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7V
Contrariamente a lo que Marx había pensado, la desaparición del
problema de Dios tendría lugar en el mundo burgués, en el mundo de
una "nueva burguesía" no prevista por él, que rompió el compromiso
cristiano-burgués del pasado. La fórmula a veces pronunciada, pero
con más frecuencia vivida sin conciencia clara, de la irreligión con-
temporánea es la siguiente: "vivimos en un mundo nuevo, separado
del pasado por un fractura radical, en el cual ya no se encuentra el
problema de Dios".
72S
cia la absolutización de la ciencia, y por consiguiente el paso al
cientismo. En esa perspectiva ya no queda lugar para la fe; no se
ve cómo los dictados de Revelación puedan insertarse en un alma
cerrada a ellos. El proceso progresivo de extinción de la religión
se torna así irreversible.
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Los dos suicidios
Sin embargo, úe este modo los católicos socialistas y comunistas abrieron el camino al "suicidio de la DC",
como si quisiesen verificar tardíamente la profecía enunciada por Gramsci con el nacimiento del Partido
Popular de Sturzo: "El catolicismo entra en competencia con los socialistas, se dirige a las masas como el
socialismo y será derrotado, definitivamente expulsado de la historia del socialismo. El catolicismo demo-
crático hace algo que no podría hacer el socialismo: amalgama, ordena, vivifica y se suicida. Una vez que
ha asumido una forma y se ha convertido en una potencia real, estas multitudes se funden con las masas
socialistas a conciencia, convirtiéndose en su continuación normal: llegarán a ser hombres, en el sentido
moderno del término, hombres que obtienen de su propia conciencia los principios de su acción, hombres
que rompen los ídolos, que decapitan a Dios" (Ordine Nuovo, 1° de noviembre de 1919).
Si Gramsci previo el "suicidio de la democracia cristiana" y Del Noce el "suicidio de la revolución", el PCI
y la DC. estos dos amigos-enemigos, se extinguieron en la misma temporada, junto con todos los demás
partidos del firmamento poh'tico italiano. Un exterminio que Del Noce había previsto en cierto modo: la
sociedad radical opulenta, en cuanto totalitarismo suave, conduce, con la victoria de Saint-Simon y Comte
sobre Marx y Gramsci, a una política, más bien a una tecnología de dominio desideologizada y despojada
de partidos. De este modo, por consiguiente, ya no sirven ni las ideologías ni los partidos, sino únicamente
carteles electorales guiados, como decía Weber, por un "Führer", que aunque no sea precisamente "caris-
mático", por lo menos sea audiovisual, "Liberada" de los condicionamientos éticos y por consiguiente en
lo sucesivo sin una búsqueda del "bien común", la política parece cada vez más una variable dependiente
de la economía.
En esto, la tendencia croceana a conciliar el cristianismo y el liberalismo muestra hoy día, tras el suicidio
del marxismo y la disolución de la ilusión del Welfare, una gran actualidad. La política estai por ser filosó-
fica y moral. Del Noce siempre persistió en la convicción de que la política debía ser una extensión, con
métodos propios, de la moral.
» Aparte de ensayo sobre Augusto Del Noce en Stud/ Catto//c/, n° 587 GIANFRANCO MORRA
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«Me es grato aquí recordar ¡o escrito recientemente en su
hermoso libro, titulado "El mundo contemporáneo", por
Fi-nesto Gaüi deüa Loggia, un erudito de orientación ¡aica.
Con ¡a difusión del niodeto occidental, se produjo el "ataque
más contundente nunca i'isto a la tradición... de esta rmwrte
del pasado propiamente tal, de este marchitamiento del legado
vital de la tradición, dieron amplísima y creciente prueba en loi
últimos cuarenta ailos ¡as sociedades occidentales».
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«¿Cuá¡ es, sobre todo
después de ¡a revolución
francesa, el programa del
pensamiento racionaüsta
¡aico, sino la liberación del
hombre de ¡a dependencia,
dependencia ante todo de¡
Dios creador? Aiiora, fue
Marx quien concibió esta idea
II fondo, ¡lasta ¡as ú¡timas
consecuencias».