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Carahue, Primer Encuentro al Bicentenario con mi Historia

Manual de Consulta
Turístico e Histórico
de la Comuna de Carahue

Ilustre GOBIERNO DE CHILE Fondo Regional de Cultura


Municipalidad Gobierno Regional
de Carahue de la Araucanía
Aportaron su conocimiento:
Pescadores de Nehuentúe
Buzos de Nehuentúe
Organización Newen Pu Lafkenche
Juntas de Vecinos Trovolhue
Junta de Vecinos de Nehuentúe
Junta de Vecinos Villa Estación, Carahue
Junta de Vecinos Alcalde Herrera, Carahue
Vecinos de Carahue, Santa Celia, Trovolhue, Tranapuente y Nehuentúe
Rotary Club de Carahue
Departamento de Acción Social DAS Carahue

Ejecución /aportes al proyecto:


Municipalidad de Carahue, incluyendo las siguientes instancias:
Centro Cultural Municipal de Carahue
Red de Turismo, Municipalidad de Carahue
Biblioteca Pública Municipal de Carahue
Biblioteca Pública Municipal de Trovolhue
Escuela Municipal de Tranapuente
Escuela Municipal de Santa Celia
Delegaciones Municipales en Trovolhue, Nehuentúe, y Tranapuente
Servicio País
Depto. Extensión y Comunicaciones UFRO
Club de Cine Carahue

Marco Teórico y realización entrevistas:


Gloria Carrillo, antropóloga, ONG Manco Capaj
Nicolás Philippe, ONG Manco Capaj

Registro Audiovisual:
Werner Hansen, Producciones Audiovisuales Carahue

Redacción:
Jorge Pinto Rodríguez, ensayos históricos, 2ª. Parte
Jorge Scheihing Harves, ensayo sobre navegación, 2ª. Parte
Giancarlo Bucchi Roccatagliata, textos 1ª. Parte
Guillermo Valck Berkhoff, “Recuerdos de un Carahuino”

Edición periodística y diagramación:


Giancarlo Bucchi Roccatagliata

FONDO REGIONAL DE CULTURA


GOBIERNO REGIONAL DE LA ARAUCANÍA
ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE CARAHUE
Carahue, 2008

Manual de Consulta Turístico e Histórico de la comuna de Carahue


Fondo Regional de Cultura – Gobierno Regional de la Araucanía – Municipalidad de Carahue
Manual de Consulta
Turístico e Histórico
de la Comuna de Carahue
Ilustre
Municipalidad
de Carahue
PREFACIO

Estimado lector, estimada lectora,

Este modesto manual es el fruto de un proyecto


denominado Carahue, Primer Encuentro al Bicentenario con mi Historia, que fue
presentado por la Ilustre Municipalidad de Carahue al Fondo Regional de
Cultura, y acogido por esa instancia, con vistas a contribuir a la recuperación,
conservación y difusión del patrimonio cultural y natural de la comuna.

La iniciativa valoriza el contexto sociocultural y territorial


de cada uno de los espacios y comunidades que se consideran, para luego
representarlo y sistematizarlo en un documento escrito y una publicación
digital que servirán como manual de consulta histórico y turístico.

Para obtener e incorporar la riqueza del testimonio oral


existente, se realizaron foros temáticos y tertulias en las comunidades,
extendiéndose invitaciones abiertas a organizaciones y personas.

En el transcurso de estos foros, quedó claro que historia


local y patrimonio natural no pueden desligarse de la dimensión productiva o
económica, ya que se determinan mutuamente. Por esa razón este Manual hace
referencia a la dimensión productiva y su proyección futura.

En el proceso de generar este manual participaron actores


del ámbito académico y humanista, tanto de la comuna como de la región. Se
incorporan además, ensayos sobre la ciudad Imperial y el período de la
Conquista, la fundación de Carahue, la navegación fluvial, y otros aspectos
específicos de la comuna, escritos por connotados historiadores del ámbito
nacional.

Es nuestro deseo que este Manual sirva para promover el


turismo en Carahue, y para difundir su singular patrimonio natural y cultural.

***

Manual de Consulta Turístico e Histórico de la comuna de Carahue


Fondo Regional de Cultura – Gobierno Regional de la Araucanía – Municipalidad de Carahue
ÍNDICE
PRESENTACIÓN

PREFACIO
INTRODUCCIÓN
LOS ORÍGENES

PRIMERA PARTE: CARAHUE HOY

I. EL ESPACIO FÍSICO
II. RÍOS Y PLAYAS
III. HUMEDALES
IV. FAUNA
V. FLORA
VI. PRESENCIA HUMANA
VII. PUEBLO MAPUCHE
VIII. CIUDAD DE CARAHUE
IX. TROVOLHUE
X. NEHUENTÚE
XI. TRANAPUENTE
XII. SANTA CELIA
XIII. ACTIVIDADES PRODUCTIVAS

SEGUNDA PARTE: CARAHUE Y SU HISTORIA

XIV. LOS VIEJOS TIEMPOS DE LA COLONIA


XV. 22 DE FEBRERO 1882
XVI. LOS AÑOS PIONEROS
XVII. UN SIGLO DE HISTORIA, 1910 – 2000
XVIII. CARAHUE, EL ÚLTIMO PUERTO DE LA FRONTERA
XIX. RECUERDOS DE UN CARAHUINO:
GUILLERMO VALCK B.
XX. NOTAS PARA LA HISTORIA
DE TROVOLHUE Y NEHUENTÚE

FUENTES LOCALES Y BIBLIOGRAFÍA

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES LOCALES


CRÉDITOS FOTOGRAFÍAS Y ENSAYOS

Manual de Consulta Turístico e Histórico de la comuna de Carahue


Fondo Regional de Cultura – Gobierno Regional de la Araucanía – Municipalidad de Carahue
INTRODUCCIÓN

Este Manual de Consulta Turístico e


Histórico responde a una necesidad
muy sentida, no solo por quienes visitan
la histórica comuna de Carahue en
busca de destinos turísticos, sino
también por los propios vecinos que
desean profundizar en el conocimiento
de su entorno, tanto natural como cultural.

ESPACIO FÍSICO – FAUNA – FLORA


Los habitantes de Carahue recién comienzan a valorar en toda su
magnitud la extraordinaria riqueza natural de sus sistemas hídricos
fluviales, en particular el gran estuario
conformado por la
desembocadura de los
ríos Imperial y Moncul, y
por la laguna de
Trovolhue.

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Los humedales de agua salada
o de agua dulce ubicados en
este sistema hídrico, albergan
una variada fauna acuática de
crustáceos, peces
(principalmente lisas, robalos,
y pejerreyes), muchas especies
de aves, patos, coipos, lobos
marinos, mientras que al otro
lado de la barra, no faltan los
ocasionales avistamientos de ballenas, delfines y pingüinos.

Nuestra fauna marina, y también nuestra flora, son una riqueza aún
desconocida, tanto para los visitantes, como para la mayoría de los
carahuinos. Afortunadamente hoy existen excelentes recursos de
información sobre el tema, por ejemplo, http://aves-
araucania.blogspot.com para las aves, y www.chilebosque.cl para la flora,
sitios que recomendamos por su calidad y generoso aporte.

En el borde oceánico, el visitante


se asombra al contemplar
kilómetro tras kilómetro de
blancas arenas en la playa de
Moncul, tesoro de la naturaleza
que sólo en estos últimos años
ha sido objeto de atención por
parte de algunas autoridades y
vecinos visionarios, quienes
comienzan a comprender la importancia de ocuparse del desarrollo
sustentable de este inigualable patrimonio natural, y ven en ello la
posibilidad de generar empleos, a la vez que se rescata el patrimonio
natural.

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LA PRESENCIA HUMANA
Quizá bastaría con los sorprendentes atractivos naturales antes
citados, para convertir a Carahue en un destino turístico de primera
línea.

Pero es la historia humana que han presenciado estas colinas y ríos a


través de los siglos, la que encierra el mayor potencial en este sentido,
y aquí, nuevamente debemos reconocer que Carahue está recién
tomando conciencia de las verdaderas dimensiones de este legado.
Aquí presentamos sólo una aproximación: quienes deseen tener más
información sobre aspectos particulares de nuestra historia, pueden
consultar la Bibliografía al final de este Manual. También sugerimos
visitar el Archivo Regional de la Araucanía y el Archivo Nacional en
Santiago. El esfuerzo bien vale la pena.

La presencia humana en estas tierras hunde sus raíces en el


paleolítico, estimándose que los primeros poblamientos humanos en
la Araucanía tienen una antigüedad, como mínimo, de entre 7.000 y
11.000 años.

En épocas mas recientes, aparecen en el


Cono Sur unas gentes cuyo idioma (hoy
llamado mapudungun) proviene de los
Montes Altai en Asia. A fines del siglo XV
estos pueblos, ya asentados en el sur de
Chile y en Argentina, derrotan a los
ejércitos Incas que incursionaron hacia la
Araucanía, e intentaron incorporarla al
Tahuantinsuyo.

Se sabe que hubo otros contactos con antiguas culturas del Perú: por
ejemplo en la isla Mocha se han encontrado artefactos pertenecientes
a la cultura Moche (primeros siglos de nuestra era).

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Poco después de la incursión de los Incas, llegan los españoles al
mando de Pedro de Valdivia, quien funda la ciudad Imperial en 1551,
en el lugar hoy ocupado por Carahue. Valdivia proyecta que ésta será
la capital del Reyno de Chile. Aquí se crea un Obispado – uno de los
dos en todo el país - y el Rey Felipe II apoya el proyecto de crear aquí,
en la ciudad Imperial, la primera Universidad del país.

Pero la presencia hispana es breve: los españoles, como los Incas, son
derrotados, y la ciudad Imperial es
abandonada un día 4 de abril de 1600. A
partir de esta fecha vienen 281 años en que el
pueblo Mapuche se mantiene independiente
en sus tierras ancestrales, resistiendo los
embates del imperio español - el más
formidable de esos tiempos - y de los criollos,
siendo esta resistencia exitosa un caso único
en el Nuevo Mundo.

A fines del siglo XIX la zona es ocupada por el ejército chileno, en la


mal llamada “Pacificación de la Araucanía”,
momento en que comienza la incorporación
acelerada de estas tierras al Chile republicano,
incorporación marcada por la llegada de gran
número de colonos, los remates de tierras y el
confinamiento de la población mapuche a
“reservas” o “reducciones”.

Simultáneamente, la ciudad de Carahue, fundada en 1882 sobre el


trazado original de las calles de La Imperial,
se convierte en puerto fluvial y poco después,
en terminal del Ferrocarril, incentivando un
comercio exuberante, una intensa explotación
agrícola y forestal, y una considerable
actividad minera (oro), que sólo comenzarán
a decaer allá por los años de 1940.

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Estos son los principales hitos, ampliamente conocidos, de la historia
de Carahue dentro de la realidad mayor que es la Araucanía. Pero hay
otros aspectos anecdóticos que le dan un sabor especial a esa historia,
y que nos complace presentar en estas páginas, esperando que UD,
amable lector y lectora, los encuentre de interés.

LA PEQUEÑA HISTORIA
En algunos casos, se trata de curiosas anécdotas que nos fueron
contadas en entrevistas realizadas a vecinos de distintas comunidades
de la comuna. Otras veces, en fuentes bibliográficas o durante la
revisión de archivos históricos en Temuco y Santiago, salieron a luz
sorprendentes datos, coincidencias singulares, hechos insólitos,
algunos de ellos relativos a la Araucanía en general, y otros
específicamente sobre Carahue y su gente, sus circunstancias y sus
sueños.

ACTIVIDADES PRODUCTIVAS
Dentro del conjunto de
información aquí presentada,
hablaremos de las actividades
productivas tradicionales, como
el cultivo de la papa, la pesca, la
pequeña minería, pero también
veremos las nuevas áreas productivas que nos permiten soñar con un
futuro mejor: los servicios, los cultivos alternativos, las pequeñas
empresas agro-alimentarias, el agro-turismo y el eco-turismo, entre
otros.

Sin embargo, sigue siendo una realidad inquietante que, en el ámbito


económico, lo que más preocupa a los carahuinos es la falta de
oportunidades laborales, lo que obliga a muchos jóvenes a emigrar a
las grandes ciudades. Además, en algunos sectores rurales, se ha visto
repetirse el mismo proceso: las familias venden sus parcelas a las
empresas forestales, y emigran a la ciudad.

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PERSPECTIVAS VARIADAS
Desde el principio, quisimos que este Manual reflejara una variedad
de visiones y opiniones sobre el pasado, el presente y el futuro de la
comuna, y lo que ésta puede ofrecer al visitante.

Para ello, se realizaron foros en varios lugares de la comuna,


solicitando la concurrencia de cuantos tuvieran interés en participar y
opinar. Creemos que el objetivo se ha cumplido en buena medida,
aún cuando los que participaron en los foros y entrevistas, aunque
numerosos, son solo una pequeña minoría de los Carahuinos.
Esperamos que lo expresado por ellos constituya un verdadero aporte
para la comuna entera.

La Primera Parte de este Manual es una especie de resumen o


compendio de lo escuchado en dichos foros, y de lo visto en terreno.
Lo hemos puesto en nuestras palabras, acompañándolo con
fotografías. Algunas de estas fotos, y eventualmente otras
informaciones, han sido obtenidas de los excelentes sitios sobre
distintos aspectos de la comuna de Carahue disponibles en la Web (en
esos casos, entregamos los créditos correspondientes, e invitamos al
lector interesado a visitar aquellas fuentes directamente).
Agradecemos a quienes participaron de estos foros y dieron de su
tiempo y conocimientos. No hay lugar aquí para nombrarlos a todos,
y por cierto, ellos saben quienes son. Sus nombres aparecen en la
sección Bibliografía y Fuentes Locales, al final del Manual.

Esperamos con este modesto librito despertar el interés de gentes de


otras ciudades, de otras regiones, y de otros países, para que nos
visiten y descubran lo que Carahue ofrece. Sepan ellos que estos ríos
y colinas, como los icebergs, lo que ocultan es bastante más de lo que
se deja ver a primeras, y ni siquiera nosotros, los Carahuinos, hemos
podido sondear todo lo que aquí hay, porque mientras más
descubrimos, más asombrados quedamos de lo poco que sabemos, y
de lo mucho que nos falta por aprender.

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Porque, si un día tratamos de seguirle la pista al Rey Orllie-Antoine I
en sus andanzas por las ruinas de la Imperial, poco después nos
enredamos en el contenido de esos documentos ya apolillados y casi
consumidos por el tiempo, que el cacique Marivilu, en sus dominios
cercanos a Trovolhue, una día de 1897 le mostró al misionero
franciscano Fr. Felipe Santiago Bórquez, y en ellos el misionero pudo
leer las súplicas de un Capitán español al antetatarabuelo del cacique,
pidiéndole “que no hostilice a los españoles que por su territorio
transitan”, solicitándole su amistad, y recomendándolo al Rey de
España.

Estos curiosos asuntos, y otros como ellos, son el pan de cada día en la
historia de Carahue, y si no nos alargamos más en ellos, es porque
debemos dejar espacio y tiempo para escribir de otras cosas, más
prosaicas y más inmediatas, como los excelentes caminos que
recientemente se han construido en el borde costero de nuestra
Araucanía, y la cosecha de choros en Nehuentúe, que por su sabor no
son igualados por otros en nuestro país, y el Raid del Mar, que tanta y
merecida fama ha adquirido en estos años.

Finalmente, afable lector, le recomendamos la lectura de los ensayos


históricos contenidos en la Segunda Parte de este pobre libro, que
fueron escritos por renombrados eruditos de la Universidad de la
Frontera, entre ellos el catedrático Jorge Pinto y el profesor Jorge
Scheihing. Porque no hace más de ocho años que ellos aceptaron el
desafío, lanzado por la Ilustre Municipalidad de Carahue, de resumir,
en la medida de lo posible, la larga y compleja historia de Carahue. Y
aquí se presenta parte de lo por ellos escrito, y decimos parte, porque
mucho tuvo que quedar fuera, por razones de espacio y del limitado
presupuesto para la impresión de este Manual.

Y no podríamos dejar de reconocer el importantísimo aporte de


algunos vecinos o ex vecinos que, para apoyar este trabajo, entregaron
ensayos de su propia autoría, o material documental y fotográfico, o
informaciones y conocimientos de primera mano, y el primero entre

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ellos debe ser nuestro Jorge Navarrete Solís, sin desmerecer a Mariano
del Picó, Patricia Fuentes Sandoval, Guillermo Valck, Olegario Baeza,
Hernán Thiers, Germán Bustos, y tantos otros que se nos escapan en
este momento. También va nuestro reconocimiento a Albino
Altamirano, quien compartió valiosos secretos sobre los mejores
lugares para la pesca deportiva, cual no es el menor de los atractivos
turísticos de estas costas y ríos Carahuinos.

El editor
Carahue, mayo de 2008

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PRIMERA PARTE:

CARAHUE HOY
K

Kai Kai y Xeng Xeng1

LOS ORÍGENES DE ESTA TIERRA


-
El gran mito mapuche nos cuenta los orígenes de esta tierra y de su
gente: el escenario es el colosal enfrentamiento de dos gigantescas
fuerzas: Kai Kai y Xeng Xeng, dos descomunales serpientes, fuerzas
primordiales eternamente opuestas.
p
Kai Kai, gigantesca serpiente acuática, furiosa, intenta destruir a los
hombres, sumergirlos en el caos del agua primordial, ahogarlos y
deshacerlos en las profundidades del agitado mar. Enormes olas se
abalanzan sobre la tierra.

Xeng Xeng, protectora de la humanidad, ve que las aguas suben y


suben, destruyendo todo a su paso, ahogando a la gente. Xeng Xeng
interviene, levantando los cerros y las montañas, para que éstas sirvan
de refugio al hombre. Es tal la altura de estas montañas que, para no
sucumbir, la gente debe proteger sus cabezas de los rayos del sol.

La Tierra ha sufrido las consecuencias de las fuerzas desatadas: se han


quebrado las llanuras, se han formado nuevos ríos y cerros. Pero
lentamente, el paisaje adquiere la configuración que hoy conocemos.
Los únicos cuatro sobrevivientes se convertirán en los antepasados de
todos los seres humanos que hoy existen. Gradualmente la
tranquilidad retorna a los Cuatro Rincones del Mapu.

1 Crédito Imagen Kai Kai y Xeng Xeng: sitio web “www.serindigena.cl”


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CARAHUE HOY
I. EL ESPACIO FÍSICO

Esta vista satelital muestra la parte sur de la comuna de Carahue.


Pueden distinguirse los dos principales sistemas fluviales, el Imperial y
el Moncul, con su extraordinaria laguna y sus humedales. Estos dos ríos
confluyen hacia una desembocadura común en las cercanías de
Nehuentue, y forman el gran estuario paralelo a la costa. El estuario está
separado del mar por las dunas – o barra – (claramente visible, siendo
esta barra la prolongación de la playa de Moncul.) El estuario está unido
al mar por una apertura relativamente angosta y, según la marea suba o

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baje, el estuario es inundado por agua salada o agua dulce.

Esta geografía accidentada ha sido conformada por el choque de las


placas tectónicas que se enfrentan a lo largo de las costas de Sudamérica.
Como resultado de estas fuerzas, la zona es afectada, de tiempo en
tiempo, por grandes terremotos. Los grandes humedales cercanos a la
Laguna de Trovolhue fueron formados, en gran parte, por el terremoto
de 1960, el mayor sismo jamás registrado en cualquier parte del planeta.
Este sismo alteró la altura promedio (sobre el nivel del mar) de grandes
extensiones. Al bajar su altura, esas tierras – antes agrícolas - se
inundaron, y hoy albergan los humedales. Ese terremoto y maremoto
también corrieron la desembocadura del estuario (visible en la parte
inferior – izquierda de la foto) varios kilómetros hacia el norte, llegando
a estar casi frente a Nehuentúe. Sin embargo, con el pasar de los años, la
desembocadura ha ido acercándose a su posición original, en el extremo
sur del estuario, cerca de Puerto Saavedra.

Esta geografía dinámica también impactó sobre los destinos de la ciudad


de Carahue. En efecto, la navegabilidad del río Imperial se ha visto
afectada en décadas pasadas, ya sea por la poca profundidad de la barra
o por la sedimentación del río, sentenciando el término del puerto fluvial
de Carahue (en esta foto, la ciudad de Carahue puede verse cerca del
gran recodo del río, a la derecha de la imagen).

Otro rasgo geográfico determinante es la Cordillera de Nahuelbuta, que


alcanza sus mayores alturas hacia el norte de la comuna. Cubierta de
espesos bosques hasta hace pocas décadas, hoy en gran parte está
dedicada a las plantaciones industriales de pino y eucalipto. Tiene
varios cordones montañosos debido a lo cual muchas partes de ella son
de difícil acceso, aunque en años recientes se han construido obras viales
importantes que la atraviesan, como la Carretera de la Costa.

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CARAHUE HOY
II. PLAYAS y RÍOS

La nueva Carretera de la Costa permite acceder fácilmente a las playas del


borde costero de la comuna de Carahue. Estas playas poseen variadas
características físicas: si comenzamos un recorrido de esta costa desde la
extensa playa de Moncul con sus arenas blancas, sus dunas y su declive
gradual, a medida que avanzamos hacia el norte el terreno se vuelve rocoso y
accidentado, hasta llegar a los acantilados de Hueñalihuén y Casa de Piedra.

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LAS PLAYAS
Playa Moncul Es la playa de mayor extensión, (aproximadamente 14
kilómetros). De blancas arenas y dunas, es apta para bañarse, la extracción de
mariscos y la pesca. Se accede a través de una lancha-trasbordador que se toma
en las cercanías de Nehuentúe. En su extremo sur, la Playa de Moncul se
extiende hasta la misma desembocadura del estuario del Imperial, frente a
Puerto Saavedra.

Playa Los Obispos. Desde Carahue, se llega ya sea por Puyangue (Carretera
de la Costa) o subiendo por la playa de Moncul; aquí los lugareños extraen
piures y se puede pescar.

Playa Lobería Ubicada a 38 km. de la ciudad de Carahue. Posee una


longitud de 5 km. y arenas suaves. Su característica mas relevante es la
“Piedra de Pilocura”, gigantesca roca de mar, donde se pueden apreciar
multitud de lobos marinos.

Playa Coi Coi. Hermosa playa ubicada al final de un angosto valle entre los
cerros de la costa.

Playa Hueñalihuen Se ubica a 34 km. al norte de Carahue. Paisaje de


extraordinaria belleza. La playa misma es de poca extensión y de arenas
suaves. Cuenta con un estero de agua dulce y se pueden adquirir mariscos,
pescados y cochayuyo. Es apta para la pesca de orilla.

Playa Casa de Piedra Se ubica a 42 km. al noroeste de Carahue y es apta para


la pesca de orilla. Es posible encontrar en el lugar almejas, locos, machas y
cholgas.

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LOS RÍOS
La historia de Carahue, y su identidad misma, forman un entramado
inseparable con sus ríos. Desde tiempos antiguos, la población mapuche se
concentraba cerca de los ríos, especialmente a lo largo del río Cagtén (hoy
Imperial) y del Moncul, así como en otros más pequeños como el Colico. La
pesca era extraordinariamente abundante en estos ríos, según nos informan los
cronistas. Se sabe también que en tiempos prehistóricos se extraían mariscos
cerca de Nehuentúe. Desde muy antiguo estos ríos eran transitados por
diferentes tipos de embarcaciones, siendo uno de ellos los wampo, hechos de
troncos ahuecados.

Pedro de Valdivia fundó la Imperial en la confluencia de los ríos Cagtén y el


(hoy llamado) Damas. Y las primeras décadas de la moderna Carahue vieron
una actividad febril en su puerto fluvial, que era punto de trasbordo al
ferrocarril, y permitía el comercio con otros puertos de Chile y con Europa.

Nuestros ríos siguen siendo importantes para la economía de la comuna:


renuevan la fertilidad de las llamadas
“vegas”, inundándolas en invierno.
Permiten la crianza de mariscos y la pesca
artesanal, son el escenario de actividades
recreativas y deportivas, destacando el
canotaje y la pesca deportiva y por último,
con sus humedales son un gran atractivo
para el turismo, especialmente en el
estuario conformado por el Imperial y el
Moncul, que cuenta con servicio de transbordadores para vehículos y
pasajeros. Agreguemos que un moderno puente, parte de la Carretera de la
Costa, ahora atraviesa el río Moncul en Puyangue, remplazando la antigua
balsa, mientras que otro gran puente cruza el Imperial frente a Tranapuente.

El caudaloso río Imperial nace de la confluencia del Cautín con el Chol Chol,
cerca de la ciudad de Nueva Imperial. Es de notar que el Cautín, poco antes de

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unirse con el Chol Chol, ya ha recibido las abundantes aguas del río Quepe, lo
que explica el importante caudal del Imperial.

El Imperial representa una de las dos grandes cuencas hidrográficas de la


Araucanía (siendo la otra la del río Toltén). En total, el Imperial drena una
cuenca de unos 13.000 km2. y a lo largo de sus aproximadamente 50
kilómetros, recibe otros pequeños aportes, como el río Damas y el estero
Ranquilco. Ya cerca de su desembocadura, se une con el río Moncul para
formar un gran estuario, separado del mar por una barra arenosa.

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CARAHUE HOY
III. LOS HUMEDALES

Los grandes humedales se encuentran en la Laguna de Trovolhue, arriba a la derecha.


En el borde costero se ve parte de la playa de Moncul.

Desde el terremoto del ’60, la superficie de humedales cercanos al río Moncul


aumentó considerablemente – la tierra bajó y grandes extensiones se
inundaron, creando hábitats para un variadísima fauna. Para muchos
carahuinos, esto significó pérdida de tierra agrícola, pero con el paso de los
años, algunos ahora ven en esto una bendición. Veamos lo que nos dice al
respecto don Miguel Bonifay, vecino de Nehuentúe.

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“Al inicio uno piensa que los humedales son pantanos, inservibles y todo, y no
tenemos idea que los humedales son una gran reserva de la humanidad, no solo
no hay que secarlos, pero hay que cuidarlos y ojala mantenerlos tal cual y acá
hay mas de 57 especies de animales en el humedal pero aquí casi nadie sabe
eso, (pero) los pescadores y las personas que más se acercan a los humedales
conocen, porque el que pasa ahí una noche, es impresionante toda la vida que
hay ahí.”

“Hay lobo (marino), peces, pueden pasar peces que


son curiosos como las lisas cuando ustedes van en un
bote en las tardes, así cuando se está subiendo la
marea pasa la lisa y no la ve pero ve la estela que
deja cuando pasa, lo ve así de los dos lados del bote,
se ve mucho coipo en la noche, se ven ahí pasar
cerca, hartos patos, aves y montón de animalitos que
se ven permanentemente, harto ruido hay mucho
ruido en la noche de seres vivos que están ahí en la
biodiversidad, es impresionante, es tanto que es
impresionante...”

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Grupos ecologistas, biólogos y otros especialistas se han interesado por
estudiar y conservar los humedales del río Moncul; también se organizan
excursiones fotográficas para capturar la gran variedad de avifauna marítima,
y la belleza de este hábitat. Belleza capaz de inspirar a un niño: Eliana Navarro,
la gran poeta chilena, tenía 7 años cuando compuso “Laguna de Trovolhue”,
que en parte dice:

“¡Oh! laguna de aguas tranquilas


que reflejan los rayos del sol
donde las quilas besando
las aguas parecen llorar
donde las guabas repiten su triste cantar...”.

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CARAHUE HOY
IV. FAUNA

Comencemos diciendo que en la Comuna de


Carahue se han hallado restos fósiles de
animales prehistóricos hoy desaparecidos: el
mastodonte Mastodon andium y el caballo
prehistórico americano Equus curvidens.

Pero alégrese, amable lector, pues aún existe una abundante fauna en este
rincón de la Araucanía, comenzando por las aves: los carpinteros, los peucos,
las bandurrias y las garzas, el zarapito, el chercán, el chucau, el mirlo, el
playero vuelve-piedras, los pelícanos, variedades de patos, la gaviota de
Franklin que nos visita desde el Hemisferio Norte, las loicas, el picaflor y el
jote planeador, las codornices, entre tantos otros. En los últimos años han
llegado cisnes de cuello negro. En Nehuentue el turista amante de las aves
puede contratar un tour en bote para ver la fauna avícola de los humedales.

Para quienes busquen más información sobre las aves que pueden verse en
la comuna de Carahue, recomendamos el sitio web http://aves-
araucania.blogspot.com/, excelente recurso sobre el tema, y también fuente de
algunas de las fotografías que presentamos a continuación.

Garza blanca Garza Cuca: la más grande de las garzas


en la Araucanía.

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FAUNA
Aves

Bandurria

Cisnes de Cuello Negro

Pájaro
Carpintero

Peuco

Zarapito Tagüita

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FAUNA
Aves

Playero vuelve piedras Pelícano

Choroy Queltehue

Pidén

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FAUNA
Mamíferos

Entre los mamíferos que pueden ser vistos en los humedales o en la


desembocadura, están los lobos marinos, que en años recientes han estado
aumentando sus incursiones dentro del estuario. Siguen siendo abundantes en
sus moradas tradicionales cerca de Lobería.

En el río Moncul abundan los coipos, estos lejanos


parientes de los castores, que construyen sus casas en las
orillas de esteros y canales, y son grandes nadadores. En
años pasados los coipos eran cazados por sus pieles, pero
afortunadamente esta práctica ha decaído, como resultado
de la gradual concientización ecológica que se impone
cada día más, y de las leyes y normativas que ahora protegen a la fauna del
borde costero.

Entre los mamíferos terrestres, en la comuna ya son muy


raros los avistamientos del pudú - pequeño ciervo del
tamaño de un perro - debido a la deforestación y a los
monocultivos que han diezmado su hábitat.

El león (puma) también ha visto su hábitat (los bosques y matorrales de


montaña) afectado por los monocultivos, y para conseguir su presa, debe
alejarse de sus áreas de caza “tradicionales”. Por ello, a veces hay
avistamientos en predios netamente agrícolas: el temor al león aún sigue vivo
entre los parceleros de zonas semi-montañosas como Santa Celia y Quiripío.

El hermoso zorro cumpeo – según su estado de ánimo


– puede o no dejarse ver en caminos poco transitados,
trotando por la mitad de la calzada, luciendo su pelaje
blanco amarillento.

***

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CARAHUE HOY
V. LA FLORA
Una parte importante de la superficie de Carahue está bajo el dominio de los
monocultivos forestales, sobre todo el sector norte correspondiente al área de
la Cordillera de Nahuelbuta, con una superficie que supera las 33 mil hectáreas
de plantaciones de pino y eucalipto.

En esos sectores montañosos la cubierta vegetal sigue siendo un recurso


importante, pero sólo es posible encontrar formaciones boscosas (nativas) en
las partes más altas. En este espacio predominan especies tan importantes
como la Araucaria, Coigüe, y Roble, mientras que en las quebradas húmedas
aumentan los colihues.

Es indudable que la variedad y cantidad de especies, así como la superficie de


bosque y flora nativa, ha disminuido dramáticamente debido al proceso de
forestación industrial. También, en décadas pasadas, los colonos y los grandes
propietarios explotaron la madera de los bosques nativos y desbrozaron
grandes superficies para la agricultura y la ganadería. Miles de árboles fueron
sacrificados por la industria del tanino.

Esos procesos han disminuido el potencial turístico inherente a los bosques


nativos de la comuna. Sin embargo, quien quiera ver la flora de nuestra
comuna en toda su magnífica variedad, todavía puede encontrar retazos de
ella en distintos lugares donde, con un poco de suerte podrá ver ciprés de
montaña, palo santo, coigüe, canelo, avellano, radal, hualle, ulmo, lingue,
laurel, raulí, tepa, araucarias, y otros.

Conciencia ecológica
Niños plantando palmeras en la costanera de Nehuentúe

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CARAHUE HOY

PRESENCIA HUMANA
CARAHUE HOY
VI. PRESENCIA HUMANA

“Gente” Acrílico de María Burgaz

La comuna de Carahue cuenta con una población de 25.696 habitantes, según


datos del último censo, de las cuales más del 60% vive en el área rural. En
tanto, la población mapuche es elevada, concentrándose en los pequeños
predios cercanos al río Imperial y en el sector costero.

Aparte de la ciudad de Carahue, los centros urbanos son Trovolhue,


Nehuentúe y Tranapuente. La ciudad de Carahue en los últimos años ha
recibido una importante inmigración de pequeños agricultores que abandonan
sus predios (vendiendo a las forestales). A causa de esto el sector rural ha
sufrido un despoblamiento notorio.

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Se sabe que Pedro de Valdivia decidió fundar aquí la ciudad Imperial por la
gran densidad de población que observó cerca del río Cagtén. Las cercanías del
río Moncul y del lago Budi también estaban muy pobladas. En efecto, en el
siglo XVI, estas tierras estaban más densamente pobladas que cualquier otra en
Chile. La abundancia de caza y pesca, el clima temperado, los grandes ríos, los
bosques, todos eran recursos que favorecían el poblamiento humano.

En la Araucanía, como en otras latitudes, la población siempre se concentró


cerca de los cursos de agua., mientras que las tierras altas estaban
relativamente despobladas.

La evidencia arqueológica indica que en la Araucanía hubo presencia humana


desde aproximadamente diez milenios atrás. En nuestra comuna se
multiplican las evidencias (cerámica, líticos) de poblaciones que en los últimos
dos milenios tenían contacto con pueblos andinos incaicos, y con lo que es hoy
la Argentina. Los primeros pobladores de Chile provenían de Asia y se supone
llegaron por tierra (por el Estrecho de Bering), o más probablemente, en
pequeñas embarcaciones que seguían las costas de Asia, Alaska y el continente
americano.

En Chile también hay ciertos indicios de contactos prehistóricos con pueblos


de Oceanía, los que se abrían producido mediante la navegación de alta mar.

También hay evidencia de contactos prehistóricos entre gentes del altiplano


andino y culturas del norte de África, los que se habrían producido por el
Atlántico. A su vez, los pueblos andinos estaban en contacto con los habitantes
de Chile. En general, cada día hay más evidencia que no existían pueblos o
culturas aisladas, más bien debe entenderse que siempre hubo un constante
flujo de influencias entre toda la población del planeta.

***

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PRESENCIA HUMANA
RESTOS ARQUEOLÓGICOS

Quien opine que estos objetos (arriba y derecha)


son herramientas neolíticas, deberá enfrentarse a
otra opinión, muy arraigada en nuestra gente.
Pues es sabido desde muy antiguo que estos
objetos son “PIEDRAS DE RAYO”, que en noches
de tormenta eléctrica, son lanzadas desde el cielo
a la tierra. Las piedras de rayo pueden partir los
grandes árboles, calcinarlos y rendir sus enormes
troncos. Penetran profundamente en la tierra, y
después de algunos años, suben a la superficie,
donde permiten que un ser humano las
encuentre. A veces se hallan entre las raíces de
árboles derribados por el viento.

Muchas de estas piedras horadadas, de 10 -15 cm.


de diámetro, han sido encontradas en la comuna de
Carahue. Algunas de ellas pueden verse en el
Centro Cultural Municipal. Su origen es
desconocido. Posiblemente eran el equivalente de
un martillo, para lo cual se introduciría un mango
de madera en el orificio. Otros piensan que servían
como pesas para redes de pescadores.

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CARAHUE HOY
VII. PUEBLO MAPUCHE

“La presencia étnica mapuche define la identidad de la región y


notoriamente también la de nuestra comuna, representando una
tradición cultural necesaria de fortalecer y potenciar en el ámbito
del desarrollo rural.”1

En este corto capítulo sobre la presencia mapuche en la Comuna de Carahue,


hemos optado por no hablar de aquellos aspectos que pudieran considerarse
de interés para una especie de etno-turismo – vestimenta, comida, costumbres,
etc. Más bien hemos preferido dar una visión desde dentro de la etnia, para lo
cual entrevistamos a un miembro de las comunidades Lafkenches, quienes
constituyen una parte importante (aunque no la única) de la presencia
mapuche en nuestra comuna. La entrevista, centrada sobre el tema “Realidad
mapuche y perspectivas de turismo en el borde costero de Carahue” se
extendió por 90 minutos, sobrepasando la posibilidad de reproducirla entera.2
Sin embargo hemos seleccionado partes de ella, tratando de reflejar fielmente
su contenido:

1
Gobierno Regional de la Araucanía, http://www.laaraucania.cl/turismo-com_carahue.htm
2
La transcripción de la entrevista completa se puede ver en
http://giancarlo.bucchi.googlepages.com/entrevistaamoisesvilches

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“Mi nombre es Moisés Vilches, y soy miembro de la Comunidad José
Painecura, que está ubicada más menos a 54 Km. de aquí de la ciudad de
Carahue. En la actualidad soy dirigente de la Asociación Newén Pu
Lafkenche, que está conformada por 8 comunidades, en este caso, las
comunidades que están en el sector de la costa (de la comuna de Carahue). La
Newén Pu Lafkenche es una organización mapuche, que nace producto de un
problema que se les generó a las comunidades, cuando llega el tema de la
Carretera de la Costa, y lo que tiene que ver con el tema del mar. En el tema
del mar, se les empieza a generar el problema cuando se crea la Ley de Pesca y
Acuicultura en el año 91, y luego esta famosa Carretera de la Costa. Esta
organización se crea para hacerle frente a estos dos problemas, y para
defender el territorio; tiene que ver con todo el tema de la tierra, y todo lo que
la ley implica. De ahí empieza y nace la Newén Pu Lafkenche, que es lo que
lleva por nombre.

“Esta ley, que es la Ley de Pesca y Acuicultura, efectivamente a nosotros nos


causa un problema, y fuerte, ya que esta ley no contempla los derechos de las
comunidades, los derechos ancestrales que han tenido las comunidades por
estar ubicadas en ese territorio, y porque su relación, y en este caso la relación
que tiene el Mapuche Lafkenche con el mar, es lo que nos da nuestra identidad,
por eso es que hoy día existen los Lafkenches, existen los Pehuenches, existen
los Nagche, y otras identidades más. Entonces ¿qué hace esta ley? Se crea y
empieza a privatizar todo lo que tiene que ver con el mar, ya sea a través de la
entrega de Áreas de Manejo, o a través de cuotas de pesca, en este caso
también les da la entrada a las salmoneras, y en este caso en el Sur, para
mencionar algunos sectores, Calbuco, Chiloé y más al Sur, tienen ya bastante
contaminado todo lo que es el mar. Entonces eso es lo que empieza a generar
esta ley.

“Entonces desde ahí, nuestra organización empieza todo un análisis, tanto de


las comunidades nuestras, como de las comunidades de más hacia el norte que
están ubicadas en el sector de Tirúa Sur, donde empieza toda una articulación
y conversaciones de dirigentes de las comunidades, empiezan a difundir esto
que está pasando…”

(Nota del editor: sigue aquí un extenso recuento del largo proceso – años
de conversaciones con las autoridades, con el Congreso, viajes a Santiago

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y Valparaíso, etc, incluyendo períodos en se rompe el diálogo, hasta que se
aprueba una nueva ley)

“…Y, lo que sí se llega a un acuerdo, es trabajar en una ley específica que


resguardara los derechos de las comunidades Lafkenche.

“Y esa es la ley que hoy día está publicada ya y promulgada, el último trámite
legislativo pasó el 20 de Noviembre de 2007, y a mediados de Enero fue
promulgada por la Presidenta Bachelet, y que actualmente se está trabajando
en el reglamento. Y nosotros estamos trabajando en ello, porque en el fondo,
esta ley fue, o se puede decir que es, como la segunda Ley Indígena. Pero aquí,
la diferencia que marca esta Ley, que lleva por nombre El Espacio Costero
Marino de los Pueblos Originarios, que es la Ley 20.249, en esta Ley,
nosotros, de hecho cada Título que está ahí, fue consensuado con nosotros,
porque, luego de que el Presidente accede a esto, nosotros buscamos una forma
de poder conversar con ellos y de empezar a trabajar en esto, formamos un
equipo de personas profesionales, en este caso, constituido por abogados,
algunos biólogos marinos, sociólogos, y otros profesionales de diferentes
áreas, más una contraparte que éramos nosotros, una contraparte dirigencial.
Y con el equipo de Gobierno para empezar a construir esta Ley. Entonces
podemos decir que esta ley es como una Segunda Ley Indígena, pero con la
particularidad que tiene, que la Ley Indígena fue… reunió mucha información,
pero salió ni la cuarta parte de lo que las comunidades plantearon.

“Entonces podemos decir que en cierto modo, hemos llegado a uno de los
objetivos por los cuales se forma esta organización Identidad Lafkenche, de la
cual es parte la Newén Pu Lafkenche, y que también tiene sus dificultades
todavía, aún habiendo una ley específica. ¿Por qué razón? Porque lo que se
está dando hoy día en Mehuin, con el tema de CELCO, donde el Gobierno, en
cierto modo no está abordando el tema, sino que en algún momento dijeron, en
cierto modo, “aquí este tema es entre privados y soluciónenlo Ustedes”,
entonces por un lado ¿qué hace el Gobierno de Michelle Bachelet?: por un
lado nos apoyan en que salga esta Ley con todos nuestros planteamientos y con
todo lo consensuado con ellos y todo, donde tuvimos que hacer un desgaste de
dirigentes, un despliegue de dirigentes, podríamos decir, y un desgaste de
recursos humanos inmenso, porque ¿qué hicimos nosotros una vez que se logra
llegar a este consenso?, se empieza a construir la ley, después el Ejecutivo la
envía a la Cámara de Diputados, y de ahí en adelante, nosotros no
descansamos hasta Diciembre del 2007, hubo todo este tema de viajes hasta

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Santiago, que empezamos a ir a Santiago, a la Moneda, viajes a Valparaíso,
muchos viajes, ¿para qué?: para ir a conversar con los diputados, hacerles
entender que este Proyecto de Ley venía a dar solución al tema que la propia
Cámara de Diputados, y el Senado, habían creado, porque pasó por ahí, que en
ningún momento se había llegado a la preocupación de decir “garanticemos
los derechos de las comunidades”. O sea prácticamente, sistemáticamente,
dijeron “este mar se va a privatizar a través de esta forma”. Entonces muchos
de los diputados con los que conversamos, se sintieron extraños, dijeron:
“nosotros no nos dimos cuenta de esto, de que el derecho de acceso al mar, no
quedó contemplado”. Eso nos decían cuando estábamos haciendo Lobby con
los diputados. Y no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que eso
no era así.

“Esta Ley, que crea el Espacio Costero Marino, viene a resguardar los
derechos de las comunidades, pero sólo en un cierto modo, ¿por qué? Porque
la Ley también es clara, y nosotros estamos conscientes de que no podemos
recuperar todo lo que ya nos ha sido quitado, como por ejemplo, donde están
las salmoneras, adonde están los sindicatos, porque ¿qué pasa?: los sindicatos
son pescadores que viven de eso, y nosotros lo reconocemos, y respetamos que
ellos también trabajen del mar, pero lo que no aceptamos, es que nosotros,
siendo y viviendo ahí, generaciones y generaciones, no se nos garantizara el
acceso, por ejemplo si yo vivo en Hueñalihuén, al frente mío está el mar, y
nuestra comunidad siempre ha usado ese mar, ¿cómo no quedaba garantizado
eso? Eso es lo que no entendíamos nosotros. Ahora está garantizado, y algo
que es claro, es que esta Ley no viene a crear conflictos, porque ¿qué dice?:
“Esta Ley respetará los derechos adquiridos.” Entonces, donde hay Área de
Manejo, la Ley no se aplica, no se puede aplicar. Se aplica donde hay espacios
libres, donde no han sido pedidas Áreas de Manejo. Por otro lado también,
puede ser que los sindicatos que estén constituidos por comuneros, por peñis,
puedan renunciar a esta figura de Área de Manejo, y puedan tomar la figura de
Borde Costero y Marino de los Pueblos Originarios.

“Pero, ¿cual es el problema hoy día? Si hablamos de hoy día lunes 5 de mayo,
el problema es que en Mehuin hay un conflicto que, en el eventual caso de que
salga el ducto al mar, todo este espacio Costero Marino que esta ley resguarda
para las comunidades, se muere, y ¿por qué razón?, porque este ducto
contaminaría, según estudios, mucho más allá del norte de la Isla Mocha.
Entonces, por un lado, no tiene ningún sentido que hayamos invertido tanto

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tiempo en esta ley, tantos recursos humanos, tanta sabiduría de mucha gente
que aportó, gente que ya no están con nosotros, gente que falleció, soñando en
que esta ley iba a protegernos, y hoy día vemos que, de la noche a la mañana,
puede ya no servir más. ¿Por qué razón, por qué? Nos van a entregar un
espacio de borde Costero Marino contaminado. Entonces eso, si lo miramos, en
la práctica no tiene ningún sentido.

“Entonces, todo eso, es lo que yo le puedo llegar a contar de lo que ha sido la


Newén Pu Lafkenche, porque la Newén, está por 8 comunidades conformada,
pero es parte de la Identidad Lafkenche que es una organización nacional, que
está entre la Octava, Novena y Décima Región hasta el Sur.

¿Qué actividades productivas realizan los Mapuche Lafkenche?


“Lo que voy a hablar con respecto a ese tema, tiene que ver con lo que
nosotros hacemos en la costa de Carahue, específicamente en estas 8
comunidades que conforman la Newén Pu Lafkenche. ¿Cuáles son nuestras
actividades económicas, hoy día? Pequeña agricultura, recolección, en este
caso en el mar, que son temporadas que nosotros trabajamos (en eso). Pesca,
nosotros hacemos, pero es más que nada pesca artesanal, así, desde el litoral,
pero en el territorio de Carahue, no hacemos nosotros pesca con bote. Estamos
hablando desde Moncul hasta Hueñalihuén, por el norte. Nosotros hacemos
recolección de algas, buceo también hacemos.

¿También pescan en el río Moncul, en la desembocadura?


“Los buzos hacen ese recorrido, de repente van a Moncul, a sacar mariscos,
eso lo hacen, así como lo hacen las otras comunidades más al norte. Eso es lo
que nosotros hacemos. Y está quizá, lo que conversábamos fuera de grabación,
el tema turístico…

Turismo
“…el tema turístico, no lo vemos igual como lo ven los demás. En las
comunidades Lafkenche sí estamos analizando en qué términos lo podríamos
hacer. Pero no es algo que nosotros queramos hacer, más bien es algo que por
fuerza, estamos como obligados a considerarlo. Porque no nos gusta por
ejemplo que vengan a sacarnos fotos. Algunas personas también no tienen
respeto por la forma en que trabajamos en la recolección. Por ejemplo, en la

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recolección del cochayullo, nosotros nos metemos al mar, y cortamos la parte
del cochayullo que está madura, y el mar se encarga de sacarlo a la playa.
Después, eso tiene que quedar ahí en la playa un cierto tiempo, para secarse.
Pero resulta que a veces vienen personas que no son de las comunidades, y ven
el cochayullo botado, y piensan que lo pueden tomar. No son todas las
personas que vienen, así, pero algunos sí lo hacen. Lo mismo con el ulte, que es
como el tronco de la planta del cochayullo, nosotros casi no lo sacamos,
porque al hacer eso, se termina la planta, nosotros sacamos lo que está
maduro. Pero si la gente viene, y saca el ulte, no nos gusta, por eso.

“También en la recolección del loco, resulta que el loco tiene su ciclo de vida,
y en una etapa tiene que salir del agua y estar afuera un tiempo, y después
volver al agua. Por eso, nosotros, solamente sacamos el loco que ya está
grande, no el chico. Pero hay personas que nos ven recolectando, y quieren
copiarnos, y van y sacan cualquier tamaño.

“Pero con otros turistas, no tenemos problemas, al contrario. Vienen no con el


ánimo de sacar algo, vienen ellos a descansar, a estar tranquilos, quizá nos
pueden pedir que les mostremos el territorio, que vayamos como guías, o si
necesitan algo, están dispuestos a pagar por ello. Y nos hemos dado cuenta de
que hay personas que vienen, y hablando con ellos, resulta que nunca en su
vida han visto el mar, y ¿por qué nos va a molestar que vengan? Pero estamos
estudiando cómo sería lo del turismo, en qué términos se podría hacer, es algo
que se está discutiendo en las comunidades.”

***

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CARAHUE HOY
VIII. La CIUDAD de CARAHUE

Esta vista satelital nos muestra la ciudad de Carahue ocupando el


promontorio entre el río Imperial y el río Damas (este último se ve como una
línea oscura en la parte superior de la imagen).

La historia de Carahue, así como de La Imperial, han sido determinadas por


sus ríos. El emplazamiento mismo de la ciudad se debe a la confluencia de los
dos ríos antes citados. Pedro de Valdivia valoró la importancia estratégica de
ello, ya que estas defensas naturales protegían al fuerte de Anchacaba. La
cercanía de tierras aptas para la agricultura fue otro factor importante que lo
llevó a escoger esta ubicación, y también lo fueron la alta densidad de
población, la abundancia de pesca en el río y la facilidad de las
comunicaciones.

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Puente colgante: después de muchos años de lucha, los carahuinos
consiguieron la construcción del puente colgante, lo que no solamente uniría
los dos lados del río Imperial, sino que sería la puerta de entrada a Puerto
Saavedra, Puerto Domínguez y el Lago Budi. Los vecinos argumentaban que:

“cuentan con inmensos paisajes por los paseos que pueden hacerse a las
riberas de sus feraces ríos y otros lugares importantes y dignos de ser
observados”

En ausencia del puente, el cruce del río se hacía gracias al servicio de seis
balseros, cuya labor se hacía absolutamente insuficiente para el tiempo de las
cosechas. …el tránsito para las carretas se iniciaba a las 3 de la madrugada y se
cerraba para la población a las 4 de la tarde. El puente era considerado una
obra impostergable.

Finalmente, en 1949, se inauguró el puente colgante de Carahue.

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Museo de Máquinas a vapor
Durante varias décadas después de la fundación de Carahue, los inmensos
bosques nativos de la cordillera de Nahuelbuta fueron el objeto de la
explotación maderera, o mejor dicho, de una intensa sobre-explotación, para
satisfacer la enorme demanda de maderas finas en la capital.

Los aserraderos en plena montaña eran accionados por máquinas a vapor que
usaban leña como combustible. Muchas de estas grandes máquinas, conocidas
localmente como “locomóviles”, fueron importadas desde Alemania e
Inglaterra.

La época del vapor pertenece al pasado, pero en Carahue hoy existe el mayor
museo al aire libre de máquinas a vapor de todo el mundo. Los aficionados a la
época del vapor también pueden ver en nuestra ciudad un Museo de
Locomotoras y vagones ubicado cerca del puente colgante de Carahue, además
de un centro cultural construido en lo que eran las bodegas y boleterías de la
estación de FFCC, en Villa Estación. La muestra de estas máquinas viene a
complementar otra parte de la historia de Carahue: los vapores que surcaban el
río Imperial desde el puerto fluvial de Carahue, y cuyo recuerdo es un
elemento esencial de la identidad de los carahuinos.

Es sabido, y él mismo nos los dice, que en esos vapores y esos trenes viajó
muchas veces el joven Pablo Neruda.

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Durante la primera mitad del siglo XX, la villa Estación fue el
verdadero centro vital de Carahue. Ahí estaba la actividad del puerto y
del ferrocarril. Los pasajeros desembarcaban del tren y se dirigían a los
vapores. Entre ellos, frecuentemente caminaba uno llamado Neftalí
Reyes. Ahí llegaban los convoyes de carretas cargadas desde la
montaña, con todo tipo de productos.

Toda esa pujante vida comercial y de tránsito de pasajeros, ya es cosa


del pasado, pero en los últimos años la Villa Estación ha sido el
escenario de varios proyectos encaminados a recuperar su patrimonio
arquitectónico; se han realizado iniciativas de renovación urbana, y
nuevas poblaciones han sido construidas. Villa Estación ha renacido.

Para saber más sobre Villa Estación, su arquitectura, su pasado


ferrocarrilero y ver fotos recientes, le recomendamos visitar una
excelente página web:
www.biblioredes.cl/BiblioRed/Nosotros+En+Internet/mibarriolavillae
stacion/Villa+Estacion.htm

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LA FUNDACION DE LA IMPERIAL (1552)
Gerónimo de Bibar, en Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reynos
de Chile, nos habla sobre el día en que Pedro de Valdivia decide fundar la
Imperial:
“Como el gobernador hallase tan buen sitio y en tan buena comarca y tan
apacible y que allí podía pagar a los conquistadores su trabajo y dales muy bien
de comer, fundó allí una ciudad e intitulola La Imperial. Pasa por ella el río
Cautén hondo y muy poderoso. Pasa otro pequeño río por un lado de la ciudad.
Luego puso por obra hacer un fuerte encima de la loma donde había de ser la
ciudad en que dejase la gente que le pareciese para volverse con quince o veinte
hombres a la ciudad de la Concepción. Luego se entendió en hacer una cava y
casas y en recoger comida para que quedasen apercibidos y que no les faltase. Esta
es una loma que está sobre el río Cautén. Es tierra doblada, en partes llana; es
tierra muy poblada; no tiene el monte legua y media de donde se trae la madera
para las casas”.

¿QUÉ QUEDA DE LA IMPERIAL?


Se dice que unas balas de cañón han sido recuperadas, y están a la vista
en el Museo Araucano de Temuco. Se supone que unas campanas de oro
esperan ser recuperadas del fondo del río Damas.

Pero Eliana Navarro, poeta sin igual, en su obra La ciudad que fue, que
se reproduce a continuación, ha capturado ese extraño recuerdo de la
Imperial, que no es recuerdo sino ensoñación; alusión a eventos épicos,
distantes, arraigados en la cercanía de estas colinas y estos ríos:

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CARAHUE: CIUDAD QUE FUE
Eliana Navarro
A la memoria de mi amigo Waldo Muñoz

Ciudad que fue, Imperial, la lejana,


de bosques y de trigos coronada,
batida por el puelche,
acariciada
por el cantar del río
flauta de verde música y de plata.
Estremecida
por el galope ronco de caballos,
por la lenta salmodia de los indios,
por el rumor de la selva araucana:
fragancia y canto,
oscuridad y llama.

El río va arrastrando en la noche tus sueños,


tus sombras legendarias.
Don Alonso de Ercilla desenvaina su espada
y su corcel manchado de súbito relámpago,
atraviesa la noche
como una sementera desplegada.
Suena el grito guerrero de la indiada,
estallan las hogueras
y las pisadas de los pies descalzos
vibran con el fragor de una resaca.

Sur indómito y dulce,


cuna de los trigales,
el corazón del viento
te entrega sus secretos.

Te rodea la lluvia con sus cortinas frágiles,


te ciñen las estrellas
inmensas, extasiadas.

Vuelvo a mirarte,
te contemplo en sueños,
entre voces lejanas,
y cruzo tus caminos
al lado de mi padre,
desentraño tu selva
y en su pura fragancia
como en un mar oscuro me sumerjo,
para volver al sol,
al aire de mi infancia.
CARAHUE HOY
IX. TROVOLHUE

Trovolhue siempre ha sido, por excelencia, el lugar de entrada a los cordones


montañosos, a los bosques y quebradas de la Cordillera de Nahuelbuta,
aunque de bosques ya queda bastante menos que antes. En Trovolhue
confluyen varios cursos de agua, que ahí dan origen al río Moncul. Es una
localidad habitada desde muy antiguo por comunidades mapuches.
En 1924, el Diccionario Jeográfico de Chile describía así a Trovolhue:

Trovolhue 38º 39’


73º 18’
(Lugarejo) Es de corto caserío, reune las producciones
agrícolas i las maderas de la comarca i se encuentra en
la orilla de la laguna del mismo nombre; fué mandado
fundar en terrenos fiscales por decreto de 27 de junio de
1895, el que fué anulado por el de 1º de setiembre de
1900.

La ciudad de Trovolhue antiguamente estaba concentrada en las tierras más


bajas del lugar donde confluyen varios esteros que bajan de la Cordillera de
Nahuelbuta, dando origen al río Moncul. Pero hoy la mayoría de sus casas
están en las faldas de los cerros. La Sra. Humilde Durán Robles nos explica que
el pueblo de Trovolhue, en su presente ubicación, fue fundado por el padre
Pedro Pablo Contreras. Porque, con el terremoto del ’60, los bajos donde antes
estaba emplazada la ciudad, quedaron muy expuestos a las inundaciones.
“Pero no todos quisieron venirse, y quedan muchas casas en el bajo”.

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Don Teobaldo Burgos Ríos, 70 años
“Yo nací el año 1938 en Puyangue que queda hacía la costa, después me hice
jovencito en Chomío, después de Chomío me fui a Temuco a trabajar y hice mi
servicio militar como reconocimiento de ciudadano chileno y después ya me fui
para Santiago. En Santiago estuve 45 años trabajando y lo primero que tuve
fue una compañera y esa compañera era casada y enviudó y tenía 6 niños, yo
me hice cargo de esos 6 niños y me dio a mí 2. Así que trabajé allá con mis
hijos los crié, les di buena educación y después a los años ya se fueron, me
dejaron solo y total después ya me jubilé yo y jubiló mi compañera también que
estamos juntos, vivimos en la población Villagrán, ahí estamos los dos viviendo
hasta el día de hoy y acá mi trabajo mío es como coordinador de adultos
mayores y como Junta de vecinos, siempre tratando de hacer el bien a la
comunidad, este es mi trabajo desde que soy jubilado.

“Entonces ahí me entretengo, paso mi tiempo, en veces alegrones, en veces


amargos ratos también, por hacer el bien a la comunidad, eso es lo que yo
hago a este tiempo que todavía existo acá, y acá hacen 8 años que vine acá,
compré ahí, tengo mi propiedad también y hice una casita y en Santiago
también tengo mi casita con esfuerzo, porque así no más no lo viví así 45 años
en Santiago, lo viví trabajando y tuve todo lo que tengo y tuve mis ocho hijos
que los crié y ahora estoy acá que hacen 8 años que estoy, pero mis hijos están
conmigo, vienen y también voy, y ese es mi sistema de vida que yo tengo acá
por la parte de mi persona, eso es lo mío.

Porqué lo eligen en organizaciones comunitarias:


“Esa parte es un poco… ni yo conozco esa parte, no sé, la gente me elige a mí
porque yo siempre comparto con las autoridades municipales y cosas así.
Entonces no sé, ellos me eligen como coordinador de adultos mayores porque
pertenezco a un grupo de adultos mayores que se llama “el Proleto” aquí en
Trovolhue, llevo 5 años con ellos y los 5 años he estado como dirigente con
ellos. Después, el dirigente que había, a mí me llevó a Carahue y me eligieron
allá 4 años, un año fui reemplazante de mi presidente, trabajé con 24 grupos de
adultos mayores como coordinador, y quién está en esto? Está el señor alcalde

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que es Don Héctor Figueroa, está el sostenedor de la república también está
con nosotros y esa es la vida que tengo yo acá, me entretengo porque para mí
es como vivir más amplio, tener comunicación con la gente, me entretengo acá
porque no tengo otro trabajo, yo trabajo mi huerta, hago las cosas de mi casa
no más.

“En los años cuando yo tendría mis 10 -12 años veníamos de Chomío,
veníamos a buscar madera por estos lados. En esos años había una fábrica de
frutilla…Trovolhue quedaba en la parte de abajo y después del maremoto si
vino por acá. Era bonito Trovolhue, paro uno que era del campo era bonito
Trovolhue pero ahora con los años cuando uno a recorrido muchas partes…
era un pueblecito abandonado existía mucho la pobreza no había como para
que se ganara la vida la gente sino que atacaban la parte de la madera en esos
años, había mucha madera nativa entonces habían hartos bancos, y explotaban
el bosque nativo y lo vendían.

“En esos tiempos existían mucho los durmientes que llevaban para los carros
de ferrocarriles, se llevaban eso, los ferrocarriles y se transportaban porque
aquí ya habián veces que nosotros como trabajábamos con mi padrastro
porque mi padre falleció muy joven, entonces fletábamos madera de aquí de
Trovolhue a Carahue, sus 20 -30 carretas y se llevaban las maderas, se
hablaba de pulgadas…

“Trovolhue siempre ha sido así, ahora está un poco más moderno, pero en esos
tiempos eran caminos que a los bueyes había que darle firme para poder salir
con las carretas porque había el barro, era terrible…

“el sistema de vida, bueno, no es bueno, acá faltan muchas cosas, nosotros
peleamos por el camino que tenemos de Puerto Peral a Trovolhue, estamos
luchando por eso para que se haga realidad y se haga para que cree vida aquí
en Trovolhue porque de aquí, de allá, en vez de tener esos terminales de
Santiago a Carahue, nosotros los tendríamos aquí a lo mejor, terminales en
Trovolhue al estar buena la carretera. Y de aquí los pensamientos que tenemos
que se arreglará de esto a Tirúa y de aquí habría una cosa así hacía
Concepción, y se haría una plaza de trabajo para mucha gente y se le daría
vida a Trovolhue, esos son los pensamientos que tenemos nosotros los que

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estamos en esa parte, porque lo que más importa acá es que queremos que sea
esto para que lleguen de lleno esos proyectos de plata y todo eso para dar el
salto, queremos que llegue aquí en Trovolhue, que no llegue a Carahue, que
pase por acá, esto se está pensando acá que se haga comuna esto, tratamos
ojalá que se cumplan estos pensamientos que tenemos nosotros, que se arregle
esta zona, que se arregle este pueblo que tenga vida, deseamos que venga un
banco, un tribunal queremos que este acá, que venga un supermercado, que
venga fuente de trabajo, y como? Que venga algún empresario grande que les
den trabajo a la gente porque aquí ya son poco la gente estamos quedando casi
todos ya la vejez de nosotros que estamos acá viviendo porque la juventud tiene
que salir todos tienen que salir a otros lados, eso queremos nosotros, que esto
se haga plaza de turismo como la laguna, que la gente llegue acá que baje por
acá, eso, tenemos esas lindas playas que tenemos, también que se les dn uso a
esas partes para que algo quedé acá.

Se está peleando por algo que es muy importante y de a poco va a tener que
salir por adelante esto, que se cumplan estos pensamientos y estas
proyectaciones que se está haciendo, sobretodo el mismo río que se está
haciendo aquí, queremos que se haga una zona acá con los botes y quedaría
acá una zona como tipo piscina, cosa que en el verano se le dé vida y llegue
gente acá a esto, es lo que se está peleando en este momento y en esto hay mi
persona también luchando por el bienestar de Trovolhue. Y eso lo a que
estamos aspirando y luchando. Ojalá que yo alcance a ver lo que nosotros
estamos tratando que salga adelante para la juventud. Ahora tenemos colegio
acá, que es un colegio técnico que está para este año, para el fin de año a lo
mejor estará terminado para que el otro año ojalá esté estudiando la juventud,
cosa que dé buenos entendimientos, de algo que sirva para la zona. Se trata de
esto, y eso es lo que queremos nosotros acá que sea algo importante para
Trovolhue.

Es un pueblo de tradición que tenemos nosotros acá y siempre lo respetamos


como pueblo antiguo y está dentro de la Araucanía, entonces es como un
pueblo histórico que es poco conocido pero existe, entonces tenemos que darle
un valor, yo para mí le doy un valor, por eso pedimos que venga algo, que se
haga para que se vea vida acá, eso es lo que estamos pidiendo. Pero el pueblo,
yo lo tengo como un pueblo de historia, poco se nombra pero existe, entonces

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yo estoy de acuerdo que siempre se escuche Trovolhue porque es como una
reliquia que hay aquí.

Don Raúl Contreras Bastías, de 65 años, nació en Bajo Yupehue, pero vivió
gran parte de su vida en Trovolhue. Ahora comparte su tiempo entre Santiago
y Trovolhue. Siempre participó en organizaciones comunitarias que lucharon
por el adelanto, por ejemplo para conseguir agua potable y alumbrado
eléctrico, cosas que se hicieron realidad. Hoy comparte la idea de hacer de
Trovolhue una comuna independiente, “para que tenga todos los servicios,
Registro Civil, bancos, se puedan tramitar proyectos aquí mismo”. En el
ámbito productivo, don Raúl recuerda los frutillares, que le dieron fama a
Trovolhue. “Fueron muy importante acá, y mucha gente ganó plata. Había una
fábrica de frutillas en Carahue, pero se terminó. La frutilla blanca-rosada se
perdió, esa era la buena. La madera también se ha ido terminando. Trovolhue
se ha ido estancando.” Don Raúl también nos habló de la fábrica de tanino
que hubo aquí en la década del ’40: En la montaña se volteaban los árboles, se
les sacaba la cáscara para traerla a Trovolhue y hacer tanino. Los árboles
quedaban botados, se perdía la madera.”

Silvia Carrasco, 45 años, técnico agrícola, es hija de padre y madre originarios


de Puerto Saavedra, que habían emigrado a Santiago, y que luego de muchos
años visitaron Trovolhue, les gustó, se compraron un sitio y se vinieron a vivir
acá. La Sra. Silvia por su trabajo también se vino al sur, primero a Valdivia
“por el tema de las papas”, y después llegó a Trovolhue hace 12 años, en parte
por su trabajo y en parte para acompañar a su padre que “ya tiene su buena
edad”. Hoy la Sra. Silvia se dedica a la ganadería y a la crianza de abejas.
Admira a las abejas por su incansable trabajo, y por su función esencial en los
ciclos de la Naturaleza, “haciendo el 70% de la polinización total”. Considera
que la apicultura tiene buen potencial en la zona de Trovolhue.

