Vous êtes sur la page 1sur 15

ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211
ISSN: 1130-2097

Teoría y práctica conceptual:


vida de los conceptos, vida de la lengua *
MARÍA G. NAVARRO
Instituto de Filosofía
Centro de CC. Humanas y Sociales del CSIC

RESUMEN. En este artículo se analiza el plan- ABSTRACT. This paper discusses Koselleck’s
teamiento de Reinhart Koselleck en torno a la approach about the Begriffsgeschichte from
Begriffsgeschichte desde el punto de vista de the standpoint of the productivity of history,
la productividad de la historia, el tiempo y la time and productivity itself of the dialectic of
productividad propia de la dialéctica de los concepts. It brings up very specific aspects of
conceptos. Para ello se traen a colación aspec- the philosophy of Aristotle, Hegel and
tos muy precisos de la filosofía de Aristóteles, Gadamer. The reflection concludes with some
Hegel y Gadamer. La reflexión concluye ex- contributions that could enrich the research of
trayendo algunas aportaciones que podrían en- Koselleck.
riquecer la investigación de Koselleck.
Key words: Concept, history, hermeneutic, di-
Palabras clave: Concepto, historia, herme- alectic, controversy.
néutica, dialéctica, controversia.

Hay períodos en los que el hombre racional y el hombre intuitivo caminan juntos; el
uno angustiado ante la intuición, el otro mofándose de la abstracción; es tan irracio-
nal el último como poco artístico el primero. Ambos ansían dominar la vida: éste sa-
biendo afrontar las necesidades más imperiosas mediante previsión, prudencia y re-
gularidad; aquél sin ver, como «héroe desbordante de alegría», esas necesidades y
tomando como real solamente la vida disfrazada de apariencia y belleza.
(Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral)

Diría, pues, que la exigencia de la hermenéutica de pensar la realidad histórica


propiamente dicha nos viene de aquello que llamo principio de la productividad
histórica.
(Hans-Georg Gadamer, El problema de la conciencia histórica)

1. La productividad del tiempo tario —ciertamente teñido de sarcas-


mo— con que Otto Neurath describía el
Al comenzar esta reflexión en torno a los titánico esfuerzo de Max Weber en la
presupuestos filosóficos ínsitos en el pro- busca de un reconocimiento del signifi-
yecto de una Begriffsgeschichte, esto es, cado de las acciones y su racionalidad en
de una historia de los conceptos o historia el seno de reglas y conflictos sociales e
conceptual, acude a mi mente el comen- históricos específicos (en lo que fue su

197
NOTAS Y DISCUSIONES

contribución para alejar el problema de la trada, a saber: la reflexión hegeliana


realidad histórica de los límites del psico- sobre el problema del concepto, el plan-
logismo y la congenialidad románticas teamiento kantiano sobre los límites que
propias de la perspectiva de W. Dilthey), se nos imponen, de facto, cuando intenta-
a saber: que la comprensión de las cien- mos conocer la historia y, más aún, ges-
cias sociales tenía las mismas funciones tar, no ya un saber, sino una epistemolo-
heurísticas que una buena taza de café gía de la historia y (por otra parte y en lo
pero que, a juicio suyo, carecía de validez que hace a la filosofía contemporánea) la
metodológica alguna 1. propuesta heideggeriana de una herme-
En estas páginas se indaga, precisa- néutica de la facticidad, cuyas principales
mente, en las funciones heurísticas de la tesis encontramos a la base de la doble in-
historia conceptual en tanto metodología vestigación llevada a cabo por Koselleck:
cuyo objetivo inicial fue el examen de la la doctrina trascendental de la historia y
historia social a partir de una labor de in- la historia conceptual.
vestigación y esclarecimiento del conteni- Uno de los mayores esfuerzos teóri-
do semántico de aquellos conceptos que cos realizados por Koselleck es el consis-
hubieran resultado relevantes en el seno tente en abrir un campo de investigación
de la historia de la terminología política, y en torno a la terminología política con la
ello de resultas del modo en que a ésta le que se analiza, se piensa y se incide en el
cabe hacer experiencia de la historia. curso general de las experiencias históri-
Sin duda, se comprobará que el gra- cas. Ese campo de investigación no for-
do de complejidad y actualidad de los ma parte, sensu stricto, de la historia de la
problemas teóricos y políticos —concer- lengua porque nace con una novedosa
nidos y enfrentados en los lineamientos inspiración, a saber: la de remitir al uní-
básicos de una historia conceptual como sono, en tanto historia de la terminología
la gestada por Reinhart Koselleck—, da- política —y por tanto, en tanto historia de
rían lugar a más de una exploración y la lengua— al trasiego de la historia so-
que, en este sentido, la taza de café servi- cial, trasfondo extralingüístico e idealiza-
da por este denkenden Historiker (como, do lugar de la acción exterior a cuyo son
según nos recuerda F. Oncina, gustaba en marchan las sucesivas conceptualizacio-
llamarle H.-G. Gadamer) es una metáfora nes que marcan los cambios históricos
muy pertinente si comparamos el proble- pasados. Como afirmaba Joaquín Abe-
ma de la sedimentación de significados, llán: Para la Begriffgeschichte la historia
la lexicalización de elementos lingüísti- es ciertamente historia en cuanto que ha
cos y, en definitiva, el estratificado espe- sido conceptualizada 2. Como historia-
sor bosquejado en cada concepto con la dor, Koselleck extrae a partir de esta pre-
imagen figurada de los posos del café: misa un requisito primordial para su teo-
una traslación tácita. ría de una historia conceptual: la división
La historia conceptual se ha conver- de los conceptos según criterios tempora-
tido en una teoría fundamental dentro de les (entendiéndose aquí esta expresión en
la reflexión contemporánea en torno a la el sentido de criterios de permanencia en
modernidad, así como de la filosofía ilus- el tiempo o, por así decir, de resistencia
trada de la historia. A la luz de la historia semántica) 3.
conceptual y, sobre todo, de la histórica o Así pues, para este historiador pen-
doctrina trascendental de la historia, se sante «la cuestión decisiva temporal de
podrían pensar, al menos, tres de los más una posible historia conceptual según la
acuciantes problemas de la filosofía ilus- permanencia, el cambio y la novedad,

198 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

conduce a una articulación profunda de tro H.-G. Gadamer (maestro y discípulo


nuevos significados que se mantienen, lo fueron el uno del otro biyectivamente).
solapan o se pierden y que sólo pueden Nos referimos aquí a la dialéctica inhe-
ser relevantes sociohistóricamente si pre- rente a la experiencia histórica en su do-
viamente se ha realzado de forma aislada ble naturaleza, a saber: aquella que nos
la historia del concepto. De este modo, la hace reparar en la pregunta en torno a las
historia conceptual, en tanto que discipli- condiciones de posibilidad del compren-
na autónoma, suministra indicadores para der y del interpretar (otrora llamada
la historia social al seguir su propio mé- «conciencia») y aquella que nos reúne y
todo» 4. pone de frente con la praxis humana. Con
En Futuro pasado propone Koselleck el término «realidad histórica», qué duda
una clasificación de los conceptos en tres cabe que mentamos la dialéctica de cada
estadios o estratos del tiempo: en primer una de ellas —de una parte, la sobreveni-
lugar, los conceptos se podrían clasificar da de la imposibilidad de una autocon-
según el orden de la tradición (la cual con- ciencia plena respecto de nosotros mis-
cede a los conceptos una mayor capacidad mos, seres históricos; de la otra, la deri-
de permanencia semántica y, por tanto, de vada de la incursión del fenómeno del
utilidad y aplicación «efectiva empírica- comprender y del interpretar en el seno
mente» en cualesquiera condiciones enig- de la praxis material o actividad humana,
máticamente presentes); en segundo lugar, respecto de la cual, la hermenéutica ha
cabe una clasificación que atienda a la cir- sido pensada como un devenir de la auto-
cunstancia de su transformación semánti- conciencia hegeliana en tanto autocom-
ca decisiva y radical, incluso a pesar de prenderse en el mundo, hasta el orientar-
mantener los mismos significantes; en ter- se en el mundo histórico— y su no menos
cer lugar, en tanto neologismos que res- dialéctica superación bajo la «tradición».
ponden a un presente inmediato, siendo Como es bien sabido, Gadamer enfrenta
entendido dicho «presente inmediato» el problema de la comprensión (otrora,
como sinónimo de una novedad a registrar autocomprensión del espíritu) a la luz de
o a provocar. la Seinsgeschick acuñada por Heidegger
A partir de todo ello, es algo archisa- (maestro y discípulo, una vez más, según
bido que la conclusión a la que llega Ko- reza la aplicación biyectiva) cuya traduc-
selleck es doble. Por una parte, sostiene ción hermenéutica ha pensado Félix Du-
que sin conceptos no cabe esperar que se que que es la «productividad del tiem-
dé una unidad para la acción política; de po» 5. Veamos esto con detalle.
la otra, que más que una realidad mera- En el verano de 1923, Heidegger es-
mente lingüística (o siquiera precisamen- cribe (al parecer durante dos semanas de
te por serlo, cabría objetar) son una reali- trabajo) un informe sobre sus proyectos
dad política que cabe pensar en un doble de investigación con el fin de ser nom-
aspecto: como registros o consignadores brado profesor extraordinario de la Uni-
de la realidad, mas también como facto- versidad de Marburgo. Era éste un pro-
res de cambio de la realidad. yecto de investigación sobre la filosofía
No obstante, la tensión entre concep- aristotélica 6, conocido como Phänome-
to y palabra —y entre concepto y reali- nologische Interpretationen zu Aristote-
dad— se pone de manifiesto, en la histo- les (Anzeige der hermeneutischen Situa-
ria conceptual, como consecuencia de tion) en el que comenta algunos pasajes
una tensión más radical y primera, cierta- de la Ética a Nicómaco (Libro Z), la Me-
mente ya presente en la obra de su maes- tafísica (Libro A, 1 y 2) y otros de la Físi-

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 199


NOTAS Y DISCUSIONES

ca (Libros A y B). La reflexión está guia- la conquista por la apropiación de la vida


da en este breve escrito por la tesis de que en uno. Conlleva ello que ninguna forma
la investigación filosófica constituye una idealizada de subjetividad trascendental
indagación sobre la faktisches Leben o pueda detallar o consignar, en su seno, el
vida fáctica. Eso quiere decir que la filo- esfuerzo por conquistar, inmersos en el
sofía no es ajena a la vida, esto es, no es contramovimiento de la existencia
ajena a la tarea de describir o caracterizar (en/para la conciencia), un sentido total
al Dasein humano. con el que construir(se) en el tiempo (his-
Llama la atención de Heidegger en- tórico).
tonces que la vida humana esté inmersa en Uno de los argumentos —como de-
una forma de movilidad fundamental cíamos— lo encuentra Heidegger en el
—como forma distintiva de nuestra facti- hecho de que la confrontación de ciertos
cidad. Esa movilidad es dinámica y produ- conceptos expresa, precisamente, la opo-
ce cambios en el tiempo, debido a que ar- sición inherente a la movilidad funda-
ticula lingüísticamente lo que conoce, es mental de la vida fáctica. La paradoja a la
decir, lo interpreta, siendo ésta la manera que ya aludíamos consiste, sencillamen-
en que la vida humana trata con el mundo. te, en que, por extraño que pudiera pare-
Por eso, la filosofía es una forma de movi- cer, es Koselleck quien encuentra en este
lidad —una forma de estar determinante- argumento una perfecta lanzadera espe-
mente inmersos en la productividad del culativa para penetrar —en virtud de una
tiempo— que Heidegger describe en los teoría de la temporalización de los con-
siguientes términos: La investigación filo- ceptos— en la región de las experiencias
sófica es la consumación explícita de una fundamentales del tiempo que aquéllos
forma de movilidad fundamental de la preforman, pronostican y determinan.
vida fáctica y se mantiene permanente- Así es como una determinada concepción
mente dentro de ella 7, y continúa: Es la del tiempo sitúa a éste fuera de la movili-
realización genuina y explícita de la ten- dad fundamental de la vida fáctica, esto
dencia a la interpretación de las movilida- es, fuera de (una de las formas con que se
nos da) la experiencia del tiempo históri-
des fundamentales de la vida 8.
co y mundano, la facticidad de la existen-
Esta movilidad fundamental de la cia y la estructura narrativa de toda apro-
vida fáctica es tal porque no permite al piación y toda mediación 9. La medida
ser humano salirse fuera de ella, allende del tiempo será ahora una construcción
su ser histórico o su (temporalizada) ex- presa de estructuras fundamentales de la
periencia del tiempo. Resulta paradójico historicidad 10. Como si ésta (la historia)
que, en este mismo texto, recordara Hei- no hubiera sido jamás fruto de la investi-
degger —a fin de proporcionar un argu- gación histórica ciertamente contingente,
mento con el que ejemplificar las conse- más cargada, así, de la única forma de ne-
cuencias especulativas de la tesis en tor- cesidad racional, fruto del contramovi-
no a la movilidad fundamental, así como miento con el que pensaba Heidegger la
de la imposibilidad de dar con alguna for- dinámica de las interpretaciones.
ma de posición o perspectiva desde la
que pensar una suerte de experiencia tras-
cendente del tiempo— que la existencia 2. La productividad de los conceptos
transcurre conforme a un contramovi-
miento (Gegenbewegung), mediante el Koselleck y Gadamer no compartieron
cual el ser humano se apropia de sí mis- una misma definición de «concepto» ni,
mo: es el efecto de la lucha implicada en por tanto, una misma interpretación sobre

