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Ideas y Valores

ISSN: 0120-0062
revideva_fchbog@unal.edu.co
Universidad Nacional de Colombia
Colombia

Meléndez Acuña, Germán


Reseña de "No hay hechos, sólo interpretaciones" de Carlos B. Gutiérrez (ed.)
Ideas y Valores, núm. 127, abril, 2005, pp. 127-133
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80912706

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Reseñas

Gutiérrez, Carlos B. (ed.). No hay haciendo despliegue del fino senti-


hechos, sólo interpretaciones. Uni- do de lo oportuno, del aquí y ahora.
versidad de los Andes, Bogotá, 2004, Nomen est omen.
279 pp. Escuchemos por un momento el
manifiesto editorial de la colección
Este libro es el primero de la Se- tal y como aparece comprimido en
rie Razón en situación, y en él se reco- las primeras líneas de la introduc-
ge una selección de ensayos que le ción que el profesor Gutiérrez ha
permiten al lector obtener una vi- escrito para su primera entrega:
sión abarcadora, plural y muy cali-
ficada de una de las grandes proble- Interpretar es el acontecer
máticas de la filosofía contemporá- del sentido, la tarea humana
nea (una de las más atractivas, en de siempre vivir recreando
mi opinión): la problemática de la el sentido de todo lo que es.
interpretación. La interpretación da su len-
Sin descalificar la contribución de
guaje al asunto de que se tra-
los filósofos iberoamericanos (de
ta, al texto, para que éste ha-
Brasil, México y Perú) que han par-
ticipado en la publicación, me ha ble en cada nueva situación;
sido muy grato constatar, por las en ella se despliega nuestro
contribuciones de los locales, que saber en su eminente tem-
los estudios filosóficos en nuestro poralidad. Difícil imaginar
medio han llegado al feliz punto en tema más adecuado para el
el que ya resulta factible reunir a un volumen inicial de la serie
grupo de estudiosos capaces de ofre- Razón en situación que co-
cer en conjunto una presentación mienza a publicar el Depar-
lúcida y clara, informada y crítica de tamento de Filosofía de la
alguno de los asuntos más acuciosos Universidad de los Andes.
de nuestro presente filosófico. El nombre de la nueva serie
Es posible que hubiésemos llega-
se remite a la capacidad de
do a este punto hace ya un buen
tiempo, y que sólo hasta ahora em- juicio o buen sentido que los
pecemos a cobrar conciencia o a te- griegos llamaban phronesis,
ner noticia de ello. ¿Por qué no se la cual nos permite saber de
recogió antes el fruto del día? Para lo viable, de lo que está a la
hacerlo se requería no sólo de la exis- altura de una situación.
tencia de un número significativo
de filósofos bien formados en el Si a algo se resiste, en efecto, el
vasto continente de la filosofía con- concepto contemporáneo de inter-
temporánea. Se requería además de pretación es a todas las tentaciones
una orientación y de una voluntad metafísicas de una razón que cree
editorial como la que exhibe en su poseer la gracia de la ubicuidad, la
título y en su primer volumen la chispa de la atemporalidad, el don
colección Razón en situación. Espera- de la uni-versalidad. Por interpre-
mos todos los lectores iniciales de tación se entiende, por el contrario,
la colección que dicha orientación el despliegue fáctico de la razón des-
no se desvanezca, que dicha volun- de su inexorable anclaje contextual:
tad no decaiga. Esperamos, por el desde la irrebasable finitud de su cir-
contrario, que, como su nombre con- cunstancia. La colección, que con un
cientemente lo anuncia, ella siga concepto semejante de interpretación

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se dirige desde hoy a sus lectores, se provee al lector con una impor-
promete ofrecer en adelante repeti- tante clave para convertir a su vez
da ocasión para un despliegue se- en objeto de interpretación a aque-
mejante. “Las interpretaciones lla urgencia reflexiva del interpre-
deben proliferar”, escribe Luis tar, propia del mundo contemporá-
Eduardo Gama (25), en lo que pue- neo.
de interpretarse como un comenta- Avancemos entonces al hilo de
rio involuntario al texto que recién esta sentencia. En ella se hace no sólo
he extraído de la primera página del visible la universalidad que se le otor-
libro. ga al interpretar (sólo hay interpre-
taciones: todo es interpretación). En
** ella queda además insinuada la si-
tuación ante la cual surge esta rei-
Pero ¿por qué habría de ser hoy la vindicación del interpretar como re-
interpretación el asunto primero de acción: la situación del pretendido
una Razón en situación, de una colec- imperio universal de los hechos.
ción como la que hoy sale en busca Aunque el libro no pretende ser
de sus lectores? O mejor ¿por qué una extensa interpretación a muchas
habría de ser, pues, aquí y ahora el pri- voces de la sentencia de Nietzsche
mer impulso de esta razón el de la que le sirve de título, en él se en-
reflexión, el de convertirse para sí cuentra, en todo caso, aquí y allí, un
misma en objeto? ¿Es este el momen- intento de establecer su significa-
to oportuno de convertir a la inter- ción. Es así como el ensayo de Feli-
pretación misma en lo que es asun- pe Castañeda comienza:
to? Así lo creyeron en su momento y
desde su propia situación Nietzsche,
No hay hechos, sólo inter-
Heidegger y Gadamer, a quienes por
pretaciones” es una afirma-
tanto cabría calificar en este particu-
lar respecto no sólo como coterrá- ción que no sólo abre y justi-
neos, sino como coetáneos entre sí. fica de por sí la posibilidad
¿Pertenecemos nosotros hoy y aquí de múltiples interpretacio-
a su misma circunstancia, a su mis- nes, sino que, a la vez, exige
mo tiempo? ¿Compartimos con ellos alguna si se pretende deter-
acaso una misma situación? minar su sentido (289).
Con miras a una respuesta a es-
tas preguntas podría uno en primer Con este mismo propósito, el en-
lugar proponerse una interpreta- sayo de Carlos Gutiérrez comienza
ción de las necesidades que han sus- reproduciendo el contexto inmedia-
tentado, y acaso puedan todavía to en el que se encuentra la afirma-
estar dando sustento a la sostenida ción de Nietzsche en sus cuadernos
preeminencia de la interpretación póstumos; una afirmación reactiva
como asunto filosófico y a la pecu- que, como bien se puede ver, busca
liar orientación reflexiva de lo que delatar de inmediato cuál es la si-
aquí se venía caracterizando como tuación ante la cual se define como
razón en situación. Ella se presenta respuesta oportuna: “Contra el po-
a sí misma como el asunto primor- sitivismo que se detiene ante el fe-
dial, y al hacerlo eleva la preten- nómeno “sólo hay hechos”, yo di-
sión de hallarse a la altura de la ría: no, justamente hechos no hay,
actual circunstancia. sólo interpretaciones”.1
Pues bien, con la lapidaria y pro-
vocativa sentencia que se ha esco- 1 Friedrich Nietzsche, Kritische

gido como título del libro, esto es, Studienausgabe, DTV & De Gruyter,
con la afirmación nietzscheana “no Munich, 1980, 12 vols., vol. 12, 7[60]:
hay hechos, sólo interpretaciones”, 315.

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Es en su comprensión como “re- […] en este mundo traidor


belión contra el positivismo” (es nada es verdad ni mentira;
éste el título de la primera sección todo es según el color
del ensayo del profesor Gutiérrez), del cristal con que se mira.
donde tenemos un primer acceso al
sentido de la insistencia nietzschea- Esta interpretación relativista de
na en la prioridad y universalidad la hermenéutica universal de Nie-
de la interpretación. Luis Eduardo tzsche (“sólo hay interpretaciones”)
Gama recalca, en una dirección se- contrasta con el esfuerzo de Luis
mejante, que el concepto de inter- Eduardo Gama por hacer plausible,
pretación adquiere presencia en la con la ayuda de Nietzsche y Gada-
obra tardía de Nietzsche como in- mer, una nueva noción de objetivi-
grediente de su crítica al realismo dad aplicable al mundo de las inter-
(cf. 7, sobre Ciencia Jovial #57). pretaciones (59ss.). Menos contro-
Asimismo, Felipe Castañeda in- vertible me parece (personalmen-
dica, en las primeras páginas de su te) la inusitada vecindad de Nietzs-
ensayo, que “el sentido de la frase che con Campoamor en otro verso
en cuestión” puede comenzar a des- citado por Castañeda al pie de pági-
entrañarse si se comprende “el tipo na: “Busqué la ciencia, y me enseñó
de posición filosófica que sugiere el vacío”(289, n.1). Pero sobre el sen-
poner en tela de juicio” (90). Sin ha- tido que podría otorgársele a este
blar expresamente de positivismo verso fáustico en Nietzsche regre-
o realismo, Castañeda propone en- saré al final de esta presentación.
tender la posición filosófica de la Ahora bien, independientemen-
que Nietzsche pretende tomar dis- te del lugar que Nietzsche haya
tancia como equiparable a la repre- ocupado entre los polos de realis-
sentada por el Wittgenstein del mo y relativismo, los ensayos tien-
Tractatus (su primera obra como se den a debatirse todos ante esta
sabe): disyuntiva. Así también Andrés
Páez busca, con una teoría propia
Desde este punto de vista de la explicación, librarse del rea-
[desde el punto de vista del lismo, maniobrando sin embargo
Tractatus] no hay interpreta- de manera tal que resulte a la vez
ciones, sino proposiciones posible impedir la caída en un rela-
que corresponden o no co- tivismo epistemológico. Según la
rresponden con estados de teoría pragmatista de la explicación
de Páez:
cosas. El mundo real se en-
tiende como el conjunto to-
[…]una explicación siempre
tal de los hechos (290).
es relativa a la interpreta-
ción del mundo defendida
Wittgenstein reaccionó poste-
riormente a su realismo y positivis- por un sujeto o por un grupo
mo primerizo. Según Castañeda, al de individuos, entendiendo
reaccionar contra él, el segundo por “interpretación” el com-
Wittgenstein no sólo habría logra- plejo formado por las creen-
do corregirlo, sino que habría asi- cias, los principios metodo-
mismo evitado la caída en un relati- lógicos y los intereses cogni-
vismo más o menos tosco, del que tivos de los individuos (365).
Nietzsche habría sido presa en su
propio intento de rehuir al positi- A mi modo de ver -dice Páez en
vismo. Como glosa del relativismo otro pasaje-, el sujeto del verbo “ex-
nietzscheano, Castañeda (289) cita plicar” es siempre una persona, no
los versos de Campoamor: un hecho o una teoría (348). No

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obstante, la teoría de Páez se com- Debo, empero, para concluir, re-


promete a esclarecer cómo es aún gresar a la pregunta referente al
posible hablar en este orden de co- contexto en el que surge la insisten-
sas de “la comprensión objetiva de un cia contemporánea en la problemá-
fenómeno”(289, n.1). tica de la interpretación. Retorna-
Como se ve, existe un cierto con- mos para ello a Nietzsche y, regre-
senso en el libro acerca del tipo de sando a la sentencia que se nos ha
posición que se busca superar por propuesto y hemos acogido como
medio de la insistencia en el con- hilo conductor, volvemos al contor-
cepto de interpretación propia del no inmediato de la misma. Unas
pensamiento contemporáneo (la cuantas líneas más abajo, en el mis-
posición del realismo positivista), mo fragmento que la contiene en-
y también acerca de los peligros que contramos:
esta misma insistencia enfrenta en
su reacción al realismo, a saber, la Son nuestras necesidades
caída en el relativismo. Se trataría, las que interpretan el mundo:
entonces, de encontrar una posición nuestros impulsos y su pro
que evite tanto un realismo de corte
y contra. Cada impulso es
positivista, como un relativismo
una especie de ansia de po-
proveniente, ya bien de un falso re-
curso al concepto de interpretación, der, cada uno tiene su pers-
ya bien del recurso a un falso con- pectiva que quisiera impo-
cepto de interpretación. Entre estos ner a todos los otros impul-
dos peligros (realismo y relativismo) sos como norma.2
intenta debatirse también Donald
Davidson, en la versión que William Con base en esta concepción de
Duica nos ofrece de su “realismo sin las necesidades como fuente última
hechos”. Frente a una falsa dicoto- del interpretar, el positivismo, con-
mía entre realismo y relativismo tra el cual Nietzsche vuelca su tesis
busca igualmente debatirse José de la universalidad de la interpre-
Granés en su ensayo, con el signifi- tación, aparece en otros lugares in-
cativo título de “La realidad y la re- terpretado como la “forma más re-
latividad de los hechos”. ciente y más noble” de lo que él
Ante la insostenibilidad del rea- describe minuciosamente en La ge-
lismo positivista, por un lado, y la nealogía de la moral como el ideal as-
indeseabilidad del relativismo epis- cético, ideal que me permito aquí
temológico, por el otro, el libro y la presentar como un querer ocultar y
sentencia “No hay hechos, sólo in- denegar toda necesidad que pudiese
terpretaciones” abre toda una rique- reconocerse como propia, y de la
za de opciones que el lector hará cual (como tal necesidad propia)
bien en sopesar por su cuenta. Sig-
no inequívoco de la amplitud y ri- 2 Friedrich Nietzsche, Kritische
queza de las opciones lo constituye Studienausgabe, DTV & De Gruyter,
el hecho (si se me perdona el uso de Munich, 1980, 12 vols., vol. 12, 7[60]:
esta palabra) de que en la rehabili- 315. Luis Eduardo Gama ha dedicado
tación de la interpretación se da hoy unas buenas páginas (9ss.) a recons-
incluso la convergencia de lo analí- truir la concepción nietzscheana de im-
tico y lo hermenéutico (como la des- pulso (Trieb) que en la obra de Nietzsche
cribe el profesor Gutiérrez en un subyace a su afirmación del rango uni-
acápite de su artículo). versal de la interpretación. Por comodi-
dad, en esta parte final de mis comen-
** tarios apelaré, más bien, al concepto de
necesidad que Nietzsche trata en la cita
como equiparable al de impulso.

