presenta errores separativos respecto a A,
y C p resenta los m ism os erro res separativos que B con respecto a A, pero
contiene adem ás erro res separativos propios con respecto a B. En el caso 2.,
B y C p resentan erro re s separativos no coincidentes respecto a A. En el
caso 3., se dan erro res separativos de B respecto a A, y erro res separativos
de A respecto a C y de C respecto a A, lo que excluye una relación de de­
pendencia directa en tre ellos. E n el caso 4., ap a rte de erro res conjuntivos
se dan erro res separativos en los seis sentidos posibles. El caso 5., se produce
cuando se presentan erro res conjuntivos de B y C, y al m ism o tiem po e rro ­
res separativos conjuntos de B y C con respecto a A y de A con respecto a
B y C, así com o erro re s separativos de doble sentido en tre B y C. En la
eventualidad de que los erro res conjuntivos afectaran a A y C frente a B
y viceversa, el stem m a representado en 5. cam biaría a la form a rep resen ta­
da en 6.
40 LA FILOLOGÍA LATINA

6.

P B

A C

Sin em bargo, la base sería sustancialm ente la mism a.


Para el establecim iento de la dependencia en tre m anuscritos se pueden
utilizar adem ás de los errores otros factores internos como son las diferen­
cias en los títulos e ilustraciones, y tam bién factores externos al texto en sí,
como la calidad del m aterial o las características de la escritura.
En los ejem plos 1., 2. y 3. se da la circunstancia de que la tradición nos
ha legado m anuscritos que dependen directam ente de un ejem p lar an terio r
conservado; consecuentem ente, las copias posteriores en lo único que varia­
rán será en la inclusión de erro res que las distancien del modelo y en defini­
tiva tam bién del original; en estos casos se aplica la norm a de la elim inatio
codicum descriptorum . E sta norm a no equivale a decir que los mss. m ás
recientes sean siem pre los peores (recentiores non deteriores dice una de las
norm as de crítica textual de Pasquali), sino que hay que p roceder a la elim i­
natio de un ms. reciente sólo en aquellos casos en que poseem os el modelo.
Volviendo a los casos planteados, y dejando ap a rte el 1. y el 2., en los
dem ás la pretensión de la labor crítica es la reconstrucción del texto de los
ejem plares perdidos a, 0, y, en su caso. Ello se logra en base a las coinci­
dencias que adquieren un m ayor valor en cuanto aparecen en una de las dos
ram as diferentes. E n el ejem plo 5., será la coincidencia de B y C, o de B o C,
con A la que nos sum in istrará el texto de 0, y posteriorm ente, las coinciden^
cias de A con 0 nos perm itirán rem ontarn o s a a. En la cu a rta posibilidad el
texto de y vendrá determ inado por las coincidencias de dos de los m anus­
critos existentes fren te al tercero. En am bas eventualidades la v ariante ais­
lada, la tercera, se desprecia (elim inatio lectionum singuiarium ).
Im aginem os ah o ra que la tradición es m ás am plia y que está constituida
por dos ram as, u n a del tipo 4. y o tra del tipo 5. En tal circunstancia resul­
taría que en base al texto de a y de y, previam ente establecido, al rep re­
se n tar unos ejem plares perdidos, según hem os visto antes, sería perfecta­
m ente posible rem ontarnos a un m odelo anterior, que llam arem os w.
LA LABOR FILOLÓGICA 41

7.

r a

X Y Z A

B
A C

E ste ejem plar w sería el modelo m ás antiguo que se p odría rec o n stru ir a p a r­
tir de la tradición existente, o, dicho de o tra form a, el ejem p lar m ás cercano
al original; a este ejem plar se le da el nom bre de arq u etip o ; los otros ejem ­
plares reconstruidos y ubicados en tre el arquetip o y los ejem plares conser­
vados recibirán el nom bre de subarquetipos.
H asta aquí hem os ofrecido una exposición sum aria de la teoría stemmá-
tica en su versión más pura. Sin em bargo, esta teoría, tal com o ha puesto de
m anifiesto Pasquali, no logra su stra erse a ciertas dificultades. La principal
de ellas es que parte de la idea de una transm isión de los textos exclusiva­
m ente vertical sin considerar la posibilidad de que se den casos de contam i­
nación o lo que es lo m ism o de transm isión horizontal o transversal. Con
estas denom inaciones nos referim os a aquellas situaciones en que el am a­
nuense, al copiar un texto, incluye variantes procedentes de o tro s modelos
que tiene al lado. Cuando se p resentan estos condicionantes, tal como esque­
m atizam os seguidam ente:

8. 9.

Y p a P

X Y Z A

10.
T a

X Y B
42 LA FILOLOGÍA LATINA

los resultados de la aplicación estricta del m étodo stem m ático serán, como
mínimo, cuestionables. Cuando aparecen casos de códices m ixti, ejem plares
en cuya fabricación se han com parado diversos modelos, nos encontram os
con la llam ada tradición abierta.

2.2.4.2. La t e o r ía ec d ó tica de D o m Q u e n t in 38

La teoría ecdótica, pese a las reticencias con que ha sido acogida p o r p arte
de algunos investigadores,39 no deja de ser una innovación en el cam po de la
crítica textual, a p esar de que no llega a alterar ninguno de sus fundam entos.
La teoría de Dom Q uentin se refiere exclusivam ente a la recensio, ya que su
pretensión se centra en el establecim iento de la tradición de la form a más
m ecánica posible.
P ara entender perfectam ente el alcance de esta teoría se im pone una acla­
ración de principio: D. Q uentin distingue drásticam ente «m anuscrito» y «for­
m a del texto». P artiendo de esta división, poco im p o rta rá la h istoria y la cro­
nología de un m anuscrito frente a la historia y a la cronología de un texto
en él conservado. E n consecuencia, se podrá llegar, y de hecho se llega, al
trazado de stem m as en que un ms. m ás reciente se considere la fuente de
otro de datación anterior. E n sum a, lo que im p o rta es la cronología lógica
y no la real. Sentado este principio, D. Quentin procede a realizar com para­
ciones en tre grupos de tres m ss., intentando ver si alguno de ellos ocupa
la posición de interm ediario entre los otros dos. E sta circunstancia se d ará
siem pre que aparezca el «cero característico». La noción de cero caracterís­
tico descansa sobre una idea muy sim ple: si un ms. es interm ediario en tre
otros dos tendrá sem ejanzas con cada uno de ellos, pero éstos nunca conver­
gerán en contra de aquél. T anto si la posición interm edia viene rep resen ta­
da por

A como p o r B
/ \
/ \
B C A

lo norm al es que en ningún caso haya coincidencias de B y C frente a A.

38. D. Q uentin , «Mémoire sur l'etablissement du texte de la Vulgate». Collectanea


Biblica Latina VI, 1922; y Essais de Critique textuelle. Paris 1926.
39. Véase A. D a in , op. cit. pp. 177-178.
LA LABOR FILOLÓGICA 43

Al establecer la com paración entre los tres mss. del grupo se pueden
obtener los siguientes resultados:

A y B coinciden frente a C en n ocasiones (AB/C = n¡).


A y C coinciden frente a B en n ocasiones (AC/B = nj).
B y C coinciden frente a A en 0 ocasiones (BC/A — 0).

La tercera de estas posibilidades es la que recoge la aparición del llam ado


cero característico. Como resulta que este cero aparace en la oposición en tre
BC y A, será A el ms. interm ediario entre B y C, por la razón lógica antes
m encionada. E ntonces tendrem os una cadena de la form a

B ------------ A ------------ C

pero sin ninguna orientación de sentido, ya que el modelo prim ero puede ser
lo m ism o B que C; por ello la cadena an terio r se puede rep resen tar perfec­
tam ente como

C ------------A ------------- B

El sentido de la orientación dependerá de ulteriores observaciones.


En el supuesto de que en la com paración no aparezca ningún cero:

AB/C = nt
AC/B = n}
BC/A = nk

tal ausencia significará que ningún ms. es interm ediario entre los dem ás y,
por tanto, que los tres necesitan de un cuarto como interm ediario, cuya
identidad revelarán las dem ás com paraciones:

C
44 LA FILOLOGÍA LATINA

Si en lugar de un cero, aparecen dos o tres, tendrem os el indicio de que


dos o los tres mss. respectivam ente son idénticos. Pero siendo com o es su­
m am ente extraño que com parando mss. diferentes resu lte que son iguales,
todo nos lleva a considerar éste como uno de los pu n to s débiles de la teoría
ecdótica; observación corroborada por la com paración p u n tu al de estos mss.
supuestam ente idénticos que dem uestra su no identidad. E sta anom alía se
debe a que en las com paraciones en grupos de tres no se pueden to m a r en
consideración los casos en que los tres mss. tienen lecturas diferentes ni tam ­
poco las no coincidencias debidas a la existencia de lagunas.
Volviendo al desarrollo central de lá ecdótica, una vez com parados tres
a tres todos los mss., y detectados los interm ediarios correspondientes, se reú ­
nen y coordinan todos los esquem as hasta trazar la figura rep resen tativ a de
las relaciones entre todos los m ss.40

2.2.5. V ocabulario básico de crítica textual

A bierta (recensio): Es aquella recensio en que las lectu ras del arq u etip o no
se pueden fija r m ecánicam ente m ediante la constatación de la coinciden­
cia de lecciones en ciertos apógrafos, sino que se determ ina solam ente p or
el iudicium, escogiendo sobre la base de criterios, especialm ente internos,
entre varias lecturas cuya dependencia m utua no haya sido posible fija r
en base al criterio genealógico externo.
Antígrafo: M anuscrito utilizado como modelo p ara la copia.
Apógrafo: Copia del autógrafo realizada en vida del a u to r y bajo su dirección.
También se le da esta denom inación al m anuscrito resu ltan te de un
proceso de copia, en contraposición al copiado (antígrafo).
A rquetipo: Térm ino acuñado por E rasm o de R o tterd am y resucitado por
Lachmann en su sentido actual. El arquetipo es el m anuscrito h ip o téti­
cam ente considerado como fuente com ún de toda la tradición m an u s­
crita llegada h asta nosotros. Caso de h ab er varias tradiciones h ab rá
tam bién varios arquetipos. La época de los arq u etip o s se sitúa, p ara los
autores clásicos de obras muy divulgadas, en tre los años 100 y 450 d. C.

40. Una variante del método quentiniano aparece expuesta en el libro de A. 'Dearing,
A manual of textual Analysis. Berkeley 1959.
El método ecdótico tiene la ventaja sobre otros de adaptarse con cierta facilidad a los
procesos de automatización de la crítica textual. Puede verse al respecto: J. F roger, La
critique des textes et son automatisation. Paris 1968; G. P. Za r r i ,* «L’automazione delle
procedure di critica testuale, problemi e prospettive». Lingua e stile 6, 1971, pp. 397-414;
G. P. Zarri, «Une étude quentinienne sur tradition manuscrite de la Copan. Revue 1,
1974, 1-16; G. P. Za rri , «Une méthode de dérivation quentinienne pour la constitution
semi-automatique de généalogies de manuscrits: premier bilan». En La pratique des
ordinateurs dans la critique des textes. Colloques du CNRS n.° 579, Paris 1979, pp. 121-141.
LA LABOR FILOLÓGICA 45

Autógrafo: V. original.
Breuior Iectio potior: N orm a de crítica textual que, dadas dos lecturas d e'
diferente m agnitud, opta por la m ás breve al considerar la o tra sospe­
chosa de interpolación.
Cerrada (recensio): Es la recensio que perm ite fijar de m anera au to m ática
las lecturas del arquetipo m ediante la constatación de las coincidencias
de los m anuscritos y sin intervención del iudicium .
Codex míxtus: Es aquel códice en cuya elaboración el escriba se ha servido
de varios modelos; es decir, es un ejem p lar contam inado respecto a la
transm isión vertical.
Codex optimus: Tam bién conocida com o la norm a del m ejor m anuscrito. Es
una norm a de crítica textual precientífica, todavía no caída to talm en te
en desuso, consistente en valorar un m anuscrito p or encim a de los de­
más, tom ándolo como base de lecturas, en p articu lar, y de ediciones,
en general. E ste sistem a es de frecuente uso en tre los rom anistas. En
favor del m ism o se esgrim e al argum ento de que así se reproduce un
texto tal como alguna vez fue leído y ejerció una influencia, y no un tex­
to producto de una depuración que en trañ a el riesgo de ser una ente-
lequia.
Codicología: Ciencia hum anística cuyo objeto es el estudio de los códices en
sí m ism os; se excluye expresam ente de su cam po de atención la escri­
tu ra, cuyo estudio com pete a la paleografía.
Collatio: Técnica de crítica textual integrada en la etapa de la recensio, con­
sistente en la com paración de m anuscritos y en el registro de las va­
riantes.
Coniunctiui (errores): Son errores significativos que a priori no pueden d a r­
se de form a independiente en dos o m ás m anuscritos. Por tanto, su
existencia en u na serie de m anuscritos im plica la existencia de un p a­
rentesco en tre los mismos.
Conjetura: Es la pro p u esta de alteración del texto transm itido p o r los m a­
nuscritos que hace un ed ito r en base a la incoherencia o corrupción de
dicho texto, sirviéndose, únicam ente, de su buen sentido filológico. Se
conoce tam bién como em endatio ope ingenii, diuinatio o inuentio.
Contaminación: V. horizontal ( transm isión).
Difficilior: V. Iectio.
Difficilior Iectio potior: Dado el supuesto de que el editor se en cuentre con
dos lecturas igualm ente aceptables p o r su sentido y p o r co n co rd ar p e r­
fectam ente con el uso lingüístico de su autor, esta norm a establece que
debe o p ta r p o r la que conlleve una m ayor dificultad in terp retativ a. Su
46 LA FILOLOGÍA LATINA

fundam ento se cifra en c o n tra rre sta r la tendencia de los copistas a


su stitu ir las form as no com prensibles a prim era vista p o r o tras m ás
asequibles.
D iuinatio: V. conjetura.
E cdótica (m étodo ecdótico): M étodo de crítica textual ideado p o r el m onje
benedictino Dom Quentin. V. p. 42.
E ditio: Edición. Texto propuesto por el ed ito r com o el más cercano al o ri­
ginal.
E ditio princeps: Es la prim era edición im presa de la(s) o b ra(s) de un autor.
Como sea que la aparición de la im p ren ta en Occidente se produce en
1455 —im presión de la Biblia N azarina p o r J. G utenberg— todas las edi-
tiones principes serán posteriores a esta fecha. V. textus receptus.
E ditio uulgata: V. textu s receptus.
E ditor: Filólogo encargado del establecim iento de un texto (editio).
E lim inatio codicum descriptorum : N orm a de crítica textual, afecta a la etap a
de la recensio, p o r la que se dictam ina que no se deben tener en cuenta
los m anuscritos derivados directam ente de otros m anuscritos todavía
existentes, ya que todas las variaciones del m anuscrito más reciente se
encuentran ya en su modelo o bien, en caso contrario, se deben a erro res
producidos en esta últim a copia.
E sta norm a puede inducir a confusión, caso de ser mal in terp retad a;
en efecto, no indica que todos los m anuscritos recientes tengan que ob­
viarse, sino sólo aquellos que tienen un antecedente claro y real. V. recen-
tiores non deteriores.
E lim inatio lectionum singularium : Cuando de un m ism o modelo (su b arq u e­
tipo) dependen directam ente tres o m ás m anuscritos, si se da el caso
de que dos (o m ás) de ellos coincidan en una lectura, frente al o tro (u
otros) que presen tan una lectura divergente (y, caso de ser varios, no
coincidentes en tre sí), esta lectura del m anuscrito debe ser despreciada,
para la confección de la genealogía. Pero se puede d ar el caso de que
sea precisam ente la buena, bien po r proceder de una transm isión h o ri­
zontal, bien p o rque el escribiente ha enm endado el texto con acierto.
E m endatio: E tapa del proceso de crítica textual inm ediatam ente p o sterio r
a la recensio. Su finalidad es la fijación del original prim itivo a base de
sanar las lecturas corrom pidas, su p rim ir las interpolaciones y rellenar
las lagunas.
E rro r: V. ( errores) coniunctiui, separatiui, significatiui.
Exam inatio: Es el análisis del m anuscrito p o r p arte del editor. Dicho análisis
lleva aparejada la decisión sobre su auten ticid ad , tanto en lo que se re­
LA LABOR FILOLÓGICA 47

fiere al conjunto, como en lo que se refiere a todas y cada una de sus


lecturas. La sanción de no originalidad da paso a la emendatio.
A p a rtir de la creación de la codicología la exam inado ha pasado a
fo rm ar parte de esta nueva ciencia, al menos en lo que hace referencia
al m anuscrito en sí.
Facilior: V. lectio.
Familia: Concepto poco preciso. Se aplica al conjunto de m anuscritos depen­
dientes de un m ism o modelo.
Glosa: Anotación interlineal o m arginal al texto de un m anuscrito con la fina­
lidad de am pliar, explicar o aclarar frases o palabras del texto. En oca­
siones, al copiarse los m anuscritos que las contienen, estas glosas se
in co ip o ran al cuerpo del nuevo texto dando lugar a las llam adas inter­
polaciones.
H orizontal (transm isión): Responde tam bién al nom bre de contam inado. E ste
tipo de transm isión se produce cuando el escriba al copiar un códice
introduce elem entos sacados de m anuscritos distintos del modelo. El
nom bre de horizontal debe entenderse en oposición a vertical y tom a
todo su sentido si se imagina un stem m a como

B D

donde la utilización de A, en el sentido antes indicado, p or el copista de


C, se visualiza horizontalm ente, en tanto que la transm isión de ¡3 a B
sería visualm ente vertical. De idéntica form a, si el copista de B tom a
elem entos de a nos encontram os con la transm isión transversal.
Incunables: Dícese de todas las ediciones im presas desde la invención de la
im p ren ta hasta el año 1500 inclusive.
Interpolación. (M anuscrito) interpolado: La interpolación consiste en la adi­
ción al texto de un m anuscrito de elem entos originariam ente ajenos a él.
La interpolación puede ser voluntaria, cuando el copista incorpora al
texto elem entos nuevos con algún afán ilustrativo, o bien con intención
de d istorsionar el texto. Las interpolaciones involuntarias se producen
cuando el copista incorpora al texto las glosas m arginales.
48 LA FIÍ*0LOGÍA LATINA

Inuentio: V. conjetura.
Iudicium : Criterio del editor, debidam ente fundado en razones internas ( usus
scribendi, difjicilior lectio potior), que lo lleva a escoger en tre varias lec­
turas posibles.
Lectio: Lección o lectura. Cada una de las variantes que ofrecen los m anus­
critos a juicio de los editores.
Lectio facilior, difficilior: Térm inos usados en crítica textual para distinguir
las lecturas de más fácil inserción en el contexto de aquellas o tras cuya
inserción ocasiona mayores dificultades de interpretación.
M étodo ecdótico: V. ecdótica.
M étodo stem m ático: Es el m étodo clásico de crítica textual. Tam bién llam ado
m étodo Lachm anniano (a p a rtir del nom bre de su form ulador) ha sido
objeto de reform ulaciones y m ejoras p o r p arte de P. Maas y G. Pasquali.
V. p. 38.
O riginal: Se conoce con este nom bre el ejem p lar m anuscrito salido de la
m ano del autor.
Paleografía: Ciencia hum anística que tiene por o b jeto el estudio de las es­
critu ras antiguas.
P rearquetipo: Térm ino relativo, como su nom bre indica, usado p ara referirse
a los m anuscritos anteriores al arquetipo, al texto de los cuales ha sido
posible rem ontarse a p a rtir de testim onios indirectos o del hallazgo de
papiros.
P rototipo: Térm ino de uso muy restringido cuya im plantación se debe a Dain.
Designa los m anuscritos, norm alm ente existentes, salidos directa o indi­
rectam ente de ejem plares transliterad o s, y que constituyen el modelo de
cada uno de los ram ales de n u estra tradición, tanto si han tenido des­
cendencia como si no la han tenido. Constituyen la base de los estudios
y de las ediciones, ya que los ejem plares an terio res a ellos son escasos.
Pueden d atarse entre 800 y 1250.
Recensio: Es la prim era fase del proceso de crítica textual. Su finalidad es,
en prim er lugar, la recolección y lectura del m aterial textual transm itido,
y, a través de ello, la confrontación de m anuscritos (colla d o ), fijación de
sus relaciones de parentesco, con el consiguiente trazado del stem m a
codicum y la elim inatio codicum descriptorum . V. abierta, cerrada.
Tam bién se utiliza el térm ino p ara referirse al trab a jo de revisión
de una obra realizado p o r un antiguo gram ático o erudito.
Recentiores non deteriores: N orm a de crítica textual que tiene com o finali-
lidad salir al paso de una tendencia, usual h asta el siglo xx en crítica
textual, consistente en in fravalorar los m anuscritos m ás m odernos y
LA LABOR FILOLÓGICA 49

sobrevalorar los antiguos. El lím ite exacto de esta norm a viene dado por
la aplicación de o tra: la elim inatio codicum descriptorum .
S eparatiui (errores): Son erro re s significativos, cuya presencia en unos m a­
nuscritos y ausencia en otro s determ ina, o bien la existencia de algún
m anuscrito interm edio en tre ellos, o bien la pertenencia a ram as d istin­
tas de la tradición.
Significatiui (errores): Son aquellos que a priori no pueden darse de form a
independiente en dos o m ás m anu scrito s.’ Y, consecuentem ente, deben
tom arse en consideración p ara establecer las relaciones de parentesco
entre m anuscritos. Pueden ser coniunctiui y separatiui. V. estos térm inos.
Stem m a codicum : Una de las m isiones de la crítica textual es el estableci­
m iento de las relaciones que tienen entre sí los m anuscritos conservados,
con la vista p uesta en la reconstrucción del texto del m anuscrito perdi­
do que está, supuestam ente, en la base de todos ellos. E stas relaciones
se represen tan gráficam ente en la form a de un árbol genealógico inver­
tido al que se le da el nom bre de stem m a codicum .
S ubarquetipo: La caracterización del arquetipo, com o el m anuscrito del que
depende la p rim era ram ificación, lleva im plícita en sí la posibilidad de
que esta ram ificación se m ultiplique, lo que hace necesaria la presencia
de un térm ino adecuado p ara denom inar a los m anuscritos que, depen­
dientes m ediata o inm ediatam ente del arquetipo, han dado lugar a la
form ación de fam ilias; este térm ino es el de su b arq u etip o o hiparque-
tipo. Así, dado el stem m a

A B C D E

a sería el arquetipo, y (3 y y los subarquetipos.


Subscriptio: N ota añadida p o r el am anuense o copista al final de su trab ajo .
E sta nota puede co n star de los siguientes elem entos: nom bre del am a­
nuense, del revisor, del dueño del m anuscrito, fecha de finalización del
trab ajo , lugar de actividad y circunstancias de la revisión.
50 LA FILOLOGÍA LATINA

En ocasiones, estas notas se copian de m anuscrito en m anuscrito, de


form a que pueden no corresponder al m anuscrito en que se encuentran.
Tabula genealogica: D enominación que J. A. Bengel dio a lo que luego se
ha llam ado sistem áticam ente stem m a codicum .
Textus receptus: La invención de la im pren ta en 1455, ap a rte de aseg u rar
el futuro de los textos, significó tam bién la entronización del p rim e r tex­
to editado. E ste texto, que no era o tra cosa que la transcripción en ca­
racteres de im prenta de un m anuscrito hum anístico cualquiera, adquirió,
en virtud del poder mágico de la le tra im presa, una n aturaleza casi sa­
grada. E ste texto se fue transm itiendo de m anera sucesiva con variacio­
nes m ínim as, y su propia fuerza de inercia lo fue preservando de alte­
raciones. A este texto se le conoce con el nom bre de textus receptus o
tam bién editio uulgata.
Tradición: C onjunto de m ateriales que se pueden utilizar en la restitu ció n
de una obra a su form a original. V. p. 13 y ss.
T ransliterado (m anuscrito): M anuscrito copiado en un tipo de letra diferente
de la del modelo.
T ransm isión: V. horizontal, vertical.
T ransversal (transm isión): V. horizontal.
V ertical (transm isión): Es aquella transm isión realizada a través de la copia
directa de un m anuscrito. Sea el stem m a

A B C

La transm isión de A, B y C, con respecto a a, p y y respectivam ente, es


una transm isión vertical. Cf. horizontal.
Vetus (editio): Dícese de las versiones p rejero n im ian as de la Biblia.
Vsus scribendi: N orm a de crítica textual, in serta d en tro del grupo de las
llam adas internas, consistente en defender una u o tra lectura en base
a las peculiaridades o características del escritor.
EL RESULTADO 51

Vulgata (editio): V. texíus receptus.


Asimismo se llam a específicam ente Vulgata la edición de la Biblia reali­
zada o revisada p o r S. Jerónim o.

2.3. E L RESU LTA D O : LA E D IC IÓ N CRÍTICA

2.3.1. Definición

Al h ab lar del resultado de toda la labor de fijación textual, que debe ser la
edición crítica, conviene p rec isar de antem ano un concepto nuevo e im por­
tante, pues, de lo contrario, se pueden propiciar confusiones lam entables; nos
estam os refiriendo al concepto de editor. D entro del contexto de la crítica
textual, h ab lar de ed ito r equivale a hablar del erudito que ha p reparado o
dispuesto la edición o lo que es lo mismo del responsable del contenido.
S entada esta prem isa, podem os definir la edición crítica como aquella
que, en opinión de su editor, ofrezca el texto más cercano posible al original,
con indicación de las variantes sustancialm ente im portantes.

2.3.2. Características

Desde o tra perspectiva, es tam bién posible decir que la definición de lo que
es una edición crítica pasa a través de la descripción de las características
que debe reu n ir una edición p ara hacerse acreedora a este nom bre. Son tres
los elem entos que deben e sta r presentes en toda edición crítica: la introduc­
ción o Praefatio, el texto, el ap a rato crítico.

2.3.2.I. La in t r o d u c c ió n

Es una p arte im portantísim a en toda edición crítica, puesto que en ella se


dan las p au tas y claves que facilitarán una correcta interpretació n del texto.
Antaño, era norm a que se red a cta ra n en latín, sin em bargo, últim am ente, se
perm ite que su redacción se haga en una lengua m oderna, al tiem po que va
ganando tam bién en extensión.
La introducción consta básicam ente de dos partes: un a prim era, de ca­
rác ter m ás general, en la que se detallan una biografía del au to r y un estudio
de su obra; am bos aspectos suelen estar orientados a facilitar la in terp reta­
ción del texto y, por tanto, se atiende a las circunstancias que influyeron y
propiciaron la gestación de la obra, acom pañadas de un estudio de las fuen­
52 LA FILOLOGÍA LATINA

tes y un estudio de las secuelas literarias de la o bra (en ocasiones, este as­
pecto se reduce al influjo en la zona cu ltu ral a la que pertenece el editor).
Ü ltim am ente se va imponiendo la tendencia a acab ar esta parte, o bien la
introducción en general, con una relación de las ediciones anteriores de cierta
im portancia, acom pañada de una reseña bibliográfica que abarque los p rin ­
cipales estudios acerca del autor y, p articu larm en te, acerca del texto de la
obra, así como también, en ocasiones, de una lista de las m ejores trad u c­
ciones, especialm ente a la lengua en que está redactada la introducción.
E sta prim era parte, aun siendo muy im portante, es la menos necesaria,
por lo menos en el aspecto form al, para la com prensión de la obra, lo que
explica que m uchísim as de las ediciones menos m odernas carezcan de ella.
Desde el punto de vista literario, estas introducciones frecuentem ente consti­
tuyen auténticas piezas m aestras de in terp retació n ; podría decirse que la
sum a de estas prim eras partes de la introducción, en la línea de las que ofre­
ce, por.ejem plo, la Collection des U niversités de Franee (Budé), podría cons­
titu ir la base de un excelente m anual un iversitario de literatu ra.
La segunda parte de la introducción es, sin duda, la m ás in teresan te des­
de el punto de vista filológico; contiene, an te todo, lo que se ha dado en
llam ar la historia del texto; es decir, un a relación de los m anuscritos que
contienen el texto objeto de la edición, con indicación de los avatares por los
que ha pasado cada uno de ellos: datación, características físicas del m a­
nuscrito, tipo de letra, estado de conservación, correcciones sufridas, propie­
tarios que ha tenido, traslados que haya experim entado, etc., y, por supuesto,
su código de identificación, que, caso de h ab er sufrido el m anuscrito un cam ­
bio de ubicación en época reciente, puede ser doble, al indicarse el código
de identificación anterior y el actual. Hay que incluir tam bién las noticias
que se tengan de m anuscritos perdidos, de las recensiones o ediciones an ti­
guas y de los lugares donde eran leídos en la E dad Media. Es im portantísim o
el estudio de las relaciones de los m anuscritos en tre sí; relación en la que el
editor pone siem pre especial cuidado, p o r las repercusiones que tiene en
la fijación del texto. E sta relación en tre m anuscritos suele representarse,
cuando ha lugar a ello, en form a de stem m a codicum o diagram a arbóreo de
la relación dependencial entre los códices. Veamos un ejem plo b astan te com ­
plejo, el stem m a de T. Livio según R. M. Ogilvie en la edición de Oxford
de 1974, que reproducim os en la página siguiente.
Vamos a tra ta r de explicarlo: toda la tradición de Livio depende de m a­
nera muy principal de la revisión y corrección realizada alrededor del año 400
de n u estra era por el círculo de Símaco. El resultado de esta recensio es N
(consensus codicum Sym m achianorum ), de quien depende toda la tradición
posterior. Independientes de esta revisión tenem os dos testim onios: $ (Papy-
rus O xyrhynchus XI, 1379, siglo iv), que contiene fragm entos del libro I, y V
(Codex Veronensis, del siglo v) con fragm entos de los libros III y IV. De la
recensio sim aquiana derivarían dos fam ilias la p y la A, dividida ésta a su
vez en dos, la tu y la X. La prim era, la p, integrada por M (Codex M ediceus,
del siglo x) y Vorm (Codex Vorm atensis, siglo ix), códice perdido, que cono­
cemos por los extractos que hizo de él Beato Renano en la segunda edición
EL RESULTADO 53

E jem p lo de stem m a codicum de T ito Livio, según R. M. O gilvie (O xford, 1974).

F robeiana publicada en Basilea en 1535. De un códice indeterm inado de esta


fam ilia tom ó P etrarca —en opinión de Ogilvie— las correcciones que in tro ­
dujo en su revisión del Codex A gnensis ((A2), siglo x m ). Por su p arte, la cla­
se ti de la fam ilia A la constituyen los códices U (Codex U psaliensis, siglo x),
P (Codex Parisiensis, siglo x), E (Codex E insiedlensis, siglo x), que contienen
algunas lecturas sacadas de la clase X, y O (Codex O xoniensis, siglo xi), que
deriva de un ejem plar cercano a E, que tam bién contenía lectu ras proceden­
tes de X. A su vez, la clase X de A la integran K (fragm entos hallados en la
B iblioteca Real de Copenhague, siglo ix), H (Codex H arleianus, siglo x), y W
(bifolium hallado en el archivo de la ciudad de Hesse, siglo xi).
H asta aquí lo que dice el s te m m a ; sin em bargo, la trad ició n de Livio es
m ucho m ás am plia y no se detiene ahí, pero el ed ito r prescinde de los códi­
ces no señalados po r p ensar que en ellos no hay ninguna variante que no
esté ya en los citados m ás arrib a.
54 LA FILOLOGÍA LATINA

La elaboración del stem m a ha llegado a co n stitu ir una especie de reto


p ara todo editor, h asta el punto de que en ocasiones ha pasado a convertirse
casi en un fin en sí mismo, cuando la realidad im pone en la m ayoría de los
casos una prudencia extrem a en este aspecto; y es preciso no olvidar en nin­
gún m om ento que el stem m a no es o tra cosa que un procedim iento gráfico
que perm ite una m ás fácil visualización de la realidad.
E sta segunda p a rte de la introducción se cierra con el ap artad o de siglas
{sigla), en el que se recoge una relación escueta de los m anuscritos utilizados
en la fijación del texto, con indicación de su cronología; caso de que el m a­
n uscrito no contenga toda la obra, se pueden indicar tam bién los p árrafo s
o versos que contiene el m anuscrito en cuestión; y, por supuesto, la letra (ini­
cial de su nom bre, por lo general) por la que va a ser citado en lo sucesivo.
En la m edida de lo posible se utilizan caracteres latinos en m ayúsculas, pero,
en caso de necesidad, se recurre tam bién a las m inúsculas. Por ejem plo:

L = Codex Lugdunensis n.607. saec.VI-VII, lib.I-V.


1 = Codex Lugdunensis n.606. saec.IX, lib.I (in.) et VI-XIV.

Asimismo en este ap artad o se puede re c u rrir a englobar los m anuscritos p e r­


tenecientes a una m ism a familia, según el estudio efectuado por el editor,
bajo una sigla, que norm alm ente es una le tra del alfabeto griego. Ello sin
perjuicio de que pueda aducirse, siem pre que sea necesario, el testim onio
p articu la r de un m anuscrito integrante de la familia. Por tanto, estas siglas
referidas a una fam ilia de mss. sólo podrán u sarse en aquellos casos en que
exista coincidencia en tre todos los m anuscritos que la integran. Cf. la expli­
cación del stem m a p. 40 y ss.
A continuación de los m anuscritos se citan tam bién, con sus co rresp o n ­
dientes abreviaturas, las p rim eras ediciones, caso de que sean im p o rtan tes
p ara la fijación del texto. Por ejem plo:

Aid = E ditio Aldina, V enetiae 1518.


Deben relacionarse tam bién las siglas de las ediciones m odernas conside­
rad as como clásicas, ya sea por la relevancia de sus au to res, o porque conten­
gan una aportación filológica sustancialm ente im p o rtan te p ara la fijación del
texto. Por ejem plo:
B ü = B üchleriana editio, 1862.
F inalm ente se incluyen las convenciones a utilizar en el ap a rato crítico,
siem pre que no form en p arte del caudal usual de abreviaturas.

2.3.2.2. El texto

C onstituye la p ro p u esta en firm e del editor de lo que, a su juicio, es el texto


m ás cercano al original, de acuerdo con los m edios de que dispone. E ste
EL RESULTADO 55

texto se p resen ta num erado por versos (cada cinco) si se trata de una obra
en verso, y en capítulos y parágrafos, si la ob ra es en prosa. Para los ca­
pítulos suele utilizarse num eración rom ana, y árabe para los parágrafos;
aunque en este aspecto la norm ativa es más bien elástica, pues no son ex­
trañas las ediciones que utilizan num eración árabe tanto en capítulos como
en parágrafos. Asimismo, en las obras en prosa las líneas (partiendo del
inicio de página, de capítulo o de párrafo) se enum eran de cinco en cinco.
C entrándonos en el verso hay que considerar algunos aspectos im por­
tantes. Es norm a general que la num eración usada se corresponda con la de
alguna edición a n te rio r im portante, por referencia a la cual se puedan esta­
blecer las variaciones en el orden de los versos. Por otra p arte, hay que
p re sta r m ucha atención al hecho de que se pueden d ar notables diferencias
en la num eración de una edición a otra; cosa que se puede deber y se debe,
p articu larm ente en el caso de las com edias de Plauto o Terencio, al hecho
de que hay au tores que num eran prescindiendo del prólogo, en tanto que
otros lo tienen en cuenta. Considerem os otro caso: un editor cree aconseja­
ble in tro d u cir una serie de cam bios de orden respecto a la edición cuya nu­
m eración se tom a po r referencia. Su form a de proceder será la siguiente:
colocará los versos en el orden que él crea que deben estar, pero a su iz­
quierda situ ará el núm ero que tenían en la edición referenciada y no el
núm ero que lógicam ente les correspondería por su nueva situación. Por
ejem plo, en la edición del Curculio de Plauto a cargo de Lindsay, publicada
en la colección de Oxford, leemos:

30 sem per curato ne sis intestabilis.


32 PH. quid istuc est uerbi? PA. caute ut incedas uia:
31 quod am as am ato testibus praesentibus.

En otros casos puede que se trate de reintroducir en el cuerpo de la obra


versos considerados norm alm ente como espurios o bien de desdoblar un ver­
so en dos; en tales casos se asigna al verso reintroducido o recreado el núm e­
ro correspondiente al verso que lo va a preceder seguido de un exponente
alfabético. P or ejem plo, citem os los versos correspondientes a Bacchides tam ­
bién de Plauto, en la m ism a edición del propio Lindsay:

630 PI. heiia, bonum habe anim um . MN. unde habeam?


630a m ortuo ’ p lu r i' pretist quam ego su m .
PI. m ilitis parasitu ' m odo.
631a uenerat aurum petere hiñe.

Caso de que no sea uno solo el verso reintroducido, sino varios, entonces se
recu rre a sucesivos exponentes alfabéticos, b, c, etc.
T am bién se da el caso contrario, que el editor piense que es necesario
u n ir dos versos en uno solo; en tal caso, se unen los dos versos y a su izquier­
da se señala la doble num eración, con independencia de que se corresponda
56 LA FILOLOGÍA LATINA

con la num eración de cada cinco. Por ejem plo, en la m ism a edición ya citada
de Bacchides encontram os:
724-725 CH. euax, nim i ’ bellus atque ut esse m axtim e optabam
[locas.

De esta m anera la filología clásica, por lo menos respecto a las obras de


im portancia, dispone de un procedim iento universal de citación. Así Verg.
Aen. 4, 208 hace referencia al m ism o verso sea cual sea la edición.
En el interior de lo que constituye el texto en sí mismo, tanto si es
prosa como si es verso, aparecen una serie de signos críticos, pocos, pero
muy im portantes, que hay que tener muy en cuenta. Son básicam ente los
siguientes:

< > Paréntesis angulares. En su interio r se colocan aquellos elem entos


añadidos al texto por el editor, tan to si responden a co n jetu ra suya,
o a la asunción de una co n jetu ra p ro p u esta p o r otro editor. Vea­
mos un ejem plo en la edición del Satiricón de Petronio a cargo
de M. C. Díaz y Díaz, edit. Alma M ater.

40. N ecdum sciebam us < q u o > m iíterem u s suspiciones riostras...


donde se recoge una adición de M entelius.
[ ] Paréntesis cuadrados. Se insertan en tre ellos aquellas p artes de
texto que se supone que son interpolaciones posteriores al au to r,
pero que el editor no se atreve a ex traer del texto p or las causas
que fueren. De ejem plo nos servirá el siguiente pasaje de Livio en
la edición de Oxford a cargo de R. S. Conway y C. F. W alters:
1,5. Iam tum in Palatio [m onte] Lupercal hoc fuisse ludicrum
ferunt.

Conviene advertir que en las ediciones de textos rom ánicos o de


lenguas m odernas estas dos clases de p arén tesis son usadas con
valor invertido: < > para interpolaciones y [ ] para adiciones.41
Hay ediciones en que los signos an terio res no se usan si no
es en unidades iguales o superiores a la palabra. En tan to que, en
las adiciones o cam bio de grafem as, se recu rre a cam bios tipográ­
ficos. Tal es el caso de la colección Budé. Por ejem plo, el verso VI,
514 de la edición de Silio Itálico de P. Miniconi y G. Devallet:
Tum itero infelix, m en tem furiata dolore.
Donde tenem os las form as uero y m en tem en lugar de uere y m en te
que dan los m anuscritos.

41. Cf. A. B lecua, Manual de crítica textual. Madrid 1983, pp. 144-145.
EL RESULTADO 57

*** A steriscos en núm ero indeterm inado. O bien,


. . . T res puntos suspensivos, en m edio dei texto, son señal de la exis­
tencia de una laguna.
<***> Los asteriscos o los tres p untos suspensivos van insertos en tre
< . . .> p aréntesis angulares; se quiere señalar que la laguna no viene
tran sm itid a po r el com ún de la tradición m anuscrita, de m an era
que, o es una propuesta del editor, o bien éste asum e la p ro p u esta
de o tro ed ito r anterior.
ft Cruces. Señalan aquellos pasajes corrom pidos y que el ed ito r se ve
incapaz de san ar de una m anera satisfactoria. El pasaje co rro m p i­
do se coloca entre las dos crucecitas. P or ejem plo, la m ism a edi­
ción de Plauto, de Lindsay:
A m ph. 884. ea quae sunt facía -|- infectare est at f clam itat.
Con estos signos, una o m ás b a rra s verticales, se pueden recoger
las correspondencias de página o de folio con alguna edición an te­
rio r notable o con algún m anuscrito especialm ente significativo.

2.3.2.3. El a pa r a t o c r ít ic o

Constituye el elem ento im prescindible de toda edición crítica al ser el pu n to


de confluencia de la labor de crítica textual realizada p o r el filólogo. Se
sitúa en la p a rte inferior de cada página, separado convenientem ente del tex­
to. Existen ediciones en que el aparato crítico se coloca en form a de apén­
dice al com ienzo o al final de la obra.
Un ap arato crítico com pleto consta de tres p artes, de las cuales es co­
rrien te que las dos prim eras se om itan; son éstas: la indicación del códice
utilizado com o base, relación de fuentes y testim onios, y el ap arato p ro p ia­
m ente dicho.

a. Indicación del códice utilizado com o base


E n este a p a rtad o se señala el m anuscrito tom ado com o base p ara un capí­
tulo, un a escena, u na serie indeterm inada de versos, etc. Sin em bargo, estas
indicaciones sólo se hacen en el caso de que las fuentes m anuscritas varíen
sensiblem ente a lo largo de la obra, debido norm alm ente al hecho de que
los m anuscritos m ás fiables no contienen la totalid ad de la obra.

b. Relación de fu en tes y testim onios


E sta segunda p arte del aparato crítico, de carácter optativo, contiene u na re­
lación de los pasajes de otros autores que han servido de modelo o de ins­
58 LA FILOLOGÍA LATINA

piración para una p a rte del texto (forites), y la indicación de los pasajes de
la obra de otros auto res inspirados en el texto de referencia, así como las
citas que se han hecho de éste ( testim o n ia ).

c. El aparato crítico en sentido estricto


En este apartad o el ed ito r señala aquellas v ariantes con respecto al texto
propuesto por él, que no sean m eram ente ortográficas.
El aparato crítico tiene una doble finalidad: la p rim era es in fo rm ar al
lector de las discrepancias que p resentan los m anuscritos en tre sí y de la
diversidad de las lecturas adm itidas por los eruditos, a fin de p ro p o rcio n ar­
le todos los elem entos de juicio de m anera que pueda discrepar del juicio
del editor. Pero no es ésta la finalidad más im p o rtan te: el ap arato crítico es
el fundam ento de la genealogía de los m anuscritos y de la bondad asignada
a un determ inado m anuscrito, o a unos determ inados m anuscritos, pues la
lectura escogida no es sim plem ente aquella que «parece» m ejor, sino que la
p referencia ha de venir defendida m ás bien p o r un detenido examen crítico,
basado p rincipalm ente en la diferente auto rid ad de los m anuscritos y en
sus coincidencias y discrepancias.
E sencialm ente hay dos clases de ap arato crítico; según sea la configu­
ración de esta tercera p arte, el ap a rato crítico p odrá ser positivo o negativo.
A parato crítico positivo es aquél que, caso de existir p ara un d eterm i­
nado pasaje lecturas diferentes, em pieza indicando la p alabra asum ida en
el texto, seguida de la relación de m anuscrito s en que se halla esta lectura,
para seguir, a continuación, con las lecturas de o tro s m anuscritos, las con­
je tu ra s de h um anistas y filólogos, y las observaciones que crea oportuno el
editor. Un ejem plo de colección con ap arato crítico positivo es el de los tex­
tos de la Budé.
En cam bio, en un ap arato crítico negativo sólo se indican las lectu ras
discordantes de la adoptada, sin h acer referencia a las fuentes de ésta. Los
O xford Classical T exis constituyen un genuino ejem plo de colección con ap a­
rato crítico negativo.. El ap arato negativo tiene la v en taja de ser m ás escue­
to, pero a costa de una claridad m enor, en tan to que el positivo alcanza
m ás claridad a costa de ser m ás prolijo.
Téngase en cuenta, de todas form as, que un ap a rato crítico de apariencia
negativa puede ser en realidad positivo. Así, cuando hay (o se tienen en cuen­
ta) unos pocos m anuscritos, la falta de m ención de la lectu ra del m anus­
crito principal o de dos o tres de ellos puede indicar, si así lo advierte el
ed ito r en el prólogo, que en ellos se lee el texto aceptado. Y viceversa, en
m uchos aparatos de apariencia positiva no se da en realidad toda la in fo r­
m ación necesaria p a ra em itir un juicio de valor.
Reproducim os a continuación u na m u estra de edición con ap arato crí­
tico negativo y o tra con ap arato crítico positivo. Corresponde la p rim era a
la reciente edición de C. C odoñer de las Q uaestiones Naturales de Séneca,
en la Colección hispánica de auto res griegos y latinos (M adrid 1979), y la
EL RESULTADO 59

53, 1 NATVRALIVM QVAESTIONVM LIB. II 54, I

53 Illu d est m irum quod u in u m fulm ine gelatum , cum ad


p rio rem h ab itu m redit, po tu m a u t exanim at au t dem entes
facit. Q u a re id accidat qu aeren ti m ihi illud occurrit. Inest
uis fulm ini pestifera; ex hoc aliquem rem anere spiritum in eo
um ore q u em coegit congelauitque sim ile ueri est; nec enim
alligari potuisset, nisi aliquod illi esset ad d itu m uinculum .
2 P ra e te re a olei quoque et om nis u nguenti taeter post fulm en
o d o r est; ex quo a p p a re t inesse q u a n d a m subtilissimo igni et
c o n tra n a tu ra m suam acto pestilentem potentiam , q u a non
ic ta ta n tu m cad u n t sed et afflata. P raeterea quocum que decidit
fulm en, ibi odorem esse sulphuris certum est, qui, q u ia n a tu ra
grau is est, saepius haustus aliénât.
3 Sed ad haec uacui reuertem ur. Fortasse enim libebit esten­
d ere q u a m om nia ista a philosophia p are n te artium fluxennt.
Illa p rim u m et quaesiuit causas reru m et obseruauit effectus
et, q uod in fulminis inspection e longe melius est, initiis rerum
exitus contulit.

54 N unc ad opinionem Posidonii reuertor. E terra terrenis-

53 1.2 potum: potu N D 1 • 5 congelauitque: coagulauitque N gelauitque


ZLß • enim om. N • 6 nisi aliquod: uel aliquid O I1 * 2.1 olei: ölet HZP
LNJ* solet Q J 1 • et: ex L • taeter: tecum Q J • 3 naturam suam ZL:
suam N naturam cctt. • pestilentem: pestilcntiam PLN pestis lcntam H •
4 et om. H ZPLNQ J Castigl. * afflata: sufflata Q J 1 * 5 natura om. H •
6 saepius: diutius Z * 3.1 haec: hoc H N Q Jß * enim om. N • libebit
om. Q, • 2 artium: sunt L om. Paß • fluxerint Müller: fluxemnt codd. • 4 ful­
minis: fulminum Z • longe om. B * initiis: uitiis H Q J 1 in uitiis L •
54 1.1 reuertor: reuertar Z

[ 101]

E j e m p l o d e e d ic ió n c o n a p a r a to c r í t i c o n e g a t i v o : u n a p á g in a d e C u e s tio n e s N a t u ­
r a le s d e S é n e c a , a c a r g o d e C. C o d o ñ e r ( M a d r id , 197 9 ).
60 LA FILOLOGÍA LATINA

L1BER P R IM V S 7

dedecus, ac Siculo demcrgere foedera ponto.


D at m entem Iuno ac laudum spe corda fatigat.
Iamque au t nocturno p en e trai Capitolia uisu,
a u t rapidis fertur per summ as passibus'A lpis. 65
Saepe etiam famuli tu rb a to ad limina somno
expauere trucem per uasta silentia uocem
ac largo sudore uirum inuenere futuras
miscentem pugnas et inania bella gerentem.
H anc rabiem in finis Italum Saturniaque arua 70
addiderat quondam puero patriu s furor. Ortus
Sarrana prisci Barcae de gente, uetustos
a Belo num erabat auos. N am que orba m arito
cum fugeret Dido fam ulam Tyron, impia diri
Belides iuuenis u ita u erat arm a tyranni 75
et se participem casus sociarat in omnis.
Nobilis hoc ortu et dextra spectatus H am ilcar,
u t fari primamque datum distinguere lingua
H annibali uocem, sollers nutrire furores,
Romanum seuit puerili in pectore bellum. 80
Vrbe fuit media sacrum genetricis Elissae
Manibus et patria Tyriis formidine cultum,
quod taxi circum et piceae squalentibus um bris
abdiderant caelique arcebant lumine, tem plum .
Hoc sese, u t perhibent, curis m ortalibus olim 85
exuerat regina loco. S tan t m arm ore m aesto
cflìgies, Belusque parens omnisque nepotum

64 aut L F V : ut 0 0 66 limina 0 : lumina L F V {cf. 11, 81


Se 103) jj 71 quondam CH : tandem LO V om. F || patrius S CH :
patris heu coni. HÌlberg || ortus CH : oscus L 0 ostus V1 ortus
V2 mg. estus F 1 astus F* jj 77 spectatus L F V : spectans 0.

E j e m p l o d e e d ic ió n c o n a p a r a t o c r í t i c o p o s i t i v o : u n a p á g in a d e P ú n ic a d e S ilic
I tá lic o , a c a r g o d e P. M in ic o n i y G . D e v a lle t ( P a r ís , 1979).
EL RESULTADO 61

segunda a la coetánea edición de P. Miniconi y G. D evallet de los Púnica de


Silio Itálico en la Collection des U niversités de France (París 1979).
En ninguno de los dos aparato s encontram os indicación del códice u ti­
lizado com o base p ara el establecim iento del texto, así com o tam poco la
relación de fuentes y testim onios. Pasemos, pues, a co m en tar separadam en­
te el aparato crítico propiam ente dicho.
En el ap arato negativo de C odoñer encon tram o s que en 1.2., frente al
texto fijado, po íum , existe otra lectura potu conservada p or el ms. N y p o r
la prim era m ano del ms. D. En 1.5. se nos inform a de que ju n to a la lectura
propuesta, congelauitque, el ms. N da coagulauitque, m ientras los mss. Z,
1, p, dan gelauitque. En esta m ism a línea, el ms. N om ite el vocablo enim.
En 1.6. encontram os la m ención de la lectura divergente uel aliquid, que
proporciona el ms. Q y la prim era m ano de J, fre n te a la lectura adoptada
por el ed ito r nisi aliquod. En 2.1. se indica que el ed ito r ha escogido la form a
olei en vez de oleí, que ap o rtan H, Z, P, L, N y la segunda m ano de J, y de
solet, que aparece en Q y en la prim era m ano de J. En esta m ism a línea el
ms. L da ex en lugar del et incorporado y los m ss. Q, J dan tecum en lugar
de íaeíer. En 2.3. el texto adoptado por el editor, naturam suam , se apoya en
los mss. Z, L, en tan to que el ms. N da suam y todos los dem ás naturam . E n
este m ism o lugar se prefiere pestilentem a pestilen tia m , lectu ra recogida p o r
P, L, N, y a pestis lentam , que recoge H. En 2.4. la form a et asum ida en el
texto se encu en tra om itida en los mss. H, Z, P, L, N, Q, J, om isión apoyada
por la co n jetu ra de Castiglione. Tam bién aquí, se h a preferido la lectu ra
afflata en vez de sufflata, que aparece en Q y en la p rim era m ano de J. En
2.5. el vocablo natura, m antenido en el texto, se o m ite en el ms. H. En 2.6. el
ms. Z da diutius en lugar de la form a incorporada saepius. En 3.1. en co n tra­
mos com o form a divergente de haec, el hoc de H, N, O, J, así como refe­
rencias de la om isión de enim por p arte de N y de libebit por p arte de Q.
En 3.2. encontram os que, frente a artium , lectu ra recogida, el ms. L da su n t,
y los mss. P, a, om iten artium . Y en esta m ism a línea el editor se m u estra
partid ario de la co n jetu ra de M üller fluxerint, en d etrim en to de las lecturas
de los códices que dan todos jluxerunt, etc. Pues bien, exceptuando este ú l­
tim o caso y el de naturam suam en 2.3., en los que tenem os constancia de lo
que dicen todos ios m ss. y de cuál es el apoyo del texto seleccionado p o r el
editor, en ninguna o tra ocasión hallam os referen cia alguna de la apoyatura
de este texto.
O bservem os ahora contrastivam ente el a p a rato crítico positivo propues­
to por Miniconi y Devallet, y verem os que con él se puede saber en cada caso
cuáles son los m ss. en los que se basa el texto d e los editores y todas las
lecturas alternativas a este texto. E n el verso 64 el ed ito r acepta la lectu ra
aut conservada p o r los mss. L, F, V frente a la del ms. O que da ut. En 66,
en cam bio, opta p o r lim ina, lectu ra conservada en O, fren te a L, F, V que
ofrecen lum ina. 1E n 71 la lectura asum ida, quondam , es la ap o rtad a p o r la
colación de un ms. perdido, el Codex Coloniensis, realizada p or H einsius (CH),
en perjuicio de la lectu ra tándem p resentada p o r L, O, V, y de la om isión
de este vocablo en F. En este m ism o verso indica el ed ito r que, en lugar de
62 LA FILOLOGÍA LATINA

la co n jetu ra de Hilberg, patris heu, ha preferido la lectura paírius ap o rtad a


por los cuatro mss. (S = LFOV) y p o r la ya citada colación de H einsius del
Codex Coloniensis. Y siguiendo en el verso 71, vemos que el texto asum ido,
ortus, se apoya en la colación de H einsius y en la anotación de la segunda
m ano de V en el m argen, m ientras en los mss. L, O se lee oscus, en la p ri­
m era m ano de V ostus, en la prim era de F estus, y en la segunda de F astus.
Y, finalm ente, en el verso 77 los m ss. L, F, V ofrecen el texto aceptado spec-
tatus frente a O que ofrece spectans.
Como elem ento contrastivo dam os a continuación una m u estra de o tro
modelo de aparato crítico que ocupa una posición interm edia en tre los dos
anteriores, ya que proporciona en cada caso inform ación acerca de los mss.
en los que se basa el texto propuesto, pero no necesariam ente la totalidad
de las lecturas divergentes de los dem ás mss. En este caso el texto corres­
ponde a la edición del Satiricón de P etronio realizada p ara la Colección his­
pánica de autores griegos y latinos po r M. C. Díaz y Díaz (M adrid 1968-69).
En la prim era p arte del aparato, vem os que se nos ofrece la cita de la frase
de Cicerón que se m enciona en la línea 13 del texto.
E n la segunda p arte se nos indica que los m anuscritos usados com o base
para el capítulo 3 son L ( = consensus librorum s. X V I exscriptorum qui e
Cuiaciano praecipue pendent, según leem os en el ap artad o de siglas) y X
( = consensus codicum OS), excepto p ara la p arte del texto que va de nisi a
relinquentur y de fic ti a fecerinl (ya en la página siguiente) en que la base
ha sido cp ( = lectiones Florilegiorum).
Luego, en la p a rte propiam ente crítica, nos encontram os con los siguien­
tes datos, distribuidos por líneas: línea 1). El ed ito r apoya la lectura eloquen-
tiae regula, de los m anuscritos, frente a la co n jetu ra p ropuesta p o r H aase
y Bücheler. Línea 3). El texto p ropuesto por el editor, carm en quidem , lo
contienen los m anuscritos B, 1, p, s, t; m ien tras que el m anuscrito P ofrece
quidem carmen, y los m anuscritos R, 8 y m ofrecen carm en quod. Nótese
que cuando en el ap arato crítico se señalan u na serie de m anuscritos vienen
citados unos d etrás de o tros sin ninguna com a que los separe y sin ningún
tipo de copulación. Línea 6). El ed ito r propone la lectu ra tam sobre la base
de los m anuscritos L, X, en frente del m an u scrito A que da tum . Línea 7).
La lectura est la contienen los m anuscritos X, 1, p, t, m ien tras que los dem ás
la om iten. E n esta m ism a línea hay un m anuscrito, 1, que figura d en tro del
consensus de L, que da una inversión de lectura, diutius me, en lugar de m e
diutius. Líneas 7-8). Dos m anuscritos englobados en X, dan la lectu ra pórtico,
en lugar de porticu. Línea 9). 8, que rep resen ta a un grupo de m anuscritos
englobados po r X ,d a quia en lugar de quod. Línea 11). n im irum es la lectura
que dan los códices; lectura asim ism o defendida por B uriss, etc.
Como quiera que la serie de abrev iatu ras que pueden figurar en un ap a­
rato crítico no siem pre se en cuentra reseñada en las ediciones, dam os a con­
tinuación una lista de las m ás corrientes, haciendo la observación de que
existen posibilidades de doble lectura p ara una m ism a ab rev iatu ra y de do­
ble ab rev iatu ra p ara una m ism a lectura.
EL RESULTADO 63

2, 7 SATIRICON 3, 3

8 c o rru p ta eloquentiae regula stetit et obm u tu it. Q uis postea,


ad sum m am , T hucydidis, quis H yperidis ad fam am processit?
Ac ne carm en qu id em sani colons enitu it, sed om nia quasi
eodem cibo pasta non p o tu e ru n t usque ad senectutem canes-
9 cere. P ictu ra quoque non aliu m exitum fecit, postquam Aegyp- 5
tio ru m au d a cia tarn m ag n ae artis co m pen d iariam inuenit».

3 N on est passus A gam em non me diutius declam are in por-


ticu q u a m ipse in schola sudauerat, sed: «Adulescens», in q u it,
« quoniam serm onem habes non publici saporis et, quod raris-
sim um est, am as bo n am m entem , non fraudabo te arte secreta. 10

2 N im irum , in his exercitationibus doctores p eccant qui necesse


h a b e n t cum insanientibus furere. N am nisi d ix erin t q u ae adu-
lescentuli probent, u t a it Cicero, “soli in scholis relin q u e n tu r” .
3 S icut fie r i adulatores, cum cenas d iu itu m ca p ta n t, n ih il prius
m e d ita n tu r q u am id quo d p u ta n t gratissim um au d ito rib u s fore is
— nec enim aliter im p e tra b u n t quod p etu n t nisi q u asd am in-

13 soli — relinquentur Cic. pro Caelio 41

3 LX [nisi — relinquentur] [ficti — fecerint] <p

1 eloquentiae regula codd. recte : regula eloquentia Haase Bii * 3 carmen quidem
Blpst : quidem carmen P carmen quod RSm * 6 tam] turn A
3 7 cst Xlpt : om. cett. • me diutius] diutius me / • 7-8 porticu] portico BR -
9 quod] quia 8 • 11 nimirum codd. def. Burriss : nil mirum si Leo nihil ni­
mirum Bii • 12 nisi BRylpt : ni P qui cett. • 13 relinquentur] relinquuntur
l • 14 cenas Z.9 5 : ccna B cenam RP • 16 nec enim] non enim / nam nec 9

[ 10]

E j e m p l o d e e d ic ió n c o n a p a r a l o c r í t i c o «i n t e r m e d i o »: u n a p à g in a d e S a tir ic o n d e
P e tr o n io , a c a r g o d e M . C. D ía z y D ia z ( M a d r id , 1968-69).
64 LA FILOLOGÍA LATINA

a.c. ante correctionem.


a. corr. ante correctionem.
a.r. ante rasuram.
a. r^s. ante rasuram.
Aac m anuscrito A ante correctionem .
A** m anuscrito A post correctionem .
A1, B1, C1... Úsase para señalar la p rim era m ano de un m anuscrito, caso
de que contenga o tras m ás recientes. Las sucesivas m anos se
m arcan con el cam bio de exponente, A2, B2; A3, B3, etc.
acc. accedente, accedit.
acc. accentus.
ad 1. ad locw n.
ad loc. ad locwn.
add. addidi, addidit, addunt. Caso de que el valor sea el represen­
tado por las dos últim as posibilidades, se debe añ ad ir el nom ­
b re del filólogo o filólogos responsables de la adición.
adscr. adscripsit, adscriptum .
al. alii, olios locos, alibi, aliter, alias.
alt. alterum . Se usa p ara referirse al segundo de los vocablos
repetidos en una línea o verso.
ap. apud. ,
ca. circo.
cancell. cancellauit.
cett. códices ceteri.
cf. confer.
ci. coniecerunt.
cl. collato, collata.
cod. codex.
codd. códices.
codd. cet. códices ceteri.
codd. rell. códices reliqui.
coll. collato, collata.
comm. com m entarius.
comp. com pendium .
coni. coniecerunt.
cont. contulit, contulerunt.
corr. correxit, correxerunt, correetum .
damn. dam nauit.
def. defendit, defenderunt.
def. déficit. Úsase p ara señalar el inicio de un corte im p o rtan te
en el m anuscrito.
del. deleuit, deleuerunt.
des. desinit. Sirve p ara señalar el final de un m anuscrito.
dett. códices deteriores.
dist. distinxit, distinxerunt. Úsase p ara señalar la opción de un
editor por una puntuación diferente.
EL RESULTADO 65

dubit. dubitanter.
e. corr. ex correctione.
e. g. exem pli gratia.
ed. edilio, editor, edidit, etc.
ed. pr. editio princeps,
edd. editores, editiones.
ego el editor.
em. em endauit, em endauerunt.
eras. erasit.
excl. exclusit.
exp. expunxit, expunxerunt. Üsase p ara indicar la supresión de
un signo de puntuación por p arte de un editor.
fort. fortasse.
gl- glosa.
h. I. hoc loco.
hab. habet, habent.
i. e. id est.
i.m. in margine
i.r. in rasura.
i.t. in te x tu .
in ras. in rasura.
in scrib. in scribendo.
in u. in uersu.
inc. incipit. Üsase para m arcar el comienzo de un m anuscrito.
ind. indicaui, indicauit. (Cf. add.).
ins. inseruit.
interp. interpunxit. Üsase p ara señalar la opción de un ed ito r por
una puntuación diferente.
it. iterauit.
iter. iterauit.
l.c. loco citato.
11
. . loco laudato.
lac. lacuna.
lect. lectio, lectionem .
leg. legit.
legend. legendum .
lit. litura.
litt. litterae.
manus.
m.r. m anus recentior.
m 1. I m anus prim a (Cf. A1)-
med. medio.
mg. in margine.
ms. codex m anuscriptus.
mss. códices m anuscripti.
m ut. m utauit.
66 LA f i l o l o g ì a l a t i n a

n.l. non legitur, nequit legi.


n.l. non liquet.
num. num erus.
om. om isit, om iserunt.
op. cit. in opere cit ato.
p.c. post correctionem .
p.r. post rasuram.
p. ras. post rasuram.
n papyrus.
pap. papyrus.
Pr - prius, prim um . Se usa para referirse al p rim ero de los voca­
blos repetidos en una línea o verso.
praef. praefatio.
prob. probante, probantibus.
prop. proposuit.
r. rasura.
ras. rasura.
ree. recens, recentior.
recc. códices recentiores.
recent. recens, recentior.
rell. códices reliqui.
rest. restituit.
s. siue.
s. supra.
s.l. supra lineam.
s.s. supra scripsit.
s.u. supra uersum .
s.u. sub uoce, sub uerbo.
saec. saeculum , saeculi, saeculo.
se. scilicet.
schol. scholium , scholia.
sci. seclusit.
scr. scripsit.
scribend. scribendum .
sec. secundum .
sec. m. secunda manus.
secl. seclusit.
sim. sim ilia, sim iliter.
sp. spatium .
spat. spatium .
sq. sequentem .
sqq. sequentes.
ss. superscripsit, superscriptum , superscripto.
stai. statuit.
subscr. subscripsit, subscriptio.
sup. superscripsit, superscriptio, superscripto.

■fi
INSTRUMENTA PH ILO LO G IC A 67

SUppl. suppléait.
susp. sus picatas est, suspicatur.
tem pt. tem ptauit.
tert. tertiu m . Se usa para referirse al tercero de los vocablos
repetidos en una línea o verso.
transp. transposuit.
tran sí. transtulit.
u. uersus, uersum .
u. uide.
u.c. uerbi causa.
u.l. uaria lectio.
ud. uide.
uett. ueteres editores, ueteres editiones.
uid. uidetur.
ut uid. ut uidetur. Sirve para señalar una lectura poco segura.
uu. uersus.
uulg. uulgata.

2.4. IN STR U M EN TA PHILO LO G ICA

Incluim os a continuación una sum aria relación com entada de aquellos ins­
tru m en to s bibliográficos de los que debe tener noticia todo aquel que quiera
aproxim arse al m undo de la filología latina. Dicha relación no es ni p retende
ser exhaustiva, sino m eram ente orientativa. F ruto de este enfoque es, por
ejem plo, la falta de referencia a todo tipo de m anuales. E ste hueco se puede
llenar, con ventaja, acudiendo a cualquiera de las introducciones al uso y, de
m anera muy especial, al apéndice bibliográfico com entado que acom paña el
artículo, ya citado, de V . B e j a r a n o , «La filología latina: objetivos y m étodos».42

2.4.1. Repertorios bibliográficos

2.4.1.1. De c a r á c t e r c r o n o l ó g ic o

El im presionante desarrollo que ha tenido la letra im presa en los últim os


años ha potenciado la necesidad de disponer de unos elem entos de consulta

42. Durius 3/1, 1975, pp. 53-144. El apéndice comprende las pp. 77-144.
68 LA f i l o l o g ì a l a t i n a

bibliográfica que perm itan al estudioso o rie n ta r con rapidez sus pasos en
una investigación, sea del tipo que sea. En este sentido, podem os decir que
la filología latina, en particular, y la filología clásica, en general, están inm e­
jorablem ente dotadas gracias a una publicación m agnífica que m erece un
tratam iento p rio ritario y aparte: L ’Année Philologique. Es éste un rep erto rio
bibliográfico anual en el que se recogen todas las publicaciones que sobre
filología clásica se hayan producido d u ran te el año, tan to libros como revis­
tas o actas de congresos. Además está regido p o r u n a concepción muy am ­
plia de la filología latina, pues abarca todo lo referen te a latín medieval y
hum anístico. Sin em bargo, a p a rtir del tom o XLV (1974) se han introducido
algunas restricciones que afectan sobre todo a las obras de exégesis del An­
tiguo y Nuevo Testam ento, para cuyo conocim iento se rem ite al E lenchus
bibliographicus B iblicus de P. N o r b e r . S í siguen figurando, en cam bio, las
ediciones de textos, grandes instrum entos de trab ajo y los estudios relativos
a la lengua de autores bíblicos.
Asimismo, cuando ha lugar a ello, las citas de los libros se repiten en
las publicaciones de los años sucesivos con el fin de d a r cuenta de las diver­
sas recensiones de que hayan podido ser objeto. T am bién a p a rtir del
tomo XLV se ha introducido la lim itación de no h acer referencia a las re ­
censiones posteriores en más de cinco años a la fecha de aparición del libro.
El cuerpo de la obra consta esquem áticam ente de tres partes. Una p ri­
m era, en la que se recogen los títulos de revistas vaciadas, tanto si siguen
vivas como si han dejado de publicarse, acom pañados de las siglas corres­
pondientes, que son, al fin y al cabo, las que acaban p or im ponerse entre
los filólogos; de ahí lo im portante que es el te n er conocim iento, sino de
ellas, sí del lugar al que uno puede acu d ir p ara solucionar los problem as
de identificación.
La segunda p arte consiste en una ordenación alfabética de autores an ti­
guos en form a de epígrafes, debajo de los cuales se incluyen las publicacio­
nes referentes a cada autor, lo m ism o ediciones que traducciones o estudios.
Y, finalm ente, u n a tercera p arte en que las publicaciones aparecen cla­
sificadas por disciplinas filológicas: h isto ria literaria, lingüística, historia
de los textos, antigüedades, historia, derecho, filosofía, ciencias y técnicas,
etcétera.
Desde el tom o XLVII (1976) cada en tra d a bibliográfica va num erada,
facilitando así su pro n ta localización a p a rtir de las referencias de los índi­
ces o de las rem isiones de en trad a a entrad a.
L’Année Philologique abarca la bibliografía aparecid a desde el año 1924,
con un prim er volum en que engloba los años 1924-1926 y adquiriendo vo­
luntad anual a p a rtir de 1927. Su fundad o r y p rim e r d irecto r fue J. Marou-
zeau; tras su m uerte, acaecida en 1944, asum ió y sigue detentando la direc­
ción Mlle. J. E rn st.
La aparición de L ’Année vino precedida p o r u n a publicación del propio
J . M a r o u z e a u , Dix années de bibliogm phie classique 1914-1924. I , I I . Paris
1927-1928, en la que se fijaron definitivam ente las p au tas de lo que acabaría
siendo L ’Année. E stas directrices se fueron fo rjan d o en un ím probo e ingra-
INSTRUMENTA PH IL O LO G IC A 69

to tra b a jo de publicación de reseñas y artículos en la Revue de philologie,


d'histoire et de litíéraíure anciennes, que abarca desde el año 1876. P rim ero,
h asta 1910, a cargo de A. K rebs y a p a rtir de esta fecha a cargo del propio
M arouzeau.
E n la actualidad la distancia cronológica en tre la referenciación y la
publicación es de dos años. Es de esp erar que este lapso de tiem po pueda
verse dism inuido gracias al concurso de las nuevas técnicas inform áticas.
E ste desfase, p o r lo dem ás necesario, se tiene que c u b rir aleatoriam ente re­
cu rriendo a las recensiones y listas de libros recibidos que publican las re ­
vistas, ya que su periodicidad, in ferior a la anual, les perm ite un a m ayor
actualización. Un intento, no plenam ente logrado, de su p erar este desfase
lo constituye el B olletino di stu d i latini. Periódico quadrim estrale d ’infor-
m azione bibliográfica que desde 1971 se publica en N ápoles bajo la dirección
de F. Cupaiolo.
La etapa an te rio r a la publicación de L ’Année queda cubierta, si bien
no de form a perfecta, po r la R evue des com ptes rendus de la R evue de phi­
lologie, que acabam os de citar, p ara los años inm m ediatam ente an terio res
a 1914; y p ara toda la etapa previa m ediante una serie de publicaciones
individuales que, pese a ello, conservan u na cierta conexión; son las si­
guientes:
J. A. F a b r i c i u s , B ibliotheca Latina siue notitia auctorum ueterum Latinorum .
2.a edición revisada po r J. A. E r n e s t i . I, II, III. Lipsiae 1773-1774. A bar­
ca h asta alre d ed o r del año 1700.
J. A. F a b r i c i u s , B ibliotheca Latina m ediae et infim ae aetatis. H am burg! 1734
(E xiste una edición con suplem ento de Chr. S c h o e t t g e n , Firenze 1858-
1859).
F. L. A. S c h w e i g e r , H andbuch der klassischen B ibliographic. I, II. Leipzig.
1830-1834 (R eim presión de K. N achdruck, A m sterdam 1962). A barca h asta
los alrededores del año 1820.
W. E n g e l m a n n y E. P r e u s s , Bibliotheca scriptorum classicorum et Graeco-
rum et Latinorum . II. Scriptores Latini. Leipzig 18828 (Existe u na reim ­
presión en H ildesheim 1959). Abarca desde 1700 a 1878 y está orden ad a
sólo por autores.
R. K l u s s m a n n , B ibliotheca scriptorum classicorum et Graecorum et Latino-
norum . II. Scriptores Latini. Dos tom os. Leipzig 1912-1913 (Reim presión
en H ildesheim 1961). A barca el período de 1878 a 1896 y, al igual que la
o b ra de E ngelm ann-Preuss, está solam ente orden ad a por autores.
S. L a m b r i n o , Bibliographic de V antiquité classique 1896-1914. I. A uteurs et
text es. Paris 1951.

Tam bién de carácter cronológico, pero lim itadas al ám bito nacional te­
nem os en E spaña dos publicaciones bibliográficas interesantes de la Socie­
dad E spañola de E studios Clásicos:

Bibliografía de los E studios Clásicos en España (1939-1955). M adrid 1956, y


Bibliografía de los E studios Clásicos en España (1956-1965). M adrid 1968.
70 LA FILOLOGÍA LATINA

E sta publicación parecía, por el tiem po tran sc u rrid o desde su últim a ap ari­
ción, que no iba a tener continuidad; sin em bargo, una reciente circu lar de
la S.E.E.C. inform a de que se han iniciado los trab ajo s de recogida de m ate­
riales para proseguir con ella.

2.4.1.2. Dii CARÁCTER TEMÁTICO

Incluimos aquí aquellos repertorios que, aun teniendo, com o es natu ral, unas
lim itaciones cronológicas, tienen una orientación prim ordialm ente tem ática.

a. R eferentes a la literatura
J. H e r e s c u , Bibliographie de la littérature latine. Paris 1943.
J. A. N a ir n , A Hand-list of B ooks relating to the classics and Classical Anti-
quity. Oxford 1931, 19533.

Aufstieg und Niedergang der röm ischen W elt. En curso de publicación des­
de 1972. C onstituye en realidad una enciclopedia tem ática del m undo rom a­
no a cargo de destacados especialistas, bajo la form a de artículos indepen­
dientes. E n tre los volúm enes publicados acerca de tem as literarios hay que
citar el 31.1. Berlin-New York, 1980, dedicado a Virgilio, que incluye 355 p á­
ginas dedicadas a la bibliografía virgiliana de los últim os 100 años. O tros
volúmenes, com o el 31.3. dedicado a H oracio, el 31.4. a Ovidio y el 31.5. a la
poesía elegiaca, m antienen el m ism o plan de ofrecer am plias referencias bi­
bliográficas.

b. R eferentes a la lingüística
Hay que m encionar en p rim er lugar la Bibliographie linguistique de Vannée.
Esta publicación, ed itad a bajo el patrocinio de la UNESCO, se propone reco­
ger toda la bibliografía sobre lingüística que se publique en el m undo, sin
ceñirse a ninguna lengua determ inada. Tiene la v en taja de estar o rdenada
siguiendo una clasificación tem ática para cada lengua; así, distingue ap a rta ­
dos de fonética, m orfología, sintaxis, histo ria de la lengua, onom ástica, etc.
La publicación es anual a p a rtir de 1948, si bien existe un p rim er tom o que
com prende los nueve años anteriores: Bibliographie linguistique des années
1939-1947, I, II. U trecht-B ruxelles 1949-1950. En lo que se refiere al latín, hay
que observar que la publicación p resenta notables lagunas, pues ni siquiera
en el cam po lingüístico tiene el alcance de L ’Année. Tam bién rep resen ta un
problem a el notable desfase entre año referenciado y año de publicación que
llega a sobrepasar los tres años.
En segundo lugar hay que citar el clásico rep e rto rio de J. C o u s i n , Biblio­
graphie de la langue latine 1880-1948, París 1951.
La etapa a n te rio r a 1880 la cubre la obra de E. H ü b n e r , G rundriss zu¡
Vorlesungen über lateinischen G ram m atik. B erlin 18812.
INSTRUMENTA PH IL O LO G IC A 71

Es tam bién in teresante la recopilación de G. B o l o g n e s i -B . Z u c c h e l l i ,


«Profilo storico-critico degli studi linguistici greci et latini», en Introduzione
alla Filologia classica. III. pp. 495-595. Milano 1951.

2.4.2. E nciclopedias

La estrella de las enciclopedias es, sin lugar a dudas, la Realencyclopädie der


classischen A ltertum sw issenschaft (en abreviado RE). Fundada en 1837 por
A. P a u l y , quien, asim ism o, detentó su dirección h asta el año 1839 en que
pasó a m anos de G. W i s s o w a ; de ahí que se la conozca usualm ente con el
nom bre de sus dos editores como la Pauly-Wissowa. Com prende 83 volúm enes
dispuestos en o rden alfabético, en los que se recogen todos nuestros saberes
sobre la antigüedad referentes a instituciones, personajes, lugares, etc. Sus
artículos, a cargo de em inentes especialistas, llegan a co n stitu ir auténticas
obras m aestras sobre el tem a, h a sta el punto de que, en ocasiones, se han
llegado a publicar separadam ente como libros; tal es el caso del artículo de
B üchner sobre Virgilio.
Una edición reducida en cinco volúmenes, que no constituye un m ero
resum en, sino u na nueva elaboración es Der kleine Pauly, recopilado por
K. Z ie g l e r y W. S o n t h e i m e r (S tu ttg art, A rtemis, 1964-1975). En el año 1979
apareció una edición económ ica de esta obra en la editorial D eutscher Tas­
chenbuch de M ünchen. Más recientem ente todavía, se ha hecho de Der kleine
Pauly u na edición de bolsillo sistem atizada por m aterias.
Más lim itado que el Pauly-Wissowa es el Dictionnaire des antiquités grec-
ques et rom aines. 5 vols. en 10 tom os, Paris 1877-1919; obra coordinada por
G. D a r e m b e r g , E. S a g l io y E. P o t t e r . Tam bién ordenado en form a alfabética
como el Pauly-W issowa, prescinde de todo lo referente a literatu ra, geografía
y prosopografía. A unque algo envejecida, es una obra que se puede consultar
con provecho debido especialm ente a la claridad de exposición y a la expre­
sión resaltada de fuentes y bibliografía. Las cuestiones de técnica y artesanía
se tra ta n de u n a m anera no superada en m uchísim as ocasiones.
Mucho m ás reducidos, un solo volumen cada uno, y, por ello, muy m ane­
jables y p rácticos son el Lexikon des alten W elt, de autores varios, Zürich-
S tu ttg a rt 1965, y el O xford Classical Dictionnary de N. B. L. H a m m o n d y
H . H . S c u l l a r d , Oxford 1949, 19702 (con reim presiones corregidas en 1972
y 1973).
I
E n tre las enciclopedias no alfabéticas hay que citar de nuevo el A ufstieg
und Niedergang der röm ischen W e lt; publicado por la editorial W alter de
G ruytcr (Berlin-N ew York a p a rtir de 1972) cuenta ya en la actualidad con
30 volúm enes. D ada su im portancia creem os que es oportuno ofrecer un su­
m ario de su e stru c tu ra :
72 LA FILOLOGÍA LATINA

1. a parte: De los comienzos de Rom a a la desaparición de la República.


Tomo I: H istoria política.
Tomo II: Derecho, religión, lengua y literatu ra h asta fines del
siglo ii a. d. C.
Tomo III: Lengua y lite ra tu ra del siglo i a. d. C.
Tomo IV: Filosofía, ciencias, arte, etc.
2. a parte: Principado.
Tomos I-IX: H istoria política.
Tomos X III, XV: Derecho.
Tomos XVI, XVII, XIX, X X III: Religión.
Tomo XXIX: Lengua.
Tomo XXXI: L iteratura.
1 y 2: Virgilio.
3: H oracio.
4: Ovidio.
5: Poetas elegiacos.
Aunque escapan un poco a la idea que se tiene norm alm ente de enciclo­
pedia, pues más que al concepto de enciclopedia responden al concepto de
colección, forzoso es citar aquí las enciclopedias tem áticas de ca rácter nacio­
nal. En principio, hay que m encionar la que ha m arcado el cam ino y, por lo
dem ás, la más lograda, el H andbuch der A ltertum sw issenschaft de I. von
M ü l l e r . En ella figuran la celebérrim a sintaxis de J. B. H ofm ann y A. Szantyr,
las no menos célebres fonética y m orfología de M. Leum ann, la im prescin­
dible historia de la literatu ra rom ana de M. Schanz y C. Hosius, y la m onu­
m ental historia de la literatu ra latin a medieval de M. M anitius.

2.4.3. Colecciones de textos

Nos referirem os a las más im p o rtan tes y a las más asequibles. Asimismo, dis­
tinguirem os en tre colecciones científicas y colecciones escolares, entendiendo
por científicas las que disponen de ap arato crítico.

2.4.3.1. C o l e c c io n e s c ie n t íf ic a s

a. Sim ples o unilingües


I) Bibliotheca Teubneriana. E ditad a por la casa T eubner en Leipzig. Las
ediciones constan de introducción en latín, texto latino y ap arato crítico a
pie de página, si bien en algunas ediciones antiguas el ap arato crítico figura
en form a de notas al principio de la edición. Las ediciones de algunos au to ­
res contienen índices de personajes, lugares y tem as. Es, sin duda, la colec­
ción más im portante tanto en calidad como, y especialm ente, en extensión.
Tiene el inconveniente, que em pieza a ser subsanado en las últim as ediciones,
INSTRUMENTA PH IL O LO G IC A 73

de una tipografía poco agradable a la vista. Tiene la correspondiente serie


griega.
2) O xford Classical Texis. La publican las Oxford U niversity Press. Cons­
ta, lo m ism o que las ediciones de la T eubner, de introducción en latín, texto
latino con ap arato crítico a pie de página y, en algunos casos, índices nom i­
nales al final. De extensión m ucho m enor que la T eubner, contiene p o r el
m om ento las obras esenciales de la lite ra tu ra latina. Su excelente tipografía
la hace muy agradable a los ojos del lector. Tiene tam b ién la correspondiente
serie griega.
3) Corpus scrip to ru m L atinorum Parauianum . Lo ed ita en Turín la edi­
torial Paravia. Todos los volúm enes com prenden introducción en latín, texto
latino y ap arato crítico a pie de página. El núm ero de obras publicadas no
es dem asiado extenso, alternando autores paganos y cristianos.
4) Corpus scriptorum ecclesiasticorum Latinorum . Lo edita la Academia
au stríaca de Ciencias a p a rtir de 1866 en Viena. Del nom bre latino de esta
ciudad deriva la denom inación de Corpus Vindobonen.se con que en ocasio­
nes se lo cita. Su finalidad principal es suplir, superando, la Patrología de Mig-
ne. Se han publicado h asta el m om ento un cen ten ar de volúmenes. Las edi­
ciones constan de introducción en latín y texto con ap a rato crítico negativo;
suelen acom pañarse de un índice de autores citados m ás otro de expresiones
y tem as destacables.
5) Corpus christianorum . Lo publica la editorial pontificia Brepol de
T urnholt (Bélgica). Como su nom bre indica, se propone la edición de todos
los autores cristianos a p a rtir de T ertuliano. La colección se presenta dividi­
da en dos series: la series latina y la continuatio m edieualis. E n tre las dos
han superado ya am pliam ente el centenar y m edio de títulos y sigue a buen
ritm o la aparición de otros nuevos. Cada volum en dispone de una in tro d u c­
ción en latín o francés y texto con ap arato crítico que incluye una relación de
fuentes; adem ás, los volúm enes suelen ir acom pañados de índices de au to res
y de pasajes de las S agradas E scrituras. Ü ltim am ente se ofrecen tam bién en
algunos casos concordancias e índices de frecuencia en m icroficha.
6) Aunque no posee ap arato crítico, dada su m onum entalidad y p o r
co n stitu ir para m uchos autores cristianos la única edición disponible, es de­
b e r citar aquí la o b ra del padre J.-P. M ig n e , Patrologiae cursus com pletus,
series latina, sitie B ibliotheca, uniuersalís, integra, uniform is, com m oda, oeco-
nom ica om nium s.s. Patrum , doctorum scriptorum qu e ecclesiasticorum qui
ab aeuo apostólico ad usque Innocenti I I I tém pora flo ru eru n t ... accurante
J.-P. M ig n e . P arís 1844-1864. 221 vols.

b. Bilingües
D enom inam os así a aquellas colecciones que ju n to al texto latino p resen tan
co n fro n tada página a página una traducción. Por lo dem ás, tienen las m is­
74 LA FILOLOGÍA LATINA

m as características que las unilingües, con el añadido de que en ocasiones


disponen de notas con com entarios históricos, mitológicos, etc.
1) Collection des U niversités de France. Publicada en París por Les Belles
L ettres bajo el patrocinio de VAssociation Guillaume Budé, y m ás conocida
por la denom inación de colección Budé. Las publicaciones de esta colección
contienen una am plia introducción redactad a en francés, texto latino con
ap a rato crítico positivo a pie de página y traducción francesa confrontada,
con notas explicativas. En caso necesario se acom pañan índices nom inales.
Es, sin duda, la m ejor en tre las colecciones bilingües.
2) The Loeb Classical Library. Colección de am plio espectro de autores,
publicada al unísono en Londres y Nueva York, ofrece brevísim as in tro d u c­
ciones en inglés, texto latino con traducción inglesa en fren te y, en los casos
propicios, índices nom inales. R especto al texto latino, hay que n o ta r el afán
de sencillez y sim plicidad que dom ina la colección, lo que se trad u ce en
textos dem asiado expurgados de dificultades y en un ap arato crítico reducido
a la m ínim a expresión, hasta el p u n to de ser en m uchas ocasiones casi inexis­
tente. En co n trap atrid a ap o rta abundancia de notas m itológicas y de realia.
3) La colección de la F undado B ernat Met ge. E ditada en Barcelona,
constituye ei intento más serio y extenso realizado en E spaña de lograr una
colección de ediciones de autores clásicos. Siguiendo de cerca la Collection
des Universités de France, la colección B ernat Metge ha experim entado una
trayectoria muy positiva que se plasm a en una m ejora sustancial de los tex­
tos que van apareciendo de un tiem po a esta parte. Contiene introducciones
bascante am plias en catalán, texto latino con ap arato crítico de valor desi­
gual, con tendencia a pasar de negativo a positivo, traducción catalana enfren­
tada, notas a la traducción y, en los casos oportunos, índices nom inales.
4) La colección hispánica de A utores griegos y latinos. Publicada en B ar­
celona por la editorial Alm a M ater y conocida tam bién por este nom bre, cons­
tituye un loable propósito, desgraciadam ente cercenado, de una am plia colec­
ción de autores clásicos en castellano. Las ediciones de esta colección constan
de introducción en castellano, texto latino con ap arato crítico y traducción
castellana, así como notas de in terp retació n e índices.

2 .4 .3 .2 . C o l e c c io n e s esco la res

Nos lim itarem os a las españolas.

a. Clásicos E m érita
Colección publicada por el CSIC y tam bién, desgraciadam ente, truncada. Los
volúm enes constan de introducción en castellano, texto latino con abun d an ­
INSTRUMENTA PHIL OLO GICA 75

cia de notas críticas, gram aticales y de interpretación, más una serie de ín­
dices de nom bres, conceptos y expresiones gram aticales y procedim ientos
estilísticos.
b. Colecciones de editorial B osch
La editorial Bosch de B arcelona publica cuatro tipos de colecciones escolares:
1) La Crestom atía latina. Consiste esta serie en la m era publicación del
texto latino sin^anotaciones de ninguna clase. Su sim plicidad y economía las
hace muy asequibles para el tra b a jo en clase, en p articu lar en el nivel de
bachillerato.
2) Textos latinos, con introducción, notas predom inantem ente gram ati­
cales y vocabulario. Los textos se corresponden con los de la crestom atía.
3) Textos latinos con construcción directa y versión literal.
4) La colección Erasm o, de reciente aparición; sus ediciones constan de
introducción en castellano, texto latino y traducción castellana enfrentada,
adem ás de notas explicativas. Podríam os decir que es una colección que está
a m edio cam ino en tre las ediciones críticas y las ediciones escolares.

c. E ditorial Gredos
La editorial Gredos ofrece a nivel escolar tres colecciones:
1) La colección de textos clásicos anotados que contienen el texto latino
con abundancia de notas, prep o n d eran tem en te de tipo gram atical.
2) La colección Gredos bilingüe, que al lado del texto latino presen ta
una traducción línea a línea y o tra libre.
3) La B iblioteca Clásica Gredos, que escapa un poco al epígrafe de co­
lección de textos, pues se tr a ta de una colección de traducciones; sin em b ar­
go, es preciso tenerla en cu e n ta p o r la am plitud de m iras que se propone
y por las excelentes introducciones que la acom pañan.

2.4.4. Publicaciones periódicas

Constituyen un instrum ento de tra b a jo cuyo conocim iento es im prescindible


p ara que el investigador pueda e s ta r al día en cualquier tem a de su interés.
E sta función de actualización la llevan a cabo las revistas de dos m aneras;
por un lado, m ediante la sección de recensiones y libros recibidos, ponen en
conocim iento del lector las novedades de últim a hora, siendo, p or tanto, un
com plem ento necesario e im prescindible de los repertorios bibliográficos;
76 LA f i l o l o g ì a l a t in a

por o tra parte, tenemos los artículos de contenido, que, ap arte de cum plir
con la m isión de anunciar los trab a jo s en curso y de ser la avanzadilla de
futuros libros, se van convirtiendo cada vez más en el medio de tran sm isió n
científico m ás im portante, más im p o rtan te incluso que el libro.
N aturalm ente, esta doble función se plasm a en la estru c tu ra de las re­
vistas científicas de nuestra disciplina, que, norm alm ente, com binan artículos
científicos con recensiones. Quizás el modelo de esta form a de a c tu a r lo cons­
tituya el B ulletin de la Sociéié de Linguistique de París, que aparece an u al­
m ente en dos fascículos claram ente diferenciados, uno p ara artículos de con­
tenido y otro para recensiones. Existen, sin em bargo, revistas que se dedican
exclusivam ente a la publicación de recensiones o reseñas; tal es el caso de
The Classical R eview o de G nom on. No obstante, como decíam os, lo co rrien te
es a ltern ar dentro de cada revista las dos cosas.
Respecto a las recensiones hay que observar que pueden ser de varios
tipos. Siguiendo a D. R om ano43 podem os distinguir recensión (extensa) de
reseña (breve); y, a su vez, tanto las recensiones como las reseñas pueden
tener un ca rácter objetivo o crítico, según se lim iten m eram ente a d a r la no­
ticia del contenido o añadan a esta noticia una valoración crítica.
Vamos a d ar a continuación dos relaciones, una de las revistas de filo­
logía clásica que se publican en E spaña, en tre las que incluirem os alguna que
o tra revista que sin tener com o objetivo p referen te la filología clásica suela
publicar con cierta frecuencia artículos que en tren de lleno en n u estro campo
de atención, y o tra de las revistas ex tran jeras m ás im portantes sobre el tema.
Al lado del nom bre de cada revista señalarem os las siglas p o r las que se la
suele citar y el lugar de edición:

2.4.4.1. R evistas españolas

AEA. — Archivo Español de Arqueología. M adrid. In stitu to Rodrigo Caro.


AFFB. — Anuario de Filología. F acultad de Filología. Barcelona. U niversidad
de Barcelona.
AH DE. — Anuario de H istoria del D erecho Español. M adrid. In stitu to Nacio­
nal de E studios Jurídicos.
AMal. — A nalecta M alacitana. Revista de la Sección de Filología de la Facul­
tad de Filosofía y Letras. U niversidad de Málaga.
Am purias. — A m purias. Revista de arqueología, preh isto ria y etnología. B ar­
celona. Museo Arqueológico.
AST. — A nalecta Sacra T arraconensia. Barcelona. Biblioteca Balm es.
Augustinus. — Augustinus. M adrid. R evista publicada p o r los p adres agusti­
nos recoletos.

43. D. R omano , Elementos y técnica del trabajo científico. Barcelona 19836, p. 131.
INSTRUMENTA PHIL O LO G IC A 77

BIEH . — Boletín del In stitu to de E studios Helénicos. Barcelona. Facultad de


Filosofía y Letras.
BSEAA. — Boletín del Sem inario de E studios de Arte y Arqueología. Vallado-
lid. In stitu to Diego Velázquez.
Caesar a u g u sta .— C aesaraugusta. Publicaciones del Sem inario de Arqueología
y N um ism ática Aragonesa. Zaragoza. In stitu to F erdinando el Católico.
CFC. — Cuadernos de Filología Clásica. M adrid. F acultad de Filosofía y Le­
tras. U niversidad Com plutense.
C o n viviu m .— Convivium. Filosofía. Psicología. H um anidades. Barcelona. Fa­
cultad de Filosofía y Letras.
Durius. — Durius. Boletín castellano de E studios clásicos. Valladolid. D epar­
tam ento de Filología Latina.
EB. — E studios Bíblicos. M adrid. In stitu to Francisco Suárez.
EClás. — E studios Clásicos. Órgano de la Sociedad española de E studios clá­
sicos. M adrid. In stitu to S. José de Calasanz de Pedagogía.
EE. — E studios E clesiásticos. Revista trim estral de investigación e in fo rm a­
ción teológicas. M adrid. Ed. Fax.
E m erita . — E m erita. Boletín de Lingüística y Filología clásica. M adrid. Ins­
titu to Antonio de N ebrija.
Faventia. — Faventia. Publicació del D epartam ent de Filologia clàssica de la
U niversität A utònom a de Barcelona.
Gladius. — Gladius. É tu d e s.su r les arm es anciennes, P arm am ent, P art m ilitai-
re et la vie culturelle en O rient e t en Occident. Jaran d ilia (Cáceres). In s­
titu to de estudios sobre arm as antiguas.
H abis. — H abis. Arqueología. Filología Clásica. Sevilla. Universidad.
H Ant. — H ispania A ntiqua. M adrid. In stitu to de Arqueología Rodrigo Caro.
H elm antica. — H elm antica. Revista de H um anidades clásicas. Salam anca. Pon­
tificia U niversidad E clesiástica.
Hispania. — H ispania. R evista española de H istoria. M adrid. Consejo S uperior
de Investigaciones Científicas.
MCom. — M iscelánea Com illas. Revista de estudios históricos. M adrid. U niver­
sidad Pontificia de Comillas.
Minos. — Minos. Revista de Filología egea. Salam anca. Universidad.
N um ism a. — N um ism a. R evista de la Sociedad ibero-am ericana de E studios
num ism áticos. M adrid. F ábrica Nacional de M oneda y Tim bre.
P erfid i. — Perficit. Publicación m ensual de E studios clásicos. Salam anca. Co­
legio S. E stanislao.
Pyrenae. — Pyrenae. C rónica arqueológica. B arcelona. In stitu to de A rqueolo­
gía y P rehistoria.
RET. — Revista E spañola de Teología. M adrid. Consejo S uperior de Investiga­
ciones Científicas.
R SE L. — Revista E spañola de Lingüística. M adrid. Órgano de la Sociedad E s­
pañola de Lingüística.
Sodalitas. — Sodalitas. Sección granadina de la Sociedad española de E stu ­
dios clásicos. G ranada. D epartam ento de Filología Latina. Facultad de
L etras.
78 LA f i l o l o g ì a l a t i n a

SPhs. — S tudia philologica Salm anticensia. U niversidad de Salam anca. Facul­


tad de Filosofía y Letras.
StudO v. — S tudium Ovetense. R evista del Centro S uperior de E studios ecle­
siásticos La Asunción. Oviedo. Sem inario M etropolitano.
S tudM on. — S tudia Monastica. A badía de M ontserrat.
StudPap. — Studia Papyrologica. R evista española de Papirologia. Barcelona.
Zephyrus. — Zephyrus. Crónica del Sem inario de Arqueología y de la Sección
arqueológica del Centro de E studios Salm antinos. Salam anca. Facultad
de Filosofía y Letras.

2.4.4.2. R e v is t a s e x t r a n je r a s

AC. — L'A ntiquitée Classique. Louvain.


Acme. — Acme. Annali della Facoltà di Filosofia e L ettere dell'U niversità sta­
tale di Milano. Milano, U niversità degli Studi.
ACR. — American Classical Review. City U niversity of New York.
Aevum . — Aevum. Rassegna di Scienze storiche, linguistiche e filologiche. Mi­
lano, Soc. Ed. Vita & Pensiero.
AJPh. — American Journal of Philology. B altim ore. Johns H opkins Press.
ALMA. — Archivum L atinitatis Medii Aevi (Bulletin Du Cange). Bruxelles,
Union Académique Internationale.
APh. — L'Année Philologique. Paris, Les Belles L ettres.
A & R. — Atene e Roma. Rassegna trim estrale dell'Associazione Italian a di Cul­
tu ra classica. Firenze, Le M onnier.
Arctos. — Arctos. Acta philologica Fennica. H elsinki, Klas-Filol. Yhdistys.
BAGB. — Bulletin de l'Association G. Budé. Paris, Les Belles L ettres.
BSL. — B ulletin de la Société de L inguistique de Paris. Paris, Klincksieck.
C & M. — Classica et Medievalia. Revue danoise d 'H istoire et de Philologie
publié par la Société danoise po u r les É tudes anciennes et médiévales.
Kôbenhavn, Gyldendal.
CPh. — Classical Philology. Chicago, U niversity of Chicago Press.
CQ. — Classical Q uarterly. Oxford University Press.
CR. — Classical Review. Oxford U niversity Press.
Eos. — Eos. C om m entarii Societatis Philologae Polonorum . W roclaw, Ossoli-
neum .
Epigraphica. — Epigraphica. Rivista Italiana di E pigrafia. Faenza, Lega.
Eranos. — E ranos. Acta Philologica Suecana. Uppsala, E ran o s' Fòrlag.
E tC lass. — É tudes classiques. Publications universitaires des L ettres et Scien­
ces hum aines d'Aix-en-Provence. Gap, Im pr. Louis-Jean.
Euphrosyne. — E uphrosyne. R evista de Filologia classica. Lisboa, Centro de
E studios classicos.
Gioita. — G ioita. Z eitschrift fü r griechische und lateinische Sprache. Góttin-
gen. V andenhoeck & R uprecht.
Gnom on. — Gnomon. K ritische Z eitschrift für die gesam te klassische Alter-
tum sw issenschaft. M ünchen, Beck.
INSTRUMENTA P H ILO LO CICA 79

G & R.~— Greece & Rome. Oxford, Clarendon Press.


G ym nasium . — Gym nasium . Z eitschrift für K ultur der Antike und hum anistis­
che Bildung. H eidelberg, W inter.
Hermes. — H erm es. Z eitschrift fü r klassische Philologie. W iesbaden, Steiner.
H um anitas. — H um anitas. Revista do In stitu to de E studos clássicos. Coimbra,
Facultade de L etras.
IF. — Indogerm anische Forschungen. Berlin, de G ruyter.
JbAC. — Jah rb u ch fü r Antike & C hristentum . M ünster, Aschendorff.
Klio. — Klio. B eiträge zur alten Geschichte. Berlin, Akademie-Verlag.
Kratylos. — K ratylos. K ritisches Berichts-und Rezensionorgan für indogerm a­
nische und allgem eine Sprachw issenschaft. W iesbaden, Reichert.
Language. — Language. Journal of Linguistic Society of America. Baltim ore,
W averly Press.
Latinitas. — L atinitas. Com entarii Iinguae Latinae excolendae. Città del Vati­
cano. Libr. Ed. V aticana.
Latomus. — Latom us. Revue d'études latines. Bruxelles.
LEC. — Les É tudes Classiques. N am ur, Facultés N.-D-de-la Paix.
Lingua. — Lingua. Revue internationale de linguistique générale. A m sterdam ,
Nord-Holl. Uitg. M aats.
L <&S. — Lingua e Stile. Milano, Soc. ed. Il Mulino.
Lustrum . — L ustrum . Intern atio n ale Forschungsberichte aus dem Bereich des
klassischen A ltertum s. Göttingen, V andenhoeck & Ruprecht.
MAev. — Medium Aevum. Oxford. Blackwell.
Maia. — Maia. R evista di le tte ra tu re classiche. Bologna, Cappelli.
MH. — M useum H elveticum . Revue Suisse pour l'É tude de l'A ntiquité classi­
que. Bâle, Schw abe.
M & H. — M ediaevalia et H um anistica. Studies in medieval and Renaissance
society. Dentón, N orth Texas S tate University.
M nem osyne. — M nemosyne. B ibliotheca classica Batava. Leiden, Brill.
Pallas. — Pallas, fase. 3 des Annales de l'U niversité de Toulouse-Le Mirail.
Toulouse.
PAPhs. — Proceedings of the American Philosophical Society. Philadelphia, In ­
dependan ce Square'.
Philologus. — Philologus. Z eitschrift für klassische Philologie. Berlin, Akade­
mie-Verlag.
PhQ. — Philological Q uarterly. Iow a University Press.
QIFL. — Q uaderni d ell'Istitu to di Filologia latina dell'U niversità di Padova.
Bologna, Patron.
QUCC. — Q uaderni U rbinati di C ultura classica. Roma, Ed. dell'Ateneo.
RAL. T— R endiconti della Classe di Scienze m orali, storiche e filologiche dell'Ac­
cadem ia dei Lincei. Roma.
REA. — Revue des É tudes Anciennes. Paris, Les Belles Lettres.
REL. — Revue des É tudes Latines. Paris, Les Belles Lettres.
RELO. — Revue de l'O rganisation Intern atio n al pour l'étude des langues an­
ciennes po u r ord in ateu r. Liège.
RFIC. — Rivista di Filologia e di Istruzione Classica. Torino, Loescher.
80 LA FILOLOGÍA LATINA

RhM. — Rheinisches Museum. F rankfurt, S auerländer.


RPh. — Revue de Philologie. Paris, Klincksieck.
SO. — Symbolae Osloenses, äuspiciis Societatis Graeco-Latinae. Oslo, Universi-
tetsforlaget.
TAPhA. — Transactions and Proceedings of the American Philological Asso­
ciation. Cleveland, Ohio, Press of Case W estern Reserve University.
Word. — Word. Journal of the Linguistic Circle of New York. New York.
WS. — Wiener Studien. Zeitschrift fü r klassische Philologie und P atristik.
Wien, Böhlau.

