Vous êtes sur la page 1sur 19

Po¡.

PRÓLOGO, por Fernando Marquez Miranda . . . . . . . . . . VII

CAPfTliLO J
Introáv.cc:ión

CAPITULO Il

CRITICA DE FUENTES

1 . Introducción: Coleccionar y observar; Publicación 9


2. Crítica de los testimonios directos . . 15
A Critica de autenticidad 16
B Determinación de tiempo y lugar 30

CRITICA DE LAS RELACIONES

A. Critica externa 46
B. Crítica interna 56

CAPÍTULO III

INTERPRETACION

1. Generalidades . . .. . . 81
2. Interpretación a distanci;a 91
UN IVERSIDAD t\ACIONAL DE LA PLATA
P~i-
(Noviembre de 19-40)
CAP!TULO IV

COMBI NACION 1 Presidente


~ DOCTOR JUAN CARLOS RÉBORA.
l. Introducción -- - - -. 105

z Parte crítico hi~tócica .. .. .. .. . . .. 114 Vicepresidente

A Tcorbs evolucionistas .. . . .. .. . . 114 DocTOR ALFREDO D. CALCAGNO

B Parentesco cultural .. .. 135


Consejo superior
A Criterios de las relaciones culturales .. 155
B Círculos culturnlcs y capas de cultura . . . . .. 184 Consejeros titulares: ing. agr. Juan C. Lindquist, ing. Gabriel
C. del Mazo, ing. Ju lio R. Castiñeiras, ing. Aquiles Martinez Ci-
C. Series evolutivas .. -- - . .. .. 224 velli, dr. Luis R. Longhi, dr. Ricardo de Labottgle, dr. Juan E .
D . Problemas de causalidad 240 Cassani, dr. Alfredo D. Calcagno, dr. Carlos A. Sngastume, dr. Hér-
cules Corti, dr. Jorge E. Durricu, dr. Víctor M. Arroyo. dr. Ores-
Nómina de las abreviaturas principales .. - . .- .. . - 264 tes E. Adorni. dr. José Bclbey, dr. Joaquín Frcngucllí, dr. Max
Birabén e ing. Hlix Aguílar.

Consejeros suplentrs: ing. agr Tcófilo V. Barañao, ing. Arturo


Borkart. ing. Juan B Gandolfo. ing. Juan L. Albcrtoni, dr. Carlos
Cossio, dr. Arturo Barcia López, dr. José María Monner Sans,
prof. Alberto Palcos. dr. Reinaldo Vanossi, dr. Alejandro M. Oyue-
la, dr. Abe! Rottgardt, dr. Victoria Montevcrde. dr. José A. Caeiro.
ing. agr. Lorenzo R. Paroclí y dr. Juan Keidel.

Representantes de los estudiantes: Sr. José E. Cifre y Sr. Ramón


E. Arigós.
Guardase/los de la Universidad: ing. agr. Alejandro Botto.
Secretario general v del Consejo s.uperior: Abogado ~rnardo
Rocha.
Secretario de publicaciones: sr. Emilio Azzarini.
Biblioteca Central de la Universidad, director: Alberto Palcos.
155
METODOLOGÍA ETNOLÓGICA
154 r:RITZ GRAEBNER

paralelización metodológica de datos etnológicos y bio- A. CRITERIOS DE LAS RELACIONES CULTURALES.


lógicos se funda en insuficientes deducciones por analogía,
y que una conclusión metódica de lo uno a lo otro no § l . - Dos grupos de problemas se han manifes-
podrá, por l'llo, ofrt:ccr nunca una base seria para la tado hasta ahora en la historia de nuestra ciencia: el
investigación. del desenvolvimiwto general de la cultura, y el del
Los conceptos llll'todológicos expresados a conti- parentesco de las culturas. De ello podría inferirse que
nuación se ilsoci.ln d1• l''il rict.1 m.wcrJ J las ideas de el círculo de problemas etnológicos queda así cerrado.
Ratzcl y )'rohl'rllll'i, no <~o lo l'll ll't\1 i.1. sino qur en cierto Mas, ¿cómo se comportan recíprocamente ambos grupos?
modo tambirn pr.\ctic.Hlll'llll', JHH'~ su l'l,l!>or.lción partió Los problemas del parentesco cultural poseen sin duda,
del mismo extenso complejo de ¡>rohltom.1s hi~tórico y en el más alto grado, una importancia autónoma. En
culturales que constituyen las coucxioru•s t•ntn• 1\f.-ic,, cada caso aislado deberemos tratar de solucionados, como
hemos ya manifestado antes. Carecerá de todo valor

1
y Oceanía, y el cual fuera inaugurado por lbtzcl, .llmr
dado abiertamente por Frobenius y re.aliza<.lo por An metodológico cualquier división de los datos etnológicos
kermann y yo en 1904 (30). Que por nuestra parte basad:1 en consideraciones de oportunidad y que tenga
como objeto b cl,,sific:lción en datos que han men.estcr
no se trata de una aceptación inmodificada de aquellas
de 1.1 intt•rrogación histórico cultural. y en ot ros en los
ideas, lo habrá puesto en claro la crítica ejercida en estas
cu 1lcs ~:s "su pcrfl u o" este proceder, por ser "suficiente"
últimas páginas. En qué sentido se ha orientado la 1
li\ explicación por la idea elemental ( ). No es proce-
modificación y superación de ellas, lo dirán los próximos
dimiento científico el establecer si podemos o no re-
capítulos. presentarnos la invención autónoma de arco y flecha
en Suramérica o en el oeste africano. sino que sólo es
(35) ANKERMAN~. Kulturhreise und Kulturschichten in Afrika, científico el tratar de fijar si la población de ambas
ZfE .• XXXVII ( 1905) , pág. 54 y sig. ; esencialmente en el mismo regiones ha o no inventado realmente el artefacto. Y
sentido se encontraban ya Die afrihanischen M usihinstrumente, nada modifica la clara situación metodológica el hecho
Ethnologiscbes Notizblatt. Ill ( 1901), pág. 1 y sig. GRAEBNER,
de que en muchos casos no podrá ser, de momento,
Kulturkreise und Kulturschichten in Ozeanien, ZfE., XXXVII
(1905), pág. 28 y sig.; completando y reformando Die melane-
sische Bogenkuftur und ihre Verwandten, en Anthropos, IV. pág. (1) Argumentación que. verbigracia, se manifiesta también en
726 y sig., 998 y sig.
.
¡; SIECKE reiteradamente.

