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Título: Abandono del proceso laboral ¿caducidad de la instancia o

prescripción de la acción?

Autor: Salthú, Juan G.

Publicado en: LLGran Cuyo 2006 (agosto), 908

Fallo comentado: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sala II

(SCMendoza) (SalaII) ~ 2006/03/08 ~ Rodaro, Mónica Beatriz y otros

en: Farías, Silvina L. c. Rodaro, Mónica B.

SUMARIO: I. El caso en comentario. — II. Abandono del proceso con posterioridad a

la interposición de la demanda. — III. Caducidad en el proceso laboral. — IV.

Prescripción liberatoria. — V. Alcance de los efectos del artículo 3987 del Código

Civil. — VI. Planteo de la prescripción en el procedimiento laboral. — VII. Límite a la

carga de instar. — VIII. Revisión del fallo desde la visión ius filosófica trialista del

derecho de Werner Goldschmidt. — IX. Conclusión.

I. El caso en comentario

Una vez más, la sala II de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza (1), con

relación al procedimiento laboral, se pregunta cual es el alcance del efecto interruptivo de

la prescripción que contiene la demanda (2), cuando el actor abandona la instancia por un

plazo igual o superior al de dos años previsto para la prescripción de la acción por la Ley de

Contrato de Trabajo (3).

Para resolver el caso, el Tribunal se plantea: 1) Que en el proceso laboral de Mendoza no


rigen las normas de caducidad de instancia - art. 108-, CPL. 2) Frente a ello, considera

aplicable la normativa del derecho civil regulatoria de la prescripción de los derechos. 3)

Para el cómputo de un nuevo plazo prescriptivo, toma como punto de partida la

interrupción de su curso generada a partir de la interposición de la demanda (art. 3986 del

CC). 4) Verifica la total inactividad del actor en el proceso por un plazo igual o superior al

de la prescripción de la acción. 5) Considera que la inactividad total demostrada por el

demandante denota un desistimiento tácito de su reclamo, dentro del marco del art. 3987

del Código Civil. 6) En base a los antecedentes del caso, declara la prescripción de la

acción con fundamento en lo establecido por el art. 256 de la LCT.

De esta manera, el fallo diferencia los distintos planos y conceptos en que opera el instituto

de la caducidad de la instancia, correspondiente al derecho procesal, del de la prescripción

de la acción legislada por el Código Civil, en concordancia con las normas procesales

laborales y la doctrina reiteradamente sustentada por el Máximo Tribunal de Mendoza,

emitiendo como juicio de valor, que el derecho debe proteger a todos los ciudadanos por

igual, entre ellos también al demandado, no pudiendo perjudicar el principio de seguridad

jurídica y certeza que posee el accionado frente a la desidia del titular del derecho (4).

II. Abandono del proceso con posterioridad a la interposición de la demanda

La controversia que trae a colación el fallo, si bien se extiende al derecho procesal en

general, se ve agravada en la materia laboral, ya que ésta —como veremos— a través de las

legislaciones procesales locales, veda o desnaturaliza el instituto de la caducidad,

condicionando su procedencia a la previa intimación a impulsar la instancia, dejando a

exclusivo arbitrio del actor o el Tribunal, la disponibilidad de la acción, la que de esta


manera se proyecta "sine die" en perjuicio del accionado.

El precedente busca poner fin a situaciones a partir de las cuales el proceso se ve demorado

en su recorrido hacia la sentencia, en tanto la experiencia nos demuestra, que ya sea en base

a estrategias procesales (entre otras, expectativa de modificación de una jurisprudencia

predominante, cambio de una coyuntura económica, espera sobre el momento propicio para

arribar a una transacción y mera voluntad de interrumpir la prescripción), o bien, por propia

negligencia y desinterés de quienes ejercen la defensa, "lo cierto es que acostumbra a

suceder que se presenten escritos de demanda (para de ese modo interrumpir la prescripción

que se cernía amenazante) que luego de ser proveídos quedan arrumbados en los casilleros

de los juzgados o en los bufetes de letrados poco memoriosos" (5).

Siendo práctica habitual que modificada la jurisprudencia adversa, cambiada la coyuntura

económica, ante el fracaso de toda posibilidad conciliatoria o superada la desidia del

letrado, se le da impulso al expediente abandonado, pasando a notificar el traslado de la

demanda, sin advertir que desde la fecha de su interposición ha transcurrido, ya sea el

término en "que se repute caduca la instancia respectiva" (6), o bien; un plazo superior al

correspondiente a la prescripción liberatoria de la acción a la que se ha dado curso.

Es también usual que sustanciada la demanda, lisa y llanamente el actor la abandone,

supuesto que no lleva a la perención de oficio, en tanto las legislaciones locales o bien

vedan el instituto procesal de la caducidad en materia laboral, o la bloquean exigiendo en

forma previa a su declaración, a la intimación a producir actividad procesal útil para la

prosecución del trámite, bajo apercibimiento de que en caso de incumplimiento se decretará

la perención de la instancia (7), posibilitando de esta manera el mantenimiento "sine die" de

la apertura del proceso, quedando al exclusivo arbitrio de quien tenga la carga de


impulsarlo, su disponibilidad y proyección indeterminada por falta de una declaración

jurisdiccional de certeza que ponga fin a la controversia.

La sentencia de la Corte de Mendoza, encuentra una solución que pone término al proceso,

impidiendo que éste se eternice —haciendo aplicación del instituto civil de la

prescripción— en desmedro del demandado y la función jurisdiccional.

III. Caducidad en el proceso laboral

La caducidad o perención de la instancia es uno de los "modos anormales de terminación

del proceso" (8), que acontece cuando no se impulsa el procedimiento durante el tiempo

establecido por la ley (9).

La Corte Federal ha señalado que "la caducidad de instancia debe aplicarse en forma

restrictiva... puesto que dicho instituto constituye un modo anormal de terminación del

proceso cuyo fundamento reside en la presunción de su abandono" (10).

A fin de establecer las diferencias que rigen entre el procedimiento civil y el laboral,

señalamos que el primero es predominantemente dispositivo (11), por lo que en principio,

se insta e impulsa a requerimiento de parte (12).

Contrariamente, en un sistema inquisitivo, el proceso se desenvuelve e impulsa de oficio.

Puede darse también un sistema intermedio o mixto, con facultades concurrentes o

compartidas entre las partes y la jurisdicción.

Esta diferencia y sus efectos sobre la caducidad de instancia han sido advertidos por la

doctrina, con referencia al procedimiento laboral (13).

Con relación a la materia laboral, se pregunta Toribio Sosa (14) "Si el instituto de la

caducidad de instancia es viable en la medida que en la ley procesal se establezca el


impulso de oficio de la causa".

Pudiendo reseñarse al respecto tres posiciones interpretativas que han abordado el tema

(15).

La más rígida (negativa) sostiene que si se encuentra establecido el impulso de oficio,

deviene improponible la declaración de caducidad de la instancia, ya que con ella se

vendría a reconocer el incumplimiento de los deberes del Juez o Tribunal.

En esta posición parecería enrolarse la Ley 18.345 de Organización y Procedimiento de la

Justicia Nacional del Trabajo, ya que no sólo determina en su art. 46 el impulso de oficio

por los jueces, sino que en su art. 155 excluye íntegramente la aplicación de las normas de

perención que contiene el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que

subsidiariamente se declara aplicable, en tanto no entre en colisión con la legislación

procesal especial que rige la materia laboral.

La tesis positiva no encuentra incompatibilidad entre el sistema oficioso y la caducidad de

instancia, en tanto el mismo no exime a las partes de su carga procesal de impulsar el

procedimiento hacia la sentencia, por lo que resultará inexcusable el desinterés o abandono

de la acción. El deber que se impone al órgano jurisdiccional no exonera a las partes de su

deber de instar.

Según la tesis ecléctica —enseña Sosa— (16) "es viable la caducidad de instancia en la

medida que el proceso se detenga pese al diligente esmero del Juez o Tribunal, cuando el

escollo insalvable, incluso para el órgano jurisdiccional, radica en la inactividad de las

partes".

