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DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE PAZ Y CONFLICTOS

por Vicenç Fisas1

Desde su primer origen, y de una forma u otra, los seres humanos hemos estado siempre hablando y
deseando la paz, ya sea entendida como una situación que nos produce bienestar personal y tranquilidad
de espíritu, o como un orden social en el que las personas y los pueblos se entienden suficientemente
como para no entrar en beligerancias que causan muerte y sufrimiento. A su manera, todo el mundo
sobreentiende o intuye lo que eso significa, probablemente porque todos los humanos hemos tenido
suficientes vivencias y conocimiento de lo que no es paz. Centenares de millones de personas, además,
han vivido en su propia piel la tragedia de la guerra, que aún no siendo la única expresión de "no paz",
suele ser la más dolorosa y letal.

Este libro pretende ser una aproximación a un conjunto seleccionado de cuestiones, no todas, que están
alrededor de los procesos que nos acercan o nos alejan de la paz, la violencia y de un tipo determinado de
conflictos. El eje central es el conflicto, en abstracto, del que surgen diversas ramificaciones que pueden
ser positivas, si llevan semillas de paz, o negativas cuando portan semillas de odio y destrucción. Si
hablamos de cultura de paz, como proyecto, es porque asumimos cuan enraizada llega a estar en la
mayoría de nosotros la cultura de la violencia, entendiendo a ésta última como una forma negativa e inútil
de salir de un conflicto. Aprender a prevenir y gestionar correctamente los conflictos sería, por ello, una
forma de superar esta situación y avanzar en el proceso hacia la paz, una palabra mágica y confusa que ha
sido y será siempre manipulada por quienes aborrecen lo que supone e implica.

Inevitablemente, este estudio utiliza un conjunto de referencias bibliográficas, algunas veces de forma casi
abusiva y la mayoría de ellas bastante recientes, pero con una decisión clara de no convertir este libro en
una recopilación sobre todo cuanto se ha dicho o escrito en relación a la paz, el conflicto o la violencia.2
Además de ser tarea imposible por la extensión que ello significaría, quien esto escribe prefiere mostrar
algunas de sus propias intuiciones o criterios, así como los planteamientos de varios colegas y maestro/as
que, a mi entender, están abriendo ventanas a la interpretación de lo que sucede en el mundo de hoy, y
para intervenir en su transformación. Ese es, de hecho, el espíritu que me anima a redactarlo, porque lo
que no es admisible es que permanezcamos tan pasivos y desconcertados frente a lo que vemos a nuestro
alrededor, que cada vez se nos muestra con mayor complejidad. En el libro no hay tampoco soluciones
mágicas, que no existen aunque algunos estafadores las vendan, sino únicamente el empeño de mostrar
algunos puntos que puedan dar algo de luz a la obscuridad de lo complejo, y con ello poder salir de la
estéril actitud de la perplejidad perpetua. Si, como veremos, la paz es un proceso, un camino sin fin, es
imprescindible tomar riesgos a lo largo del trayecto. Escribir este libro con un contenido determinado, y
no con otro, es uno de los riesgos que ha de tomar cualquiera que tenga la osadía de, una vez más, pensar
sobre eso que llamamos paz al terminar el Siglo XX. Antes, sin embargo, quizás sea oportuno realizar
algunas clarificaciones sobre los mismos conceptos.

1Titular de la Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona.
2 Una década atrás escribí un libro titulado Introducción al estudio de la paz y los conflictos (Lerna, Barcelona, 1987, 379 p.), en
el que con un planteamiento académico más formal hay una mayor profusión de referencias, escuelas, tendencias y definiciones.
Aunque su contenido continúa siendo válido, en el presente trabajo he preferido hacer otro abordaje a la cuestión.
SOBRE LA PAZ

Aunque se ha repetido hasta la saciedad, es necesario remarcar que la paz es algo más que la ausencia de
guerra, de la misma forma que es también evidente que en una guerra no puede haber nunca paz. El
enfoque de paz que pretendemos abordar en este libro no es tampoco el de un concepto vacío, blando,
angélico o etéreo, sino todo lo contrario. La paz que queremos señalar es una referencia muy ambiciosa
que está en el horizonte de la humanidad, a la que queremos dirigirnos y que supone una transformación
absoluta de cuanto hacemos en el mundo. No tiene nada que ver con el mantenimiento del statu quo, tan
lleno de injusticias y desigualdades, o la docilidad y resignación de quienes sufren las consecuencias de
ello, y sí en cambio con el desenmascaramiento de los mecanismos de dominación, con la rebelión de
quienes se les ha usurpado el derecho a tomar decisiones, a la recuperación de la dignidad, y con los
procesos de cambio y transformación, a nivel personal, social y estructural, que están implícitos en el
traspaso de una cultura de violencia a una cultura de paz.

Johan Galtung3, que sin duda es una de las personas que ha dedicado más años e ingenio para el estudio de
la paz, nos ha mostrado en innumerables publicaciones que el enfoque de contraposición a la paz no ha de
buscarse en la guerra, sino en la violencia, de manera que cualquier definición de lo que entendemos por
paz signifique o implique una ausencia o una disminución de todo tipo de violencia, ya sea directa
(física o verbal), estructural o cultural, o vaya dirigida contra el cuerpo, la mente o el espíritu de cualquier
ser humano o contra la naturaleza. La paz, por tanto, sería la suma de la paz directa, la paz estructural y la
paz cultural. Para Galtung y otros investigadores, la paz es también la condición, el contexto, para que
los conflictos puedan ser transformados creativamente y de forma no violenta, de tal manera que
creamos paz en la medida que somos capaces de transformar los conflictos en cooperación, de forma
positiva y creadora, reconociendo a los oponentes y utilizando el método del diálogo.

Si la ausencia de guerra podemos denominarla como paz negativa, la ausencia de violencia equivaldría a
paz positiva, en el sentido de justicia social, armonía, satisfacción de las necesidades básicas
(supervivencia, bienestar, identidad y libertad), autonomía, diálogo, solidaridad, integración y
equidad. Construir la paz, por tanto, significa evitar o reducir todas las expresiones de la violencia,
empresa de tamaña magnitud que nos indica a las claras que la paz no es algo alcanzable de la noche a la
mañana, sino un proceso, un camino, una referencia. La imposibilidad de alcanzar una paz plena, no
obstante, no ha de significar desánimo ni ha de frustar a quienes plantan cara a estas muestras de violencia
destructiva, porque de lo que se trata es de conseguir que las actuaciones humanas vayan orientadas en esa
dirección, no en la contraria, donde predomina la injusticia, el desencuentro, la miseria, la explotación, la
incomunicación, la sumisión y la desigualdad. La perspectiva de la paz es la de avanzar en la mejora de
la condición humana, y todo cuanto se haga en este sentido, desde cualquier esfera de la actividad human
y desde cualquier rincón del planeta, será una aportación efectiva. El desafío que se nos plantea, dadas las
condiciones actuales del mundo, es cómo multiplicar esos esfuerzos y cómo enlazarlos para que su efecto
sea mayor. Y este no es un reto exclusivo de quienes se dedican a la investigación sobre la paz y los
conflictos, sino para todos los seres humanos que de una forma u otra sienten la necesidad de que se
produzca un cambio de rumbo en la forma de gestionar los asuntos que afectan a la humanidad.

En su afán didáctico, muchos estudios elaborados desde los centros de investigación para la paz suelen
referirse a la paz como la conjunción e interacción de varias "D": desarrollo, derechos humanos,
democracia y desarme. Como iremos viendo, la ausencia de cualquiera de estas "D" es un factor de
violencia, sea a nivel personal, social o internacional, por lo que la paz bien puede entenderse como el

3 GALTUNG, Johan, Peace by Peaceful Means, Sage, 1996, 281 p. La bibliografía de Galtung es extensísima, por lo que me

limito a señalar uno de sus últimos libros, en el que sintetiza ideas desarrolladas a lo largo de toda su vida.
proceso de fortalecimiento de cada uno de estos factores, a los que probablemente habría que añadir un
conjunto de términos igualmente esenciales, como seguridad, identidad o dignidad. Nuestro trabajo
empieza, por tanto, en la detección de aquellos fenómenos, dinámicas, comportamientos y estructuras que
niegan derechos y limitan los potencialidades de crecimiento de las personas y de las sociedades, como el
patriarcado, el militarismo, el autoritarismo, la explotación económica y tantísimos otros factores.

Este enfoque amplio de la paz, con lo que ello ha comportado en cuanto al desarrollo de propuestas
teóricas y prácticas surgidas de diferentes disciplinas, ha sido el resultado de la suma de aportaciones
realizadas a lo largo de los últimos cincuenta años en esta ciencia social aplicada que denominamos
"investigación para la paz", que está orientada por valores, y que de acuerdo con Groff y Smoker4 ha
evolucionado de la siguiente forma:

Evolución del concepto de paz

1 - Paz como ausencia de guerra. Es un concepto centrado en los conflictos violentos entre Estados.

2 - Paz como equilibrio de fuerzas en el sistema internacional. En 1941, Quincy Wright sugirió que la
paz era un equilibrio dinámico de factores políticos, sociales, culturales y tecnológicos, y que la guerra
ocurría cuando se rompía dicho equilibrio. Este modelo asume que cualquier cambio significativo en uno
de los factores requiere los cambios correspondientes en el resto de factores para restaurar el equilibrio.

3 - Paz como paz negativa (no guerra) y paz positiva (no violencia estructural). Estos conceptos
fueron introducidos en 1969 por Johan Galtung, quién también desarrolló el concepto de violencia
estructural, definiéndolo en términos del número de muertes evitables causadas por estructuras sociales y
económicas.

4 - Paz feminista: niveles macro y micro de la paz. En los 70 y 80 se extendió a nivel individual tanto la
paz positiva como negativa. La nueva definición de paz incluía no sólo la abolición de la violencia
organizada a nivel macro, como la guerra, sino también a nivel micro, como las violaciones en las guerras
o en casa. Además, el concepto de violencia estructural fue expandido de forma similar para incluir las
estructuras a nivel personal, micro y macro que dañan o discriminan contra los individuos o los grupos5.
La guerra, como forma de solucionar los conflictos, es mostrada como una manera masculina de afrontar
los conflictos6.

5 - Paz holística - Gaia: la paz con el medio. En los 90 se expandió aun más los niveles de aplicación,
del familiar al individual al global. La teoría de la paz-Gaia concede un alto valor a las relaciones de los
seres humanos con el sistema bio-ambiental.7

6 - Paz holística interna y externa. Incluye los aspectos espirituales

4 GROFF, Linda; SMOKER, Paul, "Creating global/local cultures of peace", en From a culture of violence to a culture of peace,
UNESCO, 1996, pp. 103-128
5 BROCK-UTNE, Brigitte, Feminist Perspectives on Peace and Peace Education, Pergamon Press, Oxford, 1989
6 REARDON, Betty, Militarization, Security and Peace Education, United Ministries in Education, USA, 1982
7 Paul Smoker, D. Dreher y J. Macer son algunas de las personas que han divulgado este planteamiento
Siguiendo de nuevo a Galtung, éste divide en tres ramas las formas de abordar el tema de la paz, según
pongan el acento en el pasado, el presente o el futuro, y según combinen los hechos, las teorías y los
valores8:

• Estudios empíricos sobre la paz, basados en el empirismo y centrados en el pasado. Nos informan
sobre modelos y condiciones de paz y de violencia en el pasado, porque sólo del pasado podemos
tener datos.
• Estudios críticos sobre la paz, basados en el criticismo y centrados en el presente. Pueden evaluar
datos e informaciones sobre el presente a la luz de los valores de paz y violencia.
• Estudios constructivistas sobre la paz, centrados en el futuro. Combinan las teorías acerca de
cómo nos conducimos y los valores de acuerdo con los cuales deberíamos conducirnos.

Para Galtung, este triángulo se refleja además en otro, que denomina de diagnóstico-pronóstico y terapia
(o tratamiento), haciendo un paralelismo de la paz con la salud, y del que se deriva lo siguiente9:

• El diagnóstico es un análisis basado en los datos, parte de los cuales se conocen como "síntomas"
y otros como "anámnesis", es decir, información contextualizada del paciente sobre su propio
proceso de salud-enfermedad.
• El pronóstico está basado en teorías predictivas del curso probable de una enfermedad en un
contexto dado. Prognosis es algo más que la mera predicción; es una predicción acerca de una
dimensión valorativa situada entre la paz y la violencia.
• El tratamiento es la intervención basada en valores y teoría, obtenida a partir de la generalización
de otros casos y guiada por los valores de salud negativa (desaparición de síntomas) y salud
positiva (resistencia a la enfermedad). La terapia es una intervención deliberada que pretende
desviar hacia arriba el curso de la prognosis, esto es, encaminarlo hacia el terreno de la paz.

La diversidad existente en el mundo, sea en culturas, religiones o facilidades/dificultades de


supervivencia, nos invita a no cerrarnos en una concepción estrecha o única de paz, de la misma forma
que nos obliga a ensanchar nuestra visión sobre las causas de la violencia y los conflictos. Los conceptos,
como instrumentos de trabajo, son útiles sólo en la medida en que reflejan la realidad de lo que queremos
explicar. Si tanto la paz como los conflictos son procesos globales, y muy dinámicos y cambiantes, en los
que intervienen factores de todo tipo, hemos de convenir que todo cuanto concluyamos será provisional,
ha de estar sujeto a la crítica, y ha de pasar por el tamiz de las interpretaciones que puedan hacerse desde
otras parcelas del saber. Lo contrario, nos recuerda Galtung, hacer "la" teoría que olvida otras verdades, es
una invitación abierta a la violencia cultural.

Hablar de paz, finalmente, tiene que ser compatible con hablar de la realidad de hoy, sea para señalar
donde está ausente y porqué razones, como para analizar las maneras que permiten transformar esta
realidad a través de la concienciación. Si reflexionamos sobre la paz, lo repetimos una vez más, no es para
instalarnos en el lamento de su escasa presencia, sino para rebelarnos respecto a lo inadmisible, para
conocer lo mejor posible los motivos de lo que acontece en el mundo presente, y ofrecer alternativas que
permitan construir nuestras propias visiones de futuro. No obstante, para no errar el tiro o alejarse de la
realidad, esta ambición de propósitos no debe olvidar nunca la extrema dificultad que tenemos en el actual
momento, no sólo para evitar conflictos sangrientos, sino para frenarlos o reconducirlos con prontitud.
Podemos y debemos hablar de paz, ahora y siempre, pero por prudencia es bueno hacerlo con la imagen

8 GALTUNG, Johan, "Los fundamentos de los estudios sobre la paz", en Presupuestos teóricos y éticos sobre la paz,
Universidad de Granada, 1993, pp. 16-18
9 Ibid, pp. 38-39
interpeladora de las mujeres argelinas degolladas, las afganas secuestradas, los niños perdidos en Ruanda,
los campesinos aterrorizados de Colombia, los indígenas refugiados de Centro-América, las familias
bosnias diezmadas, los niños de la calle brasileños y tantos otros ejemplos de indignidad que pisotean el
derecho a la paz en tantos puntos del planeta.

SOBRE LA VIOLENCIA

En un trabajo como éste, en el que la paz y la violencia son siempre referencias constantes, no podemos
pasar por alto un hecho ciertamente inquietante: el ser humano es el único animal que hace daño sin
necesidad, gratuitamente, y que además puede disfrutar actuando con violencia. Por fortuna, sólo un
pequeño porcentaje de seres humanos, hombres en su mayoría, actúan sistemáticamente utilizando la
violencia y la crueldad.

Por violencia podemos entender el uso o amenaza de uso de la fuerza o de potencia, abierta u oculta, con
la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles algún
tipo de mal (físico, psíquico o moral). La violencia, por tanto, no es solamente un determinado tipo de
acto, sino también una determinada potencialidad. No se refiere sólo a una forma de "hacer", sino también
de "no dejar hacer", de negar potencialidad.

En una definición ya clásica, Galtung 10 afirmaba que la violencia está presente cuando los seres humanos
se ven influídos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales, están por debajo de
sus realizaciones potenciales. La violencia quedaría así definida como la causa de la diferencia entre lo
potencial y lo efectivo, y el espectro de violencia aparecería, por tanto, cuando por motivos ajenos a
nuestra voluntad no somos lo que podríamos ser o no tenemos lo que deberíamos tener. Este enfoque
resulta especialmente pertinente cuando abordamos la violencia estructural e intentamos comprender, por
ejemplo, por qué a finales del Siglo XX todavía mueren anualmente 9 millones de niños y niñas menores
de cinco años por falta de antibióticos o vacunas. Al tratarse de muertes evitables, no puede existir
ejemplo más palpable de violencia estructural.

Para Adela Cortina11, hay tres expresiones básicas de violencia:

• expresiva: es patológica, porque persigue hacer daño


• instrumental: trata de conseguir algo, e incluye la violencia del Estado
• comunicativa: se utiliza como último recurso y para transmitir un mensaje

Desde la óptica de la cultura de paz, y como veremos posteriormente al analizar la ética global, el reto que
se nos presenta es el de llegar a sustituir la violencia instrumental por el poder comunicativo mediante una
propuesta intercultural. Se trata también de desarrollar los medios de acción no violentos que permitan
comunicar y presionar eficazmente, sin tener que recurrir a la violencia como último recurso.

Un punto de partida para introducirnos en la evitabilidad de la guerra y de la violencia cruel y gratuita


pueden ser las conclusiones a que llegaron varios científicos, congregados en Sevilla en 1989 para analizar
científicamente qué había de verdad y de mentira en relación a la violencia. El Manifiesto de Sevilla12 que
redactaron afirma que la paz es posible, porque la guerra no es una fatalidad biológica. La guerra es

10 GALTUNG, Johan, "Violence, Peace and Peace Research", Journal of Peace Research, nº 3, 1969, pp. 167-192
11 Ponencia presentada en el seminario "El sexo de la violencia", celebrado el 20 y 21 de noviembre de 1997 en la Universidad
Autónoma de Barcelona.
12 ADAMS, David, El Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia, de 1989, UNESCO, 1992, 47 p.
una invención social. Se puede inventar la paz, porque si nuestros antepasados inventaron la guerra,
nosotros podemos inventar la paz. Es más. Tenemos ejemplos de sociedades guerreras que se han
convertido en pacíficas, como los vikingos, y de grupos humanos que han aprendido a relacionarse de
forma no agresiva y no competitiva y a inhibir correctamente la violencia13.De la misma forma, sabemos
que las sociedades que prestan poca atención a los pobres, a las mujeres y a las minorías étnicas y
religiosas, tienen unos niveles de violencia física y estructural mucho mayores. Lo que es evidente, en
definitiva, es que aunque seamos el resultado o estemos influenciados por una cultura bélica, eso no es
irreversible, y tenemos el potencial y las posibilidades de cambiar la situación forjando una cultura de paz.

