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UNA VIDA EN LA RADIOFRECUENCIA: EQUIPOS, ANTENAS Y

ELECTRÓNICA GENERAL.

Manuel Castelo, CX9BT

2016

PRÓLOGO

Veo que muy pronto, la radioafición se convertirá en un hobby como el andador y el


trompo. Todo ha tendido hacia la comodidad de la simple operación, perdiéndose el
placer del armado y la experimentación. Hoy los equipos comerciales son bonitos,
prolijos, funcionables, listos para comprar y colocar encima de la mesa para operar.
Hace aproximadamente tres décadas, ciertas empresas mundiales descubrieron el filón
económico que había, tras la construcción masiva de equipos de radio para aficionados.
Esto trajo aparejado en forma lenta pero segura, la invasión de nuestras plazas por
hermosos equipos, desalentando a muchos aficionados a entrar en el dulce paraíso de la
comodidad, la estética y el perfecto funcionamiento, tentándose a comprar aquellas
maravillas hechas por fábricas de alta tecnología, pero sin corazón. El negocio también
iba a corromper de alguna forma u otra, el hobby de la radio.

Debemos despertar: los tiempos cambiaron y la tecnología y el comercio también.


Cuarenta años antes tener un transmisor de radioaficionado construido con cachivaches
de las ferias y otros pocos componentes adquiridos nuevos en los comercios del ramo, y
con ellos poder comunicar con el interior del País o con la Provincia de Buenos Aires,
era un verdadero logro que causaba admiración y respeto en los demás. Las
comunicaciones en aquellos tiempos eran bastante rudimentarias desde todo punto de
vista. Si deseábamos una conversación telefónica con una persona ubicada en el Interior,
entrabas en lista de espera, cuya demora podía ser 12 horas (según el lugar) y la
operadora nos consultaba si tal demora nos podía servir, o de lo contrario cancelaba la
misma. A.N.TEL no existía, sino que U.T.E. (Usinas y Teléfonos del Estado)
monopolizaba en ese entonces la energía eléctrica y también los teléfonos. Toda la parte
de radio era administrada por el Servicio de Radiocomunicaciones, ubicado en la calle
Sarandí 472 y Misiones.

No existía la televisión en nuestro país. ¡Realmente nos sentíamos seres superiores por
disponer en nuestras casas de un equipo casero que comunicaba instantáneamente en un
radio de aproximadamente 500 km durante el día y 1000 o más km durante la noche..!
Aquello era todo misterio, emoción y encantamiento ¡Un sentimiento muy difícil de
definir! Hoy día, el avance de la tecnología ha trepado de manera tan tremenda,y creo
que la máxima expresión lo constituye la creación del teléfono celular, un pequeño
aparatito que cabe en la palma de nuestra mano y permite comunicarnos con cualquier
parte del mundo, estemos caminando en las calles de la ciudad como en el más recóndito
lugar de nuestra campaña. Me pregunto: después de eso… ¿qué...? ¿Qué queda para
superar tamaña tecnología dentro de nuestro hobby...? Simplemente… ¡nada! Ya no
somos los exclusivos de aquella época de oro. ¡Somos cualquiera! ¡Del montón!

La tecnología digital, por otra parte, también vino a implementar un impresionante


avance y complemento a la radio. Pero también apareció la computadora, que a pesar de

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ser un aliado valiosísimo para el radioaficionado que ya tiene su estación armada,
constituye por la creación de Internet con todas sus variables, un elemento de
comunicación cómodo y fácil para las nuevas generaciones, las que ven como
incómodos y hasta vetustos los equipos de radio para aficionados.

Esta historia pretende contar lo que hice y viví de la actividad como radioaficionado, y
luego desarrollando la actividad comercial y empresarial con lo que aprendí del hobby,
el cual abrazé con pasión y profundidad y a tal punto que me permitió “vivir” de la
radio, desde aquellos remotos años hasta el presente, donde aún sigo atado de una
manera u otra a la radiofrecuencia. Han sido años de alegría y triunfos mezclados con
frustraciones (como todo en la vida) donde poco a poco tuve el placer de saborear,
aplicar y disfrutar del progreso de la tecnología en vivo y en directo, desde los cálidos
tubos de válvulas, hasta los modernos micro componentes como los MMICs, los chips
multifuncionales y los dispositivos GaAs de 0.3 mm de diámetro, de bajísima figura de
ruido para microondas.

No pretendo aquí ni mucho menos, abarcar la totalidad de los acontecimientos


radioeléctricos que sucedieron, tanto a nivel del hobby como en el área de la
radiotelefonía. Simplemente trato de describir con todos los detalles posibles, el pedacito
de mundo que me tocó vivir en la actividad "radiofrecuente" y las personas que conocí
en ése relativamente largo lapso de mi vida.

CAPITULO 1
LOS INICIOS

Desde niño siempre me atrajo todo lo eléctrico, desde los artefactos domésticos de mi
casa paterna, pasando por todo cablerío instalado en la ciudad, a saber: los conductores
paralelos de alimentación de energía de los tranvías, colgados en medio de la calle entre
torres reticuladas de hierro con sus aisladores-sostenedores aéreos, a cuales representaba
como "hombrecitos" en diferentes posiciones de trabajo; los aisladores de porcelana de
las líneas de 220 v. con sus conductores de cobre forrados de tela gris y sus fusibles
aéreos de porcelana blanca a la entrada de los domicilios, y también los palos telefónicos
con sus aisladores de vidrio tipo campana de color verde claro ó transparente. Todo eso
era una terrible atracción en mi diminuto mundo infantil. ¡También miraba esas diversas
cajas metálicas dispuestas en todo lugar, que representaban para mí misterios
impenetrables! ¡Vaya a saber qué contenían aquellos recintos grises y herméticos! Otra
cosa que llamaba mi atención eran los letreros luminosos de neón, con sus largos y
acodados tubos de vidrio, y cerca de ellos aquella caja gris (transformador de alta
tensión) dispuesta a la intemperie, con una visera de chapa de zinc de la cual sobresalían
dos aisladores blancos y largos.

¡Cuántas cosas divertidas y entretenidas que aparecían por la ciudad..! La chacra de mis
tíos cerca de la localidad de La Paz, en el camino Osvaldo Rodríguez, era otro lugar
donde podía encontrar varios elementos con los cuales poder aprender algo a partir de
sus desarmes. Medio a la escondida, me dirigía a los galpones donde guardaban la
maquinaria agrícola, y allí revolviendo los cajones de los cachivaches encontraba bujías
Champion, bobinas de encendido quemadas, pedazos de cables varios, lamparitas de 6 y
12 volts (no todas quemadas) en fin, había que buscar. Casi podría decir que lo demás
poco me interesaba: ni los viñedos, ni la bodega, ni el aire puro, ni el fútbol con los
primos. Claro, no era tan así, quiero decir que, sin disfrutar de todo aquello, mi mente

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estaba en los cajones de los cachivaches... porque así con ese material luego tendría para
jugar varios días. En la chacra veía el molino de viento que extraía agua de las
profundidades del terreno. (De chico había hecho muchos molinos a partir de aquellos
juegos para armar, los Meccano... ¡oh...! ¡ tener uno de aquellos de verdad a mis pies, era
increíble!) Como se verá, mi cerebro estaba irremediablemente flechado en una
dirección: la electricidad. La radio en ese entonces, allá por 1948, era un plato muy
fuerte y complicado para mí... un abismo, un misterio, contentándome solamente con
mirar con gran curiosidad la parte posterior de los receptores valvulares, donde el
filamento encendido de varios tubos, con su color anaranjado y ese olorcito a radio tan
especial a "electrones " que despedían los vidrios calientes de los tubos, mezclados con
los demás elementos y el mueble de madera, tenía un especial encanto para mí. ¡Largos
ratos pasaba extasiado, mirando e imaginando misterios y lejanías..!

Miraba mucho las azoteas en busca de antenas o cosas raras. La TV no existía, pero veía
unos cuadrados de palo con una serie de alambres dispuestos como tela de araña,
imaginando qué cosas lejanas y misteriosas podrían estar escuchando los propietarios de
esas "cosas raras" de manufactura claramente casera. Eran aquellas populares antenas "
de cuadro ". No teníamos la visión de pedir a nuestros padres que nos llevaran a alguna
emisora o estudios, o ver una torre de broadcasting. Ir por cuenta propia era imposible
con nuestros 6 o 7 añitos de edad, lo mismo que visitar algún comercio céntrico de
electrónica para ver algún receptor ó accesorio.

A pesar de todo en nuestro nivel, podíamos armar algo casero de la época, como el par
de latas de duraznos vacías con una perforación en el centro del fondo y unidas por un
hilo de chaura de 10 metros de largo, que estirado, conducía las vibraciones entre los
fondos de las latas cuando hablábamos (ó gritábamos) por sus bocas… ¡un teléfono muy
rudimentario! También copiaba alguna antena que veía por las azoteas de los vecinos:
trozos de alambre viejo soportados por lo que encontráramos a mano. Sea como sea,
algo había que hacer los fines de semana y en las largas vacaciones del verano, cuando
no teníamos que ir a la playa o algún otro compromiso infantil. Recuerdo que también
me gustaba hojear y hojear un manual de física de mi padre, de Ganot Maneuvrier,
donde pasaba incontables horas tratando de comprender los temas de la sección
Electricidad Estática, Telefonía, Pilas y los principios de Hertz y Marconi. Para ése
entonces, había experimentado con electroimanes varios, y sustituyendo el teléfono de
latas de durazno, por dos electroimanes, dos “manipuladores" y un par de largos cables
hacia el fondo de la casa. La energía era extraída de la batería de 6 volts del Ford de mi
padre (¡claro, cuando él no estaba!) Así que aprendí un poco de telegrafía, ya que con mi
hermano menor nos apañábamos para mandarnos mensajes. También a construir
brújulas, imantando agujas recortadas de viejas chapas de hierro galvanizado, por medio
de un campo magnético.

En la farmacia del barrio, San José, situada en Millán y Castro, compraba algunas
sustancias que indicaba el libro de Física para la construcción de pilas. Así como armar
una pila de bicromato de potasio, junto a un galvanómetro hecho en un trozo de madera
bobinado con alambre esmaltado, poniéndole encima una aguja imantada la cual se
desviaba indicando el paso de la corriente de la pila. Ése experimento lo hice en tercer
año de liceo, exhibiéndolo en la clase de Física donde obtuve una muy buena nota.
Muchos fines de semana pasaba en la casa de mi madrina Amalia, la cual tenía la gran
valentía de prestarme su viejo receptor marca Sparton made in USA de dos ondas, media
y corta, 5 válvulas, caja de madera con el parlante ubicado en la parte superior, cuatro

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perillas y dial escrito en inglés protegido por un frente de celuloide, un material flexible
y transparente, como hoy en día sería un acrílico delgado. El aparato tenía hasta un sello
con la fecha de su fabricación… en su chasis podía leerse MARCH l937. Luego de
explorar con la onda media local durante mucho tiempo, pasaba a la onda corta donde
escuchaba estaciones en otros idiomas y otras "cosas raras".

A fin de mejorar la recepción a larga distancia armé mi primera antena, que consistía en
un viejo alambre esmaltado (de bobina de encendido quemada) que daba varias vueltas
por el parral de uva napolitana ó "chinche" del patio de la casa, suspendido en tres
esquinas por palos de escoba. Por un vidrio roto del ventanal, pasé el alambre para unirlo
a la colilla de antena del receptor. Ahí sí que la recepción mejoró muchísimo, la onda
corta se pobló de estaciones: ¡estaba muy contento por el éxito de mi primera antena! En
l949 tenía apenas 7 años. Me sentía muy feliz de poder imaginar que aquella caja de
madera con su panel iluminado, me permitía estar al lado de remotos lugares, de gente y
pueblos a miles de kilómetros de distancia... ¡era una sensación extraordinaria! Muchas
veces llevaba el viejo receptor (en especial los fines de semana) al lado de mi cama de
hierro, donde conectaba el chicote de antena al elástico de resortes, pudiendo escuchar a
varias ruedas de radioaficionados en los 7 MHz durante horas, y casi sin comprender la
mayoría de los temas que trataban.

En mi casa paterna a veces leía Mecánica Popular. Recuerdo que uno de sus números
trajo un circuito sencillo de una radio a galena experimental. Con mi padre fuimos un
domingo a la feria de Yaro (hoy Tristán Narvaja) donde conseguimos una piedra de
galena (sulfuro de plomo) un viejo condensador variable y un par de "teléfonos" (hoy
auriculares) de alta impedancia (2 kohms) en el famoso puesto de ventas de material de
radio Chagas. Eran los elementos principales de la radio. Luego con un trozo de palo de
escoba y alambre usado de bobinas de encendido, hice la bobina con derivaciones.
Realicé las conexiones según la revista, puse un largo alambre hacia el exterior de la
casa y una toma de tierra a una canilla. ¡La sorpresa que me llevé cuando comencé a
escuchar estaciones de onda media, un poco interferidas con otras pero con una notable
nitidez! ¡Y sin conectar el circuito a ninguna pila o fuente de energía! Gran alegría. Mis
padres tenían un único receptor: era un Emerson chico made in USA con caja de
baquelita negra, sólo de onda media, 5 válvulas octales con filamentos conectados en
serie. El aparato no daba para experimentar mucho. Escuchaba programas de música
tanguera, fútbol y hermosos programas a las 20.00 hs. como " Las Buenas Noticias de
Rausa " con Omar Defeo en Radio Carve, y otros, en especial CX34 Radio Artigas con
sus programas de Gardel y D‟Arienzo, y Radio Femenina CX48, que también pasaba a
Gardel, Canaro y D‟Arienzo.

Mi vida transcurría en mi casa paterna, en la calle Laguna Merín 4121 (hoy María
Orticochea) entre Cno. Castro y Ramón Cáceres, frente al “Prado Chico" y a media
cuadra del Arroyo Miguelete; y en mi segunda casa la de mi madrina, en Valdense 3610
(la última al fondo de esa calle cortada) esq. 19 de Abril, a una cuadra de la hoy
Residencia Presidencial de Suárez. En la otra cuadra de Valdense cruzando 19 de Abril,
estaba situada la Sociedad de Sordomudos, y al fondo de la calle se ubicaba el Servicio
de Meteorología, que tenía algunos equipos de radio para comunicarse con otras
estaciones en el interior de país. Las antenas estaban soportadas por largos palos
atravesados por tirafondos de hierro a manera de escalera con muchas riendas, y muchos
dipolos con bajadas de línea abierta. Sólo una vez fui de visita con mi padre, visita con
la cual quedé muy impresionado.

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Al pasar algunos años y entrar en la época liceal, conocí a dos compañeros de clase que
tuvieron mucho que ver con mi hobby: Luis Arias hijo y Miguel Rizzi. Luis nunca fue
radioaficionado, pero sí su padre. Una tarde le pedí a mi viejo si podía llevarme hasta la
casa de Luis en La Teja, cerca del arroyo Pantanoso. Allí fuimos en el viejo Ford Prefect
del año '48, rumbo a la primera estación de radioaficionado que iba a conocer. Conocí a
Luis padre CX1CB, “un Corazón Bueno”. Quedé realmente "electrocutado" con la
visita, viendo aquel rack no muy grande lleno de instrumentos cuyas agujas bailaban al
compás de la voz, y lamparitas colocadas en los cables que iban a la antena, titilando de
color naranja mientras Luis comunicaba con Córdoba en la R. Argentina en plena tarde,
con una impresionante claridad en la banda de 20 metros… con y aquel equipo de
armado casero...!¡Aquello era algo de otro mundo...! Ésa noche dormí muy poco debido
a la emoción que sentía por recordar lo que había visto en la visita a CX1CB. A esa
altura de los acontecimientos, se me estaba ocurriendo hacer un rack de madera a partir
de unas alfajías y maderas que tenía en casa, y comenzar hacer algo. Luis prometió
conseguirme un circuito de transmisor simple, e incluso había posibilidad de regalarme
algún material. ¡Bien!

Era el año l957. Tenía entonces 15 años. Entretanto en unas vacaciones liceales, compré
en la feria de Yaro un tomo de los 4 que componían la colección "48 Lecciones de
Radio" de Susmansky, el cual era un poco antiguo, pero soñaba con sus fotos, equipos y
textos sentado en aquellos sillones “perezosos” de alfajías de madera y lona, bajo los
parrales del fondo de mi casa. Pero de los libros a la práctica, había un abismo, y ese
abismo pronto lo iba a acortar. Al fin y al cabo cumplir sueños, era tener en las manos
aparatos como aparecían en los libros, cristalizar aquellos circuitos en la realidad, de eso
se trataba. Luego con el paso de los años y al adquirir experiencia en la práctica, íbamos
a comprobar que no todo lo que estaba en los manuales y handbooks… ¡servía y
funcionaba! Al fin, fue Miguel Rizzi mi compañero de clase del liceo (luego CX8CJ)
quien me dio el circuito del transmisor de él para que yo lo hiciera. Este circuito se lo
había dado un amigo de su padre para que se hiciese un transmisor que no irradiara
interferencias, de transmisión limpia y segura. Luis me cedió algunas válvulas viejas. En
la feria, un día, me encuentro con 4 chassis de chapa usados pintados de negro y con
orificios para instalar zócalos de válvulas, y otras ranuras útiles. Con dinero prestado,
compré resistencias de carbón Morganite y Allen Bradley, condensadores cilíndricos de
papel Sprague, cable de conexiones, zócalos, perillas viejas, tornillos, etc. Un tema a
resolver era el soldador. No me daba el dinero para tanto, por lo que hice algo que se
parecía a un minisoldador tipo martillo, con una chapita de cobre de 1,5 mm de espesor
de forma triangular de 4 cm de largo, sostenida por un trozo de alambre de hierro
galvanizado de 10 cm, en cuyo "mango" arrollé varias vueltas de papel, para que no
quemara los dedos.

Un mecherito hecho con un frasquito lleno de alcohol azul de aquel que usábamos para
los calentadores Primus, era la fuente de calor para nuestro soldador. Con plomo de
tuberías y resina, comencé el armado de mi primer transmisor. El rack, fue el próximo
paso. Con unos tirantes de pino tea, que sobraron de un galpón que mi padre
reconstruyó, decidimos llevarlos a una carpintería y aserradero, para convertirlos en
alfajías de 2 x 1 y abaratar los costos. El Sr. carpintero no puso buena cara, por lo duro
de la madera y la posibilidad de que algún clavo escondido… le echara a perder la hoja
de su sierra circular. Una vez obtenidos los tirantillos de pino tea, armé el rack de l.20 x
0.50 mt. atornillándole seis ángulos metálicos atrás y cubriendo su frente con una chapa

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de madera compensada. Esos seis “rieles”, soportarían los tres chassis en que se

1957 - Mi primer soldador.

constituía el equipo. Todo lo pinté con esmalte turquesa… quedaba precioso…! Las tres
partes eran: etapa de RF arriba, bandeja moduladora al medio, y fuentes de alimentación
abajo. Voy a describir cada una de ellas… porque en cada componente hay una historia,
una aventura y una emoción… La bandeja de RF tenía un oscilador de frecuencia
variable tipo Colpitts oscilando en 3,5 MHz con un tubo 6V6, tetrodo que se usaba como
salida de audio de 2 a 3 watts en receptores. Seguidamente otro tubo 6V6 oficiaba de
doblador a 7 MHz y driver excitador a la etapa final, un tubo 1625 marca Haltron
(England) que no era más que un popular tubo 807 tan usado, con 12,6 volts en su
filamento (en lugar de 6,3 volts convencionales) y un culote o base de 7 patas en lugar
de 5. Al principio la bobina tanque de salida estaba acoplada a la línea de antena a través
de un eslabón o link dentro de ella. Después transformé el circuito en un tipo PI… ¡que
constituía una reforma super moderna, y que prestigiaba nuestro equipo! Luego seguía la
bandeja moduladora, la cual consistía en un tubo 6SJ7 como preamplificador de
micrófono (era un pentodo de envuelta metálica, made in USA, de gran ganancia).
¿Como era esto de "metálica"? Muchas válvulas tenían su ampolla de vidrio al vacío,
cubiertas por un blindaje externo metálico negro que servía como blindaje (y disipador
de calor) pues el mismo iba a masa a través de una de las patitas. Al principio me
prestaron un micrófono viejo (en aquel tiempo se usaban casi en exclusividad los de

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cristal piezoeléctrico), pues no tenía dinero para adquirir uno. Al tubo 6SJ7 le seguía un
triodo 6C5, el cual excitaba otro tubo 1625 similar al usado en la etapa de RF. La
modulación era en placa, a reactor

1958 – Shack en el altillo.

o impedancia de 10 henrios, en clase A. Los tubos 1625 y algún otro que me faltaba los
compré en Eneka, que estaba ubicada en la Av. Uruguay 1113 casi Av. Agraciada (hoy
Libertador). Los vendedores de mostrador eran: Macció, González y el botija Miguel,
siendo el técnico Luis M. Melide, un grande con cara de niño. Con el que más trataba era
con Macció, el que estaba primero en el mostrador, personaje al cual se le atribuían
ciertas inclinaciones homosexuales… por lo que había que tratarlo con sumo cuidado…
era el que siempre preguntaba... ¿alguna otra cosita ?... ¡cuando ya encima del mostrador
había una pila de material adquirido! A González lo traté muy poco, era un tipo de
carácter áspero, pero buena persona. Miguel era el empaquetador y el único que quedó
del grupo hasta hoy, en la nueva casa Eneka de la Av. Rondeau.

El técnico Melide, hoy fallecido, fue un crack. De apariencia menuda e infantil, tenía
enormes conocimientos de electrónica y radio, fue varias veces presidente del IRU
(Instituto de Radiotécnicos del Uruguay). Merece este personaje un renglón aparte. Él
supo armar en la década del 80, aquellos radioteléfonos comerciales de B.L.U o S.S.B,
en su empresa Mercurio Comunicaciones de la calle Asunción y Minas. Armaba la serie
modelo BL 27 y 32. El nombre de su Empresa emulaba a la importante firma Argentina
Mauro Comunicaciones, la cual ponía una propaganda muy importante en la
desaparecida publicación "Revista Telegráfica Electrónica" de Arbó Editores, única
revista importante del ramo de la época. Nunca estuve en el taller de Melide, y mi única
charla con él fue en el año l958 y justamente en el mostrador de Eneka, a fin de
proyectar el tan delicado "reactor" de 10 henrios para el modulador de mi transmisor. Se
comentaba que en el proceso de armado de sus radioteléfonos de BLU, usaba una mesa

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1958 – Micrófono cristal Aiwa M26-

giratoria redonda de 3 mt. de diámetro para trabajo en serie, donde sus empleados iban
integrando las partes y girando la "rueda". Con los años, fue propietario de una emisora
de AM y de FM, y luego me enteré de la triste noticia de su suicidio. Él y Enrique Abal
Salvo CX2AY (fundador de la discográfica Sondor) fueron socios en la
radiocomunicación. Sus equipos eran de buena construcción, prolijos, de buen aspecto y
diseño. Generalmente eran basados en circuitos de las revistas CQ y QST de USA, las
cuales llevaban y llevan la voz cantante en radiocomunicación de aficionados. Chau
famoso petiso Melide, nos encontraremos algún día...

Quedan por describir las fuentes de alimentación, el panel principal y la disposición


general de la estación. El corazón de la fuente de alimentación, era el transformador de
alta tensión de 1000 volts con punto medio, a 200 mA. Eran fabricados por encargo, en
la firma Truth de Inzaurralde & Klein, ubicada en la cortita calle Curiales entre Uruguay
y Paysandú. Tenían los núcleos de hierro silicio pintados con negro brillante, con ése
olor tan característico y agradable del tinner y los cables. La rectificación era a través de
una válvula 83 de onda completa a vapores de mercurio: ¡ era una belleza ver el color
azulado violáceo del mercurio vaporizado dentro de la ampolla durante la noche, que
parpadeaba al compás de la modulación ! Una fuente de baja tensión con otro
transformador más chico, y una rectificadora de vacío 80, entregaba 250 volts a 300 mA
para el resto del TX. Hoy es increíble, pero en la planta de General Electric de Uruguay
en el Cno. Maldonado, se fabricaban tubos electrónicos como la 80, 83, 6V6, 6F6, 6A8,
6L6 y otros que no recuerdo. No sé… ¡pero era como pensar que hoy día se fabricasen
aquí transistores ó circuitos integrados ! ¡Imagínate..!

Retomamos la descripción del transmisor. El panel frontal tenía un miliamperímetro


made in Hungary de 250 mA comprado en la Casa Gómez de la. Av. Agraciada y San
Quintín en plena zona de Belvedere, recomendada por mi otro compañero de clase liceal
Miguel Rizzi. Ese comercio era chico, pero ahí hilando fino, tenían componentes de
transmisión muy buenos, y en ciertos casos de difícil obtención en las "casas de radio"

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de la zona de Rondeau y Paysandú. En ése tiempo recuerdo la casa Fuentes & Cía.,
Carbone y Álvarez, La Casa del Transformador, Eneka, Norton S.A y otras que nombré
antes. En Casa Sapelli de la Av. 18 de Julio, nos surtíamos de accesorios de "alta
fidelidad" años más tarde, como todo tipo de púas y cápsulas de reluctancia variable GE.
Me olvidaba de citar a Casa Cardelino, que era parecida pero mucho más chica, a la
Casa Galli en Bs.As., Marsy S.A. la Casa de Las Válvulas de los judíos Kalansky que
tenía todo tipo de tubo, y Pinsar que tenía de todo. Como dije antes, el excelente y único
instrumento que poseía mi transmisor, medía la corriente de cátodo de la válvula 1625
de salida de RF. Las fuentes eran comandadas por varias llaves de tipo palanquita y
foquitos de 6 volts a 200 mA en serie con el punto medio de los secundarios de los
transformadores en el panel. Esas llaves conmutaban alimentación de excitadores y alta
tensión y estaban en serie con los foquitos. Para ponernos en una frecuencia libre ó
contestar a un corresponsal, le dábamos tensión al OFV (oscilador de frecuencia
variable) buscando su "zero beat" o batido de su señal en el receptor, girando una perilla
que mediante un hilo movía un "tambor" de metal ranurado, que con una escala de papel
pegado en su frente, con marcas cada 50 KHz, determinaba nuestra frecuencia emitida.

Otras perillas ajustaban el driver y la etapa final y también la ganancia de micrófono.


Una lamparita en serie con uno de los alimentadores de antena, nos indicaba la potencia
y el correcto ajuste. Los filamentos quedaban siempre encendidos. Una llave general de
"puesta al aire" daba tensiones a todas las etapas, pero ANTES, había que mover la llave
de tipo "cuchillas" de antena y dejar sin tensión al receptor mientras duraba la
transmisión. El cambio de recepción a transmisión y viceversa, era todo a mano. Y
cuidado con los errores… ¡ podíamos quemar las bobinas de entrada del receptor ! Al
pasar a recepción había que disponer del contacto de un relay para descargar los filtros
de transmisor, si no, una fortísima heterodina te aturdía. Debo decir que mis padres me
daban algo de dinero para comprar aquellas partes que me faltaban. Muchas veces tenía
que entrar a casa ciertos materiales de aspecto "peligroso", ocultos o disimulados, para
que mi padre en especial, no notara cosas "raras" que podrían significar peligro. Él era
médico veterinario, y aunque quiso que yo abrazara también su profesión, veía con cierta
inquietud e intranquilidad el desarrollo de mis inclinaciones por la radio, la cual
consideraba como inútil, perdedero de tiempo y hasta sumamente peligroso: podía morir
electrocutado. Pero hoy comprendo que era por el instinto natural de protección de un
padre hacia su hijo. ¡Si hubiese vivido para ver cuánto cambió el mundo...!

Al cabo de algún tiempo me fue imposible salir al aire con el transmisor, a pesar
de las llamadas telefónicas, preguntas, visitas, etc. a mis amigos, en especial a Miguel
CX8CJ… ¡que lo tenía seco de tanta llamada telefónica...! Fueron momentos de mucha
decepción y amargura... eran los primeros duros escalones de la carrera de
radioaficionado... ¡no podía salir al aire ni ver oscilar la aguja de mi instrumento, ni el
parpadeo de la luz de los foquitos, ni comunicar ! Tal vez había errores de armado o
valores, los cuales no podía resolver por carencia total de conocimientos e instrumental.
Ante tal frustración, pensé que una de mis metas sería en el futuro, saber la función que
cumplían cada uno de todos los componentes que había montado. Imaginaba que eso era
estudio de alta electrónica o ingeniería de gran nivel. Me preocupaba no tener ésos
conocimientos, pero más me preocupaba no poder salir al aire.

Al tiempo, Luis Arias me aconsejó que llevara el "engendro" que había armado a otro
colega, Marquitos Puyol CX4CP que también vivía en La Teja, en la calle Vázquez
Sagastume. Él era instrumentista de ANCAP. Para allí fuimos con mi padre en el Ford

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Prefect. Tuve que desarmar el rack para ubicarlo en el asiento trasero, ya que intenté
ponerlo en la valija pero no entraba tanta madera. Así fue como Marcos rehizo mi
trabajo, y al cabo de un tiempo me avisó que el equipo estaba pronto y funcionando bien.
Con mi padre de nuevo en el auto lo fuimos a buscar, y lo reinstalé de nuevo en el shack.
Al principio, el taller de armado del transmisor y las primeras transmisiones las hice en
el galpón del fondo, que se había reconstruido con bloques y chapas de Dolmenit en
lugar del viejo, con su piso de tierra y todo de chapas de zinc. En él compartía la
radioafición con la granja y sus accesorios. Teníamos un gran terreno de 800 m2 en el
cual había plantado de todo, desde habas, repollos, frutillas, tomates, acelgas, frutales,
etc. Además, casi 80 gallinas nos daban huevos y carne. Allí en el galpón se guardaban
las bolsas de afrecho y ración para las aves. En el fondo del terreno había unos enormes
ligustros y un árbol espinoso de gran altura. Pero en el centro había un tilo, hermoso
árbol que en el comienzo del verano se llenaba de perfumadas flores, que luego
cosechábamos poniéndolas en varias bolsas de arpillera para vender en las farmacias. Un
par de cajones con un tablón encima, fue la mesa de armado y operación de la estación.
Como receptor usaba el viejo Sparton de mi madrina Amalia. Le compré para
compensarla otra radio de pobre calidad... ¡ y convenciéndola que era mejor que el
Sparton...!

Otro capítulo aparte, era el tema de las antenas. La primera que armé fue una Hertz de
20 metros de largo, alimentada en un extremo con línea abierta. El extremo largo, fue
amarrado a una rama del tilo, y el extremo corto a la azotea del altillo. Con ése sistema
aéreo realicé mis primeros QSOs de prueba sin poseer ningún prefijo CX, hablando con
Marcos CX4CP, luego con Miguel CX8CJ y con Luis CX1CB. La emoción era
tremenda, de escucharlos en ése viejo receptor y a la vez que me escucharan con
aquellos elementos que había reunido y rearmados por Marcos, pero al fin eran también
mis primeras cosas, mis primeras soldaduras y distribución de componentes, que año
http://www.monash.edu/news/articles/study-challenges-idea-of-mandatory-water-intake
tras años fueron reformados. También comuniqué con Mario Franchi CX6CG, al cual
visité en su casa de la calle Eusebio Valdenegro varias veces, ya que era el colega más
cerca de mi casa que tenía en ése momento. Estábamos en Mayo del año 1959. Creo que
al fin y por una razón de status lógico, se hacía ineludible la mudanza del shack: un sitio
más cómodo era el altillo de la casa, que era el lugar donde se hospedaba la doméstica, y
que hacía años que no estaba más con nosotros. Era una hermosa pieza de 3 x 4 mts,
limpia, prolija, con un baño completo e iluminada por los 4 costados. Y contaba con un
acceso directo a la azotea para realizar miles de experiencias con antenas de todo tipo.
Sólo faltaban los muebles, algún escritorio o biblioteca chica para ordenar las cosas.
Resolví el problema de una manera bastante económica: fijar con arena y portland unos
caños de media pulgada de hierro a las paredes, colocándoles encima tablas de medida
apropiada. Mi primer asiento fue una vieja silla de hierro de jardín, y llevé corriente a las
mesas con un alargue que conecté a un portalámpara de tipo “victoria" a la única luz que
había en ésa pieza. Además tuve que hacer dos agujeros en la pared del fondo hacia el
exterior para pasar los alimentadores de la antena Hertz. El rack de madera del
transmisor era un poco más alto que las mesas.

El paso siguiente fue "preparar" a mi viejo para que me sacara el CX y llenara el


formulario para presentar en Radiocomunicaciones, en la calle Sarandí. Todavía no
había cumplido los 17 años, y no podía ser titular de una licencia de radioaficionado. En
Junio de 1959 cumplía los 17. En ése mes, fui con mi padre a buscar al Inspector a las
oficinas allá en la ciudad vieja, porque había que traerlo y llevarlo, ya que los gastos de

10
traslado corrían por cuenta del interesado. Al comprobar que todo estaba correctamente
instalado, ¡ me otorgó allí mismo la CX9BT...! ya tenía mi prefijo...!... había dado un
paso trascendental en mi vida de radioaficionado...!

Al terminar 4º año de secundaria no quise seguir estudiando una carrera convencional.


Tampoco se dieron las condiciones para que ingresara en la UTU (Escuela Industrial) u
otro centro de capacitación en electrónica... y necesitaba dinero para seguir
perfeccionando mi hobby. Así fue que un amigo de mi padre el Dr. Guillermo P.
Lockhart, me tomó como auxiliar en el laboratorio del Instituto Veterinario Uruguay,
más conocido como IVU, sito en Mariano Sagasta y Santa Lucía en pleno barrio de
Belvedere. Para ir allí tomaba el ómnibus de Cutcsa 157 o el tranvía 1 en la esquina de
Laguna Merín y Castro (ambos iban por éste último camino hasta el Paso Molino y
luego seguían hacia sus destinos). Ése empleo fue útil en varios sentidos, no solamente
por lo que ganaba (70 pesos por 4 horas) sino que aprendí a compartir trabajos con otras
personas y todo lo concerniente a un laboratorio y a la química en particular, ciencia que
me apasionó antes de la radio. Con mi primer sueldo compré mi primer micrófono, un
Aiwa modelo 26 a cristal, Made in Japan color té con leche, que aún conservo. Un viejo
mechero Bunsen a gas que traje del laboratorio (y que luego mandé a cromar), fue su
base ó pedestal de mesa. Luego vino la compra de dos importantísimos ítems: un tester
Eclatec de 20 kohms por volt, sencillo pero una joyita de la época… y la biblia de los
radioaficionados: The Radio Amateur Handbook de la A.R.R.L. norteamericana (versión
Española) editado por Arbó Editores de la R. Argentina edición 1958, para leer y leer, y
soñar y soñar en todo tiempo y en todo lugar. Ambas cosas fueron compradas en la casa
Eneka de la Avda. Uruguay ("la cueva", como le llamaríamos después).

Con ambas herramientas en la mano, comencé a aprender y comprender muchas cosas


de la radio que hasta hacía poco eran verdaderos misterios para mí. Como decía el
refrán: "práctica sin teoría es ceguera, y teoría sin práctica es parálisis"... ahora iba a
tener ambas cosas a la vez: ¡ teoría y práctica ! De esa forma comencé a modificar y
sustituir componentes en mi transmisor, y a mejorar parámetros de funcionamiento
elevando su comportamiento general y afinando el trabajo que había hecho Marcos.
Todo esto se tradujo en más y mejores comunicados, trabajando prácticamente con la
misma potencia de 20 watts en antena. Luego quise mejorar ésta, armando una doublet
de media onda (dipolo) pero con alimentación al centro con línea de baja impedancia,
construida con un par retorcido de cable de conexiones de 0,75 mm como se estilaba en
aquellos años. No recuerdo la existencia aún de los cables coaxiles, al menos a nivel de
aficionado. Sólo existía la línea sólida chata de 300 ohms, para uso en antenas de la
incipiente TV, que junto con la línea abierta y el par retorcido, era lo que la mayoría
usaba.
Como en muchas otras cosas, en radioafición siempre existieron modas u "ondas" de
adoptar tal o cual circuito o sistema sugerido por otros, que ya lo habían probado con
éxito. Los acoples a la bobina "tanque" de salida de R.F. eran "links": pocas vueltas de
alambre esmaltado dentro de dichas bobinas "tanque" (un puro acoplamiento inductivo).
Generalmente estos links de baja impedancia se conectaban a las líneas abiertas de alta
impedancia directamente, sin acopladores de antena en muchos casos. Así ocurrió con
mi primera antena Hertz alimentada al extremo: ¡ todo un grave error por la falta de
capitales conocimientos...! El rendimiento de la estación quedó mejorado por dos
cambios: el uso de la línea retorcida que se adaptaba a la baja impedancia de salida del
link del transmisor, y el otro por la elevación de uno de los extremos de la antena, que en
lugar de atarse al árbol de tilo, fue elevada por un par de "varejones" o troncos finos de

11
eucaliptos aún verde (que se usaban en el armado de las "planchadas" de hormigón en la

1959 – Diploma C19D del R.C.U.

construcción) unidos o empatillados por bulones. Hube de descortezar los troncos y


hacerles los chanfles de encastre con cuchillo y serrucho. Su altura total era de 7 metros,
no siendo tratados con ninguna pintura o aceite.

Al cabo de pocos meses de operación (el 11 de diciembre de 1959) ya tenía mi primer


diploma, el C19D, por comunicar los 19 departamentos del país otorgado por el Radio
http://www.monash.edu/news/articles/study-challenges-idea-of-mandatory-water-intake
Club Uruguayo. Una noche me quedé haciendo radio hasta altas horas de la madrugada
en la banda de 40 metros, la más famosa, y logré hacer el contacto más lejano hasta la
fecha: ¡Santiago de Chile...! estaba eufórico de emoción, a tal punto que mi padre, a eso
de las 5 de la mañana, mate en mano, subió la escalera de hormigón que conducía al
altillo y me visitó en el shack, cosa que mucho me alegró, pues sus visitas eran muy
poco frecuentes! Ése colega chileno también comunicaba por primera vez con Uruguay,
así que la alegría fue mutua, recibiendo tiempo más tarde su tarjeta confirmatoria del
QSO o comunicado, acompañado de un banderín de su país y una postal de su ciudad.
También le había enviado lo mismo, como prometimos mutuamente en el QSO. Mis
tarjetas QSL las enviaba en forma directa. Preparaba un paquetito con 10 ó 12, cruzaba
la quinta de Castro o Prado Chico, y franqueaba las mismas en el kiosco Salón Victoria,
sito en Camino Castro entre Sipe y Millán. En ese mismo salón, mi madre compraba sus
artículos de costura, además de enterarse de las "noticias" del barrio. Era emocionante
pegar sellitos en el anverso de las QSLs, ¡y también lo era, cuando aparecía el cartero

12
1959 – Dipolo 40m. con bajada de cables retorcidos.

con las tarjetas de mis colegas! Apenas terminaba el comunicado, llenaba la tarjeta
correspondiente: y no era verso, era como un deber moral el envío, de paso te hacías
conocer y la posibilidad de recibir la de tu corresponsal. Es una hermosa sensación
recibir tarjetas... ¿es que alguien lo puede negar? Es un imborrable recuerdo de ése
momento tan lindo y emocionante del QSO: recibir una tarjeta era como recibir un
pequeño diploma… ¡que querés que te diga...! ¡Qué linda era la caminata por dentro del
Prado Chico! Aire puro, frescura, verde, árboles añosos como cedros, araucarias,
alcanfores, pinos piñoneros, palmeras con deliciosas coquitos, glicinas, abetos, papiros,
caquí de exquisito fruto, naranjos, nísperos, robles con sus bellotas y docenas de
especies de arbustos varios. En todo ese tiempo transcurrido, los palos-soporte de la
doublet se pudrieron y cayeron, por lo que decidí hacer un mástil de caño más alto. Me
dirigí a un depósito de fierros viejos cerca de casa (en la calle Petain y el arroyo
Miguelete) comprándole al italiano dueño del cambalache tres caños de calefacción de 4
metros cada uno y 4 mm de pared ¡bastante gruesos y pesados! Estaban un poco
oxidados y con pintura muy vieja. Una vez traídos al fondo de casa, con pedazos de
ladrillos y de bloques usados como rasqueta, pude limpiar bastante los óxidos y las
viejas pinturas. En una fábrica de latas de pintura y hojalatería que estaba detrás del
I.V.U. en Belvedere, su dueño el Sr. Linares se ofreció a soldarme las platinas a los
caños para su empalme final.

Llevé y traje los caños, no recuerdo en qué medio de transporte, y otra vez en el fondo
de casa me dispuse a pintarlos y dejarlos prolijos. Fijé un día para la erección del mástil.
Mario CX6CG y otros amigos vinieron a dar una mano. La verdad que la estructura
quedó muy pesada, había que tirar parejo de varias riendas y todo muy sincronizado. Ya
casi cuando estaba parado, el mástil se empezó a inclinar hacia el fondo... no había

13
forma de enderezarlo por la fuerza que hacía y cayó cuan largo era arriba de unos
árboles espinosos… ¡y ahí quedó incrustado entre el ramaje...! ¡Qué decepción y tristeza,
tanto trabajo arruinado...! No obstante, luego que pasa la primera frustración se vuelve a
la lucha. Desarmé todo y llevé a enderezar los caños al taller mecánico de Julio, el que
hacía reparaciones al Ford Prefect de mi padre, sito en la callecita tan linda llamada
Lugano cerquita del Jardín Botánico. Allí Julio con soplete y mazo enderezó los caños a
la perfección.

Los volví a pintar y se fijó otro día para la izada. Tuvimos suerte, ya que previne una
maniobra más inteligente (con la experiencia del fracaso anterior)… ¡ahora sí, los 12
metros quedaron de maravilla! ¡El único problema fue que la muchachada sedienta por
el esfuerzo, desnudó de sus ricos y jugosos frutos a un pobre y pequeño tanjerino...! En
ese mástil instalé una multibanda de 20 metros de largo alimentada al centro con línea
abierta. Andaba bien, pero a pesar que estaba bien instalada no me gustó su rendimiento.
Tampoco la probé en otras bandas (¡que a la postre, no tenía!) volviendo a la vieja y
querida doublet. Era una antena que rendía, sencilla y que ahora andaba muy bien con un
extremo más alto que nunca, en la punta del mástil de caños... Además de los colegas
que cité antes (los que me dieron el empujón inicial) conocí otros a través de la radio:
vecinos como Horacio Acosta y Lara CX3BH, Héctor Protto CX1CD, Augusto Clivio
CX9CF, Alexis Haisaniuk CX9AH, Jesús Baquet CX8BB, Pablo Scoffone CX8AT,
Ricardo Benítez CX6AAW, Aníbal Goró Castro CX9AD, Julio Cerviño CX3BD y otros
que no recuerdo. De todos ellos con el que más relación tuve fue con Mario Franchi
CX6CG, un poco por vecindad y otro porque tenía más conocimientos que yo. Él vivía
al costado de lo que es hoy el actual P. Posadas y la costanera del arroyo Miguelete en la
casa que aún hoy existe: calle Eusebio Valdenegro 3373.

Un día visité a Horacio en su castillo de la Avda. Millán casi Larrañaga (su casa paterna
del ex intendente Acosta y Lara) en una de cuyas cúspides tenía una gran antena
direccional… una 8JK casera de 2 elementos para 15 metros. ¡Entrar dentro del castillo
era como ver una película en vivo, impresionante con sus escaleras alfombradas, sus
mármoles y tapizados...! Su shack era alucinante, con equipos importados Collins que
jamás en mi vida los había visto... regresé a casa y miré mis equipos caseros de madera y
chassis de la feria... pero no me entristecía, ya que dentro de mi mundo y con mi propio
esfuerzo tenía mi estación, mis comunicados y mis buenos reportajes, y eso me alegraba.
También visitaba a Miguel CX8CJ en Capurro, que tenía una estación muy prolija y
vistosa en la calle Coraceros, a Héctor CX1CD en Juan Lavalle y Millán, a Humberto
Sacconi CX8CW en unos chalecitos entre Millán y Hopa Hopa. Aníbal estaba activo en
los 80 metros, vivía en unos galpones en G. Flores y Larrañaga, y Augusto CX9CF que
era muy bromista, vivía en Gil 1190 casi J. Suárez. Alexi CX9AH vivía en
Emancipación y Garzón, Pablo en Paso De la Arena, y Jesús en Colón.

También recuerdo al vecino de Miguel, Bolívar Lima CX7BG, el cual tenía un


transmisor con una válvula 813 de gran potencia y muy buena modulación. A veces
acompañaba a mi padre en el auto cuando iba en alguna visita como veterinario, a los
tantos tambos que había por la zona, y al pasar por la casa de Mario me impresionaba el
largo dipolo con una también larga línea abierta central de su estación, ubicada en un
altillo construido encima del garage, al que se accedía por una escalera de tablas de
madera dura. Tenía además otra torreta chica tipo de molino de agua, que el padre le
había hecho para soportar una antena direccional y de TV. En su shack solíamos
escuchar las primeras estaciones de FM, como Río de la Plata y Sodre en un receptor

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que se había armado con un block de bobinas alemanas Gorler. También escuchábamos
un disco de música paraguaya interpretada por el Trío Amerindia, que estaba muy
bueno... ¡y que alguna noche que otra lo difundíamos en la banda de 40 metros, que no
ni no...! Con Mario supe lo que era operar en bandas de frecuencia más elevada como 21
y 28 MHz: los comunicados mundiales ó DX… y el comportamiento de una antena
direccional, junto con otros detalles del taller y radio en general. Su antena directiva para
DX estaba formada por un irradiante de 7,2 m. de largo abierto al centro, alimentado con
cinta de 300 ohms de TV, y un director de 5,05 m. ensamblados en una estructura de
palo. La antena se llamaba María La Louca, ideada por un colega de Brasil y que estaba
de moda. Luego comprobamos que realmente era una antena de rendimiento y
comportamiento loco, un desastre de invento a pesar de que también se podía usar en 15
y 20 metros, siempre con sintonizador. La cuestión era que yo también quería operar
DX, por lo que armé una de ésas "locas". Con caños de hierro para instalaciones
eléctricas domiciliarias llamado Bergman (que venían pintados con un alquitrán negro y
pegajoso, al cual había que remover con trapo y querosén para darles finalmente una
mano de aluminio) y con el esqueleto de madera antedicho, armé finalmente una
entusiasmado por los DX que hacía Mario. Fue una época de increíble propagación..!

Además con su ayuda modifiqué mi transmisor y armé un conversor para usar delante
del receptor como etapa previa, amplificador de RF y mezclador con un circuito muy de
moda, el del Radio Club Córdoba, con una 6BZ6 y una 6U8, llave de cambios Bisal
argentina y bobinas al aire pegadas con cemento Duco, Rocalite ó Pegalotodo (celuloide
y acetona, comprados en La Platense, famosa ferretería en 18 de Julio y J.H. y Obes) y
trimmers Philips concéntricos de aire. Quien iba a decir que pocos años más tarde, iba a
construir esos blocks de sintonía con escuadras de chapa hechas en Demarco, bobinas
pegadas con tiras de celuloide y hechas una por una hasta completar las 15 por block y
una llave Bisal de 5 “golpes”… y los iba a vender en las casas de radio...! Las bobinas
las hacía con alambre de cobre esmaltado de tres diferentes diámetros, en una forma
desmontable de madera que me regaló Julio Cerviño CX3BD, uno de los CXs que
escuchaba con aquel viejo receptor Sparton usando el elástico de la cama como antena.
Como para ese entonces tenía la Categoría Especial de radio, era imperativo ascender a
Tercera Categoría para poder operar la banda de 15 metros como me lo había propuesto,
mediante un examen en Radiocomunicaciones. Las preguntas eran fáciles, todas
referentes a transmisores, antenas y el evitar interferencias en radio y en la incipiente
TV. Lo salvé sin mayores dificultades. Pero ya estábamos en1961, había fallecido mi
padre en Marzo del pasado año y ya no trabajaba más en el I.V.U. Tuve un par de
trabajos más, pero no fueron más que "changas".

En ése tiempo estudiar para ingresar como empleado a un Banco privado ó público era
lo máximo, por lo que fui a la academia Núñez en la proa de Agraciada y Paraguay a
prepararme. Perdí los exámenes. Mi mente estaba en la radio y las antenas: ni en la
contaduría ni en los balances ni en las oficinas. Empero en ése 1961 me presenté en la
empresa-fábrica de electrodomésticos TEM sita en la calle Asilo 3336 y Propios (hoy
Sindicato Médico o CASMU 2) entrando como auxiliar de oficina en la sección Stock y
Costos. Allí ganaba un suculento sueldo, pero se me redujo notablemente el tiempo para
el hobby, ya que trabajaba de 8 a 12 y de 14 a 19 hs. de lunes a viernes y los sábados de
9 a 12... estaba frito...! y cansado como para ponerme a construir algo. ¡En ésta vida es
difícil tener tiempo libre y dinero a la vez! No obstante pude armar la antena "loca" con
todos los detalles que cité antes. Como mástil puse un palo de eucaliptos de 5 metros.
Para rotar la antena usé tres guías de ángulo de hierro de 10 cm de largo clavados al

15
palo, y con una perforación de 10 mm en cada una por la cual pasaba una varilla de obra
vertical que giraba a lo largo del palo, el cual fue atado con alambre a un caño de
ventilación de hierro fundido del baño del altillo.

Abriendo la banderola del baño accedía a mover la varilla que acodé, y así giraba la
antena, la cual no tenía ni freno ni tope ni sabía bien en qué dirección quedaba
apuntada... era sólo "a ojo". Con ése sistema total de radio, no logré hacer ningún
contacto extracontinental: sólo pude hablar con Río de Janeiro, San Pablo, Asunción, La
Paz, Quito, Santiago y Caracas, todos en la banda de 15 metros. Pero de cualquier
manera había avanzado en distancia y experimentado una banda nueva y de cierta
profesionalidad. Los defectos fueron: la mala adaptación de la impedancia de la antena
(además ser esta misma realmente mala) y muy poca potencia. Pero todo era
aprendizaje. Una hermosa tarde de invierno con sol en el campo baldío que estaba frente
a la casa de Mario, quisimos probar con un medidor de intensidad de campo casero, la
discriminación de la María la Loca. Él se quedó en el campito y yo me fui a su shack a
cambiar de bandas el transmisor y girar la antena: comprobamos que aquel engendro
brasilero era un desastre como direccional. Era imperativo sacar nuestras antenas y
cambiar de modelo y clase. Así fue como él construyó una quad cúbica para 10 metros y
yo me embarqué en una yagi de 3 elementos para 15. De paso, recuerdo que al costado
de ése terreno baldío se hacía un gran tablado para la época de Carnaval, y Mario instaló
un amplificador de audio para las murgas, con discos de 78 y 33 RPM de pasta y quemó
un parlante Peerles holandés propio, que quiso poner para darle más sonido al ambiente.

Todo era a campo abierto en ésas hermosas noches de febrero, con un cielo tachonado
de estrellas y una temperatura ideal. Recuerdo que tuve que agregarle al transmisor las
bobinas para operar 15 metros. Eran construidas a partir de "culotes" ó bases de
baquelita de válvulas viejas enchufadas en zócalos. ¡Había que enchufar y desenchufar
las bobinas para cambiar las bandas! No ocurría lo mismo con el receptor, ya que su
block de bobinas tenía todas las 5 bandas, y solo era cuestión de girar una llave del
panel, tal cual los modernos equipos de hoy día. Con la idea de armar un futuro receptor
de comunicaciones completo, y prescindir del viejo Sparton, mandé hacer en Demarco &
Cía. en la calle Yaguarón y Pozos del Rey, (que eran especialistas en chassis y
transformadores) un buen chassis con gabinete, con aquellos paneles frontales con una
abertura rectangular grande ó ventana en su frente, para disponer de una aguja de dial
que corría horizontalmente encima del canto de un panelcito, situado atrás y próximo a
la abertura principal, que también tenía 2 guías laterales para colocar un vidrio de
protección de las escalas (hechas con papel, lápiz y tinta china) y dos o más rueditas para
el deslizamiento del hilo del dial.

Elegí pintarlo de un verde claro martillado, ¡que quedó hecho una preciosidad! Allí
monté el block de bobinas y los 2 tubos para el conversor. Un tándem o condensador
variable de Incer, otra firma nacional de la calle Galicia y J.H. y Obes fabricante de los
productos Punktal “puntal en radio y TV”, como decía la propaganda, conjuntamente
con las bobinas de 1,6 MHz, eran también de ésa firma. Lentamente, iban apareciendo
los TV nacionales. Los padres de Mario tenían un Admiral made in Usa, con el cual
ciertas noches podíamos ver algún canal de B. Aires, y hasta uno de Chile en la
madrugada y con antena externa direccional. En mi casa apareció la TV en el año 1960:
mi madre compró un Emerson cuyo equipo era made in Usa, y aquí le implementaban el
mueble de madera. Volviendo al receptor, diré que todo fue un éxito, ya que tenía
recepción 8 en todas las bandas. En 10 metros los rendimientos bajaban: mi estado de

16
1960 – Mi primer Grid Dip Meter (que aún uso).

tecnología aún no había llegado hasta ahí. Era una banda de misterio y atracción, por la
facilidad para hacer DX... claro está, con buen equipamiento. En ése tiempo, tenía en mi
shack-taller, además del tester y el Handbook, un oscilador de radiofrecuencia Lebord
(industria nacional) y un voltímetro a válvulas Heathkit made in Usa en forma de kit con
el cual extraje buena experiencia, no solo en el armado sino en electrónica e inglés.

17
Mi próximo instrumento para el taller, era la construcción de un grid dip meter, para
poder medir la frecuencia de resonancia de las bobinas “en frío”, cuyo armado lo
comentaré más adelante. Pero nunca dejaba de hace radio en 40 metros, teniendo
cantidad de comunicados con el interior, Buenos Aires y provincias próximas. En el
interior, hice amigos como Arturo Gutiérrez CX2SX, quien luego cambió de domicilio y
característica, pero cuando hoy nos encontramos, siempre le digo “2SX”. Justo estuvo
hace poco por acá, ¡y me dio una mano en el montaje de un UHF en un camión...! Otro
colega con quien sigo en contacto es Nehill Sagrera CX1UH, técnico de algunas
emisoras de AM y FM en Treinta y Tres. Emilio Sempolis CX1GB, era otro colega
activísimo en los 40 metros que operaba desde su QTH en Dolores. Mientras tanto en los
fines de semana trataba de experimentar alguna antena chica. Armé un dipolito de media
onda para 20 metros, cosa de inaugurar la banda: pude comunicar con Córdoba y
Mendoza en horas del mediodía, horario imposible en 40 metros a ésa hora. Luego hice
una ground plane para la misma banda de 20 que colgué de la doublet, pero no marchó
bien. Una noche de temporal se quebraron los palos que sujetaban la María La Loca,
cayéndose ésta en la azotea del altillo y rompiéndose totalmente. Armé una vertical de
aluminio para 21 MHz con planos de tierra pero no rendía nada: no sé que pasaba: si
ROE en la línea de alimentación, errores de diseño, muy poca potencia o vaya a saber
qué. Me faltaba instrumental básico para antenas, pero no tuve el buen tino de construir
algo casero del Handbook.

Todos estos fracasos fueron los detonantes para que me pusiera a fondo con el armado
de una yagi de 3 elementos para 15 metros. Entonces compré caños de aluminio de 1
pulgada y de 3/4, pasándome varios fines de semana en alpargatas Rueda y short de
playa en la gran azotea de la calle Laguna Merín, midiendo, cortando y perforando los
caños. Un acoplador de tipo gamma y un mástil de buen caño, fueron las tareas de
preparación siguientes. Un sábado con algunos compañeros de TEM, Arnoletti, Carlos
Delor y Milton Cami, izamos caño y yagi todo junto… ¡y ahí quedó la enorme antena
instalada! Estaba contentísimo, eufórico. La miraba desde la calle, desde la vereda,
desde la otra cuadra... ¡me parecía mentira tener una antena tan linda... y casera!
Brillaban al sol todos sus caños… ¡era imponente! Durante una semana la estuve
probando, y logré hacer lo que hasta ahora no había podido: ¡saltar a otro continente!
¡Logré comunicar con Italia y España! ¡Toda una emoción sin par! No obstante, notaba
que me costaba entrar en contacto, no era fácil, algo estaba fallando. Era consciente de
que la poca potencia del transmisor, tal vez algo más de 10 watts en ésa banda (ya que el
rendimiento caía mucho en comparación con los 40 metros) era una de las causas de que
no llegara bien a los receptores de mis corresponsales. Recibía muy bien, escuchaba
muchos DX, pero no me escuchaban. Leí que el acoplador gamma DEBE ajustarse
siempre… ¡pero para eso tenía que bajar todo otra vez...! No disponía de una escalera de
5 metros de alto y de dos hojas, a fin de acceder al acoplador para ajustarlo. También
había que poner un vástago aislante al capacitor variable del gamma.

Así que fijé para el otro sábado la bajada del conjunto, con lo que la barra de amigos
volvió a venir. En el proceso de aflojar las riendas, hubo una desinteligencia en la

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1960 – Vertical 21 MHz.

sincronización de fuerzas, no pudiendo evitar la caída estrepitosa del sistema hacia el


galpón de mi primer shack, ¡quebrándose la mayoría de los caños, y rompiendo varias
chapas de Dolmenit del techo...! ¡Mi decepción y frustración fueron enormes! Luego
desarmé los restos, ordené todo como pude, y cubrí el techo roto provisoriamente con
chapas de zinc. Así terminó ese sueño y esa etapa, siguiendo en los 40 metros y
planeando otras cosas para el futuro. Con los restos de aluminio, hice una direccional de
2 elementos para 15, pero no recuerdo haber comunicado. Aún no había descubierto tres
importantes ítems para los triunfos: las torres en lugar de caños o mástiles, las antenas
cúbicas quad, y la telegrafía.

De cualquier manera, se me ocurrió un proyecto para intentar armar y salir operando una
estación móvil, desde el Ford Prefect. Había visto un transmisor de 15 Watts en el
Handbook, el cual parecía de fácil armado y con materiales de no difícil obtención. El
equipo consistía en un tubo 6DQ6 (salida horizontal de TV) modulada por un push-pull
de 6AQ5, todo bien compacto, monobanda en 40 metros y a cristal. El tema complejo,
era el convertidor de 6 volts CC de la batería, a las tensiones de 250 y 400 volts que
requería el transmisor. Tuve que asesorarme con Domínguez en Demarco, que era un
crack calculando todo tipo de transformadores. En aquellos tiempos, no existían los
transistores tipo switching, o el común 2N3055 para lograr justamente una corriente
alterna de 400 ó 500 ciclos mediante un oscilador, para luego elevarla a los valores
antedichos. Sí existían los “vibradores”, dispositivos mecánicos que tenían unos juegos
de contactos, que oscilaban mediante interrupciones de la alimentación de su
electroimán, muy usado en las radios de auto a tubos. Así armé aquella fuente a partir de
los 2 transformadores que me proveyó Demarco.

Hice una antena con bobina de carga central, basada en una varilla de acero que con un
trozo de acrílico, atornillé en la bisagra de la puerta delantera del Ford, bobina al aire

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con tiras de celuloide y lucite, y un mástil irradiante de metro y medio de largo. Suerte
que con el grid dip de Mario, pudimos ajustar la antena con bastante exactitud. Como
receptor, iba a usar una radio portátil Mitsubishi, una joya de dos bandas, media y corta,
que a pesar de no era cómoda la sintonía en 40 metros, su sensibilidad era asombrosa.
Tenía la funda de cuero japonesa original. Esa radio era de mi madrina Amalia, regalo
que le hizo su prima hermana Marisabel Scorza. Tuve que conectarle la antena móvil
desde el relay que estaba en el transmisor, a una entrada para antena externa que poseía.
Las primeras pruebas locales, dieron relativo éxito, por lo que nos fuimos con Mario a la
rambla de la playita Ramírez en el Parque Rodó, para hacer un poco de bulla. Allí
tuvimos la suerte de contactar con un LU de Capital Federal, mientras varias personas y
curiosos, se arrimaban para ver cómo era aquella magia, de estar hablando con Buenos
Aires desde un auto, ¡y por gente común, no oficial...! ¡Fue una experiencia
inolvidable...! ¡Andá hacerlo ahora, a ver cuánta gente se amontona...! 9

Durante el año 1962, tenía dos amigos de la vecina orilla en los 40 metros: LU2DMV
Eduardo Tronconi y LU5DZO Julio Torres. Nos encontrábamos en radio todos los fines
de semana charlando de temas diversos. Un día Eduardo me invitó a su casa en Florida,
Prov. de Bs. As., a pasar un fin de semana y conocernos personalmente. Tanta manija
me dió que decidí al fin viajar. Tenía 19 años… ¡y jamás había salido ni siquiera lejos,
en mi propio país...! Mi madre tuvo que tramitarme el permiso de menor. De todas las
agencias de viaje la más rápida y mejor era CAUSA (Compañía Aérea Uruguaya) con
oficinas ubicadas en San José y Cuareim. El viaje era en hidroavión: salía de nuestra
bahía al lado del Rowing Club, llegando al Puerto Nuevo de Bs. As. en 50 minutos de
vuelo sobre el Río de la Plata.

Como detalle importante, diré que luego de 33 años de ese viaje, conocí a Humberto
Natelli CX9BAP, ¡piloto de uno de ésos hidroaviones...! Me dijo que los aparatos eran
Short Sunderland, con dos motores rotativos a explosión. La empresa tenía 3 de ellos, y
el que piloteaba él era matrícula CXAFA. En invierno salían 8.30 de aquí, pero en
verano tenían varios vuelos, todos diurnos, siendo Colonia también, lugar de escala de
algunos de dichos vuelos. Cuando llegué al puerto de Bs. As., conocí a Eduardo, ya que
nos habíamos intercambiado fotos con las tarjetas QSL. Éramos casi de la misma edad.
Tomamos un colectivo. Mi equipaje era sólo una valija chica de un cartón duro color
bordó, que mi padre usaba para llevar su instrumental veterinario. El ómnibus estaba
lleno, mi amigo quiso aliviarme la carga de la valija, por lo que se la di, la colocó entre
sus piernas, y cuando bajamos la valija no estaba... desapareció... ¡se la robaron..! Con
ella perdí recuerdos irrecuperables: mis primeras tarjetas QSL, fotos varias, mi primer
libro de guardia, anotaciones de gran valor afectivo, la máquina Gillette con hojas de
afeitar de mi padre, una vieja máquina de fotos Kodak de cajoncito de mi madre…
¡hasta una torta casera que ella había hecho especialmente para la mamá de Eduardo...!
¡Maldición...! ¡Todo perdido! Suerte que el pasaje de regreso y el dinero lo llevaba en el
saco, porque algunos compañeros de trabajo me habían dado dinero para que les
bagayeara pañuelos, perfumes y otras chiquiteces por el estilo. Pero aquella pérdida me
dolió en el alma, de verdad. ¡El pobre Eduardo no sabía que decir ni hacer...!

Al llegar a su casa me recibió su mamá y me invitó a hospedarme allí, conocí la estación


y antenas de Eduardo, todas experiencias emocionantes para aquel tiempo y para mi
edad… ¡una aventura maravillosa...! Al otro día sábado a la mañana, quise visitar la
famosa Casa Galli Hnos.(una de las más importantes proveedoras de material de radio de
la época, lo mismo que Alfredo López, Yankelevich, Recia, etc.) estando situada en la

20
Av. Entre Ríos 472, zona de Congreso. Lamentablemente la casa estaba cerrada, pero en
la esquina vimos un comercio de marroquinería, bolsos, valijas, cinturones, etc. llamado
Gacela, y entramos a fin de adquirir una valija que necesitaba, a fin de substituir la
robada. Allí me atendió una empleada, ¡la que con el tiempo y las vueltas de la vida, se
convirtió en mi esposa...! Ése fin de semana conocí zonas de Bs. As. y Provincia, y
caminamos muchísimo, que es una linda forma de conocer parajes. Visitamos a mi otro
amigo de los 40 metros Julio Torres LU5DZO (Divinos Zorros Oscuros), en Lanús...
¡también una grata sorpresa y emoción...! Recuerdo que viajé por la Panamericana en
una Renault 4L de un amigo de Eduardo, que me impresionó por su velocidad y andar.
El domingo de tardecita regresé a Montevideo. También en los 40 metros comunicaba
mucho con Norma LU3AAO, con quien tuve una gran amistad, al punto que la visité en
otro viaje a la vecina orilla. Ella formaba parte de un grupo de ballet del Teatro Colón.
Por primera vez viajé en avión de Carrasco a Aeroparque...¡guau...! ¡Todo emociones!

Otra cosa que nos fascinaba en ésa época, era el tema de la alta fidelidad. No había en
plaza buenos equipos, el terreno estaba totalmente inexplotado, de manera que teníamos
que armar nuestros propios aparatos. Entonces compré los materiales, y armé un
amplificador de audio con vistas a alta calidad, de 10 watts máximos de salida y
monoaural, pues meterse en stéreo eran palabras mayores. Invertí plata en un buen
parlante holandés marca Peerles de 12 pulgadas de diámetro, comprado en Casa
Cardelino, en la Avda. Rondeau (hoy diario Últimas Noticias) al famoso vendedor
Torres, aquel veterano alto, flaco, de pelo blanco y de pocas palabras, todo un símbolo.
Ése parlante era uno de última generación, ya que traía un tweeter en su centro, por lo
que la caja decía "coaxial loudspeaker", realmente toda una revolución en aquella época.
Para aquel parlante, se requería de un buen baffle o reflector de bajos, como se le
llamaba, ¡que era una enorme caja de madera de 1 metro de alto, medio metro de fondo
y otro medio metro de ancho...! un verdadero placard! ...y acolchado interiormente por
una capa de estopa de 2 cms de espesor para que no vibrara! El volumen interno del
gabinete, se calculaba de acuerdo al diámetro del parlante. Había libros con estudios
profundos al respecto, como el de E.Balsa, del cual saqué el circuito del amplificador y
del baffle. Éste lo mandé hacer de medida a un viejo carpintero alemán, que vivía en
Laguna Merín casi Juan Lavalle.

El amplificador tenía un push pull de tubos 6AQ5, y un transformador de salida especial


de Demarco. No obstante no anduvo bien: tenía “motor-boating”, o sea, un ruido u
oscilación intermitente en el parlante. Se lo llevé a Mario para que lo revisara. Él hizo
modificaciones en el retorno de las conexiones de masa a un solo punto (barra ómnibus).
¡Quedó muy bien! ¡Aquel sistema funcionaba de maravilla...! ¡y seguía aprendiendo...!
Luego en Bs. As. compré un motor para tocadiscos Sincron de 3 velocidades, 33, 45 y
78 rpm, y un brazo profesional Ronette, al cual le sustituí su cápsula de cristal y púa por
una de reluctancia variable General Electric con púa de diamante, que era lo máximo.
Esto último, fue comprado en Casa Sapelli, sita en 18 de Julio casi Yaguarón.

Luego armé un sintonizador de FM Gorler alemán como el que tenía Mario, y al


conectarlo al amplificador tuve un excelente equipo de audio. Compré muchos discos de
33 rpm Long Play de autores como George Maharis, Frank Sinatra, Mantovani, Pat
Boone, Tito Rodríguez, Percy Faith, Ray Connif, Maysa Matarazzo, Los Bomberos de
Río, Atahualpa Yupanqui, y los inolvidables Beatles. Antes de armar el amplificador,
escuchaba los discos conectando la salida del brazo Ronette con su pastilla original, al
punto medio de los potes de las radios y el TV de casa (como entrada de phonograph).

21
Aprovechando la experiencia, armé varios equipos de alta fidelidad para compañeros de
TEM y otros clientes, con lo cual me hice de unos pesos extra. Leyendo un suplemento

1962 – Diploma Antártica Argentina.

de el diario El Día, había una página para intercambiar correspondencia: le escribí a una
chica en Río de Janeiro llamada Suzi… y oh! casualidad: su padre era radioaficionado,

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PY1AHS. Una noche suena el teléfono (3 35 38) de casa, era Raúl do Matos Vieira el
padre de Suzi que era marino mercante y estaba con su buque Urucum haciéndole
reparaciones en el dique seco de Mauá en la rambla al lado de la Compañía del Gas. Se
quedaba hasta el otro día y me invitó a visitarlo allí, conocernos y mostrarme el barco.
Me encontré a bordo con él, un Sr. muy amable que me mostró el enorme barco, los
equipos de radio, la cabina de mando, en fin, ¡todo me resultó maravilloso!

Para ese tiempo estaba planeando hacer un viaje en moto hasta Río, y le transmití mis
inquietudes a Milton Cami un compañero de trabajo de TEM que vivía en Fco. Torres y
Raffo, y a quien casi siempre llevaba y traía en la moto hasta nuestro trabajo.
Habíamos planeado hacer el viaje en nuestra próxima licencia en enero de 1965. Así
conocía a Suzi y le devolvía la visita a Raúl su padre, y de paso, era para nosotros un
buen punto de apoyo en Río. Partimos un 2 de enero, y luego de una experiencia
inolvidable en ése viaje de 2500 km, llegamos a Río el 15. Allá conocimos a Suzi, a
Brecous su amiga y visité la casa y estación de Raúl, muy hermosa, con equipos caseros
prolijos y dipolos para 40 y 20 metros. Nos recomendó un excelente y económico hotel.
Almorzamos y cenamos en su casa y las chicas nos llevaron en Fusca a conocer un poco
la ciudad... lo que son las casualidades!

CAPITULO 2
UNA NUEVA ETAPA

En el año 1966, cuatro hechos importantes sucedieron en mi vida: renuncié a mi empleo


en TEM, me casé, gané un concurso y entré como operador en UTE, y cambié de
domicilio. En TEM pasé unos años muy lindos, conocí buena gente y aprendí
muchísimas cosas. Cuando construyeron su nueva fábrica en Cno. Carrasco y Pavia, a un
km aprox. pasando La Cruz (Cno. Carrasco y Bolivia): me enviaban como inventariador
de materia prima y de mercaderías. Me encantaba porque estaba en contacto con
tornillería variadísima, ferretería, partes eléctricas varias, termómetros, termostatos, en
fin, todo lo que pueden llevar los electrodomésticos. Además leía sus folletos o
etiquetas, con los cuales aumentaba mis conocimientos. Tenía un compañero que me
ayudaba y con quien comía golosinas escondido entre los cientos de estantes y
corredores del enorme almacén. Iba en mi moto Triumph 500 con la cual a la salida de
TEM, tomaba Cno. Carrasco, Bolivia, Av. Italia, Av. Del Uruguay en Malvín y Rambla
hasta Maldonado y Andes, donde iba en invierno y en verano 3 veces por semana al club
de pesas L‟Avenir.

En la última etapa de mi empleo estuve trabajando en el taller de TV como asesor


técnico domiciliario de la marca inglesa PYE que representaba la empresa. Estaba en mi
salsa, aunque la TV no era tan agradable como las radiocomunicaciones, pero era mucho
mejor que las rutinarias tareas de la oficina. No fue muy exitoso el tema de la TV para la
empresa: había mucha competencia y el PYE era un aparato muy complicado y costoso.
Allí tenía como jefes al Ing. Alberto O‟Neill y a Ricardo Wallace, un inglés de pura cepa
que andaba a 80 por hora en su diminuto Morris Minor del año 60. Mi compañero de
tareas en la calle donde salíamos con una camioneta Bedford era Nelson Cardozo, quien
al cabo de 35 años lo volví a encontrar en éstas vueltas de la vida y con profesión de
torrero. Hice un par de trabajos con él pero no me gustó su forma de trabajar. No nos
volvimos a ver. Al cerrarse luego la sección TV, no quise regresar más a las oficinas, ya
que pensaba poner un taller de reparación de radios comunes y de auto y de
“combinados" por mi cuenta. Aquellos “combinados” eran grandes muebles de madera

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que tenían un receptor de radio con gran dial, tocadiscos o pasadiscos, compartimento
para los discos, dos o más parlantes incorporados y en algunos modelos más caros hasta
un barcito con bebidas.

Otra de las cosas que pasaron mientras trabajaba en TEM, es que de la casa de
electrónica Norton, muy famosa por vender material excelente y variado de transmisión,
me visitaron en casa un par de tipejos para que comprara acciones de la casa, ya que iba
a transformarse en una de las más grandes y exitosas. Debido a mi nula experiencia e
inocencia en el tema, me engancharon, con lo que estuve vertiendo bastante guita de mis
sueldos de TEM comprando algunas acciones. Resultado: ¡jamás cobré un mango y la
empresa cerró años más tarde...! También recuerdo la terrible devaluación del peso, la
infidencia de Jorge Batlle, donde el dólar trepó de los 8,50 a más de 100 en un par de
meses. Allí en la oficina jugábamos a “cambistas” comprando y vendiendo dólares por
teléfono... a veces nos iba muy bien... otras no tanto...

Por Mario me entero que se podía ingresar a UTE mediante un examen como operador
de radioteléfono en la Planta Transmisora de Santiago Vázquez, con buen sueldo y
horarios muy cómodos. Ahí sí que empecé a estudiar el Handbook desde la primera
página, desde la base misma y en serio (nada de hojear y mirar las fotitos) tratando de
armar cosas para salir al aire pero sin adentrarnos mucho en la teoría. Todo ese
aprendizaje en profundidad fue una preciosísima arma que aproveché (luego de obtener
el cargo en UTE) para todos los proyectos que quería hacer en el futuro, desde antenas,
hasta todo accesorio de utilidad en mi estación y para mejorar la comunicación.

Todo esto se producía junto con mi casamiento y el cambio de QTH de mi casa paterna
de la calle Laguna Merín 4121 (hoy María Orticochea entre Castro y Cáceres a dos
cuadras del arroyo Miguelete) a la casa de mi abuela paterna y mi madrina Amalia, en el
otro lado del Prado: Valdense 3610 casi 19 de Abril y a una cuadra de la Residencia
Presidencial de Suárez y Reyes. Hoy esa casa ya no existe más, ya que el laboratorio
Rhodia (Rhode Poulenc) con frente en la Av.Suárez, compró varias propiedades en sus
fondos y demoliendo las casas para ampliar su planta de fabricación de medicamentos.
Pero durante 15 años vivimos allí, donde también nacieron nuestros hijos Daniel y
Cinthia, donde profesionalícé mi hobbby y desarrollé trabajos particulares en
electrónica y comunicaciones.

Ya estábamos en el año 1966. Una de mis primeras tareas fue la reforma de mi viejo
transmisor de rack de madera, desarmándolo totalmente y transformándolo en un
compacto equipo de mesa con una válvula 6146B en su etapa de RF con 60 watts de
salida, modulada en placa por un push pull de 6DQ6 en clase AB1. Además era
multibanda de 80 a 10 metros, con cambio de las mismas por llave rotativa en el panel,
igual que el conversor del receptor… quedó una estación top table. Luego de dibujar la
distribución de las partes en el chassis con todas las perforaciones y plegados, paneles
trasero y delantero, gabinetes, etc., eran llevados a la casa Demarco en Yaguarón casi
Pozos del Rey, del cual hice el comentario antes. Hoy continúa su actividad fabricando
estantes y muebles metálicos. (Frente a ellos estaba la empresa Lebord del rubro TV e
instrumental electrónico). De ésta manera nuestros equipos quedaban con una apariencia
profesional y que facilitaba su venta en caso que decidiésemos la misma.
El diseñador de los transformadores era como dije antes el “viejo” Domínguez, el cual
cristalizaba nuestros sueños de aquellos transformadores para radio medio complicados
ó "raros", como los de interetapa y modulación de audio, cuyas características estaban en

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los Handbook. A veces y para disminuir costos y en chassis con distribución de partes
delicada y con urgencia, los mandábamos a hacer "ciegos", sin ninguna perforación.

1966 – Nueva estación reformada de la 1ª, 50w AM y shack en Valdense 3610.

Luego con sacabocados para chapa USA marca Greenlee y escariadores y previo inicio
de los agujeros con taladro de mano, realizábamos los grandes orificios donde iban
montados los zócalos para los tubos, los "tachos" de frecuencia intermedia y los demás
chirimbolos. Como ya venían pintados de verde o gris martillado al horno… ¡había que
cuidar mucho el manoseo para no rayar la pintura...! O sea que en el correr del año 1966,
tenía un juego de transmisor-receptor multibanda que había construido yo mismo y
andaba de maravillas. Solo faltaban unas buenas antenas que sacaran "a pasear" dichos
aparatos. El viejo receptor Sparton cumplida ya su importante etapa en mi vida, fue
regresado nuevamente a su lugar natural: la cocina de la casa de la calle Valdense 3610,
para seguir escuchando a Gardel, Canaro, D'Arienzo y Raciatti, en una atmósfera de pan
frito y bifes a la criolla..!

Al lado de nuestra casa había una enorme casaquinta de más de 3000 metros cuadrados
de superficie, con una verdadera selva de árboles de todo tipo, incluyendo varias clases
de frutales, como higueras, parrales, perales, mandarinos, caquí, membrillos, ciruelos,

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etc. y árboles de monte, araucarias, cipreses, etc. una casona enorme en su centro y hasta
una caballeriza de dos plantas en el fondo, cerrando la calle Valdense hacia J. Carlos
Blanco. Allí en tal enorme propiedad vivían el "viejo" Sr. Rodhé y su anciana madre. Lo
más lindo que tenía el predio era un enorme molino de viento marca Giugni, encima de
una tremenda torre de 18 metros de altura (que era mi gran sueño y ambición). Alentado
por ésa estructura, me dispuse a armar un dipolo de 40 metros de largo multibanda con
bajada de línea abierta o "escalerita" para operar la banda de 80 metros, totalmente
nueva y virgen para mí. Una vez armada la antena, un mediodía pedimos permiso al Sr.
Rodhé si nos permitía atar un extremo del dipolo en la torre, al cual accedió. ¡Qué suerte
que tuve! Lo difícil y engorroso fue pasar el cable de la antena con sus aisladores y parte
de la "escalerita" por el tal monte... al fin lo logré... ¡qué bueno...! El otro extremo del
dipolo fue atado en la punta de un tirante de pino brasil de 6 metros de alto en la azotea
de Adán Cáceres, un botija al que también le gustaba la electrónica pero en la parte de
TV. Él luego había puesto un local de service de TV en Millán casi Larrañaga cerca de
la Barraca Mangino. Ahí fue asaltado y poco tiempo más tarde falleció víctima de una
cruel enfermedad. ¡Pobre Adancito, tuvo una vida muy triste!

La antena (que tenía un sintonizador con todas las de la ley) anduvo muy bien habiendo
operado un buen tiempo en la banda de 80 metros en AM, hasta que unas interferencias
que producía el transmisor en la banda de radio de onda media de algunos vecinos,
hicieron que suspendiera la operación volviendo un poco a los viejos y queridos 40 m.
¡Pero mi mente estaba apuntando más arriba en frecuencia… a los DX..! Muy gratos
recuerdos quedaron de la casaquinta de Rodhé… a veces en forma furtiva aprovechando
alguna siesta de los viejos, nos metíamos dentro del monte a comer alguna fruta o sacar
alguna planta rara para poner en nuestro fondo. Un día entré con el botija vecino de
enfrente Juan Ángel Peri (cuyo padre era el propietario de la Librería Agropecuaria) a
comer alguna fruta en la quinta. El viejo descubrió la presencia de intrusos y nos corrió a
los gritos… ¡pero por suerte no nos identificó..! Su anciana madre escuchaba el
informativo de CX14 El Espectador todos los días a las 13 en punto con la radio a todo
lo que daba, debido a su sordera.

Es tiempo que hable del Radio Club Uruguayo (RCU). Estaba ubicado en Mercedes
1196 y Yí. Me hice socio del mismo ya que brindaba el servicio de bureau o correo para
el envío y recibo de las tarjetas QSL y tenía una excelente biblioteca con las revistas
americanas más famosas como QST y CQ, y cantidad de manuales de radio y
comunicación para estar al día con el hobby. Su larga escalinata de mármol blanco nos
llevaba al hall principal donde a su izquierda se encontraba la sala de la CX1AA,
estación oficial del RCU llamada Ángel Latapié. Allí había un enorme transmisor que
parecía un ropero (armado por el mismo Ángel, un experto en trasmisión y con de
grandes conocimientos en radio) de excelente construcción, con una válvula 833A en su
etapa de RF… ¡la cual entregaba casi 1 kW en antena! El receptor era un Hammarlund
HQ129X, una verdadera joya de la época. ¡Imagínense lo que podía sentir mi corazón al
presenciar equipos de tal magnitud y potencia! ¡Era como entrar al paraíso! El operador
oficial era Salvador Gandolfo CX8CA que operaba a las 21 horas en la noche y a las 11
de la mañana en 7250 KHz, dando los informativos del RCU.

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1966 – Mesa de Trabajo en el comedor.

comunicación para estar al día con el hobby. Su larga escalinata de mármol blanco nos
llevaba al hall principal donde a su izquierda se encontraba la sala de la CX1AA,
estación oficial del RCU llamada Ángel Latapié. Allí había un enorme transmisor que
parecía un ropero (armado por el mismo Ángel, un experto en trasmisión y con de
grandes conocimientos en radio) de excelente construcción, con una válvula 833A en su
etapa de RF… ¡la cual entregaba casi 1 kW en antena! El receptor era un Hammarlund
HQ129X, una verdadera joya de la época. ¡Imagínense lo que podía sentir mi corazón al
presenciar equipos de tal magnitud y potencia! ¡Era como entrar al paraíso! El operador
oficial era Salvador Gandolfo CX8CA que operaba a las 21 horas en la noche y a las 11
de la mañana en 7250 KHz, dando los informativos del RCU. A la derecha del hall
estaba la entrada al Instituto de Radiotécnicos de Uruguay, I.R.U., pero éste era un nivel
de electrónica que por ahora me quedaba grande, aunque fui socio en una época
posterior. Integré una Comisión Directiva del R.C.U. en 1970, y recuerdo la elección de
nuevas autoridades, en la cual la muchachada activa y de empuje modernizador, presentó
la lista 37 (que era el No. De Casilla de Correo del RCU) la cual perdió frente a lista 1,
formada por todos los viejos "carcamanes" de la época, los cuales hicieron propaganda
en nuestra contra, casi acusándonos de "revolucionarios", siendo que nuestro único afán
era sacar al club de la caverna técnica en que estaba inmerso. Los comentarios de ellos
asustaron a muchos socios y los cucos pronto afloraron… igualito a lo que sucede en las
elecciones nacionales. Nunca fui muy asiduo a la concurrencia al club, más que para el
tráfico de tarjetas QSL y ponerme al día cada tanto con las revistas QST y CQ. Mi vida
estaba radicada en mi taller y en las azoteas, construyendo antenas y etc. No obstante un
año integré la Comisión Directiva, junto con Horacio y otros veteranos que no recuerdo
sus nombres.

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1966 – CX6CG ajustando mi 1ª. Quad 10/15 m. con escalera de UTE.

Hay que destacar la actividad que tuvo el RCU en las tremendas inundaciones del año
1959, comunicando con diversos aficionados del interior del país, a fin de brindar apoyo
y asistencia a mucha gente que estaba desplazada por el agua, en una época donde el
teléfono era totalmente ineficaz, ya que muchas de sus líneas no existían, caídas por las
tormentas y el agua. Allí Salvador Gandolfo se pasó muchos días operando sin descanso
la CX1AA. Una vez cayó por el club Ronald Moreno CX8CZ, personaje muy particular
por su audacia, armador de transmisores y participante en los concursos nacionales que
organizaba el RCU en las fechas patrias, y que casi siempre ganaba Mario CX6CG, ya
que tenía una estación muy “pegadora” y excelente operativa. Ése día Ronald andaba
con todas las “luces prendidas”, con lo que desenfundó una terrible pistola .45 y pegó

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unos tiros en la pieza trasera del club… descarranchando el revoque de toda una esquina
en el techo del salón...! Geo CX8BE, también recuerda varias anécdotas del famoso
Ronald, el cual “pinchó” unos globos de la crema Nivea que se elevaban enormes por
Colonia y Libertador con un tremendo rifle, mientras instalaba una antena en una azotea
por las inmediaciones... La Red de Emergencia años más tarde, se convirtió en un tema
de controversia ya que no se justificaba la misma, siendo que se usaba muchas veces
con exclusivos fines comerciales y particulares y aún con mensajes semicifrados que
ponían en duda su seriedad.

Para ése entonces operaba el RCU Homar Murdoch, hijo de un connotado Capitán de la
Armada. Era un botija muy piola y muy buen compañero. Una vez “el flaco” hizo una
noche en su casa una bruta cena, en la que concurrimos todos los concurseros y DX man
de la época. El flaco había armado un enorme paracaídas en el patio de su casa de
Pocitos, y que iluminado quedaba sensacional. El pobre Homar falleció poco tiempo
después víctima de una cruel enfermedad, pero siempre lo recordaremos con cariño y no
olvidamos la cena aquella... ¡bajo el enorme paracaídas...!

Y volviendo a mi actividad en casa y enterándome del excelente resultado que obtenía


Mario CX6CG de su antena quad, decidí armar una para 15 y 10 metros solamente, ya
que había un artículo en CQ que decía que… una quad para 20 metros “it‟s a different
history", como diciendo que el tamaño era muy grande para encararlo así, de una y con
todo. El mástil que usaría serían dos tramos de 4 metros c/u de aquellos caños que icé en
el fondo de mi casa paterna, ya que el tema era gastar lo mínimo posible y aprovechar lo
que hubiese

1966 - María con quads fondo de CASA.

quedado de antes. Yo no tenía aún trabajo en UTE y el dinero escaseaba. La antena quad
en sí es muy barata, ya que para trabajar 10 y 15 m. se necesitan 8 cañas tacuarina de
2,50 m. algunos metros de cualquier cable o alambre de cobre, un boom ó barral de palo
ó tirantillo de 2 metros y un par de crucetas de hierro ángulo de 1/2 pulg. Con las cañas
obtenidas mediante un pedido al Sr. Rodhé, armé los cuadrados con mi esposa María en

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el fondo de la casa, ya que era bastante cómodo para ése tipo de trabajo. Las cañas no
estaban del todo secas, ¡pero la ansiedad era mucha y no podía esperar que secaran!
Montamos los cuadrados en el boom de palo (el cual ya estaba abulonado al mástil) y
con la ayuda de los vecinos Albertito Cerón, su padre don Valentín y un par de

1966 – Armando la 1ª. Quad en el fondo casa Valdense 3610.

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ocasionales albañiles que trabajaban allí, izamos a pulso aquel pesado caño empatillado
con antena y todo. ¡Casi se nos cae...! pero luego de varios esfuerzos y equilibrios quedó
parado y apoyado en un ruleman de empuje de embrague de auto viejo. Los 2 juegos de
riendas estaban atados a unas cazoletas con rulemanes por los cuales giraba el mástil.
Las 2 bajadas eran de coaxil de 75 ohms del tipo RG11 traído de la zona LU, siendo la
primera vez que usaba ese tipo de línea de alimentación.

El mástil era rotado por medio de cables de freno de moto arrollados a la base del mástil,
y a un caño encamisado con otro a modo de "eje", el cual atravesaba la pared lateral del
patio (fijado a ésta con arena y portland) teniendo soldado en su extremo de adentro la
casa, otro caño a modo de volante. El freno (para evitar que la antena girara loca con el
viento y arrollara todo) era un clavo que atravesaba el caño "eje" con su camisa. En el
pretil, un juego de roldanas cambiaba el ángulo de trayectoria de los cables. Claro que de
vez en cuando éstos se rompían, con lo cual había que cambiarlos y volver a reajustar las
posiciones azimutales. Con ése sistema de antena quad, receptor y transmisor casero de
50 watts en AM y en 10 y 15 metros, hice una fenomenal campaña de contactos DX con
todos los continentes y más de 50 países diferentes, recibiendo siempre excelentes
reportajes. Había progresado como nunca hasta entonces y dado un enorme paso en mi
hobbby. Todas las frustraciones anteriores habían quedado olvidadas por la actual
alegría. Tenía amigos en USA, en especial con Jack W9DLZ en Wisconsing, con quien

1967 – María en la Planta Receptora El Labrador. Día ajuste G.D.M.

hablaba casi todas las tardes practicando inglés. ¡Todo era maravilla! Para ese entonces
adornaban la pared del rinconcito del patio, los diplomas C19D, CAA, TRA, WAPY y
WAC por mencionar algunos de los más importantes, guardando en un cajón los de un
solo contacto o de poca importancia. También obtuve un hermoso diploma del Okinawa
Amateur Radio Club por haber comunicado con todas las 10 zonas de Japón, así como
otro del RSGB el Radio Club Inglés por haber comunicado con una "colonia" inglesa en

31
1967 – Molino Quinta Sr. Rhodé. Fondo casa Valdense.

cada uno de los 6 continentes. Mi querido suegro Armando me regaló el preciado


Handbook de Radio de Bill Orr W6SAI, que venía a complementar el otro de la ARRL.
Había participado en un concurso de la ARRL que consistía en hacer la mayor cantidad
de estaciones de USA en todas las bandas. Como tenía todas las antenas en ese
momento, hice un buen total con 975 QSOs y 138 multiplicadores, lo que me valió un
hermoso diploma: el Certificado de Performance. En 80 metros no pude hacer contactos
con USA, pero sí unos pocos en 40… ¡y que me valieron unos buenos multiplicadores...!

Ya trabajaba en UTE. Tuve la idea de ajustar los “stubs” ó ajustadores de las quads para
darles más ganancia. Traje sin permiso de la Planta Transmisora y en las camionetas del
ente que nos llevaban y traían a la Planta, una gran escalera de colizas de madera dura
muy pesada. Tenía calibrado mi grid dip meter casero, y esto amerita un comentario
aparte. Habíamos comprado a un amigo del barrio y compañero del gimnasio L´Avenir,
Teodoro Stepaniuk, una moto Triumph 500 (Tiger 100) con la cual fui con mi esposa
María a la Planta Receptora de UTE de El Labrador (donde trabajaba Mario). Allí había
varios receptores Collins 51J4 y otros Standard Radio. Llevé mi grid dip dentro de una
de aquellas cajas verdes de balas (surplus USA de la II Guerra Mundial) con las bobinas
de HF. Allá nos atendió uno de los operadores Omar Mandracho Sosa, más conocido por
"el gordo Mandracho" (hoy ya fallecido) quien nos puso delante de una de aquellas
maravillas, con lo cual pude marcar la escala de todo el rango de HF del instrumento.
Luego en casa instalé unos Hilos de Lecher, que no eran sino dos alambres de cobre en
paralelo separados 5 cms. los cuales corrían desde la puerta del living hasta la puerta del
comedor del patio, unos 7 m. Con un buen centímetro y el grid dip, pude ajustar las
demás bobinas de la escala, viendo y midiendo los "dips" que producía el instrumento a
cada nueva frecuencia. De esa manera marqué las escalas hasta 160 MHz, pues más allá
el aparato dejaba de oscilar. ¡Pero me alcanzaba y sobraba para mis actuales y futuros
proyectos!

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Volvemos al relato de la escalera y la antena. La escalera fue armada y parada bajo los
reflectores de la quad, poniéndole unas riendas para que quedara bien firme. Mario vino
a colaborar, y nos costó bastante buscar un dip por los 20 MHz en 15, y en 27 en 10. Al
fin ajustamos de la manera tradicional: mínima señal de espalda mediante un mA remoto
conectado al Smeter del receptor. Ahí sí que la atenuación fue bien visible, porque en
radio las variaciones por ajuste no deben albergar dudas: deben ser bien claras,
descartando métodos y lecturas poco claros. No tuve por más de 3 días la escalera de
UTE, ya que era un accesorio poco usado en La Barra. Pero hete aquí que el infaltable
Murphy apareció, y justo en ésos días hubo necesidad de usarla. Dije con total inocencia,
que yo la había retirado, hecho que me valió un rezongo de mi jefe Oscar Walter
Pravia... ¡y la cosa no pasó a mayores, porque él también era radioaficionado, y
comprendió mis explicaciones...!

Y ya que estoy en el tema, quiero contar un poco de mi vida como operador de


radioteléfono de UTE (que luego pasó a ANTEL), cargo que desempeñé durante 14
años. Como el lugar en que desarrollábamos las tareas era casi en el límite
departamental, teníamos la ventaja de disponer de locomoción gratis hasta allá. Las
camionetas contratadas eran bastantes, y salían del Garage de UTE allí en Arroyo Seco,
al lado del Palacio de la Luz. Si tú vivías cerca del trayecto desde ahí hasta Santiago
Vázquez, la camioneta se desviaba “un poco” y te levantaba casi en tu casa. En los
primeros años el relevo era a las 6 de la mañana. Tomaba la camioneta en Suárez casi
Larrañaga: ¡en invierno era horrible el frío! Luego los relevos cambiaron para las 15 hs.
Ahí la cosa mejoró mucho. La esperaba en 19 de Abril y Suárez, sentándome en el
murito de la casa de la esquina con el bolsón gris argentino lleno de comida,
herramientas, material para armar equipos... ¡y libros de radio, por supuesto...! La
camioneta tomaba 19 de Abril, cruzaba por A.Pelozzi atrás del botánico, pasaba por el
puente del arroyo Miguelete en Bushental, iba por la costanera hasta el viaducto del Paso
Molino en Castro y tomaba Agraciada hacia Belvedere. A veces compraba en Radio
Paso TV (en el repecho de Agraciada) algún accesorio de radio. Luego pasaba tras el
Cementerio de La Teja y tomaba Simón Martínez hasta Santiago Vázquez, y a la
izquierda cruzando el monte hasta la Planta. Conversaba mucho con los choferes,
haciendo muchos amigos entre ellos. La Planta Transmisora de La Barra, era el sitio por
la cual salía o se irradiaba la totalidad de las comunicaciones del país, excepto las del
interior y Buenos Aires.

La Estación Receptora estaba en el Camino Del Labrador, cerca de Manga, y ambas se


conectaban con la central Aguada por donde se hacía la conexión hacia el abonado.
Rendí examen en el Palacio de la Luz de la calle Paraguay en el 5º. Piso donde estaba el
Dpto. de Transmisión, cuyo jefe era "el gallego" José Martínez. Las preguntas del
formulario eran todos temas de radiocomunicación, estaba en mi salsa y con buenos y
frescos conocimientos, casi todos extraídos de aquel mi primer Handbook de ARRL de
tapas celestes, editado por Arbó del año 1958. Al salvar la prueba, asumí casi de

33
1967 – Entrada y edificio Pta. Trasmisora UTE-ANTEL.

inmediato. Fui a ocupar el cargo con la compañía de mi esposa. La Planta se encontraba


al costado del pueblo Santiago Vázquez, atravesando un monte y en medio de un bañado
repleto de paja brava. El parque de antenas rómbicas era impresionante: 16 troncos de
palmera caribeña tratadas especialmente contra la intemperie de 30 metros de alto y con
un diámetro inferior de 80 cms. y arriendadas con gruesas maromas de acero con
aisladores, sostenían las 4 antenas rómbicas que operaban de 5 a 25 MHz, con varias
cuadras de diagonal y con bajada de línea abierta hasta el edificio central. Estaban
orientadas hacia 4 puntos bien definidos: Asunción del Paraguay, Río de Janeiro, Nueva
York y Berna en Suiza, Europa. El extremo vértice o su carga ficticia, estaba formada
por varias líneas contrapuestas de alambre de cromoníquel sostenidas por palos tipo
telefónico y aisladores de porcelana de los buenos. A veces ésas líneas se quemaban por
excesiva potencia o por rayos que caían en la antena. El edificio era un colosal shack de
200 metros cuadrados. Allí había 6 transmisores: 2 enormes muebles metálicos marca
Standard Radio made in England, que contenían 2 transmisores de SSB ó BLU de 4
kilowatts de salida cada uno, alimentados por una fuente común de 6000 voltios de
corriente continua a más de 3 amperes, rectificada por 6 enormes tubos con gases de
mercurio y un gigantesco transformador de poder trifásico, montado arriba un trailer
para un futuro traslado. Todo estaba super-dimensionado: el enorme “ropero” tenía 2,50
de alto por 1,50 de fondo y 4 mts. de largo. Sus puertas eran de planchuela de hierro con
visores de vidrio, y los racks de los equipos se deslizaban por unos rieles hacia delante
para su limpieza y service.

El tubo de salida era una Thomson England 5J182E la cual tenía un suncho cromado con
2 enormes manijas para su manipulación y un gran radiador de cobre. La excitadora era
más pequeña, 4H y del mismo tipo, y ambas estaban colocadas en unos recipientes de
porcelana parecidos a inodoros, sopladas con gran caudal de aire forzado producido por
unas turbinas inferiores. Los demás tubos eran todos 807 normalizados para su cambio
más sencillo. Encima del rack había dos aisladores pilar por transmisor, ya que el equipo

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1968 – Sofía, María y yo Pta. Trasmisora.

tenía autocontenido su propio tuner de antena. Las paredes del salón arriba contra el
techo, tenía varios vidrios rectangulares por los cuales pasaban las líneas de las antenas,
y había una red entrecruzada de líneas de alambre de cobre sobre nuestras cabezas, para
intercambiar antenas y equipos… y una escalera de madera de mano para subir y hacer
los cambios mediante niples y mariposas de bronce. A veces en algún feriado iba con
María y Danielito, que tendría 5 años. Un día y en un descuido, subió a tal escalera y
rozó con su cabecita una línea, provocándole una quemadura bajo el pelo, la cual
demoró bastante tiempo en curar. María pasó largo tiempo con el secador de pelo y
polvos medicinales para secarle la herida: ¡era una quemadura por RF! Los otros
transmisores allí eran dos Technical Materiel Corp. (TMC) made in USA, con salida de
1 kW basados en un paralelo de Eimac 4/250A y salida pi. Recuerdo que con mi jefe
Oscar Walter Pravia (que también era el técnico de CX14 El Espectador, sita en la calle
Lanús pasando Colón, hacia Lezica) construimos unos balunes con cinta de 300 ohms de
TV arrolladas en un cilindro de cartón, para acoplar la alta impedancia de las antenas.

Al otro lado del salón en un rincón, había una "pieza" construida con chapas de
compensado y alfajías y una puerta de madera con llave: era el cuarto de los repuestos.
Otro rack frente de los Standard, contenía los drivers, moduladores de SSB, y
amplificadores de línea telefónica (ver foto). Al lado de éstos estaba el clavijero con sus
patchs cords para intercambiar líneas con drivers y un intercom directo con Aguada,
donde recibíamos las órdenes de cambio de frecuencia y/o corresponsal. Allí estaban los
compañeros: el "nene" Rodríguez, el "flaco" Ferrari y el jefe Omar Salvia, que es hoy
encargado de la Estación Terrena de microondas de Manga. Al lado del panel de drivers
estaba nuestra mesa y silla giratoria metálica, teléfono e intercomunicador directo a
Aguada. Desde allí vigilábamos el funcionamiento de los equipos: yo leía revistas de
radio, manuales, inglés y llenaba las QSLs y las planillas de los concursos
internacionales. También comía cantidades enormes de galleta marina, compradas en

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1968 – Trasmisor Marconi 30 kW al fondo, y los 2 Standard Radio de 4 Kw. c/u.
Escalera cambio líneas.

Belvedere, o mismo en la Panadería de La Barra, ex Hotel. ¡En invierno era excelente la


temperatura, ya que reciclábamos el aire caliente de las turbinas hacia adentro, quedando
el ambiente seco y tibio. Detrás de los drivers teníamos un tablón sobre el cual ponía
cada uno su colchoneta, armándonos la cama a gusto. Usaba taponcitos de papel
higiénico en los oídos para atenuar el zumbar de tanta turbina. Mis enseres culinarios
eran: un calentador de piedra redonda con rulo, una calderita hecha con una lata vacía de
duraznos con un asa de alambre de aluminio, una ollita de aluminio, un plato enlozado,
cuchillo, tenedor y una cuchara sopera que hice de aluminio. Comía arroz con leche,
flanes, arroz integral con atún, huevos pasados por agua con pan integral, pucheros,
guisos y comida al horno hecha en la cocina eléctrica del salón del diesel. Mucha fruta
era imprescindible. ¡Qué emocionante era trabajar entre tanto transmisor de alta
potencia...! El horario era de dos turnos semanales de 25 horas cada uno, lo que nos
dejaba cantidad de días y tiempo libre para desarrollar otras actividades utilísimas (si
eran bien aprovechadas). También teníamos la posibilidad de cambiar algún turno con
otro compañero, y así disponer de más días libres. Recuerdo que muchas veces, hice
turnos de 50 horas corridas, luego de las cuales me tomaba una semana libre...!

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1968 – María con trasmisor TMC.

Los compañeros eran: "el flaco" Juan Carlos Vicente CX9CV, subjefe, hoy fallecido,
muy buen compañero; otro subjefe luego de Pravia fue Juan Carlos Poggi, de una
personalidad muy controvertida, también fallecido; Jesús Baquet CX8BB, que vivía en
Colón y armaba equipos de banda ciudadana y amigo hasta hoy; Enrique de los Santos,
una persona con una memoria fuera de lo común, sabía de todo, y junto con Pravia pulía
lentes para telescopios y armaba enormes tubos con todo tipo de ópticas caseras para
mirar el espacio; Marcelino Massner, quien gustaba mucho la cocina y los deportes; un
colega, Jorge Camboni CX8BBH toda una personalidad inteligencia y excelente
operador de CW y Juan Carlos Vidot, que ahora está de Jefe en la Estación Costera de
Punta Carretas. Debo mencionar a nuestros "acompañantes" como Criseldo Araújo,

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quien era mi preferido, un verdadero "rebelde" nacido en T.y Tres y un veterano con
mucho camino andado: tenía una óptica tan clara y justa de ver el mundo, que enseguida
"tocó" mi corazón (todavía tierno e inocente) y marcó vivamente mi personalidad: a él le
debo mucho mi formación política... él se mandaba sus buenos churrascos "a la
carretilla y a la llama” de ramas de eucaliptos: todo un indoblegable personaje; José Luis
Corujo, con su reuma y su predilección por el té, y a otro riverense de pésimos
antecedentes y no muy buen compañero, Walter Longone.

Como en toda estación de radio, allí llevábamos un Libro de Guardia en el cual


anotábamos los cambios de frecuencia de los transmisores y novedades referentes a
visitas de otros funcionarios del ente, o fallas de los equipos. Como generalmente las
cosas no se anotaban apenas sucedían, sino que se dejaban para el momento antes de
nuestro relevo, el “flaco” Vicente había anotado como prólogo del Libro, la siguiente
definición: “Dícese del libro en el cual los operadores se ponen a payar de apuro, al
finalizar el turno”. Aparte de ése gran salón donde también había un gran equipo de aire
acondicionado York, estaba el hall de entrada, la cocina con su mesada y heladera y el
baño completo, donde nos bañábamos con aquella agua "dura" de pozo, jabón Bull Dog
para pisos y ojotas hechas con madera y cinta de cortina de enrollar. El salón secundario
era el del motor diesel austríaco Steyr de 260 HP con el generador-alternador de
emergencia, asentados sobre arena en un rectángulo de hormigón. El gasoil se bombeaba
a mano desde los bidones de 200 litros de la terraza sur, a un tanque de 1000 lt. en la
azotea. Recuerdo una vez que Corujo barriendo el piso, enganchó una cortinita de
precalentamiento, tapando el radiador… justamente en ése turno hubo corte de luz, por
lo que prendí el motor sin darme cuenta que la cortina evitaba el pasaje de aire por el
radiador... resultado: motor fundido a las pocas horas... ¡casi pierdo el empleo... gran
susto! Otra vez en pleno verano y al costado del bañado cerca del portón sur, un perro
muerto despedía un olor nauseabundo. Con intenciones de desinfección, le eché un poco
de gasoil y le prendí fuego, sin saber que el viento corrió las llamas hacia los pajonales
del bañado... un gran incendio se produjo, y mi temor era que se quemaran los palos de
las antenas o de las líneas... llamé a los bomberos y vinieron pronto, pero por suerte poco
a poco el fuego se extinguió...!

¡Muchas anécdotas han quedado grabadas en esa querida Planta! En ése mismo salón del
diesel, había un enorme tablón sobre dos caballetes con un receptor Hallicrafters SX110
y una morsa para trabajos pesados, lo mismo que la cocina eléctrica y los armarios
personales de c/u de nosotros. En ésa sala nos refugiábamos del ruido de las turbinas y el
calor en el verano porque era fresco... pero rajábamos para la sala cuando había
apagones y se encendía el grupo, porque ese se convertía en un verdadero infierno. Dos
enormes portones de hierro, uno al Norte y el otro al Sur, daban una vista panorámica
excelente: hacia el Parque Lecoq uno y el puente del río Santa Lucía y parte de éste el

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1968 – Subiendo torres nuevas con Torres y Camejo.

otro, pero ambos al bañado, cubierto de paja brava con sus arroyitos en medio, unas
vistas realmente alucinantes. Los mosquitos eran un problema en el verano-otoño, por lo
que el uso de repelente y mantener más o menos cerrados los portones, era de rigor. Al
atardecer los apereá salían a comer pastito fresco hacia los caminos. Cantidad de
navidades y fines de año, iba con María, los chicos y una vez con mi cuñada Sofía, a
pasar allá ésas fechas, con el auto cargado de comida y cacharpas varias. ¡Los
chiquilines disfrutaban al máximo!

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1968 – Armado torres nuevas en bañado-pajonal UTE-Antel.

Al lado de ese edificio nuevo estaba el viejo rancho, sostenido y apoyado su piso sobre
pilotes de hormigón de 1 metro de alto, enteramente construido con chapas de Dolmenit.
¡Años antes allí estaban todos los equipos, parece hasta mentira...! Ahora es un galpón
depósito, donde hay cuerdas, maromas, piezas de antenas, válvulas agotadas, alambres, y
hasta un viejo auto DKW que Marcelino está reparando, ya que su estructura es toda de
madera. A veces entraban enjambres de abejas al galpón, pero Vicente las ponía en
colmenas, teniendo su propio apiario detrás de unos casuarinos. ¡A veces comíamos rica
y pura miel...! Ése galpón se fue inclinando con el pasar de los años: ¡cedieron y se
hundieron un poco los pilotes de hormigón de un costado debido al impresionante peso
de los transmisores! ¡Ahí quedó, medio ladeado! Al cabo de algunos años los palos
fueron sustituidos por torres de hierro cuadradas de ángulo de 1/4" galvanizadas en
caliente, muy robustas, de 25 metros e importadas de Inglaterra...! No obstante la de
Nueva York fue la primera que se cambió, con motivo de la conferencia de Cancilleres
de América en el año 1959 en Punta del Este, donde el Che Guevara fue uno de los 1969
conferencistas. Esas torres eran de aluminio triangulares y de 40 metros de altura. Las
señales de Uruguay eran tremendamente fuertes en Europa y USA, ya que el bañado
constituía un plano de tierra casi perfecto.

Las torres inglesas eran armadas por una cuadrilla que llegaba tempranito a la mañana:
Torres, Camejo y otros muchachos, cavaban unos cubos de 2 x 2 x 1,50 m. en el barro
aceitoso del bañado, lo rellenaban de hormigón armado que sobresalía 30 cm del barro,
colocándole luego una gruesa planchuela de hierro cuadrada arriba donde se asentaba y
pivotaba la torre. Los "muertos" ó anclajes eran un poco más chicos. Enormes lingas de
acero con tremendos tensores sostenían aquellas moles. Allí trepando ésas torres fue
donde poco a poco perdí el miedo y el vértigo a las alturas, trepando cada vez más alto,
semana a semana, en ésas hermosísimas mañanas y tardecitas de verano y otoño.
Cuando llegaba a su sombrerete tope en los 25 m. miraba tal cual aguilucho todo el

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paisaje de alrededor, sintiéndome realmente feliz de estar disfrutando todo eso... montes,
ríos, arroyitos interiores del enorme bañado, el Río Santa Lucía con su majestuoso
puente, el pueblo Santiago Vázquez, la enorme jaula abovedada del Zoo del Parque
Lecocq… en fin, todo un enorme paraíso, el máximo de los sueños...! Nunca trepé a las
torres de aluminio de 40 metros por dos razones: estaban distantes dos cuadras de la
estación y tenían los travesaños de unión a 45 grados en sus 3 caras, lo que subir era un
verdadero martirio: ¡no habían previsto escalones horizontales, una verdadera burrada!
Como comentario final por ahora, diré que perfeccioné enormemente mis conocimientos
y experiencia en radio, al estar inmerso en ése mundo de equipos, con sus manuales
técnicos, sus antenas, telefonía en SSB ó banda lateral única, que era un moderno
sistema revolucionario de comunicación, y que los radioaficionados recién comenzaban
a usar. Trataba de no perder oportunidad de leer los manuales de los Standard Radio, de
los TMC y de todo accesorio que giraba dentro de la Planta.

Por el correr del año 1967, la planta transmisora de CX14 El Espectador se mudó de la
calle Lanús en un predio situado en la Av. Central (o de los Camalotes) y la Ruta 1 vieja
(Simón Martínez) yendo hacia La Barra a la derecha antes del Parque Lecocq. Era un
sitio especialmente de nivel bajo y con una tierra bien húmeda, condición ideal para un
excelente plano de tierra de antena para broadcasting. Desde la terraza Sur de la Planta,
poco a poco vimos elevarse un enorme mástil que culminó en los 170 metros de altura,
con un plano de tierra de 240 radiales… que a decir de Pravia el técnico de la planta:
“casi todo el capital de la radio estaba “enterrado” en ése costoso sistema de tierra de
lingas de cobre”. Allí trabajaba como operador técnico de la Planta César Di Giovanni
CX9AX, quien me hizo conocer las instalaciones. Teníamos largas charlas telefónicas
sobre nuestro hobby cuando coincidían nuestros turnos de operadores.

Además de las actividades en el taller de casa, dos o tres veces por semana agarraba la
moto y me iba hasta el negocio de TV radio y comunicaciones de B.C. de Jesús Baquet
“Electrónica Colón “EC”, que quedaba en Eugenio Garzón antes de llegar a Colón. Jesús
se dedicaba al armado y venta de unos transceptores caseros de banda ciudadana,
además de reparar TV con la colaboración de su amigo Castañares. Iba a reparar todas
las radios de AM y FM que caían al negocio, además de alguna plancha, calentador, etc.
En ese tiempo, escuchábamos mucho al grupo uruguayo Los Iracundos en un
amplificador de alta fidelidad que había armado Jesús, el cual tenía un parlante “plano”
comprado en Cardelino que era toda una novedad. Me ganaba unos pesitos extra.
Siempre aprendía algo nuevo. Allí conocí personalmente a Ricardo Benítez CX6AAW,
que vivía en la calle Carve casi Garzón, a pocas cuadras del taller. Él ganaba mucho
dinero confeccionando camisas de vestir. Le armé un receptor de comunicaciones
similar al que yo tenía... Otro receptor similar le armé a un Sr. Bruno que vivía en
Laguna Merín entre J. Lavalle y Castro: era increíble don Bruno, ya que no tenía dinero
para comprarse una estufa (pues en invierno cuando lo visité, él y su Sra. se tullían de
frío en ésa vieja casona )... ¡pero sí para comprarme un receptor de radioaficionado
extra... porque él ya tenía un super Hallicrafter Super Skyrider made in USA!

Retornando a mis actividades en casa, noté que el boom de palo de la cúbica tenía un
juego y desgaste bastante considerable en los bulones con la platina del mástil. Dos años
de operación continua y sin mantenimiento alguno, habían provocado desgaste. Con
Mario bajamos al fin la antena y el mástil, por lo que detuve un poco mi actividad de DX
en 15 y 10 metros, volviendo a los viejos 40 metros y a veces a los 80. Un día, un colega
llamado Atahualpa Forcelatti CX4BM, se interesó por la estación casera, al estar de

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visita en casa... se enamoró a tal punto que me la compró, y gané unos cuantos pesitos
con la venta. Pensé que el AM ya había cumplido su feliz ciclo. Así estuve un año en
QRT sin salir a radio, pero maquinando construir una estación de SSB-BLU (el mismo
método usado en la Planta de UTE) ya que la tendencia de la tecnología iba en ésa
dirección y cada vez había más estaciones DX en ésa modalidad. Atahualpa trabajaba
en el diario El Día de la familia Batlle, hoy desaparecido. Se encontraba en la famosa
esquina de 18 de Julio y Yaguarón, donde visité a mi amigo yendo con Danielito, quien
nos mostró todas las instalaciones del diario. Era una época de oro, él ganaba guita a
paladas y hacía horas extras con las cuales cobraba otro sueldo… su nivel de vida era
excelente. De hecho, Atahualpa se compró un Mercedes Benz, no nuevo, pero
impecable! Luego en el diario entró otro colega, Nelson Martínez CX7BBU, que ahora
está radicado en San Carlos, Maldonado. ¡Aún hoy día opera un transceptor de mi
posterior construcción, un MCX100...!

Había vendido mi equipo de alta fidelidad a Nicolás Cetraro un compañero de TEM años
antes. Armé otro en una caja de madera alargada con tapa abisagrada, que parecía un
sarcófago! ¡Un ataúd! Salieron mal las proporciones. No obstante ya estaba hecha, así
que armé una unidad amplificadora con las típicas 6AQ5 y dos baflecitos que la Philips
recomendaba para sus parlantes pesados coaxiles de 8” adquiridos en Marsy, la Casa de
las Válvulas. Compré con María en la feria de Yaro (Tristán Narvaja) una bandeja
tocadiscos usada marca Garrard (inglesa) automática que estaba nuevita, en el puesto del
barbudo y peludo Loza, que aun está en la esquina de Galicia y T. Narvaja vendiendo
radios de colección. Muchos años estuvimos usando ése aparato, en el cual poníamos un
long play de las tocatas y fugas de J.S.Bach que a Danielito le encantaba. Para ése
entonces estudiaba mucho sobre SSB Single Side Band ó BLU Banda Lateral Única, y
comparándola con la de AM que había estado usando hasta hace poco, era un adelanto
tecnológico tremendo: 6 a 9 dB de ganancia por la supresión del carrier y una de las
bandas laterales, con recorte y compresión del audio.

Como en un transmisor de AM, la suma instantánea de todos los voltajes componentes


de voz de una banda lateral, no puede ser superior a una cuarta parte del voltaje pico del
carrier, si tenemos uno de 100 watts, cada B.L. se come 25 watts. En AM se transmite
continuamente el carrier ó portadora, y al modular aparecen las 2 B.L., superior e
inferior. Así que, para obtener 50 watts de inteligencia, nuestro transmisor debe producir
400 watts en los picos de modulación. Eliminando el carrier, tendremos igualmente los
50 watts útiles y aún podremos eliminar una de las B.L., ya que las dos contienen la
misma información. En el sistema de BLU, los 400 watts totales son señal útil y que
además aparecen sólo en los picos de audio: no hay audio, no hay gasto de potencia...
¡notable! Jamás olvidaré a mi jefe de UTE Oscar Pravia, con el cual tuve innumerables
charlas sobre BLU, filtros, fase, compresión, amplificadores lineales, etc., y que me
ilustró con una frase sensacional que jamás olvidé: el BLU, es la voz humana de la
forma más simple: Banda Lateral Superior natural, con carrier de cero frecuencia.
¡Genial! Además, decía que nosotros los aficionados, transmitíamos siempre en canal A,
o sea, de 10 MHz hacia abajo en BLI y hacia arriba en BLS. Claro, los transmisores de
UTE transmitían en ISB, o sea Banda Lateral Independiente, mediante la cual se podían
transmitir hasta 4 comunicaciones distintas con el mismo carrier...!

Toda ésta forma de tecnología nueva era para mí atrayente, copante, ineludible, ya que
se trataba de llegar más lejos y mejor… ¡y con aprovechamiento casi total de la energía
disponible...! En esos tiempos y para ganar unos pesitos, recuerdo que le construimos

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una antena quad a Walter Serrat CX4AB, un veterano no vidente que vivía en Darwin
esq. Larrañaga, quien se enteró del excelente resultado que había tenido la mía. Fui
varias tardes con María preparando los cuadrados con caños de plástico de una pulgada,
reforzados interiormente con palos de escoba empapados con aceite de linaza y metidos
a presión metro y pico en la parte de los caños que iban asegurados a las crucetas. La
antena quad fue montada en la torrecita existente de 7 m. y fija por el momento para
Europa. Las anécdotas… comprábamos bizcochos en una panadería de Larrañaga casi
Burgues, estábamos en la azotea en su planta alta donde además había un increíble
museo de escultura y pintura de un cuñado fallecido con cuadros y bustos de mármol
con piezas hermosísimas...! Walter… recuerdo que una noche en 40 metros bajando la
potencia de mi transmisor me hice pasar por una estación de las Islas Malvinas VP8AR
llamando a Walter, el cual retornó a mi llamado (hablado en un inglés chapurreado) y
creyendo que realmente había comunicado..! Perdóname querido Walter por la broma !

CAPÍTULO 3

COMIENZA 1969: LA TELEGRAFÍA, EL SSB Y LOS PRIMEROS CONCURSOS.

Ya estábamos a comienzos de 1969, seguía leyendo con interés toda revista y/o
publicación tendiente a profundizar más en el SSB. Paralelamente a esto (que hacía en el
RCU con las revistas CQ, QST y URE de España) charlaba mucho con el secretario
rentado del club Juan María Banegas CXIBBV, fanático de la telegrafía (CW) quien me
contagió su entusiasmo, empezando con mi esposa María (construcción de un oscilador
para práctica mediante) el aprendizaje del código Morse, el cual finalizamos en menos
de tres meses. Respecto al equipo de SSB, ya había elegido el famoso "Cheap and Easy
SSB" de la revista QST, que generaba las bandas laterales por el sistema de fase. Era un
tipo mucho más barato que el de filtro, siendo éste un ítem muy difícil de conseguir, casi
imposible por su costo y complejidad. Podíamos fabricar uno, pero en ése tiempo
conseguir cristales para un filtro era todo un cuco misterioso. La única posibilidad era la
plaza argentina (en la persona de Emilio Ballari padre) que vivía en la zona de Chacarita,
cerca del cementerio del mismo nombre, donde todos los CXs nos surtíamos de aquellos
"ladrillos" color caramelo modelo FT243, que él fabricaba. Eran totalmente desarmables
mediante 3 tornillos, tapa, asiento de caucho y dos láminas de acero inoxidable con un
resorte que apretaban a la hojita rectangular de cristal de cuarzo finita y delicada, tal cual
un vidrio delgado. Podíamos hasta variar su frecuencia original: más baja, pasándole la
mina de un lápiz o alambre de estaño de soldadura en una de sus caras, en el centro de la
lámina, y más alta frotándolo suavemente sobre un vidrio con un poco de polvo de
carborundum con agua, o biselando o redondeando sus cantos o esquinas... Toda una
artesanía que a veces fracasaba, por irregularidades en el trabajo, lo que ocasionaba la
"muerte" del cristal.

Como sea la cosa, me agencié de una red desfasadora de audio comercial, una Barker &
Williamson USA tipo 2Q4, cuyos elementos al 1% de tolerancia venían alojados en una
envoltura metálica y zócalo octal, tal si se tratara de un tubo 6C5 o similar. El transmisor
era todo valvular, y su salida de potencia de RF era un paralelo de tubos 6146 en clase
AB1 (lineal) que entregaba 100 watts en antena. El OFV iba de 3 a 4 MHz: en 80 metros
se operaba sin conversiones, pero en las demás bandas se usaba un mezclador de simple
conversión con otro oscilador fijo a cristal. Una llave Bisal argentina de pertinax de 5
polos y 5 posiciones y varias “galletas” o secciones, junto con otra cerámica en la etapa

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1969 – Trasmisor de SSB-Rotación de fase, chassis abajo.

de potencia y acoplada al eje de la Bisal con una correa, permitía el uso de las 5 bandas.
La fuente de alta, baja tensión y la de filamentos estaba alojada en otra caja separada y
similar. Cajas de Demarco ciegas, y pintadas de verdecito martillado. El receptor fue
concebido de la misma forma: primera conversión a cristal, 5 bandas, compacto,
modernas válvulas miniaturas como 6BZ6, 6U8, 6BA6, 6AQ5, etc., cuyas tensiones en
placa eran relativamente bajas (160 v.) para tener mejor umbral de ruido y menor
temperatura (diseño Collins). Fue hermoso y agradable hacer agujeros en los chassis,
montar zócalos, conexionar, soldar, darle 220 y ajustar...! La parejita de equipos al fin
quedó terminada. Mucho del trabajo se hizo en la mesa fina del comedor, con un buen
colchón de diarios y viejas telas encima. Otra mesita vieja de la cocina que estaba en un
rincón del comedor, también fue usada. El shack cambió de lugar. Igual en el patio, pero
ahora contra la pared norte, entre el baño y el ventanal de vidrio este.

Allí antes, había un gran aparador de la tía Amalia, pero las polillas lo tenían
acalambrado, por lo que hubo que desarmarlo (bajo el parral) ¡acción que hicimos entre
grandes risas...! Además de ésa nueva estación de SSB y el aprendizaje del CW,
proyecté el armado de una antena para la banda de 20 m. sencilla y barata… una vertical
de 5 metros de alto (un cuarto de onda con planos de tierra). Usé un viejo caño de

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1969 – Shack comedor, trasmisor rot. fase 100w. (izq.) receptor 5 bandas, 1er. keyer
solo con 2 relays.

aluminio telescópico (de la vieja rota direccional de 15) apoyado en un aislador pilar de
porcelana de la también vieja antena María La Loca, ambas de mi casa paterna. La
antena fue instalada encima del pretil sur de la casa, sin altura, con 2 radiales hacia la
misma, y otros 2 sobre el cañaveral de Rodhé. Ahí di los primeros pasos en CW y 20 m.
con el equipo de SSB pero sin el audio habilitado (sólo el carrier de 100 watts) y el
sistema de break-in original del circuito. Empecé con mucha lentitud, pero los QSOs
llovían en cantidad, en especial los de la zona del Pacífico y lejano oriente. Trataba de
levantarme temprano para hacer países "raros". En ése entonces era el único CX que
operaba CW en 20 metros, por lo que tenía buena "clientela": Japón, Australia, Nueva
Zelandia, Corea, Taiwan, China, Malasia, India, etc. eran los países que hacía a diario,
además de cantidad de islas del Pacífico.

Los 100 watts y la GP (Ground Plane) andaban a la perfección, aunque reconozco que el
ciclo solar de propagación estaba bueno... ¡pero todo era novedad, alegría, y enorme
satisfacción personal...! En el mes de febrero de ése año 1969, tuve la grata visita de
Juan María Banegas a mi QTH, coincidiendo con el concurso mundial de la ARRL en
CW. En ése momento los equipos estaban en la mesa del comedor, y la bajada colgaba
de la araña de madera del techo... Operó en la única banda que tenía, 20 m. ¡y la verdad
que quedé alucinado...! gran operador, excelente oído y experiencia. Me encantaba oírle
pasar el No. a los corresponsales de USA, aquel 599100K ( ..... -.-. .---- - - -.- ) y el
"gracias" de ellos TU ( -..- ) todo a gran velocidad! La macana era que estábamos en

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pleno carnaval, y entretenido con todo eso del concurso no llevé a mi esposa a ver algún
tablado ó desfile... luego recapacité y salimos al tablado cerrado Albatros en Larrañaga y
Fermín Ferreira. Eclipsado totalmente por el CW, me dije que tenía que practicar y
practicar el código para escuchar y transmitir sin errores y a mucha velocidad. Al
micrófono Aiwa M26 lo archivé en un cajón, y también el SSB (al menos por el
momento).

Para ese entonces había armado cuatro manipuladores basados en relays, que producían
puntos rayas y su separación en forma automática, pero la manipulación era fea e
irregular. Finalmente armé el electrónico modelo W9TO que tenía 4 tubos 12AU7 y dos
0A2 reguladoras gaseosas. “Sonaba precioso”, era una música maravillosa, cadenciosa,
perfecta, bien delineada, con un excelente control de peso, velocidad, y segurísimo en su
comportamiento. Luego hice uno con 12 transistores que apareció en el Handbook de
William Orr, pero reformado a la uruguaya y con NPNs de silicio. Lo integré en una
cajita de chapa de Demarco junto con dos palancas: ese lo usé en mis primeros
concursos. Años más tarde compré en Cardelino dos manipuladores verticales baratos de
baquelita marca Sato japoneses, que desarmé y modifiqué… y con una base rectangular
de plomo fundido hice unas "llaves" dobles e independientes (doble paleta) para el
manipulador W9TO. Mandé cromar la chapa base y otras piecitas de bronce. Lo usé
después en toda mi carrera de radioloco, conservándolo hasta hoy como un recuerdo y
una reliquia (así como mi primer micrófono Aiwa M26). En el RCU además de Banegas,
conocí a Carlos Rodríguez CX1AAC, otro fanático del CW y los concursos mundiales,
que por razones políticas en la época de la dictadura militar de los „70 y „80 estuvo
primero en Bs. Aires y luego volar para Suecia donde se radicó.

El otro telegrafista de ley que conocí, fue Daniel "el gordo" Sosa CX7CO, poseedor de
grandes conocimientos técnicos, jefe oficial de Bip-Bip Radiollamada, hoy
lamentablemente fallecido. Banegas se radicó en Nueva Jersey. También Horacio
CX3BH sabía CW… había vendido su enorme castillo de la calle Millán mudándose a
un chalet modernísimo construido en los fondos del enorme terreno del castillo, que
finalizaba en el arroyo Miguelete (¡fondo en el cual robábamos peras cuando tenía 12 ó
13 años!) Su frente daba a la actual calle Germán Segura. Allí tenía instaladas dos torres:
una enorme de 20 metros con una yagi Gonset USA para 14 MHz rotada en la base por
un sistema casero pero monstruoso en dimensión y potencia, y otra torrecilla de 9 metros
con cúbicas para 10 y 15 m de cañas tacuarina, rotadas por un sistema de cables de
bicicleta como yo tenía antes. Dos buenos dipolos para 80 y 40 y una long wire o
alambre largo para 160 metros con sintonizador (cuyo extremo terminaba en la cúspide
del castillo) completaban su parque de antenas. Queríamos parricipar en la categoría
multi operador- multi transmisor (la máxima categoría mundial como los pesos pesados)
en el próximo concurso mundial de CQ (CQ World Wide CW DX Contest) el más
importante a nivel mundial. A fines de noviembre de ése año, nos reunimos un grupo de
telegrafistas y amantes del DX a fin de afinar detalles del mismo. Entre ellos estaban:
Carlos CX1AAC, Horacio CX3BH, Daniel CX7CO, Jorge CX8BBH, Ronald CX8CZ,
Nelson CX7BBU, "el Venezolano" (un gordito que decíamos que era agente de la CIA,
ja ja) un veterano amigo de Horacio del Sauce, Ricardo Sierra padre CX2CO (famoso
Dxista y concursero mundial) y yo... y pensando poner toda ésa “artillería” en el
contest..!!

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1969 – CV2AA y otros CXs: Nelson 7BBU, Manuel 9BT, el Venezolano, Ronald 8CZ,
Raúl 7BY, Daniel 7CO, Jorge 8BBH, Ricardo 2CO, Horacio 3BH, un CX de Sauce, un
curuya, Carlos 1AAC (hoy 7CO, el prefijo de Daniel Sosa)

El shack de Horacio era impresionante y modernísimo, a la vez que cómodo. Era el ideal
para trabajar un concurso de ése nivel y en ésa categoría. La estación la componía: un
enorme "ropero" casero de 1,60 m. de alto de 1 kilowatt de salida, con un tubo 4/400A
modulada por un par de 250TH en alto nivel (AM) con el corazón constituido por un
OFV Collins con sintonía a permeabilidad que cubría de 160 a 10 metros con lectura
KHz por KHz, todo alta tecnología en aquellos tiempos...! Fue construido por Enrique
Abal CX2AY, un grande, socio de Melide. Hacía pareja con un receptor Collins 75A3 lo
más avanzado de la época. Ésa pareja trabajaría en 160 y 80 metros operada por
Horacio. Otro de los equipos era un transceptor Collins KWM2 con un amplificador
lineal de mesa con 4/400A que operaría en 40 metros con Jorge (que era experto en ésa
banda). La operación en 20 m. la haría Carlos con otro KWM2 y amplificador con 4
tubos 813, Ronald iba a salir en 15 m. desde su casa con gran artillería, y a mí me
dejaron 10 m. con un transceptor Yaesu FTDX400 y amplificador FL1000 de 600 watts.
Había manipuladores W9TO por todos lados y varios tipos de palancas, incluidas unas
hermosas que fabricaba el hoy desaparecido Federico Bangenter CX7BZ, "el alemán"
que vivía en el Prado calle Irigoitía, y propietario de la curtiembre La Suizo Uruguaya,
ubicada en Nuevo París.

Por supuesto que nos turnábamos en la operativa, siendo Marta la esposa de Horacio la
cocinera de a bordo, ayudada por su hija Adriana, excelente telegrafista que aún no
poseía su CX, quien falleció años más tarde en un injusto accidente carretero mientras
piloteaba su bicicleta. El último fin de semana del mes de noviembre de 1969 a las 00.00
UTC ó GMT (hora mundial que eran las 21.00 nuestras) comenzaba el concurso… pero
una hora antes nos reunimos todos para organizar las estaciones, los operadores, el
planillado y cientos de detalles. Nos esperaban 48 horas de ardua, continua, pero feliz
labor: comunicar la mayor cantidad de estaciones del mundo, la mayor cantidad de
países y zonas mundiales posibles y aprovechar el tiempo al máximo. Había una gran

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1969 – CV2AA detalle total score.

expectativa y nerviosismo, nos íbamos a tirar con todo para ganar...! Habíamos
gestionado un prefijo en Radiocomunicaciones: CV2AA ¡que en CW “sonaba” divino...!
Luego de curullar (escuchar) o monitorear las bandas, probar los rotores, ver las
condiciones de propagación, y viendo que la hora había llegado, comenzó la operación.
Empezamos muy bien: llovían los QSOs en todas las bandas y las planillas se llenaban
sin pausa hasta la madrugada, en que 10 metros aflojó, lo mismo que 15 y 20.
Descansamos. Me fui a casa a dormir piloteando la Triumph 500: la noche era tibia.
Otros se quedaron operando… ¡y otros durmiendo bajo las mesas del shack...!

Durante las 48 horas todo anduvo perfecto. Se llevaba un control de países y zonas
trabajadas en cada banda a lápiz y papel, para no perder tiempo en contactar países o
zonas ya trabajados. Nos turnábamos en la operativa, lo mismo que para descansar y
comer. Al finalizar el concurso a las 21 hs. local del domingo, hicimos un cálculo
aproximado del puntaje por banda y el total de totales, llegando a un increíble resultado
de 4.246.992 puntos, con 4146 QSOs, 118 zonas y 230 países. Al año siguiente cuando
aparecieron publicados los resultados en la revista CQ de septiembre del año 1970,
habíamos salido terceros en el mundo, pero ganamos el trofeo Hazard Reeves K2GL de
esa categoría, pues las estaciones que obtuvieron el primer y segundo puesto habían
ganado años anteriores y no eran acreedores de trofeos. ¡Paaa… loco...! primer concurso
mundial de telegrafía y salir terceros en el mundo era algo que no podía imaginar, era
una sensación de felicidad y de motivación para perfeccionar antenas, practicar más,
armar equipos más potentes, en fin, ¡una emoción bárbara...! ¡El grupo humano había
cumplido su misión...!

Volviendo a mis tareas en casa, diré que ya había construido mi primer medidor de
R.O.E., utilísimo instrumento para la optimización de antenas de todo tipo, dentro del
rango de HF. Era un trozo de coaxil RG58 al cual se le pasaban entre malla y dieléctrico
dos trozos de alambre esmaltado que sobresalían de las puntas del coaxil, conectándose
las mismas a diodos de germanio 1N34 ó 1N60 y resistencias de 100 ohms en forma
alternada. Andaba de maravilla y era muy fiable. Armé varios y los vendía. Para ése
entonces ya tenía mi diploma DXCC con 170 países diferentes confirmados. También
hacíamos frecuentes viajes a la vecina orilla para visitar a mis suegros y cuñados, y de
paso me surtía de material de radio que aquí no había o era muy caro. Así fue como traje
aquellos relays SSS y Virason montados en acrílico, con gruesos contactos que hacían

48
gran ruido al pegar; llaves Bisal, coaxiles varios, válvulas, cristales, estaño Multicore
para soldar, libros, etc. En una licencia construí en Bs. Aires en el shack de mi cuñado
Carlos, que vivía con sus padres en Acevedo 1731, localidad de Bánfield (que también
era aficionado LU9CAJ y trabajó en Casa Galli) un transmisor de AM para mi cuñada
Sofía, quien obtuvo su distintivo LU3DIZ pudiendo operar sólo en 80 metros. La
finalidad era tener contactos frecuentes con la familia, evitando gastos telefónicos. Fue
todo una aventura armar algo tan complejo como un transmisor, en una plaza diferente a
la nuestra y con herramientas también diferentes, aunque debo reconocer que el material
era más fácil de conseguir. El equipo tenía una 6DQ6 en RF modulada por otra a reactor

1969- Shack SSB-CW en patio Valdense. Cajita con manipulador transist. y doble
palancas. Ya había cosechado varios diplomas.

ó impedancia en clase A, siendo su potencia de 40 watts. En semana y media el equipo


quedó en funciones. Como receptor usaría el de Carlos, que también era casero basado
en un conversor Tramur, muy popular en ése entonces. Debo citar al ingeniero Rodolfo
Engster, quien fabricaba unos receptores de comunicaciones ER con muchas perillas, de
funcionamiento discutido (y muy populares también). El siguiente paso fue la
construcción y montaje del dipolo de 40 metros de largo, al que hubo de pedir permiso a
los vecinos para atar los extremos de tan largo alambre. En el tanque de agua de la casa
puse el centro de la antena, un caño de 6 metros. ¡El sistema funcionó muy bien por
suerte! Como en ése momento no tenía dipolo parta 80 metros en mi QTH, armé uno que
corría por encima del "boquete" o entrada lateral derecha de la calle Valdense, desde el
fondo hasta el árbol de la calle. Con Sofía fijamos varios días y horas para contactar,
teniendo una época de buenos QSOs. Todas fueron experiencias nuevas, ¡y siempre
alegrías...!

Íbamos a entrar en el año 1970, y a una de las décadas más activas e importantes de mi
carrera de radioaficionado, aunque en ése momento me encontraba sin antenas
direccionales, ni dipolos de gran "peso". Así es que urdí un plan: al caño-mástil de 8

49
metros que había usado en mi primera quad de 10 y 15 metros, lo iba a reformar en
profundidad, tratando de superar los dos principales defectos que había tenido: el no
poder llegar a la punta para hacer alguna reparación o ajuste de antena y el sistema de
rotación. El primer tema fue resuelto soldando al caño escalones hechos con trozos de
varilla de obra de 8 mm. a manera de escalones, siendo dos de ellos dobles (más abajo
del tope) para poder pararse con comodidad para ajustar stubs, soldar, etc. El tema de la
rotación lo solucioné usando maroma de acero más gruesa, y ensanchando el diámetro
donde iba enroscada la maroma en la base del mástil y el caño-eje de la pared abajo, y
usando poleas fijadas con arena y portland en el pretil, donde variaba 90 grados el
sentido de dirección de las maromas. También perfeccioné el frenaje, usando un trozo de

1970 – Todo listo para levantar caño escalonado de la quad 10-15-20.

hierro ángulo abajo para trabar el caño. También la antena (una quad de 3 bandas y dos
elementos) y sus cañas iban a ser modificadas. Los artículos al respecto decían que un
largo de boom de 2,90 m. era una medida razonable promedio para las 3 bandas. Usé
caño en lugar de palo o tirantillo. Sabía que una quad de 20 metros era muy grande, ya
que los cuadrados tienen 5 metros de lado y separados por casi 3 metros uno de otro,
formando una estructura sumamente incómoda de manejar. No importa, ya me arreglaría
de una manera u otra para poco a poco ir sorteando dificultades. Las cañas iban a ser
tratadas con esmalte blanco y tener un pequeño orificio de ventilación en cada uno de
sus tabiques… en el centro de éstos iría atado un alambre a manera de anillo para que no
se abriera el tabique con el tiempo. ¡Cubriría todos los futuros problemas...!

Todas las soldaduras y herrajes fueron hechos por el inolvidable compañero de TEM
Jorge Genovese, hijo de un famoso profesor de matemáticas de secundaria que vivía en
la calle Maipú casi Av.Italia, a una cuadra de mi otro gran amigo y colega Jorge
Camboni CX8BBH, que vivía en Andrés Spikerman. Genovese tenía un hermoso taller
de mecánica y herrería en el garage y cantidad de importantes herramientas, ¡además de
poseer una moto Harley Davidson y una hermana llamada María Noel que era una
verdadera belleza! Un día a su padre le explotaron una bomba en el frente de su casa:

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¡era un profesor que no agachaba la cabeza frente a la dictadura! La mamá era muy
dulce y le encantaban los gatos: ¡tenía 10 por lo menos! Una tarde cayó Jorge por mi
casa de la calle Valdense con su soldadura eléctrica, haciéndome todo lo que le pedí.
Una buena dosis de uva napolitana o chinche (que le encantaba) del parral del patio de
ladrillos, fue el pago a aquella importante mano que me dió... Con Jorge Camboni
hicimos una buena amistad. Él era fanático de los 40 metros CW exclusivamente, y
comunicaba mucho y con éxito el DX, trabajando con un equipo casero con 3 tubos
6DQ6 con 1000 volts en placa, bastante desprolijo en su armado, como todo lo que era
de Jorge, pero con rendimiento y comportamiento fantástico, lo mismo que la antena
dipolo que cruzaba la calle. Su padre Juan, trabajaba en el garage-taller de la casa,
fabricando transformadores y soldadores instantáneos tipo pistola. Jorge era un hombre-
orquesta: sabía de todo, desde política, historia, música, radio, basketball, etc. Así como
sus cosas estaban un poco desordenadas, era una verdadera lumbrera. Por mis
sugerencias, al fin ingresó en la ya ANTEL años más tarde, comenzando en la Central
Aguada y terminando en la Planta Transmisora. Hoy está radicado en USA pero le
hemos perdido la pista.

Siguiendo con el mástil, diré que fue reubicado un metro más alto que antes, en el centro
de la azotea principal de la casa, pintado con dos manos de esmalte blanco encima de la
de antióxido. Fue izado mediante una escalera y una cuerda. Dio poco trabajo, pues sólo
era el caño con nada más agregado. Al alinearlo y tensar sus 6 riendas quedó
sensacional. Era una ventaja tener una azotea cómoda, aunque ésa no era muy grande
(tenía apenas 7 por 8 metros) daba para hacer muchas cosas con comodidad. Luego armé
los 2 enormes cuadrados y un tobogán de alambre paralelo desde la punta del mástil
hacia el pretil frontal de la casa.

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1970 - Reunión en casa del Jefe de la Planta Trasmisora J.C. Poggi, izq. a derecha:
Danielito con María, Poggi, su hija, su Sra., Sra. de Baquet, Sra. de Mario CX6CG, los
otros 2 hijos de Poggi y Mario. Jesús y yo tomamos la foto.

Esa fue una reunión-asado que organizamos para comer un asado y reunión familiar en
la casa de los Poggi en Pinamar y en el verano de ese año.
Siguiendo con el mástil, diré que fue reubicado un metro más alto que antes, en el
centro de la azotea principal de la casa y pintado con dos manos de esmalte blanco
encima de la de antióxido. Fue izado mediante una escalera, una cuerda y dió poco
trabajo, pues sólo era el caño con nada más agregado. Al alinearlo y tensar sus 6 riendas
quedó sensacional. Era una ventaja tener una azotea cómoda, aunque ésa no era muy
grande (tenía apenas 7 por 8 metros) daba para hacer muchas cosas con comodidad.
Luego armé los 2 enormes cuadrados y un tobogán de alambre paralelo desde la punta
del mástil hacia el pretil frontal de la casa. Até abajo el boom al tobogán y con el sostén
de la escalera y la ayuda de María y también con la de Mario (que vino a darme una
importante mano) coloqué con gran trabajo los 2 cuadrados al boom. Desde la punta del
mástil mediante una cuerda atada al centro del boom, empecé a tirar despacio aquella
enorme mole, fijándome que no se ladeara y cayera… en unos momentos de gran
nerviosismo. Finalmente tuve el centro de boom en mis manos, apoyándolo en el hierro
ángulo o "cama" del tope del mástil y pasándole rápidamente los 2 bulones engrasados
de anclaje.¡Qué maravilla era mirar ésa mole blanca encima del mástil también blanco...!

Cuando se instalan estructuras o antenas de ciertas dimensiones, es algo excitante y


hermoso mirarlas desde diferentes lugares (como las cuadras de alrededor) para ver
cómo quedó, lo bonita que es… ¡y la satisfacción por la meta lograda...! Luego al otro
día hice las conexiones de los 3 cables RG11/U Pirelli a los elementos excitados y el
ajuste de los stubs, sin olvidar armar el sistema de maromas de acero para su rotación y
el freno. La verdad que el uso de los escalones fue algo de una extrema comodidad, ya
que no producían cansancio y eran realmente seguros. Luego lo más importante era ver
su funcionamiento, notando que en 15 metros no rendía mucho (no era como la primera
quad) aunque en 20 y 10 metros su rendimiento era muy bueno. Noté un detalle
importante: la ROE se alteraba cuando juntaba las mallas de las 3 bajadas al conectar los
3 conectores a una llave de conmutación de antenas alojado en el tuner de antena casero
que ya había hecho antes… no usé más la llave, sino conectaba solo la antena de la
banda que iba a usar dejando las otras al aire.

En ése interín conocí nuevos colegas: Mario Rebufello CX4CR médico y gran DXista,
lo mismo que "el tarta" Ricardo Susena CX2CS, empleado del Banco República (aunque
ambos no gustaban de CW, eran "foneros"). El otro colega fue Luis Murdocco
CX1BBL, distribuidor de bananas en el Mercado Modelo: vivía en la calle Canstatt casi
Propios y gran entusiasta del CW. Mientras tanto le daba con todo a la quad, usando las
3 bandas y en CW especialmente, cazando países en SSB con la estación casera
rindiendo al máximo.

Un día me llegó un telegrama de Radiocomunicaciones en el que se me ordenaba:


"suspender de inmediato las transmisiones y concurrir a la brevedad por la Dirección”.
Imaginen el susto y la sorpresa que me llevé. Al concurrir a la "cueva" de la calle
Sarandí, me agarró Rojas el jefe de Frecuencias mostrándome el télex que recibió de la

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FCC de USA (Federal Communications Commitee) en que decía que CX9BT estaba
irradiando en 14.875 KHz (fuera de banda) e interfiriendo un servicio oficial de USA".

1970 – Caño c/escalones y 3 bands quad.

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Mamma mía, tenía una espúrea en mi transmisor casero: la pude corroborar al chequear
mi transmisor con el Grid Dip Meter en la banda de 20 metros, saliendo en dos lados: la
fundamental y la espúrea. Midiendo “en frío” las frecuencias autorresonantes de varios
chokes de RF, encuentro que algunos caían en medio de nuestras bandas y adyacencias,
por lo que eliminé "galletas" o pisos de algunos y saqué vueltas y sustituí por
resistencias de carbón a otros, dejando todo "limpito" el espectro y sintiéndome seguro
de su buen funcionamiento. Fue una gran experiencia y aprendizaje a partir de una
dificultad. Por lo del refrán: cada dificultad debe encararse como un desafío, una
oportunidad de aprender y no como un problema. ¡Y es verdad...!
Fui a Radiocomunicaciones para informar que había solucionado el problema.

En el mes de junio me enteré de que dos radioclubes, el Centro Radio Aficionados


Montevideo CRAM y la Federación Uruguaya de Radioclubes, organizaba un concurso
de telegrafía a nivel sudamericano. Como tenía antenas y bandas varias para una buena
operación, intervine. Tuve la satisfacción de ganar el primer puesto para Uruguay,
saliendo segundo Nelson Cánepa y tercero Vázquez Ledesma. Gané una copa de gran
tamaño que tardé años en retirar, ya que motivos políticos me desmotivaron (pues
tampoco fui al acto oficial de entrega del premio) Cosas de la época dura que
empezábamos a transitar.

En la primavera de 1970 elaboramos la idea de construir la sala de radio en una pieza


encima del grupo cocina-patio-baño de la casa, eliminando la claraboya y rellenando su
hueco, levantando paredes, colocando grandes ventanales al este y con techo de
Dolmenit o fibrocemento. En total tendría unos 30 m2, un espacio ideal para todo, un
desahogo para la casa y buena luz y cierta independencia para trabajar y operar la
estación bajo todo tipo de condiciones. La primera tarea fue el desarme de la claraboya y
el refundido de una plancha de hormigón en su hueco, previendo el desagüe de la otra
azotea que quedaba más alta de ése nivel. Ticholos gigantes serían sus paredes.
Recuerdo que María embarazada de nuestro primogénito Daniel, me ayudaba a cargar el
material en una bandeja de madera que servía de ascensor, movida con polea y cuerda
que yo tiraba desde arriba. El "Cococho" Massardi un amigo de la infancia e hijo de
italianos constructores, nos ayudó un poco en la tarea de la construcción, lo mismo que
el experto Pablo Riva (quien construyó las dos casitas de mis padres en la calle Bell de
Sayago) y nos prestó tablones para andamios y encofrado de las vigas (aunque el 90% de
los trabajos lo hicimos María y yo). El empleo en Antel con sus dos turnos semanales
más una licencia completa, me dieron chance para dedicar tiempo completo a la obra.
Aprendí de hormigón armado, revoques, aplicación de los diversos materiales, techos,
pinturas, hidrófugos, sanitaria y albañilería en general: ¡todo muy bueno...! Tomé sol “a
bocha” en todo el verano 1970-1971 mientras duró la obra.

En octubre de éste año 1970 y leyendo la revista CQ en una sección que se ocupa de los
récords mundiales de todos los tiempos de sus concursos, veo que Ricardito Sierra
CX2CO hijo del viejo Sierra, ostentaba el récord en 21 MHz phone y Mario Rebufello
CW4CR en 14 MHz phone también. Todos los de CW monobanda-monoperador,
estaban en manos de los PYs (Brasil). ¡Era para ir pensando más adelante en poner a
Uruguay en algún sitial bien importante...! El año anterior habíamos vendido la moto
Triumph 500 a un muchacho de Canelones quien nunca hizo la transferencia, moto que a
su vez vendimos y compramos antes al amigo Raúl Jasa, empleado de la Caja Nacional
de Ahorro Postal con el que salíamos juntos a pasear en las Triumph.

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1970 – Construcción nuevo shack.

Con ese dinero y un poco más compramos el primer auto, un Renault 4CV del año 1951
color verde. El 21 de enero de 1971 nació Danielito en el Hospital Italiano, mientras
tanto seguía con las terminaciones del nuevo shack. Ya que el patio fue ocupado por
numerosos palos de eucaliptos que sostenían el encofrado de madera de la plancha, la
estación fue definitivamente mudada al comedor donde operé casi un año solo en CW.
Ya tenía más de 350 prefijos diferentes en el diploma WPX.

Además intervine en el concurso de la ARRL en CW también y siempre multibanda,


donde obtuve otro diploma. ¡Qué lejanos aparecían aquellos tiempos de frustraciones
con los DX...! Todo ése año 1971 fue repartido entre la terminación del nuevo shack,
salir en ésos concursos y comenzar la construcción de un modelo de transceptor de SSB
por el método de rotación de fase, el MC100, para la venta. Consistía en un híbrido
(combinación de transistores y válvulas) multibanda, con una red desfasadora de audio
casera y elementos con 5% de tolerancia (condensadores de polyester y resistencias de
carbón depositado). La salida de RF era un paralelo de tubos 6146 (que era el standard
de la época) con una potencia de salida de 100 watts. Los gabinetes eran de Demarco
pintados de gris martillado. Hice 5 unidades que por suerte vendí, ya que había interés
en el SSB. De ahí saqué dinero extra para seguir invirtiendo en proyectos de radio.

Al cabo del tiempo conocí a un compañero de Antel y radioaficionado: era Adhemar


Cordones CX1AC, un veterano que había trabajado en la estación de Monitoreo de
Melilla. Él tenía para la venta un receptor de comunicaciones Hammarlund HQ129X, un
poco antiguo pero de excelente mecánica. Fue una pieza e instrumento magnífico para
mí, pues tenía banda corrida desde 500 KHz hasta 30 MHz, lo que me permitía tener

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unexcelente monitor para todo tipo de equipo transmisor de HF. Lo desarmé totalmente
haciéndole una prolija limpieza, mandé el panel a pintar y hacer nueva litografía,
contando con el arte de Guillermo J. Ibarra CX1CE, "un c... elegante" como se le
conocía en radio. Además le sustituí todos los condensadores viejos de papel Sprague,
por nuevos de polyester y lo mismo que otros componentes… lo hice "a nuevo". Hoy día
lo tiene Héctor Otero CX8CO, quien me lo compró muchos años después.

Antes de comenzar el año 1972, el nuevo shack quedó terminado: el techo lo hice con
chapas grandes de Dolmenit, pero luego de una lluvia constaté que se empapaban del
lado de adentro. Reclamé a la fábrica: les pedía otro juego de chapas para poner encima
de éstas, ya que no pensaba sacarlas… y "que no se hicieran los vivos, porque les
sacaba un remitido en los diarios". Los tipos se portaron bien y me dieron gratis otro
juego de chapas las cuales coloqué encima de las otras... ¡quedó un techo de primera,
bien aislado del frío y del calor...! Hice el piso, quedando bajo él un gran caño central
para el desagüe. Los grandes ventanales, la puerta con un vidrio, y la blanca pintura de
cal, daba un aspecto prolijo y super-luminoso. Habilité la luz, un intercomunicador para
la planta baja, empotré muchos fierros en las paredes para estantes y biblioteca, armé
mesas con cajoneras y otra enorme para "golpear fuerte", basada en dos grandes cajas de
cartón con esqueleto de madera interno que traje de la Planta Antel... eran las que venían
de Inglaterra con las enormes válvulas de transmisión, estando suspendidas del esqueleto
con gruesas cuerdas de caucho que la hacía "flotar" en el centro de la caja. El sistema de
rotación de la antena-mástil lo traje hacia adentro, puse un gran indicador de posición,
buenas luces, en fin, ¡aquello estaba quedando precioso...!

1971-72 – MCX 100 y Danielito.

En lo que a la casa respecta, agrandamos el baño haciendo un duchero integrado


exterior, en cuyo techo fijamos una escalera de hierro vieja pero reconstruida para el

56
acceso al shack. También compré a Adhemar Cordones CX1AC, un frecuencímetro de
surplus de la II Guerra Mundial: el famoso BC221, pieza realmente maravillosa que
también dejé a punto: cubría de 200 KHz a 20 MHz, tenía un dial “vernier” de alta
precisión y un calibrador a cristal que daba “check points” para ajuste fino.
Le hice una fuente para 220 v., pues originalmente trabajaba con pilas secas grandes de
90 volts para las placas de las válvulas y 6.3 v. para sus filamentos. El taller iba
creciendo con buenos instrumentos. La mudanza al nuevo shack fue un hecho alegre e
importante: "quedó la casa ordenada y limpia" por fin. Una plantación de caña tacuarina,
cuyas raíces afloraban en nuestro césped provenientes de la quinta de Rodhé, fue
cuidada y "civilizada" para que diera cañas derechas y que nacieran contra el muro de
ladrillos, para no desordenar el césped del fondo... ¡ya tenía mi propio "almácigo" de
antenas quads para el futuro...! En el fondo hicimos además de un galponcito de
material, un piso nuevo y un parrillerito (todo techado con glicinas y un naranjo amargo)
en el cual con leña de eucaliptos que traía de la Planta, nos servía para preparar
deliciosas asados y parrilla en general.

Por otro lado disponíamos de tiempo libre para hacer compras, salir a pasear u otra
cualquier actividad en días de semana con una gran libertad. Y como dinero no faltaba
pues con los armados y el sueldo de UTE era muy bueno, estábamos completos: tener
tiempo y dinero a la vez es algo difícil de lograr. Era realmente una época de logros y
gran felicidad. Lo teníamos todo... ¿para qué más? Finalizado el año 1971 iba a
comenzar otro nuevo año de grandes realizaciones en el tema radio, y construcciones de
accesorios y equipos igual a este que terminaba.

CAPÍTULO 4
NUEVAS ANTENAS, AMPLIFICADORES Y OTROS CONCURSOS MUNDIALES

Tenemos que hacer una división aquí, tal vez poniendo un pequeño mojón a la historia.
Había descubierto en una QST una quad de 3 elementos tribanda que me pareció
sensacional. La etapa del caño giratorio ya había cometido su papel, y luego de haberle
sentido el gusto a las torres desde hacía algún tiempo, comprendí que esos serían mis
siguientes planes. Por ese entonces un fuerte temporal me había quebrado dos cañas del
reflector de la actual quad, y a pesar que transmití muy bien varios meses con sólo los
cuadros excitadores, era inminente el armado de una nueva antena. Así es que en una
hoja de papel cuadriculado que usaba mucho para escalar y proporcionar mis proyectos
en general, tracé el esquema de una torre triangular formada por 2 secciones de 6,30 m.
cada una, usando hierro ángulo de 1" por 1/8" de 25 cm de cara, unidas por crucetas de
fleje de 1/4" por 1/8" por 29 cm de largo y soldado todo con eléctrica. Cada grupo de
escalones llevaba 6 trozos de fleje de 2 por cara y separados 60 cm. ¡Tuve que comprar
35 metros de fleje y cortar a sierra 120 trozos...!

No disponía de soldadora, pero en mis numerosos viajes a la casa de Teodoro Stepaniuk,


amigo del barrio y compañero en el Levantamiento Olímpico de Pesas en el club
L'Avenir, había visto la que compró en un remate, con la cual construyó una enorme reja
con portones en el frente de su casa de la calle Bell casi Millán. La "soldadora" era un
simple transformador metido dentro de un tanque cilíndrico de calefón, con un caño
como manija y dos ruedas... Con Teodoro había hecho algunos negocios con las motos,
ya que le cambié mi Vespa del año 1962 (comprada nueva en Emilio Fontana) por
aquella moto Triumph 500 Tiger 100 del año 57 (que cité antes) más varias cuotas. Así

57
con ésa soldadora casera prestada y luego de pasar varios días cortando crucetas, soldé el
primer tramo. Pero noté que la soldadora calentaba mucho: estaba visto que no era para
trabajo pesado. Antes de devolvérsela, quise sacar medidas de su transformador, tanto
físicas como eléctricas, notando que entregaba tensiones de alterna de 25 a 35 volts con
una corriente de 70 amperes aprox.(al ver y medir el diámetro del alambre usado en el
bobinado). Guardé la información para el futuro: algún día haría mi propia soldadura…
¡pues la torre estaba primero...!

1971/2 – Armado transceivers MCX100 SSB.

Llevé el resto de los materiales al gran taller del padre de Juan, mi cuñado, donde en un
periquete soldé el otro tramo. Ya tenía los 2 listos. En ese interín y pensando en los 80 y
40 metros, hice otro dipolo de 40 m. de largo con línea abierta similar a aquel que tuve
antes, pensando hacer DX en bandas bajas. Luego de varias semanas de
experimentación, comprobé que el dipolo servía para el contacto local, ya que su ángulo
de radiación me parecía demasiado alto. Bajé el dipolo y lo corté solo para 40 metros,
montándolo de nuevo con coaxil RG8 con su centro en un palo de 6 metros encima de la
azotea. Parecía increíble, pero con ése sistema hice otros países nuevos de América del
Sur. Mientras tanto me embarqué en la construcción de transceptores para SSB ó BLU,
ya que había muchos aficionados interesados en tener algo así. La plaza local no ofrecía
nada (a menos de traer algo de USA) cosa complicada por la situación de las aduanas en
aquel tiempo.
Así que urdí un transceptor valvular de 100 watts con materiales nacionales, el
MCX100, diseño original Swan 350 pero modificado a "la uruguaya". Su corazón era el

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uso de filtro a cristal y OFV transistorizado, que excepto en las bandas de 10 y 15 m.
Generaba las frecuencias de operación 5,5 MHz más abajo, mediante el uso de simple
conversión.

1972 – Armado transceptores MCX100 SSB.

Obviamente que el filtro de 5,5 MHz era un "lattice" de 4 cristales más el de carrier,
encargados en Bs.As. Condensadores variables del tipo de radio portátil Spica con un
sistema de reducción de dial de Cardelino modificado, permitía la sintonía de 10 KHz
por revolución de la perilla del dial (igual a los equipos comerciales) copia del Collins
en su aspecto exterior y visor del panel hecho con un trozo de acrílico color humo calado
a sierra, taladro de mano, lima y lija fina, lo que le daba el aspecto de equipo comercial.
Su salida de RF era un paralelo de tubos de TV 6DQ6. Los condensadores del pi eran
unidades de radio portátil Spica, con otros capacitores fijos en serie para duplicar su
tensión de trabajo. Hice 10 unidades… ¡y creo que hasta el día de hoy todavía queda
algún audaz que los usa...!
En el tiempo libre seguía con la terminación de la torre, ensamblando las 2 partes y
pintándola con antióxido y esmalte, cuidando las terminaciones. De esa manera llegó el
momento de desmontar el caño-mástil con la quad existente. Para ese entonces tenía un
colega interesado en todo el sistema: Carlitos Meindl CX4AAC, quien me compró todas
las partes en $ 12000 durante el mes de julio de 1972. Así me quedó el espacio para
parar la torre, hecho que ocurrió el 8 de agosto de 1972 durante la tarde, con la ayuda de
Nelson CX7BBU, Antonio CX7BBB, Carlos CX1AAC, Carlitos CX4AAC, Luis
CX1BBL, Mario CX4AQ y mi esposa María. Había previsto fijar un punto de apoyo en
la pared del fondo del laboratorio Rhodia con una roldana y larga cuerda, ya que los 12

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metros iban a ser parados de un saque. Debo decir que por dentro de la torre pasaba un
caño de punta a punta para girar las antenas con un soporte-ángulo soldado al tope.
Obvio que con tanta gente y semejante punto de apoyo para izar, todo fue un éxito:
aquella mole de hierro blanca, larga y brillante quedó parada: ¡era una maravilla...!

Apenas ajustadas sus 6 riendas de alambre galvanizado No. 12 sin tensor alguno, tuve el
placer de trepar hasta su tope, donde veía un panorama excelente para comunicar,
embargado en una gran felicidad y una gran emoción. ¡Nunca había estado tal alto (17 m
del suelo) en mi propia casa...! … era otro paso que daba en el hobby, ahora teniendo un
"soporte" para poner y sacar antenas, atar dipolos, colgar "slopers", verticales, de TV,
direccionales de todo tipo y color, etc.

Mi querido suegro Armando me hizo un gran regalo que hasta hoy conservo y uso en
forma constante: un hermoso cinturón de seguridad profesional argentino que es mi
orgullo, con lo que dejé de usar aquel pedazo de cinta de correa de cortina de enrollar
que fue mi primer "cinto", si es que así pudo llamarse. Pero no todo era alegría, pues
para esos entonces un hecho si se quiere secundario pero gravitante para nuestro
convivir, fue el fallecimiento del Sr. Rodhé, hecho que condujo a la venta de la quinta
pegada a nuestra casa, a una cooperativa de viviendas de empleados de Cutcsa, la
empresa omnibusera capitalina más importante (en lugar de asignarlo a un hotel
alojamiento, como en principio se había hablado). Se venía la construcción sin duda de
un "palomar". Para no pensar mucho en el asunto, comencé a preparar el armado de
aquella quad de 3 bandas: tres elementos en 10 y 15, y dos en 20.

Aprovechando la experiencia de las anteriores, iba a tratar las cañas con creosota (una
especie de querosene usado en el medio rural, líquido en el cual se sumergían a
saturación postes y piques de madera de alambrados y corrales para ganado) con los
cuales se alargaba enormemente su duración. Conseguí ocho cañas de 4 m. y cuatro de
2,50. Algunas fueron enderezadas con garrafa de supergas, calentando bien sus dobleces
y frotándolas con grasa, y al mismo tiempo haciendo fuerza hasta que quedaran derechas
antes que se enfriaran... Luego con un alambre acerado de 3 mm de diámetro y dos
metros de largo, aplicado al mandril del taladro de mano, perforé a lo largo todos los
tabiques de todas las cañas a fin de que quedaran como "caños"... las tapé por un
extremo parándolas con el otro hacia arriba y llenándolas con creosota, dejándolas varios
días así, a la vez que reponía periódicamente el líquido que iban absorbiendo, mientras
preparaba las 3 crucetas y un nuevo boom de caño de 4 metros de largo.

En ese tiempo conocí a un radioaficionado con el cual hicimos una buena amistad: se
trataba de un muchacho de mi edad que vivía en el Buceo, llamado Mateo Katunar. Él
estaba armando una torre y le gustaba mucho la fotografía como a nosotros (que
teníamos una máquina Yashica Linx 5000, ampliadora y revelábamos en blanco y
negro). También le gustaban las armas: había conseguido un rifle militar calibre 30.06
sin la culata de madera, y le estaba construyendo una. Sus padres eran yugoslavos y
gente muy buena. No recuerdo su prefijo de radio. Con el otro amigo y colega que nos
visitábamos era Antonio Villano CX7BBB, un arquitecto empleado de la Intendencia
Municipal y gran telegrafista. Un día le regalé una válvula poderosa para un gran
amplificador que se armó: era muy pero muy prolijo el Antonio, un exquisito de la
manualidad. A su vez me regaló un soldador instantáneo WEN made in USA con sus
cachas de baquelita color bordó, ¡que aún conservo y uso diariamente!... lástima que las
“cachas” no son las originales: son de reposición compradas en 1993 en Cardelino, y

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rotas a la semana por la enredada de nuestro perro en el cable que hizo caer al piso el
WEN!

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1972 – Torre nueva con 3 ele 21 MHz de prueba.

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Él era compañero de trabajo de otro arquitecto: Walter Parodi CX4BBG (ya fallecido)
quien me compró un MCX100. Una nochecita le caímos en la casa a Leonardo Correa
“Leo” CX3AL, otro entusiasta del CW. Trabajaba en la Philips de la calle Uruguay
frente a Fierro Vignoli, siendo encargado de una sección de repuestos. A veces lo iba a
consultar allí por piezas de Philips.

Otro amigo era el “Lalo” Deambrosi CX1CO, un “picapalo” o telegrafista que vivía muy
cerca de Mateo Katunar y cuya esposa era profesora de inglés. Él fue quien nos vendió
el Peugeot 403 del ‟57, ¡y a quien le gustaba apretarle el acelerador! Omar Berio que
trabajaba en la Ciudad Vieja en una empresa naviera, y Roberto Botti, militar de carrera
con su esposa Titina y sus dos chicos, fueron otros aficionados que conocí y compartí
proyectos, en especial con el pobre Roberto, que fué asesinado por sus propios
compañeros dicho por él mismo mientras agonizaba en el Hospital Militar..! Tiempo
después. Era un militar de los buenos que luchaba por su pueblo y su país, no
defendiendo intereses espurios de particulares oligarcas y patrones extranjeros. Un
patriota de verdad. En la época de la dictadura, la Planta Transmisora y los otros puntos
del Radioteléfono fueron militarizados las 24 horas. Roberto era Cabo, teniendo que
cumplir ésas tareas. Un día apareció en la Planta y charlamos mucho: estaba en contra de
todo el accionar de la dictadura… ¡le parecía una tremenda injusticia...! Que tu alma
descanse en paz, querido Roberto... algún día nos encontraremos para recordar tantos
buenos momentos que pasamos en mutua compañía!

Los días feos, fríos o de lluvia, armaba equipos en el taller llevando una estufa a mecha
de querosene James Aladdin de 2 tubos para templar el ambiente. Había hecho un
boquete en la pared Este para meter un caño de zinc que oficiaba de tiraje para los malos
olores de la estufa. Así la pieza quedaba calentita, luminosa y cómoda, para proyectar y
armar todo tipo de equipo. Ponía música de AM en el Hammarlund, y a veces venía
María con Danielito y pasábamos las tardes comiendo algo mientras el botija tocaba
todo lo tocable, aprendiendo de a poco la filosofía y la física de las cosas. Escribía a
máquina en una vieja Underwood de mi viejo, encendía el soldador y jugaba derritiendo
estaño usado. Un día cayó de visita por el taller Raúl Dutra, un pastor cristiano muy
interesado en que le armara un transmisor de SSB. Consiguió un filtro mecánico
Kokusai nuevito de 455 KHz (en su caja original) con sus cristales de carrier… una
verdadera joyita. Ahí inicié el proyecto del armado, el cual quedó muy bien. Era todo
valvular y su salida de RF un paralelo de 6146.

Por otra parte e inspirado de mirar tanto los transmisores TMC de la Planta Transmisora
que tenían un paralelo de 4/250A en su final, decidí la construcción de un super
amplificador similar, que daría 1 kilovatio en antena. En un desguasadero de metales en
la zona de Larrañaga y San Martín, conseguí un viejo y enorme transformador muy
barato, bobinado con alambre forrado de algodón el cual desarmé totalmente,
rediseñándolo para que me diera 1200 volts @ 800 mA para usar como doblador de
tensión y obtener casi 3000 volts en Servicio Intermitente de Fonía (SIF) y un poquito
menos en CW. Mientras tanto fue armada e izada la quad grande, quedando muy bien
montada con sus 3 bajadas de coaxil independientes y rotada por un sistema de
engranajes que saqué de la vieja claraboya del patio, con un eje y volante de caño dentro
del shack (como antes). Le hice además un elemental sistema de orientación: piolín
arrollado al eje con una aguja de hojalata y un par de tuercas viejas de contrapeso. La

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indicación de la posición eran marcas a lápiz en la pared. Por ser así sencillo, ¡jamás
falló...!
Mientras, veíamos con tristeza cómo las máquinas arrasaban con la hermosa selva-
parque de la quinta de Rodhé, lo mismo que la gran casona y la caballeriza del fondo,
semejando todo a un gran desierto de tierra nivelada sin vida alguna, luego horadada por
innumerables hoyos de gran profundidad, donde las máquinas pesadas de pilotaje hacían
temblar la casa. El paraíso había muerto. ¡El maldito "progreso" arrasó con la
Naturaleza! Y luego allí comenzaron a aparecer las paredes y los inacabables pisos, la
tierra, el polvo, el ruido y la pérdida de la intimidad de tan querido rincón. ¡El horizonte
se estrechaba, la gente nos ahogaba!

Se acercaba el mes de mayo de 1973, cuyo día 15 se cumplía un nuevo aniversario de la


fecha del Día Mundial de las Telecomunicaciones. El famoso L.A.B.R.E. (Liga do
Amadores Brasileños de Radio Emisao) el radioclub más importante de Brasil, estaba
organizando a través del Ministerio de Turismo, un nuevo concurso mundial en fonía y
CW, y los premios para los ganadores de los primeros puestos, era un viaje a aquel país
para dos personas por 2 ó 3 semanas y con todos los gastos pagos. Ya habían ganado tan
preciado viaje CX1AAC Carlos y CX3BH Horacio años anteriores, por lo que ésta vez
lo iba a intentar yo. Entonces estuve operando 24 hs. en forma continua todo ése día 15,
tratando de comunicar en CW con la mayor cantidad posible de estaciones brasileñas y
del mundo. Me enteré recién el año próximo que había ganado el viaje. Realicé el mismo
con mi esposa María en abril de 1974.

Finalmente quedó listo el amplificador lineal. Paralelamente tuve que armar un


vatímetro direccional con escala de 1 kW (y de 100 w.) El instrumento era independiente
de la frecuencia y cubría todo el espectro de HF. El vatímetro estaba basado en un
núcleo de ferrita de una bobina Douglas de FI de viejos receptores, el cual transformé de
cazoleta a toroide horadándola mediante piedras de pedregullo y lija, pues las mechas
comunes se desafilaban por ser el material muy duro. Mario CX4CR me prestó un
vatímetro comercial Drake MN2000 para el ajuste del mío. Finalmente quedó de
película y a un costo infinitamente menor que uno comprado. Estaba con todo el

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1972 – HF RF Watímetro

entusiasmo puesto para participar en el próximo concurso mundial de la revista CQ, el


WW CW DX Contest a fines de noviembre de 1972 en 21 MHz monobanda. Solicité
autorización en Radiocomunicaciones para usar el distintivo CW9BT. Pero notaba que la
nueva quad tribanda no rendía mucho en 21 MHz… así que decidí bajarla a los
poquísimos meses de instalada... ya que quería salir con todo en el Contest con una
antena única y ajustada como cuchillo.

Con un boom de tirantillo de pino brasil cuadrado de 5 x 5 cm. por 6 metros de largo, 3
crucetas chicas y 12 cañas de 2,5 m. pensaba así armar una quad de 4 elementos
ajustada solo para la porción baja de la banda (CW). Tanto las crucetas al palo, como
éste al ángulo giratorio de la punta de la torre estaban atados con alambre, pues la antena
tenía que resistir sólo las 48 hs. del concurso. Las cañas las traía del Prado, alguna de mi
propio terreno y otras todavía de la quinta arrasada vecina. Alguna otra las compraba en
la casa de un vendedor de cañas de pescar, que vivía en la calle Teniente Osorio cerca

65
del hoy Parque Posadas, donde una familia entera vivía cómodamente con la venta de
ésas cañas para la pesca! La fibra de vidrio casi no se conocía, y la poca que había era
carísima. En esa casa fue que aprendí a enderezar las cañas con llama y grasa vacuna,
como comenté antes. El armado de una antena tan liviana fue muy fácil, ya que además
monté los cuadrados uno por uno en el boom ya puesto en la punta de la torre.

En ese proyecto de quad para 21 MHz, pensé que sería muy útil disponer de una baliza
fija controlada a cristal en 28.050, a unas cuantas cuadras del QTH. Se me ocurrió
instalarlo con un dipolito en mi casa paterna (que quedaba a 2500 metros de distancia) al
otro lado del Prado. Mi madrina Amalia que vivía allí con mi madre, sería la encargada
de encender la baliza transistorizada a la mañana y apagarla a la noche. Así tendría
varios días para ajustar y evaluar los ajustes y cambios que se irían realizando en la
quad. Las primeras pruebas se hicieron con 2 elementos y el boom de palo apoyado en
un caño de 4 metros sobre la azotea. Con una escalera de madera haríamos los ajustes
necesarios, teniendo como instrumento de indicación un mA que estaba conectado con
un largo cable gemelo, a las conexiones del Smeter del receptor. De ésa manera era útil
hacer las evaluaciones de ganancia y discriminación, al poner y sacar y/o ajustar los
diferentes elementos, con la compañía y colaboración de Mario CX4CR, a quien
llamábamos “charli víctor four charli”, aludiendo al prefijo mundialista que usó. Todas
esas operaciones llevaron varias tardes. Notamos que todos los días había variación en
las señales con la misma antena y en el mismo lugar. Humedad ambiente, cambios en el
clima y otros factores, hacían que cada día había que corregir desde cero las mediciones.
Arrancábamos con la quad básica, anotábamos sus parámetros, y luego tomábamos nota
de las modificaciones.

En un momento dado, accidentalmente pasé un caño de aluminio por el frente de la


antena (el cual se pensaba usar como segundo director) y estaba aún en el suelo
molestando nuestro camino. Mario que estaba mirando el Smeter, pegó un grito: cuando
pasé el caño por delante de la antena, la aguja aumentó mucho la lectura: y más cuando
su eje estaba a 45 grados de inclinación respecto a la horizontal! ¿Qué estaba pasando?
Hice la prueba varias veces y el instrumento no mentía: la señal aumentaba al menos 2
unidades “S”, siempre y cuando el caño se pusiera inclinado: ¡ni horizontal, ni vertical!
Al fin, tomamos las siguientes medidas: FRENTE: sin caño inclinado S 8, con caño S 9
+10 dB, COSTADOS: s/caño S 6, c/caño S 4, ESPALDA: s/caño S 4 c/caño S 2.
Entusiasmado con los resultados fue izada ésa “cuagi” de 3 elementos arriba la torre, con
su boom de palo y su director inclinado, ya que el agregado de otros elementos no
mejoraron aquellas mediciones, a pesar de las múltiples combinaciones que hicimos en
una tarea que nos llevó todo el día.

La sintonía quedó perfecta en 21.100 KHz con ROE 1:1 al medio de la banda de CW.
Enseguida la conecté sólo con los 100 watts, ya que el lineal todavía no estaba listo. ¡Los
reportajes eran tremendos! A pesar de las mediciones locales con la baliza, el haz
delantero quedó un poco chato, no era muy filosa, ¡pero de costado y de espalda las
señales desaparecían! Excelente pronóstico.

Luego terminé el super amplificador, armando la fuente en una base de madera. Los 8
electrolíticos de 200 uF iban montados en una placa de acrílico junto con los
rectificadores, y el transformador atornillado a la base. Tal transformador lo rebobiné

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1972 – CQ WW 1972 Contest scores.

todo a mano, releyendo y perfeccionando sobre lo que ya sabía de la construcción de


transformadores (una nueva disciplina). En un momento dado María me gritó: ¡cuidado!
en el instante que distraído iba a tocar los electrolíticos, acción que pudo salvarme la
vida, pues 2900 volts es una tensión sumamente peligrosa y letal, por lo que hay que
estar muy atento y seguir estrictas prácticas de cuidado y precaución!
Al dar excitación y ajustar el lineal, obtengo una salida DC de RF de 970 watts,
¡potencia que sólo había visto en fotos y descripta en los Handbooks...! ¡y ahora la tenía
encima de mi mesa...! Revisé todo el sistema de rotación de la antena, engrasé bien los
engranajes de claraboya del sistema (¡soy fanático perdido de la lubricación!) lo mismo
que el eje y su "camisa", testeando luego el apuntamiento con brújula y mirando que
aquel pedazo de lata puntiagudo indicara la posición correcta.

A las 21 hs. local (00.00 GMT) de aquel viernes último del mes de noviembre de 1972
comencé la operación, apilando primero yanquis y luego japoneses hasta la madrugada
sin interrupción alguna. María me ayudaba con la orientación de la antena, dándome
mate para matar el cansancio y el sueño, alguna comida y cigarrillos, ya que en los
concursos fumaba a lo loco. Ella había armado un catre en el shack para descansar (solo
dormí una hora y media durante el mediodía del domingo) durante las 48 horas de
operación: cuando se pretende llegar a algo… ¡no hay que escatimar esfuerzos! A las 21
hs. del domingo terminó el concurso. Nada, absolutamente nada había fallado. ¡Toda la
estación totalmente casera había aguantado el temporal! Apagué todo. Medio
tambaleando de sueño cansancio y zumbido en los oídos, nos fuimos al bar de "Pepe"
(hoy Chiche's Caiguá) en 19 de Abril y Caiguá, a comprar muzzarelas, fainá y cervezas
para festejar lo del concurso. Estábamos todos felices, y sin saberlo aún, no sólo había
ganado la categoría mono-operador monobanda, sino que había roto el récord mundial
de esa categoría. Había conectado con 2068 estaciones, 31 zonas mundiales y 81 países
diferentes... ¡todo en 48 horas! Luego de la cena de pizzas, caí como piedra en la cama

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durmiendo 18 horas seguidas. El premio iba a venir el año siguiente: un hermoso plato
de peltre donado a CQ por el North Jersey DX Association, en memoria del famoso
telegrafista W2JT Hazard Reeves.

Atención…! que en ese mismo concurso toda la muchachada se largó hacer un multi-
multi con el prefijo CW3AA operada por: 1AAC, 1BBL, 2AL, 3BH, 4AQ, 7CO y
8BBH y también salieron campeones mundiales de su categoría..! Desde Salto había
salido en 21 MHz como yo Hugo Da Rosa CX1JM, que obtuvo un honroso 2o. puesto
con casi medio millón de puntos. Mi próximo sueño o meta era llegar a obtener uno de

1972 - CW9BT detalle de puntos, QSOs, zonas y países. 2º puesto otro CX.

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1972 – Almanaque de la Planta Trasmisora.

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1972 – Quad con yagi 21 MHz CQ WW Contest.

1972 – Trofeo 21 MHz.

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1972 – Ganadores placas y trofeos: CW9BT monobanda y CW3AA multi-multi,
primeros en el mundo.

1972 – Shack.

de los más importantes diplomas: el 5BDXCC, teniendo que contactar y recibir la tarjeta
confirmatoria de 100 países diferentes en las 5 bandas de aficionados, un total de 500
tarjetas. Era una meta muy ambiciosa y de largo plazo, especialmente en las bandas
bajas (40 y 80 metros) y por sobre todo la de 80, pues nuestra ubicación en el globo
terráqueo era muy desfavorable para el DX en bandas bajas, pues las distancias eran
tremendas hacia los diferentes países (lo contrario de lo que pasaba en las altas que nos
favorecía). Para tener 100 países confirmados en 80 metros, ¡había que comunicar con
110 ó 120, pues mucha gente no confirmaba...! ¡parecía hasta increíble...! Ahora mis
fechas clave eran la de los concursos internacionales, en especial los de CW, ya que el
phone me gustaba muy poco.

Estaba al tanto de los concursos como el WAE y el All Asia y de los de ARRL y CQ,
que eran los más importantes para cosechar nuevos países o ganar algún diploma
sudamericano, ya que nuestra competencia eran los argentinos y brasileños, pues el resto
de nuestra pobre América Latina carecía de aficionados entusiastas de ganar algo, y
grande. Creo que lo mejor en la vida y lo que a uno lo mantiene vivo, despierto, y con
ganas de seguir luchando, es la imposición de metas. Y cuando alguna se alcanza con
victoria, imponerse otra y otra e irlas conquistando, aprendiendo, superándose,
disfrutando y no aburriéndose siempre con lo mismo. Supongo que nada funcionaría en
el ser humano, si no es mediante la búsqueda incesante de metas.

73
En el mes de Abril de ese 1973 decidí trabajar el contest que organizaba el
LABRE, el Radio Club de Brasil, tratando de comunicar con estaciones de Brasil y el
mundo. Este concurso era muy interesante pues el premio era un viaje a Brasil para el
campeón de CW y fonía. Ya lo habían ganado Horacio CX3BH y Carlos CX1AAC en
los años anteriores, así que me largué este año a ver que suerte corría. Como era por un
lapso de 24 hs se hacía manejable… comuniqué bien y quedé esperando los resultados
en Abril del año entrante.

En los tiempos fuera de concursos siempre operaba la estación, tratando de hacer más
DX y estar de continuo en el éter. Aprovechaba las horas libres en la Planta Transmisora
de Antel para ordenar las planillas de los concursos, sacar los duplicados, pasarlas en
limpio en papel oficio blanco y luego contestar todas las tarjetas QSL que llovían por
montones. Recuerdo que para contestar las QSLs del concurso CW9BT y por razones de
costo, usé un tipo de papel apenas grueso para la confección de mis "tarjetas"... Era socio
del RCU, así que por intermedio de su bureau venía el grueso de las tarjetas. Pero
también venían muchas cartas directas a Valdense 3610, las que algunas incluían
jugosos Cupones de Respuesta Internacional ó IRCs, o algún dólar dobladito a manera
de "green stamp".

La Planta ofrecía un lugar ideal para ese trabajito, en especial el salón de los equipos con
su mesa de vidrio y silla giratoria y con su calorcito en los días fríos. Si no, cuando hacía
calor me trasladaba al salón del diesel en la mesa de madera, donde tenía el receptor
Hallicrafters SX100 para oír las noticias de CX30 La Radio ó CX32 Radiomundo para
escuchar algo de música. Esa mesa de madera cubierta de hojas de diario que usaba a
manera de "mantel", era la mesa "del pueblo", donde se comía, se trabajaba, se
preparaban las comidas, se amasaba pan, se armaban equipos de BLU y Banda
Ciudadana, se pulían lentes para telescopios, se leía y estudiaba y se arreglaban las
bandejas de los transmisores de la Planta... y yo hacía mis planillas y contestaba las
tarjetas QSLs.

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1973 – Tabla de S units y microvolts. Estudios en la Planta Trasmisora.

Debo agregar que también construí algunos transmisores híbridos MC100 con el
método de rotación de fase transistorizado. Un ejemplar de la revista española URE trajo
un circuito bastante práctico, el cual adapté a los materiales de nuestra plaza y que
funcionó bien. La filosofía del armado era como antes la describí, con los chasis de
Demarco, etc. La novedad era la confección de mis primeras plaquetas de “circuito
impreso”, si así podrían llamarse, aunque bastante diferentes a las usuales. Eran trozos
de fibra de cármica o fórmica (de aquellas que se usaban para forrar mesas y muebles de
madera) las cuales perforaba con taladro de mano, previo diseño y dibujo del circuito,
pasando por esas perforaciones pequeños trocitos de alambre de cobre de 1,5 mm. los
cuales cortaba casi al ras de la placa y “remachaba” o apretaba sus extremos con una

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pinza, formando una especie de remache que servía de punto de soldadura para los
componentes. En realidad la idea la había visto en los equipos de Banda Ciudadana que
armaba Jesús Baquet CX8BB, propietario de su taller de service de TV y electrónica en
Colón, mencionado antes. La diferencia era que él usaba remaches reales de bronce de
los usados en marroquinería. ¡Yo abaraté el método...!

También mi vida transcurría con los trabajos particulares en electrónica, audio y algún
electrodoméstico. Armé un par de equipos de alta fidelidad: para la familia Fernández
Ribeiro en la calle 19 de Abril e Irigoitía (que vivían en un soberbio castillo con un
parque de 3000 m2) El Sr. Ribeiro era un audiófilo fanático de la música clásica, y
poseía dentro de su castillo un mobiliario impresionante: pero lo más atrayente era un
combinado RCA legítimo de la década de los ‟30, una verdadera belleza. El otro

1973 – Elecciones RCU, escrutando votos de listas 37 y 1. A mi derecha Stratta


empleado de Demarco, a mi izquierda Hughes.

76
1973 – Lista a elecciones.

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amplificador lo armé para Eriko Stern el gerente de Barraca Suiza y muy amigo de F.
Ribeiro, ambos unidos por la música clásica. Vivía en Luis P. Ponce y aún tiene un
programa en Canal 5 SODRE sobre el tema.

Por otro lado me ocupaba del mantenimiento mecánico del Renault 4CV, al cual
desmonté el motor ayudado por Luis Hermaneck esposo de Lil Guida. Lil era amiga de
Milton Cami el compañero de TEM con quien fui a Río en la moto. El motor fue lavado
a presión en una estación de servicio y cuidadosamente desarmado pieza por pieza…
usando la mesa de roble del comedor tapizada de diarios y paños para no estropearla.
Hice un ajuste completo del motor volviendo a armarlo con todo nuevo: pistones,
cilindros, cigüeñal rectificado, metales de biela y bancada, casquillos, etc., etc. Pasé
varias semanas en ese trabajo llevando muchos accesorios a la Planta para limpiar y
dejar a punto. El motor fue armado, remontado y funcionando, siendo una hermosa
experiencia.

De la Planta traía a menudo unos atados de leña seca de eucaliptos del monte aledaño,
donde en el fondo de casa bajo un techo de glicina hacíamos unos exquisitos asados.
También seguía con el armado de equipos o accesorios para aficionados y reparaba todo
lo que caía por el taller. Leía mucho, acopiando literatura y circuitos, aunque la tarea era
muy difícil por la falta del fotocopiado de hoy día... todo había que copiarlo a mano, o
en el peor de los casos llevar los manuales a Copiplan en Ejido y San José, donde el
costo era altísimo. Además reparaba antenas o armaba alguna para TV, lo que
significaba siempre una entrada extra de pesos (sumado al sueldo de Antel).

A pesar de todo, era una época en que había trabajo (comparada con la actual era un
paraíso) estando a un paso del golpe de estado del 27 de junio de 1973... Seguía armando
los MCX100 los cuales me llevaron gran parte del año, en el cual armé un total de 8.

Al recibir la revista CQ del mes de agosto de 1973 me entero oficialmente que había
salido campeón mundial del Concurso del pasado año. Vinieron del diario El Día, me
hicieron un reportaje en casa y sacaron fotos y prometiendo publicarlo en la edición
siguiente. Así apareció la nota con mi foto el 24 de agosto de ese año 1973, con lo que
luego me llamó Neber Araújo de Canal 12 Teledoce donde concurrí a un reportaje en
vivo, acompañado de Horacio CX3BH y Luis CX1BBL. En el mes de setiembre e 1973,
tuve la grata visita en casa de dos grandes: José Germán Araújo y Alfredo Percovich, de

78
se

79
1973 – Artículo en el diario matutino El Día.

CX30 La Radio (no autorizaron los golpistas a llamarla Radio Nacional como se
llamaba). Ellos venían a tratar de enterarse por medio de un radioaficionado "de moda"
como era yo en ese momento, de las últimas y frescas noticias del golpe militar que
estaba dando en Chile el dictador Pinochet contra el gobierno constitucional del
presidente Salvador Allende. Prometí darles toda la información que podía conseguir, ya
que tenía mi gran receptor Hammarlund HQ 129X de banda corrida. Luego despedí a
Germán y Alfredo en la calle Valdense en una soleada tarde, frente a mi vecino Albertito
Cerón. ¡Gran recuerdo! Hoy son ambos fallecidos: ¡Germán, el senador del Pueblo y
Alfredo periodista sin par! Chau muchachos, nos encontraremos algún día en alguna
nube, en el agua de algún arroyo o en un árbol de por ahí...

Estábamos entrando en el mes de octubre de 1973 y se acercaba el concurso CQ de


fonía... ¿qué hacer? El de CW parece estar definido: 28 MHz con una quad de 3
elementos. No tenía intenciones de romper ningún récord, pero sí hacer países para el
DXCC. La duda que tenía era con el de phone próximo. La banda de 15 metros por
ahora está cumplida: ya la exprimí al máximo el pasado año: no voy a invertir más
tiempo en una banda ganada y conocida, tengo que explotar nuevos horizontes y nuevas
metas. Lo mismo con 20 metros, aunque puede quedar pendiente para más adelante.
Quedaría 40 metros, pero prefiero hacerla el año que viene, suavecito y con quad ó yagi.
Obviamente el asunto se centraba en la banda de 80 metros. Estábamos en el "pozo" del
ciclo solar lo que favorecía la operativa en bandas bajas, ya que escuchando 10 y 15 m.
la recepción era bastante pobre, aunque se podía esperar cualquier cosa.

Hubiese sido muy lindo haber tenido un campo para poner antenas de 80 con varios
largos de onda, o hacer cortinas directivas con ganancia. Pero luego de estudiar el
panorama y faltando 3 semanas y poco para la fecha del concurso, y sopesando otros
sitios y lugares para operar, decido hacerlo desde acá. ¿Qué antena usaré? No creo que
haya tiempo para experimentos, aunque me tienta probar una "bobtail" de cortina lateral
que parece tener 8 ó 10 dB de ganancia. A pesar de todo, caigo en la tentación de armar
una 8JK, formada por 2 elementos de alambre de media onda y separados 1/10 de onda
con una línea de enfase. Tenía lugar en el fondo de casa, una parte para el frente y otra
para los fondos del laboratorio hacia J. Suárez (que aún estaba baldío). Puse dos mástiles
separados 8 metros (el ancho del terreno) de 6 m. c/u contra el muro de bloques y
ladrillos del fondo, con roldanas y cuerdas plásticas para izar la parte media de la 8JK.
En realidad la altura sobre el suelo era muy poco recomendable, pero la ansiedad pudo
más que la razón: la monté. Una larga línea abierta de 20 metros iba hacia el shack. Al
probarla tuner mediante ajustaba perfecto... pero los reportajes y el rendimiento para DX
me decepcionaron completamente. Tuve que desarmarla. Tal vez la poca altura fue la
causa de su mal funcionamiento. Pero me saqué las ganas de armarla y probarla a ver
qué resultaba.

Ahora veía como un hecho ineludible la construcción de un buen dipolo con bajada
coaxial y a 17 metros de altura sobre la azotea, o sea a más de 20 metros sobre el suelo.
Su plano lo orienté N.O.- S.E. (para Japón y Europa). Los yanquis me tienen un poco
cansado. No estaría mal bajo la misma dirección de la antena colocar un alambre de
cobre sobre el suelo: una contraantena para mejorar la reflexión y bajar el ángulo de
radiación: pero físicamente era impracticable por tanto obstáculo que había de por
medio. Hasta ahora lo que más resultado me ha dado en 80 y 40 metros, es el dipolo de

80
1973 – Centro antena 8JK.

media onda sin balun y alimentado directo con coaxil. Parecería ser que la malla irradia
al no tener balun, y como esta cae verticalmente (y sujeta a un palo de madera que usé
para ganar más altura) irradia ondas polarizadas así y a bajísimos ángulos de radiación,
especial para el DX. El dipolo alimentado al centro con línea abierta, es malo para el DX
pero bueno para el QSO local. En el RCU se usó con notable éxito un dipolo de media
onda alimentado con coaxil sin balun, situado en una cuenca entre edificios altos en
pleno centro de Montevideo. Por todas esas razones, mi elección era la del dipolo. Solo
me resta esperar que las condiciones de propagación no sean muy pobres, pues estoy
seguro que alimentada con el kW del amplificador la antena marchará bien.

Nuevamente un fin de semana llevé mi receptor a la Planta Transmisora a fin de probar


de madrugada alguna de las rómbicas en 80 metros. Los transmisores fueron apagados
para evitar cualquier interferencia. Coloqué el tuner, el receptor y la rómbica de N.
York: no escuché un pepino de DX, sino LUs que llegaban muy fuerte, en especial a
LU8AHW al que conocí personalmente luego de algunos años... Lo mismo ocurrió con
la de Berna, Suiza... escucha local. Parecía mentira, porque había LUs comunicando DX
pero yo no los oía... Pensé que esas antenas cortadas para una frecuencia baja límite de 6
MHz, impedía el buen desempeño en 3,5. Pero de alguna manera algo podría haberse
escuchado... Esto vino a confirmar más aún mi elección por el dipolo en casa. Su centro
era un tirante de 2x2" de pino Brasil de 6 metros comprado en una barraca en Belvedere
(pintado con una mano de aceite de linaza y dos manos de esmalte blanco) arriba la torre
de 12m.: la punta Este iría atada en el caño de 6 m. de la antena de TV de Adancito, y la
otra rama (vivo del coaxil) al pretil de un tanque de agua en los nuevos apartamentos de
las viviendas de Cutcsa y a más de 30 metros del suelo. ¡Bien… al fin el maldito
palomar iba a servir para algo! El extremo de las ramas del dipolo tenía un aislador que
fijaba su ajuste mediante un puente (en 3,8 ó en 3,5 MHz) para operar las dos ventanas
de DX y conservando siempre la ROE de 1:1 sin tuner alguno.

Al fin llegó el día del concurso de phone, el último fin de semana de octubre. A las 5 de
la tarde ya estaba preparado para ver que pasaba en la banda: mucho ruido como son los
80 metros, pero allá abajo había algo, creo que eran DX por lo débil de las señales... ¡sí,
eran japoneses! Parecía mentira, llamé a algunos, me contestaron... hice un pequeño

81
"pile-up" (apilada) de JAs, y luego seguí muy lentamente haciendo otros países allí en la
ventana de 3,790-3,800 MHz. Me gustaba poco el phone, pero la cuestión era hacer
países para llegar a los 100 diferentes que necesitaba... ese fin de semana había hecho
bastantes...

Apenas terminado ese concurso quería liquidar los 28 MHz en el próximo “test” de CW
en noviembre, el mundial organizado siempre por la revista CQ. Provisoriamente tuve
que desatar y bajar el tirante de palo del dipolo de 80, a fin de tener la torre libre y
montar algo grande para 10 m. solo. Había entusiasmo en el ambiente concursero de la
muchachada: Mario Rebufello CX4CR y su inseparable amigo el "tarta" Ricardo Susena
CX2CS, se estaban preparando. Ricardo era empleado del Banco República de la Av.
Uruguay en la sección Préstamos Pignoraticios. Allí una vez le llevamos nuestro equipo
de fotografía, cámara, ampliadora, etc. a fin de pedir un préstamo. Tenía un lineal con 4
tubos 813 el cual una tarde me lo trajeron para dejarlo en condiciones óptimas de
operación. Allí profundizamos la amistad con Mario el "Charlie Radio", que también era
un famoso concursero de los mundiales de phone, ganador de trofeos y que en la
actividad profesional era médico ginecólogo, lo mismo que su esposa Alicia. Le expresé
mis planes para poner una super-antena en 10 metros a fin de mes, con lo que él se
manifestó muy contento de poder colaborar en el armado, ajuste, etc. Mario había

1973 – 3 ele quad y 1 yagi 28 MHz.

operado con ese lineal reconstruído y obtenido un récord mundial en 14 MHz con el
prefijo CV4C, rompiendo todos los récords anteriores.

Entusiasmado con los resultados fue izada sa “cuagi” de 4 elementos arriba la torre, con
su boom de palo y su director inclinado, ya que el agregado de otros elementos no
mejoraron aquellas mediciones a pesar de las múltiples combinaciones que hicimos en
una tarea que nos llevó todo el día.

82
Durante el concurso la antena “pegaba” como loco, y aunque el lóbulo delantero era un
poco ancho, noté que al fin era una ventaja pues tendría más “abarque” de zona
geográfica. Al año siguiente leo los resultados en una CQ: gané la banda superando a
ZE8JN de Rhodesia campeón del año anterior por casi el doble de puntos. La antena
“mató” a pesar de las malas condiciones de propagación… otra gran alegría y otra gran
experiencia. Ese fue un fin de año notable para los operadores uruguayos de los
mundiales de CW: Carlos CV1B ganó la banda de 21 MHz; Jorge CV8B ganó la de 14
MHz (con récord mundial); Antonio y el grupo CV7B salieron segundos en 7 MHz con
una quad enorme para esa banda instalada en la casa de Luis en Canstatt y Propios;
Mario CV4C había obtenido récord mundial en fonía en 20 metros... ¿qué tul...?

Luego de pasados más de 20 años sugerí a Jorge CX8BBH (ya convertido en concursero
y mundialista) que probara usar el elemento inclinado para sus quads, las que construía
con booms de caña tacuara, o en el mejor de los casos con caños livianos del tipo TV y
elementos también de caña, con un cable encintado a manera de “elemento” en el caso
de yagis… y todo atado con alambre. Él se había mudado a una casa con fondo en la
calle Gioia en Lezica, luego de casarse con la Dra. de UTE Rosa Palacios. Había
instalado una regia torre profesional de 18 m. y hasta tenía un cañaveral propio en su
fondo... Una tarde con gran pena, probamos con una estación de USA un elemento
inclinado en recepción y transmisión, comprobando que no había variación en ese caso,

1973 – 28 MHz Top Scores.

de señal por rebote ionosférico. Pensé que mis pruebas 20 años antes con aquella baliza
en mi casa paterna, con situación de onda local y en directo, eran muy distintas a las de
DX por rebote... puff !! es difícil ser inventor, pero anduvimos cerca, pues hay muchos
inventos que se produjeron por accidente o error. Lo importante era darle y darle a la
experimentación al precio que fuese y no aflojar.

83
Para fines de 1973 tenía la pared del shack repleta de diplomas, aunque colgaba los más
importantes y guardando en carpetas aquellos de “un solo contacto” que me parecían de
muy poco mérito. Para ahorrar la compra de cuadros, decidimos armarlos nosotros.
Fuimos a la Fca. Nacional de Molduras, una carpintería de lujo que quedaba en la cuadra
de atrás de la CX4AB Walter Serrat a la altura de Larrañaga y Burgues. Allí compramos
las varillas para cuadros de 3 m. de largo de pino brasil, junto con vidrio de 1mm de
espesor en la ferretería. Aprendí hacer los marcos y a cortar vidrio. Los marcos eran
barnizados quedando la madera color natural. En cuanto al shack-taller, tenía casi todo
lo que uno podría desear, aunque por supuesto faltaban instrumentos caros (los que
nunca compré) ya que trataba de armar los míos propios, aunque no fuesen de la
exactitud y presentación de los comerciales… pero cometían bien su propósito.

Por esos tiempos recuerdo que conocí a dos radioaficionados de Sayago: Gustavo
Frontini CX2AM y Jorge Fernández CX6BF. Gustavo estudiaba odontología y también
a veces instalaba algunas antenas de HF para los equipos de AM que armaba Mario
CX6CG para las estancias del interior. Jorge vivía al lado de la casa de Gustavo, en Cno.
Ariel frente a lo que es hoy el Devoto del Norte. Como su padre era propietario de la
fábrica de efervescente y especias El Cosaco, a Jorge le llamábamos El Cosaco. Nos
conocimos en la chacinería famosa de Rodland, en Raffo y Ganaderos (hoy Islas
Canarias) donde nos surtíamos de exquisiteces para nuestras parrillas, haciendo largas
colas que invadían la vereda del local...!

