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ortillas Ya hmëë
Tortillas
Ceremonial
Ceremoniales xa nsunda
número 4
T
ortillas
Ceremoniales
número 4
Diseño de colección: Tonatiuh Mendoza
De las imágenes:
© Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato
Fotografías de Tere Galindo, Karina Jazmín Juárez Ramírez,
Eva Morán, Miguel Morán y Mauricio Moreno
Del texto:
© Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato
Investigación de Karina Jazmín Juárez Ramírez
De las traducciones:
© Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato
Traducciones de Yolanda de León de Santiago y Paige Mitchell
T
ortillas
Ceremoniales
Tortillas ceremoniales. Investigación: Karina Jazmín Juárez Ramírez.
Traducción español-otomí: Yolanda de León de Santiago, y español-inglés:
Paige Mitchell. Ediciones La Rana/Guanajuato/2010. 280 pp.; 19 × 25 cm;
196 ilustraciones (Colección Arte y Culturas Populares de Guanajuato)
ISBN 978-607-8069-03-3
1. Arte popular. 2. Arte culinario. Etnografía. Otomíes. 3. Arte popular de Guanajuato.
Historiadoras de Guanajuato. Karina Jazmín Juárez Ramírez
De esta edición:
D.R. © Ediciones La Rana
Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato
Paseo de la Presa núm. 89-B
36000 Guanajuato, Gto.
Impreso en México
Printed in Mexico
isbn 978-607-8069-03-3
Ediciones La Rana hace una atenta invitación a sus lectores para fomentar
el respeto por el trabajo intelectual, es por ello que les informa que la Ley
de Derechos de Autor no permite la reproducción de las obras artísticas
y científicas, ya sea total o parcial –por cualquier medio o procedimiento–,
a menos que se tenga la autorización por escrito de los titulares del copyright
o derechos de explotación de la obra.
Presentación
E
stampar una imagen festiva en una tortilla es entablar un diálogo entre
el presente familiar y la historia comunitaria conservada en la memoria
colectiva. Su principal valor se encuentra en la práctica de compartir
el aprendizaje adquirido en la intimidad de los hogares en los ámbitos festivos
que se extienden en toda la comunidad. Al pintar una tortilla, se hace vigente
la memoria y sus valores tradicionales, que se reproducen y logran conservarse
a través del tiempo. Esta forma de renovar los conocimientos es uno de los
elementos de identidad de las comunidades otomíes ubicadas en los municipios
de Comonfort y San Miguel de Allende.
La práctica de pintar las tortillas con un símbolo religioso, una imagen
zoomorfa o fitomorfa, o un motivo indígena, es una forma de expresar que
existe un motivo de festejo familiar o comunitario. Desde los cumpleaños hasta
la práctica hogareña de levantar el niño el 2 de febrero, las tortillas pintadas
constituyen uno de los elementos que indican un hecho relevante, motivo de
festejo y reunión familiar. Las imágenes plasmadas en las tortillas comunican
el porqué del evento.
En el ámbito de las celebraciones comunitarias –que van desde las bodas
y bautizos hasta la práctica religiosa de veneración de los santos patronos–, las
tortillas pintadas, además de expresar el festejo, simbolizan la participación
de una familia en las celebraciones masivas. Cada familia otomí que posee un
molde lo utiliza como un sello familiar a través del cual hace de conocimiento
7
público su integración a los festejos, lo cual les permite un reconocimiento
social como herederos de una tradición centenaria.
Pintar una tortilla es, además, una forma de expresar emociones. Desde
el proceso de enseñanza y aprendizaje de la técnica familiar para estampar una
imagen en una tortilla, durante el que se construye una relación de complicidad
entre las mujeres del hogar, hasta la forma en que una madre aprende a expre-
sar un feliz cumpleaños a los suyos a través de una tortilla, como una forma de
expresar afecto, de comunicar la importancia de pertenecer a una familia.
Por todos los valores personales, familiares y comunitarios que encierra
la elaboración de las tortillas pintadas –una de las expresiones más importantes
de las comunidades otomíes–, el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato
ha documentado esta práctica, pues dedicados al reconocimiento, conservación
y fortalecimiento de las tradiciones en las comunidades indígenas del estado,
resulta de vital importancia para nosotros y para los integrantes de las comu-
nidades compartir con los lectores este texto.
9
Tú eres la tierra,
te voy a dar un guajolote con flores,
cincuenta platos grandes;
tú das salud a la gente
para que no se muera.
A
l amanecer del primer día del año, los otomíes se reúnen en familia para
escuchar los sonidos con los que inicia un nuevo ciclo. En silencio,
esperan un aúllo, un bramido o cualquier voz animal que signifique
la renovación de una relación de acompañamiento entre la naturaleza y el ser
humano. El sigilo y la contemplación continúan hasta que el sol se ha puesto
por completo, entonces hombres y mujeres buscan debajo de la tierra cualquier
piedra escondida entre ella y al encontrarla, la ven, la tocan y sienten su hume-
dad. Si la superficie de la piedra está mojada o goteada, es porque conserva la
humedad de la tierra y es augurio de buenas cosechas, pues la tierra ha guardado
agua suficiente para alimentar a sus habitantes.1
La estrecha relación con el entorno que habitan es una de las particulari-
dades de la cosmovisión otomí. El respeto y devoción por la tierra, las plantas y
el agua proviene de la concepción del ser humano como parte de la naturaleza y
1
Yolanda de León de Santiago, entrevista realizada en Comonfort (municipio de Comonfort),
el 4 de enero de 2010.
[Todas las entrevistas fueron realizadas por Karina Jazmín Juárez Ramírez, excepto las
que se indiquen.]
13
de su necesidad de ella para sobrevivir. Por ello, al tiempo que la habita, la utiliza
y la transforma, también la cuida, la atiende y la respeta; a cambio, el entorno
ofrece al ser humano todo lo que éste necesita para vivir. De esta relación con
el espacio que se habita surge la ritualidad, expresada en prácticas y ceremonias
religiosas, ya individuales, familiares o colectivas, que constituyen uno de los
elementos de la identidad otomí que se conservan desde hace siglos.
Platicar con la tierra antes de iniciar las actividades agrícolas cotidianas,
así como hablar con las nubes o los ríos, son costumbres que aún se conservan
en comunidades otomíes de Guanajuato, especialmente entre las personas
mayores. La comunicación con los elementos que integran el entorno es una
forma de estar bien con la naturaleza, de establecer vínculos que aseguren una
relación perdurable con la entidad proveedora de recursos. Así pues, la tierra
habitada por los otomíes es considerada como un ser animado, con vida, ne-
cesidades y emociones. Por ello el culto y el respeto, la importancia de «pedir
permiso a la tierra todos los días para sembrarla».2
Esta concepción de la naturaleza le otorga significados extraordinarios
a los elementos que la integran, particularmente a aquellos con los que la
convivencia es más cercana, como es el caso del maíz, con el que los otomíes
entablan una relación que va desde el espacio cotidiano dedicado a las activida-
des agrícolas –en el que el maíz es considerado semilla sabia–, hasta el ámbito
de lo sagrado, en el cual cumple con funciones rituales relacionadas con las
ofrendas y, en la mayoría de las comunidades, el maíz y su ciclo agrícola son
el motivo del ritual más importante. En este sentido, las actividades agrícolas
constituyen un elemento a partir del cual se organiza la vida comunitaria, sus
relaciones cotidianas y su vida ritual.
2
Alicia Sánchez Capulín, entrevista realizada en Delgado de Abajo (municipio de Comonfort),
el 4 de enero de 2010.
14
Impresión de tortilla
15
Entintado de pintadera con pigmento de muicle
16
como tortillas o gorditas, sin embargo, el grano no se comercializa.4 Otros
productos de autoconsumo familiar son las calabazas, los chiles y los jitomates.
Las mujeres acostumbran tener en los corrales de sus casas un espacio para
cultivarlos, y son el alimento cotidiano.