2.4.5. Léxicos y diccionarios

2.4.5.1. D ic c io n a r io s m anuales

Le im porta al latinista disponer de diccionarios fiables y que, al mismo tiem ­


po, sean prácticos y m anejables. Son m últiples y variadas las características
que delim itan la bondad de un diccionario. D esgraciadam ente, en E spaña
continúa haciendo falta un diccionario m anual de corte científico. E ste h u e­
co no ha podido ser rellenado por el diccionario de A. B lánq ue z , Diccionario
Latino-Español, Barcelona 1946, ya que a la incom odidad de una división en
dos volúmenes a p a rtir de la reelaboración de 1960, se le añade, y esto es
más im portante, una ejem plificación no referenciada. A reseñ ar como posi­
tivo, pese a estar falto tam bién de referenciación, y del m ism o au to r el Dic­
cionario Español-Latino, Barcelona 1966 (con reim presiones posteriores), pues
aun con sus lim itaciones ha llenado un hueco real en el cam po de la filología
latina en España.
En defecto de una obra de las características apun tad as (y a la espera
del diccionario del CSIC), ai estudioso español no le queda otro rem edio sino
acudir a obras extranjeras. Son dos, en especial, los diccionarios más ase­
quibles y ágiles, el de C. T. L e w i s & C. S h o r t , A Latin Dictionary, O xford
1879 (con m últiples reim presiones posteriores), que constituye una excelente
condensación del léxico de Forcellini, y el de F. G a f f i o t , Dictionnaire illustré
latin-français, Paris 1934 (con infinidad de reim presiones posteriores). A éstos
se les ha añadido muy recientem ente el O xford Latin Dictionary, o b ra de equi­
po publicada en ocho fascículos desde 1968. E ste diccionario, basado en u n
nuevo vaciado de los autores hasta el siglo II d. C. (no hay que olvidar esta
lim itación), tendrá el inconveniente de ser por form ato y extensión, pero es­
pecialm ente por form ato, menos m anejable que los anteriores.
En el ám bito de la cultura catalana seguim os faltos incluso del m ás ele­
m ental diccionario. A la espera de que el proyecto iniciado p o r la F u n d a d o
de VEncielopédia Catalana llegue a buen fin, el único in stru m en to de trab a jo
de que se dispone es el Lèxic básic llatí-catalá/catalá-llatí, B arcelona 1984, de
E. B o r r e l l y T. F e r r e r , de nivel puram ente escolar.
INSTRUMENTA PH IL O LO G IC A 81

2A.5.2. D ic c io n a r io s e t im o l ó g ic o s

Hay que c itar aquí dos obras que se com plem entan una a o tra: la de A. E r -
nout y A. M e i l l e t , Dictionnaire étym ologique de la langue latine. P aris 1932
(con abun d an tes reediciones y reim presiones), y la de A. W alde y J. B. H o f -
m a n n , Lateinisches etym ologisches W örterbuch. I, II, III. H eidelberg 19654.
Es tam bién interesan te por in se rta r el cam po de la etim ología latin a en
el contexto de la indoeuropea en general el libro de J. P o k o r n y , Indogerm a­
nisches etym ologisches W örterbuch. Bern-M ünchen 1959.

2.4.5.3. L é x ic o s m onum entales

Son una m u e stra m agnífica del papel pionero desem peñado p o r la lexicogra­
fía latina. Como abanderado y guía, hasta el p u n to de ser la base de todos
los léxicos latinos posteriores, tenem os la ob ra de E. F o r c e l l i n i , T otius lati-
nitatis Lexicón, consilio et cura J. Facciolati, opera et studio Aegidii Forcel­
lini, alum ni sem inarii Patavini lucubratum . 4 vols. Padova 1771 (las ediciones
posteriores son de 18052, de 1827-313 a cargo de G. F urlanetto, y 1864-87 a
cargo de F. Corradini. E n tre 1858 y 1875 V. De-Vit publica en 6 volúm enes
una edición aum entada y corregida de la 3.a edición corregida p or F u rlan etto ,
que ha acabado po r erigirse en el texto canónico.
Sin em bargo, la obra reina de la lexicografía latin a es el inconm ensurable
Thesaurus linguae latinae editus auctoritate et consilio Academ iarum q u inqué
G erm anicarum B erolinensis, G ottingensis, Lipsiensis, Monacensis, V indobonen-
sis. Lipsiae, desde 1900. H a alcanzado h asta el m om ento el fascículo I I I /2
del volum en X, que acaba con la en tra d a praecipuus; sin em bargo hay que
ten er p resen te la falta del volum en IX-1 correspondiente a la le tra N. E sta
situación supone un retraso considerable ya que el plan inicial preveía su
conclusión en diez años. La idea del Thesaurus es recoger todas las p alab ras
latinas usadas desde los com ienzos de la lengua h asta el siglo vi d. C. Isid o ro
de Sevilla, m uerto en 636, es el últim o de los au to res que se tom a en consi­
deración, si exceptuam os algunas colecciones de scholia, que son po sterio res.
P ara d a r una idea aproxim ada de la riqueza de inform ación que contienen
sus artículos reproducim os el texto correspondiente a la en tra d a del verbo
flam m o.
El artículo se p resen ta dividido en tres partes: la p rim era de ellas com ­
p rende las líneas 1-8 de la p rim era colum na; en ella encontram os indicacio­
nes de diferente signo: etim ológicas (derivado de flam m a), m orfológicas (la
declinación a que pertenece el verbo, form as poco usuales del paradigm a com o
flam m asti, flam m astis, flam m arant, etc.), lo que los gram áticos u o tro s a u to ­
res atestiguan sobre el significado de la palab ra (in fla m m a tu m tiene u n a sig­
nificación m ás intensa que accensum , en los glosarios se establece su equiva­
lencia con el griego <pXéYto), indicaciones del p rim er au to r que lo h a usad o
(Cicerón), del p rim e ro que lo usa intransitivam en te (Lucrecio), y de algunos
autores im p o rtan tes que no lo han usado (H oracio, Ovidio, Livio), y acab a
“ flaimno, -avi, -àtum, -aro [a fiamma. T h.\ formae nutabilcs:
a h i par i, prues. a d . -anti: SiiN. Mcd. 241 A vien . Arat. 35. 272. 7-12
Màrt. Cap. 1,28. gen.plur.i -antuui: I'ayl. Nol. cnrm. 6,78. -asti:
PAN HO. 11 (3), 23,4. -astia: D rac. Romiti 8,649. -arant: SlL. 11,226.
6 de notione: Clavd. Dox. Aon. 1,24,3 plus est -atum quam acoen-
sum. Gloss. -o (pliytù. -or incomlor. -ato corde, irato animo. leg>-
tur verbum inde a Cic., intransitive primitm apud Lvcit., deest ex. gr.
Ror. Ov. Liv . [ iì. Garamaro, francog. flammer. M.-L.].
I tra n sitive'. A p r o p r i e : i. q. a c c e n d e r e: Ciò. carrn. frg.
10 3 (de consul ), 1 aotherio -atu» luppitor igni. 21 Phoebi fa r . . . -a o
ardoro volabat. 45 -ato fulmini» ictu. Catyll. 64, 291 -ati Phae-
thontia. Lveu. 2, O ri quaecuraquo igni -ala crcmnntur. Val. F l. I,
668 -antem nubita . . . lacera. SlL. 14,209 Castor cquus hinnìtibus
aera -at. Al*vi«, munii. 56 igne». . . immortale» ilei vivacitate -antur.
16 C«KH. 3,2 Itimi ilo sole -utur. SiI)ON. opiat. 7, 1,3 igne» saepo (sul-
puro Jyuctjohmin) -ali. Duac. Montai. 8,649 -astia . . . faceta, lami,
dei 3,181 non vesti* -nta viri», uou criuis adu*tus. ». q. p e r c a n d c -
f a c e r e : Val. Kl. 6,177 Sol propiu» -bat »qua». Milito», carili. 2,3
tecla . . . Pltocbi -ala roti». E vstatil Bus. iter. C, 2 p. \)22l> so l... ilio
SO . . . fulgore -ata» elucet. i. q. c a l e f a c e r e i Crac. Uud. del 1,160
paradisus non »oli» ... -atur r:ulii». ltomul.8.195 tona -atur «ole.
». q. flammeo, ìrufo colore in du ere : Orac. iloraul. 8, 483 albani
chlamr/da purpura fulgen* -bat. cf. sub flamraatu» c. li tran a­
la te : ». q. infiam m are, in d ia r e : 1 aliquem: spedai ad
15 iram i Sii * 14,287 -bant vulgura . . . fratre». Stàt. silv. 4, 4, 37 t e . ..
-b it. . . desidia et solido» novua czultabi» in actua. Tac. bist. 2,74
oram» exercitu» -verafc arrogatilia venientium a Vitcllio inilitum.
4,24 hi» inter ne vocibu» instincto» -vere. . . litterac. Sil . 9,110 »ub­
ila -atu» ab ira (cf. I. Sff). spectat ad amorent: Clayd. 10,16
30 virgo -bat Àchillcm. Drac. Romiti. 2,18 -«tur. 2,19 ipsurn -are To-
nantem. 10,147 Amoria spiculo. qnibas . . . Luna ... -ata. aliquem
infiammare a l i q u a re: Colvm. 10,208 patitur nera* -ata cupi-
dino tellus. SlL. 10,136 irà -bat Martcra. Val. Fl. 4,666 -ata pudore
iuventua. 8,800 sponsao -atu» amore. SlL. 16, 502 doni* vuìgu m ...
33 -at. A mdil N oe29,112 pleriquc iuvcuali acccnsi caloro aut luxuria...
•ati aut avaritiae rapti cupiditnte. Clavd. 28,407 -atu» virtute. ¿ìkrod.
poct. 143 tenero»...gaudebat studi!» -ore...anno». Avo.cpist. 169,13
»cripturarum ardore -atu». Sacr. Leon. p. 384 Stefanus filli tui confea-
»ione -atu» (inflammatui edd.pars). p.461 ineptratione -ato*. Evstath.
40 Ba*. hex. 7,8 p. 939* divitiarum amore -atu». Alo. Avrr. carro. 6,623
publica via odio tantum -ata. Cassiod. in psalm. 126, 7 apostolus...
desiderio -batur. Iobd. Get. 10,63 repulaus dolore -atu» eit. de
besliiei S il. 4,195 cuspide -at equum. nota (ace. q. d. graee.): Stat.
silv. 6,1,197 at iuveni» magno -atu» peetora luotu nunc iraplet taevo
43 video» clamore penate». nb v. I. IO. per aliquid: Sidon. cp iit
6,1,6 per carnalium vittorara incentiva -ati. ad aliquid: Sil. 1,65
iuvenem facta ad Mavortia -at. Avo. epi»t.l27,38 ad studia ven­
tati» Àugustini »piritu et ore -atura Paulinum. in aliquid: Stat.
Tlteb. 8,390 -aatar in boatem cornipede». 12,714 miles iu*taa belli
60 -atur in ira», »ilv. 1,2, 204 Alplieu» amai» in externo» longe -atua
amore». 2 a liq u id (al¡qua re): pcctua, animimi tini.: Sen .
Tro. 303 -atura . . . amore . . . pectu». Sil . Il, 226 pcricula mentem
-arant. 12. 680 aie peetora -at. àpvl. met. 6, 21 vorborum incendio
-ata viBccra. Clavd. 20,180 pectu» -bat- egestaa. Drac. Orcat, 104
05 sentii -ari corda Diana«. Fvlq. R-vsp. ad Tbras. 1,2 regi» animnm
. . . cognoacendae sapicntiae delectatione -ari. Coripp . Ioh. 1, 460
senain -are. v a r ie s res: Stat. Tbcb. 11, 605 -are (-ate vel firmate
b. 1.) nefaa. P anko II (3), 23,4 tu extiucta iam studia -awti. Ava.
«crea. ed. Mai 2, l -batur invidia (opp. u t ... extingueretur invidia).
*n a r ie m edica : Sirox. epist. 4, 13,2 non vcua -atur.
I I I in tr a n s itiv e : i. q. a r d e r e , f l a g r a r e (primo tantum
part, praes. pro adì.)-. A sensu p r o p r io : 1 de a e th e r e, s t e l -

LA FILOLOGÌA LATINA
l a r u m l u c e , i g n i sim.i L v c r . 1, 73 -antia moenia muudi (cf.
Arrrir. 483, 1 -antem . . . per actbram). Manil . 1,870 Titanìus ìn-
v o l/it. . . suo -antia igne cometa*. P lin . nat. 2,230 montes taeda
-anta ( c f Ay ien . Arat. 35 face -anti) tacti. àyien . Arat. 742 Si-
riut -unti . . . vibrat ab ortu. Clavd. Don’. Aen. 0. 072 nostrum est,
quicquid ardet et -r.t. 7,81 cuius Laoiuiae. caput repente -verat.
Itala Jer. 20, 0 (Ambr. Isaac 8, 77. cf. in paaìm. 118 acrm. 11,4, 4 et
14,20, 3 ignis ardena -nns) ignis -ans in ossibus meis (LXX et Vvl0,
v.p. ti73,46. cf. Avo. civ. 12,4 p. 617, 21 D. quid ... est igne -ante vi­
gente lucente pnlchriua? Pallad . hist. mon. I I 16 p, 376* ignis -batl.
Clavd. cariti, min. 53,83 -antia pondera cadi. Mart. Cap . 1 .13 Solfa
caput radiis perfusum circumactuinque -antibus. 1, 28 Sol -anti
mundum lumine conveuustat. 2,165 circulum eolis ac -antia aaenta
traussiliunt animac puriorcs. 8. 808 -antia cornua lunao. Vict. ViT.
3,36 -antem gohennam. 2 de v a r iis rebus ardcntibus: P rop. 4,
4,77 facni -antia acervoa. S en . Mcd. 241 ore-anti. A rxob. nat. 4,10
p. 163, 8 aria -antibus. Ci.avd. Don’. Acn. 3,149 medio Troiae -antia
incendio. Avo. c. Faust. 22,70 in rubo -ante ot non ardcuU. Mart .
Cat . t,6C -antem coronata. 2,160 ignitac substantiae -antisque sunt
dei. Mvtian . Clirjsofit. bom. 21,3 in camino -ante. Ven . F ort, vita
Itadeg. 22, 01 spiritu -ante membra fuciebat arderò. I l . sensu
tr a n s la to : de oculis: V ero , georg. 3,433 -antia lumina. de
colore: Av ien . Arat. 272 -anti . . . ruborc. de variis rebus: ÀMM.
31,12,G u t opprimeretur levius tumor barbaricus -ans. Clavd. Don.
Aen. 6, 407 diremptum est, quod magno incendio irasccntia et fu­
rore -verat. P rvd . psych. 633 -ante cupidino. Avo. pece. tncr. 3,0,12
studio. G reg . M in Kzcch. 1,3, 6 verba -anlia. de b e stiis: Pavl .
Nol. carni. 6, 78 ctirrus -antum rapido nisu glomcratus equorura.
. part. perf. p a s s . pro odi. x llummiUii8, -a. -uni. ». q. fln m -
m e u s, a r d e u s : 1 scusi* p r o p rio (cf. sub IJammo I A ) i N emks.
cyli. 140 -o ducatur linea longe circuitu signetque . . . vapor igucus
orbcra. F vlo. act. mund. p. 1 7 6 ,l'J -o fulgore. 2 sensu tr a n s -
la to : a ». q. a r d e u s , i r a t u s : de (mimo si ut.: V ero . Acn. 1,60
talia -o sccum dea cordo voluta im (Sil . 15, 500 Stat . Tbeb. 1, 249).
Sil . 10,420 -a . . . meute (Cassidi), iust. div. praef. p 1107U piar.).
14,120 -o poeto re (cf. N kmks. e d . 2, 14). de ho minibus. Stat .
Tlieb. 7,600 -uà Aeontous. I) i. q. ardens, accr (de siti, vmrbo):
Stat. Thob. 0, 472 corni pud mn -a silis (cf. 4,733 perfurit o rv is ...
-un» pceus). Mart . Cap . u, 889 -ac cupiditatia. Cael . A vr . acuì. 2,
31,16-1 in l'ebribua continuiti vcl ardentibua vel -is. c ». q. fla m -
mCjist (tavolino colore flagrane (cf. sub flummo supra l. 3): S f.k.
Med. 387 -a facioa. C l a v d . 20,613 talia gratulaevum -a fronte ìo-
quontem.
ad flarmno: sy n .: ad I I A: ardere, ad 11 A 3 : ignitui. opp.i
extinguere. dìslinguitur ab nidore (Avo. c. Faust. 22,70), lucere, vi-
gere (Avo.civ. 12,4 p .617,21 D.). ad flnmmatus: syn.: ardene 2b.
derio.i flatnmabundus, flammatrix, ilammatua. c o t t t y con-,
de-, in-, re-, sufflamuio.
INSTRUMENTA PHIL OLO GICA 83

este ap artad o con la indicación de algunas form as rom ánicas derivadas (fia m -
m are, fla m m er).
La segunda parte, la más extensa, com prende las restantes líneas de la
p rim era colum na y las 50 prim eras de la segunda. E sta parte com bina la
construcción con los diferentes significados que puede asum ir la palabra. En
p rim e r lugar clasifica los usos de flam m o en transitivos e intransitivos. Den­
tro de los transitivos, separa aquellos en que el verbo tiene un valor propio
(es decir, se predica de cosas que se pueden incendiar físicamente) de aquellos
en que lo tiene figurado. E n tre los prim eros distingue lo;s usos que respon­
den al valor de accendere, percandefacere y calefacere. En los casos en que
el valor es figurado, equivalente a inflam are o incitare, especifica el carácter
[ ± hum ano] del objeto directo (aliquem, aliquid), y todavía, en aquellos ca­
sos en que el objeto directo es [ ± hum ano] señala la causa (ira, am or), etc.
Por lo que se refiere a los intransitivos, da para todos ellos el sentido de
ardere o flagrare, sin d ejar de señalar que los prim eros usos son del participio
p resen te con valor adjetival. D istingue luego los usos propios de los figura­
dos y, den tro de cada uno de estos dos apartados, clasifica los ejem plos se­
gún el tipo de en tid ad afectada.
Una ú ltim a sección de esta segunda p arte se refiere al significado y usos
del p articip io fla m m a tu s como adjetivo'.
La tercera y últim a p arte com prende las cinco líneas finales. Allí encon­
tram os señalados los sinónim os, p ara cada uno de sus diferentes significados,
antónim os y verbos de significado parecido, pero no exactam ente coincidente.
P ara acabar, se especifican las form as derivadas.
Una referencia especial debe hacerse al asterisco (*) que aparece delante de al­
gunos lemas, caso precisamente de flam m o; significa que el artículo no contiene to ­
dos los testimonios de la palabra en cuestión.
E l hueco que dejaba el Thesaurus, al im ponerse u ro s voluntarios lím ites
en el siglo vi, lo intentó solucionar la Unión Académica Internacional fom en­
tan d o la form ación de equipos de trab a jo y la publicación de glosarios me­
dievales de tipo nacional o regional, concebidos bajo directrices com unes, los
cuales serían la base del N ouum Glossarium Mediae Latinitatis, al fren te de
cuya redacción estaba F. B latt. De esta form a em pezaron a su rg ir toda una
serie de glosarios regionales com o el Latinitatis Italicae m edii aeuii lexicón
im p erfectu m de F. Arnaldi-M. Turriani, Glossarium Mediae Latinitatis Cata-
loniae de M. B assols y J. Bastardas o el Glossarium Mediae L atinitatis Sue-
ciae, etc. Sin em bargo, en una m u estra genial de desconexión, el N ouum Glos­
sarium em pezó a editarse por la le tra L, de form a que tiene un desarrollo
to talm en te diferenciado de las obras de apoyo.
En tan to se consigue la necesaria unificación general, no queda m ás re­
m edio que acu d ir al clásico tra b a jo de Ch. Du Fresne, Sieur Du Cange, Glossa­
rium ad scriptores mediae et infim ae latinitatis. I, II, III. Paris 1678 (la edi­
ción m ás usual es la de 1883-1887 en cinco volúmenes de la que se han hecho
diversas reproducciones anastáticás).

Voz flammo del Thesaurus linguae latinae, edición inconclusa iniciada en Lipsiae,
en 1900.
84 LA FILOLOGÍA LATINA

2.4.5.4. Léxicos de autores


Bajo la denom inación de léxico pueden figurar aquí h asta tres sistem as de
trabajo diferentes: los índices, las concordancias y los léxicos propiam ente
dichos. Los índices son m eras ordenaciones alfabéticas de las form as usadas
por un autor, con indicación de los lugares de aparición. Un índice se puede
presentar lematizado o sin lem atizar; po r lem atización se entiende la inclu­
sión bajo una m ism a entrada de todas las form as ad scritas a ella. Así, en un
índice sin lem atizar, las form as sum , est, erunt y fu i ap arecerán muy sepa­
radas atendiendo a su situación alfabética, m ientras que, si el índice está
lematizado, aparecerán insertas bajo la rú b rica sum . El paso de un índice
lematizado a un léxico es casi insensible. El léxico no es m ás que un ín­
dice lematizado en el que las diferentes form as agrupadas bajo un m ism o
epígrafe en lugar de estar ordenadas alfabéticam ente, están distrib u id as por
acepciones sem ánticas y por construcción sintáctica. Un ejem plo de léxico es
el Thesaurus. Finalm ente, tenem os las concordancias que son índices en que
ju n to a la localización se reproduce el contexto en que aparece cada palabra.
Pueden, asimismo, estar o no lem atizadas. Las ventajas de la lem atización
se ven últim am ente condicionadas por la posibilidad de elaboración de con­
cordancias de form a autom ática a través de ordenadores. E ste sistem a in­
form ático da como resultado la elaboración de concordancias en que la pala­
bra referenciada aparece centrada en la página, precedida y seguida por un
núm ero constante de hits, cuya fijación no depende en absoluto de la existen­
cia de un contexto suficiente, de form a que se puede h ablar en este caso de
concordancias no contextualizadas (si entendem os por contextualizado la pre­
sencia de un contexto m eram ente suficiente). Sin em bargo, tam bién los orde­
nadores, m ediante un tratam iento sem iautom àtico del texto, perm iten la ela­
boración de concordancias contextualizadas.
Citarem os a continuación las obras de referencia a las que se puede acu­
dir con provecho para conocer la situación en cuanto a léxicos publicados.
Para léxicos anteriores a 1913: P. Rowald, R epertorium lateinischer W órfer­
ver szeichnis se und Speziallexika. Lipsiae 1913. P ara años posteriores: P. Fai-
der, Répertoire des index et lexiques d'auteurs latins. Paris 1926; y el muy re­
ciente H. Quellet, Bibliographia indicum , lexicorum et concordantiarum auc-
torum Latinorum . Hildesheim-New Y ork 1980. T am bién se puede citar el tra ­
bajo de J. Mateo Corredor, Ensayo de un repertorio com plem entario de ín­
dices y léxicos de autores latinos. B arcelona 1972. M emoria de licenciatura.
3 La lingüistica latina

3.1. E L ESTR U C TU R A LISM O

E n el m arco global de la orientación actual de la ciencia lingüística sería ló­


gico p en sar que la lingüística latina tendría que verse abocada a un p ro g re­
sivo olvido; y ello, por dos razones: por la división metodológica im puesta
p o r el estru ctu ralism o entre sincronía y diacronia, y por el hecho de que la
gram ática generativa se constru y era sobre el concepto de com petencia. La
división de la lingüística en sincrónica y diacrònica era un ataque directo
co n tra la gram ática latina, concebida hasta ese m om ento como una discipli­
na esencialm ente histórica; cosa que se nota en las gram áticas, incluso en las
escolares, donde no puede decirse que hallem os descripciones de u n estado
de lengua considerado sincrónicam ente, pues lo m ás usual es en co n trar dos
o tres descripciones sincrónicas referidas a etapas de la lengua, co n trastad as
en tre sí. Y en lo que se refiere a la gram ática generativa, no hay que olvidar
que la noción de com petencia va ligada a la existencia de un hablante-oyente
ideal, absolutam ente inexistente, si al latín nos referim os.
No vamos a afirm a r que el papel del latín continúe siendo el de lengua-
guía de los estudios lingüísticos, como había venido siéndolo h asta los co­
m ienzos del siglo xx. Sin em bargo, no podem os d ejar de afirm ar que el latín
no ha quedado al m argen de las nuevas corrientes y, si bien es verdad que no
constituye la avanzadilla de la investigación, no es m enos cierto que se ha
convertido en testigo de cargo y banco de pruebas poco menos que in su sti­
tuible en la constatación de la bondad de m ultitud de teorías. Y nos p erm i­
tim os insistir en este papel, nada desdeñable por cierto, ya que no tiene ni
puede ten er un lugar destacado en las bibliografías, debiéndose escu d riñ ar su
presencia en el in te rio r de m u ltitu d de estudios, cuyos títulos distan m ucho
de reflejar tales contenidos.
86 LA LINGÜÍSTICA LATINA

E ntrem os, ahora ya, en las aportaciones estru ctu ralistas aju sta d as espe­
cíficam ente al estudio de la lengua latina. Em pezarem os por lo que han sido
los reflejos en la lingüística latina de la que fue cronológicam ente la p rim era
de las escuelas estru ctu rales de aplicación definida, la escuela de Praga, dedi­
cada a los estudios de fonología fundam entalm ente.

3.1.1. La fonología

El estudio de la fonología latina en trañ a el problem a adicional y previo con


el que no se encu en tran los estudios fonológicos acerca de lenguas habladas
actualm ente: el fija r con precisión y exactitud las correspondencias gráfico-
fonéticas. E sta cuestión es de vital im portancia p ara la determ inación de los
fonemas de una lengua no hablada. En consecuencia, el recurso a las in scrip ­
ciones. a los papiros, a las teorías prosódicas de los gram áticos coetáneos, a
los intentos de reform as ortográficas, etc., van a ser siem pre el p unto de p ar­
tida forzado e ineludible.
Ciñéndonos estrictam ente a lo que son estudios fonológicos, encontram os,
en prim er lugar, fonologías generales del latín, entre las cuales sigue siendo
todavía la más com pleta la de J. H orecky, Fonologia la tin Z in y;1 obra des­
graciadam ente poco conocida por e sta r escrita en eslovaco, y sin que el resu­
men en francés que contiene, pp. 109-120, haya servido p ara p aliar el incon­
veniente de la lengua dándole una m ayor difusión. Sin em bargo, no constituye
ésta la pauta corriente de lo que son las fonologías del latín; lo m ás co rrien ­
te es que las visiones de conjunto se concreten en apéndices añadidos al final
de obras de m ayor alcance como es el caso del de W. Brandeltein, K urze
Phonologie der Lateinischen, publicado como apéndice a la o b ra de F. Ali­
ti El M, G eschichte des lateinischen Sprache,1 2 y el de S. IyIariner, Fonem àtica
latina, en apéndice al libro de M. Bassols, Fonética latina ,34o bien, en artícu ­
los individuales y sum arios como el de Z. Muljacic, «Per un'analisi b in aristica
dei fonemi latini», en Omaggiu lui A. R osetti.A En E spaña, a p a rte la ya cita­
da fonem àtica de M ariner, tenem os tam bién una sencilla aproxim ación al
tema, inspirada en la anterior, y que tiene la ventaja de una exposición clara
y sencilla, y el aditam ento de e sta r plenam ente in serta en el cuerpo de la
obra; nos estam os refiriendo a la obra del m alogrado J. Molina Yévenes, E s­
tudios latinos. I. Iniciación a la fonética, fonología y m orfología .5 No hace falta
decir que el enfoque adoptado por estos autores es el de oposiciones bina­
rias, siguiendo las directrices fijadas por R. Jakobson.6

1. Bratislava 1949.
2. Frankfurt am Main 1951, pp. 481-498.
3. Madrid 1962, pp. 247-271.
4. Bucuresti 1965, pp, 509-605.
5. Barcelona 19693
6. R. J akobson , C. F ant y M. H alle, Preliminaries to Speech Analysis. Cambridge
(Mass.) 1952.
EL ESTRUCTURALISM O 87

El cotejo de estos estudios nos puede llevar a un punto de acuerdo p ara


la fijación del sistem a fonológico latino, sobre la base de diez rasgos oposi­
tivos: 1. vocálico/rio-vocálico, 2. consonántico/no-consonántico, 3. grave/agudo,
4. d en so/difuso, 5. n asal/o ra l, 6. labiovelar/velar, 7. co n tin u o /in terru p to , 8. so-
n o ro /so rd o , 9. interm itente/no-interm itente, 10. lateral/no-lateral. Clasificados
de acuerdo con estos rasgos, veamos, en la página siguiente, la serie de los fo­
nem as latinos.7
A esta relación es preciso hacerle algunas observaciones. En prim er lugar,
se n ota la ausencia de vocales largas (a, e, i, o, u). Ello es debido a que
desde el punto de vista fonológico resulta más operativo tra ta r estos sonidos
com o si estuvieran constituidos por una gem inación de sonidos sim ples, o
sea dos breves, que re c u rrir a un tratam iento a base de in troducir un nuevo
rasgo. La m ism a explicación vale para las gem inadas clásicas (m m , nn, 11, rr,
55, etc.), que encuentran tam bién una explicación m ás aju stad a a la realidad
en la sucesión de dos fonem as sim ples, postura que al m ism o tiem po preserva
de p ro p iciar un aum ento baladí en el núm ero de fonem as.8
Al tiem po que en el caso an terio r el punto de acuerdo es b astan te gene­
ralizado, hay o tras cuestiones en que el consenso está muy lejos de poderse
alcanzar. Es el caso de los fonem as labiovelares y de los diptongos. La dis­
cusión se centra en d eterm in ar si los sonidos labiovelares [k w] y [gw] (qu- y
gu- en la ortografía) y los diptongos representan, aunque sea m edíante dos
grafem as, un fonem a único (m onofonem atism o), o bien son el resultado de
la unión de dos fonem as autónom os (difonem atism o). La inclusión en el es­
quem a an terio r de los prim eros, así como la exclusión de los segundos, ya
revela n u estra opinión —que nc es, ni mucho m enos, unánim em ente com­
p a rtid a —, p artid aria del m onofonem atism o, en el caso de las labiovelares,
y del difonem atism o, en el caso de los diptongos.
En lo que se refiere a las labiovelares, la controversia no es nueva, sino
que tiene un am plio arraigo en la historia de la gram ática latina.9 Es curioso
observar, y aquí ejem plificarem os prácticam ente las observaciones que hici­
mos al com enzar esta visión de la fonología estru ctu ral latina, la im portancia
que tiene en este tem a la grafía, o m ejor las grafías, para inclinar el fiel de
la balanza en uno u o tro sentido, hasta llegar al extrem o de que unas m ism as
notaciones gráficas sean usadas, en sentidos distintos claro está, por los de­
fensores de las posiciones enfrentadas. Así, la utilización de la grafía qu-, en
lugar del recurso a un nuevo sím bolo, es usada com o argum ento en favor
del estatu to difonem ático del conjunto, y, frente a ello, se dice que el

7. Un análisis diferente se encuentra en X. M ignot, «Phonologie pragoise et phonolo-


gie générative dans la description du latin». BSL 70, 1975; pp. 203-231.
8. En este sentido S. M ariner , op. cit. y J. H orecky, «K otazke geminat v latinéine».
Recueil linguistique de Bratislava 1, 1948, pp. 117-135 (con resumen en francés en las
pp. 135-137). Sin embargo, M olina , op. cit. introduce el rasgo [± geminado], pero aplicán­
dolo solamente a los fonemas consonánticos.
9. Cf. R. A. Z ir in , The phonological basis of latin prosody. The Hague-Paris 1970,
pp. 29-30, y sobre todo A. M. D evine y L. D. S tephens , Two studies in latin phonology.
Saratoga 1977, pp. 31 y ss.
EL ESTRUCTURALISM O 89

m antenim iento de q-, co ntrastado con la desaparición de k- (sustituido p or c-),


es p rueba de que el grupo tenía un claro estatu to m onofonem ático.
Pese a las críticas suscitadas en co n tra,10 a nosotros nos siguen pareciendo
fundam entalm ente válidos los argum entos de B randestein en favor del mono-
fonem atism o, que sintetizam os a continuación:

1.° Qu- no puede ap arecer nunca dividido en dos sílabas.


2.° Qu- no sirve para m arcar posición, pues no alarga la vocal
anterior.
3. ° Qu- en los grupos consonánticos siem pre es tratad o com o si
fuera un fonem a único, pues, en caso contrario, h ab ría que
consid erar squ- com o un grupo de tres consonantes, cuando
el sistem a consonántico latino no ad m ite grupos de tres con­
sonantes en posición inicial de sílaba, si la tercera consonante
no es una líquida: spl, spr, etc.11 .
4. ° En los casos en que la oposición / k w/ / / k / se neutraliza, el
archifonem a resu ltan te siem pre viene rep resen tad o por /k / .

A éstos p odría añadirse el argum ento presentad o p o r M ariner,12 quien, p ar­


tiendo de la idea de que [ j], [w ], [i] y [y] son m eras v arian tes com binatorias
de los fonem as / i / y / u / , concluye que el diferente significado de aquam
(ac. de aqua) y acuam (1.a pres. de subj. de acuo) no puede depender de que
haya un sonido [u ] consonántico en el p rim er caso y vocálico en el segundo.
O sea, añadim os nosotros, que la oposición estrib a en que en un caso ten e­
mos cu atro fonem as ( /a / q u /a /m /) y en el otro cinco ( /a / c /u /a /m / ) .
Digamos, p ara acab ar este apartad o , que se han m o strad o p artid ario s del
difonem atism o en lo .que se refiere a las labiovelares Janssen,13 H ill,14 Leu-
m ann,15 Zirin; 16 en tan to que se inclinan po r la consideración de fonem a
único H orecky,17 B randestein,18 M uíjacié,19 Alarcos,20 T o u ratier,21 etc. Un estado

10. En R. A. Z i r in , op. cit. puede verse una amplia discusión de estos argumentos.
11. El argumento más débil, sin duda, ya que por el hecho de que las estructuras
spl-, spr-, etc. sean las más usuales, no pueae deducirse que squ- no es parte integrante
del sistema.
12. S. M ariner , op. cit. pp. 256-257.
13. H. H. J anssen , «Qu et gu en latin», Hommages à Max Niedermann, Bruxelles 1956,
pp. 184-190.
14. A. A. H ill , «Juncture and syllabe división». Language 30, 1954, pp. 439-447.
15. M. Leum ann , «Lateinische Laut- und Formenlehre 1940-1955». Ciotta 36, 1957, p. 131,
n. 1.
16. Op. cit. en n. 9.
17. Fonologia latinciny. Bratislava 1949.
18. Op. cit.
19. Op. cit.
20. E. A larcos, «Esbozo de una fonología diacrònica del español». Estudios dedica­
dos a Menéndez Pidal. II. Madrid 1951, pp. 9-39. Sin embargo, el propio Alarcos se muestra
dubitativo ante el problema en su Fonología española, Madrid 19684, pp. 228-229.
21. Chr. T ouratier , «Statut phonologique de «qu» et de «gu» en latin». BSL 66/1,
1971, pp. 229-266.
90 LA LINGÜÍSTICA LATINA

de la cuestión muy com pleto, ya que abarca perspectivas muy diferentes,


desde las posturas de los gram áticos latinos a las del estru ctu ralism o y con
un extenso análisis argum ental, se encuentra en el libro de A. M. Devine y
L. D. S tephens, T w o s t u d i e s in l a t i n p h o n o l o g y P
En cuanto a los diptongos, M a rin e r223 ha atacado, rebatiéndolos suficien­
tem ente, los argum entos de J. S afarewicz24 en favor del m onofonem atism o
de a e y o e , al tiem po que ha im puesto la opinión de un estatu to difonem àtico
extensible a todos los diptongos; p ara p ro b arla ha atilizado, con v en taja so­
b re otros criterios, uno exclusivam ente fonem àtico: el de la conm utación. En
efecto, substituyendo de form a altern ativ a po r cero cada uno de los consti­
tuyentes de los diptongos, a e , a u y o e , es factible en latín la aparición de
vocablos distintos ( c a e d o : : c è d o , c a d o ; l a u t u s : : l ü t u s , l à t u s ; f o e d e r e : : f o d e r e ;
p o e n i s :: p e n i s ) . Más problem ática es la aplicación de este criterio al diptongo
e u dada la escasez de palabras auténticam ente latinas que lo contienen.
Parece asim ism o resuelta la disputa acerca de la entidad de los sonidos
sem iconsonánticos [j] y [w ], inventariados p e r M a rin e r25 como variantes
com binatorias asilábicas, ya que p resentan una clara distribución com ple­
m en taria con respecto a los correspondientes fonem as vocálicos / i / y / u / ( [j ]
y [w ] aparecen siem pre delante de vocales tautosilábicas, en tan to que [i] y
[u ] no aparecen nunca delante de vocales tautosilábicas), al tiem po que no
se da el caso de que dos com plem entarios puedan ap arecer unidos en las
m ism as condiciones en que aparecería uno de ellos. Ni es posible 5¿C w u (C) t í ,
ni lo es 5*£uwV(C)^.
Un lem a tam bién muy discutido ha sido el del acento latino. Dado que
ias posiciones parecen unánim em ente cerradas en favor de la no existencia
de valor fonem àtico en el acento latino, la investigación se ha orientado hacia
la determ inación de los dem ás valores que pudiera tener dicho acento, como
son el valor culmi nativo (m arca la presencia de un grupo fónico) y valor deli­
m itativo (señala la presencia próxim a del final de palabra).
Asimismo, son dignos de m ención los intentos de llegar a una reform u­
lación reducida y más aju sta d a a la teoría estru ctu ral de las norm as de acen­
tuación en latín. D entro de esta perspectiva J. P. K herlakian, en su artículo
«La m ore, l’equivalence L = o u e t l’accent latin»,2627ha puesto de m anifiesto
la insuficiencia de la form ulación de N. Trubetzkoy, en sus Principes de Pho-
nologie?1 E sta form ulación decía sucintam ente que «el acento se coloca siem­
pre sobre la penúltim a m ora antes de la últim a sílaba»; sin em bargo, con
esta regla no se explica suficientem ente por qué, si tenem os a m a á t u s y

22. Cf. n. 9.
23. «Valor fonemàtico de los diptongos del latín clásico». Helmantica 25, 1957, pp.
17-30.
24. «La valeur phonologique des diphtongues latines». Eos 44, 1950, pp. 123-130.
25. «Caracterización funcional de los fonemas del latín clásico». Emerita 26, 1958,
pp. 227-233.
26. Langages 50, junio de 1978, pp. 38-44.
27. París 1949. La edición original alemana es de Praga 1939.
EL ESTRUCTURALISM 0 91

fy
seruiilis (m arcando con doble grafía las vocales largas p ara señalar la gem ina­
ción vocálica), hem os de tener nuübilus y no núübilus. En consecuencia, pa­
rece que se tenga que seguir prefiriendo la form ulación de R. Jakobson tal
como aparece recogida en «Ueber die B erchaffenheit d er prosodischen Gegen­
sätze» 28 y que se co ncreta en que «el acento cae sobre la sílaba que contiene
la segunda m ora a co n tar desde la sílaba final, pero no sobre la m ora m is­
ma». De todas form as, debe p restarse atención al hecho de que dicha form u­
lación no es lo sim ple que aparenta, ya que tras la sim plicidad se esconden
dos reglas; por una, se deshace la unidad de la sílaba al co n tar en m oras,
y por la otra, se tiene que rec o n stru ir su unidad p ara colocar el acento, con
lo que estam os ante una especie de círculo vicioso.29
Aunque podría o cupar con derecho propio un lugar aparte, dadas las
íntim as conexiones con la fonología, hemos preferido incluir dentro del ap a r­
tado de fonología la aportación del estructuralism o a la m étrica. Los logros
en esta faceta, no p o r poco aparatosos dejan de ser im portantes. La oposición
estru c tu ral leng u a/h ab la se transpone a p a rtir de Ja k o b so n 30 al cam po de
la m étrica en los térm inos de estructu ra/realizació n , lo que constituye un
ataque frontal co n tra el fisicismo dom inante en m étrica h asta el m om ento.
Lo que se quiere ex p resar con la citada oposición es sim plem ente que existe
una convencionalidad total en los esquem as m étricos que se traduce en un a
realización diferente según las lenguas. Conforme a ello, a la igualdad estru c­
tu ral — — o o no le corresponde una realidad entendida en térm inos de
duración física, sino en térm inos de convencionalidad cultural.
Como logro m enos teórico debe adjudicarse tam bién al estructuralism o
el establecim iento del ca rácter rítm ico de la cesura, cuya finalidad se concreta
en señalar el lím ite final de una palabra, en co ntra de o tras posturas tra d i­
cionales que querían ver en la cesura la m anifestación de una pausa. Con el
enfoque estru c tu ral h an quedado satisfactoriam ente explicados los puntos
oscuros para la visión tradicional representados por la existencia de cesuras
en ecthlipsis, tras preverbios y delante de enclíticas.31
La e stru c tu ra de la sílaba latina ha atraído tam bién la atención de los
investigadores, este interés ha tom ado especial auge a p a rtir del m om ento
en que se han usado p ara su definición elem entos m étricos, prosódicos y
fonológicos, con lo que los resultados alcanzados h an tenido repercusiones
en los tres cam pos. Así, p o r ejem plo, R. A. Z ir in en The phonological basis
of latin prosody,32 arran can d o de la insuficiencia de los intentos tradicionales

28. Mélanges de linguistique offerts à J. van Ginneken. Paris 1937, pp. 25-33.
29. En la misma línea habría que situar la teoría sustentada por W. S. A llen en
Accent and Rhythm. Prosodie Features of latin and greek: a Study in theory and Recons­
truction. Cambridge 1973, pp. 151-191.
30. R. J akobson , «lieber den Versbau der serbokroatischen Volksepen». Archives Néer­
landaises de la phonétique experimentale, 8-9, 1933, pp. 135 y ss.
31. Un tratamiento más extenso y documentado de la cuestión se encontrará en
S. Mariner , «Hacia una métrica estructural». RSEL 1/2, 1971, pp. 299-333; y en E. R odón,
«La métrica latina ante la lingüística actual». RSEL 4/2, 1974, pp. 488-503.
32. The Hague-Paris 1970.
92 LA LINGÜÍSTICA LATINA

de explicar la cantidad en térm inos de duración silábica, pasa revista a la


equivalencia m étrico-prosódica w w — —, llegando a la conclusión de que
en el caso del latín esta equivalencia ha surgido de la n o rm a de acentuación
que prohíbe re tro tra e r el acento m ás allá de la te rc era sílaba, contando desde
el final. Esta característica provocó la convicción de que el grupo silábico
relevante para la colocación del acento estaba constituido por una sílaba larga
o por dos sílabas breves. Frente a esto Zirin observa que en latín no hay dis­
tinción fonológica en tre una sílaba cerrad a (larga p o r posición) y un a sílaba
conteniendo un núcleo com plejo, vocal larga o diptongo (larga por n atu rale­
za), puesto que los dos tipos son funcionalm ente equivalentes en cuanto a
la colocación del acento, y, en consecuencia, piensa que se podría llegar a una
identidad form al de los dos tipos de sílaba a base de considerar que toda
vocal larga o diptongo está constituido p or una vocal y una semivocal
(a = aa, au = au, e = ee, etc.), cosa que equivale a decir que toda sílaba que
contenga una vocal larga o diptongo es una sílaba cerrada. A p a rtir de ahí,
la consecuencia es clara, la base fonológica de la prosodia y de la m étrica la­
tinas reside en la oposición en tre sílabas ab iertas y cerradas.
La fonología diacrónica estru ctu ral, en lo que se refiere al latín, empezó
a interesar muy tardíam ente a los estudiosos, y lo hizo al am paro de estudios
históricos que tom an como objetivo las lenguas rom ánicas. E sta faceta de
la fonología tiene com o características principales el rechazo de los factores
externos (substrato, superestrato , etc.) y el recu rso a las causas internas (equi­
librio del sistem a, econom ía lingüística, etc.) com o elem entos explicativos
del cambio.
Un tema muy debatido ha sido el de la p érd id a en latín del valor distin­
tivo de la cantidad y de su consecuencia inm ediata: el paso de un sistem a
de oposiciones cuantitativas integrado por diez vocales, cinco largas y cinco
breves, a un sistem a de oposiciones de tim b re constituido por siete vocales
[a, i, u, e, e, o, o]. La explicación m ás clásica es la atrib u id a a A. Haudricourt
y A. Juilland,33 aunque tiene antecedentes notables.34 Según estos autores en
el siglo i de n u estra era se produce la m onoptongación de ae, que da com o
resultado una té ]; esta [£], larga y abierta, se in tro d u jo como elem ento deses­
tabilizador en el sistem a vocálico, provocando alteraciones en el m ism o y
dando lugar a un desplazam iento de las correlaciones,35 lo que en últim o ex­
trem o habría desem bocado en la pérdida de las oposiciones de cantidad, al
prim ar la sim ilitud de ap e rtu ra sobre la sim ilitud cuantitativa.

33. Essai pour une histoire structural du phonétisme française. Paris 1949 (The Hague-
Paris 19702).
34. Parece ser que la primera formulación de esta teoría se debe a L. N ovAk, «De
la phonologie historique romane: la quantité et l’accent». Charisteria Gulielmo Matthesio...
oblata. Praha 1932, pp. 4547. Cf. al respecto A. R oncaglia, «L’effondrement de la quantité
phonologique latine». Actes del XVI Congrès internacional de Lingüística i Filología romà-
niques. I. Palma de Mallorca 1982, pp. 109-122.
35. Debe tenerse en cuenta que la ê era cerrada y la é era abierta.
EL ESTRUCTURALISMO 93

O tra explicación, tam bién estru ctu ral, se debe a H. Weinrich ,36 quien
pensando que el paso de [ae] a [é] es de poco peso p ara p ropiciar tan g ran ­
des resultados, propone p a rtir de las posibilidades de silabación del latín.
Hace no tar que en el caso del latín no se puede p rescin d ir del hecho de que,
ju n to a la existencia de vocales largas y breves, se da tam bién la de conso­
nantes largas y breves. Estos cuatro elem entos se pueden com binar en tre sí,
lo que da un total de cuatro posibilidades diferentes:

1. vocal larga -f consonante larga (stella).


2. vocal larga 4- consonante breve (só lu s).
3. vocal breve -f consonante larga (guita).
4. vocal breve + consonante breve (rota).

Es decir, que la can tid ad de las vocales y de las consonantes era libre. E n
este sistem a se p ro d u jo un deterioro progresivo, consistente en la supresión
del prim er tipo p o r reducción de éste a los tipos segundo y tercero. El esque­
ma resultante era necesariam ente inestable, ya que an te consonante breve
era posible tanto vocal larga como vocal breve, m ientras que ante consonante
larga sólo era posible vocal breve. El resultado de esta ecuación im posible
fue la supresión del elem ento p ertu rb ad o r, el cu arto tipo: vocal breve an te
consonante breve, por reducción al segundo tipo. En esta situación, la can ti­
dad, ya fuera de las vocales ya fuera de las consonantes, vendría fijada au to ­
m áticam ente por el o tro elem ento, consonántico o vocálico. Y com o sea que
en esta época ya ta rd ía del latín el elem ento p red o m in an te era el consonán­
tico, la asignación de cantidad a las vocales sería p u ram en te m e cá n ica37 y,
por tanto, dejaría de ser fonológicam ente distintiva; de ahí la necesidad de
acudir al establecim iento de oposiciones de tim bre.
N aturalm ente estas explicaciones resultan totalm ente inútiles si se acepta
la reciente, pero ya antigua, tesis de E. Pulgram,38 de que ya en época p re ­
clásica, es decir en el siglo m a. d. C., el latín hablado p or el pueblo no se
servía de oposiciones de cantidad, sino que distinguía las vocales p o r el
tim bre.
La teoría de W einrich ha sido contestada p or K. T ogeby39 con un arg u ­
m ento que puede extenderse tam bién a la tesis de H audricourt-Juilland. Dice
Togeby que la referencia a una tendencia general no puede servir de explica­
ción a un fenóm eno particular. De este modo, su p u esta la tendencia de las
lenguas a rechazar sistem as vocálicos asim étricos, esto no explica cómo en

36. Phonologischen Studien zur romanischen Sprachgeschichte. Münster Westf. 1958.


37. ^Así paripé indicarlo al menos la existencia de las llamadas geminadas gramati­
cales (líttera, m itto,r cüppa)^ cuya_ estructura parece derivar de formas con vocal larga y
consonante breve (litera, mito, cüpa). Cf. M. B assols , Fonética latina. Madrid 1962, § 261.
38. Latin-Romance Phonology: Prosodies and Metrics. München 1975. Acerca de la
antigüedad de la teoría véase A. R oncaglia, op. cit. en n. 34.
39. «Les explications phonologiques historiques sont-elles possibles?» Romance Philo-
logy 13, 1959-60, pp. 401-413.
94 LA LINGÜÍSTICA LATINA

un determ inado m om ento el latín desarrolló un sistem a asim étrico p ara


abandonarlo posteriorm ente, ni tam poco p o r qué h a aparecido en concreto
este nuevo sistem a, sea cual fuere, en lugar de o tro cualquiera de los m uchos
posibles. E n esto ha abundado T. Janson40 al señalar que siem pre que se
p arte de la situación de inestabilidad de un sistem a, esta inestabilidad se apo­
ya en motivos fonéticos y /o fisiológicos, de m anera que, en últim o extrem o,
los elem entos inductores del cambio serán fisiológicos o fonéticos.
El propio T. Janson 41 ha propuesto una explicación alternativa de carác­
ter socio-lingüístico, cifrada en un cambio de la estrategia perceptiva. T ras
d ejar sentado, m ediante ejem plos prácticos tom ados de lenguas actuales, que
la duración vocálica tiene una influencia d irecta en la percepción del tim b re
de la vocal (la [i], por ejemplo, se confunde m ás fácilm ente con la [é], que
la [i]), apu n ta la posibilidad explicativa de que dos generaciones sucesivas de
hablantes de una m ism a lengua puedan percib ir de m anera diferente sonidos
idénticos. El proceso podría realizarse así: el sistem a fonológico de las voca­
les latinas, con oposiciones de cantidad, quedaría representado como sigue:

E ste sistem a sería percibido sin diferencias por h ablantes y oyentes. Sin em ­
bargo, la situación real de las vocales en el espacio acústico es diferente:

Es decir, que las vocales breves se presentan m ás centralizadas. E stas diferen­


cias vienen com pensadas por el ajuste perceptivo del oyente; pero, en un mo-

40. Mechanism of Language Change in Latin. Stockholm 1979, p. 31.


41. Op. cit., especialmente pp. 42-45.
EL. ESTRUCTURALISM O 95

m ento dado, las nuevas generaciones de hablantes-oyentes podrían no h ab er


aprendido a com pensar estas desviaciones, de m anera que su concepción del
sistem a vocálico se acercaría m ás a la realidad fonética; ello llevaría a iden­
tificar en el habla unas diferencias cualitativas, que los m iem bros de la gene­
ración an terio r no percibían, consistentes en identificar progresivam ente la
cualidad o tim bre de [i] y [é] po r una parte, y [o] y [ü] por otra.
E n tre las cuestiones puntuales de tipo diacrònico a las que ha dedicado
su atención el estructuralism o citarem os tres: la apofonía (variaciones en el
vocalismo de las palabras) y la síncopa en sílaba in terior abierta, el ro ta­
cismo, y la evolución de la sílaba. La apofonía, y tam bién la síncopa,42 dejan
de in te rp re tarse com o un resultado m isterioso de la acción del acento de
intensidad inicial p ara alcanzar una explicación basada en la economía lin­
güística, al consistir, en palabras de J. A. Enríquez,43 en «la anulación de
un elem ento vocálico diferenciador por su escaso o nulo papel diacrítico», ya
que el perfil sonoro de la p alabra es suficiente para su identificación, su­
puesto que la apofonía sólo se da en palabras de más de dos sílabas y nunca
en la sílaba inicial ni en la final. N eutralización, en sum a, que ten d ría des
posibilidades de realización: cero y una vocal indistinta d que se resolvería
en [í], [ü] o [è], dependiendo la solución en uno u otro sentido de factores
fonológicos, m orfológicos, sociales, estilísticos y sem ánticos. Para uno de los
resultados concretos, [i], tenem os la explicación causísticam ente fonética de
T. Janson,44 que se puede resum ir en la regla:

V
— larga
"-f alta
v 1|
-» J CV.
— posterio r

Donde 2 = sílaba, C = consonante, V — vocal.


E sta regla podría desglosarse en dos:

[é] - » [í] / S | _____ _ CV

[á] -> [i] / 2 , ______ CV

Con lo cual se nota una lim itación del alcance de esta reducción vocálica a
las vocales no posteriores. La novedad que apo rta Janson reside en la ju stifi­

42. S. Rix, «Die lateinische Synkope». Kratylos 11, 1966, pp. 156-165.
43. «Apunte sobre el problema de la apofonía vocálica en latín». Actas del III Con
greso español de Estudios Clásicos. III. Madrid 1968, pp. 59-67.
44. Op. cit. pp. 46-59.
96 LA LINGÜÍSTICA LATINA

cación de que el resultado de la reducción sea [i] y no [e] ni [á]. Ello se


debe a que aquella vocal m antiene el m ayor grado de diferenciación con res­
pecto a las vocales posteriores [ü ] y [o ], con lo cual resulta que se establece
una neutralización de tipo parcial que m antiene diferencias con las o tras posi­
bilidades de neutralización.
En lo que se refiere al rotacism o, J. A. Correa45 inspirándose en un cé­
lebre libro de A. Martinet,464 7ha sostenido que la rotatización de [-s-] in ter­
vocálica se produce por la presión e stru c tu ral que suponía el proceso de
reducción de la gem inada [-ss-] a [-s-]. La consolidación de este proceso hu­
biera creado confusionismo en el sistem a, al p ropiciar gran cantidad de ho~
monim ias: * amases (imperf. de subj.) / am a(s)ses (plusc. de subj.), * amase
(inf. pres. act.) / * ama(s)se (inf. de perf. act.), etc. Ante esta agresión externa,
el sistem a reacciona con cam bios intern o s que convierten en posición in te r­
vocálica al aíófono [s] de / s / en [z], p ara acabar transfonologizándolo en / r / ,
por ser el sonido [z] raro o difícil de pronunciar. En contra de esta explica­
ción ha argum entado M.a L. P orzio Cernía 47 que la reducción de las gem ina­
das [-ss-] se produce muchos siglos después del paso de [-z-] a [-f-] y m ás
todavía del paso de [-s-] a [-Z-], ya que el rotacism o hay que situarlo en los
siglos v-iv a. d. C., m ientras Cicerón y Virgilio, según testim onio de Quintilia-
no,48 escribían todavía caussa y diuissio. Por tanto, propone altern ativ am en te
una explicación basada en idénticos fundam entos de presión estru ctu ral. El
fonema / s / tendría en latín dos alom orfos, [s] (en inicial absoluta y ante
consonante sorda), [z] (en posición intervocálica y ante consonante sonora).
Por presión del sistem a, que en el caso de las fricativas no conoce la alter­
nancia sorda/sonora ( /f / y / h / no tienen ningún alófono sonoro) se h ab ría
tendido a la anulación de [z], bien p o r síncopa (ante consonante sonora), bien
por rotatización (en posición intervocálica). C ontra esta explicación vale el
mismo argum ento de Togeby con respecto a W einrich 49; y se podría añ ad ir
todavía que la existencia de alófonos no es siem pre circunstancia suficiente
para provocar la reducción de su núm ero.

3.1.2. Morfología

En la morfología latina el estru ctu ralism o encontró un terren o b astan te p ro­


picio p ara su cultivo, en parte com o fru to de toda una tradición histórica acos­
tum brada a hablar de raíces, radicales, vocales tem áticas, desinencias perso­
nales, etc., y a constatar las diferencias en tre lenguas. Por todo ello, no es de

45. «S sonora en latín, ¿variante o fonema? Estudio diacrònico». Actas del III Con­
greso español de Estudios Clásicos. III. Madrid 1968, pp. 59-67.
46. Économie des changements phonétiques. Berne 19642, pp. 326-332.
47. «Lo statuto fonologico del fonema / s / in latino». RAL 28, 1974, pp. 1-12.
48. Institut io oratoria I, 7, 20.
49. V. p 93.
EL ESTRUCTURALISM O 97

ex tra ñ ar que la m orfología estru c tu ra l haya conseguido p ro n to el éxito, nada


desdeñable, de p e n e tra r en la enseñanza de los p rim ero s niveles, dado que
facilita a los alum nos una aprehensión de la m orfología com o un todo u n ita ­
rio y perfectam ente engarzado.
La m orfología nom inal ha sido tratad a po r R. A. H al l 50 en «Classical Latín
Noun Inflection», donde se intentan explicar todas las form as del paradigm a
nom inal con idéntica estru c tu ra:

raíz 4- vocal tem ática -f rasgos foném icos predesinenciales -f- de­
sinencia.

La vocal tem ática y la desinencia pueden ser 0 . Y lo m ism o sucede con los
rasgos foném icos predesinenciales, cuya m agnitud se fija exclusivam ente p o r
los lím ites de la vocal tem ática y la desinencia. De esta form a, el ablativo p lu­
ral de todas las declinaciones constaría de una desinencia -s; a ésta, en el
caso de la 1.a y 2.a declinaciones, se antepondrían, com o elem entos predesinen­
ciales, la sustitución de la vocal tem ática, a / o , p o r i y la caracterización de
ésta com o larga:

d o m in + o + : -f s —> d o m i n - \ - i + : -fs —» d o m i n i s .

En cam bio, en el caso de las dem ás declinaciones, se an tep o n d ría a la desi­


nencia el elem ento predesinencial -bu-\

tu rr+ i-\-b u + s —» tu rribu s.

En los tem as consonánticos, que p ara Hall tienen una vocal tem ática 0 , ésta
se vería su stituida p o r -i-.

cónsul + 0 + bu + s —* cónsul + i + b u + s —> c o n su lib u s.

E n conjunto, el trab a jo de H all da la im presión de ser m uy ingenioso, p ero


tam bién artificioso en extrem o. Que vaya en co n tra de las aportaciones de
la gram ática histórica no es un reparo grave que se p u eda oponer a un es-
tru ctu ra lista , aunque sea la verdad. Más grave es, no o b stan te, la incoherencia
d en tro del sistem a y la com plicación innecesaria del m ism o, m otivada m u­
chas veces por su decisión aprio rística de reducir todas las desinencias a un
único fonem a. C iertam ente, no le vem os ninguna v en taja a la explicación del
dativo-ablativo plu ral en los térm inos antes apu ntados, sobre o tra que se
lim ite a decir que en unos casos la desinencia es -t5 y en otro s -(i) b u s . Y sí
le vemos el inconveniente de recargar el procedim iento a base de la división
m encionada entre desinencia y elem entos predesinenciales. Estos y otros pro- 50

50. CPh 41, 1946, pp. 84-90.


98 LA LINGÜÍSTICA LATINA

blem as tra ta de superar F. W. H ouseholder51 en un artículo que pasó de


ser un análisis crítico de la propuesta de Hall a convertirse en una explica­
ción alternativa. Para H ouseholder no existen elem entos predesinenciales
y las desinencias, varias para cada caso, se com binan con los tem as a tra ­
vés de un m ecanism o que tom a en consideración los elem entos finales del
tem a e iniciales de la desinencia. Caso de que los fonem as que en tren en con­
tacto no sean fonéticam ente estables, se aplican unas reglas fonológicas que
resuelven la situación. Tomando el ejem plo aducido a propósito de Hall, el
dativo-ablativo plural aparece conform ado por:

/ î
consonante, i, u, e -bus

tem a acabado en < ► -F ►

a, o -is
v. j

Lo que produciría: auribus, rebus, pero tam bién * consulbus, * m ensais, * do-
m inois. En rl caso de * consulbus, una regla fonológica estab lecerá la inser­
ción de .Tna vocal -i- entre un tem a acabado en consonante y una desinencia
encabezada por una consonante sonora. En consecuencia:

* consulbus —» consulibus.

Por su parte, en la prim era declinación se produce la contracción de las vo­


cales en contacto, y en la segunda la elisión de la vocal tem ática -o- ante -i-:

* mensa-is —> mensis, * dom ino-is —> dom inis.

A la m orfología del verbo ha dedicado un estudio Chr. Touratier,52 quien,


utilizando el procedim iento de la conm utación, identifica los m onem as (lexe-
mas y m orfem as) de las form as verbales personales, así com o sus variantes
(alolexem as y alomorfos). Quizás lo m ás destacable de su exposición sea
el propugnar que no existen m orfem as (no confundir con la existencia de
m orfem as representados por m orfos vacíos) de presente, de indicativo, de
infectum , ni de activa, y la caracterización del im perfecto con un m orfem a
{-ba-} no segm entable, que se opone como unidad al m orfem a {-b-} de futuro
y al m orfem a {-a-} de subjuntivo.
H ablar de morfología sincrónica del adverbio puede parecer, en princi­
pio, algo exagerado, pues es de sobras conocida la incapacidad flexiva de esta

51. «A descriptive analysis of latin declension». Word 3, 1947, pp. 48-58.


52. «Essai de morphologie synchronique du verbe latin». REL 49, 1971, pp. 331-357.
EL. ESTRUCTURALISMO 99

«parte de la oración», si exceptuam os la posibilidad que tiene de ad m itir m or­


fem as de com parativo y de superlativo. Sin em bargo, el estructuralism o ha
superado am pliam ente sus lim itaciones. No tanto de la constitución formal
del adverbio com o de sus relaciones form ales o derivativas con otras partes
de la oración, especialm ente adjetivos, se han ocupado bastan tes autores, lo
que ha producido un plantel de teorías que puede reducirse sustancialm ente
a tres: la de P. H. Matthews,53 que sostiene que adjetivo y adverbio son for­
m as de un m ism o lexema, con dos posibilidades de flexión, una adnom inal
y o tra adverbal. La de J. Kurylowicz54 que propugna p o r la consideración
de los adverbios como adjetivos m arcados con m orfem as vacíos. Y, finalm en­
te, la de K. B ergsland,55 quien, en el m arco de una tradición que parece re­
m ontarse a Crisipo, piensa que los adverbios no se distinguen fundam ental­
m ente de las form as flexivas, pues los m orfem as adverbiales son lo mismo
que m orfem as casuales, relatores que ponen en contacto el sem antem a al que
se ad ju n tan con otro sem antem a verbal.
A una voluntad globalizadora, de inspiración m arcadam ente bloomfíel-
diana, responde la obra de R. J. O'Brien, A descriptive gram m ar of ecclesias­
tical latin based on m odern structural analysis.56 Las lim itaciones que pueden
deducirse del título son m ás ilusorias que reales, ya que la morfología no es
una faceta especialm ente su jeta a variaciones; sí, en cambio., es notablem ente
d iferente el aspecto fonético, ai b asarse sobre la pronunciación eclesiástica
del latín. No o bstante su am bicioso enfoque, el libro, en m uchísim as ocasio­
nes, no va m ucho más allá de ofrecer una segm entación puntillosa y ajustada
de los constituyentes nom inales, pronom inales y verbales, intentando sumi­
n istra r la fórm ula perfecta de descripción del nom bre, verbo, etc De todas
form as, el intento podría tener una validez m ayor, de no ser por la ausencia
de distinción m etodológica entre derivación y flexión que ha dado como
resu ltad o un conjunto com plicado y difícilm ente asim ilable. Obra tam bién de
conjunto, pero de concepción muy escolar orientada a la enseñanza de los
rudim entos gram aticales es la de W. A. Sweet, Latin, a Structural Approach,57
cuyo m ayor interés reside, sin duda, en el título.

3.1.3. Sintaxis

A la vista de la enorm e cantidad de trabajos aparecidos sobre sintaxis, puede


p arecer u n a p aradoja afirm ar que el estructuralism o ha sido una corriente

53. «Latin». Lingua 17, 1967, pp. 153-181, esp. pp. 168 y 175.
54. «Dérivation lexicale et dérivation syntaxique (Contribution à la théorie des parties
du discours)». BSL 37, 1936, pp. 79-92; y Esquisses linguistiques. Wroclav 1960, pp. 164-171.
55. «Les formations dites adverbials en -tim, -atim, et -im du latin républicain». Sym-
bolae Osloenses 20, 1940, pp. 52-85.
56. Chicago 1965.
57. Ann Arbor 1957.
100 LA LINGÜÍSTICA LATINA

poco propensa a tra ta r problem as sintácticos. Mas, si se exam ina a fondo la


producción se ve que la paradoja no es tal. El afán taxonómico del estructu-
ralism o lo ha llevado a tra ta r casi en exclusiva (tal vez sería más ju sto decir
que le ha im pedido tra ta r lo que no fueran) aquellas cuestiones de sintaxis
verbal que, por sus especiales características de cohesión in tern a en el siste­
ma, aceptaban con facilidad que se les aplicara la m etodología del cam po
sem ántico, convertido en ocasiones en cam po funcional. E ste sim ple cam bio
metodológico aseguraba a priori una m ejora, ya fuera por m odificación, ya
fuera por sim plificación, de los m odelos anteriores. Y en esta práctica, la
operatividad de la oposición [ + m arcado] / [— m arcado] ha sido notable. Por
todo ello, casos, modos, tiem pos, pronom bres, .preposiciones, etc., en- tan to
que entidades agrupables y confrontables en tre sí, se p restab an de m aravilla
al análisis estructural. En cam bio, salvo en contadas ocasiones, las cuestiones
de sintaxis fraseológica, mucho más esquivas a ad m itir encuadres rígidos, han
perm anecido intactas. Por lo general, no se ha llegado en ellas más allá de
un funcionalism o elemental. No debe extrañ ar, por tanto, que no abunden las
sintaxis estructurales de conjunto. En el caso del latín, las obras que llevan
este título global, o bien no pasan de un nivel muy elem ental, o, en el m ejor
de los casos, y no es poco m érito, constituyen una recopilación de tem as pu n ­
tuales; el segundo volumen de la Introducción a la sintaxis estructural del
latín de L. R u b io ,5859es una m uestra clara de esta m anera de proceder. En con­
secuencia, al no existir obras de conjunto, tendrem os que em pezar abordando
directam ente el análisis de las cuestiones p untuales que han atraído la aten ­
ción de los estructuralistas.
El controvertido, y nunca bien resuelto, problem a de los casos ocupa el
prim er lugar por la cantidad de investigaciones que ha suscitado; y todas ellas
con un com ún denom inador, que constituye al tiem po su principal defecto:
in ten tar atrib u ir un valor fundam ental y único a cada caso, olvidándose de
la sabia norm a m etodológica que reproducim os en la escueta form ulación
de J. L y o n s : 59 «Cualquier teoría general sobre los casos debe reconocer dos
hechos: (I) que el mismo caso puede realizar m ás de una función sintáctica;
y (II) que una determ inada función sintáctica puede realizarse a través de
una cierta variedad de medios en la m ism a lengua; y, en p articu lar, que en tre
los casos y las locuciones preposicionales del latín hay una relación m ás p ro ­
funda de lo que sugiere el análisis tradicional de la flexión».
Ya muy pronto, el estructuralism o se interesó por esta cuestión, de lo
que es buena m u estra el trab ajo de L. H jelm slev , «La catégorie des cas».60
Es ésta una obra básica, todavía hoy, p ara acercarse a una historia de las
teorías casuales y a la polémica de localistas vs. no localistas; dicha o bra

58. Introducción a la sintaxis estructural del latín. II. La oración. Barcelona-Caracas-


México 1976.
59. Introducción en la lingüística teórica [Traducción española de R. Cerdá del ori­
ginal inglés, New York 1968]. Barcelona 19732, § 7.4.2.
60. Acta Jutlandica 7/1, 1935, pp. I-XII y 1-84. Se encuentra recogido junto con otros
trabajos en traducción española de F. P inero en La categoría de los casos. Madrid 1978.
EL ESTRUCTURALISM O 101

no ha sido superada por la reciente publicación de A. Agud, H istoria y Teoría


de los casos,{61 pese a sus m ayores pretensiones. Asimismo útil p ara la visión
histórica del tem a que estam os tra ta n d o es la introducción que contiene la
obra de J. S. Lasso de la Vega, Sintaxis Griega. I.6162
De aplicación específica, pero no al latín, sino al ruso, es el trab a jo de
R. Jakobson, «Beitrag zur allgem einen K asuslehre: G esem tbedeutungen der
russischen Kasus»,63 de donde parece que deriva la idea del nom inativo caso
agente (luego utilizada por Diver y Rubio en tre otros). A esta concepción se
ha opuesto W. de Groot en una serie de artículos en los que, basándose en
una distinción en tre sem ántica y sintaxis, postula la diferenciación en tre
casos sem ánticos y casos sintácticos, o m ejor dicho, en tre valores sem ánticos
y valores sintácticos de los casos, al h ab e r casos que pueden asu m ir los dos
valores; propugna no que el nom inativo sea el caso del su jeto anim ado, sino
que es el caso de la pu ra referencia, po stu ra conocida con el nom bre de teo­
ría del nom inativo caso cero y que parece ten er influencias de la g ram ática
estoica.64 Muy interesan te es la clasificación estru c tu ral que hace De G root del
genitivo latino en «Classification of the Uses of a Case illu strated on the Geni-
tive in Latin»,65 donde reduce la lista de tre in ta tipos registrados de genitivo
a una serie de ocho tipos regulares de genitivo m ás seis que llam a irregulares
o fuera de sistem a. Sobre esta clasificación de De G root se basó E. Benvenis-
te p a ra d esarro llar su artículo «Pour l'analyse des fonctions casuelles; le gé­
nitif latin»,66 en el que en un estudio p retransfo rm acio n al reduce todos los
tipos supervivientes a una función única: la de tran sp o n e r en dependencia
nom inal la relación que tiene con el verbo transitivo el com plem ento de
o bjeto directo, o bien la que tiene el sujeto con el verbo intransitivo, dejando
a parte, la existencia de ciertos tipos residuales como es el caso del genitivo
exclam ativo. O tro trab ajo de voluntad reductora, dirigido esta vez a los geni­
tivos adnom inales solam ente, es el de H. Fugier, «Génitif adnom inal et tra n s­
form ations en la tin » ;67 en él, recurriendo al principio funcional, se clasifican los
genitivos de acuerdo con su capacidad de asu m ir transform aciones y conm u­
taciones.
De en tre los num erosos trab a jo s dedicados p o r J. Kurylowicz al estudio
de la flexión nom inal indoeuropea im porta fijarse, ni que sea som eram ente,
en su artículo «Le problèm e du classem ent des cas»,68 donde se ofrece un a

61. Madrid 1980.


62. Madrid 1968. Muy ambicioso, pero de limitados alcances, el libro de G. S erbat*,
Cas et fonctions. Paris 1981.
63. TC LP 6, 1930, pp. 240-280. Existe traducción española recogida en la recopilación
Ensayos de lingüística general. Barcelona 1975, pp. 235-302.
64. «Les oppositions dans les systèmes de la syntaxe et des cas». Mélanges de lin­
guistique offerts à Ch. Bally. Genève 1939, pp. 107-127; «Classification of cases and uses
of cases». For Roman Jakobson. The Hague 1956, pp. 187-194.
65. Lingua 6, 1956, pp. 8-65.
66. Lingua 11, 1962, pp. 10-18.
67. REL 51. 1973, pp. 326-345.
68. Bulletin de la Société Polonaise de Linguistique 9, 1949, pp. 20-43. Se encuentra
reproducido junto con otros trabajos suyos en Esquisses linguistiques. Wroclav 1960,
pp. 131-150.
102 LA LINGÜÍSTICA LATINA

visión muy aju sta d a desde el punto de vista e stru c tu ral de la relación entre
casos y preposiciones, al d eterm in ar que la relación existente en tre una p re­
posición y una form a casual, com o por ejem plo en extra urbem , no puede
explicarse diciendo que extra determ ina a urbem , o que urbem determ in a a
extra, sino que es el conjunto integrado por extra y -em el que determ in a a
urb-. E ste postulado tiene clara orientación generativa, y de hecho, será usado
posteriorm ente en esta dirección. Es igualm ente notable la distinción que
en estos artículos establece J. K urylowicz entre funciones sintácticas y funcio­
nes sem ánticas de los casos, y en tre casos gram aticales y casos concretos.
Casos gram aticales son aquellos que tienen com o p rim arias las funciones sin­
tácticas y concretos los que tienen como funciones p rim arias las sem ánticas.
Nominativo, acusativo y genitivo serían los casos gram aticales, en tanto que
serían concretos el ablativo y el locativo (no se olvide que habla con orien­
tación indoeuropeística), en tanto que el dativo ten d ría una atrib u ció n in­
cierta.
Es tam bién digna de m ención la teoría su sten tad a poi W. Diver, <'The
system of Agency of the L atín noun»,6970a pesar de que el sistem a está m on­
tado con unas lim itaciones in ternas que le resta n valor, ya que al tra ta r del
sistem a de la agentividad, el genitivo y el ablativo caen fu, ra dei mismo. Se­
gún D h'er, la estru ctu ració n de les casos latinos opera sobre la base de dos
oposiciones Agente (nom inativo) / Paciente (acusativo) y Agente-Paciente / No
agente-No paciente = residual (dativo).
A com pletar el vacío dejado por Diver parece que se orien ta L. Rubio
en el prim er velam en de su Introducción a la sintaxis estructurai de: latín.10
Sin duda, uno d~ los tratam ie n to s de conjunto m ás am biciosos que se han
hecho sobre los casos latinos, no tan to por el esquem a taxonóm ico inicial,
cuino po r las consecuencias que se derivan del m antenim iento riguroso del
esquem a. El sistem a de oposiciones casuales p ro p u esto noi Rubio, tal como
se puede visualizar en el cuadro de la página siguiente, se basa en una oposi­
ción en tre casos nom inales (son sintáctica y sem ánticam ente nom bres) y casos
no nom inales (no son sintácticam ente nom bres), y d en tro de los prim eros, en
una oposición en tre nom inativo (caso activo) y acusativo (caso pasivo).
Algunos de los im portantes y graves corolarios que exige este esquem a son:
negación de la existencia de la voz pasiva, pues difícilm ente encajaría que el
nom inativo, caso activo, pudiera ser tam bién pasivo, o que el ablativo, que
no es un caso nom inal, fuera caso activo, y, p or tanto, nom inal. Y lo mismo
cabe decir de la negación de la existencia evidente de construcciones de ge­
nitivo adverbal, que se ven relegadas por una oscura acusación de ser cons­
trucciones de sintaxis fosilizada, o de las oraciones de infinitivo, cuyo impo-

69. Word 20, 1964, pp. 178-196.


70. L. R ubio , Introducción a la sintaxis estructural del latín. I. Casos y preposicio­
nes. Barcelona 1966. Este volumen más el segundo citado en n. 58 han sido recientemente
recogidos en un volumen único: Introducción a la sintaxis estructural del latín. Barce­
lona 1982.

EL ESTRUCTURALISM0 103

sible sujeto en acusativo (el acusativo es caso pasivo, no activo) hay que
--------------- -------------------------------:—

cargar en el debe de la relajación sintáctica.

casos nominales casos no-nominales

nombre nombres de la sintaxis caso


de la declarativa adjetival: casos adverbiales:
sintaxis semántica­ . no son nombres ni
impresivo- nombre nombre mente semántica, ni funcional­
expresiva activo pasivo nombre, mente
funcio­
nalmente designa designa
adjetivo persona las cir­
interesada cunstancias

VOCATIVO NOMINATIVO ACUSATIVO GENITIVO DATIVO ABLATIVO

No hem os agotado todavía la cartera de los au to res que en uno u otro


m om ento han dedicado su atención a los casos; sin em bargo, para nc exten­
dernos en dem asía, digam os que un sum ario resum en de las aportaciones
de otros au tores com o C. L. Ebeling,71 R. Godel/ 2 J. Perrot n etc., puede en­
con trarse en la b enem érita obra del no menos benem érito G. Calboli, L a
l i n g ü i s t i c a m oderna e il l a t i n o . 1474
Mas no podem os acabar este apartado dedicado a los casos d entro de
la corriente e stru c tu ra l sin loar la figura de L. Tesniere, cuyos É lém en ts de i
syntaxe structurale,75 son una auténtica obra maest?*a del estructuralism o; I
y, aunque tiene m iras m ucho más am plias que el latín (no pesa en balde su
eslavismo) y la m era problem ática casual, su concepción sintáctica a base
de verbos núcleos dotados de valencia, a cuyo alrededor se mueven los actan-
tes y los circunstantes, de una form a definida por la valencia de cada verbo
—que al igual que sucede con los elem entos quím icos pueden tener valencias
fijas y valencias variables— es un hito im portantísim o en el m arco de la lin
güística en general y de la lingüística latina en p articu lar; su sim iente ha
sido muy prolífica al desem bocar, po r una p arte en la gram ática dependen­
cia! de H app, y, p o r o tra, en una de las ram as de la gram ática generativa,
la llam ada gram ática de los casos, difundida a través de la form ulación de t¡
Ch. Fillmore. Los G rundfragen einer D ependenz-G ram m atik des Lateinischen ;
de H. H a p p 76 constituyen un intento muy serio, más quizá que los realizados
:
p ara ninguna o tra lengua, de aplicación estricta al latín de la teoría depen­
dencia!. O tro in ten to de sistem atización de los casos desde la m ism a perspec-

71. «On case théories». Muséum 62, 1957, pp. 129-145.


72. «Remarques sur des systèmes de cas». Cahiers Ferdinand de Saussure 13, 1955,
pp. 34-44.
73. «Le fonctionnement du système des cas en latin». RPh 40, 1966, pp. 217-227.
74. Bologna 1972.
75. Paris 1959.
76. Gôttingen 1976.
104 LA LINGÜÍSTICA LATINA

tiva dependencia!, pero de m ás lim itados objetivos es la de W. Dressler,


«Comment décrire la syntaxe des cas en latin».7778 Tam bién de inspiración
tesnièriana, pero esta vez inconfesa, es el opúsculo de J. Guillén, Sintaxis
estructural de la lengua latina,™ sim ple reproducción de los esquem as ana­
líticos de L. Tesnière.
Y para finalizar este ap artad o dedicado al tratam ien to estru ctu ral de
los casos, nos referirem os al artículo de Chr. Touratier, «Quelques princi­
pes pour l'étude des cas (Avec Implication à l'ablatif latin)»,79 donde siguien­
do algunos postulados de B. Pottier,80 intenta úna aplicación a la sintaxis
casual del modelo morfonológico conocido con el nom bre de item-and-arran­
gem ent, que se basa en el m antenim iento de una distinción clara entre m or­
fema significativo y el m orfo o los m orios que son los representantes fono­
lógicos del m ismo. Procedim iento explicativo que ha aplicado tam bién al
acusativo en un artículo posterior, «Accusatif et analyse en m orphèm es».81
En la m isma línea, pero quizás con una inclinación mayor hacia la gram á­
tica de los casos, se mueve F. Murru, en su artículo «E ntre philologie
classique et linguistique théorique et appliquée: L'accusatif de qualification
et la gram m aire des cas».82
Siguiendo en la sintaxis nom inal, pero con una perspectiva más am plia,
la correspondiente al sintagm a, cabe referenciar la sistem atización de los
usos de la aposición en latín que hace H. Fugier en «L’apposition en latin.
Pour une étude des relations à l'in terieu r du syntagm e nominal».83 E stable­
ciendo un paralelism o en tre aposiciones, adjetivos epítetos y proposiciones
de relativo, llega a identificar dos grupos a través de la aplicación de crite­
rios de separabilidad, calidad y cantidad de sus determ inantes, y unicidad.
Sobre este paralelism o ha reincidido posteriorm ente H. Fugier al estudiar
las posibilidades paradigm áticas de constitución del sintagm a nom inal en
«Le syntagm e nom inal en latin classique».84
Sobre el adjetivo, o m ejor sobre los grados del adjetivo, existe un inte­
resante intento globalizador a cargo de J. A. Correa, quien en su artículo
« E structura de la gradación adjetiva en latín»,85 realiza un porm enorizado
estudio de los usos de un grado por o tro a fin de d em ostrar que estas ená­
lages no constituyen un obstáculo insuperable en el sistem a de oposiciones
estructurales por é i propuestas; en éste, el positivo se opone, como térm ino
no m arcado, al com parativo y superlativo, térm inos m arcados; a su vez, el
superlativo será el térm ino no m arcado en oposición al térm ino m arcado

77. RPh 44, 1970, pp. 25-36.


78. Salamanca 1961.
79. Langages 5Q, junio 1978, pp. 98-116.
80. Systématique des éléments de relation. Étude de morphosyntaxe structurale ro­
mane. Paris 1962.
81. BSL 74, 1979, pp. 43-92.
82. Revue Roumaine de Linguistique 24, 1979, pp. 591-604.
83. La Linguistique. 9/1, 1973, pp. 97-113.
84. Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, II, 29, 1; 1983, pp. 212-269.
85. Actas del V Congreso español de Estudios Clásicos. Madrid 1978, pp. 535-539.
EL ESTRUCTURALISMO 105

que es el com parativo, ya que la com paración en tre dos, expresada p o r el


com parativo, es m ucho m ás específica que la com paración m últiple que se
expresa por m edio del superlativo.
Pasando al a p a rtad o del verbo, no podem os o m itir de ninguna de las
m aneras, aunque su integración d en tro de la co rrien te estru ctu ral sea com o
m ínimo problem ática, la aportación de G. Guillaume en Tem ps et verbe.
Théorie des aspects, des m odes et des temps,*6 y en L'architectonique du
tem ps dans les langues classiques.*1 La concepción de G uillaum e reposa so­
bre la idea de tiem po operativo (cronogenético), y p retende resolver la dico­
tom ía saussuriana en tre diacronía/sincronía, al co n sid erar la sincronía com o
una sucesión no de m om entos históricos, sino de m om entos, m entales. S obre
el eje cronogenético del tiem po son posibles tres cortes (crónotesis) que
corresponden al tiem po in posse, tiem po in fieri y tiem po in esse. A este fe­
nómeno de la cronogénesis se le adscriben categorías diferentes com o el
aspecto, el modo y el tiem po, que no rep resen tan sino un m ism o fenóm eno
considerado en m om entos distintos de su p rop ia caracterización. Así, p o r
ejemplo, la cronotesis del tiem po in posse da lugar a los modos nom inales,
infinitivo y participio, la del tiem po in fieri al subjuntivo, y la del tiem po
in esse al indicativo. Siguiendo la doctrina de G uillaum e la profesora fra n ­
cesa H. Vairel-Carron ha tratad o ciertas p articu larid ad es de las frases ex­
clam ativas e im perativas latinas en su libro E xclam ation, ordre et défense
(Analyse de deux systèm es syntaxiques en latin),** así como de un a nueva
vision de la oposición in fe ctu m /p erfe ctu m en «La valeur de l'opposition in­
fe c tu m / p erfectum en latin. Exam en et critique des diverses in terp rétatio n s
proposées. V aleur en langue et valeurs d ’emploi des form es de perfectum » ,86879
Las categorías gram aticales del verbo han tenido den tro del estructu-
ralism o una suerte dispar, la m ás aventajada ha sido la categoría del m odo,
en tan to que las dem ás han tenido que conform arse con ser subsidiarias de
teorías generales y no específicas. Así, sobre la p ersona escribió E. B enve-
niste un docum entado a rtíc u lo 90 en el que, ap a rte de fija r la diferencia en tre
hablante y sujeto, deja constancia de una vez por todas de la oposición que
en frenta a la 1.a y 2.a persona con la 3.a, a la que él llam a la no-persona, p o r
carecer de definición o identificación frente a las dos prim eras, que sí son
identificabies en cada ocasión. Lo que en térm inos estru ctu rales se trad u ciría
en una oposición 1.a, 2.a / 3.a , que explicaría perfectam en te los usos de la
[ + d e f .] [— def.]
3.a en sustitución de las o tras dos, p o r se r ésta el térm ino no m arcado. P reci­
sam ente, a explicar estos usos y elim inar los posibles contraejem plos, com o

86. Paris 1929.


87. Copenhaguen 1945.
88. Paris 1975.
89. Civilisations 1, 1980, pp. 55-86.
90. «Structure des relations de personne dans le verbe». BSL 43/1, 1946, pp. 1-12.
106 LA LINGÜÍSTICA LATINA

sería el uso impersonal de la 2.a persona, ha dedicado un excelente artículo,


aunque de exposición poco clara, B. Segura Ramos.91
La categoría tem poral, que a priori parece ofrecer una configuración ade­
cuada para los análisis estructurales, no ha suscitado el interés de los inves­
tigadores, sino en la m edida en que ha sido necesaria para la solución del
problem a del aspecto. La ya clásica, y no p or ello menos discutida, división
aspectual del verbo latino en infectum y p erfectu m de A. Meillet,92 de pro­
blem ática inspiración varroniana,93 tuvo una traducción estru ctu ral a cargo
de K. Bergsland,94 para quien el perfectum (acción acabada) se oponía como
térm ino m arcado al infectum (acción inacabada); com binado todo ello con un
sistem a tem poral que opusiera el p resente (-m arcado) a perfecto y futuro
( + m arcados), se resolvería la principal objeción que se le hace a la teoría
de Meillet —los usos del presente del p erfectu m (pret. perfecto) con un valor
aorístico— pu~s su m arca positiva en cuanto al aspecto { — p erfectu m ) expli­
caría el valor de acción term inada y la m arca negativa en cuanto al tiem po
explicaría la posibilidad de que se usase con el valor de los tiem pos m arca­
dos. A esta sistem atización opuso S. Mariner,95 inspirándose en A. Ronconi,96
un argum ento sim ple, pero de m ucho peso: el paso a estilo indirecto de una
frase ccm o:

Sócrates doctrinam amabat,

en dependencia de un verbo en presente se hace con el infinitivo de pasado


am aw sse y no con el de presente am are:

A iuni Socratem doctrinam am auisse,

es decir, con una form a de perfectum con valor de infectum , cosa im posi­
ble en la orientación opositiva de B ergsland; lo que viene a co n stitu ir un
argum ento indirecto a favor de la consideración del p retérito perfecto como
un tiem po de pasado.

91. «En torno a los conceptos de persona y sujeto a propósito del latín». Habis 8,
1977, pp. 77-88.
92. Esquisse d ’une histoire de la langue latine. Paris 1928. Existe traducción espa­
ñola de AA.VV., Reus 1972.
93. Véase G. S erbat, «Les temps du verbe en latin». III. «Le parfait de l'indicatif
latin». REL 54, 1976, pp. 308-352. Este artículo propició la celebración del interesante Colo­
quio de Morigny (2 de diciembre de 1978), publicado en Civilisations 1, 1980, donde una
parte importante de la discusión giró en torno à lo que quiso decir realmente Varrón en
De Lingua Latina 9,96, pues el texto se presta, como pudo verse, a interpretaciones
opuestas.
94. «Remarques sur la valeur des temps latins». Serta Eitremiana. Oslo 1943, pp. 25-31.
95. «La oposición infectum/perjectum ante un análisis estructural». Actas del I Con­
greso español de Estudios Clásicos. Madrid 1958, pp. 529-533.
96. II verbo latino. Firenze 1948.
EL ESTRUCTURALISM O 107

Los recientes artículos que G. S erbat97 ha dedicado al tiem po no cam ­


bian la orientación opositiva de B ergsland (presente frente a los dem ás tiem ­
pos) excepto en la esencia de la m arca; para S erbat el presente se opondría
como form a atem poral al futuro y perfecto, que sí contienen en sí mismos
la indicación de tiem po.
El estudio estru c tu ral de los m odos en oración independiente está dom i­
nado p o r tres figuras señeras, españolas las tres, M ariner, García Calvo y
Rubio, con unas contribuciones que siguen cronológicam ente este orden.
En prim er lugar, S. Mariner98 se propuso, partiendo de los significantes,
hacer un estudio de las oposiciones m odales en el paradigm a del verbo lati­
no. En su opinión, son cuatro los m odos existentes en este paradigm a: im pe­
rativo, indicativo, potencial e irreal (las form as nom inales quedan fuera de
toda consideración modal). Lo m ás destacado de esta cuádruple división es
la elim inación del subjuntivo en tan to que modo uniform e, y su división en
dos valores fundam entales, potencial e irreal; con lo que se viene a rom per
con la tradicional división del subjuntivo en volitivo y desiderativo. Los cua­
tro valores m odales antes indicados se oponen entre sí atendiendo a caracte­
rísticas funcionales y sem ánticas; así, el im perativo se opone a los restantes
m odos com o térm ino m arcado en cuanto a la función actúa ti va o im prcsiva,
en tanto que indicativo, potencial e irreal se opondrían entre sí atendiendo a
la expresión de la subjetividad y de la ficción (subjetivos son el potencial
e irreal frente al indicativo, ficticio es el modo irreal frente ?. indicativo
y potencial) dando como resultado el sistem a siguiente:
im perativo

irreal / potencial

indicativo

El carácter y orientación de las oposiciones quizás quede m ejor ejem plifi­


cado en el cuadro que insertam os a continuación:

actuación subjetividad ficción


im perativo +
indicativo — — —
potencial — + —
irreal — -f +

97. «Les temps du verbe en latin». I. «Le présent de l'indicatif». REL 53, 1975, pp. 367-
405; II. «Le futur de l’indicatif». REL 53, 1975, pp. 390-405; III. «Le parfait de l’indicatif
latin». REL 54, 1976, pp. 308-352.
98. «Estructura de la categoría verbal “modo” en latín clásico». Emerita 25, 1957,
pp. 449-486.
108 LA LINGÜÍSTICA LATINA

Por su parte, A. García Calvo publica en 1960 un artícu lo ," que, si bien
dedicado al verbo griego, contiene unas conclusiones que pueden extenderse
perfectam ente al verbo latino. En esencia, García Calvo viene a decir que
la confusión que se ha producido en la consideración de los m odos deriva
fundam entalm ente de la m eta equivocada que ha guiado a los investigadores:
in te n ta r hallar la significación fundam ental de cada m odo, descuidando lo
que él cree que es esencial, el estudio de la correspondencia en tre m odos
y funciones. Introduciendo, por tanto, los análisis de las funciones del len­
guaje de K. Bühler 100 y de R. Jakobson 101 establece que las variaciones m oda­
les en el verbo cum plen fundam entalm ente con la misión de expresar la opo­
sición entre la función lógica o declarativa (indicativo) y la im presiva (impe­
rativo, subjuntivo y optativo). Sucede adem ás que el subjuntivo y el optativo
se usan tam bién como representantes de la función predicativa, pero con una
graduación (prospectiva, potencial, irreal) de la predicación; ap arte, por su­
puesto, del uso de am bos modos com o indicadores de la subordinación, cir­
cunstancia que no interesa en este punto.
En tercer lugar, L. Rubio,9 91002 quizás siguiendo una sugerencia an terio r de
F. Rodríguez Adrados,103 ha realizado una síntesis de los dos estudios an te­
riores, que no se ha lim itado al m ero trab ajo mecánico de integración, sino
que ha derivado en innovaciones en algunos puntos. Si bien es cierto que
tanto en el artículo de M ariner como en el de García Calvo encontram os en
uno u otro m om ento un cruce de puntos de vista diferentes —determ inación
de funciones y graduación dentro de una función, en el caso de García Calvo;
oposiciones por función y por significado, en el caso de M ariner—, lo cierto
es que el corte definitivo lo ha realizado Rubio estableciendo la existencia
de dos ejes de coordenadas diferentes como medios necesarios p ara la carac­
terización de los modos en oración independiente. E stos ejes actúan a nivel
de la form a verbal, el I, y a nivel de la m odalidad de la frase, el II. El eje I re­
presenta los valores modales de M ariner, excluido el im perativo, y el eje II
representa las funciones m odales de G arcía Calvo, tal com o se ve en el es­
quem a de la página siguiente.
Hemos añadido entre claudátors la posición en el esquem a de las form as
de im perativo, la intersección im presivo-potencial; en esta form a concurre la
circunstancia de estar doblem ente m arcada en cuanto a la m odalidad: form a
característica y entonación.

99. «Preparación a un estudio orgánico de los modos verbales sobre el ejemplo del
griego antiguo». Emérita 28, 1960, pp. 1-47.
100. Teoría del lenguaje [Traducción española de J. Marías del original alemán, Jena
1934]. Madrid 19612, pp. 51-56.
101. Essaies de linguistique. París 1963.
102. «Los modos verbales latinos en oración independiente». Emérita 35, 1968, pp. 77-96.
Reproducido en las pp. 234-256 de la Introducción citada en n. 70.
103. Evolución y estructura del verbo indoeuropeo. II. Madrid 1974\ pp. 545-546. Con­
sidérese que la primera edición es de 1963.
EL ESTRUCTURALISM 0 109

E je I
N ivel de la form a verbal

.Ó .§ Acción Ac. po­ Acción


Modos c . REAL tencial IRREAL
Signific- ÙD
______ ___ _ 00 rj
’CS \ c ncn it ueniat ueniret
cs -ado -ante ?
;cs
A) M odalidad lógica:
1 - Asevérativa
- 1 g /./ tieni t. ueniat. ueniret.
Interrogativa /? / u en it ? u en ia t ? ueniret?
.2 «
*cs ^ B) M odalidad
IMPRESIVA /! / tieniti ueniat! u en iret !
> [ueni]
5

Lo característico de este esquem a de Rubio es que se distancia de la pos­


tu ra de G arcía Calvo al d epositar en la entonación de la frase los valores fun­
cionales (m odalidad de la frase) que G arcía Calvo hace recaer en la form a
verbal, al tiem po que, relacionando valores im presivos y lógicos (irreal y
potencial), rellena el hueco que había dejado M arincr, a quien esta relación
coordenada se le tenía que escapar necesariam ente, pues en su sistem a los
valores im presivos y los valores lógicos (irreal y potencial) ocupaban órde­
nes distintos de un m ism o plano, y por tanto, no eran coordenables en tre sí.104
Chr. Touratier, siguiendo el m ism o m étodo usado al tra ta r de los casos,
fijación del núm ero y tipo de m orfem as e identificación de sus m orfos re­
presentativos, ha dedicado un artículo 105 al establecim iento de los m orfem as
que subyacen al subjuntivo. Por de pronto, distingue T o u ratier subjuntivos
en oración independiente y subjuntivos en oración subordinada. En cuanto
a los prim eros, intenta rom per la clasificación tradicional en tre subjuntivos
de deseo y subjuntivos de volición, postulando que en el subjuntivo tenem os
dos m orfos hom ónim os que representan un m orfem a de posibilidad y un
m orfem a de voluntad ; este últim o tendría un alom orfo alternativo en el im­
perativo. Existe, según T ouratier, una m arca form al que apoya el m anteni­
m iento de esta distinción: la negación, ne en los subjuntivos de voluntad y
non en los de posibilidad. Acudiendo a una adaptación de las casificaciones
tradicionales, en tra rían en el cam po del m orfem a de voluntad los su b ju n ­

104. Véase una critica de Rubio en G. C alboli, «Problemi di grammatica latina».


Aufstieg und Niedergang der römischen Welt 11,29,1; 1983, pp. 88-91.
105. «Valeurs et fonctionnement du subjonctif latin». REL 55, 1977, pp. 370-406; 60,
1982. pp. 313-335.
110 LA LINGÜÍSTICA LATINA

tivos yusivos, exhortativos, prohibitivos, optativos y los que expresan supo­


sición y concesión; todos los dem ás tipos serían rep resen tan tes del m orfem a
de posibilidad. La inclusión en un m ism o ap artad o de valores en apariencia
tan diferentes como el yusivo y el optativo se realiza m erced al recurso a otros
m orfem as, que son los encargados de m arcar las diferencias que se aprecian
entre los valores citados. Así, por ejem plo, el subjuntivo optativo sería el
m orfo portm anteau de dos m orfem as, el de voluntad, ya señalado, y o tro m or­
fema cuyo significado sería el de «inactivo», en tan to que el subjuntivo yusi­
vo no represen taría más que al m orfem a de voluntad.
En lo que se refiere al subjuntivo en oración subordinada, distingue Tou-
ratier los casos en que el subjuntivo puede co n m u tar con el indicativo, de
aquellos otros en que dicha conm utación no es posible. En los prim eros, el
subjuntivo no tendrá más valor que el que tenía en oración independiente,
es decir, ser m orfo representativo del m orfem a de voluntad o del de posibi­
lidad; en cambio, cuando la conm utación no es posible, el subjuntivo es
porte del m orfo discontinuo rep resen tan te de un m orfem a de subordinación.
En un ulterio r artículo 506 in ten ta el m ism o autoi extender el sistem a a
todas las posibilidades m orfem áticas del verbo latino, partiendo, por supues­
to, de una identificación sem ántica previa de los m orfem as. Les m orfem as
idendftcables en el verbo latino se pueden resum ir en el siguiente cuadro:

j 1.a pers.
2.a pers.
( dntransitivizante») («acabado») (< < no-pers. v
voluntad 4.a pers.

^ no p e rs .,

Estos m orfem as no coinciden, por supuesto, con las categorías gram aticales
que tradicionalm ente se han venido identificando en el verbo latino, entre
otras cosas porque pueden ser expresados por otros elem entos ajenos al p ara­
digma verbal, si bien, como es evidente, puede establecerse una relación, a
nivel de sugerencia aclaratoria, en tre m orfem as y categorías. Así el m orfem a
«intransitivizante» se relaciona con la voz pasiva, el de «acabado» con la opo­
sición aspectual in fe c tu m /p e rfe c tu m , los alternativos de «posibilidad» y «vo­
luntad» con el m odo subjuntivo, y los «no actual» y «proyectado» con los
tiem pos de pasado y fu tu ro respectivam ente. Cada uno de estos m orfem as,
según indica la convención de incluirlos en tre paréntesis, son de expresión 106

106. «Analyse d ’un système verbal (Les morphèmes grammaticaux du verbe latin)».
En H. P inkster (ed .), Latin linguistics and linguistic theory. Amsterdam-Philadelphia 1983,
pp. 261-281.
EL ESTRUCTURALISM O 111

potestativa, es decir, pueden no figurar en una form a verbal, en cuyo caso


dicha form a verbal expresará el térm ino no m arcado de la oposición (activa,
inacabado, indicativo, presente), excepto en el caso del m orfem a de persona
en que es obligatoria la selección de una de las seis posibilidades.
Dos aportaciones españolas dom inan tam bién el cam po de los pronom ­
bres. Y aquí, de nuevo, aparece una vez más el nom bre de S. Mariner con
su «Contribución al estudio funcional de los pronom bres latinos»,107 donde
defiende la existencia de cuatro funciones pronom inales, la m orfem ática, la
fórica, la enfática y la deíctica; estas cuatro funciones no las poseen por un
igual todos los pronom bres, de m anera que puede establecerse una individua­
lización de los m ism os según su capacidad para d eten ta r unas u otras fun­
ciones. P articularm ente notable es la dem ostración de que tres de los llam a­
dos dem ostrativos (is, ipse, idem ) no poseen valor deíctico, lo que implica
como consecuencia la necesidad de que dejen de figurar bajo el epígrafe de
dem ostrativos, que sí les conviene en cambio a los otros tres (hic, iste, itlc).
El o tro trab a jo al que hacíam os referencia al principio es el de C. C o d o ñ e r ,
«El sistem a de los indefinidos latinos»;108109en él, encontram os una ordenación
de los indefinidos propios latinos (quis, aliquis, quisquam , quídam, quispiam )
en base a dos subsistem as, de m ayor y m enor determ inación, en el Ínter v;r
de los cuales los pronom bres se ordenan según su capacidad de participación
en proposiciones afirm ativas, condicionales, interrogativas y negativas, o Lien,
en cuanto a su indiferencia en la adm isión de tales tipos de oposición
H. Pinkster 109 aplica un sistem a actancial, dependiente, pero no en tera­
m ente sim ilar al de Tesniére, al tratam ien to de la cuestión candente de los
adverbios. Sus postulados finales ofrecen una configuración de la constitu­
ción de la frase en los térm inos recogidos en el siguiente diagram a:

dirección/ ción ± ...


instrum ento.

107. Actas del II Congreso español de Estudios Clásicos. III. Madrid 1968, pp. 131-134.
108. Emérita 36, 1968, pp. 7-24.
109. On latín adverbs. Amsterdam-London 1972.
11 2 LA LINGÜÍSTICA LATINA

En el disjunto se situarían los adverbios y dem ás elem entos susceptibles de


afectar a toda la frase, caso de certe, breuiter o stu lte en la frase siguiente:

num stulte anteposuit exilii líbertatem dom esticae seruituti?


(Cic. Tuse. 5,109).

Más problem ática —de hecho, P in k ster no acaba de pronunciarse de un modo


taxativo— sería la distinción entre ad ju n to nuclear y ad ju n to periférico, ya
que depende de varios factores que no siem pre es posible hacer concordar:
el m ayor o m enor acoplam iento con el verbo y, especialm ente, la obligato­
riedad. El adjunto periférico es siem pre optativo y el nuclear es obligatorio.
Respecto a éste, hay que n o ta r que su p resencia es incom patible con la del
objeto indirecto (la b arra que los separa indica exclusión), siendo, adem ás,
excluyente en cuanto a sus posibilidades (la presencia de una de sus form as
posibles veta las demás). En la frase siguiente encontram os ejem plificadas
las dos clases de adjuntos:

ruri agere uitam , sem per parce ac duriter / se habere.


(Ter. Ad. 45-46).

Sem per sería un adjunto periférico, ruri y parce ac duriter serían nucleares.
E n sintaxis oracional, son m ás m enguados los logros alcanzados. Suges­
tiva y digna de consideración es la teo ría estru c tu ral de la oración sim ple
latina de M. P. Cunningham .110 P ara él un a oración es un segm ento de dis­
curso que, apareciendo entre distm etiones, contiene necesariam ente una pre­
dicación, que puede tener form a de verbo finito (o de alguna de las form as
equivalentes), o bien form a de predicación sim ple, m arcada norm alm ente me­
diante concordancia.
Sobre la coordinación y la subordinación, prácticam ente todo se reduce
a los capítulos que sobre el tem a ha incluido L. R ubio en su Introducción a la
sintaxis estructural del latín. Sirviéndose de una práctica netam ente estruc-
turalista, el recurso a la form a, Rubio sistem atiza toda la subordinación lati­
na como una «respuesta relativa» (hay que enten d er en form a de oración de
relativo) a determ inadas interrogaciones, reales o posibles. El procedim iento
le da como resultado la existencia de cinco tipos de subordinación: subordi­
nación pronom inal relativa, adjetival relativa, adverbial relativa de lugar, ad­
verbial general (de índole modal) y subordinación interrogativa (= interro g a­
tivas indirectas). El cuadro que insertam o s a continuación ejem plifica los
cuatro prim eros casos; el últim o no sería sino la form ulación del proceso
perform ativo de las interrogaciones clasificadoras.

110. «A theory of the latín sentence*. CPh 9/1, 1965, pp. 24-28.
EL ESTRUCTURALISM O 113

Responde a la
Tipo de subordinación p regunta E jem plo

Pronom inal relativa q u is? qui tibi hoc dixit


Adjetival relativa qni m o d u s? qui m odus est cupiditatis
quo m o d o ?
Adverbial de lugar ubi? ubi tu earn reliquisti
Adverbial general (m odo) ut? ut opinor

No parece que haya nada que o b je ta r a los tres prim eros tipos, antes bien
hay que resa lta r el acierto que supone el tratam ien to individualizado de las
adjetivas como una form a de explicar las difíciles atracciones en tre relativo
y antecedente; igualm ente positiva es la sistem atización de las oraciones p ro ­
nom inales relativas, donde encontram os como grupo ap arte las subordinadas
de relativo nom inalizadas, a las que se les niega la existencia de todo an te­
cedente.
El punto débil reside evidentem ente en el cuarto tipo, donde Rubio tiene
que realizar auténticos juegos m alabares p ara llevar el agua a su molino, al
servirse de un procedim iento que recuerda el juego infantil de la adivinanza
de parecido en tre objetos totalm ente distintos. A p a rtir de la existencia, hoy
unánim em ente adm itida, de una relación m orfológica en tre ut y el pron o m b re
relativo, se puede ac ep tar en principio (no sin algún reparo) que todos los
usos de ut su bordinante con indicativo, así como los usos m odales e inde­
finidos, se reduzcan al ut adverbial de m odo y que, p or tanto, sean un a res­
puesta a un ut interrogativo adverbial modal. Ahora bien, de eso a ac ep tar
que las oraciones de ut con subjuntivo (finales, consecutivas, concesivas, com ­
pletivas, etc.) supongan una respuesta a la m ism a pregunta, apoyándolo en
el argum ento de la identidad form al del ut y, sobre todo y a fortiori, en el
origen paratáctico de estas expresiones, m edia un profundo abism o; en tre
o tras cosas, p orque la identidad form al no puede superponerse a la identidad
funcional, y p o rq u e una explicación histo ricista puede reforzar, pero nunca
ser la base de una pro p u esta sincrónica. Menos adm isible es aún que se p re­
tenda luego incluir en el m ism o ap a rtad o todas las dem ás oraciones in tro ­
ducidas p o r conjunciones de tipo diferente, cualquiera que sea el origen de
éstas, debido a la identidad significativa con las oraciones de ut.
Con todo, d en tro de este ap a rtad o de la subordinación con ut, no pode­
mos d e ja r de señalar algunas atin ad as observaciones como la referid a a la
relación en tre com pletivas con ut y com pletivas de infinitivo. O bserva Rubio
que al tiem po que se da en la m ayoría de ocasiones una coincidencia signi­
ficativa en tre las dos construcciones, en ocasiones el significado varía de una
a o tra. Así, p o r ejem plo:
Dicam ut reuertantur dom um — les diré que regresen a casa.
Dicam eos reuerti dom um — d iré que regresan a casa.
114 LA LINGÜÍSTICA LATINA

Esta disim ilitud la explica Rubio por la existencia de tres tipos de verbos su-
praordinados de tales construcciones: verbos de sem ántica estrictam en te im-
presiva (iubeo, nolo, uolo, etc.), verbos de sem ántica estrictam en te declarativa
(uerum est, m irum est, oporíet, etc.) y verbos sem ánticam ente neutros. En los
dos prim eros casos el valor im presivo o declarativo lo m arca con cualquiera
de los dos tipos de construcción el verbo regente; en cam bio, en el tercer
caso al tener el verbo regente una débil fuerza sem ántica necesitará de una
polarización opositiva de las construcciones: la de infinitivo reflejará un
contenido declarativo y la de ut un contenido expresivo.111
De la coordinación, o m ejor, de las conjunciones coordinantes, tra ta el
último capítulo del vol. II de la Introducción a la sintaxis estructural del
latín de L. Rubio. En él encontram os una sutil sistem atización de las con­
junciones copulativas y disyuntivas —m ás factible en la teoría que en la p rác­
tica—; tom ando como guía una com unicación an terio r de E. C o s e r iu ,112
L. Rubio niega la existencia de una plena identidad significativa en tre las con­
junciones copulativas et, atque y -que, puesto que se puede establecer una
oposición entre ellas, tal como lo representam os en el cuadro siguiente:

adición unidad equivalencia

et + — —
ac + + —
-que + + +

Procedim iento de análisis que extiende p osterio rm en te a las conjunciones ad­


versativas, cam biando, naturalm ente, las m arcas distintivas, de form a que ten­
dríam os:

alternativa elección equivalencia

aut + — —
uel + ~b —
-ue + + +

3.1.4. Sem ántica y lexicología

Pasando al cam po de la sem ántica y de la lexicología, hem os de decir que en


un principio no hubo dentro de la corriente estru c tu ral, en lo que afecta a la

111. Cf. la similitud con la postura gencrativista de A. M. Bolkestein expuesta en p. 129.


112. «Coordinación latina y coordinación románica». Actas del III Congreso español
de Estudios Clásicos. III. 1968, pp. 35-57.
LA GRAMATICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 115

filología latina, trab a jo s de conjunto dedicados a estos tem as; sin em bargo
no hay que p asar p o r alto el hecho de que las obras clásicas de sem ántica
tradicional, y el estructuralism o ha seguido la m ism a tendencia, han encon­
trad o siem pre en el latín una fuente inagotable de ejem plos; recordem os sin
ir m ás lejos el libro de S. U l l m a n n , Sem antics.ui Con el tiempo, no obstante,
tras unos prim eros in tentos lexicológicos de E. C o s e r i u ,113114 la concepción de
cam po sem ántico se ha m ostrado muy productiva en el ám bito de la filología
latina; no podem os d e ja r de m encionar las obras de A. Hus, Docere et les
m o ts de la fam ille de docere. É tu d e de sém antique latine,11516789 de P. G u ir a u d ,
Les verbs signifiant «voír» en latín; 1,6 de P. G e r n ia , L'uso di m etuo, uereor,
form ido, paueo e dei term i correlati nel latino arcaico e classico.nl Como viene
sucediendo en todas y cada una de las facetas del estructuralism o, en España
no nos hem os m antenido al m argen de estas tendencias, prueba de ello son
los trab ajo s del p rofesor B. G arcía H e r n á n d e z , El cam po sem ántico de «ver»
en la lengua latina. E studio estructural}™ Sem ántica estructural y lexemática
del verbo; 119 libro en el que entre otros tem as se ofrece un sistem a sem asio­
lógico de los preverbios en latín y un estudio de los niveles y form as de ex­
presión de las clases aspectuales en esta m ism a lengua. Y asim ism o J. C o st a s
R o d r íg ue z , Aspectos del vocabulario de Q. Curiius R ufus. E studio sem ántico
lexicológico. C ontribución al problem a de su datación ,120 donde el enfoque lexi­
cológico su p era el m ero establecim iento de estru c tu ras y se orienta hacia
la solución de problem as cronológicos.

3.2. LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL

La concepción m ism a de la G ram ática G enerativo-Transform acional está reñi­


da, a p rim era vista, con cualquier lengua como el latín, que carezca de hablan­
tes y oyentes con com petencia lingüística espontánea. Siendo así que el obje­
tivo de la GGT es form alizar y exteriorizar las reglas que definan la citada
com petencia lingüística de un hablante-oyente real (aunque idealizable), al no

113. Semántica [Traducción española de J. M artín del original inglés, New York 1962].
Madrid 1965.
114. «Pour une sémantique diachronique structural». Tra.Li.Li. 2/1, 1964, pp. 139-186.
115. Paris 1965.
116. Paris 1964.
117. Torino 1970.
118. Salamanca 1976.
119. Reus 1980.
120. Salamanca 1980.
1 16 LA LINGÜÍSTICA LATINA

existir éste, es de todo punto im posible definir los hilos que mueven las re­
glas de su com petencia. Diría poco en favor de la filología latina si ella se
hubiera rendido ante tal obstáculo, y afo rtu n ad am en te no ha sido así, sino
que lo ha abordado y superado sirviéndose p ara ello de dos orientaciones:
aprovechar las obras, m uchas y muy buenas, descriptivas que se han hecho en
torno a la lengua latina, léxicos, c o r p a s , t h e s a u r u s , y p erm itir que los filó­
logos se irrogaran en determ inados puntos una com petencia lingüística sufi­
ciente para suplir los huecos de la docum entación, en aquellos casos en que
ello no fuera dem asiado aventurado. La utilización co n ju n ta de estos dos
instrum entos en proporciones adecuadas ha producido una com binación p er­
fectam ente asim ilable y teóricam ente válida.
Dada la concepción de la gram ática generativo-transform acional, a su ver­
tiente están d ar nos estam os refiriendo, consistente en p o stu lar la existencia
de un com ponente de base, que es el sintáctico, y dos com ponentes in te rp re­
tativos, que son el fonológico y el sem ántico, es lógico suponer que la inm ensa
m ayoría de las pesquisas hayan tenido que o rien tarse hacia la fijación del
com ponente sintáctico, dado el papel subsidiario de los otros dos com ponen­
tes, y quedando estos dos, en principio, relegados a un segundo plano, y m ás
el sem ántico que el fonológico.

3.2.1. El com ponente sintáctico

Un trabajo pionero en la sintaxis generativo-transform acional del latín es el


de R. T. Lakoff, A b s t r a c t S y n t a x a n d l a t í n c o m p l e m e n t a t i o n . 111 Su finalidad, y
m ás que su finalidad diría que su l e i t m o t i v , es d em o strar la existencia de
una afinidad sintáctica en tre el inglés y el latín, sobre la base de una res­
puesta uniform e a toda una serie de reglas transform acionales que se aplican
o pueden aplicarse a las gram áticas de las dos lenguas. La obra, de inspira­
ción sem ántico-generativa —no hay que olvidar el p arentesco conyugal que
la autora tuvo con George Lakoff, uno de los prim eros patrocinadores de esta
corriente generativista— se propone tra ta r esencialm ente el tem a de la subor­
dinación com pletiva en latín. Desde su aparición esta o b ra se ha convertido
en el punto de referencia obligatorio de todos los estudios transform acionales
que tienen por objeto de estudio la frase latina. Damos a continuación un
extracto sum ario de las reglas que posibilitan la aparición de las com pleti­
vas de infinitivo y de las com pletivas de u t. Los dos procesos tienen un p u n to
de p artid a com ún que radica en la aplicación de la regla de «Introducción de
co m p lan en tador»; el prim er com plem entador que se introduce es q u o d , ele­
gido, por supuesto, de form a aleatoria, sin aten d er en absoluto al proceso
cronológico, ni tan siquiera a sus restricciones de uso, pero sí al hecho de 12

121. Cambridge (Mass.)-London 1968.


--------------------------

LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSEORMACIONAL 117

que es esta p artícu la la que tiene un uso m ás parecido a la inglesa that y a



------------- -------------------------------------

que se construye con el verbo en indicativo. De esta m anera dos oraciones


como:

(1) Volo M arcum iré.

y
(2) Volo ut Marcus eat.
---------------------------------

se generarían a p a rtir de la e stru c tu ra profunda (EP) que podem os ver de-


sarrollada en el indicador sintagm ático (IS) que reproducim os a continua­
ción:

a través de los siguientes pasos:

Regla de «Introducción de com plem entador»:

D e sc rip c ió n ) E (structural) X — id — F — Y

1 2 3 4

C(ambio) E (stru ctu ral) 1 — 2 — quod -F 3 — 4


118 LA LINGÜÍSTICA LATINA

La estru c tu ra resu ltan te de esta regla sería:

A esta e stru c tu ra se le aplican alternativam en te una de las dos reglas de


«cambio de com plem entado!» (o bien una spla de ellas, caso de que el verbo
de la frase m atriz no esté m arcado p ara acep tar las dos): o bien

«Cambio de com plem entador a acusativo con infinitivo»:

DE X — quod — SN — SV — Y
1 2 * 3 4 5
CE 1— 0 — 3 — C + 4— 5
[+Ac]
(donde C — -se + no-finito),

o bien,

«Cambio de com plem entador a ut -f subjuntivo»:

DE X — quod — SN — SV — Y
1 2 3 4 5

CE 1 — ut — 3 — subj. + 4 — 5
LA GRAMÁTICA GENER ATI V O-TRANSFO RM ACIO NAL 119

E stas dos reglas generarían respectivam ente los dos IISS siguientes:

(5) F

ego uolo id Marcas -se -f NF i


[ + ac.]

i
120 LA LINGÜÍSTICA LATINA

A estas estru c tu ras se les aplicaría u na regla de «Deleción» de id, que, acom ­
pañada del 'acoplam iento de la m arca de acusativo e infinitivo o subjuntivo
a sus adjuntos correspondientes, daría como resultado las dos frases indica­
das al comienzo.
De este esbozo del sistem a tran sfo rm ato rio de R. T. Lakoff nos interesa
sobre todo lo qiie hace referencia a la generación de las oraciones de infi­
nitivo, tem a que ha suscitado toda una línea de controversia en la gram ática
generativa, en general, y en la lingüística latina, en p articu lar. La explica­
ción de R. T. Lakoff no encontró una oposición abierta, en el sentido de p ro ­
piciar hipótesis alternativas. É stas han aparecido, es cierto, pero p o sterio r­
m ente y como adaptación al latín de hipótesis de intención m ás generaliza-
dora y de inspiración directa en el inglés. La p rim era de estas alternativas,
propuesta por C. y P. K iparsky,122 es la conocida con el nom bre de Subject-
to-Object-R.aising o «Elevación de sujeto a objeto». E sta R(egla) transform a-
cional tiene como misión convertir el sujeto de una frase in cru stad a en o b ­
jeto de la frase m atriz, de form a que una estru c tu ra como la que sigue:

(7) F,

F 2

N V

Sabini dicunt Caesar uenit

122. «Fact». En D. D. S teinberg y L. A. Jakobovits (eds.) Semantics. Cambridge 1971,


pp. 345-369.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 121

se convertiría po r la aplicación de la citada T (ransform ación) en:

El diagram a se vería reducido posteriorm ente por la T de poda de nudos in­


term edios no ram ificados, en el sentido especificado p o r el círculo.
W. J. Pepicello 123 ha sido quien se ha ocupado de la aplicación al lat.'n
de esta R en el caso de las oraciones de infinitivo regidas por verbos de de­
cir, ordenar, de pensam iento y percepción. Le indujo a ello la voluntad de
resolver dos problem as siem pre vigentes dentro de la gram ática latina: la
presencia de un acusativo sujeto y la de un verbo en infinitivo. Problem as,
los dos, que parece que encuentran una solución satisfacto ria en la aplica­
ción al latín de la citada R: el SN elevado tom a el caso acusativo porque
éste es el que le conviene a su nueva posición de o b jeto directo norm al. En
cuanto al infinitivo, Pepicello rec u rre a la explicación dada por los K iparsky
de que en ciertas lenguas la supresión del sujeto o su desplazam iento fuera
de la frase prom ueve la conversión del verbo en infinitivo, tal como hem os
plasm ado ya en el IS precedente.
Al artículo de Pepicello replicó de form a inm ediata A. M. B o l k e s t e i n en
un crítico artículo,123124 en el cual, utilizando básicam ente argum entos de un

123. «Raising in Latin». Lingua 42, 1977, pp. 209-218.


124. «Subject-to-objet Raising in latín». Lingua 48, 1979* pp. 15-34.
122 LA LINGÜÍSTICA LATINA

trab a jo an terio r,125 se opone ta n to a la explicación de Pepicello, com o a la


explicación histórica tradicional,126 que sostenía que el infinito de una fra­
se como:

(9) Video te uenire.

no era o tra cosa que un com plem ento surgido como fru to de un proceso de
expansión de un verbo que originariam ente no podía regir m ás que un objeto
sim ple. La solución- prop u esta p o r B olkestein es sim ple y, si se nos perm ite
la expresión, poco generativa. Sencillam ente, adm ite como una realidad la
existencia de oraciones con el verbo en infinitivo que lleven como constituyen­
te propio un sujeto en acusativo. La m anera de o b ten er este resultado es
tam bién simple: una regla asignará el caso acusativo en lugar del nom inativo
a los sujetos de los verbos no finitos. En consecuencia, el IS correspondiente
a la frase an terio r sería:

(10) F

125. «A.c.Ir and ut- clauses with verba dicendi in latin». Glotta 54, 1976, pp. 263-291.
126. Cf. A. E r n o u t - F . T h o m a s , Syntaxe latine. París 1953\ pp. 320-321; y J. B. H of­
mann - A. S zantyr, Syntax und Stilistik. München 1965, pp. 353-354.
LA GRAMATICA GENERATIVO-TRANSFORM ACION AL 123

IS que co n trasta claram ente con el que Bolkestein propone p ara explicar las
frases de o bjeto y com plem ento como:

(11) Doceo te scribere.

cuya configuración sería com o sigue:

doceo te scribere

Donde te y scribere están en clara dependencia del verbo m atriz, en tanto que
en el caso an terio r te no tenía ninguna relación sintáctica ni sem ántica con
el verbo uideo.
Con todo, quizá lo m ás llam ativo de estos artículos de Bolkestein sea el
hecho de p o stu lar una diferencia significativa, en lo que a verbos de percep­
ción se refiere, entre la construcción de A.c.I.:

(9) Vídeo te uenire.

(donde, com o hem os señalado antes, uenire no es u n a expansión de te) y la


construcción que consta de un objeto expandido m ediante un participio p re­
dicativo:

(13) Video te uenientem .

E sta últim a respondería a casos de percepción directa («te veo desarrollando


el proceso de venir»), m ientras la construcción con oración de infinitivo res­
p o ndería a situaciones de percepción indirecta («me doy cuen ta/to m o conscien­
cia de que vienes»).127

127. Distinción aproximadamente coincidente con la apuntada por B. García H er ­


nández, El campo semántico de «ver» en la lengua latina. Estudio estructural. Salamanca
1976, p. 142.
124 LA LINGÜÍSTICA LATINA

Mayores pretensiones, aunque en lo esencial tenga puntos de contacto con


la anterior, tiene la explicación que para las oraciones de infinitivo se despren­
de de los estudios realizados por N. A. C h o m s k y a p a rtir de 1973,128 hasta que
tom an cuerpo m ás o menos definitivo en sus exposiciones de 1980 129 y 1981.13013
La aplicación al latín de esta teoría la han realizado m ano a m ano M. M aral-
di 131 y G. C alboli .132 Aun a riesgo de o m itir elem entos im p o rtan tes, in te n ta re­
mos exponer sim plificadam ente un constructo que no es en absoluto sencillo,
reduciéndolo a los elem entos necesarios p ara en ten d er la explicación de la
oración de infinitivo. Para ello es preciso, ante todo, tener muy en cuenta u n a
serie de innovaciones dentro de la teoría general de la gram ática generativa.
Estas innovaciones se concretan en dos tipos: 1. las que afectan a las re­
glas de reescritura, 2. las que suponen la introducción de los conceptos de
c-comando y rección. En cuanto a las prim eras, se en tenderán m ás fácilm en­
te a p a rtir de su plasm ación en un IS arbóreo:

Como se puede ver hay tres tipos de frase: frases que incluyen el tiem po
(F0), frases b a rra (F), que se reescriben siem pre en COM PL(ementador) -f F,
y frases sin tiem po (Fj). La distinción en tre frases finitas (con tiem po) y
no-finitas (sin tiem po) resulta esencial, como verem os luego.

128. «Conditions on Transformations». En S. Anderson y P. K iparsky (eds.), A Fest-


chrijt for Morris Halle. New York 1973, pp. 232-286.
129. «On Binding», LI 11, 1980, pp. 1-46.
130. Lectures on Government and Binding. Dordrecht 1981.
131. «The complement structure of perception verbs in latin». En G. C alboli (ed.),
Papers on Grammar. I. Bologna 1980, pp. 47-79.
132. «Problemi di grammatica latina». En Aufstieg und Niedergang der römischen
Welt, 11,29.1, pp. 3-177; esp. 144-164.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 125

En lo que afecta a los conceptos de c-comando y rección lo m ás sencillo


será re c u rrir prim ero a la definición, seguida de la ejem plificación co rres­
pondiente.
c-comando: se dice que una variable 3 c-comanda o tra variable a
si: (1) p no contiene a, y en consecuencia 3 a;
(2) a es dom inada p o r la p rim e ra categoría ram ificada que do­
m ina a 3-
Sea el IS siguiente (donde SP = sintagm a preposicional y P = preposición):

(15) F

podem os decir que en él hay un c-comando interactivo en tre SN,, tiem po y


SV, o bien entre V, SN2 y SP; pero existen tam bién, en tre otros, un c-comando
de SN2 sobre SN3, y de tiem po sobre SN2.
rección: se dice que una variable a es regida por un a variable 3
si: (1) 3 c-comanda cl\
(2) ninguna categoría m ayor ni ninguna fro n tera de categoría
m ayor aparece en tre a y 3* (Son categorías m ayores N, V,
A, SN, SV, P).
Volviendo al a n terio r diagram a, los c-comandos de SN 1 sobre tiem po y de
tiem po sobre SN, serían tam bién ejem plos de rección, m ientras que no lo
sería el c-comando de tiem po sobre SN2.
P artiendo de esta noción de rección, Chom sky establece unas reglas de
asignación de caso, que, para el tem a que nos in teresa aquí, pueden q u ed a r
reducidas a dos:
asignación de caso
1. Un SN es objetivo (va en caso acusativo, según la in terp retació n de
M araldi y Calboli) cuando está regido por V.
2. Un SN es nom inativo cuando está regido p o r tiem po.
La aplicación de estas reglas de asignación de caso determ inaría, ahora ya en
el caso del IS (14), que el SN, to m ara el caso nom inativo al estar regido p o r
tiem po, y que el SN3 tom ara el acusativo al e sta r gobernado p or V. R estaría
126 LA LINGÜÍSTICA LATINA

el problem a del SN 2 (el acusativo sujeto de la oración de infinitivo) al que en


principio no le son de aplicación ninguna de las dos reglas de asignación de
caso, al no esta r ap arentem ente regido ni p o r tiem po ni por V. Y decim os
aparentem ente porque, si bien es verdad que no está regido por tiem po, es
falso que no esté regido por Vlf dado que V, c-comanda SN2, al no existir
entre am bos ninguna categoría m ayor (N, V, A, SN, SV, P).133 Es, en conse­
cuencia, esta m ism a regla de asignación de caso la que explica la presencia
del acusativo su jeto en las oraciones de infinitivo. El infinitivo, por su p arte,
ya queda suficientem ente explicado por la ausencia de tiem po en su frase.
De m anera que colocando entradas léxicas en los nudos term inales de (14)
podríam os generar la frase:

(16) Caesar dicit M arcum uincere hostes.

Tal como vemos a continuación:

(17) F0

M arcum V SN3
[ + ac.]

uincere hostes
[ + ac.]

A parte de la cuestión central, que acabam os de tra ta r, R. T. Lakoff dedica


parte de su atención a cuestiones com plem entarias, ligadas más o m enos
directam ente con la com pletividad, pero de m ayor trascendencia teórica; nos

133. Acerca de la necesidad de una regla de deleción de S (= F) —pues la presencia


de este componente bloquearía también el c-comando—, véase M. M araldi, «New Ap­
proaches to accusative subjects: case theory vs. raising». En H. P inkster (ed.), Latin lin­
guistics and linguistic theory. Amsterdam-Philadelphia 1983, pp. 167-176.
LA GRAMATICA GENERATIVO-TRANSFORM ACION AL 127

estam os refiriendo a los procesos de inserción y m ovim iento de la negación,


a la cuestión de los verbos abstracto s y a la posibilidad del estudio generativo
de los cam bios diacrónicos en la constitución de oraciones com pletivas. Al­
gunos de estos apartados han tenido muy notables repercusiones en el am ­
biente lingüístico, a favor y en contra. C oncretam ente en lo que se refiere a
los verbos abstractos, R. T. Lakoff tra ta de d ar respuesta al problem a que
rep resen ta la existencia en latín de un notable núm ero de subjuntivos m oda­
les en oración independiente, problem a solucionado norm alm ente p or los
tran sfo rm acionalistas a base de situ ar el m odo en la EP, como una generación
de las reglas de ree scritu ra de base, y m ás específicam ente como desarrollo
del nudo Aux. F rente a esto, y an te los m últiples valores (im perativo, desi-
derativo, de posibilidad, etc.) que puede asu m ir un subjuntivo independiente,
sostiene la prem isa de que el m odo no puede estar presente en la EP y, en
consecuencia, que los llam ados subjuntivos independientes no son tales sub­
juntivos independientes, sino subjuntivos subordinados que adquieren una
ap ariencia de independencia como resultado de las transform aciones de corn-
pleinentación, que hem os citado antes, m ás una regla de aplicación u lterio r
que su p rim iría la conjunción ut, y que tendría la siguiente formalización:

«R. de delección de ut»:

DE Xy — V — u t - - F — x 2
1 2 3 4 5

CE 1 — 2 — 0 — i1— 5

Tal com o puede verse en la DE indicada, estos subjuntivos dependen J e un


verbo m atriz, con la particu larid ad de que en estos casos tal verbo nc sería
un verbo real, sino un verbo ab stracto , es decir, un verbo de características
sintácticas y sem ánticas sim ilares a las de los verbos reales, pero sin form a
fonológica. E stos verbos abstractos, representados en tre claudátors, serían,
en tre o tros, [Im p e r], [H o rt], [V el], [O p o rt], [Lie], [Poss], [V erisim ile],
[A equum ]. Tal postura, ju n to a la sostenida en la explicación de los infinitivos
históricos, generados a p a rtir de la transform ación de tachadura de verbos,
esta vez reales, como incipio, soleo o pergo, se sitúa claram ente en la línea
de la g ram ática racionalista de los siglos xvi, x v n y x v m ; gram ática que tiene
en la teoría de la elipsis su principal m anifestación. De esta form a la cadena
de Linacer, Sánchez de las Brozas, Port-Royal, etc. consigue un eslabón m ás.134135
E n lo que se refiere a los infinitivos históricos, la p o stu ra de R. T. Lakoff
ha en contrado continuación en el libro que C. C o n t in o 135 ha dedicado p o r
en tero al tem a de estos infinitivos. La única diferencia con respecto a la

134. Cf. M. B reva Claramonte, «La teoría gramatical del Brócense en los siglos xvii
y xvm». RSEL 10/2, 1980, pp. 351-371.
135. L'infinitivo storico latino. Bologna 1977.
128 LA LINGÜÍSTICA LATINA

au to ra de A bstract Syntax radica en que aquél propone u n a estru c tu ra de


base diferente, lo que determ ina que tengan que ser tam bién diferentes las
transform aciones que se aplican.
Por otro lado, en lo que se refiere a la viabilidad del postulado esencial
de R. T. Lakoff, es decir, el que afecta a los verbos ab stracto s, aparecieron
casi de m anera inm ediata estudios críticos que in ten tab an suplir su esquem a­
tism o.136 Tal es el caso del artícu lo de D. H . K elly ,137 en el que se p lantea la
cuestión de los tiem pos en las frases optativas. La argum entación de Kelly
tiene un fundam ento lógico muy claro. P artiendo de una frase optativa como

(18) utincím id faceret.

explicada por R. T. Lakoff com o una derivación a p a rtir de


(19) (si fuera un deseo razonable) yo desearía e s t o ^ ^ J F ^ ^
Él hacer esto

sostiene que no cuadra en absoluto con la idea de lo que debe ser un verbo
perform ativo el que éste pueda esta r en im perfecto de indicativo o subjun­
tivo, pues los perform ativos tienen que esta r necesariam ente en presente. En
consecuencia, aboga tam bién por la existencia de un predicado abstracto,
VERUM, que al no ser perform ativo pod ría asu m ir un tiem po no presente, en
relación al cual se o rdenaría el tiem po del verbo real de él dependiente, tal
como podem os ver en el siguiente IS:

VERUM F2
[PASADO] /

P red SN SN
II I
I
i
1
PERD ERE DI TE
[FUTURO]

136. Una crítica de los verbos abstractos de R. T. Lakoff puede verse en M. B. K ac,
«Clauses of Saying and the Interpretation of "Because”». Lg 48, 1972, p. 626.
137. «Tense in the latin independent optative». Glotta 50, 1972, pp. 121-125.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 129

correspondiente a la frase:

(21) Utinam te di prius perderent quam p eriisti e patria tua.


(Pl. Capí. 537).

En abierta oposición a esta línea que acabam os de trazar, A. M. B olkes-


t e in 138 se ha ocupado en un estudio m itad generativo, m itad funcional, de la
relación existente en tre las frases independientes (declarativas o yusivas)
y las subordinadas del m ism o tipo, en dependencia de verbos declarativos
o yusivos. Para B olkestein, la sim ilitud modal, así com o la participación en
restricciones com unes que p resentan las frases independientes y las depen­
dientes, no se debe sino al hecho de que las segundas reflejan en el estilo indi­
recto las características de las m ism as frases en el estilo directo, y p or este
m otivo es norm al que co m p artan con aquéllas algunas de las m arcas form ales.
Lo que quiere decir que los rasgos form ales de las oraciones independientes
—y tam bién de las subordinadas— tienen un significado propio, significado
del que se ven privadas en la form ulación de R. T. Lakoff, p ara quien el rasgo
de subjuntivo, por ejem plo, no es sino la m arca de la subordinación y, p o r
tanto, carente de cualquier significado declarativo o yusivo. Las conclusiones 13839140
de Bolkestein establecen la existencia de tres subclases d entro del co n ju n ­
to de los uerba dicendi: 1. neutros, 2. [ + im perativos], 3. [ + declarativos].
La subclase im perativa (im perari, iubere, hortari, etc.) puede llevar un com ­
plem ento constituido p o r una oración de ut -f subjuntivo, o p o r un A.c.I.; la
subclase declarativa (affirm are, narrare, tradere, etc.) sólo se puede com ple­
m en tar m ediante un A.c.I. Ahora bien, en estos dos casos la caracterización
sem ántica del verbo m atriz bloquea la fuerza m odal de las subordinadas. E n
cam bio, en el caso de los verbos neutros (dicere, inquit, ait, etc.) —verbos
de los que la gram ática tradicional decía que podían ten er un significado
declarativo o yusivo—, esta n eutralidad característica es solucionada p o r la
form a de la frase com pletiva: ut -f subjuntivo para el valor im perativo, A.c.I.
p ara el valor declarativo.
P artiendo de esta idea central en torno a los verbos ab stracto s, Chr. L e h -
m a n n 140 ha desarrollado u n a idea muy interesante, que si bien no es ori­
ginal suya, ha encontrado en él un b rillante valedor. La idea, que .ya se en­
cu entra en Lightfoot,141 p articip a de los modelos teóricos de la sem ántica
generativa y de la pragm ática, lo que determ ina que deban en tra r a fo rm ar
parte de las descripciones subyacentes los constru cto s presupositivos; de

138. «The relation between form and meaning of latin subordinate clauses governed
by verba dicendi». Mnemosyne 29, 1976, pp. 155-175, y 268-300.
139. Estas conclusiones coinciden parcialmente con las de Rubio (Cf. p. 114). Sin
embargo, sería muy aventurado establecer dependencias mutuas.
140. Latein m it abstrakten Strukturen. München 1973.
141. «Abstract Verbs and the Development of the Greek Mood System». En L. H eil ­
mann (ed.), Proceedings of the Eleventh International Congress of Linguistics. Bologna-
Florence, Aug. 28 - sept. 2, 1972. II. Bologna 1974, pp. 449-556.
13 0 LA LINGÜÍSTICA LATINA

esta m an era la e s tru c tu ra propositiva asertiva dependiente jerárq u icam en te


de un verbo perform ativo de narración va acom pañada de u na descripción de
las presuposiciones necesarias para el desarrollo de la acción. Una novedad
im p o rtan te con respecto al concepto de verbo ab stracto que hallábam os en
R. T. Lakoff reside en el hecho de que aquí esos verbos no se corresponden
exactam ente con unidades léxicas, sino que rep resen tan sim plem ente rasgos
sem ánticos m ínim os. P artiendo de unos pocos verbos ab stracto s com o son
CAUS (= causare), VEL (= uelle), PON (ponere), FIK TIV ( = supositivo),
INDIC ( = declarativo), y de unos elem entos auxiliares, tam bién tratad o s como
si fueran predicados, ET ( = adición), AUT ( = disyunción) y NEG ( = nega­
ción), L ehm ann ab o rd a el estudio de las proposiciones de deseo, orden, con­
dición, causa y concesión, tratan d o de establecer las relaciones profundas que
existen en tre ellas en función del juego que dan estos verbos ab stracto s. Es
p articu la rm en te in teresante la relación en tre frases causales, concesivas y
condicionales, ya que todas ellas se explican com o variaciones de com binación
de un elem ento nuclear, que es el predicado CAUS. Así las frases causales se
explican com o dotadas de la presuposición y de la aserción que esquem atiza­
mos a continuación:

(22) presuposición (23) aserción

PON INDIC

x p x y CAUS

donde x e y son argum entos, y p y q son proposiciones. Así, considerando


una frase como:

(24) Q uoniam ad dicendum im ped im en to est aetas et pudor, cau-


sam m ihi tradidit. (Cic. S.Rosc. 149).

tendríam os las identidades siguientes:

x = ego.
p = ad d icendum im pedim ento est aetas et pudor.
q = causam m ihi tradidit.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 131

D esarrollando linealm ente los diagram as anteriores y sustituyendo cada nudo


p or el valor concreto correspondiente, tendríam os:

(25) P resuposición: (Ego) (PON — suponer) (ad dicendum im pedi­


m ento est aetas et pudor).
(26) A serción: (Ego) (INDIC = decir) (y = 0 ) (ad dicendum im pe­
dim ento est aetas et pudor) (CAUS) (causam m ihi tradidit).

E n cam bio, si consideram os una frase concesiva como pueda ser:

(27.) Q uam quam dom i cupio, opperiar. (Pl. Tr. 842),

tendríam os los indicadores siguientes:

(28) presuposición (29) aserción

PON INDIC

x p

A los cuales correspondería el desarrollo lineal siguiente:

(30) P resuposición: (Ego) (PON = suponer) (dom i cupio).


(31) A serción: (Ego) (INDIC) (y = 0 ) (dom i cupio) (N EG (CA U S))
( NEG (opperiar) ).

Precisam ente a am pliar, d esarro llar y m odificar estos postulados de Leh­


m ann hem os dedicado algunos trab ajo s, en los que ap a rte de extender el pro­
cedim iento a o tros tipos de oración, finales, com pletivas, consecutivas, adver­
sativas, hem os tra ta d o de m e jo rar el sistem a descriptivo am pliándolo a tres
m iem bros: un a p a rtad o de constataciones, uno de presuposiciones y un te r­
cero situacional o procesal; de la com binación de los tres resu lta la existencia
de varios tipos distintos de predicado CAUS, lo que, en últim o extrem o, puede
132 LA LINGÜÍSTICA LATINA

suponer la solución del problem a de los tiem pos y m odos en los tipos de
oración im plicados.142
Tiene tam bién su punto de arran q u e en R. T. Lakoff la polém ica acerca
de las variaciones de significado que presentan las form as verbales usadas p ara
expresar la obligación. En efecto, R. T. Lakoff habla de la existencia de una
sim ilitud e stru c tu ral de las construcciones con debeo y oportet, sim ilitud
deducible de su identidad significativa. El IS subyacente a am bos tipos de
construcciones sería el siguiente:

(32) F

Donde, ap arte de otras incongruencias, destaca la asignación de valor pasivo


a oportet, como condición necesaria p ara la restricción en la aplicación de
algunas reglas.
El siguiente eslabón lo constituye un artícu lo de A. Neschke,143 que, dedi­
cado a investigar la problem ática cuestión del gerundio y gerundivo, ofrece
una interesante conclusión relativa a las relaciones existentes en tre las o ra­
ciones de infinitivo dom inadas po r oportet y las construcciones de gerundivo

142. La modalidad factitiva en latín. Barcelona 1981; «Hacia una concepción unitaria de
las proposiciones subordinadas». Actas del VI Congreso español de Estudios Clásicos. Ma­
drid 1983, pp. 263-270.
Sobre el tema concreto de las condicionales tenemos un estudio prolijo y, a nuestro
entender, poco claro y convincente, como es el de H. V airel-Carron , «Un modéle d'analyse
linguistique des conditionnelles: Latin si di sunt, si di sint, si di essenty>. BSL 61, 1981,
pp. 272-326.
143. «Strukturale und traditionelle Syntax, dargestellt am Beispiel von Gerundium
und Gerundivum». Glotta, 52, 1974, pp. 237-273.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 133

predicativas del sujeto, lo que acarrea com o consecuencia inm ediata la am ­


pliación del cam po inicial del estudio de R. T. Lakoff. La p ro p u esta básica
de N eschke estrib a en dem o strar que dos frases com o

(33) ea scribenda sunt.

y
(34) Ea scribi opo rtet.

co m p arten EP, pues son sem ánticam ente equivalentes. E sta EP sería la
siguiente:

(35) F

[is] [scrib] pres. nec. pas.

E ste artículo m ereció una resp u esta inm ediata por p a rte de K. S trunk ,144
arg u m entando que esta identidad no es en absoluto real, pues sólo atiende
a alguno de los rasgos significativos del verbo. Según S tru n k , todos los verbos
m odales del tipo considerado, oportet, opus est, necesse est, -nd- + esse, pue­
den, atendiendo a la sem ántica com ponencial, consid erarse integrados por
varios rasgos sem ánticos, de los cuales sólo uno es com ún a todos ellos, el

144. «Lateinisches Gerundium und Gerundivum und die TG». Glotta 52, 1974, pp.
273-287.
134 LA LINGÜÍSTICA LATINA

rasgo [*f necesario]. E ste rasgo sería el único p resen te en las form as -nd.- + esse,
en tanto que los o tros verbos m odales tend rían o tro s rasgos adicionales, de
m anera que estas construcciones p erifrásticas co n stitu irían el térm ino m ar­
cado frente a los dem ás verbos. El resultado se puede observar en el siguiente
cuadro:

Rasgos

Verbos necesario razonable inevitable útil

-nd-A-esse + —- — —
oportet *F + — —
opus est + — — +
necesse est + — + —

Finalm ente, A. M. B olkestein 145 ha dedicado todo un libro a tr a ta r las


i elaciones de parentesco sem ántico y funcional de esta clase J e verbos. En
él, a base de deslindar claram ente los valores deónticos e inferenciales de
es i os verbos,56 así com o las restricciones de uso p ara cada uno de estos valo­
res, liega a la conclusión de que solam ente debere y oportet son sem ántica
y funcionalm ente idénticos, al ser intercam biables en todos y cada uno de
los contextos en que aparecen.
La orientación que .ornó la G ram ática transform acional a p a rtir de los
Aspects de 1965,1 451647 aum entando el papel de las regías de base en d etrim en to
de las transform aciones, determ inó que desde ese m om ento las oraciones de
relativo aparecieran como una generación d irecta p or p arte de las reglas de
reescritu ra de base, al trasp a sa rse a este subcom ponente sintáctico la capa­
cidad recursiva de la gram ática, que en el m odelo de 1957 148 estab a encon-
m endada al com ponente transform acional.

145. Problems in the description of modal verbs. An investigation of latin. Assen


1980.
146. El valor deóntico se da en aquellos casos en que se prescribe una norma de com­
portamiento o de actuación: caso, por ejemplo, de:
Pet. Sai. 44. Non debemus esse delicati.
El valor inferencial se da cuando se expresa una consecuencia o una necesidad ló­
gica, como por ejemplo:
Cic. Fin. 3,46. Nam omnia, quae...op tanda sunt, inesse debent in summa bonorum.
147. N. A. C h o m sk y , Aspects of the theory on Syntax. Cambridge (Mass.) 1965. Existe
traducción española de C. P. Otero . Madrid 1971.
148. N. A. C h o m s k y , Syntactic Structures. ’S-Gravenhague 1957. Existe traducción
española de C. P. O tero , México-Madrid-Buenos Aires 1974.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 135

D entro de la teoría general del m atching analysis existen dos intentos


de explicar las operaciones de relativo latinas: el de J. F. E hrenkranz y
E. C. Kirschland,149 y el de J. P. Maurel; 150 am bos sim ilares y, al m ism o
tiem po, diferentes al p a rtir de modelos no coincidentes.
P ara E hrenkranz y H irschland, la estru c tu ra subyacente de las oraciones
de relativo sería la que se reproduce en el IS (37), correspondiente a la
frase (36).

(36) Consiliis pare, quae m ine pulcherrim a Nautes dat. (Verg. Aen.
5,728).

(37) F

E n donde se observa la existencia de dos nom bres corre fe renciales (i), cir­
cunstancia que posibilita la aplicación de la T de relativización, que tendría
p o r objeto, en principio, su stitu ir el N correferenciado en la frase inserta
p or el relativo correspondiente. Sin em bargo, no es ésta la función que 14950

149. «Latin relative clause». En P. M. P eranteau, J. N. Levi y G. C. P hares (eds.),


The Chicago Which hunt (Papers from the Relative Clause Festival, April 13, 1973). CLC
1972, pp. 23-29.
150. «Les relatives en latin: raising ou matching ?» En H. P inkster (ed.), Latin lin­
guistics and linguistic theory. Amsterdam-Philadelphia 1983, pp. 177-197.
13 6 LA LINGÜÍSTICA LATINA

E hrenkranz y H irschland asignan a la T de relativo, sino que para ellos su


función es copiar o traslad ar las características de núm ero, género y caso
del SN relativizable a una palabra relativa. E sta T podría form alizarse de
esta m anera:

D E : X — SN ¡— [SN — V — SN¡ ] F— Y

a caso
3 género
y núm ero

1 2 3 4

1^—2 — 3 — 4 — qu-

“a caso
3 género
Y núm ero

Condición: 2 y 5 son correferentes.

La aplicación de esta T al IS (37) nos pro porcionaría una estru c tu ra que re­
producim os linealm ente en cuanto a sus nudos term inales.151

(38) Tu pare consiliis [Nautes dat quae pulcherrim a consilia].

A p a rtir de ahí se pueden aplicar TT de deleción total o parcial de uno de los


dos SSNN correferentes. Si la deleción afecta al N de la frase incrustada, el
resultado es la frase (36). En cam bio, si se delee el SN de la frase inserta,
el resultado es una oración de relativo de las que se llam an usuales com o:

(39) ad eas qnas dixim us m unitiones peruenerunt. (Caes. B.G.


3,26,2).

151. La explicación es igualmente aplicable a un modelo que incluya el relativo qu


como desarrollo de las reglas de reescritura:
SN -> N -q u -F
qu-F -» qu---- F.
Con esta opción la T de relativo se limita a una T de copia de marcas.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORM ACION AL 137

Dentro de esta teoría encuentran tam bién explicación las oraciones que
contienen un an tecedente supuestam ente atra íd o al género, núm ero y caso
del relativo, cual es el caso de

(40) u rbem quam statuo uestra est. (Verg. Aen. 1,573).

La estru c tu ra subyacente de esta frase, según E h ren k ran z y H irschland, se­


ría en su desarrollo lineal:

(41) urb s [urbem sta tu o ] uestra est.

que a través de la T de relativo, en la form ulación que acabam os de p resen ­


tar, se convertiría en

(42) urbs [quam urbem sta tu o ] uestra est.

En este punto se aplicaría la T de deleción del SN de la frase m atriz, d ando


como resultado

(43) quam urbem statuo uestra est.

Y, finalm ente, una regla de reordenación situ aría u rb em en posición inicial,


tal como aparece en (40).
J. P. Maurel, po r su parte, m ás que acu d ir a la casuística latin a se
preocupa, sobre todo con vistas a ulteriores estudios, de adecuar, no con
excesivo éxito, un m odelo teórico, que tiene com o base estudios m ás re ­
cientes de Chom sky 152 (en lo que se reñere al W h-m ovem ent) y de B resnan 153
(la teoría de la S). Como m eta final de su estudio está el d em o strar que
todas las oraciones de relativo, restrictiv as y no restrictivas, p erm iten un
análisis unitario, que, por tanto, p arte de idénticas estru c tu ras subyacentes,
lo que está claram ente en desacuerdo con la p o stu ra generalizada de h acer
derivar las oraciones de relativo apositivas de estru c tu ra s coordinadas.
Como elem ento positivo a tener en cuen ta d en tro de los análisis de
Maurel hay que c ita r la tom a en consideración de la interacción existente
entre dem ostrativos y relativos.
De las oraciones de relativo latinas, en toda su extensa problem ática,
tra ta principalm ente el libro de Chr. T ouratier, La relative. Essai de théo-
rie syntaxique.154 Libro desigual, pues al lado de un tratam ien to muy b u eno

152. «On Wh-movement». En P. W. C ulicover , T. Wason y A. Akmajian (eds.), Formal


Syntax. N. York London-S. Francisco 1977, pp. 71-132; «Filters and Control». LI 8, 1977,
pp. 425-504; «On binding». LI 11, 1980, pp. 1-46.
153. J. W. B resnan , «On Complementizer: toward a syntactic theory of complements
types». FofL 6, 1970, pp. 297-321.
154. Paris 1980.
138 LA LINGÜÍSTICA LATINA

en la parte descriptiva, la vertiente teórica se p resen ta vacilante en tre la


gram ática transform acional y la concepción «construccional de la sintaxis»,
que T ouratier desarro lla inspirándose en el análisis de constituyentes inm e­
diatos. Toda su extensa discusión teórica puede condensarse en unos pocos
puntos, algunos de los cuales, com o muy bien reconoce el autor, dan la
im presión de com plicar innecesariam ente la gram ática. Veamos cuáles son
esos puntos. En la definición del concepto de oración, parte T o u ratier de
la distinción en tre construcciones exocéntricas y endocéntricas, al considerar
que la subordinada de relativo es siem pre una expansión nominal (caracte­
rística ésta que define las construcciones endocéntricas), incluso cuando
parece que tiene el antecedente incorporado, y, tam bién, cuando no tiene
tal antecedente, pues en tales casos la relativa rep resen ta un SN cuyo nudo
nom inal ha recibido un significante cero. Los dos tipos de oraciones de
relativo se definen a p a rtir del elem ento del cual son expansión: las ora­
ciones de relativo apositivas o explicativas constituyen la expansión de un
S i\ y las especificativas son la expansión de un N.
Mucho m as problem ática y m enos convincente es su concepción de lo
que es el relativo en sí. En un grado incierto de dependencia de la regla de
Wk-m ovem ent de los transform acionalistas e incluso acudiendo, sin decirlo
expresam ente, a la noción de traza, T ouratier considera que el relativo es
la exU aposición de un SN. Los problem as se le acrecientan en el m om ento
que quiere ju stific a r el caso adoptado por este relativo, justificación
que constituye curiosam ente su m eta principal; pues, entonces, conduce al
lector a un extraño juego en que trazas y pro n o m b res anafóricos aparecen
y desaparecer., están presentes y no lo están, y todo en función de las nece­
sidades del m om ento y de la frase.
El problem a de los casos, y m ás concretam ente, el problem a de la asig­
nación de los casos, aun siendo secundario d en tro de la gram ática genera­
tiva, no ha dejado de interesar a ios investigadores, aunque por supuesto,
la perspectiva del análisis desborda los lím ites del latín, al b uscar un al­
cance universal. E n lo que se refiere a la actitu d de Chomsky sobre el tem a,
a p a rtir de A spects (1965) h asta llegar a sus m ás recientes form ulaciones
de 1981, puede decirse que no ha cam biado sustancialm ente, todo lo más
hay que señalar u na m ayor precisión en sus planteam ientos. La idea de
Chomsky en Aspects, recogida inm ediatam en te p o r R. T. Lakoff, se lim ita a
especificar que el caso concreto tiene que ser introducido por una regla que
no pertenece en absoluto a la base de la sintaxis, sino más bien a su base
transform acional. Pero, ni él, ni R. T. Lakoff, hacen en absoluto referencia
a la form a que deberían tener estas regias transform acionales.155 E n sus tra ­
bajos de 1980 y 1981 las precisiones de Chom sky ya son mayores. En efecto,

155. En algunos trabajos, ya antiguos, hemos intentado dar forma a estas reglas; su
estructura no podía ser otra que la asignación de caso en función del grado jerárquico
de dependencia de cada N con respecto al resto de los componentes de la frase. Así,
por ejemplo, la asignación del acusativo al OD podría tener esta forma:
LA GRAMÁTICA GENERAT1V0-TRAXSF0RMACIONAL 139

en Chomsky (1980) y, sobre todo, en (1981) se presta una mayor atención ai


problem a, según hem os visto ya al hablar de las oraciones de infinitivo
con sujeto en acusativo.156 Quizás lo más im portante de esta nueva actitud
es la fijación de un lím ite final para la asignación de caso: ésta no puede
pro d u cirse fuera de la estru c tu ra F, que genera la estru ctu ra superficial,
puesto que un SN no puede ten er contenido fonético, si no es con la pre­
via asignación del caso. Las reglas de la últim a form ulación de Chomsky son
cinco, m ás precisas, pero no esencialm ente diferentes de la p rim era idea
p resen tad a en Aspects. Son éstas:

á) Un SN está en nom inativo si va regido por INFL(ection) que con­


tenga AGR(eem ent).157
b) Un SN es objetivo si está regido por V ( + transitivo).
c) Un SN es oblicuo, si está regido por P(reposición).
d) Un SN va en genitivo, si [SM— X].
e) Un SN lleva de form a inherente la m arca de caso que le viene d eter­
m inada po r las características de su [— N] regente. (N B . [— N] =
= V o P).

Con estas reglas es posible in tro d u cir los tres tipos de casos existentes
en latín: los casos funcionales (casos gram aticales de la gram ática tradicio­
nal: nom inativo sujeto, acusativo OD, genitivo com plem ento del nom bre)
asignados por las cuatro prim eras reglas, los casos som etidos a rección (en
el sentido tradicional del térm ino) asignados por la últim a regla, que sitúa
en el léxico su capacidad operativa, y los casos generados, en un principio,
p or transform aciones; a este tercer tipo ya nos hem os referido al h ab lar
de las oraciones de infinitivo, ap a rtad o en el que se ponía de m anifiesto que
su explicación quedaba asim ilada a la que se da en estas reglas p ara los
casos funcionales.
Por lo que se reñere a los casos funcionales y a los casos sujetos a
rección es m en ester aludir a dos modelos teóricos que han intentado resol­
ver su problem ática. Nos referim os a la G ram ática de los Casos de Ch. Fii .l-

S(ímbolo) C(omplejo)N / (SN(V-----)sv)F


+ Ac.
En el bien entendido que ni ésta ni otras formulaciones similares hacen otra cosa que
formalizar las ideas poco precisas que nos ha legado la gramática tradicional.
156. Para las referencias bibliográficas véanse notas 129, 130 y 146.
157. Sobre la noción de «rección» o «gobierno» véase p. 125. Respecto a AGR, hay que
considerar una regla de reescritura como:
F -> SN INFL S V , donde
INFL -> [± tiempo, AGR],
14 0 LA LINGÜÍSTICA LATINA

more,158 y a las nuevas aproxim aciones localistas a la teoría casual, en tre las
que hay que citar el interesante libro de J. M. Anderson, The gram m ar o f
Case. Towards a Localistic T heory ,159 y la tesis de aplicación concreta al
latín de P. J. B inkert, Case and preposiíional constructions in a transform a-
tional gram m ar of classical latín ,1601
6en la que se com binan concepciones localis­
tas y fillm orianas con aportaciones procedentes de la sem ántica generativa.
Pese a las diferencias de enfoque, los dos modelos tienen en com ún la consi­
deración del verbo como núcleo cen tral alrededor del cual gira u n núm ero
determ inado de elem entos definibles a priori p o r procedim ientos sem ánticos.
E stos actantes o argum entos —que siem pre se reescriben en form a de pre-
posición(optátiva) -f N, tienen diferentes form as de realizarse, en la m ism a
m edida en que un m orfem a puede tener varios m orios; las posibilidades de
realización de cada actante están en u n a relación de equilibrio y dependen­
cia con las posibilidades de los dem ás actantes, de modo que no siem pre
se pueden variar librem ente. Digamos que la elección está, h asta cierto
punto, dirigida por la selección previa —por voluntad estilística o focaliza-
dora del hablante— del actante que tiene que desem peñar el papel de suje­
to, lo que en el caso del latín se traduce en la adopción del caso nom inativo.
Una vez que se ha establecido cuál va a ser el actan te sujeto, los dem ás se
distribuyen las posibilidades subsistentes; esta distribución puede presen­
ta rse jerarquizada en cuanto a prioridad es de elección.
Una aplicación concreta al latín de las teorías de Fillm ore puede verse
en nuestros artículos «El locativo y las oraciones co p u lativ as» 161 y «Casos
y actuantes»,162 así como en el de F. Murru, «E ntre philologie classique et
linguistique théorique et appliquée: L 'accusatif de qualification et la gram-
m aire des cas».163 E ste m ism o a u to r ha estudiado en o tro a rtíc u lo 164 las
posibilidades de un desarrollo m ás am plio de la gram ática de los casos, con
m iras a conseguir una derivación directa de las oraciones subordinadas
latinas a p a rtir de los actantes; ello requiere considerar la posibilidad de
que el elem ento (caso morfológico) pueda reescribirse en la form a conjun­
tiva usual p ara nosotros.

158. «Toward a Modern Theory of Case». Project on Linguistic Analysis Report n.° 13.
Columbus, Ohio: The Ohio State University Research Foundation, August 1966. Existe
traducción española incluida en H. C o.ntreras (comp.), Los fundamentos de la gramá­
tica transformacional. México 1971, pp. 45-65; «The Case for Case». En E. B ach y
Th. H arms (eds.), JJniversals in linguistic theory. New York 1968, pp. 1-88; «Some Pro­
blems for Case Grammar». Monograph Series on Languages and Linguistics 24, 1971, pp.
35-56. Existe versión española en V. S ánchez de Zavala (comp.), Semántica y sintaxis en
la lingüística transformatoria. II. Madrid 1976, pp. 171-200; «The Case for Case Reopened».
En P. C ole y J. S adock (eds.), Syntax and Semantics. 8. New York 1977, pp. 59-82.
159. Cambridge 1972.
160. Michigan, mimeo, 1970.
161. AFFB 2, 1976, pp. 113-119.
162. Actas del V Congreso español de Estudios Clásicos. Madrid 1978, pp. 557-563.
163. Revue Roumaine de Linguistique 24, 1979, pp. 591-604.
164. «El latino e la grammatica dei casi. Un excursus ed alcune proposte in relazione
al problema della subordinazione». 1F 82, 1977, pp. 142-154.
LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORM ACION AL 141

Todavía dentro del com ponente sintáctico hay que hacer referencia a
algunos estudios que han abordado aspectos parciales de la gram ática latin a
desde una óptica generativa. Así, a la m ultiplicidad de valores que pueden
ad o p tar las transform aciones de nom inalización y a la p ro p u esta de nuevas
bases descriptivas está dedicado el libro de H. Helander, O n th e f u n c t i o n
o f a b s t r a c t N o u n s in L a t i n é
En co ntra de la explicación tradicional —elipsis de s u m y atracción del
segundo térm ino al caso acusativo del prim ero— de frases com parativas
del tipo

(44) certe e q u i d e m p u e r u m p e io r e m q u a m te n o u i n e m in e m .
(Pl. Per. 209).

se o rien ta el artículo de G. C. Gianneschíni, «L'attrazione del com parativo in


latino: uno studio transform azionale»;165166 su p ropuesta pasa por una tran sfo r­
m ación de tachadura de un verbo idéntico al que aparece en el prim er tér­
m ino de la com paración.
Un tem a especialm ente de m oda en estos m om entos es el que afecta a las
interrogativas, y del que se ocupa con profusión la escuela de lingüística la­
tin a surgida en Italia alrededor de la figura de G. Calboii. La e stru c tu ra ló­
gica y presupositiva de las interrogativas,167 y las diferencias de construcción
de las interrogativas retóricas en el estilo indirecto 168 son algunas de las cues­
tiones estudiadas.
Es obligatorio h acer referencia tam bién al artículo que D. H. Kelly 169
dedicó en tem pranas fechas a una cuestión poco trascendente, pero en abso­
luto prescindible, las transform aciones de concordancia en el in terio r del SN,
aunque sea —p o r la fecha del trab a jo no podía ser de o tra m anera— con
una m etodología y una term inología bastante superadas.
Finalm ente, nosotros m ism os nos hem os ocupado en un artículo de las
construcciones exclam ativas latinas, para las que proponem os un tratam ien to
con ju n to que las explique por sí m ism as, sin necesidad de acu d ir a las siem ­
pre problem áticas transform aciones de tachadura, que en m uchísim as ocasio­
nes se m uestran inviables, ai ser incapaces de cum plir con el principio de
recuperabilidad de e stru c tu ra s.170

165 Uppsala 1977.


•166. AFLPer 13, 1975-1976, pp. 309-337.
167. L. V en z i , «WHO-QUESTIONS: Some pragmatical principles». En G. Calboli (ed.),
Papers on Grammar. I. Bologna 1980, pp. 81-102.
168. A. O rlandini, «Unius figurae crudelius euentus or on rhetorical questions». En
G. Calboli, citado en n. anterior, pp. 81-102.
169. D. H. K elly, «Transformations in the latin nominal phrase». CPh 63, 1968, pp. 46-52.
170. «Anàlisi de l’exclamació». Faventia 1/2, 1979, pp. 181-194.
142 LA LINGÜÍSTICA LATINA

3.2.2. El com ponente m orfofonológico

La m isión del com ponente m orfofonológico es la de su m in istrar las reglas


precisas para convertir elem entos léxicos, más o menos ab stracto s, en form as
superficiales; en este proceso se tienen que aplicar reglas m orfológicas que
agrupen de acuerdo con el paradigm a las unidades ab stractas, com o pueden
ser en el caso del verbo, los llam ados m orfem as auxiliares de tiem po, per­
sona, modo, etc., y reglas fonológicas que som etan los resultados de las ante­
riores reglas a los cam bios precisos p a ra que la realización fonética últim a
no sea anóm ala. Constituye este subcom ponente uno de los problem as irre­
solutos de la G ram ática G enerativa, ya que se resiste m uchísim o a las gene­
ralizaciones, a las que siem pre es posible p rese n tar una excepción. En el caso
del latín, la cuestión se agrava al in te n ta r generar la form a ap aren te, pues
ahí se m anifiestan en toda su am plitud las dificultades que rep rese n ta el no
contar cor. hablantes genuinos.
En el ap artado de las reglas m orfológicas, hay que citar, an te todo, el
libro de P. H. M a t t h e w s , Inflectional m orphology (A theoretical SíucLy based
on aspects of latín Verb C onjugation) ,171 donde, tras experim entar con el mo­
delo item-and-arrangement, modelo p rep u esto p o r H cckett, que consiste en
la localización y descripción m aterial de los m orios rep resen tan tes de los
m orfem as, establece la inadecuación del m ism o p ara el tratam ien to de lenguas
flexivas como el latín. Como altern ativ a propone un m odelo llam ado p o r él
word-and-paradigm, de concepción m ucho m ás próxim a a la g ram ática trad i­
cional. Veamos sum ariam ente su form a de actu ar. P ara M atthew s cada pala­
bra tiene una descripción gram atical com o

RUMPO
perfecto, p retérito , indicativo, I a pers. singular, etc.

consistente en una raíz y una serie de propiedades y características morfo-


sintácticas. E stas características y propiedades provocan cam bios p rim ero en
la raíz y la convierten en lo que se llam a un radical p rim ario; luego, en el
radical (adición de term inaciones) y lo convierten en la form a ap aren te, en
este caso un verbo. E n el ejem plo ap u n tad o an terio rm en te, tendríam os una
raíz rup- que se convertiría en el radical prim ario ru:p- a causa del alarga­
m iento de la vocal radical, supuesto que se cum plan, com o es el caso, un a
serie de condiciones: 1.a) que la p alab ra posea la propiedad m orfosintáctica
«perfecto»; 2.a) que su raíz pertenezca a una clase específica de lexemas. E ste
radical prim ario ru:p- se convertiría en ru .p i m ediante la adición del sufijo -i,
supuesto que en la descripción de la p alab ra figuren las categorías y propie-

171. Cambridge 1972.


LA GRAMÁTICA GENERATIVO-TRANSFORMACIONAL 143

dades m orfosintácticas siguientes: «perfecto», «pretérito», «indicativo», «1.a»,


«singular».
AI desarrollo de un m odelo item-and-arrangem ent aplicado al verbo latino
está dedicado el artículo, no siem pre ortodoxo, de Chr. Touratier, «Morpho­
phonologie du verbe latin».172 En él, tras proponer la reescritu ra de AUX(iliar)
en los térm inos siguientes:

AUX (Pasiva) (Perfecto) (Modo) (Tiempo)


Persona (Plural)

procede a describir los significantes correspondientes a los m orfem as de cada


categoría. Veamos a guisa de ejem plo la fórm ula correspondiente a la prim e­
ra persona:

i: /P e rf #
b
1.a pers.
0
o :/V #
m

Un tratam ie n to sim ilar al de T ouratier es el que aplica M. P le n a T 173


a la explicación de la form a fonológica del nom inativo singular en latía.
P ara él, todos los nom inativos singulares anim ados tienen a nivel subyacente
una m arca / - f s / que se m antiene en unos casos, se tran sfo rm a en otros,
y se p ierde en los dem ás, m erced a la aplicación de una serie de reglas con­
trastad a s por la fonología histórica. Posteriorm ente, y con menos fortuna
ha intentado M. Plenat d esarro llar una explicación sem ejante en la generación
del vocativo.174175
E n cuanto a las reglas fonológicas es posible citar tam bién algunos tra ­
bajos relevantes. Tal es el caso del artículo que X. Mignot 175 dedica a la
form ulación en térm inos generativos —es decir, en m atrices de rasgos dis­
tintivos ajustados a la función de generar estru c tu ras fónicas aparentes—
de los fonem as latinos, o el que Chr. Touratier176 ha consagrado a la for-
m alización del rotacism o sincrónico del latín. In teresan te, asimism o, el a r­

172. BSL 67, 1972, pp. 139-174.


173. «Note sur la morphologie du nominatif singulier animé en latin». Pallas 14/3,
1978, pp. 21-40.
174. «Du vocatif latin et, principalment, qu'il n'existe pas». Pallas 15/2, 1979, pp. 53-62.
175. «Phonologie pragoise et phonologie générative dans la description du latin».
BSL 70, 1975, pp. 203-231.
176. «Rhotacisme synchronique du latin classique et rhotacisme diachronique». Glotta
53, 1975, pp. 246-281.
144 LA LINGÜÍSTICA LATINA

tículo de A. M. Devine y L. D. Stephens 177 consagrado al estudio fonotáctico


de los grupos consonánticos latinos sobre bases estadísticas, como m edio
útil para com pletar las insuficiencias descriptivas que p resen tan en ocasio­
nes las reglas de estru ctu ra m orfem ática y las reglas fonológicas de la fono­
logía generativa. Los procesos de reducción de gem inadas han hallado una
form ulación generativa en la hipótesis de O. S. Pillinger,1781 7980 quien los hace
depender de las posibilidades de silabación y de las condiciones necesarias
para proceder al corte silábico. Tras pro d u cirse el co rte y la sucesiva asig­
nación de segm entos a sus sílabas respectivas, los segm entos no asignados
a ninguna desaparecen.
La fonología generativa natural constituye un a pro p u esta altern ativ a a
la fonología generativa según la form ulación chom skyana. Su voluntad p ri­
m aria es la de alejarse en lo posible de las explicaciones de co rte cuasi dia­
crònico, que ofrece la fonología generativa tradicional, sustituyéndolas p or
unas reglas que recojan las concepciones m ás ap aren tes de los hablantes.
E sta nueva form a de aproxim arse a la fonología generativa ha hallado p ro n ­
to un cam po de experim entación en el latín, a través del libro de J. K lau-
senburger, M orphologization. Studies in Latin and R om ance M orphophono­
logy.119 Preciso es decir que la aplicación hecha al latín se refiere a tres
fenómenos muy concretos y poco problem áticos: el rotacism o, la ley de
Lachm ann, y los presentes con infijo nasal. Pero, sea como sea, queda ab ierta
una p uerta a nuevas posibilidades.

3.2.3. Lingüística histórica y gram ática generativa

Tomamos p restado este título del trab a jo pionero que R. D. King 180 dedicó
a la cuestión. Es cierto que a priori am bas concepciones, historicism o y gene-
rativism o, están reñidas entre sí. Y ello no podría ser de o tra m anera si
atendem os a su metodología. Una corrien te p reten d e explicar un fenóm eno
determ inado como resultado de un proceso histórico; la o tra p reten d e ex­
plicar los m ecanism os existentes en la m ente del h ablante que posibilitan
la producción del mismo fenóm eno en un m om ento determ inado. Ahora bien,
pese a esta radical oposición, no deja de ser cierto que se h an producido
intentos de aplicación del generativism o a cuestiones p u ram en te diacróni-
cas. Y esto ha sido posible gracias a u n aspecto p u ram en te m aterial: la
form alización, que introduce la G ram ática G enerativa, se adecúa p erfecta­

177. «The latin consonant clusters». En Two studies in latin phonology. Saratoga
1977, pp. 107-237.
178. «Latin degemination: An autosegmental approach». En H. P inkster (ed.), Latin
linguistics and linguistic theory. Amsterdam-Philadelphia 1983, pp. 243-260.
179. Tübingen 1979.
180. Historical linguistics and generative grammar. Englewood Cliffs 1969.
LA GRAMÁTICA GENER ATIVO-TRANSFORM ACION AL 145

m ente a la explicación de procesos lingüísticos de carácter histórico. Sirvan


de ejem plo los estudios de C. P. O tero 181 sobre la evolución en las lenguas
rom ánicas, que hoy en día parecen ten er cierta continuidad en o tro s es­
tudiosos.182 E stos trab ajo s m arcan exactam ente la pau ta de la orientación
que siguen los estudios de este tipo: explicación del paso del latín a las len­
guas rom ánicas; terreno especialm ente propicio para la descripción, dado
que m uchos datos interm edios en la evolución de una lengua vienen p ro p o r­
cionados por los resultados finales en otra. Junto a estos estudios a los que
acabam os de referirnos, de carácter m orfofonológico, em piezan a aflo rar
tam bién últim am ente otros estudios que sitúan su punto de atención en la
sintaxis.183
Al lado de esta tendencia generalizada no han dejado de aparecer, en
form a m uy esporádica, eso sí, trab a jo s que tra ta n de solucionar satisfacto­
riam en te los problem as que presentan las form as latinas consideradas com o
resu ltad os y no como fuentes. E stos trab ajo s giran alrededor de dos tem as
conexos, la etim ología de sum y el problem a de la aféresis,184 sin olvidar el
que M. N yman ha dedicado a la form a m alo,1*5 ni tam poco el ap artad o que
T o u ratier dedica a la form alización de la génesis del rotacism o.18*1823456

181. Evolución y revolución en romance. Barcelona 1971.


182. C. D uarte y A. A lsina , Gramática histórica del catalá Barcelona 1984.
183. M. S altarelli, «Theoretical implications in the development of "accusativus cum
infinitivo" constructions». En M. Luján y F. H ensey (eds.)t Current Studies in Romance
Linguistics. Washington 1976, pp. 88-99; «Le construzioni causative; sincronía e diacronia».
Actes del XVI Congrès internacional de Lingüística i Filología romàniques. En prensa.
184. J. F oley, « P ro th esis in the la tin verb sum». Language 1961, pp. 59-64; M. N yman ,
Ubi and Ubist. T urku 1974.
185. «Ma(vo)lo. A generative approach». Arctos 7, 1972, pp. 67-92.
186. Op. cit. en n. 176.
4. Cuestiones lingüísticas

4.1. E L A LFABETO Y LA PRO NU N CIA CIO N D EL LATÍN

4.1.?. Los tipos de pronunciación

A grandes rasgos podem os decir que son tres las form as de pronunciación
usuales que puede t<mer el latín, a saber: las nacionales, la eclesiástica y la
clásica o restituida.
Pronunciación nacional es aquella que traduce los elem entos del alfa­
beto latino a los térm inos propios de una lengua actual. P er tanto, puede
h ab e r ta n tas pronunciaciones nacionales del latín como lenguas. Ello d eter­
m ina que una m ism a palabra pueda llegar a sonar de mil y una m aneras
d istin tas. Veamos un ejem plo típico: la palabra Cicero suena en p ronuncia­
ción nacional castellana como ['0i0ero], en nacional francesa como [sise'R o],
etcétera.
La pronunciación eclesiástica es la adoptada por la Iglesia católica, y
coincide a grandes rasgos con la pronunciación nacional italiana. Tiene cier­
to interés p ara el filólogo latino, pues es el tipo de pronunciación a aplicar
en los textos latinos medievales. Veamos algunas de sus norm as m ás carac­
terísticas:

Grafías Pronunciación E jem plos

ae, oe [e] Caesar: f'Je sa r]


coepit: [ ’Jepit]
c (seguida de i, e, ae, oe) rn Cicero: [ ’Ji/ero ]
g (seguida de i, e, ae) [3] agii: [ra3it]
gn O] agnus: ['ap u s]
ti (seguida de vocal) [tsi] co n stitu tio : [k o n sti'tu tsio ]
148 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

En tercer lugar tenem os la pronunciación clásica o restitu id a, que cons­


tituye la reconstrucción aproxim ada de la form a en que se pronunciaba el
latín en el siglo i a. d. C. Es im portante ten er en cu en ta este dato cronológico,
ya que la pronunciación fue cam biando conform e al tra n sc u rrir del tiempo.
Es éste el tipo de pronunciación que debe ad o p tar p referen tem en te todo filó­
logo y, en consecuencia, le vam os a dedicar una especial atención.
Respecto a la pronunciación reconstituida surge sistem áticam ente una
pregunta que, en uno u otro m om ento, nos hem os form ulado todos los que
nos hemos acercado a la filología latina: ¿cómo se ha podido llegar a d eter­
m inar que es ésta y no o tra la form a de p ro n u n ciar el latín que tenían los
rom anos? Previendo ya las dificultades que esta cuestión iba a plantearnos,
ai definir lo que era la pronunciación clásica, hem os hablado exprofeso de
reconstrucción «aproxim ada», pues existen ciertos inconvenientes para llegar a
esta pronunciación ideal.1 E stos problem as pueden diferir de un sitio a otro.
Así, para los hablantes de lenguas rom ánicas, constituye un problem a insal­
vable nuestra incapacidad para distinguir y articu la r vocales larg as'y vocales
breves, en tanto que a un hablante germ ánico le puede rep rese n tar dificultad
la articulación de la vibrante m últiple [r]. O tra cuestión, más peliaguda si
cabe, se refiere al acento. Si se da el caso de que todavía los lingüistas no
se han puesto de acuerdo sobre cuál era la natu raleza del acento latino, si
m usical o de intensidad, tiene que ser axiom áticam ente falsa una pronuncia­
ción reconstituida que prescinde de este extrem o. Mas, al m argen de estas
cuestiones irresolutas, existen m uchos puntos en ios que el acuerdo es gene­
ral, de m anera que sería una actitud muy poco científica d ejar de hacer bien
unas cosas porque no sabem os cómo hacer otras. E stos puntos básicos de
acuerdo, a los que acabam os de referirnos, se han form ado a base de toda
una serie de indicaciones sobre la form a de p ro n u n ciar de los rom anos, que
nos han sido transm itidas por fuentes de muy d iferente tipo. Son las que si­
guen :
1) El testim onio de los gram áticos rom anos, quienes al corregir en sus
tratados los vicios de pronunciación nos su m in istran ju n to a la pronunciación
errónea la que ellos consideran correcta.2 Así, por ejem plo, el gram ático Pom-
peyo 3 previene co ntra la pronunciación ['m isere] en lugar de [‘m iserae]; con
lo que nos da cuenta de dos hechos, de que en su época (siglo v) la pronun-

1. Usar el término ideal supone, de manera indirecta, aceptar que en Roma y en sus
dominios existía una pronunciación deseable por encima de otras, o dicho de otra forma,
que existía una normativa única. Y no era ciertamente así, entendiendo la normativa en
el sentido académico. Existía, eso sí, una normativa de clase aristocrática, lo que no deja
de ser un criterio normativo. Recordemos, al respecto, la célebre anécdota referida al
emperador Vespasiana, de la que nos da cuenta Suetonio. Sin embargo, no era éste el
único criterio existente; se daba también un criterio geográfico que oponía el latín ha­
blado en Roma al latín hablado en provincias e, incluso, en la propia Italia. Cf. 4.3.
2. «Correcta» desde el punto de vista de su normativa. No hace falta insistir en el
escaso interés que el concepto de corrección tiene en la lingüística actual. Véase lo dicho
en la nota 1.
3. GLK V,825.
ALFABETO Y PRONUNCIACIÓN 149

d ac ió n vulgar era ya m onoptongada, y de que en latín clásico se consideraba


co rrecta la pronunciación diptongada. D entro de este ap artad o se puede in­
cluir tam bién una anécdota relatada p o r Cicerón,4 de la que se extrae de
m anera indirecta el convencim iento de que la pronunciación del signo u, en
tan to que sem iconsonante, era [w ] y no labiodental [v], ni bilabial [b ].
Cuenta Cicerón que, a punto de p a rtir el triunviro Craso p ara la expedición
co n tra los partos, creyó oir el grito ['k au n eas] que pudo h aber in terp retad o
corno pronunciación rápida de caue tie eas, cosa que le h ab ría retraíd o de
p articip a r en la expedición y consecuentem ente librado de la m uerte que le
aguardaba; sin em bargo, Craso no atendió a este m ensaje profètico y se
acogió al significado superficial de la expresión que correspondía, a los gritos
que daba un vendedor de higos de Cauno: (ficus) cauneas. La posibilidad de
confusión no h ab ría existido, si la u de caue se h ubiera pronunciado [b ] o [v].
2) La transcripción de palabras latinas al griego y viceversa. La tra n s­
cripción griega Tspávxiog po r Terentius, nos indica que el grupo ti + vocal se
p ronunciaba [ti] y no [tsi]. Un ejem plo inverso lo encontram os en la sá tira
1,5,52 de H oracio donde se otorga al gladiador Mesio el apodo de cicirrus,
que no es sino la transcripción latina del térm ino griego xúcippo<;, «gallo».
3) Las p alab ras latinas que en época antigua pasaron a otras lenguas
como préstam o. P or ejem plo, la palabra keller que es una adaptación alem a­
na de cellarium , nos ilu stra sobre la pronunciación que debía tener la g ra­
fía c delante de e o de i, que era la de [k ].5 En el mismo sentido inciden los
préstam o s latinos al euskera como pake ( < pacem ) o bikhe ( < picem ).6
4) Los descuidos de los lapicidas, fru to en ocasiones de defectos de
form ación, que dejan aflo rar ram alazos de e scritu ra fonética. Es el caso de
la inscripción reproducida en CIL IV, 31, 21, donde encontram os la grafía
ingnis en un intento de aclarar la articulación nasal de la grafía g,[r\i-
5) Los testim onios directos de los escritores que es posible ca p ta r a
través de diferentes recursos estilísticos. Así, com o prueba de que el d ip to n ­
go ae se p ronunciaba [ae] y no [e], se pueden arg ü ir las aliteraciones de
los poetas en que ae nunca com bina con e, pero sí puede hacerlo con a:

Verg. Aen. II, 357. Exegit caecos rabies catulique relicti.

Y es tam bién Virgilio quien nos ilu stra sobre la pronunciación de la grafía
c en los versos siguientes:

Verg. Aen. II, 360. Vrbis iter. N ox atra caua circum uolat umbra.
Verg. G. III, 328. Vbi cantu querulae rum pent arbusta cicadae.

4. De diuinatione. 11,84.
5. Es aventurado conjeturar si se trataría de [k] o de [c].
6. Véase L. Mich elena, «El elemento latino-románico en la lengua vasca». Forties lin­
guae vasconum studia et documenta. 17, 1974, pp. 193-209; esp. pp. 194-195.
150 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

6) La fonética com parada de las lenguas rom ánicas. Las form as rom á
nicas derivadas del num eral q uinqué: [ 'k wir)kwe] (pronunciación labiovelar
atestiguada por las indicaciones del A ppendix Probi, 40: coqui, no c o c í ) cast.
cinco: ['0ÍT]ko], cat. cinc: [sirjk], etc., exigen un estadio interm edio producto
de la disim ilación de labiovelares: ['ki-qk^e]. Como consecuencia in d irecta de
ello, es preciso ad m itir la existencia de una pronunciación idéntica, [k ], en
las palabras latinas como cinctum , que han dado en rom ánico el m ism o resul­
tado que la [k ] < [k w], cast. cinto: [*0ínto], cat. cint: [sin t], etc.

4.1.2. Los signos del alfabeto y su pronunciación 7

Grafías
sim ples Pronunciación

a [a]
b [b ]
c [k ] Ante cualquier vocal. No se p ronunciará nunca [0] a la es­
pañola, ni [J] a la italiana.
d [d ]
e [e] En aras de la sim plificación, p rescindirem os de la tendencia
de las vocales breves a una pronunciación abierta v de las
largas a una cerrada.8
f [f]
g f.gl Ante cualquier vocal. N unca [x j como en castellano, ni [3]
com o en catalán.
h [h ] Signo de aspiración; sin em bargo, hay que tener en cuenta
que la aspiración se daba p referen tem en te en tre las clases
aristocráticas como un signo de distinción.
i [i] Como vocal: filias [’filius].
w Como semivocal: N um asioi: [n u 'm asio i].
ni Como sem iconsonante, al ir seguida de vocal; iacio: [‘jak io ].
En casos muy delim itados constituidos n orm alm ente p or pa-
[ji]
labras com puestas de prefijos preposicionales y form as del
verbo iacio; conicio: [k o n 'jik io ].

7. Nos servimos del sistema de notación de la AFI (1979), prescinciendo de la mayo­


ría de variantes alofónicas. Asimismo, al ser un intento de adecuar nuestras posibilida­
des articulatorias a la supuesta forma de pronunciar, dejamos de Potar también las dife­
rencias entre largas y breves. Cuando el recurso a estas diferencias se haga inevitable
acudiremos a la notación tradicional, w / —. Sin embargo, cuando haya necesidad de re­
presentar el alargamiento como un morfema segmental, usaremos la notación de la AFI
(:, dos puntos colocados tras la vocal larga).
8. Cf. M. B assols , Fonética latina. Madrid 1962, pp. 62-63.
.

i:;., 1
ALFABETO Y PRONUNCIACIÓN 151

Grafías
sim ples Pronunciación

Téngase presente que la utilización del signo j p ara rep re­


se n ta r el sonido [j] no es clásica, sino que rem onta al hum a­
n ista francés del siglo xvi, Pierre de la Ramée, quien intentó
racionalizar la distribución de los signos del alfabeto, pro­
poniendo el uso de i (m inúscula) p ara los valores vocálicos
y semivocálicos, en tanto que se usaría j (m inúscula) p ara
la expresión de los valores sem iconsonánticos. E sta escritu ra
m odernizada se puede encontrar en m uchas ediciones y libros
de texto, aunque sea preferible la clásica.
k [k ] De uso muy restringido y lim itado casi exclusivam ente a la
form a kalendae.
1 [l]
m [m ]
n [n]
o [o]
[pi
a cr

Ver las grafías dobles.


[ f ] En todas las posiciones:
u

En posición inicial. R om a : [ l coma]. En posición in te rio r y


final: am or: ['a m o r]; carus: ['k a ru s]. Cf. carras: [ 'k aru s].
s [;S ]
t [t] E n todos los casos. Hay que p resta r especial atención al grupo
ti -f vocal que en pronunciación eclesiástica suena como
u [u ] Como vocal, ctirrus: [ ‘k u ru sl.
[u ] Como semivocal; plaudo: ['plaudo].
[w ] Como sem iconsonante, ante vocal; uideo: [’w ideo].
Las grafías clásicas eran u (m inúscula) y V (mayúscula)
p a ra todos los valores. Se debe al hum anista francés Pierre
de la Ramée la redistribución de los signos com plem entarios
v (m inúscula) y U (m ayúscula). Véase lo dicho a p ropósito
de i.
X [k s] nox: [noks].
y [y] Constituye la representación latina del signo del alfabeto
griego \j, y no tiene operatividad en latín, sino en la tra n s­
cripción de palabras griegas que tienen este sonido.
z [dz] Es un signo de incorporación tard ía en el alfabeto latino
p ara este valor, fru to de la necesidad de tran scrib ir la ? grie­
ga. Parece ser que en un principio se utilizaba la grafía z
p ara rep resen tar la [z] intervocálica; mas, cuando las [z]
intervocálicas se convirtieron en [ r], esta notación quedó
sin sentido. Su supresión fue dictam inada en 340 a. d. C. p or
el censor Apio Claudio.
152 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

Grafías
dobles Pronunciación

ae [ae] No [e], ni [g]. E stas últim as pronunciaciones no son sino


reflejo de la evolución fonética p opular de la lengua.
au [ay] N unca [o]. Véase lo dicho p ara ae.
ei [ei]
eu [eu]
oe [oe]
ch [kh] Sé trata de una oclusiva velar sorda aspirada. Dada la difi­
cultad de pronunciación p ara los hispanos, se puede o p ta r
com o una alternativa adm isible por [k ], que fue la prim itiv a
form a de pronunciación que tuvo la x griega*
gn [>in] No [P] como en la pronunciación eclesiástica.
11 [O]
mm [m m ]
nn [nn]
ns [ns] A pesar de que fonéticam ente este grupo se red u jo muy
pronto a [s], p osteriorm en te una reacción p u rista rein tro d u ­
jo la n en la escritu ra. En la pronunciación reco n stitu id a es
deseable la articulación de los dos elem entos.
ph [ph] Se trata de una oclusiva bilabial sorda aspirada, y no de
una fricativa labiodental sorda [f], que es como se tiende
a pronunciarla en España. Es éste un tipo de pronunciación
muy extendido y que sería conveniente su p rim ir incluso en
beneficio de [p ], que es la form a de pronunciación ad o p tad a
en los países germ ánicos. Constituye la representación del
sonido que en griego se tran scrib e m ediante (p.
qu [kw ]
rr [ r r ] Téngase, no o bstante, en cuenta que en la pronunciación
ordinaria es m uy difícil distinguir la gem inada [ rr ] de la
vibrante m últiple [ r].
ss [ss]
th [th ] Oclusiva dental sorda aspirada, y no una oclusiva in terd en tal
sorda [0], Como form a su stitu tiv a de pronunciación se pue­
de rec u rrir a [t] pero no a [0]. R epresenta el sonido de la 0
griega.
ALFABETO Y PRONUNCIACIÓN 153

4.1.3. N orm as de acentuación en latín

4.1.3.1. Cuestiones previas

a. Funciones del acento latino


Con independencia de su cualidad, ya sea de intensidad, ya sea m usical, son
básicam ente tres las funciones que puede desem peñar el acento dentro de
una lengua determ inada: distintiva, culm inativa y delim itativa.
La función d istintiva del acento es propia de aquellas lenguas en que
el acento es de colocación libre, es decir, que su posición no viene im puesta
por reglas fonéticas de ningún tipo. En estas lenguas, caso del catalán, cas­
tellano o inglés, la diferente colocación del acento sobre una determ inada
sa rta de m orfem as (lo que se podría llam ar palabra, si no fuera porque la
p alab ra ya tiene que llevar el acento incorporado) d eterm in a un cam bio en el
significado, o, lo que es lo m ism o, da lugar a palabras d iferen tes y, en conse­
cuencia, a significados tam bién diferentes. Así, por ejem plo, cast. [’term in o ],
[ te r 1m ino], [term i'n o ]; inglés, im port ['im p a it], «im portación» :: im port
[im 'p a it], «im portar».
No parece que sea ésta una de las funciones del acento latino, ya que,
si bien desde el p unto de vista de la grafía son idénticas las form as lépóres
(de lepas) y lépóres (de lépós), en realidad, fonéticam ente, las dos form as
no se corresponden, pues, en un caso tenem os ó, y en el o tro o, y es precisa­
m ente esta distinción cu antitativa de la vocal la que d eterm in a una dife­
ren te colocación del acento de form a autom ática: [’lépóres] :: [lé ’póres].
Dicho de o tra form a, no existen en latín palabras hom ófonas, en cuanto a los
fonem as, cuya distinción de significado venga establecida por la posición
del acento.
La función culm inativa es la que tiene por m isión p o n er de m anifiesto
la existencia de un grupo fónico. Allí donde hay acento, alrededor de éste
se agrupa un grupo fónico. E sta función sí la posee el acento latino, com o
viene evidenciado p o r la existencia de partículas enclíticas y proclíticas,
cuya pronunciación se realiza a través del apoyo en el acento de la palabra
p recedente o siguiente. E jem plo: belli/dom ique [do'm ikw e],9 in hortos [ñnor-
to s], in forum [m ’/o ru m ].10

9. Obsérvese, como tendremos ocasión de señalar más adelante al hablar de las nor­
mas de acentuación, que la presencia de la enclítica determina el tratamiento unitario del
conjunto, lo que se traduce en un cambio en la posición normal del acento; éste, en
el caso de domi, debería recaer sobre la o, en tanto que en el grupo aducido recae sobre
la i, es decir, sobre la sílaba que precede inmediatamente a la enclítica.
10. Un apoyo de esta tesis lo tenemos en la consideración de estos grupos como pala­
bras métricas en poesía, de forma que los poetas evitan la colocación de las cesuras entre
los dos elementos. Cf. L. N ougaret, Traité de Métrique latine classique. París 19633, p. 5.
15 4 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

Finalm ente, tenem os la función delim itativa, que tiene com o m isión fijar
el com ienzo o final de la palabra. E jem plo típico de lengua con acento de
función delim itativa es el francés, en donde el acento recae siem pre sobre la
sílaba final de la palabra: ferm é [feR ’m e], je parle [¿o'paR l]. N ótese, y a
este propósito aducim os el segundo ejem plo, que estam os hablando de acen­
to fónico y de palabra fonética, que no tiene que confundirse con tilde o rto ­
gráfica y palabra escrita, respectivam ente; así, en este últim o ejem plo, la
sílaba final acentuada es la m arcada con el correspondiente signo en la tran s­
cripción fonética, con total independencia de que en el arcaísm o ortográfico
tengam os una sílaba más.
E sta función delim itativa tam bién la posee el latín, en una form a que
podríam os llam ar menos rígida que en el caso del francés. Por las reglas de
acentuación que se dan en latín, sabem os que en las p alabras latinas sólo
puede hab er un máximo de dos sílabas tras el acento, de form a que la pre­
sencia de éste fija tam bién el final del grupo fónico.
E n resum en, el acento latino tiene esencialm ente dos funciones, la culmi-
naliva y la deiim itativa.

b. Im portancia del conocim iento de las norm as de acentuación


In te n ta r ju stifica r la necesidad de conocer las norm as de acentuación que
rigen en una lengua determ inada suena a óaladí. Sin em bargo, com o sea que
en m uchas ocasiones se va a estu d ia r el latín no com o un fin en sí m ism o
sino rom o un m edio auxiliar, no esta rá de m ás hacer una serie de observacio­
nes al respecto.
E n p rim er lugar, hay que señalar una finalidad prim aria: conseguir una
buena pronunciación evitando las- vacilaciones y las m alas lecturas que p o r
desgracia son abundantes. Es frecuente o ír a alum nos de bachillerato p ro n u n ­
ciaciones del tipo [m en'sae], [am a'w eram ], [am a'w ero], etc.
E n segundo lugar, tenem os un factor im p o rtan te como es el hecho de que
la posición del acento se haya m antenido en general en el paso del latín a las
lenguas rom ánicas; de esta form a, al estu d iar la gram ática de cada una de
estas lenguas desde el punto de vista histórico, será im prescindible p a rtir de
la situación del acento y estu d ia r las alteraciones producidas b ajo su in­
fluencia.
E n tercer lugar, y relacionado con el segundo punto, es im p o rtan te el
conocim iento de la posición del acento p ara la m étrica. En el caso de vocales
interiores cuya cantidad se ignora, se puede determ in ar ésta en función de la
colocación del acento en las lenguas derivadas, lo que perm ite ca lib rar de for­
m a indirecta la cantidad vocálica.
ALFABETO Y PRONUNCIACIÓN 155

4 . 1. 3 .2 . Reglas de acentuación

a. Ley de la baritonesis
En latín no hay palabras agudas. E n consecuencia las oalabras de dos sílabas
serán llanas:

Pater [*p á te r], cónsul [’k onsul], m ensae [’rnensae].

b. Ley de la penúltim a
En los polisílabos la posición del acento depende de la cantidad de la penúlti­
m a sílaba:
1) Si la penúltim a sílaba es larga, sobre ella m ism a recaerá el acento:
am icus [ahnikus], am auissem [am a1w issem j.
2) Si la penúltim a sílaba es breve, el acento recaerá sobre la antepenúl­
tim a sílaba:
am aueram [ a ^ a w é r a m ] , amanero [a'm aw éfo j,
am aueram us [am aw e’fám u s].
O bsérvese asim ism o las variaciones: Corpus ['k o fp u s) :: corporis pkorpÓ ris];
tim a r [ ’tim or] :: tim oris [ti'm ó ris] y confróntense con el castellano «cuerpo •
y «temor».

c. E xcepciones

1) A la ley de la baritonesis. E xiste en latín una serie de p alabras agudas,


que, aunque parezca paradójico, no contradicen la ley de la baritonesis. Se
tra ta de palabras que con el tiem po han sufrido alguna alteración en su fone-
tism o, lo que ha provocado que, de m anera secundaria, la sílaba acentuada
q u ed ara en posición final de p alab ra. Dichas alteraciones fonéticas pueden
deberse a:
1. °) Apócope. Tal com o hem os indicado an teriorm ente, los grupos fó­
nicos integrados p o r una enclítica se acentuaban sistem áticam ente en la síla­
ba inm ediatam ente an terio r a ésta, es decir, en la penúltim a: istince [isHirjke],
audisne [a ^ d is n e ]. Al producirse el apócope de la vocal final se m antuvo el
acento en su posición prim itiva, pero ahora la sílaba es ya final: istinc
[is'tiijk ], audin [au 'd in ]. El m ism o fenóm eno se produce en los im perativos
de los verbos com puestos de dico y duco addice > addic, adduce > adduc.
2. °) Síncopa. Es el caso de los antiguos nom inativos en -atis, -itis: Arpi-
natis, Sam nitis, etc., convertidos en Arpiñas [arp i'n as], sam nis [sam 'n is] con
156 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

m antenim iento del acento sobre la m ism a sílaba que lo poseía originariam en­
te. Lo mismo sucede en el caso de los pretérito s com o audiuit > audit [a u 'd it],
ca n ta u it> cantal [k a n 'ta t].11
3.°) Mención aparte m erecen los casos de relativo + cum , que llevan el
acento sobre la preposición en posición anastrófica: quocum [k w o'kum ], qiá-
buscum [kw ibus’k u m j.

2) A la ley de la penúltim a.
1. °) La acentuación de los grupos fónicos en los que p articip a alguna
partícula enclítica constituye uno de los pro to tip o s de estas excepciones. En
estos casos la sílaba acentuada es la penúltim a del grupo fónico con indepen­
dencia de que sea larga o breve: uirum que [w i'ru q k w e] (la u es larga por
posición), aliaue [ali’áwe].
E sta situación se m antiene m ientras hay conciencia en los hablantes de
la existencia del grupo fónico, o lo que es lo m ism o, del valor gram atical in­
dependiente de la enclítica, lo que explica esta tendencia a una acentuación
diferente. Sin em bargo, cuando el grupo fónico adquiere como con ju n to la
posibilidad de ser p o rtador de una nueva significación, o bien cuando deja
de considerarse en la conciencia de los h ablantes como tal grupo, o bien es to­
m ado por una unidad gram atical de tipo m orfém ico, entonces, la acentuación
pasa a regirse autom áticam ente por la ley de la penúltim a. Así tenem os los
casos de utinam , denique, vindique acentuados todos en la antepenúltim a ante
la cantidad breve de la i. T am bién se puede aducir o p o rtunam ente aquí el
ejem plo de itaque que adm ite dos posibilidades de pronunciación en depen­
dencia de su significado: [ 'itákw e] «así pues», en co n traste con [i'ták w e]
«y así».
2. °) Los verbos de com posición preverbial siguen norm alm ente la ley
de la penúltim a, incluso .en el caso de que el acento tenga que recaer sobre
el prefijo. Así tenem os form as com o recitat, perficit, conficit, collocat, que
se acentúan todas ellas en la antepenúltim a, es decir sobre el preverbio. Exis­
ten, sin em bargo, unos com puestos de fació como arefacio, calefacio, tepefa-
cio, etc., en los que al origen m uy discutido del p rim er elem ento se une una
deficiente unión de los com ponentes, lo que determ ina que el acento no se
retro traig a m ás allá de la vocal radical de ja cio : calefacit [k ale'fák it].

11. De todas formas no se puede silenciar la posible existencia de dos pronunciado*


nes alternantes: [kanH at] / pkantat]. Véase A. G arcía Calvo, «Pequeña introducción a la
prosodia latina». Eclás II, 1953-54, p. 118.
LA CUESTIÓN DE LAS LARINGALES 157

4.2. LA C U E S T IÓ N D E LAS LA RING A LES

4.2.L A portaciones principales 12

El p recu rso r de la teoría laringal fue F. de Saussure, quien en su obra Mé-


m oire sur le systém e p rim itif des voyelles dans les langues indo-européennes,13
puso los cim ientos del futuro desarrollo de la teoría. P ara Saussure las raíces
indoeuropeas poseen en su form ación una vocal fundam ental que es é] dicha
vocal puede p rese n tarse altern ad a con Ó y tam bién perd erse (grado cero). De
esta m anera quedarían explicados los radicales con vocal breve, pero no los
que tuvieran vocal larga. Para explicar estos últim os, S aussure propugna que
el núcleo silábico puede estar constituido por la vocal antes citada más una
sonante subsiguiente, que, caso de desaparecer la vocal, se convertiría en
silábica, asum iendo por tanto el papel de vocal. Las sonantes que podrían
p articip a r en la constitución del núcleo silábico serían y, w, n, m, /, r m ás los
llam ados coeficientes sonánticos A y O (lo que luego se llam arían laringales).
Ambos coeficientes tienen para S aussure —y esto es im p o rtan te— carácter
vocálico y, según lo dicho an teriorm ente podrían ap arecer solos, por pérdida
de la vocal, como vocales breves:

* * bhA > cpa

o bien, com binados con la vocal precedente a la que alargarían:

e -f A > e, á , e + O > ó

o -f A > o , o -f O > o

Dichos coeficientes^ estarían tam bién en el origen de las llam adas sonantes
largas: i, u, n, m , /, r sobre la base de que

iA > i, uA > u, nA > n , etc.

Y, por o tra parte, se elidirían, caso de ir situados ante vocal.


Y si S aussure es el precursor, el verdadero fundado r de la teoría de las
laringales fue H. Moller. Sus aportaciones y m odificaciones del núcleo em ­
brio n ario de Saussure, si bien son fáciles de esquem atizar, tienen una im por­
tancia radical por el sesgo totalm ente diferente que dieron a la doctrina. Los
tres puntos fundam entales en los que se distancia de Saussure son:

12. O. S zemerény , «La théorie des laryngals de Saussure á Kurylowicz et á Benve-


niste». BSL 68/1, 1973, pp. 1-25, suministra un cuidado análisis y una acertada crítica de
los avatares que envuelven el afianzamiento de la teoría.
13. Leipzig 1878 (reimpreso en 1922).
15 8 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

a) Los coeficientes tienen carácter consonántico y no vocálico, com o quería


S aussure.14
b) A dmitida, por hipótesis, la existencia de una vocal fundam ental, como
sea que existen tres vocales largas, a, é, o, el núm ero de coeficientes se
eleva a tres.15
c) Las laringales afectan a la vocal fundam ental e, no sólo cuando la siguen,
sino tam bién cuando la preceden.

Se debe, asim ism o, a H. Moller la denom inación de laringales 16 que fue la


que m ayor éxito iba a tener en el futuro.
El paso siguiente en el asentam iento de la teoría se debe a A. Cuny,17
quien llevó a cabo un desarrollo sistem ático de la m ism a insertándola defini­
tivam ente en el m arco de la teoría de la raíz. Podem os decir que Cuny ha
sabido recoger esencialm ente lo bueno de sus predecesores; así, por una p ar­
te, ha asum ido las tres innovaciones de M oller, pero, p or otra, ha m antenido
tam bién algunas de las prim eras ideas de Saussure, com o la de que la laringal
puede vocalizarse tras la caída de la vocal a la que acom paña. E stos prin ci­
pios los insertó en una p articu lar concepción de la raíz, cuyas características
son que toda raíz indoeuropea, m onosilábica y con vocal fundam ental é, íiene
una e stru c tu ra del tipo siguiente:

donde R = sonante, C = obstruyente, y las llaves señalan la obligatoriedad de


escoger uno de los elem entos insertos en ellas. De esta e stru c tu ra se deduce
que todo inicial vocálico es secundario y revela la existencia de una antigua
laringal inicial. Las raíces constituidas pueden ser alargadas p o r un m orfem a
difonem ático, uno de cuyos fonem as tiene que ser obligatoriam ente vocálico;
el conjunto resultante, a través de la pérdida altern ativ a de vocales, da lugar
a dos variantes: así, p o r ejem plo, a una raíz * set- se le podría añ ad ir el grupo
difonem ático eA, y el conjunto, a través de las elipsis altern ad as de vocales,
daría:
* set-A con pérdida de la vocal del m orfem a afijado, y
* st-eA > sta con pérdida de la vocal fundam ental de la raíz.

14. R ecen sió n al lib ro de F. K luge, Beiträge zur Geschichte der germanischen Conju­
gation. 1879. En Englische Studien 3, 1879, pp. 148-164.
15. R ecen sió n al lib ro de F. B echtel , Haut problème der indogermanischen Lautlehre.
1892. En Zeitschrift für deutsche Philologie 25, Î893, pp. 366-394.
16. Vergleichendes idg.-semitisches Wörterbuch. Göttingen 1911.
17. «Indo-européen et sémitique». Revue de phonétique 2, 1912, pp. 101-132.
LA CUESTIÓN D E ,LAS LARINGALES 159

E jem plificando en un caso en que el latín p resenta un inicial vocálico, caso


de augeo, nos encontraríam os con:

* Aeu-g > lat. augeo, y


* Aw-eg > g r .'a ftZ u .

J. Kurylowicz rep resen ta, antes que nada, la confirm ación de la teoría. En
efecto, si no por o tras cosas, Kurylowicz tendría que figurar en la h istoria
de la lingüística por h ab e r sido quien descubrió que el fonem a h del h etita
era la continuación de la laringal indoeuropea H2, a la que Saussure había
llam ado coeficiente sonántico.18 Pero, adem ás, son de destacar algunas de sus
aportaciones al cam po concreto de la teoría. Así, cabe citar el establecim iento
definitivo, hasta hoy, de los diversos tratam ientos de las laringales,19 a saber:

a) Precedidas de vocal tautosilábica: cam bian el tim bre y la cantidad


de ésta.

eH x > e, eH2 > a, e li3 > o .

b ) Seguidas de vocal tautosilábica; solam ente cam bian el tim bre de la


vocal.

H xe > é-, H 2e > ¿f-, H3e > ó- .

c) Aspiración de una consonante sorda precedente, en contacto con ; i2.

pH 2 > ph, í H 2 > th, kH 2 > kh .

Asimismo, se debe a una aportación de Kurylowicz la negación de la exis­


tencia de diptongos de p rim e r elem ento largo, ei, eu, etc., en posición interior,
puesto que si u na vocal larga ante i o u se resuelve necesariam ente en
e -f H y H intervocálica desaparece, resulta que sólo son posibles secuencias
com o éi, en, pero no éi ni eu.
Tras todos estos antecedentes le cupo a E. B en v en iste20 el honor de ser
el sistem atizador de la form a clásica de la teoría laringal, de la que, como
dice Szem erény,21 ha hecho una síntesis cautivadora. Los puntos de la misma,
m ás d irectam ente relacionados con el latín son los siguientes:

18. ad indo-européen et h hittite». Symbolae Grammaticae in honorem Ioannis Rozwa-


dowski. I. Cracovia 1927, pp. 95-104.
19. En lo sucesivo utilizaremos para la notación de las laringales los signos Hlf H2,
H, (correspondientes a E, A, O de MÔller), implantados por la escuela danesa y que son
los que gozan de mayor difusión en la actualidad.
20. Origines de la formation des noms en indo-européen. Paris 1935. La teoría se en­
cuentra expuesta concretamente en el capítulo IX: «Esquisse d'une théorie de la racine»,
pp. 147-173.
21. Op. cit. p. 22.
1 60 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

a) La raíz indoeuropea, m onosilábica y trilítera, está constituida por la


vocal fundam ental & entre dos consonantes d iferentes.22
b) La raíz puede estar alargada m ediante un sufijo difonem ático con el
que produce dos tem as alternantes:
Tema I: Raíz en grado pleno y tónica -1- sufijo en grado cero: CeC—C.
Tema II: Raíz en grado cero y sufijo en grado pleno y tónico: CC—eC\
c) El indoeuropeo, aparte de la vocal fundam ental e, tenía tres laringales
(H ]r H2, H 3), cuyo tratam iento en contacto con la vocal fundam ental es el mis­
mo que señalam os al hablar de Kurylowicz.
d) Lo mismo que las sonantes indoeuropeas, las laringales pueden asum ir
tam bién función silábica.
e) No existen diptongos de p rim er elem ento largo, más que en posición
final de palabra y como resultado de contracciones.

4.2.2. Principales aplicaciones al latín de la teo ría laringal

El caso del latín, en lo que a la aplicación de la teoría laringal se refiere, es


sum am ente peculiar, pues m uchas de las posibles m u estras se nos presen tan
oscurecidas en época histórica po r dos factores: la síncopa y las alteraciones
de tim bre vocálico en las sílabas iniciales. Teniendo muy p resentes estas difi­
cultades, intentarem os concretar aquellos fenóm enos de fonética y m orfolo­
gía latinas que han alcanzado una explicación a través de hipótesis laringa-
listas.

a) Los perfectos latinos en -h-. Su explicación den tro de la teoría larin ­


gal se debe a A. M artinet.23 En efecto, M artinet propugna que la H 3, cuya na­
turaleza es labiovelar, tiene dos tratam ien to s diferentes, que vienen condicio­
nados por el sonido subsiguiente. Así,

eH3 > ó / _____ [ + consonante]

e/J3 > aw > aw / ______ [4- vocal].24

Las causas de esta diferencia de tratam ien to residen precisam ente en la


naturaleza labiovelar de la laringal, que d ejaría an te la vocal que le sigue un

22. Esta formulación es original de Benvcniste. Cf. la dada por Cuny, a la que he­
mos hecho referencia en p. 158.
23. «Non-apophonic o-vocalism in Indo-Eurcpean». Word 9, 1953, pp. 253-267. V. tam­
bién Économie des changements phonétiques. Berne 19642, pp. 212-213.
24. De hecho Martinet no usa esta simbologia, sino que representa H3 como Aw.
LA CUESTIÓN DE LAS LARINGALES 161

residuo -w-, correspondiente al elem ento labiovelar no desaparecido. De esta


form a tienen una fácil explicación los perfectos latinos como
flá u i < * bhleH 3-ai, strani < * str°Hyai
ardui < * H2er°Hi-ai, (g)noui < * gn°Hr ai .

E ste últim o ejem plo p resentaría una o analógica de gndtus y los tres ú l­
tim os en lugar de la vocal fundam ental é, p rese n taría n una vocal de apoyo °,
cuyo tratam ie n to en contacto con las laringales es idéntico al de é.
Luego, el residuo labiovelar -w- se h ab ría extendido p or analogía a los
tem as acabados en -¿T< eH u con lo que se explicarían perfectos com o
pleui < * pleH r ai.
Y, finalm ente, el elem ento -w-, que como hem os visto era un elem ento in­
tegrante del tem a, se tom a como sufijo desjnencial del perfecto y se añade de
form a sistem ática a los verbos en -are e -iré.
b) P erfectos con vocal larga.2526En dependencia de la tesis de que en el
prim itivo indoeuropeo no habrían existido p alabras em pezadas p o r vocal y
de su consecuencia inm ediata, que las palabras em pezadas p o r vocal en latín
lo son de form a secundaria a través de la caída de la laringal (consonante,
recordém oslo) inicial, casos de es < * H xes, o de édo < en cu en tran ex­
plicación los perfectos latinos de radical alargado en contraposición al p re ­
sente de radical breve, como emi, edi, ódi, a base de hacerlo p rovenir de
form as reduplicadas:
* H ve-Hxm-ai > emi, * H xe-Hxd-ai > edi, * H ze-Hyd-ai > odi.
Sería a p a rtir de estas form as reduplicadas que el alargam iento vocálico,
entendido com o m arca de perfecto, se h abría extendido a radicales con inicial
consonántico com o es el caso de lég-, sed-, uéh-, scáb-, fod-, etcétera.
c) Los p resentes con infijo nasal tipo sternc. C. W atkins 26 ha dado u n a
explicación p u ram en te fonológica de este tipo de presentes a base de supo­
nerlos originados p o r el sufijo en grado cero -nH- > n&, que se h ab ría gene­
ralizado extendiéndose a todo el paradigm a. Así tendríam os:

* síern (H ) - o > sierno,


* sternH - si > * sterna-si27 > stern is, 28

25. Véase E. B enveniste , «Sur quelques developpements du parfait indo-européen».


Archivurn linguisíicum 1, 1949, pp. 16-19.
26. «Evidence in Ita lic» . En C. W inter (ed.)f Evidence for laryngeals. The Hague 1965,
pp. 181-189.
27. Téngase presente que, aparte de los tratamientos indicados antes, toda laringal
se convierte en a al ir entre consonantes.
28. Según la ley fonética que convierte en i toda a en sílaba interior abierta. Véase
M. B assols , op. cit. p. 94. La i final de las desinencias primarias indo-europeas desaparece
en latín. Véase P. M onteil , Éléments de phonétique et de morphologie du latín. Paris
1979, p. 103.
16 2 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

* ste rn H - ti > * sterna-ti > sternit,

* ste rn H - m os > * sterna-m os > sternim us,

* ste rn H - tes > * sterna-tes > sternitis,


* ste rn (H ) - o nti > * stern-onti > s te r n u n t.

J)e l m ism o m odo se explicarían cerno, lino, pono, sino, sperno, tollo, los
acabados en -cello y -tem no y, quizá tam bién, pello.
d) N om inativos tipo senex. Su explicación se debe tam bién a M artinet.29
P ara él, la laringal H 2 ha tenido un tratam ien to especial en contacto con -5
que la convierte en oclusiva velar sorda -k-. De esta form a de un tem a * sen-eH2
pueden derivar, en función del contexto, senatus < * sen-eH2-tus (tratam ien to
norm al de la laringal ante consonante), o bien senex < * senek-s < * sen-eH2-s
(tratam iento la laringal ante -s). Idéntico origen cabida suponerles al nu-
tneroso grupo de. adjetivos en -ax (audax, dicax, fugax, etc.); sin em bargo, en
esioc casos hay que pen sar en un influjo analógico que haya alterado el tim ­
bre de la vocal, pues de * fug-eH2-s '.e esperaría * fugex y no fugax; la expli­
cación del cam bio de tim bre podría estar en el influjo analógico de fuga <
* :ug-ell2.
e) Las alternancias 6 / a en las form aciones de un mismo tem a. Las varia­
ciones del *:?o o c tó /o cta u u s tam bién encuentran fácil expMcación si se con­
sidera ia posibilidad de un tratam ien to com oinatorio diferente p ara H y

e fi3 > aw > aw / ______[ + vocal], octauus < * okteHyOS.

4.3. LAS MODALIDADES D EL LATÍN. A PROXIM ACIÓN


S O C IO L IN G Ü ÍST IC A

El hablar de m odalidades del latín abre de form a inm ediata la posibilidad de


aplicar al tem a una m etodología estrictam en te sociolingüística. Parece, ni
más ni menos, com o si el tem a hubiera servido de molde p ara la fijación de

29. «La couple senex-senatus et le “suffixe” k». BSL 51, 1955, pp. 42-56.
MODALIDADES DEL LATÍN 163

los conceptos sociolingüísticos. Es cosa archisabida que la sociolingüística se


ocupa del estudio de las im plicaciones m utuas en tre lenguaje y sociedad. E ste
estudio puede hacerse conform e a un triple enfoque, diatópico, d iastrático y
diafásico; dicho dé o tra m anera, atendiendo a perspectivas geográficas, de
e stra to social o bien cronológicas.
E sta trip le distinción viene com o anillo al dedo p ara tra ta r las clases de
latín. Desde un enfoque diatópico, se ha hablado de dialectos latinos (preñes-
tino, falisco), de latines regionales (el latín hispánico, de la Galia, el africano).
Desde un a perspectiva diafásica se ha hablado de latín arcaico, clásico, po st­
clásico, tardío, m edieval, hum anístico, neolatín, etc. Y, finalm ente, desde la
perspectiva d ia strática nos encontram os con los conceptos de latín fam iliar,
coloquial, urbano, rústico, castrense, etc. Intentarem o s aclarar cada uno de
los conceptos, en la m edida en que la com plejidad del tem a lo perm ita.

4.3.1. V ariaciones diafásicás o diacrónicas

Son las que, en principio, presen tan una m enor problem ática, al menos en
cuanto se refiere a la posibilidad de alcanzar una aceptación generalizada. En
cuanto a !a problem ática inserta en toda clasificación cronológica de ias len­
guas, p o r insalvable, se hace preciso obviarla. Sentados estos precedentes po­
dríam os d e ja r establecida una clasificación tal como sigue:

4.3.1.1. Latín »rcaico (desde los orígenes hasta el siglo n a. d. C.)

E ste latín arcaico lo podríam os dividir a su vez en dos épocas:

a. Latín preliterario
Es decir, el latín conservado en los testim onios anteriores a la fijación de la
lite ra tu ra latina. Como p rim er testim onio se habla de la Fíbula de P reneste
(quizás de alred ed o r de 600 a. d. C .)30 y su lím ite final h ab ría que situarlo
alrededor de la tom a de T arento po r Rom a (272 a. d. C.) con la definitiva pe­
netración de las ideas culturales y literarias de Grecia.

30. V. P isan i en las páginas X y XI de la tercera edición de sus Testi latini arcaici e
volgari, Torino 1975, se hace eco de los problemas de autenticidad que enyuelven la fíbu­
la prenestina, separando tajantemente la cuestión de la autenticidad de la joya de la de la
inscripción; sobre ésta se acumulan cada vez más las dudas al punto que el propio
V. Pisani llega a disculparse por haber incluido en su Grammatica Latina la forma
fhefhaked.
164 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

b. Latín de los prim eros textos literarios


Tam bién llam ado preclásico (siglos m -ii a. d. C.; bien entendido que en esta
época no deja de haber, com o los seguirá habiendo siem pre, testim onios
extraliterarios). Autores representativos de este período serían Livio Andró-
nico, Nevio, Ennio, Plauto, Terencio, Catón, etc.

4.3.1.2. Latín clásico (siglo i a. d. C.)

Es la época del gran apogeo de la literatu ra latina, plasm ado en el logro de


una lengua literaria depurada y perfectam en te adecuada a las pretensiones
artísticas. V arrón, Lucrecio, Catulo, César, Salustio, Virgilio, Horacio, Tibulo,
Propercio, Ovidio, Livio son figuras de renom bre suficiente cada una de ellas
para ilu stra r esta época, aunque con frecuencia su brillo aparezca em pañado
por la fam a clasicista de Cicerón.

4.3.1.3. Latín postclásico (siglos i-ii d. C.)

Siguiendo la p au ta im puesta por E. L ó fste d t31 se le puede fija r un lím ite


final en la figura de Tácito (m uerto en 116 d. C.), últim o rep resen tan te de la
gran tradición rom ana. La diferencia entre Tácito y Apuleyo m arcaría el paso
del latín postclásico al tardío. Son autores representativos de este período,
ap a rte de Tácito, Séneca, M arcial, Petronio, los dos Plinios, Persio, Lucano,
Quintiliano, Juvenal, Suetonio, etc.

4.3.1.4. Latín tardío (siglo i i - ±600)

Abarca desde el final de la gran tradición rom ana (116 d. C., m uerte de Tá­
cito) h asta el m om ento en que el latín deja de ser una lengua hablada, cir­
cunstancia que no se m anifiesta coincidentem ente en todas las regiones, sino
que tiene unos lím ites de aparición oscilantes de dos siglos (600-800), en el
caso de la Galla, y más am plios en el caso de o tras regiones. Es característica
específica de este período la aparición de la literatu ra cristian a a p a rtir de
la figura señera de T ertuliano. Como autores representativos del período se
pueden citar: Apuleyo, Gelio, Floro, Amiano M arcelino, Símaco, etc., entre los
paganos; y Minucio Félix, Ausonio, Lactancio, Ambrosio, Prudencio, Claudiano,
Agustín, Jerónim o, Hilario, etc., en tre los cristianos.
Algunos autores introducen den tro del latín tard ío un sub ap artad o de bajo
latín, que abarcaría los dos últim os siglos del latín tardío. Sin em bargo, el
concepto de bajo latín se usa con m ás frecuencia p ara referirse al latín espe­

31. Late Latín. Oslo 1959, p. 1.


MODALIDADES DEL LATÍN 165

cialm ente incorrecto en que se escriben los docum entos privados, crónicas,
anales y leyes d u ran te toda la alta edad m edia.

4.3.1.5. L a t ín m e d ie v a l (desde ± 600 hasta la aparición del latín hum anístico,


siglo xiv)

R especto a las anteriores clases, el latín m edieval tiene un a característica fun­


dam ental: es un latín escrito cuando lo que se habla ya no es latín. Tiene unos
m om entos de gran esplendor que se pueden situ ar en el renacim iento visi­
gótico (siglos v i -v i i ), en el renacim iento carolingio (siglos v i i i -i x ) y sobre todo
en el renacim iento del siglo xn .

4.3.1.6. Latín humanístico

Es el latín escrito y hablado por los hum anistas y cuya característica m ás


n o toria es la solución de continuidad con respecto al latín medieval (del que
se prescinde com o si fuera un sueño), y el volver la vista atrás p ara in te n ta r
la im itación de los autores de época clásica.

4.3.1.7. N eolatín

Clara consecuencia del latín hum anístico, cuyo relanzam iento se está inten­
tando en estos m om entos por m edio de diferentes asociaciones como lengua
viva de conversación y com unicación entre pueblos.32

4.3.2. Las hipotéticas variaciones diatóplcas del latín

Cuestión muy debatida es la que se refiere a la existencia de variaciones n a­


cionales o regionales del latín, al punto que llega a co n stitu ir el tem a m aldito
de la filología latina en España.
E n últim o extrem o la cuestión se concreta en la p reg u n ta de si las len­
guas rom ánicas han derivado de un latín vulgar u n ita rio o de un latín vulgar
ya diversificado. La polém ica, muy antigua, tiene su p unto de arran q u e en
la tesis de K. S ittl,33 quien se m u estra partid ario de la existencia de un latín

32. Baluarte de este movimiento es la revista Latinitas. A ello hay que añadir la pe­
riódica celebración de Feriae Latinae, que si bien tienen una orientación primordialmente
confesional —se celebran bajo el patrocinio del instituto vaticano opus fundatum latinitas—
pretenden últimamente superar estas limitaciones.
33. Die lokalen Verschiedenheiten der lateinischen Sprache m it besonderer Berück­
sichtigung des afrikanischen Lateins. Erlangen 1882.
16 6 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

galo, un latín africano, u n latín hispánico, etc. Los fundam entos de esta teo­
ría residen en las p articularidades sintácticas de algunos autores tard ío s como
Apuleyo, F rontón o T ertuliano, las cuales, en opinión de S ittl, encuentran
explicación en el origen africano de los autores m encionados; esto, traducido
al cam po de la controversia, sería la p rueba concluyente de que existen varia­
ciones dialectales, en este caso africanas, den tro del latín vulgar.
Aunque el propio S ittl llegó a hacer una especie de retractació n pública,34
su tesis fue duram ente criticada p o r W. K roll,35 y en últim o extrem o propició
la aparición de la tesis co n traria, debida a H. F. M uller,36 que sostiene que
el latín vulgar se m antuvo como lengua hablada prácticam en te u n ita ria en
la Rom anía occidental h asta finales del siglo v m , m om ento en que dejó de
existir. A p a rtir de ahí se va a p ro d u cir la bipolarización: H. M eier, J. Briich,
A. Tovar, R. Politzer, B. E. Vidos, F. G. Mohl, M. B artoli, C. B attisti, J. Jud,
E. R ichter, G. S traka, e n tre otros, son los rep resen tan tes de la tesis variacio-
nista; K. S chuchardt, A. B urger, A. Meillet, W. Meyer-Lübke, H. Pirenne, F. Lot,
H. Schm ek, C. M. G randgent, etc., lo son de la u n itarista.37
La tesis variacionista ha tenido un p articu lar reflejo en n u estro país m er­
ced al apoyo encontrado en M enéndez P id a l38 por las ideas de M o h l39 sobre
las influencias de los dialectos itálicos en la conform ación de los diferentes
latines regionales en H^spania. El ilustre rom an ista español concede u n a gran
im portancia al su strato oseo en la explicación del desarrollo experim entado
por el latín de H ispania.40
De todas form as, sin necesidad de inclinarse de antem ano p o r un a u otra
teoría, bey fenóm enos cuya evidencia escapa a toda duda. Así, p e r lo que se
refiere al léxico, es incuestionable que las lenguas y dialectos hispánicos, ex­
cepción hecha del catalán, discu rren por una latinidad d istin ta de la de la
G alia. D ictam inar cuál sea el grado de diferenciación necesario p ara que se
pueda hablar de distintos latines o latinidades es ya un problem a m ayor. Una
prueba de ello reside en la d isputa tradicional sobre el carácter ibero-rom á­
nico o galo-románico del catalán.41

34. «Jahresbericht über Vulgar- und Spätlatein 1884-1890». Jahresbericht über die Forts­
chritte der klassischen Alterthumswissenschaft LXVII, 1892, pp. 226-286.
35. «Das afrikanische Latein». Rheinisches Museum für Philologie LII, 1897, pp. 569-590.
36. «A Chronology of vulgar Latin». Zeitschrift für romanische Philologie. Beiheft 78,
Halle 1929.
37. Véase A. T ovar , «A Research Report on Latin vulgar and its local variations».
Kratylos IX/2, 1964, pp. 113-134; P. A. Gaeng, An inquiry into local variations in vulgar
latin. Chapel Hill 1968, especialmente pp. 290-299; y G. R eic h en k r o n , Historische latein­
alt-romanische Grammatik. I. Wiesbaden 1965, pp. 62-82.
38. R. M enéndez P idal, «A propósito d e ll y l latinas. Colonización suditálica en
España». BRAE XXXIV, 1954, pp. 200 y ss.
39. F. G. M o h l , I n t r o d u c t i o n á la C h r o n o lo g ie d u la tin vulgaire. Paris 1899.
40. Véase también M. C. D íaz y D íaz , «El latín de la península ibérica. Dialectalismos».
Encliclopedia lingüística hispánica. I. Madrid 1960, pp. 237-250.
41. Véase una discusión d e la cuestión en K. B aldinger, La formación de los dominios
lingüísticos en la península ibérica. [Traducción esp a ñ o la de E. L ledó y M. M acau del ori­
ginal alemán, Berlín 1958]. Madrid 19722, pp. 125-160.
MODALIDADES DEL LATÍN 167

4.3.3. Variaciones diastráticas. El problema del latín vulgar

C onsiderando la realidad social de que las com unidades no son totalm ente
hom ogéneas, sino que existen gradaciones diversas, y la sociedad rom ana, por
cierto, no era una excepción, forzoso será adm itir como realidad la existencia
de diversos estrato s de lengua. Y si a ello añadim os que los individuos lin­
güísticos tam poco son m onolíticos, sino que suelen tener suficiente capacidad
lingüística para adap tarse a una diversidad de estrato s y condiciones, apli­
cando de form a tácita la teoría de los niveles de lengua, tendrem os trazado
a grandes rasgos el esquem a de las variaciones de este tipo. M anteniendo la
reserva que im pone la existencia de conexiones en tre grupos diferentes po­
dem os establecer los siguientes tipos:

4.3.3.1. S ermo urbanus / S ermo rusticus / S ermo peregrinus

Con estos térm inos se distingue el latín de la ciudad por antonom asia, Roma,
del latín del cam po y del latín, m ejor, de los latines provinciales. E stas varia­
ciones eran fundam entalm ente de tipo fonético y prosódico, pero sin que
faltaran variaciones de o tro tipo, según se desprende, por ejemplo, de la
im putación de patauinitas que acostum bra a hacérsele a Tito Livio.42
El concepto de serm o urbanus o urbanitas io hallam os definido en Y arrón
com o la incorrupta loquendi obseruatio secundum rom anam linguam .434Y es
en Cicerón donde se encuentra la distinción expresa de los tres conceptos:

qua re, cum sit quaedam certa uux Rom ani generis urhisque pro-
pria, in qua nihil offendi, nihil displicere, nihil anim aduerti possit,
nihil sonare aut olere peregrinum , hanc sequam ur ñeque selum
rusticam asperitatem , sed etiam peregrinam insolentiam fugere
discam us

E videntem ente, se puede arg u m en tar que Cicerón está hablando del lenguaje
propio del orador; pero no es m enos cierto que son frecuentes en la litera­
tu ra las anécdotas que nos dan cuenta de la actitud burlona del pueblo de
Rom a ante los diferentes hablares no urbanos. Y estas anécdotas llegan a
afe cta r a los propios em peradores; el episodio que nos relata S u eto n io 45 refe­
rido al em perador V espasiano —quien al ser reprendido por N utrió Floro por
p ro n u n ciar plostrum en vez de plaustrum , saludó al día siguiente a su in ter­
lo cu to r llam ándole Flaurus— ap a rte de dem ostrarnos la sutileza y el inge­
nio de Vespasiano, nos revela la existencia de una preocupación p u rista en

42. M. F. Q uintilian o , Institntio oratoria. 1,5,56.


43. De lingua latina. 1,1.
44. De oratore. 111,44.
45. Vespasiano. XXIII,3.
168 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

frente de las hablas provinciales y seguram ente del serm o castrensis (no
hem os de olvidar que Vespasiano era ilirio y que an tes que em p erad o r era
soldado). Idéntico esp íritu anim a la anécdota relatad a en la H istoria A u g u sta 46
con respecto a A driano, cuando, no siendo todavía em perador, en el ejercicio
de las labores propias de la cuestura, que d eten tab a en aquel m om ento, al
pronunciar en el senado el discurso de T rajano, fue acogido con notables
m uestras de hilaridad porque articulaba agrestius.

43.3.2. L a tín de l o s c r is t ia n o s / L a t ín c r i s t i a n o / L a t ín de la I g l e s ia /
L a tín e c l e s iá s t ic o / L a t ín l it ú r g ic o

La am pliación del cam po de estudio de la filología latina a fines del siglo xix,
al p resta r atención al latín tardío, hasta entonces negligido, tuvo secundaria­
m ente el efecto de su scitar in terés por el latín usado en las com unidades
cristianas. La pauta de estos estudios la m arca la U niversidad de Nimega,
representada p o r dos figuras señeras: J. S chrijnen y Chr. M o h rm an n ;47 a
p a rtir de ahí a rran c an los estudios sobre el latín cristiano o, como otros p re­
fieren, latín de los cristianos.
Los cristianos de los prim eros tiem pos se vieron abocados a un problem a
de tipo léxico cual es la necesidad de un a nueva term inología p ara designar
los nuevos conceptos que su religión im ponía. Es.te problem a lo solventaron
de m aneras diferentes: 1. m ediante préstam o s griegos {ángelus, euangelium,
m aríyr, etc.); 2. préstam os hebraicos (sabbatum , pascha, etc.); 3. neologism os
(carnalis, spiritalis, Saluator, sanctificare, etc.); 4. desplazam ientos sem án­
ticos {fieles, sacram entum , conjessio, etc.). El ca rácter de las innovaciones, esen­
cialm ente léxico,48 constituye la causa fundam ental de que se considere el
latín de los cristianos como una lengua de grupo, opinión su sten tad a en p ri­
m er lugar por la m encionada escuela de Nimega. En la adopción de esta
term inología influyó tanto la conform ación popular de las prim eras com uni­
dades, como el an cestral respeto po r la p alab ra que movía a los prim eros tra ­
ductores latinos de la Biblia.
Una vez m arcado difusam ente el cam po de estudio abarcado p o r la ex­
presión latín de los cristianos y, ya en la propia escuela de Nimega, surgen
los intentos de clarificar, delim itar y subdividir; la consecuencia fue la apa­

46. Scriptores Historiae Augustae. Aelii Spartiani, De uita Hadriani. 3,1: quaesturam
gessit Traiano quater et Articúlelo consulibus, in qua cum orationem imperatoria in senatu
agrestius pronuntians risus esset, usque ad summam peritiam et facundiam Latinis ope-
ram dedit.
47. Chr. M o h r m a n n . Études sur le latin des chrétiens. I, II, III, IV. Roma 19612, 1961,
1965, 1977. En el cuarto volumen se publica como apéndice el trabajo de J. S c h r ijn e n ,
«Charakteristik des altchristlichen Latein», aparecido por primera vez en la colección
Latinitas Christianorum primaeva, Nimega 1932, considerado como el acta de la escuela
de Nimega.
48. Véase J. B astardas, «El latín de los cristianos. Estado actual de su problemática».
BÏEH VII/2, 1973, pp. 5-17.
MODALIDADES DEL LATÍN 169

rición de nuevos térm inos com o latín de la Iglesia, latín litúrgico, latín ecle­
siástico, todos los cuales, a p esar de responder originariam ente a un afán
clarificador, han conseguido, a la postre, em brollar una cuestión, que, consi­
d erad a de m odo analítico, no se p rese n ta en exceso confusa.
La com unidad cristiana, dado su creciente e im parable increm ento, tuvo
que hacer frente a toda una serie de problem as de nuevo cuño. Se vio preci­
sada a responder de una form a eru d ita a los ataques paganos p ara defender,
d em o strar e im poner sus verdades dogm áticas, y esto había que hacerlo es­
cribiendo, y escribiendo bien, con conciencia plena de que no se escribía tan to
p ara los fieles com o p ara los infieles. Y es este afán el que conform a las
características esenciales del latín de los autores cristianos y de los padres
de la Iglesia, que se pueden co n c reta r en: 1) uso de un latín lo m ás depurado
posible (sin sustraerse, por lo dem ás, a su época), y 2) uso de los térm inos
cristian o s adecuados.
Igualm ente, la necesidad de una norm alización cultual indujo, a p a rtir
del siglo iv, a la je ra rq u ía a fija r pautas que rigieran las prácticas de relación
en tre Dios y los fieles. La lengua litúrgica, o de las celebraciones, responde
básicam ente a un condicionante: alcanzar la dignidad precisa p ara establecer
la relación con la divinidad. E sto se logra, por una parte, m ediante un estilo
preciso, que, en el caso del latín de la liturgia, sufrió el influjo del estilo de
la antigua plegaria rom ana, y, p o r o tra, con el uso de expresiones alejadas
de la plática habitual; es lo que se llam a hieratism o. Pero, por supuesto,
tam poco este latín puede su stra erse a las especiales características term ino­
lógicas del latín cristiano.
Concretando y resum iendo, hem os visto que el latín de los prim eros cris­
tianos se configuró con unas características especiales, y que este latín, aten ­
diendo a nuevas necesidades, desem bocó en el latín de los autores cristianos
y en el latín de la liturgia.
Con posterioridad, tanto el latín de los autores cristianos com o el latín
de la liturgia influyeron notablem ente en la conform ación del latín medieval,
pues a los ojos de los escritores de este período eran los m odelos a los que
hab ía que im itar. En esta época, el latín y el latín de un au to r eclesiástico
no se distinguen esencialm ente, pues todo el latín de la época tiene la im pron­
ta cristiana.

4.3.3.3. L a t ín c a stren se / L a tín de l o s so l d a d o s / L a t ín d el e j é r c it o

Tom am os de nuevo en consideración una lengua de grupo, que al tiem po que


ofrece diferencias de génesis con respecto al latín cristiano, p resen ta al m ism o
tiem po ciertos paralelism os con éste. Se tra ta de una lengua usada den tro de
1 70 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

com unidades m ilitares, con diferencias de aspecto léxico con respecto al ha­
bla ordinaria, pero que no era el reflejo de ningún cam bio de conciencia ni
de m entalidad, lo que se traduce en una trascendencia m ucho m enor que la
que tuvo el latín cristiano.
Los estudios sobre el serm o castrensis, o lengua de los soldados, se re­
m ontan a la obra de J. G. Kempf,49 quien, a raíz de un a serie de trab ajo s
sobre la lengua de los estudiantes y soldados alem anes, se propuso el estudio
de la lengua de la soldadesca rom ana. La denom inación de serm o castrensis,
p ara referirse al latín de los soldados, se ha im puesto respondiendo a una
lógica aplastante, inusual, por lo dem ás, en lingüística: el caldo de cultivo
apropiado para el desarrollo de e x p re sio n es. propias, b u rlo n as y populares,
no es de ningún modo el cam po de batalla, sino el ocio de la vida del cam ­
pam ento.
Por lo que se refiere a la expresión latín m ilitar o latín del ejército, nos
referim os con ellas a la term inología técnica p ro p ia del ejército, como es el
caso del m aterial m ilitar, cargos castrenses, voces de m ando, etc. Es de ob­
servar que la distinción en tre latín castrense y latín m ilitar, clara en teoría,
resulta a veces difícil de realizar en la práctica, pues no siem pre es fácil dis-
‘inguir ios dos usos. Tenem os, adem ás, el caso de p alab ras acuñadas por los
soldados qu • llegan a convertirse en térm inos oficiales.
Las fuentes m ás com unes en que se recogen los térm inos propios del
ser, rio castrensis son las obras ár les h isto riad o res y cronistas de guerra,
cuando al referirse a un térm ino técnico hacen un inciso p ara indicar la
diferente denom inación que el objeto tom a en el habla de los soldados, y las
glosas o escolios que se preocupan de aclarar las p reten d id as oscuridades del
texto.
Sobre ]a base de la distinción antes establecida, corresponderían al len­
guaje m ilitar expresiones como m axim is itineribus «a m archas forzadas»,
signum petere «pedir la contraseña», signa tollere «ponerse en marcha», legio,
cohor /, cenlurio, decurio, ala, etc. E n cam bio, serían propias del serm o cas­
trensis la expresión aquila p ara referirse a legio, caput porci «form ación en
cuña», papilio «un tipo de tienda», nouerca «irregularidad del terreno del
cam pam ento», conterraneus, «paisano», y toda un a gam a de palabras cons­
tru id as con el prefijo c o n -: com m ilito «com pañero de arm as», com par «ca­
m arada», contubernalis «com pañero de tienda», etc. Un térm ino muy curioso
es turturilla, que en ocasiones aparece como purpurilla, «prostíbulo anejo al
cam pam ento»; es un a expresión de origen ex tran jero a la que en sus dos ver­
siones se le han buscado explicaciones etim ológicas. Así una glosa explica
turturilla: ita dicitur locus in quo corruptelae fiebant, quod ibi turturi opera
daretur, id est p e n i50 P or su p arte, o tra glosa explica purpurilla, como locus
extra portam ubi scorta prostant: dictum est a utem uocabulum , quod matro-
nae stola, libertinae toga, p rostitutae purpurea ueste uterentur.51
49. J. G. K empf , «Romanorum sermonis castrensis reliquiae collectae et illustratae».
Jahrbuch für klassische Philologie. Suppl. XXVI, pp. 340-400. Puede verse también W. He-
raeus, «Die romische Soldatensprache». ALL XII, pp. 255-280; y el reciente M. G. Mosci
S a ssi , II sermo castrensis. Bologna 1983.
50. Glossaria Latina. III, p. 177.
51. Corpus glossariorum. IV, 153-8.
MODALIDADES DEL LATÍN 171

Observem os el diferente enfoque que aleja el latín castrense del latín


de los cristianos. Existen en el ejército unos térm inos reglam entarios tradicio­
nales que los soldados sustituyen, en plan de brom a o de queja, por otros,
p ero sin que ello responda a ningún cam bio de m entalidad ni a ningún inte­
rés p o r v ariar los m étodos bélicos; en cambio, en el caso del latín de los
cristianos, las sustituciones obedecen a una voluntad expresa de elim inar todo
térm ino tradicional pagano de índole religiosa, sustituyéndolo por una expre­
sión nueva, com o respuesta a una m anera de pensar totalm ente diferente.

4 3 3 A. L a t ín v u lg a r / P r o to r r o m a n c e / R omance com ún

H ablar de latín vulgar es hablar de problem as; problem as term inológicos,


problem as de concepto, problem as de cronología, en fin, problem as de todas
clases.
En prim er lugar topam os con la cuestión term inológica. Pocos térm inos
h ab rá m ás denostados y que al m ism o tiem po hayan sabido aguantar im per­
té rrito s todas las acom etidas; pero la realidad se im pone, y lo más seguro
es que continuem os haciendo uso por m ucho tiem po de la expresión «latín
vulgar». El problem a de la denom inación deriva del carácter peyorativo que
tiene el adjetivo «vulgar» en m uchas lenguas. Para obviarlo se han propuesto
expresiones alternativas como proto-rom ance, rom ance com ún, latín coloquial,
latín fam iliar, etc., sin que ninguna de ellas haya acabado por im ponerse;
en tre o tras cosas, porque a veces debajo del cam bio de denom inación se
esconde un cam bio conceptual que nos hace a p a rta r del valor, o m ejo r dicho,
de los valores subyacentes a la expresión «latín vulgar».52 Efectivam ente, p ara
los latinistas el latín vulgar es la lengua cotidiana o, sim plem ente, la lengua
h ablada por las clases m ás populares de la sociedad rom ana du ran te e in­
m ediatam ente después de la época clásica. En cam bio, p ara los rom anistas
será el latín hablado del bajo Im perio y de los siglos siguientes hasta la ap a­
rición de los dialectos rom ances. Pero, asim ism o en tre los rom anistas, com o
u n reflejo de la gram ática com parada, ha persistido tam bién la concepción
del latín vulgar com o la base com ún de las lenguas rom ánicas. Y es a esta
concepción que se adecúan m ejor los térm inos proto-rom ance o rom ance co­
m ún, ya que evocan la idea de abstracción contenida en el térm ino. E sta ú lti­
m a concepción ha surgido como una secuela de la noción de indoeuropeo.
A hora bien, en el caso del indoeuropeo la abstracción y la inducción eran el
único cam ino a seguir; m as, en el caso del latín, encontram os, p or un lado,
u n a lengua viva y real y, po r otro, una abstracción, que no son continua­
ción una de otra, sino que deberían superponerse, coincidir, confundirse en
u n a sola cosa, aunque tengan puntos de p artid a diferentes. A todo esto h ab ría

52. Esta peliaguda cuestión terminológica se encuentra detalladamente expuesta en el


libro de G. R eich enk ro n , Historische latein-alt-romanische Grammatik. I. Wiesbaden
1965, pp. 5-17.
172 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

que añadir el problem a de las diversificaciones locales del latín vulgar a


las que hacemos referencia en 4.3.2.
Puestas así las cosas, ¿es posible llegar a algún p u n to de coincidencia?
Creemos sinceram ente que sí; pero para ello es necesario poner las cosas en
su sitio, deshaciendo, los errores de base que se han ido deslizando. En rea­
lidad, los problem as han surgido no de la inadecuación de la form a «vulgar»,
sino de un erro r term inológico y conceptual m ás p rofundo. Las lenguas son
unos sistem as de com unicación que se sirven p rim a ria m e n te del canal oral-,
auditivo y que sólo en un segundo grado de ab stracció n acuden a la escri­
tura. E sta idea tan sim ple y clarificadora debió pasarles p or alto a los for­
jadores del concepto, pues, en lugar de p a rtir de la lengua hablada, p artiero n
de la lengua escrita, estableciendo lo que p odría ser aproxim adam ente una
proporción:

lengua escrita lengua hablada

latín x

sustituyendo luego la incógnita por latín vulgar. Sin em bargo, en realidad, la


proporción debería tener un sentido diferente, es decir, tener su origen en
la lengua hablada:

lengua hablada lengua escrita

latín x

De este modo la incógnita se podría resolver en latín literario con notables


y beneficiosas consecuencias. Así pues, nos en co n traríam o s con un latín
que evoluciona de form a n atural como todas las lenguas desde sus orígenes
hasta el m om ento de d ar paso a las lenguas rom ánicas. Y al lado de este latín
se encontraría la vertiente literaria, rígida y estricta que se habría m antenido
con escasas váriaciones a lo largo de su existencia. Debemos tener, no obs­
tante, la precaución de no in cu rrir en el erro r de id en tificar latín hablado y
latín (latín vulgar), pues en tal caso tendríam os que concluir que no tenem os
ningún testim onio de latín (latín vulgar). La causa es m uy sim ple: p o r estric­
tas que fueran las reglas que regían el uso del latín literario , los escritores no
podían sustraerse, aun queriendo, a la lengua de uso, de form a que en cual­
quier m om ento podía aparecer en el escrito u n a expresión no aju sta d a a la
norm a; la fuerza de estas irrupciones del latín usual v ariaban en función de
la época, en función de la form ación literaria del escrito r y del género lite­
rario usado, lo que explica las diferentes aportaciones que tenem os según
los casos.
Quizás el m odo m ás claro de rep rese n tar esta idea que acabam os de
exponer sea acudir a la célebre m etáfora de quien se im agina la relación entre
los dos latines com o la corriente de un río, helada en la superficie y líquida,
y por tanto en m ovim iento, en la p arte inferior; la p arte p etrificada sería
MODALIDADES DEL LATÍN 173

el latín literario y la p arte líquida el latín (latín vulgar). En esté río, de trecho
en trecho, cualquier incidencia del terren o (revoluciones, invasiones, crisis)
puede p ro p iciar que aflore el agua a la superficie, lo que dependerá tam bién
del grosor de la capa de hielo (form ación literaria). La com paración, cierta­
m ente exacta, la podríam os rep rese n tar esquem áticam ente así:

'O

<3

'O

£«o ^

sí**

ai
174 CUESTIONES LINGÜÍSTICAS

Como puede verse la línea del latín(vulgar) es u n a línea sostenida, en tan­


to que la correspondiente al latín literario es u na línea con altibajos: sepa­
ración voluntaria, m antenim iento de distancias con respecto al latín (vulgar),
aproxim aciones y alejam ientos sucesivos en función del au to r o de la época,
hasta acabar en un proceso de sustitución, que no de continuación, del latín
medieval por el latín hum anista.
En cualquier caso, es preciso poner de m anifiesto las im perfecciones de­
rivadas del esquem atism o. Así, por ejem plo, no se reg istra en él, y es im po­
sible hacerlo, la opinión sustentada por de G root,53 en el sentido de que la
lengua de los discursos de Cicerón está unida de form a m ás orgánica a la len­
gua de su tiem po y de su medio que la lengua de la Peregrinatio a la de su
autora, siendo, por tanto, la lengua de la Peregrinatio la más literaria. Así
como tam poco refleja el esquem a el parecer de J. B astardas de que «el latín
hablado tardío sólo en p arte puede considerarse un heredero directo o p ro­
ducto de la evolución del latín anterior. La evolución no es rectilínea. Además
hay que considerar esa lengua como profundam en te «iialectalizada, pues a la
evolución interna del latín hablado, no necesariam ente u n itaria, hay que aña­
dir los factores de fragm entación, algunos de los cuales venían actuando des­
de antiguo».54

53. W. de G root , «Idées d'hier et d’aujourd’hui sur l’histoire de la langue latine».


REL 1, 1923, pp. 110-120.
54. J. B astardas, «Latín tardío y medieval». Ensayo inédito.
Bibliografía

La finalidad de la presente bibliografía es, única y exclusivamente, la de suministrar una


información puntual que le permita al lector profundizar de manera inmediata en cada
uno de los temas tratados.

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Capitulo 4

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índice analítico

A.c.I., 129; construcción de, adjunto, 111, 112, 120; nu­ A lbina, 145, 146
123 clear, 112; periférico 112 alta, vocal, 95
abierta, rccensio, 44; tradi­ adnominal, flexión, 99; ge­ A í t h e im , 86
ción, 42; vocal, 92 nitivo, 101 Altertumswissenschafl, 4
ablativo, 97, 1Q2, 103 Adriano , 168
A m bro sio , San, 164
abreviación, 34 adverbal, flexión, 99; ge­
abstracto(s), predicado, nitivo, 102 Amían o M arcelino , 164
128; verbos, VI, 128, 129, adverbial, caso, 103; mor­ A rr.Masunta, 16
130 fema, 99 anafóricos, pronombres,
«acabado», morfema de, adverbial general, subordi­ 138
110 nación, 112, 113 anaiiisíica romana, 6
acción irreal, 109; poten­ adverbial relativa de lugar, analysis, matching, 135
cial, 109; real, 109 subordinación, 112, 113 A nderson (J. M.), 140
acento latino, 90-92, 148, adverbio, 99, 111, 112 Anderson (R. D.), 22
153-156; de intensidad, 95 adversativas, conjunciones, antecedente, 113, 137, 138
acentuación, normas de, 114
aféresis, 145, 146 antigrafo, 44
153-156
actancial, sistema, 111 afirmativas, proposiciones, aorístico, valor, 106
actantes, 103-140 111 aparato crítico, 51, 54, 57-
activa, morfema de, 98; africano, latín, 163, 166 63; positivo, 58, 61; nega­
voz, 111 Agapito , 16 tivo, 58, 61
activo(s), caso(s), 102, 103; agente, 102 apertura, 92
nombre(s), 103 agentividad, 102 A pio Claudio , 151
actuación, 107 agreement, 139 apócope, 155
actuativa, función, 107 Agud, 101 apofonía, 95
acusativo, 102-104, 121, 122, Agustín , San, 21, 164 apógrafo, 44
125, 126, 138, 139, 141; ajuste perceptivo, 94 aposición, 104
marca de, 120 Akmajian , 137 A puleyo , 164, 166
adición, 36, 114, 130 Alarcos, 89 arcaico, latín, 6, 9, 163
adjetival, caso, 103 A lejandro V il, 31 archifonema, 89
adjetival relativa, subordi­ alfabeto, 147, 150-153; tipos argumento, 130, 140
nación, 112, 113 de, 31 A rnaldi, 83
adjetivas, oraciones. 113 Allen , 91 arquetipo. 34, 41, 44. 45.
adjetivo, 99, 103. 104, 125, alófono, 96 49
126; epíteto, 104; grados, alolexema, 98 aserción, 130, 131
104, 105 alomorfo, 96 , 98, 109 aseverativa, modalidad, 109
180 ÍNDICE ANALÍTICO

a sig n a ció n de ca so , regla, B ü h l e r , 108 ca u sa s, accid en tales, 22;


125, 126 B urger, 166 estético-p erson ales, 18;
a sp ecto , 105, 106 B u r is s , 62 id eológicas, 19, 20; m ate­
asp ectu a l, d iv isió n , 106; cla­ riales, 21; naturales, 19
ses, 115 c-com and o, 124-126 cen tralizadas, vocales, 94
atramentum, 27 calamus, 26 Cerda, 100
A u so n io , 164 Calboli, 103, 109, 124, 125, cero ca racterístico, 40-42
a u tó g ra fo , 16, 45 141 cerrada, recensio, 43; s íla ­
Aux, 133 Calígula, 20 ba, 92; vocal, 92
auxiliar, 143 Calvo, 22 César, 11, 164
azar, el, 22 cam b io, 92; estru ctu r a l, 117, cesura, 91
118, 127, 136 C h o m sk y , 124, 125, 134, 137,
«cam bio de c o m p lem en ta- 138, 139
B a c h , 140 dor», regla d e, 118 chom skyana, form u lación ,
B acon, 21 cam po fu n c io n a l, 100; se­ 144
ba jo , la tín , 164, 165 m á n tico , 100, 115 Cicerón, 6, 21, 22. 29, 62,
B aldincer, 166 can tid ad , 92; v o cálica, 93; 96, 149, 164, 167
B ardon, 22 co n so n á n tica , 93
barra, fra se, 124 científica, actitu d, 2-4; d is­
ca p ita l cu ad rad a, 31-33
B artoli, 166 ciplina, 2; tradu cción, 3
capital rú stica , 31
b a se, c o m p o n en te de, 166; cien tificism o, 3
Carlos el G ordo , 33
reglas de, 134 cien tífico, m étod o, 3
C asiodoro , 16, 17
B assols , 83 , 86, 93, 161 circu n stan tes, 103
c a so (s), 100-104, 109, 121,
B astardas, 83, 168, 174 clases asp ectu ales, 115
122, 136-141; a c tiv o , 102,
B attisti, 166 clásico, latín, 6, 163, 164
103; a c u sa tiv o , 125; adje-
B eato R enano , 52 tiv a l(e s), 103, adverbial C laudiano, 164
B echtel , 158 (e s), 103; a g en te, n o m i­ c o d e x , 25
B ejarano , 5, 67 na tiv o , 101; c ero , n o m in a ­ c o d e x m ix iu s , 45
B engel, 28, 50 tivo, 101; c o n c re to s, 102; c o d e x ó p t i m a s , 45
B enito , San , 115 del su je to a n im ad o, 101; c ó d ic e s m ix ti, 42
B entley, 28 fu n c io n a le s, 139; gen era­ cod icología, 7, 8, 45, 47
B enveniste , 101, 105, 157, d os p o r tr a n sfo r m a c io ­ C odoñer, 58, 61, 111
159, 161 nes, 139; g r a m ática de coeficien tes son án ticos, 157,
bereber, 6 lo s, 103, 104, 139, 140; 158
B ergsland, 99, 106, 107 g r a m a tica les, 102; la ti­ C olé, 142
B inkert , 140 n o s, 102; n o n o m in a les, coleccion es de textos, 72-
B lánquez, 80 102, 103; n o m in a le s, 102, 75; bilingües, 73-74; e sc o ­
B latt, 83 103; n o m in a tiv o , 125; pa­ lares, 74-75; un ilin gü es,
B lecua, 56 siv o , 102, 103; s em á n ti­ 72-73.
b l o o m f i e l d i a n a , in sp ira ­ c o s, 101; sin tá c tic o s, 101; c o lla tip , 29, 43, 46
ció n , 99 s o m e tid o s a recció n , 139 coloquial, latín, 6. 163
B lu m , 25 Castiglione, 61 com paración, 105, 141
B öckh , 4 c a stren se, la tín , 163, 169- com parativas, frases, 141
B olkesteln, 114, 121-123, 171 com parativo, grado, 104,
129, 134 c a su a l(e s), fo rm a , 102; m or­ 105; m orfem a de, 99
B olognesi, 71 fem a s, 99; o p o sic io n e s, com petencia lin gü ística, 6,
B onnell, 14 102; p ro b lem á tica , 103; 85, 115, 116
B órrele, 80 sin ta x is, 104; te o r ía s, 100 com plem entación, transfor­
B randestetn. 86, 89 catalán, 166 m acion es de, 127
B resnan , 137 ca teg o ría gra m a tical, 105,
B reva C laramonte, 127 com plernentador, 116, 126
110; m ayor, 125, 126; tem ­ com plem ento, 119, 129; de
breve, v o ca l, 92-94; c o n so ­
p oral, 106 ob jeto directo, 101, 121;
nan te, 93; síla b a , 92
Catón, 20, 164 de ob jeto ind irecto, 111,
breuior tccíio potior, 45
B rócense, 1-3, 127 Catulo, 20. 22, 164 112; frase de, 123
B r üch , 166 Caus , 130, 131 com pletivas; con ut, 116; de
B üchflf.r , 62 causa, p r o p o sic ió n de, 130 infinitivo, 116; frases u
B ü c h n e r , 71 ca u sa les, fra ses, 130 oraciones, 113,127, 129,131
ÍNDICE ANALÍTICO 181

c o m p le tiv id a d , 126 vas, 132; p erifrá stica s, cro n o ló g ic o (s), p rob lem as,
c o m p o n en cia l, sem á n tica , 134; p r e d ic a tiv a s, 133 115; p roceso, 116
133 c o n str u c to , 124; p r e su p o si­ c ro n o te sis, 105
c o m p o n en te; d e b a se, 116; tivo, 129 cualid ad vocálica, 95
fo n o ló g ic o , 116; in terp re­ co n ta m in a c ió n , 41, 45 cu a n tita tiv a s, o p o sic io n e s,
tativo, 116; m o r fo ló g ico , c o n te x to , 30; gráfico, 37; 92-94
142; sem á n tic o , 116; sin ­ id e o ló g ic o , 37 C ulicover , 137
tá c tic o , 116, 141; trans- C o n tin o , 127 cu lm in ativo, valor, 90
fo r m a c io n a l, 141 co n tra cció n d e v o c a le s en CUNNINGU AM, 112
c o m p r e n sió n p rim aria, 10 co n ta c to , 98 CUNY, 158, 160
c o m p r e h e n sió n del te x to , 9 CON'TRERAS, 140 C upaiolo , 69
c ó m p u to ho ra rio , 10 c o n v en cio n a lid a d cu ltu ra l, cu rsiva, 31, 33
c o m u n ica c ió n , 114 91 C u rt ius , 4
co n cep to ; de filo lo g ía , 4, C onway , 56
5, 7; d e lengua la tin a , 5; co o rd en a d a , relación , 109 D a in , 7, 35, 42, 48
de litera tu ra la tin a , 5, 6 co o rd in a ció n , 112, 114 D aremberg, 71
c o n c esió n , p ro p o sició n de, co o rd in a d a s, estru ctu r a s, d ativo, 102, 103
130; su b ju n tiv o de, 110 137 d ativo-ab lativo, 97, 98
co n c esiv a s, o r a cio n e s o fra ­ c o o rd in a n tes, c o n ju n c io ­ D e-vit , 81
ses, 113, 130, 131 n es, 114 D eaño , 3
C oncilio de T o u r s , 5 co p ia (s), 16; de m a n u scri­ D earing , 44
con cord an cia , 15, 112; tra n s­ tos, 17; de m arcas (tra n s­ decir, verb os de, 121
fo r m a c io n e s de, 141 fo rm a ció n de), 136 d ecla ra tiv a (s), frases, 129;
c o n c re to s, c a so s, 102 co p u la tiv a s, co n ju n c io n e s, fu n ción , 108; sem án tica,
co n d ició n , p ro p o sició n de, 114 114; sin ta x is, 103; valor,
130 c o r p u s T i b u llia m im , 15 114; verb os, 129, 130
c o n d ic io n a les, fr a ses o p ro ­ CORRADINI, 81 d eclin a cio n es, 97, 98
p o sic io n e s, 111, 130 C orrea , 96, 104 d e fe c to s del m o d elo s, 34
c o n fu sió n de letra s, 33 c o rr eferen cia les, nom b res, d efin ición (V. c o n c ep to )
c o n iu n c tiu i, errores, 45 135 d eíctica , fu n ción , 111
co n je tu ra , 30, 45, 46 co rr e fe re n tes, 136 d e íc tic o , valor, 111
c o n ju n c io n e s, 113, 127; a d ­ c o rr e la c io n e s, 92 d eleción , reglas de, 136; de
v e rsa tiv a s, 114; c o o rd i­ CORSSEN, 4 su je to , (reglas de), 126;
n a n te s, 114; co p u la tiv a s, corte d ia crò n ico , 144; fal­ del SN , 137; de u t, 127
114; d isy u n tiv a s, 114 so, 34; silá b ic o , 144 d elim ita tiv o , valor, 90
co n ju n tiv a , form a, 140 C o ser iu , 114, 115 d e m o str a tiv o s, 111, 137
c o n ju n tiv o , error, 38, 39 C ostas R odríguez, 115 d e ó n tico s, v alores, 134
c o n m u ta c ió n , 90, 98, 101, d ep en d en cia, 138, 140
COURCELLE, 17
110 \/¡ 1 d epend en cial; gram ática,
C o u sin , 70
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C raso , 11, 149
113, 131 ría, 103
C remucio C ordo , 20
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c o n s o n a n te (s ) b rev e, 93; Cr isip o , 99
d erivación , 99
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c o n stitu y e n te s n o m in a les, crítica tex tu a l, 14, 15, 28, d esid erativo, 307; valor, 127
99; p r o n o m in a le s, 99;; ver­ 29; c o n c ep to , 28; etapas, d esin en cia s, 97, 98; p erso ­
b a les, 99; in m ed ia to s 29-37; h isto r ia , 28-29; teo­ nales, 96
(a n á lisis de), 138 rías, 38-44; vocabulario d eterm in ación , 111
c o n str u c cio n a l de la sin ta ­ b á sico de, 44-51 D evallet, 56, 61
x is, c o n c ep ció n , 138 c ro n o g én esis, 105 D evine , 88, 90, 144
c o n str u c cio n es, 113, 114; de cro n o g en étic o , tiem p o, 105; d iacrítico, pap el, 95
in fin itiv o , 114; de ut, 114; e je , 105 d iacron ía, 85
e n d o c é n tr ic a s, 138; exo- cro n o lo g ía lógica, 42; real, d iacrón icas, c u e stio n e s,
c én tr ic a s, 138; gerundi- 42 144; v ariacion es, 163
182 ÍNDICE ANALÍTICO

diacrònico, corte, 144; cam­ edición crítica, 10, 13, 51- estilo directo, 129; indirec­
bio, 127 63; concepto, 51; carac­ to, 106, 129, 141
diafásicas, variaciones, 163- terísticas, 51 estructura(s), 115, 136, 138,
165 editio, 3, 46 139; morfemática, (reglas
dialectales, variaciones, 166 editio princeps, 46 de), 144; profunda, 117,
dialectos latinos, 163 editio uulgata, 46, 50 127, 133; propositiva aser­
diastráticas, variaciones, editor, 30, 45, 46, 51-55, 58, tiva dependiente, 130; /
163, 167 61 realización (oposición),
diatópicas, variaciones, 165- egipcio, 6 91; subyacente, 135, 137;
166 E h r enk ra nz , 135-137 superficial, 139
D íaz y D íaz, 56, 62, 166 eje cronogenético, 105; de estructural, corriente, 103,
diccionarios, 80-81 coordenadas, 108 105; cambio, 117, 118, 127,
dicendi, uerba, 129 ejército, latín del, 169-171 136; descripción, 117, 118,
dicotomía saussuriana, 105 elemento(s) consonántico, 127, 136; explicación, 93;
dictado interior, 35 93; fonológicos, 91; mé­ oposición, 104; traduc­
difficilior, 45 tricos, 91; prosódicos, 91; ción, 106
difficilior lectio poíior, 45, vocálico, 93 estructuralismo, 4, 85. 90,
48 «elevación de sujeto a ob­ 91, 95, 99, 100, 103, 105,
jeto», regla de, 120 115
difoncmático, estatuto, 88, eliminatio codicum des
90 ecimologia, 145
criptorum, 40, 46, 48, etrusco, 5
difonematismo, 88, 89 49
D jomedes , 14 E umenes II, 24
eliminatio lectionum singu- evolución, 145
diptongos, 88, 90, 92; de íarium, 40, 46
p-imer elemento largo, examinatio, 30, 46
elipse, 141; teoría de la,
159 127 exclamativas, construccio­
directa, percepción, 123; elisión de vocal temática, nes, 141; frases, 105
tradición textual, 13, 14 98 exclamativo, genitivo, 101
directo, estilo, 129 emendado, 3, 30, 46, 47 exhortativo, subjuntivo, 110
discontinuo, morfo, 1.10 emendado ope ingenii, 45 exocéntricas, construccio­
disjunto, i l i , 112 enálage, Í04 nes, 138
distinctiones, d i enciclopedias, 71-72 expandido, objeto, 123
distintivas, marcas, 114 enclíticas, 91 expansión, 123, 13S; de un
distribución complementa­ endocéntricas, construccio­ SN, 138; nominal. 138
ria, 90 nes, 138 extraposición, 138
disyunción, 130 enfática, función, 111
disyuntivas, conjunciones, E ngelmann, 69 F( A.c.I.), 122
114 E n n io , 164 F abricius , 69
diuinatio, 30, 46 E nríquez , 95 factores estilísticos, 95; ex­
diuissio, 96 entonación, 108; de la fra­ ternos, 92; fonológicos,
D iv er , 101, 102 se, 109 95; morfológicos, 95; so­
Dodwell, 27 epigrafía, 8, 23 ciales, 95; semánticos, 95
D olet, 1 equilibrio del sistema, 92' F aider, 84
D om Q uen tin , 42, 46 equivalencia, 114; métrico- falisco, 163
D om itivs A fer , 35 prosódica, 92 familia, 47
D ressler , 104 E rasm o de R otterdam, 44 familiar, latín, 163
Du Cange, 83 E r no ut , 81 F ant, 86
D uarte, 145-146 E rnst , 68 F ernandez G aliano , 22
duración física, 91; silábi­ error, 16, 31-38, 46; de trans­ F errer , 80
ca, 92; vocálica, 94 misión, 14 ficción, 107
escritura; evolución, 33; so­ ficticio, 107
E beling , 103 porte, 22; tipos, 8, 31 fiktiv, 130
ecdòtica, teoría, 42-44 , 46 eslavismo, 103 F illmore , 103, 139
eclesiástico, latín, 168-169 espacio acústico, 94 filología, 1, 3-9, 11, 13, 115,
economía lingüística, 92-95 estándar, gramática gene­ 116; aparición, 4; concep­
ecthlipsis, 91 rativa, 116 to, 4, 5; formal, 7; hin­
edición(es), 15; primitivas, estatuto difonemático, 88, dú, 4; objetivos, 5, 29;
15, 16 90; monofonemático, 89 posibilista, 5; real, 7, 9
ÍNDICE ANALÍTICO 183

filológica, labor, 28 130; de co m p lem en to , gen erativista, corriente,


filológico, m é to d o , 4 123; de o b jeto , 123; de­ 116; p ostura, 114
fin ales, o r a cio n e s, 113, 131 cla ra tiv a s, 129; en to n a ­ generativo-transform acio-
fin itas, fra ses, 124 c ió n de la, 109; exclam a­ nal, gram ática, 115-116;
fin itos, verb o s, 112, 122, 123 tivas, 105; finitas, 124; sin ta x is, 116
fisicism o, 91 im p erativas, 105; incrus­ g é n e sis, 145
fisio ló g ic o s, e le m e n to s, 94; tad a, 136; ind ep en d ien tes, género, 136-137
m o tiv o s, 94 129; in serta, 135-136; la ti­ gen itiv o , 101, 102, 103, 139;
flexión, 99, 100; a d n o m in a l, na, 116; m atriz, 118, 120, adn om inal, 101; adverbal,
99; adverbal, 99; n o m in a l 137; m od alid ad de la, 108, 102; exclam ativo, 101; irre­
in d oeu ro p ea , 101 109; no finitas, 124; o p ­ gular, 101; regular, 101
flexivas, fo rm a s, 99; le n ­ ta tiv a s, 128; subordin a­ gem inación de so n id o s
guas, 142 das, 129; y usivas, 129 sim p les, 88; vocálica, 91
F loro , 164 frica tiv a s, 96 G ercke, 5
focalizad o ra , v o lu n ta d , 140 F roger , 44 G ernia , 115
F oley, 145, 146 F rontón , 166 geru n d io, 132
fo n em a s, 86, 88-90, 96-98; la- fu en te s, relación de, 57-58 geru ndivo, 132; c o n stru c­
b iovelares, 88, 89; la tin o s, F ugier , 101, 104 c io n e s de, 132
143; v o c á lic o s, 90 fu n c ió n (e s), 101, 108, 111, G ia n n e sc h in i , 141
fo n em à tic o , criterio , 90; va­ 135; a ctu ativa, 107; d ecla­ G il , 20
lor, 90 rativa, 108; d eíctica, 111; G iovanni Mato m is 20
fo n é tic o (s), a sp e cto , 99; del a cen to , 153-154; del g losa, 37, 47
co n ten id o , 139; e le m e n ­ len g u a je, 108; enfática, gobierno, 139
to s, 94; m o tiv o s, 94 111; fórica, 111; im presi- Go del, 1C3
fón ica, e stru ctu ra , 143 va, 107; lógica, 10G; m o­ G oya y M u n ia in , 10
fo n o lo g ía , 86, 91, 92; d ia ­ d a les, 108; m orfem ática, g r a d o ís) del a d jetiv e, 104-
cròn ica estru ctu r a l, 92; 111; pred icativa, 108; pro­ 105
estru ctu ra l la tin a , 92; g e­ n o m in a le s, 111; sem á n ti­ graduación, 108
n erativa , 144; h istó r ic a , ca s, 102; sin tá ctica s, 100, grafem as, 88
143; latin a , 88 102 gram ática, 116, 138; corona-
fo n o ló g ica , base, 92; fo r ­ fu n c io n a l(c s), cam po, 100; rada, 4; de lo s c a se -, iU3-
m a, 143; reglas, 98, 142, ca ra c te r ístic a s, 107; ca­ 104, 139-140; del íe,:to, 4;
143, 144 so s, 139; identidad, 113; d epend en cial, 103; e sto i­
fo n o ló g ic o (s), com pon en­ va lo res, 109 ca, 101; generativa, 4, 85,
te s, 116; e le m e n to s, 91; fu n cio n a lism o , 100 103, 120, 124, 138, 142
sistem a (la tin o ), 88; ra s­ fu tu ro , m orfem a de, 98; 144; generativo-transfor-
gos, 104 tie m p o s de, 106, 107, 110 m acional, 115-116; h istó ­
fo n o tá c tic o , e stu d io , 144 F urlanetto, 81 rica, 97; latina, 121, 141;
f o n t e s , 58 racion alista, 127; tradicio­
F orcellini, 81 Gaeng, 166 nal, 139; tran sform acio-
fórica, fu n ció n , 111 G affiot, 80 nal, 134, 138
fo r m a (s), 112, 145; a te m p o ­ G alla, la tín de la, 163, 166 g ram aticales, c a so s, 102;
ral, 107; c a ra c te r ístic a ,
G alo, 22 categorías, 105, 110
108; del tex to , 40; fo n o ­
lógica, 127; verb al, 109, G arcía Calvo, 107-109, 156 G randgent, 166
111; verb a les p e r so n a les, G arcía H ernández, 115, 123 g r a p h iu m , 26
98 G elio , 164 G raves, 6
form al, id en tid a d , 113; m ar­ g em in a d a s, 144; clá sica s, G regory , 28
ca, 129; rasgo, 129 88; g ra m a tica les, 93; r e ­ griego, 6
form a liza ció n , 143-145 d u cció n de, 96 G riesbach , 29
fo r m u la cio n e s, 138 g e n ea ló g ica , teoría, 38-42 de G root , 101, 173
fr a se(s), 106, 111, 112, 117, gen era ció n , 120, 143
gru p o(s) c o n so n á n tico s, 89,
118-122, 125, 126, 128, 129, g en era tiv a , 122; fo n o lo g ía ,
144; siláb ico, 92
130, 132, 133, 135-139; b a ­ 144; gram ática, 85, 103,
120, 124, 138, 142, 144; G uillaume , 105
rra, 124; c a u sa les, 130;
com p ara tiv a s, 141; c o m ­ o rien ta ció n , 102; sem án­ G uillén , 104
p letiv a s, 129; c o n c esiv a s, tica , 129, 140 G uiraud , 115
130, 131; c o n d ic io n a les, g en era tiv ism o , 144 G utenberg, 46
18 4 ÍNDICE ANALÍTICO

H aase, 62 109; uerba dicendi, 129; in terp olad o, m a n u sc r ito ,


hab lante, 85,94, 95, 105, 115, valor, 129 47
140, 142, 144 im p erfecto , 128; m orfem a in terp reta tiv o s, c o m p o n en ­
H all, 97-98 de, 98 tes, 116
H alle, 86 im p erso n a l, u so , 106 in terrogacion es clasificad o- •
H ammond , 71 im p resió n , m a teria les de ras, 112; p o sib le s, 112;
H app, 103 la, 26 reales, 112
H arm s , 140 im p resiv a , fu n ció n , 107; in terro g a tiv a (s), 141; m o ­
H audricourt, 92-93 m o d a lid a d , 109; sem á n ti­ dalidad, 109; p r o p o sic io ­
H aijpt, 35 ca, 114; sin ta x is, 103 n es, 111; su b o rd in a ció n ,
hebraísmo primitivo, teo­ im p resiv o , valor, 103, 108, 112
ría del, 3 109, 114 «in tran sitivizan le», m o r fe ­
H aelmann, 129 in esse, tiem p o , 105 m a, 110
H e in siu s , 37, 61-62 in fieri, tiem p o , 105 in tra n sitiv o , verb o, 101
H elander, 141 in posse, tiem p o , 105 «introd ucción de com p le-
H emperl, 3 in acab ad o, 111 m entador», regla de, 116,
H ensey , 145-146 in cap acid ad flexiva, 98 117
H eraeus, 169 in cru sta d a , frase, 136 in trod u cción de la ed ició n
H erescu, 70 in cu n a b les, 47 crítica , 51
hetita, 159 in d efin id o s p ro p io s la tin o s, inuentio, 45, 58
H ilario , San, 164 111; u s o s, 113 I r m sc h e r , 4
H ilberg, 62 in d ep en d ie n te s, fra ses, 107- irreal, acción , 109; m od o,
H ill, 89 110, 127, 129; su b ju n tiv o s, 107; p red icación , 108; v a ­
hiparquetipo, 49 127 lor, 109
hipotético-deductivo, méto­ I ndic, 130-131 irregular, gen itivo, 101
do, 3 in d ica tiv o , 113, 117, 128, 133, I sidoro de S evilla, S an , 20, 81
H irschland , 335-137 142-143; m o d o , 105, 107, itá lico com ú n , 5
hispánico, latín, 163, 166 108, 110, 111; m o rfem as italo-celta, 5
historia del texto, 13, 52 d e, 98 item-and-arrangement, 104,
h istó rica , discip lin a, 85; lin ­ in d irecta , percep ció n , 123; 142-143
güística, 138 tra d ic ió n tex tu a l, 13-15 iudicium, 44, 45, 48
historicismo, 144 in d irecto , e stilo , 129, 141
historicista, explicación, in d o eu ro p eística , o rien ta ­ J äger, 4
113 ció n , 102
J akobovits, 120
históricos, estudios, 92 in d o eu ro p eo , 5
infectum, 105, 106,110; m or­ J akobson , 86, 91, 101, 103
H jelmslev, 100
fem a de, 98 J ansen , 89
K ockett, 142
H ofmann , 72, 81, 122 in fer c n c ia le s, v alores, 134 J anson , 94, 95
homonimia, 96 infijo nasal, 144; p resen tes J erónim o , san, 51, 164
H oracio , 6, 19, 28, 70, 149, co n , 161 J ud, 168
164 infinitivo, 105, 121-123, 126; J uillanp, 92, 93
H orecky, 86, 88, 89 c o m p le tiv a s de, 116; c o n s­ J ustinian o , 16
tru ccio n es de, 114; de pa­
horizontal, transmisión, 41, J uvenal, 19, 164
sad o, 106; de p resen te,
45-47
106; h is tó r ic o s, 127; m ar­
Hosius, 72 K ac, 128
ca de, 120; o ra cio n es de,
H ouseholder , 98 K eil , 14
102, 120-126, 132, 139
H übner , 70 K elly, 128, 141
I nfl , 139
humanista, latín, 6
humanístico, latín, 163,165 injlection, 139 K empf , 169
in glés, 116, 120 K enney , 28
Hus, 115
in sc rip c io n e s, 86 K e r sc h ENSTEiNER, 3
in serció n , p r o c eso de, 127; K herlakian , 90
identidad formal, 113; fun­ de un a vocal, 98
cional, 113; significativa, K ing , 144
in serta , fra se, 135-136
113 in str u m en to s bib liográfi­
K iparsky , 120, 121
Iglesia, latín de la, 168-169 c o s, 67-71 K lausenbürger, 144
imperativas, frases, 105 in tern a s, ca u sa s, 92 K luge, 158
imperativo(s), modos, 107- in terp o la ció n , 47 K lussmann , 69
ÍNDICE ANALÍTICO 185

K now les , 17 literario, latín, 6, 9, 173 Menéndez P idal, 166


K rebs , 69 literatura, 4; hispánica, 6; M entelius , 56
K roll , 166 inglesa, 6; latina, 6; re­ m étod o filológico, 4; stem -
K urylow icz , 99, 101, 102, sidual, 6 m ático, 29, 48
157, 159 litúrgico, latín, 168-169 m eto d o lo g ía , 100, 141, 144
L ivio A ndronico , 164 m étrica, 91, 92; e q u iv a len ­
labiovelares, fonemas, 88- Lledó, 166 cia, 92
89 localistas, teorías, 100 m étricos, e le m e n to s, 91
L a c h m ann , 29, 38, 44; ley locativo, 1Q2, 111 M eyer-Lübke, 166
de, 144 locuciones preposicionales, M ichelena , 149
lachmanniano, método, 48 100 M igne, 73
Lactancio, 164 lógica, estructura, 141; fun­ M ignot, 88, 143
L afuente, 4 ción, 107, 108; modalidad, M in ic o n i , 56, 61
L akoff (G.), 116 109 m in iu m , 27
Lakoff (R. T.), 116, 120, Lofstedt, 164 M inucio F élix , 164
126, 127-130, 132, 133, 138 lógicos, valores, 109 m in úscu la Carolina, 31, 33
L am brino , 69 L ot, 166 m in ú scu la g ótica, 31, 33
larga, c o n so n a n te , 93; síla ­ L ucano , 164 m od ales, o p o sic io n e s, 107;
ba, 92; v o ca l, 88, 91-93, 95, L ucrecio , 29, 164 su b ju n tiv o s, 127; u so s,
97 L uján , 145, 146 113; verb os, 133', 134
larin gales, 157-162 L yons , 100 m o d a lid a d (es), asev era tiv a ,
Lasso de la V ega, 101 109; de la frase, 108-109;
latín (v. arca ico , p r e lite r a ­ M aas, 38, 48 del la tín , 162-173; im pre-
rio, c lá sic o , p o s tc lá s ic o , M abillon , 31 siva, 109; in terrogativa,
etc éter a ) M acau, 166 109; lógica, 109
la tín vulgar. 9, 171-173 M ai , 21 m od elos de c o m p e te n c ia , 9
Le Clerc, 28 M anitius , 72 m o d o (s), 100, 105, 107, 108,
le c tio , 28, 45, 48 M araldi, 124, 125, 126 132, 142, 143; im p er a tiv o ,
le c tio d if f ic ilio r , 14, 28-30, marca, 107; de acusativo, 107-108; in d ic a tiv o , 105,
48 120; de infinitivo, 120; de 107; irreal, 107; n o m in a ­
le c tio f a c ilio r , 48 subjuntivo, 120; formal, les, 105; o p ta tiv o , 108; po­
Le h m a n n , 129-131 109 tencial, 107; sig n ifica d o ,
len g u a (s), 91, 121; ro m á n i­ marcado, 100, 104, 106, 107, 109; sign ifican te, 109; su b ­
cas, 92 134 ju n tiv o , 105, 107-110

mm
L eüm ann , 72, 89 M arcia, 20 M o h l , 166
L evi , 135 M arcial, 19, 164 M o h r m a n n , 168
M arías, 108 M olina Y évenes, 86, 88
L eviso n , 2
M ariner , 86, 88, 89, 90, 91, M oller, 157, 158, 159
L ew is (C. T.), 80
106, 107, 108, 111 M omigliano , 17
Lew is (N.), 24 marrismo, 3 M om m sen , 6, 11
lexemas, 98, 99, 142 M artín , 115 m on em as, 98
léxicas, unidades, 130 M artinet, 96, 160, 162 m o n o fo n e m á tico , e sta tu to ,
léxicos, 15, 80-84, 116, 139; Marouzeau , 69 89
elementos, 142 m a tc h in g a n a ly s is , 135 m o n o fo n e m a tism o , 88-90
lexicología, 114 Mateo C orredor , 84 m on op ton gación , 92
lexicológico, enfoque, 115 materiales de la impresión, M onteil , 161
ley de la baritonesis, 155; 26 m ora, 90, 91
de Lachmann, 144; de la materiales de la transmi­ m o rfem a (s) «acabado», 110;
penúltima, 155, 156 sión, 22 ad verb iales, 99; a u x ilia ­
matriz, frase, 118, 120, 137; res, 142; c a su a les, 99; de
L ig h tfo o t , 129
verbo, 125, 127, 129; — de activa, 98; de c o m p a r a ti­
L inacer , 127 rasgos distintivos, 143 vo, 99; de fu tu ro, 98; de
L indsay , 34, 55, 57 M atthew s , 99, 142 im p erfecto, 98; de in d ic a ­
lingüística, 4, 9, 103; his­ M aurel, 135, 137 tivo, 98; de i n f e c tu m , 98;
tórica, 144; latina, 85, 103, mayor, categoría, 125, 126 de person a, 105, 111; de
120; latina (escuela de), medieval, latín, 6, 163, 165 presen te, 98; de p o s ib ili­
141; y filología, 9 M eier , 166 dad, 109, 110; de s u b ju n ­
líquidas, consonantes, 89 M eillet, 4, 81, 106, 166 tivo, 98; de su b ord in a-
186 ÍNDICE ANALÍTICO

ció n , 110; de su p e r la tiv o , no p erso n a , 105 o p o sic io n e s ca su a les, 102;


99; de v o lu n ta d , 109, 110; no p o sterio r, vo ca l, 95 cu a n tita tiv a s, 92-94; de
«inactivo», 110; «intran si- no seg m en ta b le , m orfem a, person a, 105; de tim bre,
tivizan te», 110; n o a ctu a l, 98 94, 95; e stru ctu ra les, 100,
110; n o seg m en ta b le, 98; nom b re, 99, 102,117-121,125, 102; m od ales, 107, 110
p ro y ecta d o , 110; sig n ifi­ 126, 133, 135-140; a ctivo, o p o sitiv o s, rasgos, 87
ca tiv o , 104; v a c ío s, 99 103; c o rreferen cia l, 135; o p ta tiv a s, frases, 128
m o rfem á tica s, fu n c io n e s, de la sin ta x is d ecla rati­ o p ta tiv o , 110
111; p o sib ilid a d e s, 110 va, 103; de la sin ta x is im - o p ta tiv o s, su b ju n tiv o s, 110
m o r fo (s), 98, 104, 109, 110, p resivo-exp resiva, 103; pa­ o r a ció n (e s), 117, 137, 138;
140, 142; d isc o n tin u o , 110; siv o , 103 a p o sitiv a s, 137, 138; c o m ­
h o m ó n im o s, 109; p o r t- n o m in a l(e s), c a so s, 102,103; p letiv a s, 113, 127, 131;
m a n te a u , 110 c o n stitu y en te s, 99; d ep en ­ co n cesiv a s, 113; c o n se c u ­
m o r fo fo n o ló g ic o , carácter, d en cia , 138, 140; ex p an ­ tivas, 113, 131; de infini­
145; m o d elo , 104 sió n , 138; flexión, 101; tivo, 102, 120-124, 126, 132,
m o rfo lo g ía , 96-99; del ver­ fo rm a s, 107; m o d o s, 105; 139; de relativo, 112, 134,
b o, 98; estru ctu ra l, 97; la ­ sin ta g m a , 104, 117-141; 136-138; de u t, 113; exp li­
tin a, 96; n o m in a l, 97; s in ­ sin ta x is, 104 cativas, 137, 138; finales,
cró n ica , 98; sin cró n ica n o m in a liza ció n , tra n sfor­ 113, 131; in d ep en d ien tes,
del adverbio, 91 m a cio n es de, 141 107-110, 127, 129; no res­
m o rfo ló g ica s, reglas, 142; n o m in a tiv o , 102, 103, 122, trictivas, 137; p ron om in a­
relación , 113 139, 140, 143; sintagm a n o­ les relativas, 113; r estr ic ­
m o rfo ló g ico , ca so , 140; m in a l, 125; ca so , 125; ca­ tivas, 137; sim p le latina,
co m p o n en te, 142 so a g en te, 101; ca so cero, 112; su b ord in ad as, 109,
in o r fo sin tá ctic a s, c a ra cte­ 101; c a so del su je to an i­ 110, 129, 140
r ístic a s, 142; ca te g o ría s, m ad o, 101; tip o s e n e x , oracion al, sin taxis, 112
143 162 orden, p rop osición de, 130
M o sc i S a ssi , 169 N orber , 63 ordenar, verb os de, 121
M u u a c ic , 86, 89 MORDEN, 5 origin al, 16, 45, 48
M ullep , 166 n o rm a s de a cen tu a ció n , 90, origin alid ad , 15
M üller , 61, 72 92, 153-156 O rlandini, 141
M u e r u , 104, I aG N ougaret, 153 o seo , su stra to , 166
N ovXk, 92 osco-um bro, 5
N a ir n , 70 n u clear, a d ju n to , 112; e le ­ Otero , 134, 145, 146
nasat, in fi'o , 144 m en to , 130 O vidio , 15, 70, 164
N eg, 130, 131 n ú cle o c o m p le jo , 92 oyen te, 85, 94, 95, 115
n eg a ció n , 11 130; m o v i­ nu do, 130; auxiliar, 127; n o ­
m ie n to de la, 127 P acuvio , 14
m in a l, 138; term inal, 136
n eg a tiv a s, p r o p o sic io n e s, p aleografía, 8, 45, 48
n ú m ero , 136, 137 p a lim p sesto , 29
111
n e o la tín , 6, 163, 165 N utrió F lo ro , 167 P apebroch , 31
N eschke , 132, 133 N yman , 145, 146 pap el, 21-23, 25-26
n eu tra lid a d , 129 pap iro, 8, 9, 23-25, 29, 86
n eu tra liza ció n , 95, 96 o b jetiv o , 139; sin ta g m a n o ­ p ap irología, 8, 9
n e u tro s, sem á n tic a m e n te m in a l, 125 paradigm a, 107, 142; nom i­
(v erb o s), 114; u e r b a d i- o b jeto , 111, 120, 122; de la nal, 97; verbal, 110
c e n d i, 129 tr a n sm isió n , 17, 18; d i­ p aratáctico, origen, 113
N evio , 164 recto, 101, 121, 138; ex­ P arsons , 22
N ickel, 2 p a n d id o , 123; frase de, p artes de la oración, 99
N isbet , 22 123; in d irecto , 111, 112;
p articip io, 105; predicativo,
n o actu a l, m o rfem a , 110 sim p le, 122
123
n o a g en te, 102 o b licu o , 139
o b lig a ció n , 132 p artícu la, 117
n o fin itas, fra ses, 124
n o fin ito, verb o, 122 O ’B r ie n , 99 p asado, infinitivo de, 106;
n o m arcad o, térm in o , 104, O gilvie , 52, 53 tiem p o de, 106, 110
105, 106, 111 o m is io n e s , 35 p asiva, 143; voz, 102, 110
n o n o m in a l, ca so , 102, 103 o p e r a cio n e s de relativo, p a siv o (s), casos, 102, 103;
n o p acien te, 102 135 n om b res, 103; valor, 103
ÍNDICE ANALÍTICO 187

P asquali, 28, 38, 40, 41, 48 POMPEYO, 148 profu nda, estru ctu ra, 117,
P auly, 71 P on , 130, 131 127, 133
pau sa, 91 P o nc h o nt , 15 p roh ib itivos, su b ju n tiv o s,
P enco , 17 Port-R oyal, 127 110
p e n sa m ie n to , v e rb o s de, p o r tm a n te a u , m o rfo , 110 pron om b res, 100, 111, 122,
121 P orzio G ernia , 96 123; a n afóricos, 138; re­
P epicello , 121, 122 p o sib ilid a d , m o rfem a s de, lativos, 113
P eranteau, 135 109, 110; su b ju n tiv o de, p ron om in al(es), c o n stitu ­
p ercep ció n d irecta , 123; in­ 109; v a lo res de, 127 yentes, 99; fu n cio n es, 111;
directa , 123; v erb o s de, p o sib les, in terro g a cio n es, oracion es, 113; su b o rd i­
121, 123 112 nación, 112
p e r e g r in u s , s e r m o , 167 p o sitiv o , grado, 104 pronu nciación del latín , 35,
p e r fe cto , 142, 145; con v o ­ p o stc lá sic o , la tín , 6, 9, 163, 99, 147-152
cal larga, 161; en — u —, 164 P ropercio , 164
160; tie m p o s de, 106, 107 p o ste r io r, vocal, 95, 96 propiedad in telectu a l, 16
p e r f e c t u m , 106 p o ten cia l, a cción , 109; m o­ p rop osicion es, 130; afirm a­
p erfo rm a tiv o , p r o c eso , 112; do, 107; p red icación , 108; tivas, 111; co n d icio n a les,
verb o, 128, 130 valor, 109 111, 130; de cau sa, 130;
pergam in o , 21, 23-25 P otter, 71 de con cesión , 130; de de­
p eriférico , a d ju n to , 112 P uTTie r , 104 seo, 130; de orden, 130;
p e r ifr á stic a s, c o n str u c c io ­ p r a e f a tio , 51 de relativo, 104; in terro­
n es, 134 Praga, e sc u e la de, 86 gativas, 111; negativas,
P erret , 14 p ra g m á tica , 129 111
P errot , 103 p rea rq u etip o , 48 prop ositiva asertiva depen­
P e r sio , 19, 164 p reclá sico , la tín , 164 d iente, estru ctu ra, 130
p erson a , 142; m o r fe m a de, pred esin en cia l, e lem en to , p rosodia latina, 92
105, 110, 111; n o p erso n a , 97, 98 prosód icos, rasgos, 87, 88
105; prim era , 105, 142, p red ica ció n , 112; irreal, prospectiva, pred icación ,
143; seg u n d a , 105, 106; 108; p o ten cia l, 108; p ro s­ 108
tercera, 105 p ectiv a , 108; sim p le , 112 p rototip o, 48
p erso n a je s-p u e n te , 16 p red ica d o , 111, 122, 123, Ú0, p rotorrom ance, 171-173
P etrarca, 21 131; a b str a c to , 128 proyectado, m orfem a, 110
P etronio , 56, 62, 164 p red ica tiv a , c o n stru cció n , P rudencio , 164
P feikfer , 4, 25 133; fu n ció n , 108 P tolomeo E pifanes , 24
P itares , 135 p red ica tiv o , p a rticip io , 123 pu b licacion es p eriód icas,
P IERRE DE LA RAMÉE, 151 p relitera rio , la tín , 163 75-76
P illinger , 144 p r e n estin o , 163 P ulcra m , 93
PlNKSTER, 111, 112, 126, 135, p rep o sicio n es, 100, 102, 125,
144 126, 139, 140 qu-, 136
P inta L lórente, 1 p rep o sicio n a l, sin ta g m a , Q uellet, 84
P in er o , 100 125 Q uentin , 42, 46
P ir enne , 166 p resen te, 128, 133; co n infi­ Q uintiliano , 14, 35, 164, 167
PlSANI, 163 jo n a sa l, 161; del p e r f e c ­
P latón, 1 tu m , 106; in fin itivo de, racionalista, gram ática, 127
P lauto , 21, 55, 57, 164 106; m o rfem a de, 98; rad ical(es), 96, 142; prim a­
P lenat, 143 tie m p o s de, 106, 107, 111 rio, 142; vocal, 142
P u n i ó el J oven , 164 p r e su p o sicio n es, 130, 131 raíz, 96, 97, 142; teoría de,
P linto el V iejo , 23 , 24, 27, p resu p o sitiv a , estru ctu ra , 158-159
164 141 rasgos d istin tiv o s, 143; fo ­
p lu m a, 26 p r e su p o sitiv o s, co n stru c- n éticos p red esin en ciales,
p lu ral, 143 to s, 129 97; o p o sitiv o s, 87, 88
pod a de n u d o s in term e­ p r etérito , 142, 143; p e r fe c ­ R aterio , 20
d io s, tr a n sfo r m a c ió n , 121 to, 106 real(es), acción , 109; in te ­
p o esía e le g ia ca , 70 P reuss , 69 rrogacion es, 112; verb os,
polariza ció n o p o s itiv a , 114 p rev erb io s, 91, 115 127, 128
P okorny , 81 p rim era p erson a, 105, 142, rección, 124, 125, 139
P olibio , 6 143 r e c e n s io , 3, 29, 30, 42, 45,
P olitzer , 166 p rim ario, radical, 142 46, 48
18 8 ÍNDICE ANALÍTICO

recentiores non deteriores, restr ic tiv a de relativo, ora­ relación , 123; trad icion al,
40. 46, 48 ció n , 137 115
rec o m p o sic ió n , 33 r ev ista s, 75-80 sem á n tic o , cam p o, 100, 115;
recu p erab ilid ad de estru c­ R eynolds, 29 c o m p o n en te , 116; rasgos,
tu ra s, 141 Ríe h ter , 166 130, 133; valores, 101
recu rsiva, capacidad, 134 R ix, 95 sem a sio ló g ico , sistem a , 115
red u cció n , 144; vocálica, 95, R odón, 91 sem ico n so n á n tic o , son id o,
96 R odríguez A drados, 108 90
reescritu ra , 143; reglas de, r o m á n ica s, len g u a s, 92, 145 sem iu n c ia l, escritu ra, 31,
124, 136, 139 R omano , 76 32, 33
reg en te, verbo, 139 ro m a n ce co m ú n , 171-173 sem iv o ca l, 92
reg la (s), 91, 95, 115, 116, 118, R oncaglia, 92, 93 S éneca, 19, 58, 164
119, 121, 122, 127, 132, 138, R o nconi , 106 sep arab ilid ad , criterio de,
139, 142, 143, 144; de asig ­ R o setti, 86 104
n a ció n de ca so , 125, 126; ro ta c ism o , 95, 96, 144, 145; sep arativo, error, 38, 39, 49
de b a se, 134; d e «cam bio sin c ró n ic o , 143 S erbat, 101, 106, 107
de co m p lem en ta d o r» , 118; rotulas, 24 sermo peregrinas, 167; rus-
d e d eleció n , 136; de dele- R owald, 84 ticus, 167; urbanus, 167
ció n de id, 120; de d e­ R ubio , 100, 101, 102, 107, S h o r t , 80
le c ió n de su je to , 126; de 108, 109, 112, 113, 114, 129 sigla, 54
d ele c ió n de ut, 127; de rubrica, 27 sign ificad o, 108, 113; m od o,
elev a ció n de su je to a o b ­ ru so , 101 109
je to , 120; de estru ctu ra r ú stic o , la tín , 163 sign ifican tes, 107, 138, 143;
m o rfem á tica , 144; de in­ rustí cus, sermo, 167 m o d o s, 109
tro d u cció n de c o m p le ­ sign ificativo, error, 38, 49;
m en ta d o r, 116, 117; de S abbadini, 20 m orfem a, 104; rasgo, 133
p o d a de n u dos in term e­ S adock, 140 sig n o s del alfa b eto , 150-
d io s, 121; de reesci'itura, S afarewicz, 90 152; c rític o s intratextua-
124, 127, 134, 136, 139; S aglio, 71 les, 56-57
d e reordenación , 137; de S aint D e n is , 14 sílab a, 91, 92, 95, 144
Wh-movement, 138; fo n o ­ S altarelli, 145-146 sila b a ció n , 93, 144
ló g ica s, 98, 142, 143, 144; sa lto de igual a igual, 35 siláb ica, du ración, 92
m o rfo ló g ica s, 142; trans- S alustio , 164 silá b ic o , corte, 146; grupo,
fo rm a cio n a les, 116, 120, S ánchez, 3 92
138 S ánchez de las B rozas (V. sile p sis, 14
reglas m o n á stica s, 16 Brócense) S ilio I tálico, 61
Regula, 17 S ánchez de Z avala, 140 S ímaco , 52, 164
regular, genitivo, 101 S andys, l, 4 s ím b o lo co m p lejo , 139
R eic h en k r o n , 166, 171 S a n t in i , 2 sín c o p a , 95, 96, 155
rela cio n es d eriv a tiv a s, 99; S aussure , 157, 158, 159 sin c ro n ía , 85
fo rm a les, 99 S c h a n z , 72 sin crón ica, m orfología, 98
rela tiv iza ció n , tra n sfo rm a ­ sin cró n ico , rotacism o, 143
S c h m e k , 166
c ió n de, 135 sin gu lar, 142, 143
S c h rader, 14 sin tá c tic a , con cep ción , 103;
rela tiv o , 113, 135-138; o p e ­ S c h r ij n e n , 168 fu n ción , 100, 102; rela­
ra cio n es de, 135; o ra cio ­ S c h u c h a r d t , 166
n es de, 112, 134, 136-138; ción , 123; relajación, 103;
S ch w eig er , 69 su b co m p o n en te, 134
p ro n o m b res, 113; p ro p o ­
sicio n e s, 104; su b o rd in a ­
script orium, 16 sin tá c tic o , co m p on en te,
S cullard, 71 116, 141; valor, 101
d as, 138; tra n sfo rm a ció n
seg u n d a p erso n a , 105, 106 sin ta g m a n om inal, 104-141;
de, 136, 137
S egura R am o s , 106 p rep osicion al, 125; ver­
rela to res, 99 sem a n te m a , 99; verbal, 99 bal, 117-126, 132, 133, 135,
rem in iscen cia s verb a les, 15 sem á n tic a , 101, 114; carac­ 139 •
reo rd en a ció n , regla de, 137 te r ístic a s, 107; com p on en - sin ta x is, 99, 101, 138, 145;
rep erto rio s b ib liográficos, cial, 133; d eclarativa, 114; c asu al, 104; declarativa,
67-71 fu n cio n a l, 102; gen erati­ 103; estru ctu ral, 100; fo ­
restriccio n es, 129, 132, 134; va, 129, 140; identifica­ silizad a, 102; fr aseológi­
de, u so , 116 ció n , 110; im p resiva, 114; ca, 100; genera ti vo-trans-
ÍNDICE ANALÍTICO 1 89

form a cio n a l del la tín , p ro n o m in a l relativa, 112, in p o s s e , 105; m a rca d o ,


116; im p resiv o -ex p resiv a , 113 106; o p erativo, 105; pre­
103; n o m in a l, 104; o r a cio ­ su b o rd in a d a s, fra ses u o ra ­ térito p erfecto, 106
nal, 112; verb al, 100 c io n e s, 109, 110, 129, 140; tim b re, o p o sic io n e s d e, 92,
sistem a , 94, 96, 97, 100, 110; de rela tiv o , 138 93; de la vocal, 94
actan cia l, 111; c o n so n á n ­ su b o rd in a d o s, su b ju n tiv o s, T impanaro , 28
tico, 89; d ep en d ien te, 111; 127 tin ta, 27
fo n o ló g ic o , 88, 94; sem a ­ s u b s c r .ip tio , 49 tip o lo g ía del error, 30, 31
sio ló g ic o , 115; tem p o ra l, su b str a to , 92 T ito L iv io , 22, 52, 56, 164,
106; tr a n sfo r m a to r io , 120; su b y a cen te, 143; e stru ctu ­ 167
vo cá lico , 92-95 ra, 135, 137; d escrip ció n , T ogeby, 93, 96
S ittl, 165, 166 129
T ouratier , 89, 98, 104, 109,
situ a cio n a l, a p artad o, 131 S uetonio , 148, 164, 167
110, 137, 138, 143, 145, 146
so ld a d o s, la tín de lo s, 169- S ulpicio Cartaginés, 18
T ovar, 1, 166
171. su p e r estr a to , 92
s o lec ism o , 30 superficial, fo rm a , 142; e s­ trad ición , 44, 50; te x tu a l,
so n id o c o n so n á n tico , 89; tru ctu ra , 139 13
sem ico n so n á n tic o , 90; v o ­ su p erla tiv o , grado, 104, 105; tradicion al, sem á n tic a , 115
cálico, 89 m o rfem a de, 99 trad u cción , 3, 10
SONTHEIMER, 71 s u p o sic ió n , su b ju n tiv o de, T rajano , 168
so p o r te de la escritu ra , 22; 110 tran sfon ologización , 96
duro, 23 s u p o sitiv o s, v erb o s, 130 tran sform ación , 101, 121,
S teinberg, 120 su p ra o rd in a d o s, v erb o s, 128, 134, 139; d e com p le-
S te ph e n s , 88, 90, 144 114 m en tación , 127; de c o n ­
stemma codicum, 8, 29, 30, su stra to o seo , 166 cord ancia, Í4i; de c op ia
39, 42, 47-50, 52-54 S weet , 99 de m arcas, 136; de dele-
stem m á tica , teo ría , 38-42 S zantyr, 72, 122 ción del SN , 137; de no-
ste m m á tico , m éto d o , 48 SZEMERÉNY, 157, 159 m in alización , 141; de p o ­
S ttennon , 25, 31 da de nu d os in ter m e d io s,
S traka , 166 ta b lilla s de cera, 23 121; de relativización , 135;
S trunk , 133 tabula genealógica, 28, 50 de relativo, 136, 137; de
tachad ura, tr a n sfo r m a c io ­ tachad ura, 127, 141
su b arq u etip o , 41, 46, 49
n es de, 127, 141
su b c o m p o n en te , 142; s in ­ tran sform acion al, c o m p o ­
T ácito , 164
táctico , 134 n en te, 134; gram ática,
ta rd ío , la tín , 6, 9, 163, 164
su b jetiv id a d , 107 134, 138; regla, 116, 120,
ta u to sü á b ic a s, v o c a le s, 90
su b ju n tiv o , 113, 127, 128, 138
tem p o ra l, c a te g o ría , 106
129; de c o n c esió n , 110; de T eodorico , 16 tr a n sfo rm a cio n a lista s, 127,
d eseo, 109; de p o s ib ili­ tercera p erso n a , 105 138
dad, 109; de su p o sic ió n , T erencio , 55, 164 tran sform atorio, siste m a ,
110; de v o lic ió n , 109; de térm in o m a rca d o , 104, 106, 120-
volun tad, 109; e x h o r ta ti­ 107, 134; n o m a rca d o , 104, tran sitivo, verb o, 101, 139
vos, 110; in d ep en d ie n te , 105, 106, 111 tran sliteración , 13
127; m arca de, 120; m o ­ T ertuliano , 73, 164, 166 tran sliterad o, m a n u sc r ito ,
dal, 127; m o d o , 105, 107- T esniere , 103, 104, 111 48-50
110; m o rfem a de, 98; o p ­ te stim o n io s, rela ció n de, tran sm isión (V . h o rizo n ta l,
tativo, 110; p r o h ib itiv o , 57-58 tran sversal, v e rtic a l)
110; rasgo de, 129; su b o r ­ te x to de la e d ic ió n c rític a , tran sm isió n dé te x to s, 15,
din ado, 127; y u siv o , 110 51, 54-57 16; cau sas de la, 18, 22;
su b ord in a ció n , 108, 112, 113; te x l u s r e c e p tu s , 3, 28, 46, 50 m ateriales de la, 22
ad jetiv a l relativa, 112; a d ­ T tberio , 20
tra n sp o sició n , 36
verbial general, 112, 113; T tbulo, 164
tran sversal, tr a n sm isió n ,
adverbial relativa de lu ­ tiem p o , 100, 105-107, 124-128,
41, 47, 50
gar, 112, 113; c o m p le tiv a , 132, 142; de fu tu ro , 106,
116; de rela tiv o nom ina- 107, 110; de p a sa d o , 106, traza, 138
Iizada, 112, 113; interró- 110; de p e r fe cto , 106, 107; T rubetzkoy, 90
gativa, 112; m arca de la, de p resen te, 106, 107, 111; T saí-L ouen , 25
129; m o rfem a s de, 110; in e s s e , 105; in f ie r i, 105; T u r r ia n i , 83
190 ÍNDICE ANALÍTICO

nerba dicendi, 129 verb a l(es), c o n stitu y e n te s, vocálico, fon em a, 90; so n i­


U llmann , 115 99; fo rm a , 109, 111; s in ­ do, 89
umbilicus, 24 tagm a, 117-121, 124-126, vocativo, 103, 143
uncial, escritura, 31-33 132, 133, 135, 139 volició n , su b ju n tiv o de, 109
unidad, 114; criterios de, v erb o (s), 99, 105, 106, 108, volitiv o , 107
104 112, 114, 117-126, 132-135. volumen, 25
unitarista, tesis, 166 139, 140, 142; a b str a c to s, volu n tad , su b ju n tiv o de,
urbano, latín, 163 127-130; de d ecir, 121; de 109; m orfem as de, 109,
Lirbanus, sernto, 167 ordenar, 121; de p e n sa ­ 110
U rsula , Santa, 2 m ien to , 121; de p ercep ­ volu n tarias, a ltera cio n es,
U ssing , 36 ció n , 121, 123; d ecla ra ti­ 37
usus scribendi, 48, 50 v o s, 129, 130; fin ito s, 112, voz activa, 111; pasiva, 102,
uulgata, editio, 51 122, 123; g riego, 108; in­ 110
tra n sitiv o , 101; m atriz, vulgar, latín , 165, 171-173
vacío, morfema, 99 123, 127, 129; m o d a les, V ulgata, 28
V airel-Carron , 105, 132 133, 134; n e u tro s, 129; no
valencia, 103 fin ito s, 122; n ú cleo s, 103; Waldk, 81
valor(es), aorístico, 106; p erfo rm a tiv o , 128, 130; Walters, 56
culm inativo, 90; de posi­ real, 127, 128; regente, Wason , 137
bilidad, 127; declarativo, 139; sem á n tic a m e n te n eu ­ Wa ik in s , 161
114; delim itativo, 90; tros, 114; s u p o sitiv o s, W e in r íc h , 93, 96
deónticos, 134; desidera- 130; su p ra o rd in a d o s, 114; VVert, 18
tivos, 127; fonem àtico, 90; tra n sitiv o , 101, 139; y u si­ W’TTSTEIN, 28
funcionales, 109; im pera­ v o s, 129 IVa-movement, 137; regla
tivo, 127; im presivor, 109, vertica l, tr a n sm isió n , 41, de, 138
114; i m erendai es, 134; 45, 47. 50 Vvilamowitz , 11
irreal, 109; lógicos, 109; V espasiano , 148, 167, 168 W il so n , 2$
m odales, 108; potencial, vetus, editio, 50 WlNTER, 161
109; sem ántico de los ca­ V icuña , 4 W isso w a , 71
sos, 101; sintáctico de los WlTIGES, 16
V in o s, 166
casos, 101 W olf , ¿
V irgilio , 13, 18, 70, 71, 98,
variaciones (V. dialasicas, word-and-paradigm, mode­
149. 164
d:atópicas, diastrátioas) lo. 14;:
v itela , 25
variacionista, tesis, it>6
variantes com binatorias, Viuarivm, 17 y u siv a s, frases, 129
89; asilábicas, 90 v o ca b u la rio b á sic o de c r í­ y u sivos, 110; sign ificad os,
V a r io , 18 tica tex tu a l, 44, 51 129; su b ju n tiv o s, 110; ver­
V arron , 24, 106, 164, 167 v o c a l(e s) a b ierta , 92; a lta , b o s, 129
varroniana, inspiración, 95; b rev es, 92-94; cerrada,
106 92; largas, 88, 91-93, 95, Za r r i , 44
vehículos de la transm i­ 97; no p o ste r io re s, 95; ZlEGLER, 71
sión, 15 p o ste r io re s, 95, 96; ra d i­ ZIRIN, 88, 89, 91, 92
V elloso , 17 ca l, 142; ta u to silá b ic a s, ZüCCHELLI, 71
V en z i , 141 90; te m á tica s, 96, 97 ZUMPT, 29
Indice general

Prólogo v

1. INTRODUCCIÓN i

1.1. S e r filó l o go . C oncepto de F il o lo g ía latina i

1.2. R el a c io n e s de la f il o l o g ía c o n otras c ien c ia s 7

1.2.1. D isciplinas relacionadas con lafilologie, formal 7


1.2.1.1. Paleografía g
1.2.1.2. Epigrafía 8
1.2.1.3. Codicologia 8
1.2.1.4. Papirologia 8
1.2.1.5. Lingüística 9
1.2.2. D isciplinas relaciónalas con la filología real 9

2. LA FILOLOGÍA LATINA 13

2.1. La tra dición textual 13

2.1.1. Los vehículos de la transm isión 15


2.1.2. El objeto de la transm isión 17
2.1.2.1. Causas estético-personales 18
2.1.2.2. Causas naturales 19
1 92 ÍNDICE GENERAL

2.1.2.3. Causas ideológicas 19


2.1.2.4. Causas m ateriales 21
2.1.2.5. Causas accidentales 22
2.1.2.6. El azar 22

2.1.3. Los m ateriales de la transm isión 22


2.1.3.1. El soporte de la escritura 22
2.1.3.2. Los m ateriales de im presión 26

2.2. La labor filológica : la crítica textual 28

2.2.1. Concepto 28
2.2.2. H istoria 28
2.2.3. E tapas 29
22.3.1. Errores no voluntarios 31
2.2.3.2. Alteraciones voluntarias del texto 37
2.2.4. Teorías de crítica textual 38
2.2.4.1. Teoría stem m ática o genealógica 38
2.2.4.2. Teoría ecdótíca de Dom Quentin 42
2.2.5. Vocabulario básico de crítica textual 44

2.3. El r e su l t a d o : la edición crítica 51

2.3.1. Definición 51
2.3.2. C aracterísticas 51
2.3.2.1. La introducción 51
2.3.2.2. El texto 54
2.3.2.3. El' aparato crítico 57

2.4. I nstrumenta philologica 67

2.4.1. R epertorios bibliográficos 67


2.4.1.1. De carácter cronológico 67
2.4.1.2. De carácter tem ático 70
2.4.2. Enciclopedias 71
2.4.3. Colecciones de textos 72
2.4.3.1. Colecciones científicas 72
2.4.3.2. Colecciones escolares 74
2.4.4. P ublicaciones periódicas 75
2.4.4.1. R evistas españolas 76
2.4.4.2. R evistas extranjeras 78
ÍNDICE GENERAL 193

2.4.5. Léxicos y diccionarios 80


2.4.5.1. Diccionarios manuales 80
2.4.5.2. Diccionarios etimológicos 81
2.4.5.3. Léxicos monumentales 81
2.4.5.4. Léxicos de autores 84

3. LA LINGÜISTICA LATINA 85

3 .1 . E l e st r u c t u r a l is m o 85

3.1.1. Fonología 86
3.1.2. Morfología 96
3.1.3. Sintaxis 99
3.1.4. Semántica y lexicología 114

3 .2 . L a gramática g en e r a t iv o -t r a n s f o r m a c io n a l 115

3.2.1. El componente sintáctico lió


3.2.2. El componente morfofonológico 142
3.2.3. Lingüística histórica y gramática generativa 144

4. CUESTIONES LINGÜÍSTICAS 147

4 .1 . E l a lfa beto y la p r o n u n c ia c ió n del l a t í n 14 7

4.1.1. Los tipos de pronunciación 147


4.1.2. Los signos del alfabeto y su pronunciación 150
4.1.3. Normas de acentuación en latín 153
4.1.3.1. Cuestiones previas 153
4.1.3.2. Regías de acentuación 155

4 .2 . L a c u e st ió n de las lar ing ales 157

4J2.1. Aportaciones principales 157


4.2.2. Principales aportaciones al latín de la teoría laringal 160

4 .3 . L as m odalidades del l a t ín . A p r o x im a c ió n s o c io l in g ü ís t ic a 162

4.3.1. Variaciones diafásicas o diacrónicas 163


4.3.1.1. Latín arcaico 163
4.3.1.2. Latín clásico 164
194 ÍNDICE GENERAL

4.3.13. Latín postclásico 164


43.1.4. Latín tardío 164
43.1.5. Latín medieval 165
43.1.6. Latín humanístico 165
43.1.7. Neolatín 165
4.3.2. Las hipotéticas variaciones diatópicas del latín 165
43.3. Variaciones diastráticas. El problema del latín vulgar 167
4.33.1. Sermo urbanus / sermo rústicos / sermo peregrinus 167
43.3.2. Latín de los cristianos / latín cristiano / latín de la Iglesia /
latín eclesiástico / latín litúrgico 168
4.333. Latín castrense / latín de los soldados / latín del ejército 169
4.33.4. Latín vulgar / Protorromance / Romance común 171

B ib l io g r a fía 175
ÍNDICE ANALÍTICO 179
Los Elementos básicos de filología y lingüística latinas constituyen una introducción breve, clara
y muy útil para los alumnos de las diferentes especialidades filológicas que tengan que enfrentarse
en un momento u otro al estudio del latín. Obra especialmente aconsejada para los estudiantes de
Filología Clásica, consta básicamente de dos partes. En la primera se hace un repaso del concepto
de filología, de las implicaciones inherentes a la condición de filólogo y de las actividades
características de la filología, especialmente de la crítica textual, y de lo que constituye su resultado
natural, la edición crítica. En la segunda parte se analizan y debaten de forma crítica las aportaciones
del estructural ism o y la gramática generativa al estudio de la sintaxis latina. Y, finalmente, se
completa el conjunto con tres estudios sobre puntos controvertidos de lingüística latina: el alfabeto
y la pronunciación del latín, la cuestión de las laringales y el siempre candente tema de las
variaciones de la lengua latina.

Pere J. Quetglas, miembro de la prestigiosa escuela de Filología Latina de Barcelona, es catedrático


de Filología Latina de la Universidad de Barcelona desde 1989. Sus líneas de investigación se
concretan actualmente en tres apartados: lingüística latina (es codirector de los Encuentros de
Sintaxis Latina), latín medieval (forma parte del equipo de redacción del Glossarium Mediae
Latinitatis Cataloniaé) y la obra y la figura de Julio César (acaba de publicar una traducción del
Corpus Cesarianó).

ti

U N I V E R S I T Ä T 21

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ISBN 8 4 - 4 7 5 - 3 0 3 2 -9

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