84
1973 – 28 MHz detalle puntos.

¡Qué lindos tiempos...! Tanto Gustavo como Jorge me visitaron una tarde, dándoles el
circuito de rotación de fase a transistores del MC100 para que empezaran a armarse algo
en SSB. A Jorge le perdí un poco la pista, pero con Gustavo comenzamos una gran
amistad que conservamos hasta hoy. También conocí dos aficionados más: Ariel
Vázquez CX5AO y Darío Montans CX5CB. Con el primero también conservo una gran
amistad, además somos colegas en nuestras actividades electrónicas. Recuerdo con
mucho afecto a Darío, que en aquellos lejanos tiempos era un enamorado de los
primeros circuitos integrados, o “arañas” como él les llamaba. Ambos eran enamorados
del CW: tal es así que Ariel ha obtenido también récords mundiales, en especial en la
banda de 10 metros. Darío se radicó en Buenos Aires y en la actualidad es el propietario
de una empresa de service de los electrodomésticos Candy. Bravo por todos... ¡por los
cuatro...!

CAPÍTULO 5
MAS CONCURSOS Y DX - ARMADO DE TRANSCEPTORES

85
Así terminamos el año 1973 y comenzamos 1974. Este se caracterizó por el comienzo de
mis trabajos y pruebas en VHF. Al principio con intenciones de realizar experiencias vía
satélite, suscribiéndome a la revista americana AMSAT. Pero múltiples trabajos en el
armado de los MCX100 con sus infinitos detalles y entusiasmado por realizar
experiencias en VHF-FM antes de encarar proyectos de más envergadura, ocuparon una
parte importante del año. Tampoco descuidaba la operativa en las bandas de HF con la
estación casera, tratando de hacer algunos países que me faltaban en las bandas altas,
para ir completando el 5BDXCC.

Me entusiasmó mucho haber visto en el Handbook, un circuito de receptor de VHF-FM


muy sencillo, formado por un oscilador local a cristal con triplicador, una etapa de RF
con Dual Gate FET, un filtrito de 10,7 MHz, un circuito integrado CA3089 y otro
integrado LM380 amplificador de audio de 2 watts. Ya estaban apareciendo lentamente
tales elementos en nuestra plaza, y aunque un poco caros tenían la ventaja de ser
dispositivos de estado sólido, pequeños, de bajísimo consumo, prácticamente eternos y
sin desgaste o agotamiento de filamento como las válvulas. Y las partes que no podía
conseguir acá, las encargaba a un colega en USA que me las compraba en la firma Poly
Packs, que vendía miles de items de semiconductores y circuitos integrados (CIs) y me
los mandaba por correo. Al fin armé tal receptor, pero tuve tantas dificultades en varios
aspectos de diseño del impreso y otros, que opté por dejarlo para otra oportunidad, ya
que como dije tenía pedidos de MCX100 por varios colegas que me reportaban
ganancia, conocía todos los detalles y cumplía con ellos.

Hasta esa fecha usaba para perforar los agujeros para tornillos de 1/8” (que eran los más
indicados para el montaje de las partes) un taladro de mano regalo de mi padre cuando
cumplí los 12 años. Recuerdo que me llevó a la ferretería El Destino, sita en Millán casi
frente a la actual Casa de Galicia. Ese taladro aún lo conservo y lo uso, ¡a pesar de que
han pasado 50 años! Pero el tema era que tantos agujeros cansaban demasiado, además
ya hacía años que estaba dale que dale con la manijita... decidí comprarme un taladro
eléctrico Black & Decker inglés, con cuerpo metálico y pintado de aluminio y naranja...
¡era una belleza!... ¡y cuánto facilitó los trabajos...!

Ya que hablamos de herramientas, olvidé mencionar que mientras estaba en TEM conocí
a una chica llamada Ana María, que trabajaba en Helguera & Morixe, una gran ferretería
industrial y agrícola situada en Galicia y J.H. y Obes, quien me regaló una morsa inglesa
Record No. 00, la cual me acompaña hasta hoy y a la que conservo y uso luego de 40
años y la cual tiene aún pegados los stickers dorados de la firma... Frente a nuestra casa
de la calle Valdense se había mudado la familia Cerón, alquilando la que tenían al lado
de la nuestra a una familia de Colonia. La hija mayor de Albertito, Marta, ennovió con
Víctor Fernández el hermano de Rafael (de la firma Marlain TV). Así que ahí conocí al
Rafa CX9BN, con el cual compartimos muchos lindos momentos años más tarde con las
repetidoras del Club Uruguayo de VHF y otros lugares.

Para ese entonces aparece un radioaficionado Rodolfo, que era el hijo del dueño de la
empresa de alimentos Silcom (no recuerdo su prefijo) quien traía en su mano un handy
de VHF Yaesu FT202. Era la primera vez que me topaba con una maravilla de esas, y su
problema era la poca duración de su pack de baterías recargables. Me lo dejó, junto con
su manual y cargador. Me regaló el manual, siendo una herramienta base para aprender
muchas cosas de VHF que no estaban en los Handbooks... El problema del handy fue
fácil: el cargador tenía su transformador con el primario abierto. Lo llevé a Demarco

86
donde lo repararon y todo quedó bien. Pero lo importante de todo esto, fue lo que
aprendí al desarmar el handy y cotejarlo con sus esquemas del manual sobre la
disposición de los componentes, la filosofía de su funcionamiento, etc. Claro es que
antes todos los equipos de marca traían en su manual, no solo su manejo, sino la
descripción de su funcionamiento detallado y circuitos, el diagrama en bloques y
cantidad de información técnica para aprender, más práctico y real que los handbooks,
donde como dije antes, no todo lo que se podía armar de tales textos funcionaba ni se
ajustaba a las virtudes que reclamaba su artículo.

En el correr del mes de abril de 1974, nos llega la noticia de la empresa de aviación de
Brasil VARIG, que para la primer semana de mayo teníamos los pasajes para Río de
Janeiro (del concurso del LABRE que al fin había ganado el pasado año...) Llegada la
fecha Horacio nos llevó esa tarde en su Alfa Romeo Julietta TI al aeropuerto de Carrasco
con toda su familia. Tomamos el VARIG hasta Ezeiza y desde allí hacia Río. Nadie nos
esperó allá y tuvimos que pasar la noche en los sofás del aeropuerto. Recién a la mañana
aparecieron unos colegas PY con los que fuimos en un nuevo viaje hacia Brasilia, la
nueva Capital Federal. Todo era emocionante: el hobby me estaba aportando demasiadas
sorpresas, inimaginables años antes. Pasamos varios días en Brasilia, teníamos colegas
que nos paseaban y nos invitaban a comer en varios sitios, en uno de los cuales se hizo
una pequeña ceremonia de entrega de premios… aunque nosotros no recibimos ni un
mísero diplomita de papel... En realidad el premio era el viaje, y ya lo estábamos
disfrutando. Nos alojábamos en excelentes hoteles, nos servían como príncipes, nos
paseaban por aquí y por allá.

El segundo punto del itinerario era la hermosa ciudad de Bahía, donde pasamos una
semana realmente increíble, entre iglesias forradas interiormente con papel de oro,
restaurantes de comida típica, la visita a la casa del Gobernador y lugares exóticos, la
cultura negra, los mercados y ferias callejeras que se parecían a estar viviendo en el
África. Siempre teníamos coche con chofer a disposición todo el día y parte de la noche.
Los hoteles tenían soberbias habitaciones con frigobar completo, siendo nuestro único
trabajo… firmar todas las facturas sin pagar nada...

Al regreso y en un feo viaje en un avión de cabotaje dentro de una gran tormenta,


hicimos escala en Río, visitando las casas de varios aficionados (lo mismo que en Bahía)
y paseando por esa gran ciudad que realmente era maravillosa. Nos quedamos 4 días allí
y tomamos un VARIG de regreso a Montevideo. Podíamos haber visitado otras ciudades
de Brasil, pero creo que lo que paseamos nos conformó. Previamente habíamos
combinado en un QSO por radio con Horacio (desde uno de los QTHs de los colegas)
para que nos fuera a buscar a Carrasco. ¡La verdad que fue una experiencia
inolvidable...!

Mientras tanto este año 1974 fue transcurriendo con todas esas alternativas y planes. Se
acercaban los concursos mundiales de CQ de fin de año, y mi idea era de trabajar

87
1974 – LABRE nos invita a Brasil.

exclusivamente en 80 m. tanto el de fonía en octubre como el de CW en noviembre. La


estación sería la misma: caserita con el amplificador de 1 kW y el dipolo a 30 metros de
altura, con los “bigotes” agregados de los extremos a fin de alargarla al operar en CW en
la parte baja de la banda. Como los 80 metros es una banda naturalmente ruidosa, armé
un filtro de audio bastante original y barato, cuyo circuito apareció en una revista QST.
Claro que, como todas las partes descritas en las revistas americanas, traen su marca y
codificación de las fábricas de allá, y acá tenés que ingeniártelas para adaptar lo que hay
en nuestra pobre plaza de país subdesarrollado.

Así que, como ese circuito traía dos transformadores de audio especiales, con un
primario de alta impedancia y otro de baja y de poca potencia, los sustituí por un par de
transformadores de 220 a 9 volts. Hay que sacarles el suncho o escuadra y todas las
láminas “I”, o sea que queda solo el grupo de chapas “E”. Ambos trafos tienen que estar
montados de manera que los núcleos abiertos queden enfrentados, pero separados uno o
más centímetros. Los primarios llevan un condensador en paralelo de .01 a .1, hasta que
se logre hacerlos resonar en las proximidades de los 700 ú 800 Hz, excitándolos con un
generador de audio y midiendo su pico de voltaje con un voltímetro de alterna. Los
secundarios de cada uno se conectan a la salida de parlante del receptor uno, y a un par
de auriculares de baja impedancia el otro. Acercando o alejando los trafos,
determinamos el grado de selectividad (y ganancia). Es notable como un dispositivo tan
sencillo, tiene tal efectividad en la eliminación de señales y ruidos indeseables, los que
causan cansancio al poco tiempo de operación continua, especialmente en CW. Este
sencillo filtro fue de gran ayuda en la operación de los 80 metros.

El primer generador de audio que armé era hecho a partir de dos tubos 12AT7 doble
triodo, que trabajaban como puente de Wien, ajustándolo con un frecuencímetro Hewlett
Packard en la Planta de La Barra que tenía display de numitrones, aquellas ampollas al
vacío gaseosas con multiplicidad de filamentos.

88
En octubre de ese 1974 salí a buscar países en SSB en la punta de la banda, los 3790
KHz o la ventana de DX, contactando un buen número de países nuevos. En noviembre
le dí con todo al de CW, y más que hacer países finalmente salí a concursar, porque la

1974 - 3.5 MHz CW CQ WW Contest.

estación funcionaba de maravillas... En suma hice 235 QSOs, 20 zonas y 37 países,


resultando en 38.589 puntos… récord sudamericano en la banda. En la “red de pesca”
habían quedado unos cuantos países nuevos para el 5BDXCC. Pero además ese fin de
año, otros uruguayos habían obtenido récords mundiales en la categoría monobanda, a
saber: Horacio CX3BH récord sudamericano en 1.8 MHz fonía; Mario CX4CR, que
salió como CV4C, récord mundial en 14 MHz fonía, teniendo el del año pasado en 21
MHz. En la parte de CW, Jorge CX8BBH récord mundial en 7 MHz, yo mantenía mi
récord mundial del año pasado en 21 MHz, así como Carlos CX1AAC mantenía el suyo
en 28 MHz. ¡Un fin de año realmente sensacional...!

Y así entramos en 1975, también otro año lleno de éxitos, experiencias nuevas y más
alegrías. Igual que en el año pasado, los trabajos no aflojaron y seguí armando los
transceptores MCX100. Apareció un Sr. Grunert hablando con un tono alemán, que
estaba habilitado para realizar trabajos particulares en la Central Térmica de UTE
(llamada 5ª. Unidad) preguntándome si podía fabricarle un par de handys o portátiles de

89
VHF para comunicar dentro del fierrerío de la Central. Era un tremendo desafío, ya que
tenía que retomar mis trabajos congelados de VHF y diseñar un transmisor de postre.
Sopesando su pedido acepté, pues siempre me gustaron los desafíos pues era una forma
de lograr metas, sentirse vivo, aprender (aún en el error) y ganar plata. Le dije que sí,
que me diera un tiempo razonable para ejecución del proyecto. Le pasé una buena cifra
de verdes, claro, a cobrar si la cosa llegaba a funcionar bien.

Pedí por correo a la ARRL dos libros que me sirvieron mucho para la práctica del VHF-
FM: uno era The ARRL Repeaters Manual y el otro The VHF Experimenters Manual.
En el primero encontré un excitador de 1 watt y un amplificador de 10 que me
parecieron muy potables y de armado bastante fácil. Algunas partes se las iba a encargar
a mi colega de USA. Con el estudio del circuito de aquel handy FT202, rehice mi viejo
proyecto de receptor. Encargué los cristales de frecuencia a JAN Crystals, ya que eran
del tipo HC18/U, pequeños, como para que vinieran en un sobre por correo. Varias
semanas estuve armando, midiendo, experimentando. Hice dos antenas ground plane de
5/8 de onda, las primeras en mi vida y diseñé un tipo de chasis pequeño con dos tapas en
U y dividido al medio para alojar el transmisor de una cara y el receptor en la otra.

Pensaba alimentarlos con baterías de moto (¡pobres operadores, qué carga iban a
llevar!). Omití decir que desde la construcción de los MCX100 casi siempre cadmiaba o
galvanizaba los chassis en las Usinas Cromo Níquel en Uruguayana casi Capurro.
También fui varias veces a otros dos talleres en las inmediaciones de G. Flores: Galvano,
en la calle Fermín Ferreira, y Galvar que quedaba cerca. Tenían buenos precios y
calidad. El cadmiado era relativamente barato y permitía soldar con estaño bastante
fácilmente, además de presentar un toque profesional de buena terminación.

Las tapas las pintaba con las famosas “máquinas de Flit”, que eran unos fumigadores de
insecticida cuerpo de hojalata, con un tanquecito para el líquido y un pistón con émbolo
y manija de madera. Había que tener el pistón bien lubricado con aceite, en especial, las
rodajas de estopa que tenía el émbolo… pero era como pintar con soplete. Con un poco
de práctica y aprovechando un día de sol, el trabajo quedaba como de fábrica. Hasta
había llegado a prender el horno de la cocina para darles un secado rápido.

Ya empezaba a usar “Contact” o papel plástico autoadhesivo blanco para los frentes, así
como letras transferibles “Letraset” que daban un aspecto profesional a los equipos. Un
día llevé uno de ésos VHF (dándolo como casi terminado) a mi casa paterna, a fin de ver
la posibilidad de comunicar con mi taller al otro lado del Prado. Fue un fracaso. Estuve
otro tiempo tratando de mejorar y hacer funcionar el enlace, instalando un equipo en el
Peugeot 403, donde pude comunicar desde el Cerrito de La Victoria al taller, pero muy
marginal, con mucho ruido de AM… no obstante me tiré al agua. Combinamos con el
hombre “alemán” Grunert y llevé los engendros a la Central para probar: fue otro fracaso
(como estaba visto): apenas traspuestas un par de puertas metálicas… ¡se terminaba la
comunicación...! tuve que meter los equipos en los bolsos y medio tristón por el fracaso
regresé a casa. Así es la vida: triunfos y fracasos, no se las puede ganar todas...

También para esas fechas en 1975, conocí a Richard Serván CX2AQ en el RCU,
integrándose a la barra de telegrafistas. Tenía un equipo casero de AM, pero compró un
Yaesu FTDX 560 igual al que tenía Tony CX7BBB. Apenas casado, fue a vivir en un
departamento en un 3er. Piso que tenía en la Ciudad Vieja, en 25 de Mayo y J.C.Gómez.
Allí le ayudé a colocar una torre de 6 m., la cual izamos desde la vereda hasta el pretil

90
con una cuerda y luego basculando la misma para traerla hacia la azotea. Richard se
colgó de la torre a fin de acostarla para acomodarla mejor y evitar que se enganchara con
los cables del trolley bus!... ¡el peso de la misma por poco lo levanta en vilo! Al fin
pudimos no solo tenerla bajo control, sino pararla y colocar el rotor y la yagi. Todavía
me encuentro con el Richard en las comidas del Radio Club Uruguayo, donde
recordamos aquellos tiempos y la muchachada de la radio... Los trabajos en el taller
continuaron, lo mismo que los asados en el parrillero del fondo.

Un día que estaba de visita mi querido suegro Armando, suena el timbre de calle y al
abrir la puerta me encuentro con un grupo de varias personas con rasgos orientales: en
un inglés muy difícil de entender me dijeron que habían contactado conmigo desde su
embarcación, una M/M (marítima móvil) mientras estaban en el Pacífico.Vinieron
hacerme una visita, ya que tenían el buque amarrado en el Puerto. Nos sacamos una foto
en el fondo de casa con mi suegro incluido.

1975 – Japoneses en el QTH.

También recuerdo que a mi compañero de trabajo Juan Carlos el “flaco” Vicente, le


regalé un enorme paquete de tarjetas QSL de varios países, con las cuales tapizó el
dormitorio de su hija menor... claro, las tarjetas llovían sin cesar debido a la gran
cantidad de contactos durante los concursos mundiales. Hay que pensar que nosotros en
el Uruguay somos un país pequeño y apetecido por los colegas de otros países como
zona DX. Aunque éramos tan activos en todas las bandas, que al final no éramos de los
más buscados, pero siempre aparecían tarjetas del extranjero pidiendo la nuestra. En
agosto recibí una hermosa placa del Radio Club Alemán: aluminio anodizado en verde y
negro encuadrada en una tablilla barnizada: una verdadera belleza. Tal placa era el
premio sudamericano por haber ganado uno de los concursos de años pasados (en CW
como siempre). En setiembre leo en la sección “All Time World Record Holders” de la
revista americana CQ, que todos los uruguayos mantenemos las mismas posiciones del
pasado año: ¡nadie nos desbancó hasta la fecha...!

En el concurso mundial de CQ de octubre de 1975 salí en 80 m. fonía en las noches del


último fin de semana de ese mes (y en 10 m. de día) con el objeto de seguir juntando

91
países para el 5BDXCC. Apenas llegado el lunes, me llegó un telegrama de
Radiocomunicaciones avisándome que: “cese de inmediato las transmisiones de CX9BT,
y sírvase concurrir a la mayor brevedad a las oficinas de la calle Sarandí".... maldición!...
¡qué había hecho!... allá me enteré que había operado fuera de la banda permitida

1975 - Concurso Europeo.

(nuestro límite eran los 3.750 KHz). Yo era consciente de eso, ya que la “ventana” de
DX era entre 3.790 y 3.800 donde operaba siempre. Olfateé la mano negra de Alberto
Silva LU1DZ que me denunció por envidia, ya que él no se animó a salir allí pero salió
a increparme por estar fuera de banda y reconociendo su voz… resultado: estaba
suspendido para operar por 3 meses: “y que no se me retiraba la Licencia por haber
prestigiado al país en el concurso mundial del pasado año"... chupate esa mandarina...
Pero no pude con mi genio y charlando con Mario CX4CR, en noviembre decidí salir en
20 m. CW desde su casa y con sus equipos de la línea Drake C, que eran la última
palabra en tecnología moderna, ya que sus diseñadores eran los ingenieros despedidos de
la gran firma Collins Radio Co., la mejor del mundo. Además llevaba mi lineal, tenía
como respaldo otro lineal (el de las 4 válvulas 813 que andaba de maravilla) y agregado
mi manipulador de doble paleta casero junto con el keyer transistorizado.

Mario y su esposa Alicia vivían en Malvín, en la calle Piedras de Afilar casi el Br. del
Uruguay, en un apartamentito lindo y con la torre de 18 metros coronada por una cúbica
de 2 ele que andaba de locura, ya que con ella había ganado su récord mundial en fonía.
Ahora era el turno del CW. Días antes nos enteramos que venía desde los EEUU donde
estaba radicado y empleado en las oficinas de la OEA, Luis Mathó CX1EK/W4…
¡también con la idea de participar en la misma banda que nosotros! Él operaría desde el
QTH de Fernando Navarro CX7BV con un lineal con tubo 3/1000Z, una terrible válvula
de potencia que daba pavor... Además Luis se había traído de USA un manipulador
electrónico con memorias, filtros, y varios otros golletes de última tecnología. No
éramos amigos ni conocidos, y en realidad era una macana que dos CX salieran en la
misma banda, ya que restaba un poco de interés al resto del mundo al ser dos, y era una
manera de que nosotros también perdiéramos un poco de chance por no ser únicos.

92
93
1975 – Aún conservábamos los récords mundiales de CW Carlos y yo… y Jorge en
S.América.
Mario CV4C: CW4CR en fonía 14 y 21 MHz.

Pero a esa altura del partido ninguno de los dos iba a recular para dejarle el espacio al
otro: era una competencia libre, sin duda. Ellos dos tenían también el apoyo y la amistad
de Rafael Ponce de León CX3BR, de mucha fama como Dxista. Así las cosas y todo
dispuesto, arranqué a las 00.00 GMT (21.00 local del viernes) a gran velocidad: la
propagación estaba excelente para USA: comunicaba yanquis a razón de cuatro por
minuto y llenaba las planillas sin cesar. Mario estaba a mi lado vigilando el
equipamiento y listando los países y zonas que iba comunicando, agregando los que irían
apareciendo a medida que entrara la madrugada. No habían pasado 45 minutos, cuando
Mario me interrumpe, diciéndome que Rafael lo llamó por teléfono para informarle que
yo estaba suspendido y que no podía operar más, pues las autoridades de
Radiocomunicaciones estaban al tanto del tema... ¡Maldición...! Mario se puso a llorar,
sospechando que ellos mismos habían avisado a las autoridades para jodernos... Bueno,
mala suerte: apagamos con tristeza los equipos, empezando a desconectar todo. En ese
momento llama de vuelta Rafael disculpándose, que todo había sido una broma, que
podíamos salir de nuevo a operar ....&$%)=$ ... con Mario nos miramos ... se ve que la
estación de ellos no andaba tan bien como la nuestra, pensando que tal vez querían
enlentecer nuestra operativa a fin de ganar tiempo...!

Bueno, sea como sea estábamos otra vez en el aire... A veces Alicia nos traía algo para
comer y tomar. Llovían los países y las zonas: 20 metros es una terrible banda de
propagación casi ininterrumpida día y noche, por lo que mi descanso fueron solo dos
medias horas: una el sábado y otra el domingo cerca de mediodía cuando aflojan un
poco las condiciones. Como en concursos anteriores todo funcionó de maravilla… no
hubo ninguna visita del terrible “Murphy” trayendo alguna mala onda...

1975 - Trofeo CX9BT en CW4CR.

El domingo a las 21.00 local se terminó el concurso. Mario sacaba cuentas del puntaje, y
sin duda se había roto un nuevo récord mundial, cosa que se confirmó el año siguiente

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cuando aparecieron los resultados: había hecho 935.000 puntos (rozando el millón),
mientras que Luis obtuvo el 2º puesto con 700.000 y una estación de Angola la CR6IK,
el 3º con 500.000. Otro nuevo esfuerzo con otro nuevo logro... y otro trofeo para colgar
en la pared. Terminamos 1975 refelices...

1976 – Frecuencímetro digital.

CAPÍTULO 5
MÁS TRANSISTORES: APARECEN LOS DIGITALES

En los comienzos de 1976 me empecé a interesar mucho por la electrónica digital y las
computadoras. Compré un libro americano sobre microprocesadores y en una serie de
revistas QST salió un artículo interesantísimo titulado “How start with digital basics”.
Esa serie no solamente traía teoría pura sino además práctica, ya que venían los circuitos
con todos sus detalles para el armado de un frecuencímetro digital y al que se le podía
agregar una plaqueta de voltímetro, cuyo muestreo era también digital. Para aquella
época poder disponer de un instrumento de ese nivel, era el sumum. Vi que las partes no
eran caras… y mejor aún si las encargaba a mi amigo Mike K6ICS de USA. Dicho y
hecho, al poco tiempo me vinieron las partes incluyendo las plaquetas de fibra ya
grabadas y perforadas... aquello era un “bollo” para armar. Pero no quise ir directamente
al soldador (lo cual era sumamente tentador) sino que preferí leer los artículos paso a
paso e ir armando y probando cada plaqueta en forma individual.

Aprendí cantidad con aquellos TTL productores de calor con 5 volts de alimentación,
con los famosos reguladores LM309K encapsulados en TO3 y los displays con LEDs
excitados por los LM7447. Pero naturalmente millones de veces mejores que las
válvulas ya que eran pequeños y no había calefactores con cátodos recubiertos de
zirconio o tungsteno que agotaban su emisión de electrones al cabo de los años. La era
de estado sólido presentaba componentes prácticamente eternos. Pude por fin terminar el
instrumento al cual alojé en un gabinete de aluminio construido en la Planta
Transmisora, plegando sus chapas de 1 mm con dos ángulos de hierro, calando el frente
y haciendo las perforaciones con taladro de mano, ya que el aluminio es precioso para
trabajar: ¡el mejor metal...! Pintado a máquina de “Flit” quedó como si fuese comprado.
Anduvo bien, pues el testeado individual de cada módulo, daba facilidad y seguridad de
funcionamiento. Fue una gran herramienta para el taller.

95
Como su frecuencia de operación máxima era 50 MHz, luego armé un preescaler con
11C90, un integrado ECL de alta velocidad y de respetable consumo, pero que manejaba
señales de hasta 500 MHz dividiéndolas por 10. ¡Si hubiese tenido esa herramienta
básica antes para por lo menos saber bien en que frecuencia estaba parado con aquellos

1976 – Frec. Digital sin la tapa.

equipos de VHF para la 5ª. Unidad de UTE…! Al final mis lecturas sobre computación
se redujeron a eso: simplemente lecturas. Años más tarde compré una de aquellas
primeras computadoras Sinclair, cuyo banco de memorias eran casetes del tipo de
audio...

También veía como obligatorio implementar más transistores en mis equipos de


comunicaciones. Poco a poco comencé a reunir literatura al respecto, aunque ya estaba
incluyendo en los mismos OFVs con transistores o FETs y etapas de salida de audio con
CIs LM 380 que disminuían el calor y consumo de los equipos. Además ahora con el
generador “guerrero” BC221 y el frecuencímetro digital, podía ajustar los cristales de los
filtros de SSB del tipo “latticce” con bastante exactitud, pudiendo “barrer” a mano su
banda pasante y trazar en una hoja cuadriculada con dos vectores (frecuencia horizontal
y voltaje vertical) sus pendientes y ancho de banda, con el agregado de una punta
detectora de RF acoplada al voltímetro a válvula Heathkit. Claro que con un barredor
comercial y un osciloscopio era más fácil, pero eran instrumentos fuera de mi alcance.

Hablando de osciloscopio, un domingo de Marzo de 1976 encontré uno en venta


leyendo los Avisos Económicos del diario “El Día”. Era un Philips antiguo y estaba
barato, pero alguna cosa íbamos hacer con aquel vejestorio. Lo tuve dos o tres meses en
estudio y experimentación, pero realmente era muy básico… al menos para mí. Lo puse
en venta de nuevo en el diario y vino un muchacho del Paso Molino llamado Nelson
Nieves (que no era radioaficionado) y me lo compró. Nos hicimos amigos. Pasado unos
años fue técnico de Auvipro, una firma que representaba a Sony. Hasta hace poco aún
nos hablábamos por teléfono y nos vemos, ya que él anduvo reparando unas emisoras de
FM comerciales y estuvimos intercambiando información al respecto. Vive aún en
Carlos de la Vega y Ángel Salvo en pleno Paso Molino.

96
Mis primeros filtros de cristal eran fabricados con cristales argentinos de Ballari,
aquellos FT243 de enorme tamaño que mandaba a tallar allá. Luego me avivé y los traía
de USA comprándolos a la firma de Florida Jan Crystals, que salían más baratos y con
encapsulados HC18/U ó HC25, que eran mucho más pequeños, precisos y cerrados al
vacío. Aún no estaba de moda ni se conocía popularmente el filtro “ladder” de diseño y
ajuste más fácil. Seguíamos con el “lattice” de 4 unidades y bobina bifiliar central.
Seguro que no “sonaban” como los comerciales... pero cumplían su objetivo …

En el mes de mayo de ese 1976 nace nuestra hija Cinthia. Era muy tranquila, dormía
bastante, y de noche y madrugada solo se despertaba para tomar el pecho. Como seguía
en plena caza de países en 80 metros para el 5BDXCC, tuve la idea de aprovechar esas
despertadas de Cinthia (y mías) para tratar de curullar la banda. Así que agarré un cajón
de madera y lo puse al costado de la cama, me traje el viejo receptor Hammarlund
HQ129X (y haciendo un alargue del dipolo hasta el dormitorio) desde allí escuchaba con
los auriculares qué actividad y países estaban en ese momento, tanto en CW como en
fonía. Como estaba cerca de los 85 países confirmados, cada vez se hacía más difícil
encontrar nuevos. Pero con ese sistema pude oír varios DX que me faltaban...
simplemente me vestía bien abrigado, subía hasta el taller-shack, sacaba el alargue,
conectaba todo, prendía y trataba de comunicar. Con ese método pude aumentar la
cantidad de países… y juntando los que hacía los fines de semana, un poco antes de fin
de año ya había llegado a 113 trabajados... sólo faltaba esperar las tarjetas.

Para los 40 metros hice una antena que me dio muy buen resultado: una “sloper” (o
dipolo inclinado 45 grados) atando la pata “viva” del dipolo a la punta de la torre y el
extremo inferior hacia el suelo, tratando de inclinar el plano hacia el Norte que era la
zona de más actividad y países. Como la torre oficiaba como casi un reflector, el dipolo
tenía algo de ganancia… y alimentado con el kW andaba sensacional. El problema
mayor lo tuve en la parte baja de la banda, donde colegas uruguayos locales en AM se
ponían a pelotudear sus pavadas, ignorando y aún no creyendo que ahí debajo de su
charla había estaciones de Europa, USA, África y de casi todo el mundo... y que otro
uruguayo trataba de comunicarlos en el segmento internacional de la banda... Tuve que
usar dos métodos de disuasión para que esos muchachos se corrieran hacia otras partes
de la banda, ya que por locales que estaban no le entraban ni las balas...

La primera fue ubicar su domicilio y de ahí su teléfono... hacerles una llamadita y


explicarles como era la cosa... en caso que no tuvieran teléfono, agarraba algunas QSLs
de DX de 80 y 40 metros y me iba hasta sus domicilios, los encaraba personalmente
mostrándoles las tarjetas tratando de que entendieran que el tema era bien fácil: ellos
hablaban a cuatro cuadras, se oían como locales que eran: que se pusieran arriba de
alguna emisora china o rusa que había cantidad, y así yo podía operar sin interferencias y
ellos hablar tranquilo... Tuve suerte: los locos entendieron, se corrieron y grandes
amigos nos hicimos... pero al cabo de un tiempo venían otros a operar otra vez en el
sector de CW, y otra vez la historia se repetía... qué lucha... Pero aún así, juntar países en
40 era mucho menos sacrificado que en 80, y en poco tiempo ya había reunido los 100 y
pico confirmados. En las bandas altas 20 15 y 10 m. ya estaba completo y pasando
largamente los 100. El tema era seguir a muerte en los 80, no perdiendo más energías en
las demás bandas...

En el catálogo de semiconductores de Poly Packs veo un CI realmente fantástico: un


reloj digital integrado: solo se completaba con 6 transistores, 6 displays y algunos pocos

97
condensadores y resistencias... y a un precio muy económico: alrededor de 11 dólares.
Lo encargué y luego lo armé. Para ese entonces había abandonado la confección de
plaquetas con cármica y remaches de alambre de cobre, ya que eran inviables para el
montaje de pequeños componentes e imposible para circuitos integrados. Compraba en
Eneka los impresos vírgenes fenólicos Perstop de Brasil, y con carbónico, esmalte de

1976 – Medalla del JARL Radio Club Japonés. Anverso.

98
1976 – Medalla Concurso Asiático. Reverso.

uñas diluido en acetona y solución de percloruro de hierro fabricaba los impresos. Las
perforaciones las hacía con trocitos de alambre de acero cortado de resortes en desuso,
haciéndoles una punta lo más parecido a una de mecha...

Con el correr de muchos años adopté el uso de soldar directamente los componentes en
las pistas de cobre obviando los agujeros tan trabajosos y teniendo accesibilidad directa
al recambio, sin necesidad de desmontar las placas, darlas vuelta y adivinar los puntos de
soldadura... Pero con el reloj digital tuve que perforar. Al fin quedó listo, siendo su base
de tiempo los 50 ciclos de la red que daban una buena precisión. Así tuve un excelente

99
reloj que monté con su fuente incluida en una cajita de cartón de pilas Eveready, que
calé y adapté para el caso. Hoy, a 27 años de su armado aún sigue funcionando en la
casa de mi hijo Danielito... Antes de ese reloj, el abuelo Armando nos había regalado
uno analógico, con un motorcito de 50 ciclos y tres tambores de plástico numerados y
sincronizados, con las horas y los minutos. Pero el digital marcaba también los segundos
y era naturalmente más exacto. En aquel tiempo también encargué a Poly Packs, unos
trocitos de 15 cm. de fibra óptica muy similar a las tanzas de pesca, que al aplicarles una
luz por uno de sus extremos, aparecía la misma luz en los otros… aunque se anudara la
fibra! Esto echaba por tierra la teoría de que la luz siempre se propagaba en línea recta...

Por el mes de setiembre de ese 1976 nos avisan que varios trofeos habían llegado,
teniendo que retirarlos del edificio de la Aduana. ¡Cuál sería nuestra sorpresa, al
enterarnos que había que contratar a un Despachante de Aduana para obtener los
mismos...! ¡Aquello era de no creer..! Venían trofeos que prestigiaban al país y eran de
récords mundiales (no de cualquier cosa) ¡pero había que contratar y pagar un trámite de
despacho como si se tratase de una vulgar mercadería...! Realmente el mundo al revés.
Al fin Mario CX4CR, se movió en el asunto y dando vueltas por todo el edificio de la
Aduana, hablando con medio mundo y perdiendo una semana en papeleos para sacar
aquellos platos de peltre y un par de copas cromadas de USA. Una anécdota para
siempre recordar.

Ese fin de año no salí en ningún concurso, solo me dediqué por entero a los 80 metros
tratando de aumentar la cifra, ya que muchos QSOs importantes de países nuevos no
confirmaban. Era una pena. Gastaba muchos pesos en correo, además de incluir un
billete de 1 dólar (green stamp) o Cupones de Respuesta Internacional (IRCs) dentro los
sobres, a fin de no poner en gastos a los corresponsales. Pero ni aún así tenía suerte..!
Por eso había que superar la cifra de 100 países a 110 ó 120… ¡para compensar aquellos
que nunca confirmarían! Ya tenía 96 hechos pero apenas 80 confirmados. Había que
esperar al bureau del RCU que tardaba bastante, y al cartero… y seguir comunicando.
El trabajo se hacía cada vez más difícil. En el verano la banda se ponía muy ruidosa y la
recepción complicada. ¡Había que seguir dándole!

Entramos así en 1977, un año con cantidad de variadas e importantísimas actividades.


Desde Buenos Aires llegaban noticias de Telecort, el comercio de mis suegros sito en
México 1799 esq. Entre Ríos de la gran cantidad de antenas de televisión que se estaban
vendiendo, además de la instalación de antenas colectivas en los edificios que daba muy
buenas ganancias. Charlamos con mi suegro Armando ante la posibilidad de importar el
material e instalarlas aquí. Realmente yo pensaba en una gran instalación y miraba con
buenas posibilidades el Parque Posadas, en el cual tenía a mi amigo Pablo Scoffone
CX8ATdueño del local Basco TV, quien se dedicaba a la venta de videos y accesorios
de consumo electrónicos y reparaciones de TV. Le propuse que averiguara un poco a ver
que ambiente habría para la instalación de antenas colectivas allí. El Parque tenía 2500
apartamentos, con una población aproximada a las 10.000 personas. Era una buena idea.

Además el año venidero era el Mundial de Fútbol Argentina 1978, y colocando una
buena antena con booster encima de los edificios de casi 20 pisos, también se podrían
ver algunos canales de Buenos Aires, lo que tentaría más a los futuros usuarios. Todo
engranaba muy bien. Tiempo después viajé a Bs. Aires donde me invitaron a la fábrica
Ampo. Allí se armaban no solo antenas para TV de todo tipo, sino transmisores de
televisión, antenas, transmisoras para TV, consolas, amplificadores, radioenlaces, en fin,

100
una gama amplísima de accesorios. Telecort compraba mucha mercadería allí y había
una relación muy estrecha entre Armando y el Sr. Manuel Bernal gerente de la empresa.
Entonces me llevaron hasta la localidad de Monte Grande en la Prov. de Buenos Aires,
donde verdaderamente la planta de Ampo me deslumbró: era impresionante su tamaño y
la cantidad de empleados y accesorios que fabricaban. Allí con Bernal charlamos el tema
de las colectivas para Uruguay, y quedamos en que él apenas pudiese viajaría hasta aquí
para iniciar las cosas, conocer el Parque Posadas y tomar todos los datos necesarios para
ver qué y cuanto material se necesitaba y su costo.

Un día nos avisan que él vendría, junto con Armando y mi cuñado Carlos. Les
mostramos el lugar, las posibilidades, las medidas, etc. Aprovechamos su estadía para
llevarlos en auto hasta Durazno, donde tenía una entrevista con un tal Stajano Wilson,
que a la postre era el dueño de CW25 Radio Durazno. El tema era que se veía muy mal
TV en la ciudad, ya que se encuentra en un nivel de cota muy bajo, y él quería algún
sistema que le proporcionara Ampo para solucionar el asunto. Pasamos todos un
hermoso día allí, donde Stajano nos invitó a almorzar e hizo conocer a Bernal la ciudad.
Regresamos a la noche en el viejo y querido Peugeot 403 modelo ‟57. Luego vino el
largo trajín de los trámites de importación, una vez que tuvimos una lista concreta del
material a instalar. La gran sorpresa fueron los recargos que llevaban los insumos: ¡un
200%! El importe de las facturas proformas ascendieron a 1450 dólares: multiplicalo por
tres, y eso es lo que había que pagar! No importa, las perspectivas eran buenas podía
generarse una serie interesante de negocios más adelante.

Entretanto el padre Raúl Dutra, a quien había armado aquel transmisor con el filtro
Kokusai, recomienda mis servicios al Ing. Agr. Enrique Frontini, uno de los principales
de la firma de almacenes por mayor Frontoy S.A. Él necesitaba comunicar con su campo
en Durazno desde la empresa ubicada en L. Batlle Berres 4242 casi C. María Ramírez,
en la zona de La Teja-Belvedere. Prometí armarle dos transceptores, uno para allí de 220
v. y otro para la estancia para operar con batería de 12 v. En aquellos tiempos estaba
vigente el Decreto 24040 por el cual se asignaban los 50 KHz finales de las bandas de 40
y 80 metros para comunicados de carácter general (banda agraria): se les otorgaba
licencia de radioaficionado pero podían hablar de temas rurales, siempre y cuando las
estaciones del campo estuviesen alejadas un mínimo de 40 km. de cualquier central o
teléfono de Antel.

Así fue como inicié el armado de mis primeros transceptores de HF para uso comercial.
Me gustaba porque se cobraban mucho más que los normales MCX100, y la gran
ventaja era que sus frecuencias eran fijas a cristal, con el cual obviábamos el arduo tema
del corrimiento de los OFVs. Con un par de cristales podíamos generar dos canales
separados aprox. 5 KHz en cada banda, como para sortear cualquier interferencia.
Además en el recorte del panel del dial, etc. iría el parlante tras un panelcito de metal
perforado. Todo estaba “fríamente calculado”, excepto que faltaba experimentar con
algún convertidor de estado sólido para transformar los 12 volts de la batería en los 500
ó 600 voltios de las placas de los tubos 6DQ6, y sus 250 volts para sus pantallas y el
resto del valvulerío. Los osciladores y la salida de audio era lo único de estado sólido.
No había tiempo para hacer otra cosa más moderna... ¡necesitaban con urgencia los
aparatos! Había que empezar ya con los 2 equipos, las antenas y el convertidor.

Justamente en ese mismo mes de mayo de 1977 había completado los 100 países
confirmados en la tan ardua banda de los 80 metros... ya tenía todas las tarjetas para el

101
5BDXCC..! Hice unas planillas a mano con la lista de los 500 países, y las envié junto
con las 500 tarjetas en un paquete bien prolijo vía aérea certificada a la ARRL en
Newington CONN, USA. Ya había logrado mi objetivo, una meta muy importante
alcanzada. Además iba a ser el primero para Uruguay. ¡Cuán lejanos habían quedado
aquellos años de frustraciones y de total atraso técnico e ignorancia de las principales
leyes de la radioafición...! Ahora entraba en una nueva etapa.

CAPÍTULO 7
HAGO UNA PAUSA EN EL HOBBY Y
ENTRO EN LA ÉPOCA COMERCIAL

Mientras estaba en pleno armado de los MCX101A (como había bautizado a estos
primeros equipos comerciales) me llega en julio de 1977 el paquete de regreso de la
ARRL, con las 500 tarjetas y la placa azulejada en fondo de cuero de mi 5BDXCC No.
561... ¡Una inmensa alegría fue recibirlo tras tantos años, días y horas de múltiple
operación… y también de momentos felices (y tristes cuando no podía comunicar con
alguna estación nueva). Pero todo se inscribe en las leyes de la vida. Ahora necesitaba
un mástil para la antena de Frontoy y armar tres dipolos dobles para la “Banda Agraria”:
dos para ellos y uno para mi. Necesitaba 180 metros de alambre de cobre. Como Mario
CX6CG instalaba sus dipolos confeccionados con alambre galvanizado común (el No.
14) hice lo mismo, pero comprando un rollo de 25 kilos en la firma Evolución sita en
Burgues casi Br. Artigas, cuyo costo era muy inferior a los de las ferreterías.

Así que, con un poco de nostalgia pero también de alegría, subí a la torre, desmonté el
famoso dipolo para 80 metros, saqué el palo de pino brasil pintado de blanco, subí luego
a los apartamentos de Cutcsa y desaté la pata del dipolo a 30 m. del suelo, y en la azotea
de Adancito desaté la otra pata baja del dipolo. Limpié la torre de alambres y ataduras
varias en una hermosa tarde de sol. Empecé a desarmar el rollo de 25 kilos y medir
varios pedazos para los 3 dipolos dobles. Usaba aisladores de porcelana del tipo

102
1977 – 5BDXCC.

“huevo”, pero a veces me vendían unos de loza muy malos parecidos a los platos de
cocina “Olmos”: feos y pesados... Si serían malos que absorbían humedad… ¡y los días
o las mañanas con rocío se sentían los arcos de RF dentro de ellos..! Los centros del
dipolo eran también hechos con un par de esos huevos. La ventaja de estas antenas
“mariposa” de alambre galvanizado, era que la misma servía también de riendas para el
mástil central... un nuevo ahorro, porque lo lindo es ahorrar hasta el límite justo, donde
la seguridad y el rendimiento comenzaban a sentirse... Y ahora con el tema de las
antenas colectivas, la torre en cualquier momento podría ser desarmada para integrar los
sistemas de CATV (antenas comunitarias para televisión). Como que se cerraban etapas
y se abrían otras distintas con nuevos desafíos, opciones y ganancias que aparecían como
oportunidades que la vida o el destino te otorgaba: todo junto no se podía hacer: había
que dejar algo para el costado (el hobby) para más adelante, postergarlo y darle a lo que
aparecía.

Ya en esos lejanos años empezaba a soñar con experimentar y comunicar vía rebote
lunar, la mayor disciplina en radiocomunicaciones. Pero había otras urgencias y otras

103
metas en el momento. En setiembre de 1977 instalé los MCX101A para Frontoy. El palo
de pino brasil fue repintado con Incalux blanco y colocado en los techos de los galpones
del Depósito del Almacén por Mayor. Metiéndome como una rata bajo los Dolmenit,
lleno de tierra, entre las bolsas, los paquetes y las cajas, llegué con el coaxil hasta una de
las oficinas inferiores donde iría la radio. Usaba fichas RCA para la antena al estilo de
Collins. Los coaxiles que se podían conseguir en plaza eran de industria nacional
(LEMU) que no tenían norma alguna: no eran ni RG58 ni RG59 ni nada: un blindado
con un forro plástico negro que a veces era casi grueso como un RG8, pero adentro los
conductores eran finos como pelos. Una vez me clavé con un rollo de 200 metros: la
malla estaba pegada al forro exterior, o mejor dicho, ¡estaba enterrada dentro del forro!
Pelarlo y rescatar algo de malla para soldar al conector, era todo un arte. Capaz que
tenías suerte y lo lograbas en el 2º ó 3er. intento... Otros coaxiles tenían el dieléctrico
que “flotaba” dentro de la malla y otros tenían un alambre central que se quebraba por
nada... te encontrabas de todo... pero pasable… ¡nada! A veces era mejor poner cable de
micrófono que coaxil.

Lamentablemente no se podía usar par retorcido, pues ni comercialmente ni


estéticamente, ni en instalaciones en la ciudad eran técnicamente recomendables. Tal vez
en el campo, pero como se cobraba muy bien todo valía la pena usar coaxil... o algo
parecido... Luego vino la construcción del convertidor: de una CQ saqué un circuito que
constaba de un transformador basado en un ferrite de fly-back de TV, todo casero, con
un par de transistores 3055 trabajando en 1700 Hz. Armé la “galleta” con tapas de
cármica, papel presphan de transformador y “cemento casero”, que era una solución de
trozos de lucite o acrílico con toluol, un solvente de esos plásticos. Todo anduvo bien…
excepto que el toluol sulfataba el cobre de los terminales de los alambres del bobinado y
hacían arcos que quemaban el papel... Hube de usar barniz de transformadores. Enlaté en
transformador en una caja hecha con trozos de latas de aceite de auto cortadas a medida
y soldadas con estaño. Por último las rellenaba con alquitrán hirviendo para evitar la
humedad y los chiflidos que producía. El alquitrán o brea la compraba en la ferretería
Mangino en Millán casi Larrañaga.

Ya tenía pronto el sistema de radio del campo. Enrique me llevó en su camioneta nueva
Fiat color naranja hacia el departamento de Durazno, localidad de Polanco del Yí.
Apenas pasado el mediodía tenía el dipolo montado y la bajada dentro el rancho. Faltaba
soldarle el RCA. Había comprado un soldador de hojalatero, de esos que son como un
martillito de cobre biselado que se calientan a la llama (en este caso en la cocina
económica). Almorzamos cordero al horno con arroz y agua de bebida, bien a lo gaucho.
Luego trajimos la batería de la Fiat, conectamos las pinzas y prendí el equipo. No se
escuchaba ni siquiera el típico soplidito de banda... ¡nada de nada! Me puse nervioso,
pensé que algo se había roto en el viaje. El transmisor funcionaba, al menos la aguja del
Vumetro que usaba como indicador de corriente de cátodos de las 6DQ6 se movía bien.
Luego de varios llamados a la base en el Depósito de Montevideo, aparece clara la voz
de uno de los empleados... ¡ahh... que suerte... todo funcionó...! Luego aprendí que en el
campo hay ruido cero, una recepción excelente libre de las interferencias múltiples de
los equipos eléctricos de las ciudades.

Antes de la noche, Enrique me llevó hacia la terminal de Onda, teniendo en mis bolsillos
los primeros dos mil dólares fruto de mis también primeros equipos de banda agraria...
¡Lindo...! A esa estancia fui otras veces, una de ellas con el mecánico de camiones
Mario de los Ríos. Él iba a revisar los tractores y otras maquinarias. Una noche nos

104
quedamos a cazar liebres con rifles .22, siendo la primera y última vez que cazé: ¡me
desagradó matar animales! Ese contacto con los Frontini me sirvió mucho, ya que
además de Enrique conocí a su padre Adolfo que se hizo muy amigo nuestro (hoy
fallecido) y también a sus otros dos hermanos: Adolfo Carlos el arquitecto y María
Isabel, lo mismo que con su socio Juan C. Amestoy, todos los cuales me dieron trabajos
tanto en los locales de su empresa como en sus domicilios y/o establecimientos rurales.
También me vincularon con otras empresas como lo fue Gasparri Hnos., los productores
de papas de la calle Agraciada y Sta. Fe, en cuya cuadra de atrás Gral. Palleja estaba la
antigua y hoy desaparecida compañía química Quimur. Allí pegado a la misma vivía
Isabel, un familiar de mi madrina Amalia donde me llevaban de niño donde un portero
de la Quimur me regalaba gatitos... Además ese local fue luego ocupado por la Granja
Avícola Moro, donde estuve luego vinculado muchos años. O sea que a esa zona la
visité luego muy asiduamente, teniendo mucho que ver con mi vida.

Los Gasparri ya tenían equipos de banda agraria construidos por Melide... ¡lo que es el
destino...! tenían varios: allí en las oficinas, en Tacuarembó, en Salto y en Paysandú.
Eran equipos híbridos, copiados sus circuitos de una revista QST que cayó en mis manos
mucho tiempo después, compuestos por transistores de germanio y driver con tubo
12BY7 y la salida de RF con un par de 6DQ6, el juego de tubos típicos que se usaban
para los transceptores. Pero era bueno ver la parte de estado sólido, ya que significaba un
ahorro de consumo y espacio considerable. Usaban como filtro de SSB unos hermosos
Collins mecánicos de 455 KHz con sus cristales de carrier originales. Eran circuitos de
doble conversión. Yo prefería los diseños de simple conversión para simplificar y evitar
etapas y osciladores y mezcladores extra, que ocasionaban más espúreas y problemas.
Por lo mismo, el diseño de esos equipos no me gustaba mucho por más que los hiciera el
genio de Melide. Ya urdiría más adelante un proyecto con transistores que satisfaciera
mis planes. No obstante tuve que reparar esos engendros, empezando por investigar la
filosofía del circuito (que no tenía) haciendo planos y esquemas con las ubicaciones y
mediciones de los diferentes componentes. Los equipos de la campaña venían en cajas
muy polvorientas, y las radios con telarañas e insectos muertos y vivos de todas clases.
Los convertidores de 12 volts para las tensiones elevadas de los tubos, eran importados
de USA y venían aparte en unas cajas con grandes disipadores.

La primera operación era la limpieza afuera y en el césped del fondo, con pinceles de
varios tamaños y tipos de cerda, dura y blanda… para así poder “ver” los elementos
tapados de tierra. Allí en Gasparri conocí a los hijos del viejo: el Coqui, a quien veía
muy a menudo (ya fallecido) y Juan Carlos el que me pagaba, hoy uno de los Directores
del BPS. Pero con el que más trataba era con el Ing. Agr. Colombo y quien operaba las
radios. Él vivía en Villa Manuela, una vieja casona en Millán casi Lucas Obes.Tuvimos
una buena amistad con él y su familia. Así es que tenía varios trabajos en la manga.
Además de ir el par de veces por semana a la Planta Transmisora (cumpliendo con los
dos turnos semanales de 24 hs. cada uno) tenía el tema de las Antenas Colectivas, el
armado de MCXs, los services varios y la búsqueda de circuitos para mis futuros y
modernizados equipos.

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1977 – MCX 102.

Y como si fuera poco lo que tenía, aparecen dos clientes nuevos pidiendo MCXs: INER
(Industrias Nacionales Extractivas Regionales) que explotaban y procesaban piedra de
yeso en la zona de Tres Bocas, Dpto. de Paysandú; y un Sr. Gutiérrez dueño de la fábrica
Plastiducto que construían caños y otros accesorios plásticos. A este último le vendí los
últimos MCX101A con un solo canal en 80 metros y ambos para 220 volts. Iban a ser
instalados: uno en Malvín en su casa particular y el otro en su chacra en las
inmediaciones de Sauce donde no había teléfono. Recuerdo que era muy simpático
Gutiérrez padre y a la vez muy enfermo, pues llevaba siempre un maletín lleno de
medicamentos en la valija de su coche (el día que me llevó a la chacra). La cuestión fue
que los equipos quedaron funcionando y cobrando el par de miles de dólares
correspondiente.

Ahora sí que en pleno 1977 no tenía más chasis ni casi partes para armar equipos, por lo
que traté por todos los medios empezar a buscar circuitos para diseñar algo urgente a
transistores. Fue así que con una mezcolanza de varios esquemas sacados de varios lados
y conexionados en varias plaquetas, diseño el MCX102, un híbrido muy compacto con
fuentes de 220 ó 12 volts incluida, con driver y salida valvular. El tema de los
transistores de potencia para etapas de RF estaba muy verde aún, por lo costoso y difícil
de conseguir el material. Armado uno de ellos en un prototipo experimental, parecia que
la cosa iba a funcionar. Mandé fabricar 6 chassis a Demarco con su tapa inferior, una
escuadra interior para alojar las 6DQ6 y una tapa cubre costados y parte superior con
ranuras de ventilación para los tubos (que la llevaba a pintar de negro al horno). Todo lo
demás era cadmiado o galvanizado en las Usinas Cromo Níquel de Capurro. Justamente
para el sistema de INER necesitaba de equipos más o menos modernos, pues no iban a

106
operar en banda agraria, sino en frecuencias comerciales compartidas que otorgaba Antel
bajo ciertas especificaciones muy estrictas. Mi filtro casero no se iba a adaptar, por lo
que pedí al gerente de Iner con quien trataba el tema de las radios, que pidiera por
intermedio de su empresa a la firma alemana KVG (Krystall Veraveitung
Neckarbishofleim, GMBH) un par de filtros de 9 MHz con sus respectivos cristales de
carrier. Mientras, estábamos gestionando todos los complicados trámites ante Antel.

A ese cliente lo conocí a través de un radioaficionado muy especial: Carmelo Adipe


CX8CA que integraba una red de “la amistad” en 21 MHz. Un tipo querido y odiado a la
vez por su personalidad particular y porque en esa red decían que se intercambiaban
“favores” y se hacían muchos “phone patchs”, un sistema para conectar el transmisor al
teléfono y que terceras personas hablaran así por radio, acción que a nadie gustaba y de
hecho no estaba permitida... La cosa que Carmelo me compró mi famoso lineal con las
4/250A, ya que quería “pisar fuerte” en la red. Allá se apareció una tarde con su cachila
Ford negra reconstruida a nuevo (él era chapista) y con una antena móvil de mástil
rebatible Hustler nuevita y brillante adosada a su vehículo.

Yo andaba para juntar $$$ aprovechando la volada del destino… ¡que me metía cada vez
más dentro de nuevos e intrigantes negocios...! Ese fin de año era la primera vez que no
participaba en ningún concurso mundial: de hecho ya no tenía más antena ni
amplificador: solo me quedaba la parejita de transmisor-receptor… ¡que en cualquier
momento marchaba a la venta también!

Así terminó ese tan variado 1977 lleno de cosas nuevas... Otro colega que conocí por ese
entonces fue José Echeverry, que era junto con su padre los dueños de Droguería
Uruguay y la farmacia Mástil en el Paso Molino. Le armé un manipulador
transistorizado con las paletas horizontales en lugar de verticales, como una experiencia
novedosa. El vivía en Pocitos y le ayudé a colocar algunas antenas allí, y como era
amante del CW probó el manipulador. No recuerdo qué pasó, si quedó conforme o no,
con la posición de las paletas de acrílico así... También una tarde me visitó Gustavo
Meikle, otro CX propietario de un Collins KWM1 (el modelo anterior al KWM2 que
tenía Horacio) pero solo para las bandas de 20 15 y 10. Un par de veces le hice
reparaciones… ¡y siempre aprendiendo! Lo mismo pasó con Hugo Santos, un colega que
venía de Tala con un equipo Galaxy GT550 al que también atendía. Charlaba mucho con
él en el fondo de casa. Tenía una estación de Servicio Shell en ese pueblo y le gustaba
mucho el DX, pero no hacía concursos.

Apenas empezado enero de 1978, aparece un flaco en un Mercedes Benz: era ni más ni
menos que uno de los famosos arroceros Ferrés, enterándose por no sé quien que armaba
equipos de banda agraria. Quería unos chiquitos de poca potencia y totalmente a
transistores, para que unas cosechadoras de arroz de sus inmensos campos, pudieran
comunicar con bases ya instaladas en los cascos o talleres de la arrocera. Ahora sí que
iba a implementar el equipo a transistores que estaba ya funcionando, por lo menos,
hasta la grilla de la válvula 12BY7 en transmisión, ya que la recepción con dos FETs
uno amplificador de RF y otro mezclador y una FI con filtro casero de 5.5 MHz, y un
detector de producto (que cumplía las funciones de modulador balanceado en
transmisión) andaba de maravillas... Ya tenía la idea de desarmar los fracasados VHFs
de la Central Térmica de UTE, y montar en esos chasis los equipos completos de 4 ó 5
vatios para Ferrés. Por suerte Jorge Camboni me dio una mano en la etapa TX de
potencia de RF, pues él había experimentado en 40 metros con equipos QRP de poca

107
potencia usando hasta transistores de audio... como el BD135 al cual le sacaba un par de
watts... En dos tardes que estuvo Jorge, sacamos a flote la etapa de potencia de los 2
equipos de Ferrés, ya que yo había armado todo el resto. Así había nacido un nuevo
equipo de la "línea": el MCX105.

Una mañana a eso de las 7.00 me pongo a escuchar el canal de Ferrés en 40 metros con
uno de los MCX105, y no solamente lo escuché perfecto… sino que pude hacerme oír
con los 4 watts de salida. Luego probé el otro y también anduvo igual. Ahí por radio
mismo fijamos el día que los vendría a retirar. Como quien dice, el destino, la suerte o la
casualidad, me iban llevando a acercarme cada vez más al equipo casero totalmente
transistorizado de 100 watts de salida, igual que los de tubos... Solo era cuestión de que
se dieran algunas condiciones. Mientras, adelantaba los MCX102 de INER, a la espera
de la llegada de los filtros KVG.

En el mes de febrero de 1978 nos fuimos a Punta del Este en la “chatita” de Pablo
Scoffone, una camioneta argentina Rastrojero diesel con motor Indenor que andaba muy
bien y era económica. Fuimos con María, los chiquilines y una amiga de Pablo. La
finalidad era probar una antena Ampo LOG54 de 5 metros de largo con un booster
profesional Ampo DA950 en un edificio de un amigo de Pablo, para estudiar la
posibilidad de que los turistas argentinos vieran en directo los canales 7 9 11 y 13 desde
la Punta. Si eso funcionaba, las perspectivas de negocio eran tremendas. La antena y el
amplificador los había traído Carlitos Cortiñas mi cuñado en uno de sus viajes, mientras
esperábamos la importación de todos los elementos para el Parque Posadas. Una vez
instalada con el booster incluido, se veían con un poco de lluvia dichos canales. Era algo
temprano en la tarde, así que íbamos a almorzar y dar una vuelta por ahí, para esperar
que las condiciones de propagación mejoraran más hacia la nochecita. Al volver del
paseo, subo al tanque de agua y huelo un fuerte olor a transformador quemado... ¡era el
del booster DA950...! ¡qué mala pata! Cuando pongo la antena directa (sin booster) a esa
hora se veía con lluvia, muy parecida la señal a cuando estuvo el DA950 instalado. Ya
eran como las 18 hs., así que desmontamos todo y nos vinimos de regreso, bastante
frustrados por lo que había pasado, pero contentos del día de paseo.

Aquí con tranquilidad estuve estudiando y copiando el circuito y todos los datos posibles
del booster, para ver su funcionamiento, sus consumos, etc. Tenía varios 2N3866 (un
transistor de potencia de 1 watt de UHF) dispuestos en amplificadores clase A… pero
excesivamente polarizados, lo que producía sobrecalentamiento de los mismos y mayor
consumo. ¿Por eso se habría quemado el transformador? No lo sabía con certeza, pero
escribí una carta a Bernal en Ampo Argentina sobre lo que había pasado (y mis
mediciones en el DA950) para que pusieran las barbas en remojo... No me parecía tan
bueno ahora el nivel técnico de los ingenieros de Ampo: a pesar que me habían dicho
que ese DA950 había sido probado a fondo (ya que era importantísima la prueba) había
fracasado. No quedó nada conforme el amigo de Pablo en Punta, que a la postre era el
que nos iba a vincular a la gente de allá. No volvimos a repetir la experiencia (por lo
menos en lo que a mí respecta) ya que no podía abarcar tantas cosas a la vez.

Apenas salí de ese fracaso me llama por teléfono Juan José Amestoy el otro socio de los
Frontoy, pues necesitaba un equipo para su estancia en Río Negro. Tuve que terminar de
armar un MCX a batería, conseguirle los mismos canales que los anteriores MCX de
Frontoy y prepararle los dipolos... Ya tenía trabajo para hacer.

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Los dipolos para campaña los hacía siempre con alambre galvanizado No.14 en lugar de
cobre. En el campo duraban "décadas", no se oxidaban como los instalados aquí en la
ciudad, donde había que usar cobre sí o sí para evitar futuros problemas. Ya tenía
marcados con líneas de pintura blanca, los 10 y los 20 metros con rayas en cada medio
metro para medir cualquier dipolo en forma rápida y cómoda, desde la pared del fondo
hasta casi debajo el parral por el caminito de hormigón. Luego Amestoy me llevó en su
Mercedes 300D hasta el campo donde instalé todo, quedando el tercer equipo de su red
en funciones. Gran coche y un viaje muy tranquilo. Muy buen almuerzo y hermoso
lugar. Pasé muy bien.

Luego aparecieron los directivos de Bracafé: los hermanos Fernández, Floreal y Hugo.
Tenían campos en Río Negro y necesitaban comunicación para estar al tanto de las
novedades del mismo, como todos los demás clientes con estancias. De esa manera
ahorraban combustible y tiempo para ir personalmente a los establecimientos,
manejando casi todo desde la casa y viajando en casos de necesidad. Primero hubieron
de decidirse entre ellos para ver en qué casa iría la base: ganó Floreal que tenía una
hermosísima residencia en la calle Rivera, un par de cuadras antes del arroyo Malvín.
Tenía un gran parque con una soberbia piscina, la cual comandaba desde una caseta de
control donde estaban las bombas de desagote, los elementos de tratado del agua, las
herramientas y accesorios de la misma, en fin, como una pequeña usina. Floreal era muy
prolijo así como toda su casa, por lo que había que tener especial cuidado en la estética
de la instalación, que a veces no va aparejado con la ubicación y rendimiento de la
antena, como en este caso: todo tenía que verse bien prolijo. Con la mirada de él puesta
hasta en el más mínimo detalle, la instalación agota y cansa más de lo normal... pero
bueno… ¡hay que adaptarse a todo! Al fin quedó de su agrado y el MCX nuevito y
prolijito no desentonaba con el escritorio donde lo ubicamos. Luego me mostró algunos
detalles de la casa que eran realmente impresionantes. Pero lo que más me impactó era
un molinillo para moler café a manivela de la época de la colonia, que él lo usaba para
prepararse su café...

Para viajar a instalar el equipo de afuera, entró en escena su hermano Hugo, que no era
solamente piloto, sino que tenía una hermosa avioneta Cessna en el aeródromo de
Melilla. Allá fuimos en su Mercedes (¡todos tenían coches buenos!)… sacó la avioneta
de un hangar, nos subimos y la arrancó... pidió pista a la torre de control y allá
levantamos vuelo. Fué una experiencia magnífica y la primera vez que subía a una
avioneta! Iba en el asiento junto a él, observando toda la operativa con los mandos de la
nave. El panorama de todo el campo uruguayo era excelente. En poco más de una hora
llegamos a destino. No había pista de aterrizaje allí, solamente era el propio campo en
una parte relativamente lisa. Instalé el equipo y lo probamos funcionando todo bien por
suerte. No recuerdo si almorzamos allí, pero sé que a las 5 de la tarde estábamos de
vuelta en Melilla.

Un día me llamó un muchacho por teléfono, diciéndome que en la casa Saeta de la Av.
Rondeau, había en su vidriera un equipo MCX100 para la venta. Allí le dieron mi
teléfono para averiguar detalles del mismo. Pasó que después ese equipo no tenía buena
procedencia. Pero quedamos en conocernos y visitarnos algún día, por lo que
intercambiamos domicilios. Se trataba de William Spinelli CX2AAX, que andaba
buscando algún equipo de radio. Un día me visitó y charlamos mucho, naciendo una
buena amistad. Él era empleado del Banco de la República y además reparaba
televisores, teniendo muy buena clientela y ganando bien. Luego le devolvimos la visita

109
yendo a su hermosa casa de la calle Verdi y Comercio, donde conocimos a su esposa
Ana María y a su hijo Guillermito de edad similar a Danielito. Hablaré de él más
adelante en varias oportunidades, ya que fue una persona importante en mi vida además
de ser uno de mis mejores amigos hasta el día de hoy.

Una tarde de febrero de ese 1978 apareció un personaje muy especial: un muchacho algo
menor que yo en una Peogeot 504 diesel nuevita, aunque llena de barro de algún campo:
era Pablo Urrestarazú amigo y vecino de Aníbal Saravia del departamento de Treinta y
Tres. Tenía una pinta de gaucho bárbaro, medio desarreglado y una manera de hablar
tipo tanguero. Era su suegra la heredera de un campo. Enseguida me entero que Pablo
era hijo de mi profesor de química de 4º año de Liceo, el Ing. Químico Pablo
Urrestarazú... lo que son las casualidades y el país chico: toda una gran familia. Primero
instalamos la base en la calle Cnel. Alegre en Pocitos, que era la casa de mi profesor.
Luego Pablo me llevó en su Peugeot hasta Santa Clara de Olimar, a un campo lindero
con Aníbal. Un viejo casco de estancia me estaba esperando para ser vestido con una
“mariposa” o dipolo doble de alambre galvanizado para 80 y 40 metros. El MCX102 que
llevaba era para 12 volts. Allí las líneas de UTE quedaban a varias decenas de km... El
campo era hermoso, suavemente ondulado, en pleno mayo… una hermosa estación
otoñal.

