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Semana 46 2011

Ley y Gracia
“¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera.”
Romanos 6:15

Gracias a Jesucristo y solo por la fe en él es que somos salvos. La palabra de Dios es muy clara en
cuanto a nuestra justificación por la sangre de Cristo y no por las obras buenas que podamos
hacer, ya sea en un sentido moral o ministerial.

Entonces ¿Por qué debemos cumplir con la ley de Dios?

La respuesta nos la da Pablo en repetidas ocasiones en sus cartas: ya nos somos esclavos de la
ley, pues Cristo nos redimió de ella, sin embargo somos voluntariamente esclavos de Cristo,
desde el momento en que pagó un precio tan alto por nuestras vidas.

Es importante que entendamos que los mandamientos en la ley divina no constituyen un


capricho de Dios para limitar nuestra voluntad, sino un reflejo de su naturaleza. Es decir, la ley no
es “inventada” por Dios, pero tampoco el carácter de Dios es “controlado” por la ley, sino que la
misma naturaleza de Dios es redactada en la ley. Por eso es una ley santa y perfecta de la cual
Jesucristo dijo que ni una jota ni una tilde de la ley pasarían hasta que se haya cumplido.

El Salmo 33:11 dice: “El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su
corazón por todas las generaciones”

La ley es la voluntad y el consejo de Dios, y es por eso que prevalecerá por sobre nuestro planes.

Solo en la voluntad de Dios podremos encontrar propósito para nuestras vidas, una dirección
clara y una ayuda infalible para tomar nuestras diarias decisiones, en la búsqueda de la voluntad
de Dios es donde encontramos el camino de la santidad. En ella reposamos y nos deleitamos, y
solo por la renovación de nuestro entendimiento entenderemos la buena voluntad de Dios para
nuestras vidas, que es agradable y perfecta.

Y ¿cuál es el “secreto” para cumplir enteramente con la ley de Dios? Dos cosas nos ayudarán en
esto:

Primero y antes que nada, tener no solo la certeza, sino la conciencia de la omnipresencia del
Espíritu Santo, cuando entendemos que nos acompaña en todo momento, en la ducha, en
nuestra recámara, cuando estamos solos, cuando tenemos un disgusto, etc. es más fácil tener
dominio propio y respeto por Su presencia.

Segundo, cambiar los motivos de nuestro corazón en cada decisión, la biblia dice en Romanos
13:10 “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”.

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