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En cuanto al avance logrado en términos de urbanización y desarrollo, la Sra.
Silvia considera que se han visto ciertos avances, como la biblioteca pública,
teléfono, un poco de pavimentación, pero en general “ha habido falta de
políticas gubernamentales suficientes para apoyar este sector de la costa y por
eso que estamos atrasados.” Cree que lo más importante sería potenciar la
parte productiva para que los jóvenes puedan quedarse, y no tengan que irse a
buscar trabajo a otras partes.

La Sra. Felicia Delgado Contreras, 68 años, es nacida en Puyangue. Después


de vivir unos años en Concepción y Santiago, volvió a Trovolhue, se casó, crió
sus hijos acá, y ahora “estamos solitos los dos” con su marido. “Yo me dedico
a trabajar aquí por la comunidad para formar comité para el desarrollo de la
localidad, para el asfalto participativo, formar las organizaciones y poder
trabajar para que sea realidad, si no hay personas que lo puedan hacer
entonces uno tiene el derecho de ponerse en su lugar y trabajar, y ayudar a
organizar.” Por otro lado, hace como dos años que la Sra. Felicia se dedica a la
apicultura. “Yo descubrí esto porque siempre mis padres fueron apicultores, yo
continué con el rubro, porque me gustaba. Ahora coseché como doscientos
kilos de miel”.

“La localidad de Trovolhue me significa mucho porque yo aquí me eduqué en


este pueblo, eduqué a mis hijos y he logrado de que mis hijos salieran a
trabajar afuera con la poca educación que les di ellos pueden también ganar su
vida pueden formar su hogar y trabajar en un lugar para ayudar a mucha
gente. Para mí mucho valor tiene Trovolhue. Por eso que trabajo aquí dentro
de la comunidad, trabajo en el comité de salud y en el comité de pavimentación
participativa. Me encanta trabajar en la comunidad ayudar al que no puede,
me muevo en ese sentido, ya los años me están llegando pero me siento todavía
con vida para dar ayuda a los demás.”

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Silvia Patricia Fuentes Sandoval, nacida en Trovolhue, ha vivido
prácticamente toda su vida aquí. Es encargada de la Biblioteca Municipal y de
Biblioredes, servicio gratuito que ofrece el único acceso a Internet en el pueblo.

“Para mí este trabajo es importante porque puedo acercar parte de lo que es


conocimiento, de lo que es cultura a las personas de mi comunidad… Este
proyecto ha sido, diría yo, una de las cosas más importantes dentro de mi
trabajo, acercar parte de ese conocimiento, cumplir con el objetivo que es
acortar la brecha entre las personas que sí saben, sí tienen acceso, sí tienen
conocimiento y las personas que no saben. En una localidad pequeña es
fundamental, porque durante los últimos 4 años y medio, el proyecto fue la
única parte donde se podía acceder a Internet.”

“De mi primera infancia, yo recuerdo el quehacer del cultivo de la frutilla, la


venta de la madera, la agricultura con la producción de papas y algunos
cereales. Trovolhue tenía más comercio que hoy en día en el sentido de que
había más movimiento, llegaba la gente a vender sus productos, a comprar
mientras que hoy muchos van a Carahue o Temuco.”

“Trovolhue tiene proyección en la medida que todas las personas pongamos


como norte que haya progreso, porque todo lo que se ha logrado en este
pueblo, los beneficios, todos los logros que han sido importantes vinieron de
esfuerzos de la comunidad, de las personas y de las fuerzas organizadas”

“Yo pienso que la sustentabilidad del desarrollo va por la parte turística, pero
será cuando existan caminos en buenas condiciones, cuando nosotros tengamos
algo que ofrecer como crear diferentes cosas para que la gente pueda llegar,
rescatar lo que tenemos y en base a lo que tenemos ofrecer como un producto a
los turistas. Yo pienso que eso va a ser el desarrollo futuro de Trovolhue, no va
ser cercano, y no va a ser fácil ni rápido pero por ahí va.”

Trovolhue puede aprovechar los paisajes, la belleza natural que Trovolhue


tiene, y en base a esa belleza fomentar el turismo, yo insisto que en gran parte

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el turismo y las microempresas van a hacer que Trovolhue pueda salir
adelante, porque no podemos esperar a que vengan personas de afuera o
grandes capitales, sino que en la medida que nosotros queramos hacer cosas y
tengamos la iniciativa, como ya tenemos productores de miel, tenemos
productores de papas, de avellanas, entonces será en la medida que nosotros
demos a conocerlos, en la medida que esos bienes por decirlo así, se
ofrezcan.”

***

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CARAHUE HOY
X. NEHUENTUE

El Pilpilén

Miguel Bonifay, Presidente del Comité de


Desarrollo Local de Nehuentúe, se ha impuesto
una misión en la vida: desarrollar el turismo en su
comunidad, especialmente el eco-turismo de la
naturaleza no intervenida del estuario y los
humedales.

Ante vecinos y autoridades, don Miguel lleva adelante su campaña,


incansablemente, con paciencia y determinación. Sus armas de combate son su
entusiasmo y su amor por la naturaleza. Porque don Miguel está
comprometido con el futuro turístico de Nehuentúe. Hace unos años, adquirió
una lancha en la que saca a los turistas, los lleva a la barra, los lleva a la laguna
de Trovolhue, recorre con ellos los humedales, a veces en viajes nocturnos en
que la vida acuática y de las aves es ¡extraordinaria! – ¡Cuánta actividad! ,
¡Cuántos sonidos! - una sinfonía silvestre de graznidos y chillidos, peces que

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rompen la superficie bruscamente, veloces, dejando a su paso una estela
fosforescente, una huella luminosa junto al bote.

Una vez, sus pasajeros habían venido especialmente desde Europa a estudiar
la fauna de los humedales, estuvieron toda la noche en el bote, entre los juncos,
estudiando insectos y pequeños crustáceos.

Para el común de los


humanos, don Miguel ha
diseñado varias rutas que
duran uno, dos, o tres
días. Una ruta parte
desde Trovolhue, pasa
por la laguna y los
humedales, bajando el río
Moncul hasta
Nehuentúe, y después el
estuario, hasta Puerto
Saavedra; alojamiento en
el puerto, traslado al lago
Budi y de ahí hasta Puerto Domínguez. Otra ruta parte de Nehuentúe, recorre
el estuario y la barra, y después remonta el río Imperial hasta Tranapuente.

Don Miguel puede hablar horas, días enteros, sobre las maravillas de este
mundo acuático y su potencial para el desarrollo turístico: “… y no es
solamente para los extranjeros, ¿Saben Ustedes que hay mucha gente aquí en
la Araucanía, que nunca ha visto el mar?”

Y continúa don Miguel: “La localidad de Nehuentúe tiene bellezas naturales


que difícilmente se encuentran en otros lugares porque tiene 2 ríos importantes,
una zona costera de mar, alrededor de 18-20 Km. de pura arena, de arena
limpia, blanca, hartas dunas, tiene bastante pesca, tiene posibilidad de cultivo
de choro, tiene cerros como para hacer trekking creo que se llama ahora,
caminatas o andar a caballo tiene una desembocadura espectacular.”

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M anuel Salas Palma, de 71 años de edad, nació en Nehuentúe. Ha sido
pescador desde los 10 años, en el Budi, en Puerto Saavedra y en Nehuentúe.
También ha sido marisqueador en la playa de Moncul.

“Aquí en Nehuentúe me dedico a la pesca, siempre me he dedicado a esto,


pescábamos Lisa, Pejerrey, Huaiquile”

“… la rutina diaria de uno, era nada más que llegar en la mañana, entregar el
pescado y en seguida tomar redes y componer los hilos. Entonces en el día
hacía uno eso, dormía un poco, pescaba sus redes y componía los hilos, llegaba
la tarde, ya dejaba de componer, arreglaba sus redes, tomaba once y vamos a
pescar de nuevo…”

“La macha, lo mismo. Las machas las entregábamos por $150 cuando
teníamos que echarnos 800 machas en más de 3.000 – 4.000 metros. Andar con
un saco al hombro de 80 kilos no era muy bonito...llegábamos bien contentos a
la casa, a dormir no más”

“…nadie nos manda. Entonces para uno está bien así, no tenía patrón no tenia
nada, entonces uno vivía su vida, en cambio ahora la gente tiene su patrón y su
patrón si no llegaste el día lunes te fuiste del trabajo no más. Nosotros gracias
a Dios que vivimos la vida así. No tenemos acceso a libreta, a nada de eso,
pero tenemos mas libertad que trabajar apatronado, porque apatronado tiene
que estar uno al pie del cañón y por bonito que sea de corbatita y todo eso,
tiene que estar al pie del cañón, y si no vino, muy buena explicación tiene que
tener al otro día...”

Sugerencias de don Manuel para fomentar el turismo en Nehuentúe: “que


hubieran más lugares donde la gente pudiera alojar, no es necesario que hayan
hoteles sino una casa limpia y bien acomodadita para la gente que viene a
visitar nuestro lugar… Nehuentúe ofrece al turista sus pescados, choros,
machas, todas esas cosas que para el turista son novedosas, y aquí está la
papa, si quieren llevar ahí donde Don Mario Álvarez hay papas para llevar.”

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Mario Omegna, hace 20 años vivía en Temuco, pero nos cuenta que se hastió
de la vida en Temuco “que está tan agitada y opté por elegir algún lugar para
irme a vivir y estar más tranquilo…”

En Nehuentúe se dedicó al comercio, y siempre ha participado como dirigente


en organizaciones comunitarias. Durante varios años fue presidente de la Junta
de Vecinos. Nos cuenta que hoy, una de sus grandes satisfacciones es ser
entrenador del Club Deportivo de Football Femenino: “hace un par de meses
atrás salimos campeones nacionales en la competencia en Ovalle. Entonces son
satisfacciones que uno se va dando a través del tiempo.”

Recuerda las inundaciones en Nehuentúe, que hoy son cosa del pasado: “uno
de los problemas más grandes que teníamos años atrás eran las inundaciones -
usted ve mi casa acá, y el local comercial; cuando había inundaciones, caso
anecdótico, en varias oportunidades tuve que atender el negocio con
pantalones de buzo, me faltaba ponerme la pura casaca para arriba no más,
las puertas del local son amplias, ahí entraban en botes adentro del negocio…
La plaza acá por ejemplo, los botes traficaban por sobre la plaza, los asientos
no se veían.”

¿Don Mario, ¿ Qué tiene de especial Nehuentúe que no lo tiene otro lugar?
“Una cosa serían sus paisajes, eso me hizo venirme para acá, como 14 km. de
playas vírgenes, hoy en día no hay una playa tan limpia como esa, tan extensa,
con arenas tan hermosas, unos paisaje tan preciosos, pero no hemos sabido
valorizar lo lindo que es Nehuentúe.”

***

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CARAHUE HOY
XI. TRANAPUENTE
Ubicada en el costado norte del río Imperial, la localidad de Tranapuente está
a mitad de camino entre Carahue y Nehuentúe, en el cruce con la Carretera de
la Costa. Esta es una ubicación estratégica dentro de la red vial de la
Araucanía, que permite el acceso a todo el borde costero de Carahue, y a sus
playas de Moncul, Hueñalihuén, Lobería, Casa de Piedra, y otras. Desde
Tranapuente, en minutos se llega a Nehuentúe, desde donde se puede visitar
los humedales. Además, en Tranapuente la Carretera de la Costa cruza el río
Imperial, permitiendo llegar en cosa de minutos a Puerto Saavedra y al lago
Budi.

Por su ubicación privilegiada, algunos vecinos de Tranapuente comienzan a


proyectar la oferta de servicios a los turistas que están de paso: alojamiento y
provisiones, y también una oferta turística propia, cuyas características falta
definir, para aprovechar el río y la tradición agrícola de la zona, como veremos
en los siguientes testimonios:

Leonardo Cabrera Pinto, 48 años, nacido y criado en Tranapuente:


“Siempre me he dedicado a la agricultura, cultivo papas y trigo que es lo más
rentable hoy día.

“Me fui yo un tiempo por razones de trabajo, para los agricultores hubo años
muy malos y estuve 2 años en Temuco, me enfermé por el hecho de vivir en
Temuco, en el pueblo, en la ciudad, yo no soy una persona que me voy a hallar,
hoy día voy a Temuco por el día y me vengo, hago mis cosas y me vengo, a
pesar de que hay toda mi familia allá, pero no me aguantaba yo, era muy difícil
que me quedara a alojar allá, y venirme al otro día porque eso me enferma a
mí la ciudad y cuando voy a Carahue, voy y vuelvo también.

En este momento no estoy viviendo en Tranapuente, estoy viviendo en la isla


Doña Inés, es la isla que supuestamente era fiscal antiguamente. Está ubicada

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en el sector de Pichingual en el río Imperial más o menos a 4 kilómetros de
Tranapuente hacia Nehuentúe, son 40 hectáreas la isla, está al medio del río.
En la isla vivo yo con un hijo no más y nadie más. Vivo ahí porque es de
nosotros la isla. Nadie más viene ahí, porque es algo particular, puede ir a
mirar, a conocer la isla pero nada más.

Ahí vino el Presidente Errázuriz cuando vivía ahí, tenía un chalet ahí, el
Presidente asistió cuando vino a inaugurar el ferrocarril en Temuco, él se vino
a alojar aquí.”

“La isla iba siempre en paquete con el fundo Nehuentúe que hoy día es de
Mario Álvarez, entonces antiguamente mi papá trabajó con Don Mario Álvarez
y en el tiempo de la Unidad Popular supuestamente la querían tomar,… y ahí
Don Mario se la ofreció a mi papá y la compró él. Mi papá fue agricultor toda
su vida también acá en Tranapuente.”

Recuerdos de Tranapuente años atrás:


Cuando yo estudié aquí había mucha juventud en ese entonces, la juventud no
estaba como para irse como hoy día a la ciudad, irse a estudiar a la escuela
básica después enseñanza media, hoy día prácticamente la juventud no vuelve
hacia atrás, echa sus raíces en el pueblo donde está funcionando su trabajo, y
realmente si vienen acá vienen a ver a su papá y se van no más. Por eso aquí,
es muy lindo para vivir pero aquí se está quedando con mucha gente adulta,
hay poca juventud.”

“Entonces yo me recuerdo que cuando tenía como 12 años, para la Semana


Santa aquí salíamos a pescar, nos juntábamos aquí del puro sector de aquí de
los alrededores 30-40 botes a pescar al río al frente y salía pescado y ahora
uno sale aquí ni hay ni un bote ni pescado, era una cosa muy linda,
antiguamente era muy lindo. Se perdió por lo mismo por la falta de juventud,
porque todos tenían que migrar por trabajo, por estudio y trabajo. Hoy día uno
que no tiene estudio igual se va a trabajar de temporero y después se queda por
allá y el que no, es profesional.

Proyección de Tranapuente a futuro:


Le veo proyección a Tranapuente, pienso que va a llegar más gente a vivir por
la calidad de vida, por la tranquilidad, aquí hay gente muy sana, Tranapuente
es muy sano para vivir, en este sentido es muy tranquilo, es muy bonito,

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tenemos buena locomoción que es lo importante hoy día, antiguamente no
existía eso, buenos caminos todo está casi asfaltado, ahora si asfaltan la
carretera de la costa mucho mejor.

“Para desarrollarse le falta algo más relacionado con el turismo, darle un


poquito más de brillo a Tranapuente, algo más vistoso como la ribera que se
está perdiendo, algo muy lindo se podría hacer, algo tipo Nehuentúe, una
defensa buena y yo pienso que le daríamos otro toque a Tranapuente.

“Llevo años pensando desarrollar el turismo con mi hijo que está conmigo y
tiene mucha visión en este sentido del turismo, en la isla hemos pensado en eso
pero chocamos en la parte monetaria. El turismo aquí no se ha desarrollado
porque es mucha la inversión, porque estamos en cero, entonces es mucha la
inversión en el sentido de proyectarse a un turismo más moderno.

“A mí aquí me gustaría hacer un turismo tipo granja, y se puede tener bote,


tener unos caballos ensillados para cabalgatas, me estoy dedicando a la parte
ovina, entonces todas esas cosas son novedosas para la gente que viene de
afuera, para el turista. El turista no puede ir todo el tiempo a lo mismo, por eso
hay que ir innovando en este sentido, aquí hay partes muy lindas, con una
lancha uno recorre hasta Carahue, o llega a Trovolhue, de Trovolhue llega a
Puerto Saavedra, después a Nehuentúe, todo eso lo recorrimos en una lanchita.

“Tranapuente no está aislado, tiene buena locomoción, tranquilo, muy bonito,


está cerca del mar tiene río al pie, tiene donde salir para recorrer por
cualquier lado, para el lado que se de vuelta aquí en Tranapuente, va ir a algo
relacionado con el turismo.”

“Por la tranquilidad y porque hoy el campo no lo cambiaría por nada, y menos


aquí donde se vive en este sector. Es importante crear iniciativas para
conservar esos lugares y para que no se vaya la gente, si hubiera posibilidades
de trabajo por la juventud, que se echen raíces aquí, que formen familias aquí y
no se vayan.

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José Florenco Peña Salazar, 82 años, lleva 60 viviendo en Tranapuente:
“Yo conocí Tranapuente cuando era una escuelita allá abajo, hecha de
material ligero, un cerco de tranquilla, unas casas de paja, que antes se usaba
mucho el techo de paja. Aquí estaba la casa del fundo frente a las palmeras, y
las casas de la cocina del fundo conocí yo en esas épocas, los Duhalde eran los
dueños de esas casas. Ellos trabajaban en la agricultura, tenían una quinta
grande, en esos años se trabajaba a puro arado con bueyes, en ese tiempo
venía gente del norte a trabajar, se cortaba el trigo, la avena a hechona, todo
esto de Tranapuente y Chomío más abajo eran los campos que ellos tenían…
Tranapuente ha cambiado en la población, la escuela, una posta, hay comité de
agricultores, arreglos en los caminos, esta escuela acá en Tranapuente fue de
bastante prestigio - muchos niños venian acá, mis hijos terminaron octavo
aquí.”

“Yo toda mi vida trabajé en la agricultura en medias, después arrendé y luego


estuve con un caballero Neira 27 años. A mí me gustaría que la agricultura
continuara existiendo por muchos años más, que acá en Tranapuente hubiera
una escuela agrícola, donde los jóvenes de aquí no se fueran y aprendieran
eso, porque la agricultura es sana, es la alimentación, y la alimentación no es
solo para la gente de campo, la gente del pueblo vive de lo que produce el
campesino.”

Osvaldo Enrique Galindo Monsalvez, de 67 años, nacido y criado en esta


zona de Tranapuente:
“Mis primeros pasos en la educación fueron en la escuela primaria Nº 53 ahí
hice mi educación básica en el año 1948 hasta el año 1954. Después pasé a
educarme en el liceo de Temuco y actualmente vivo en Santiago. Me fui a los
20 años a Santiago por motivos personales. Tengo mis raíces acá, todas mis
raíces y eso es lo que le he inculcado a mis 3 hijos, les he inculcado
fuertemente, y no pienso perder mi pedazo de tierra que tengo, porque son mis
raíces y son las raíces de ellos. Eso es lo que significa Tranapuente para mí.

“Lo bonito era cuando éramos niños porque todas eran familias numerosas,
esto aquí eran los patios, llenos de niños, ciento de niños… son recuerdos
hermosos. En las casas había solamente los profesores y el director y todos los

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niños venían de dos – tres kilómetros o más caminado yo también vine
caminando a los 6-7 años como dos o tres kilómetros, para llegar a este
colegio todos los días, no como ahora, cierto. En ese tiempo en la escuela
había por curso mínimo 45-50 alumnos en el colegio en esa época. En esta
época no había comercio, no había nada. La gente se sustentaba de la
agricultura solamente.

“Había vapores también en ese tiempo, estaban muy bonitos, viajé en algunos
de ellos. Pasaba por aquí en Tranapuente a las 8.00 y llegaba (a Carahue)
como a las 11.00 – 10.30 porque debía llegar antes de un tren que salía a las
12.00 hacia Temuco.

Proyecciones de Tranapuente a futuro:


“Creo que se puede proyectar en algunos años más Tranapuente con
educación, con un liceo para que la gente no tenga que irse de acá, ojalá fuera
técnico. Le veo poca proyección turística a la localidad, de paso no más porque
veo que Puerto Saavedra, lago Budi, Nehuentúe, la carretera de la costa va a
ser de paso solamente. “Le veo poca proyección turística a la localidad, de
paso no más porque veo que Puerto Saavedra, lago Budi, Nehuentúe, la
carretera de la costa va a ser de paso solamente, tenemos más allá playas
mucho mejor que las que tenemos acá.”

“La posibilidad de desarrollo turístico sería lo de la granja ecológica, tener los


botes, tener los caballos, tener las ovejas para los niños. Yo llevo mis niños y
mis nietos para que conozcan ese tema, pero yo sé que hay niños en las
ciudades que no conocen ese medio, conocen solamente donde están, pero no el
campo, la costa, los ríos.

Robustiano Ailio, 65 años, nacido en Tranapuente:


“Me dedico ahora a la agricultura, no siempre me he dedicado porque hubo un
tiempo también, que todo joven sale a trabajar, estuve trabajando como 10
años en Santiago, me vine por acá después en el ‘ 70. Me fui porque no había
fuente de trabajo, y cuando volví me dediqué a la agricultura. Volví porque me
fue mal en cuanto a la salud, me enfermé y no tuve la capacidad para seguir
trabajando en el pueblo. Y con la agricultura me ha ido bien, no mal, pero ha
estado bien.

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Tranapuente años atrás:
Tranapuente se desarrolló bastante, antes era muy pequeño, tenía como unas 4
casitas, eso no queda, ahora hay su escuela, su internado, eso era Tranapuente,
era bueno. Yo no tuve la oportunidad venir al colegio aquí. Estudié en
Pichingual, tenía hasta cuarto y fui hasta los 13 años a la escuela, después no
fui nunca más. Pero venían aquí a Tranapuente muchos vecinos venian acá.
Para mí, Tranapuente en mi tiempo de escuela Tranapuente era una escuela
muy superior a Pichingual, Pichingual era una escuela donde uno podía ir a
pata pelada, descalzo con su cuaderno pero aquí era superior. Era superior en
la enseñanza, en presentación también. No iba a ir uno en descalzo a la
escuela.

Para mi vida Tranapuente ha tenido un buen significado por los medios de


comunicación, en ese tiempo, de correos. Tranapuente era una escuela muy
buena, era la única parte donde podía haber comunicación, un correo todo eso,
y aparte de la escuela había un pequeño negocito como de campo.

A mí me gusta vivir en Tranapuente porque como pequeño agricultor donde


uno vive en su campo es más libre donde uno puede criar una gallina, un
chanchito, una vaquita y en otros lugares no. Me gusta vivir donde vivo yo
porque uno lo identifica como su lugar. Para mí Tranapuente si tendría un
desarrollo tendría un significado. Donde podría haber más comunicación entre
la población y el vecindario de Tranapuente.

Desarrollo de Tranapuente:
Para que se desarrolle Tranapuente habría que prepararlo también, pienso yo
que con una buena preparación podría hacerse un desarrollo como en
conjunto, un desarrollo entre escuela y en el sector. Me parecería bien que
Tranapuente se desarrollara y sería perfecto que se desarrollara en el ámbito
turístico. Porque habría más comercio y sería más conocido. Yo creo que sería
mejor que se desarrollara conservando su propia naturaleza para no perder su
tradición, su identidad.

***

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CARAHUE HOY
XII. SANTA CELIA

Santa Celia es un sector al norponiente de Carahue, en la cordillera de


Nahuelbuta. Antiguamente fue un solo fundo de 5.000 hectáreas, que
empleaba a muchos medieros. Luego, a mediados del siglo pasado, el gobierno
lo adquirió para dividirlo y entregarlo a la gente en parcelas, que iban desde
aproximadamente 30 a 40 hectáreas.

Existe un aura de misterio que rodea a Santa Celia, por las minas y lavaderos
de oro de los ríos Colico, el Pantano, y el Lucero, que ya fueron explotadas en
tiempos de la Imperial. Existió allá por las décadas de 1930 y 1940 una gran
compañía minera en Santa Celia que usó la técnica del pistoneo, mediante
enormes mangueras y chorros de agua, literalmente se desintegraban los
cerros, para pasar el material por canoas y extraer el mineral. Cuando empezó
a disminuir el oro, la compañía se terminó. Nuevamente, el gobierno dividió
los terrenos al borde del río Colico, entregándole 3 o 4 hectáreas a cada familia
de mineros. Después anduvo la Colonia Dignidad mineando a lo largo del río
Colico. También estuvieron unas pequeñas compañías de norteamericanos.
Hoy continúa la minería a muy pequeña escala, siendo la agricultura la
principal actividad. De gran belleza escénica, el sector atrae a muchos
veraneantes en verano.

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Liliana Suazo Fonseca, 27 años:
“Soy de Santa Celia Las Minas y toda mi vida he vivido acá. Para mi lo más
importante es vivir aquí, no me imagino en otro lugar, entonces soy totalmente
campesina. Tengo 27 años. Nací acá, estudié en el colegio, nunca he salido de
acá.

La minería:
“Siempre se ha caracterizado Santa Celia por la historia de las minas. Por
ejemplo, cuando era chica mi papá trabajaba en la agricultura unos poquitos
meses y después totalmente minero, me acuerdo que mi infancia ha sido la
mejor de todos mis hermanos, porque yo me crié con todo gracias a la mina, no
faltaba leche, yo creo que yo era la más regodeona, tomaba pura leche.
Entonces yo me crié con todo. Había mucha abundancia en el oro entonces,
cuando era chica estaba mineando super bien. En el Lucero me acuerdo que
fue mineando igual. Estuvo sacando harto, entonces no nos faltaba nada. En
cuanto a accidentes, de lo que me recuerdo, no murieron muchos mineros, pero
antiguamente dicen que sí porque los trabajos eran profundos y se intoxicaban,
los mineros no tenían las condiciones para trabajar tanto y ahí se les
terminaba el aire y ahí se intoxicaban.

El turismo:
“Yo estoy tratando de hacer turismo, hago turismo en pequeñas cantidades, o
sea no soy una gran empresaria del turismo pero voy para allá, es eso que
quiero algún día. Definiría el turismo que desarrollo como un “turismo rural”.
Por ejemplo, yo acá el turista si llega, yo le ofrezco puras cosas de acá del
sector, productos naturales, cosas de acá, nada que tenga que ver con mucha
tecnología ni cosas así, lo más rustico posible, un mesón con tablas gruesas, no
sé, un tronco para sentarse y cosas así, fogón para hacer asado, a ese tipo de
cosas, a ese tipo de turismo estoy enfocada. Podría ser un turismo con
identidad local, a eso quiero llegar yo. Totalmente de acá de la zona.

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“Para mí es muy importante desarrollar eso en mi vida, porque es la
posibilidad para quedarme yo acá y hacer las cosas que a mí me gustan y al
mismo tiempo tener una fuente laboral para tener dinero. La localidad de
Santa Celia para mí es todo, mis raíces, mi estabilidad, lo que yo quiero tener,
todo, mi futuro. Para mí tiene cierto encanto, yo lo encuentro super bonito,
mucha naturaleza, en otras partes uno no ve un árbol, todo loco que llega a dar
pena, aquí todos los árboles producen mejor, son mas naturales, los ríos no
están contaminados, todavía se vive una vida de campesino, la gente no es
mala, no andan robando cosas así.

Tipos de oferta turística:


“Yo ofrezco un tipo de camping para venir a acampar con su carpita, hay
mesita para asado, las mesitas, el agua, hay baño, igual si quieren comida
preparada, me llaman antes y yo cocino hago cazuela, asado, depende de lo
que ellos quieren. Este año no he sacado todavía la cuenta pero debe ser como
100 personas que vinieron a camping. Incluso vinieron hartas personas que las
dejé pasar como para que conocieran, para que dijeran “chuta, yo fui, estaba
bonito” entonces yo no cobraba. Esa gente venía preferentemente de la
comuna, de Carahue, de Temuco y otras personas de Santiago que venían a ver
familiares acá en Carahue y los sacaban a hacer una vueltecita por el campo.
Vinieron hartas personas de otras partes y venían con sus familiares acá.

“La idea del camping se me nació a mí sola, en realidad no sabía lo que


significaba turismo, yo solamente no quería que se destruyera las cosas bonitas
que había al lado del río que era super bonito, es relajante, tranquilo y que
otras personas igual podrían disfrutar de lo que yo disfrutaba, y ahí se me
ocurrió hacer turismo, como para tener una fuente laboral y hacer lo que a ti te
gusta, sin destruir la naturaleza y para no perjudicarle a nadie. Entonces eso
quiero hacer, porque no se botan los árboles, no se cortan, no se queman,
nada, se cuida más la naturaleza. Y mis vecinos ahora me han apoyado harto,
todos me dicen que sí, sí, que si te falta algo ya no es tanto , ya me dan ánimo
entonces es lo que más necesita uno, porque no sirve de nada que uno haga
turismo y que otro quiera hundirte, hay super buenas intenciones, yo creo que

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mis vecinos cambiaron harto, porque antes no confiaban nada y ¿esta niña que
está haciendo? ahora tienen más confianza, incluso ellos mismos yo creo que
piensan en que puedan hacer algo y es bueno porque así hay más desarrollo
para el sector.

Proyecciones de Santa Celia:

“En realidad como lo mío es el turismo, Santa Celia tiene harto futuro,
depende de que uno le ponga harto empeño y siga luchando, porque todo no va
a hacer ganar al tiro, y vamos ganando plata, tampoco no es tanto. Pero
poniéndole harto empeño y poniéndole 10 años más, yo pienso que las cosas se
van a arreglar, porque hay hartas partes lindas, y no solamente cerca del río
donde vivo yo, entonces se pueden hacer hartas otras cosas como cabalgatas,
cosas así. Me gustaría hacer cannopy aquí, porque como estamos en una parte
super riscosa, está como ideal no hay para qué ponerle altura porque ya tiene
la superficie perfecta.

En el río se puede nadar, pescar, hacer hartas cosas, se puede poner botecito
inflable porque igual hay partes como pozones hondos donde se acumula el
agua entonces ahí hay harto espacio.

Hay harta pesca en el río, está super buena la pesca deportiva en el río aquí.
Sale salmón, el pintado y el arcoíris también sale, especies típicas de aquí.

Con respecto a la parte histórica, igual deberían seguir los pirquineros porque
podría servir para todo, para hacer turismo y no es prejudicial porque son
pequeños pirquineros, no sacan una cantidad industrial, entonces no van a
destruir tanto la naturaleza.

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Leyendas de Santa Celia:

“Aquí tengo hartas leyendas, y la que está más cerca de mi casa es la leyenda
de la botella del caballero muerto:

“Cuentan los más antiguos que ahí vivía un minero y se


encontró con una gran cantidad de oro, mineaba sólo, y
su familia estaba en Carahue. Entonces, él le decía a la
señora: yo voy a minear y después te voy a dejar para los
hijos que tengo en Carahue. Entonces trabajaba toda la
semana y se iba el fin de semana. Entonces le dijo a la
señora “tengo tanto oro guardado en una botella y todos
los días saco la misma cantidad”. Entonces ella
comentando, no faltó el mamo que se enteró y dijo
“vamos a quitarle la botella a este viejo para hacernos
ricos”. Entonces vinieron, pero no con la intención de
que el caballero se muriera. Lo vieron y le dijeron: “ya
entréganos la botella” y él les dijo “no, es que tengo mi
familia, y eso es para mantener a mi familia.” Entonces,
a uno de ellos se le pasó la mano por ahí, y murió el
caballero, y el caballero ya la tenía escondida la botella,
y nadie sabe donde la escondió, entonces el caballero
murió y nunca dijo donde estaba escondida la botella, y
ahí quedó, ahora dicen que hay una botella entera llena
de oro.”

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Don Daniel Godoy Campos, 76 años:
“Llegué a los 7 años aquí en Santa Celia, vivíamos en El Peral antes, siempre
nos trasladábamos donde había mas pega, y partimos cuando yo todavía era
chico. Se vinieron porque donde vivían no había agricultura, había crianza de
animales, ovejas, pero no daba el terreno para la agricultura. Entonces se
vinieron aquí tenían dos yuntas de bueyes, hablo aquí en Santa Celia, y por eso
lo aceptaron altiro y nos dieron un barbecho para sembrar 10 sacos de trigo,
entonces ahí le vino bien, dijo: “vamos a ir donde haya mas pega” y nos
vinimos y estuvimos viviendo al lado de las casas de Santa Celia 9 meses, y de
ahí nos trasladaron aquí abajo donde vivimos ahora y de ahí no hemos salido.

“Yo he trabajado en la agricultura, en minería también he trabajado pero no


tanto que digamos. Me ha ido bien en la minería cuando trabajé aquí, en
Colico sacamos bastante orito en el año sacamos 6 kilos 400 gramos, pero no
bien trabajado el año, mas o menos, cuando en invierno era duro ahí no
trabajábamos, se nos llenaba el trabajo de agua (y) no podíamos trabajar bien,
había meses que no trabajábamos, pero siempre cuando trabajábamos en el
tiempo bueno se ganaba plata, después trabajé como pirquinero en trabajos
más chicos, se ganaba platita ahí también.

“Trabajé como 10 años en la minería pero no seguido. Terminé porque tenía


que trabajar en la agricultura para tener el alimento, porque acá es medio
duro el trabajo de mina. El último año ahí me salió plata para hacer casa,
para vivir un poquito mejor. Al inicio no trabajé en las cuadrillas que
trabajaban en los trabajos grandes, trabajaba en la cuadrillas así no más, no
teníamos las herramientas que necesitábamos, por eso fue…, y después ya
teníamos de todo y nos ayudaba la ENAMI que nos daba trajes de agua, de
todo, entonces ahí estábamos mejor.
“En la agricultura todavía siembro a medias, tengo mi campito como para
sostenerse, y cuando el suelo ya no da más le pongo animalitos. Que me den
los animalitos dos vaquitas, si dan dos crías en el año, ya es plata.

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“Haber trabajado en la minería me hace orgullecer porque quien trabajaba
debajo de la tierra donde trabajábamos ahí, cientos de metros, mas de cien
metros trabajé yo ahí, era barretero. Entonces eso me hace orgullecer más del
trabajo de mina, yo iba trabajando y iba mirando el oro, ahí salía el oro. La
gente como es tan como un pollito, uno tiraba una palada a una carretilla, iba
el material revuelto, entonces así no quedaba el oro encima para que sacaran
la pintita y se la echaran al bolsillo. Entonces ahí había que tener mucho ojo, y
el que no hacía eso llegaba y le echaba a la carretilla y el oro es tan tentativo
que cualquiera dice “oh esa pintita” y después se la echan en el bolsillo.

“Entonces yo no, yo sacaba el oro ahí, la echaba a la carretilla por allá y ahí
había otro con la pala echándolo al tarro y le tiraban para arriba y arriba
habían más donde vaciaban el tarro entonces en todos esos de arriba había que
tener ojo para que todos ganaran igual y que no unos ganarán mas y otros
menos.

“Donde trabajé yo, la cantidad más grande fueron 180 gramos en el día, eso es
lo más grande, pero todos los días había arriba de 100 gramos, 120, 125, 130,
150, pero era raro que llegáramos a 180 en el día.

Santa Celia años atrás...


“Antes aquí en Santa Celia había más gente, más juventud, nosotros antes
cortábamos el trigo a hechona teníamos que amarrar y después emparvar y
teníamos carreta, no eran carros como ahora, eran carretas emparvadoras
con varillas, así no mas, y la íbamos a trillar lejos en una sola parte. Aquí
íbamos a trillar arriba allá en Santa Celia y era lejos, y a veces no trillábamos
en el mismo día y teníamos que quedarnos en la noche, cuidando ahí para que
los animales no comieron el trigo. Antes había harta juventud, nos juntábamos
varios y en la noche había así cuestiones donde íbamos a comprar sandías y al
otro día los hermanitos mas chicos amanecían meaditos, donde comíamos
sandia en la noche, nosotros los cuidábamos pero siempre se les pasaban, pero
había harta comunicación entre todos, en las trillas así había casi todos los
agricultores, venían a trillar de todas partes.

“La gente en ese tiempo se dedicaba a la agricultura y tenía ganadería


también, nosotros mismos, el fundo nos dio 300 chivas para que las

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cuidáramos y ahí nos pagaban, a mi padre, y al año les pagaban por la
crianza, si criaba 150 chivos nuevos, así le pagaban las crianzas y mensuales
era poco, casi nada más que la crianza.

Proyecciones de Santa Celia:


“El futuro yo lo veo mal, porque ya no queda tierra, para sembrar no queda, si
que dejamos algunos pedacitos de tierra allá, todo está forestado, las tierras,
todo lo plano que era no más para sembrar triguito, papitas, pero poco para el
gasto no más.

Me gustaría que la gente joven hiciera un trabajo en el río, yo les digo


háganlo, yo les muestro donde pueden ganar plata en la minería y como
ustedes son jóvenes... yo creo que eso es lo más en que puede ganar plata la
juventud, porque en la forestación son meses en los que trabaja no más la
gente, en cambio en la minería pueden trabajar años ahí, pueden trabajar
varios años y crearse más cuadrillas de pirquineros, hacer un trabajo aquí,
hacer otro más allá, y así la juventud van ganado su billete y se va poniendo
más al trabajo, eso digo yo que podría hacer que la juventud tendría mas
oportunidades de trabajo y mejores.

“El otro día no más conversando con los cabros que quieren trabajar y que yo
les enseñe adonde pueden ganar. Vamos a Temuco y hablamos ahí que nos den
permiso y asimismo puede ser del alcalde de aquí a Temuco, entonces que allá
se nos den un permiso y si nos den para empezar a trabajar, eso es lo que se
quiere, y que con una cuadrilla que va ganando plata en la mina se puede ir
haciendo otras cuadrillas y de ahí de a poco de a poco se va formando.

“Queda mucho oro, es que son retazos que quedan no más, no es que es como
antes no... son retazos que dejó la gente y eso es escaso de pillarlo y los que no
saben, pero yo sé más o menos donde puede salir oro.

Significado que tiene vivir en Santa Celia:


“Me gusta el campo, nunca me ha gustado el pueblo, me gusta porque es más
libre, agarra viento más puro, y como tengo la hijuelita salgo a mirar, llevo el
machete, voy recortando zarcitas, cerrando los pasitos donde pasan los otros
animales, por ahí me entretengo ahora y yo creo que andar hace bien, estar

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sentado no es bueno, tiene que estar caminando, tiene que hacer ejercicios, y
eso lo he hecho por eso he durado un poco mas. Ahora, la idea del turismo, con
el turismo podríamos criar corderitos, hacer tortillitas para vender, lo que se
pueda hacer, ayudar cualquier parte y conservar los lugares también.

Sra. Guacolda Matus, 68 años:


“Nací en Santa Celia, en el bajo, en Huertos Mineros, cerca el río. Mis papás
vivían cerca de donde Don Daniel Godoy y se vino mi papá, mi mamá y
después se vino también Don Daniel con su papá. Me dedico a la huerta, pero
ahora se me secó la huerta por el agua y ahora no hago nada. Anteriormente
me dedicaba a sembrar, salíamos a sembrar con mis hermanos, a sacar papas
también a hacer leña, carbón.

“Yo me recuerdo de la compañía de minería, mi papá cuando se levantó la


compañía, él le fletaba los cañones. En esos años vivía harta gente, había
población en todos los lados, donde vivo yo había ahí también casas cerquita.
A Santa Celia llegó una compañía minera y después mineaban así no más, no
tan grande como la compañía.

“De Paul Schaeffer también, yo estoy agradecida también, porque a mí se me


quemó una hija, tenía 3 años entonces; estaban mineando cerca de mi casa y
me la llevaron para Parral. La tuvo 3 meses allá y allá se mejoró también, se la
llevaron en avión y después le dijeron a mi esposo que la tenía que ir a buscar,
que no la iban a traer porque allá se las dejaban, así que lo llevaron a mi
esposo a Parral, y la fue a ver y después se la vinieron a dejar ellos. Paul
Schaeffer venía con hartos jóvenes que se los llevaba y se los dejaban, ellos no
se los entregaban a sus papás, les decían que morían, hacen 35 años que
estuvieron ellos acá.
“Donde está hoy Daniel Mascaró, ahí había carabineros también, tenían
población, tenían luz también. Venían de todas partes a trabajar en la mina.
Los vecinos también, porque había harta juventud y ahora se fueron todos.
Pero ahora no queda casi nada de eso, sí Don Daniel no más que queda.

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Significado que tiene Santa Celia para su vida:
“Me gusta vivir aquí porque nací acá y nunca salí hasta que se murieron mis
padres, y me gusta porque es mas lindo, mi papá cuando estuvieron, criaron
chivos alcanzaron 100 chivos, y criaban abejas también, como 200 cajones de
abejas, después se terminaron ellos y se terminaron todo. Mi papá sembraba
harto, también de todo vendía y sembraba también, vendía papas, porotos,
arvejas de todo y lo pasábamos bien y ahora no.

Proyecciones de Santa Celia:


“Así como vamos ahora, veo el futuro más o menos no más, porque no tenemos
ni agua, ni leña. Me gustaría que haya más trabajo no más, tengo 7 nietos, que
haya más trabajo no más, como la agricultura, la apicultura, todo eso para que
nunca salieran de Santa Celia. Me gusta el turismo porque nunca había visto
eso, yo casi no tengo ni luz, todos tienen luz pero menos yo, ni mi hija tampoco,
a lo mejor con el turismo nos podría llegar la luz, uno nunca sabe como llegan
las cosas.

***

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CARAHUE HOY
XIII. ACTIVIDADES PRODUCTIVAS

La actividad productiva de la gente de Carahue gira hoy básicamente en torno


a la pequeña agricultura y la agricultura de subsistencia. Los cultivos
tradicionales son la papa - que se da muy bien en la comuna - el trigo y otros
cereales. Existen otras actividades tradicionales como la pesca artesanal, la
recolección de algas marinas, y la pequeña ganadería. Sin embargo, debido a
distintos factores, estas actividades tradicionales ya no logran retener a las
nuevas generaciones, que hoy en su mayoría optan por abandonar el campo y
emigrar.

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En las comunidades rurales se escucha la misma historia, contada por la gente
mayor: los jóvenes se van. Se van, primero para educarse, y se siguen
quedando lejos cuando consiguen trabajo. Ya no vuelven a vivir acá, sólo
vuelven a ver a los papás… Quienes se han quedado en sus parcelas no
culpan a sus hijos por irse, los entienden, aunque su mayor deseo es que
hubiera oportunidades laborales en la misma localidad, y que así, los jóvenes
pudieran quedarse. La agricultura tradicional parece no ofrecer perspectivas
alentadoras, más allá de la subsistencia:

“Las mayores actividades económicas están relacionadas con la


producción para el auto-consumo, vale decir, dejando un porcentaje
mínimo para la venta. La tecnología es sumamente rústica,
utilizando básicamente la yunta de bueyes, arado de palo, rastras
artesanales, y la cosecha se realiza por lo general a mano. También
existen agricultores, en un porcentaje mínimo, cuya tecnología es
más moderna, donde se utilizan maquinarias y semilla certificada.”1

Si bien es cierto que en la comuna existe una inversión considerable en


plantaciones industriales de pino y eucalipto (las grandes empresas son
dueñas de unas 30.000 hectáreas plantadas con estos monocultivos forestales –
aproximadamente el 25% de la superficie de la comuna), esta actividad
económica prácticamente no genera puestos de trabajo y por lo tanto no ha
tenido un impacto sobre la economía a nivel de la gente.

Por otro lado, una gran parte de esa superficie que hoy está bajo monocultivos
forestales, en años pasados era trabajada por pequeños agricultores que han
abandonado la actividad agrícola a causa de factores que se confabulan en su
contra: pérdida de fertilidad (agotamiento) de las tierras, fuertes alzas en el
precio de los abonos y de otros insumos, fluctuaciones impredecibles en el
precio de los productos agrícolas. Esto ha causado una migración desde las
áreas rurales a los centros urbanos, y generado desempleo a nivel comunal.

Por lo tanto, al hablar de actividades productivas con perspectivas de futuro


para nuestra comuna, necesariamente hablamos de búsqueda, de nuevas
iniciativas quizá inciertas, de planes piloto, sobre el trasfondo de una
agricultura tradicional estancada.

1
Gobierno Regional de la Araucanía www.laaraucania.cl/turismo-com_carahue.htm

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En busca de soluciones, se han desarrollado interesantes iniciativas de
agricultura alternativa, algunas de las cuales han tenido alentadores resultados
a pequeña escala, como las plantas de murtilla multiplicadas en invernadero
para una variedad de usos - bajo asesoría de Inia Carillanca; la recolección y
primera etapa de elaboración de la avellana -proyecto promovido por la ONG
Departamento de Acción Social del Obispado de Temuco; secado y molido de
algas marinas como suplemento alimenticio; producción de flores en
invernadero; la producción de semilla de papa. En general, los cultivos
alternativos requieren de nuevas inversiones y de nuevas tecnologías y
conocimientos, por lo que son de lenta penetración en los sectores rurales, a
pesar del apoyo de organismos municipales, gubernamentales y de ONGs.

En los últimos 20 años se ha ido imponiendo la idea de que Carahue debe


ampliar sus opciones productivas, mediante el rescate y promoción de
elementos tales como su historia, su identidad cultural (o identidades
culturales), su naturaleza, sus playas, y su misma agricultura, para así ofrecer
servicios a turistas, a visitantes, a estudiosos de nuestra realidad. En diferentes
lugares de la comuna, vecinos visionarios están llevando a cabo iniciativas
propias, orientadas a acoger turistas, brindarles servicios, servirles de guías, en
fin, variedades de agro-turismo, eco-turismo, etc. En el marco de esta
valoración del turismo como rubro económico en potencia, se están generando
nuevas ideas y nuevos productos, como este mismo Manual de Consulta
Histórico y Turístico, que Usted, amable lector o lectora, tiene en sus manos, y
que esperamos sirva para motivarlo y decidirlo a visitar y explorar nuestra
singular comuna.

***

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SEGUNDA PARTE:

CARAHUE
Y SU
HISTORIA
CARAHUE Y SU HISTORIA
XIV

LOS VIEJOS TIEMPOS DE LA COLONIA


Jorge Pinto Rodríguez

Los hombres barbados se deslizaron por la meseta castellana en


dirección a los puertos de Andalucía, navegaron luego el Atlántico y cruzaron
las selvas y cordilleras americanas. Caminaron por el desierto, en cuyas
tórridas arenas estuvieron a punto de zozobrar. Al fin, casi al fin del mundo,
llegaron a su destino: un lejano rincón llamado Chile1.

Las crónicas hablan del invierno de 1536 y de un capitán


llamado Diego de Almagro, natural de Extremadura y tuerto de un ojo. Hablan
también de una empresa fracasada que recorrió estas tierras hasta los dominios
de Michimalonco y Tanjalonco, en el Valle de Aconcagua.

1 La historia de la vieja Imperial, cuyo antecedentes más relevantes trataremos de


resumir en este capítulo, ha sido sintetizada con profusión de datos en la obra Carahue,
la Antigua Imperial, editada por Myriam Hernández con el apoyo de la Ilustre
Municipalidad de Carahue, en 1992.

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Las costas del Pacífico sur no los recibieron bien. Todo era
diferente: la tierra, el clima, su gente. Todos llegaron, sin embargo, arrastrando
recuerdos de la patria lejana y de las aventuras vividas. También de los sueños
que venían con ellos. Esos sueños fueron los que enterraron en este confín
cuando decidieron volver al Perú, para encontrar la muerte en las luchas
intestinas que transformaron en enemigos a viejos amigos. Así terminó la
aventura de Almagro.

Algunos años después, en 1541, un segundo aventurero


apareció en el horizonte de Chile. Se llamaba Pedro de Valdivia, era natural de
La Serena (España) y poseía una larga y honrosa trayectoria militar. Su
prestigio estaba asegurado y su fortuna en vías de consolidarse. Eso fue, tal
vez, lo que lo impulsó a repetir una experiencia de tan funestos recuerdos.
Con él venían poco más de 150 compañeros y una mujer, doña Inés de Suárez.

Valdivia era el cuarto o quinto europeo en


acercarse a estas tierras. A los nombres de Magallanes y
Almagro habría que agregar el de Calvo de Barrientos y uno
que otro español que se atrevió a salir del Perú en dirección
al sur. Ninguno obtuvo lo que se había propuesto; sin
embargo, algo los atraía: el ansia de riqueza, correr el
mundo, alcanzar una gloria que parecía esquiva o,
simplemente, la necesidad de escapar de la justicia.

Después de una larga travesía, no exenta de dificultades y


conflictos, Valdivia llegó al Mapocho y allí instaló su campamento. Días más
tarde, en febrero de 1541, le dio traza de ciudad, y llamándola Santiago, la
convirtió en la capital del reino.

Valdivia no disponía de muchos recursos. Los indígenas


tampoco se sometieron con la facilidad esperada. Buscando el oro que
resultaba tan esquivo, exploró los alrededores e intentó conseguir más ayuda
del Perú. En esos afanes fundó la Serena en 1544 y en 1550, después de un viaje
al Perú, durante el cual pudo demostrar su destreza militar, decidió partir al
sur donde pensaba encontrar metales preciosos y una población con la cual
explotarlos. Así empezó la aventura del español en las tierras del indómito
mapuche.

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Los cronistas de la época dicen que Valdivia envió por mar al
capitán Juan Bautista Pastene a reconocer el litoral de Arauco y por tierra a
Jerónimo de Alderete. El, en Santiago, se ocupaba de arreglar los últimos
detalles y daba tiempo a la llegada de nuevos refuerzos. Sus cálculos le hacían
presumir que hacia febrero de 1541 podría partir al sur en un viaje que sería, a
fin de cuentas, sin retorno. Por cierto, él lo ignoraba.

Desde el comienzo las relaciones con los indígenas del sur no


fueron amistosas. Jerónimo de Bibar, el cronista que estuvo en estas aventuras,
da cuenta de enfrentamientos que dejaron muertos entre los españoles e
indígenas tan pronto los primeros pusieron sus pies en la isla Mocha. Era el
punto de partida de una larga historia de enfrentamientos que todavía no
logra apaciguarse.

Alderete fue el primero en avanzar al sur de Concepción, ciudad


fundaba por Valdivia tan pronto cruzó el río Andalién. Según Mariño de
Lobera, otro cronista que relató estos acontecimiento, pasó el Cautín y recorrió
la región de Maquehua, describiendo la feracidad de la tierra y su numerosa
población. Alderete habría sido el primero en recomendar la fundación de una
villa en el sitio que más tarde acogería a la Imperial y en el siglo XIX a la
renovada Carahue. La historia de nuestra ciudad debe reconocer en este
capitán a unos de sus primeros promotores.

Alertado Valdivia de las potencialidades de la región decidió


recorrer personalmente el territorio, ordenando establecer en marzo de ese
mismo, 1551, un fuerte encima de una loma donde fijaría la ciudad. Por
coordenada el gobernador indica “cuatro leguas de la costa, río arriba”.

El propio Valdivia, antes de retornar a Concepción, hizo la traza


de la ciudad, repartió los primeros solares, señaló sitio para la iglesia catedral
y dedicándola al arcángel San Miguel, concluyó su tarea haciendo los últimos
arreglos para dejar establecida la fundación. Avanzaba ya el mes de abril de
1551. Faltaría, sin embargo, un año todavía para que en acto solemne, el 16 de
abril de 1552, el mismo gobernador la fundara oficialmente, designando sus
primeras autoridades. Por corregidor y su teniente nombró al capitán Pedro de
Villagra, por alcaldes ordinarios a don Pedro Maldonado y don Gaspar de

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Orense y como alguacil mayor a don Miguel de Velasco y Avendaño, todos
militares en los cuales podía confiar con absoluta seguridad.

Así nació la Imperial, la ciudad cuya historia, envuelta ahora en


el nombre de Carahue, estamos tratando de evocar.

¿Qué impulsó a Valdivia a fundar nuestra ciudad? Motivos no


le faltaron. Desde luego, los españoles necesitaban establecer hitos que fueran
marcando el control del territorio. La ciudad era para ellos una especie de
toma de posesión que ratificaban con la designación del cabildo y sus
respectivas autoridades. Eso fue lo que hizo Valdivia el 16 de abril de 1552,
cuando dio por oficialmente fundada la ciudad. Lograba también con esto
establecer un verdadero puente con las tierras que estaban más al sur. Cada
ciudad se convertía, en realidad, en un foco de irradiación y comunicación que
le concedía una enorme importancia. Sin ellas, la expansión española en
América habría sido imposible.

Valdivia tenía, sin embargo, otras razones. Haciendo ciudades


hacía vecinos y haciendo vecinos podía repartir encomiendas y descargar
responsabilidades. Cuando entregaba encomiendas, vale decir, indígenas que
los encomenderos podían utilizar en beneficio propio, recompensaba a sus
viejos compañeros de aventura y los obligaba a la vez a defender la tierra. Con
indígenas tan altivos y celosos de su autonomía, no cabía dudas que la
fundación de ciudades era el mejor camino que permitía al gobernador
compartir la responsabilidad de dominar el territorio y controlar su población.

El oro, también el oro, pesó en las


decisiones de Valdivia. Don Américo Gordon, el
arqueólogo que tanto contribuyó al conocimiento
de esta historia, decía que Valdivia recorrió el sur
siguiendo una ruta del oro trazada por algunos
indígenas que decidieron orientarlo en la
Araucanía. Desde Concepción y los lavaderos de Quilacoya, se desplazó a los
llanos de Angol, donde también podía conseguirlo y a las colinas de la
Imperial, en cuyos alrededores sabía que lo encontraría. Desde la Imperial
siguió a la Villa Rica, cuyo nombre da cuenta de las ambiciones del español y

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desde allí a Valdivia para explotar en las márgenes de su río las arenas
auríferas de Madre de Dios.

Cuanto no hizo el español por conseguir oro. Nuestra ciudad


debe también su nacimiento a esta fiebre que movió voluntades y transformó
sueños en empresas cuando todo parecía reducirse a la obtención de este
metal. Todavía en sus alrededores es posible localizar ruinas que dan cuenta
de los esfuerzos que se hicieron por obtenerlo. Fue esa ambición la que cegó al
español porque aunque la fundación de Imperial respondió también a la
necesidad de establecer un lugar de asentamiento para los misioneros que
venía a convertir a los mapuche, la ambición del oro los fue distanciando de
una población indígena que vio en ellos sólo al buscador de tesoros que se
propuso conseguirlo a cualquier precio.

Al comienzo la Imperial tuvo un desarrollo modesto. A los


esfuerzos desplegados por los vecinos para construir las viviendas tuvieron
que sumar los que implicaban echar andar la economía. Debían trabajar la
tierra, cultivarla y producir sus alimentos. Fue una época de grandes esfuerzos.
La muerte de Pedro de Valdivia, ocurrida a manos de mapuche dispuestos a
defender su libertad, hacia la Navidad de 1553, apenas un año después de
haberse fundado la ciudad, hizo crecer la incertidumbre. Sin embargo, la crisis
fue superada. En 1570 se calculaba que tenía unos 170 vecinos y una traza que
daba cuenta de sus progresos. La vida era difícil, pero absolutamente
soportable. Antes habían pasado por allí otros gobernadores cuyas acciones
fueron tejiendo historias que sus pobladores transformaban en la memoria
colectiva de la comunidad imperialina.

También pasó el poeta, don Alonso de Ercilla


y Zúñiga, cuya vida estuvo a punto de perderse por las iras
del gobernador García Hurtado de Mendoza, cuando ambos
eran demasiado jóvenes para asumir las responsabilidades
que las circunstancias pusieron sobre sus hombros. Cuenta
la tradición que en las fiestas por el ascenso al trono de
Felipe II, que don García decidió celebrar en la Imperial, el
gobernador encubrió su rostro para no ser reconocido y
participar del carnaval como cualquier hijo de vecino. Un accidente casual

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derivó en una discusión y la discusión en un conato de riña. Indignado uno de
los protagonistas descubrió el rostro decidido a aplicar todo el rigor de la ley
al otro involucrado. Cara a cara se vieron entonces el gobernador y el poeta. La
sentencia hizo templar a la ciudad: pena de muerte para el agresor. La
tradición cuenta que el ruego de las mujeres aplacaron la ira del gobernador y
salvó la vida del poeta. Desde entonces para Ercilla, este fue un recuerdo que
no olvidó y que en su poema resume casi desprecio hablando del “joven
capitán acelerado”.

El progreso de la ciudad y la necesidad de avanzar en la


ocupación del territorio la transformó en sede episcopal. Su primer obispo fue
fray Antonio de San Miguel, designado en 1561, aunque en propiedad asumió
casi siete años después para llegar a nuestra ciudad sólo hacia 1571. Litigios
con Santiago demoraron un asunto que ya puso de manifiesto el interés de la
capital de evitar que en la Araucanía surgiera un poder capaz disputarle la
hegemonía en la Capitanía General.

A las dificultades propias de la naciente ciudad se agregaron


otras desgracias que pusieron a prueba el temple de los primeros imperialinos.
El 16 de diciembre de 1576 un fuerte terremoto sacudió los cimientos de sus
casas. El terremoto fue seguido de una salida de mar que provocó terror entre
sus pobladores. Antes, en 1570, un sismo menor ya había alertado de los
peligros de un fenómeno al cual los indígenas estaban más habituados y que
los españoles desconocían por completo.

Pestes, cosechas no del todo generosas y el constante temor a


los alzamientos mapuche fueron moldeando el espíritu de sus primeros
pobladores. Sin embargo, también imperó la alegría de vivir en una naturaleza
de belleza sin igual, con ríos caudalosos que riegan con generosidad la tierra y
la temperan en los veranos. Por estos años se levantaron también algunas
voces de protestas por el mal trato que se daba a los indígenas. No muchos
creyeron que los terremotos y las epidemias eran el castigo de Dios por las
prácticas abusivas de los encomenderos. Poco a poco, la Imperial, iba forjando
su fisonomía. ¿Qué tanto de ella ha llegado hasta nosotros? ¿Hasta donde esta
historia tan lejana nos sigue acompañando? Al evocar en estas páginas los
episodios que estamos narrando anidamos la esperanza que cada poblador de

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Carahue pueda reconocer por si mismo los vínculos que lo unen a sus orígenes
más remotos.

Estos orígenes están también estrechamente ligados a sus más


antiguos pobladores y a los mapuche que resistieron al español. Eran ellos
caciques de tierras ricas y mocetones erguidos que miraban al europeo con
tono desafiante, seguros de sus fuerzas y confiados en la ayuda de sus dioses.
Los nombres de los caciques Yepicheuque, Guanchala, Guanchuquilque,
Carellanga, Guarracha, Quemanguetureo y el famoso Inllagulien, cuyos
guerreros se pasearon por los llanos de Angol desafiando al invasor, forman
parte de la historia que estamos recuperando.

Hacia el 1600 esta historia sufre un quiebre radical. Medio siglo


de dominación o de esfuerzos por controlar la tierra se derrumbaron como un
castillo de arena a partir de diciembre de 1558. Al aproximarse la navidad, el
gobernador don Martín García Oñez de Loyola, de paso por la Imperial, se
empeñó en salir al norte a castigar a algunos indios rebeldes. Nada lo detuvo,
ni los consejos de los buenos conocedores de la tierra que atisbaban en el
ambiente un clima de agitación, ni los presagios de los agoreros que hicieron
cuanto pudieron por retener al gobernador en la Imperial. Don Martín, sobrino
de San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús, y casado con una
princesa quechua, confiaba en su buena estrella. Sus cálculos le fallaron.

Los cronistas de la época señalan reiteradamente que los


españoles han exagerado el mal trato a los indios. La soberbia parece haberse
apoderado de ellos. Algunos refuerzos recibidos desde el Perú y la aparente
tranquilidad de los mapuche los tiene tranquilos. Don Martín no alcanza a
darse cuenta de la hoguera que está a punto de encenderse.

Entre tanto los indígenas se reunían sigilosamente en Ongolmo.


El alma de la junta era un cacique de gran valor. Lo llamaban Pelantaru. A su
valor, agregaba una palabra seductora y una enorme capacidad de
organización. Era el líder indiscutido. A su lado estaban Caupallante,
Licancura, Melicura, Longanaguel, Andalicán, Antemaulén y varios más que
no trepidaron en elegirlo toqui. Mediante tretas y escaramuzas lograron
despertar la inquietud del gobernador, cuya decisión de castigarlos
personalmente les abrió la oportunidad para infringirle la más grave derrota.

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Los cronistas e historiadores que relataron estos hechos cuentan
que la noche antes de partir el propio gobernador tuvo un sueño premonitorio:
dos bravísimos toros lo despedazaban dejándolo sin vida. Un astrólogo
también había anunciado el desastre y un par de indios cristianos, Pedro
Igantaru y Diego Naucopillán, dieron cuenta de una rebelión general que puso
en alerta a varios de los soldados del gobernador. Los vecinos de la Imperial le
imploraron que se quedara; nada, sin embargo, le detuvo. El 23 de diciembre
de 1598 salía de la ciudad en dirección a Purén para castigar a los rebeldes.
Pelanturo seguía paso a paso sus movimientos y esa misma noche, mientras la
expedición pernoctaba en Curalaba, se dejó caer sobre el campamento
matando a casi 50 españoles y a un número considerable de indios amigos.

Los mapuche habían logrado una de las victorias más soberbias


en tierras americanas. En los días siguientes la rebelión se generalizó. Unido
ahora a Ancanamón, Pelantaru hizo temblar la tierra. Las ciudades del sur
fueron sitiadas y luego despobladas; entre ellas la Imperial. Sus habitantes se
empeñaron en resistir; algunos dieron prueba de un coraje y heroísmo sin
igual; Doña Inés Olmos de Aguilera trató de contener la estampida,
infundiendo valor a los soldados y confianza a los vecinos; sin embargo, todo
estaba perdido. El 2 de abril de 1600 el cabildo y los capitanes entendidos en la
guerra recomiendan su abandono, sugerencia que se concretó tres días más
tarde, en medio del pesar de quienes partían para nunca más volver. La
antigua ciudad fundada por Valdivia, sede de una silla episcopal y lugar de
residencia de largas temporadas de los gobernadores terminó convertida en
ruinas que poco a poco fue cubriendo el bosque.

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ABANDONO DE LA IMPERIAL (1600)

Reparó mucho en esto el gobernador (don Francisco de Quiñones) y en que


los vecinos de la Imperial pidieron que los despoblase de aquel asiento y que
los trajese a tierra de cristianos, sacándolos de entre bárbaros, y a donde
pudiesen vivir sin tantas zozobras y pesadas hambres. Y deteniéndose el
gobernador en esta determinación, porque no se le atribuyese que
despoblaba ciudades cuando debiera poblarlas (recomendó al) ... cabildo
pedírselo, dando por sus escritos eficaces razones para ello, y las más fuertes
fueron que en aquella ciudad no habían quedado más de cuarenta y tres
hombres con religiosos, porque todos los demás habían fallecido, y de todo el
servicio cuanto tenían, que era en gran número, sólo les habían quedado
cinco personas, y que para sustentar aquella ciudad entre tanto enemigo
eran menester más de trescientos hombres, y pocos más tenía todo el
ejército, y mucha comida y bastimentos y traérsela desde la Concepción en
escoltas, que era imposible, por haber cuarenta leguas de tierras de
enemigos. Y así que lo mejor era retirar aquella ciudad y la de Angol a la
Concepción y asegurar con sus guarniciones lo demás, que no poner en
peligro el Reyno de que todo diese al traste. Y este mismo parecer dieron
todos los de su consejo, con la cual se determinó el Gobernador a despoblar
las dos ciudades”.

Diego de Rosales, Historia del Reyno de Chile, tomo II, pp. 352-353. El
abandono se produjo el 5 de abril de 1600.

Varios años después, cuando los ánimos ya se habían aquietado,


el gobernador Francisco López de Zúñiga, más conocido como el Marqués de
Baides, consiguió llegar hasta las ruinas de la vieja Imperial. Con respeto y

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profundo recogimiento se recordó a los caídos y a la que fuera una de las
ciudades más prósperas del sur. Apenas unas pocas ruinas testimoniaban el
progreso que había logrado cincuenta años antes. Era el 6 de enero de 1643.

¿Qué pasó después en las tierras en las cuales se había erguido


la vieja Imperial? La historia que vino a continuación da cuenta de cómo el
mapuche recuperó su territorio y empezó a tejer alianzas de todo tipo con el
español.

Las investigaciones más recientes sugieren que después de


Curalaba se constituyó en la Araucanía un espacio fronterizo caracterizado por
la complementariedad de la sociedad indígena con la sociedad no indígena.
Aunque la guerra había sido para los primeros el factor fundamental que les
permitió conservar sus tierras y su libertad, pronto descubrieron las ventajas
de mantener con el “huinca” una relación de amistad e intercambios
económicos. Diversos autores han probado que floreció aquí una próspera
economía basada en actividades e intercambios que concediera un carácter
peculiar a la región.

Desde luego la sociedad indígena logró notables avances en la


producción de textiles y en el traslado de ganado y sal desde la otra banda de
la cordillera. Respecto de los textiles, sabemos que el uso del poncho fabricado
por los mapuche se generalizó en nuestro país, el Perú, Argentina y aún el
Paraguay. Los viejos cronistas cuentan de un comercio que partía en la
Araucanía y se extendía a lugares muy distantes. Con el ganado y la sal ocurría
algo parecido. Obtenidos ambos en la Pampa argentina y en los salares de
Neuquén, era traído hasta la Frontera por grupos de “maloqueros” que lo
comercializaban acá en verdaderas ferias de animales a las cuales acudían
comerciantes de la zona de Concepción y del Valle Central. La sal, producto
indispensable para procesar la carne y conservarla cuando aún no existían los
modernos procedimientos de refrigeración del siglo XX, completaba la lista de
productos que aportaba el mundo indígena a la economía colonial.

De los españoles los mapuche obtenían lanas, tinturas para sus


textiles, alimentos y productos de adorno. Se presume que también de ellos
consiguieron la plata, un metal que aprendieron a trabajar con particular

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precisión. Convertidos en expertos artesanos, los aperos de plata
contribuyeron a enriquecer los intercambios.

Indígenas y no indígenas se reunían cada cierto tiempo en


parlamentos para asegurar la paz y establecer los acuerdos necesarios para
conservarla. A estas ceremonias acudían caciques y mocetones de toda la tierra
y las principales autoridades del reino. Los parlamentos fueron un pilar de
enorme gravitación en la vida fronteriza.

LA SUERTE DE UN OBISPO

Aunque el episodio que vamos a contar a continuación no


ocurrió precisamente en la vieja Imperial, aconteció en Tirúa, muy cerca de
Carahue, y así lo relata el padre Luis Mansilla Vidal:

“El Iltrmo. Señor Obispo de la Concepción Mons. Marán,


encontrándose de visita en su Diócesis el año 1787 en las alturas de Tirúa, cerca
de la Imperial, hoy Carahue, fue capturado con toda su comitiva, por los
araucanos, con el fin de ultimarlos. Más para ver si eran dignos de vida o de
muerte convinieron entre los indios arribanos y abajinos jugarles a la chueca,
unos por la libertad de los cautivos y otros por la muerte de éstos. Pero la
Divina Providencia que vela por sus fieles servidores permitió que vencieran
los que luchaban por la libertad. De este modo volvieron sanos y salvos
custodiados por sus libertadores. ¡Gloria a Dios!”

“Este hecho tuvo lugar el 3 de noviembre del año expresado”

Padre Luis Mansilla Vidal, Las Misiones Franciscanas y el importantísimo rol que
han desempeñado en la civilización y pacificación de la Araucanía, Imprenta Asilo de
Huérfanos, Ancud, 1930, p. 16.

La tierra también era recorrida por misioneros, jesuitas


principalmente, y algunos aventureros que optaron por este tipo de vida. De
vez en cuando se desataba el conflicto y los mapuche se levantaban en armas;
fueron, en todo caso, episodios circunstanciales que se superaron sin grandes

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pérdidas. La paz convenía a todos y el entendimiento de ambos pueblos
parecía asegurarla.

Atrás habían quedado los años de zozobra e intranquilidades.


Españoles y mapuches habían logrado tejer relaciones que permitió a ambos
pueblos prosperar en un ambiente de respeto y solidaridad. Fueron buenos
tiempos para estos territorios y la gente que los poblaba.

La inquietud brotó de nuevo al comenzar el XIX. En todos los


parlamentos los mapuche habían jurado lealtad al monarca y eran hombres de
palabra. Por eso vieron con inquietud los movimientos de quienes se alzaron
contra la Corona en favor de la Independencia de Chile. Amantes de su propia
libertad, sabían que los españoles la respetarían si ellos cumplían sus pactos.

Esta fue una de las razones fundamentales por la cual


numerosas parcialidades mapuche resistieron la Independencia y se sumaron a
las llamadas “tropas realistas”. Más que eso, el ejército que resistía en la
Frontera, con numerosos caciques y mocetones como soldados, era una suerte
de fuerza regional constituida al amparo de los intereses económicos en juego.
A nadie cabía duda que el espacio fronterizo, tal como funcionaba hasta el
momento mismo de la Independencia, convenía a los mundos indígena y no
indígena que poblaban la Frontera. Y si a esta conveniencia agregamos el peso
de esa especie de pacto colonial que se establecía en los parlamentos, ¿cabía
esperar que los indígenas se sumaran a la causa independentista?

Obviamente la respuesta es negativa. Algunos rompieron el


acuerdo alineándose junto al llamado “ejército patriota”, argumentando
lealtades con caudillos o jefes militares que los habían apoyado; sin embargo,
la mayoría de los pobladores de la frontera resistieron la Independencia,
transformando a la Araucanía en el escenario de duros enfrentamientos. La
historia oficial habla de una “guerra a muerte”, aunque más que eso fue una
especie de resistencia regional frente a un proyecto político que se fraguó en
Santiago.

La lucha duró unos 15 años. Hacia 1835 las cosas volvieron a su


curso normal. Asegurada la Independencia el gobierno decidió no actuar en la
frontera y evitar un agravamiento de la situación. Con la vista puesta en el

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norte y en el Valle Central, las autoridades de Santiago retomaron los
parlamentos y confiaron de nuevo en los misioneros para facilitar su relación
con los mapuche. Para esto se envió a un emisario a Italia con el cual volvieron
numerosos franciscanos italianos que reanudaron la labor que desarrollaban
con anterioridad los frailes en la frontera.

Hacia 1850 en las tierras de la antigua Imperial las cosas seguían


casi como en la Colonia. Por esos años llegaron los capuchinos italianos,
contratados también por gobierno, para tratar con los mapuche, dueños casi
absoluto de las tierras que el conquistador quiso dominar cuando fundó la
ciudad en 1552.

Era cacique de Imperial el Paiñanco, hombre viejo y cargado de


sabiduría. El hizo posible la existencia de la misión de la Imperial y el trabajo
de los capuchinos, labor que también facilitaron los caciques Paillalef y
Huincafil, cuyos consejos contuvieron la resistencia de otros caciques que
incendiaron la primera misión y amenazaron a los capuchinos con no dejarlos
instalarse en el valle. Estos, sin embargo, lograron ganarse su voluntad,
actuando no sólo como sacerdotes, sino como verdaderos médicos del cuerpo,
tarea para la cual combinaban lo que habían aprendido en Europa con los
consejos de la machi.

Las crónicas de la época hablan de una mortal epidemia que


amenazó a la población de la Imperial el año 1850, dando oportunidad a los
capuchinos para que demostraran sus conocimientos médicos. Aunque hubo
varios muertos, la acción de los misioneros suavizó sus efectos.

La epidemia no fue, sin embargo, la única amenaza que se


levantaba en el horizonte. Las guerras civiles de 1851 y 1859 también
repercutieron en la Araucanía, creando un clima de intranquilidad que afectó
la vida fronteriza. Esta vez, el gobierno tomó la decisión de resolver el
problema, aprobando una intervención militar para ocupar estas tierras. Fue la
ocupación definitiva.

La historia recuerda la resistencia mapuche y los esfuerzos que


algunos sectores de la sociedad regional por evitarla. Sin embargo, la presencia
de inmigrantes europeos, la necesidad de colocar la Araucanía al servicio de la

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economía nacional y la convicción de que los mapuche debían transformarse
para colaborar al progreso del país, selló la suerte de una región que hasta ese
momento había tenido una historia muy particular.

Esa historia fue la que se cerró para dar paso a la que se abre con
la fundación de Carahue. Entre dos vértices, nuestra ciudad nació arrastrando
una larga y hermosa historia y dando comienzo a otra en la que el empuje de
sus primeros pobladores recuerda el de aquellos que llegaron en el verano de
1552.

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CARAHUE Y SU HISTORIA
XV

22 DE FEBRERO DE 1882:
UNA HISTORIA
QUE SE VUELVE A REPETIR
Jorge Pinto Rodríguez

Los alzamientos indígenas de 1851 y 1859, que acompañaron a


las guerras civiles de aquellos años, causaron preocupación en Santiago,
Concepción y la Frontera. Principalmente en la capital se desató un vendaval
de comentarios y juicios sobre el mapuche, que los hacía aparecer como un
grupo de bárbaros que acosaba al país. Chile, se decía, no logra aún sentar
soberanía en este territorio a causa de la conducta de unos indios rebeldes que
retardan, además, el progreso del país.

Era evidente que también interesaban sus tierras. El Mercurio de


Valparaíso difundió la idea de que el porvenir de Chile dependía del sur y
llamó la atención respecto del valor de un territorio que hasta entonces no
había llamado la atención del gobierno ni los empresarios. Cuatro mil leguas
cuadradas no es poca cosa, decía en 1859, más aún si se tiene en cuenta que son
tierras feraces por las cuales podemos, además, conectarnos a los mercados del
Atlántico1.

El asunto como era ocupar estas tierras. Arturo Leiva, autor de


un libro clave para entender este proceso, señaló que la refundación de Angol
en 1862, dio con la solución2. Conforme a un proyecto del general José María

1 Véase artículos aparecidos en El Mercurio de Valparaíso los días 10, 11 y 24 de mayo

de 1859. Sobre este interés se pueden consultar también las obras de José Bengoa,
Historia del pueblo Mapuche, Ediciones Sur, Santiago, 1984 y Jorge Pinto, Del discurso
colonial al proindigenismo, Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco, 1998.
2 El primer avance a la Araucanía. Angol, 1862. Ediciones Universidad de la Frontera,

Temuco, 1984.

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de la Cruz, que apoyara como propio Cornelio Saavedra, el gobierno decidió
avanzar lentamente a través de fuertes que fueran asegurando líneas de
ocupación en la Frontera.

Se logró así avanzar hacia Angol, Traiguén, Collipulli, Victoria


y, en 1881, hasta el mismo Temuco. Fueron casi 20 años de duro batallar y de
una heroica resistencia mapuche encabezada por Mañil y su hijo Quilapán. En
cierta medida, se podría afirmar que las tropas fueron avanzando por la
depresión intermedia, ocupando lo que ya entonces se llamaban los llanos de
la Frontera. La costa había interesado menos, salvo las proximidades de
Concepción, donde el carbón despertó tempranamente la atención de los
empresarios mineros del Norte Chico, siempre necesitados de un fundente que
les permitiera procesar sus minerales.

La costa preocupaba por varias razones. En primer lugar, era


punto importante a la hora de pensar en refuerzos en caso de algún
levantamiento indígena y, en segundo lugar, era punto neurálgico si se
pensaba en las exportaciones de los productos que se obtendrían de la tierra.
Un puerto, eso era lo que necesitaba la región.

Sin embargo, las primeras andanzas por las antiguas ruinas de


la Imperial con el propósito de refundarla no corrieron por cuenta de militares
ni funcionarios de gobierno. Estas estuvieron a cargo del padre Angel Vigilio
de Lonigo, prefecto de los capuchinos llegados a Chile en 1848, en 1849. A
propósito de la alarma que se produjo en Santiago por el naufragio de la Joven
Daniel, fragata que se accidentó en Puancho, unos 15 kilómetros al sur de
Puerto Saavedra, culpándose sin fundamento a los indígenas de haber
asesinado a los náufragos, el padre Lonigo decidió recorrer lo que el llamaba el
corazón de la Araucanía e instalarse en pleno dominio mapuche.

De acuerdo a un relato de la época, el padre Lonigo convenció a


las autoridades de la capital de las ventajas de fundar allí una misión y sin más
tardanza partió a la Imperial, a fines de 1849, acompañado del joven Martín
Paillalef, hijo del cacique Paillalef de Pitrufquén, que a la sazón se encontraba
en Santiago. Apenas llegado a la Araucanía, el prefecto cruzó el Imperial y se
dirigió a las ruinas de la vieja ciudad para parlamentar con los indígenas.
Aunque logró entonces fundar la misión en el mismo sitio que se proponía,

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echó las bases de la Misión de Bajo Imperial, 20 millas a la costa, dando
comienzo a una obra que desde la desembocadura del Imperial los capuchinos
extenderían al interior, a pesar de haber sido incendiada por los indígenas a los
pocos días de su fundación. Su primer encargado fue el padre Constancio de
Ponzone, a quien se sumarían después los padres Tadeo de Pfatter, Constancio
de Trisobio y Adeodato de Bolonia. Hacia 1854 habían logrado establecer ya
una escuela misional, por la cual pasaron los hijos de casi todos los caciques
del lugar3.

En lo que se refiere al gobierno propiamente tal, los primeros


intentos de ocupar la costa se iniciaron recién en 1865, cuando el gobierno
convocó al coronel Cornelio Saavedra para confiarle la defensa del litoral, a
propósito de presuntos ataques que podría realizar la escuadra española que
operaba en Chile durante la curiosa guerra de ese año. Saavedra avanzó por
Quidico, y desde este punto se dirigió al sur con la intención de cautelar
también la actitud de las parcialidades mapuche, cuya alianza a los españoles
causó cierta alarma en las autoridades.

En diciembre de 1866 Saavedra llega a Queule y desde allí se


propone alcanzar hasta Toltén, donde parlamenta con los caciques de Toltén,
Pocoyán, Comuy, Pitrufquén, Imperial, Boroa, Maquehua y Villarrica.
Saavedra sabía que la única posibilidad de ocupar la zona dependía del
acuerdo y respaldo de los caciques. Las reuniones fueron tensas. Los caciques
no estaban convencidos de las buenas intenciones de Saavedra y sus palabras
demostraron esa desconfianza.

“Mira coronel, -le habría dicho uno- ¿no ves este


caudaloso río, estos dilatados bosques, estos
tranquilos campos? Pues bien, ellos nunca han

3Los pormenores de este viaje y las acciones de los capuchinos en Bajo Imperial fueron
relatados por el padre Fortunato de Drena, ofm. cap., en su Relación Histórica de las
Misiones Capuchinas en Araucanía, Chile, escritas en 1892 y publicadas en Jorge Pinto,
Misioneros en la Araucanía, 1600-1900. Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco,
1988. En este mismo libro el padre Sergio Uribe, ofm. cap., incluyó un excelente
estudio sobre la labor de los capuchinos en la zona. Es precisamente el padre Uribe
quien sitúa esta misión en el mismo punto donde hoy se levanta Puerto Saavedra. Ver
p. 289 de la obra citada.

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visto soldados en estos lugares. Nuestros
ranchos se han envejecido muchas veces y los
hemos vuelto a levantar; nuestros bancos el
curso de los años los han apolillado y hemos
trabajado otros nuevos y tampoco vieron
soldados; nuestros abuelos tampoco lo
permitieron jamás. ¡Ahora! ¿Cómo queréis que
nosotros lo permitamos? ¡No! ¡No! Vete coronel
con tus soldados, no nos humilles por más
tiempo pisando con ellos nuestro suelo”4.

A pesar de sus dudas los caciques lo admitieron, permitiéndole


quedarse en Toltén. Sin embargo, no contento con esto, Saavedra se las arregló
para convocar a un nuevo parlamento en las propias ruinas de la antigua
Imperial para pactar con los indígenas la paz, amagada por noticias que daban
cuenta de un alzamiento general. El hombre clave en estas conversaciones fue
un militar que empezaba a hacer carrera en la Frontera: don Gregorio Urrutia.

En los años siguientes la Marina de Chile continuó sus estudios


sobre la región. Sus pilotos exploraron el río Toltén y el Imperial, levantando
las primeras cartas de navegación. El más empeñoso fue un oficial a quien el
país le debe la creación del Instituto Hidrográfico de la Armada, el entonces
joven teniente Francisco Vidal Gormaz.

Aunque el reconocimiento de la costa iba muy avanzado, en


1867 se produjo un repliegue. Llamado a Santiago Cornelio Saavedra por el
Ministro de Guerra don Federico Errázuriz para que se hiciera cargo del
avance de la Frontera por el norte, tuvo que abandonar la zona del Imperial. El
hecho de que Saavedra aceptara el ofrecimiento, supeditó el avance en esta
zona al resultado de las operaciones en el norte. Esta fue la razón por la cual la
refundación de la Imperial debió esperar la consolidación de la línea del
Malleco y la penetración por Lumaco y Chol Chol.

4 Estas palabras fueron recogidas por Horacio Lara en su Crónica de la Araucanía y


citadas por Ricardo Ferrando en Y así nació la Frontera, Editorial Antártica, Santiago,
1986, p. 362.

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Lo anterior no significa, sin embargo, que el deseo de ocupar la
costa se haya postergado definitivamente. Dos años más tarde, en 1869, el
propio Ministro de Guerra le sugirió a Saavedra la idea de repoblar la antigua
Imperial. La falta de tropas y de recursos lo obligó a desistir de la idea, pero la
intención existió. Tanto fue así que ese mismo año Saavedra se reunió con los
caciques en Hipingo para tratar de convencerlos. El temor a una rebelión
general y a perder todo lo que se había avanzado, le aconsejó no sobrepasar la
línea del Malleco, decisión que contó con el respaldo de varios caciques. En
tanto, a cargo de Queule y Toltén había quedado el teniente coronel Orozimbo
Barboza. Así se mantendrían las cosas por una década más.

Toltén llevaba una vida lánguida. Al menos eso se desprende de


los informes de los gobernadores del Departamento de la Imperial, nombre
con el cual se designaba a todo su territorio. “Nada, absolutamente nada, ha
adelantado este pueblo; por el contrario, varios vecinos han desarmado sus
casas, y se han traslado con ellas a otros pueblos de la República”, escribía el
gobernador Orozimbo Barbosa, en 1874. Los indios de la comarca son
pacíficos, pero tenemos muy poco que ofrecerles5.

1881 fue clave. Ese año se funda el fuerte de Temuco y concluye


el último gran levantamiento mapuche. Los actos de crueldad que se habían
cometido y el temor de perderlo todo, obligó a las autoridades a actuar con
más celo y cautela. Todos recordaban la vieja Imperial, abandonada en 1600 en
medio de la desolación de sus vecinos por los abusos cometidos contra los
indígenas. Todos sabían también que se había levantado en un sitio estratégico,
fundamental para defender la tierra y asegurar la llegada de refuerzos a través
de la navegación del río Imperial. Y si se pensaba en los tiempos de paz, el
comercio que dicha navegación permitiría sería de incalculable valor.

Uno de los primeros en percatarse de esto fueron los oficiales de


nuestra Marina en 1855, cuando informaron de las ventajas del lugar. El sitio
más a propósito para una fundación, señalaron entonces, es el mismo de la
antigua Imperial. Chile avanzaría muchísimo en la pacificación de la zona si

5Memoria del gobernador de la Imperial, Toltén, 17 de marzo de 1874. En Memoria del


Ministerio del Interior de 1874, Imprenta Nacional, Santiago, 19874, p. 29.

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exploraba la posibilidad de refundarla. Eso concluyeron los autores del
Informe que la Marina entregó al gobierno en 18556.

En 1867, cuando el coronel Gregorio Urrutia parlamenta con los


indígenas en las propias ruinas de la ciudad, había llegado a la misma
conclusión. Años más tarde, en noviembre de 1881, asegurado el control del
norte, Urrutia marcha desde Traiguén con destino a la Imperial al mando de
una tropa compuesta de casi 400 hombres para sofocar la rebelión indígena
ocurrida ese año y analizar de nuevo, en el propio terreno, la posibilidad de
refundar la ciudad. Los informes señalan que el coronel Urrutia avanzó hasta
Chol Chol y desde allí a la Imperial, donde estableció su campamento el 23 de
noviembre. A los pocos días retornó a Angol para informar a sus superiores de
los resultados de su expedición. La repoblación definitiva se concretaría tres
más después.

En efecto, de acuerdo a los partes que entregó el propio coronel


Urrutia, a los informes del Ministerio de Guerra y a los oficios de Toltén,
podemos reconstituir con ciertos detalles los episodios previos a la fundación
de Carahue.

Uno de los primeros en poner la voz de alerta respecto de los


movimientos indígenas fue el gobernador de la Imperial o Toltén. Es
absolutamente conveniente, oficiaba a sus superiores el 2 de marzo de 1881,
mantener expedita la comunicación con los caciques del interior, “vigilar sus
movimientos e impedir las continuas malocas y otros actos bárbaros” que
cometen. Aunque en ese momento no recomendó refundar la Imperial, habló
de la necesidad de designar nuevos capitanes de amigos con sueldos de 25 y 15
pesos7. Sin embargo, los indígenas no se aquietaron y la rebelión cundió por
toda la zona. El propósito de controlarla fue, pues, lo que desplazó a Gregorio
Urrutia hacia la vieja Imperial.

6 Memoria de la Marina de 1855. Citada Luis Solís y Eliana Theil en Myriam


Hernández, obra citada, p. 80.
7 Oficio Nº 41, Toltén, 2 de marzo de 1881. Archivo Regional de la Araucanía, libro de

Copias de Oficios.

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Sobre la fecha de la fundación de Carahue, según diferentes
Crónicas y relatos de la fundación de Carahue

“ ..llegando como a las cuatro de la tarde (del 9 de Noviembre de 1881),


a (la) Imperial. A medida que la tropa de las diversas compañías iba
llegando, tomaba su colocación designada a primeros, en el patio de las
casas de la Misión Capuchina San Franciscana, que allí había, la que fue
casi totalmente despedazada por los alzados aborígenes..” José del
Carmen Alderete A., “Apuntes Históricos” Edit. San Francisco, Padre
las Casas, 1934 p. .... La crónica de Alderete merece ser estudiada,
porque de ser ciertas sus afirmaciones, el cuerpo del ejército chileno
compuesto por las compañías Valdivia, Toltén, Talcahuano, Lota y
Coronel habría tomado las ruinas de la Imperial en esta temprana
fecha.

Todo esto acontece mucho antes de la llegada del coronel Urrutia el 21


de febrero de 1882 en compañía del Ministro de Guerra Carlos
Castellón, un ministro de la corte de Concepción, el Intendente del
Ejército, Sr Matías Rioseco, el Sr. secretario del Arzobispo y el ingeniero
Teodoro Schmidt. (Carahue, La Antigua Imperial, pgs 80 & 81). Bien
es cierto que el mismo coronel Urrutia había acampado el día 23 de
Noviembre de 1881 “en las ruinas de la Imperial, tres meses antes de
fundar Carahue”, donde se le juntaron los contingentes de Cañete y
Lebu, que marchaban por la costa para reducir a rebeldes”. (Carahue, la
Antigua Imperial, p. 80), pero para esa fecha, las compañías más arriba
detalladas, (aparentemente al mando del Gobernador López), llevaban
dos semanas allí. También es interesante que un acta del Ejército
(Acta Oficial Nº 28 del año 1882), dirigida al comandante en Jefe del
Ejército, le informa que Carahue fue fundada el día 22 de Febrero (a
quien supuestamente habría sido el propio fundador).

“..en su tránsito, el coronel Urrutia (sic) fundó los fortines de Chol Chol y
de Carahue el día 10 de Noviembre de 1881 (P. Luis Mansilla, prefecto
de Misiones)

“..el 19 de febrero de 1882, el Ministro Castellón puso los cimientos de la


actual Carahue, en la misma altiplanicie donde estuviera la catedral y lo
más granado de la antigua Imperial” (P. Paulino Mansilla, quien fuera
cura párroco de Carahue, en entrevista al diario Austral)

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Disponemos de un documento excepcional para conocer
algunos detalles de esta expedición. Se trata de una relación de la expedición
contra los indios autores de la última rebelión, realizada entre noviembre y
diciembre de 1881 que se conserva en el Archivo Regional de la Araucanía. En
la acción no participó personalmente Urrutia; como sabemos, él volvió al norte
a dar cuenta del estado de la situación, dejando instrucciones para proceder
contra los alzados. Las operaciones se iniciaron el 18 de noviembre con 200
soldados y algunos indios amigos que se sumaron a las tropas del ejército.

Una de las partidas salió de Queule por la ribera sur del


Imperial, con el apoyo del cacique Painemilla; otra de la Imperial, con el
cacique Pedro Painemi y una tercera de Boroa con el apoyo de Antonio
Neculmán. Todas iban al mando de oficiales que conducían tropas de
infantería y caballería. Los informes dan cuenta de varios indígenas muertos,
otros flagelados y varios apresados por su actitud con los “chilenos”. Entre los
últimos figuraba el propio Painemil, cuya conducta no dejó dudas respecto de
su lealtad con el pueblo mapuche.

Painemil gozaba de enorme prestigio entre su gente y entre los


propios soldados. Apaciguados los ánimos, enfrentó sin descaro al gobernador
de Toltén, reprochándole su falta de confianza en él.

“¿Qué clase de Gobernador eras vos


entonces, le dijo, que no crees en la verdad y me
has querido azotar y me has tenido preso porque
te avisaba y porque he servido al gobierno? Mejor
gobernador es mi caballo”8.

El soldado que relata este episodio agregó que el gobernador no


se atrevió a dar una orden contra él, porque temía que no fuera obedecida.
Nadie habría tomado preso a Painemil, nadie se habría atrevido contra él.

La conducta de los soldados que participaron en esta campaña,


que concluyó hacia el 14 de diciembre de 1881, fue ácidamente criticada por las

8José del Carmen Alderete. Apuntes históricos. Sublevación de la Araucanía en 1881.


Imprenta San Francisco, Padre Las Casas, 1934, pp. 60-61.

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autoridades judiciales y del propio ejército, por el empleo de una violencia
innecesaria y la apropiación por parte de algunos oficiales de bienes quitados a
los indígenas, particularmente ganado, que en gran cantidad retiraron de las
parcialidades mapuche9.

Con bastante violencia se preparaba el terreno para que


Gregorio Urrutia retornara a la vieja Imperial dos meses más tarde a refundar
la ciudad.

Conforme a los datos que se tienen, Urrutia salió de Angol el


sábado 18 de febrero en una comitiva presidida por el propio Ministro de
Guerra, don Carlos Castellón, y formada, además, por prósperos hombres de
negocios y altos funcionarios públicos, entre los cuales destacaba el ingeniero
civil don Teodoro Schmidt, encargado de las mediciones y los estudios
topográficos. Ese mismo día llegaron a Lumaco y al siguiente a Chol Chol,
donde fueron recibidos por el cacique Venancio Coñuepán, descendiente de
los famosos Coñuepán que venían haciendo historia desde por lo menos un
siglo10.

Al día siguiente, el lunes 20, el ministro parlamentó con varios


caciques y el martes 21 cruzó el río Chol Chol a los sones del himno nacional.
A la vista quedaban los llanos que conducían a la vieja Imperial, a donde
llegaron el mismo día por la tarde.

El miércoles 22, al medio día, se celebró un nuevo parlamento


con los indígenas y a las 4 de la tarde Gregorio Urrutia dio por fundado el
fuerte, dejando un destacamento de 30 soldados al mando de un oficial. Al día
siguiente, girando hacia la cordillera, se desplazó a las confluencias del Chol
Chol con el Cautín donde fundó Nueva Imperial.

9 Informe de Pascual López al Intendente de la Provincia de Arauco, Toltén, 26 de


diciembre de 1881 y papeles adjuntos. Archivo Regional de la Araucanía, Notas de la
Gobernación de Toltén, febrero 10 de 1881 a enero 20 de 1882.
10 Abundante documentación sobre la expedición de Urrutia se encuentra en el

Archivo Regional de la Araucanía y en la Memoria del Ministerio de Guerra de 1881.


Véase también el trabajo de Solís y Theil, antes citado.

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Así empieza la historia que nos proponemos relatar en las
páginas que vienen. A las 4 de la tarde de un día de verano, en las orillas de
dos ríos cuyas aguas habían corrido sigilosas desde tiempos inmemoriales.

Carahue. Ese fue el nombre que Gregorio Urrutia colocó al


fuerte que fundó el 22 de febrero de 1882 en las confluencias del Cautín con el
Damas. Recogió el nombre de la propia tradición indígena. En mapuche
Carahue significa “el lugar de una ciudad”. A pesar de los años, los mapuche
no habían olvidado que muchos años atrás se levantó allí una ciudad que sus
pobladores abandonaron al fragor de la guerra. Jacinto Toro, el cacique del
lugar, facilitó las cosas: ese mismo día vendió el terreno al gobierno en 460
pesos para que el coronel Urrutia fundara el fuerte.

Al momento de nacer Carahue tenía apenas dos ranchos pajizos,


una superficie de 2.500 metros cuadrados, un foso de 3 metros de ancho y
profundidad y unos 40 habitantes en total, 30 soldados que formaban la
guarnición, el oficial que los comandaba y unos 8 ó 9 pobladores dedicados al
comercio.

El parte de su fundación consta en un breve informe firmado


por el teniente Alejandro Larenas un par de semanas después. Dice así:

“Fuerte de Carahue”

“Este fuerte fundado el 23 de Febrero del


presente año en las antiguas ruinas de la ciudad
Imperial encierra una superficie de 2.500 metros,
circuido por un foso de 3 metros de ancho por
igual hondura y lo guarnecen 25 hombres de
infantería y 5 de caballería, todo al mando de un
oficial”.

“Existen dos ranchos pajizos con la


suficiente capacidad para alojar la tropa que lo

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guarnecen y guardar los víveres que ha menester
por 6 meses”.

“Se han establecido seis y siete


[¿personas?] siguiendo la delineación de la
antigua ciudad, que se ocupan del negocio con la
tropa e indios”11.

En el mismo documento que estamos citando, el propio teniente


Larenas se encargó de rectificar la fecha de la fundación. En el oficio enviado
al Comandante en Jefe del Ejército del Sur, decía:

“Tengo el honor de poner en conocimiento


de Ud. que el 22 de febrero del presente año se
fundó el fuerte de Carahue, en las ruinas de la
Antigua ciudad de Imperial...”12.

Según don Luis Elgueta, uno de los vecinos más antiguos de


Carahue e hijo de uno de los fundadores del fuerte, el general Urrutia compró
el terreno para fundar el fuerte al cacique Jacinto Toro en $ 46013. Eso habría
costado al fisco la fundación de nuestra ciudad.

11 Actas de la comandancia de Chol Chol, abril de 1882. Papeles en poder del prof.

Jorge Scheihing.
12 Oficio Nº 28, Nueva Imperial, 8 de abril de 1882. Papeles en poder del prof. Jorge

Scheihing.
13 Reportaje a don Luis Elgueta, El Diario Austral de Temuco, 1º de diciembre de 1951,

Segundo Cuerpo, p. 9

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RECUERDOS DE LA FUNDACION
El testimonio de don Armando Huenchual Currifuta
(Carahue, junio-agosto de 1999)

“Aquí, cuando llegó Pedro de Valdivia, iba a ser esta la capital


de Chile, pero quizás lo hallaron muy quebrado. Llegó este Pedro de Valdivia
buscando lugares para fundar una ciudad. Le gustó mucho estos lugares para
fundar el reino de Chile. Hermoso sería porque no habría el smog que tiene
allá Santiago y lo bañan los hermosos ríos de Imperial y Damas”.

“Después los mapuches hicieron un malón. Vinieron muchos de


otras partes. Quedó de nuevo tierra mapuche”.

“Volvieron, pero ahora no con esa prepotencia. Al mismo


tiempo a uno lo educan, lo preparan, cuando fundaron Imperial. No hubo
tanta matanza. Pero se llegó al entendimiento entre el mapuche y el huinca”.

“Donde está la lancha de Quillem vivía un cacique que era


dueño de toda esta tierra de la ciudad de Carahue, según lo que conversan los
viejos. Fueron a hablar que tenían la intención de hacer una ciudad. Fueron
muchas veces hasta que lo cabrearon. Le dijeron que le ofrecieron tres partes
de la tierra para que se fuera, que fuera a verlas. En Colico hay tres o cuatro
caciques, tengo que entrar a conversar con ellos, según lo que me digan lo
aceptaré”.

“Se reunieron los caciques ... Aceptaron, pero dijeron que les de
más tierras de la que tienes tu. No te va alcanzar. Fue a ver tres lugares. Le
gustó el lugar de Chacán, camino a Puerto Saavedra, por la loma, al otro lado
del río. Se fueron para allá. El cacique era Jacinto Toro, según lo que me dicen
mis viejos. Se fueron y están allá viviendo”.

Teodoro Schmidt, el ingeniero que acompañaba la comitiva,


describió con emoción el sitio elegido.

“El antiguo Imperial –escribió el


ingeniero- ocupa una posición tan hermosa como
más no pudiera ser y reúne las condiciones a que
aspira el ser humano, al abrigo de todo viento. Es

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un lugar delicioso que invita a ser habitado. El
terreno mismo en que están las ruinas no es una
extensa llanada, como muchos imaginan: es más
bien una meseta en forma de península, elevada a
cien metros sobre el nivel del río, ocupando así
una superficie de quince a diecisiete hectáreas”.

“Una franja de verde vega de 200 a 300


metros de ancho lo separa del terreno elevado en
que están las ruinas. En todo el resto del paisaje
no se divisan sino serranías altas cubiertas de
bosques vírgenes. El río mismo, cuyas aguas
relumbran como espejo, muestran únicamente
pequeñas ondulaciones en la alta y baja marea. El
lado norte del recinto está limitado por el
profundo cauce del estero de las damas y cubierto
por espesos bosques. La entrada es al oriente y
apenas de 50 metros de ancho. Se ven allí ruinas
de un fortín antiguo y fosos. Un camino de cuatro
varas de ancho, artificialmente labrado de
caracol, comunica al lado poniente con el río y
antiguo puerto. Por las ruinas se ve que había
calles de 10 varas de ancho y por todo 10 a 20
manzanas edificadas” 14.

Así vieron el sitio y los alrededores del paraje que cobijó a


nuestra ciudad los hombres que fundaron Carahue.

14Carta de Teodoro Schmidt a Benjamín Vicuña Mackenna, Angol, 28 de febrero de


1882. Citada por Solís y Theil, obra citada, p. 81.

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CARAHUE Y SU HISTORIA
XVI

LOS AÑOS PIONEROS, 1882-1910


Jorge Pinto Rodríguez

A la fecha de su nacimiento, el 22 de febrero de 1882, Carahue


apenas tenía un cuartel formado por dos ranchos pajizos y unas cuantas
ramadas que servían de tiendas de comercio. Sus habitantes no llegaban al
medio centenar, la mayoría soldados. Eso era todo.

Al comienzo sus progresos fueron lentos. Tal vez demasiado


lentos. En los fortines de Galvarino y Carahue, informaban las autoridades
militares en 1884, prácticamente no existen cuarteles, la tropa habita “en
ranchos pajizos que a causa de la lluvia se encuentran inhabitables i por esto
son malsanos. Tampoco existen galpones para la fuerza de caballería”1.
Cuando conocí Carahue por primera vez, escribió el padre Luis Mansilla,
refiriéndose a una visita que hizo al año siguiente, tenía sólo unos cuantos
ranchos pajizos y un cuartel de adobe construido en la pendiente del cerro que
mira hacia el río Damas. Todo era frágil y precario. Carahue no lograba
despegar2.

Sin embargo, por esos años, Carahue empezaba ya a mostrar


rostro de ciudad. Cinco años después de la fundación de la plaza, en 1886,
escribe otro hombre de la época, se había formado un villorrio compuesto de
una agrupación de ranchos y en 1888 el ingeniero don Cristian Sommermeier
establecía las demarcaciones del pueblo, formando un plano que abarcaba una

1 Libro de Notas de la Gobernación de Nueva Imperial. Citado por Luis Solís y Eliana
Theil, obra citada, p. 87.
2 Fr. Luis Mansilla, ofm, Las Misiones Franciscanas en la Araucanía, Imprenta El

Misionero Franciscano, Angol, 1904, p. 302.

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superficie de 30 manzanas3. Pintoresco y lleno de atractivos, su elevación sobre
el nivel de las aguas, permitía a Carahue disponer de una vista de considerable
extensión, “limitada al sur y poniente por los altos cerros de Nahuelbuta con
sus laderas de opulenta vegetación y las colinas inmediatas con sus praderas
simulando verde alfombra”4. El autor que estamos citando calculó su
población en 1.500 habitantes y agregó que la ciudad disponía de un servicio
postal semanal, dos escuelas para la enseñanza de niños de ambos sexos y una
oficina de teléfonos.

A poco de fundarse Carahue fue adquiriendo la fisonomía que


conservaría durante todo el siglo XX y que la haría famosa como la ciudad de
tres pisos. La fuente que vamos siguiendo dice que en lo que es hoy el segundo
piso o sector céntrico de la ciudad, se ubicaban los principales edificios, hoteles
y locales comerciales. En la parte baja, en cambio, en la ribera norte del Cautín,
se habían instalado los establecimientos fabriles, las bodegas, los molinos,
muelles y agencias de vapores. Sin duda, allí estaba el nervio económico de la
ciudad, mientras en el piso superior se desarrollaba la vida urbana más propia
de un villorrio que se empeñaba en abandonar los aires pueblerinos que le
asignaban algunos visitantes. Carahue debió ser por aquellos años una ciudad
de febril crecimiento. A las instalaciones de don Enrique Valk, de Pablitza
Hermanos, Alejandro Holzapfel y de varios otros activos empresarios, se
sumaban las destilerías, molinos y agencia comercial de don José Bunster,
todas de bullente actividad.

Hacia 1890 operaban, además, tres Compañías de Vapores (la Línea Sud-
Americana, Armadores de Valdivia y la Sociedad Prochelle y Cía., de
Valdivia), que en su conjunto movilizaban cerca de una decena de vapores de
400 toneladas cada uno. Tan activo parecía Carahue que el autor de la Guía
que estamos citando terminó afirmando que “acaso no esté muy lejano el
tiempo en que Carahue, como puerto fluvial llegue a ocupar un lugar
prominente entre todos los demás de la República”5.

3 Julio Mansoulet, Guía-Crónica de la Frontera Araucana de Chile, años 1892-93, Imprenta y


Encuadernación Barcelona, Santiago, 1893, p. 101.
4 Mansoulet, obra citada, p. 101.
5 Mansoulet, p. 104.

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EL VALOR DE PASAJES Y FLETES EN VAPOR

En 1887 el Ministro del Interior don Aníbal Zañartu aprobó la siguiente tarifa de
pasajes y fletes en el vapor Ester.

Pasajes Fletes

De Talcahuano a Imperial Bajo y Misiones $15 en primera clase $ 12 ton.*


$ 7.50 en segunda
De Misiones a Carahue $ 1.50 en primera $ 2 ton.
$ 0.50 en segunda

* El flete de retorno era más caro: costaba $ 13 la tonelada métrica.

Fuente. Oscar Arellano, Albún-Guía del Cincuentenario de Temuco (1881-1931), p.167.

El gran obstáculo para su desarrollo era, sin embargo, según


otro visitante, la dificultad que tenía para consolidarse como el puerto fluvial
de la región debido a la “terrible barra de la desembocadura del río”6. Corría el
año 1897 y Gustave Verniory, el ingeniero belga que construía los ferrocarriles
de la Araucanía, describía a Carahue como un “pueblo menos importante que
Nueva Imperial”, dotado de algunos hoteles, varios negocios, varias casas en
construcción y de unos alrededores encantadores. El puerto, a pesar de las
dificultades de la barra, seguía siendo visitado por vapores de gran tonelaje, a
pesar de lo cual no eran pocos los que ya estaban pensando en el reemplazo
del puerto por una estación de ferrocarriles que favoreciera la extracción de la
riqueza por ese medio de transporte7. Algunos pensaban, incluso, que el
ferrocarril y la navegación juntos podrían transformarse en la palanca del
progreso de la ciudad.

6 Gustave Verniory, Diez años en la Araucanía., 1889-1899, Ediciones de la Universidad


de Chile, Santiago, 1975, p. 427.
7 Verniory, obra citada, pp. 427-428.

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A decir verdad, la barra del Cautín era un obstáculo difícil de
superar. Las autoridades de Santiago, siempre interesadas en estimular el
desarrollo de las ciudades fronterizas, tenían plena conciencia de su existencia.
En el informe que preparó el Ministro de Industria y Obras Públicas en 1893,
señalaba, precisamente, que la navegación del Imperial ofrecía dos graves
obstáculos: el primero era el banco de Ruca Diuca, que obstruye
completamente el lecho, una legua más abajo de Carahue, y, el segundo, la
peligrosa barra de la desembocadura. Para superar el primero los barcos
debían esperar la alta marea y confiar en la pericia de los pilotos; la barra, en
cambio, los obligaba a veces a tener que permanecer “más de un mes para
efectuar la salida, siempre más peligrosa que la entrada”. Por esos años, el
Ministro confiaba en dragar el banco y mejorar las condiciones de navegación
por la barra8. El puerto de Carahue era fundamental para el desarrollo de la
región.

En 1895 el gobierno instaló una oficina de Registro Civil y


paulatinamente la población carahuina empezó a registrarse en los libros de
que disponían los funcionarios públicos nombrados para esos efectos.
Administrativamente hablando Carahue era entonces distrito de la
subdelegación de Nueva Imperial, situación en la que permaneció hasta 1917,
fecha en la cual se le hizo subdelegación del departamento de Nueva Imperial,
situación que todavía conservaba en 19519. Por su parte, los franciscanos y
capuchinos seguían desarrollando una intensa labor para evangelizar a la
población indígena y mantener a los no indígenas bajo el control de la moral y
costumbres cristianas. Según el padre Luis Mansilla, el ex Prefecto de las
Misiones Franciscanas en la Araucanía, la misión franciscana de Carahue se
fundó e 1895 y desde ese año desplegó una intensa labor en toda la zona10.

8 Memoria del Ministerio de Industria y Obras Públicas, Santiago, 1893, pp. 93-94.
9 “Con una inversión de $ 460 el fisco fundó el pueblo de Carahue. La historia a través
de don Luis Elgueta”. El Diario Austral, Temuco, sábado 1º de diciembre de 1951, p. 9
del Segundo Cuerpo. El señor Elgueta afirmaba en esta entrevista que Carahue fue
distrito de Nueva Imperial hasta 1917; sin embargo, en el Boletín de Leyes y Decretos
de 1921, se señala que la Subdelegación de Carahue se creó sólo en 1921, siempre
formando parte del Departamento de Imperial. Véase del citado Boletín, el decreto 391
“Subdelegación de Carahue. Se crea y se fijan sus límites”, Santiago, 18 de febrero de
1921, publicado en las pp. 198-199.
10 Luis Mansilla, ofm, Impreciones de Viaje de Osorno a Angol, Imprenta El Misionero

Franciscano, Angol, 1905, p. 19. En título original de la obra contiene la falta


ortográfica en la palabra Impreciones que aquí hemos conservado.

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LOS PRIMEROS INSCRITOS EN EL REGISTRO CIVIL
DE CARAHUE

Como hemos dicho, el Registro Civil de nuestra ciudad se


inauguró en 1895, trece años después de la fundación de
Carahue.

El primer nacimiento se registró el 14 de mayo de ese año.


Ese día, a las tres cuarto de la tarde se inscribió a Elvira del
Carmen Valencia Jara, nacida en El Alma, a la una de la
tarde del 31 de marzo de 1895. Sus padres eran Gregorio
Valencia y Eugenia Jara.

El primer matrimonio se inscribió el 13 de mayo del mismo


año. A las 5 de la tarde acudieron al registro Estanislao
Matus Gallardo, agricultor, de 21 años, y Adela Díaz
Hermosilla, costurera, de 20 años, a contraer nupcias.

La primera defunción se registró, en cambio, el 16 de ese mes


y correspondió a José Arsenio Leal, de apenas tres años,
domiciliado en Codihue. José Arsenio había muerto dos días
antes, en Quillem, a las 10 de la noche, de disentería.

Hacia 1911 Carahue aún no perdía el carácter pintoresco de los


primeros pueblos de la Frontera. Don Ramón Laval, médico de oficio y
entusiasta recopilador de nuestro folklore, visitó la ciudad ese año, dejando
hermosos testimonios de su paso por aquí.

El Dr. Laval cuenta que el 1º de febrero de ese año, a las 6 P.M.


tomo el tren nocturno en Santiago para dirigirse a Temuco y luego a Carahue,
en un viaje que duraría en total 22 horas, interrumpido sólo por hora y media
de estada en Temuco.

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“Carahue11, en su calidad de pueblo, escribe el
Dr. Laval, cuenta apenas treinta años de
existencia, pues fue fundada en 1881. Se
encuentra sobre unas pequeñas eminencias
situadas a la margen derecha del Imperial, río de
mansísimas aguas en tiempo seco, navegable
desde el mismo pueblo hasta su desembocadura.
En la parte baja no existen sino dos o tres grandes
establecimientos industriales y bodegas y unas
pocas casas que en algunos inviernos tienen que
ser abandonadas por sus moradores, porque
aquellas aguas, tan tranquilas que apenas se las
ve deslizarse, se inflan, aumentando de tal modo
su caudal en los inviernos lluviosos, que inundan
por completo toda la parte plana y amenazan
cubrir las habitaciones”.

“Los habitantes del pueblo -continúa el Dr. Laval-


, entre los cuales hay algunos riquísimos, llevan
una vida sosegada, dedicados casi
exclusivamente a sus trabajos agrícolas y
comerciales, y son de lo más hospitalarios que
cabe imaginar: está uno en casa de ellos como en
la propia; todos se desviven por agasajarlo y
hacerle fácil y agradable la permanencia en el
lugar. Quien los haya visitado, tiene que guardar
forzosamente gratos recuerdos de ellos”12.

Para un hombre que venía de Santiago, ciudad que empezaba


ya a adquirir la fisonomía de una urbe que superaba con largueza lo que
habían sido nuestras ciudades en el siglo XIX, Carahue aparecía, sin duda,
como un remanso de tranquilidad y hospitalidad. Sin embargo, no debemos
sólo al Dr. Laval estos juicios tan generosos para nuestros abuelos, sino una de
las recopilaciones más interesante de nuestras tradiciones y costumbres más

11 De cara = ciudad, y hue = lugar; que es como decir: “lugar en que hubo una ciudad”
(nota del Dr. Laval. En su texto aparece como nota 1).
12 Ramón A. Laval, Contribución al folklore de Carahue (Chile), Librería General de
Victoriano Suárez, Madrid, 1916, pp. 7-8.

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íntimas. Su libro nos ayuda a comprender, como ningún otro testimonio, como
era la vida en nuestra ciudad en los albores del siglo que acaba de terminar.

Desde luego, no cabe dudas que los habitantes de Carahue


sentían particular temor por el chuncho, los chonchones (descritos por Laval
como brujos que se convierten temporalmente en pájaros) y los males de ojo. Las
niñas en edad casadera, confiaban en cambio en San José y San Antonio,
aunque sospechaban que el primero les daría marido pobre, pero bueno y el
segundo rico, pero malo13. Así mismo, el Dr. Laval da cuenta de la medicina
popular y de los secretos de la naturaleza que dominaban nuestros abuelos. El
agua de romero, de malva, el sudor de hacha (obtenido quemando un papel o
trapo blanco encima del fierro del hacha) o las cruces con el vientre de una
culebrita nueva, eran santo remedio para los males que nos aquejaban cuando
recién estaba naciendo el siglo XX14. Las oraciones y conjuros también
ayudaban a ahuyentar los malos momentos y nadie dudaba de recurrir a ellos
cuando el dolor o la mala fortuna rodeaba sus vidas15.

Ramón Laval recopiló también nuestra poesía popular y las


canciones de cuna con nos arrobaban nuestras abuelas. Aunque tal vez hoy ya
no se canten, en el pasado no habrá carahuino que algún día no las haya
escuchado.

“Dórmite16 niñito
dórmite por Dios,
por los capachitos
de San Juan de Dios”.

“Dórmite niñito
que viene la vaca
con los cachos di oro
y las uñas e’ plata”.

“Dórmite, niñito,
que tengo que hacer:

13 Laval, obra citada, pp. 14-18.


14 Laval, obra citada, pp. 22-24.
15 Laval, obra citada, pp. 25-44.
16 Dórmite = duérmete (Nota de Ramón Laval. En el texto aparece como nota 1).

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lavar las mantillas,
ponerme a coser” 17.

También por el Dr. Laval conocemos los juegos de los niños que
recorrieron las calles de Carahue en los albores de nuestra vida ciudadana.
Hay que imaginar una ciudad distinta, sin alumbrado eléctrico y con calles
polvorientas o barrosas. Una ciudad del 1910 o 1920. Entonces el pillarse era
para los muchachos la tiña, que se jugaba en grupo, arrancando unos y
persiguiéndolos otro al son de una glosa que decía:

“Tiña - veriña,
pasó - por la viña,
vendiendo - carachas,
por uvas - borrachas,
tin - tun - tacha,
la vieja - borracha”.

Con otra variante que también registró Laval.

“Unilla, - dosilla,
tresilla, - guatana,
color - de manzana,
verruga - la tez,
contigo - son diez”18.

El Dr. Laval se refirió también al mandumdirum, al refunfín, al


diablo colorado, a la gallina ciega, a la viudita, al peuco y a tantos otros juegos que
llenaron el mundo infantil del Carahue que conmemoró en 1910 el Primer
Centenario de la Independencia de Chile19. Eran, sin duda, otros tiempos,
tiempos que quedaron en un pasado que hoy evocamos para recuperar una
memoria colectiva que jamás debe perderse.

17 Laval, obra citada, pp. 49-50. En estas coplas hemos seleccionado sólo algunas de un
canto más largo íntegramente transcrito por Laval. El mismo anota al final del verso
que aquí copiamos una variante que reemplaza los dos últimos versos por “lavar las
mantillas, ponerme a coser”.
18 Laval, obra citada, pp. 80-81.
19 Los juegos aquí señalados en Laval, obra citada, pp. 74-102.

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Don Enrique Valck, semblanza de un pionero

A mediados de 1880 don Enrique Valk Greve liquidó todas


sus pertenencias en Toltén y se trasladó a lo que pronto sería Carahue.
Instaló un molino de trigo, otro maquilero, una destilería de alcohol, una
fábrica de quaker, otra de arvejas partidas, de café de cebada, una barraca
de maderas y una tienda para la venta al por mayor y al detalle. Don
Enrique era un hombre de la frontera. Agente de varias compañías,
construyó, además, un galpón a orillas del Imperial para la engorda de
cerdos. Hablaba tan bien el alemán, el castellano como el mapudungun,
idioma que aprendió a través del permanente contacto que tuvo con la
población mapuche.

En 1904 adquirió el fundo Santa Celia de 5 mil hectáreas y


mandó construir en Europa el “Carahue”, un barco de mil toneladas,
especialmente acondicionado para pasar la barra del Imperial.

Para llevar adelante todos sus negocios contrató técnicos en


Alemania y dio trabajo a numerosos pobladores de la nueva ciudad.
Introdujo entre ellos el amor al deporte y se le puede considerar uno de los
precursores del fútbol regional, deporte que difundió entre sus
trabajadores. También propició la práctica del tenis. Su muerte, ocurrida
cuando tenía 80 años, provocó un gran pesar en la comunidad carahuina.
A esa edad, era ya un chileno más, nacionalidad que obtuvo en gratitud al
país que lo cobijó durante tantos años. Carahue y la región tienen con don
Enrique y sus trabajadores, una deuda que la historia debe recordar.

FUENTE. Recuerdos de don Guillermo Valk.

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Hacia esa fecha Carahue ya tenía Municipalidad. De acuerdo a Eduardo Pino
Zapata, la comuna fue creada el 22 de diciembre de 1891, pero su primer
Municipio se habría instalado recién el 6 de mayo de 190020. En otra obra se
data la fecha de la creación de la Municipalidad en 1899 y su constitución
oficial en 17 de marzo de 1900. Su primer alcalde fue don Alejandro Holzapfel
y sus primeros regidores don Enrique Valk, don Carlos Greve, don Delfín
Lavín, don Eudocio Díaz, don Enrique Thiers, don Nazario Riquelme, don
Alejandro Santander y don Manuel Burgos todos importantes vecinos
vinculados a las actividades industriales, comerciales y agrícolas de la región21.

Las preocupaciones de los alcaldes y regidores poco tenían que


ver, sin embargo, con los juegos infantiles, las rimas populares o las canciones
de cuna. Había otros problemas cuya solución exigían con cierta urgencia los
vecinos. Siguiendo un cierto orden, se podría decir que estos estaban
relacionados con los repartos de sitios, el consumo de alcohol, las
enfermedades y la eficiencia de los funcionarios públicos.

Respecto de los sitios, el problema se originaba, en la existencia


de dos planos regulares de la ciudad, uno que habría correspondido a lo que
las fuentes llaman la “ciudad antigua” y otro, elaborado en 1895 por el
ingeniero Johnson Gana, que correspondía a la “ciudad nueva”. A la falta de
coincidencia entre ambos, se agregaba la dificultad proveniente de lo
accidentado del lugar, con quebradas que no permitían la exacta medición de
los solares. De esto resultaba que había sitios de 100 metros por 25, otros de 25
por 20 y algunos de 20 por 10, con los consiguientes reclamos de parte de
aquellos pobladores que se sentían perjudicados por tan desigual distribución.
En 1905 el alcalde don Alejandro Holzapfel solicitó al gobierno el envío de
otro ingeniero para la confección de un nuevo plano que corrigiera los errores
de los anteriores y enmendara las omisiones del segundo. El alcalde había
iniciado las gestiones nombrando una Comisión de Sitios, presidida por el
mismo, que se encargaría de sentar las bases del nuevo y definitivo plan
regulador22.

20 Eduardo Pino, Carahue. La ciudad Imperial Antigua, Telstar Impresores, Temuco, 1982,
p. 36.
21 Solís y Thiers, obra citada, p. 92.
22 Oficio 254, Carahue, 26 de octubre de 1905. Archivo Regional de la Araucanía,

Gobernación de Imperial, vol. 55, fs. 237-237 vta.

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DE QUE MORIAN NUESTROS ABUELOS (1895)
He aquí las causales de muerte durante el primer año de
funcionamiento del Registro Civil de Carahue, es decir, 1895. Hemos
anotado los datos tal cual aparecen en el libro.

CAUSAS DE MUERTE NUMERO DE FALLECIDOS


Disentería 4
Tisis 8
Espasmos 5
Fiebre 15
Afección al hígado 1
Vejez 1
Empacho 1
Ataque al cerebro 1
Epilepsia 1
Ataque al corazón 1
Aplastado por un árbol 1
Ahogado en el Cautín 1
Tumor al estómago 1
Tumor al pescuezo 1
Nacidos muertos 4
Muerte repentina 3
Resfriado 1
Mal de orina 1
Alfombrilla 2
Asesinado 2
Raquitis 1
Hernia 1
Tos convulsiva 1
Tumor al pecho 1
Parálisis 1
Costipado 2
Diarreas 2
Parto 1
TOTAL 66

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Por estos mismos años el alcalde Holzapfel empezó a dar
denominación a las calles y a reglamentar el uso de algunos sitios públicos,
entre ellos el cementerio. Los problemas, sin embargo, no terminaron. Todavía
algunos años después algunos vecinos seguían reclamando sitios entregados
años antes que no aparecían registrados en los planos de la ciudad23.

De acuerdo a algunos títulos que hemos tenido a la vista, la


planta principal de la ciudad se dividió en dos sectores. La primera
correspondía a las manzanas “ubicadas hasta tres cuadras en contorno de la
plaza principal” y la segunda a todas las demás24. Cada vecino podía solicitar
por escrito el sitio vacante que le pareciera oportuno al gobernador del
Departamento, quien lo otorgaría bajo la condición construir en el término de
un año casa tejada, que tuviera por lo menos 20 metros de frente y que por
ningún motivo fuera mediagua o utilizare material pajizo. El sitio debería
también cerrarse con cerco de madera o muros de adobe, que no bajen de
metro y medio de altura, y llenarse “con ripio las veredas correspondientes al
frente y costado” del sitio. Quien no cumpliera estas normas debería
devolverlo al fisco25. Así, pues, exigiendo el cumplimiento de estas normas se
fue configurando la geografía urbana de nuestra ciudad.

El segundo problema que debieron enfrentar las autoridades


carahuinas estaba relacionado con el excesivo consumo de alcohol. A
comienzos de siglo se desató en todo el país una verdadera cruzada para
contener los efectos perniciosos que provocaba el alcoholismo. Este vicio fue
calificado como una lacra que amenazaba el futuro de Chile. El gobierno, las
organizaciones sindicales, la prensa, la Iglesia y lo que hoy día podríamos
llamar las “fuerzas vivas” de la población se empeñaron en terminar con el
mal.

En relación a este problema, se denunciaba que las tomateras


derivaban en desórdenes, robos y lesiones que comprometían la integridad

23 Varias solicitudes de este tipo se pueden ver en el vol. 64 de la Gobernación de


Imperial, en el Archivo Regional de la Araucanía.
24 Título Provisorio concedido a don Constantino Barmen en la población de Carahue,

Nueva Imperial, 14 de marzo de 1906. Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación


de Imperial, vol. 58. f. 24.
25 Ibídem. Estas normas se aplicaban a todas las ciudades del país conforme a un

Decreto del Gobierno fechado en Santiago el 24 de abril de 1885.

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física de los carahuinos. El problema afectaba no sólo a la ciudad, sino a todos
sus alrededores, particularmente a las zonas hasta donde el control de las
autoridades no llegaba con la prontitud requerida. En 1908, el subdelegado de
Tirúa, escribía al gobernador de Nueva Imperial poniendo en su conocimiento
“los grandes desórdenes y tomaduras que hay de continuo en este pueblo” con
las consiguientes “desgracias, robos, heridos, salteos” y otros males
provocados por las borracheras a las que hacía referencia. Rogaba el
subdelegado al gobernador el envío de unos cuantos soldados para contener
los excesos denunciados26. Notas de este tipo abundan en los archivos de la
época.

Las enfermedades eran otro peligro latente. La falta de higiene,


la escasez de médicos y hospitales y la ausencia de medicamentos exponían a
la población a riesgos que hoy día casi no imaginamos. A comienzos de siglo
las amenazas más temidas provenían de la viruela y el tifus. La primera
recorría la región cada cierto tiempo provocando verdadera alarma y el
segundo solía repetirse todos los años con efectos también muy lamentables.

La viruela aparecía sigilosamente en los puntos más


insospechados. Tan pronto se tenía una denuncia las autoridades aislaban los
lugares afectados e iniciaban las vacunaciones colectivas. Tenemos, por
ejemplo, una denuncia hecha en 1905, en el mes de abril, que alertó a las
autoridades locales. El subdelegado de Carahue, don Enrique Valk, ordenó de
inmediato vacunar a la población y estar alerta a los efectos de la epidemia27.
Ese año, sus efectos fueron menores; otros, en cambio, casi diezmaron a la
población. Muchas veces el problema se agravaba debido a que todo el
departamento de Imperial disponía de un solo vacunador, absolutamente
insuficiente cuando la presencia de la viruela amenazaba a los vecinos. El año
1907, dos años después del brote de 1905, ese único vacunador logró inocular a
2.508 hombres y 2.456 mujeres, sumando en total a 4.964 personas que
pudieran sortear con mas posibilidades de sobrevivencia los males de una
enfermedad que por fortuna hoy día está casi extinguida28.

26 Carta del subdelegado de Tirúa don R. Navarrete, Nehuentue, 10 de agosto de 1908.


Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación de Imperial, vol. 63, f. 100.
27 Comunicación del subdelegado de Carahue al gobernador de Imperial, Carahue, 15

de abril de 1905. Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación de Imperial, vol. 55, f.


226.
28 Memoria del Gobernador de Nueva Imperial, Nueva Imperial, 7 de febrero de 1908.

En Memoria del Ministerio del Interior, Santiago, 1908, pp. 936-937.

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La misma memoria del año 1908 hizo referencia al tifus. Según
el gobernador de Imperial, se trataba de la epidemia “que ha hecho más
estragos en este departamento”. El gobernador agregaba que el brote se
originó en la cárcel pública, “dada las malas condiciones de hijiene en que se
encuentra el edificio”, provocando una mortalidad mayor que los años
anteriores, debido precisamente al desaseo de la población29.

La eficiencia y honestidad de los funcionarios públicos fue otro


asunto que debieron enfrentar las autoridades carahuinas en los orígenes de
nuestra historia citadina. Las tentaciones eran grandes: numerosos sitios por
repartir, tierras aledañas que se podían expropiar, fortunas que se empezaban
a formar y que requerían, de vez en cuando, de alguna ayuda estatal; en fin,
tantas situaciones propias de una sociedad en plena formación. Los
gobernadores, subdelegados y alcaldes debían estar, por lo tanto, muy alertas a
cualquier situación sospechosa. La exoneración de gendarmes y policías, las
renuncias de funcionarios menores y las denuncias respecto de situaciones
poco claras eran pan de todos los días. Con todo, nuestra ciudad logró salir
adelante sin que los abusos de poder hayan perturbado su desarrollo urbano.

Había también otras cosas importantes de las cuales


preocuparse. En primer lugar, la extensión del ferrocarril de Temuco a
Carahue fue la ilusión de todos nuestros abuelos hasta 1908, año en el cual por
fin la locomotora llegó a nuestra ciudad. Casi diez años antes Gustavo
Verniory hizo los primeros estudios y ya en el siglo XX los trabajos se
consideraron impostergables. En 1907 se consideraba que el ramal a Carahue
era asunto vital para la región, habiéndose ya habilitado una boletería en la
ciudad para empezar a atender al público. Ese año se gastaron más de $ 154
mil pesos en la obra, estando casi a punto de concluirse30.

El puerto fluvial era otro asunto de permanente preocupación.


También las inundaciones que lo afectaban cuando los inviernos desataban
aguaceros que todavía recuerdan los viejos carahuinos. 1910 parece haber sido
un año particularmente lluvioso. Ese invierno cayeron puentes y se produjeron

29 Ibídem, p. 937.
30 Ibídem. p. 926.

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inundaciones que dejaron a Carahue “en un estado ruinoso, inhabitable y
peligroso”31.

Mientras tanto, la población de Carahue superaba ya los dos mil


habitantes. Según el censo de 1907, en la misma ciudad vivían 1.106 hombres y
1.145 mujeres, sumando en total 2.251 personas. En sus alrededores se
concentraba también otra interesante población, superior incluso a la urbana.
Según el mismo censo de 1907, la población rural de Carahue era de 1.365
hombres y 1.194 mujeres, sumando en total 2.559 pobladores rurales32.
Después de Nueva Imperial, Carahue era el centro urbano más importante del
sector y su comuna una de las más poblada.

Así transcurría la vida en nuestra ciudad en sus primeros años


de existencia. Un listado de las acciones emprendidas por la Ilustre
Municipalidad hasta 1930, tomada del Albún Guía del Centenario de Temuco
(1881-1931) de Oscar Arellano, complementa la información que hemos venido
entregando33.
***

NOTA DEL EDITOR: A continuación, se presenta un listado de los primeros


Gobiernos Municipales de Carahue:

1900-1903
17 de marzo de 1900. Sesión preparatoria de constitución de la Ilustre
Municipalidad de Carahue.
6 de mayo de 1900. Sesión de instalación de la Ilustre Municipalidad.
Alcalde: don Alejandro Holzapfel.
Municipales: don Enrique Valk, don Carlos Greve, don Delfín Lavín, don
Eudocio Díaz, don Enrique Thiers, don Nazario Riquelme, don Alejandro
Santander y don Manuel Burgos.
Trabajos: Fija los límites urbanos de la ciudad. Organiza los servicios de
matadero y abasto. Organiza los servicios de policía y salubridad. Levanta
el primer rol de patentes. Organiza el primer cobro de contribuciones.

31 Carta del subdelegado de Carahue, Carahue 5 de julio de 1910. Archivo Regional de


la Araucanía, Gobernación de Imperial, vol. 66, f. 48.
32 Censo de la República de Chile de 1907, Imprenta Universo, Santiago, 1908, p.1093.
33 Este resumen aparece entre las pp. 307 y 312.

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Organiza los registros electorales, los servicios del cementerio e inicia los
arreglos de las calles.

1903-1906
Se inicia este segundo período municipal el 3 de mayo de 1903.
Alcalde: don Alejandro Holzapfel.
Trabajos: Intensifica la campaña de higiene pública. Dicta un reglamente
para el cementerio. Solicita la extensión urbana denominada “Parque
Municipal”. Propicia la visita de médicos dos veces al mes para la atención
de los pobres. Da denominación a la calles y continúa sus arreglos. Solicita
al Supremo Gobierno impulse las obras del ferrocarril de Temuco a
Carahue.

1906-1909
Se inicia este tercer período el 6 de mayo de 1906.
Alcalde: don Alejandro Holzapfel.
Trabajos: Solicita al Supremo Gobierno la creación de nuevas escuelas, una
oficina de giros postales, la Caja Nacional de Ahorros y la Subdelegación
de Carahue. Practica dragado del bajo “Ruca Diuca” y continúa el arreglo a
las calles.

1909-1912
Se inicia este cuarto período municipal el 2 de mayo de 1909.
Alcalde: don Alejandro Holzapfel.
Trabajos: Incluye los predios indígenas en el rol de avalúos de
contribuciones. Comisiona al alcalde para que personalmente agite en
Santiago la elevación a subdelegación del “Distrito de Carahue” y la
anexión a este distrito de Nehuentue, quedando como cabecera el pueblo
de Carahue. Solicita al Supremo Gobierno una draga para los trabajos de
“Ruca Diuca”. Proyecta el alumbrado a gas acetileno. Continúa arreglos de
las calles.

1912-1915
Se inicia este quinto período el 5 de mayo de 1912.
Alcalde: don Jorge Valk.
Trabajos: Rectificó el plano de la ciudad. Instala el alumbrado público a gas
acetileno. Abre varias calles que estaban cerradas y se continúa el arreglo
de otras. Restituyó a la Municipalidad algunos terrenos ocupados

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ilegalmente por particulares. Solicitó al Supremo Gobierno el
ensanchamiento de la comuna por el norte, a continuación de “Casa
Blanca” y se le reiteró la petición de la creación de la subdelegación. Se
proyectó un puente en calle Villagrán, que uniría el centro con el llamado
“Pueblo Nuevo”.

1915-1918
Alcalde: don Eudocio Díaz.
Trabajos: Designa una comisión compuesta por los señores Adalberto
Santander, Eulogio Figueroa, Eduardo Holzapfel y Julio Valk para que se
trasladen a Santiago con el fin de obtener la suspensión de la medida por la
cual se reducían los límites comunales, comisión que tuvo pleno éxito. Esta
misma comisión consigue la creación de la subdelegación.

1918-1921
Alcalde: don Alejandro Holzapfel.
Trabajos: Se oficia a la comuna de Nehuentue a fin que suspenda cobros de
contribuciones que corresponden a Carahue. Defiende ante el Supremo
Gobierno los derechos municipales contra algunos particulares que
pretendían el remate público del terreno cedido para “Parque Municipal”.
Designa administrador del Cementerio Municipal a don David Álvarez.
Impulsa arreglos y reparaciones de calles.

1921-1924
Alcalde: don Laureano Mora.
Trabajos: Solicita los servicios del vacunador de Imperial. Resuelve
construir un matadero a orillas del río Imperial. Solicita al Supremo
gobierno un terreno necesario para el Matadero Municipal. Acordó una
subvención municipal a la Caja Nacional de Ahorros, por $ 50 mil
mensuales, desde agosto a diciembre de 1921.

1924-1927
Alcalde: don David Álvarez
Trabajos: Obtiene del Supremo Gobierno la promesa de construir dos
escuelas modelos; se hacen los estudios del caso, pero no se construyen
durante esta administración municipal. Reorganiza la Policía Comunal.
Impulsa vigorosamente los arreglos de calles, y de una manera especial el
“Puente de Tierra” de la calle Villagrán.

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1927-1928
Primera Junta de Vecinos. Alcalde: don Guillermo Chaparro. Vocales: don
Alejandro Santander y don Jermán Haupt. Inicia su gestión el 6 de junio de
1927 y concluye el 12 de enero de 1928.
Trabajos: Arregla definitivamente las finanzas municipales. Obtiene del
Supremo Gobierno el dragado de “Ruca Diuca” y la instalación de la Caja
de Ahorros.

1928-1930
Segunda Junta de Vecinos. Alcalde: don David de la Maza Larenas.
Vocales: Alejandro Santander y don Jermán Haupt. Inicia su gestión el 12
de enero de 1928 y concluye el 15 de julio de 1930.
Trabajos: Promulga el código de Policía Local. Reglamenta el
funcionamiento de los establecimientos de comestibles, carnicerías,
chancherías, cocinerías, panaderías y cantinas. Dicta Reglamento y arancel
del Cementerio. Liquida todos los juicios pendientes. Levantó un rol de
avalúos. Solicitó al Supremo Gobierno agua potable y alcantarillado.
Impulsó los arreglos de calles y plazas.

1930
Tercera Junta de Vecinos. Alcalde: don Guillermo Muñoz. Vocales: don
Trinfo Leal y don Luis Salas Díaz. Inicia su gestión el 15 de julio de 1930.
Trabajos: Reorganiza los servicios administrativos. Levanta el 10º Censo
Nacional (1930). Nivela la Plaza Chile y construye su kiosko. Arreglo de la
calle que conduce al Hospital y ripiadura de varias otras. Aumenta el
alumbrado eléctrico. Renumera la población en trabajo costeado con
fondos municipales. Rectifica y completa el rol de contribuyentes.

***

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CARAHUE Y SU HISTORIA
XVII

CARAHUE
UN SIGLO DE HISTORIA 1910 - 2000
Jorge Pinto Rodríguez

Al finalizar el siglo XX Carahue tiene alrededor de 8 mil


habitantes y la comuna unos 27 mil1. En poco más de cien años el caserío de
ranchos pajizos y viviendas a medio construir, de apenas unos cien habitantes,
se ha convertido en una ciudad intermedia con avances muy evidentes, pero
con limitaciones que aún no logra superar.

Es, desde luego, una comuna con altos índices de pobreza, con
centros urbanos y villorrios que no logran retener a la población y con
expectativas que muchas veces se marchitan. La agricultura sigue siendo su
principal actividad. de acuerdo a los datos censales de 1992, unas 4.200
personas trabajan en ella, representando el 57 % de la fuerza laboral. El
comercio sigue siendo la segunda actividad, con unos 736 comerciantes que
satisfacen la demanda local. El resto de las ocupaciones se distribuyen entre el
servicio doméstico, los servicios públicos, el transporte y la construcción2.

¿Qué pasó con Carahue? ¿Por qué la ciudad y la comuna no


lograron despegar como otras de la región? ¿Qué ocurrió con el puerto de la
Araucanía?
En cien años se tejió una larga historia que explica lo que ocurrió
con nuestra ciudad. Aunque ésta no progresó en los términos esperados, no

1 Datos del censo de 1992. La comuna de Carahue tenía en 1992 los siguientes
delegaciones con la población que se indica. Carahue, 7842 habitantes; Trovolhue,
1.949; Nehuentue, 769; Tranapuente, 269; Villa las Araucarias, 120 y Pancul, 90. Por
nuestra gente, Cuenta Pública 1998. Ilustre Municipalidad de Carahue, Carahue, 1998, p
10.
2 Ibídem, p. 10. Respecto de la extrema pobreza, Carahue ocupa el 5 lugar, después de

Galvarino, Puerto Saavedra, Lonquimay y los Sauces, con un 27 % de población en esa


situación.

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desapareció y hoy día sigue siendo uno de los centros urbanos más típicos de
la vieja Araucanía.

Lo del puerto de la Araucanía se frustró. Las dificultades que


ofrecía la navegación del río y la barra en su desembocadura se convirtieron en
escollos insalvables que prontamente desplazaron la atención hacia el
ferrocarril. La estación que se inauguró en 1908 volcó el tráfico hacia Temuco y
poco a poco la capital regional empezó a absorber a Carahue. A la larga,
resultó paradojal que una obra en la que tanto empeño pusieron los carahuinos
terminara convirtiéndose en un factor que limitó su propio desarrollo.

En efecto, con la llegado del ferrocarril, el tráfico se dirigió hacia


Temuco, ratificando no sólo su condición de capital regional, sino
convirtiéndolo en un punto neurálgico por el cual pasaban todos los productos
de la zona. Temuco se transformó así en un verdadero emporio, dinámico y
emprendedor. De haberse mantenido Carahue como el gran puerto de la
Frontera, ese lugar lo habría ocupado nuestra ciudad, desplazando a Temuco y

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LA CONSTRUCCION E INCENDIO DE LA CASONA

Uno de los
acontecimientos que más
llamó la atención de los
carahuinos cuando la
ciudad recién empezaba a
vivir la segunda década del
siglo XX, fue la
construcción de la Casona.
Este verdadero edificio
público, emplazado en el
segundo piso de la ciudad, de cara al actual puente colgante, fue mandado a
construir por el empresario español don David Villagrán, iniciándose sus obras
en 1914 para quedar concluida dos años más tarde, en 1916. Su arquitecto y
constructor fue don Pedro Aguayo, avecindado en Puerto Saavedra. La gente
recuerda que las maderas de pellín, laurel y raulí fueron traídas desde
Trovolhue, por el río Moncul. Desde Francia don Juan Landerretche trajo las
planchas de fierro galvanizado, las que fueron estampadas con el martinete de
don Luis Cosh en el mismo Carahue. Más asombro provocó todavía la llegada
por barco de los finos muebles, lámparas, espejos y vajilla traídos también del
Viejo Continente. Pocos saben que la copa del torreón guardó un listado de los
obreros que en ella trabajaron, los costos de la construcción, las monedas de la
época y los vinos que se consumían.

La Casona fue durante muchos años un símbolo arquitectónico


de Carahue. Algo deteriorada se mantuvo desafiante a los cambios de la
segunda mitad del siglo XX, albergando en sus últimos años a un restaurante
que llevaba el mismo nombre que la hizo famosa: La Casona. Hoy ya no existe.
El 7 de marzo de 1994 fue incendiada por tres sujetos con el propósito de cobrar
un seguro de 20 millones de pesos contratado con anterioridad. Pertenecía
entonces a doña Mina Fiedler Villablanca, descendiente de su primer dueño.
Con su desaparición se fue una época de grandeza que la ciudad intenta
recuperar.

Fuente: “La Arquitectura” de Gonzalo Cerda, publicado en Carahue, La Antigua


Imperial, p. 120 y “Cadena Perpetua para 3 sujetos que incendiaron casa
histórica”, Crónica de El Mercurio de Santiago, 19 de junio de 1996.

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volcando el tráfico hacia la costa. Puerto Saavedra y Nehuentue habrían sido
también otra cosa y nuestro paisaje urbano habría cambiado radicalmente.

Lo anterior se explica también por las dificultades que ofrecía la


navegación. En realidad, cuando los carahuinos del 900 pensaban en el
ferrocarril, suponían que nuestra estación se convertiría en el punto de llegada
de todos los productos regionales que se juntarían en Carahue para iniciar por
barco su viaje a los mercados externos. Nuestra ciudad sería, así, el gran puerto
exportador de la Araucanía. Y si por él salían sus productos, por él también
entrarían los consumos regionales, transformando a Carahue en un puerto
comparable a Valparaíso o Talcahuano.

Por eso la llegada


del ferrocarril fue recibida con
verdadero alborozo. El día en
que apareció la primera
locomotora en Carahue fue día
de fiesta y grandes ilusiones. El
diario El Imperial expresaba su
euforia señalando que “una
salida al mar es un mercado de
manera pues que el ferrocarril
de Temuco a Carahue y la
navegación cómoda y fácil por el
río Imperial abre a esta región de la Frontera un vasto horizonte industrial y
comercial”3.

Tan grande fue el entusiasmo que de inmediato se inició la


discusión en torno a la conveniencia o inconveniencia de extender el ferrocarril
a la costa. Al margen de los sueños de los costinos, que ya se imaginaban
transformados en pobladores de un puerto de incontenible progreso,
prontamente se desataron las disputas entre Puerto Saavedra y Nehuentue.
¿Donde establecer el terminal ferroviario de la Frontera? La polémica duró casi
20 años, años que la discusión paralizó las obras y demostró su inconveniencia,
sepultando una alternativa de desarrollo que chocaba, además, con las
dificultades que ofrecía la navegación. Todo se fue confabulando para que de

3 Citado por Pino, obra citada, p. 38.

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punto de llegada y partida de todos los productos de circulación regional,
nuestro tendido ferroviario se convirtiera en un modesto ramal del ferrocarril
central.

LA CRECIDA DEL 22
Los recuerdos de don Guillermo Valck

“A mediados del mes de julio de 1922 se produjo la crece más alta


conocida del río Imperial. Aumentaba 30 centímetros por hora.
Llegó a 10 metros sobre su cauce normal, quedando 40 cm. sobre la
línea férrea de la estación.”

La importancia administrativa de Temuco, los servicios


concentrados en la capital regional, los bancos y los agentes de las principales
casas comerciales fueron acentuando su importancia en el contexto regional,
impidiendo que Carahue pudiese competir con ella. Desde muy temprano el
éxodo a Temuco fue una posibilidad que los carahuinos tuvieron que tener en
cuanta.

Con todo, hasta los años 40 o 50, Carahue vivió una época de
relativo esplendor. Todavía se practicaba la navegación por el río Imperial, el
ferrocarril agilizaba la vida y la crisis del 29, que tanto afectó al país, reactivó
una actividad minera asociada al oro que también contribuyó a darle
movimiento a la ciudad y a toda la comuna. Un historiador regional se refirió a
estos hechos en términos muy elocuentes, escribiendo lo siguiente:

“Una nueva y gozosa nota de confianza en el porvenir surgió


cuando la actividad de los lavaderos de oro de Santa Celia,
Dinamarca, Los Corrales y Chacaico hicieron revivir la fama de sus
esteros que desde los tiempos hispánicos esperaban a los
buscadores de fortuna. Al llegar la década del 40 unos dos mil
trabajadores sumaban sus esfuerzos y en cada mes de labor extraían
varios kilos del apreciado mineral que junto con darle alas a la
leyenda de riquezas inagotables ponían a la región a la misma

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altura de la provincia de Coquimbo en la estadística de la
producción de oro, con altas leyes”4.

Aunque en los años siguientes esta actividad declinó, fue sin


duda el oro carahuino otro motivo de interés para nuestros vecinos cuando
corría la primera mitad del siglo XX.

Hacia 1930 Carahue había alcanzado un cierto desarrollo. El


Albún-Guía del Centenario de Temuco (1881-1931) de Oscar Arellano, publicado
precisamente ese año da cuenta de la existencia en Carahue de prósperos y
modernos negocios, un hotel y varias industrias que se aprecian muy activas5.
Entre los primeros destacan los de Valk Hermanos, cuyas ofertas en ventas al
por mayor y por menor los colocaba tal vez a la cabeza de los comerciantes
carahuinos. La tienda de don Ignacio Molina le ofrecía se dedicaba más bien a
la venta de géneros, almacén y abarrotes y La Primavera, de don Guillermo
Muñoz se anunciaba como paquetería con gran surtido en géneros, camisería y
sombrerería. Por último, se anunciaba también la panadería Vascongada, de
don Carlos Zavala, ubicada en la calle Pedro de Valdivia, que ofrecía un
servicio de reparto a domicilio, asegurando contar con espléndidas
instalaciones aseguraban prestigio y seriedad. Todas tenían teléfono y casilla
de correos.

El mismo Albún-Guía anunciaba el mejor hotel de la ciudad:


Hotel Carahue, de don Juan Briones, instalado frente a la plaza de armas, con
teléfono y casilla. Su dueño ofrecía cocina chilena y una atención especial
hecha por el mismo. Disponía de piezas para viajeros, departamentos
especiales para familias y en el verano una gran novedad: un servicio especial
de góndolas a Puerto Saavedra. Según el Albún-Guía. El Hotel Carahue reunía
todas las exigencias de emanaban del Ministerio de Fomento.

Respecto de las industrias, destacan los molinos de Stanke y


Schlaeger, el de Antonio Konig y el de los Hermanos Valck. Todos se
anunciaban como industrias modernas, capaces de competir en cualquier
mercado. Junto a ellos estaba la Empresa de Luz Eléctrica de don Enrique

4 Pino, obra citada, p. 40.


5 Del Albún-Guía de Arellano, véase pp. 313-320.

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Thiers, que disponía, además, de un depósito de la cerveza de Valdivia y los
mejores vinos y licores embotellados.

Disponemos, también, de otra fuente de información preparada


en 1937 que nos permite apreciar los cambios que se habían producido veinte
años después de lo que relata don Guillermo Valck y siete de lo que anunciaba
el Albún- Guía de Arellano del año 30. Las diferencias saltan a la vista.

Se describía, en primer lugar, a Carahue como una de las


comunas más pintorescas de la provincia de Cautín. Era su alcalde don
Antonio Álvarez Sáez y sus regidores la señorita Edelmira Mora, don Trinfo
Leal y don Carlos Gottschalk. De acuerdo al relato que vamos siguiendo, sus
principales preocupaciones eran llevar adelante las obras de progreso que
demandaba la ciudad, construir nuevas escuelas, instalar la red de agua
potable y construir el puente sobre el río Imperial. La Municipalidad había
logrado convencer a los vecinos de la necesidad de dar juntos la lucha para
conseguir estas obras, para lo cual constituyó un Comité de Vecinos que se
entrevistaron con varios ministros de estado para plantearles sus
requerimientos6.

Carahue tenía entonces dos escuelas de hombres y dos de


mujeres, con una matricula aproximada de 400 alumnos cada una. Según las
autoridades, las cuatro funcionaban en lugares inadecuados y antihigiénicos,
razón por la cual era de primera necesidad construir nuevos edificios para que
los muchachos y muchachas se educaran como corresponde.

Tan urgente como construir esas escuelas era dotar a Carahue


de agua potable. Hacia esos años, nuestros vecinos obtenían el agua de pozos

6 Albún del Cincuentenario del Departamento de Imperial, Nueva Imperial, 1937, p. 32.

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insalubres que ponían en peligro
su salud. “El agua en abundancia
DE QUE MORÍA LA GENTE es un elemento indispensable en la
Listado de las causales de los vida de un pueblo, a tal punto que
fallecimientos ocurridos en 1942 su escasez o su desaparecimiento
puede llegar hasta paralizar toda
Enfermedades Fallecidos (en %) actividad humana”, decían los
Nefritis 2
carahuinos en 1937, y por eso
Fractura al cráneo 4
insistían en dotar a la ciudad de
Catarro intestinal 38
Bronconeumonía 12 agua potable. Por la proximidad
Tuberculosis pulmonar 12 de los ríos Damas e Imperial,
Contusiones internas 2 concluían en su demanda, no será
Marasmo senil 4 gravoso para el gobierno
Neumonía 2 emprender esta obra que con tanta
Epilepsia 2 urgencia reclama la ciudad7.
Parálisis 2
Ulceras al estómago 2 El puente sobre el
Disentería 2
río Imperial era la tercera obra que
Debilidad 2
reclamaban los carahuinos. La
Colitis 2
Ahogados 4 construcción de ese puente frente
Tifoidea 2 al balseadero “Herrera”, sería el
Bronquitis 2 punto de entrada al Budi, Puerto
Domínguez y Puerto Saavedra,
Fuente. Libro de Registro de Defunciones, 1942. con los consiguientes beneficios
Archivo del Registro Civil de Carahue. Se han por las posibilidades de atraer
anotado las causales de fallecimiento tal cual
turistas. Los vecinos
aparecen en el registro. Estos datos corresponden
a un muestreo al azar. argumentaban que “cuentan con
inmensos paisajes por los paseos
que pueden hacerse a las riberas de sus feraces ríos y otros lugares importantes
y dignos de ser observados”8.

En ausencia del puente, el cruce del río se hacía gracias al


servicio de seis balseros, cuyos labor se hacía absolutamente insuficiente para
el tiempo de las cosechas. Según las informaciones de la época, el tránsito para

7 Ibídem, pp. 32-33.


8 Ibídem, p. 33.

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las carretas se iniciaba a las 3 de la madrugada y se cerraba para la población a
las 4 de la tarde. El puente era considerado una obra impostergable.

Para fines de los años 30 ya se había terminado la construcción


del Hospital, obra que se logró gracias a la iniciativa de un grupo de señoras
de Carahue y que contó con el respaldo de la Municipalidad. Disponía de dos
salas comunes, una maternidad y un pensionado. Encargado a la Beneficencia,
era dirigido por el Dr. Víctor Trucco. Además del Hospital, Carahue contaba
con un Policlínico Municipal que funcionaba en el mismo edificio de la
Tenencia de Carabineros, funcionamiento que había sido autorizado por la
Jefatura de Carabineros de Imperial en retribución a los gastos que había hecho
la Municipalidad en la construcción del edificio9.

Con la cooperación de la Municipalidad y un Comité de vecinos


acaudalados se había creado, además, una banda de músicos que amenizaba
los paseos por la plaza y que contaba con la simpatía unánime del pueblo. Su
participación en los desfiles públicos era también muy reconocida,
acompañando con sus sones el paso de los bomberos, boy scouts y estudiantes
carahuinos que lucían sus mejores galas los 21 de mayo y 18 de septiembre.

Carahue tenía también un club de tenis, una asociación de fútbol


que registraba siete clubes y un comercio muy activo. Entre las principales
casas comerciales destacaban Almacenes La Chilenita, fundado en 1921 y que
funcionaba en la calle Pedro de Valdivia, frente a la plaza, ofreciendo un
completo surtido de tejidos de lana, seda, algodón, calzado, paquetería en
general y productos de ferretería, cristalería y abarrotes surtidos. Su dueño era
don Pedro Segundo Sepúlveda Conejeros. Almacenes La Chilenita era un
verdadero emporio, preludio de las grandes tiendas que aparecerían a fines del
XX. Otros negocios importantes eran el Emporio Central, de don Rosamel Ortiz,
que atendía a sus clientes en la calle Lautaro 367, y el Emporio San Salvador, de
don Salvador Álvarez, cuyo surtido en abarrotes, vinos y harina le permitía
ofrecer al público los mejores precios de la plaza. Además de los anteriores, los
viejos carahuinos deberán recordar la Tienda y Almacén Lautaro, de don José
Jiménez, la Zapatería Francesa de don Juan Landarretche y la Botica Carahue, de

9 Ibídem, p. 33.

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doña Florencia Concha, atendido por personal técnico profesional encargado
de despachar las recetas con la prontitud que requerían los enfermos10.

En la década del 30 existía también un servicio telefónico más


difundido, que permitía a algunos vecinos y a las principales casas comerciales
disponer de teléfonos particulares. Así mismo, gracias al empuje de don
Enrique Thiers, la ciudad contaba con un servicio eléctrico desde 1925. En 1928
don Enrique consiguió una nueva concesión por treinta años con el
compromiso de mantener un servicio eficiente y económico para los usuarios.
Ese año se comprometió a mantener el servicio eléctrico en la misma ciudad y
en sus alrededores, fijando como radio para la primera los siguientes
deslindes: por el norte el estero Damas, por el oeste el río Imperial, por el sur la
línea del ferrocarril a Temuco y su prolongación en dirección oriente-poniente,
y por este una paralela a la calle Bulnes, trazada a 500 metros al este. El señor
Thiers debía suministrar también energía eléctrica para uso industrial a todos
los establecimientos que lo solicitaran11.

Las obras portuarias eran también otro factor de desarrollo


local. Las autoridades de Santiago enviaban permanentes recursos para
agilizar el tráfico marítimo. Aunque el tráfico ferroviario por Temuco estaba
alcanzado ya bastante intensidad, todavía Carahue era el puerto de la Frontera.
En 1937, por ejemplo, se realizaron obras en Puerto Saavedra y Trovolhue, con
el expreso propósito de favorecer el tráfico marítimo por el río Imperial hasta
Carahue12.

Con hospital, escuelas públicas, matadero, cementerio, un


comercio dinámico, una estación ferroviaria y puerto para la navegación
fluvial, banda de músicos, teléfonos, luz eléctrica, una tenencia de carabineros
y una municipalidad muy activa, Carahue era hacia 1940 una pequeña ciudad
que empezaba a dejar atrás la historia de los pioneros y que gozaba de todos
los beneficios a los que podía aspirar un centro urbano del Chile de los tiempos

10 Ibídem. Para la redacción de estas noticias sobre las casas comerciales se han usado
el avisaje del Albún del Cincuentenario.
11 Boletín de Leyes, Santiago, 1928, pp. 775-779.
12 Memoria de la Dirección General de Obras Públicas, 1937, Imprenta La Ilustración,

Santiago, 1938, pp. 106-107.

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TESTIMONIO DE UN CARAHUINO DEL 38
Conversaciones con don Armando Huenchual Currifuta
Entrevista de Giancarlo Bucchi, Carahue, junio-agosto de 1999

“Yo nací el año treinta y ocho, pero no en el hospital, había


entonces matronas campesinas. Mi padre se llamaba Onofre Domingo
Huenchual Levio. Mi madre se llamaba Lorenza Currifuta, muy linda madre,
en el nombre de Dios. Hernán Thiers la conoció. A mis dos viejos los conoció”.

“Mi madre era una de las que hablaba muy bien el castellano.
Mi padre era de Colico. Se llamaba Tchanleufu, donde se juntan dos ríos, ahí
en Colico. Mi madre era de Chanco, arriba, yendo para Santa Celia. Mis padres
hicieron un matrimonio muy hermoso. A mi padre nunca lo vi discutir una
palabra. Ese amor. Mi padre era muy trabajador, sembraba cualquier siembra.
Se hacía un mingaco, lo que decía el papá aceptaba la mamá, y lo que decía la
mamá aceptaba el papá. Y se hacía el trabajo”.

“Yo me casé de 25 años. Lo poco que sembrábamos lo


trillábamos. Lo trillábamos a palo. Y después se terminó el palo. Llegó la
civilización y empezamos a trillar a bestia, a caballo. Después llegó la máquina
de planta, con motor a vapor. Y así, ahora todo es automotriz. La ciudad ha
servido de mucho. Y porque llegó la ciudad yo se hablar el castellano”.

“Yo hallo que la llegada de la ciudad es muy bueno para el


adelanto, pero nos achicaron la tierra. Eso no fue muy bueno. Ahora nos
preocupamos de sembrar más. Aquí se sembraba tan poco. Una familia
sembraba dos almudes de trigo y uno de cebada. Después llegó la papa. Uno
no conocía tanto la papa como ahora. Andábamos a pata pelá, con un
chamalcito de lana entonces.”

en que asumía la presidencia de la República don Pedro Aguirre Cerda. Con


evidente muestras de modernidad, seguía conservando, sin embargo, resabios
de la antigua vida fronteriza que recordábamos recién, al menos en la memoria
colectiva.

Uno de esos resabios era el bandolerismo. Hacia 1940 todavía


operaban en la zona algunas bandas, envueltas en un hálito de misterio y de

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cierta admiración por parte de lugareños que las veían aparecer como ráfagas
de viento. Todavía hacia 1940 las andanzas de bandoleros y cuatreros eran
comentadas en Carahue como si fueran ocurrencias diarias.

INSTITUCIONES Y ORGANIZACIONES SOCIALES DE CARAHUE


Del libro Carahue, La Antigua Imperial, Myriam Hernández, editora, y otros testimonios

INSTITUCIONES FECHA DE FUNDACIÓN

Bomberos de Carahue 15 de noviembre de 1910


Sociedad de Socorros Mutuos de Carahue 1 de mayo de 1911
Club Deportivo Enrique Valk 1 de noviembre de 1920
Sociedad de Beneficencia de Señoras de Carahue 9 de enero de 1921
Audax Deportivo de Carahue 8 de octubre de 1924
Asociación de Fútbol de Carahue 25 de agosto de 1936
Club Deportivo Ferrovilla 9 de diciembre de 1944
Rotary Club de Carahue 16 de marzo de 1946
Club de Pesca y Caza “Caleuche” 20 de febrero 1951
Cruz Roja de Carahue 25 de agosto de 1960
Liceo de Carahue 4 de mayo de 1965
Club del Rodeo Chileno de Carahue 10 de mayo de 1965
Coro de Profesores de Carahue 25 de mayo de 1968
Teatro Experimental Municipal 1969
Conjunto Lafkenche 4 de mayo de 1981
Club de Leones de Carahue 24 de mayo de 1982
Club de Cuecas “Espuelas del Sur” 20 de octubre de 1983
Radio Angel F.M. 14 de septiembre de 1988
Club de Cueca Copihue Lafken 14 de marzo de 1989
Liceo Comercial de Carahue 4 de abril de 1990

Un acontecimiento que marcó a los carahuinos de esos años fue


una visita de la Escuela Militar y el Regimiento Tucapel para ejecutar las
maniobras de campaña. Debió ser en 1940, recuerda don Jorge Navarrete.
Entonces la calle Urrutia se llamaba Calle Larga y era la principal del pueblo.
Recién Carahue empezaba a traspasar el “puente de tierra” que comunicaba el
segundo piso con el tercero y ya estaba en plena decadencia “la fiebre del oro”,

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que había consolidado a las Villas Damas y Estación, en las riberas del río13. La
fiebre del oro se había desatado en los años 20, especialmente con la fundación
de la Compañía Minera de Carahue, que empezó a funcionar entre 1923 y 1924,
trayendo a muchos inmigrantes y dando trabajo a muchos carahuinos14.

Conocí Carahue en 1941 ó 1942, cuenta otro testigo de esa época.


Fui en tren, bordeando el río.

“Temuco era una ciudad de unos 30 ó 40 mil habitantes.


Carahue parecía entonces apenas una aldea de dos pisos: la Villa
Damas en la ribera del río y la ciudad propiamente tal que se
encontraba en el segundo piso. Villa Damas estaba en una llanura
ribereña muy expuesta a las inundaciones, a pesar de lo cual junto a
la estación y al embarcadero se notaba gran actividad. Fue un viaje
inolvidable: las carretas, los bueyes, el comercio y esa febril
actividad que se notaba en sus bodegas y en las tiendas del segundo
piso daban a Carahue un atractivo especial”15.

Por entonces, las tragedias cotidianas de Carahue eran las


crecidas del río, las inundaciones y una que otra sequía. Poco más ocurría en
una ciudad de unos cinco mil habitantes que desafiaban al viento en los tres
pisos que ya empezaban a darle forma. En la década del 40 se produjeron, sin
embargo, tres hechos que calaron muy hondo en la ciudad y, en cierto modo,
cambiaron el giro de su historia: nos referimos al incendio del fundo Santo
Domingo y los naufragios del Cautín y del Helvetia, ocurridos uno detrás del
otro con apenas dos meses de diferencia.

El incendio del fundo Santo Domingo ocurrió el 10 de febrero de


1944. Según la señora Juana Baeza Herrera, testigo presencial de los hechos, las
llamas se desataron como a la 1 de la tarde por causa de un fuego encendido
por unos recolectores de miel que no tuvieron la precaución de apagar bien.
Doña Juana, que había nacido en Victoria en 1924, tenía entonces unos 20 años.

13 Testimonio de don Jorge Navarrete Solís, entrevistado en enero de 2000 por Jorge
Pinto.
14 Jorge Navarrete Solís, La fiebre del oro en Carahue, inédito. Agradecemos a su autor

habernos permitido consultar este trabajo.


15 Testimonio de Pedro Riffo, entrevistado en 1999 por Jorge Pinto.

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Estaba casada con don Pedro Ramírez Torres, encargado de los aserraderos del
fundo, propiedad de don Genaro Concha y administrado por don Roberto
Pacheco.

El fuego, cuenta la señora Juana, empezó al medio día y se fue


esparciendo rápidamente por las raíces secas de los árboles por causa de un
puelche que agitó las llamas. En un par de horas, el fundo estuvo envuelto en
llamas. Se quemaron los galpones, las casas de los inquilinos, los establos y la
madera que se había recolectado16.

“Yo veía como todo se quemaba, cuenta con lágrimas en los ojos
la señora Juana. Me dijeron que me fuera, pero como yo creo en
Dios y la Santísima Virgen, le pedí que protegiera mi casa y dije que
no me iría. Guardé mis cosas, vi como cayó el molino envuelto en
llamas y como se quemaban las casas tal cual si las hubiesen
rociado con parafina. Mi marido se tiró por el río y ahí estuvo el
resto del día, hasta la media noche, cuando pudo salir libre ya de
las llamas. Perdió toda la ropa que llevaba, salvo su mate, la yerba y
el azúcar que protegió como hueso santo”17.

La mayoría de los trabajadores escaparon hacia una vertiente


que hoy día la gente llama “Agüita de los Muertos”, pues allí quedaron
atrapados sin poderse salvar. El fuego duró toda la tarde. Según la señora
Juana, murieron 23 personas, 21 están enterradas en una tumba colectiva del
pasillo central del Cementerio Antiguo, contigua al patio 4, levantada por la
Sociedad de Socorros Mutuos Carahue, bajo una lápida que lleva una inscripción
sin nombres, con una referencia genérica a “los 21 mártires del trabajo” del
incendio del fundo Santo Domingo. Ese día, recuerda el hijo de la señora,
Juana, ardió la montaña18. Tenía once años, cuenta otro testigo, y vi llegar los
cadáveres al Hospital Viejo, donde está actualmente el Liceo, porque en ese
tiempo vivía a dos cuadras de allí, en la calle Almagro. Había mucho dolor en

16 Testimonio de la señora Juana Baeza Herrera, entrevistada en enero de 2000 por


Jorge Pinto.
17 Ibídem
18 Testimonio de don Juan Ramírez Baeza, entrevistado en enero de 2000 por Jorge

Pinto. Don Juan nació en Carahue, diez años después del incendio; sin embargo, desde
niño escuchó a sus padres el relato de estos hechos.

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la gente19. Venían como chanchitos embarrados después de haberse revolcado
en el barro, concluye otro vecino de esos años. Fue tremendo20.

“En ese tiempo era regidor y corresponsal de El Diario Austral,


cuenta don Mariano del Picó. Con otras autoridades de Imperial
requisamos el camión de don Manuel García, el único que había en
Carahue, y partimos al fundo Santo Domingo. El camino estaba
muy malo y bloqueado por los árboles quemados que habían caído
por efecto del incendio. Al fin, tuvimos que hacer a caballo los
últimos kilómetros. Por el camino nos fuimos encontrando con las
carretas que traían a los muertos y heridos. Fue impactante. Como
no teníamos máquina fotográfica, ni rollos, desde el diario me
mandaron una cámara con un rollo usado que consiguieron en Los
Ángeles. Con ella tomé las primeras fotos que aparecieron en El
Austral. Los heridos sumaron más de cien, 107 si mal no recuerdo.
La actual iglesia San Pablo estaba en plena construcción.
Habilitamos un piso y allí velamos a los muertos. Fue una
inauguración muy dolorosa. Hubo después mucha polémica por las
causas del incendio, pero se comprobó que fue por el fuego que
hicieron unos recolectores de miel”21.

Al año siguiente, en 1945, se celebró en Carahue el Congreso


Mariano, encabezado por el obispo de Temuco, Menchaca Lira. Asistió gente
de todo el país. Las ceremonias se realizaron en la plaza, alcanzando una
solemnidad pocas veces vista en nuestra ciudad. Carahue se transformó poco
menos que en el centro de Chile22. Con todo, las desgracias de la década
estaban recién comenzando.