""
156 FRJTZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 157

resuelto decisivamente el problema, y en alguno de ellos qué sentido sería posible alcanzar una certeza mayor.
tal vez nunca. La solución del problema debe ser ensa- Solamente las series evolutivas permiten conclusiones
yada, y eso en forma absolutamente autónoma; pues sobre una mayor o menor semejanza de la evolución,
una eventual indagación evolucionística, por propia y no la mera igualdad de los eslabones finales; la sola
esencia, no puede expresarnos nada sobre las relaciones posibilidad de la convergencia, como resultado semejante
bistórico-culturtllcs aisladas, ya que tiene sus miras de series evolutivas desemejantes, ya lo impediría. Pero,
puestas en lo genernl y prescinde del hecho aislado (2) . dado la superficialidad en el tiempo de los datos etno-
En cambio es d.1blc pl.lnlcJr la cuestión relativa a lógicos, son los eslabones fi nales los que principal-
si a los problemas histórico evolutivos les corresponde mente conocemos, y su ordenación en series evolut ivas
una posición ¡xlrcicul.lr f nr1.1 del círculo de pro blemas debe justamente efectuarse sobre la base de las legalidades
del parentesco cultura l, y evcntunlmcnte en qué medida. obtenidas por comparación. Evidentemente, un círculo
L a situación quedará determinada de una parte, por la vicioso. En tales casos, las ciencias naturales recurren al
p osibilidad general de establecer series evolutivas vale- experimento, lo cual es imposible a la etnología. Pues no
deras mediante un trabajo puramente evolucionista, o podemos colocar a un aborígen, y mucho menos, natu-
sea sin tomar para nada en cuenta cuestiones de paren- ralmente, a un grupo suficientemente grande de ellos.
tesco, y de otra. por el grado en que hayan aparecido en un determinado contorno natural ni cullUral y ais·
desarrollos autónomos de hecho, en el transcurso de la !arlo allí hasta conseguir un resuhado lo más cerca
h istoria de la cultura humana. Pues si, por ejemplo, no posible a la evolución nat:oral. Ni siquiera el método de
existieran series causales reiteradamente autónomas, si la observación en gran escala, recientemente propuesto
todos los paralelismos se basaran en el parentesco, las (!), puede servir a estos fines. P ues prescindiendo de las
relaciones de los fenómenos para con la evolución cultural dificultades de su realización y de la obtención de resul-
serían completamente idénticas a las del parentesco cul- tados en cierta medida "autóctonos", sería menester
tural. y sus criterios deberían hallarse exclusivamente en establecer primeramente, sobre todo en vista de la posi-
las determinaciones de parentesco. P ero ya he demostrado bilidad de convergencias, y por el método histórico-
an tes (S) que los criterios evolucionistas aplicados b ast a cultural, si las condiciones bajo las cua les se ha
ahor a carecen de objetividad, y yo no podría decir en
(4) VJERKANDT, Zur Reform der volkerhundticllen Aussenar-
(2) Comp. capítulo IV, 2 A. § J. bcit, en Globus, XC IV, pág. 79 y síg.: Die Stctigheit im Kulturwan -
(S) Ver capítulo IV, 2 A. del, pág. 206.
\
158 PR!TZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 159

efectuado una observación determinada corresponden o punto tal vez probable-. que después de haber sido
no a las condiciones engendradoras del fenómeno res- establecidas todas las relaciones de parentesco cultural de
pectivo: además, la observación debería proseguirse la Humanidad, las ramas más o menos autónomas de la
no sólo h.1sl.1 la aparición de una idea individual evolución que se hallaren, mostraran ciertas semejanzas
sino hast.l !\U completa realización social ( 5). El aná- parciales que, en virtud de determinadas razones meto-
lisis étnico psicológico, finalmente. podría tal vez es- dológicas, no pudieran ser recíprocamente relacionadas.
tablecer las condiciones psíquicas biljo las cuales puede Luego, estas semejanzas deberían ser consideradas. con
producirse un proceso histórico cultural: pero tampoco toda probabilidad metodológica, como independientes;
podrá fijilr en d tiempo y en el espacio la producción pero claro está que estos resultados no se deberían a la
de estas cond icioncs, ni tampoco decirnos si. en el trans- aplicación de criterios particulares del origen autónomo.
curso de la historia de la Humanidad, aparecieron sólo sino a la imposibilidad de aplicar los criterios de paren-
una o más veces. Y con esto llegamos éll problema del tesco.
origen autónomo repetido de fenómenos culturales Por lo tanto. queda como problema primero y
análogos. Corno hemos ya manifestado, tampoco fundamental de la etnología, como de toda la historia
se ha descubierto hasta ahora un criterio utilizable al de la culrura. la elaboración de las relaciones culturales.
respecto ( 6 ). Pues es menester repetir que ni la posibilidad § 2. - Frente a la teoría del origen autónomo de
de explicar un paralelismo sin el supuesto de parentesco, los fenómenos culturales paralelos. el tratamiento de la
ni tampoco la presunción personal más intensiva de la cuestión referente a conexiones histórico-culturales tiene
improbabilidad de una conexión de parentesco, son la enorme ventaja, como ha sido ya mencionado (7), de
criterios suficientes para establecer la no existencia de que la existencia en gran escala de tales conexiones, está
una tal conexión. El más alto grado de probabilidad lo asegurada más allá de toda duda. En vista de lo cual.
ofrecería una permanente imposibilidad de demostración y dada la imposibilidad de dar con criterios objetivos
del nexo histórico-cultural; pero nadie se atrevería a dar para demostrar la existencia de evoluciones autónomas
a este criterio negativo un valor determinante. De todas paralelas. sería completamente lógica la tesis de que todas
maneras, es teóricamente imaginable - y hasta un cierto las analogías culturales estribaran en parentesco, y pre-
sumo que una construcción hípotética erigida sobre esta
(G) Véase sobre esto VIERKANDT, Stetigheit im Kulturwandel, base. no iría a la zaga de las construcciones evolucionis-
pág. 123 y sig.
(6) Capitulo {V, 2 B. § 3 y 4. (7) Capítulo IV, 2 B. § l.
1

