Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Es posible que uno de los oficios más antiguos de la humanidad sea el de banquero.
Curiosamente no tenemos noticias de que se practicara en sociedades cazadoras,
posiblemente por la facilidad con la que una hipoteca podía devolverse mediante 15 cm
de sílex afilado. Pero al aparecer, en las culturas con excedentes agrícolas o ganaderos
hicieron su aparición los burócratas, los impuestos y las actividades de tipo bancario.
Cuando los filetes sobran, no solo aumenta el colesterol.
Un lugar donde este tipo de actividades dejaron una profunda huella fue en Sumeria. En
una sociedad como la de los cabezas negras donde se cobraban impuestos casi hasta por
respirar, era de esperar que más pronto que tarde alguien tuviera deudas con algún
vecino o, pobre de él, con el Estado. De ahí que apareciera la figura del vampiro…
perdón, del prestamista. La situación, como es lógico, debió crear todo tipo de abusos,
pues ya en el siglo XXIV a.C. descubrimos la figura del rey Urukagina de Lagash, el
cual derrotó al anterior gobernante e inició toda una serie de reformas sociales. Entre
ellas, la exención de impuestos para viudas y huérfanos, la obligatoriedad de que los
ricos pagasen a los pobres con plata, pues seguramente los muy caraduras entregaban
pagos en especie en mal estado, o la condonación de deudas abusivas. Para los ricos de
ese tiempo las deudas eran un sistema fantástico para quedarse con todo, porque o bien
obligaban al pobre diablo de turno a vender sus tierras a precio irrisorio o le obligaban a
trabajar como esclavo una temporada para cumplir con la deuda de turno.
La abundancia de compromisos de pago era tal, que los propios templos decidieron que
pasar el cepillo era algo demasiado simple y entraron en ese sistema de préstamos con
interés, llegando a hacerse incluso a esclavos. Eso sí, a intereses que no resultaran
abusivos. Si alguien estaba demasiado desesperado, pues hasta los sacerdotes eran
capaces de oler un mal negocio a distancia y negarse a dar el dinero solicitado, podía
recurrir a un prestamista profesional. Eso sí, el interés podía ser muy indigesto. En una
tablilla sumeria encontramos el texto:
En otra tablilla descubrimos que alguien, tal vez muy apurado, ha adquirido todas las
papeletas para recibir la visita de dos individuos fortachones, que le recolocarán los
huesos de las piernas de forma poco agradable: