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Juste la fin du monde nace en 1989 durante un viaje a Berlín, efectuado por el joven autor francés (1957-
1995) gracias a una beca literaria. Durante ese año, descubre su seropositividad y decide escribir una historia simple
y circular. Un joven, emprende un viaje para anunciar su muerte próxima e irremediable pero acabará la obra como
empezó, sin haber dicho ni hecho nada de lo que esperaba.
Dos elementos fundamentales constituyen aparentemente la teatralidad de la obra: el viaje en sí, ya que nos
enteramos nada más empezar el prólogo, que se trata de un regreso al hogar familiar, abandonado por una razón
desconocida pero intuida por el espectador, como una ruptura padre-hijo violenta, así como el anuncio de una
muerte cuyas causas también desconocemos pero que sabemos inexorable.
Es preciso señalar que el “porqué” de las cosas pasa a un segundo plano para dejar de verdadero
protagonista al “cómo”. No en vano, a Jean-Luc Lagarce le gustaba decir que “las historias no tienen importancia,
lo importante es la forma de contarlas”.
Afirmación de la que podemos deducir dos claves que nos permitirán sensibilizarnos con la obra del
dramaturgo: la primera es que de alguna manera, lo que nos debe interesar no es lo que parece. Así, la clave no
consistiría en fijarse en la historia puesto que ni “se dice lo que se tiene que decir”, ni se “hace concretamente
nada”; sino que lo que subyace en este teatro - al igual que lo intentó M. Maeterlinck con la creación del drama
estático - y lo que se pretende hacer emerger es “otra” vida compuesta de lo indecible y de lo invisible. Los únicos
actores serán los recovecos del pensamiento y del lenguaje creando una única y válida realidad. Y considerando que
esa realidad aquí se basa en poder formular un pensamiento, la segunda clave se situaría en la escritura teatral, en
ver cómo el lenguaje y solo el lenguaje consigue darles forma al espacio, al tiempo y sobre todo a los personajes.
En definitiva con este autor, ya considerado como uno de los más emblemáticos de la escena
contemporánea y consagrado precisamente con esta obra, actualmente representada en más de treinta idiomas,
tendremos la posibilidad de ver teatro a través de la escucha, intentando percibir ese otro teatro, mas allá del aquí y
ahora, mas allá de las historias con el fin de acceder a lo más profundo del ser.