En torno al proceso de producción del maíz se organiza gran parte del
calendario de festividades en las comunidades otomíes de los municipios de
Comonfort y San Miguel de Allende, cuyo ciclo inicia con ceremonias de
petición de las condiciones climáticas propicias para la agricultura y culmina
con festejos en los que se agradece por la buena cosecha a los santos patronos,
a quienes se les ofrendan los primeros elotes, alimentos de maíz, danzas, rezos
y flores. Entre los alimentos que se entregan como ofrenda, la elaboración de
tortillas de maíz con imágenes relativas a la ceremonia es una práctica que
distingue a las comunidades otomíes de dichos municipios.
En esta práctica, como lo describen las personas de la comunidad «se
pintan las tortillas», es decir, se le imprimen diversas imágenes religiosas, figuras
fitomorfas, zoomorfas, escenas de festejos locales, símbolos indígenas, etc. Para
elaborar esta ofrenda, las tortillas, a media cocción, se colocan sobre un molde
de mezquite con una imagen grabada en relieves, previamente impregnado
con un pigmento natural que se obtiene del muicle o cochinilla. En la tortilla
se pinta la imagen del molde y vuelve a colocarse en el comal para terminar su
cocimiento. La tortilla se convierte en el soporte de la imagen sagrada; entonces,
las tortillas, alimento de consumo diario, trascienden al plano ritual.
La práctica de pintar tortillas –consideradas éstas como un símbolo de la
religiosidad otomí– como una ofrenda en las ceremonias religiosas o cívicas es
el tema central de este texto. Para entender su significado es necesario conocer
4
Hortensia González Torres, entrevista realizada en San Lucas (municipio de San Miguel de
Allende), el 30 de diciembre de 2009 (segunda parte).
17
Tortilla pintada con antiguo
ritual otomí de adoración
a la Santa Cruz
18
reconocimiento de su trascendencia en la conformación de la identidad regional,
por ello la publicación incluye la traducción al hñähñu,* con la finalidad de
que este documento se convierta en un testimonio en el que los integrantes
de la comunidades indígenas se reflejen a sí mismos. Por otra parte, el pre-
sente acercamiento busca sentar un precedente para futuras investigaciones
especializadas.
En la búsqueda de espacios para el reconocimiento y valoración de las
comunidades otomíes de Guanajuato permea la idea de que las protagonistas
de esta historia son las propias mujeres las que permiten la preservación de la
tradición, por ello el texto es en esencia una compilación de las experiencias
que las otomíes compartieron de manera generosa, confiadas en la generación
de un testimonio de una práctica importante para su vida comunitaria. En
este sentido, el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato presenta este
documento, mediante el cual extiende la voz de las comunidades otomíes a
los lectores.
En el camino recorrido para conocer la tradición y a sus portadoras, dos
mujeres fueron guía, Yolanda de León de Santiago, profesora de primaria en
Comonfort, amplia conocedora de las prácticas otomíes, y Hortensia González
Torres, de la comunidad de San Lucas en San Miguel de Allende, quien se ha
dedicado en los últimos meses a documentar las tradiciones de la comunidad
otomí con la recopilación de historias de las personas mayores. Ambas fueron
medulares para el acercamiento a la cultura otomí. Para ellas, y todas las mujeres
que contribuyeron, es especialmente dedicado este documento, y la gratitud
sincera del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato.
* Para hacer referencia a su lengua materna, los otomíes utilizan la palabra hñähñu, que de
acuerdo a la región y el desarrollo histórico de cada grupo presenta variaciones en su escritura
y pronunciación. En este documento se empleará hñähñu, como lo escribe Yolanda de León
de Santiago, hablante de la lengua. En español la pronunciación aproximada es ñañú.
19
I
P
ara salvaguardarse de los efectos de la colonización española, los oto-
míes de la provincia de Jilotepec migraron hacia los territorios del nor-
te de Mesoamérica, habitados por grupos chichimecas.6 La ocupación de
las tierras fue un suceso pacífico, lo que refiere la clara facilidad de negociación
de los otomíes, quienes aprovecharon sus previas relaciones de intercambio
5
Yolanda de León de Santiago, entrevista citada.
6
David Charles Wright Carr, La conquista del Bajío y los orígenes de San Miguel de Allende.
México, FCE, p. 36.
23
de productos con los chichimecas. A partir de 1520 los ocupantes fundaron
nuevos poblados, en donde reprodujeron sus actividades agrícolas, su forma
de organización social, sus tradiciones comunitarias y sus prácticas religiosas
fundamentadas en mitos cosmogónicos.
Entre los territorios ocupados por los otomíes, los aledaños al río Laja,
que posteriormente se convirtieron en San Miguel de Allende y Comon-
fort, interesan en este acercamiento por la práctica de las tortillas de molde
o pintadas. En Querétaro, El Pueblito, un municipio de origen otomí, con
las mismas particularidades en su asentamiento, también se practica esta
tradición. La cercanía de los tres municipios, sus orígenes, la religiosidad y
la organización de la vida comunitaria permite pensar en la posibilidad de
que en un pasado remoto conformaron una micro región en el territorio del
actual Bajío.7
El poblamiento de los otomíes en territorio de los chichimecas y la
inevitable convivencia entre ambos grupos permitió la conformación de nuevas
formas de vida y organización social en un espacio territorial en el que se evi-
dencia la apropiación y asimilación del otro, producto del mestizaje interétnico.
La notoria preferencia de los otomíes por establecerse en territorio aledaños
al río Laja, seguramente por la importancia de la actividad agrícola practicada
desde sus territorios de procedencia, provocó que las formas de organización
colectiva fuesen determinadas por la misma, particularmente con la siembra
de maíz, rasgo que se conserva hasta la actualidad.
La cosmovisión y prácticas religiosas también se transformaron a través
de los años de convivencia, con una clara supervivencia de la religiosidad oto-
mí en las tierras ocupadas. La percepción de la naturaleza como una entidad
animada, la edificación de espacios para la adoración de dioses y la ritualidad
7
Este acercamiento se acota a los municipios del estado de Guanajuato.
Antecedentes 25
fue determinante. A cambio de
la conservación de los territorios
ocupados y el respeto a sus
gobiernos, los otomíes se inte-
graron a la guerra en contra de
los chichimecas, venciéndolos
en 1600 definitivamente.8
El mestizaje de chichi-
mecas, otomíes y españoles pro-
dujo una nueva conformación de
las formas de vida y organización so-
cial, así como un reordenamiento de las
creencias religiosas, pues no sucedió un
desplazamiento absoluto de las ideas religiosas
otomíes, tampoco de sus prácticas religiosas. Este
Imagen de antiguo
ritual dedicado
reordenamiento de creencias provocó, con el paso de
a las cosechas y a la caza, los siglos, una religiosidad particular entre las comunidades
municipio de Comonfort
otomíes de Guanajuato, que puede ser entendida como un catolicismo de
fondo, en tanto que la ritualidad es evidentemente indígena.
En la vida religiosa de los otomíes evangelizados, también resultó deter-
minante la actividad agrícola, por tanto, el río, la tierra, el sol y el maíz conser-
varon su importancia en la vida ritual, misma que permitió la resignificación
de estos elementos en la religiosidad católica. Las comunidades cercanas al río
Laja comparten un sistema de rituales fundamentados en los ciclos agrícolas
del maíz. Las celebraciones correspondientes a la Santa Cruz, que coinciden
8
David Charles Wright Carr, Conquistadores otomíes en la Guerra Chichimeca. Querétaro,
Gobierno del Estado de Querétaro-Secretaría de Cultura y Bienestar Social, 1998, p. 21.
9
Hortensia González Torres, entrevista citada (22 de diciembre de 2009, primera parte).
10
Abraham Sánchez Gudiño, entrevista realizada en León (municipio de León), el 19 de enero
de 2010.