Esta fue la postura que finalmente adoptó la Suprema Corte de la Provincia de Buenos

Aires y que recepta el art. 12 de la Ley de Procedimiento Laboral de esta provincia, según
la modificación que le introdujera la ley 11.653 (17), determinando que: "Transcurrido en

la etapa de conocimiento el plazo de tres meses en los juicios sumarísimos y de seis meses

en todos los demás casos sin que se hubiere instado el curso del proceso y siempre que no

medie deber específico del Tribunal de efectuar determinados actos procesales, podrá

intimarse a las partes para que en el término de cinco días produzcan actividad procesal útil

para la prosecución del trámite, bajo apercibimiento de que en caso de incumplimiento se

decretará la caducidad de la instancia".

Una nueva línea de pensamiento ha introducido la Suprema Corte de Mendoza en el fallo

en comentario y en otros precedentes, considerando que: "el plazo de prescripción de los

derechos laborales surge del texto del art. 256 de la LCT que fija el mismo en dos años. A

su vez, la prescripción en curso se interrumpe con la interposición de la demanda (art. 3986,

CC), siendo este razonamiento válido para cuando el actor impulsa continuamente su

acción, pues el derecho debe proteger a todos los ciudadanos por igual, entre ellos también

al demandado, no puede perjudicar el principio de seguridad jurídica y certeza que posee el

accionado frente a la desidia del titular del derecho", como contrapartida declara la

prescripción liberatoria si el demandante omite impulsar el procedimiento (18), por el plazo

previsto por la Ley de Contrato de Trabajo (19).

Finalmente, el impulso de oficio es propio de la materia laboral y su consecuente

impedimento de la caducidad de la instancia se mantiene dentro del marco de su propia

competencia, ya que sus efectos no se trasladan a otras áreas, como ser los trámites

seguidos ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación como consecuencia de la

interposición de recurso extraordinario federal -aunque el pleito fuere de carácter laboral-,

que se rige por las disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que
expresamente prevé el instituto de la caducidad de la instancia (20).

Lo mismo corresponde advertir respecto de la verificación de crédito laboral por vía

incidental en el concurso preventivo o quiebra del deudor, ya que en estos casos la instancia

es factible de perención según lo establece el art. 277 de la ley 24.522.

IV. Prescripción liberatoria

Tal como lo determina el Código Civil, la prescripción es un medio de liberarse de una

obligación por el transcurso del tiempo (21).

Defensa que cumple una función de equidad al poner fin a situaciones inestables,

impidiendo que cuestiones litigiosas o conflictivas, en las cuales el tiempo atenta contra

toda posibilidad probatoria, puedan ser objeto de revisión después de transcurrido el plazo

de vigencia de la acción (22).

Señala Borda que "los derechos no pueden mantener su vigencia indefinidamente en el

tiempo, no obstante el desinterés del titular, porque ello conspira contra el orden y la

seguridad. Transcurridos ciertos plazos legales, mediando petición de parte interesada, la

ley declara prescriptos los derechos no ejercidos" (23).

La doctrina la define como el medio por el cual, en ciertas condiciones, el transcurso del

tiempo opera la adquisición o modificación sustancial de algún derecho (24).

Por su parte, el art. 3947 determina que "la prescripción es un medio de adquirir un derecho

o de liberarse de una obligación por el transcurso del tiempo".

Aclarando el art. 4017 que por el solo "silencio o inacción del acreedor, por el tiempo

designado por la ley, queda el deudor liberado de toda obligación".

Primando a su vez, el criterio de los autores que la considera de orden público (25), sin
perjuicio de que en determinadas materias como la laboral, tal carácter sea expresamente

reconocido por la ley (26).

Esta interpretación se remonta por otra parte, a los orígenes del Código Civil, ya que en el

pensamiento del codificador la normativa de la prescripción "interesa al orden público"

(27).

V. Alcance de los efectos del artículo 3987 del Código Civil

El art. 3987 (28) del Código Civil determina que la interrupción de la prescripción causada

por la demanda, se tendrá por no sucedida si ha llevado a la deserción de la instancia

siguiendo las disposiciones del Código de Procedimiento.

En base a esta disposición, en uso de las facultades que la Constitución Nacional (29) les

otorga a las Provincias, éstas y la Nación se han dado su legislación procesal.

Por su parte, el Código de Procedimiento Laboral de la Provincia de Mendoza, según lo

valora la sala II de su Máximo Tribunal, declara inaplicables las normas de caducidad de la

instancia al proceso laboral (30).

Consecuentemente, infiere la Corte, que no siendo aplicable el instituto de la caducidad en

el orden laboral de forma, deberá regirse el caso por las normas del Derecho Civil que

regulan la prescripción de los derechos (arts. 256 y 257, LCT).

Concluyendo que "el plazo de prescripción de los derechos laborales surge del texto del art.

256 LCT que fija el mismo en dos años. A su vez, la prescripción en curso se interrumpe

con la interposición de la demanda (art. 3986, CC), siendo éste razonamiento válido para

cuando el actor impulsa continuamente su acción, pues el derecho debe proteger a todos los

ciudadanos por igual, entre ellos también el demandado, no puede perjudicar el principio de
seguridad jurídica y certeza que posee el accionado frente a la desidia del titular del

derecho... de ésta manera el art. 3987 prevé que la interrupción de la prescripción se tendrá

por no sucedida si el demandante desiste de la demanda o se produce la deserción de la

instancia. En el caso específico del proceso laboral en el cual no existe plazo de deserción

de la instancia, porque la perención no está prevista, el único supuesto a considerar es el

desistimiento. Este instituto significa la renuncia del titular a su derecho y como toda

manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita. La segunda especie se detecta a

través de actos inequívocos, en tal sentido puede considerarse la inactividad prolongada o

abandono del proceso, carril por el cual se estaba activando el propio derecho".

Compartimos el criterio del tribunal en tanto limita el alcance del art. 3987 del Código

Civil, frente a la demanda judicial y su posibilidad de interpretarla como un medio de

interrupción indefinida de la prescripción, sin que la norma establezca que obtenido ese

efecto propio de la interposición de la demanda, la prescripción no reinicie su curso ante la

paralización del proceso.

Contrariamente, el artículo se reduce a señalar que no se le concederán consecuencias

interruptivas a la acción, cuando sobrevenga el sobreseimiento o deserción de la instancia.

La interpretación contraria conduce a la ruptura de la uniformidad legislativa federal que

impone el art. 75 inc. 11 de la Constitución Nacional, ya que si se aceptase la eliminación

de la caducidad de instancia que impongan los Códigos Procesales Provinciales, otorgando

a la demanda un efecto interruptivo a perpetuidad, sería distinta la forma y momento de

cumplirse la prescripción, en base a la provincia en que la demanda se entablase, y aún

podría diferir su aplicación dentro del territorio de la provincia cuya legislación procesal

permitiese dicha posibilidad de bloqueo de la perención, en razón de la competencia federal


o local del litigio.

Finalmente el precedente en comentario, al descartar la doctrina que sostiene la

interrupción de la prescripción "sine die" de la demanda judicial, desestima la absurda

posibilidad de perpetuar el derecho reclamado, a punto tal que —como señalaba Mourlon—

"la acción del demandante convertida milagrosamente en imprescriptible, podrá ser

útilmente ejercida por los herederos de los herederos" (31).

VI. Planteo de la prescripción en el procedimiento laboral

El fallo en comentario convalida el derecho del deudor a repeler las acciones del acreedor

en tanto la obligación se encuentre extinguida o modificada por una causa legal.

Principio que se afianza en lo normado por el art. 505 del Código Civil (32), señalando

Llambías que: "Ello no sería una virtualidad de la obligación, ... sino una consecuencia del

hecho dotado de esa energía cancelatoria o modificatoria de la obligación", afirmando que

la prescripción suministra un ejemplo y una causa legal que modifica la obligación (33).

Si bien no puede renunciarse el derecho a prescribir para lo sucesivo (34), puede remitirse

la prescripción ya ganada (35); de ahí que el límite para oponer la excepción o acción de

prescripción en el proceso estará dado por el consentimiento (expreso o tácito) que preste el

demandado, frente a todo acto que implique el impulso procesal.

Resultando plenamente aplicable la reflexión de Vélez Sársfield, de que el tiempo solo no

causa la prescripción, siendo necesario que con el tiempo concurra una inacción del

acreedor y esta inacción no puede ser conocida y verificada por el Juez mientras no sea

alegada y probada por el interesado (36).

Recordemos que dentro del sistema del Código Civil "El Juez no puede suplir de oficio la
prescripción" (37).

Consecuentemente, transcurrido el término de prescripción desde la última actuación útil

que se verifique en el expediente, habrá operado la extinción de la acción por abandono del

proceso.

Su oposición podrá ser efectuada por quienes resultan legalmente legitimados; es decir,

toda persona física o jurídica, sea de derecho público o privado, ya que según lo determina

el art. 3950, "Todos los que pueden adquirir pueden prescribir".

En principio, será el deudor demandado quien se encontrará en mejor condición de hacerlo.

Ello no implica que no pueda efectuar el planteo el tercero citado (38), o aún el acreedor del

deudor demandado, que bien podría hacer valer la prescripción operada en beneficio de

éste, frente al acreedor-actor remiso en el ejercicio de su derecho, que ha dejado extinguir

su acción al permitir la paralización del proceso por el plazo de prescripción.

Posibilitándose así una subrogación de los derechos del deudor en beneficio del acreedor,

con fuente en el art. 3963 del Código Civil.

Dentro de un proceso universal, podría plantear la extinción de la acción el Síndico como

legitimado procesal del fallido en todo litigio referido a los bienes desapoderados (39).

Procesalmente, la oposición de la prescripción ganada con posterioridad al inicio de la

demanda, podrá ser planteada por vía de excepción o de acción.

Como excepción, según la postura sustentada en el fallo en comentario, al considerar que el

curso de la prescripción comenzó a correr nuevamente desde la presentación de la

demanda, si al momento de notificarse ésta hubiere transcurrido el plazo legal de extinción

de la acción, sin mediar impulso alguno en su intermedio, el demandado podrá oponer en su

defensa la excepción de prescripción. Para así resolverlo tuvo en cuenta que dentro de la
legislación procesal laboral local, no se encuentra prevista la posibilidad de concluir la

instancia por caducidad.

Como acción, si una vez trabada la litis, desde la última actuación útil que obre en el

expediente, el actor deja correr el curso de la prescripción por el término de ley, sin realizar

en el procedimiento judicial, actos que tiendan a exigir, garantizar o hacer valer sus

derechos, también sobrevendrá en este caso la extinción de su acción por abandono del

proceso, la que podrá hacer valer el deudor, por vía de acción incidental (40).

Analizando los hechos desde el plano procesal de la caducidad, en una reflexión

plenamente aplicable a la conclusión definitiva del conflicto por prescripción, entiende

Peyrano que: "De no ser así se estaría decretando la muerte del instituto de la prescripción.

Bastaría con presentar una demanda ante un tribunal para transformar -por arte de

birlibirloque-un derecho prescriptible en imprescriptible o en prescriptible a voluntad del

actor" (41).

VII. Limite a la carga de instar

Entendemos que el cese del curso de la prescripción por abandono del proceso, tiene como

límite la conclusión de la causa para definitiva, a partir del cual queda únicamente

pendiente el llamamiento de autos a sentencia, por lo que el actor en este estado de la

tramitación del procedimiento quedará liberado de su deber de impulsar; de ahí que este

acto procesal opere como linde a la posibilidad de paralización del proceso imputable al

accionante.

En este estado, la resolución pendiente es ajena a la posibilidad de actuación de las partes,

implicando un deber del juez, cuya inejecución no podrá derivar en efectos extintivos de los
derechos de los integrantes de la relación procesal.

Indudablemente la interpretación de los hechos y efectos que al abandono le impone la

sentencia recaída en el caso "Rodaro", supone una voluntaria omisión de impulso del

procedimiento durante el plazo de prescripción que la legislación establece; de ahí que

deberá considerarse suspendido su curso, si la imposibilidad de activar el trámite procesal

tiene por causa un acuerdo previo de partes, orden del juez, imposibilidad de los

legitimados que se encontraren inhibidos o inhabilitados para activar la marcha del proceso,

como consecuencia de un hecho que implique un obstáculo insuperable para la parte a los

fines de llevar adelante su deber de activar, antecedentes que constituirían una situación

análoga a la prevista como causal de suspensión de la prescripción por el art. 3980 del

Código Civil (42).

Igual situación se advierte en los casos en que existe una cuestión prejudicial, con base en

una acción criminal que hubiere precedido a la acción laboral o fuere intentada pendiente

ésta, por lo que no podrá dictarse sentencia de condena en el juicio laboral antes de la

condenación del acusado en sede penal (43).

En definitiva, existiendo alguna circunstancia jurídicamente relevante dentro de la cual

alguna de las partes se haya visto impedida de impulsar el procedimiento, el tiempo en que

se mantenga esta situación no podrá computarse dentro del plazo de prescripción.

VIII. Revisión del fallo desde la visión ius filosófica trialista del derecho de Werner

Goldschmidt

A partir de la primera edición de su "Introducción al Derecho", publicada en el año 1960

(44), analizando la estructura del "mundo jurídico" en su triple dimensión, normológica,


sociológica y dikeológica, elabora Goldschmidt su concepción ius filosófica como

contraposición a las teorías unidimensionales, construidas a partir de las mismas fuentes

(justicia, realidad y norma), pero enfocadas desde un único plano45, empleando el vocablo

"mundo jurídico" para abarcar "hechos de todo tipo, conductas, normas y valoraciones",

asignándole no sólo lo referente a lo legal o justo, "sino igualmente al entuerto" (46).

La ciencia jurídica normológica capta e integra las adjudicaciones mediante normas e

interpretativas. La conceptualización de las adjudicaciones aisladas da lugar a la exposición

de normas e imperativos aislados, mientras que la contemplación del orden de

adjudicaciones es origen del ordenamiento normativo (47).

La ciencia jurídica social trata de las adjudicaciones que efectúan los hombres, o bien otras

que provienen de la naturaleza48. Desde la perspectiva que nos ocupa, los jueces se

constituyen en el eje fundamental de funcionamiento del sistema, al interpretar y aplicar las

normas en el caso concreto, constituyéndose en el vínculo necesario de ambas dimensiones

(normológica y sociológica).

Por último, la ciencia jurídica de la justicia (dikelógica) aborda ésta como valor, sus formas

y contenidos. Las valoraciones deberán efectuarse en concreto, visualizando la solución

justa o injusta del caso (49).

Bajo estas tres dimensiones pasamos a revisar los alcances que contiene el fallo en

comentario.

VIII.1. Dimensión normológica

Define y enseña Goldschmidt que: "La norma es la captación lógica neutral de un reparto

proyectado" (50).

En este "proyecto" nuestra legislación civil estableció "un reparto" en materia de


prescripción que "captado" por el poder legislativo en forma "lógica y neutral", viabiliza

que la interrupción de la prescripción causada por la demanda, mantenga su efecto hasta la

última actuación útil que obre en el expediente, a partir de la cual la paralización del

proceso por el plazo de vigencia de la acción de que se trate, determina su prescripción,

salvo que exista imposibilidad legal de impulsar el procedimiento.

Afirmación que se condice con el bloque normativo anteriormente analizado, con fuente en

los artículos 3947, 4019, 3949, 3965, 4017, 3986, 3998, 3983 y 3987 del Cód. Civil.

Así, tenemos que los derechos reales y personales se adquieren y se pierden por la

prescripción, la que constituye un medio de adquirir un derecho, o de liberarse de una

obligación por el transcurso del tiempo (51). Declarando como principio que todas las

acciones son prescriptibles salvo excepción de ley (52).