En el Manifiesto de Sevilla, los científicos señalan que los seres humanos tenemos una cultura, y esta
cultura podemos hacerla evolucionar. Nos es posible inventar nuevas maneras de hacer las cosas. No
existe un sólo aspecto de nuestro comportamiento que esté tan determinado que no pueda ser modificado
con el aprendizaje. La construcción de la paz, por tanto, empieza en la mente de los seres humanos: es la
idea de un mundo nuevo. El respeto a los derechos humanos y de las libertades fundamentales, la
comprensión, la tolerancia, la amistad entre todas las naciones, todos los grupos raciales y religiosos: he
aquí los fundamentos de la obra de paz. Excluye el recurso a la guerra con fines expansivos, agresivos y
dominantes, el uso de la fuerza y de la violencia con fines represivos. Estas son algunas de las
afirmaciones del citado Manifiesto14:

1 - La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás


animales. El hecho de que la guerra haya cambiado de manera tan radical a lo largo de los
tiempos prueba claramente que se trata de un producto de la cultura. Desde un punto de vista
biológico, la guerra es posible pero no tiene carácter ineluctable.

2 - Los genes no producen individuos necesariamente predispuestos a la violencia. Aunque los


genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo
totalmente. La personalidad no es sólo la resultante de los genes, sino que está determinada por
las condiciones de la educación y, por lo tanto, del entorno social y ecológico.

3 - La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes. En las


especies animales organizadas en grupos sociales, el comportamiento agresivo aparece en el
contexto de la cooperación y de la asistencia mutua.

4 - Nuestros comportamientos están modelados por nuestros tipos de condicionamiento y


nuestros modos de socialización. No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a
reaccionar violentamente.

5 - Científicamente es incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a


un único móvil.... La guerra moderna pone en juego la utilización institucionalizada de una parte
de las características personales tales como la obediencia ciega o el idealismo, y por otra
aptitudes sociales tales como el lenguaje; finalmente implica planteamientos racionales tales
como la evaluación de los costes, la planificación y el tratamiento de la información. La imagen
del enemigo es una construcción artificial más que un rasgo humano constante.

13 BOULDING, Elise, "Peace behaviors in various societies", en From a culture of violence to a culture of peace, UNESCO, 1996,
pp. 31-53. En este ensayo, Elise explica los casos de los Inuit (Canadá), Mbuti (República Centro Africana), Zuni (Estados
Unidos) y Arapesh (Nueva Guinea).
14 He respetado algunos comentarios adicionales que David Adams ha realizado sobre los puntos del Manifiesto.
La violencia es siempre un ejercicio de poder, sean o no visibles sus efectos, y como tal, puede
manifestarse en cualquier esfera de nuestra vida, en lo cultural, lo económico, lo político o lo doméstico.
La violencia puede ser considerada como la forma más burda y primitiva de la agresión. En este sentido es
una fuerza exclusivamente humana que aspira a ser la solución que excluya a todas las demás, por lo que
también es una censura totalitaria15. La violencia, como la paz, puede ser directa (es un acontecimiento
intencionado), estructural (un proceso, una costumbre) o cultural, que legitima a las otras dos como
buenas y correctas.

Galtung, que en 1971 ya desarrolló una teoría estructural sobre el imperialismo, señala también la
existencia de dos tipos de violencia estructural16:

• Vertical. Es la represión política, la explotación económica o la alienación cultural, que violan las
necesidades de libertad, bienestar e identidad, respectivamente.
• Horizontal. Separa a la gente que quiere vivir junta, o junta a la gente que quiere vivir separada.
Viola la necesidad de identidad.

En este trabajo nos interesa especialmente la violencia cultural, que es lo opuesto a la cultura de paz, y que
se expresa también desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje, arte, ciencia,
leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y que cumple la función de legitimar la violencia directa
y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones para
que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados
incluso por hacerlo.17

Todas las violencias señaladas tienen conexiones entre sí. La violencia directa sirve de indicador del nivel
de violencia estructural y cultural; la violencia estructural es a menudo violencia directa del pasado, de
conquistas o represión que han permanecido hasta nuestros días. Su nivel de expresión depende del nivel
de violencia cultural, que glorifica el uso de la violencia y no permite ver las salidas no violentas al
conflicto.18

Dado que nuestro enfoque quiere prestar una atención especial a los conflictos armados, puede ser
oportuno observar cómo se manifiestan estas formas de violencia en los contextos de crisis, en donde
siempre se reducen o anulan las necesidades humanas esenciales de seguridad, bienestar, libertad e
identidad. Siguiendo el esquema de Galtung, Luc Reychler lo ha resumido así:

Las violencias en los conflictos armados

Violencia física. Tiene por objetivo inmovilizar a la gente, herirla o matarla. Puede tener una naturaleza
política o criminal. Como ejemplo, el caso de Sudáfrica, en donde se produjeron 13.000 muertos por
violencia política en el período 1990-1993, pero donde la violencia criminal ha matado ocho veces más
personas. Entre 1984 y 1992, en este país fueron violadas cerca de 2 millones de mujeres.

15 URRA, Javier, Violencia. Memoria amarga, Siglo XXI de España, 1997, p. 1


GALTUNG, Johan, Conflict transformation by peaceful means, Trascend, 1996, 58 p.
16 GALTUNG, Johan, op.cit,
17 GALTUNG, Johan, Peace by Peaceful Means, Sage/PRIO, 1996, 280 p.
18 REYCHLER, Luc, "Les crises et leurs fondements", en "Conflicts en Afrique", GRIP, nº 215-217, 1997, pp. 39-42
Violencia psíquica. Atenta al alma humana y persigue reducir la capacidad mental. Forman parte de esta
categoría, la desinformación, la amenaza, el adoctrinamiento, la propaganda, el lavado de cerebro,
provocar hambre o enfermedad, violar... todo ello para provocar una guerra psicológica

Violencia estructural. Es una forma indirecta de violencia, que está anclada en las estructuras sociales (el
apartheid sería un ejemplo de ello). Está sostenida por un serio aparto policial, y funciona tanto a nivel
nacional como internacional. Puede tener una naturaleza económica, política, militar, cultural o
comunicativa

Violencia cultural. Como hemos comentado, se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una
legitimidad a la utilización de los instrumentos de la violencia señalados anteriormente. Puede tratarse de
la aprobación de la violencia en nombre de la revolución, del fanatismo religioso y de guerras santas, de la
descalificación de enemigos o de ideologías políticas. Se trata también de sentimientos de superioridad
ligados a la lengua, y del rol de la ciencia y del arte en la ignorancia, la tolerancia, la aprobación o la
estimulación del racismo, la exclusión, etc.

SOBRE EL CONFLICTO

El conflicto, como veremos con atención posteriormente y de forma genérica, es un proceso interactivo
que se da en un contexto determinado. Es una construcción social, una creación humana, diferenciada de
la violencia (puede haber conflictos sin violencia, aunque no violencia sin conflicto), que puede ser
positivo o negativo según cómo se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado
y superado (puede convertirse en paz) por las mismas partes, con o sin ayuda de terceros, que afecta a las
actitudes y comportamientos de las partes, en el que como resultado se dan disputas, suele ser producto
de un antagonismos o una incompatibilidad (inicial, pero superable) entre dos o más partes, el resultado
complejo de valoraciones, pulsiones instintivas, afectos, creencias, etc., y que expresa una insatisfacción o
desacuerdo sobre cosas diversas.

Las respuestas posibles al conflicto son siempre múltiples, y van desde la negociación con el adversario a
su destrucción. La gestión óptima de un conflicto consiste en limitar las respuestas a la franja del
"continuum" del conflicto que no incluye la violencia física y la guerra.

Unión --> Integración --> Cooperación --> Alianza --> Adaptación mutua -->

--> Negociación/Intercambio --> Mediación --> Arbitraje --> Disuasión --> Guerra

El estudio de los conflictos supone, entre otros aspectos, abordar sus raíces más profundas, su evolución,
vinculaciones, actores y posibilidades de transformación o regulación. Las variables a tener en cuenta son
siempre numerosas, y cada caso tiene suficientes especificidades para que se tengan en cuenta factores
añadidos. Esta complejidad en el análisis de los conflictos no es obstáculo, sin embargo, para conocer
dinámicas muy generalizadas que con frecuencia pueden preverse y, por tanto, evitarse en más de una
ocasión. Una de estas dinámicas es la de escalada, en las que juegan un importante papel las frustraciones,
las polarizaciones crecientes, las malas percepciones, la incomunicación o las patologías de los dirigentes.
En los conflictos existen también factores de aceleración, como la propaganda desinformadora, los
rumores o el abuso de la "retórica de guerra", que multiplican la inseguridad, temor u hostilidad de los
actores y refuerzan su inclinación a usar la fuerza. En todos estos casos se crean imágenes de enemigo y
estereotipos que perpetúan el conflicto.
Para Luc Reychler19, un diagnóstico serio supone que identificamos el conflicto en relación a cinco
aspectos: los actores involucrados, los litigios, la estructura de oportunidad, la interacción estratégica
y la dinámica del conflicto.

1) Los actores principales. Hay que identificar las partes y sus interrelaciones, que pueden variar a lo
largo del conflicto, los mecanismos por los que consiguen movilizan a la gente, su nivel de compromiso
en el conflicto, la personalidad de quienes detentan el poder o tienen influencia, el rol de las instituciones
nacionales, las relaciones con otros países, los países vecinos, las relaciones Este-Oeste, el rol de la ONU,
la influencia de la venta de armas, del apoyo exterior a la oposición, etc.

2) Los litigios. Pueden venir por una diferente definición de la situación, por existir un litigio de intereses
(sobre el reparto de los recursos escasos, como el poder político, la economía, el territorio, el prestigio, la
legitimidad, los privilegios, la sucesión, la cultura, etc.), por un desacuerdo sobre objetivos y medios
(¿qué táctica y estrategia hay que seguir?, desacuerdos entre los extremistas y los moderados, entre los que
quieren negociar y los que quieren más violencia), litigios sobre los valores (¿quién decide lo que está
bien y lo que está mal? ¿qué es lo importante?), litigios sobre la identidad colectiva, que se siente
amenazada, y litigios irracionales, en los que prevalece el odio y los sentimientos de venganza. Es el
terreno de la psico y de la sociopatología. Los motivos pueden ser la frustración, los sentimientos de
venganza, el sadismo, la paranoia, el fanatismo, el masoquismo... Muchas veces estos comportamientos
vienen de un pasado mal asimilado, a la apertura de viejas heridas de la historia o por haber sobrepasado
un determinado nivel de violencia.

Además de la naturaleza de los litigios, conviene tener presente otros aspectos:

! El número de litigios. Muchos conflictos son una suma de litigios. Pueden influenciarse muy
negativamente.
! La simetría o asimetría. La asimetría dificulta alcanzar acuerdos via negociación. El más débil
puede querer legitimizarse mediante más violencia.
! La escalada del litigio. La escalada no se debe solamente a los medios y a las estrategias, sino
también a la escalada de los objetivos de las partes. Ciertas partes necesitan del litigio para
sobrevivir.

3) Las estructuras de oportunidad. Hacen referencia a las relaciones de poder de las partes enfrentadas
y a los factores del entorno favorables o desfavorables al uso de la violencia armada. Muchas veces, la
subestimación del poder de una de las partes es la causa de la decisión de recurrir a la violencia. Hay
ingredientes "duros"(el tamaño de la comunidad, el territorio, la potencia económica y militar...) e
ingredientes "blandos" (la voluntad y la tolerancia de la población, las obligaciones morales, el estatuto de
legitimidad interna o externa, la capacidad de manipular a los medios de comunicación...). El acceso al
armamento siempre aumenta el riesgo de la violencia armada. El clima moral y político es muy
importante. Un clima de desconfianza, de desespero, sin perspectivas de futuro, como en Burundi, incita a
la revuelta. La pobreza impide apaciguar las tensiones sociales.

4) Liderazgo y estrategia. Las poblaciones se meten en luchas cuando sus jefes políticos y/o militares
hinchan pequeños conflictos y avivan sentimientos de odio latentes. Las guerras aparecen cuando los
dirigentes intentan resolver los problemas incitando a la población hacia el enfrentamiento armado. No
puede entenderse la compleja realidad de los conflictos sin familiarizarse con las percepciones de los
principales dirigentes. Su manera de enfrentar una situación puede estar fuertemente influenciada por la

19 REYCHLER, Luc, op. cit., pp. 39-66


experiencia, las reflexiones históricas, el origen cultural y socio-económico, los trazos de la personalidad,
las ideologías, la propaganda, las consideraciones burocráticas, y toda una serie de factores irracionales.

5) Dinámica del conflicto. Después que se ha sobrepasado el nivel de violencia, los esfuerzos deben
concentrarse en la pacificación (peace-making) y el mantenimiento de la paz (peace-keeping). Los
pacificadores tienen como misión poner fin a la violencia y encontrar un compromiso político.

Si hubiéramos de resumir todo este mapa del conflicto en tres palabras, y siguiendo a Galtung20,
deberíamos centrarnos en las deficiencias de las estructuras, las culturas y los actores. Las primeras por
no atender las necesidades básicas de la población, las segundas por justificar la violencia, y las terceras
por ser incapaces de aproximarse sin violencia a los conflictos. En cualquier caso, lo que nos conduce a la
violencia siempre es el fracaso en transformar positivamente los conflictos.