Almorzamos unos chorizos de rueda exquisitos comprados en Santa Clara y hechos en


una estufa a leña que había en el comedor de casco, acompañados por galletas duras de
campaña y agua Salus. El dipolo quedó instalado y el equipo funcionando. A eso de las
16 hs. comunicamos muy bien en 40 con el padre de Pablo, mi profesor... Esa noche no
íbamos a regresar, así que salimos a caminar en ese paraíso luego de que todo quedó
terminado. Tomando unos mates amargos con el Pablo, charlamos de muchas cosas. Él
era un tipo auténtico, sin reveses ni cosas raras y extremadamente violento con las
injusticias (al contarme muchas de sus anécdotas) donde los que lo jodieron quedaron
muy malparados y sin ganas de volver a repetir sus “hazañas”. Regresamos luego casi
con la fabulosa vista del sol ocultándose en aquel horizonte claro y límpido, con el fondo
de los montes y la mansedumbre y tranquilidad del campo. Fue un día esplendoroso para
mí. Cenamos unas sopas de puchero, y al sobre... Es una felicidad dormir en las
estancias: no hay ruidos, el aire es puro, las habitaciones son cálidas con sus pisos de
madera de pino tea y de gran amplitud.

A la mañana siguiente él tenía interés en que le revisara unos equipos de banda


ciudadana que tenía entre dos puestos, en el medio del campo. El tema era que no se
podía ir en la camioneta por lo irregular del terreno y porque había que llevar para allí
unas tarrinas azules con agua. Según me dijo la distancia era corta, así que el viaje iba a
ser en tractor y rastra: yo iría en la rastra con las tarrinas... ayy mi dios... lo que sufrí en
ese “vehículo sin ruedas”… El “paseo” me parecía interminable, y a pesar de mis gritos
para que aminorara la marcha, Pablo seguía ufano en el volante del tractor… se creía que
yo iba muy feliz allá atrás... Luego de reparado los conectores de antena y limpiado los
bornes de las baterías (como en otros casos) quedó todo en funciones.

Para ese tiempo me había fabricado un soldador para uso con batería de 12 volts, que
consistía en un viejo soldador argentino de 220v. con mango de madera, tubo
portaresistencia de hierro y punta de cobre. Como no pude conseguir la resistencia
original y estaba para tirar, lo usé para armar este otro. Envolviendo la punta con varias
hojitas de mica fina, le arrollé encima un alambre de nicrome de viejas resistencias de

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calefón de baño. Tuve que buscar un número de vueltas adecuado que se pusieran algo al
rojo al aplicarle los 12 volts, y un interruptor tipo pulsador hecho con dos chapitas de
cobre elástico, daban tensión a la resistencia hasta que la temperatura de la punta de
cobre disolviera el estaño y luego soltar el pulsador... tipo instantáneo. Su consumo era
cerca de 4 amps. Así que el soldador quedó con una potencia de aprox. 50 watts,
excelente para todo tipo de trabajo. Ya había quedado obsoleto el viejo soldador de
hojalatero...

Cuando regresamos al casco estaba molido del viaje: … Pablo casi me mata... Pero ya
nos preparábamos para el regreso, dejando las instrucciones para el manejo de la radio y
los horarios de los contactos. El profesor Urrestarazú era copropietario de la firma Syar,
sita en J.H. y Obes casi Paysandú dedicada a la venta de accesorios de control para la
industria y materiales tales como barras, hojas, y chapas de nylon y teflón, micas,
termómetros, termostatos, higrómetros, etc.

Luego de algunos años mudamos la base de Cnel. Alegre para el apartamento que
compraron Pablo y Sra. al costado de la Plaza Gomensoro en pleno Pocitos. Gran trabajo
fue la tirada del coaxil desde la azotea hasta el primer piso… y luego la instalación
interior. Hoy son ambos fallecidos: primero fue Pablo hijo víctima de un cáncer y hace
poco me entero de la desaparición física de mi profesor... ya nos encontraremos algún
día para revivir tantos momentos emocionantes que vivimos.. Chau, Pablos!

También para esas fechas de 1978 conocí a Lothar Katz, un radioaficionado que vivía en
Pocitos: Martí y Rambla y a quien le había reparado su línea separada de equipos Trío-
Kenwood (aún no se había formado la Kenwood, todavía dependía de la Trío). Quería
que le montara una torre de 5 metros, una direccional de 4 elementos Cushcraft y un
rotor Prop-Pitch encima del tanque de agua del edificio. Con mis amigos Mario
Rebufello CX4CR y Ricardo Susena CX2CS y con la promesa de un fenomenal asado
que nos iba a invitar Lothar, subimos todo lo antes descripto (menos el rotor) con una
larga cuerda por el costado del edificio, cinchando como burros. Había ideado un
sistema de “polea” para esos casos que no era más que un protector de la cuerda sobre el
“filo” del pretil: un ángulo de madera de una pulgada de espesor con una canaleta
transversal al medio repleta de grasa vacuna, por el cual pasaba la cuerda. Ese truco lo
usé muchos años en mis trabajos en las azoteas de los edificios cuando tenía que subir
antenas, alambres, rotores, torres… y queriendo preservar la salud de la cuerda.

Otro fin de semana le montamos todo a Lothar… ¡ pero que a pesar de tener un BMW y
vivir a lo grande, nunca fuimos invitados al famoso asado...! Aunque años más tarde me
desquité cuando le hice reparaciones al rotor y mantenimiento de antena y torre, ja ja..!
El rotor prop-pitch no es más que un motor eléctrico que trabaja con 28 volts de CC,
tiene una caja de satélites o engranajes de alta precisión y poder, ya que va montado en
el eje del motor rotativo de los aviones a hélice de la II Guerra Mundial y tiene por
finalidad cambiar el paso de la hélice. Varias veces me tuve que topar con esos “rotores”
en mi vida de radioaficionado, instalando y reparando otros y finalmente usando uno en
mi sistema parabólico de rebote lunar.

En los mediodías almorzando en el patio de la calle Valdense y aún en pleno verano,


mirábamos canales argentinos, pues había puesto en la torre la larga LOG54 con el
DA950 reparado y funcionando al máximo. Veíamos un programa de medicina infantil
que estaba excelente conducido por un tal Dr. Socolinsky.

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Para ese entonces entrado 1978, había llegado la importación de CATV de Bs. Aires.
Allá fuimos Pablo y yo para arreglar los papeles y dejar todo listo para retirar.
Almorzamos en el Mercado del Puerto. A la tardecita todas las cajas estaban en el P.
Posadas donde nos quedamos a revisarlas. La primera instalación en el Block 1 había
que hacerla urgente, pues ya había 10 futuros abonados que habían pagado una seña… y
en junio estaba el mundial de fútbol Argentina ‟78… así que no se podía perder ni un
minuto. Era una macana que los fríos se empezaban a sentir. Lo primero era poner una
torrecita para montar las antenas y armar la caja allá arriba. Esta contenía un DA950,
filtros para los canales 4 5 10 y 12, atenuadores, divisores, ecualizadores, etc. Había que
tirar un cable por el ducto o pozo de aire para asi bajarlo hasta la banderola del baño del
abonado, entrarlo, ponerle un splitter o divisor y hacer la conexión interna del
apartamento. Gran trabajo y muchos fríos chupé en esa maldita torreta tratando de pelear
con las fichas atenuadoras ajustables en dB y que se vieran los canales argentinos
medianamente bien sin interferencias de los de aquí. Llevábamos un TV de 5 pulgadas a
la azotea para poder apreciar los cambios que se producían con los diferentes
atenuadores, antenas, y otros elementos.

Muchas veces tuve que bajar por los ductos, donde los fierros en forma de “U”
empotrados en la pared interna a modo de escalones no ofrecían nada de seguridad, por
lo que había que bajar atado con una larga cuerda asida a fierros de la azotea y aflojada
poco a poco por Pablo por si fallaba un escalón. Eran blocks de 20 pisos: a poco de
meterse en ellos se iba la luz y hasta hablar era difícil, ya que la voz se perdía dentro del
mismo. Un puntito cuadrado brillaba en el fondo del ducto y era el piso de las cocheras
al aire libre. Finalmente logramos señales bastante pasables en los canales locales y la
propagación jugaba un papel muy importante en la calidad de imagen de los canales
argentinos. Había días que no se veía nada absolutamente y en otros la señal era mejor
que la de los canales locales. El apartamento del Sr. Thomas amigo y cliente de Pablo,
era el conejillo de Indias al cual iban a preguntar los demás si realmente valía la pena
asociarse al sistema. A Thomas le íbamos a regalar la instalación, como era obvio. Él era
un capataz jubilado de la empresa metalúrgica Inlasa sita en la zona de La Teja-Paso
Molino donde había hornos de fundición de chatarra de hierro y hacían vigas, perfiles,
varillas, etc.

Al cabo de algunas semanas y volantear por todos los blocks las bondades del sistema,
las cuotas, etc., vimos que el negocio no iba a ser tan exitoso como habíamos planeado.
Sólo aquellos 10 abonados se inscribieron en el mismo block 10 pero nada más. Ahí se
paró todo. Pensamos que las causas serían: la señal no tan óptima y que no se pudo
mejorar a pesar de días y días de cambios y modificaciones en la caja de control de la
azotea. Además en esa época el nivel económico de los habitantes del Parque no era
bueno. La suerte estaba echada… perdimos como en la guerra. Al poco tiempo
desmontamos todo, se devolvió el dinero cobrado y se guardaron los elementos... en algo
se irían a usar. Así terminó ese sueño frustrado de las CATV en el P. Posadas.

Ya habían venido los filtros KVG de Alemania para Iner. Ahora tenía que abocarme a la
tarea de darle con todo para dejar bien redonditos los dos MCX102. En agosto coloqué
la antena base encima del edificio Sur-Oeste de la esquina de San José y Convención.
Allí puse otro palo de 5x5 cm y 6 m. de largo de pino brasil pintado con Incalux blanco,
similar al de Frontoy. Usé alambre de cobre para la antena dipolo mariposa triple y llevé
el coaxil de bajada hasta el primer piso por el ducto de los baños y por la pared mediante

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grampas en el borde del zócalo hasta la oficina principal. La ROE no quedó muy bien,
ya que las mariposas caminan bien sí las frecuencias de trabajo no están tan próximas.
Los canales asignados eran 3360, 5338 y 7645 KHz. Tal vez tendría que haber eliminado
la de 3360 ya que era una frecuencia nocturna y la oficina cerraba a las 18 hs. Así
hubiese ahorrado alambre en cantidad, instalación más manejable y compacta y también
menos interacciones entre canales. (Tampoco imaginé para ese entonces realizar un
dipolo con trampas el cual hubiese andado de maravillas. Pero eso lo podemos decir
ahora, cantidad de años después...)

En octubre de ese 1978 fui en la Onda hasta Tres Bocas, llevando el otro MCX que
también era para 220 volts, el rollo de antenas armadas con el coaxil, el bolso de
herramientas, un tester y el medidor de ROE casero. Una camioneta que tendría que
esperarme a las 8 de la mañana no aparecía... ya eran las 8.45... tuve que ir hasta un
almacén de ramos generales muy chiquito a dos cuadras de allí (y cargando todo el
material) para intentar que llamaran por teléfono a la “yesería” como le decían, a ver si
venían en mi auxilio. Al rato cayó una Ford F100 hecha pelota, llena de polvo color té
con leche (polvo de yeso de las chimeneas) que me llevó hasta la planta… era
impresionante. Había unas enormes retroexcavadoras a pocos metros, sacando grandes
paladas de un material hojaldrado medio redondeado y parecido a la laja, pero color
claro, quebradizo y bastante rompible a mano. Adentro de la planta había guinches,
tolvas, una gran cinta transportadora, un conducto de 3 metros de diámetro para el
lavado donde corría agua en cantidad y un gigantesco horno de cocinado.

Luego de ver esas maravillas me dispuse mirar el punto donde iba a ir el caño del dipolo
y salí con un par de peones a una pila de deshechos varios, donde elegimos un caño de
agua de 1 pulgada y 5 metros de largo medio herrumbrado, pero manejable para el
mástil. Trajeron un taladro eléctrico e hicimos los agujeros para las platinas, monté el
dipolo de cobre arriba sin balun (nunca usé balun) encinté la bajada y puse un jueguito
de riendas al medio… y a pararlo con la ayuda de los muchachos. Luego extendí los
alambres a varios puntos separándolos bien. La bajada fue entrada en la oficinita del
capataz, soldé el RCA (todavía los usaba) en el extremo del coaxil, enchufé y prendí.
Comunicamos muy bien en 5338 mejor que en 7645… y nada en 3360. Eran las 11.30
de la mañana y tal vez pasado el mediodía 7645 iba a superar en claridad a 5338. La
ROE quedó mejor que en la antena de Montevideo. Luego de comer un asado con los
peones y capataz, tipo 3 de la tarde estaba en Tres Bocas de nuevo esperando la Onda de
regreso, cansado pero contento. Era mi primera instalación “profesional” de radio fuera
de las bandas de radioaficionado.

Sería bueno ahora que hablara un poco sobre los coches de Onda. Era una empresa
nacional como su sigla la expresa: Organización Nacional De Autobuses. Aquí tenía su
terminal en la Plaza Libertad o Cagancha frente al edificio del Poder Judicial (lo que es
hoy Gutiérrez Ruiz) y llegaba hasta San José. De ahí partían los ómnibus hacia todo el
país. Eran unidades General Motors made in USA con carrocería de aluminio. Se le
decía “Centella de Plata” y tenían un perro galgo dibujado en sus costados, igual a los
coches que circulaban por los Estados Unidos donde se les llamaba Greyhound. Su
motor diesel especial con combustible de querosene y 8 cilindros en “V” era una
maravilla de la técnica de la época. Adentro era muy cómodo y al costado de la
escalerita de ascenso, había una chapa grabada que decía: “GM - GENERAL MOTORS
–BUS & TRUCK DIVISION” y en los más nuevos otras chapas decían en los escalones
de acceso: “WATCH YOUR STEP” (ojo al escalón) y “REST ROOM IN REAR” (baño

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al fondo). La verdad… eran preciosos. Casi siempre tomaba las salidas en la Pza.
Libertad a las 00.10 hs. así podía dormir en el trayecto, llegar a campaña temprano y
aprovechar el día regresando de nuevo a medianoche aquí. La macana era que se fumaba
dentro del coche, y en invierno con todo cerrado era imbancable el humo. Por suerte
pronto se prohibió. A veces en verano el aire acondicionado se pasaba de rosca y te
morías de frío... y no podías abrir las ventanillas... pero era un placer viajar en ellos. A
veces hacían escalas en sus terminales del Interior: "¡15 minutoooss...!" para comer o
tomar algo. Sus talleres estaban en Fernando Otorgués casi J. Suárez. Los sueldos de los
operarios allí eran excelentes. Vivíamos una época de oro, aunque quizá hoy la estemos
pagando. Chau Onda, gracias por los viajes lindos que hice en tus coches... en los viejos,
y en los últimos y modernos “camellos”

Faltando dos meses para terminar 1978 realicé nuevos trabajos e hice nuevos clientes:
aparece en escena Acopios Cardona, un molino y stockeadora de semillas y granos con
bases en Montevideo, Paysandú, Young, Quebracho y un móvil. Claro que no era para
armar todo enseguida, pero me tiraron el plan futuro que tenían. Ellos eran viejos
clientes de Ronald Moreno y tenían equipos de AM ya un poco vetustos. Había que
empezar por Montevideo y Young. La base de aquí estaba ubicada en Canelones y
Minas en un viejo edificio que parecía de museo: subir al ascensor daba miedo... Allí
había que cambiar los dipolos que estaban a la miseria, con su cable coaxil rajado en
varios lados, pero aunque por suerte el mástil de caños de 12 metros estaba bien y tenía
una roldana superior con una cuerdita de plástico verde del tipo de colgar la ropa… a
punta de quebrarse... fue lo primero que hice: así cuando traía la antena nueva para
instalar tenía la cuerdita nueva.

Cuando encargué los 6 chassis los iba agujereando todos a la vez, ya que tenía la mecha
de la medida lista en el taladro de mano. Además hice 6 bobinas tanque de salida y ya
grababa las plaquetas con percloruro. Haciendo 6 juegos no me resultó muy complicado
poder ir armando los equipos para Acopios. Pero al paso que iba tenía que encargar otros
6 más, pues había otros llamados telefónicos que podrían convertirse en nuevos clientes.
Así instalé esa base en la calle Canelones: todo bien. Luego viajé a Young donde bajé un
alto dipolo doble para cambiarle su coaxil que estaba mal. Tuve que andar caminando en
las chapas de zinc de los techos de los galpones y usar las escaleras de hierro
galvanizado de las enormes tolvas de trigo, maíz y sorgo. El dipolo era pesadísimo:
Ronald había usado un alambre de cobre de 3 ó 4 mm de diámetro, terrible para estirar...
Al fin pudieron comunicar perfecto y en SSB. En diciembre completé las bases de
Paysandú y Quebracho de a una por vez, haciendo hermosos viajes en la Onda. Cobré
excelentes dólares.

Aún me quedó tiempo y MCXs para instalarle uno a Guillermo Berruti en su casa de
Pocitos. Él era un radioaficionado que tenía empresa inmobiliaria en Rivera. Vino
recomendado por Raudo Martínez CX2CX (que en ese entonces trabajaba en la calle
Colonia casi Rondeau, un local de ventas de la empresa nacional Selcor:Audio Color) y
con otro radioaficionado Luis Miles, que representaban Kenwood en ese momento.

Aparece CIPA, una arrocera que tenía sus oficinas en la calle Paraguay y Nicaragua y
necesitaba dos: uno para allí y el otro para sus cultivos de arroz en el Dpto. de Treinta y
Tres. Allí en la calle Paraguay puse un caño atado a una chimenea de un galpón lindero,
siendo una instalación bastante incómoda. Pero al fin quedó lista. Terminé las
instalaciones de CIPA (Compañía Industrial de Productos Alimenticios) acá en

114
Montevideo. Quedaba fijar un día para viajar a T. y Tres en los super ómnibus de Onda.
Cuando estuve en el arrozal con la camioneta entre los caminos al borde de los cultivos,
sentí una sensación espectacular: los bañados parecidos a los de la Planta Transmisora
de La Barra, aves blancas de gran porte similares a cigüeñas volando rasante cerca de las
espigas de arroz, la tardecita con el sol rojizo allá en el horizonte, ese silencio del
campo, o interrumpido por el cántico de algún ave, en fin… todo muy emocionante...

Cuando hacía los trabajos en campaña, preparaba tiempo antes todo lo que tenía que
llevar para que no me faltara nada que necesitare de urgencia. Había hecho una listita
con las siguientes cosas: soldador de hojalatero, aisladores huevo, fichas RCA macho,
estaño, taladro de mano, mechas, Fluxite (flux para soldaduras “difíciles”) antenas
completas, rollo coaxil, cuerda de nylon, cinta aisladora, sierrita chica, lima, tester,
medidor de ROE con sus puentes, trimadores y ajuste de CVs, destornillador perillero y
grande, cuchillo, alargue, lentes de sol, cajita con condensadores y resistencias varias,
documentos, plata, campera naranja, pinza verde, alicate, gillete, clavos, grampas para
coaxil, alambre galvanizado y Pega Pren. Ese material lo llevaba por la experiencia que
me habían dado trabajos anteriores, donde siempre faltaba algo para dejar el trabajo bien
y no volver.

Terminé el año armando con Jorge CX8BBH un par de equipos de banda ciudadana
(BC) y dos antenas quad para 27 MHz. que le pidieron unos conocidos suyos, dueños de
un supermercado cerca de donde vivía en ese entonces. Recién casado con Rosa Palacios
Dra. de UTE, alquilaban un apartamento en unas viviendas en la Av. Alejandro Gallinal
casi Av. Italia al costado del Parque Rivera. Hicimos los equipos y los montamos en
unas cajas de metal parecidas a los walkie-talkie yanquis de la 2ª Guerra Mundial... Hice
las quads con las crucetas de mis viejas antenas: había que aprovechar todo, ya que por
el momento no pensaba armar más cúbicas ni nada por el estilo.

Una etapa se había cerrado al menos perentoriamente y nuevas exigencias, pedidos, e


instalaciones nuevas no dejaban de aparecer a cada rato. Estaba satisfecho y conforme
con lo que había logrado en aquella etapa como radioaficionado. Pienso que una cosa
importante en la vida de cada uno, es no dejar cosas incompletas o planes a medio hacer
que no te den esa paz tan importante luego en que puedas decir: ´´he logrado tal o cual
cosa, la considero muy importante para mí, he hecho cosas bastante grandes que otros no
han logrado por lo menos hasta esa fecha: me considero tranquilo. No voy a quedarme
en lo mismo, trataré de buscar nuevos horizontes y nuevas metas para sentirme siempre
con desafíos y siempre VIVO. Los desafíos me empujan a vivir: sin ellos la rutina me
mata lentamente. Que de viejo luego te vuelvas medio rutinario es otra cosa: tu corazón
estará pleno, te sentirás bien, no te importará morirte en cualquier momento: ya hiciste
TU vida y a la manera que lo quisiste, variando y aprendiendo cosas nuevas...´´

Bueno, luego de ese divague inesperado y que salió así, de repente e imparable, sigo
con el relato de los equipos de BC. Una vez terminados con un solo canal instalado, sus
2 ó 3 w. de salida y con las antenas puestas sin mucha prolijidad que digamos pero
funcionando bien, Jorge se encargó de cobrarle a esa gente… cosa no muy fácil: cobró
un poco al contado y promesas de pagos próximos (que nunca aparecieron). Jorge era
excelente como técnico pero muy descuidado para los negocios, los acuerdos y elegir el
tipo de cliente. A pesar de que en ese entonces no había las necesidades ni la terrible
crisis de hoy, ni la moral de la gente venida al piso, siempre había algún vivillo que

115
trataba de joder al prójimo. Así terminó ese año 1978 lleno de cosas y vivencias de todo
tipo...

CAPÍTULO 8
ENTRAMOS EN 1979
NUEVOS TRABAJOS Y DESAFÍOS

Comienzo el año encontrándome con el primer equipo transceptor de estado sólido, 5


bandas y 100 watts de salida: el Atlas 210. Fué Walter Serrat CX4AB quien me lo dio
con su fuente y manual para hacerle una pequeña reparación. El manual me venía de
perinola para sacar todo tipo de dato y ponerme al día en la tecnología actual: “state of
art” como le dicen. Como Walter era no vidente, ese Atlas venía con el tambor giratorio
del dial (ya que no era digital) sin el protector de vidrio o plástico del frente: en el
mismo tambor de plástico tenía marcadas unas prominencias cada 100 y cada 10 KHz,
que al tocar con la yema del dedo sabía en que lugar de la banda estaba. Además tenía
impreso los numerales correspondientes para uso normal. Una vez reparado y reinstalado
el equipo, me pidió que le armara algo auditivo para ajustar a máximo su lineal con 4
tubos 811A. Hice un pequeño detector-doblador de RF con dos diodos de germanio
1N34, los cuales alimentaban un oscilador de audio y un pequeño amplificador de 2
watts con LM380: cuanta más RF detectaba (cerca de los coaxiles de sus antenas donde
iba colocado) el tono variaba y él sabía donde ajustar a máximo el amplificador.

Walter se había mudado para ese entonces a una cuadra de nuestra casa: 19 de Abril y
Valdense en una hermosa residencia que compartía con su Sra. Iris, su hija con su
esposo el famoso cirujano pediátrico Dr. Duaghon, y luego con los nietos, uno de los
cuales fue amigo de Danielito. Allí alguien le había montado una torre de 9 metros y una
direccional movida por un sistema con maromas de acero igual a mis primeros tiempos
de las antenas quad. Dipolos para 40 y 80 completaban el antenerío de Walter. Muchos
trabajos hice en su shack y antenas y luego en la casa con su instalación eléctrica y hasta
un portero eléctrico con cerrojo en el portón principal de la calle. Eran todas nuevas
experiencias.

En enero de 1979 aparece un nuevo cliente: Aníbal Saravia. Tenía campos en Cerro
Largo y necesitaba comunicación desde su casona en Br. Artigas frente al Hospital
Pereira Rosell y el campo. Le armé dos MCX102 de la nueva tanda, uno de ellos a
batería. Hube de instalar los dipolos entre unos edificios de 10 pisos, cosa que me dio
mucho trabajo, teniendo que ingeniármelas para hacer las cosas lo más rápido posible y
que quedaran bien. Allá quedó por fin el sistema de antenas colgando arriba de un pozo
de aire y con una larga bajada de RG59 suspendida de su centro (de las antenas
colectivas del P.Posadas que había quedado un stock de casi 2000 mts.) El MCX quedó
colocado en la cocina de la casa. Operaban en Banda Agraria, desde luego.

Me había hecho una gráfica para tratar de no “montar” a mis clientes en frecuencias
similares, así que según fuera mi disponibilidad de cristales, los separaba unos pocos
KHz o les invertía la Banda Lateral, así por lo menos “mis” clientes no se iban a
interferir entre ellos... sería el colmo...

El viaje hacia Cerro Largo fue lindo. Me bajé antes de Melo en Santa Clara de Olimar,
donde Aníbal estaba con su camioneta esperándome para ir a la estancia en un trayecto
por camino de tierra y balastro de más de 60 km y con unas vistas hermosas. La estancia

116
era un lujo, todo bien prolijito, pintado a nuevo limpito y moderno. Allí estaba su esposa
Mary y su hijo mayor (de edad igual a Danielito). Coloqué los dipolos y enseguida
probamos de comunicar con Montevideo, cosa que logramos en 40 m… era mediodía, la
hora ideal. Luego de almorzar cordero a la olla nos fuimos a recorrer unos pequeños
puestos en el campo, pues estaban interconectados con equipos Motorola Mecoa de
banda ciudadana. Le reparé algunas antenas de los mismos del tipo Trampa Gamma
nacionales y algunos conectores y bornes de batería sulfatados. Pero un equipo no quiso
andar, por lo cual me lo traje (así tenía otro modelo nuevo para vichar y aprender). En
otro puesto muy moderno tenía un equipo de inseminación artificial de lanares con tubos
de semen congelado, etc. Todas experiencias nuevas. A la nochecita regresamos a Santa
Clara donde esperé el Onda para Montevideo.

Apenas termino con Saravia me llama por teléfono un Ing. Agr. de Rivera, Carlos
Palermo para pedirme datos y precios de mis equipos. Necesitaba dos: uno para la
ciudad de Rivera y otro en un campo a unos 120 km. Por la distancia me dijo que estuvo
averiguando equipos de VHF y HF en el lado brasileño: el VHF no le iba a servir por la
enorme distancia a cubrir, y los HF eran caros cuando los comparó con los míos (¡cuánto
valdrían...!) Así que por teléfono me encargó un par para 220 volts: era una “papita” de
trabajo. Que le avisara cuando viajaba para allá, así me iban a buscar y comenzar las
instalaciones. Pensé ponerles solo canales en 80 metros por la distancia a cubrir, pero al
fin, poco me costaba agregarle los 40 metros por las dudas que hubiese algún inesperado
vuelco de la propagación. Una vez preparados saqué cuentas que lo que más me
convenía era viajar en avión, en aquellos cachivaches Hércules C130 a hélice de la
Fuerza Aérea Uruguaya. Fui al Aeropuerto de Carrasco previa reserva, y me subí en una
de aquellas catraminas. Chupé frío en todo el viaje pues aquello era una heladera con
alas y eso que estábamos comenzando mayo, en pleno otoño. Pero el viaje fue rápido
comparado con la Onda, ya que Rivera queda a 500 Km. de aquí y el viaje demoró 3
horas. Por carretera tal vez hubiese tardado casi 12 horas.

Allá en el aeropuerto militar de Rivera me encontré con Palermo usando la típica boina
de vasco, una prenda que se usa mucho allí, sea invierno o verano. Junto con él estaba
Gabriel Anollés, un muchacho que a la postre era el dueño de los campos y tenía que
hacerse cargo de los mismos, ya que su padre había fallecido poco tiempo antes. Vi que
era un muchacho muy bien, sensible, humano, comprensivo y que te trataba como si
fueses su hermano o algo así. Llegamos a la ciudad y enseguida me puse a mirar la zona,
a fin de colgar los dipolos. Encontré dos palmeras para atar un par de extremos del
dipolo y un caño que habían comprado iría en la azotea justo encima del cuarto de radio.
Los otros dos extremos irían atados en el largo pretil de un galpón lindero. Tenía ya todo
dibujado en mi cabeza. En hora y poco el equipo estaba instalado y con la antena
conectada. Almorzamos tarde. Me pasearon un poco por la ciudad y se vino la noche,
por lo que pernocté en la casa de Anollés. Esta era muy moderna y prolijita y estaba
pintada a nuevo… el dormitorio era parecido al de un hotel 4 estrellas.

A la mañana siguiente partimos en camioneta rumbo al campo en un viaje por caminos


de tierra, llegando a mediodía. Puse el dipolo sin mayor complicación, ya que allí el
espacio no era problema y siempre hay algo para atar los extremos de la antena.
Prendieron el generador Honda de 3 kW para así tener 220 volts. Soldé el conector de
antena, enchufé el equipo y llamamos a la base en la ciudad probando en todos los 4
canales. Nos encontramos en uno de 80, y al pasar a los de 40 se oía mucho mejor… me
dije que había acertado al poner los canales de 40... La cuestión era que luego de

117
almorzar y avanzada la tarde, el plan era quedarse a dormir allí y salir a la mañana, pues
el viaje era muy engorroso para hacerlo de noche y nada íbamos a ganar, porque el avión
salía casi a las 4 de la tarde. Pasé una noche horrible: las pilchas de mi catrera estaban
llenas de pulgas, así que dormir fue muy difícil: soy un plato apetecido por las pulgas y
me acordé de mi compañero de Antel Jesús Baquet, siendo él y yo los dos únicos que
nos agarrábamos (cuando había) todas las pulgas de la Planta Transmisora. Los demás
compañeros decían que eran mentiras nuestras, pero al parecer, hay ciertos tipos de piel
más proclive al gusto de tales malditos parásitos.

A la mañana siguiente desayunamos mate cocido con galleta de campaña bien dura y
salimos de vuelta para Rivera. Cerca de mediodía paramos a la vera del camino, pues el
sol estaba muy fuerte y el calor apabullaba. Palermo sacó 3 enormes sandías de la caja
de la camioneta: era la hora de almorzar: una sandía entera y grande para cada uno...
pero allí hay tantas que solo se les come el corazón, tirando el resto de la cáscara con
todas sus semillas... Saqué mi cuchillo del bolso de herramientas, ellos sus facas de los
cintos y dale comer corazón de sandía... estaban deliciosas. De regreso a la casa de
Gabriel me pegué un super baño y antes de las 16 hs. estaba en el aeropuerto, limpito,
perfumado, contento… y con los consabidos 2 mil dólares en el bolsillo…

En aquel año 1979 Walter Serrat hablaba mucho con los barcos petroleros que partían
rumbo al Golfo Pérsico a comprar crudo, y me dijo que la Armada estaba interesada en
poner un amplificador lineal en el buque cisterna Presidente Rivera: que le pasara el
precio, el tipo de amplificador y el plazo de entrega. Lo coticé a mil dólares, con un par
de tubos 813, 600 watts de salida, multibanda y un mes de plazo. Aceptaron. Me puse a
diseñar algo compacto, con fuente autocontenida y chatito. Mandé hacer un chassis
especial a medida: cadmiado el chassis y pintado al horno el gabinete. Los tubos 813
irían horizontales con los pines gruesos de filamento dispuestos en plano vertical. Al
terminarlo tuve que instalarlo allá (refinería de La Teja). Fui en el auto y luego de varios
vericuetos y presentar documentos, llegué cerca de una especie de dique donde se
encontraba el enorme petrolero. Al subir a cubierta conocí lo que era el petróleo crudo:
una miel negra y espesa que desbordaba de una tubería. Luego me acompañaron hasta la
sala de radio donde tenían un Heathkit SB400 que usarían como excitador. Claro que allí
además, estaban los equipos de radio oficiales del barco, unos Siemens canaleros de 400
w. antena tuners y otros receptores y equipos menores. En realidad el uso de equipos de
aficionado para operar en bandas de aficionado, cumplía la misión de envío y recibo de
noticias de tipo familiar para el personal embarcado. Por eso la conexión con Walter,
que mediante la línea telefónica comunicaba a la casa particular de ellos (el tan mal visto
phone-patch).

Debo mencionar aquí, que también realizaba la misma operación el hoy fallecido Raúl
Vidal CX8AK, uno de los socios fundadores del CRAM el radioclub de Sayago. Es más:
hace poco tiempo atrás Raúl fue premiado por la Armada Uruguaya con la medalla
“Capitán Campbell” por los servicios que prestó a los funcionarios de a bordo de la
marina nacional. Él también participó de algunos viajes en los buques hacia lejanas
tierras. Le reparaba sus equipos y le había hecho e instalado una “sloper” para que
comunicara con la Antártida Uruguaya. Volviendo al amplificador, el mismo quedó
funcionando bien y dándome una orden de pago para cobrar en el edificio de la Armada.

Volviendo al shack-taller tuve que armar un intercomunicador para el depósito de


mercaderías de Frontoy, pero en este caso lo hice con el CI LM380 de 2 watts: no más

118
1979 – Lineal con 2 tubos 813 (en proceso de armado).

con los tubos 6AQ5 que usaba antes. De paso sustituí el que tenía allí en el shack-taller-
altillo para comunicar abajo con la casa.

Como el rendimiento de los MCX102 superaba a los 101A, sugerí a Enrique Frontini
armarle un par nuevo a bajo precio, tomando como parte de pago sus equipos viejos. De
ellos iba a sacar muchos elementos (casi diría los más importantes) para el armado de los
nuevos. Recuerdo que una vez Enrique me vino a visitar, subió al taller y vió uno de sus
nuevos equipos (el de batería). Ese tenía montado el convertidor transistorizado blindado
con un pedazo de lata de los envases de aceite Esso para motores... y me preguntó: “¿y
eso...?” como diciéndome si usaba latas para sus equipos, a lo cual le respondí: “¿eso?...
es Esso, no ves?” Luego tuve que explicarle con mucha cancha el porqué de aquella
lata... (tenía al menos que haberla pintado…)

Una tarde de octubre de 1979 me llama un radioaficionado amigo de Aníbal Saravia: se


trataba de Reynaldo Árraga CX5VK: quería un equipo similar al de Aníbal para batería
de 12 volts y con un OFV para poder correrse en la banda, además de los consabidos
canales. “Lalo” como le decían a Reynaldo era un excente muchacho, honesto y muy
derecho, que para aquel entonces se dedicaba al reparto de cigarrillos aquí en
Montevideo. Se había casado con Selva, Sra. que tenía un campo en Tupambaé donde
allá fueron luego a radicarse. Necesitaba el equipo para hablar en SSB con su padre que
estaba en Florianópolis. También su hermana que vivía en Rivera tenía SSB y pensaba
ponerle un equipo a su abuelo el conde de Malherbe, que vivía en el Hotel Libertador en
Andes casi la rambla. Primero le armé el equipo a Lalo y tuve mucha suerte, porque fue
uno de los equipos a batería que más fuerte se escuchaba: el OFV con FETs quedó
también muy estable. Luego armé el MCX para su abuelo instalándolo en el enorme
Hotel, con su dipolo mariposa de mástil de palo y líneas de cobre, ya que la cercanía del
aire salino de la rambla iba a oxidar muy pronto el alambre galvanizado. Allí en esa
azotea llevé a mi hijo Danielito para que viera lo lindo del paisaje a esa altura y en ese
lugar. Até dos patas de la antena en dos de las enormes letras de chapa galvanizada y
pintadas de rojo y blanco del cartel LIBERTADOR que daba a la calle Andes. Bajé por
el ducto (como siempre) el coaxil RG59 Pirelli de las CATV del Parque Posadas hasta el
primer piso, donde vía banderola del baño y salita el cable llegó hasta un pequeño living

119
que tenía este abuelo, muy simpático y afable… ahora tenía listo el “chiche” para hablar
con su nieto…

Terminé ese año 1979 vinculándome a DINAMIGE, Dirección Nacional de Minas y


Geología que tenían equipos “Mercurio” de Melide y necesitaban un par más. No
recuerdo quien me vinculó a ese ente oficial. Los equipos trabajaban en bandas
comerciales compartidas similares a las de INER. No iba a usar un filtro comercial ni
nada por el estilo, tampoco me iba a ocupar de la parte papeles en Antel. Pero una cosa
era cierta: mis filtros de 5500 KHz no iban a servir pues uno de los canales que iban a
usar era justamente 5377, muy próximo a 5500 y grandes líos se iban a presentar. Tuve
que buscar circuitería al respecto. Veo que Eneka vendía cristales HC18/U miniatura de
10 MHz bastante baratos, por lo que experimenté con los filtros “ladder” o escalera,
poniendo cuatro o cinco cristales de la misma frecuencia en serie y derivando entre ellos
pequeños condensadores a masa de valores que tendría que ir probando a medida que
trazaba su banda pasante. Para ese método usaba: generador BC221, frecuencímetro
digital casero, punta detectora de RF y voltímetro a válvula Heathkit. También era bueno
tener una frecuencia de filtro más alta que los canales a usar: es lo que se llama “up
conversion” que a la postre evita que armónicas de osciladores locales y de carriers
puedan aparecer a la salida y muy difíciles de atenuar. En cambio ahora ese par de
osciladores (en el caso mio particular que usaba siempre simple conversión) quedaba por
encima de los canales en uso evitando aquel problema. Además era la tendencia de los
equipos modernos el uso de ese sistema.

Uno de los MCX era para uso con batería de 12 volts: me dijeron que iba para el interior
del país a ser usado en varios puestos móviles, ya que era compacto y autocontenido su
convertidor y no como los “Mercurio” que había que andar acarreando equipo y
convertidor con todo su cablerío de interconexión. Pero a pesar que los MCX eran más
compactos que todos los equipos de SSB existentes, era totalmente necesario obligatorio
y urgente seguir con mi proyecto del equipo totalmente a transistores, teniendo ahora
además los datos del Atlas 210 que daban ideas sobre la etapa de potencia de RF.
Armados en aquellos pequeños chassis de los ex VHF, serían una maravilla de
compacidad y practicidad. Tendría que seguir con el proyecto, pero a veces el tiempo no
daba para todo porque tenía pedidos urgentes de equipos y había que aprovechar lo ya
conocido y que estaba probado que funcionaba… y todo lo que se pretende que quede
bien requiere dedicación y TIEMPO, y este es limitado. Finalmente quedaron los dos
MCX102 para el Geológico con sus 3 canales en USB: 3384, 5377 y 7697 KHz.

Era hora de encargar no más de 6 chassis de los ya sentenciados 102, así tenía que
obligadamente terminar con los de estado sólido cuando se me terminaran esos 6. En
todo caso los usaría solo como bases de 220, no preocupándome más de los
convertidores que daba mucho trabajo hacer. Me había propuesto dedicar todo el tiempo
posible a seguir con el armado de las plaquetas y de todo el posterior diseño y pruebas
de los futuros “MCX104” totalmente de estado sólido, sospechando que no iban a ser
muy fáciles ni rápidas. Como había dicho antes, el receptor estaba listo y funcionando
perfecto y tenía hechos y funcionando los circuitos con diodos de silicio del “switching”,
que conmutaba recepción a transmisión. Tenía TX para previamente filtrar y meter en un
preamplificador, driver y etapa de potencia… no faltaba tanto, sino un poco de tiempo.

CAPÍTULO 9
COMIENZA 1980

120
Apenas empezado el año conocimos a Jacobo Hammer, un radioaficionado muy
macanudo que fue recomendado por Lothar. Él era un judío muy macanudo lo mismo
que su esposa Clara, una odontóloga que tenía su consultorio en Andes casi Maldonado.
Hammer tenía en la misma calle un local bastante grande de venta de madejas de lana de
toda clase, variedad y marca, tanto al público como al por mayor. A él le presté un
Handbook y le di unas muy pequeñas clases de radio para que diera el examen
correspondiente para tercera categoría y poder salir en la banda de 15 m. a fin de poder
hablar con su hijo que estaba en USA. Hicimos una muy buena amistad María y yo con
ellos ya que eran muy simpáticos y agradecidos. Luego de salvar el examen le hice e
instalé un dipolo para 40 m. que también operaba en 15 m., y le puse en funciones la
estación con la cual pudo al fin hablar con su hijo. Recuerdo que me regaló el libro “El
Poder” de Michael Korda, que describía varias técnicas capitalistas y de empresarios
para ejercer poder sobre las demás personas, en especial en los trabajos en empresas con
competidores, etc. Clara me sacó una muela una tarde: le costó mucho ya que mis piezas
dentales están muy firmes en sus alvéolos: tuvo que tironear y retorcer a más no poder,
pero al fin pudo... ella quedó agotada y yo también… qué tarde más fea. Pero pasábamos
muy bien con ellos comiendo sus tortas “lemmon pie” que nos encantaba a los cuatro...
Luego recibimos la triste noticia que ellos se iban a radicar en los EEUU: una pena, ya
que los apreciábamos de verdad. Pero y tal vez sin querer, dejaron una semilla muy
importante en nuestros trabajos futuros y de una dimensión difícil de creer. Pero así son
las cosas en la vida: una llamada, un conocido, un cliente o un trabajo, pueden traer
derivaciones increíbles en el futuro al vincularnos con otra gente, con otras empresas y
con otros grandes trabajos.

El primero que me llamó recomendado por Hammer fue el escribano Enrique


Silberstein, que tenía campos en Rocha y necesitaba un par de radios para comunicar
entre su establecimiento y su casa en P. Gorda. Fui a visitarlo en su estudio sito en la
calle San José y Río Branco explicándole como era la cosa. Me entregó la mitad del
dinero, cosa que no quise aceptar diciéndole que mi forma de trabajar era instalar todo,
probar si eso funcionaba a satisfacción y luego sí, cobrar… pero él no aceptó… así que
me vine con una “luca verde" (mil dólares) en el bolsillo. Primero instalé la base en su
hermosa casa de Ciudad de Guayaquí casi Rambla, pasando Punta Gorda. Usé un caño
galvanizado y antenas de alambre de cobre. Me invitaron almorzar una comida con
berenjenas, cosa que mucho no me gustaban, y eso sirvió de motivo para ser víctima de
una serie de bromas que se mantienen hasta hoy... ja ja. Su esposa Elena era abogada,
una señora muy hermosa y elegante, amable y con mucha clase. Sus hijos también eran
muy piolas, ya que se mostraron muy voluntariosos en darme una mano con la
instalación. Por suerte todo quedó bien.

Luego fijamos un día para ir al campo e instalar el otro. Sucedió un viernes tempranito,
en el cual me vino a buscar en una camioneta Chevrolet C10 gasolera muy cuidada y que
andaba de maravillas. Me contó que el campo era un desenchufe de la vida acartonada
de su estudio, sus clientes y la ciudad: allí podía vestirse de cualquier manera, andar
entre las ovejas, entre el barro, comer asado “al pan” sin plato ni tenedor (solo a facón de
estancia) andar a caballo y acostarse a dormir en una cama sin lujos de ropa, con lo más
económico. Así charlando llegamos a la ciudad de Rocha, donde compró el surtido
típico de campaña: una bolsa de arpillera llena de galletas redondas, yerba, azúcar y pan:
el resto estaba en el casco de la estancia. Enseguida de las compras tomamos el Camino
del Indio hacia la izquierda de la ciudad, entrando en unos parajes de lomas tan

121
hermosos que parecía el mismo paraíso. Todo estaba lleno de palmeras butiá, la vista era
magnífica, los campos, algunas aguadas de agua límpida, animales pastando… y un día
hermoso de enero con todo el verde de la estación cálida.

Luego llegamos al establecimiento donde Viera su capataz, nos esperaba. Usé la torre de
un molino de agua como centro de los dipolos, los cuales ubiqué fácilmente debido a lo
grande y espacioso del lugar. Para aprolijar la instalación bajé el coaxil hasta el suelo y
cavé una canaleta a fin de enterrar el cable para que no quedara colgando desde el
molino hasta la casa. A mediodía probamos de llamar a la Sra. Elena en la base de Punta
Gorda y enseguida nos contactamos con ella en los canales de 40 metros. Silberstein
quedó muy contento y emocionado... Y como premio, Viera que era un crack como
cocinero había preparado un cordero con papas y boniatos en el horno de la cocina
económica que era una tentación… Luego del almuerzo salí a caballo con Silberstein, ya
que me pidió que lo acompañara a recorrer un costado del campo. Tuvimos que
desnudarnos para vadear un arroyo ya que era imposible pasar montado. Imaginé a
Enrique en su estudio con su camisa y chaleco impecables, sus zapatos charolados, su
traje perfecto... y ahora verlo embarrado hasta las orejas... qué contraste... y que
desenchufe para un hombre que se pasa cuatro días de la semana metido 10 horas en su
estudio lleno de papeles... eso es vida, hay que contrastar para disfrutar. Así terminé otra
instalación y con la enorme suerte de haber encontrado una excelente persona en el
trajinar de la vida.

Empieza febrero de 1980. Los Gasparri quieren renovar sus radios... ¡qué bueno!
Cansados con los problemas de los vetustos cachilos de Melide, poco a poco comienzo a
preparar para ellos tres MCX 102: uno de 220v. para la base de Agraciada y dos para el
interior de 12 volts: uno para “El Retiro” en Tacuarembó y otro para Salto. El más
urgente era el del “Retiro”, así que fue el primero que entregué a mediados de mes.
Antes del fin del mismo tenía el de 220v. Me pareció inteligente ya que estaban para
renovar, hacerle una nueva antena mariposa arriba de los techos de Dolmenit de los
enormes galpones en Agraciada que llegaban hasta la cuadra de atrás Gral. Palleja,
donde sacaban la tierra, clasificaban, embolsaban y vendían las papas. Entrar en ese
galpón era para salir negro de tierra: había que ir con la peor ropa y disponerse a chupar
polvo a lo bobo en la larga ruta hacia el techo del mismo. Pero eran trabajos que había
que hacer, costase lo que costase… pues la ganancia era tentadora. Así que armé el
dipolo de cobre doble allá arriba y con gran trabajo y pasando montones de obstáculos y
obstrucciones, pasé el coaxil. No sirvió el método de enganchar el cable nuevo con el
viejo y tironear: había cerotes dentro de ciertos cielorasos que no dejaban deslizar el
coaxil viejo.

Al cabo de un par de horas para instalar los dipolos y otro par o más para pasar el coaxil,
pude al fin conectar la base y probar su ROE. Tuve que subir a retocar los dipolos pues
había quedado un poco alta y esa base era importante y tenía que quedar bien. Al fin
todo se logró. La mañana siguiente quería a toda costa monitorear la base con El Retiro
operada por Colombo y ver como habían resultado todos los trabajos: la escucha era
fuerte y clara en ambos puntos. Luego terminé el armado del equipo de Salto yendo allá
con Colombo y un piloto en una nueva experiencia en avioneta, partiendo desde el
aeródromo de Melilla en un lindo viaje, instalando el otro MCX allá en un casco rodeado
de un impresionante campo papero.

122
Me olvidaba citar el otro equipo que instalé en Balizas Dpto. de Rocha en otro campo
papero. Ahí fui con el Coqui, quien manejaba descalzo su camioneta Mercedes 240D
celeste metalizado... no aguantaba ni las alpargatas por el calor. Recuerdo que a la vuelta
casi chocamos con un carro en la ruta, apenas salíamos de Valizas.

Tan pronto terminé con los Gasparri, Enrique Frontini me dijo si me animaba a hacerle
una instalación eléctrica de 12 volts en una casa-galpón de un campo que había
comprado en Soca Dpto. Canelones. A pesar que tenía la agenda tupida, me dije que en
un día podía hacerlo, así que hice una lista de materiales los cuales compré en
Electricidad Diagonal en Agraciada entre Cerro Largo y Galicia (tenía buenos precios) y
fijamos un día para ir. La instalación me llevó todo el día… y como él no quería una
terrible prolijidad, pude terminar pronto. Almorcé una gran cantidad de quinotos que
arrancaba de los arbolitos al lado de la casa-galpón... estaban a punto: jamás comí
quinotos tan ricos. Recuerdo también que tuve que atar uno de los cables principales en
la base de hormigón de un enorme tanque aéreo de agua. Me dió por subir allá arriba
para ver el nivel del agua: cuando corrí una chapa de zinc para mirar el nivel, veo que en
su superficie además de flotar todo tipo de hoja y rama podrida de eucaliptos, también
flotaban gran cantidad de cadáveres de pájaros: fuí avisarle a Enrique del peligro que
estaban corriendo al beber de esa agua tan contaminada... él ni se inmutó, y riéndose me
dijo: “dejá eso así que está bien”... bueno, si un Ing. Agrónomo que estudió de todo te
dice eso, te quedás medio perplejo... eso sí, yo de esa agua no he de beber... Así quedó
finalizado ese nuevo trabajo, bastante distinto a los que había realizado antes.

Enrique tenía un Ing. Agr. amigo y medio socio en algunas actividades llamado Homero
Echegoinberry, muy buen tipo, al cual instalé un MCX 102 en su casa en Carrasco casi
justo detrás de lo que es hoy Tienda Inglesa, sobre Av. Italia. Recuerdo que uno de los
alambres del dipolo de 80 mt. lo tuve que atar en el fondo de una residencia de lujo
estilo japonés, cuyo frente daba hacia Av. Italia, y con la que tuve que usar toda mi
simpatía para que me autorizaran... por suerte me la concedieron, quedando así
habilitado un nuevo 102 para que Homero y su Sra. pudieran estar en contacto radial
mientras él estaba en las estancias.

Mientras tanto cuando no tenía instalaciones, seguía montando placas impresas para
MCX y armando los mismos en la Planta Transmisora a todo vapor, para que no me
sorprendiera un pedido y no tuviera equipos. De allá los traía totalmente armados y listos
para darles tensión y ajustarlos. Los transformadores los colocaba en casa para no
acarrear tanto peso. Allá en la Planta cementaba las bobinas tanque de salida con
“cemento casero”, que era una solución de toluol con trocitos de acrílico: excelente para
fijar las vueltas del alambre esmaltado de 1 mm. sobre la forma de tubo plástico blanco
de 1” de diámetro. Estas las colgaba en un alambre que tendía detrás de los transmisores
Standard Radio, así el aire caliente de las turbinas las secaba rápido. También llevaba los
pañales de Daniel y luego los de Cinthia, además de sus ropitas centrifugadas en
Valdense por María: los traía de vuelta bien sequitos en esos terribles días húmedos de
invierno donde era imposible secarlos afuera. No usábamos pañales descartables: poco
se usaban y eran caros.

Tampoco abandonaba el armado del nuevo y futuro equipo transistorizado: apenas me


sobraba un cachito de tiempo trataba de adelantar. Para esas fechas tenía uno casi listo.
Había implementado algunas técnicas que copié del Atlas 210 para la etapa driver y
salida de 100 w. Compré en Eneka mis primeros transistores de potencia para RF: un par

123
de MRF 460. Diseñé el impreso y el disipador de dicha etapa para que combinara con mi
propio proyecto y con el tamaño de la cajita diminuta del equipo entero. Lo iba a adosar
atrás del mismo con 4 tornillos con tuerca de 1/8”, dejando un pequeño espacio para el
conector de antena SO239, la entrada de los 12 volts y un jack accesorio para un parlante
externo, aunque esos primeros modelos los hice con parlante incorporado: era lo más
compacto que había en ese tiempo, que resultó por haberlos adaptado a los ex chassis de
aquellos fracasados equipos de VHF.

De esta manera a mediados de 1980 puse a andar mi primer MCX104, ya que Berruti
(aquel cliente que le hice un enlace entre Pocitos y Rivera) me había encargado uno y ya
se lo quería entregar para que hiciera las pruebas correspondientes y lo evaluara sobre la
marcha. Porque en realidad, nada mejor que las quejas de un cliente para reformar y
perfeccionar nuestros proyectos, porque ellos son los que lo usan y los que tienen que
pasar las pruebas de interferencias, relámpagos en días de tormenta, recalentamientos,
bajos rendimientos y otras fallas: el uso en el lugar definitivo y operado por quienes
tenían que operarlo determina lo bueno y lo malo del proyecto. Como confiaba en mi
diseño, calculaba ya que tenía vendido mi primer MCX104. Además podía armar fuentes
reguladas de 13,8 volts @ 15 o 20 amperes para los mismos, lo que resultaba en más
trabajos e ingresos.

1980 – MCX 104.

También Pablo Scoffone CX8AT del Parque Posadas me encargó otro para poner en su
coche, pero ese era para radioaficionado con OFV. La cosa se ponía interesante. Tuve
que terminar de armar un MCX102 que tenía casi pronto para un puesto de CIPA en el

124
Olimar, y ahora tenía que liquidar lo que me quedaba de los 102 para 12 volts y alguno
para base de 220, para así armar solo los 104 que eran mucho más lindos, chiquitos y
modernos. ¡Y especiales para móvil...!

Para esas fechas en la primavera de 1980 en que el tiempo estaba precioso, decidimos
viajar los cuatro a Tupambaé cumpliendo con una invitación que nos había hecho hacía
tiempo Lalo CX5VK y pasar unos días en la estancia. Fuimos a la estación Central de
AFE y sacamos los pasajes, así los chicos viajaban en tren (y nosotros también). Los
trenes Ganz-Mavag eran muy lindos y cómodos: tenían a bordo cocina, baño y servicio
de mozas. Hicimos un precioso viaje. Allá en la estación nos esperaba Lalo con un Jeep
con el cual viajamos 40 km. hasta la estancia. Siempre me hablaba de lo bien que andaba
el 102 a batería y con OFV que le había armado el año anterior: comunicaba con su
padre que estaba en Forianópolis, con su abuelo en Montevideo y con su hermana en
Rivera en los canales prefijados. Además tenía el OFV para correrse unos 50 KHz en la
banda sin que el rendimiento del equipo bajase mucho, ya que estaba presintonizado solo
en las partes altas de las bandas de 40 y 80 (banda agraria). Su esposa Selva era muy
macanuda, pasamos muy lindo todos, recorrimos el campo, tiramos con un rifle .22,
vimos las antiguas mangueras de piedra para el ganado, disfrutamos de la cocina y las
comidas, estuvimos en los galpones viendo maquinaria muy interesante antigua y
moderna y algunas antigüedades que Lalo quería mucho. Fue una experiencia muy
interesante.

Una tarde salimos a andar a caballo, y Cinthia tuvo la mala suerte de caerse del mismo,
se desmayó y tuvimos que llevarla al pueblo en la VW Brasilia de Lalo: nos pegamos
enorme susto… por suerte no fué nada y todo pasó. Luego habíamos combinado con
Aníbal para que nos pasara a buscar por lo de Lalo ya que eran vecinos. Allá nos fuimos
con él y su Sra. Mary. Pasamos la noche en la prolija estancia. Al otro día nos llevaron a
recorrer la misma. Danielito jugó mucho con el hijo de Aníbal y Mary. Pasamos muy
bien. A la tarde nos trajeron en su VW Brasilia hasta Montevideo en un viaje bastante
ruidoso e incómodo: un vehículo imbancable para hacer carretera...

Mi próximo trabajo era un pedido que me había hecho el Rafa CX9BN de Marlain TV:
un amplificador lineal con dos 813 similar al que había armado para aquel petrolero de
la Armada: tubos acostados, fuente autocontenida y bien compacto. Aproveché las
medidas y la distribución y ubicación de partes del anterior, que había conservado en
unos dibujos a escala y los que me fueron de utilidad. Era el tercer amplificador que
armaba: por suerte anduvo todo bien.

El próximo cliente que tuve quería comunicar desde su casa en Buceo, a la altura de 26
de Marzo y Larrañaga, con unos tambos en Santa Lucía. Instalé todo pero el hombre no
quedó conforme y no quería pagar, por lo que le dí un plazo para que se decidiera o de lo
contrario desinstalaría todo y retiraría los MCX102. Ese Sr. Moneta que así se llamaba,
me resultó un poco extraño desde el principio, pero prejuzgar no es bueno, por eso seguí
hasta el final. Pero al fin no quiso los MCX por lo que retiré todo de los 2 lugares. Mala
suerte pero contento porque la pérdida fue mínima. De tantas ganadas, una perdida está
dentro las leyes...

A medida que iba transcurriendo ese año 1980 encargué 6 chassis y 12 tapas para armar
nuevos MCX104, no haciendo más para los 102. Los nuevos salían mucho más baratos,
ya que eran cuatro o cinco veces más pequeños y tenían mucho menos mecanizado. Las

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fuentes generalmente las armaba en cajas de regulador de tensión de color gris que se
compraban en plaza ya prontas.

Aparece un nuevo cliente: el agrimensor Álvaro Gastelú. Necesitaba enlace entre su


apartamento en Pocitos y una plantación de arroz en J. P. Varela. Tenía un Chevette
diesel y era un tipo muy macanudo por lo que hicimos una buena amistad. Me quedaban
tres MCX 102, los últimos. Él quería solo dos, así que me quedaba “la muestra”... Fue
una instalación sin problemas mayores. Lo difícil en los apartamentos de Pocitos o de la
zona céntrica es el poco espacio para ubicar el dipolo de 80 y el tiraje del coaxil de
bajada hacia los pisos inferiores. Aún no había descubierto las trampas hechas con cable
coaxil para usar un solo alambre y acortar el largo total. Pero todo viene a su tiempo… a
veces no se puede estar con la cabeza en tantos lados: ahora tenía que hacer plaquetas y
disipadores para los 104, porque de seguro que la gente los iba a querer para móviles
debido a su pequeño tamaño, etc.

Mi amigo Miguel Rizzi CX8CJ (mi “papáradial” como me dice) quería otro
amplificador similar al de Rafa con dos tubos 813... entre Gastelú, CIPA (que me estaba
pidiendo el último 102) y el armado de los 104, estaba sin tiempo para poder aburrirme.
No obstante cumplí con todo lo que tenía entre manos y me puse al día. A Miguel le di
el circuito y las medidas del chassis del amplificador: él lo iba a armar, ya que era muy
prolijo y tenía mi apoyo. Me recompensó con el préstamo del manual de su equipo
transceptor Heathkit HW101, del cual sacaba más detalles y datos para mis “latas”
industria nacional.

Por ese tiempo conocí a otros dos radioaficionados: Emilio Ermida propietario de la
Farmacia Goñi sita en Larrañaga y Porongos, esquina en la cual estaba su casa, su taller,
su shack y su antena quad de 4 elementos y tres bandas. Esta había sido armada por él
mismo con varillas de madera dura... qué peso, dios mío. Fue montada en la torre por
Mario CX4CR ya que en ese entonces era su vecino pues vivía en la calle Porongos. La
finalidad de Emilio era hablar con unos familiares que tenía en Asunción, Paraguay. No
hacía concursos ni DX. En equipos de radio usaba la línea Swan: un transceptor valvular
“500” y un lineal modelo 1200W con cuatro válvulas 6LQ6, un verdadero “desastre
tecnológico” pues tenía 450 watts de input y 250 de salida: como el “500” le daba cerca
de 180 watts no le valía la pena usarlo. Pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito: le
gustaba y lo usaba, lo rompía y yo se lo arreglaba y le cobraba… y todos felices Dos
cosas recuerdo de don Emilio: bajo su torre de 18 metros apoyada en el centro de la
planchada del techo de su shack, había abierto un agujero hacia adentro por donde se
metía el caño que hacía girar su quad: ahí tenía un volante horizontal para maniobrar los
giros. La otra es que había copiado a escala todas las piezas de aquellos juegos de armar
para niños “Meccano” y le hicieron un juicio porque violó las patentes del fabricante
original... Emilio era un personaje muy especial...

Otro colega fue otro Emilio, pero su apellido era Lloret, CX4AC y vivía en la esquina de
Bustamante y Guerra y Trápani a una cuadra de Propios y el arroyo Miguelete, una zona
que fue hermosa y señorial en su tiempo, pero se convirtió en un barrio rodeado de
rancheríos, especialmente en la margen del arroyo. Ahí Emilio tenía un Yaesu FT101, un
lineal con dos 813 que se había construido y una torre de 9 metros de ángulo coronada
por una Mosley TA33. Yo le reparaba todo. Luego compró un VHF y le armamos un
dipolo vertical. Tenía un VW 1600 nuevito y una pistola Browning cal .22 que la iba a

126
transformar en 9 mm Parabellum. Él estaba muy enfermo y hace algunos años que
falleció.

Ya estábamos en el mes de Junio de 1980 y recibo una llamada de un Sr. José Scopelli,
recomendado por Silberstein (y este por Hammer…). José era Jefe de Mantenimiento de
Avícola Moro y estrechamente ligado al dueño de la empresa, Luis Moro Revello. Esta
empresa hacía bastante tiempo que quería tramitar y poner en funciones una terrible red
de equipos de radio de VHF o UHF para comunicar en un radio de 60 km. Los trámites
ante Antel estaban a medio hacer, abandonados y semiarchivados. La urgencia y
necesidad de armar todo el sistema era algo sumamente prioritario para ellos. Era una
tajada muy grande... Me entrevisté con Scopelli en la Planta de Incubación de la Av.
Millán e Instrucciones, donde me dió una carpeta con todo lo que tenía de los trámites y
los puntos que había que comunicar. Para empezar eran 6 bases y 45 móviles... Así que
me fui a Antel con todo el legajo de Moro. Allí prometieron poner todo al día y otorgarle
una frecuencia exclusiva (o no compartida con otros servicios) en un canal de UHF, ya
que los de VHF exclusivos estaban todos ocupados. Dada la enorme densidad de tráfico
que iban a tener, era totalmente ilógico otorgarles un canal compartido.

Mientras ese trámite estaba en curso, Scopelli me trajo unos viejos banda ciudadana:
eran regalo del hermano de Luis, Enrique, uno de los principales de la empresa de
Pompas Fúnebres Luis Moro, y que no se usaban más allí. La idea era colocarlos en unos
criaderos próximos a Puntas de Valdez, km.60 de la ruta 1, donde la Avícola tenía un
enorme campo con criaderos de pollos y ganado. El tema era la conservación de un
ambiente totalmente libre de contaminación dentro de los criaderos, a fin de evitar en lo
posible pestes en las aves. La radio permitía que a través de ella se pidieran todos los
elementos e insumos que se necesitaban dentro de los criaderos, con la casi nula entrada
de personas ajenas al mismo. Así que al principio armé unos dipolos de media onda para
27 MHz que funcionaron muy mal localmente: tuve que armar verticales ¼ de onda con
planos de tierra y ahí sí que las cosas marcharon bien. De esa manera hice los primeros
trabajitos para la Avícola Moro. El lema era, y fijate bien como cambian los tiempos:
”¡no importa lo que cueste, lo necesitamos para ayer!”

Aproveché mi vinculación con la empresa para pedirle a Scopelli que me encargara tres
instrumentos con el fin de hacer el futuro mantenimiento de los equipos. Como tenían
contacto con gente en USA que les enviaban cantidad de aparatos y equipos para la
avícola, a ellos se dirigieron. Les encargué: un vatímetro Bird 43 con “tapones” de 100
w. para VHF y UHF, un osciloscopio de 10 MHz y doble trazo en forma de kit Heathkit
IO-4510 y un frecuencímetro digital de 1,2 GHz marca DSI. Así tenía toda la artillería
para hacer los services futuros, o gran parte de ellos. Lo que faltaba lo armaría en forma
casera. Al poco tiempo Antel había aprobado el proyecto de radios que habíamos
presentado, otorgándoles la frecuencia de UHF 465.1 MHz. ¡Buenísimo...! Empecé a
mandar cartas a USA pidiendo precios de equipos, a la vez que en plaza trataba de
averiguar también. De la empresa ICOM de Japón recibí precios y una carta. Los precios
eran superiores a otros y en la carta poco que más querían que fuéramos sus
representantes ( por el volumen de la compra). Acá Yaesu la organizaba un poco el
“gallego” Antonio Rodríguez, pero no era el representante. No recuerdo si para esas
fechas existía ya FT Ltda. que fue representante Yaesu. Finalmente la gente de Moro en
USA, les compró y envió de allá los famosos Yaesu FTC 4625, transceptores
controlados a cristal de 12 canales y 25 watts. Creo que estuve a un paso de poder
importarlos yo mismo (papelerío mediante) y hacerme representante Yaesu. Pero las

127
cosas se dieron así: tal vez me hubiese faltado ambición y empuje, pero creo que mi
espíritu de perfil bajo prevaleció. Será algo que heredé de mi padre, pero no me
disgusta… al contrario…

Para octubre terminé de armar el tercer MCX104, equipo que me había pedido Gabriel
Anollés aquel muchacho de Rivera. Para esos casos ya no viajaba más para el Interior:
despachaba por ONDA el equipo y el rollo del dipolo con su coaxil y conector.

Hacía algún tiempo que mi suegro Armando en Bs. As. estaba desbordadísimo de
trabajo en su firma Telecort, y siempre medio en broma medio en serio nos proponía
radicarnos allá y trabajar en el negocio que cada vez vendía más, se ganaban
carretilladas de plata y tal vez nuestro futuro iba a ser mejor. Finalmente decidimos ir.
Vendimos el Chevette del ‟79 y algunas cosas del taller. Un chofer llamado Urioste que
arrendaba su camioneta para trabajar en Antel y que tenía una inmobiliaria, prometió
vendernos bien la casa. Bah, iba hacer lo mismo que nosotros: poner un aviso en el
diario. Puso el aviso y vinieron unas señoras: Como él no aparecía tuve que atenderlas
yo, mostrarles la casa yo y hacerles el artículo yo. Ellas finalmente la compraron… y el
“Sr. inmobiliario” vino a cobrar su comisión... Le dije que no había comisión pues el
trabajo lo había hecho yo: como se puso medio pesado tuve que darle un viejo reloj de
pared de aquellos de péndulo que comprábamos en la feria para restaurar... así se quedó
tranquilo.

Luego desarmé y desinstalé la torre que tantas alegrías me había dado. Hice una
limpieza general de esa azotea tan querida y caminada. Carlitos Meindl CX4AAC se
quedó finalmente con mi torre y con varios de los booms, caños... y un montón de
recuerdos. Después hablé con William Spinelli a fin de pasarle los datos de todos mis
clientes particulares, los aparatos de mi taller y también el encargo de los instrumentos
que vendrían de Moro, los cuales pagaría apenas viniesen. Enseguida hablé con Néstor
Criscio, un radioaficionado que junto con otro, Carlos Checker habían formado el
negocio de radiocomunicaciones Fleg S.A. Criscio era Ing. y me pareció un tipo bien
para dejarle el negocio de Moro. Fijamos unos dólares dándole todos los papeles de los
trámites, los detalles de la red, etc. y que se pusiera en contacto con Scopelli. Todavía
antes de irnos, armé un amplificador de sonido “busca-personas” de 40 watts con
módulos comprados en Stratta y 15 bocinas para la Planta de Procesado (frigorífico) en
Melilla, el cual quedó instalado. Luego pedí mi renuncia en Antel y estuvimos varias
semanas haciendo docenas de trámites en varios lugares para la radicación en la
Argentina. En verdad a mí personalmente la ida a Buenos Aires fue en gran medida
alentada por la cuestión familiar de que estuviésemos todos allá y no por motivos
económicos, ya que en ese aspecto los trabajos funcionaban muy bien como vimos en
toda esta historia.

Antes de fin de año ya estábamos en Buenos Aires. Fuimos en la camioneta Ford de mi


cuñado Carlos LU9AAJ con los pocos enseres que nos quedaban, pero con un capital
por la venta de todo… que veríamos en qué lo iríamos a invertir. Pasamos por el puente
Fray Bentos-Puerto Unzué y al llegar a la gran urbe vivimos algún tiempo en el
apartamento de mis suegros. Enseguida empecé a trabajar en la oficina de Telecort en
Entre Ríos y México. Me parecía mentira pero estaba como antes en la TEM… como si
el pasado hubiese regresado. ¿Soportaría la prueba? Solo el destino lo diría. Pero ya
pasaba de empresario independiente, a dependiente. El trabajo era cómodo, estaba con la
familia, almorzábamos y cenábamos todos juntos y siempre me trataron muy bien. Tal

128
vez iba a extrañar el taller, las azoteas, el aire puro, la playa, la Planta Transmisora…
pero las cosas así se daban y las decisiones así se tomaban… en el acierto o en el error.
Lo que importaba era el proceder con buena fe, con optimismo y darle para adelante. Así
finalizaba este año de 1980 lleno de cosas nuevas y también de sorpresas nuevas…

CAPÍTULO 10
AÑO 1981:
GRANDES CAMBIOS Y ETAPAS NUEVAS

El año nuevo nos encontró en la gran urbe porteña. Los calores eran insoportables dentro
de ese verdadero horno de microondas de hormigón calentado por el sol. La venta de
antenas, pilas y cables de todo tipo era enorme. Venía gente de todas las provincias
solicitando asesoramiento sobre el tipo de antena de TV para su lugar geográfico
determinado y sus accesorios…. y compraban todo. Era como una euforia económica
que vivía Argentina. Algo parecido a lo que pasó acá (y que luego hubo que pagarlo con
una terrible crisis). Allí no me vinculé de primera con ningún radioaficionado, en verdad
ya el hobby lo tenía bastante dormido. Tampoco tuve el empuje ni el interés en buscar
algo para armar y vender. Había firmas que vendían sus equipos de comunicación de
estado sólido, sacaban tremendos avisos en las revistas del ramo y tenían toda su
infraestructura hecha (aunque los equipos eran bastante más grandes que mi MCX104).
Además iba a darle una mano a mi suegro y no a fabricar algo para vender. Tampoco el
tiempo me lo permitía. Mi vida transcurría rutinariamente entre la oficina, los
restaurantes y el apartamento. No tenía nada que contar de mis trabajos. Diré que una
vez, tanto mi suegro como mi cuñado que eran la cabeza del negocio, viajaron un mes a
España a visitar y conocer unos parientes, con lo cual la responsabilidad recayó en mi
suegra Telma y yo.

Como los saldos del Banco de Galicia que era nuestro banco principal estaban en rojo,
decidimos suspender un poco las compras, tratar de bajar el enorme stock que había y
sanear las deudas. Mercadería nunca faltó, ya que se trataba de reponerla con compras
razonables. Aumentamos un poquito los precios y estábamos tranquilos. Pero parece que
esa política no gustó mucho cuando regresaron los viajeros, así que todo volvió como
antes. No me había vinculado a ningún radioaficionado en particular o radio club.
Solamente visité varias veces a Héctor Cárcano LU8AHW. Él hacía CW DX en 80
metros como yo, y de ahí nos conocimos. Estuve en su casa y conocí su estación, sus
equipos y antenas: no solo su buen dipolo de 80m. sino la yagi casera para 6 metros,
banda que operaba mucho. Una noche me invitó con salmón ahumado que él había
pescado tiempo antes en el sur y preparado casero… una verdadera delicia. También
visitábamos a Víctor Cutrone, cuñado de Carlitos Cortiñas mi cuñado, radioaficionado
muy capaz y hábil de esos que aún construían ellos mismos de todo para la estación.

Al cabo de pocos meses decidimos con los ahorros, comprar un buen apartamento a una
cuadra del negocio en Combate de los Pozos y México, piso 7º del Edificio Tallin. Como
los ahorros no alcanzaban, Armando nos prestó unos dólares para completar el precio de
compra. El edificio tenía un apartamento por piso de un total de 10. Era muy lindo y
tenía un pequeño cuartito que usé de “taller”: con alguna herramienta que llevé de aquí,
unos pedazos de MCX102 y trabajando alguna noche y fin de semana, logré armar uno.
Hice un dipolo para 7 MHz muy rudimentario, colgándolo de un caño ajeno de TV en la
pequeña azotea. Algún domingo de mañana lograba comunicar con Pablo Scoffone,
Ricardo Susena, William Spinelli y algún otro CX. Había tramitado mi licencia LU en

129
1982 – LU1AYH en Buenos Aires Capital.

las oficinas de Correos y Telecomunicaciones, la Antel de aquí. Me otorgaron la


LU1AYH con Primera Categoría (que devenía de la CX9BT). Me había comprado un
handy de VHF ICOM IC2A de “rueditas” y me metía en alguna repetidora LU de
Capital. Por mitad de año vine aquí para visitar a William y pagarle los dólares de los

130
instrumentos de Moro que debía. Él me hospedó en su casa y pasé muy bien. Pocos
meses después vine otra vez, pero ahora acompañado por mi cuñado Carlos y Grinstein,
un famoso comerciante joven que era un “tigre” para las ventas. Nuestra intención era
vender a las casas de la calle Rondeau antenas de TV japonesas de la gran marca DX
ANTENNA y cables coaxiles varios, aprovechando que a mi me conocían en todas ellas.
También William nos acompañó a Fablet & Bertoni ya que conocía a los dueños de esa
firma. Salió todo mal. Fablet se avivó e hizo su propia importación directa… y a nadie
interesó el tema de los cables. Pero por lo menos tuvimos la gran satisfacción de cenar
una noche los cuatro en el Restaurante Panorámico de la Intendencia: ni William ni yo
volvimos a estar en ese tan lindo y especial lugar.

Luego pasó algo que estaba casi previsto: la terrible devaluación de la moneda argentina:
los precios de todas las cosas se vinieron al piso, los que tenían deudas en dólares como
nosotros, la quedamos: el apartamento perdió cuatro o cinco veces su valor y había que
venderlo para tapar el agujero. Fue aquella maldita Ley 1050 la injusticia mayor que
recayó sobre la población. Las ventas del negocio bajaron muchísimo y mi suegro
también tuvo que poner en venta otro apartamento que tenía con cuotas en dólares a fin
de pagar un local nuevo que había comprado en plena Av. Entre Ríos. Todas estos
sucesos precipitaron mis deseos de volver para aquí de nuevo pues el tema Argentina se
me había atragantado en el esófago. En ese interin se produjo toda la movida de la
invasión ´´libertadora´´ del milico Galtieri a las Islas Malvinas, con todas sus secuelas de
inestabilidad general, estado de guerra e intranquilidad.

A fines de ese año 1981 viajé otra vez para acá y ya con intenciones de sentar bases para
la vuelta al pago. Estuve con Mario Rebufello, Rafael Fernández y otros colegas CX, los
cuales me invitaron a pasar un día en Piriápolis donde visitamos la repetidora de VHF en
el Cerro San Antonio y pasamos rebien. Así finalizó ese año tan feo de 1981.

Comenzó 1982 donde pusimos el apartamento en venta en los clasificados del diario “El
Clarín” de Bs.As.: se pudo al fin vender en los meses siguientes. Para octubre me vine
solo para aquí, alojándome en la casa de mi madre en Sayago, Bell 1016. Mi hermana
Liliana que vivía en la casa contigua, me cedió el galpón del fondo (donde Juan su
esposo tenía su taller) a fin de que empezara a trabajar allí. Recuerdo que los días fríos
llevaba un calentador Primus a querosene poniéndole encima un ladrillo o una maceta de
barro invertida para caldear el ambiente. El techo era de Dolmenit sin ningún cieloraso...
En fin, otra vez aquí, quería ver como se iba a desarrollar mi actividad económica. Si las
cosas marchaban bien, María y los chicos podrían venir de nuevo. Claro, ahora estaba
muy mal: sin casa, sin empleo de Antel y desconectado de toda la clientela anterior.
Hablé con William para ver si era posible que pudiera reengancharme con mis negocios
anteriores que él atendía ahora. Demostrando la calidad de persona que era, me entregó
los instrumentos y avisó a los clientes que yo había vuelto y que los iba a atender de
nuevo. Fue un gran paso que me ayudó a empezar a recomponer mi actividad, acción de
William que nunca olvidé…

Poco a poco empecé hacer todo tipo de trabajo. Quise reintegrarme en Antel pero me fue
imposible, ya que estaban dando absoluta prioridad a los jóvenes egresados de la Escuela
Industrial. Pero los Frontini me dieron cantidad de trabajos en el Depósito y en sus
domicilios particulares: hice de todo, desde reparar cortinas de enrollar, tubos
fluorescentes, instalaciones eléctricas, telefónicas y todo lo que viniera. Hasta me hice
experto en máquinas de calcular de escritorio, aquellas Citoh japonesas y otras marcas.

131
Scopelli me empezó a traer aquellos banda ciudadana Motorola para reparar, pero no
quería interferir en las cosas que Néstor Criscio estaba haciendo en la empresa. Ya se
habían instalado las bases con enormes torres y los móviles estaban funcionando a todo
vapor. Le debo agradecer a Scopelli la confianza que me tuvo, ya que me dio
oportunidades de hacer algunos trabajitos en la empresa Moro. Allí no solamente
estaban los equipos de radio, sino que había un sinnúmero de aparatos eléctricos y
electrónicos de control a los que más adelante pude acceder.

CAPÍTULO 11
1982 - VOLVIENDO AL PAGO… SIGUE LA ACTIVIDAD

Seguía reparando de todo: cocinas eléctricas, secadores de pelo, tostadoras, transmisores,


en fin, lo que viniese. Cada pesito que ganaba los llevaba a los cambios de 18 de Julio a
comprar dólares: estaba quemado con lo que nos había pasado allá… y se decía aquí por
intermedio de los personeros de la dictadura que la devaluación nunca iba a venir… Yo
seguía metiendo los dólares que cambiaba en una lata de duraznos vacía.

Casi enseguida me relacioné con los Gunter, especialmente con el padre, un alemán-
uruguayo propietario de la firma de alarmas Selectron. Estaban ubicados en Ciudadela
casi 25 de Mayo. Tenían muchos clientes, empresas grandes y Bancos con los equipos
que fabricaban, que estaban conectados con las bases de la Jefatura de Policía en San
José y Yí y que mandaban un código especial avisando de alguna emergencia. Armaban
unas plaquetas transmisoras de 10 w. de FM en la frecuencia de 36 MHz que eran
inestables y de pobre rendimiento. Les diseñé unas más modernas, compactas, con un
nuevo tipo de modulador de FM. Poco a poco las fueron sustituyendo por las mías: armé
más de 60, aprovechando los materiales de las viejas. Gané buenos pesitos… estaba en
la mía otra vez. Acompañé a sus instaladores a muchos sitios de la ciudad: bancos,
comercios y hasta el frigorífico Carrasco, Frimacar, al lado del puente del mismo arroyo.
También les reparaba unos transmisores de radioalarma Motorola Sicom de VHF.

Así vino el fin de 1982. Todavía estaba mi familia en Bs. Aires y yo los visitaba a
menudo. La diferencia de cambio entre las monedas argentina y uruguaya era tremenda,
casi llegó a seis veces y servía comprar allá con plata de aquí. Además estábamos
organizando el retorno general, ya que mi actividad estaba repuntando a buen ritmo.
También conocí en la casa de William a un cliente de Colonia que tenía un MCX104:
Mario Collazi. Manejaba una preciosa camioneta Peogeot 505 SRD en la cual iba el
equipo. Allí con William logramos ajustarle la antena móvil… pero estabamos muy
lejos de aprender todos los secretos y correcto ajuste de ese tipo de antenas. A mi me
costó años de esfuerzo y pasar por muchos desengaños y duras experiencias hasta lograr
aprender todos sus secretos.

Así comenzamos 1983, donde en enero mismo María y los chiquilines estaban de
regreso. Como no teníamos casa ni lugar para estar, alquilamos una en el balneario
Parque de Solymar (el “Parquede” como le decíamos) para pasar las vacaciones de
verano en una casa en la playa, seguir trabajando y ver como se iban a desarrollar los
acontecimientos futuros. La casita era linda, estaba a tres cuadras de la costa y tenía
algunos muebles. Los chiquilines disfrutaban al máximo. Teníamos como vecino al
hermano de José Germán Araújo… que casualidad... una gran familia. Los hijos de ellos
jugaban con los nuestros. Hacíamos una riquísima pizza en un “horno” que habíamos
hecho en la arena con bloques de construcción usados y unos pedazos de chapas de zinc.

132
Pasamos tres meses realmente hermosos. Yo tomaba el 7E8 de Copsa y me iba con mi
bolso de herramientas a Bell 1016 a la casa de mi madre y al taller contiguo. Desde allí
organizaba los trabajos y salía hacer services a Frontoy, a Selectron (de donde traía
plaquetas y material para el armado de las alarmas) y fui varias veces a un grupo de
apartamentos que Adolfo Frontini tenía alquilados en Nuevo París cerquita de la iglesia
de los Padres Capuchinos, haciendo muchos trabajos de electricidad e instalándole un
temporizador para las luces de las escaleras. Hablaba con mi handy ICOM a la casa del
Parquede, vía repetidora 146.910 de la Asociación Cristiana del Club Uruguayo de VHF
para avisar cuando regresaba. Eran lindos los viajes en los Copsa y un placer en pleno
verano andar a toda hora por la zona balnearia.

Cuando marzo de este 1983 estaba próximo y los chicos tenían que empezar las clases,
hablé con Mario Collazi. Él me prestaba sin costo un apartamento que tenía vacío en el
Parque Posadas para ocupar por unos pocos meses, mientras mi hermana y esposo (que
también estuvieron un año en Bs. Aires por motivos de trabajo) compraban nueva casa y
nos cedían la que tenían en Bell 1014, pegada a la casa de mamá. El apartamento del
Block 7 de Colazzi en el Posadas era precioso y pasamos muy lindo. La mesa del
comedor fue mi mesa de “taller” donde armé infinidad de cosas, protegiendo el mueble
con varias capas de diarios y telas viejas. Allí no podía poner antenas de prueba y
tampoco pude en el Parquede. Solo en Bell tenía un dipolo atorrante para 40 metros para
probar algo y una vertical “hipodérmica” para salir con el handy y chivear un poco en las
repes del CUVHF. Allí en el Posadas armé algunos electrificadores de alambrado
transistorizados para Moro, basados en una bobina de encendido de auto, un oscilador de
baja frecuencia y un 2N3055. Parecía que las válvulas se habían terminado para mí:
todos los proyectos futuros serían transistorizados. Las válvulas sólo iban a ser usadas en
los futuros amplificadores lineales para SSB. Estando en el Posadas encargué 6 chassis
para MCX104, porque tenía varios clientes potenciales. Armaba bobinas, plaquetas, los
transformadores de la etapa de 100 watts, los toroiodes, en fin, trataba de adelantar al
máximo.

Como Gunter me empezó a exigir facturación por mis trabajos, me orientó en la forma
de tramitar mi empresa unipersonal: en realidad era una persona muy generosa y
honesta, siempre me ayudó y me daba trabajo. Así que amparado bajo un tal Texto
Ordenado 82, facturaba sin Impuesto al Valor Agregado (IVA) ya que mi nivel de
facturación estaba muy por debajo de un tope anual fijado por la Dirección General
Impositiva. Mandé hacer unos talonarios de boletas de contado y la empresa se llamaba
lo mismo que yo: Manuel Castelo, girando en el ramo de Reparación de
Electrodomésticos y Afines. El tener facturas también me sirvió para Moro y otras
firmas de plaza que me las habrían de exigir más adelante. Gracias Gunter, siempre
reconocí tu ayuda… y ahora que ya no estás más entre nosotros, recordaré los momentos
lindos vividos…

Scopelli me llama a mediados de 1983 para preguntarme si me animaba a hacer ciertas


reparaciones en la clasificadora de huevos de Moro en Palleja marca OTTO NIEDERER
de New Jersey, USA. Yo siempre decía que sí: luego estudiaba los manuales y si no
había, trataba de desarmar y ver los circuitos. Me trajo unos terribles planos de lógica
digital, ya que la enorme máquina clasificaba 6 tipos diferentes de huevo, operándola
por diez o doce personas y trabajando 24 horas diarias. Cualquier desperfecto trancaba
todo el proceso de clasificación, empaque y venta de los mismos. La cadena empezaba
cuando un operador en una cabina miraba pasar huevo por huevo a través de una luz

133
especial, a fin de determinar su estado interior. Allí se realizaba el primer conteo por
sensor infrarrojo. Luego la máquina detectaba los huevos rajados o rotos, los que tenían
manchas de sangre o suciedades y nuevamente eran contados y conducídos por un riel
especial, cayendo en unas tarrinas (solamente los rajados) para ser vendidos al kilo en
panaderías, confiterías, etc. La máquina tenía un sistema de riel-balanza donde a
velocidad las unidades eran pesadas y de acuerdo a su peso entraban en cada una de las 6
canaletas de clasificación: 1 gigante, 2 extra, 3 grande, 4 mediano, 5 chico y 6 bolita.
Todo se basaba en sensores infrarrojos, cadenas transportadoras, unas ventosas de vacío
que agarraban los huevos de a 30 unidades (maples) y los iban colocando en cajones o
pasaban para la máquina del “packing” que los envasaba de a docena o media docena en
moldes plásticos. Las plaquetas no tenían zócalo para los integrados: estos iban soldados
directamente, por lo que tuve que desmontarlos, implementar un zócalo y probar esos y
otros nuevos. También había fallas por desincronismos varios: todo era un verdadero
reloj muy bien sincronizado. En resumidas cuentas: aprendí cosas nuevas en cantidad,
me divertía haciendo esas investigaciones y reparaciones… aprendí y me especialicé en
la clasificadora… y de yapa pasaba la factura!... ¿qué tul...?

Tenía casi prontos dos MCX104 para cumplir con los pedidos que me habían hecho: uno
era para Anollés (el segundo que iba para esos lares) y el otro fue para un cliente nuevo
que apareció recomendado de Ferrés: el Ing. Gonzalo Gaggero, futuro presidente de la
Federación Rural. Mientras tanto a veces salía para hacer algún trabajo en el ámbito
radioaficionado. Conocí a un muchacho Miguel que vivía en el Cerrito, y en cuya casa
estaba una de las repes del CUVHF la 147.090, que luego fue a parar a Piriápolis. Con él
hicimos unos trabajos de torres para Selcor, empresa muy grande de electrónica ubicada
próximo a Rivera y Larrañaga. Cambiamos los dipolos verticales por otros y anexamos
un array para UHF. También le reparamos las antenas a dos personajes muy conocidos y
famosos que vivían casa por medio en pleno Punta Gorda, antes de entrar en la Curva
del Ensueño: uno fue el profesor y entrenador de la Selección Uruguaya de Fútbol, Omar
Borrás. Tenía un gran chalet coronado por una Mosley de 6 elementos para HF: él
comunicaba con su familia desde su coche cuando viajaba alrededor del mundo con la
Selección. Estuvo un par de veces en Telecort, donde charlamos de temas varios. Su
vecino era uno de los hermanos dueños de la cadena de almacenes Manzanares, Manuel
Martínez. A él le colocamos un conjunto de 4 dipolos verticales para VHF, también en
una residencia alucinante.

En Abril de 1983 Miguel y yo le hicimos una reparación y montaje de antena de VHF al


Ing. Rodolfo Álvarez en Carrasco, hoy propietario de la empresa de comunicaciones
Ribenal. En esa época estaba en pleno auge el VHF, reunido todo alrededor del CUVHF
donde estaban: el “Pocho” Cambón, aviador militar; el “Rafa” Fernández CX9BN de
Marlain TV, el gordo Héctor Gelós CX9BS, Nelson Camelo de La Casa Del Tablero, el
joyero Federico Beyer, Néstor Criscio y Carlos Checker, Mario Rebufello, Ricardo
Susena, Juan Carlos Vila, Miguel el antenista (“muchachito VHF”) en fin, debe haber
unos cuantos que olvido... disculpas pido..! Era la época en que todos andábamos con los
handys colgados de la cintura escaneando repetidoras, comunicando con uno y con otro.

También veía la necesidad de armar algún vatímetro-medidor de ROE chico, económico


y eficiente para VHF exclusivamente, ya que los de plaza eran sumamente caros. Hice
un proyecto basado en el sistema que usaba mi Bird 43: una línea de tubo coaxil con un
par de sensores de RF ubicados cerca y en paralelo con el conductor central de la misma.
Diseñé unas cajitas chicas y mandé hacer 10 unidades en Cerba, caladas y pintadas de

134
1983 – Vatímetro casero VHF muy usado…

gris martillado y compré 10 Vumetros de audio de tamaño mediano. Así con un tubo de
bronce, dos conectores SO239 Telecort de teflón, dos llavecitas corredera, dos preset,
algunos capacitores cerámicos disco, 2 diodos 1N34 y el Vumetro con una escala nueva
casera (con Letraset) de 0 a 50, armé estos VHF RF WATTS con dos escalas de
potencia: 5 y 50 watts, ROE: DIR y REFL. Poco a poco vendí 8 quedándome con dos
para mi uso personal, ya que eran mucho más transportables que el pesado Bird 43,
dejándolo para uso solo en el taller. Luego comprobé que funcionaban muy bien también
en UHF y en la banda de FM comercial (por supuesto con una tabla diferente de
potencias) pero de fácil “preescalamiento”.

135
Alrededor del mes de junio de 1983 abandonamos el Parque Posadas, yendo a residir en
Bell 1014 esq. Ariel, la casa de mi hermana Liliana. El taller seguía en el galpón del
fondo y me quedaba todo a mano: allí podía golpear a gusto, tenía espacio y le usaba a
mi cuñado Juan un hermoso taladro de banco que fue de su padre, como las fuertes
mesas de taller de mecánica. La casa tenía un fondo como para medir dipolos y trabajar
afuera con las antenas. Los chicos podían ir a escuela y liceo sin problemas y el barrio
era lindo. Ya estaba conectado con muchos amigos, colegas y clientes. Horacio CX3BH,
me trajo aquel famoso Yaesu FTDX100 con el que habíamos ganado el mundial con la
CV2AA, pues tenía un problema con la operación en 12 volts. Le rehice un
transformador oscilador del convertidor e implementé un par de 2N3055, en lugar de
unos viejos de germanio que tenía.

El Ing. Crespi de CIPA me encarga un MCX104 para sus arroceras en Treinta y Tres... y
sigo con los equipos de banda ciudadana de Moro al que se agregaron otros a la red,
todos en las granjas de San José. Por otro lado Fontoy me daba la reparación de sus
máquinas en el Depósito de Belvedere: las selladoras de bolsas de nylon del azúcar con
su marca que ellos envasaban, además de las tolvas racionadoras del producto. Eran
todos aparatos industria nacional, pero tenían temporizadores, resistencias y
microswitchs que se rompían y las máquinas tenían que funcionar todos los días. De
paso, siempre había fluorescentes que no encendían, llaves de luz defectuosas, fusibles
quemados y nuevos lugares para instalar bases polarizadas o llaves térmicas, o etc.
También instalé un intercomunicador japonés con 5 derivados y una central dentro del
Depósito, y más tarde le armé dos caseros para la comunicación con otros locales que
estaban cruzando la calle, lo que les facilitó la comunicación. Tuve que andar cantidad
de veces por los techos, instalando focos con brazo de caño con lámparas de mercurio,
para alumbrar de noche los locales. Les compré e instalé dos equipos de Banda
Ciudadana Motorola Mecoa: uno allí en Belvedere y otro en su Local Mercado Modelo,
con antenas trampa gamma compradas en plaza, pues era más práctica la radio que el
teléfono.

Así que tenía trabajo para divertirme y con poco tiempo para perder. Los talonarios de
mis facturas se iban rápidamente. Seguíamos ahorrando todo lo posible y habíamos
sufrido la tan oculta y traicionera devaluación de nuestra moneda, pero esta vez no nos
agarró desprevenidos: peso que ganaba fue pasado a dólar enseguida: pudimos así en
pequeña parte, resarcir la terrible pérdida de la Argentina.

Los próximos meses de ese 1983 fueron muy buenos: aparecen tres clientes nuevos para
mis MCX104: Introini, un Sr. que vivía en la ciudad de Rocha y quería tener
comunicación con sus dos hijas que estudiaban aquí y quienes vivían en un apartamento
en Acevedo Díaz y 18 de Julio, con fondo al terreno en que está actualmente la torre de
Canal 4 Montecarlo TV. El edificio era bastante antiguo, pero allá en la azotea encontré
un viejo caño oxidado aparentemente abandonado, y allí colgué los dipolos de 80 y 40
metros. Instalé el 104 en el comedor del apartamento con la fuente casera de 220-12
volts a 15 amperes regulada. Luego me fui en la Onda a la ciudad de Rocha, instalándole
en su casa los dipolos colgados del caño soporte de la antena de TV. Allí el hombre
quiso usar una batería de auto para alimentar el 104. Pudo hablar con sus hijas, ya que
habíamos prefijado los horarios de encuentro. Todo quedó bien.

El 2º cliente fue el Ing. Agr. Antonio Jorge arrocero de T. y Tres, que tenía su propio
cultivo. El enlace era entre su casa y el coche. Tuve que viajar hasta allá cargado con dos

136
104, una fuente, una antena base con dipolos dobles para 40 y 80 m. con 20 metros de
coaxil incluidos, una antena móvil con su resorte base, látigos, bobina de carga, el grid
dip meter para ajustarla y el obligatorio bolso de herramientas... Apenas llegué a las 7 de
la matina vía Onda, empecé a instalarle el dipolo base: por suerte ya me había
conseguido el caño: no había taladro, por lo que calladito, dí dos o tres vueltas de
alambre galvanizado en la punta del mismo, até el centro ya preparado y puse otro
“anillo” igual al medio del caño para las tres rienditas centrales… quedó de película…
Luego del almuerzo en su casa, él había hecho instalar en su coche por un chapista la
base de la antena con el resorte. Tuve que hacer la instalación del cable coaxil y la
alimentación desde la batería al 104. Ajustaba las antenas móviles poniendo en su base
un par de vueltitas de alambre de cobre desde el centro a masa, y con el G.D.M.
intentaba ajustar a la frecuencia de operación, sacando vueltas de la bobina casera que
llevaba preparada y recortando el látigo superior. Todo era muy rudimentario y el
rendimiento nunca llegaba a ser el óptimo. Pero no había otra forma de proceder por el
momento. Apenas instalado todo, nos fuimos en su coche rumbo a la arrocera dejando a
su esposa a cargo de la operación de la base. Durante el camino probábamos la
comunicación, llegando a la arrocera luego de recorrer 70 Km desde su casa. No fué una
perfección el enlace, pero estaba bastante pasable… pude salvar el examen... y cobrar.

El tercer cliente fueron los Díaz Álvarez. Ellos tenían una empresa de maquinaria pesada
para el movimiento de tierra, pavimentaciones, trazar caminos en cualquier terreno, etc.
Fijamos un día para que vinieran a Bell 1014 a fin de conversar sobre los equipos,
precios, etc. Claro… no teníamos ni oficina, ni escritorio, ni muebles, ni nada para
recibirlos y había que armar algo “presentable” para esa gente. Se nos ocurrió poner en
el living-comedor la mesa de madera de la cocina con un regio mantel plástico nuevo, un
par de las mejores sillas y dos banquillos bastante presentables. Encima de la mesa
colocamos bastantes carpetas varias, lapiceras, blocks de notas, una calculadora, en fin,
cosa de armar algo “lindo”. Vino el Sr. Álvarez con su Sra. (que a la postre “era la que
cortaba el bacalao”). Le mostré un 104 y un viejo 102 (pero reciclado a nuevo, de
aquellos que había rescatado de los Frontoy) para que vieran lo que era una base y un
móvil. Fijamos precios y quedó casi hecho el negocio. Había que instalar, probar, y
cobrar en tres cuotas… servía el negocio…

Una mañana fui hasta su local en Larrañaga pasando el Cilindro. Teníamos entonces una
camionetita Grummet 1825 modelo ‟71 con carrocería de fibra, así era más fácil
transportar equipos y cosas por la ciudad. El dipolo lo até en un inmenso caño de 10 mt.
de largo que fue izado por uno de sus guinches... trabajar así era una papa. Al fin quedó
instalada la base con ese viejo 102 reconstruido. El 104 no iba tan “móvil”… en realidad
seguía sintiéndome muy inseguro con los móviles, así que quedamos en que iríamos a
una obra vial que estaban haciendo en el Dpto. de Lavalleja, y allí en plena ruta parar un
varejón de eucaliptos, colgar los dipolos y tratar de comunicar. Salimos con ese destino
en un Mercedes 300D automático del hijo de Álvarez, un gordo muy macanudo rumbo
al interior. Pusimos todo lo planeado y se pudo hablar con la base. Qué suerte. Luego la
cobrada no fue tan fácil… pero se logró. Y de esta manera pasó el año 1983...

Entrábamos en el año 1984 prometiendo muchas cosas... Mientras, no dejaba de


experimentar las antenas móviles para HF, tratando de hacer algún balun de banda ancha
para alimentarla en su base y lograr una buena adaptación. Muchas de esas pruebas eran
hechas en el jardín de Bell 1014, aprovechando el chassis de metal de la Grummett. Por
allí de mañana pasaba Gustavo CX2AM en viaje desde El Pinar hacia su consultorio

137
odontológico de la calle Ariel, donde nos poníamos a conversar un rato sobre los temas
de radio. Él estaba inmerso en el CRAM el radioclub de Sayago, pero yo no estaba para
los radioclubes… y te diría que tampoco para la radio como hobby, ya que mi mente y
mi tiempo se concentraban en atender y aumentar mi clientela, pues el hecho de no tener
empleo ni sueldo fijo significaba para mí concentrarme en mis trabajos como empresa
unipersonal.

Conozco a un Sr. Norman, amigo de aquel buen Hammer... dueño de un par de casas de
venta de electrodomésticos “Norly TV” sobre 18 de Julio. Vivía en un apartamento en la
esquina de Soca y Br. España y necesitaba una buena antena para hablar en 21 MHz con
su hijo en Israel. Es que en aquellos tiempos las llamadas telefónicas costaban una
fortuna y había que ver un método más barato y efectivo. Le prometí armarle una quad
solo para esa banda. Pensaba hacerla con tubos plásticos, sin palos de escoba
reforzadores, liviana y económica. Él se ocuparía de conseguir una torrecita liviana de 5
metros. Añoraba las crucetas de mis antiguas quads, que muy bien me hubiesen servido
ahora... pero “hoy” eran otros tiempos…

Compré unos angulitos, un trozo de caño y tuve que pedirle una mano a mi vecino de la
calle Valdense Juan Ángel Peri el de la Librería Agropecuaria, que habían comprado un
hermoso local en la calle Uruguayana para instalar su imprenta, y tenía una soldadura
eléctrica que le había armado antes de nuestra partida para Bs.As. Llevé los fierritos ya
cortados y los soldé allá. Una vez que reuní todo y con la torrecita que estaba en la
cochera del edificio de los Norman, subí la misma por el pretil lateral del edificio con el
sistema que ya describí antes. Trabajaba solo, así que tuve que disponer las cosas para
que no me encontrara con problemas en el curso de la operativa. Subí hasta la terraza,
tiré una punta de la cuerda por el costado, bajé, até la torrecita, la ubiqué bien para que
no se enredara o trancara en algún balcón o cornisa, subí y empecé a tirar: así poco a
poco la pude poner sobre el techo. Una vez parada, le puse tres riendas de alambre 12,
coloqué el boom (previamente orientado N.E.- S.O.) armé los 2 cuadrados, los monté y
abuloné, até la bajada coaxil, enchufé el alargue en el cuarto de ascensores, soldé y tiré
el coaxil por el ducto. Había marcado todo y perforado los caños antes… de acuerdo a
las medidas de las viejas quads concurseras…

En el apartamento introduje el cable, le puse un conector PL259 y lo dejé así tirado, ya


que ellos después iban a aprolijar el mismo. Al conectar en el equipo la ROE quedó
bastante pasable… y no iba a subir de nuevo para corregir medidas... de eso estate bien
tranquilo, ja ja. La comunicación que tuvieron fue buena, descontando que no tenían
amplificador y que la propagación no estaba óptima todos los días. Pero cobré… y si
pagaron y no hubo reclamos será porque les sirvió.

Luego en el correr de ese 1984 vinieron de CIPA con viejos equipos de AM de 160
metros que los usaban para conectar entre puestos de arroceras: eran marca Mercurio de
Melide, modelo 755. Hubo que “emparcharlos” para que siguieran en funciones.

Siguiendo con los trabajos, armé otra soldadura eléctrica para un vecino: ya tenía
práctica en el bobinado de esos grandes transformadores de 30 volts con alambre
esmaltado o forrado en doble capa de algodón de 5 mm de diámetro, ¡casi una varilla!
Pero había hecho una forma de madera bien fuerte para devanar la enorme “galleta”.
Trabajaba con guantes de cuero para no ampollarme los dedos. Luego de armado el
transformador y usando el mismo, le soldaba una base hecha con hierro ángulo y con un

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eje, dos ruedas de goma y un mango de caño para que fuese cómodo el transporte. Las
derivaciones en el secundario para la elección de la potencia las hacía con el propio
alambre formándole una “oreja”, para así con un tornillo y tuerca de bronce poder
cambiar el terminal del cable de cada derivación. Así quedaba superpráctica...

Los próximos trabajos fueron: otro amplificador lineal para otro buque petrolero, en este
caso el Presidente Lavalleja. Era igual a los anteriores: un par de válvulas 813 acostadas,
compacto y con la fuente incluida. No fui a instalarlo en esa oportunidad: lo retiraron y
pagaron en casa. El año pasado otra vez me reencontré con ese lineal, le reparé el
soporte quebrado de acrílico de los electrolíticos que hacía chispear a los mismos, y
siguió funcionando. El galvanizado del chassis mostraba las huellas del aire marino...
estaba medio blanquito y oxidado… pero era apenas un detalle.

Luego vendí otro 104 para Amestoy de Frontoy, sustituyendo aquel 102 a batería que
había cumplido su ciclo: pero podría reciclarse para usarlo como equipo base con el
agregado del transformador correspondiente. ¡Todo sirve!

El próximo trabajo fue un paso importante en tratar de hacer algún service futuro en los
equipos de Moro: instalé un Yaesu FTC 4625 de los que tenían unos pocos en stock, en
la planta de Incubación de Millán e Instrucciones. Allí simplemente les pedí que me
soldaran un caño y medio para alcanzar los 9 metros, colocar una antena móvil con
plano de tierra y usar coaxil RG8 foam… solo querían comunicar con la central Palleja,
así que no se requería mucha especialidad.

Apenas terminada esa base, aparecen dos clientes nuevos para banda agraria: Bocage y
Marella. El primero tenía unos campos en Lavalleja y la base en Carrasco. Era uno de
los gerentes del Laboratorio Gauthier. Con él viajé hacia el campo en su coche Peugeot
gasolero nuevo. No recuerdo el modelo, pero tenía en el tablero de instrumentos un
indicador que le mostraba el óptimo promedio velocidad-consumo de combustible: para
mí era algo novedoso. La instalación no tuvo nada de especial y el contacto con Carrasco
fue normal. En la base usé el viejo equipo de Amestoy puesto a nuevo y para 220 volts.

El otro cliente fue Marella, amigo de Gastelú, que también vivía en José Pedro Varela.
Tuve que viajar allá otra vez llevando dos 104 para 12 volts: uno para su casa con antena
dipolo de alambre galvanizado y el otro para la arrocera con igual antena. Ambos
estaban conectados a baterías viejas de coches y/o maquinaria agrícola que para ese fin
servían muy bien. Otra instalación sin problemas... había colocado otro par nuevo de
MCX104 y tuve el placer de conocer y tratar con una excelente persona, cosa no menor.
Tal vez ya lo haya mencionado antes, pero en Frontoy siempre tenía trabajos eléctricos
varios y de todo tipo, desde la reparación de todas las calculadoras de la empresa, las
radios de música de los autos, el mantenimiento de mis MCX, las selladoras de bolsas de
azúcar, etc.etc.

Siguiendo en el año 1984, en el Local Mercado Modelo de Frontoy (donde los cortes de
energía de UTE eran muy frecuentes) quedaban sin funcionar principalmente las
máquinas calculadoras, lo que causaba gran trastorno. Así que el próximo paso fue hacer
una instalación de 24 volts (tensión de trabajo de las calculadoras) con dos baterías de
auto con un cargador automático casero y varias fichas del tipo National para enchufar
en tantas máquinas que habían sido previamente modificadas. El sistema anduvo muy
bien, siendo el único mantenimiento el agregado de agua destilada a las baterías y la

139
limpieza de sus bornes. Además se usaban las mismas baterías para encender varios
tubos fluorescentes de emergencia en los apagones. En ese local un día domingo entero
me quedé con Danielito (a quien empezaba a llevar en mis trabajos) y estuvimos
haciendo varias instalaciones y reparaciones que nos llevó el día entero, pues era el
único momento que se podía transitar tranquilo por todos sus recovecos (que eran
muchos y muy estrechos) ya que todo el espacio estaba atiborrado de mercaderías y
alimentos envasados. Tiempo después ellos habilitaron otro local sobre la Av.
Centenario muy grande y espacioso, con entrada para vehículos y muy moderno. Allí
hicimos mucha amistad con el arquitecto Adolfo Carlos hermano de Enrique, a quien
también en su apartamento próximo a Rivera y Soca le colocamos una antena de TV y
otras instalaciones internas dentro del apartamento.

En ese nuevo local del Mercado Modelo también hubo que armar un sistema de
emergencia para las calculadoras y algunas luces a baterías. He colocado focos de
mercurio en los techos exteriores para alumbrar el estacionamiento y muchos
fluorescentes dentro del local, en fin, andaba siempre corriendo de un lado a otro. En la
casa de la otra hermana María Isabel en Capurro, también reparé e instalé de todo en
varias visitas durante años, lo mismo que en los otros lugares y en otros depósitos de
mercadería que tenían en los alrededores del Depósito principal de L.B. Berres y
Dionisio Coronel.

Terminé ese año 1984 con tres trabajos diferentes (además de seguir armando nuevos
104 por si aparecían nuevos pedidos): la reparación del equipo de BLU y antena dipolo
de su casa en Carrasco de un Sr. Bartesaghi de la barraca Federico P. Arrosa, ubicada en
la Av. Rondeau. El equipo lo había armado Daniel Sosa, el “gordo” CX7CO, gran
técnico y telegrafista concursero del cual hablaré más adelante.

Luego conozco a Jorge Garrochategui que tenía empresa de Transportes en el barrio


Reus y un hermoso equipo Kenwood TS180. Quería un par de MCX104, uno para su
coche y otro para un camión. Apenas le reparé el Kenwood y antes de instalarlo se lo
robaron de su auto, así que un 104 fue para la base con una fuente casera. No colocó el
móvil del camión, pero sí el de su auto. Seguía con mis temores hacia las instalaciones
móviles, ya que no me había puesto en serio a estudiarlas en profundidad y tratar de
optimizarlas al máximo.

El otro y ultimo trabajo del año 1984 fue la mudanza de la base de radio de Silberstein,
desde su casa en Punta Gorda a su nueva y espectacular residencia en Av. Italia casi
Cooper, propiedad que había comenzado a tramitar Luis Moro para él, pero que
finalmente decidió quedarse con otra en el Parque Batlle. Era moderna grande y
hermosa, con un frente de 30 metros y un fondo de 80 o más y toda enjardinada, etc. El
caño mástil fue atado prolijamente en una chimenea de ladrillo lateral, y las líneas de los
dipolos extendidas de frente a fondo, lo más disimuladas y prolijas posible para no
estropear la estética de la casa. Por suerte todo quedó bien. En esa residencia tuve
múltiples trabajos de telefonía y electricidad, pues a pesar de todo tenía muchos defectos
lo ya instalado y siendo muy complicado y desordenado los trabajos que habían hecho,
no encontrando ningún plano de ubicación de interconexionado entre las cajas de
registro, tanto de la parte de telefonía como de electricidad... (vaya novedad). Ese asunto
fue muy trabajoso pero al fin se lograban los objetivos: unas veces fácilmente y otras
con gran trabajo y no pocas frustraciones, dedicando muchos viajes, días y horas de
labor. Con estos tres últimos trabajos finalizamos el año 1984.

140
CAPÍTULO 12 AÑO 1985
LA ACTIVIDAD NO CESA - NUEVAS EXPERIENCIAS

Ahora estaba con bastante trabajo por los temporizadores que me traían de Moro. Estos
se usaban en múltiples lugares y venían de todos lados: control de bombas de agua,
incubadoras, cabinas de lavado, etc. Algunos eran importados y otros de industria
nacional. Generalmente operaban a través de un integrado MOS CD4541: unos de
temporización simple y otros de doble. Había que desarmar la cajita, estudiar su
conexionado, leer las hojas de datos de los integrados y tratar de ver que defectos tenían.
También venían unos sensores de temperatura en un tubo metálico de aluminio del
tamaño de una birome, con un cable blindado de tres conductores: eran parte del control
de las cabinas de fumigación. Las cabinas eran unos recintos cerrados donde los huevos
que iban para incubar (generalmente un promedio de 75000 unidades) permanecían en
una atmósfera controlada de gas. Este se producía mediante el calentado de un recipiente
que contenía formol y permanganato de potasio, controlado por un sistema lógico que
daba los tiempos exactos de permanencia, temperatura y posterior ventilado del recinto.
Era algo realmente interesante y fuera de lo que uno estaba habitualmente hacer.

Una tarde me alcanzaron una llave diferencial de control de energía de la casa particular
de Luis Moro: esas llaves cortan la energía total de la casa cuando alguna persona se
encuentra accidentalmente en contacto con uno de los polos de la corriente y tierra, que
es la forma más común de recibir un shock eléctrico. Generalmente esas llaves abren el
circuito cuando una corriente a tierra supera los 30 mA, que es un factor seguro de
protección para las personas. Además, una pérdida a tierra debido a la mala aislación de
un electrodoméstico o a la misma instalación, también es detectado por la llave la que
corta la energía. Al desarmar la que me habían traído de marca Crady USA, medí varios
diodos rectificadores y encuentro uno abierto, el cual cambié; de paso, sustituí los
restantes que estaban bien, por 1N4007 (que son de 1000 volts a 1 A) mucho más
holgados que los 1N4002 que tenían de fábrica. La probé, y ahora sí saltaba apenas una
ligera pérdida se producía. Otros aparatitos que venían a reparar eran los controles de
nivel de agua de los tanques de los criaderos, item muy importante para que las aves
siempre tuvieran suficiente agua en los bebederos en toda época del año. Eran hechos a
partir de simples integrados operacionales, y su chequeo y reparación era bastante fácil y
rápido.

En una de mis visitas por mantenimiento o chequeo de los MCX de Gasparri en


Agraciada, me llaman del laboratorio: ahí había una “germinadora” artificial de semillas,
que no era sino una enorme heladera con la puerta reformada de la siguiente manera: de
la original solo quedó el marco, las bisagras y la manija de apertura: se colocaron dos
enormes vidrios en lugar de la chapa ciega anterior, a fin de mirar el avance de la
germinación de las varias semillas que estaban en docenas de recipientes en los estantes
interiores. Tenía encima esa “heladera” una caja de control que operaba así: un reloj
interruptor programable de 24 hs. (como los usados en los letreros de los comercios)
encendía varios fluorescentes en el interior simulando el día solar, otro controlaba el
frío, otro la humedad y el último el calor. Todo podía prefijarse a mano moviendo las
perillas correspondientes. Había varios termómetros y un higrómetro para visualizar el
estado del ambiente interior. Lo más interesante era que ese germinador lo construyó un
uruguayo del Dpto. de Colonia en la localidad de Tarariras, llamado Cutinella.
Realmente nos asombró la capacidad creativa que tienen nuestros hermanos del interior:
sencillamente notable. Allí había varios elementos que podían fallar: era obvio observar

141
qué parámetro estaba descontrolado para ubicar en la consola su control correspondiente,
y ver si mandaba el comando al elemento correcto, verificando su funcionamiento.
Estaba claro que aquello no tenía plano... al contrario, nuestros pícaros colegas trataban
siempre de ocultar datos, marcas, señales, colores, etc., a fin de complicarle las cosas a
la competencia o a extraños reparadores. Lógicamente que lo primero que había que
hacer era el estudio de toda la caja de control, haciendo un esquema a lápiz en una gran
hoja de papel para luego chequearlo a fondo y repasarlo a birome. Luego había que
medir con un tester resistencias y voltajes en varios puntos a fin de tener una futura
referencia. Las cosas eran así, a puro sacrificio, nada era fácil: con cada aparato nuevo
había que pagar el derecho de piso… de esa no te salvabas…

Lógicamente que para los Gasparri era más barato tener en Montevideo un reparador,
que llamar a su constructor para que viniera de Colonia… o tener que enviar el
germinador allá. Varias veces lo reparé, hasta que un día las cosas se me complicaron de
tal manera que tuve que sacarlo de su sitio, llevarlo con sus rueditas casi una cuadra por
dentro del edificio atravesando oficinas, pasillos, puertas y el largo galpón de las papas
hasta la entrada de Palleja. Ahí al lado de la balanza pesa camiones, había buen espacio,
y lo principal: luz natural, una gran ayuda para esos casos. Desarmé casi todo el
germinador y me llevé una sorpresa: las ratas habían mascado y cortado cantidad de
cables construyendo un nidal para sus crías: todo estaba oxidado y sulfatado por los
excrementos de esos bichitos... qué desastre... y que trabajo me esperaba, desde la lógica
limpieza prioritaria hasta la reconstrucción de lo roto, y por último idear un blindaje o
malla metálica para que las ratas no volvieran a entrar. Como la cosa era grande, tuve
que llamar al Ing. Colombo y a la laboratorista para que vieran el daño y aceptaran o no
la cifra que les iba a pasar por tamaño trabajo… por suerte aceptaron. Estuve un par de
días para dejar todo en orden, pero al fin quedó ok. Ahora sí que conocía todos los
secretos del germinador y podía fabricar uno igual... Gran experiencia y aprendizaje, y
porqué no, diversión, como siempre.

No termino con el germinador, que me caen casi de corrido SEIS clientes para los
MCX104... tenía que meterle fierro y encargar una docena de chassis, los cuales no los
hacía más en Demarco sino en Cerba, ex Altrans del amigo Julián Barrera que construía
excelentes transformadores (aunque hacía tiempo que los armaba yo mismo). Compraba
en la feria transformadores generalmente de los TV a válvulas, a los cuales conservaba
el bobinado primario y calculaba el nuevo secundario. Andaban de maravilla. En la
ciudad de Melo instalé los primeros ocho: todos eran una base en la ciudad y otro en los
establecimientos. Los clientes fueron: Juan Luis Vieira, Juan María Alvez, el Cdor.
Eduardo Rodríguez y Jorge Marchese. Todas excelentes personas. Recuerdo
especialmente al Cdor. Rodríguez, un gran muchacho con una madre sensacional por lo
cariñosa y simpática, que me trató más que como cliente, como un hijo. Así que estuve
armando MCX a lo bobo, con sus plaquetas, soldaduras, agujeros en los chassis y en
especial el disipador de la etapa de salida. Este lo hacía cortando con sierra de mano,
trozos de canal de aluminio de 10 x 5 cm y varias aletas de canal de 3 x 5 cm, además de
una placa base de 2 mm de espesor. Solo tenía el viejo y querido taladro eléctrico de ¼ ´´
Black y Decker para hacer todas las perforaciones. Danielito me empezaba a ayudar con
el grabado y soldado de las plaquetas y luego con el conexionado, trabajo que fue muy
importante para salir a flote…

Hice 4 viajes hermosos a Melo y siempre en la ONDA. Estuve en lindos campos y


cascos de estancia. Los dipolos de alambre galvanizado y los 104 seguían en carrera. Por

142
esos tiempos de 1985 Mario Franchi y yo andábamos medio perdidos y cada uno con sus
tareas. Pero lo recordé cuando tuve que reparar uno de sus equipos de AM: era de Hugo
de Biase CX6VA, también de Cerro Largo. Saliendo de ese Dpto., instalé los restantes
MCX en el par de clientes que restaban: uno era Lyonnet, que vivía en Juan Ramón
Gómez y Garibaldi casi al lado del Casmu. Allí con Danielito le pusimos los dipolos en
un viejo y oxidado caño de su antigua TV, atando una de las patas del dipolo de 80 justo
en la azotea del Casmu… y medio de contrabando. Allá en el Dpto. de Lavalleja
instalamos el otro 104 con batería de auto. Hubo que tirar un pedazo de torre muy
deteriorado de ex cargador aéreo, quedando la sección inferior que estaba bastante
pasable para colgar los dipolos. Marchó todo bien.

El otro cliente fue el Sr. Walter Frisch. Vivía en un apartamento en la calle Chucarro
casi Av. Brasil a dos cuadras de la Rambla, en pleno Pocitos. Su hijo Cyro vivía en un
campo cerca de Mercedes, Soriano, y con él quería tener comunicación en principio;
luego se instalaría otro cerca de Santa Lucía, Canelones en un tambo de su otro hijo. La
instalación en la terraza del block de apartamentos fue hecha mediante el típico caño de
pulgada y media y de 6 metros de largo comprado en Antenar (o en Antena Color en la
escalerita de mármol en la subida de la calle Paysandú casi Rondeau) parado en un
tanque de agua elegido para que el dipolo de 80 metros entrara en la azotea. No
necesariamente era el tanque de “su” edificio. Una punta del dipolo de 80 hube de
levantarla mediante un caño usado y pintado de 3 mt. Danielito me ayudó en la
colocación de la antena. Bajamos el largo coaxil por el frente sobre Chucarro y
disimulado entre los balcones ni se notaba. El equipo base que puso Frisch era un
Kenwood TS 120, pues quería disponer de un OFV y display digital para correrse por la
banda. La fuente era de nuestra fabricación. Nos dió mucho trabajo la entrada del coaxil
hacia dentro el apartamento.

Como en otras instalaciones, hubo que abrir un agujero entre el marco y la pared. Ese
trabajo era hecho tiempo antes con una maceta de un kilo y varios cortafierros y trozos
de varilla de hierro acerada o tratada de diversas medidas… y hasta pedazos de
destornilladores rotos de cromo vanadio para sitios finos y difíciles. A veces se demora
más con ese tipo de tarea que con la instalación en sí, y cuanto más prolijo, más tiempo
se tarda. Al terminar allí, Walter Frisch y yo nos dirigimos una mañana en su Chevette
diesel hacia Mercedes y de ahí al campo. En un tanque de agua puse otro caño con los
consabidos dipolos. Probamos con Montevideo y la comunicación fue normal. Luego él
quiso instalar dos equipos de banda ciudadana: uno allí en el casco principal y otro en un
puesto a un km. Además el del casco tenía que cubrir hasta el local de la veterinaria en
Mercedes, a unos 8 km. de distancia. Compré aquí dos antenas base tipo trampa gamma
y dos equipos Cobra 19 DX. En un nuevo viaje quedó todo instalado. En el tambo de su
otro hijo también llevé e instalé un 104 con antena y fuente.

Luego de la instalación de los Frisch me llaman del Escritorio Gorlero, una


administración de establecimientos rurales, estando ubicados en Cerrito y Zabala en
plena Ciudad Vieja. Allí el Ing. Abreu me pidió que le armara un 104 con fuente, ya que
el equipo que tenían fue para el interior. La antena ya estaba instalada. Al 104 se le
colaban ciertas interferencias en la recepción: la zona estaba muy afectada por ruidos de
diferente origen. Muchos de ellos provenían de la línea de 220 v. Tuve que instalar en
cada uno de los cables de 220 de la fuente sendos “chokes de ferrita” derivados a chassis
con capacitores, y este conectarlo a la tierra general de la instalación… se fueron los
ruidos. Luego tuve que viajar a Guichón a fin de dejar a punto la antena y revisar un

143
Kenwood TS 120. Otro 104 fue instalado en la Ruta 1 pasando Playa Pascual, donde
tenían un enorme campo plantado con paltas y cítricos. Fui algunas veces más a la
oficina y esos puntos a realizar mantenimientos, y cada tanto me traían los equipos para
reparar.

Para esa época siguiendo en 1985 y estando en Sayago ya algún tiempo, me vinculé con
los Sobrero: Herbert el de la automotora y su hermano Nelson con los electrodomésticos.
El primer trabajo que le hicimos a Herbert fue un intercomunicador para poder hablar
desde su escritorio con ventana hacia la Av. Ariel, con el taller del fondo en la calle
Pedro Boggiani distante una cuadra. Paralelamente a ese cable iría otro para una cámara
de vigilancia de video, cuyo monitor estaba también en su escritorio. La colocación de
los cables fue de antología (a pesar que Danielito siempre me daba una gran mano) por
los innumerables recovecos que hubo de sortear sobre los techos del gran garage,
metiendo altas escaleras de colizas entre los autos. Al llegar al fondo sacamos los cables
hacia el techo exterior, pusimos un alambre guía con los tales cables adosados a través
de la calle hacia el taller, donde fueron metidos hacia adentro, previos agujeros en los
muros, puesta de grampas con tacos Fischer, empalmes soldados para alargar cables, etc.
El intercom fue puesto en la oficina de entrada y la cámara con su motor de giro, alta en
el centro de una de las paredes.

Él tenía también equipos de HF y VHF marca TWC: de HF para comunicar con su


estancia Santa Paula en Rocha y de VHF para contactar con sus sucursales en Libertad y
San José. Los de HF eran modelo SS-1 solo para 80 metros. Había que habilitarles la
banda de 40. Tenía un amigo en CUE Ltda. (sita en la calle Barrios Amorín) quien me
prestó un circuito del SS-1 y el manual de los VHF modelo V6. Corrí a sacarles
fotocopias y se los devolví. Estudié los SS-1 y parecía potable agregarles un cristal y
bobinas para 40 conmutadas por diodos. Experimenté en un equipo y marchó, haciendo
lo mismo con el de la estancia. Herbert nos dio un plano de acceso a la misma,
preparamos la pick-up Grumett 1825 de fibra de vidrio, y allá nos fuimos todos. La zona
era preciosa, muy panorámica… y el casco, alucinante: a Herbert le gustaba vivir
cómodo y con todo. Instalamos nuevos dipolos y coaxil. El TWC anduvo bien y
pudimos hablar a mediodía, cosa imposible antes en la banda de 80. A los V6 de VHF
les hice varios ajustes lo mismo que las antenas, un viaje a Libertad chequeando todo
allá y finalmente quedó funcionando el sistema. Nunca fui a San José.

A su hermano Nelson no le hice tantos trabajos. Solamente le instalamos dos dipolos


“sloper” en las cercanías de 49 MHz para aumentar el alcance de unos teléfonos
inalámbricos que trajo de USA: los probé yendo en la Grumett a Colón y a Belvedere,
máximas distancias de comunicación.

A fines de ese año 1985 aparece Carlos Alberto Espinosa, un ciudadano de Juan Lacaze
apodado “Nenote”, con la intención de que le armara un transmisor de FM stéreo en 89.1
MHz: era toda una revolución técnica para mí. Como siempre acepté, luego iría viendo
la manera de poder lograr el objetivo, buscando circuitería, etc. Además Nenote me
había hecho una entrega sí o sí, con lo que el compromiso fue total. Hube de probar
varios circuitos para el transmisor y encontrar algún codificador para el stéreo. No
describiré el esfuerzo, tiempo y preocupación que puse para lograr algo que funcionara.
No tuve suerte. Además estaba con el tiempo escaso debido a los múltiples
mantenimientos que tenía con todo lo instalado, y lo que de nuevo, rápido, seguro y
urgente iba apareciendo día a día. Mis nervios empezaron a ponerse locos pues no

144
1986 – Trasmisor FM Stéreo J. Lacaze.

encontraba información al respecto. Sabía que tenía que hacer un sintetizador para el
canal, ya que un OFV o algo similar no era estable y la multiplicación o mezcla de dos
osciladores a cristal, no permitían el grado de desviación enorme que se necesitaba para
modular un canal tan ancho y complejo como el stéreo. Pero a veces en la vida, personas
que uno nunca puede imaginar que puedan orientarte en esos casos, aparecen como de
milagro y dándote muy buenos datos para la solución de tus problemas. Por eso, nunca
jamás hay que desoír, desechar, o simplemente no probar al menos, lo que te puede decir
alguien que suponés que no sabe nada del tema: estás desperdiciando una oportunidad,
adoptando una posición necia y estúpida.

El caso es que un compañero de liceo de Danielito, Milton Ballesteros, había visto por
ahí una revista que traía el armado de una emisora FM stéreo completa y me la iba a
traer. Al principio me parecía una broma, pero luego comprobé que no. Me trajo una
Nueva Electrónica española donde efectivamente ahí había un excelente proyecto... ¡y
hasta se podría comprar el kit del mismo! Luego de sopesar el trabajo y los costos,
decido comprar el kit. Como Walter Serrat CX4AB tenía un colega muy amigo en
Madrid, le hablo del tema y promete encargarle al amigo el kit y que se lo envíe. Así
aparece un día la cajita con todo. No te creas que porque es un kit, lo armás así como
dice el manual y sale funcionando... ¡de ninguna manera! Dió bastante trabajo. Suerte
que tenía el frecuencímetro DSI (además del casero que andaba muy bien) y el
osciloscopio Heathkit para ajustar el codificador, que era un imperativo ineludible.

El otro tema era lograr el kilovatio P.E.R. (potencia efectiva radiada) que le habían
otorgado a la emisora. Pensé hacer un amplificador a válvula, pues el proyecto daba una
salida de 10 watts. Iba a usar una 4CX250B, una cerámica de costo razonable que
entregaría unos 200 watts y mediante la ganancia de la antena de 6 decibeles y restando
la pérdida del cable (rondaba un factor de multiplicación de 5) estaba en el kilowatt
P.E.R. requerido. Nenote se ocuparía de la instalación de la torre de 60 metros, lo mismo
que del cable y la antena. Se decidió encargarle la antena a un Ing. Fernando Vaz,
propietario de un negocio llamado Río de la Plata Antenas ubicado en la calle Uruguay y
Carlos Roxlo. Le armó cuatro dipolos circulares con su correspondiente harness de
interconexión. Cuando tuve todo listo, el excitador y amplificador (con su sistema de

145
1986 – Logo Emisora.

enfriamiento basado en una turbina caracol de la feria) y un motor Frankel nacional de la


fábrica sita en Millán y Guadalupe, avisé a Nenote.

Así viajé a J. Lacaze con todos los bártulos. La torre la habían ubicado en un enorme
Colegio católico, quedando muy bien con su antena y balizamiento. El estudio de la
emisora quedaba en la propia casa de Nenote frente al Colegio y cruzando la calle.
Habían ya colocado según mis indicaciones, un par de coaxiles RG59 con una guía de
alambre desde el altillo que los curas le habían dado para el transmisor justo en la base
de la antena, atravesando una parte de la azotea y descolgándose hasta su casa. Además
iba un superplástico de 2x1 mm para encender y apagar el transmisor: todo fríamente
calculado… Mis nervios estaban muy tensos cuando tuve que prender “mis” aparatos,
colocar el vatímetro Bird 43 a la salida del amplificador para leer potencia y R.O.E. y
luego habilitar los canales de audio: todo funcionó según lo esperado… gran alegría y
alivio. El tema musical inaugural fué “We are the World, we are the Childrens”...
Almorcé con Nenote, su Sra. Delia y sus 4 hijas en su casa, mientras unos botijas
pasaban otros temas por la CX-206-B Emisora del Sauce recién inaugurada. Regresé a la
tardecita feliz de haber hecho algo nuevo, emocionante, haber aprendido cantidad de
nuevas técnicas y disciplinas y entrando en un área muy interesante. ¡Me sentía

146
1985 – Danielito en Molino Moro Melilla.

realmente feliz! No pude asistir luego a su inauguración oficial, pero me enteré que
estuvo Mario Collazzi en la velada… qué chico es el mundo.

Así finalizó 1985. El nuevo año 1986 me encontró con los mantenimientos de todo lo
instalado antes. Siempre venía algún 102 y menos los 104, que eran mucho más seguros.
Seguía con Frontoy y Moro haciéndole cosas varias. También con las máquinas de
calcular y ahora con las de Cipa, que tenían unas cuantas de todo tipo. Generalmente las
desarmaba totalmente, limpiaba y lubricaba escrupulosamente las partes mecánicas,
desarmando también los teclados y poniendo todo lo plástico en un balde con agua tibia
y jabón en polvo: quedaban como nuevas.

Me visitó por vez primera Héctor Otero CX8CO, cuyos padres eran los propietarios de
una estación Shell en Simón Martínez y Tomkinson en el centro de Paso de la Arena,
quien conocía a mi tío Eduardo, a su esposa Nidia y suegra Isolina, viviendo
prácticamente enfrente. Héctor también conocía a Pablo Scoffone y sus padres que
tenían viñedos y bodega por Cno.Tomkinson al otro lado de Simón Martínez. Otero
siempre estuvo relacionado con los automotores y los karts, teniendo un gran taller
automotriz en Galicia y Hno. Damasceno. Era además presidente de la Asociación
Uruguaya de Karting… un hombre “tuerca” de pies a cabeza. Me proponía armarle un
lineal con tres tubos 813 con múltiples componentes que tenía en cajas y también en un
transmisor de AM de broadcasting de la ex Radio Clarín que había comprado en un
remate, y quería usar cantidad de elementos del mismo. Me puse a reunir todo, mientras
me traía un hermoso gabinete y chassis pintado y calado para los zócalos de las tres 813
y el pesado transformador… otro amplificador para armar…

En el transcurso del armado del amplificador de Héctor, Scopelli me llama por teléfono
para que lo acompañara a la Planta de Procesado (frigorífico) de Moro en Melilla: tenían
problemas con el “atontador” de aves. Es un aparato que entrega una tensión de entre
110 y 150 volts de alterna, a fin de darles un shock de atontamiento a las aves previo a
su sacrificio, con el fin de disminuir su sufrir . El método se aplicaba por ordenanzas
internacionales y también porque se exportaban muchas toneladas de aves faenadas a
países del Cercano Oriente. Cada poco tiempo venían inspectores de aquellos lares para
verificar el cumplimiento de esa norma: como que por cuestiones religiosas ellos no

147
debían comer carne de animales que habían sufrido antes de su matanza. De hecho,
hacían una prueba muy práctica para verificar si todo estaba en orden: ponían en el piso
a un ave “dormida” que había pasado previamente por el “atontador”: tenía que salir
caminando antes de 90 segundos. Por eso el voltaje se ajustaba para que ese límite no
fuese ni más ni menos del establecido. Al mirar la caja original del “atontador” veo
circuitería que me hacía recordar a los primeros transmisores a “chispa”: una antigüedad
digna de museo. Tomé medidas de los voltajes correspondientes y basado en los
mismos armé un “super dimmer” con un transformador de aislación de 220-150
v. de 180 watts y un circuito basado en un triac, con su perilla controladora de voltaje y
un buen voltímetro de control. Montado en una caja de regulador y pintada de gris
martillado quedaba una belleza… moderna y compacta.

Luego hubo un problema con el remoto de la radio de la central Palleja: el sistema era
bastante práctico y similar a los “phone patchs” usados en estaciones de aficionado:
digitando el 264 se accedía a la cabina del operador de radio (¿te imaginás que tenían
una persona exclusiva para operar esa central?) y desde cualquier teléfono de la empresa
podías “salir al aire” y operar la estación como si estuvieses sentado frente al equipo. El
problema era con el remoto de secretaría: había una cajita con un parlante y un
micrófono tipo de móvil por donde se podía operar la radio directamente. Allí me
acompañó Danielito. Tuvimos que correr el escritorio, revisar cables y la cajita en sí:
había que estudiar el sistema para ver como funcionaba, luego dedicarse a la reparación:
¡era el derecho de piso que había que pagar siempre… como en tantas otras cosas!
Sospechábamos del par telefónico: había que seguir su rastro por toda la empresa... vaya
a saber por donde iría y donde estaría empalmado. Mejor era partir de la sala de radio: en
el techo y encima de ella había unos grandes troncales con docenas de empalmes
desordenados y cubiertos de una tierra impresionante… ¡aquello era una mugre, habría
que haber ido con la peor ropa! Siguiendo los colores del par del “shack”, vimos que se
unía a otro con los colores del que iba para secretaría: ¡ahí encontramos una conexión
suelta bajo el grueso encintado del empalme! ¡Qué suerte! Bajamos llenos de tierra, pero
felices.

El próximo trabajo para Moro fue la instalación de un intercomunicador en el Molino


Melilla. Necesitaban comunicar la Portería donde trabajaba nuestro amigo Alvarenga
(quien tenía una moto Triumph 350 cc carenada, con encendido por distribuidor en lugar
de magneto, idéntica a una que había tenido años antes de tener la Tiger 100) y una
oficina de control a 50 metros de allí. Ir allí significaba un lindo viaje por los accesos,
tomando Millán, cruzando Garzón y entrar luego en los accesos a ruta 5 Nueva hacia el
cruce del camino de la Redención. Cerca de 2 km. donde comenzaba el camino de Los
Camalotes, doblábamos a la izquierda por otro camino de balastro y a casi otro km.
estábamos en el Molino con sus inmensas tolvas de granos para la molienda. La zona era
muy pintoresca. Allí estaba la base de radio “móvil” 15, con una torre de 36 metros y
bajada con coaxil Heliax ó Cellflex de baja pérdida, instalados por Criscio. Numerosos
viajes hicimos allí en los años venideros, por lo que volveremos a describir todas esas
tareas.

Me contó Scopelli que estaba teniendo algunos problemas con Criscio y la empresa
Fleg: tardaban demasiado sus trabajos y estaban cobrando precios muy altos. Pareciese
que prefería que yo me ocupara del trabajo, ya que empezó a darme la revisación de su
red en Punta del Este. Allí había un salón enorme con una cámara frigorífica y una base

148
de radio con antena “Ringo” sobre un caño arriba el techo del galpón y cuatro
camionetas de reparto. Fui hasta allá con mi instrumental, viajando por Onda en sus
“camellos” nuevos de doble eje… preciosos. Reparé la Ringo que estaba quebrada, puse
un “chispero” a la entrada de antena del equipo para prevenir alguna descarga de rayo y
revisé los móviles a medida que iban apareciendo allí. Me trataron muy bien, almorcé
por ahí y a la tardecita estaba de regreso. Scopelli también era el “asesor” de otras
avícolas: El Remanso en Lezica y Avícola Carrasco en Av. Italia y Cooper. La primera
tenía su planta de Incubación en la Ruta 32 entre La Paz y Las Piedras, donde hice
cantidad de trabajos de todo tipo.

Eestábamos por mediados del año 1986. Los equipos de la Planta de Incubación de El
Remanso estaban muy abandonados, el porcentaje de nacimientos era muy bajo y se
hacía necesario una puesta a punto general de las incubadoras y nacedoras. El primer
paso era mantener segura la carga de las baterías de 6 volts que alimentaban el sistema
de alarmas de los equipos, las que avisaban por intermedio de bocinas tipo de coche
cuando la temperatura, humedad, puertas abiertas y otras anormalidades se presentaban.
Armé un cargador automático de baterías, cuyo circuito vi en aquellas famosas revistas
argentinas Electrónica Práctica. Como siempre pasa, una cosa son los circuitos
publicados en todo libro o revista y muy otro su comportamiento real. Así que luego del
armado, hube de corregir algunos valores y quedó funcionando. Comenzaba cargando 5
amperes continuos con poca carga de batería y luego iba pulsando los picos de carga,
más espaciados a medida que esta aumentaba. Era sencillo y confiable. Compraron dos
baterías de 6 volts nuevas y las dispuse en paralelo para tener la máxima corriente.
Conecté el cargador y su LED del panel mostraba pulsos de carga muy espaciados,
indicando que las baterías estaban cargadas. Luego vendría la puesta a punto de las
alarmas de las 8 nacedoras y las 4 incubadoras, trabajos que describiré después.

En la Avícola Carrasco tuve que armar otro atontador similar al que puse en el
Frigorífico de Moro, y además le diseñamos y colocamos un contador digital de pollos
faenados, que detectaba el pasaje del animal por la cinta transportadora a través de un
microswitch que enviaba el pulso hacia un totalizador con displays ubicado en las
oficinas. Esos aparatos funcionaron bien (en especial el totalizador) que fue un diseño
propio basado en un contador de décadas… nos dejó mucha experiencia en lógica digital
primaria. Así echamos raíces en la empresa para futuros trabajos, en especial un nuevo
sistema de radio con nuevos equipos, pues ellos usaban vetustos VHF Electrola de Casa
Sapelli (llamados despectivamente “sapellones”). Los dueños de esa avícola eran los
Miglietti, Armando padre y Eduardo hijo, muy macanudos y excelentes personas.

Por ese entonces, un rayo cayó sobre la antena base del Frigorífico Moro en Melilla
(“móvil” 14) quemándola y partiéndola en varios pedazos. Eran colineales Phelps Dodge
Base Stationmaster formada con una serie de varios dipolos de tubo de cobre y foam de
5 metros de largo, metidas en un tubo de fibra de vidrio con una base de 30 cm. de caño
galvanizado pesado (media onda) y un plano de tierra adosado de 3 elementos. Sin duda
que era una super antena, pero el grave inconveniente que tenía era su nula protección
contra rayos u otro tipo de descarga atmosférica: terrible defecto… y peor aún a 60
metros de altura. Scopelli me llamó para ver qué podíamos hacer. La única solución
debido a la urgencia, era la compra de un conjunto de cuatro dipolos que vendía Raycom
(representante de Kenwood) marca Cushcraft. Por suerte en plaza no había
Stationmasters... Compré la antena allí y la traje para armarla en al taller (con su phasing
harness o cables de interconexión llamado vulgarmente “arnés”) correspondiente. Era

149
una hermosa oportunidad para copiar la antena con todas sus medidas, a fin de poder
fabricarla en el futuro.

Una vez armado y ajustado el array en un caño de 4 m. hablé con los torreros Julio y
Jacinto Barbosa (quienes eran llamados los “monitos”). Ellos a la postre habían montado
las torres de Moro por orden de Criscio, ya que tenían una empresa de construcción y
montaje de torres en Pedro Ricaldoni y Comercio. Les pedí que combináramos lo más
pronto posible para ir al Frigorífico, para así sacar la antena quemada y poner la nueva
que armé. Allá nos encontramos e hicieron el cambio… pero además la radio no
transmitía, por lo que hice el recambio del Yaesu. En ese momento, esa estaba en la
Portería, y desde allí salía un Heliax de más de 75 metros hacia la punta de la torre.
Quedó bien el recambio ya que no se notaron problemas de cobertura: se comunicaba
como antes con el “casco” de San José (Puntas de Valdez). Como quien dice, era el
primer trabajo importante que hacía otra vez en la red de radio de Moro.
Así terminaba ese año de 1986 con trabajos importantes, nuevos clientes y
conocimientos.

En 1987 todos los trabajos aumentaron, aunque no aparecieron mas instalaciones de


MCX, excepto las que hicimos a dos estudiantes llamadas Martínez Lorenzo que estaban
aquí en Montevideo en la zona del Barrio Sur, siendo su padre vecino del campo de
Bocage en Lavalleja. Al enterarse de que él hablaba con Montevideo, quiso instalar un
par de MCX para hablar con sus hijas. Con Danielito hicimos la instalación acá, y luego
me llevaron hasta el campo donde en una mañana temprano con mucho rocío y con una
gran humedad, monté los dipolos en una torre de molino de cargador aéreo. Le otorgaron
la CX3SQ en la radio del campo.

Luego me concentré en las nacedoras e incubadoras argentinas Franken de la planta de


incubación de El Remanso, cuyo dueño don Emilio Poggio había creado un verdadero
imperio avícola, abandonando su cargo de bancario. Era una excelente persona.
Lamentablemente muy enfermo, falleció poco tiempo después. A cargo de la empresa
quedó su esposa y su hijo Fernando, con quien ya nos unía una buena amistad, pues
siempre nos consultaba sobre audio, tema que Danielito conocía mejor que yo.

El trabajo para ellos en la Planta de la Ruta 32 se extendió por muchos meses. Al


principio Scopelli me llevaba y nos quedábamos toda la mañana, tratando de hacer todo
lo posible para adelantar reparaciones. A veces combinaba para ir con el encargado de la
planta Fernando Alvez, un muchacho muy bien que había vivido en Venezuela y que se
había especializado en técnicas de avicultura. Teníamos que sacarnos la ropa de calle y
ponernos túnica, pantalón y botas de goma asépticas. La valija de herramientas y todo lo
que ingresábamos desde afuera, iba dentro de una cámara de fumigación con formol y
permanganato, tal como la describí antes en las de Moro. Scopelli luego no pudo ir más,
entonces iba solo tratando de hacer un diagrama con lápiz y papel de todas las
interconexiones de esas enormes máquinas, metiéndome adentro, desmontando paneles
y canales, subiéndome a sus techos de 2.5 m. de altura para seguir el recorrido de los
cables, donde entraban, donde salían, a qué cajas de registro iban y que relay o control
magnético controlaban. Era evidente que hasta no tener completo el plano, no iba a
entender a fondo su funcionamiento y la interdependencia entre todo en circuito. Los
manuales originales como era lógico, no existían. Todo era a pulmón, como en casos
anteriores… era como un estigma…

150
El control de temperatura y humedad dentro del recinto, era una condición de suma
importancia y precisión. Todo dependía de un panel interno donde había 7 termómetros
para las incubadoras y 6 para las nacedoras. Los termómetros made in USA eran de
vidrio y columna de mercurio bastante gruesa. Tenían dos “anillos” metálicos en su
cuerpo, uno más abajo y otro más arriba, los cuales estaban conectados a la columna de
mercurio por unos filamentos apenas visibles: el de mas abajo en forma continua y el
otro dependiendo de la temperatura hacía contacto con la columna. Sus escalas eran en
grados Fahrenheit y de altísima precisión: 1 grado F. Tenían como misión el control total
de la cámara y la alarma sónica: temperatura alta, refrigeración, temperatura normal,
alarma de baja temp., humedad alta, baja y normal. En las incubadoras y nacedoras de
Moro, habían colocado unos termómetros digitales de origen israelí, que se decía que
eran mejores que los básicos de mercurio: pero la práctica demostró lo contrario, ya que
tuvieron que instalar los de mercurio. Esto fue un comentario de Scopelli, pues yo no
atendía esa parte en Moro. El defecto que tenían esos termómetros es que su temperatura
venía pintada en el vidrio, y como frecuentemente había que limpiar con una esponjita
de acero el cuerpo de vidrio (que se cubría de sales calcáreas por el salpicado del
aspersor de lluvia dispensador de la humedad) a la temperatura de 98ºF (36,7ºC) la
pintura desaparecía. Por lo mismo, uno de mis trabajos era llevar los termómetros al
taller, limpiarlos a fondo, colocarle cables y terminales nuevos, sumergirlos en un
recipiente con agua con otro termómetro de precisión de mercurio, y con un tester en sus
terminales iba agregando agua caliente y fría hasta que se producía el contacto, mirando
la temp. con sumo cuidado en el termómetro patrón. Luego grababa su temp. en una
chapita de aluminio y la apretaba en uno de los cables, terminando así con el problema.
Como dije, el contacto con la columna de mercurio era apenas la de un filamento
sumamente fino, por lo que la corriente máx. que manejaba era de apenas 30 mA. En el
panel principal de control cada termómetro comandaba un relay de bajo consumo (su
bobina tenía una resistencia de 10 Kohms) que con 220 volts consumía apenas 22 mA,
limite aceptable para el termómetro. Ese relay comandaba los grandes contactores que
manejaban los motores, calefactores, etc.

La capacidad promedio de las incubadoras era de 100.000 huevos. Un sistema mecánico


muy interesante que tenían, era el “volteo”, pues cada 12 horas un reloj de control-relay-
motor-leva inclinaba todas las bandejas de la incubadora a 90º hacia un lado y hacia
otro. Observando a una gallina incubando, vemos que ella rota la posición de los huevos
a fin de homogeneizar su temperatura y la máquina imitaba los procedimientos del
animal. Las fallas provenían de los termómetros rotos o sucios, alarmas con defectos en
su placa circuital o bocinas rotas, oxidaciones y/o sulfataciones de las partes,
calefactores abiertos, motores de ventilación mal, aspersores o dosificadores tapados,
relays y contactores con “platinos” en mal estado… en fin, la investigación y reparación
era toda una aventura. Lógicamente que el rendimiento de nacimientos mejoró
notablemente… y aumentó más aún cuando los muchachos Dudok, de Gerardo Ltda., y
sus ayudantes (empresa especialista en acero inoxidable) prácticamente desmontaron
una por una todas las unidades, pintaron su piso con pintura especial, cambiando paneles
oxidados o rotos, reparando y pintando las partes mecánicas… y yo revisando luego
todo el cablerío con comodidad (no en un ambiente húmedo, caliente y con una fuerte
corriente de aire que provenía de 6 enormes ventiladores) como era el entrar a esos
recintos en plena incubación.

En otro salón había una incubadora made in USA Chick Master bastante más moderna
que las otras argentinas Franken. A esa tuve que repararle algunos relays, pero por suerte

151
Torre 54 m Avícola Carrasco.

tenía un hermoso diagrama de todos sus circuitos. Las nacedoras eran más chicas y allí
entraban los huevos con 18 ó 19 días desde las incubadoras, donde variaban un poco las
condiciones de temperatura y humedad y las bandejas eran distintas, previstas para que
los pollitos pudieran nacer y permanecer unas horas allí. Recuerdo haber visto a los

152
1987 – Danielito en Av. Carrasco.

“sexadores”, personas muy especiales que tomaban los pollitos entre sus manos y
determinan su sexo para clasificarlos y separarlos. Eran unos coreanos que pasaban 24
horas casi sin comer y sin hablar y que cobraban unos suculentos dólares. Tenían un
conocimiento y una técnica muy especial, ya que viajaban desde tan lejos.

Para cubrir eventuales cortes de UTE, un gran grupo electrógeno iría a cubrir los
requerimientos de energía. Estaba siempre listo para el arranque, pues su sistema de
radiador y circuito de circulación de agua estaba siempre mantenido a 50ºC mediante un
calefactor eléctrico interno. Tiempo después se puso una base de radio allí: construí la
antena array de 4 dipolos con su harness que copié de la Cushcraft de Moro y coloqué un
Kenwood TK801-S de UHF de 40 w. de última generación y en frecuencia próxima a
Moro. Con el agregado de un intercomunicador-portero eléctrico, dejamos la Planta de
El Remanso completa y en buen funcionamiento. Aprendí y me divertí cantidad también,
como siempre. Danielito me acompañó muchas veces.

Luego empezamos con la instalación de las nuevas radios en la Avícola Carrasco. Le


hice comprar Kenwood TK701-S de VHF, a fin de aprovechar la frecuencia que estaban
usando. Barbosa instaló en Av. Italia y Cooper la torre de 54 mt. de la Central, a la cual
trepé con ellos para instalar la caja con el sistema remoto. También y casi al mismo
tiempo conocí a Fernando Brayer, un vecino de Sayago que tenía en la esquina de la Av.
Rondeau y Freire un molino para fabricar raciones para todo tipo de animal… quería
deshacerse del sistema de radio de VHF que tenía. Me llevó a Melilla cerca del
Sanatorio Saint Bois, donde luego de fijar precios le iba a comprar algunos Regency-
Wilson y la antena base de 4 dipolos instalada allí, junto con las cajas de acero
inoxidable de los remotos que le había instalado Rafael Ponce de León de su firma
Repercusión. O sea que ya tenía los 4 dipolos para la base de Av. Carrasco. Había que
acondicionarlos y ajustarlos para la nueva frecuencia, además de hacer un nuevo “arnés”

153
con coaxil RG6/U Belden USA, porque el que tenía era de RG59 que daba lástima. Ese
coaxil lo compraba en Stratta a un dólar el metro, como barato... pero era excelente.

Usé una caja de esas para instalar el remoto arriba la torre, con una fuente casera y el
Kenwood. De la caja bajaban: un superplástico de 2x0,75 para la fuente, un RG59 barato
para el micrófono y malla de tierra común, y otro superplástico de 2x1 para el PTT y el
parlante; el sistema era simple y directo, nunca fallaba y trabajaba óptimamente. Una
vez que tuve todo listo combinamos con los “monitos”: montamos la antena y la caja
con los cables en la punta de la torre ajacinto y yo, ruteando luego ese troncal hacia las
oficinas y atándolos en las cerchas del galpón luego con Danielito, perforando paredes y
mamparas. Conectamos la consola y hablamos perfecto con Pando, donde aún había
equipos viejos y simples antenas GP (verticales de ¼ de onda con 3 planos de tierra).

En este año 1987 se siguieron atendiendo las máquinas de calcular, los MCX, algún que
otro electrodoméstico chico y viajes para mantenimiento a los clientes citados antes.
Hice un viaje a la Granja América en el camino del mismo nombre, pasando Manga,
donde la Avícola Moro le había comprado el criadero a una cooperativa coloniense. Allí
había instalada una torre pesada de ángulo de 30x30 cm y 24 metros con una direccional
apuntada para Colonia, con cable Heliax y extremos con colillas de RG213. Tuve que
sacarla y poner una Ringo que me habían dado. Reparé la baliza y aceité todos los
bulones que había allá arriba. Me traje el equipo Wilson viejo existente para cambiarle
los cristales del canal.

A su vez Luis Moro (por intermedio de su secretaria Elsa Calafat, ex compañera de


Liceo de mi hermana Liliana) me pide si puedo habilitarle en su chalet construido a los
fondos del “Casco de San José”, un sistema de TV que se pueda ver Bs. As. y
Montevideo. También colocarle una radio para enlazar con las demás bases. Los
Barbosa montaron la torre de 24 metros. La cota era muy baja, pero íbamos a probar
condiciones para la TV… al fin todo fue un fracaso: las señales eran muy débiles tanto
de Montevideo como los canales argentinos, a pesar de usar buenas antenas con
boosters. Para el tema de la radio armé otros 4 dipolos con su “arnés” y los instalé en la
torre usando un buen RG8 foam, le coloqué en el living del chalet un TK 801-S con una
fuente casera… ese sistema funcionó bien (menos mal). Esa base se denominó “Potrero
50”. El chalet era una belleza con todas las comodidades imaginables. Fué todo una
linda experiencia, además de todos los viajes que hice a esos lugares tan hermosos.

Héctor Otero CX8CO me encargó otro amplificador similar al que le había armado
antes, con las típicas tres 813. Al parecer quedó conforme con el rendimiento del otro y
como tenía más válvulas decidió que le armara uno más para tener permanente en su
casa de Playa Colorada, Piriápolis.

Apenas termino con el lineal de Héctor, aparece un Dr. Armando Fascioli (que se había
asociado con otro amigo) a quien le adjudicaron una emisora de FM stéreo para el Chuy:
89.3 MHz FM Oceánica. Esta vez hice casero el excitador sintetizado de 10 watts y el
codificador stéreo. Armé otro amplificador similar al de Juan Lacaze con una cerámica
4CX250B y fuente y controles en el mismo gabinete. Modernicé el circuito con
protecciones para excesivo consumo de pantalla y de falla de alta tensión, que cortaban
la excitación al amplificador protegiendo la válvula. Armando hizo él mismo un array de
4 circulares (y su “arnés”) a las cuales ajusté una por una… las pusimos una noche en
una largo caño bajo la higuera del fondo de la casa de Bell 1014 apuntando hacia arriba

154
1986-87 – Predio FM Oceánica, Chuy.

y controlamos la ROE, la cual quedó bastante baja. Él llevó todo el aparataje en su


coche… era un tipo muy laburador y muy hábil, ya que instaló la antena completa en la
torre de 18 metros (que ya estaba montada por gente del Chuy) y su bajada de RG213.
Iba acompañado por su esposa, una petisa muy simpática que olvidé su nombre.

Luego fuimos todos nosotros en la Grumett, a fin de poner el transmisor en marcha.


“Sonaba” muy bien, pues decían que la calidad del audio se parecía a una estación
comercial... gran alegría. Regresamos parando un par de horas en la fortaleza de Santa
Teresa donde aún se oía la emisora. Fue un lindo viaje y lleno de alegrías.

Se había corrido la bola que mis emisoras de FM andaban bien (y eran accesibles de
precio) pues me llamó César Di Giovanni CX4AX, aquel operador de CX14 El
Espectador (pero ahora inspector de la D.N.C., Dirección Nacional de Comunicaciones).
Tenía amistad con un muchacho Mabil, que junto con un Sr. Newton de Conchillas en el
Dpto. de Colonia y empresarios argentinos, habían montado una super radio de FM
stéreo allí, con la intención de entrar a Bs.As. con su programación: ¡igual que Radio
Colonia en AM! Se llamaba Fantasía FM 93.5 MHz y tenía un transmisor SNE made in
Brasil de 25 Kw de salida de RF, una torre triangular de caño de 1 metro de lado y 128
mts de alto, coronada por 14 dipolos de polarización circular y alimentadas por coaxil
Cellflex de 3” de diámetro presurizado con nitrógeno. ¡Aquella era la estación más
grande de FM que jamás había visto...! El tubo de salida era un cerámico Eimac 4CX
25000A excitado por un 4CX1500B.

Una nochecita nos vino a buscar Mabil con su coche Skoda y acompañado por César.
Con Danielito cargamos el instrumental necesario para ver qué podíamos hacer para
solucionar los problemas. Tuvimos un buen viaje hasta Conchillas, donde llegamos
pasada la medianoche entrando en la estancia de Newton donde nos recibió muy

155
Torre y 4 bays FM Oceánica, Chuy.

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amistosamente. De allí caminamos hacia las edificaciones del transmisor, mirando la
tremenda torre, su Heliax y los dipolos. El balizado lucía impecable. Dentro de un
enorme galpón nos encontramos con el tremendo ropero del SNE y otro de la fuente
trifásica de alimentación de 10.000 volts @ 6 amperes. Los rectificadores eran de estado
sólido con silicones con perno y tuerca de 10 A @ 1000 volts dispuestos en serie con sus
resistencias de ecualización, disipadores y condensadores de sobrepico correspondientes.
Había que revisar todos los stacks o grupos individualmente para reponer los
defectuosos. Nos llevamos 6 de ellos a casa para reparar en el taller. Luego encendimos
solo el excitador de 10 watts para ver si entregaba esa potencia y en la frecuencia
correcta. Notamos que la frecuencia no era estable en los 93.5 MHz y no había forma de
“enganchar” el PLL, al menos con los controles accesibles para ese fin. Al no tener la
fuente reparada que alimentaba la 4CX1500B y la final, no pudimos avanzar más en los
trabajos. Cargamos las herramientas, instrumentos, la bandeja sintetizadora y los stacks
rectificadores en el Skoda y nos vinimos de regreso a media madrugada. Al otro día
revisé todo, no pudiendo lograr que el PLL enganchara en la frecuencia: algún veneno
de difícil localización tenía y el apuro por poner al aire la emisora era mucho. Tuve que
terminar de armar un sintetizador “español” casero de apuro, que sabía que no iba a
fallar: lo ajusté en 93.5 y lo adapté en la bandeja sacando el otro y pude lograr los 10
watts de salida estable como debía ser. En las casas de radio de la calle Rondeau y
Paysandú compré los silicones que faltaban para reparar los stacks rectificadores.
Fijamos otra tardecita para viajar a Conchillas.

Allá fuimos otra vez los cuatro. Repusimos todo y luego de un minucioso ajuste, poco a
poco y muy despacio observando el comportamiento individual de cada sección,
logramos sacar 20 kW en antena. ¡Era todo un logro, realmente! Solicitamos que desde
los estudios en la ciudad de Colonia (vía el enlace de microondas que tenían, un Studio
Transmitter Link ó STL) enviaran audio para probar el nuevo sintetizador-modulador
que había armado: lo monitoreamos “del aire” y salía impecable: dijo César que los
agudos eran “prístinos”, limpios, de excelente calidad. ¡Habíamos triunfado! Sólo que
habría que ver cuanto duraría ese buen funcionamiento... pero por lo pronto estábamos
todos muy contentos… esa noche no dormimos. Apenas amaneció y entre mate y
bizcochos nos fuimos con Newton a los estudios en Colonia, pasamos por la radio de
AM Real de Colonia donde vi su transmisor muy antiguo, pues usaban placas de mármol
para montar las etapas de RF. Al llegar a Colonia los estudios estaban en una salita de un
moderno hotel: allí vimos el procesador de audio Orban de última generación y el
transmisor Moseley PCL 505-C del enlace de microondas. El estudio con sus consolas
era alucinante. Danielito estaba en su salsa, mirando aquellos excelentes equipos de
audio.

A mediodía emprendimos el regreso, almorzando queso semiduro con vino casero en un


local de venta de productos de granja en Colonia Valdense y a la vera de la ruta.
Tuvimos que volver una vez más: nos avisan que la potencia empezó a decaer mucho…
al llegar y revisar vimos que había problemas serios con el “kapton” o condensador de
desacople de cátodo del tubo final: se quemaba el material original. Eran láminas de
mylar, pero no aguantaban. Se me ocurrió usar hojas de mica, por lo que fuimos al
pueblo donde compré 4 resistencias de plancha y las desarmé… con esas hojas repuse
las de mylar. La cavidad de la 4CX 25000 y su “zócalo” estaba totalmente desarmada.
Armamos todo y “le dimos placa”... aparecieron los 20 kW. Y sugerí que no era
inteligente ni se necesitaba forzarlo a los 25 Kw. Parecía que iba a servir el nuevo
kapton de mica… y nos fuimos contentos otra vez. Pero lo difícil fue cobrar los trabajos:

157
1988 – Taller a nuevo en casa nueva I. Rivas, Sayago.

me dieron una miseria al contado y promesas de pagos futuros... que nunca se


cumplieron. No obstante, como Mabil tenía el estudio de grabación Audio Track Video,
Danielito estuvo trabajando con él papando y aprendiendo muchas cosas nuevas y útiles.
Hacían propaganda televisiva para el canal 5 Sodre. Además Danielito les arregló alguna
consola SNE, grabadores Revox y solucionó un problema de zumbido en la consola
principal. Para algo sirvió al fin conocer a Mabil. ¡Ahí terminó la aventura con esa gente
deshonesta!

Terminé el año 1987 viajando con el Ing. Colombo de Gasparri y su Sra., otra vez hacia
Balizas en Rocha. Iba a instalar una base de Banda Ciudadana en el casco del campo
para comunicar con dos handys grandotes y gastadores de pila: unos Midland modelo
75-764. Fuimos con su Peugeot 504 gasolero con su Sra. al volante manejando muy
bien. Allá puse una vertical trampa gamma cubriendo 2 km con los handys, distancia que
les servía. Luego recorrí las enormes plantaciones de papa donde Colombo detectó la
presencia del gusano lagarta en muchos de los tubérculos. Almorzamos allí un regio
asado con pan y al cuchillo, regado con agua mineral. Regresamos a la tardecita.

CAPÍTULO 13
OTRA MUDANZA – TRABAJOS VARIADOS

En este año 1988 y habiendo juntado algunos dolarcitos desde hacía unos cuantos años
atrás debido a excelentes trabajos (y algunas buenas maniobras hechas a pura intuición
con monedas europeas) pudimos comprar una casa. Luego de muchos meses de
recorridas por el barrio y alrededores, nos quedamos con una en Ignacio Rivas 1127
entre Propios y Elías Regules. Linda, de 2 plantas y 3 dormitorios, con garage jardín y
fondo con galpón… justo lo que necesitábamos. En principio trabajé en el comedor
mientras poníamos en condiciones el galpón, ya que tenía piso de tierra y aberturas de
madera muy poco seguras y con poca entrada de luz. Cuando al fin el galpón quedó
reformado y terminado, era un gusto mirar por las anchas ventanas metálicas corredizas
y el portón vidriado de entrada, su piso embaldosado y hasta con una estufa a leña.

158
Hicimos las mesas con tapas y maderas comprada en los desguasaderos de cajones de
repuestos para maquinaria, que eran de buena calidad y a excelentes precios. Puse una
torre de 12 m. liviana regalo de los Barbosa para colgar los dipolos y antenas de prueba.
Aún tenía el “bicho” de la radioafición totalmente dormido. No pensaba sino seguir
atendiendo la extensa clientela que había hecho, aumentarla y seguir haciendo trabajos
nuevos. De Moro me encargaron la instalación de varios equipos de banda ciudadana
con sus fuentes y antenas verticales para diversas granjas y criaderos. Al fin tuve que
diseñar una buena vertical, económica, fácil de instalar y que sus 3 planos de tierra de
alambre también sirvieran de riendas de soporte de la misma. Las alimentaría con coaxil
de 75 ohms de TV, barato y rendidor para esa frecuencia. Al lado del limonero del fondo
sobre el pasto, fue el “campo de pruebas” de la GP, donde puse un sistema de tierra para
el taller y probar antenas móviles de HF. Compré tubos de aluminio de varias medidas
para hacer un mástil telescópico de 2,70 m. liviano y fuerte. Al fin quedó el prototipo
funcionando OK.

Las primeras cuatro fueron puestas en el Casco de San José: una como base en la
enorme casa de los caseros y tres en las granjas más urgentes. Yendo temprano pude
hacer todo en el día. Las otras seis instalaciones fueron hechas alrededor de la Granja
América en su base principal: todos eran criaderos en un radio de 3 a 4 km. y todas las
antenas fueron puestas en techos de galpones de zinc o Dolmenit, con las fuentes caseras
y los equipos que ellos compraban: Cobra 19 Plus, Midland o General Electric.
Operaban en el canal 9, pues ante cortes de corriente era el canal de “default” o
prioritario (emergencia). También puse una base en el molino Melilla y a cinco granjas
en sus inmediaciones. Cuando las bases compartían el equipo de UHF, usaba sus fuentes
de 10 A. Luego tuvimos que ir a las granjas y criaderos de El Colorado, a la altura del
Km 24 del camino Melilla en pleno Dpto. de Canelones. Ahí estaba ubicado el “móvil”
16 en 465.1 MHz con una torre de 36 mts. en la cual puse mi GP (inclinada 45º y con los
planos recogidos) como base. Cuatro más fueron distribuidas en otros criaderos en un
radio de 5 Km, generalmente colocadas en la casa de los capataces. Era lindo andar con
la Grumett por todos esos hermosos lugares, subiendo techos de casas y galpones para
colocar antenas e instalar equipos. A veces me acompañaba Danielito y otras iba solo.

Algo parecido hice en las granjas de la Avícola Carrasco, pero allí ponía
equipos de VHF que tenían como base la central que estaba en la ruta 8, un poco antes
de llegar a Pando. Allí estaba Jorge el encargado de todo y excelente persona. Puse un
Kenwood TK701-S con antena dipolo vertical de media onda alimentada con gamma y
coaxil RG8 y a unos 12 metros de altura. En las granjas puse de todo: handys TK200
cristaleros (que compraba a Amílcar Cuenca, un muchacho que trabajó con FT Ltda. y
siempre tenía algún equipo usado pero en buen estado) los Regency-Wilson que había
comprado a Brayer u otro que aparecía. Armaba las fuentes y las antenas similares a la
central de Pando. Anduve en los alrededores de la Base de la Fuerza Aérea de Pando en
la ruta 8, en la 101 y en tres móviles: en total pusimos unas 10 radios. Casi todas podían
también comunicarse con la central principal de Av. Italia, pero lo principal era con la
base de Pando.

Para esas fechas del año 1988 aparece un nuevo cliente: Transportes Lourcar de
Carlos Merletti, con base en Raffo casi Millán. Tenían camiones de transportes varios,
aunque su cliente principal era Armco, la enorme metalúrgica de la Av.de las
Instrucciones, donde cargaban varillas de hierro, chapas galvanizadas, rollos de
alambrón, etc. Barbosa les instaló una torre de 36 m. y el lugar era ideal, ya que estaba

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1988 - Torre Lourcar 36m, caja remota y 4 dipolos.

situada en una verdadera loma. Compró 6 equipos Yaesu iguales a los de Moro pero en
plaza (FT Ltda.) que eran los representantes actuales. Allá estuve concretando el negocio
con Juan Pérez el “Chamaco” con quien años más tarde estuvimos muy vinculados. Yo
encargué y coloqué los 12 cristales de la frecuencia que le otorgaron a Lourcar, además
de su ajuste. Fue instalada la base con una antena de 4 dipolos casera que le armé (ya
tenía una práctica bárbara) y un equipo con fuente en la punta de la torre para usarse
como remoto. Los 5 restantes equipos irían en 5 camiones. Les iba a armar también las
antenas móviles con una base SO239 y conector PL259 con varilla de ¼ de onda. Todo
funcionó bien. Compró luego en Raycom un par de handys TK310 con los que
comunicaba desde Libertad. Al tiempo mudó su base una cuadra más abajo por Raffo
hacia María Orticochea: Barbosa le trasladó la torre con todo. Tuve que hacer un alargue
de más de 60 metros para la consola remota. Compró más equipos Kenwood para otros
camiones.

En esos vehículos experimenté una antena móvil colineal española, que llevaba
en la varilla un “stub” o manguito de aluminio que vi en muchos taxis. Pero en la
práctica funcionaban igual que las de ¼ de onda anteriores. Le instalé un pequeño enlace
en UHF para habla directa con Armco con un par de yagis cortas alimentadas con
gamma. Anduve en los techos de Armco instalando la yagi. Danielito le puso un sistema
de parlantes en la empresa, basado en un radiograbador que reparó. También para ese
tiempo comencé a diseñar un equipo de UHF propio (el MCX 105) a fin de venderlos y
ganar más. Luego de meses de lucha logré terminar uno: la parte receptora tenía un
BFR90 en RF con circuitos sintonizados basados en bucles en U de alambre de cobre
plateado soldados directamente a las pistas del impreso de fibra de vidrio con débil
acoplamiento, un dual gate Mos Fet como primer mixer, una FI de 21.4 MHz con filtro a
cristal, un subsistema de FM con CI LM3089 en 10,7 MHz, y 3ª conversión a 455 KHz
con filtro cerámico. El transmisor tenía un oscilador a cristal modulado a reactancia y
triplicadores y dobladores para llegar a la Fo (factor de multiplicación X 12). La
potencia era de 10 watts, basado en un 2SC3022. El defecto que tenían era el no uso de
cavidades helical a la entrada del receptor, lo que provocaba falta de selectividad de
canales adyacentes. Estuve probando varios tipos de cavidad casera, pero era un trabajo
muy delicado y engorroso por la precisión de sus componentes. Por eso solo instalaba
estos equipos en móviles: puestos en una base la recepción sería muy dificultosa. El
cambio de antena estaba hecho en una plaquetita con diodos PIN y chokes de desacoplo
de RF de ¼ de onda. Seguía aprovechando los chassis famosos de los MCX104. A
Lourcar le instalé tres en sus camiones. Se “revolvían” bastante bien. Como dije los
bauticé MCX105, aunque ya había usado la misma numeración para aquellos de poca
potencia de HF que armé con Jorge Camboni para Ferrés años antes… pero como eran
solo 2 unidades seguí usando el 105 para los de UHF que estaba armando.

En Moro hicimos varios trabajos: Danielito armó un amplificador chico para


llamar desde la caja a las personas que esperaban en el hall principal de Palleja, operado
por el cajero Luis. Un super-amplificador con sintonizador de FM y una red de 7
parlantes fue instalado en la gran sala de la clasificadora de huevos y packing…
trepando por altas escaleras de coliza, cableamos y fijamos los 6 baffles en varios sitos.
Ahora los muchachos y muchachas empacadoras tenían música para hacer más
entretenido sus labores. Otros trabajos fueron: la puesta a punto de varios handys
Kenwood TK300 “cristaleros” de las personas que iban a los bancos, reparando e incluso

161
reconstruyendo sus packs de baterías de NiCad. Las compraba en Tropic, en Amézaga y
Pando distribuidoras de la marca alemana Varta, siendo la única opción en ese momento
para reconstruir los packs, con los modelos 520RSE de 1,2 v. @ 500 mA. Soldaba las
mismas usando ácido fosfórico como flux para el estaño y el acero inoxidable de las
carcasas y terminal positivo.

También me pidieron la reparación de las placas electrónicas de control de los


motoelevadores eléctricos Toyota que se usaban en la playa de carga. La atención por
parte de Ayax de esaa marca (al menos en los motoelevadores) era muy mala y cara.
Había como en todo, que estudiar a fondo la filosofía de funcionamiento de la misma,
probar sus componentes uno por uno y tratar de ubicar la falla. El intercambio con otras
placas de otros motoelevadores (que por suerte eran del mismo modelo) servía como
punto de referencia… no había otra solución. No obstante el 90% de las reparaciones
eran exitosas: a veces no eran las placas sino los servos o los propios motores… fueron
experiencias y aprendizajes nuevos.

De pronto se produjo lo que se venía venir desde hace tiempo: la instalación del sistema
de radio de UHF de Gerardo Ltda (los Dudok) reyes en trabajos con acero inoxidable.
Estaban ubicados en Charcot casi J. María Silva a la altura de Instrucciones y Propios.
Un lugar de cota alta, linda. Ellos eran una familia de austríacos: Enrique Dudok el
padre y sus hijos Gustavo, Antonio, Mario y el “chancho” Enrique. Una empresa
familiar que creció basada en trabajo honesto y de altísima calidad. Tenían grandes
clientes como Conaprole, Fca. Nacionales de Cerveza, Coca Cola, Moro, Avícola
Carrasco, la Intendencia, varias industrias lácteas del interior e infinidad de otros que no
recuerdo. Allí los “monitos” Barbosa por mi intermedio, les colocaron una torre de 36
metros, que los Dudok decidieron mandar a galvanizar previamente, ya que para todo
eran muy prolijos y previsores. Por supuesto que les armé 4 dipolos del tipo Cushcraft
con su correspondiente “arnés”. No les gustó la idea del remoto, por lo cual compraron
en Raycom un tirón de 45 mts. de Heliax de ½ pulgada, que en ese tiempo costaba 15
dólares el metro. Tampoco quisieron usar una fuente permanente para 220 v. ya que los
cortes de luz eran muy frecuentes en la zona: hicieron una bandeja de acero inoxidable
con su soporte y le colocaron una batería de 12 v. 90 A. en la pared exterior de uno de
sus talleres y a dos metros de altura cerca de la base de la torre, bajo un parral. Allí puse
la fotocélula casera de las balizas que también operaban con dos lámparas de 12 v. 40 w.

Dentro el taller quedó el cargador automático que armé, los relays de


conmutación (que pasaban a batería de inmediato todo el sistema en casos de corte) y los
de la baliza. El rendimiento de esa base fue muy similar al de Lourcar: la cota del terreno
era alta y el sistema de antena andaba muy bien. Luego instalé otros Kenwood TK801-S
en diversos vehículos y camiones. Alguno de ellos tenían sistema eléctrico de 24 volts:
al probar algún tiempo conexionar los 12 v. de una de las baterías (la que iba a masa),
notaron que se descargaba más que la otra: cosa rara debido al uso muy intermitente de
la transmisión de la radio, su consumo de menos de 1 A en recepción y estando apagada
al no usarse en la noche: no había otra solución sino hacer un convertidor de 24 a 12 v.

Usando disipadores de doble aleteado de 10x10 cm. de Eneka (el mismo de


nuestras fuentes reguladas) traté de ubicar no solo el par obligatorio de 2N3055 sino un
regulador integrado con LM 723, los diodos de protección de polaridad y fusibles
obligatorios. Así se logró solucionar el problema. A los Dudock le hicimos también
innumerables trabajos: reparación de soldadoras de argón, remotos de radio para la casa,

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intercomunicador casero y cámara de circuito cerrado de TV para el taller de enfrente,
equipo de música que armó e instaló Danielito. También le armamos y vendimos un par
de MCX105 de UHF para otros dos vehículos.

Luego le pedí a los Barbosa, Julio y Jacinto con 2 muchachos de su empresa,


que instalaran una torre de 24 metros en una granja que tenían en Maldonado. Les
pusimos la base de radio a batería con cargador automático, equipo Kenwood TK810
con yagi de 6 elementos para UHF casera, balizado con célula fotoeléctrica también
casera y antena de TV. Cuando la torre quedó instalada, el viejo Dudok había hecho un
gran y surtido asado, reuniéndonos todos en unas mesas hechas con tablones y tanques
de 200 lts. vacíos: éramos unos 12 a comer y chupar vino casero y factura de cerdo que
preparaba don Enrique Dudok. Teníamos como techo los imponentes árboles de la
quinta y un panorama de sierras y campos suavemente ondulados tapizados de verde,
algunas formaciones rocosas y lagos… un verdadero paraíso, y me dije... ¿después de
esto qué...? aquello era lo máximo.

Aparece Miguel Ramírez en la lista de clientes: empresa de transportes


“Ramírez”, ubicada en J.C.Patrón casi Justicia en pleno barrio Reus. Tenían una base allí
con torre de 36 mts. y varios camiones de transporte y su camioneta. Los equipos eran
TK801-S muy populares de la época. Miguel estaba desconforme con los servicios de
Raycom, por caros y lentos. Iba a probar con nosotros a ver si éramos más competitivos.
Creo que fuimos recomendados por Merletti. Primero probé potencia y ROE de equipo y
antena base: detecté intermitencias de la recepción, defecto típico en algunos TK801.
Pusimos otra radio allí y me llevaba esa para revisar. Le reparé y ajusté la antena de su
camioneta y de un camión. Al otro día revisé el equipo base que traje: tuve que desarmar
el panel frontal, desconectar y destornillar la placa de RF para acceder a los tornillos
inferiores sujeta cavidades, apretarlos y retocar las soldaduras allí. Remonté todo,
encendí y ajusté toda la cadena receptora: se normalizó la señal recibida. La potencia
estaba correcta en 35 watts. Al instalarlo en la base quedó con buena recepción. De paso
reparé la antena de otro camión y me traje otro Kenwood para el taller. Fuimos muchas
veces al garage de Ramírez.

Luego de algunos años se mudó a otro garage en Gral. Flores a la altura del Cerrito.
Allí seguí instalando y reparando sus móviles. No intervine en la mudanza... misterios de
la clientela...! (¿?)

Me llama un nuevo cliente para MCX104 (equipos que estaban un poco dormidos):
El Sr. Dotti propietario de la Barraca y Consignatario de Lanas en la calle Paraguay.
Deseaba una base en su casa de la Av. Soca casi Rivera (justo frente a la casa del
musicólogo Erico Stern) y otros en sus dos campos, El Amanecer y Santa Lucía en
Canelones. Con Danielito colocamos la “mariposa” de 80 y 40 y el equipo con fuente
casera en su residencia de Soca: una instalación con caño de 6 metros y sin mayores
problemas. Una mañana temprano salí con Dotti hacia los campos citados, instalando
todo en el día los 104 a batería con sus antenas de alambre galvanizado correspondiente.
Tuvieron buena comunicación.

Silberstein desea reparar un teléfono en su nuevo despacho de la Av. 18 de Julio y


Andes… piso 12… el último del edificio. Me llama diciéndome que no es problema de
Antel, sino en la conexión o el cableado del mismo. Lo necesita con suma urgencia. Allá
me fui con la valija de herramientas bien surtida. ¡Como cuesta al principio ubicar las

163
cajas de registro de las conexiones telefónicas, y entre ellas encontrar la apropiada de
aquel grupo de apartamentos y de ese piso en particular, así como el par
correspondiente!... siempre lo mismo: no hay un plano de ubicación de pares, ni
borneras con los números de abonado, ni zonas del tablero discriminados por piso, ni
nada. Aquello era un mazo de cables desordenados, cortos, largos, con colores iguales,
en fin, un verdadero jeroglífico egipcio. Claro, Antel te pone la línea hasta la caja
principal en la planta baja… luego lo interno depende de vos. Solo tenía claro el par de
terminales del teléfono de Silberstein (en la planta baja y en los cuales había tono de
libre): de allí hacia su apartamento en el piso 12 era todo misterio. Traté de seguir los
colores o alguna “manchita” en los cables de ese par, sacando las tapas de registro
ubicadas en los paliers de cada piso y revolviendo el cablerío buscando alguna “pista”.

Empecé desde la planta baja hacia arriba. Tuve que pedir una escalera, llevar la
valija de herramientas e ir por las escaleras abriendo las tapas de cada piso para ubicar el
par supuesto: en el segundo piso perdía los rastros del par... ¡qué mala suerte! Me dije
que tenía que empezar de arriba hacia abajo. Allá fui con la escalera y la valija. Hice un
corto en las puntas del par que entraban al piso en su oficina para detectarlo con el tester:
llegaba hasta la tapa del pasillo de su piso... y ya no estaba en el de abajo. Pensé que la
solución era arrancar de raíz: instalarle una línea nueva hasta abajo. Me fuí ese día para
volver al otro con un par de 50 metros que compré y la cinta de acero para pasar por la
tubería de plástico de los pares.

Empecé a pasar la cinta, luego ataba el par y así poco a poco fui bajando los pisos
acarreando la escalera, la valija y disponiendo todo para que no se trancara el rollo de 50
metros por algún ángulo. Pisos más abajo, noto que la tubería de plástico estaba
atiborrada de pares y no podía pasar la cinta de acero. ¡Qué mala pata! Bajé un piso y
traté de pasar la cinta de abajo arriba: pude en dos pisos pero no más abajo ya que los
innumerables pares estaban apretadísimos. Se me ocurrió una idea: echar aceite de linaza
por el tubo: total, perdido por perdido vería si ese ´´lubricante´´ neutro ayudaría a
deslizar la cinta y luego el par. Pensé lo poco previsores que fueron los “inteligentes”
electricistas diseñadores del sistema. Dejé todo y bajé para ver si ubicaba una ferretería:
a 3 cuadras había una, compré el aceite, subí, eché por el tubo, pasé la cinta... ¡y
pasó...!... enganché el par... ¡pasó...!... y así poco a poco aceite mediante, llegué hasta el
segundo piso donde lo conecté con el que venía de la caja principal. Lo mismo hice en
su pasillo... entro en su oficina, conecto el teléfono… y hurra... ¡apareció el tono de libre
tan ansiado...! Gran alegría y gran cansancio: quedé hecho pedazos de tanto subir, bajar,
y calentarme con mi mala suerte por esos trabajos complicados que caen del cielo,
desarman tu tranquila rutina y a la vez no te podés negar hacerlos porque son tus
clientes: ¡confían en vos y no les podés fallar! Casi dos días de laburo me llevó esa tarea,
pero la alegría del éxito hace olvidar las penas...! Lo que quedó “lindo” fue el mazacote
de cables impregnado en aceite de linaza: cuando este se secara, ni con cortafierro
podías pasar un nuevo par... o habilitar uno nuevo... las cosas se complican cuando están
mal hechas en principio: ¡he ahí al verdadero culpable!

Para mediados de ese año 1988, un empleado de Merletti, Bruno Mazzarella, me


preguntó si podía reparar algunos handys de la empresa cooperativa de ómnibus
capitalinos COTSUR. Me dió la dirección de las oficinas y taller ubicadas en la calle
Larrobla entre Agraciada y Uruguayana… y que allí hablara con el jefe de
Mantenimiento. Allá fui. Tenían una base de radio con un enorme y viejo equipo
Motorola Mocom 70 de VHF made in USA y una torre pesada de 24 m. con un conjunto

164
1988 – Tarjeta de Cotsur.

de 4 dipolos, y operada por Nelson Pucurull, un muchacho muy piola. Me traje un par de
handys Motorola HT90 con sus cargadores. Nunca los había visto: tenía que investigar
sus secretos y sus defectos. Los cargadores cargaban mal: discúlpenme ingenieros de
Motorola, pero eran de media onda: no les dió el cerebro para hacerlos de onda completa
y así tener un ciclo de carga con forma de onda continua pura de mayor eficiencia y
mejor tratamiento del pack de baterías... Una vez reformados los cargadores
investigué los handys: eran de un solo canal a cristal de 5 watts de salida… y con esa
filosofía “Motorola” de diseño exclusivo, repuestos exclusivos, desarme exclusivo, en
fin, todo fuera de la filosofía general y universal de diseño y ensamble de equipos de
comunicación. No da gusto trabajar con cosas así... pero había que ponerle el pecho a las
balas y nunca decir que no. Los ajusté, reparé una antena “de goma” o “colita de
chancho” de uno de ellos y me fui hasta Larrobla a entregar y cobrar.

Al poco tiempo la base empezó a funcionar mal, aunque para ellos era muy común
en casos de problemas poner en el conector de antena un adaptador PL-BNC y usar un
handy HT90 como base, con sus 5 watts… y comunicaban igual que con el otro
mastodonte… era un equipo muy complicado. Pedí a mi amigo y colega de USA la
posibilidad de conseguirme y mandarme los manuales del Mocom y los HT90. Tuve
suerte: pasado un mes los tenía en el taller, costándome 35 dólares más flete cada uno.
Ahora me sentía más seguro para las reparaciones, por lo menos tenía idea de su
funcionamiento, ajuste, y docenas de detalles más. Reparé ésa Base Mocom 70 y casi a
fin de ese año 1988 subí a la torre de Larrobla y le bajé el array de 4 dipolos completo,
colocándole una Ringo mientras me traía la otra a casa (donde armé un “arnés” nuevo,
ya que el viejo estaba lleno de agua). Acondicioné y pinté con barniz el sistema.

Poco a poco dejé a punto las bases de fin de línea de COTSUR, sus antenas y
algunas que trabajaban con baterías: Punta Carretas, La Paz, Paso de la Arena, Alejandro
Gallinal y Barrio Casabó en el Cerro, donde puse una Base nueva con un dipolo vertical
con gamma. Atendí las radios de la cooperativa hasta que fue comprada por la

165
1988 – Boleto COTSUR.

COME S.A.: allí ellos tenían su radiotécnico y llegué hasta ese punto. Pero aprendí
mucho, gané mis pesitos, conocí nuevos lugares y gente muy buena. Hoy solo me
quedan los lindos recuerdos con los cuales he enriquecido mi memoria.

De esta manera finalizaba el año 1988 y esperaba el nuevo con optimismo...

Empecé 1989 con el armado y la instalación de un par de MCX104 para el Dr.


Irureta Goyena, no recordando quien me recomendó. Sé que en Zabala y Buenos Aires
en plena Ciudad Vieja hicimos el trato, y fue la segunda vez que por deseo del cliente
recibía una entrega o seña previa por los trabajos. Era una casa muy antigua de la época
colonial y en un excelente estado de conservación y prolijidad, tanto la propiedad como
todos sus muebles, todo lo cual causaba asombro. Irureta necesitaba comunicar desde su

166
casa en Carrasco con un campo en Santa Lucía, distancia bastante corta. Pero allá no
había teléfono ni se vislumbraba su pronta colocación (a pesar de la poca distancia a
Montevideo). Así que urdí ponerle un canal por las inmediaciones de los 4,3 MHz para
probar propagación. No quería tampoco hacer dipolos de onda completa, sino probar
alguna suerte de trampa o bobina de carga para acortar el dipolo, el cual me quedó
bastante más corto (con una trampa LC que hice en un tubo plástico).
Instalé primero en Carrasco aprovechando su mástil de antena de TV apoyado en la
chimenea de su estufa a leña: no era muy alto ni la antena quedó tampoco alta, pero ya
las cosas estaban dadas así. Luego en el campo llevé el otro 104 con otra fuente y el otro
dipolo: instalo y pruebo: comunicación 100%... el año se vislumbraba bueno..!

Había varias avícolas que se habían asociado bajo la sigla I.S.A. (Integración de
Servicios Agropecuarios) construyendo un terrible molino de raciones en el cruce de los
caminos Carlos A. López y Durán al final del camino Coronel Raíz. Al principio
Scopelli me llevó para reparar líneas telefónicas y teléfonos quemados por rayos o
descargas en las líneas de Antel. Les hice un protector general de la línea telefónica con
un par de descargadores gaseosos, dos grandes condensadores cerámicos y un par de
fusibles de 0,5 A. Luego vino el pedido de armado e instalación de un intercom con la
portería. También había una cinta transportadora de granos que funcionaba mal: mandé
reparar el motor eléctrico y luego le integré un control de velocidad para que pudiesen
cambiar el ritmo del transporte de los diferentes granos, o bolsas, o etc. Sus cosedoras
portátiles con carcasa metálica de las bolsas de ración a veces producían “cosquilla” de
los 220 v.y les habilité un conductor a tierra de cada cosedora.

Hasta que le llegó el turno a la radio: querían instalar una base allí y habilitar con
radio algunos camiones. El lugar tenía una cota bajísima, casi a nivel del mar, pero
íbamos a intentar hacer y montar un array de 4 dipolos verticales en un caño de 6 metros
arriba de la torre de la tolva más alta y un equipo remoto en una caja al pie de ése mástil.
Realmente la torre de la tolva era tremenda, su altura rondaba los 30 metros y tenía una
escalera de acceso con baranda muy buena. Además allá arriba había muchos
“corredores” aéreos metálicos con baranda que comunicaban con otras torres de otras
tolvas. ¡Tal construcción semejaba andamios de circo! Así las cosas mandé hacer la caja
metálica remota (como las anteriores instaladas) que tenía una tapa suelta ancha y larga
apoyada en sus 4 esquinas por patitas de hierro para que no cerrara la caja (para
ventilación) un caño de 1” corto soldado en su fondo (para pasar los cables y entrada de
aire) y pintada con antióxido y dos manos de esmalte blanco Incalux. Iba forrada
internamente con hoja de espuma plast de 1 cm de espesor para evitar el calor con el sol
fuerte del verano. Hacía mis propias cajas remotas, a mi manera, no usando más las de
acero inoxidable de Repercusión que no eran prácticas para maniobrar con los equipos
arriba las torres.

Allí puse un transceiver ICOM ICU-200 con fuente casera como siempre, un
larguísimo cable remoto de más de 100 metros que iba atado a la escalera-baranda de la
tolva y luego con una guía de alambre hasta un techo de los galpones para terminar en
las oficinas centrales donde iba la consola de comando (PTT, parlante con su volumen
correspondiente y el micrófono original ICOM del equipo). Se instalaron luego otras
radios (algunas usadas y otras nuevas) en enormes camiones International con verticales
de ¼ de onda caseras. A pesar de la cota baja, la comunicación era buena en casi todos
los puntos.

167
El 90% de todas las instalaciones móviles de HF y UHF eran realizadas en la calle
Ignacio Rivas en la vereda de casa: allí paraban los grandes camiones, conectábamos un
alargue y en cajas llevábamos las herramientas y los insumos varios de las instalaciones.
En verano nos asábamos al sol de los mediodías, trabajando en short de playa y
alpargatas… y en invierno abrigados hasta las orejas. No “dábamos hora” los días de
lluvia. A veces metíamos algún auto o camioneta en la entrada del jardín, pues antes de
las 10 de la mañana, y de tarde luego de las 16 hs había sombra de unos ligustros y de la
misma casa más tarde. En muchos otros casos había que ir a instalar en los garages o
estacionamiento de los vehículos de los clientes, llevando todo tipo de material,
herramienta y equipamiento de ajuste.

1989 – Instalando en Decre S.A.

168
1989 – Instalando MCX 104 calle I. Rivas.

Un día hablando con Horacio CX3BH, me comenta que había comprado un nuevo
transceptor Kenwood TS430-S de banda corrida que recibía desde 100 KHz hasta 30
MHz, y transmitía desde 1,5 a 30 MHz con un hermoso dial digital, pagándolo la friolera
de 1800 dólares. Lo fui a visitar a su casa para verlo… la verdad que me eclipsó mirar
tal maravilla. Pensando en comprar uno como instrumento muy necesario en el taller, me
entero que Rafael CX9BN vendía uno usado como nuevo en 1100 dólares, por lo que
enseguida se lo compré. También poco tiempo después compré en Raycom un dual band
(también Kenwood) TM701-A que una vez liberado cubría un amplísimo rango de
frecuencias comerciales tanto en V como en UHF. Fueron dos elementos utilísimos para
el taller para monitorear a mis clientes y hacer muchos experimentos.

Ahora Rafael CX9BN empezaba a traerme las repetidoras del Club Uruguayo de
VHF: al principio para armarles e instalarles un subtono de acceso, que permitía solo su
uso a quienes eran socios del club. Luego ya fueron reparaciones formales, problemas de
potencia, recepción, cambio de frecuencias, identificadores y ajuste de los duplexores.
Fue así que pasaron por el taller: la 146.910 del edificio de la A.C.J. (Asociación
Cristiana de Jóvenes) en Colonia y F. Crespo, la 145.390 del Hospital de Clínicas en A.
Italia y Las Heras, la 147.390 del Cerro San Antonio en Piriápolis, la 147.090 de Punta
del Este, la 146.850 del Parador del Cerro, la 145.420 Tanque de O.S.E. de San José, la
147.150 de Canelones, y otra en 146.640 que estuvo de prueba en el CRAM. Los
equipos eran de diversa marca: Spectrum y VHF Engineering que eran repetidoras
ensambladas en USA. También se hicieron algunas otras con un par de transceptores de
VHF Wilson 1550 a los cuales le implementaba la plaqueta del Carrier Operated Relay
(COR) y las entradas y salidas de audio correspondientes.

Con el Fafa 9BN estuve varias veces en el Parador del Cerro reparando la 146.850.
Cuando había mucha dificultad las traía para el taller. A veces solo era un retoque a los
duplexores, que al cambiar las estaciones del año y con las diferencias de temperatura,

169
variaba su ajuste y aparecían enganches y “cacareos” en la señal emitida. Así iba
aprendiendo de repetidoras y duplexores. Las plaquetas con los tonos DTMF de
encendido-apagado estaban basadas en los CI PLL 567 y eran muy inestables en su
poder de captura de detección de los tonos de audio correspondientes. Luego Rafael trajo
de USA los módulos DTD-1 de Communication Specialists que tenían 3 integrados LSI
(Large Scale Integration) y una base de tiempo controlada a cristal. Eran plaquetitas de
5x3 cm y tenían un mazo pequeño de cables con colores para la programación particular
en cada caso, desde la frecuencia de los tonos a detectar, su secuencia y los diferentes
tipos de salida para control. Realmente era una maravilla en esa época. Luego vinieron
con un solo CI, un cristal miniatura y la mitad o menos de tamaño.

En ese interin me llaman de la Barraca Deambrosi, ubicada en Rondeau y Gral.


Freire: resulta que esta barraca absorbió a la firma INER, la yesería… ¿te acordás?.
Querían instalar allí aquel MCX102 que había puesto en las oficinas de Convención y
San José. Naturalmente que había que hacer una nueva antena. Esa gente ya tenía una
torrecita de 9 metros con una antena de VHF para comunicar en la vuelta, y me servía
para colgar los dipolos. Realmente hacía tiempo que le había perdido la pista a INER y
ahora renacía en esa otra empresa. Como ellos eran procesadores y distribuidores de sal,
su polvo volaba y había oxidado (y en algunos casos carcomido) todo lo de metal que
andaba por los alrededores, y la torre también. Y a decir del operario que nos acompañó
al techo, dos cuadras a la redonda el problema de la sal era espantoso. No importa, aún
se podía trepar a la torre a pesar de su estado… y oh casualidad, cruzando la calle Freire
había un excelente techo de un enorme galpón... que no era sino del molino de raciones
Estrada de Brayer, aquel a quien compré antenas y VHFs que no usaba más... oh
casualidad… así que ahí tenía el punto de apoyo asegurado. El equipo y antena quedó
instalado y comunicamos con la yesería en Tres Bocas.

Luego no me llamaron más… pero sí un Ing. de una empresa de comunicaciones de


la calle Felipe Caraballo cerquita de ahí: él quería que le diera el plano o el “mapa” de
mi MCX102, cosa que me negué, ofreciéndole reparar el MCX, cobrarle y que luego él
le cobrara a la empresa… tenía que defender mi producto... Nunca más supe de ese
ingeniero ni de la Barraca Deambrosi: solo que al pasar por ahí, veo una torre de 36
metros con antenas de VHF y HF varias... ¡“buen provecho” le deseo al afortunado
técnico que les atiende...! ¡Así son las empresas y los negocios!... ¡Cosas del mercado...!

Otro cliente aparece: la empresa de pompas fúnebres Salhon, ubicada en 8 de


Octubre cerca de Pan de Azúcar. Tenían vetustos equipos de VHF a válvulas... que
increíble. Pero había que dejarlos en condiciones. Comencé con la base, luego con dos o
tres móviles que también eran equipos a válvulas con convertidores para batería: eran un
total atraso y un gran sacrificio para su reparación, además de no poder ofrecer ninguna
garantía a largo plazo. He ido a la ciudad de Canelones y a Pando, donde tenían sendas
bases con antenas yagi orientadas hacia la Central en 8 de Octubre. Varias veces les
sugerí que pusieran equipos más modernos, sean nuevos comprados en plaza o alguno
usado que les pudiese conseguir a buen precio y con total garantía. También les dije que
mis costos de instalación y renovación de la “flota” les iba a salir más barato, ya que las
firmas de plaza les iban “a arrancarle las muelas”: que consultaran antes. A pesar de que
con mis “emparches” la red funcionaba bastante bien, un día no me llamaron más.
Tiempo más tarde y al cruzar por 8 de Octubre en viaje hacia otros trabajos, veo una
semejante antena y torre nueva en su base: solo dije lo mismo que cuando vi la de la

170
Barraca Deambrosi: “buen provecho” a su nuevo técnico… ¡y ojalá te haya cobrado el
doble de lo que te hubiese cobrado yo..!

En ese tiempo Avícola El Remanso de los Poggio, decidió instalar su red de radio de
UHF con base en las oficinas y frigorífico en la Av. Lezica. La cota era bajísima y peor
aún, estaba rodeada de los enormes y añosos eucaliptos de 40 y más metros de altura. El
panorama era bastante malo, por no decir espantoso... También don Emilio Poggio no
quería molestar a sus vecinos con anclajes ni riendas de la obligada torre que se iría a
instalar. Era todo un proyecto “pa‟tras”. A pesar de todos esos problemas, les gestioné
los trámites ante la DNC y luego los “monitos” Barbosa con Julio al frente instalaron
una torre de 24 m. dentro del perímetro del predio. Les preparé un Kenwood TK801-S
con fuente casera en una caja de chapa de hierro como las que usaba para los remotos
(en estas oportunidades armadas y soldadas por Danilo Villar, socio del CRAM) y allá
se montó todo incluyendo la antena de 4 dipolos que les armé. Colocamos con Danielito
varios equipos en camiones, en el auto de Fernando, una base chica en un local de ventas
atrás del Club Olimpia en Colón y otra similar con una pequeña yagi cerca de Av. Italia
y Comercio, como también en la Planta de Incubación de la Ruta 32 como mencioné
capítulos antes. También en una zona llamada Paso del Medio (más adelante en la Ruta
32 de Canelones) fue puesta otra base con un MCX105 y un dipolo vertical con gamma.
A ese lugar íbamos Fernando, María, Cinthia y su novio “el oveja” y yo, a practicar tiro
con el Magnum .357 de Fernando y yo con mi CZ 7.65 en unas barrancas a los fondos
del gran terreno.

Tiempo más tarde parecía como que deseaban más y mejor alcance en la base.
Julio Barbosa fue a estudiar el panorama de manera de poder agregar dos tramos livianos
de 6 m. más a la torre y adicionarle un juego de nuevas riendas debido a la altura extra y
a lo restringida del área. Hube de alargar los cables del remoto y del balizado, pero
finalmente quedaron los 36 m. Evidentemente que la cobertura mejoró bastante. Al cabo
de los años, la red se amplió a 19 equipos entre bases, móviles y handys, incluyendo dos
empresas más que se agregaron a la red: ISA y Cardoluz. La primera fue la que
instalamos en el molino de C.A.López con aquel equipo ICOM ICU200 y la segunda es
la que voy a describir a continuación. Las oficinas de Cardoluz estaban ubicadas en la
calle Gutenberg casi Lezica, a poquitas cuadras del Remanso. Habían alquilado un
hermoso chalet de tejas con múltiples habitaciones para oficinas, etc. En otra caja de
remotos puse un FTC4625 de UHFcon fuente, un caño de 6 metros amarrado a la
chimenea de la estufa a leña del chalet con otra antena de 4 dipolos casera. En realidad
no era una base para comunicar a grandes distancias, sino tener acceso a las otras bases
de El Remanso e ISA. Esos techos de tejas inclinados por los 4 costados eran terribles
para desplazarse con seguridad: cuando había un poco de humedad se ponían muy
resbalosos por el musgo que los cubría. A pesar de todo instalamos la caja y la antena,
luego la consolita abajo y quedó funcionando.

Ese equipo tenía un corrimiento en la frecuencia del cristal de recepción, por lo que
hube de encargar otro nuevo pues no había forma de controlar el canal. Allí en Cardoluz
conocí a Luis Sarachu, un muchacho que siempre estaba en una avícola u otra y nos
encontrábamos a menudo... hasta la fecha. También apareció trabajando allí Fernando
Alvez, aquel muchacho encargado de la Planta de Incubación de la Ruta 32. Cada vez el
trabajo aumentaba más al aumentar el número de clientes para atender, porque aquellos
de antes siempre venían por un motivo u otro, ya sean de Moro, radioaficionados,

171
repetidoras, avícolas y de todas las empresas que iban quedando conformes con mis
trabajos.