200 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

las funciones de éstos en la filosofía y en función extralógica a la que se refiere


la filosofía de la historia. Mientras que Koselleck. La propuesta de Gadamer (a
para Koselleck la función de los concep- pesar de que, como él, también recoge a
tos es establecer determinados horizontes su manera el testigo diltheyano en su bús-
(de sentido), así como límites racional- queda de aquella suerte de a priori de la
mente impuestos para la experiencia posi- racionalidad histórica) ofrece una com-
ble y para la teoría pensable, Gadamer plejidad de segundo orden, a saber: la del
afirmó, sin embargo, en un artículo de lenguaje comprendido a la luz de la dis-
1971 11, que los conceptos no pueden re- tinción introducida por J. L. Austin (a te-
velar la totalidad de la experiencia históri- nor de las investigaciones sobre el senti-
ca, ni las estructuras fijas y comunes a do y la referencia de G. Frege) en torno a
toda estratificación del tiempo, ni mucho los actos locucionarios, ilocucionarios y
menos las condiciones de posibilidad de perlocucionarios.
toda experiencia histórica, ya que la situa- En efecto, ¿a qué otra cosa estaba
ción pragmática y semántica de un acto de apuntado Gadamer cuando afirmaba que
habla excede, y con mucho, el sentido de la situación pragmática y semántica de un
las palabras empleadas. Para el primero, acto de habla excede, y con mucho, el sen-
los conceptos consiguen condensar la ex- tido de las palabras empleadas sino a la
periencia histórica y pueden ser utilizados problemática bosquejada por Austin a
en forma generalizadora para establecer quien —en palabras de L. Peña 12— debe-
los límites de la experiencia posible y para mos que se hiciera «pasar el estudio del
la reflexión teórica: la experiencia históri- lenguaje de la pura semántica a la pragmá-
ca, siguiendo en parte a J. G. Droysen, se- tica, en la cual se tienen en cuenta las in-
ría reducible al saber sobre ella. Sin em- tenciones del hablante y las relaciones en-
bargo, para Gadamer, los hechos históri- tre éste y el destinatario del mensaje» 13?
cos rebasan al lenguaje, son algo más que Lo que aquí sostenemos es que entre
su mera enunciación en virtud del instante estos dos programas existe una depen-
extralógico que se atisba en ellos. Ambos dencia teórica mutua. A nuestro parecer,
autores estarían, pues, en desacuerdo en no es baladí que más adelante apareciese
torno al principio fundamental que habría la conocida controversia entre P. Grice y
de regular el fenómeno de la productivi- J. R. Searle. Una controversia basada en
dad de los conceptos. Demorémonos si- la idea de que, en los actos de habla, lo
quiera un instante en ello. esencial es la intención del locutor con lo
Digámoslo inicialmente mediante que se asumiría que «una parte de la fuer-
formulaciones someras mas no por ello za locucionaria no puede deberse a con-
ligeras o carentes de profundidad. Para venciones sino a un nexo comunicativo
Koselleck es a partir de ese instante ex- natural» 14, así como la tesis contraria, a
tralógico de los conceptos como ordena- saber: «que los actos de habla con carga
mos nuestra comprensión de la historia; ilocucionaria sólo se realizan en virtud de
pero los criterios para la ordenación del reglas constitutivas cuyas realizaciones
tiempo se derivan de nuestro conoci- concretas son las convenciones lingüísti-
miento de la historia. Ese instante extra- cas [...]» 15.
lógico que en los conceptos se puede atis- Esta última tesis se opone, precisa-
bar remite a esquemas históricos enmar- mente, al psicologismo y a la idea de la
cados en una estructura trascendental de congenialidad románticas propias de la
la historia, respecto de la cual, los con- perspectiva de W. Dilthey, y conducen a
ceptos son índices y factores. Ésta es la un tratamiento de la intención del autor o

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 201


NOTAS Y DISCUSIONES

del locutor que pasa a un plano secunda- cibe no sólo como un registro de la reali-
rio en virtud de una lógica de las conven- dad, sino que le añade además un alcance
ciones comunicativas, ora pragmáticas prospectivo y/o propulsor fundándose en
ora retóricas, dialécticas, históricas, so- la idea —ya expresada— de que los con-
ciales y, comoquiera que sea y en defini- ceptos son pura negatividad, esto es, son
tiva, susceptibles de una exploración her- siempre una forma de determinación in-
menéutica racional. completa, por lo que su alcance semántico
Es importante insistir en el hecho de es tan ilimitado como el mundo de la vida
que convenciones comunicativas refuer- en el que se asientan 16.
zan, en efecto, la confianza y la conviven- El carácter prospectivo que Kose-
cia entre las personas de una comunidad lleck atribuye a los conceptos es lo que
política pero también que, este hecho, es Gadamer intenta pensar bajo el tema de
una sencilla consecuencia derivada del ha- la historia efectual y de la tradición. Ko-
llazgo de la lógica que en ellas preside, a selleck no hace sino aplicar al proyecto
saber: la lógica de la productividad del de una historia conceptual lo que él con-
tiempo, la lógica de la productividad de sidera una cierta dosis de orientación he-
los conceptos y de las convenciones lin- geliana presente en la filosofía gadame-
güísticas (semánticas, pragmáticas, retóri- riana en lo referente a su idea de la tradi-
cas, dialécticas, etc.) en el seno de los ac- ción, mas llevando esta influencia al
tos de habla. tema kantiano de una histórica, esto es, a
Estas diferencias de apreciación so- la doctrina trascendental de la historia
bre la realidad lingüística —es decir, so- que insiste sobre la existencia de marcos
bre la dimensión semántica y pragmática estructurales detectables. Me parece inte-
radicada en todo acto de habla— en la resante, por tanto, insistir en la importan-
que se asientan los conceptos son fruto, a cia de la influencia hegeliana. Influencia
mi parecer, de dos interpretaciones dife- que podría sintetizarse bajo la siguiente
rentes acerca de la naturaleza del concep- proposición: tanto los conceptos, como el
to en el pensamiento de G. W. E. Hegel. llegar a alumbrarlos, implica cierta in-
Ambas son, aun con todo, tan plausibles conmensurabilidad. Esto es así porque,
como extremas. con los conceptos —y según la perspecti-
Como se sabe, a partir del pensa- va gadameriana—, aprehendemos lo que
miento de Hegel, es imposible pensar el de común hay en la diversidad infinita,
«concepto» y eludir el problema al que se pero, al mismo tiempo, nuestros particu-
enfrenta éste al absorber la diferencia a lares actos de aprehensión y el hecho de
fin de que pueda alcanzarse un sensus que los conceptos impliquen definiciones
plenior que represente concordia o conci- revisables, todo ello, pone en evidencia
liación en medio de la disparidad de los una irreconciliable divergencia con res-
sensus singulares. En el concepto se atis- pecto al resultado del concepto en que se
ba la tensión entre el origen empírico y el da fin —esto es, el proceso no tiene, en
resultado en el que el concepto se da fin. principio, las mismas características, ni
Cuando Koselleck defiende que el re- idéntica naturaleza que el resultado.
sultado del concepto —lo que en él queda Según esta interpretación la filosofía
apresado y que Hegel denomina su deter- de Gadamer sería eminentemente hegelia-
minación o negatividad— no es reducible na, porque sostiene que el todo ideal del
al simple lenguaje, es porque su idea de la lenguaje existe con anterioridad lógica a
experiencia histórica se fundamenta en los usos manifiestos de la lengua, petrifica-
este mismo ideal de concepto, al que con- dos en las tradiciones, en tanto posibilida-

202 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

des que no rebasarían nunca, de facto, la caso— en función de la complejidad in-


potencia del sentido. Pues bien, lo impor- herente al planteamiento de una histórica
tante aquí es observar que este esquema y o de una concepción pragmática de los
esta tensión hegelianas —presentes en la actos de habla y una lógica no ya de las
idea gadameriana de tradición y de historia convenciones comunicativas sino de las
efectual— son, justamente, el esquema y la interpretativas, retóricas y dialécticas.
tensión teóricas de que se apropia el mismo Cabe, en efecto, sostener que su producti-
Koselleck cuando elabora su definición de vidad también está fundada en la dialécti-
«concepto» para el ámbito de la historia, ca ínsita en los conceptos. Si analizamos,
eso sí, debidamente aderezado con la ten- por ejemplo, el concepto de «tolerancia»
sión que emana de la realidad social articu- a la luz de lo expuesto comprobaremos
lada y sintetizada bajo los conceptos en el hasta qué punto la carga semántica de di-
marco de una estructura trascendental de cho concepto es una consecuencia de su
las experiencias históricas fundamentales. particular dimensión dialéctica. Veámos-
Sin embargo, a pesar de este paralelis- lo brevemente.
mo, a pesar de que Koselleck elabora la El concepto de tolerancia es siempre
noción de concepto en base al legado he- negativo 19: no puede definirse y acotarse
geliano que Gadamer asume bajo su inter- aquello que debe ser tolerado sin la con-
pretación de «tradición» e «historia efec- sideración de que lo que hubiera de tole-
tual» (a la que Koselleck añade la incon- rarse en un futuro hipotético no puede
mensurabilidad entre la determinación del quedar excluido —ni por la forma ni por
concepto y la realidad; inconmensurabili- el contenido— de una definición tentati-
dad que no es sino una réplica de la radi- va de tolerancia, aquí y ahora. La toleran-
cada entre las intenciones y el resultado de cia refleja perfectamente la dinámica de
nuestros actos), éste sostiene en Futuro lo que todos entendemos intuitivamente
pasado que la historia conceptual única- por concepto, a saber: la determinación,
mente le debe a Gadamer su insistencia en la captación, la expresión lógica de lo
la responsabilidad con que se deben anali- inefable en la existencia o de lo indeter-
zar nuestros hábitos de lenguaje y pensa- minado en lo singular y empírico —inde-
miento ante el foro de la tradición históri- terminado por cuanto puede apreciarse y
ca a la que todos pertenecemos. conceptualizarse de múltiples formas.
Tanto Koselleck como Gadamer pue-
den ser objeto de una crítica común y es Desde la filosofía hegeliana, enten-
que, como nos recuerda F. Oncina 17 no demos por «negatividad» la determina-
se han atrevido a plantearse que las insti- ción de lo absoluto —aquello máxima-
tuciones, las estructuras sociales, la tradi- mente indeterminado porque no está liga-
ción y toda otra forma de autoridad ha do a la existencia en tanto fenómeno—,
podido surgir de relaciones de poder, por por consiguiente, puede decirse que cual-
lo que «es como suponer que entre histo- quier definición de tolerancia es una defi-
ria y lenguaje o entre acción y discurso nición negativa. Sólo puede haber defini-
exista un encaje perfecto y no más bien ciones negativas de la tolerancia; de
un desajuste sempiterno» 18. modo que puede proferirse: «en aquella
época se toleraba la pena de muerte», o
esta otra: «hoy día, el racismo es una cosa
3. El más dialéctico de los conceptos intolerable».
La historia de la tolerancia, esto es, la
No cabe sólo interpretar la productividad historia de las definiciones o determina-
de los conceptos —como es aquí el ciones de este concepto, no es unívoca,

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 203


NOTAS Y DISCUSIONES

ya que no es una historia sobre la capta- zonable y moral sobre la acción de los in-
ción de lo singular o empírico. No existen dividuos está histórica y culturalmente
definiciones tentativas de tolerancia en determinada, y no puede darse el caso de
relación al mundo fenoménico sino al de que una reflexión sobre lo máximamente
las costumbres humanas —permítaseme no condicionado de la ley moral pueda
esta artificiosa distinción entre las propo- orientar, de una sola vez y por siempre, el
siciones empíricas y las especulativas. menesteroso devenir semántico de este
Decir que sólo puede haber defini- concepto.
ciones negativas de tolerancia (como las Tenemos, por tanto, que la tolerancia
ya mentadas), es afirmar que el concepto es pura negatividad y que la tolerancia no
de tolerancia conlleva —en cuanto con- es ley. El distingo sobre la negatividad
cepto— un instante de forzada indetermi- y/o positividad de la tolerancia, en tanto
nación, porque la singularidad del mundo concepto, no se debe entender como una
de la vida no puede ser apresada en un forma más refinada de decir: «la toleran-
único instante de determinación o negati- cia es buena», «la tolerancia es mala». Lo
vidad. Esto es lo más importante en el que aquí sostenemos es que, si reflexio-
concepto de tolerancia y, al mismo tiem- namos sobre el significado de la toleran-
po, aquello que evidencia la presunta in- cia, no podemos hacerlo con independen-
consistencia ética de este concepto cuan- cia de la lógica de los conceptos, si así
do intentamos pensarlo como una ley: fuera, pecaríamos de ingenuidad porque
pues lo que habría de tolerarse cuando se estaríamos obviando la controversia im-
tolera no es esto o aquello otro particular plícita en el devenir histórico de la tole-
sino también lo que está por venir, lo que rancia: no siempre se ha tolerado lo mis-
un día deberá o no tolerarse. mo sino lo opuesto. Este hecho —al mar-
Tanto es así, tan imposible es hallar gen del cual, una reflexión sobre la
en la tolerancia el instante de lo incondi- tolerancia pecaría de la sospechosa futili-
cionado propio de la ley, que se llega a to- dad de un universalismo complaciente,
lerar lo intolerable como si fuera indigno alejado de la diatriba y las dificultades
no tolerarlo, y así, podemos encontrar propias de una investigación filosófica—
Estados que castigan con la pena de nos podría llevar a pensar que acaso pu-
muerte a los criminales o sociedades en diera no haber algo respetable en la tole-
las que se tolera el racismo contra éstos o rancia que no fuera, precisamente, y a la
aquéllos, y épocas en las que hubiera re- par, tanto su contingencia, como su nece-
sultado intolerable que la ley garantizara, sidad hipotética 20.
en su aplicación, el derecho de todos los Si cualquier definición de tolerancia
seres humanos a tener, comparativamen- no puede quedar al margen del devenir de
te, exactamente los mismos derechos la lógica de los conceptos —y así parece
fundamentales, pero también sociedades indicarlo el hecho de que no sólo no se
en las que se tolera la tortura de los ani- tolere siempre lo mismo sino lo contra-
males con fines científicos e incluso con rio, puesto que no hay una definición ab-
fines estéticos. soluta o no condicionada de lo tolerable
La tolerancia es siempre negativa sino expresiones, consignaciones negati-
porque su determinación empírica —su vas, esto es, particulares, de lo tolerable
expresión, la dimensión lingüística pre- en la tolerancia—, todo indica que esa ló-
sente en la proposición en que hubiera de gica es dialéctica.
resultar— bajo la forma de un mandato El Diccionario de la Real Academia
con el poder de ejercer una coacción ra- Española ofrece la siguiente definición,

204 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

en la cuarta acepción de este término: Di- yes Mate nos hace volver a retomar el
ferencia consentida entre la ley o peso asunto de la dialéctica a la luz del proble-
efectivo y el que tienen las monedas 21. ma del movimiento al que nos referimos
Esta acepción es espléndida como anteriormente.
definición si tenemos presente las razo- Fue Aristóteles quien estableció una
nes por las que la tolerancia, al no poder distinción entre energeia y ergon. Mien-
ser expresada bajo la forma de una ley, tras que ergon hace referencia al movi-
demanda de nosotros, al parecer, una fle- miento el cual no está, por definición,
xibilidad y un consentimiento especiales concluido o culminado y carece de per-
para contemplar aquellos casos (además fección porque en él el estar deviniendo y
de la realidad en su vasto conjunto) en los el ser devenido no son simultáneos, la
que no existe una correspondencia exacta energeia, por el contrario, se refiere a la
entre la positividad de la ley —abstracta ejecución, a la actualización de una po-
e incondicionada porque en su seno debe tencia que es también el télos de cada ser
caber toda diferencia, toda pluralidad— y vivo. Mientras que el ergon no implica
la negatividad del caso, la expresividad perfección —porque el estar deviniendo
del ejemplo. no coincide con el ser devenido—, la
Esa definición de tolerancia pone un energeia sí comporta perfección porque
punto de equilibrio en el rigorismo e ine- da lugar a acciones en las que el resultado
fabilidad de la ley y guarda una estrecha de la acción es la acción misma —así, por
relación con la piedad 22, pero también ejemplo, la visión y el acto de ver o el
con la necesidad de sostener un ideal pensar y haber pensado o el vivir y haber
pragmático —en detrimento del semánti- vivido.
co— de la verdad. Este ideal no es otro Este enigma sobre la perfección de
que el que llevó a L. Wittgenstein a re- las acciones intelectuales —que la visión
plantearse su primera filosofía, e implica es lo mismo que el ver, el pensar idéntico
una fuerte dosis de pragmatismo en la al haber pensado, etc.— es a mi juicio el
medida en que se acierta a ver que el sig- más piadoso de los argumentos para in-
nificado, no sólo de los hechos sino de las terpretar la dialéctica hegeliana. Aunque
proposiciones, no puede concretarse al (como dice R. Mate) es indudable que la
margen de la lógica de la comunicación afamada reconciliación ha sido uno de
ni de la evolución y transformación de lo los argumentos de peso en la historia de
consignado en el todo ideal de la lengua la filosofía occidental, el enigma de la si-
hablada. multaneidad en las acciones que implican
Volvamos a la cuestión pendiente, al perfección representa, de hecho, la otra
tema de la dialéctica. Reyes Mate escri- herencia, la griega.
bía en Heidegger y el judaísmo. Y sobre Bajo las diferentes figuras de su
la tolerancia compasiva: La filosofía oc- devenir, el método dialéctico asume la
cidental, cuando se enfrenta a un proble- perfección implícita en las acciones de
ma, trata de resolverlo por elevación, pensamiento. Concilia la oposición de di-
construyendo un mito o una figura supe- ferentes tesis en la unidad, en la simulta-
rior en la que se produzca la reconcilia- neidad de una acción que resulta ser el
ción que luego actúa de norma o de exi- pensamiento que las contiene. La ener-
gencia sobre la realidad conflictiva. Es el geia viva en la historia del pensamiento
genio occidental que viene de Platón y no podría ser reducida a simple ergon (a
llega hasta Habermas, pasando por He- mero movimiento) sino a la perfección de
gel 23. El problema al que se refiere Re- la figura de un pensamiento que las re-

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 205


NOTAS Y DISCUSIONES

concilie en el enigma de la simultaneidad existencia es previa a la esencia, pero


—también llamado: percepción intelec- también: la esencia es previa a la existen-
tual, visión, pensamiento. Así pues, los cia). Ésta es la tensión que da vida a la
conceptos que concilian lo singular e in- dialéctica 24.
determinado con la potencia de su uni- La tolerancia, en cuanto concepto
versalidad y significación, encuentran, en (que aquí se toma como ejemplo del más
la dialéctica, el método adecuado a su fal- dialéctico de los conceptos), no puede es-
ta de univocidad. capar a tal tensión. Porque cada vez que
Pero si hemos dicho que los concep- toleramos, simplemente, se manifiestan a
tos expresan, con la rotundidad de un uni- nuestro través, los ideales consensuados
versal, todo lo que en lo singular hay de con los que cada época determina su gra-
indeterminación y negatividad, ¿por qué do de permisividad frente a lo diverso en
se menciona ahora que en los conceptos tanto diverso.
pueda haber algo así como «falta de uni- Por consiguiente, no debe pasarnos
vocidad»? desapercibido que cada definición de to-
El hecho de que los conceptos se ex- lerancia comporta (en un sentido y en una
presen en proposiciones es lo que con- forma que habrá de manifestarse) un gra-
vierte a éstos en una constante fuente de do inevitable de intolerancia.
equivocidad: toda proposición puede en- En el fondo, todo lo hasta aquí dicho
tenderse o interpretarse en varios senti- sobre la naturaleza de los conceptos en su
dos porque la vinculación entre los sig- afán descriptivo y lo dicho sobre la dia-
nos y sus significados no es estricta (de léctica como el método de reconciliación
ahí la fascinación de los poetas por las de tesis contrarias en las que, a pesar de la
palabras onomatopéyicas: ellas signifi- contrariedad, se da la perfección de la si-
can el sonido emulándolo, y así lo repre- multaneidad —la energeia— no es sino
sentan y consignan). la problemática subyacente a las pregun-
La misma idea está presente en la tas acerca de qué haya de entenderse real-
acepción de tolerancia traída a colación mente por «intolerancia». Un paso previo
que definía a ésta como aquella diferen- y, en todo caso, inevitable cuando se pre-
cia consentida entre el peso de los objetos tende dar una definición concreta y esme-
y lo que marca la ley, ya que, como decía, rada de tolerancia 25.
esa coincidencia no puede ser nunca es- Puede decirse que el que los concep-
tricta. tos tengan un alcance prospectivo podría
Tenemos, entonces, que la presun- hacernos concluir que, en su historiarse,
ción de que la historia de la filosofía no está la llave que habría de conducirnos a
pueda carecer de perfección —ya que, en la huella pasada que registran. Pero este
ella, se manifiesta paradigmáticamente la punto de vista comporta una imagen de-
energeia: la perfección de los actos inte- masiado estática de los mismos, incluso
lectuales— y el hecho de que cada propo- cuando se sostiene que los conceptos han
sición implique a su contraria, todo esto, ido acumulando significados y que su
constituye la fuerza especulativa de la carga semántica no es fija ni unívoca a lo
dialéctica dando así solución a una ten- largo del tiempo en virtud de la dialéctica
sión irresoluble. Es la tensión entre signo inherente a los mismos.
y referente, entre concepto y singularidad Es preciso hacer hincapié, por consi-
y entre los mismos pensamientos que guiente, en la circunstancia de que los
sostienen, respectivamente, lo uno y su conceptos tienen una función lógica y ar-
contrario (como cuando se afirma: la gumentativa en el acontecer de la historia

206 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

y que es, precisamente, en el interior de cado universalizable o, al menos, com-


complejas controversias —propias de la partible por un auditorio selecto.
teoría y de la práctica que aquella otra A todas luces, parece que el proble-
inspira como para fortalecer su auténtica ma de la historia ha comprometido, desde
dimensión— donde los conceptos mues- sus orígenes, al pensamiento mismo, y
tran, con viveza, su auténtica compleji- que todo modelo de investigación históri-
dad: más allá de la hipotética y previsible ca descansa sobre una determinada con-
univocidad a la que conduce la dialéctica cepción de lo temporal, de la memoria,
en la que éstos nos proporcionan una de la lingüisticidad y de la humanidad. Si
idealizada inteligibilidad de sí y, por tan- la objetividad del conocimiento histórico
to, más allá de su específica morfología debe buscarse más allá de la reconstruc-
en el tiempo 26. ción de los acontecimientos pasados y si
Es en el interior de controversias es- se impone por necesidad racional un mo-
pecíficas donde las tensiones teóricas y delo interpretativo, ello es porque asumi-
políticas socavan, en el interior de las his- mos que todo lo que ha sucedido se puede
torias, el dualismo de una dialéctica que volver a pensar. Como sabemos, ésta es
—en la práctica de la teoría— se ve, de una de las ideas más poderosas en la filo-
hecho, siempre desbordada por la dimen- sofía de la historia de R. G. Colling-
sión especulativa del pensamiento y de la wood 29, a saber: que no hay hechos en
controversia. historia, sino acciones que expresan al-
gún pensamiento. Esta proposición es in-
teresante traerla aquí a colación siquiera
4. Una conclusión: La productividad por dos razones —y su análisis nos retro-
de la verdad interpretada traería a la filosofía especulativa de la
historia—; primero, porque implicaría
Roland Barthes ha recordado con fre- ello que la condición de posibilidad del
cuencia que la historia era concebida historiar humano se cifra en una forma
como una investigación más en tiempos compartida de racionalidad (de manera
de Herodoto y que ésta se llevaba a cabo que todos podemos volver a pensar y a
desde la conciencia de la contingencia reconstruir los pensamientos y acciones
humana. Contingencia procedente tanto de otras personas del pasado o de otros
de la concepción que el hombre tenía de pasados en general); segundo, porque
sí mismo dentro del cosmos, cuanto de la esta forma vinculante de racionalidad se
idea de que la divinidad hacía sus planes plasmaría, al cabo, en la vida íntima del
según designios inalcanzables, e incluso individuo, en sus intenciones, delibera-
azarosos 27. La tarea del historiador con- ciones y acciones.
sistía otrora en proponer y organizar se- La reconstrucción de los hechos o de
ries de sentido 28. las acciones de pensamiento (porque toda
En este sentido, cabe sostener que acción está precedida de una intención y
sea por ello por lo que la crítica postmo- toda intención es una respuesta y expre-
derna a la noción ilustrada de historia sión de un juicio) genera más hechos; por
gire en torno a dos problemas fundamen- lo que la investigación histórica (o com-
tales para la tradición filosófica, a saber: pendio de interpretaciones sobre hipotéti-
el problema de la universalidad de la ley cas acciones de pensamientos, pruebas,
y el de cómo apresar el contenido de los vestigios materiales, etc.) forma parte in-
acontecimientos individuales para, for- disociable de la historia como aconteci-
zando a éstos, llegar a mostrar un signifi- miento. De ahí que se haya llegado a de-

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 207


NOTAS Y DISCUSIONES

cir que toda historia está basada en una al comienzo— la dimensión interpretati-
cierta filosofía de la historia (lo que in- va de los discursos históricos; nos mues-
cluiría un cierto pensamiento político, tra que el sentido de lo histórico no puede
una cierta antropología, idea del tiempo, radicar en el ámbito de la subjetividad, ni
de la justicia, la verdad, la religiosidad, el en el de los hechos plenamente absorbi-
laicismo, etc.). bles sino, en todo caso, en el ámbito del
El problema de reconocer la fuerte conocimiento obtenido a partir de la in-
impronta de lo individual y subjetivo en vestigación de unos hechos en cuya iden-
toda formulación de la historia es que tificación y constitución interviene la
continuamos necesitando pensar qué son propia investigación. Sin embargo, la
las leyes o los principios porque «no es lo propuesta de una histórica es una negati-
mismo reconstruir los hábitos de defensa va a la renuncia de un ideal objetivo de la
en la Britania romana a partir de restos de historia. Pues bien, respecto a ella, nues-
muralla encontrados, que la batalla de tra crítica consiste en ver que dicha for-
Trafalgar a través del diario de Nelson mulación representa una estrategia más
[...]» 30. en el conjunto de la historia de la filosofía
De todo lo anterior puede derivarse de la historia, y ello pese al atractivo es-
la formulación de la siguiente pregunta: peculativo y ciertamente fatuo de una vi-
¿haría falta encontrar una teoría normati- sión trascendental del acontecer histórico
va de la narratividad histórica? Acaso que conduciría a la posibilidad de anali-
pueda comprenderse a la luz de dicha zar estratos y configuraciones similares
pregunta el empeño de Koselleck por ha- de determinadas experiencias y concien-
llar el grado de correspondencia o, por el cias de la historia. Pues no es lo mismo el
contrario, de errancia o desviación entre saber en torno a la historia o saber históri-
un situación histórica (hipotéticamente) co que el saber de una histórica o doctrina
objetiva y las expresiones con que sus trascendental de la historia sobre la que
coetáneos ofrecen una descripción de la aquí proponemos la siguiente revisión, a
misma proporcionando, a la postre (a saber: que el principio de la productivi-
partir de la consolidación y consignación dad de la crítica aconsejaría no perder de
semántica de determinados estratos de vista el asunto de la investigación históri-
experiencia) un conjunto —más o menos ca mas desde el siguiente punto de vista:
desentrañable— de horizontes de expec- una historia de los conceptos sin historiar
tativas 31. Mas esto implica conceder que previamente las controversias de la época
esta caracterización de la historia presu- sería vana y una historia de las controver-
pone un cierto principio de productividad sias sin historiar los conceptos presentes
de la verdad (interpretada), a partir del en la historia política y social sería vacua.
cual cabría objetar que no son tanto los En este sentido, sería aconsejable en-
conceptos actualizados en los textos lo riquecer los planteamientos de Koselleck
que habría de llamar en grado sumo la sobre la historia social, por una parte, con
atención de un historiador de la historia una investigación en torno al problema
conceptual, cuanto las estructuras y las de la acción colectiva sobre la que en las
funciones de los textos, esto es, de los últimas décadas han proliferado estudios
discursos y, por tanto, de sus dimensiones que van desde la perspectiva de la psico-
retóricas, dialécticas y argumentativas. logía de masas 32 a aquellas que inciden
Esta última perspectiva privilegia en el análisis del comportamiento colec-
—por mor del principio de la productivi- tivo 33, del proceso político 34, o a aque-
dad del tiempo sobre el que escribíamos llas otras que investigan los nuevos mo-

208 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

vimientos sociales 35 y la constitución so- conveniente que la investigación en torno


cial de la protesta 36, etc. Todos estos a la historia de los conceptos encontrara
procesos constituyen instancias históri- en el análisis de las controversias ele-
cas de consignación de realidades: nume- mentos suficientes como para enriquecer
rosos conceptos se gestan en medio de la y orientar dicha estrategia interpretativa
acción social o acción colectiva. Y por hacia las virtualidades de una productivi-
otra parte, tal y como sostenemos, sería dad de los argumentos históricos.

NOTAS

* El trabajo de investigación que ha dado como re- 9 Como es sabido, José Luis Villacañas ofrece un

sultado este artículo forma parte del Proyecto de Inves- planteamiento profundo y audaz para pensar la raíz de
tigación «Una nueva filosofía de la historia para una esta problemática y su caracterización en el pensa-
nueva Europa» HUM2005-02006/FISO, así como de la miento de Koselleck. En efecto, la problematización
Red Interuniversitaria «Construyendo Europa: tradi- de la aceleración y acortamiento del tiempo —desde
ción, valores y nueva ciudadanía» HUM2004-21961-E, el punto de vista de una forma de secularización en la
cuya investigadora principal es Concha Roldán, ambos que ésta es presentada como el efecto de la transferen-
del Programa Nacional de Humanidades del MEC es- cia de elementos entendidos inicialmente como sagra-
pañol. dos al ámbito específicamente inmanente— no impli-
Quedo agradecida a Faustino Oncina, en cuyo cur- ca una recepción total del problema del tiempo en el
so de doctorado «Historia conceptual y modernidad» pensamiento heideggeriano, ni abunda en la esencia
del programa de doctorado «Razón, lenguaje e histo- del principio gadameriano de la productividad de la
ria» del Departamento de Filosofía de la Universidad historia (y del tiempo), pese a que el planteamiento de
de València, dicté una conferencia en 2005 en torno a Koselleck (en tanto historiador e historiador pensante)
esta temática. Esas primeras ideas, allí expuestas, se también parece girar en torno a él. Puede consultarse
han visto nutridas gracias a su crítica. también J. Zammito, «Koselleck’s Philosophy of His-
1 Cfr. O. Neurath, «Fisicalismo en Sociología» en torical Time(s) and the Practice of History», History
Alfred Jules Ayer (comp.), El positivismo lógico, and Theory, 43, 2004, pp. 124-135.
10 En relación al problema de la vivencia interior
FCE, México, 1978.
2 Cfr. J. Abellán, «“Historia de los conceptos” de la conciencia, Koselleck extrae la misma conclu-
(Begriffsgeschichte) e historia social. A propósito del sión. Habría ciertas estructuras en los acontecimientos
diccionario Geschichtliche Grundbegriffe», en Santia- que conducirían a configuraciones de la conciencia se-
go Castillo (coord.), La historia social en España. mejantes. Consultar a este respecto, R. Koselleck, Los
Actualidad y perspectivas, Siglo XXI, Madrid, 1991, estratos del tiempo: estudios sobre la historia, Edicio-
pp. 49 y ss. nes Paidós Ibérica, Barcelona, 2001, p. 136 y ss. Este
3 Cfr. R. Koselleck, Futuro pasado. Para una se- punto de vista podría parecer excesivamente simplifi-
mántica de los tiempos históricos, Paidós Básica, Bar- cador si lo contrastamos con la complejidad de la anti-
celona, 1993, p. 115. cipación del más sencillo horizonte visual, respecto a
4 Ibidem, p. 116 y ss.
él (y si hubiera de aparecérsele a la memoria a un con-
junto de individuos que hubiesen de rememorarlo) se-
5 Cfr. F. Duque, Gadamer y la decisión de pensar.
ría muy difícil obtener configuraciones de la concien-
Introducción que escribía Duque a la traducción al es- cia semejantes, siquiera descripciones equivalentes.
pañol de Manuel Garrido de la obra gadameriana, La Sería como afirmar que, a partir de la visión de un ob-
dialéctica de la autoconciencia en Hegel, Valencia, jeto (y por contener dicha experiencia similitudes ópti-
1980, p. 7. cas comprobables entre un individuo y otro), hubiera
6 Cfr. M. Heidegger, Phänomenologische Interpre-
de poder afirmarse que el significado de la visión pu-
tationen zu Aristoteles (Anzeige der hermeneutischen diera obtener su sentido del fenómeno por medio del
Situation), Trans-Europ-Repress, Mauvezin, 1992. So- cual vemos. Sobre este asunto pueden encontrarse
bre este trabajo heideggeriano puede consultarse de perspectivas muy sugestivas en las anotaciones de
Adrián Bertorello, «Hermenéutica de la vida y filoso- Agustín Serrano de Haro con las que enriquece e in-
fía en el escrito de Heidegger Interpretaciones feno- terpreta su traducción del texto de E. Husserl, La tie-
menológicas de Aristóteles», Agora, vol. 19, n.º 1, rra no se mueve, Editorial Complutense, Colección
2000, pp. 169-181. Clásicos Breves, Madrid, 2006.
7 Ibid., p. 20. 11 Un trabajo del que no hay, a día de hoy, traduc-
8 Ibid., p. 27 y ss. ción al español, y que se encuentra en Die Begriffsges-

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 209


NOTAS Y DISCUSIONES

chichte und die Sprache der Philosophie, Stadt Pforz- pequeño— de limitarse a la esfera jurídica. Mejor pa-
heim, Pforzheim, 1971. Podría traducirse por La histo- rece comprensión, que viene de comprender, “abra-
ria conceptual y el lenguaje de la filosofía. zar”». Cfr. «Tolerancia y respeto», en Manuel Cruz
12 Cfr. L. Peña, «Imperativos, preceptos y nor- (comp.), Tolerancia o barbarie, Gedisa, Barcelona,
mas», Logos. Anales del Seminario de Filosofía, 1988.
vol. 39, 2006, pp. 111-142. 23 Cfr. R. Mate, Heidegger y el judaísmo. Y sobre
13 Cfr. p. 113.
la tolerancia compasiva, Anthropos, Barcelona, 1998,
14 Ibid., p. 116. p. 131.
15 Ibid., p. 116. 24 Problema que describía L. Peña en torno a las
16 Seguimos aquí la interpretación que sobre el
dificultades que presenta la concepción hegeliana de
pensamiento de Hegel se encuentra desarrollada en el lo absoluto. Dificultades que nos exigen pensar en for-
pensamiento de Jean Hyppolite. Véase, a este respec- mas de reconciliación que no representen un abismo
to, Lógica y existencia, Heder, Barcelona, 1996. Espe- insalvable entre la esencia y la existencia (o abismo
cialmente la parte primera («Lenguaje y lógica») y la existente entre lo absolutamente necesario y lo nom-
segunda («El pensamiento especulativo y la refle- brado contingentemente bajo todo concepto). Pese a
xión») de esa misma obra. todo, como el mismo autor indicaba: «Es difícil exa-
17 Cfr. F. Oncina, «Historia conceptual, Histórica y gerar la originalidad e importancia de esa concepción
modernidad velociferina: diagnóstico y pronóstico de de Hegel. Con ella se brinda una solución al viejo pro-
Reinhart Koselleck», Isegoria. Revista de filosofía blema de cómo puede lo Absoluto, que se basta a sí en
moral y política, n.º 29, 2003, pp. 225-237. En este sí, proyectarse o desplegarse afuera con resultante caí-
mismo número que el lector tiene ahora en sus manos, da y disminución. Y si (como en Hesíodo, Escoto
Antonio Gómez Ramos realiza una muy sugestiva Eriúgena y Boehme) el proceso parte de una nada que
aproximación de la filosofía política a la historia con- llega al ser sólo tras la creación, entonces queda preci-
ceptual; necesidad que ya advertía el autor en el estu- samente sin explicar ese tránsito de nada al ser; como
dio introductorio que dedicó a su traducción de las en- tampoco constituye una explicación satisfactoria decir
tradas historia/Historia, Editorial Mínima Trota, Ma- —como lo hace la filosofía de la identidad— que lo
drid, 2004. Absoluto, absolutamente simple en sí como tal o como
18 Cfr. F. Oncina, Ibid., p. 233. un todo pues aúna en identidad plena los contrarios,
19 Esta aseveración es exclusivamente hegeliana y contiene dentro de sí el despliegue de las escisiones;
formal, no hace referencia al asunto de si la tolerancia ya que entonces resta por explicar cómo resulta com-
es buena o mala, positiva o negativa moralmente, por patible lo uno con lo otro [...] el Ser, el Abarcamiento,
el contrario, se usa aquí el término «negativo» y «ne- no es nada sin esos múltiples seres o abarcamientos,
gatividad» desde un punto de vista hegeliano. que difieren cuantitativamente, como ya sabemos (e.d.
20 A este respecto —sobre la contingencia y la ne- por una diversidad en grado de realidad, al menos en
cesidad hipotética— la siguiente cita sobre la herme- algún aspecto) [...]». Cfr. L. Peña, «Dialéctica, lógica
néutica deja muy claro, a juicio mío, que es desde la y formalización: de Hegel a la filosofía analítica»,
racionalidad hermenéutica desde donde se puede esta- Cuadernos Salamantinos de filosofía, XIV, 1987, Uni-
blecer el límite para una experiencia y/o definición de versidad Pontificia de Salamanca, pp. 149-171; cfr.
este concepto: «El pensamiento hermenéutico no pue- pp. 170, 171.
de ser ni necesitarista (no es nunca literalmente histo- 25 Sin embargo, aún quedaría pendiente de análisis
ricista) ni determinista o puramente contingentista. las conclusiones deducibles de lo expuesto. En primer
Responde mejor a la modalidad de la necesidad hipo- lugar, sobre el alcance de los conceptos; en segundo
tética, pues no puede abolir el suelo, el marco configu- lugar, sobre el valor de la dialéctica en sentido hege-
rante de la tradición —es pensamiento histórico— ni liano —toda vez que la noción de «conciliación» se
está condenado a repetirla o continuarla en alguna di- haya leído bajo un punto de vista griego, y se postule
rección causalmente operativa». Cfr. T. Oñate, «La la necesidad hegeliana de no ver mero movimiento sin
cuestión del sujeto en el pensamiento de Martin Hei- perfección en el sucederse de la filosofía. Y en tercer
degger», Anales del Seminario de Historia de la Filo- lugar, sobre si existe o no alguna trampa o argucia on-
sofía, V, 1985, Universidad Complutense de Madrid, tológica en el «movimiento» pensado por Hegel. Véa-
pp. 259-292. se, a este último respecto, nuestro trabajo «Pluralidad
21 Diccionario de la Lengua Española, vigésima en la actualidad de la razón», en J. J. Acero/J. A. Ni-
primera edición, RAE, Madrid, 1992. colás/J. A. P. Tapias/L. Sáez/J. F. Zúñiga, Materiales
22 En relación a la idoneidad o no del concepto de del Congreso Internacional de hermenéutica filosófi-
tolerancia en el sentido en que suele entenderse, a sa- ca. El legado de Gadamer, Servicio de publicaciones
ber: como capacidad para soportar (tollere) algo, de la Universidad de Granada, 2003, pp. 231-236.
Antonio Escotado escribía: «Urgen mejores términos Para enriquecer la primera cuestión traigo a colación
para lo debido al prójimo, y en especial al extraño por esta cita de R. Mate: «La filosofía nada quiere saber
raza o espíritu. Equidad, que significa adaptación de de lo que queda fuera del concepto. Eso es lo despre-
la ley al caso concreto, tiene el inconveniente —no ciado por la filosofía. Y ¿qué es lo que queda fuera del

210 ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

concepto? Lo contingente, lo concreto, lo desechado, la investigación histórica en el tiempo de la posthisto-


lo que no se aprehende en una foto fija de la realidad ria)», Anales del Seminario de Metafísica, n.º 31,
como es el concepto. Ortega y Gasset diría que queda 1997, pp. 185-216.
fuera la vida». Op. cit., p. 127. Para la segunda cues- 29 Cfr. R. G. Collingwood, Idea de la historia,

tión —sobre una lectura más piadosa de la dialéctica FCE, México, 3.ª edición, 2004.
hegeliana— traigo a colación la tesis doctoral de E. 30 Cfr. C. Roldán, Entre Casandra y Clío. Una his-

Trías en torno al período frankfurtiano de Hegel donde toria de la filosofía de la historia, Akal, 2.ª edición,
se lee: «En el amor encuentra Hegel la plena concilia- Madrid, 2005. Véase especialmente el cap. VI «A
ción de lo escindido y la exclusión de toda oposición. modo de epílogo. R. G. Collingwood: el canto de cis-
No es, por ello, entendimiento, que tolera que lo múl- ne de la filosofía de la historia», pp. 183-207.
tiple siga siendo múltiple, ni razón, que opone su de- 31 En efecto, sobre esta cuestión reflexiona Kose-

terminación a lo indeterminado en general; el amor no lleck en la segunda parte de Futuro pasado, op. cit.,
es nada limitador, nada limitado, nada finito». Cfr. E. pp. 105-173.
Trías, El lenguaje del perdón. Un ensayo sobre Hegel, 32 Cfr. Gustave Le Bon, Psicología de las multitu-

Anagrama, Barcelona, 1981, p. 24. des, Biblioteca científico filosófica, Madrid, 1931.
26 Una crítica que ha sido lanzada por Quentin 33 Cfr. Neil Joseph Smelser, Teoría del comporta-

Skinner según nos recuerda M. Richter en su artículo miento colectivo, FCE, México, 1989.
«Pocok, Skinner and the Geschichtliche Grundbegrif- 34 Cfr. Charles Tilly, The politics of colective vio-

fe», History and Theory, 29, 1990, pp. 38-70. lens, Cambridge Universitiy Press, Cambridge, 2003.
27 Véase, por ejemplo, a este respecto, el artículo 35 Cfr. Alain Touraine, Las nuevas tareas de la de-

de R. Barthes, «The discourse of History» en Keith mocracia, FCE, México, 2000.


Jenkings, The Postmodern History Reader, Routledge, 36 Cfr. Bert Klandermans/Hanspeter Kriesi/Sydney

Londres, 1997. Tarrow (eds.), Internacional Social Movements Re-


28 Para ahondar en las consecuencias de este plan- sarch. Supplements to Research in Social Movements,
teamiento, consúltese el interesante artículo de Quin- Conflicts, and Change, vol. 1, Greenwich, Connecti-
tín Racionero, «Postmodernidad e historia (Tareas de cut, JAI Press.

ISEGORÍA, N.º 37, julio-diciembre, 2007, 197-211, ISSN: 1130-2097 211

Vous aimerez peut-être aussi