Constituyéndose la prescripción liberatoria en una excepción para repeler una acción por el

solo hecho que el que la entabla ha dejado durante un lapso de tiempo de intentarla, o de

ejercer el derecho al cual ella se refiere (53). Derecho que puede renunciarse hacia el

pasado, pero deviene irrenunciable para el futuro (54), que opera por el solo silencio o

inacción del acreedor, por el tiempo designado por la ley, liberando al deudor de toda

obligación, sin que sea necesario justo título ni buena fe (55).

Girando el instituto sobre dos conceptos antagónicos, como son el de interrupción frente al

de la suspensión del curso prescriptivo.

Operada la interrupción, queda como no sucedido el plazo prescriptivo que le ha precedido,

y la nueva liberación no puede adquirirse sino en virtud del transcurso de un nuevo plazo

(56).

Contrariamente, el efecto propio de la suspensión es inutilizar para la prescripción, el


tiempo por el cual ella ha durado; pero aprovechar para la prescripción no sólo el tiempo

posterior a la cesación de la suspensión, sino también el tiempo anterior en que ella se

produjo (57).

Frente a estos dos efectos, el Código Civil opta por otorgarle a la demanda efecto

interruptivo, aunque sea interpuesta ante Juez incompetente o fuere defectuosa y aunque el

demandante no haya tenido capacidad legal para presentarse en juicio (58).

El alcance de lo dispuesto por el art. 3987 del código de fondo frente a la demanda judicial,

deberá quedar limitado a su exégesis, en tanto determina que: "... Se tendrá por no sucedida

... la interrupción de la prescripción causada por la demanda", cuando el proceso concluya

por desistimiento, perención o absolución definitiva. Sin que pueda inferirse de esta norma

que de no mediar estas circunstancias la prescripción quede indefinidamente interrumpida.

Por ello, desde el plano normativo, el fallo es plenamente sustentable como derivación

razonada de los conceptos y efectos que contiene el articulado anteriormente reseñado.

Dentro de este marco, si bien bajo su visión unidimensional, sostiene Kelsen que "Toda

norma es la expresión de un valor, de un valor moral si se trata de una norma moral, de un

valor jurídico si se trata de una norma jurídica" (59), por lo que "un individuo está

jurídicamente obligado a adoptar una conducta determinada en la medida en que una norma

jurídica hace de la conducta contraria la condición de un acto de coacción llamado sanción

(60), actitud que trasladada al ámbito procesal determina que "El dominio de las partes

sobre el expediente es un derecho real prescripto, en principio, de la moderna ciencia

procesal", correspondiendo por ello para evitar la sanción normativa "que los letrados sean,

entonces, diligentes desde el mismo despuntar del proceso, so pena de toparse con

perenciones -y prescripciones- perfectamente obviables" (61).


VIII.2. Dimensión sociológica

Desde la dimensión social, ha predominado una interpretación de las normas en juego que

ha adjudicado un sentido contrario a los efectos legislados.

En la realidad jurisprudencial predomina el dogma que sostiene que: "el efecto interruptivo

de la prescripción causada por la demanda, se mantiene, mientras no se declare la

caducidad de la instancia" (62).

Sin desconocer que de algún modo los tribunales están sometidos a la regla afirmativa de

que "el derecho (la Constitución) es lo que los tribunales dicen que es", que llevó a sostener

a Hart que "Un tribunal supremo tiene la última palabra al establecer qué es el derecho y,

después que lo ha establecido, la afirmación de que el tribunal se 'equivocó' carece de

consecuencias dentro del sistema", ya que "nadie ve (por ello) modificados sus derechos o

deberes" (63); no es menos cierto que la jurisprudencia es factible de cambio ante una

nueva realidad.

Esta posibilidad revisora fue advertida por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de

Buenos Aires en el caso "Correa de Núñez", donde sostuvo que la prescripción

interrumpida por la demanda, se reanuda recién desde la fecha del último escrito presentado

por el acreedor en el respectivo juicio (64). Si bien en el caso se rechazó el planteo

prescriptivo opuesto por el demandado, por cuanto no se había producido una paralización

del proceso por el plazo de prescripción de la acción, no se desconoció su posibilidad legal

de haberse verificado el abandono del proceso por un período igual o superior al de la

extinción de la acción.

Sostener esta alternativa desde el plano sociológico "equivale a plantearse la cuestión de

por qué cambian los tiempos, por qué no sentimos ni pensamos hoy como hace cien años,
por qué la humanidad no vive estacionada en un idéntico, invariado repertorio, sino que,

por el contrario, anda siempre inquieta, infiel a sí misma, huyendo hoy de su ayer" (65).

Indudablemente, los antecedentes del plenario "Mulhall" (66) fijaron su impronta en la

jurisprudencia nacional, sentando la doctrina que durante ochenta años se ha mantenido

"estacionada en un idéntico, invariado repertorio", en base a hechos que se dieron en un

contexto muy diferente al actual, por lo que debe ser reformulada.

El inicio de la acción en el caso "Mulhall" fue cronológicamente cercano a la salida de la

laguna legal mantenida desde la promulgación del Código Civil (art. 3987), por falta de

reglamentación del instituto procesal de caducidad, que recién había sido establecido en el

orden nacional por la Ley 4550 del año 1905.

Puesta en ejecución, la perención de la instancia cumplió realmente su finalidad legal,

teniendo por abandonadas las instancias en materia civil y comercial sino se instaba su

curso dentro de los plazos de ley, habilitando un mecanismo de mayor celeridad funcional

que el de la prescripción, por lo que resultaba innecesario que transcurriera el término de

ésta (por lo general de mayor amplitud), para que se extinguiera la acción y con ello el

proceso.

Este objetivo actualmente se encuentra constitucionalmente impedido o legalmente

bloqueado, especialmente en el procedimiento laboral.

Impedido en las provincias que han incluido en sus constituciones normas procesales que

imponen al tribunal su actuación de oficio para evitar la paralización del proceso (vgr.

Constitución de las provincias del Chaco y de Jujuy) (67).

Bloqueado por las legislaciones procesales locales en la medida del condicionamiento de la

declaración de caducidad a la intimación previa (68), o imponiendo al tribunal el deber de


impulso de oficio (69).

De esta manera, cambiados sustancialmente los hechos y la normativa procesal a partir de

la cual se sentó la doctrina predominante en comentario, entendemos que la misma ha

perdido vigencia, ya que es predecible que no sea avalada por los tribunales la

imprescriptibilidad de las acciones, puesto que siguiendo una vez más a Peyrano, "en tren

de aportar ahora el motivo de nuestra alarma, subrayamos que sería suficiente (de ser

correcta la tesis que impugnamos) con que el actor presentara una demanda resarcitoria

cuyo derecho material fuera, vgr, prescriptible a los dos años de acaecido un ilícito y se

guardara el expediente bajo el brazo durante diez, quince o veinte años, para mantener con

vida sus expectativas de cobrar los perjuicios de los que fuera víctima largo tiempo atrás.

Mayor premio a la desidia y peor afrenta al principio de celeridad procesal, casi no puede

concebirse" (70).

Siguiendo el camino del análisis sociológico del derecho de Alf Ross, que encuentra sus

bases en la realidad social, partiendo "de la hipótesis de que un sistema de normas es

'vigente' si puede servir como esquema de interpretación para un conjunto correspondiente

de acciones sociales, de manera tal que se nos hace posible comprender este conjunto de

acciones como un todo coherente de significado y motivación y, dentro de ciertos límites,

predecirlas", por lo que "puede ser definido como un conjunto de normas que efectivamente

operan en el espíritu del juez, porque éste las vive como socialmente obligatorias y por eso

las obedece. El `test´ de la vigencia es que sobre la base de esta hipótesis, esto es,

aceptando el sistema de normas como un esquema de interpretación, podamos comprender

las acciones del juez (las decisiones de los tribunales) como respuestas con sentido a

condiciones dadas y, dentro de ciertos límites, seamos capaces de predecir esas decisiones"
(71).