l
160 Pl'ITZ GRAI!BNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 161

tas, en cuanto a estabi lidad e íntima consecuencia. P ero mento cuantitativo de la coincidencia (1°). En abstrac·
es natural que rampoco respondería a las justificadas exi- to, puede ser ello exacto. Mas, para la consideración con-
gencias de objetividad y certeza científica. Pues, de la creta quedará siempre una diferencia entre ambos que se
imposibilidad de demostrar el origen autónomo de dos basa en la situación lógica. Las peculiaridades formales
fenómenos p.1ralelos. no se sigue en modo alguno su co- no pueden nunca aparecer independientes del objeto, sino
nexión genética (''~). De la m ism a manera, las conexiones ligadas a éste. Y es precisamente por eso que ellas permi-
histórico cult urnles que se establezca n, podrán pretender ten la comparación de objetos aislados, y con ello el es-
validez cicnlifíca sólo en el caso y en la medida en que tudio, tan importante para el problema de las relaciones
h ayan sido elaborc1das sobre la bJsc ele criterios libres de genéticas, de las transiciones, modificaciones y m ezclas.
toda o bjeción. Una parte de los elementos for males, que podríamos !la·
§ 3. - Como se ha expuesto ya en la parte crítico- mar elementos for males en sentido estricto. otorgan ade-
histórica, dos son Jos criterios que a tales efectos tene- más al fenómeno cultural que ellas caracterizan, una
mos a disposición: el criterio de la forma, es decir, la co- determinación íntima. en cierto modo psíquica, que se
incidencia en cualidades que no resultan necesariamente manifiesta especialmente en préstamos, en las m odifica-
de la esencia del objeto, y el criterio de la coincidencia ciones generalmente unidas a éstos, y que corresponden
cuantitativa ( 9 ). R . N. Meyer h a sostenido la identidad a la psiquis del pueblo prestatario. P or lo tanto, en la
de ambos criterios, y reducido el de la fo rma al de canti- práctica, haremos bien en mantener separados a ambos
dad, con la observación de que las distintas peculiarida- criterios.
des formales de un objeto agregaban sólo un determinado R especto de la validez de los criterios, tenemos por
número de coincidencias a la principal de la existencia de pronto algo perfectamente aclarado: ellos tienen la
del objeto, o sea que representaban no más que un au- gran ventaja, frente a todos los posibles criterios demos-
trativos del origen autónomo de paralelismos, de ser de
(8) Por lo tanto. contra lo que sostiene DIRR, en MAGW., XL. una aplicación universal. Y mientras que éstos presupo-
pág. 3 6 y sig.. de que en cuanto se refiere al lenguaje, debe supo- nen siempre el conocimiento de series causales. los crite-
nerse monogénesis basta que se demuestre decisivamente la falsedad rios de forma y de cantidad son aplicables sin una previa
de este punto de vista. construcción subjetiva a toda situación, por muy super-
(O) Por lo demás, PINARD. en Anthwpos. V, pág. 551, lo ficia l en el espacio que ella sea, circunstancia ésta que
caractedza bien. WUNDT. Logih, (3• edic.). III. pág. 488. da
especial valor al criterio de ca ntidad.
(10) R. M. MEYER. Kriterien der Aneignung. pág. 19 y sig.
162 r-RilZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 16'

tampoco carece de importancia p ara el mismo valor obje- río de cantidad, de todas las categorías culturales es el
tivo de los crilerios. lenguaje el que goza de la mayor autoridad como com
§ 4. - En realidad, ambos criterios son continua- plejo de control. Y es así que el supuesto origen unilate-
mente aplicados de una manera general y con el consenso ral de hamaca y cultivo del tabaco en Suramérica se ve
universa l ... en cuanto se trata de áreas de dispersión considerablemente reforzado por el h echo de aparecer
continua. [lasta a menudo se manifiesta una cierta incli- principalmente en pueblos de idioma arauco (1 3 ).
nación a hacer caso omiso de todo criterio particular. I gual cabe decir del extensamente difundido raspador de
especialmente cuando el área de dispersión del fenómeno cocos en forma de taburete y tabla, cuya conexión gené-
cultural se halla aislada en una gran extensión de terri- tica resulta, además de las analogías de forma, especial-
torio. como, verbigracin, la de la hamaca en Suramérica. mente por coincidir su área de dispersión con la de las
Ahí, tal vez, desempeñe un papel importante la conclu- lenguas malayo-polinésicas ( 14) . P ero también allí, don-
sión inconsciente de que el aislamiento tenga como con- de falta esta unidad lingüística, como, verbigracia, entre
secuencia de que el fenómeno en cuestión no pertenece las tribus Pueblos ( 15 ), nadie supondrá un múltiple
a aquellas cosas en que cae fácilmente el espíritu humano origen de los diversos elementos generales. cual la pecu-
en los más diversos lugares. De ahí que cabría hablar de liar delineación de ~asas y aldeas ( 10 ), seguramente debi-
un especial criterio del aislamiento ( 11 ). De todos mo- do en parte a sus manifiestas particularidades de forma,
dos, nadie pondrá en duda la conexión genética, si den- y Juego en razón de sus múltiples coincidencias en reli-
tro de un área de dispersión continua es aplicado uno de gión. constitución social. mascaradas, estilo artístico, etc.
los dos principales criterios, el de la forma o el de canti- Y realmente, si parece ya improbable en alto grado
dad. P ara el primero de ellos, puede servirnos de ejemplo que uno de estos fenómenos, con los mismos elemen-
los arcos de la región bo real con su refuerzo en ataduras tos formales, se haya doblemente engendrado den-
hechas de determinada manera (l 2). Al utilizar el crite-
(13) Comp. EHRENREICH. Die Ethnographie Südamcrikas zu
(11) Evidentemente, corresponderla al criterio ratze1iano de la Beginn des 20. Jahrhunderts, AfA .. Nueva Serie. LII. pág. 48.
"no-existencia" (Anthropogeographie, !I, p5g. 725), aunque en (14) FOY, Schemelartige Kokosnusschaber, MAGW., XXXIV,
este autor encuentre una aplicación más lata y seguramente dema- pág. 14 7.
siado intensa (comp. R. M. MEYER, Kritericn, pág. 17). (lG) Comp. EICKHOFF, Die Kultur der Pueblos von Arizona
(12) Comp. B. ALOER, Die Bogen Norda~iens, !AE., XV, pág. und New Mexico, pág. 33 y sig.
19 y sig., y O. T. MASON, North American Bows, Arrows and (16) F. KRAUSE, Die Pueblo-Indianer, pág. 193 y sig., trata
Quivers, SR. ( 1893), pág. 643 y sig .. láminas XLI, XLIV y sig. d 2 delim ita r Jos diversos tipos y elementos.
164 PRITZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 165

tro de la mismJ área, una extensión del supuesto aplica- sus elementos. constituye un objeto de comparación es-
do a toda una serie de coincidencias se convertiría en pecialmente plurilateral y útil: mas nunca repetiremos
algo absurdo.
suficientcmrnte que como parte de la cultura humana, el
§ 5. Pero, entre las coincidencias dentro de un idiom.1. st> halla cualitativamente en una misma línea
área di! dispersión continua, y las coincidencias fuera de con las demás partes y que no está justificado en modo
ellas, ¿existe una diferencia objetiva capaz de ser utili- alguno concederle una situación metodológica de privi-
zada metodológicamente? Notoriamente, no. Que pue- legio. Tampoco son otros los criterios de parentesco del
blos con pJrentesco cultural h<1yan sido en todas partes idioma, que los en cuestión: el de la forma en gramática
y en t·odos los tiempos desgarrados y separados por las y fonética, y el de la coincidencia cuantitativa en el orden
vicisitudes históricas, propias migraciones e invasiones puramente lexicológico. Coincidencias aisladas en el léxi-
extrañas, es un hecho incontrovertible que. ni siquiera en co no deben ser utilizadas como demostrativas de cone-
principio, niegan los más cálidos defensores de la idea xión genética, para lo cual es necesaria la acumulación
étnica y de la convergencia. Cuando se trata de distancias de paralelos, y, para completar la demostración, se exige
relativamente reducidas, y sobre todo en los casos de también, la prueba de la relación de forma (1 8 ).
coincidencia lingüística -entonces sin consideración al-
§ 6. - Los representantes de la idea elemental y de
guna de la distancia-, la conexión genética es general-
la convergencia, siguen empero sosteniendo la posibili-
mente admitida (1 7 ). Ahora bien: no cabe la menor
dad de extensas formaciones paralelas, formales y cuanti-
duda que el idioma de un pueblo, con la multiplicidad de
tativas, basadas en las mismas disposiciones espirituales y
(11) WJNTERNJTZ. en Globus, LXXVTTI. pág. 375 y sig.. sos- en idénticas condiciones naturales del medio ( 10 ) , o sea
tiene que las conexiones histórico-culturales son únicamente factibles la invalidez de los criterios de parentesco en cuestión. No
de demostración por el lenguaje. Y PJIVL, Prinzipien der Sprach- hay duda de que en ello se exagera la igualdad de las
geschichte, pág. 5. declara -todo ello con un sabor evolucionista formaciones naturales en las diversas áreas geográficas;
muy pronunciado- que ninguna rama de la cultura permite cono-
un paisaje tropical en Nueva Guinea es seguramente dis-
cer tan certeramente las condiciones de la evolución como el idioma,
y que por ello ningún método de otra ciencia cultural cualqui~ra.
tinto de otro igual en el occidente africano. Pero, de
podrá ser llevado a tal perfección como el de la lingüística. Como mayor importancia es todavía que las distintas ramas de
causa de ello aduce el autor la senc'illez y semejanza de las razones.
Esta clase de juicios se verá considerablemente restringida -al (18) Comp. v. d. GABELLENTZ. Die Sprachwissenschaft, 2•
menos yo así lo espero- por un mayor desarrollo de la metodo- edic .. pág. 16 6 y sig.
logía específicamente histórico -culwral en la etnología. (10) EHRENREICH, en KBIAEU, XXXIV, pág. 176 y sig.
166 PRlTZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 167

la Humanidad, en tanto que viven en regiones de análo- una íntima contr.tdicción que, naturalmente, no les ha
ga formación, no se encuentran menos diferenciadas en llegado a conciencia. Por ejemplo, Ehrenreich recalca,
lo psíquico que en lo físico; recordemos sino a los mela- frente al supuesto de vastas relaciones extra-continentales
ncsios y a los negros africanos (2°) . La igualdad psíquica de l.1s cult ur.1s americanas, que éstas, a pesar de ciertos
llamada a cont• ibución para explicar los fenómenos cul- pa1.1ldismos, no pueden '5er comparadas con las no-ame-
turales análogos. ha sido más bien inferida, en Jo capital, ric.ln.ts en razón de su carácter intrínseco (22 ). Pero co-
de éstos. Y cu,tndo, en las distintas zonas terrestres, se mo. d~: acuerdo con sus propias manifestaciones, los para-
encuentran pul..'blos de espíritu y temperamento estrecha- lelismos únicamente se producen bajo idénticas condicio-
mente afín, surge, nJturalmcnle, el mismo problema que nes culturales, resulta de todo punto obscuro explicarse
al n·atarsc de las formas de cultura, o sea si estas ana - cómo relaciones culturales completamente h eterogéneas
logías no se deberán también a parentesco o a un antiguo hayan podido producir, no solamente convergencias ais-
contacto cultural. D e todas maneras, lo cierto es que el ladas, sino complejos enteros de numerosas analogías.
producto de un desigual aunque parecido contorno natu- § 7. - En esta situación, corresponderá una im-
ral y de una psiquis diferenciada, en la cultura, deberían p ortancia decisiva a la comparación de aquella parte de
mostrar al manifestarse reforzadas las diferencias de los la h istoria de la cultura humana que, por hallarse en la
factores. Verdad es que Ehrenreich recalca, corno men- luz de relaciones contemporáneas, puede ser estudiada
cionamos antes (21 ) , que las analogías pudieran muy seguramente, o sea a la h istoria de la civilización europeo-
bien derivar no sólo de idénticas condiciones naturales, microasiática. Pues aun admitiendo, hasta cierta medi-
sino también culturales. P ero yo repito que tratándose de da, diferencias de grado entre ella y las demás
un origen independiente, las condiciones culturales no p artes de la historia universal, o sean precisamen-
pueden dimanar, a su vez, sino de las naturales; luego. te las series causales etnológicas, en lo esencial deberán
sería precisamente la igualdad de condiciones culturales ser considerados como análogos los procesos y situacio-
la que haría presuponer, en grado especialmente alto, la nes que sirven de base a ambas partes. Pues bien, en
igualdad psíquica. Creo firmemente que los defensores de aquellas partes mejor conocidas de la historia, hallamo&,
la idea elementa l y de la convergencia se encuentran en por u n lado, antiguos parentescos originarios que por
razones lingüísticas están fuera de toda duda, y en segun-
(!!O) Ver, verbigracia, PFEIL, Studien und Beobachtungen aus
der Südsee, pág. 15 2. Con todo, los melanesios entre sí son también (22) El!RENREICH. Mythen und Legend¡m der südamerikanischen
psíqu ica mente muy dispares. Uruolher, pág. 100 y síg. Comp., también, KRICKEBERG, en la
(21) Cap. rv. B. § 2. /lfusrrierte Volherku11de, de BUSCHAN, pág. \64 .
\69
f\11 iOOOLOGfA ETNOLOGICA
168 PRlTZ GRAEBNER
cioncs absolutas. deberemos. por otra parte, acentuar el
do lugar, siempre nuevas corrientes y ola, de cultura. hecho tk que precisamente aquellos casos estriban, en for-
difusión de complejos grandes y chicos y de conquistas ma c,lSI ,lbsoluta, en una peculiaridad de la cultura mo-
humanas en lo cultural que, partiendo de un punto dcrn.l que es casi completamente extraña a la vida cultu-
origen se cxpilndcn por áreas geográficas de diversa ex- r.ll de los pueblos naturales, y que no es otra que el ten-
tensiÓn, y v.1n, dc~de la fructífera cultura de Mesopota- d~l conscientemente hacia un desenvolvimiento constante.
mia a lil difu~1Ón del idioma. estilo y costumbres fran- Pero también otro esencial punto de vista nos ofrece la
ce~as en el stglo XV Ill , y las modernas corrientes de consideración de los fenómenos culturales paralelos en
moda en IJs .11 tes. H11tos procesos históricos han elabo- n uestra propia historia. Recordemos los casos, frecuentes
rado en las tlivrrsns regiones de nuestra área geográfica y en comparación con los paralelos mismos. en que estos
en varios períodos, una :1nalogía tnl del medio cultural paralelismos tenían que ser primeramente desenterrados
como pocas veces habrá acaecido en la tierra y que ten- de la literatura, o en las disputas sobre prioridad en la
dría que haber favorecido extremadamente la formación técnica y ciencia modernas ( 25) . ¿Y qué otra cosa repre-
de paralelismos. A pesar de ello, su número es verdadera- sentan las primeras en su totalidad y en su mayoría las
mente exiguo; y sólo una muy pequeña parte de ellos segundas. sino que una idea, si bien concebida dos veces,
puede pretender carácter de prueba en el asunto que nos no por ello suele tener una eficacia histórico-cultural
interesa. Examinemos. verbigracia, los comprobantes li- repetida ? Y ello es, evidentemente, de absoluta necesidad
terarios que se han citado al respecto (23) y veremos que para poder producirse formaciones culturales paralelas en
ellos todos se presentan sólo como combinaciones de ideas situaciones que carecen de prensa y de historiografía. Y
y temas existentes en la cultura común a ambos autores y si una igualdad cultural que se basa en parentesco gené-
que, por lo tanto. se basan realmente en conexión genéti- tico tan estricto pudo producir relativamente tan pocas
ca. L o mismo cabe decir de !os distintos inventos técnicos formaciones análogas autónomas, con cuánta razón no
;
e ideas científicas e~) pero aun cuando se admita tam- cabrá dudar de que las analogías relativas de la psiquis
bién aquí el hecho de la creación nueva en el mismo sen- humana y las semejanzas de las situaciones naturales
tido en que se acepta para los inventos y progresos de los puedan provocar una identidad tan absoluta de la dispo-
pueblos naturales, pues en ellos no se trata nunca de crea-
(25) A la primera categoría perten·ce también. ante todo. una
(23) R . M. MEYER, Krírericn der Aneígnung, pág. 11 y sig., parte de los paralelos literarios citados por R. M. M EYER y que
28 y sig. ya mencionáramos an~s. Por esta circunstancia pierden aún más
(24) Comp.. por ejemplo. VlERKANDT. Die Srerigkeit im Kul- valor demostrativo para nuestro problema.
rurwande/, pág. 56 y sig.
170 FRITZ GRAEBNER
1-.IETODOLOGÍA ETNOLÓGICA 171
sición cultural que permita, no sólo que puedan concebir-
se iguales idcJ~. sino que ellas se vean socialmente adop- tl'mor al espacio y al tiempo. No pueden imaginarse la
tadas y desarroliJdas (~ 0 ). De acuerdo con lo que sucede postbilidad de que en las situaciones primitivas con sus
en Europa, p.uccc como si la posibilidad de formaciones ddicientes medios de comunicación, pueblos migratorios,
paralelas qucdar.t, cuando menos, restringida a casos ais- o hasta sin migraciones de pueblos, inventos y represen-
lados. y que l'Sté excluido el orígen autónomo en gran taciones llevados de tribu en tribu hayan podido reco-
escala de an.tlogí.ts o de complejos enteros de paralelis- rrer extensiones tan grandes; o no pueden concebir el
mos. Por esta r,wón, d criterio de cantidad o de las coin- tiempo que parecía indispensable a tales procesos. Ahora
cidencias múltiples h.t sido sistemáticamente desarrollado bien: los malayo-polinesios forman también parte de los
precisamente en l.t hisloi'ÍJ de !J cu ltura europea (2 7) . pueblos naturales, y sus migraciones que abarcan. más de
Pero también el criterio de la forma ha sido aplicado la mitad del radio terrestre se. hallan fuera de toda duda.
desde antiguo con éxito en los mismos dominios (~8). Y , debido a coincidencias lingüísticas. Pero todavía de mayor
francamente, no puede hablarse de paralelismos de for- importancia me parece el hecho de que para el auténtico
ma en estas partes de la historia. Y si en los ejemplos dominio de las ideas elemental y de convergencia, para
literarios sacados a colación por Meyer ( 29 ), se conside- América, Ehrenreich haya podido establecer sobre segu-
ra corno paralelo la combinación de las distintas ideas, ras bases la difusión de mitos asiáticos, desde el noroeste
entonces es indudable el común origen del género litera- hasta muy adentro del continente austral (:10). Verdad
rio de la antítesis que se ha empleado. es que este autor cree que únicamente se trata de una o
§ B. - En suma: no veo otra razón de querer res- varias leyendas migratorias. A pesar de ello, y ateniéndo-
tringir la validez de los criterios de parentesco, reconoci- nos a lo que nos enseñan los períodos mejor conocidos de
dos en lo que atañe a la lengua y las distancias relativa- la historia de la cultura, podernos calificar confiadamen-
mente modestas, y no querer aplicarlos en las distancias te corno disparate histórico, la tesis que admite grandes
grandes y en las demás categorías de la cultura, que un migraciones de elementos culturales aislados, incluso le-

(2G) Sobre este requisito para una eficacia histórico-cultural de (30) EHRENREICH. Mythen und Lcgenden der südamerikanischen
la idea, compárese V!ERKANOT, Die Stetigkeit im Kulturwandel, Urvolker, pág. 77 y sig.: Die allgemeine Mythologie und ih;e
pág. 126 y sig. ethnologischen Grundlagen, pág. 270 y sig. La comprobación de
(27) R. M. MEYER. Die Kriterien der Aneignung, pág. 18 y sig. FRJEDRICHS, ahí mencíonada, y referente al origen mitológico-
(28) Sobre todo en la historia del arte y de la lit: ratura. natural de las ley~ndas de Ogu, no roza esra dependencia porqur
(29) L. c., pág. 12. no d~riva del motivo aislado, sino del momento formal de la
combinación de motivos.
f

172 FRITZ GRAEBNER M ¡:TODOLOGÍA ETNOLÓGICA 173

yendas, sin una extensión simultánea de otros bienes de n;HI.l por el proceso mitológico sobre el cual se basa,
cultura. Y también la afluencia de material indo-persa cuando, verbigracia en un mito lunar, el crecimiento pau-
de cuentos y leyendas a Europa, aducido por Ehrenreich, latino de la luna, su desaparición y el nuevo surgimiento,
coincide intlud.lblcmcnle con otras influencias orientales se suceden en el mismo turno. De la misma manera. y en
que enriq ucocron nuestra cultura en la arquitectura, for- lo que atañe al criterio de cantidad, la presencia concomi-
mas de ;~rma~. vestidos y adornos, poesía y filoso- tante del derecho de sucesión directa y la constitución pa-
fía ( 31 ). triarcal del connubio, no podrá ser utilizada en el sentido
§ 9. - P1r.1 lJ validez intrínseca de los criterios de cuantitativo porque el mencionado derecho de sucesión
parentesco, una definición ya esbozada antes ( 32 ), tiene no es sino la expresión de determinadas y precisas ideas
una importancia decisiva. Element os formales, tanto co- patriarcales ( 33 ) • Las relaciones de esta clase, que son
mo acumulaciones de fenómenos, pueden hablar en favor n umerosísimas. merecen la mayor atención metodológica,
de la conexión cultural. únicamente cuando el elemento pues los datos por ellas enlazados, en la comparación
formal no está necesariamente condicionado por la na- deben ser únicamente valorados como un solo elemen-
turaleza del objeto, ni los diversos fenómenos coinciden- to (3 4). Una segunda restricción, análoga a la anterior.
tes se hallan en una Íntima conexión, es decir que no es- sufrirán los criterios por la exigencia de que también
tán necesariamente dados el uno por el otro, o entram- todo elemento material y formal necesariamente dado
bos por un tercero. Por ejemplo, en una leyenda, la por las condiciones naturales de las áreas comparadas.
sucesión de los motivos míticos es un elemento formal sean eliminados. al menos por lo pronto, de la demostra-
que no carece de valor para la cuestión de la conexión ción genética de la conexión. Verbigracia, cuando en dos
genética, pero sólo en cuanto la sucesión no esté condicío- regiones determinadas el único material lítico existente
es el basalto, es natural que los habitantes de ellas fabri-
(31) Esto tiene validez para las migraciones de leyendas de la caran sus hachas de piedra de este material. sin que la
época de las Cruzadas. pero también con la misma certeza, natural- coincidencia tenga la mayor significación para demostrar
mente, para las eventuales relaciones más antiguas; pues la influencia
oriental en la alta y baja ancigüedad es todavía más vigorosa que (33) Comp. arriba. capítulo IV, 2 B. § 9.
la islámica. Con ello no quer.mos decir q~ no sea posible que (34) Sin embargo. si la relación de parentesco de los corres-
uno u otro elemento, en este caso los cuencos, no se salga del pondientes fenómenos ha sido demostrada por otros criterios. ciertas
complejo total de la esfera de influencia y gane una cierta delantera. perturbaciones o defzctos del complejo normal re¿jben gran impor-
en la expansión, a los demás. tancia para establecer las diluciones de la expansión cultural, la
(a2) Capítulo TV, 2 B. § 5. intensidad de las mezclas, etc.
4
174 PRITZ GRAEBNER
METODOLOGf A ETNOLÓGICA 175
una eventual relación de parentesco. Pero no siempre la pico. no pueden ellos ser equiparados. En la esen-.
situación ser:í tan terminante; por lo generaL los m ora- cia del mismo concepto de la forma reside de nue-
dores de un,l región determinada tendrán a disposición vo un elemento que facilita los juicios subjetivos. R e-
suya una cierta diversidad de la materia prima, ya por
cordemos sino, el trabajo de von Luschan sobre los ban-
existir en d p.l ís, ya por obtenerla mediante el trueque;
cos-almohadas de Nueva Guinea ( 36 ) en el cual el autor
a pesar de ello, creo que el procedimiento correcto será pone en conexión genética, basada en presuntas relaciones
utilizar lo menos posible la clase de materia prima em- formales intensivas, objetos tan heterogéneos como ser
pleada. como punto primario de comparación para deter - capiteles jónicos y aquellos banquitos. Seguramente que
minar el parentesco cultural can). lo cual no obsta para
m u y pocas personas percibirán estas analogías de formas;
que una vez fijado el complejo de cultura y sus relacio- pero , ¿en qué nos basaremos para afirmar que otra per -
nes de parentesco, se pueda agregar a la demostración , en sona posee el auténtico sentimiento de la forma? (37).
forma secundaria, el empleo de determinados materiales Ciertamente, habrá numerosísimos cnsos en que la coin-
coincidentes en la distribución. Más raro será, relativa- cidencia de forma no ofrece duda alguna. Pero allí donde
mente, el que un fenómeno se vea influenciado decisiva- no sea éste el caso, la objetividad del criterio de la forma
mente en su forma por su contorno natural. Sin embar- reside en su último enlace con el otro criterio. absolu-
go, tampoco es ello imposible, cual lo demuestra la con- tamente obj~tivo, el de cantidad. Esto significa que en
sideración de que las embarcaciones, por ejemplo, pueden
verse en parte condicionadas por la anchura y profundi- (30) VON LUSCHAN, Beitríige zur Volhcrlwnde der deutschen
dad de las corrientes de agua disponibles y por la forma Schutzgebiete, pág. 66 y síg.
de los árboles utilizados en. su construcción. T ambién en (37) Menos fantástico, aunque también rebasando toda medida,
estos casos será bueno p rescindir por de pronto de las co- es lo que dice SCHURTZ referent! al ornamento ocular (Das Auge-
nornamcnt und venvandte Probleme, pág. 13 y sig.). El ejemplo
rrespondientes formas, si no contienen otros elementos
mayor de negligencia o de ap licación sin método del criterio de la
que sean independientes del medio natural. forma nos lo ofrece. tal vez. el paobabilonismo inaugurado por
§ 1 O. - Si comparamos un criterio con otro, debe- STUCKEN. Las críticas dd P. W. SCHMIDT (Panbabilonismus und
remos declarar a entrambos como de valor igu al. tanto Elementargedanke, MAGW., XXXVIII. pág. 73 y sig.) y ANDREE
intrínsecamente como en su correcta aplicación. Pero, (Globus, XCIV, pág. 147 y sig.) son eo tanto completamente
ac1rtadas; sólo que al recurrir estos autores a la idea elemental lo
precisamente en esto, en la seguridad de su correcto cm- echan a perder todo. Menos unilateralmente, y también más justo
frente a Stucken, se expresa EHRENREICI I en AUgemeine M ythologie,
(33) Comp. también capítulo IV, 3 B, § 13. pág. 264 y sig.

f1
176 FRITZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 177

caso de duda , dos o más formas serán utilizadas como guir los distintos componentes de estas unidades. Así, el
paralelos de la demostración, sólo cuando la unidad in- hecho de que en las islas del Almirantazgo aparezca el
trínseca y la coincidencia del círculo formal estén asegu- ornamento en espiral precisamente en los potes para
rados por su pertenencia a un mismo complejo cultural. gua rda r la cal que se usa en el buyo, o el otro de que
o a otros afines. las g randes casas colectivas de Nueva Guinea sean casi
§ 1 l. - Parece natural, y es también factible de siempre palafitos, son, junto con otras razones, un nuevo
demostració n histórica, que en la dispersión de una cul- indicio de que el ornamento en espiral y la casa colecti-
tura, al mezclarse y combinarse con otros complejos, en va pertenecen a la misma capa cultural que el uso del
parte alguna del área de dispersión se encuentren repre- buyo y los palafitos (39) .
sentados todos sus elementos, sino que su distribución § 12. - H e expresado ya que la separación espacial
es, más bien extremadamente dispar, apareciendo ora de fenómenos de cultura coincidentes, no es una razón
estos elementos, ora aquéllos recíprocamente unidos. Por para el escepticismo frente a los criterios de parentesco
esta razón son de tanta importancia aquellos casos, que que hemos tratado en lo que antecede. De todos modos,
·en realidad existen, de manifestaciones coincidentes más es claro que la dispersión prístina de todo complejo cul-
o menos constantes de dos o más fenómenos, que Tylor tural habrá sido siempre en forma continua y nunca a
llamara adherencias y que, como se ha dicho, quería utili- saltos. Por lo tanto, para un pasado más o menos leja·
zar como criterios para determinar las trayectorias de la no, habremos de presuponer siempre un enlace continuo
evolución (3 8 ) . Lo que verdaderamente significan, es entre las áreas de dispersión hoy separadas. De esto re-
que los fenómenos así enlazados se hallan en una cone- sulta que las pruebas de forma y número de coinciden-
xión cultural especialmente estrecha. Constituyen en cias son factibles de verse aun reforzadas por la nueva
cierto modo un caso especial de la coincidencia cuantita- introducción del criterio de continuidad, esto es, median -
tiva, caracterizado por una peculiar constancia. Su utili- te la demostración de los puentes culturales entre las re-
zación metódica no se limita a los complejos que, cual es .. giones separadas. Naturalmente, esto sólo puede lograrse
fácil de comprender, tuvo especialmente en vista Tylor, demostrando que la cultura en cuestión sólo aparente-
y que pueden ser seguidos a través de grandes espacios mente falta en las regiones intermedias, y que sus
terrestres, o de la Tierra toda; pueden también servir en elementos han sido rechazados y sojuzgados en mayor o
unidades culturales relativamente reducidas, para distin-
(1!9) Comp. GRAEilNER. Die melanesische Bogenkultur, en An·
(38) Capítulo IV. 2 B. § 7. r( rhropos, IV, pág. 766, 773.
178 FRITZ GRAEBNER METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 179

menor medtda, pero al menos en parte se han conserva- del grado de parentesco. El asunto es así: si se formaran
do. Una laguna capital podrá ser colmada a este respecto, independientemente paralelos en lugares distintos del glo-
precisamente por la investigación prehistórica, apenas bo, es natural que no acontecería que la posición geográ-
iriciada fuera de Europa: nadie podrá negar que la fica de aquéllos fuera de índole tal que los fenómenos o
existencia prehistórica del ornamento y de la alfarería complejos culturales más afines se hallaran también geo-
en espiral en el Japón, no permita corroborar la gráficamente más cerca, pero sí sucedería de tal suerte en
existencia, postulada a base de los paralelos contemporá- el caso de conexión genética, ya que en una difusión pau-
neos. de una vasta comunicación cultural del sudeste de latina hay también, se comprende, una paulatina dife-
Asia, a través del Asia oriental, hasta América ( 40). Pe- renciación. Invirtiendo este punto de vista podremos,
ro también de la actual situación cultural. sobre todo de pues, con toda razón sostener que en todos aquellos ca·
la de aquellas zonas más apartadas y menos rozadas por sos en que se manifiesta claramente una agrupación que
nuevas corrientes, podrán a menudo ser formuladas con- corresponde a las probables rutas de comunicación de los
clusiones referentes al aspecto cultural de un período pre- fenómenos o complejos aislados, los argumentos de for-
térito (H). ma y número de coincidencias se verán confirmados de
§ 13. - La reconstrucción de la continuidad no es, manera capital ( 43 ) . La conclusión opuesta en aquellos
empero, el único criterio de refuerzo para la demostra- casos en que falta una disposición simple y clara sería.
ción de la conexión. Ya he manifestado en otra par- naturalmente, errónea; pues tenemos numerosas posibili-
te ('12 ), que el criterio de Frobenius sobre las variaciones dades históricas capaces de perturbar la posición origina-
de la forma, tanto en su carácter de demostración inde- ria , del mismo modo que interrumpen las conexiones.
pendiente, como en su concepción evolucionista, da lu- En estos casos, el estudio de las relaciones cercanas o
gar a fuertes posibilidades subjetivas. Aquí, por el con- alejadas, nos será más bien un importante auxiliar para
trario, como refuerzo - y especialización- de la de la establecer situaciones más antiguas ( 44 ) ; en el detalle
prueba realizada, en lo capital, de otra manera, está com- cumplirá los mismos fines que el establecimiento de las
pletamente en su lugar; sólo que es recomendable su semejanzas en lo general.
ampliación, rebasando el criterio de forma, en criterio § 14. - En las conexiones de parentesco cultural se
pueden, lógicamente, distinguir dos formas: el paren tes-
(40) GRAEBNGR. en Anthropos, lV. pág. 1023.
(41) Comp. Cap. IV. 3 B. § 6 y 10. (43) Comp. capítulo IV. 3 B, § 6 y 13.
(42) Capítulo IV, 2 B. § 7. ('*) L. c., § 16.
METODOLOGÍA ETNOLÓGICA 181
180 FRITZ GRAEBNER

co originario y el préstamo. Para la demostración de la haber sido indudablemente adaptado en su empleo al


última forma será aplicable, en ciertos casos, el especial sentimiento de estilo indígena, aparece en medio de la
criterio de la aparición inorgánica de un fenómeno o de ornamentación total del grupo como elemento claramen-
un complejo de fenómenos. La limitación se debe, ante te aislado y extraño. Todavía más claramente se mani-
todo, a la relatividad del mismo concepto. Una relación fiesta la relatividad del concepto de préstamo, en la
de préstamo, en sentido esrricto, existe, cuando un fenó- relación de masa de los fenómenos prestados para con la
meno originado en una unidad cultural es transmitido a unidad cultural prestadora. Cuanto más grande sea, en
otra unidad, sin habt>r sido asimilado o transformado relación, la masa de fenómenos prestados, tanto más
substancialmemc por ella ( 1 ~). Esta situación está dada. poderosa será a su vez, su influencia sobre la cultura in-
verbigracia, al tratarse de transmisiones debidas al tráfico dígena; pero tanto más conservará también su conexión
comercial o a accidentes naturales, y casi siempre cuando íntima, y por ende tanto menor será la posibilidad de
son recientes; y en estos casos, la caracterÍstica de la apa- aislar por inorgánico el complejo entero o alguna de sus
rición inorgánica será particularmente frecuente, aunque, partes. L a calidad de prestación se convierte aquí entera-
como es natural. una comunidad preferirá a menudo mente en la de parentesco originario, y eso en medida
aquellas formas de determinados objetos que posean una tal que aun la eventual existencia de uniones inorgánicas
cierta afinidad con la propia cultura. C uanto más anti- no puede ser interpretada como préstamo. Pues también
guo sea un préstamo, tanto mayor será la tendencia a en la mezcla de grupos culturales potencialmente más o
eliminar de nuevo el bien cultural o a asímilár- menos semejantes, elementos aislados como, verbigracia,
selo. Con ello, se restringe su carácter de inor- instituciones patri o matriarcales, pueden ser tan contra-
gánico y. por ende, la aplicabilidad del respectivo dictorios uno para con otro, que no hay posibilidad de
criterio {46 ). D e todos modos, fenómenos trans- que se fusionen orgánicamente y tienen que permanecer
mitidos conservan a veces una singularidad nota- tanto más yuxtapuestos inorgánicamente cuanto más
ble ; recordemos el ya antes mencionado (H) ornamento ,¡ equilibrada sea la relación potencial de ambos factores
en espiral de las islas del Almirantazgo que, a pesar de en mezcla. Por lo tanto, el estado de inorgánico no debe
ser derivado del concepto de préstamo. sino del general
de la heterogeneidad; y aun así no carece de toda impor-
(45) Comp. VIERKANDT. Die Steitigkeit im Kulturwandel, pág.
tancia, evidentemente, para la demostración del nexo con
112 y sig.
(46) Comp. capítulo 1-V, 2 B. § 3. otros complejos análogos. En suma, los conceptos de
(47) § 1 l. préstamo y de parentesco originario no son absolutamen-
182 FRITZ GRAEBNER MFTODOI OGÍA ETNOLÓGICA 181

te distintos, sino sólo relativamente. El préstamo no es no son aplicables en general, es decir, que los resultados
otra cosa que un parel'!tesco relativamente débil. Por que bajo el supuesto de los criterios pueden solamente
esta razón, la aplicabilidad de la manifestación inorgá- .ser producto del parentesco cultural. puedan también
nica como criterio del parentesco. dependerá del grado producirse por otros medios. y se hayan realmente pro-
en que se manifieste a un tiempo el criterio de cantidad. ducido ( 40 ). En tanto que una demostración de tal na-
§ 15. - Ter mi na m os: disponemos de una serie turaleza no se lleve a cabo, nos veremos justificados en
de criterios de parcnlesco cuya validez está fuera de toda aplicar los criterios de validez en una parte de la histo-
duda en cuanlo se rc(icrc a lcrritorios de extensión rela- ria de la cultura, a la otra parte todavía desconocida. Lo
tivamente restringida, a relaciones lingüísticas y a la que caracteriza a estos criterios, y lo que los distingue
parte mejor conocida de la hisloria de la cultura, o sea. ventajosamente de otros, verbigracia de los caracteres
la europea-microasiática. He mostrado no haber ningu- de prueba de las sucesiones evolutivas que criticamos, es
na razón lógica para limitar su validez a estos tres casos, su objetividad. El criterio de las coincidencias cuantita-
y mencioné diversos otros criterios capaces de reforzar y tivas no permite ninguna multiplicidad subjetiva en la
especificar la demostración del nexo cultural. En ningún concepción, y lo mismo vale decir del criterio de forma
momento be dudado de que un escepticismo exagerado cuando, como se ha dicho, se hace depender su validez,
no pueda, dado lo relativo de todo conocimiento huma- en todo caso de duda, de la concurrencia del criterio de
no, encontrar también aquí un campo propicio a su cantidad. Exactamente lo mismo reza para los criterios
actuación. Un tal escepticismo es, naturalmente, estéril, auxiliares. Con esto nos parece haber logrado el más
y su aplicación general haría ilusoria toda actividad cien-
(~O) Frente a un escept1c1smo g~neral negativo EDUARD MEYER
tífica. Lo que debe esperarse y exigirse de una sana crí- aduce. con razón (Sitzungsberichte der konigl. Preuss. Akademie der
tica no son objeciones generales negativas y teóricas ( 48 ), Wissenschaften, 1908. J. pág. 651 y sig.) , la posibilidad de con-
sino la prueba positiva de que los criterios en cuestión firmación de deducciones históricas por d !scubrimjentos nuevos.
Estas confirmaciones son naturalmente posibles en el dominio et-
( 48) A este respecto, algo de lo más fuerte es lo ofrecido por nológico; y al menos mí exposición sobre la conexión de parentesco
W. SOLTAU en Preussische Jahrbücher (1908). pág. 416. cuando de las zonas d ! cultura "totemístíca" en Oceanía (ver IV, 3 B. § 6)
expresa, refiriéndose a un determinado paralelo europeo-americano: se ha visto decisivamente confirmada por el hecho de que los dos
··sólo un ingenuo podrá creer que se trate aquí de un parentesco Íln'ícos elementos del complejo todavía no hallados en las islas del
con leyendas griegas del Styx y del Cancerbero". Ciertamente, lo Almirantazgo, han sido posteriorment~ descubiertos. Eran éstos la
que interesa no es que alguien "crea" algo, sino que lo es:ncial es auténtica sepultura en pbtaforma y el propulsor. (Comp. Anthropos,
que se demuestre, TV. p~g. 73 6. y THURNWALD. ZfE., XLII. p:íg. 128).
18 .. PRITZ GRAEBNER M 1· rOOOLOGfA ETNOLÓGICA 185
alto grado posible de seguridad crítica. Allí donde fraca- tld 1r.tb,ljo. Ninguna herramienta, ni siquiera la mejor,
sen los criterios y no se pueda llegar a ningún resultado u:;di1.\ por si sola su trabajo, sino que es menester de
con razones críticas sobre el carácter de paralelos even- una correcta aplicación. Apenas si se podrán establecer
tuales, habrá que conformarse y pronunciar un non ti- ll'Hl.ls generales para ello, y el éxito depende, en gran par-
quet. Ciertamente, nadie podrá ni querrá impedir que el te. del tacto, de la delicadeza, sobre todo de la auto-críti-
investigador trate de encuadrar en una imagen total y de c.t. La mejor garantía objetiva la ofrecerá una funda-
acuerdo con puntos de vista uniformes, aquellos fenó- mentación lo más amplia posible, junto con el trabajo
menos cuya posición Sl!a reacia a una inobjetable demos- de detalle, que no pretenda abarcar en audaz vuelo paí-
tración, alcanzando con ello y para su persona u na total ses y pueblos, sino que se limite, por de pronto, a poner
visión de su disciplina. como parle de la cosmovisión . pie firme en una sola región, y luego, desde ahí, avance
Sólo que no debe dejar de tener p lena conciencia del ca- paso a paso cuidadosa y seguramente.
rácter francamente hipotético de las relaciones estableci- En etnología, se trata de reconstruir un desenvolvi-
das, no solamente en lo teórico, sino también en la prác- miento, con todas sus ramificaciones y penetraciones, del
tica. Esto significa, ante todo, que los resultados logra- cual sólo nos quedan los eslabones finales. Sólo de la
dos hipotéticamente no deben servir de base, como pre- situación y relaciones de estos eslabones finales, y tal vez
tensos datos comprobados. a nuevas deducciones (OO). con la ayuda, más adelante, de los resultados de la in-
Auto-resignación y el valor del ignoramus, son funda- vestigación prehistórica de los países no europeos, es que
mentales exigencias del tender científico. será dable inferir conclusiones sobre el estado y los pro-
cesos pretéritos (1). La parte capital de la historia de la
B. ClRCULOS CULTURALES Y CAPAS DE CULTURA cultura humana, que es la que está contenida en la etno-
§ l. - C iertamente, con el hallazgo de criterios logía, debe, pues, ser reconstruida hacia atrás por una
objetivos e inobjetables, se ha realizado sólo una parte suerte de resta: una vez fijados y substraídos los mo-
vimientos y modificaciones culturales más recientes, y
(50) Como hace, verbigracia, de manera casi sistemática, el P.
prosiguiendo siempre en la misma operación, se llega a
W. SCHMlOT. Compárese. por ejemplo, mi observación en Globus,
XCVI. pág. 363; luego, sobre todo, su trabajo Die Stelfung der procesos y complejos más antiguos, más prístinos y
Pygmiienvolher in der Entwicklungsgeschichte des M enschen, donde frecuentemente de mayor extensión. E l punto de arran-
la mayoría de los datos son de naturaleza enteramente hipotética y que de toda la investigación debe ser siempre el estudio
sin embargo son ut'i lizados para las d:ducciones más atrevidas sobre
la historia del desenvolvimiento humano. (l) Comp. capítulo IV, 1, § 4.

Vous aimerez peut-être aussi