Antecedentes 27
anteriormente llamado Chamacuero, formó parte de la jurisdicción de San
Miguel el Grande, actualmente de Allende. Establecidas las nuevas formas de
comunicación y relación entre los españoles y sus aliados otomíes, los caciques
indígenas evangelizados definieron la posesión de sus territorios, todo con el
consenso de los españoles. Esta acción muestra nuevamente la capacidad de
negociación de los otomíes.
Los españoles concedieron a los caciques otomíes evangelizados el
privilegio de la explotación de la tierra y de otros indígenas. El estanciero
Gaspar Salvago y el cabildo de San Miguel entraron en conflicto por el derecho
de explotación de la mano de obra de los indígenas habitantes del valle de
Chamacuero. El virrey Velasco concedió los derechos al cabildo.11 Es posible
que este hecho fortaleciera el sentido de pertenencia a una micro región que,
hasta la actualidad, se percibe entre los residentes de estos espacios.
Las comunidades que integran esta micro región actualmente son Peña
Blanca, San Lucas, La Tinaja, Ejido Peña Blanca, Don Francisco, La Palmilla,
Saucillo, El Salitre, La Guadiana, Tlaxcalilla, San Antonio de la Joya, Puerto
de Calderón y Cruz del Palmar, en el municipio de San Miguel de Allende, y
en el de Comonfort, en las comunidades de Los Morales, Orduña, La Palma,
Delgado de Arriba, Delgado de Abajo, La Borunda, Rinconcillo, San Pablo y
el barrio de San Agustín. Los habitantes de estos lugares comparten elementos
culturales que les permiten saber que son parte de una región determinada
cuyo eje de unidad es el río.12
Asentadas en la rivera del Laja, llamado río Xoconostle en Comonfort
y Cieneguita en San Miguel de Allende, los habitantes de las comunidades
11
David Charles Wright Carr, La conquista del Bajío y los orígenes de San Miguel de Allende,
op. cit., p. 56.
12
En esta región existen otras comunidades rurales, conformadas durante la segunda mitad
del siglo pasado, sin embargo, no guardan relación con las comunidades otomíes.
se consideran vecinos y entre ellos existen relaciones que van desde el com-
partir espacios para llevar a cabo prácticas rituales y festejos cívicos, hasta
lazos familiares, lo cual permite una constante migración de personas de una
comunidad a otra, la permanente comunicación y fortalecimiento del sentido
de pertenencia a una región específica delimitada por las prácticas comuni-
tarias y la geografía.
El río es un elemento primordial entre los otomíes de la región, dada
la importancia de sus actividades agrícolas. Es el proveedor del recurso nece-
sario para asegurar la subsistencia de las comunidades. El río les pertenece a
Antecedentes 29
todos, y en torno a él se han construido una serie de historias y prácticas que
le aportan una significación de entidad animada y voluntariosa. La convivencia
continúa con el río, provoca que éste sea parte de la vida de las comunidades
como un integrante más,
Dicen que en el río vive el Chan, que según es muy travieso y condenado.
Se aparece cuando el río está crecido y hace sus travesuras.13
Antes sí llevaba agua, pero luego los del gobierno hicieron el drenaje
y se secó. Ya tenemos agua en las casas pero ora no hay para el maíz.
Estaba mejor ir al pozo.15
13
María Mulato, entrevista realizada en Don Francisco (municipio de San Miguel de Allende),
el 30 de diciembre de 2009.
14
Domingo Mendoza, entrevista realizada por Yolanda de León de Santiago, en Los Morales
(municipio de Comonfort), s. f.
15
Hortensia González Torres, entrevista citada (30 de diciembre de 2009, segunda parte).
Las personas que habitan en las comunidades del río Laja tienen una clara
conciencia de su origen y procedencia. La mayoría de ellas se considera des-
cendiente de otomíes. Es posible que esto suceda porque, al no hablar ya la
lengua materna, el sentido de ser otomí se diluyó. Es posible que, en relación
a esta pérdida, sólo les quede la percepción de sí mismos como descendientes,
es decir de aquellos que hablaron en lengua hñähñu, de aquellos que fundaron
poblaciones aledañas al río Laja.