Actualmente, la realidad judicial nos viene señalando que el tema está siendo objeto de

revisión, reflejando que la jurisprudencia —transpolando la enseñanza de Ortega y

Gasset— "no vive estacionada en un idéntico, invariado repertorio, sino que por el

contrario anda siempre inquieta, infiel a sí misma, huyendo hoy de su ayer". Así, en la

continua búsqueda de la justicia del caso, ha resuelto la Suprema Corte de Mendoza, que si

"de la compulsa de las actuaciones se advierte que el actor ha incurrido en abandono por

más de dos años... corresponde declarar la extinción de la acción por prescripción... El

plazo de prescripción de los derechos laborales surge del texto del art. 256 de la LCT que

fija el mismo en dos años. A su vez la prescripción en curso se interrumpe con la

interposición de la demanda (art. 3986, CC), siendo este razonamiento válido para cuando

el actor impulsa continuamente su acción, pues el derecho debe proteger a todo ciudadano

por igual, entre ellos también al demandado, no puede perjudicar el principio de seguridad

jurídica y certeza que posee el accionado frente a la desidia del titular del derecho... de esta

manera el art. 3987 prevé que la interrupción de la prescripción se tendrá por no sucedida si

el demandante desiste de la demanda o se produce la deserción de la instancia. En el caso

específico del proceso laboral en el cual no existe plazo de deserción de la instancia, porque

la perención no está prevista, el único supuesto a considerar es el desistimiento. Este

instituto significa la renuncia del titular a su derecho y como toda manifestación de

voluntad puede ser expresa o tácita, la segunda especie se detecta a través de actos o signos

inequívocos, en tal sentido puede considerarse la inactividad prolongada o abandono del

proceso, carril por el cual se estaba activando el propio derecho". Para concluir que "En el

sub lite —reitero— se ha declarado con certeza la prescripción liberatoria por abandono de
la instancia" (72), doctrina que se reitera en el caso "Rodaro" en comentario.

Dentro de este contexto, resulta razonable plantearse que la interpretación mayoritaria

seguida a lo largo de ochenta años, no será judicialmente mantenida como "vigente" en la

medida en que se verifique en el procedimiento el acontecimiento de un abandono procesal

por un plazo que supere al de la prescripción de la acción, ya que tolerar esta conducta al

acreedor implicaría derogar de hecho los principios generales de prescripción establecidos

por el Código Civil.

VIII.3. Dimensión dikelógica

Esta dimensión tiene en mira las valoraciones que "son siempre concretas dando lugar a

normas individuales: la justicia recae pues sobre la solución justa de un caso. He aquí la

recta interpretación del pensamiento aristotélico-tomista... La valoración de una

adjudicación como justa o injusta produce en nosotros un sentimiento de evidencia que

lleva el nombre especial de sentimiento de justicia, lo que quiere decir que es un

sentimiento que reacciona a razones. Es por ello que el material estimativo de la justicia no

lo es la adjudicación a secas, sino la adjudicación razonada" (73).

Coincidentemente, ha sostenido la Corte Federal "que la equidad —según la teoría

aristotélica— es una virtud que consiste en el hábito permanente para interpretar y aplicar

la ley, determinando lo que es justo en cada caso particular. La naturaleza misma de la

equidad es la rectificación de la ley cuando se muestra insuficiente por su carácter

universal. La razón de esta virtud es que las leyes —como lo explica Santo Tomás— tienen

que referirse sólo a lo general, no pueden contemplar todos los casos particulares, pues la

materia de las cosas humanas operables es indeterminada y debe, en consecuencia, serlo

también la regla de ellas. Luego la justicia, que consiste en obedecer la ley, tiene que ser
rectificada por esta virtud de la equidad en cuya razón no se atiende sólo a la letra de

aquélla, sino a su espíritu, a la intención que el legislador debió tener, o, a la razón por la

cual la ley manda con autoridad y obliga en conciencia" (74).

En el pensamiento de Goldschmidt el sentimiento de justicia se despierta siguiendo el

método de las variaciones (75) o de "justicia prospectiva" (76), correspondiendo

preguntarse dentro del ámbito de aplicación de aplicación de la sentencia de la Suprema

Corte de Mendoza, si:

¿Es justo que el demandante abandone el proceso paralizando "sine die" el derecho a una

resolución judicial que ponga fin al proceso?

¿El derecho debe asistir a quien no ha instado su petición por un plazo mayor al de la

prescripción de la acción?.

Dando la respuesta "prospectiva", resulta razonable concluir que quien se desentiende de su

derecho y obligación de impulso que le otorga su legitimación activa, no puede demorar

indefinidamente el acceso a una sentencia definitiva, gravando injustificadamente el futuro

de su demandado, imponiéndole de hecho la imprescriptibilidad de su acción.

Ciertamente que en estos casos nos encontramos ante un proceso abusivamente demorado

por la conducta omisiva del reclamante, sustentada en su mera voluntad de eludir por

tiempo indeterminado el término de prescripción, evadiendo irregularmente la cancelación

de la obligación.

Desde el derecho natural podría afirmarse que todos los derechos deberían ser

imprescriptibles, sin embargo el fin jurídico en contrario se presenta a partir de la necesidad

de hacer posible la vida en sociedad, impidiendo que los derechos se puedan ejercer

ilimitadamente (77).
Este enfrentamiento entre el derecho natural y el positivo, nos coloca ante una alternativa

de valor que "implica la adopción de una postura frente a las categorías del bien y del mal,

de lo justo y de lo injusto" (78).

Llevando adelante un juicio de valor justificativo del instituto de la prescripción, sostiene

Beatriz Arean que: "Una incertidumbre permanente y universal traería como consecuencia

una perturbación general e incesante y la sociedad y los individuos no podrían subsistir en

semejante estado de anarquía. A aquel que se queja de la pérdida de su derecho por

prescripción se le puede contestar que esa misma prescripción lo pone al abrigo de las

obligaciones que él o sus ancestros pudieron haber contraído desde hace miles de años. Hay

una compensación de pérdidas: el acreedor gana la seguridad que el deudor reclama contra

él" (79).

Sostener lo contrario implicaría dejar de lado los principios de seguridad jurídica, igualdad

de las partes y debido proceso, principios que avalan la creación del instituto de la

prescripción y su carácter de orden público (80).

IX. Conclusión

Compartiendo la doctrina sustentada por la sala II de la Corte de Mendoza, entendemos que

excluída la caducidad de la normativa procesal, la interrupción de la prescripción producida

por la demanda produce sus efectos mientras ésta es mantenida, por lo que su término

reiniciará su curso desde que haya paralización del juicio, como consecuencia del abandono

del proceso en que haya incurrido el actor con anterioridad al dictado de la sentencia.

La procedencia de la prescripción liberatoria por paralización del proceso, no se opone con

el instituto procesal de la caducidad, ya que ambas operan desde diferente plano y con
distintos efectos. "La caducidad es a la instancia, lo que la prescripción a la acción". La

primera extingue a aquélla; la segunda a ésta (81). Cada una desde su ámbito contribuye a

una misma finalidad, sustentada en los principios de seguridad jurídica, igualdad de las

partes y debido proceso legal.

De ahí que la regulación local de la caducidad, no podrá constituirse en un artificio

tendiente a prolongar eternamente el proceso que lleve a interrumpir "sine die" el curso de

la prescripción liberatoria.

El precedente en comentario tiene en mira la bilateralidad del proceso, y el consecuente

derecho de los litigantes a obtener una sentencia que ponga fin al conflicto de intereses

"dentro de un plazo razonable" en paridad de ejercicio para la acción o la defensa,

tratándose de una garantía constitucionalmente igualitaria que opera tanto en beneficio del

actor como del demandado (82).

Interpretación que por otra parte coincide con el principio general de prescriptibilidad

establecido por los arts. 3947 y 4019 del Código Civil, que alcanza aún a la "actio judicati"

emergente de la sentencia judicial firme (art. 4023, CC) y el bloque normativo emergente

de los arts. 3947, 4019, 3949, 3965, 4017, 3986, 3998, 3983 y 3987 del Código Civil (83).

Desde la dimensión sociológico-judicial, la sentencia encuentra una solución de de lege lata

al bloqueo legislativo que las regulaciones procesales provinciales vienen imponiendo a la

caducidad de instancia, ello más allá de su potencial inconstitucionalidad por afectar el

sistema legislativo federal unificado de fondo que establece el art. 75 inc. 12 de la

Constitución Nacional (84).

Por último, entendemos que no hay justificativo de valor que impida la extinción de la

acción por abandono del proceso, cuando en el ámbito público prescribe incluso la acción
penal ejercida por el Estado, al considerarse irrazonable la dilatada sustanciación del

proceso para las personas sometidas a éste (85).

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)

(1) Jurisprudencia vinculada. Suprema Corte de Mendoza, sala II, 23/3/05, "Abba, Jorge S.

c. Aitor Ider Balbo SAACI y otros", DJ. 2005-3, 356; ídem 8/9/03, "Alimentos y Bebidas

Cartellone SA EN J° 3798 "Nuñez, Juan D. c. Agroindustrias Molto SA p/Ord. s/Cas".,

causa N° 74.559; ha declarado que el plazo de prescripción de los derechos laborales surge

del texto del art. 256 de la LCT, que fija el mismo en dos años, por lo que interrumpida la

prescripción con la interposición de la demanda (art. 3986, CC), sus efectos cesan si el

actor no impulsa el proceso por un período que supere al de la prescripción, en cuyo caso,

verificado su transcurso se tendrá por extinguida la acción por dicha causal.

(2) Código Civil, art. 3986 CC.

(3) Ley de Contrato de Trabajo, arts. 256 y 258 Ley 20.744, t.o dec. 390/76 (BO 21/5/76)

(t.o. 1976)(Adla, XXXVI-B, 1175).

(4) Fallo en comentario considerando 4. Del principio de bilateralidad del proceso deriva la

tutela igualitaria de las distintas partes intervinientes en el mismo, siendo a su vez garantía

emergente de los arts. 18 y 16 de la CN y bloque de derechos incorporados por el art. 75

inc. 22 de la CN; art. 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; art. XVIII

de la Declaración Americana de los Derechos del Hombre; art. 8 punto 1) "Garantías

Judiciales" de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Adla, XLIV-B, 1250).

(5) PEYRANO, Jorge Walter, "¿Caducidad de la litis, de la instancia o del proceso?", J.A.,

1980-II, 745.
(6) PEYRANO, Jorge Walter, artículo citado en nota anterior, p. 745.

(7) Procedimiento Laboral en la Pcia. de Bs. As. Art. 12 L. 7718.

(8) L. 1°, Título V, Cap. V del CPCN, art. 310 a 318, concordantemente con los códigos

que han seguido su ordenamiento; en la Pcia. de Bs. As. L. 7425, arts. 310 a 316, con las

modificaciones introducidas por la L. 12.357.

(9) PALACIO, Lino Enrique, "Derecho Procesal Civil", Ed. Abeledo Perrot, 1975, t. IV, p.

216-217; BOTASSI, Carlos Alfredo, "La perención de la instancia en el actual

ordenamiento procesal", LA LEY, 149-888.

(10) CSJN, fallo del 14/9/00, "Astorsa SA y ots. c. M.E.", LA LEY, 2001-C, 8.

(11) COUTURE, Eduardo J., "Fundamentos del derecho procesal civil", Ed. Depalma, 3ª

ed. 1973, p. 186.

(12) En el orden nacional, la reforma al art. 36 inc. 1° introducida por la ley 25.488 (Adla,

LXI-E, 5468), transformó en deber del Juez disponer de oficio todas las medidas necesarias

tendientes a evitar la paralización del proceso.

(13) Art. 46 de la ley 18.345 (según ley 24.635) de Procedimiento Laboral Nacional (Adla,

XXIX-C, 2664; LVI-B, 1728): "El procedimiento será impulsado de oficio por los jueces,

con excepción de la prueba informativa. Este impulso de oficio cesará en oportunidad de

practicarse la liquidación, una vez recibidos los autos de la Cámara o consentida o

ejecutoriada la sentencia".

Art. 12 de la Ley 11.653 de Procedimiento Laboral de la provincia de Buenos Aires (Adla,

LV-E, 6517): "El Tribunal deberá ordenar de oficio las medidas convenientes para el

desarrollo del proceso (...)".

Art. 7 inc. "a" del Cód. Procesal Laboral de la provincia de Entre Ríos (ley 5315): "Son
deberes de los Jueces o Tribunales:

a) impulsar el procedimiento, ordenando las medidas conducentes a su desarrollo y a evitar

su paralización. A tal efecto, vencido un plazo se pasará a la etapa siguiente sin necesidad

de instancia de parte; (...)".

Art. 15 del Cód. Procesal del Trabajo de la provincia de Córdoba (Ley 7987 —Adla, LI-B,

2409—): "El procedimiento deberá ser impulsado por el Tribunal aunque no medie

requerimiento de parte (...)".

Art. 19 del Cód. Procesal Laboral de la provincia de Mendoza (ley 2144): "Una vez

presentada la demanda, el procedimiento será impulsado de oficio por el tribunal, a cuyo

efecto ordenará las medidas necesarias y convenientes para el desarrollo del proceso,

teniendo amplias facultades de investigación de los hechos sometidos a su decisión".

Art. 36 del Cód. Procesal Laboral de la provincia de Santa Fe (Ley 7945 —Adla, XXXVII-

A, 1336—): "Impulso procesal. El procedimiento será impulsado de oficio. El secretario

está obligado a revisar los expedientes para impedir la paralización de los trámites y para

que se cumplan las diligencias y medidas ordenadas por el juzgado o tribunal".

(14) SOSA, Toribio E., "Caducidad de instancia", Ed. LA LEY, 2005, p. 214.

(15) SOSA, Toribio E., obra anteriormente citada, Caducidad..., p. 214.

(16) SOSA, Toribio E., obra anteriormente citada, Caducidad..., p. 215.

(17) BRITO PERET, José I.; COMADIRA, Guillermo L., "Procedimiento laboral en la

provincia de Buenos Aires Actualización Ley 11.653 Comentada y concordada con la ley

7718", Ed. Astrea, 1996, p. 30.

(18) SC Mendoza, sala II, causa 74.691, "MUÑOZ FIGUEROA, Claudio H...", de fecha
26/4/04, registrada en LS 335, fs. 246, citado como antecedente en "Abba, Jorge S. c. Aitor

Ider Balbo SAACI y otros" del 23/3/05, DJ, 2005-3, 358.

(19) Arts. 256 y 258 Ley 20.744, t.o. Dec. 390/76 (B.O 21/5/76).

(20) SOSA, Toribio E., obra anteriormente citada, Caducidad..., p. 217, Notas N° 1125 y

1126.

(21) Código Civil, art. 3947: "Los derechos reales y personales se adquieren y se pierden

por la prescripción. La prescripción es un medio de adquirir un derecho, o de liberarse de

una obligación por el transcurso del tiempo".

(22) LOPEZ, Justo; CENTENO, Norberto O.; FERNANDEZ MADRID, Juan Carlos, "Ley

de Contrato de Trabajo Comentada" Ed. Contabilidad Moderna, 1978, t. II, p. 1049, con

cita en igual sentido de CAZEAUX, Pedro N. y TRIGO REPRESAS, Félix A., "Derecho de

las obligaciones", t. II, v. N° 2, p. 440; GATTI, Angel Eduardo, "Ley de Contrato de

Trabajo", Ed. B de F, 2000, p. 470.

(23) BORDA, Guillermo A., "Tratado de Derecho Civil – Obligaciones", 8ª ed., Ed. Perrot,

1998, t. II, p. 7.

(24) LLAMBIAS, Jorge Joaquín, "Tratado de Derecho Civil - Parte General", Ed. Perrot, 5ª

ed., 1973, t. II, p. 671, N° 2099.

(25) LLAMBIAS, Jorge Joaquín, obra anteriormente citada, Parte General, t. II, p. 674, N°

2102; BORDA, obra anteriormente citada, Obligaciones, t. II, p. 10, N° 1001, C;

MALAGARRIGA, Carlos C. Tratado elemental de Derecho Comercial - Quiebras y

Prescripción, Ed. Tea, 2ª ed., 1958, t. IV, p. 339, N° 2.

(26) L. 20.744, t.o. dec. 390/96, art. 256: "Prescriben a los dos años las acciones relativas a

créditos provenientes de las relaciones individuales de trabajo y, en general, de


disposiciones de convenios colectivos, laudos con eficacia de convenios colectivos y

disposiciones legales o reglamentarias del derecho del trabajo. Esta norma tiene carácter de

orden público y el plazo no puede ser modificado por convenciones individuales o

colectivas".

(27) Código Civil, nota al art. 3965, donde Vélez, refiriéndose a la renuncia anticipada de la

prescripción, que vedaba en el art. 3965, sostenía que permitirla "es derogar por pactos una

ley que interesa al orden público y autorizar convenciones que favorecen el olvido de los

deberes de un buen padre de familia, fomentando la incuria en perjuicio de la utilidad

general".

(28) Código Civil, art. 3987: "La interrupción de la prescripción, causada por la demanda,

se tendrá por no sucedida, si el demandante desiste de ella, o si ha tenido lugar la deserción

de la instancia, según las disposiciones del Código de procedimientos, o si el demandado es

absuelto definitivamente".

(29) Constitución Nacional, art. 121: "Las provincias conservan todo el poder no delegado

por esta Constitución al Gobierno Federal, y el que expresamente se hayan reservado por

pactos especiales al tiempo de su incorporación".

(30) Código de Procedimiento Laboral Mendoza, art. 108.

(31) MOURLON, "Revue de Legislation", t. 6, p. 252, citado por el Dr. Casares en su voto

en minoría en el plenario "Mulhall c. Nouguier", JA, 12-863.

(32) Código Civil, art. 505: "Los efectos de las obligaciones respecto del acreedor son: 1°)

Darle derecho para emplear los medios legales, a fin de que el deudor le procure aquello a

que se ha obligado.

2°) Para hacérselo procurar por otro a costa del deudor.


(33) LLAMBIAS, Jorge Joaquín, "Tratado de derecho civil – obligaciones", Ed. Perrot, 2ª

ed. actualizada 1973, t. 1, p. 80 N° 59, Derechos del deudor.

(34) Código Civil, art. 3965.

(35) SOSA, Toribio E., "Renuncia de la prescripción 'ya ganada'", DJ, 2003-2, 1.

(36) Código Civil, nota al art. 3964.

(37) Código Civil, art. 3940.

(38) Vgr. la aseguradora citada en garantía, en los términos del art. 118 de la ley 17.418

(Adla, XXVII-B, 1677): "... El damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que

se reciba la causa a prueba. En tal caso debe interponer la demanda ante el Juez del lugar

del hecho o del domicilio del asegurador.

La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra

él en la medida del seguro. En este juicio o la ejecución de la sentencia el asegurador no

podrá oponer las defensas nacidas después del siniestro.

También el asegurado puede citar en garantía al asegurador en el mismo plazo y con

idénticos efectos".

(39) Art. 110, ley 24.522 (Adla, LV-D, 4381).

(40) SCMendoza, sala II, fallo del 23/3/05, autos "Abba, Jorge S. c. Aitor Ider Balbo

SAACI y otros", DJ, 2005-3, 356: la vía incidental fue la utilizada en este caso para el

planteo de la prescripción en el proceso por parte de la Aseguradora de Riesgos del Trabajo

codemandada, articulando incidente de prescripción de la cuestión principal por haber

transcurrido un plazo de más de dos años sin haberse urgido el procedimiento. Tal el plazo
de prescripción que establece para la materia laboral el art. 256 LCT.

(41) PEYRANO, Jorge Walter, artículo anteriormente citado, "¿Caducidad...", JA, 1980-II,

746.

(42) Código Civil, art. 3980: "Cuando por razón de dificultades o imposibilidad de hecho,

se hubiere impedido temporalmente el ejercicio de una acción, los jueces están autorizados

a liberar al acreedor, o al propietario, de las consecuencias de la prescripción cumplida

durante el impedimento, si después de su cesación el acreedor o propietario hubiese hecho

valer sus derechos en el término de tres meses.

Si el acreedor no hubiere deducido la demanda interruptiva de la prescripción por

maniobras dolosas del deudor, tendientes a postergar aquélla, los jueces podrán aplicar lo

dispuesto en este artículo".

(43) Código Civil, art. 1101.

(44) GOLDSCHMIDT, Werner, "Semblanza del trialismo (en memoria de su

vigésimoquinto aniversario)", ED, 113-733.

(45)(45)GOLDSCHMIDT, Werner, "Tridimensionalismo, realismo genético y justicia.

Homenaje a Miguel Herrera Figueroa", LA LEY, 1983-A, 755, señalando que: "Los

unidimensionalismos pueden inspirarse en la justicia. En este caso merecen el nombre de

unidimensionalismos dikelógicos. Afirman que el Derecho se compone de exigencias de

justicia cuya objetividad sostienen (iusnaturalismo). El iusnaturalismo católico (Santo

Tomás) construye el Derecho por medio de principios de justicia ("lex naturalis") y normas

humanas derivadas de estos principios ("lex humana"). El iusnaturalismo católico es, por

ende, unidimensional en cuanto el Derecho gira en torno de la justicia, mientras que es


bidimensional, ya que combina principios del Derecho Natural y normas humanas

derivados de ellos. El iusnaturalismo protestante (Hugo Grocio hasta Christian Wolf), en

cambio, si bien sitúa el Derecho igualmente en el reino de la justicia, cree que se compone

de normas de Derecho Natural que son autosuficientes y no necesitan el complemento de

normas humanas.

El unidimensionalismo positivista identifica el Derecho con un conjunto de normas

humanas. En esta dirección descuellan los imperativistas (Thon y Bierling) que conciben

las normas como órdenes y los partidarios de la Escuela del Derecho Puro que contemplan

las normas como pensamientos (Kelsen). No se debe psicologizar ni a los unos, ni tampoco

a los otros. Imperativistas y Kelsenianos no indagan el proceso psicofísico de la voluntad o

del pensamiento sino que enfocan el contenido intelectual de un imperativo y de una norma

primaria que enlaza a una infracción una sanción. Hallamos finalmente en nuestro camino

un unidimensionalismo sociológico que encuentra al Derecho en la realidad social (Alf

Ross, Carlos Olivecrona, etc.).

(46) GOLDSCHMIDT, Werner, artículo anteriormente citado, "Semblanza del trialismo...",

ED, 113-733.

(47) GOLDSCHMIDT, Werner, "Conceptos sociológicos y normológicos", ED, 102-726.

(48)(48)GOLDSCHMIDT, Werner, artículo anteriormente citado, "Conceptos... ", ED,

102-726.

(49) GOLDSCHMIDT, Werner, "La ciencia de la justicia (dikelogía)", Ed. Depalma, 2ª ed.

1986, p. 7 y sigtes.

(50) GOLDSCHMIDT, Werner, artículo anteriormente citado, "Semblanza del trialismo...",


ED, 113-735.

(51) Código Civil, art. 3947.

(52) Código Civil, art. 4019.

(53) Código Civil, art. 3949.

(54) Código Civil, art. 3965.

(55) Código Civil, art. 4017.

(56) Código Civil, art. 3998.

(57) Código Civil, art. 3983.

(58) Código Civil, art. 3986.

(59) KELSEN, Hans, "Teoría pura del derecho", Ed. Eudeba, 4ª ed., 1965, p. 19.

(60) KELSEN, Hans, obra anteriormente citada, Teoría..., p. 121.

(61) PEYRANO, Jorge Walter, artículo anteriormente citado, "¿Caducidad...", JA, 1980-II,

746.

(62) Ver plenario Mulhall, 12/3/1924, JA, 12-863; ídem SCBA, fallo del 26/7/94, Acuerdo

52.196, "Beragarde, Adolfo Guillermo c. Gentili, Emilio A. y otros s/ Daños y perjuicios",

DJBA 147, p. 5087.

(63) HART, Herbert L. A., "El concepto de Derecho", traducción de Genaro R. Carrió, Ed.

Abeledo Perrot, ed. 1998, p. 176, N° 3.

(64) SCBA, "Correa DE Núñez c. Provincia de Buenos Aires" del 23/2/1934, JA t. 45, p.

224 y subsgs.

(65) ORTEGA Y GASSET, José, "Obras Completas", Ed. Revista de Occidente, Madrid, 4ª

ed. 1957, t. IV, p. 89, "¿Por qué se vuelve a la filosofía?".

(66) Dentro de los antecedentes del plenario "Mulhall", el fallo de primera instancia del
23/8/1922 había considerado que: "El excepcionante funda su defensa, diciendo, el

procedimiento de este juicio fue abandonado por el actor sin sentencia firme desde el 24 de

diciembre de 1913 hasta el 13 de setiembre de 1917 y que en consecuencia ha transcurrido

con exceso el término fijado por el art. 848 del Código de Comercio que establece que se

prescriben a los tres años las acciones procedentes de cualquier documento endosable. La

presente ejecución se funda en los documentos de fs. 1, de fs. 2 y de fs. 3, de vencimiento el

21 de junio de 1911, 3 de julio de 1911 y 3 de setiembre de 1911 y se presentaron a juicio

el 15 de marzo de 1912, como base de las presentes actuaciones. Conforme lo dispuesto en

el art. 848 inc. 2°, la ejecución de los documentos fue iniciada en tiempo y antes de que la

prescripción respecto de los mismos se hubiere operado. Si antes de la iniciación del juicio

la prescripción no se había operado, tampoco se ha producido después de empezada su

tramitación. En efecto, según lo dispone el art. 3987 del Código Civil, la interrupción de la

prescripción, causada por la demanda, se tendrá por no sucedida, si el demandante desiste

de ella, o si ha tenido lugar la deserción de la instancia, según disposiciones del Código de

Procedimiento, o si el demandado es absuelto definitivamente. La interrupción de la

prescripción hecha por la demanda ejecutiva del 15 de marzo de 1912, no puede

considerarse como no sucedida en el presente caso...", JA, t. 12, p. 863.

(67) SOSA, Toribio E., obra anteriormente citada, Caducidad..., ps. 214 y 215, quien cita

como ejemplo la Constitución de las Pcias. del Chaco y de Jujuy, con antecedentes

judiciales que han declarado que "Es improcedente la declaración de caducidad de instancia

en la acción de amparo, pues el art. 19 de la Constitución de la Provincia del Chaco impone

a los jueces el deber de activar de oficio el procedimiento hasta el dictado de la sentencia",

S.t. de la Pcia. del Chaco, 8/6/00, "Modernell de Ozuma, María E. y otros c. Instituto de
Previsión Social y otro", LLLitoral, 2001-29. En el mismo sentido se ha expedido el

Supremo Tribunal de Jujuy, 11.233, S.t. Jujuy, agosto 29 de 1996, "Delgado de González,

Hilda F. y otros c. Tribunal de Cuentas de la Prov. de jujuy", en DJ, 1996-2, 1037.

(68) Art. 12 L. 7718, texto modificado por L. 11.653.

(69) Art. 46 L. 18.345.

(70) PEYRANO, Jorge Walter, artículo anteriormente citado, "¿Caducidad ...?", JA, 1980-

II, 746.

(71) ROSS, Alf, "Sobre el derecho y la justicia", traducción de Genaro R. Carrió, Ed.

Eudeba, 3ª ed. 1974, p. 34, N° 8, La vigencia del orden jurídico.

(72) SCMendoza, sala II, fallo del 23/3/05, autos "ABBA, Jorge S. c. Aitor Ider Balbo

SAACI y otros", DJ, 2005-3, 356, Revista año XXI, N° 40, del 5/10/05.

(73) GOLDSCHMIDT, Werner, artículo anteriormente citado, "Semblanza del trialismo ...

", ED, 113-737, b) Las valoraciones.

(74) CSJN, 27/5/99, "Ministerio de Cultura y Educación de la Nación", Considerando N°

11, DJ 1999-3, p. 178.

(75) GOLDSCHMIDT, Werner, artículo anteriormente citado, "Semblanza del trialismo ...

", ED, 113-737, b) Las valoraciones.

(76) GOLDSCHMIDT, Werner, obra anteriormente citada, La ciencia ... , Ed. Depalma, p.

361.

(77) Código Civil, art. 515, donde Vélez Sársfield plantea este pensamiento, señalando que:

"La obligación civil se funda en el derecho civil, y es garantizada por las instituciones

civiles, por medio de una acción. Hay obligación natural siempre que, según el "ius

gentium", existe un vínculo obligatorio entre dos personas. Este vínculo, a menos que el
derecho civil no lo repruebe expresamente, merece ser respetado; pero mientras no esté

positivamente sancionado, no hay derecho para invocar la intervención de los tribunales,

institución esencialmente civil".

(78) DUVERGER, Maurice, traducción Alfonso Sureda Métodos de las ciencias sociales,

Ed. Ariel, Barcelona, 5ª ed. 1971, p. 49 a) La noción del valor; DEL VECCHIO, Giorgio,

"Filosofía del derecho", Ed. Bosch, Barcelona, 9ª ed. española, corregida y revisada por

Luis Legaz y Lacambra, 1974, p. 281, autor que concluye en el plano dikelógico que "No

podemos limitarnos exclusivamente al estudio del derecho positivo, porque, de tal manera,

llegaríamos a renegar de nuestra conciencia, a mutilarla en cuanto la priváramos de la

investigación de lo justo como puro ideal".

(79) BUERES, Alberto J. y HIGHTON, Elena I., Código Civil... , Ed. Hammurabi, Bs. As.

2001, t. 6-B, p. 565.

(80) SCMendoza, sala II, fallo del 23/3/05, autos "ABBA, Jorge S. c. Aitor Ider Balbo

SAACI y otros", DJ 2005-3, p. 356, Revista año XXI, N° 40, del 5/10/05.

(81) PARRY, Adolfo E. Perención de la instancia, Ed. Omeba, 3ª ed. 1964, p. 687.

(82) Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica),

ratificado por ley 23.054 (Adla, XLIV-B, 1250) e incorporado al texto constitucional por el

art. 75 inc. 22 de la CN; concordante art. 15 de la Constitución de la Pcia. de Bs. As.

COUTURE, Eduardo J., "Fundamentos del Derecho Procesal Civil", Ed. Depalma, 3ª ed.

1973, p. 183, N° 116. Art. 16 CN; art. 11 de la Constitución de la Pcia. de Bs. As.

(83) Este efecto fue receptado por los arts. 2483 inc. a) y 2489 del Proyecto del Código

Civil unificado con el Código de Comercio, dec. 685/95 , determinando expresamente que

si: "la interrupción operó por la causal prevista en el art. 2483 inc. a) (demanda), el efecto
interruptivo dura hasta el dictado de la resolución que pone fin al proceso o, ante la

inexistencia de ésta, hasta la última actuación útil que obre en el expediente, salvo que

exista imposibilidad legal de impulsar el proceso" (ver ALEGRIA, Héctor; ALTERINI,

Atilio Aníbal; ALTERINI, Jorge Horacio; MENDEZ COSTA, María Josefa; RIVERA,

Julio César y ROITMAN, Horacio, "Proyecto de Código Civil de la República Argentina

Unificado con el Código de Comercio para el año 2000", Ed. San Isidro Labrador 1999,

arts. citados).

(84) VIEL TEMPERLEY, Facundo "Caducidad de la instancia como ultima salvaguarda

del instituto de la prescripción", DJ, 2005-1, 861 "in fine"; ídem MASON, Rogelio L., en

"La contracara de la tan alabada modificación introducida en el instituto de la caducidad de

la instancia en el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires. La

instancia in eternum", LLBA, 2002-1041.

(85) CSJN, "EGEA, Miguel A.", fallo del 9/11/04, dictamen del Procurador General de la

Nación, DJ 4/5/05, p. 18, Suplemento Penal 2005 (abril), p. 43.

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