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ESTRUCTURAS Y CARACTERÍSTICAS
José Ignacio Ramírez Pino
https://www.academia.edu/9835179/26_EL_TEXTO_NARRATIVO
1. INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de texto narrativo, lo hacemos acerca de una de las
tipologías establecidas para organizar y clasificar la diversidad textual
existente; es decir, identificamos y distinguimos el conjunto de rasgos
comunes y diferenciales que son atribuidos a los escritos a partir de los
trabajos elaborados por la Lingüística del texto.
A partir de esta propuesta, podemos establecer que el texto como unidad
básica de comunicación se define por tres propiedades fundamentales: la
adecuación, donde se relaciona el texto con la situación en la que se produce;
la coherencia, propiedad necesaria para que exista correspondencia entre los
significados; y la cohesión, que permite a la coherencia global manifestarse
en lo escrito y que sea reconocida.
A principios de los años 90, este será el punto de partida de Adam, quien
aportará dos conceptos fundamentales: competencia textual (capacidad del
hablante para interiorizar unos esquemas formales para cada tipo de texto –
narrativo, descriptivo, expositivo, argumentativo y dialógico y para
reconocerlos y elaborarlos según la intención que persiga) y, sobre todo,
secuencia textual. Con este último concepto, Adam reconoce el hecho de que
en cualquier texto pueden convivir pasajes descriptivos con narrativos, o
que, por ejemplo, explicación y argumentación pueden darse en la misma
unidad comunicativa. De esta manera, facilita el estudio de los rasgos
propios de una secuencia, al tiempo que propone el término de ‘secuencia
dominante’ para la adscripción del texto a uno de los tipos establecidos.
Dicho de otra forma, un texto se catalogará como narrativo si las secuencias
dominantes son de esta tipología, aunque contenga otras como, por ejemplo,
dialógicas o explicativas.
¿Cuáles son entonces las claves para reconocer esta tipología tan
empleada? Responderemos a la pregunta partiendo de una breve definición
de narración; seguiremos con la exposición del modelo que propone Adam
para explicar la estructura narrativa; nos introduciremos posteriormente en
sus elementos básicos por medio de la Narratología; y cerraremos con la
descripción de las características básicas de esta tipología según sus rasgos
lingüísticos, textuales y pragmáticos.
2. DEFINICIÓN, CONCEPTOS Y ESTRUCTURA NARRATIVA
Narración, según define Estébanez Calderón (2008), es un término con el
que se designa, tanto el acto de contar una historia, como la propia historia
contada.
Obtenemos así una de las claves: narrar consiste en contar hechos (reales
o ficticios) sucedidos en un tiempo y en un espacio. ¿Cómo lo hacemos? Un
rápido vistazo a las producciones literarias serviría para confirma el empleo
de todas las tipologías textuales definidas por Adam (narrativa, descriptiva,
expositivaexplicativa, argumentativa y dialógica). En consecuencia, situarse
en el plano de la narración es hacerlo en una superestructura dominada por
una secuencia heterogénea (El Quijote supone el primer gran ejemplo).
Por otro lado, ¿cuál es la principal finalidad que perseguimos cuando
contamos algo? El narrador desea ser escuchado (leído) y para ello utiliza
una serie de recursos como, por ejemplo, someterse a un orden lógico
(tiempo); mantener la atención del destinatario por medio de anécdotas,
datos sorprendentes, un ambiente amable, suspense…; o introducir nuevos
acontecimientos y personajes. En consecuencia, el emisor del acto de habla
está movido por una intención.
Antes de profundizar en estos aspectos, resulta necesario aclarar una
serie de conceptos que en ocasiones han sido empleados como sinónimos y
que, por el contrario, cuentan con matices diferentes.
Otros conceptos que hay que diferenciar, relacionados en gran medida
con los anteriores, son los de historia, relato y narración. La historia,
siguiendo a Genette, es la serie de acontecimientos que constituye el
contenido narrativo de un relato (la fábula de Tomachevski). El relato, por
su parte, es el enunciado verbal, el discurso o texto narrativo en el que se
expresa dicha historia (la trama de los formalistas). Y la narración sería el
propio acto de producir el texto, es decir, la enunciación del discurso
narrativo.
Los textos narrativos están organizados según un esquema general que
describe las relaciones de jerarquía entre sus componentes y las relaciones
lógicas que conectan con esas categorías.
