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El pueblo y la escuelita.

De la
propaganda al análisis crítico.
Pau Arlandis Martinez
El pueblo y la escuelita es propaganda. Lo es porque trata de vendernos un sistema
sin argumentos, solo magnificando lo negativo de un sistema opuesto y haciéndonos
creer que existe o lo suyo o el infierno. Me recuerda mucho a un método que usaba
habitualmente mi padre cuando quería que hiciésemos algo en contra de nuestra
voluntad: “Qué prefieres Pau, estos asquerosos espaguetis sin gracia o estas
maravillosas judías, jugosas y brillantes”. Lo primero siempre era mentira, lo segundo
solía serlo.
Sin embargo, la propaganda siempre llama a la acción y activa tu cerebro, en un
sentido o en otro. Creo que ese era el objetivo principal de David Reyero al darnos
este texto. Incendiar nuestro cerebro. Y es que, a pesar de los argumentos débiles y
las falacias, del texto del pueblo y la escuelita puede sacarse una conclusión crítica.
Nuestro sistema educativo tiene errores graves y el texto no falla del todo al apuntarlos
(aunque los exagere).
De hecho, donde aciertan estas reflexiones sobre el estado y la educación es en
apuntar que un control total de la educación por parte del estado es un error gravísimo
que debe evitarse: “Eso de educación popular a cargo del Estado es absolutamente
inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de
las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias
de enseñanza, etc., y, como se hace en los Estados Unidos, velar por el cumplimiento
de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa
completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo! Lo que hay que
hacer es más bien substraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la
Iglesia.” [1. Marx]. No solo desde la perspectiva de que un excesivo control
gubernamental podría acontecer en un adoctrinamiento de ideas contrarias a la
democracia en gobiernos más autoritarios sino porque una educación bajo control total
del estado nunca permitiría una expresión crítica de la educación.
Sin embargo, no creo que la existencia de errores en nuestro sistema educativo sea la
excusa para imponer un nuevo sistema social, sobre todo si es desde una perspectiva
utópica y no crítica. Creo firmemente que será mejor para la sociedad intentar
solucionar estos errores mejorando el sistema, no destruyéndolo y construyendo uno
nuevo. Esta forma de hacer las cosas, más moderada y menos radical, es la que nos
permitirá tener menores problemas no controlados y avanzar de forma más certera
hacia un sistema mejor. “La privatización de lo público puede llevarnos también a
tiempos pasados en que el individuo estaba a merced de otros poderes, más fuertes y
más implacables que el mismo Estado.” [2. De Puelles Benítez]
El estado es el único garante de una educación universal de calidad, crítica y
emancipadora. Un estado democrático que luche por la igualdad de oportunidades y
por la creación de ciudadanos que alimenten ese espíritu democrático desde la crítica
permanente para el mejor desarrollo social es, en mi opinión, la única verdadera salida
en esta encrucijada. “Querer identificar la educación con un bien más producido por el
mercado, como ha pretendido la "revolución conservadora", contradice nuestra
memoria histórica: ni la escolarización universal, ni el acceso popular a la enseñanza
secundaria, ni la apertura de la enseñanza universitaria son obra espontánea del
mercado; el examen de la realidad nos dice que son obra de la acción continuada de
los poderes públicos.”. [2. De Puelles Benítez]
Una educación totalmente privatizada en la que el estado no intervenga en absoluto
dejaría en manos de los poderes fácticos el futuro de la democracia lo que sería
fatídico para la misma “Dice Tadeu da Silva que “las ideas de progreso constante a
través de la razón y de la ciencia, de creencia en las potencialidades del desarrollo de
un sujeto autónomo y libre, de universalismo, de emancipación del espacio público a
través de la ciudadanía, de la progresiva desaparición de privilegios hereditarios, de la
movilidad social, la escuela está en el centro de los ideales de justicia social, igualdad
y distributividad del proyecto moderno de sociedad y política”, por lo que la escuela ha
de ser instrumento fundamental de las sociedades democráticas para el afianzamiento
de los valores democráticos y de justicia social, donde se creen conciencias vigilantes
y críticas, capaces no ya de reproducir las realidades sociales, sino de mejorarlas y
construir modelos de convivencia y de participación más justos e inclusivos de todos
los sectores de la sociedad.” [3. Briet Planells]
Por lo tanto, no creo que los problemas del sistema educativo actual sean radicales y
necesiten de un nuevo sistema social y económico para solventarlos, creo que la
propuesta que subyace en El pueblo y la escuelita es aún más peligrosa que la
existente. Cualquier cambio que hagamos tiene que provenir de una crítica e
informada reflexión y debe estar respaldada con datos y no con ideas felices.

Referencias
[1] K. Marx, “IV” en Crítica al programa de Gotha. Moscú, Rusia. Editorial Progreso,
1977.
[2] De Puelles Benítez, M. “Estado y Educación en las Sociedades Europeas”
en Revista Iberoamericana de Educación, Número 1. 1993
[3] Briet Planells, D., “¿En busca de la calidad perdida?” en V Congreso Internacional
Virtual de Educación. 2005

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