Durante los últimos años, los grupos otomíes y algunos expertos estu-
diosos de su lengua han contribuido para que los integrantes de estos grupos
indígenas se reconozcan a sí mismos como hñähñus, sin embargo, también
se reconocen como otomíes, u otomites.
16
Abraham Sánchez Gudiño, entrevista citada.
17
Yolanda de León de Santiago, entrevista citada.
Antecedentes 31
Tortilla con imagen
de antepasado otomí,
municipio de Comonfort
Antecedentes 33
II
E
l maíz y el hombre tienen una historia compartida de más de cinco
mil quinientos años durante los que han construido una relación in-
separable, ambos se necesitan para sobrevivir. La vida cotidiana y ri-
tual de los mexicanos se ha ordenado a partir del maíz, y éste se ha preservado
gracias a la voluntad y el conocimiento del hombre. Es una relación simbiótica
en la que el maíz fue domesticado y domesticador, pues su cultivo obligó a
la sedentarización del humano. El maíz no crece por sí mismo, necesita del
trabajo del hombre, y en México, el maíz constituye cerca de la mitad del
consumo alimenticio en la mayoría de los hogares.18
Nombrado por los españoles maíz, en Mesoamérica la planta se conoció
de acuerdo al ciclo de su crecimiento, xilot, cuando la mazorca es tierna, elotl,
cuando los granos están formados, centli, cuando la mazorca está seca, y a sus
granos se les conocía como tlaolli. Asimismo, la palabra milpa, que significa
18
El maíz. México, Conaculta-Dirección General de Culturas Populares e Indígenas, 1987,
p. 7.
37
Tortilla con imagen de san Isidro Labrador
sembradío, corresponde al espacio vital de convivencia entre el maíz y el hom-
bre.19 De acuerdo a la región de cultivo, la planta es de diversos tamaños, colores
y consistencia, sin embargo, con sabores similares que permiten identificarlo
como una sola planta independientemente de sus variedades.
Fue el cultivo y consumo del maíz uno de los elementos que permitió la
integración de un complejo territorial llamado Mesoamérica, donde todas las
agrupaciones étnicas tuvieron como actividad esencial el cultivo de la planta.
Así, el maíz se convirtió en un símbolo de identificación con un territorio, y
las actividades en torno a su producción en un elemento de apropiación del
espacio desde la época prehispánica hasta la actualidad. La presencia del maíz
en la organización comunitaria le asignó significados cosmogónicos que per-
mitieron la construcción de una vasta mitología mesoamericana en la cual la
planta es el origen de la humanidad, el obsequio de los dioses a los hombres
y el ordenador de la vida cotidiana.
En las sociedades prehispánicas cuya forma de sustento básico fue la
agricultura, la vida religiosa estuvo determinada por la vida agrícola, que también
definió la conformación de la vida ritual, siempre en torno al aseguramiento
de los elementos de la naturaleza que les permitieran la continuidad de la
actividad básica de subsistencia: agua, lluvia y sol. Por ello no resulta extraño
que el maíz se ofreciera en gratitud de su obtención y que el calendario de
festividades se ordenara a partir del ciclo agrícola de cultivo y producción de
dicho alimento; tampoco extraña que las principales divinidades guardasen
estrecha relación con las actividades agrícolas.
En la mitología mesoamericana, integrada por un sistema de cosmo-
visiones religiosas de diversos grupos étnicos que habitaron el territorio, los
19
Cristina Barros y Marco Buenrostro, “El maíz, nuestro sustento”, Arqueología Mexicana (El
maíz), México, vol. 25, pp. 7 y 8. [Las palabras en letras cursivas son textuales.]
20
Clifford Geertz, La interpretación de las culturas. Barcelona, Gedisa, 2003, pp. 27-38.
21
Johanna Broda, La ritualidad mesoamericana y los procesos de sincretismo y reelaboración sim-
bólica después de la conquista. México UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2001,
pp. 15-16.
22
Ibidem, p. 15.
23
Abraham Sánchez Gudiño, entrevista citada.
24
Yolanda de León de Santiago, entrevista citada.
decía una señora, es tan sabio el maíz que se brinca de un lado a otro. Si
yo siembro en este surco maíz blanco y en este maíz negro y en este rojo,
no entiendo cómo es que sale pinto, pero me sale bonito. Y lo guardan
y platican con el grano y para la próxima temporada lo siembran.26
26
Yolanda de León de Santiago, entrevista citada.
27
Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España. México, Porrúa,
2006, p. 413.
hace como diez años estuvimos muy mal. No tuvimos maíz. Es que no
llegó la lluvia y tuvimos que comprarlo para poder comer y lo puercos no
tenían que comer, ¿pues qué les daba uno? Ya no hallábamos qué hacer
y lo compramos de unos que venían de México, pero muy caro28
28
María Mulato Corrales, entrevista citada.
29
Florina Silva Ramírez, entrevista realizada en Don Francisco (municipio de San Miguel de
Allende), el 30 de diciembre de 2009.
metate todos los días y hartas tortillas sacábamos, era muy tareoso por
eso se acababan los huesos de las manos.30
30
María Mulato Corrales, entrevista citada.
Tortillas ceremoniales
Presentación … … 7
Introducción … … 13
I
Antecedentes … … 23
El río Laja y los otomíes … … 23
Ser otomí … … 31
II
La importancia del maíz en los pueblos indígenas … … 37
El maíz en las prácticas religiosas … … 37
El maíz y el ordenamiento
de la vida cotidiana de los otomíes … … 48
III
Tortillas ceremoniales … … 57
Los panes de maíz en Mesoamérica … … 57
Las deidades otomíes
y el origen de la práctica de pintar la tortillas … … 62
Pintar las tortillas para las ceremonias … … 64
Las pintaderas de tortillas … … 78
El muicle y la cochinilla … … 89
Catálogo / Ha huxi
ya thuhu / Catalogue … … 95
Ya hmëë xa nsunda
I
Hanja bi thogi … … 153
Hä hñë Xindo ne ya hñähñu … … 153
Da hñähñu … … 159
II
Nu dethö ha ya nt´ëme ya tsidada … … 163
Nu dethö ne nu r´a m´ui ya hñähñu … … 170
III
Ya hmëë xa nsunda … … 175
Ya thuhmëë dethö ha Mesoamérica … … 175
Nu ta tsi dada ya hñähñu
ne hanja bi m´udi da göti ya hmëë … … 179
Da njöti ya hmëë pa ya ngö … … 181
Ya njöti ya hmëë … … 188
Nu paxi di jupa pa njöti
ne nu t´ulo zu´we ge fotse ha ya xöto … … 193
Ceremonial Tortillas
Foreword … … 203
Introduction … … 207
I
The Beginnings … … 215
The Laja River and the Otomí … … 215
To Be Otomí … … 221
II
Corn in Religious Practices … … 227
Corn and the Way of Life of the Otomí … … 236
III
Ceremonial Tortillas … … 241
The Corn Breads of Meso-America … … 241
Otomí Deities and the Origin of Tortilla Painting … … 245
Painting Tortillas for Ceremonies … … 246
Tortilla Molds … … 254
Honeysuckle and Cochineal … … 260
La impresión y encuadernación de Tortillas ceremoniales fueron realizadas por Jesús Aceves Hinojosa,
José Ramón Ayala Tierrafría, José Román López, Michel Daniel Rea Quintero
y Miguel Ángel Solano Cuéllar en el Taller del IEC, en julio de 2010.
Adobe Caslon Pro and 130 g coated paper were used for this publication.
Ceremonial Tortillas was printed and bound by Jesús Aceves Hinojosa, José Ramón Ayala Tierrafría,
José Román López, Michel Daniel Rea Quintero and Miguel Ángel Solano Cuéllar
in the print shop of the Cultural Institute of the State of Guanajuato in July of 2010.
9 786078 069033