Por ejemplo, en El rayo de luna, de Gustavo Adolfo Bécquer, el solitario
Manrique (personaje) sale a pasear una noche (tiempo) por los exteriores de
su castillo, en las inmediaciones del Duero (espacio), y cree reconocer la
figura de una dama de la que queda enamorado [planteamiento]. Manrique
desarrolla una serie de acciones con la finalidad de conocer a la mujer y
declararle su amor [nudo]. Una noche, rastreando el lugar en el que la vio
por primera vez, descubre que se trataba de un rayo de luna, una ilusión, lo
que le encierra en su soledad y le sitúa en la frontera de la locura
[desenlace].
Un modelo más elaborado es el que presenta Jean Michel Adam para
explicar la secuencia narrativa de forma lineal. Este autor parte de una
situación inicial (Pn1), en la que se caracterizan los personajes, el espacio y el
tiempo. De ahí, surge una complicación (Pn2), que modifica la situación
inicial y desencadena el relato. Se produce una reacción o evaluación mental
de aquellos que han sido afectados por el cambio (Pn3) y esto provoca una
resolución (Pn4), es decir, un nuevo elemento modificador producto de la
reacción. De todo ello, se llega a una situación final (Pn5) que proporciona
un estado nuevo y diferente al primero. El esquema puede repetirse hasta
llegar a lo que Adam denomina evaluación final, que da, explícita o
implícitamente, el sentido configuracional de la secuencia.
3. ELEMENTOS BÁSICOS: LA NARRATOLOGÍA
La Narratología, término propuesto por Todorov, es la ciencia que estudia la
sistematización de los conocimientos sobre la Teoría del relato. El punto de
partida lo encontramos en Morfología del cuento (V. Propp, 1987) y en el posterior
desarrollo metodológico realizado por los formalistas rusos, de los que, a su vez
arrancarán, los estructuralistas. De Greimas, nos quedamos con el concepto de
actante; de Todorov, la distinción entre historia y discurso; y de Genette (1989),
una base teórica que, desde un punto de vista ecléctico, es una síntesis de la
Narratología.
¿Cuáles son entonces los elementos constitutivos de la narración? Antes de
resolver esta cuestión, sería necesario distinguir entre los conceptos de autor,
narrador y narratario. El primero es una entidad real, empírica, creadora del
discurso. El narrador, por su parte, es una entidad ficticia insertada en el
escenario de la ficción, cuyas funciones son, según Genette, narrativa (contar la
historia), organizativa (articulación interna del relato), comunicativa (‘diálogo’
con el narratario), testimonial (cuando sugiere las fuentes de las que parte) e
ideológica (subyace en los comentarios y explicaciones de la acción). Por su
parte, el narratario (destinatario del relato) es igualmente una entidad ficticia a
la que se dirige el narrador. Podemos clasificarlo como intradiegético, si es
aludido directamente e incluido en el texto, o extradiegético, si es un lector
virtual o tipo.
Las relaciones de duración son, según Todorov, de tres tipos: pausa, cuando
el tiempo del discurso es superior al tiempo de la historia, siendo este último
cero (TD > TH; TH=0); elipsis, cuando el tiempo de la historia es superior al
tiempo del discurso, siendo este cero (TH > TD; TD=0); escena, cuando
coinciden los dos tiempos (TH = TD); resumen, cuando el tiempo de la historia
es superior al tiempo del discurso (TH > TD); y análisis, en el que sucede lo
contrario a lo anterior (TD > TH).
Con respecto a la frecuencia, entendemos que el tiempo es singulativo en
aquellos casos en los que un acontecimiento se corresponde con un discurso. En
cambio, será repetitivo si para un acontecimiento se emplean un número
ilimitado de discursos, e iterativo en el caso contrario, es decir, un mismo
discurso encierra varios acontecimientos.
El espacio, por su parte, nos ayuda a establecer otra de las coordenadas de
la narración. Su definición puede resultar compleja. En un clasificación general,
encontramos un espacio natural (exteriores: bosques, calles…), un espacio
artificial (edificios) y un espacio imaginativo o conceptual (no se corresponde
con espacios reales). No obstante, la idea de espacio incluye al físico, al social y
al psicológico, y su organización condiciona la estructura del relato y es
condicionada por esta. En cualquier caso, tiene una importancia capital en la
configuración de los personajes.
Asimismo, el punto de vista es otro de los elementos que entran en juego en
esta tipología textual. Distinguimos, siguiendo a Genette, una focalización cero
cuando el narrador posee más información que los personajes; una focalización
externa cuando el narrador solo conoce lo que ve y escucha; y una focalización
interna, cuando el narrador asume el punto de vista de los personajes. En este
sentido, es fija, si se centra en un solo personaje; múltiple, si narra un mismo
acontecimiento desde el punto de vista de varios personajes; o variable, en la
que cambia el personaje focal según los acontecimientos.
Por ejemplo, en el Conde Lucanor de don Juan Manuel, el narrador se sitúa en
el nivel extradiegético, Patronio se encuentra en el nivel intradiegético como
locutor de un segundo relato, y aquellos personajes a los que da voz Patronio y
cuentan algo estarían en el nivel metadiegético.
Las formas de contar que puede utilizar el narrador o locutor, situadas en
cualquier nivel, quedan sistematizadas en los modos del discurso. Un discurso
relatado será aquel que informa sobre el acto de habla o de pensamiento de un
personaje, sin desarrollar el contenido ni reproducir su forma verbal. Un
discurso indirecto lo encontramos cuando el narrador enuncia el contenido del
discurso de un personaje pero sin reproducir su forma de expresión (Ana
pensaba que…). El discurso indirecto libre será aquel en el que el acto de habla
del personaje aparece fundido con el narrador, como si de una posesión
espiritual se tratase. El discurso directo, por su parte, lo vemos cuando se
realiza la reproducción textual del acto de habla del personaje y se introduce
por un verbo de lengua. Y el discurso directo libre es similar al anterior, pero no
hace uso de los verbos de lengua (por ejemplo: diálogos).
En este sentido y en relación también a los niveles, M. Bajtín introdujo el
concepto de polifonía narrativa; esto es, el narrador se da voz a sí mismo y a sus
personajes, lo que permite plantear múltiples puntos de vista.
Los personajes, precisamente, constituyen el motor de la acción, es decir,
son el eje sobre el que se organizan el resto de elementos narrativos. Su
categorización puede hacerse según varios criterios. Estereotipo, tipo,
personajestipo y personajes individuales, si nos atenemos a su configuración e
individualidad. Principales y secundarios, si nos basamos en su jerarquía.
Estáticos y dinámicos (evoluciona con el relato), si el criterio es su génesis y
desarrollo. Planos (representa solo una idea o cualidad) y redondos
(caracterización muy elaborada), si atendemos a su complejidad. Individuales y
colectivos, por su unidad o pluralidad. Y protagonistanarrador, narrador
testigo y portavoz, si el criterio se centra en las funciones de narrador.
Hasta aquí gran parte del cuerpo teórico que define a los textos
narrativos, pero penetremos en el discurso. ¿Cuáles son sus rasgos
característicos? ¿Cómo, al margen de sus elementos, podemos reconocer esta
tipología en la práctica?
4. CARACTERÍSTICAS
Abordaremos las características propias de los textos narrativos por
medio de su análisis desde el punto de vista pragmático, textual y lingüístico.
Los principales rasgos pragmáticos presentan generalmente a un emisor
del acto de habla que actúa movido por una serie de propiedades
fundamentales. Según Cicerón, maestro en el arte del discurso (Catilinarias), tres
son las características fundamentales: concisión, claridad y verosimilitud. A
estas, Adam añade una cuarta: interés. Dicho de otra forma, el objetivo del
emisor es atraer la atención del destinatario y para ello pone en juego todos los
elementos narrativos.
Desde el punto de vista de los rasgos textuales, teniendo en cuenta que la
coherencia se manifiesta en el discurso a través de la cohesión y por medio de la
progresión temática, podemos afirmar, en primer lugar, que esta última es
predominantemente constante. En segundo lugar, la cohesión se reconocerá en
la repetición léxica (por ejemplo, sucesivas apariciones de un personaje), en las
diferentes expresiones de la repetición semántica (sinonimia,
hipónimos/hiperónimos, metáfora, metonimia…), en los mecanismos de
sustitución (anáfora y catáfora), y en los conectores, donde predominan dos
tipos diferentes: temporales (un día, tiempo después) y lógicos (finalmente, así
pues); es decir, aquellos implicados en la organización del relato.
Por último, los rasgos lingüísticos que definen a los textos narrativos se
basan, por ejemplo, en el empleo de tiempos verbales fundamentalmente
pretéritos, además del presente para narrar hechos actuales o para acercar
sucesos del pasado.
El más representativo es el pretérito perfecto, tanto simple como compuesto.
Ambos marcan una situación acabada, aunque el compuesto acentúa la cercanía
del suceso al presente:
“Aunque desvanecida su esperanza de alcanzar a los que habían entrado (compuesto) por el postigo
de Saturio, ni por eso nuestro héroe perdió (simple) las de saber la casa que en la ciudad podía
albergarlos”. (El rayo de luna).
El pretérito anterior y el pluscuamperfecto son también recursos habituales
para marcar diversos tiempos en relación a otros empleados con anterioridad.
Así como el pretérito imperfecto, que hace que la acción permanezca inacabada
y se suele emplear en las descripciones:
“La noche estaba serena y hermosa; la luna brillaba en toda su plenitud en lo más alto del cielo, y el
viento suspiraba con un rumor dulcísimo entre las hojas de los árboles”. (Op. cit.).
En lo que respecta a la tipología, encontramos verbos de movimiento, que
indican acción; verbos de pensamiento, que presentan ideas y opiniones; y
verbos de lengua, para introducir la verbalización del acto de habla:
“Tú eres joven, tú eres hermoso –le decía aquella. ¿Por qué te consumes en la soledad? (…)”. (Op.
cit.).
En lo que se refiere a los artículos, la ausencia destaca la esencia del objeto
nombrado, subjetivando y ampliando de esta forma el contenido. Por el
contrario, la presencia concreta, señala individualmente al objeto.
Finalmente, las estructuras sintácticas son bastante características en los
textos narrativos. Predominan las predicativas, pues indican progresión y
movimiento (“encaminó sus pasos hacia la oscura alameda”. [Op. cit.]). Pero también
aparecen con frecuencia las estructuras atributivas en las secuencias
descriptivas, y se recurre asimismo habitualmente a la subordinación temporal.
5. CONCLUSIÓN
La narrativa, como se ha intentado mostrar a lo largo de la exposición, es
una tipología textual clave para el ser humano. Se trata de una forma de
organizar el discurso que es, al mismo tiempo, un modo de organizar la
experiencia y de hablar del futuro; una vía para imaginar mundos posibles e
imposibles; una manera de relacionarnos diariamente con la realidad (textos
periodísticos, normativos, científicos, publicitarios…).
Pero, por otro lado, cuando contamos –y una muestra de ello la tenemos en
los ejemplos utilizados recurrimos constantemente a pasajes descriptivos,
dialógicos, explicativos y argumentativos. De ahí que hayamos hablado de una
secuencia heterogénea que se presenta con una intención; es decir, con una
superfunción argumentativa. Este, en palabras de Pelerman, es un rasgo
distintivo y definitorio del ser humano.
Sea como fuere, valiéndonos del modelo actantial propuesto por Greimas
y del concepto de secuencia de Bremond, ofrecemos para concluir un ejemplo
esquematizado que puede servirnos como síntesis explicativa de la lógica
narrativa:
Destinador Destinatario
> Sujeto (deseo) Objeto >
Estructura
(función inicial,
Ayudante función media, Oponente
función final)
Destinador: actante que motiva la intervención del sujeto; verbigracia, el
rayo de luna.
Sujeto: protagonista de la acción narrativa; en el caso del ejemplo,
Manrique.
Objeto: finalidad que persigue el sujeto, aquello que desea; es decir,
conocer a la amada.
Estructura: sucesión de secuencias unidas por continuidad, enclavadas o
enlazadas que determinan el paso de una situación de partida (función
inicial), en la que al personaje se le plantea un problemaconflicto y se
abren posibilidades; a una acción desencadena por el nuevo ‘status quo’
(función media), en la que el personaje pone medios para resolver el
problemaconflicto; y se llega así a un resultado (función final), que
puede concluir en éxito o fracaso.
Ayudante: actante que colabora con el sujeto para que logre su objetivo;
en el ejemplo, _______________
Oponente: actante que dificulta que el sujeto alcance su objetivo;
verbigracia, _____________
Destinatario: beneficiario último de que el sujeto sacie su deseo; en el
ejemplo, la familia y habitantes del castillo.
6. BIBLIOGRAFÍA
ADAM, Jean Michel (1992). Los textos: tipos y prototipos. Relato, descripción,
argumentación, explicación, diálogo. París, Nathan.
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Arco libros.
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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2009). Nueva gramática de la lengua española.
Madrid, Espasa libros.
Referencia web:
Centro virtual Cervantes. Diccionario de términos clave de ELE. Tipología
textual:
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/tipologia.htm