SOBRE LA GUERRA

Como hemos apuntado al inicio de este capítulo, la guerra es un fenómeno social, y como tal es evitable.
La polemología, que es la ciencia que la estudia, considera a la guerra como una enfermedad, no como un
mal; y como cualquier enfermedad, puede tener un remedio y tratamiento preventivo. De lo que se trata,
por tanto, es de conocer cómo interactuan los factores belígenos que transforman un conflicto en una
guerra. Es así como la polemología, que es una ciencia multidisciplinar, hace un uso extensivo de la
psicología social, para conocer la manera en que la guerra suele actuar como elemento "agrupador", es
decir, como reunificador de elementos que tienen tendencia a separarse. Entre la agresividad individual y
la guerra existe un campo muy extenso de intervención política y social, que es justamente donde las
instituciones y los líderes toman un rol activo para conducir y manipular pulsiones individuales o
colectivas hacia niveles de enfrentamiento, que no se producirían si los individuos actuaran aisladamente.
Las guerras, no debe olvidarse, son actos en los que predominan la irracionalidad y la destrucción.
Normalmente son preparadas con frialdad con años de antelación y se llevan a cabo a través de
instituciones y cuerpos entrenados para ello. Para justificarla se mitifica el uso de la fuerza, se glorifica el
sacrificio y la muerte (de los jóvenes, por supuesto, no de los planificadores), se acepta la obediencia ciega
y se ponen en marcha mecanismos perfectamente conocidos para provocar fanatismos y deberes patrios, y
suscitar un odio absoluto hacia el adversario, depositario ya de todos los males, hasta el extremo de
negarle su condición de humano y así poder matarlo sin culpabilidad.

En un análisis de los estudios realizados hasta entonces sobre las causas de las guerras, Gantzel 21 señalaba
ya en 1981 que no parecía existir una conexión directa entre conflictos (entendidos como divergencias de
intereses) y guerra, ya que la frecuencia de los primeros no se corresponde con la de la segunda. Esto
supone que la guerra es una forma determinada de "regular" los conflictos, caracterizada por hacerlo
mediante el uso de la violencia a gran escala. La guerra es por tanto una opción, pero no un recurso
inevitable, puesto que el conflicto podría ser tratado mediante otros medios. Averiguar los motivos por los
que se toma una opción y no otra es probablemente el principal reto de la polemología y uno de los
aspectos esenciales que ha de considerar la reflexión sobre la cultura de paz. Gantzel proponía entonces
abordar esta cuestión desde cuatro perspectivas:

• los intereses en juego y el análisis de los grupos o clases que representan esos intereses
• la estructura socio-económica en la que están enraizados esos intereses

20 GALTUNG, Johan, Conflict transformation by peaceful means, Trascend, 1996, 58 p.


21 GANTZEL, Klaus Jürgen, "Another Approach to a Theory on the Causes of International War", Journal of Peace Research, nº
1, 1981, pp. 39-50.
• la estructura política mediante la cual esos intereses se desarrollan
• el aparato militar utilizado como instrumento de acción

Una opción existe sólo en la medida en que está en un cuadro mental de posibilidades, y éstas evolucionan
de una forma u otra en el transcurso de nuestro desarrollo como sociedad. Hace unos siglos, la esclavitud
era una realidad, y en cambio hoy no entra ya en la categoría de opciones, como tampoco es imaginable
que Francia y Alemania se bombardeen para dirimir un conflicto comercial que pudiera surgir entre ambos
países. Y sin embargo no ha pasado más que medio siglo de la última guerra mundial. Abolir la guerra
de nuestro horizonte de posibilidades, por difícil que sea, no debería ser objeto de ridiculez, sino un
sano ejercicio para detectar los obstáculos que impiden llegar a este objetivo.

En un estudio sobre psicosociología de los conflictos, Aisenson22 apunta algunos de los obstáculos
irenológicos que se muestran como claros impedimentos al desarrollo de la cultura de paz, y que
normalmente son enmascarados por mecanismos de defensa. Más allá de la retórica de "la defensa de la
democracia y la libertad", "la lucha por la liberación de los pueblos" o la "guerra santa", pueden
esconderse actitudes y conductas mucho menos presentables, como las siguientes:

• determinadas formas de poder político y económico que no son más que manifestaciones de
narcisismo23
• los impulsos de lucha por el honor nacional
• el recelo y la desconfianza entre los rivales
• la mala interpretación de los movimientos del adversario
• la pérdida de prestigio y la subsecuente necesidad de "salvar la cara"
• el desviar hacia un objetivo exterior las frustraciones sociales y políticas internas
• la obnubilación de la inteligencia derivada de la tensión de las crisis
• la tensión vinculada a la toma urgente de decisiones

Prescindir de la guerra como método, en definitiva, supondrá ir mucho más allá del desarme y la
desmilitarización. No basta con actuar sobre las estructuras, sino también sobre los núcleos de
subjetividad, como los valores, las creencias o los temores. Las armas y sus portadores no son
más que instrumentos al servicio de intereses generalmente muy poco nobles. Desenmascararlos
es una de las tareas pendientes; aprender a utilizar con sabiduría las formas no violentas de
gestión de los conflictos hará el resto.

22AISENSON, Aída, Resolución de conflictos: un enfoque psicosociológico, Fondo de Cultura Económica, 1994, 187 p.
23Señala más específicamente la codicia inmoderada, la sed de poder y las ansias de prestigio, que se combinan con la falta de
empatía y de consideración con el prójimo; la intolerancia y el maniqueísmo, los recelos paranoides, la agresividad...

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