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De esta manera, llegamos al neuromito que hoy abordaremos: ¿es real que el cerebro
es multitarea? Casi el 100% de la población considera que nuestro cerebro es capaz
de realizar varias tareas a la vez, un concepto que también es conocido por el vocablo
en inglés “multitasking”.
Por un lado, se podría decir que el cerebro es multitarea puesto que es el órgano que
regula todas nuestras funciones vitales -el ritmo cardíaco y la homeostasis, por
ejemplo- sin que sea necesario atender a estas cuestiones en particular porque
ocurren fuera del nivel de nuestra consciencia. Tampoco requiere que tengamos que
atender a cada paso para realizar aquellas tareas que han sido aprendidas y se han
vuelto “automáticas”, como, por ejemplo, lavarnos los dientes. Nuestro cerebro es
capaz de realizar ciertas acciones al mismo tiempo, usando diferentes estructuras
simultáneamente.
Por otro lado, y para considerar atentamente, ocurre lo contrario con aquello que casi
todas las personas creen: el cerebro no es multitarea a la hora de prestar atención
selectiva y sostenida. Es decir, no puede llevar a cabo simultáneamente tareas que
involucran las áreas cerebrales más evolucionadas (implicadas, por ejemplo, en
contestar mensajes de texto conjuntamente con atender a una exposición oral).
Cuando nos referimos a que para el cerebro no es posible prestar atención selectiva y
sostenida, señalamos aquellas funciones que nos dan la capacidad de controlar los
sucesos cognitivos e involucran resistencia a la distracción, inhibición de respuestas a
los estímulos a favor de otros más relevantes. Como docentes, concentrarnos en
que nuestros estudiantes puedan mantener la atención selectiva y sostenida es
un desafío. Más aún, estas funciones se entrenan y desde la institución educativa
deberíamos generar espacios enriquecidos para que los estudiantes aprendan a
concentrarse.
Les presentamos ciertos ítems para que los docentes puedan tomarlos con el objetivo
de enriquecer sus prácticas pedagógicas y, a su vez, los invitamos a compartir esta
información con estudiantes de nivel medio: les será información valiosa no solo en
esta instancia de su formación sino también en estudios superiores.
1) Información
En la escuela, tanto educadores como estudiantes suelen decir que “el cerebro
trabaja como una computadora”.
Para diferenciarnos de las máquinas, diremos, en primer lugar, que el cerebro nunca
es el mismo y, por lo tanto, tiene historia y la reescribe todos los días. Por otro lado,
en una computadora la memoria tiene un lugar asignado en el hardware, mientras que
en el cerebro se almacenan muchos tipos de memorias, en muchos sitios a la vez y
no siempre es posible tener acceso a ellas.
Ahora bien, el hecho de que el cerebro humano pueda realizar varios procesos a la
vez no significa que los seres humanos seamos “multitarea” a la hora de prestar
atención selectiva y sostenida. La atención selectiva y sostenida es aquella función
requerida en el aula para que los estudiantes “atiendan” la tarea que se está
realizando, evitando distracciones.
“Las estructuras que conforman el cerebro del Homo sapiens sapiens evolucionaron
hace 160.000 años en la sabana africana con el fin de sobrevivir en el mundo natural”.
Estos 139 caracteres nos permiten comprender más fácilmente porqué a tantos de
nosotros se nos suele escuchar frecuentemente las frases “tengo problemas de
memoria” o “a este alumno le está costando más concentrarse que antes”.
Pero hay una mosca en la sopa. Aunque pensamos que estamos haciendo varias
cosas a la vez (somos multitarea) esta es una ilusión poderosa y diabólica. Earl Miller,
neurocientífico del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y uno de los expertos
mundiales en atención dividida, dice que nuestros cerebros “no están cableados para
realizar múltiples tareas correctamente”. Cuando una persona piensa que es
multitarea, en realidad está cambiando de una tarea a otra muy rápidamente. Y
cada vez que lo hace, hay un costo cognitivo. Aunque pensamos que estamos
haciendo mucho, irónicamente, la multitarea nos hace demostrablemente menos
eficientes. El “multitasking” en realidad se llama “asignaciones alternas” ya que lo
que sucede en el cerebro es que cambia su concentración de la primera actividad a la
segunda, para luego regresar a la primera.
Como si esto fuese poco, muchos de los focos de atención a los que estamos
atendiendo cuando estamos en “modo multitarea” requieren de la toma de decisiones:
¿Respondo este mensaje o lo ignoro? ¿Cómo lo respondo? ¿Cómo puedo archivar
este correo electrónico? ¿Puedo continuar en lo que estoy trabajando o me tomo un
descanso? Resulta que la toma de decisiones también es muy difícil para los recursos
neuronales y que pequeñas decisiones parecen tomar tanta energía como las
grandes. Al perder energía y estar sobrecargados, una de las primeras habilidades
que perdemos es el control de los impulsos. Esto rápidamente se convierte en un
estado de agotamiento en el que, después de tomar muchas decisiones
insignificantes, podemos acabar tomando decisiones realmente malas sobre algo
importante.
Las personas que pueblan las aulas de nivel medio consideran Facebook la red social
de la generación anterior. Para ellos, enviar mensajes de texto, WhatsApp, se ha
convertido en el principal modo de comunicación. Ofrece la privacidad que no se tiene
con llamadas telefónicas y la inmediatez que no brinda el correo electrónico. Pero los
mensajes de texto, a diferencia de la mayoría de los correos electrónicos, hacen que
haya que enfrentarse a algunos problemas. Debido a que es limitado en caracteres,
desalienta la discusión pensativa o cualquier nivel de detalle. Y los problemas
adictivos se agravan por la hiperinmediatez de los mensajes de texto. A diferencia de
los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp aparecen sin pedir permiso en la
pantalla del teléfono y percibimos que “demandan” atención inmediata. Si a esto le
añadimos la expectativa social de que un texto sin respuesta se interprete insultante
para el remitente, nos encontramos con la receta para la adicción: reciba un
WhatsApp y se activarán los centros de novedad. Respondemos y nos sentimos
recompensados por haber completado una tarea (aunque esa tarea fuese
completamente desconocida para nosotros 15 segundos antes). Cada una de las
respuestas ofrece una inyección de dopamina mientras su sistema límbico grita
"¡Más! ¡Más! ¡Dame más!".
Cada vez que enviamos un mensaje, de una manera u otra, sentimos una sensación
de logro y nuestro cerebro recibe una gran cantidad de hormonas de recompensa
diciéndonos que hemos logrado algo. Cada vez que revisamos un feed de Twitter o
una actualización de Facebook, nos encontramos con algo nuevo y nos sentimos más
conectados socialmente (en una especie de manera cibernética extraña e impersonal)
y recibimos otra cantidad de hormonas de recompensa. Pero recordemos, es la parte
muda del cerebro que conduce el sistema límbico que induce esta sensación de
placer, no la planificación, la programación, los centros de pensamiento de nivel
superior en la corteza prefrontal. Dice el Dr. Levitin, “la comprobación del correo
electrónico, Facebook y Twitter constituye una adicción neural.”.
A modo de conclusión: