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En principio conviene distinguirlos de los considerados tradicionalmente como psicosomáticos. En ambos el desencadenante es
psicológico y existen síntomas físicos; sin embargo mientras en los trastornos psicosomáticos existe un daño en el sistema
fisiológico correspondiente (p. Ej. Úlcera de estómago) en los trastornos somatoformes no se desprende una patología orgánica
demostrable.
Hablamos de trastornos somatoformes, por tanto, cuando existen unos síntomas físicos sin que existan hallazgos orgánicos o
mecanismos fisiológicos demostrables y además hay pruebas o firmes presunciones de la existencia de factores o conflictos
psicológicos ligados a ellos.
Es la preocupación por algún defecto imaginario en el aspecto físico o apariencia de un individuo aparentemente normal. Si existe
una leve deformación, la preocupación es claramente excesiva.
Ejemplos serían la preocupación por alteraciones faciales como granos, forma de la nariz, boca, mandíbula, etc., quejas por
alteraciones en los pies, manos, pechos y en general por cualquier parte del cuerpo.
Se trata de la presencia de un patrón de síntomas somáticos recurrentes y múltiples que suceden a lo largo de prolongado periodo
de tiempo para los que se ha buscado ayuda médica pero que en apariencia no hay ningún trastorno somático. Generalmente
empieza antes de los 30 años.
Hipocondría
Consiste en la preocupación, miedo o creencia de tener una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de los signos o
sensaciones físicas que se consideran pruebas de ella. Los exámenes médicos adecuados no dan ninguna prueba en apoyo de la
creencia y esta persiste independientemente de las explicaciones médicas. No obstante su naturaleza no es delirante ya que el
sujeto es consciente de la posibilidad de que exagera la magnitud de sus problemas.
Es la presencia de síntomas o déficit no deliberados que afectan al funcionamiento motor voluntario o sensorial que lleva a pensar
que existe una condición médica. La disfunción somática sugerente de trastorno físico parece ser la expresión de un conflicto o
necesidad psicológica. Los síntomas no son producidos de forma intencional.
Cefaleas, continuas enfermedades, ceguera, parálisis, anestesia, afonía, ataques, inconsciencia, sordera, amnesia, fatiga,
debilidad, bolo faríngeo, dificultad respiratoria, palpitaciones, crisis de ansiedad, pérdida de peso, nauseas, hinchazón abdominal,
intolerancia alimentaria, diarrea o estreñimiento, vómitos, menstruación dolorosa o irregular, dificultades sexuales, dolores, miedos,
llanto, etc.
Esencialmente consiste en un dolor en una o más partes del cuerpo con nivel de gravedad suficiente como para buscar asistencia
médica sin ningún hallazgo físico que explique su presencia o intensidad.
Trastorno de somatización
El aspecto definitorio del trastorno de somatización según el DSM-IV-TR es la presencia de un patrón de síntomas somáticos
múltiples y recurrentes que sucede a lo largo de un periodo temporal de varios años y que se inicia antes de los 30 años. Estos
síntomas dan lugar a la búsqueda de atención médica y ocasionan incapacitación importante.
Respecto a las novedades respecto al DSM-III, se ha eliminado de la definición la creencia de estar enfermo y la lista de 35 ítems
ha sido agrupada en 4 categorías de síntomas físicos: dolor, gastrointestinal, sexual y pseudoneurológico. Además, el DSM-IV
elimina la nota relativa a 7 síntomas cuya presencia era indicadora de gran probabilidad de que existiese el trastorno y la indicación
de que los síntomas no ocurriesen exclusivamente durante las crisis de angustia, y ha añadido que la producción de los síntomas
no esté bajo control voluntario del sujeto.
C. 1) o 2):
1. tras el examen apropiado, ninguno de los síntomas del criterio B puede ser explicado completamente por una
condición médica general conocida o por los efectos directos de una sustancia: drogas, medicación.
2. cuando existe una condición médica general relacionada, los síntomas físicos o el deterioro resultante es mucho
mayor de lo que cabría esperar por la historia clínica, la exploración física o los hallazgos de laboratorio.
D. Los síntomas no son producidos intencionalmente ni fingidos (como en el trastorno facticio o la simulación).
Hipocondría
La sintomatología esencial de la hipocondría según el DSM-III-R es la preocupación, miedo o creencia de tener una enfermedad
grave a partir de la interpretación personal de los signos o sensaciones físicas. La identificación de un error de pensamiento es
clave en el diagnóstico. Hay dos problemas asociados a esta definición extensibles al DSM-IV. Uno hace referencia a la ausencia
de claridad en la conceptualización de la hipocondría como "miedo a" o "creencia de" padecer una enfermedad grave. La definición
engloba tanto a los pacientes convencidos de que están enfermos (convicción de enfermedad) como a aquellos que temen
enfermar (fobia a la enfermedad).
Warwick y Salkovskis consideran que en los dos casos la ansiedad ha sido condicionada a estímulos asociados a la enfermedad,
pero en el caso de la fobia los estímulos son externos (hospitales), mientras que en el trastorno hipocondríaco los estímulos son
internos (sensaciones corporales). Además, el fóbico se enfrenta a la ansiedad evitando el estímulo temido, mientras que el
hipocondríaco recurre a conductas dirigidas a neutralizar la ansiedad.
Marks sugiere que cuando los miedos implican síntomas corporales múltiples y diversidad de enfermedades se habla de
hipocondriasis, y cuando el miedo se concentra en un síntoma o enfermedad únicos, de fobia a la enfermedad o nosofobia. Según
Fava y Grandi el aspecto más distintivo de la hipocondría es la resistencia a la información médica tranquilizadora. La fobia a la
enfermedad se caracteriza por la especificidad y estabilidad longitudinal de los síntomas y por la cualidad fóbica de los miedos que
suele manifestarse en forma de ataques más que una preocupación constante.
El segundo problema afecta al criterio diagnóstico relativo a que el miedo de tener o la creencia de que ya se tiene una enfermedad
persiste a pesar de las explicaciones médicas. Según Salkovskis y Warwick se trata de que persiste debido a la repetida
información médica tranquilizadora, no a pesar de. El diagnóstico del trastorno depende no solo de las características clínicas del
sujeto, sino también de las actuaciones que realizan los médicos. Estos autores también han puesto en tela de juicio este criterio a
tenor de las siguientes consideraciones: 1) en determinados contextos, los pacientes no tienen posibilidad de acceder a la
información médica, 2) algunos pacientes evitan consultar al médico, 3) es frecuente que los pacientes hipocondríacos busquen
que se les tranquilice por otros medios, y 4) no se define el tipo de información tranquilizadora que no es efectiva.
Starcevic afirma que este aspecto definitorio es susceptible de una doble interpretación, pues por una parte existe algo inherente a
la hipocondría que impide que las explicaciones sean efectivas, y por otra las explicaciones ordinarias de "sentido común" resultan
ineficaces en este trastorno. Según él la definición actual de hipocondría es errónea debido a que implica que cualquier información
tranquilizadora tiene un poder convincente por naturaleza ante el cual cualquier individuo debería responder con una mejoría
sintomática.
El estudio de Chorot y colbs revela que los síntomas asociados a la activación autónoma tienden a ser más elevados en los
pacientes con pánico en contraste con los hipocondríacos cuya tendencia se focaliza en presentar síntomas más difusos y síntomas
físicos de no activación. El grupo con diagnóstico de pánico además exhiben mayor comorbilidad con agorafobia, mientras que la
hipocondría aparece más vinculada a síntomas somatoformes.
El DSM-IV incluye explícitamente la fobia a la enfermedad dentro de los trastornos de ansiedad (fobia específica) y señala que la
distinción entre hipocondría y fobia específica depende de la existencia o no de convicción de enfermedad. Por otra parte sigue
manteniendo sin variaciones la cuestión de la información tranquilizadora, ya que se plantea que el miedo de que el sujeto está
enfermo persiste a pesar de las exploraciones realizadas y las explicaciones dadas por el médico.
Criterios para el diagnóstico de hipocondría según el DSM-IV-TR
A. Preocupación por el miedo a tener, o la convicción de padecer, una enfermedad grave que se basa en la interpretación errónea
que hace la persona de sus síntomas somáticos.
B. La preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicación médica apropiadas.
C. La creencia en A no es de intensidad delirante (trastorno delirante tipo somático), y no se restringe a una preocupación
circunscrita acerca de la apariencia (como el trastorno dismórfico corporal).
D. La preocupación origina un malestar o deterioro clínicamente significativo a nivel social, laboral y otras áreas importantes de
funcionamiento del individuo.
E. La duración es de al menos 6 meses.
F. La preocupación no se explica mejor por TAG, TOC, trastorno de pánico, episodio depresivo mayor, ansiedad de separación u
otro trastorno somatoforme.
Especificar: Con pobre insight (Si la mayor parte del tiempo la persona no reconoce que la preocupación por tener una enfermedad
grave es excesiva o poco razonable).
Los rasgos característicos de la persona hipocondriaca son:
Ansiedad.
Rasgos de personalidad compulsivos.
Estado de ánimo decaído.
Tendencias de "doctor shopping".
Exacerbación de las relaciones médico-paciente.
Deterioro de la capacidad para el funcionamiento social.
Deterioro de la capacidad para el funcionamiento laboral.
Preocupación por dolores insignificantes.
Preocupación por toses sin importancia.
Preocupación por la peristalsis.
Escasa relaciones sociales.
Necesidad de explicar con detalle su historia médica
Las características psicológicas y clínicas centrales en la hipocondría según Warwick y Salkovskis son:
Preocupación por la salud.
Insuficiente patología orgánica que justifique las preocupaciones expresadas.
Atención selectiva a los cambios o características corporales
Interpretación negativa de signos y síntomas corporales.
Atención selectiva y desconfianza de la información médica y no médica.
Búsqueda persistente de explicaciones/comprobación del estado corporal/información.
Trastorno de conversión
En el DSM-III-R se contemplaba una concepción muy amplia del síntoma de conversión, pues incluía tanto los que sugerían un
daño neurológico (parálisis) como los que afectaban al sistema vegetativo (vómitos) y al endocrino (embarazo fantasma).
Cloninger recomienda que el trastorno de conversión se restrinja a los síntomas neurológicos, idea que ha recogido el DSM-IV.
Algunos autores han sugerido que el fenómeno de conversión debería ser considerado como un síntoma en vez de cómo un
síndrome. El aspecto básico de este trastorno es la presencia de síntomas o déficit no deliberados que afectan al funcionamiento
motor voluntario o sensorial, lo que hace pensar en la existencia de una condición médica general. En su inicio o exacerbación
están implicados factores psicológicos.
Criterios para el diagnostico del trastorno de conversión según el DSM-IV-TR
A. Uno o más síntomas o déficit que afectan a la función motora voluntaria o sensorial, y que sugieren una condición neurológica u
otra condición médica general.
B. Se considera que los factores psicológicos están asociados al síntoma o déficit, debido a que el inicio o exacerbación está
precedido por conflictos y otros estresores.
C. El síntoma no se produce de manera fingida ni intencionalmente.
D. Tras el examen clínico apropiado, el síntoma o déficit no puede ser explicado completamente por una condición médica general,
por efectos de una sustancia o por una conducta o experiencia culturalmente normales.
E. El síntoma o déficit origina malestar y deterioro clínicamente significativo a nivel social, laboral u otras áreas importantes de
funcionamiento del sujeto, requieren atención médica. (nuevo)
F. El síntoma o déficit no se limita al dolor o a una disfunción sexual, no acontece exclusivamente durante el curso del trastorno por
somatización, y no se explica mejor por otro trastorno mental. (nuevo)
Codificar:
Trastorno de dolor asociado a factores psicológicos: los factores psicológicos desempeñan un papel relevante en el inicio,
gravedad, exacerbación o mantenimiento del dolor. Si existe una condición médica general, ésta no tiene un papel importante
en el inicio, gravedad, exacerbación o mantenimiento del dolor. Este tipo de trastorno de dolor no debe diagnosticarse si
también se cumplen los criterios para el trastorno de somatización.
Trastorno de dolor asociado a factores psicológicos y a enfermedad médica: tanto los factores psicológicos como una condición
médica general tienen papeles importantes en el inicio, gravedad, exacerbación o mantenimiento del dolor.
En el DSM-IV se aprecian matices importantes en relación con del DSM-III-R. Se ha reemplazado la categoría de dolor
somatoforme por la de trastorno de dolor. Incluye dos tipos de trastorno de dolor: el asociado a factores psicológicos y el asociado a
factores psicológicos y a una condición médica general. Para ambos subtipos debe indicarse, de acuerdo con la duración superior o
inferior a 6 meses, si es crónico o agudo. Se incluye un tercer subtipo, el trastorno de dolor asociado a una condición médica
general, que no se cataloga como trastorno mental. Retoma la indicación del DSM- III incorporando en el diagnóstico la exigencia
de factores psicológicos involucrados. Por último, se han añadido dos criterios de exclusión: el síntoma o déficit no es simulado ni
refleja un trastorno facticio y ningún otro trastorno mental posibilita una mejor comprensión de la alteración, ya que ésta no reúne
los criterios para el diagnóstico de la dispareunia.
Diagnóstico diferencial
Para un diagnóstico diferencial de los trastornos somatoformes hay que tener en cuenta los factores psicológicos que afectan al
estado físico. Existen factores psicológicos que afectan negativamente a una determinada condición médica general diagnosticada.
En cambio en los trastornos somatoformes está o no presente o es insuficiente para dar cuenta de los síntomas físicos. A su vez, la
presencia de enfermedad física también debe contemplarse, pues puede coexistir con la somatización y la hipocondría. Hay que
tener especial cuidado con alteraciones orgánicas que manifiestan síntomas somáticos vagos y múltiples (esclerosis múltiple…).
El DSM-IV en relación con el trastorno de somatización propone 3 características que hacen pensar que no encontramos ante este
trastorno y no ante una condición médica general, aunque éste trastorno puede coexistir con otras enfermedades: 1) múltiples
sistemas orgánicos implicados, 2) inicio temprano y curso crónico sin indicios o anomalías que supongan un cambio estructural, y 3)
ausencia de resultados de laboratorio que indiquen la existencia de una condición médica general.
En el caso de la hipocondría, también debe considerarse para el diagnóstico diferencial la presencia de una enfermedad física
verdadera (enfermedades tiroideas). Según Dubovsky los síntomas físicos difusos pueden hacer que permanezcan ocultos signos
indicativos de trastorno mental orgánico (quejas más variables e inconsistentes). El diagnóstico diferencial se efectuará mediante
cuidadoso examen del estado mental (pruebas de atención, concentración y memoria).
Los trastornos somatoformes implican síntomas físicos que se estima que no se encuentran bajo el control voluntario del sujeto, y
se diferencian de la simulación y de los trastornos facticios en función de ese criterio de intencionalidad. En la simulación el
individuo finge conscientemente estar enfermo con el fin de conseguir unos incentivos externos (remuneración monetaria).
En los trastornos facticios el único propósito es asumir el rol de enfermo y someterse a las exploraciones y tratamientos médicos.
Sabe lo que tiene que hacer para producir los síntomas, pero no sabe qué motivo le lleva a actuar así. Una estrategia que puede
ayudar a discriminar entre trastornos somatoformes, trastornos facticios y simulación consistiría en considerar la conciencia que
posee el sujeto sobre la motivación de su conducta.
En el trastorno de conversión no es consciente ni de estar haciendo algo ni de la motivación remota de la sintomatología.
Respecto a los trastornos del estado de ánimo, la aparición de cambios físicos son habituales en estos trastornos (fatiga, pérdida de
apetito, disminución de actividad…). A diferencia de los trastornos de somatización, estos síntomas se limitan a los episodios de
estado de ánimo deprimido. Si se cumplen criterios para ambos diagnósticos, el DSM-IV permite el diagnóstico de ambos
trastornos.
En cuanto a los trastornos de ansiedad, en el trastorno de pánico también existe sintomatología diversa, pero solo surge durante los
ataques. Los dos trastornos pueden coexistir. En el TAG también se dan múltiples síntomas, pero el foco de ansiedad y la
preocupación no se restringe a la sintomatología física.
Tanto la hipocondría como el trastorno dismórfico corporal pueden ser diagnosticados conjuntamente con el TOC si las conductas
compulsivas del sujeto no se limitan a la preocupación por la enfermedad (hipocondría) o por el aspecto físico (trastorno dismórfico).
En la fobia social también coexisten preocupaciones por defectos reales en la apariencia, pero a diferencia del trastorno dismórfico
no perturba ni incapacita al sujeto.
En cuanto a los trastornos psicóticos hay que decir que en la hipocondría la creencia del sujeto no llega a tener una magnitud
delirante. Por otra parte, la esquizofrenia con ideas delirantes somáticas debe distinguirse de la quejas no delirantes del trastorno
por somatización (en raras ocasiones se dan conjuntamente). Las alucinaciones del trastorno de somatización o del trastorno de
conversión, se distinguen de las que ocurren en un trastorno psicótico en:
Respecto a las disfunciones sexuales en el DSM-IV los síntomas de conversión que afectan al funcionamiento sexual se consideran
como disfunciones sexuales (no como trastorno de conversión). También hay que tener en cuenta otros dos grupos de trastornos
con los que establecer el diagnóstico diferencial, que son los trastornos del sueño (insomnio primario, hipersomnia primaria,
narcolepsia, relacionado con la respiración, trastorno del sueño del ritmo circadiano y parasomnia) y los trastornos alimentarios:
anorexia y bulimia nerviosa.
La diferenciación entre los distintos tipos de trastornos somatoformes también ha de ser contemplada. Siguiendo las indicaciones
del DSM-IV, en el transcurso del trastorno por somatización puede haber preocupaciones por el miedo a tener o la creencia de que
ya se tiene una enfermedad grave, síntomas de dolor vinculados a factores psicológicos, así como síntomas de conversión; sin
embargo, si estas características aparecen únicamente en el curso de este trastorno no se establece el diagnóstico adicional de
hipocondría, trastorno de dolor asociado a factores psicológicos ni trastorno de conversión. Cuando existen síntomas de dolor
tampoco se utiliza esta última categoría, sino la de trastorno de dolor.
Tanto en la hipocondría como en el trastorno de conversión pueden detectarse síntomas pseudoneurológicos. La hipocondría el
sujeto se preocupa porque considera dichos síntomas como manifestación de una enfermedad importante. En la conversión el
aspecto nuclear es el síntoma en sí mismo ya que el sujeto puede mostrar una relativa falta de preocupación por la naturaleza o
implicaciones de los síntomas (belle indifférence).
El trastorno dismórfico corporal también difiere de la hipocondría y el trastorno de conversión en que el énfasis se sitúa en la
preocupación por un defecto imaginado o leve problema real en la apariencia física y no en la preocupación por una enfermedad
importante (hipocondría) ni en un síntoma o déficit del funcionamiento motor voluntario o sensorial (trastorno de conversión).
Trastorno de somatización
Pautas generales para el diagnóstico de este trastorno:
Síntomas somáticos múltiples y variables para los que no se ha encontrado una adecuada explicación somática que han
persistido al menos durante dos años.
La negativa persistente a aceptar las explicaciones o garantías reiteradas de médicos diferentes de que no existe una
explicación somática para los síntomas.
Cierto grado de deteriodo del comportamiento social y fmiliar, atribuible a la naturaleza de los síntomas y al comportamiento
consecuente.
Trastorno hipocondriaco
Para poder diagnosticar el trastorno hipocondríaco se requiere que existan la creencia persistente, como mínimo, de una
enfermedad organica importante que se oculta tras los síntomas a pesar de que las repetidas exploraciones no la hayan detectado,
o la preocupación incesante por una supuesta deformidad física, así como la negativa a admitir las esplicaciones de los médicos
que señalan la inexistencia de tal enfermedad o anormalidad.
Síntomas persistentes y desagradables derivados de una hiperactividad del sistema nervioso vegetativo.
Preocupación y malestar acerca de la posibilidad de sufrir una alteración grave de un órgano o sistema concreto que persiste
a pesar de ñas repetidas explicaciones y garantias médicas.
Ausencia de una alterción significativa a nivel de estructura o función de los organos o sistemas implicados.
Globo histérico.
La tortículis psicógena
El rechinar de dientes.
Perdida parcial o completa de la integración normal entre ciertos recuerdos del pasado.
El control de movimientos.