Es así como fui a la Planta de Incubación de Moro de Libertad, una verdadera


belleza de ingeniería de construcción, además de las tremendas incubadoras
norteamericanas modernísimas que importaron, las que fueron instaladas por personal de
USA en exclusividad. Aquello era el sumum de la tecnología, excepto en el tema de los
termómetros electrónicos israelíes, que fueron sustituidos por los de mercurio como
describí antes. Allí instalé un FTC4625 con una yagi casera a poca altura, ya que su fin
era la comunicación con el Casco de San José y la Central Palleja primordialmente, lo
que no fue difícil ya que la orienté hacia Montevideo, y de costado llegaba perfecto al
Casco. Claro que allí en el Casco había una torre de 36 metros en una cota excelente, lo
que hacía de esa base una verdadera “central” de muchos móviles que andaban a 40 y
más Km de distancia. En el Casco seguí instalando equipos de banda ciudadana para
más “granjas” o criaderos, otro intercom para la portería y otra base de BC en el galpón
del taller mecánico ubicado al otro lado del camino, sobre un techo muy alto de zinc
acanalado y curvo. Innumerables viajes hice al Casco para reparar la fuente de la base, el
equipo, los BCs, el cable Heliax de la antena… y traía a casa los móviles que me daban
cuando me veían, reclamando esto o aquello. Allí conocí al encargado general Raúl
Raba el “pelado” y a Muraciole cuñado de Pablo Scoffone. Hasta colocamos un handy
de VHF ICOM a “rueditas” con una vertical casera, para que tuvieran comunicación con
la Seccional Policial de Puntas de Valdez ante cualquier emergencia.

Al regreso nos traíamos dos o tres cajas de control de cabina de fumigación para
reparar, que se cobraban muy bien. También el visionario de Luis Moro, que antes de
veranear en P. Del Este prefería recorrer los sábados y domingos todos los sitios de su
empresa, desde molinos, criaderos, Casco, su chalet, frigorífico de Melilla, El Colorado,
etc. con su familia a bordo de su camioneta Peugeot 504 de triple cabina, se cruzaba
conmigo en alguno de esos tantos sitios para que le chequeara su móvil 1. Y digo
visionario porque compró una chacra cerca de la planta de Incubación del Remanso en la
Ruta 32 (zona de “Los Poquitos”) para montar una fábrica de maples de cartón para los
huevos. La próxima instalación de una base de radio fue allí precisamente, en el cual
puse un TK801-S con fuente y antena dipolo vertical con gamma casera.

La planta era espectacular y parecida en calidad a la de Incubación de Libertad. Las


máquinas enormes y modernas eran inglesas, las cuales trataban todo tipo de papel y
cartón nuevo o usado y en cualquier condición, lo transformaban en una pasta neutra, le
adicionaban un color a gusto y formaban los maples para 6, 12 y 30 huevos, los que
húmedos iban a un horno de secado donde luego se apilaban y ataban para su uso en la
planta de packing de Palleja. Habían conseguido que el diario El País les surtiera de
cierta cantidad de diarios y semanarios viejos para ser procesados allí. Además muchos
sensores, controles y temporizadores de esa Planta, irían luego a parar a nuestras
“fauces” para su reparación... ¡Más trabajo y cosas nuevas!

Al lado de nuestra casa vivía Néstor con su familia. Él trabajaba en la Droguería


Uruguay de aquel colega CX José Echeverry. La camioneta de la empresa que él
manejaba tenía antena de móvil, por lo que deduje que José tenía una base de radio. Un
día me llama José (pues mi vecino le habló de mí) preguntándome si reparaba UHFs,
pues me quería mandar 8 equipos Regency y Wilson para revisar. De los 8 le recuperé 7,
a los cuales puse en una nueva frecuencia que le habían asignado (con 14 cristales que

172
encargué a Ricardo González de Curie Electrónica en Bs.As.) quien los entregaba más
rápido que los de USA y a un precio apenas mayor. José había comprado varios ICOM
nuevos a Fleg, pero quería tener esos viejos para poner en otras camionetas de reparto y
eventualmente sustituir alguno de los nuevos que se descomponía. Se hacía
imprescindible en el taller tener algún instrumento para medir la sensibilidad de los
receptores de V y UHF. Tenía la fantástica base del Kenwood TS 430 S que había
comprado a Rafael CX9BN poco tiempo antes. El TM701 no me servía para tal fin, ya
que era solo de FM e incompatible para medir señales muy débiles o emitir milivatios, a
menos de hacer enormes “cirujías” en su circuito. Por lo tanto pensé armar un transverter
de bajo nivel para V y UHF y usar combinado con el TS430, aprovechar su anchísimo
rango y su operación multimodo, además de un efectivo control de potencia, filtros y
precisión digital. Así armé en una pequeña y chata cajita de aluminio casera, un
transversor de bajísima potencia de emisión con varios cristales en el oscilador local, a
fin de usar el rango de 10 a 30 MHz del TS430 y tener las bandas de V y U totalmente
cubiertas. Ahora tenía un excelente generador de señales y receptor digital para el ajuste
de receptores y transmisores de V y UHF.

La germinadora de Gasparri funcionaba tan bien luego del último y profundo


arreglo, que me recomiendan al Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca MGAP,
donde en un laboratorio ubicado en la calle Tapes pasando Uruguayana hacia Capurro,
había una germinadora que andaba mal. Al ir allá me encuentro con un aparato made in
USA marca Cleland muy lindo, cuyo funcionamiento y diseño era muy similar a la
nacional coloniense de Gasparri. No me fue difícil reparar unos cuantos detalles que
tenía y dejarla en condiciones. Quedé como un rey y me gané unos buenos mangos. Las
facturas de mi empresa unipersonal funcionaban muy bien. A veces otro gran amigo que
tenía en Frontoy, el contador José Benavente, me daba una mano para presentar las
planillas a la DGI y dejar todo en orden.

En el transcurso de 1989 solicitaron mis servicios en Monte Cudine, la firma que


procesaba especias de la calle Cerro Largo y Florida y cuyos dueños tenían campos en
Florida y equipos a válvulas Heathkit HW22. Coloqué nueva antena ahí en su local
principal de la calle Cerro Largo, apoyada en un mástil pelotudo de madera dura usado
hace años para izar una bandera uruguaya los días de fechas patrias, pero en un estado de
total abandono, aunque para mi dipolo de 40 metros servía de lujo. Para ese tiempo no
usaba más los aisladores pesados “huevo” de porcelana y “loza”, sino trozos de 15 cm.
de caño plástico para agua caliente de media pulgada, que eran baratos, durables,
livianos y de excelente aislación en días de humedad o lluvia. El techo de Monte Cudine
era de chapas de zinc gigantes de ARMCO y tenían una capa de 10 cm de poliuretano
expandido y una tela de aluminio asfáltico. Pero para acceder al mismo no había escalera
alguna, por lo que tuve que solicitar ayuda de un montacargas que usaban en la playa de
despacho de mercaderías. Además hice una puesta a punto de sus 2 equipos en el
taller… y otro cliente nuevo que se agregaba a la lista.

Casi enseguida me contacta el Sr. Chentanaro de la Tintorería Regia (por


intermedio de su gerente Saavedra) para que fuera a evaluar su sistema de radio de UHF
y tratar de dejarlo a punto. Tenía equipos Yaesu FTC 4625 igual a los de Moro, así que
conocía bien el “paño”. Una torre de 30 metros apoyada en el pretil de su enorme y alto
local (ubicado en la calle Magallanes y Constituyente) con una antena vertical colineal
media corta (no era la de 4 dipolos) y bajada con Heliax hasta el último piso, era su
sistema radiante. Allí en ese piso estaba el FTC base con su fuente y equipo remoto con

173
el sistema Repercusión, que no me gustaba nada. Mido ahí potencia y ROE y estaban
ambas bien. El tema era que en varias sucursales céntricas tenían los FTC escondidos, y
a la vista solo había un baflecito negro de tipo auto con un pulsador: eran remotitos para
disimular la radio y hacer aparecer todo como un intercomunicador (a fin de evitar
declarar las radios ante la DNC… ¡Pícaros!) Antenas GP muy disimuladitas entre la
marquesina de la calle eran sus sistemas radiantes, todo muy bien prolijito. Estaba claro
que en el Centro y entre los edificios y con antenas bajas y su Central ubicada en la tal
calle Magallanes a dos cuadras atrás de la sucursal 19 de Junio del Banco República, era
un poco difícil tener buena comunicación. No obstante fui ajustando uno a uno los FTC
de cada sucursal (eran 4) chequeando antenas y haciendo nuevas consolitas, además de
poner a punto 3 radiomóviles en camionetas llenas de perchas para el transporte de ropa.

Un handy Yaesu que usaba Chentanaro en su BMW también fue puesto en


condiciones. Parecía que la red había quedado OK. Luego venía ocasionalmente alguna
camioneta para reparación de antena o de equipo. Pasaron algunos años y no tuve más
noticias de ellos, sólo me entero que mi amigo Amílcar Cuenca les estaba haciendo el
mantenimiento. Bueno, ¡que suerte! Porque yo estaba con mil cosas que atender. Solo sé
que una vez se les rompió el remoto de la Central y me llamaron a mí en lugar de
Amilcar, diciéndome que él no les atendía más la red. Bueno, allá fui, demorando dos
horas tratando de desenmarañar todo el tremendo cablerío que estaba dentro de esa
consola y dejarlo más o menos ordenado. Les pasé una buena suma por el arreglo: los
hice temblar...!¿Qué esperaban, que luego que prescindieron de mis servicios durante
años y haciéndoles un arreglo que nadie les iba hacer se lo hiciera barato? Pues no. Ahí
los vi juntando billetes de todos los colores, grandes y chicos para pagarme, ja ja...
Nunca más me llamaron, por suerte ¡Buen provecho, señores tintoreros!

El hijo de Dotti (aquel barraquero de lanas) cayó un día por casa pues necesitaba
un MCX104 para la camioneta. Se lo instalé con una antena móvil AHF completa que
compró en Raycom. Ahora tenía mi TS430 de banda corrida y un medidor de ROE para
HF que construí en una de aquellas cajitas de los vatímetros de VHF. El ajuste de las
antenas móviles estaba tomando color y poco a poco les fui perdiendo el miedo. Solo me
faltaba llevar la ROE lo más baja posible, ya que la alimentación directa en su base no
adapta bien las impedancias. No obstante las dejaba por lo menos resonante en su
frecuencia de trabajo y sin dar mucha importancia a la ROE. Al fin y al cabo y con la
experiencia de los años, comprobé dos cosas: la ROE un poco alta de 1:1,5 o más en los
móviles no era un inconveniente serio para la energía radiada. Y tampoco para mis
equipos, ya que no usé nunca un protector de alta ROE en los mismos y muy pocas
veces tuve que cambiar los transistores de salida (y muchas veces eran por otras causas y
no por ROE). Hablaré más del tema mas adelante.

También coloqué otro 104 con fuente casera en la casa de la Sra. de Ortiz, ubicada en
la calle Hoquart y Br. Artigas (muy amiga de los Dotti). Su hijo estaba radicado en
Paraguay y tenía una estancia de cría de caballos. A veces venía a Montevideo en una
camioneta con radio ICOM IC735 a bordo, pues allá en su estancia tenía una radiobase
en canal comercial. Las llamadas telefónicas con su mamá le salían muy caras, por eso la
radio. Instalé allí con Danielito un dipolo para 7764 KHz: el centro se ató a su caño de
antena de TV, una punta fue atada a 10 mts de altura en una torre de 36 mts de UHF de
su vecino (un local de insumos agropecuarios donde pedimos permiso) y la otra punta en
un pretil vecino. La bajada era el típico RG59. Ahora la Sra. podía hablar con su hijo,
tanto en su base en el Paraguay como a la camioneta.

174
También a Collazzi le vendí e instalé otro 104 que colocó en un camión de
transporte de leña. Había conseguido una base con resorte, y yo le puse la bobina y
varilla para la antena de 40 m. Luego le armé un amplificador con dos tubos 813 para su
base de Rosario, pues decía que sus choferes “no lo escuchaban”.

Por otro lado el jefe de Ventas de ARMCO me pide que le revise el sistema de
CATV de su edificio el Palas Atenea, ubicado en Espinillo casi Millán. Puse a punto su
amplificador y antena, pero el cablerío de todo el edificio estaba muy mal: no le sirvió el
precio que coticé todo, pues la verdad que estaba sobrepasado de tareas y no me servía
cobrar poco para desatender a clientes mas importantes y de antigüedad. Mala suerte.

Además Merletti de Transportes Lourcar, me conectó con la firma Emilio Lalanne


Ltda. la cual se dedicaba a pavimentar calles y otras obras de ingeniería vial. Tenían su
Planta en camino Colastiné a 500 metros de Camino Carrasco y pegado casi a la planta
de Coca Cola y a poca distancia de la que fue la Planta de TEM, donde trabajé dos años
como inventariador. Una torre de 54 mts en los fondos de su enorme predio con una caja
remota de Repercusión en su punta y antena four poles verticales era su sistema
irradiante. El cable del remoto era extensísimo, teniendo cerca de 150 metros desde la
punta de la torre hasta las oficinas de los ingenieros Jorge y Daniel Lalanne, cuyo padre
había fundado la empresa. Con Danielito revisamos el largo cable del remoto a los 15 m.
de altura de la base de la torre, desde donde partía un tramo aéreo de más de 35 m. hacia
los enormes galpones y talleres por cuyos techos de zinc seguimos el cable, y luego por
otros techos de planchada de las otras construcciones. Era una instalación muy
engorrosa.

Viendo que el cable aparentemente no tenía roturas (vaya a saber si en su interior sí


las había) nos dedicamos a revisar la consolita de la oficina: eran los malditos sistemas
de Repercusión con circuitos activos para la amplificación del micrófono y audio.
Tratamos de mirar y medir todo ese engendro, al menos para dejar en funciones la base
pensando que en el futuro íbamos a cambiar el sistema “a la nuestra”, que ofrecía
muchísima más seguridad por ser un sistema simple y pasivo, sin tensiones. Tuvimos
finalmente que llevar la consolita al taller de casa para hacerle los “rayos X” y conocer
su interior. No obstante ya tenía una visión general del sistema de Lalanne, su base,
muchos de sus móviles y su frecuencia de operación, datos útiles para el futuro. La
consolita tenía un CI operacional 741 al cual cambiamos, y al simular señales de
recepción y micrófono parecía funcionar. La llevamos al otro día yendo en el Ford
Corcel II LDO rojo del „81 que habíamos comprado, habiendo vendido previamente la
Grumett. Scopelli tenía uno igual y nos había recomendado su compra, como coche de
bajo costo de mantenimiento ya que usaba nafta común, había repuestos por todos lados
y baratos, tenía 5 cambios y un soberbio andar.

Ccolocamos la consola y la base quedó en funciones ¡Bravo! Habíamos llevado


algunas herramientas e instrumentos para revisar algún móvil de camión: había 2
equipos Kenwood TK820 nuevos y muchos eran Regency-Wilson de Repercusión.
Dejamos 3 camiones en condiciones, nos trajimos 2 Wilson para el taller y nos dieron 3
handys Maxon cristaleros para revisar, siendo la primera vez que me encontraba con esa
marca de handys. A la empresa Lalanne la atiendo hasta hoy, donde innumerables
trabajos y experiencias van a ir apareciendo en sucesivos capítulos más adelante.

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De vuelta en casa tuve que ir a los Dudok para revisarles una soldadora
TRANSARC de argón para acero inoxidable con control electrónico. La plaqueta era
bastante complicada pues controlaba 3 triacs encapsulados en enormes packs
atornillados a disipadores de aluminio ventilados. Me traje la placa al taller a fin de
medir sus elementos, usando el mismo método que aquellas de los montacargas
eléctricos Toyota de Moro. Siempre aparecían uno o dos componentes quemados luego
de la pesquisa. Sustituir esos componentes por similares o sustitutos daba garantía a la
reparación: claro que luego había que estudiar el porqué se quemaron y colocarlas en las
soldadoras para su prueba.

Por el mes de octubre de ese 1989 me llama un Sr. Diego Scremini (no recuerdo
quien me recomendó para instalarle dos 104). Uno iba en un apartamento en pleno
Pocitos, en 21 de Setiembre y Sarmiento y el otro en Río Negro. En la azotea llevamos
el consabido caño de 6 metros de TV ya perforado para atar la “mariposa” y el
arriendado central. Una punta del dipolo de 80 quedó amarrado en un alto edificio de la
esquina, en el cual pedimos permiso al portero (propina mediante) para desde allí tirar
un hilo de plástico con un pedacito de plomo en la punta hacia la azotea del edificio de
Scremini, a fin de atarle la punta del dipolo, levantarla y atarla en un pilar del tanque de
agua. Todo salió bien. Los días eran fríos de mañana y de noche, pero a mediodía el
calor rajaba los hormigones (tuve que sacarme varios abrigos y hasta las medias de
lana). Finalmente se ataron las otras puntas, se bajó el coaxil por un tragaluz, entró en el
escritorio de Scremini y quedó instalado el 104 con su fuente casera. No fui a Río
Negro: le entregué el otro 104 con su cable para batería, pinzas y fusibles
correspondientes, rollo de antena y cable con conector colocado y unas pocas
indicaciones de cómo instalar los dipolos. Quedó bien finalmente el enlace… así que la
Sra. de Scremini me llamó luego de unos días para que pasara a cobrar.

Casi a fines de ese año 1989 me llaman de la gran empresa de Transportes Carlos
Patrón, cuyo garage y taller estaba ubicado en la calle Lima a pocas cuadras de Justicia.
No recuerdo quien fue el que me recomendó a esa empresa. Ocupaban allí una gran
superficie techada. Tenían un equipo base Kenwood TS430 con dipolos varios arriba los
techos. Las mediciones de ROE indicaban problemas en esos sistemas radiantes.
Posteriores inspecciones dieron como resultado balunes con rajaduras donde la entrada
de agua era evidente, líneas con cable de antena de 7 hilos con pesados adaptadores de
bronce (para alargar los dipolos y que estaban por partir el cable) y unas bajadas con
RG58 que aparentemente estaban bien. Sospechamos que esas antenas fueron colocadas
por empleados de Raycom. Usaban dos canales para comunicar con Buenos Aires y Fray
Bentos. Washington Patrón el dueño, deseaba poner en condiciones toda esa base,
además de instalar un equipo de radio en su chacra en Flores y eventualmente en su
coche y en otra camioneta de uno de sus hijos. Se presentaba una buena veta de trabajos
y con un super-cliente.

Lo primero fue hacer nuevos los dipolos, sacando los balunes y esos pesados e
inútiles “alargues” y aprovechando y midiendo las líneas de cable, haciéndoles nuevas
conexiones con los coaxiles y soldando todo. Los pesados “huevos” de porcelana fueron
cambiados por trozos de caño de PVC grueso y se reorientaron las líneas. Se midió la
ROE nuevamente y se retocaron las puntas de los dipolos para dejar lo más próximo a
1,1:1. Noté que el TS430 estaba un poco sordo en la recepción y el NB (noise blanker o
limitador de ruidos) no funcionaba y era importante usarlo, pues los ruidos “industriales”
ahí eran terribles. Me traje el equipo una tarde a fin de revisarlo y llevárselo temprano al

176
otro día. Reajusté todos los “tachos” de la cadena receptora: parecía un cuento, pero
estaban todos tremendamente desajustados! ¿Cómo era posible, si ellos sostenían que
jamás fue llevado el equipo a reparar? ¡Cosas que pasan y no se explican! Cambié un
diodo en el NB, lo probé, le puse las tapas y… carretera... allá quedó reinstalado en la
oficina al día siguiente y temprano en la mañana. Operaba la radio uno de los hijos de
Washington, Horacio, mientras sus hermanos el “gordo” Juan Carlos y el “pelado”
Alberto giraban en varias funciones dentro de la empresa.

Luego vino el armado de un MCX104 con los cristales adecuados para los canales
de Patrón. Armamos una fuente para el mismo y la “mariposa” correspondiente para la
instalación en su chacra en Flores. Allá fuimos en el Mercedes de Washington con su
Sra. Previo almuerzo abundante en Trinidad, instalamos todo en la chacra: la
comunicación fué una “papa” tanto con Montevideo, Bs.As. y F.Bentos. Me comentó
Washington que la tensión de UTE en su chacra era muy irregular, y que por causa de
una elevación de tensión a 250v… se habían quemado varios electrodomésticos, incluído
el calefón. Le ofrecí estudiar el asunto y armarle algún dispositivo de seguridad.
Quedamos en que prepararía otro 104 para su Mercedes a la brevedad.

Estudiando qué aparato le íbamos a armar, obviamente que tendría que ser algo que
le cortara la corriente monofásica general de la casa a partir de un máximo, como por
ejemplo 230 volts. Al fin hicimos un circuito basado en CIs TTLs 7400 doble entrada y
salida compuertas “nand” y con un dispositivo de disparo por umbral. La combinación
de ese par controlaba el gate o compuerta de un triac que a su vez excitaba un contactor
bipolar, el cual cerraba sus contactos y abría la línea general de 220 v. apenas
sobrepasaba aquellos 230 volts. Dispusimos todo el aparato en una caja de regulador con
un voltímetro testigo y fichas y terminales para la entrada y salida de la línea. Fue
instalado por un electricista de Trinidad y parece que anduvo, porque cobramos.

Ahora había que armar otro 104 para su coche y tratar de hacerle prolija la antena,
instalarla y dejarla bien ajustada. El montaje de la base lo harían en su inmenso y
completo taller (y a gusto de Washington) cosa que su nuevo Mercedes quedara sin
desprolijidad alguna. Luego de instalada la base con su resorte niquelado, el trabajo
pesado fue pasar el cable coaxil hacia el tablero, que en esos coches es un verdadero
rompecabezas… Con la ayuda de algunos operarios del taller finalmente quedó puesto.
Sacamos los 12 volts directo de la batería y el 104 se instaló y quedó muy prolijito.
Luego vino el ajuste de la antena la cual hicimos en el mismo garage-taller de la calle
Lima con la molesta movida del auto a cada rato, pues entraban y salían camiones… el
lugar era chico y el humo y el ruido se hacían insoportables. Con la vieja idea de
colocarle un adaptador multibanda o de banda ancha en su base, habíamos llevado varios
tipos de ferrite, alambre esmaltado para bobinarlos y hasta el Grid Dip Meter casero a fin
de usarlo como ondámetro. Logramos luego de innumerables pruebas, obtener una ROE
muy baja (con un toroide de ferrita con derivaciones para elegir aquella que menos ROE
producía) tanto en el canal alto de 7,5 MHz como en el bajo de 5,1. Quedó de lujo, ya
que con nuestro TS430 de banda corrida fué fácil el ajuste.

El problema que se produjo fue que al transmitir los limpiaparabrisas del


Mercedes funcionaban. Era inconcebible que en fábrica no hubiesen previsto desacoplar
todos los circuitos electrónicos de control de innumerables accesorios del vehículo.
Hubo que ubicar bajo el tablero la plaqueta de comando de los limpiaparabrisas, sacarla
y colocarle varios .01 mmF cerámicos en diferentes partes del circuito y así se pudo

177
eliminar el problema. Y ojo que ese no fue el único caso: también en varias instalaciones
en otras empresas con cantidad de coches y camiones modernos (que cada vez
implementaban más la electrónica) hube de hacer lo mismo. Así Washington tenía ya su
móvil y solo faltaba la instalación de otro 104 en la camioneta de Alberto, su otro hijo,
cosa que se produjo semanas después. El diseño del balun en la base de la antena fue
todo un éxito y un plus para dejar óptimamente ajustadas las antenas móviles. Ya no
tenía aquellos viejos temores en las instalaciones de los 104 en vehículos: con trabajo,
perseverancia, errores y poniendo horas en la cosa se fueron los “cucos”. ¡Así era lindo
seguir adelante!

CAPÍTULO 14

1990 - EMPEZAMOS LA NUEVA DÉCADA.


MUCHOS Y GRANDES SUCESOS

En la firma IDASA sita en la calle Francisco Acuña de Figueroa (tras el edificio de


las Comisiones del Palacio Legislativo) compraba todo el aluminio para los 104, las
antenas, los blindajes, las cajitas, etc. Un gordo radioaficionado llamado Fernández era
uno de los dueños de la empresa y me conocía de haber visitado Telecort en Buenos
Aires. Me preguntó si me animaba a reparar varias cosas de un taller de anodizado que él
mandaba sus trabajos. Siempre decía que sí… luego vería como era la cosa “in situ” y
como iba a resolver los problemas que se presentaran, más con cosas nuevas como era
ese caso. El taller quedaba a la altura de G.Flores e Industria… allí había unas enormes
cubas para el tratamiento del aluminio, paneles de control, transformadores, etc. La
verdad todo muy complicado. Hubo que meterse a fondo con el control de los triacs,
dispositivos que a la postre controlaban las tensiones, corrientes y temperatura del
líquido especial de las cubas. Plaquetas muy complicadas y engorrosas. No fue posible
dejarlas bien, a pesar de los viajes que hice, las investigaciones de las placas, etc.

También había allí unos medidores ingleses de espesor del anodizado marca
Elcometer, que medían las milésimas del material depositado en la superficie del
aluminio. Escribí a la firma en Inglaterra pidiendo información técnica, quienes me
mandaron por correo un manualcito con circuito de su último medidor, pero que me
sirvió para sacar datos de utilidad. Fue el único item que quedó reparado. Todo lo demás
fracasó.

Por los rayos y las continuas descargas atmosféricas que había sufrido la antena
base Stationmaster del frigorífico de Moro en Melilla, se empezó a deteriorar la aislación
del cable coaxil Heliax de 80 metros de largo. Sugerí que se cambiara el mismo por otro
sistema de remoto, ya que habría cero pérdida de la línea y los costos iban a ser mucho
menores. Así que encaré el tema, la compra de los largos cables de control, la consolita
de la Portería, etc. Cuando todo estuvo listo, Julio Barbosa y sus muchachos retiraron el
Heliax de la torre de 60 metros y subieron mi cajita con una fuente casera (ya que la que
había en Portería era una Astron USA muy grande y pesada) y un FTC4625 con todas
las conexiones y los cables de comando incluidos. Finalmente quedó todo instalado, la
consolita conexionada y se hicieron las pruebas de rigor dando una excelente cobertura.

En ese año 1990 decido experimentar un conversor que me permitiera escuchar el


sector de baja VHF, comprendido entre 30 y 60 MHz. Seguramente que lo basaría en la

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cobertura general de mi Kenwood TS 430S. En una plaquetita de pertinax monté en
conversor con su etapa de RF con FET de doble compuerta MFE 131, con otro similar
como mezclador y un BF494 como oscilador a cristal. Lo coloqué en una cajita de
metal, prolijita, hasta con una llave que me permitía conmutar dos o tres cristales, para
abarcar un ancho de banda mayor. Con el TS 430S tenía todos los modos de recepción,
lo que era una gran ventaja.

Para el mes de Abril de ese 1990 conozco a Heriberto Rolando, un dueño de


empresa de transportes radicado en el km 85 de la Ruta 1 en la zona denominada El
Rincón. Él había tenido malas experiencias con otros técnicos en las instalaciones de un
sistema de HF para hablar con sus camiones que iban a Brasil, Argentina y Chile. Le
prometí armarle algo confiable. Pensaba ponerle un buen equipo en la base, así que
pronto pude conseguir un Kenwood TS 430S comprado nuevamente a Rafael Fernández
CX9BN en la suma de 1150 dólares cash. En el taller lo desarmé y traté ajustarlo y de
limpiarlo a fondo para que quedara bien presentable. Tuve la desgracia de se volcara una
botella de líquido limpiador con base de amoníaco encima del equipo, lo que empapó las
plaquetas. Me llevé un gran disgusto por tan mala suerte. De apuro tuve que desmontar
las placas y meterlas urgente bajo agua, antes que el amoníaco atacara alguna pequeñez
y me complicara la vida más adelante. Me atrasé un día con esas maniobras, pero pude al
fin dejarlo en condiciones operativas. Me fui hasta El Rincón en el auto y le instalé la
base. Llevaba una antena mariposa para 5 y 11 MHz y la fuente regulada casera. En la
chimenea del enorme chalet y atado al caño de la antena de TV, colgué los dipolos,
mientras que la bajada se introdujo hacia una salita-comedor donde quedó instalada la
base. Al otro día combiné para instalarle un MCX104 en su camioneta pick-up Toyota
diesel, empezando a usar ladder filters de 10 MHz para SSB, cuyos cristales eran fáciles
de conseguir en plaza. Es claro que usé una trampa a la entrada del receptor, pues se me
colaba la LOL, estación patrón de frecuencias de la Armada Argentina que entraba
“como pisotón de elefante”.

La antena móvil sería toda casera, con sus bobinas de carga muy rudimentarias
para las dos bandas. Tenía que empezar a armar bobinas de carga en serio para el futuro.
Ajusté el sistema con el TS430 sin usar ningún balun en la base de la móvil. La
comunicación en 11 MHz era un taponazo, tanto a larga como a corta distancia. El
“gordo” Rolando estaba atónito de lo bien que se comunicaba... y parecía que todo iba a
marchar sobre ruedas. Así quedó instalado el enlace de HF más grande que tuve, pues
alcanzó años más tarde a la cantidad de 34 MCX104 colocados...

Por recomendación de Scremini me llama una tal Sra. de León que necesitaba
comunicar con Guichón desde su apartamento del centro, ubicado en las inmediaciones
de la Jefatura de Policía en San José y Yi. Había encontrado entre los equipos del taller,
un viejo MCX102 que podía ser remozado a nuevo para colocarlo como base ahí en el
Centro. La terraza del edificio era muy estrecha (apenas se podían disponer de 20 metros
de largo) y las comunicaciones iban a efectuarse casi a la noche, por lo que se imponía el
uso casi exclusivo de la banda de 80 m lo que complicaba la instalación de una
“mariposa” bibanda. Hube de hacer una antena vertical con bobina de carga, partiendo
de un caño de antena de 3 m. la bobina central bobinada sobre caño de PVC y un
“látigo” de otros 3 metros de caños telescópicos livianos de aluminio. Por supuesto que
tres planos de tierra de 20 metros de largo eran obligatorios: dos de ellos bien podían ir
colgados por los pozos de aire, y el tercero por los balcones del frente del edificio (bien
disimulado). Para 40 metros armamos un dipolito suspendido entre pretiles.

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Luego Danielito y yo viajamos a Guichón donde nos llevaron en Jeep hasta la
estancia a colocar el 104 a batería y la consabida “mariposa” de alambre galvanizado.
No se pudo probar nada, ya que la Sra. vivía sola y solo de noche operaría la base. A la
tardecita regresamos a Guichón, y cuando quisimos tomar el ómnibus ya había partido y
hasta el otro día no pasaría otro. Nos quedamos a dormir en un lindo hotelito del pueblo,
en el cual había muchas fotos del viejo grupo musical Los Iracundos, pues ellos eran
oriundos de ese pueblo. A la mañana del otro día tomamos el ómnibus y regresamos con
la ansiedad natural de ver que había pasado con la prueba de comunicación, diciendo la
Sra. que había sido muy aceptable.

Recomendado por los arroceros de T. y Tres me llaman de la empresa Cassarone


Agroindustrial para que revise su base de radio sita en J.H. y Obes y Carlos Gardel, al
lado del enorme tanque de la Cía. Del Gas. Allí tenían un transceptor de HF made in
USA marca Kachina mod. KC100 con su fuente KC100-PS. Hablaban con su arrocera
próxima a J.P. Varela, pero además tenían otros establecimientos en el Dpto. de T. y
Tres. Era una empresa de mediana para arriba. Los dipolos de banda comercial no
ofrecían buen aspecto, por lo que le sugerí hacer nuevos y con un nuevo cable de
alimentación. Al aceptar, les armé una mariposa típica, para 3, 5 y 7 MHz full size. Usé
su caño existente de los viejos dipolos y atravesé la calle con una de las líneas de 3
MHz. Claro que con antena y cable nuevos y con líneas de alambre de cobre (ya que
estaban casi en la rambla y el aire marino todo lo oxida) empezaron a comunicar sin
problemas. El Sr. Marino que era el encargado quedó conforme. Cobré, y además me
mandaron algunos otros Kachina y fuentes del interior para reparar. Otro nuevo cliente.

A esa altura del año (mediados de Julio de 1990) se presentan dos clientes nuevos
también con servicios de HF. Parecía que en ese momento se me estaban dando todas las
condiciones para tal tipo de instalaciones y reparaciones… era como una racha. Jorge
Tosanoto fue el primero, transportista ubicado en Cno. Melilla casi La Redención.
Alguien le había instalado los dipolos entre un par de altas torres de varilla,
autosoportadas. Tenía unos equipos ingleses enormes marca PYE-MARCONI
pesadísimos, grotescos, a la “manera europea” o “alemana”: todo complicado: con
circuitos que estan para proteger otro circuito… y por las dudas ponele otro más para
proteger a los dos... la cosa era que igual fallaban como los comunes… pero te volvías
loco para el service. Por suerte de Marconi me pudieron mandar el manual de servicio,
(pero un poco tarde) ya que había reparado un par sin manual. Le armé una fuente-
cargador de batería automático (zona de mucho corte de UTE) y una cajita para cambio
automático de dipolos al cambiar el canal. Él tenía un Ford Falcon con motor Perkins
gasolero de 2.3 litros y la radio que operaba era un equipo argentino marca Paker Beta
2000, parecido a los MCX pero más grande y con más pinta. Reparé ese y le ajusté su
antena móvil, lo mismo que algún equipo más en otros camiones. No lo vi más al Jorge,
pero tiempo después me entero que estaba preso... parece que había maniobrado con las
líneas telefónicas a lo grande y no pagaba el servicio... Que dios te ayude, Jorge.

Aparece otro nuevo cliente, Vates S.A. ó A y S, transportistas de ganado y de la


maravillosa Agua Salus de Minas. La pareja de la sociedad eran Alberto, hábil para los
números, los negocios y los versos… y “el Cacho”, mecánico, fierrero y hábil
emparchador... el típico uruguayo que salía de los problemas “atando con alambre” y
dale que va... Su “empresa” estaba ubicada en la calle Corumbé y Carreras Nacionales,
un lugar espantoso de calles sucias y sin saneamiento donde el agua verde corría de

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vereda a vereda. Ir a reparar algo en ese taller-empresa era algo realmente desagradable,
desde la zona hasta todo lo que podías tocar allí: era llenarte de grasa y mugres varias en
forma garantida... había que ir allí con la peor ropa y con el estómago apretado... y
preparado para agarrarte cualquier suciedad. Pero era un cliente al fin y confiaban en
nosotros, ya que muchas veces fui con Danielito cosa de terminar lo más rápido posible.
Eran duros para pagar, pero pagaban... no tenías que descuidarte, si no, la quedabas. Los
equipos que tenían eran todos Kachina KC100 y en los camiones usaban un látigo de
acero cónico de 3 metros de largo con una caja-unidad de sintonía Kachina que lo
alimentaba en su base.

Innumerables problemas daban esas “cajas blancas”: desde arcos internos,


flojedades de los núcleos de carbonilo, roturas por mal trato, mojaduras por lluvia o
manguerazos… ya que los camiones estaban en su mayoría con grandes agujeros de
oxidaciones en sus cabinas (o “gabinas”, como decían ellos”) y cuando los lavaban (una
o dos veces por año…) el agua se metía por todos lados. En ese lugar trabajábamos a la
intemperie, donde el sol abrasador del verano y las lluvias y fríos del invierno siempre
estaban presentes. Una anécdota para no olvidar: los perros que tenían allí comían
cuando podían, por lo que un cachorro estuvo una mañana devorando yerba vieja de uno
de los tachos de basura, antes de salir en un camión al tambo que tenían en Paso Pache,
Canelones para instalar un 104 a batería. Alberto manejaba y llevó el cachorro ahí entre
nuestras piernas y al lado del 104, rollo de cable, antena, valija de herramientas y otros
enseres. A medio viaje el pobre perrito empezó a vomitar la yerba encima de las cosas...
y el Alberto se hacía el sota... El 104 quedó marchando allá.

Un par de años estuvimos con ellos; luego la empresa se vino a menos y ya las
radios no se usaban y no había plata para las reparaciones... chau Alberto y Cacho, que
tengan suerte en esta maldita vida.

Moro había comprado el complejo avícola Atlanta, ubicado en el camino de La


Redención casi la ruta 5 nueva. Ellos tenían ahí una central de radio de UHF con equipo
Kenwood TK 801S y torre de 45 mts con bajada Heliax. Varios criaderos circundaban el
enorme predio mantenido muy prolijo, además de galpones y el local de las oficinas.
Tuve que llevar varios TK 801 a Raycom para cambiarles la frecuencia, ya que eran
programados por PROM y no tenía (ni me servía) tener un caro programador de esos.
Los demás equipos estaban instalados en vehículos varios, los que hube que desmontar,
llevar a programar y recolocar. A pesar de que la antena de la base era la típica
formación de 4 dipolos verticales “four poles” como las que yo fabricaba y que tenían
los dipolos “a masa” para evitar descargas de rayos, etc… ese lugar era un poco maldito,
pues rayo que andaba suelto por ahí, caía en la antena quemando la fuente o el equipo
mismo. A pesar que la torre tenía pararrayo a tierra, hube de colocar a la entrada de la
antena del equipo un “chispero” argentino que vendían en Telecort… de ahí salía un
buen cable a una jabalina que hice instalar afuera y bien cerca del equipo. Parece que
marchó bien, pues el problema no volvió a aparecer. El tema era que ahora con Atlanta,
tenía una nueva “sub-red” de radio para atender.

En el tema de la radioafición debo decir que ahora con el Kenwood TS 430, no


usaba más aquel viejo Hammarlund HQ129X, y Héctor Otero CX8CO estaba
enamorado de él, visto lo cual se lo vendí. Al menos lo iba a usar, ya que yo estaba para
otros menesteres. Sentí un poco de pena cuando se lo llevó, ya que fue un compañero de
muchos momentos lindos y una gran experiencia que tuve dos décadas antes. Mi

181
consuelo era que iba a quedar en muy buenas manos ya que Héctor es muy cuidadoso
con todas las cosas y le gustaba comunicar en AM ¡Que lo disfrutes mucho, Héctor!

Por otra parte la hermana de Lalo Árraga CX5VK de Tupambaé se había casado
con un muchacho Arrieta, que tenía un equipo Heathkit HW101 en la casa de su madre
en Pocitos, y otro Kenwood TS120 en Rivera. Ahí en la casa de Pocitos hice sus dipolos
nuevos para 80 y 40 mts y arreglitos en su HW101. Pero un día la cosa se complicó:
habían volcado una taza de café con leche caliente con azúcar arriba del equipo mientras
estaban comunicando: ¡fuegos artificiales se produjeron! Al traerme el aparato y sacarle
las tapas, aquello era un matete de azúcar, humedad y un trozo de plaqueta de pertinax
perforada por las chispas y los arcos. La única solución y perdido por perdido, era sacar
la placa y lavarla. Preparé un balde con jabón en polvo y agua caliente: sumergí la placa
y la dejé un buen rato para que se ablandara todo, luego frotándola con pincel y trapo y
finalmente, dánndole agua a presión con la manguera de riego para enjuagar todo. Los
“tachos” de las FI, los variables, los zócalos de los tubos, las bobinas y los pisos de las
llaves chorreaban agua por todos lados. Suerte que el sol me acompañó, porque la
expuse de todos lados a sus rayos todo el bendito día, sacudiéndola frecuentemente para
expulsar en lo posible toda el agua. Con secador de pelo terminé la operación. Rasqué la
parte de pertinax carbonizado, rellenando el hueco con cemento casero de acrílico y
toluol. Al instalarla en el equipo y darle tensión al mismo… cualquier cosa podía
esperarse… pero por suerte todo anduvo bien. Moraleja: no tengas miedo de sumergir en
agua y jabón plaquetas o partes de equipos chorreteados con líquidos, si luego se
enguagan bien y se secan escrupulosamente lo más rápido posible.

Siguiendo con los CXs un muchacho de Peñarol Roberto Verde CX6ACD que
operaba en banda ciudadana, me encarga un amplificador de 100 w. para poder
“moverlo” con su transceptor de 4 w. Simplemente usé un módulo de MCX104 sin un
par de etapas predriver, pero con los usuales Motorola MRF454 de salida y
adicionándole un COR y un relay doble inversor para la conmutación R y T. Le aconsejé
turbinarlo bien, ya que la operación de aficionado no es la misma que la de “cambio y
fuera” de la comercial, donde rara vez se calientan los disipadores! Quedó contento
Roberto con su nueva “zapatilla”.

Para agosto de este 1990 otro cliente aparece en escena: Pablo Cigliuti, sobrino
de aquel viejo senador colorado. Vivía en Lucas Obes casi Joaquín Suárez, su empresa
transportista era especialista en cargas refrigeradas, tenía unos hermosos camiones
Scania y Volvo que viajaban principalmente a San Pablo y Río de Janeiro, llevando
carne vacuna y pescado. Necesitaba radios. Le conseguí un Kenwood TS430 para su
base (como el de Rolando y el mío, así unificaba el modelo y teniendo su manual se
servicio) y por supuesto que los móviles iban a ser MCX104. Se me ocurrió hacer las
bobinas móviles con un cilindro de madera de pino brasil, a la cual arrollaría el alambre
esmaltado clavándole dos insertos de bronce y revistiéndola de fibra de vidrio Robin
con resina epoxi. Así fue que me iba a la casa de Luisito Espinosa CX4AAJ, experto
tornero y electrónico, gran ciclista y fabricante de piezas de aluminio fundido para
bicicletas como mazas de rueda, platos, palancas de frenos, etc., y quien me preparaba
los insertos en la madera y eventualmente me ponía la fibra de vidrio.

Daban un gran trabajo esas bobinas, pero fueron las que me sacaron del paso en ese
momento y me hicieron ganar muchos “mangrullos”. También comencé mandar hacer
los resortes de la base a la fábrica Hambeck, en Aparicio Saravia y el cuartel (casi

182
Instrucciones) y los discos de nylon, las bochas de hierro con las posiciones horizontal y
vertical y los cabezales del resorte más adelante, con el inolvidable Raúl Bellini el Tano
CX3BK en la calle María Orticochea casi Las Violetas, justo frente a la casa de Danilo
Villar CX3BAV… donde muchos años antes, íbamos a comprar huevos y pollos.

Él también hacía los punteros de bronce para los mástiles de 1 metro de aluminio
de media pulgada. Los látigos superiores finalmente los armaba con alambre de acero de
resorte de tres diámetros diferentes y de tres secciones de 60 cm cada una: el inferior era
de 4 mm, el intermedio de 3 mm y el superior de 2 mm, unidos por tubitos de caño de
cobre soldados con estaño y pasta Fluxite ácida para hierro. Los resortes de las bases
dieron mucho trabajo conseguirlos. Finalmente la Fca. Nacional de Resortes, sita en la
callecita 9 de Abril casi Sierra (Fernández Crespo) me los hacía a la medida. Estaban
cubiertos de una gruesa capa de grasa, luego en el taller limpiarlos con Disan
(DISolvente ANcap) y llevarlos a galvanizar a Camejo SRL en la calle Angel Salvo casi
Carlos de la Vega en pleno Paso Molino. Hice docenas de esos látigos, aguantaban muy
bien el duro trato móvil y procedía al recambio directo cuando alguno se quebraba y
luego los recuperaba. Diré que la única desventaja era que en camiones muy altos, la
punta podría tocar algún cable de alta tensión en campaña, o de 220 v. y producir
quemas en el equipo como ocurrió algunas veces.

Continuando con Cigliutti, instalamos la base pero dependiendo que el torrero


Barbosa nos colocara en medio de su azotea una torrecita liviana de 12 metros. Una vez
colocada pusimos con Danielito una clásica mariposa de dos bandas o canales muy
próximos a los de Rolando. Una de las patas del dipolo de 5 MHz quedó atado en un
pilar de un tanque de agua de un edificio que daba a J. Suárez (que nos costó mucho que
nos autorizaran) y la otra la atamos en una columna de hormigón de la luz de la calle,
trepados en el techo del acoplado frigorífico de un camión que ubicaron en la calle por
nuestro pedido. El Kenwood quedó instado en una sala-cocina-comedor. El camión
Scania 110 de Parodi fue el primero que recibió un 104 en la mañana. Esa misma tarde
partió para Brasil, mientras Pablo hablaba con el chofer probando la calidad de
comunicación. A la noche siguiente tipo 01 hs. Pablo me llama por teléfono, diciéndome
que Parodi estaba pasando San Pablo y que hablaba “como si estuviese en la esquina de
su casa”. Sus palabras me llenaron de alegría. Ese fue otro cliente al cual instalé más de
20 MCX en los años próximos, y aún hoy a más de 13 años aún tiene algún MCX
operativo en algún camión.

Claro que con el paso de los años y al bajar el precio de los equipos
importados, fueron sustituyendo mis MCX por Yaesus 747 y algún Kenwood TS50. Casi
todas las instalaciones, así como las de Rolando y otros eran hechas en la calle Ignacio
Rivas frente al 1127: ahí también nos chupamos muchos soles y lluvias, pero en verano
trabajábamos siempre con short y alpargatas: no había otra para soportar los calores.
Infinidad de veces y a toda hora (y hasta de noche) venían de visita los camiones para
hecerles alguna reparación… ajuste de antena, sustitución de varillas, fusibles, etc. La
radio era muy importante y nunca salían de viaje con la radio mal. Fueron años de
intensísimo trabajo.

En un puesto del Mercado Modelo le instalé a Moro un FTC con una antena de
móvil y fuente casera. Asimismo Scopelli me conecta con los Leiranes dueños del
Criadero Uruguay, mayoristas de huevos y también ubicados en el Mercado Modelo,
sobre la calle República de Corea. Querían conectar con su planta en las inmediaciones

183
de Canelones, y de paso en tres de sus camiones de reparto y en el Mercedes de Leiranes
padre. Sus hijos trabajaban con él: Eduardo en las oficinas y Jorge en la enorme granja,
donde tenían un tremendo y moderno galpón. En principio armé una yagi para VHF que
coloqué en un caño corto en el pretil norte del edificio, con una base Yaesu que coloqué
en el piso de arriba a fin de evaluar el enlace con la chacra. Allá fui con Jorge donde
puse otra yagi similar, fuente casera y mi VHF ICOM IC28-H, a fin de ver si podíamos
contactar. Así fue que quedó en funciones, teniendo un panorama del rendimiento del
enlace. Les dejé todo instalado a fin de que fueran “tomándole el gustito” a la radio y se
decidieran más rápido a la instalación definitiva. Esta se produjo bien pronto, por lo que
hube de contratar a Julio Barbosa para que le colocara una torre de 36 mt y con 4
riendas, ya que el área para los anclajes no era muy amplio. Iba a ir un sistema remoto,
pues el recorrido de la bajada era muy extenso y lleno de curvas y ángulos, tanto fuera
como dentro del edificio. Los equipos eran Kenwood pero del modelo TK810, más
nuevos y más chicos que los 801S y negritos, no color té con leche como los otros. Se
iban a poner 3 subtonos en la misma frecuencia a fin de canalizar el tráfico, el cual iría
con dos pares telefónicos hacia la consola de abajo junto con el mazo de los cables del
remoto en sí.

Recuerdo que con un sol muy fuerte tuve que ayudar a cavar el pozo para la
tierra del pararrayos, en la entrada del galpón y en la misma vereda. La cuestión era
apurar la cosa para terminar pronto, sacar mis equipos y antenas y pasarles la cuenta.
Con la compañía de Danielito y luego que los Barbosa subieron mi caja remota con todo
el cableado incluído, la antena four poles que les había armado con el pararrayos en el
mismo caño y a un metro arriba del último dipolo, conexionamos todo lo demás hasta la
consola. En otro viaje a la chacra ya había preparado una yagi para UHF de 7 elementos
con un buen coaxil RG8 foam. Allá los Barbosa colocaron solo 12 metros de torre con
un muy buen pararrayo Franklin de 5 puntas comprado en Fierro Vignoli (al lado de
Raycom) ya que era otra zona propensa a las descargas.

Me había encargado de comprar una bolsa de 50 kilos de sal gruesa en Barraca


Deambrosi y otra de 25 kilos de carbonilla por la curva de Maroñas, a fin de poner en el
fondo del pozo de 80 x 80 cm. y 1 mt de profundidad, la parrilla de cable de 25 mm2 sin
el forro (el mismo que venía del pararrayos). Con una manguera echando agua
continuamente al pozo y con un tubo de plástico que iba hasta el fondo (a fin de echar
agua cada tanto una vez tapado) se rellenó la cavidad con la tierra. El enlace funcionó
bien y fue de gran ayuda para la mejor atención del criadero. Luego vino la instalación
de los camiones y los 2 coches, trabajos que hicimos en su galpón o en la vereda. Al
poco tiempo de instalada la base, se quedó sin tensión el equipo arriba la torre y a pesar
que le llegaban los 220v: algo pudo haber pasado en la fuente. Para no depender de los
Barbosa, me dije que era hora de trepar y revisar. Al subir me encuentro con una torre
llena de tierra: el Mercado con sus camiones y el manejo de productos agrícolas,
producía bastante polvo. No era grave, pero había que afirmarse bien en los escalones y
sacudirse las manos a menudo. Llegué al tope y tenía la caja adelante. Me até pasando
por los parantes mi cinturón de seguridad a fin de tener las manos libres para trabajar.
Estaba nervioso y a la vez contento, ya que era la primera vez que subía solo a esa altura.
Saco la tapa y reviso los fusibles como medida elemental: el de 10 A. de los 13.8 v.
estaba perfecto, no así el de 220 que estaba volado. Lo repuse y todo volvió a la
normalidad. Me sirvió de experiencia para el futuro: allí arriba iba a poner un fusible de
10 A. en la línea de los 220v, y en la consola pondría un par de 1A, así volaban esos
chicos de recambio cómodo y no el grande de arriba.

184
Con el paso de los años ya no ponía más fusibles en las fuentes arriba, sino solo
abajo en la consola. Así quedó lista la instalación Leiranes: y otro cliente que se
agregaba a la lista.

Del Frigorífico (o Planta de Procesado) de Moro en Melilla, me llaman para


revisar, reparar o rediseñar un control digital de la escaldadora. Esta no era más que un
gran depósito de acero inoxidable lleno de agua calentada a una temperatura de 66ºC,
con +- 2ºC de tolerancia: su propósito era ablandar el plumaje de las aves para que luego
pasaran a unos rodillos giratorios con “dedos” de goma especiales que las dejaban
limpias. Si la temperatura era menor, las plumas no se desprendían, y si era mayor el ave
podía entrar en proceso de “cocinado”. Esta máquina era made in USA y tenía un
enorme panel digital con muchos displays, circuitería de sensado de temperatura del
tanque, calefactores, etc. Poco tenía que hacer en semejante aparato, y como siempre sin
plano y sin ningún conocimiento de sus principios básicos. Además estaba atiborrado de
trabajo con las radios de todos los clientes y así no se puede abarcarlo todo, ya que la
mente está muy dispersa: me limité a sugerirle que limpiaran escrupulosamente los
sensores de temperatura que van sumergidos en el agua, ya que era semidura como la
obtenida en los pozos subterráneos de ahí y podrían estar cubiertas con sales calcáreas y
falsear las lecturas. Ojalá haya sido ese el defecto. Me fui de allí con el alma en paz.

Ya estábamos en octubre de este 1990, cuando recibo la llamada de un amigo y


colega de Cigliuti: se trataba de William Torre, otro transportista de cargas frigoríficas
ubicado en Las Piedras. Torre era muy pícaro: se aparece una mañana para consultar
sobre los precios y plazos de los trabajos y equipos y cuando lo voy a despedir a la
vereda veo que anda a pie… al poco rato lo veo pasar por la esquina con un Mercedes
Benz... pensó que si le veía el auto le iba a cobrar más... Ahh, las personas son un mundo
increíble... La cuestión es que conseguí otro Kenwood TS430, nos fuimos a Las Piedras
en la Ruta 48 a instalarle los dipolos en un gran predio con galpones para reparar y
guardar los camiones. Otra mariposa de alambre galvanizado apoyada en un par de
caños viejos que soldaron en el taller fue instalada, y para canales de 5 y 9 MHz. Fue un
día de intenso calor. Luego trajo su Mercedes 300D para colocar un 104 con la
respectiva antena. Tuvimos que hacerle un pequeño remotito prolijo para el tablero con
un pequeño parlante, volumen y encendido y los LEDs respectivos para indicación de R
y T. En algunos 104 el LED rojo indicador de TX se encendía a partir de un rectificador
de RF puesto luego de los filtros de salida de antena, el que titilaba al compás de la voz
(en lugar de la típica indicación de los +12 T) Al menos era más indicador de
transmisión efectiva. El 104 quedó colocado bajo el asiento. Luego instalamos otros en 6
ó 7 camiones. Torre se había puesto muy duro para cobrar y luego ya era inubicable. Lo
dejé, ya que no me iba a amargar por unos dólares más o menos.

Un día lo encontré haciendo la cola de caja de un banco de la calle Rondeau, pero se


hizo el sota y yo también. Luego me enteré que le decían “el piojo”... Chau William, que
dios te ayude y te ilumine...

Me llaman de la firma Ginza, fábrica de trapos o lonas de piso, cepillos, etc. de la


calle Ariel y Tahim, pegado a la casa de Gustavo Frontini CX2AM. Tenían una antena
base de BC Ampo de 5/8 de onda con planos de tierra y varios equipos de BC en un par
de vehículos y otra base en un edificio de la Av. Libertador y Lima. Chequeo la base y
está OK y reparo un móvil con su antena magnética Cobra en una camioneta allí y luego
voy hasta la otra base en Libertador. La antena trampa gamma de la azotea estaba

185
quebrada. Me llevo los pedazos para el taller y se la reconstruyo, volviéndola a colocar.
Quedó funcionando. La empresa luego entró en una grave crisis económica y cerró sus
puertas poco tiempo después. Así terminó la firma Ginza. Hoy setiembre del 2003 aún
está la antena Ampo colocada… le he dicho a Gustavo que se la pida a los nuevos
dueños que están refaccionando allí…

La emisora del Chuy FM Oceánica me pide que le arme un amplificador de más


potencia. Le ofrezco costruírle uno de estado sólido de 200 w. de salida con un par de
bipolares MRF 317 empujados por un 2N6166 y con fuente de 28 volts. Aceptan.
Consigo un trozo de placa de fibra de vidrio G10 y copio de una revista el circuito,
grabando la placa con el consabido método del esmalte de uñas y el baño con solución
de percloruro de hierro. El disipador lo hice con una placa de aluminio de 4 mm de
espesor a la cual le atornillé (previa película de grasa siliconada para mejor transferencia
del calor) varios canales de aluminio de 1,5 mm de espesor. Los transistores disipaban
casi 100 w cada uno, por lo que el disipador y la ventilación con una turbina era
obligatoria. Monté la placa al disipador implementando los componentes: ferrites,
chokes, un filtro pasa bajos de 3 secciones, capacitores cerámicos de 500 v. padders de
cerámica etc., ubicándola luego en el gabinete que compré en Cerba, previo calado para
la turbina, etc.

La fuente regulada de 28v iba aparte pero no en caja: usé un viejo transformador
grande al cual rebobiné y alrededor del mismo monté 4 placas de aluminio de 2 mm de
espesor donde afirmé los transistores 2N3773 reguladores y el puente rectificador. Una
cara la destiné a colocar dos instrumentos para medir corriente y voltaje, un par de
pilotos con led y la llave de on-off. Los 8 ó 10 w. de salida del excitador de FM eran
suficientes para que el amplificador entregase los 200 w. Di tensiones y ajusté con carga
fantasma MFJ de 1 kW: eran aquellas resistencias de 50 ohms 200 w. de carbón tipo
caño, no inductivas, con un conector SO239 arriba y metidas en una lata tipo pintura de
1 galón de capacidad (aprox. 4 litros) a la cual rellené con aceite SAE 30 para aumentar
su capacidad de disipación. El vatímetro Bird con tapón de 1 kW en VHF estaba en serie
con la carga. Así fue una “papa” ajustar todo al máximo y bien, controlando luego con
un GDM a FET que había construido y usado como ondámetro, todos los ajustes
erróneos que pudieran significar aumentos de potencia fuera de la frecuencia
fundamental. Controlaba las temperaturas de todo: la fuente no tenía turbina, ya que
había sobredimensionado el área del aluminio disipador, a fin de que enfriara por
convección natural. En la placa amplificadora calentaban ciertos padders, por lo que tuve
que colocar dos o tres en paralelo para que se distribuyeran las corrientes. Todos los
transistores estaban a no más de 50ºC en su tapa cerámica, medidos con un termómetro
de mercurio asentado allí con una gota de grasa siliconada. Luego de 2 horas de
encendido, puse la tapa del gabinete y avisé que estaba listo. Vinieron a retirarlo y
pagaron. Ellos se iban a encargar de colocarlo.

Al contador de Marlain TV que era CX, le instalé en su torre de 12 metros una


antena direccional Mosley TA36 y un motor “prop-pith” para rotar la misma. Vivía en
un apartamento en Blandengues casi G. Flores y hablaba muy frecuentemente con
familiares que tenía en España. La antena ya la tenía y el motor lo fuimos a buscar en su
coche a una casa en Francisco Simón a la altura de Monte Caseros. Tenía que hacerle
una consola y conseguir dos motores síncronos llamados “selsyns” para la indicación
remota de la posición de la antena. Era un sistema similar al que colocamos a Lothar
Katz años antes. El motor fue parcialmente desarmado para verificar su estado, además

186
de quitar sus topes de carrera que se usaban en su posición original en el eje de las
hélices de los aviones. Repuse el aceite SAE 20 hasta el nivel marcado. La alimentación
con 28 VCC (su voltaje normal de trabajo) hace que el giro sea demasiado rápido y el
consumo elevado. Una tensión de 14 a 15 volts normaliza su funcionamiento y lo hace
más apto para su nueva función. Así la consola tendría un transformador de 15v @ 10 A
con un puente rectificador, una llave inversora de giro y un pulsador.

Un motorcito selsyn iría muy cerca del eje vertical de la antena y protegido contra
la intemperie, y en cuyo eje iría montada una rueda o polea del mismo diámetro del eje
vertical: una rotación completa de la antena de 360º correspondía a una rotación igual
del motor. La polea y el eje eran conectados por dos o tres vueltas de cable fino de acero.
El otro motorcito iba en la consola y alimentado por 28 VCA, interconectado por 6
conductores al otro y en cuyo eje se adaptaba una aguja que giraba frente a un cuadrante
con marcas cada 10 grados para mostrar la posición de la antena una vez sincronizado.
Todos estos trabajos insumieron tres días de labor. Hubo que hacer una platina especial
para apoyar el prop pitch arriba la torre. Pero lo importante que todo quedó funcionando
a satisfacción, hablando con España a diario... y a otros lugares también.

Por otro lado me estaban trayendo algunos electrificadores de alambrado o


“pastores eléctricos” de Moro, Frontoy y Silberstein. Los reparaba, aprendía e incluso
armé media docena de ellos a partir de bobinas de encendido de automóvil y un
oscilador-conmutador de 1 ciclo por segundo con NE555 y salida con 2N3055. Instalé
uno de ellos en el campo de Silberstein en Rocha, cuidando al máximo la aislación del
conductor y de hacer una buena tierra para el retorno del aparato.

Terminamos el año 1990 instalando una base de radio de Moro en su reciente


arrendado campo La Floresta en el Dpto. de San José. Tomábamos la Ruta 1 y pasando
Libertad doblando a la derecha al llegar a Casa Pascual (un almacén de ramos generales)
para tomar la Ruta 45, atravesar el arroyo San José y en el Km 69 doblando a la derecha,
entrábamos en un camino de tierra hasta entroncar con la Ruta 68… y siguiendo un par
de Km más dirección sur doblamos a la derecha de nuevo, pues un cartel nos indicaba
“La Floresta”. A los 5 km aparecía majestuoso un hermosísimo casco de estancia de 3
pisos de alto: realmente era similar a un pequeño castillo estilo italiano del medioevo,
que ostentaba en su parte superior un mirador con un enorme vitraux, rodeado de un
impresionante bosque de añosos eucaliptos y a pocos metros de la ribera del Río Santa
Lucía (y casi frente al Parador Tajes, situado en la otra orilla de la ribera) Todo aquello
era un paraíso!

Leyendo luego de muchos años un hermoso álbum de “Cascos de Estancias del


Uruguay” escrito por un familiar de mi cliente Irureta, supe que ese predio fue dado a
Alzáibar en el año 1738 proveniente de “tierras realengas” o del Rey de España en pago
a múltiples servicios que Alzáibar había hecho a la Corona. Él allí explotó la ganadería,
enviando cueros y sebo a la Península. En 1876 pasó a manos del presidente Gabriel
Terra, quien construyó ese hermoso casco con el no menos hermoso mirador, en cuyo
interior la luz que trasluce su vitraux se esparce semejando un gigantesco caleidoscopio.
Cuentan que las fiestas a todo lujo y las interminables partidas de naipes las realizaban
todos los personajes “ilustres” de la época que venían en barco desde Montevideo y
bajaban enfrente, en el Parador Tajes. Cuando entramos allí, podían verse aún colgando
de las paredes y en alguna repisa algún cuadro u objeto histórico de aquella época. Fue
reconstruída en 1970 por el Arq. Pairetti, donde la familia Vilaró era la actual

187
La Floresta casco.

188
La Floresta Galpón de la radio.

propietaria, vendiéndola posteriormente a la Sociedad Agropecuaria “La Yerra”. Por


supuesto que esa mansión del siglo XVIII estaba rodeada por otras edificaciones donde
habían vivido los caseros y todo el personal que mantenía aquella grandiosidad,
enclavada en un rincón prácticamente desconocido del departamento de San José:
aquello fué como un descubrimiento.

En el Ford Corcel íbamos: Danielito, “el Oveja” que era un amigo y compañero de
Liceo, María y yo. Llevé una antena de 4 dipolos casera de UHF, una fuente regulada de
13,5 volts también casera y un equipo Kenwood TK 801S, además de las herramientas y
materiales para la instalación. Había que subir hasta el altillo y allí ubicar antena, fuente
y equipo, mientras que una consola remota sería colocada en otra edificación del costado
donde estaba la oficina del capataz Sr. Saavedra (y cuidador general de La Floresta)
mediante el clásico cable de remoto, suspendido mediante una guía de alambre
galvanizado No. 14.

Allá en la azotea del altillo y luego de colocar la antena, nos pusimos a comer
unos refuerzos y agua Salus como bebida. En la escalera de madera de (acceso donde un
enjambre de abejas nos atrasó un poco la tarea) pusimos el equipo y su fuente con un
largo cable de 220 v. hacia los pisos inferiores donde ubicamos un toma. Luego
instalamos el troncal del remoto y la consola dando corriente al sistema y probándolo
con el Casco de San José y la Central Palleja, funcionado bien todo. Luego nos
dedicamos a pasear por los alrededores pues aquello era de otro mundo: aljibes,
caballerizas, viejas herramientas de labranza, arreos antiguos y toda esa “floresta” llena
de vegetación y enormes eucaliptos. El paisaje que se divisó desde la azotea del casco
era una belleza. El Río Santa Lucía estaba tranquilo y con límpidas aguas. Regresamos a
la tardecita muy felices del día hermoso que pasamos, entre el trabajo y el disfrute del
viaje. Poco tiempo después tuve que regresar, pues los cortes de energía eran muy
frecuentes y hube de habilitar una batería de 90 A cuya carga se efectuaba a través de

189
La Floresta. Vista al Sta. Lucía.

una modificación que hice en la fuente: con suministro de UTE la batería era cargada a
un régimen de 0,4 A/h… y cuando había apagón, un relay inversor conmutaba a
operación con batería la cual podía mantener el servicio unas cuantas horas. ¡No
volvimos más a ese paraíso...!

Dos trabajos más aparecieron para finalizar este 1990: una Sra. Mercedes Cabrera
que tenía familiares en P. Alegre… me trajo un transceptor brasileño marca Alfa 2001
con un canal fijo en 6.215 KHz USB, híbrido y con dos 6DQ6 a la salida de RF (lo que
me hizo recordar a mis MCX102) para que se lo instalara en el apartamento de su mamá
en Villa Biarritz. Hice un dipolito sencillo y lo colgué de un mástil de TV que estaba
inoperativo en el tanque de agua del edificio… tiré el RG58 por el ducto y allí quedó el
Alfa listo para operar.

Por otro lado unos amigos de los A y S (Alberto y Cacho de la calle Corumbé) un
tal Dr. Antonio Garaza y Juan Manuel que tenían con otros socios una explotación de
piedra de talco en el Dpto. de Lavalleja (conocida como Los Tapes) me solicitan radios.
Les armé un 104 con los canales de Alberto y Cacho. El lugar era tan aislado que no
llegaba ni la luz de UTE ni teléfonos ni nada: era un lugar totalmente virgen, natural, de
bosque, campo, arroyo y roca: ¡precioso! Vi una pareja de mansos caimanes que venían
a comer alguna sobra cerca del rancho. Ahí puse un dipolo solo para 5 MHz sobre un
varejón de eucaliptos… ellos compraron una batería Funsa de 12v 90 A en Minas la que
iban a cargar cambiándola cada tanto por la que estaba en el jeep que tenían para
movilizarse. Así pudieron conectarse con la “civilización”. Años más tarde les puse una
base independiente en la C. Vieja con otro 104 con fuente y dipolo para que hablaran
directamente. Nunca más tuve noticia de ellos, excepto por el Dr. Garaza que se había
separado de la sociedad, y siendo ginecólogo lo consultamos alguna que otra vez.

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