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pudiese pensarse que emerge la Lo anterior permite quizás co-


actividad del conocimiento. El ideal menzar a comprender la profunda
ascético representa, en otras pala- obsesión de Gianni Vattimo por vin-
bras, “un querer no querer”, una cular indisolublemente hermenéu-
aparente auto-negación de la volun- tica y nihilismo, tal y como la re-
tad, que Nietzsche ve como el suelo produce Sergio de Zubiría en su con-
nativo de toda metafísica, de toda tribución al libro. En su ensayo,
ideación de trasmundos (cf. Así habló “Vattimo a la sombra del nihilismo
Zaratustra, “De los trasmundanos”). hermenéutico”, Zubiría expone la
De dicho positivismo -al que La ge- preocupación del italiano por una
nealogía de la moral (GM) se refiere, sin banalización de la hermenéutica
más, como “la ciencia”, pensando, consistente en desprenderla de su
sin embargo, al hacerlo, directamen- raigambre nihilista.
te en la ciencia de su tiempo (¿de
nuestro tiempo?)- Nietzsche sostiene: […] que toda experiencia de
verdad es una experiencia in-
Yo conozco todo esto tal vez terpretativa, es “casi una ba-
desde demasiado cerca: aque- nalidad en la cultura actual”.
lla continencia de filósofos a Confluyen en esta tesis filo-
la que tal fe [en la verdad] sofías tan disímiles como el
obliga, aquel estoicismo del neokantismo, la fenomeno-
intelecto que acaba por pro- logía, el existencialismo, el
hibirse rigurosamente el no neopositivismo y la analíti-
como el sí, aquel querer-de- ca. Es una tesis común a to-
tenerse ante lo real, ante el dos aquellos que se encua-
factum brutum […] aquel re- dran en la hermenéutica […]
nunciar del todo a la inter- La vacuidad, obviedad y va-
pretación (a violentar, re- guedad de la experiencia de
ajustar, recortar, omitir, re- la verdad como acto inter-
llenar, imaginar, falsear, y a pretativo lleva a Vattimo a
todo lo demás que pertene- formular la urgente tarea de
ce a la esencia del interpre- ir “más allá” de la interpreta-
tar) […] Pero lo que fuerza a ción y acentuar la vocación
esto, aquella incondicional nihilista de la hermenéutica
voluntad de verdad, es la fe […] Tenemos que ubicar la
en el ideal ascético mismo (GM hermenéutica como conclu-
III, # 24). sión de una historia que sólo
puede ser narrada en los tér-
Los lectores de Nietzsche recor- minos nihilistas que encon-
darán que esta voluntad incondi- tramos “por primera vez” en
cional de verdad, develada en GM Nietzsche […] (222).
como el núcleo mismo del ideal as-
cético, representa nada más ni nada La conexión entre filosofía
menos que la consumación del ni-
de la interpretación y noción
hilismo, al cual hemos de concebir
aquí consecuentemente como el de ser nihilista aparece difí-
descomunal intento (necesariamen- cilmente negable […] Vatti-
te fallido) de anular toda voluntad, mo plantea la necesidad de
esto es, de suspender toda necesi- relacionar, en todo momen-
dad (logrando en ello tan sólo, aca- to, la teoría de la interpreta-
so, ocultarla). ción y el nihilismo, como lo
hizo Nietzsche (225).

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Así pues, como reacción al positi- de ser oportuno en este lugar y en


vismo, la tesis de la universalidad este momento convertir a la inter-
de la interpretación es tan sólo la pretación misma en asunto, en el
otra cara del nihilismo, su directa asunto. ¿Por qué habría de ser la in-
contrapartida, y es de suprema im- terpretación misma la preocupación
portancia que, más allá de toda ba- primera de la colección Razón en si-
nalidad (comenzando quizás por la tuación? ¿Por qué habría de ser, pues,
de un vacuo relativismo), se com- aquí y ahora su primer impulso el de
prenda su más hondo sentido en la reflexión?
conexión con la experiencia sentida La reflexión misma sobre el in-
del nihilismo. Tal vez entonces se terpretar nos da una respuesta. Esta
entienda que la tesis de la universa- reflexión conduce al reconocimien-
lidad de la interpretación no es, pese to de que son nuestras necesidades
a las apariencias, una constatación las que interpretan. ¿Cuál sería en-
más entre otras, o acaso la más fun- tonces la necesidad que, con la her-
damental de las constataciones. Tal menéutica y con su tesis sobre la
vez entonces se entienda que lo que universalidad de la interpretación,
tras ella clama es, antes bien, una busca colmar su ansia de poder e
imperiosa necesidad en medio del imponer su perspectiva a todo otro
peligro del nihilismo, necesidad impulso?
que, al reconocerse y asumirse como Así como la descrita reflexión so-
propia, se convertiría en la más ina- bre el interpretar es una considera-
plazable urgencia del presente: ción de segundo orden (una inter-
pretación de la interpretación), asi-
La verdadera tarea del ser mismo la necesidad que le subyace
humano no es la de constatar es una necesidad de segundo orden:
estados de cosas, sino la del una necesidad referida a nuestras
poner, querer y disponer necesidades, concretamente, la ne-
creativos, fijando objetivos cesidad de identificar y asumir nues-
tras necesidades. En un mundo en
y configurando lo fáctico ha-
el que ya todo se lo ha enajenado
cia ellos, todo lo cual es para
(¿la enajenación como caracteriza-
Nietzsche interpretar (94). ción posible de nihilismo?), ella no
Nietzsche habría logrado […] parece ser otra que la necesidad im-
mostrar la finitud constituti- periosa de desocultar y afirmar
va del conocimiento huma- aquellas necesidades que logren
no, sin condenar por ello al identificarse como propias, como
hombre a la extática postura oportunas, en la sabia circunspec-
de captar pasivamente las es- ción de nuestra circunstancia.
tructuras ontológicas de la ¿Es, sin embargo, entre nosotros,
existencia, o a esperar la ac- una necesidad sentida aquella de
ción de las “cosas mismas”, identificar con el despliegue de
sino proponiéndole a éste ta- nuestra mejor sabiduría práctica
(phronesis) lo que es nuestra mayor
reas críticas positivas, como
necesidad, nuestro más grande va-
la de introducir activamente, cío? ¿Hemos ya llegado a sentir en
desde una apropiación de in- lo profundo toda la vaciedad de
terpretaciones establecidas, nuestro nihilismo? ¿Hemos hecho ya
un nuevo sentido que revita- experiencia de toda la continencia,
lice la existencia de los indi- la renuncia, el estoicismo, el asce-
viduos y las culturas[…] (63). tismo que hay en nuestra ciencia y
filosofía? Si así fuera, la colección y
Podemos ahora preguntar de el libro que hoy salen a la luz se im-
nuevo si y, en caso tal, por qué habría pondrían como una real urgencia. Si

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así fuera, tendríamos cómo empe-


zar a comprender el sentido de la
sentencia nietzscheana que hasta
aquí nos ha orientado y también, de
paso, el sentido del verso del poeta
Campoamor: “busqué la ciencia, y
me enseñó el vacío”. No parecería
entonces extraño que quienes lo-
gran sobrevivir al hilo, quiero de-
cir, al hielo de la enseñanza resumi-
da en este verso (Fausto, Nietzsche,
Wittgenstein…) concluyan en un
nuevo evangelio cuyas palabras li-
minares rezan: “en el principio era
la acción” (cf. 317).

GERMÁN MELÉNDEZ ACUÑA


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