El hundimiento del Cautín, la segunda tragedia de los años 40,


se produjo el 19 de enero de 1948 en circunstancias muy dramáticas. Fue año

19 Testimonio de don Germán Bustos. Entrevistado en enero de 2000 por Jorge Pinto.
Don Germán, profesor titulado la Escuela Normal de Victoria, nació en Carahue en
1933.
20 Testimonio de don Octavio Sepúlveda. Entrevistado en enero de 2000 por Jorge

Pinto.
21 Testimonio de don Mariano del Picó. Entrevistado en noviembre de 1999 por Jorge

Pinto.
22 Testimonio de don Jorge Navarrete Solís, ya citado.

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bisiesto y había partido con siniestros presagios: nada bueno se puede esperar
cuando florecen las quilas y ese verano los carahuinos vieron flores en sus
ramas23.

Como todos los años, ese 19 de enero numerosos peregrinos se


dirigieron a Puerto Saavedra para estar presente, al día siguiente, en la fiesta
de San Sebastián. Ese día, después de la llegada del tren de Temuco, Carahue
se llenó de gente que esperaba ansioso el zarpe del Cautín. La partida estaba
prevista para las 7 de la tarde, tan pronto llegara el tren; sin embargo, recién
pudo salir como a las 20.30 horas Según cuentan algunos sobrevivientes, la
demora se debió a la excesiva carga que se puso al barco: 500 sacos de
cemento, 6 pipas de vino y dos arados24. El capitán, don Humberto Faúndez,
no calculó los riesgos. Con la línea de flotación bajo el agua, el Cautín se
convirtió en una urna mortuoria, más todavía cuando se le siguió cargando en
el trayecto a Puerto Saavedra.

Íbamos a menudo, cuenta otro testigo, a ver la llegada del tren y


la salida de los barcos. Era todo un espectáculo. Ese día, el Cautín iba repleto
de gente bullanguera, encaramada en el barco como un ramillete colgando de
las barandas. Incluso, quedó mucha gente en el muelle, porque no se pudo
embarcar25. Se trataba, además, de un barco viejo, que tenía dos naufragios
anteriores y que, a pesar de las reparaciones que había recibido, merecía cierta
atención. La gente, que no se dio cuenta del peligro, cometió, además, el error
de embriagarse y desequilibrar aún más la embarcación. Al fin, a las 11 y
media de la noche, frente a la isla Santa María, se descontrapesó hacia babor y
comenzó a hundirse, a sólo 5 metros de la orilla. En medio de la oscuridad, el
caos y los efectos del alcohol, la mayoría de los pasajeros nadó, por increíble
que parezca, hacia el centro del río en vez de hacerlo hacia la orilla,
provocando la muerte de unos 300 peregrinos. Lo que había ocurrido era que
el barco había encallado y arrastrado por una ola, quedó mirando en la

23 Jorge Navarrete Solís, El Imperial, río de la muerte, trabajo inédito. Agradecemos a su


autor habernos permitido consultar este trabajo.
24 El Diario Austral de Temuco, 15 de marzo de 1998. Hemos tenido a la vista también el

trabajo de Javier Garrido Vásquez, Vapores entre Carahue y Puerto Saavedra, 1885-1960,
Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de la Frontera, Temuco, 1998 (inédito).
25 Testimonio de don Germán Bustos, ya citado.

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dirección contraria a la que venía y eso confundió a la gente, por eso nadó
hacia el centro del río26.

En medio de un profundo dolor, los cadáveres fueron devueltos


al muelle de Carahue, desde donde se llevaron en carretas al gimnasio de la
Escuela 7 y al salón del Cuerpo de Bomberos, para ser reconocidos por sus
parientes27.

El Helvetia se hundió a las 11 de la mañana del 10 de marzo del


mismo año 48, a menos de dos meses del naufragio del Cautín. Era un lindo
día, de aire diáfano, miércoles, día de feria, arreos de animales, carretas
cargadas de trigo y comerciantes esperando en el muelle fluvial los cueros,
chanchos, corderos, aves y quesos procedentes de la costa28.

El Helvetia era más bien un barco pequeño, de una capacidad de


diez toneladas que pertenecía a don Carlos Oth y se dedicaba, de preferencia,
al transporte de pasajeros. Era como un vagón de tren, con pasillo al medio y
ventanas a los lados29. Ese día, el barco había salido en la mañana de Puerto
Saavedra con un gran número de personas que tomaría en Carahue el tren con
destino a Temuco. Según algunos testigos, el causante de la tragedia fue el
propio capitán Oth30. Al llegar a Carahue y habiendo visto la balsa que cruzaba
el río, intentó adelantarse enredando en la maniobra la hélice del barco con los
cables de la balsa. El barco estaba frente al molino de los Valk y a pesar del
auxilio que recibió se ahogaron cerca de 50 personas, 47 según las fuentes. El
capitán, consciente de su error, luego de salvar a los pasajeros que pudo, entre
los cuales se encontraba su madre, volvió al barco y se hundió con él aferrado
al timón31.

26 Testimonio de don Jorge Navarrete, entrevista ya citada.


27 Jorge Navarrete, obra citada. Javier Garrido incorpora además, el testimonio oral de
don Manuel Garrido, que también hemos utilizado en esta oportunidad.
Lamentablemente no pudimos entrevistar al profesor don Luis Muñoz Astete, uno de
los pocos sobrevivientes del naufragio que todavía puede relatar el hecho.
28Jorge Navarrete, El Imperial, río de la muerte, ya citado.
29 Testimonio de don Germán Bustos, ya citado.
30 Solís y Theil, obra citada, p. 99.
31 Garrido, obra citada, p. 57.

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UN ALMA CARITATIVA
Testimonios de la señora Mariluz Martínez, Dionisio Cabrera y Germán
Bustos(entrevistas de Jorge Pinto)

Nadie sabe cuando nació ni cuando murió. Presumen que


pudo haber fallecido hacia 1935, pero no hay certeza de nada. Cuentan
que pertenecía a una familia adinerada que le dio vuelta la espalda. Le
quitaron todo lo que tenía y cuanto le correspondía como heredera de sus
padres. La pobre mujer enloqueció y se entregó al alcohol. Algunos dicen
que la vieron vagando por las calles de Carahue, andrajosa, ebria y con los
sentidos extraviados. Así paso por la vida, hasta que un día se la dejó de
ver.
Después de su muerte se levantó un “animita” en su honor
en las riberas del río. Cuentan que hacía milagros. Seguramente con el
terremoto esa “animita” desapareció. Entonces la gente acudió a su tumba,
al sitio 114 del patio 2 del Cementerio Antiguo. Allí, en una modesta
sepultura, descansan los restos de Eloisa Campo, la Pichirruca, rodeada de
flores y placas que recuerdan sus favores. Es una “animita” milagrosa que
anida un alma caritativa.

Sus devotos le ofrendan lo que tanto bebió en su vida. Cada


1º de noviembre su tumba es visitada por cientos de carahuinos que llegan
hasta ella con las botellas del vino que extravió sus facultades. En el
extravío no perdió, sin embargo, su generosidad.

Todo pueblo tiene su cementerio y todo cementerio su


historia. Eso me dijeron en Carahue cuando visité la tumba de doña Eloisa
y me contaron lo que aquí relato a los lectores.

Los naufragios del Cautín y del Helvetia pusieron la voz de


alarma. Hacía mucho tiempo que los detractores de la navegación por el
Imperial venían insistiendo en la necesidad de mejorar las vías de
comunicación no fluviales y abandonar el río como medio de transporte.
Ambas tragedias parecieron darles la razón. Tal vez no sería un error pensar
que en ese momento se decidió la suerte del último puerto de la frontera. El
ferrocarril ya había echado raíces y la presencia de automóviles y las

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tradicionales góndolas obligaban a pensar en las carreteras como vías de
transporte.

Al año siguiente de los naufragios del Cautín y del Helvetia, se


inauguró el puente colgante que comunica Carahue con la costa. La primera
piedra se había puesto en 1946, cuando era Ministro de Obras Públicas don
Eduardo Frei Montalva, y su inauguración se produjo el 30 de octubre de 1949,
durante el gobierno de Gabriel González Videla. Fue una ceremonia solemne,
que contó con la asistencia del Ministro de Obras Públicas, don Ernesto
Merino; el Intendente de la Provincia de Cautín, don Enrique Campos
Menéndez; el Senador Eduardo Frei Montalva; el Alcalde de Carahue, don
Mariano del Picó Espinoza y otras autoridades civiles y religiosas. Su costo
había sido de ocho millones de pesos, de los cuales dos se gastaron en los
cables que se compraron en Estados Unidos. Alcanzó una longitud de 155
metros, de los cuales 135 son colgantes32.

Estuve en ambas ceremonias, cuenta don Jorge Navarrete, tanto


en la colocación de la primera piedra como en la inauguración. Esta última fue
impresionante; se juntaron más de dos mil jinetes, carretas llenas de
campesinos y un grupo de autoridades que dieron solemnidad al acto.
“Recuerdo que el ministro llegó en un tren que disparaba fulminantes,
provocando la admiración de la gente. Los vecinos aportaron vaquillas y
víveres para una fiesta que todavía recuerdo. Fue una obra muy importante
para Carahue”33.

El puente se consiguió con el esfuerzo de todos los vecinos, fue


una especie de cruzada local que comprometió a todas las fuerzas vivas de
Carahue. La campaña se había iniciado varios años antes, pero fue el
compromiso de Eduardo Frei Montalva, en su calidad de Ministro de Obras
Pública, lo que permitió se concretara la idea. Al comienzo, recuerda don
Mariano del Picó, se recurrió a una ley promulgada a propuesta del diputado
Gustavo Loyola, mediante la cual se destinaba el 1 % de los bienes raíces a la
construcción del puente; pero, como muchas propiedades indígenas no
pagaban este impuesto, los fondos no se juntaban. Fue Eduardo Frei el gestor
de la obra.

32 Solís y Theil, obra citada, p. 103.


33 Testimonio de don Jorge Navarrete, ya citado.

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La situación derivada de la Segunda Guerra Mundial fue otro
escollo que se tuvo que salvar, pues parte importante de los materiales debían
conseguirse en Estados Unidos o Europa, cuyas industrias, por efectos de la
Guerra, no podían producir lo que se necesitaban para construir el puente,
aunque no todas las dificultades provenían de circunstancias externas. Esa
suerte de decidia que caracteriza tanto a los chilenos contagiaba a veces a las
autoridades de Santiago, impidiendo que la obra avanzara como querían los
vecinos. Todo se confabulaba contra los trabajos del puente.

El año 48 los carahuinos recurrieron a un procedimiento inusual


para expresar su preocupación, estrategia que terminó dándoles buenos
resultados. Cansados de las tramitaciones y postergaciones, decidieron
marginarse de las elecciones de diputados que se verificaron ese año para
manifestar su malestar. El hecho impactó al país, comentándose en casi todas
las regiones de Chile. “Los pueblos de la ría de Imperial, dispersos en una de
las regiones más hermosas, más ricas y abandonadas del país, informaba El
Mercurio de Antofagasta el año 48, se habían cansado de conseguir por las
buenas que les hicieran caminos o que por lo menos les pusiesen
medianamente transitables los pocos que existen”34. ¿Qué hicieron, entonces,
se preguntaba El Mercurio? Algo muy simple, se negaron a votar y optaron
por manifestar con su silencio el repudio de la comunidad a las postergaciones
de que eran objeto. A primera vista, dice el diario, “tal actitud tenía algo de
suicida”. Sin embargo, lejos de autoinmolarse, los carahuinos hicieron sentir
con su silencio su voz con más fuerza que si se hubiesen puesto a gritar.

Por su parte, la Municipalidad y la Gobernación de Imperial, a


cargo por esos años de don David Alvarez, carahuino, no desmayaron y
siguieron insistiendo en la necesidad de construir el puente. Don Mariano del
Picó recuerda que todo el pueblo recibía a cuanta autoridad se acercaba por
estos lados con una tonadilla, que se cantaba con los sones del Río, Rio:

“Que grande que viene el río,


que grande se ve la mar,
cuando el puente se construya,

34El Mercurio de Antofagasta, 1948. Lamentablemente no tenemos el día en que


apareció esta crónica que la obtuvimos por gentileza de don Mariano del Picó.

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que grande que va a quedar”35.

El año 49 El Diario Austral de Temuco publicó la noticia de la


inauguración del puente a lo ancho de toda su primera página. Allí se
reconoció el aporte de don Eduardo Frei, de don Armando Holzapfel, ex
diputado por la provincia de Cautín, de don Gustavo Loyola, actual diputado,
del ex senador don Rudecindo Ortega y de don Mariano del Picó, alcalde
subrogante de Carahue36. Todos habían puesto un granito de arena; sin
embargo, recuerda don Mariano hoy día, esta fue una obra que se ganó la
comunidad carahuina. Por eso fue inaugurado con tanto entusiasmo: matamos
8 vaquillas, 32 corderos, infinidad de aves y preparamos una ramada de 100
por 100 metros para cobijar a todos los invitados. Fue una fiesta inolvidable37.

A pesar del dolor que provocaron el incendio del fundo Santo


Domingo y los naufragios del Cautín y del Helvetia, existía en Carahue un
sentido de comunidad que le permitió a la ciudad avanzar hacia el progreso.
Las pugnas políticas, que existían como en todos los tiempos, no alcanzaban,
sin embargo, a confundir a los dirigentes de la época. Como siempre, recuerda
don Mariano del Picó, hacíamos “maula” en las elecciones, triquiñuelas que
usábamos a sabiendas que el otro también las hacía, pero la gente era honesta y
comprometida. Las rivalidades políticas terminaban tan pronto estaban de por
medio los intereses de Carahue; desde comunistas hasta conservadores,
pasando por radicales, falangistas, socialistas y liberales, nos uníamos para
trabajar por nuestra ciudad38.

Por esos años conocí Carahue, recuerda un destacado arquitecto


de la zona. Aunque presentaba un aspecto modesto, llamaban la atención sus
numerosas bodegas y la febril actividad que se desarrollaba junto a la estación
y el muelle. De Temuco se viajaba en tren, siguiendo el curso del río y la
llegada a Carahue recordaba en algo a Valdivia, tal vez por el río y los barcos
del puerto. Era un lugar pintoresco y lleno de atractivos. El camino para
automóviles se usaba muy poco, aunque ya se insinuaba, sobre todo respecto
de los pueblos de la costa, cuyas comunicaciones por el río era tan peligrosa. El

35 Testimonio de don Mariano del Picó, ya citado.


36 El Diario Austral de Temuco, 30 de octubre de 1949.
37 Testimonio de don Mariano del Picó, ya citado.
38 Testimonio de don Mariano del Picó, ya citado.

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tráfico de carretas era incesante. Tarde o temprano, el ferrocarril o los
automóviles terminarían reemplazando la navegación a vapor Y así ocurrió. En
los años 50 empiezan a desaparecer los barcos y a adquirir importancia los
caminos terrestres39.

“Nací en Carahue el año 1952, recuerda otro carahuino, y mis


primeras imágenes datan de los años 56 o 57. Ya los barcos estaban
desapareciendo y era la estación lo que daba movimiento a ese viejo
sector de Carahue. Recuerdo que la ciudad tenía claramente
perfilados sus tres pisos. En el primero, contiguo al río, crecía la
Villa Estación, donde yo nací. A los pocos años me trasladé al 2º
piso, un sector más residencial y de gran movimiento comercial.
Recuerdo de esos años la enorme cantidad de carretas que llegaban
a la ciudad, todas tiradas por bueyes. En el verano con maderas y
en diciembre con frutillas, esa frutilla pálida, pero de un dulzor
incomparable. Pueblo Nuevo, o el tercer piso, estaba en plena
formación y aunque su desarrollo se debe al impulso que tuvo la
construcción durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, a
partir del año 64, ya existía”40.

Los niños se entretenían con los bolos, el trompo y los “pillitos”,


una especie de “pillarse” que se jugaba al estilo de las películas de vaqueros
que veíamos en el cine y que daba ocasión a que compitieran distintos grupos
vinculados a los tres barrios de Carahue: la estación, Ramón Freire y el centro.
Estos grupos se contactaban en las escuelas, principalmente en el Grupo
Escolar Darío Salas, en el cual funcionaban las escuelas 7 y 8, de hombres y
mujeres, respectivamente, concertándose los juegos que se desarrollarían en las
horas libres41.

Carahue tenía dos cines: el Cervantes y el Carahue. El primero era


de don Rosamel Ortiz y el segundo del inolvidable “Ronco” Sepúlveda, don
Bartolo, el Capitán del Puerto. Don Bartolo exhibía películas y acomodaba el
cine para veladas de box. Con dos vistosos braseros colocados en lugares
estratégicos, ofrecía lo que entonces era casi inalcanzable: una sala

39 Testimonio de Gustavo Navarrete, entrevistado en Temuco en 1999 por Jorge Pinto.


40 Testimonio de Rubén Leal, entrevistado en Temuco en 1999 por Jorge Pinto.
41 Ibídem.

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calefaccionada. Con su voz inconfundible, el “Ronco” animaba los chascarros
del cine. No pocos muchachos se acercaba a él para pedirle los dejara entrar
por un valor inferior al precio de “la galera”. “Entra no más cabro, les decía,
pero te salís a la mitad de la película”42.

Para el 4º Aniversario de la fundación de la Imperial, alguien pensó que sería una buena idea
representar, en una especie de dramatización, los enfrentamientos entre los Mapuche y los
Conquistadores españoles. El acto debía realizarse al lado de la Plaza de Carahue. Sin embargo, los
ánimos se caldearon, y pronto la dramatización se convirtió en una refriega de verdad entre mapuches
y no mapuches, con pugilatos y apaleos.

42 Ibídem.

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LOS 18 EN CARAHUE
Testimonios recogidos por Jorge Pinto

En los años 40, 50 y 60 los 18 en Carahue eran inolvidables y todavía son


recordados por los viejos carahuinos como fiestas que no volverán. A
los rodeos, carreras a la chilena y asados campestres, había que agregar
el brillo de las ramadas.

Al comienzo, recuerda don Octavio Sepúlveda, un Imperialino del 31,


pero poblador de Carahue desde el 39, se hacían en una explanada
contigua al Grupo Escolar Darío Salas, más tarde pasaron a la Avenida
Ercilla y hoy casi se están perdiendo.

La celebración duraba casi una semana. Se lucían trajes nuevos, se


asistía al desfile cívico y la ciudad se embanderaba entera. Algunos
tomaban más de lo que podían y los niños encumbraban sus primeros
volantines.

Hoy día Carahue está más bonito, reconoce doña Zulema del Carmen
Astorga, vecina de Carahue desde hace unos 20 años, y visitante
continua de nuestra ciudad desde los años 30. Las calles están
pavimentadas, tenemos puentes, escuelas, pero hemos perdido esas
fiestas del 18. Nosotras veníamos desde Puerto Domínguez. Carahue se
llenaba de fiesta.

Don Rosamel Ortiz tenía también la única radio del pueblo,


Radio Carahue, que funcionaba en una casa que quedaba frente a la plaza. Su
antena era un alambre conectado al punto más alto de la torre de la Iglesia y
así lanzaba sus ondas al aire. Por cierto, transmitía sólo durante algunas horas
del día, con la voz inconfundible de Paulino Salas. No pocos lo recuerdan

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aletargado a veces por los efectos de brebajes que consumía entre disco y disco
y que terminaban poniéndolo a tono, más allá de lo que él hubiese querido que
se notara43.

“El año 60, cuando viajé por primera vez a Temuco, sigue
recordando Rubén Leal, ya se podía venir en micro. Aunque el tren
seguía siendo muy importante (en el verano hacía dos viajes
diarios, uno a las 7 de la mañana y otro a las 12), las micros ya
funcionaban. Salían desde la plaza, unas tres al día, siguiendo el
viejo camino que iba por el borde del río. Los viajes a Temuco eran
inolvidables. En la víspera no dormía y toda la conversación en los
días previos y siguientes giraba en torno a esta visita. Aunque en
Carahue habían numerosos negocios, verdaderos emporios que
vendían de todo (entre otras recuerdo las tiendas Jodue,
Docomound, El Minero, la Ferretería Fernández y la Botica Iglesia),
la gente venía a Temuco a comprar ropa. Temuco nos parecía una
ciudad inmensa, de gran movimiento. Las tiendas de la estación,
donde uno podía encontrar ropa usada, eran incesantemente
recorridas por la mayoría de los carahuinos. Algunos comerciantes
venían a comprar al por mayor para después vender en Carahue.
Los retornos por la tarde eran inolvidables después de la agitación
del día”44.

Carahue arrastraba por los años 50 y la primera mitad de los 60


una vida pueblerina, sin grandes sobresaltos y confiando en el progreso que
ofrecían los gobiernos central y regional.

“Sin embargo, las expectativas eran escasas, sobre todo para los
jóvenes. Carahue era también una ciudad pobre, por eso, la mayoría
sólo quería emigrar. El alcoholismo era una amenaza latente, difícil
de evadir en una ciudad donde los bares y cantinas casi competían en
número con las demás tiendas”.

El deporte era, tal vez, una de las pocas distracciones, sobre todo
el fútbol, recuerda otro profesor de la zona.

43 Ibídem.
44 Ibídem.

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“Fui muchas veces a jugar a Carahue como jugador del Liceo y
seleccionado de Temuco. Jugábamos en la vieja cancha que está
camino al cementerio, partidos inolvidables. Los carahuinos eran
jugadores duros, aguerridos, pero siempre leales. Como olvidar a
Gustavo y Luis Iglesia, a Luis y Pimpin León, hijos del jefe de la
estación que jugaban por el Ferrovilla, al Pato Bustos, que se fue
después al Universitario de Concepción, a Germán Fiedler y Ramón
Agurto. Eran buenazos para la pelota. Aunque no alcancé a jugar
con Caupolicán Peña, conocí a varios compañeros de la Normal de
Victoria que jugaron con él. Peña era ya una figura legendaria entre
los carahuinos”45.

Y a propósito del fútbol, el año 54 Carahue vivió una verdadera


fiesta deportiva: el Octavo Campeonato Nacional de Futbol Escolar. El Diario
Austral informó profusamente de esta competencia. Jornadas de fiesta vivieron
Carahue, Nueva Imperial y Puerto Saavedra, decía el diario. El campeonato se
realizó entre el 14 y 21 de noviembre, siendo la sede fue Carahue y jugándose
una fecha en Nueva Imperial y otra en Puerto Saavedra. Participaron las
selecciones de Domeyko, San Bernardo, San Carlos, Traiguén, Curacautín,
Nueva Imperial, Santiago y Carahue. Campeón se proclamó Santiago, seguido
de Domeyko, Carahue y Curacautín; más atrás quedaron, en el mismo orden,
Nueva Imperial, San Carlos, Traiguén y San Bernardo. Todas las delegaciones
se alojaron en el Grupo Escolar Darío Salas y el Liceo Mixto Pedro Aguirre
Cerda aportó la reina, Marianela Muñoz Cánova, Su Majestad Marianela I, del
2º año de Humanidades.

El equipo de Carahue, como ya dijimos resultó tercero, y estuvo


formado por Lofts, Peña, Manríquez, C. Llancamil, A. Carrasco, Reyes, S.
Llancamil, Cid, P. Carrasco, Retamal y Rojas. Según El Diario Austral, la
entrega y entusiasmo de todos los participantes brindó a la ciudad la
oportunidad de participar de una verdadera fiesta deportiva, apoyada, por lo
demás, por todas las autoridades educacionales, de gobierno y municipales y
las instituciones de la comunidad46.

45 Testimonio de Pedro Riffo, entrevista ya citada.


46 “Recuerdo del Pasado. 1954: Octavo Campeonato Nacional de Futbol Escolar”. El

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La afición al fútbol, cuenta otro deportista de la época, era muy
grande. Iba mucha gente al estadio.

“En Carahue había muy buenos jugadores. Los Fiedler eran


infaltables, Tito, Waldo, Enrique y Germán. Dago (Dagoberto) y
Tatao (Gustavo) Iglesias, no lo hacían mal. Como arquero Arnaldo
Jara era irremplazable. Recuerdo también a Pedro Arévalo y al Pato
Méndez, a Lucho León. Allá por el 46 jugamos con el Iberia de
Santiago y empatamos a uno. También empatamos con el Audax
Italiano en partidos inolvidables. Yo alcancé a jugar, cuando apenas
tenía como catorce años, con Caupolicán Peña y en 1955, reforzando
a la Selección de Temuco, en el equipo que salió vice campeón de
Chile en el Nacional que se jugó en la cancha del Bajo de Temuco.
En ese equipo también jugaba Pedro Riffo, la Vieja, ahora profesor
de la Universidad de la Frontera”47.

En eso sobrevino el terremoto del 60 y así como los


hundimientos del Cautín y del Helvetia marcaron el fin del puerto fluvial, el
terremoto del 60 obligó a ciertas remodelaciones que le cambiaron el rostro a
Carahue.

“Eran las tres de la tarde del domingo 22 de mayo de 1960,


recuerda Rubén Leal y aunque tenía sólo 8 años todo se conserva
nítidamente en mi memoria. Con varios amigos nos encontrábamos
en el Servicentro del señor Muñoz, de la calle Pedro de Valdivia,
inflando una pelota para ir a jugar fútbol, cuando sobrevino el
primer remezón. Salimos disparados cada uno para su casa. Yo
vivía en la calle Lautaro al llegar a Pedro de Valdivia. Al primer
movimiento siguieron otros. Vi caer el cortafuego de la casa de los
Thiers y moverse los avisos de los negocios como jamás lo imaginé.
En medio del pánico apareció de pronto un tractor que venía de
abajo con el regidor Rodolfo Riquelme anunciando que por el cauce
del río venía el mar y que había que arrancar a las colinas vecinas.
Seguramente vio una ola inmensa que se formó en el río y en medio

Diario Austral, 17 de octubre de 1988.


47 Testimonio de don Germán Bustos, ya citado.

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del susto imaginó una salida del mar que llegaría hasta Carahue. La
gente arrancó igual, muchos se fueron a Pueblo Nuevo, otros a la
plaza. Por supuesto que la gente de la villa Estación fue la primera
en abandonar. Carahue quedó paralizado por varias semanas. Al
día siguiente se supo lo ocurrido en Puerto Saavedra y empezaron a
llegar los primeros damnificados, a los cuales se hospedó en el
Grupo Escolar Darío Salas. No cayeron muchas casas, pero todo el
mundo se asustó”48.

Ese día, recuerda otro testigo, me encontraba en Santiago. Como


era funcionario de Obras Públicas me presenté de inmediato al Ministerio a
requerir información.

“En realidad, agrega el testigo, lo hice al escuchar por la radio


una entrevista al diputado Samuel Fuentes dando cuenta de la
magnitud del terremoto. Allí nos informaron que debíamos
retornar al día siguiente a nuestros lugares de trabajo. El 23, a las 8
de la mañana, luego de vacunarnos a todos, nos embarcaron en
Cerrillos en un DC 3 que aterrizó en Temuco como a las 11 de la
mañana y al día siguiente, el martes 24 estábamos en Carahue
como a las 9 de la mañana. Mi misión era bien clara: evaluar los
efectos del sismo y llevar tranquilidad a la gente. Carahue me
sorprendió. Toda la gente estaba en la plaza, en un clima de gran
alarma. A primera vista se veían varias casas caídas y algunos
edificios agrietados. Nos dirigimos de inmediato al Grupo Escolar y
luego al Banco del Estado. En ambos se notaban los estragos del
terremoto, aunque pronto nos dimos cuenta que las estructuras
mismas de los dos edificios no se habían dañado. Recuerdo
nítidamente que estando en el segundo piso del Grupo Escolar
sobrevino una réplica muy fuerte. Era difícil mantener la calma y
transmitir tranquilidad cuando todos estamos muy asustados”.

“Nos dirigimos luego a Puerto Saavedra. Allí el espectáculo era


sobrecogedor. A 6 ú 8 kilómetros de la costa ya se apreciaba todo
tipo de objetos lanzados por la furia del mar, desde animales

48 Testimonio de Rubén Leal, entrevista ya citada.

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muertos hasta ropa y muebles sacados de las casas. En el pueblo no
había nadie, todos habían escapado a los cerros vecinos. Con el
Oficial de Carabineros encargado del orden tuvimos que tomar las
primeras medidas, entre otras repartir alimentos de los propios
almacenes abandonados. Las casas eran espectros de viviendas,
algunas sin frontis, conservaban sus estructuras interiores como si
nada hubiese ocurrido. La Iglesia se mantenía en pie, aunque
inclinada y llena de escombros”49.

Después del terremoto empezó a cambiar el rostro de todas las


ciudades del sur, concluye Gustavo Navarrete, se modernizó la infraestructura
urbana y mejoraron los caminos. Hasta entonces Carahue era un pueblo
pintoresco, con sus tres pisos bien definidos, una plaza bien ordenada, grandes
caserones, bodegas, muchas carretas en sus calles, mucho comercio, algo sucio,
pero simpático. Los caminos eran incómodos y eso lo mantenía más bien
aislado. Como el camino a Temuco iba por la ribera del río, en invierno se
inundaba, haciéndolo intransitable. La Herradura y la Obra eran dos puntos
críticos. No había invierno en que no se cortara el camino. El viaje de Temuco
duraba unas dos horas para cubrir los apenas 60 ó 70 kilómetros que separan
ambas ciudades. El camino a Puerto Saavedra era ripiado y presentaba las
mismas incomodidades del anterior. Después del terremoto las cosas no
podían seguir igual, entonces se empezó a pensar en el camino por arriba, por
donde va ahora la cinta asfaltada50.

49 Testimonio de Gustavo Navarrete. Conviene recordar que Gustavo Navarrete era


por entonces un joven arquitecto, funcionario del Ministerio de Obras Públicas, a quien
se encomendó la tarea de evaluar los daños del terremoto y colaborar con el plan de
reconstrucción.
50 Testimonio de Gustavo Navarrete.

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EL MISTERIO DE LA PLAZA
(Testimonios recogidos por Jorge Pinto)

No son pocos los carahuinos que siguen creyendo que la Plaza de


Carahue encierra algunos misterios. Menos aún se atreverían a pasar por el centro a las
12 de la noche. He escuchado decir, cuenta don Sergio Carrillo, un carahuino de 55
años, que la gente se pierde y parte en cualquier dirección. Nadie sabe que pasa. Don
Germán Bustos relata que su padre vivió una experiencia muy particular. Al cruzar
por el centro de la plaza a media noche se encontró en un lugar desconocido, rodeado
de grandes edificios, llenos de luces y personas desconocidas. Horas después recuperó
la conciencia en el sector de la Villa Damas, sin poderse explicar que había pasado.
Don Sergio Carrillo asegura saber de algunos carahuinos que llegaron caminando
hasta Nueva Imperial, enceguecidos por las luces de los edificios que aparecen al pisar
el centro de la plaza. Esta historia fue corroborada por la señora Mariluz Martínez y
don Dionisio Cabrera, funcionarios municipales que trabajan en el Cementerio de
Carahue. Sin embargo, la persona que con mayor propiedad puede hablar de este
misterio es la señora Eloisa Astorga, la famosa folklorista de Carahue, quien asegura
haber vivido en carne propia esta experiencia.

“Hace varios años, cuenta doña Eloisa, cuando aún vivía en el campo y
venía a Carahue a vender los productos de mi tierra, me reía de la leyenda que
contaban, son puras tonterías decía. Una vez me pilló la noche y luego de arreglar las
cosas para seguir al día siguiente caminé hacia la Plaza, sin acordarme siquiera de lo
que se decía acerca de las personas que se perdían. En eso estaba cuando vi un edificio
colonial tan lindo, con bronces dorados, parecía una plaza española. Vi también varios
hombres y mujeres, ellas eran tan lindas, delgadas, los hombres vestidos con gabán.
Pensé que eran artistas que habían llegado a Carahue y entonces dije me voy. Pero no
llegaba nunca, caminaba y caminaba, estuve como tres horas, hasta que me encontré
con un niño que estaba cerrando un bodegón y le dije que andaba perdida. No será la
única me dijo el niño. Yo la voy a ir a dejar y me puse a llorar. Y así llegué a mi casa,
llorando. Mi marido me decía que te pasó, por que llegaste tan tarde, por que lloras. Y
ahí le conté todo. Dicen que es porque debajo de la Plaza hay unas campanas de oro y
muchas riquezas más”.

Algo extraño ocurre en nuestra plaza. Algunos lo atribuyen a las


campanas de oro de que habla la señora Eloisa, otros al embrujo de los viejos túneles
construidos en los tiempos de los españoles, cuyos secretos nadie descubre todavía.

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Un carahuino, cuyo testimonio hemos citado varias veces, recuerda como los
tres hechos más impactantes de la segunda mitad del siglo XX, el terremoto del
60, el triunfo de Allende y el golpe del 73. En cierta medida fueron
configurando la historia de Temuco de los últimos años. El terremoto porque
empezó a cambiarle el rostro a la ciudad; el triunfo de Allende por el apoyo
que la gente le brindó y el golpe por los problemas que provocó a todos
aquellos que habían manifestado cierta adhesión al gobierno de la Unidad
Popular51.

Antes, como ya hemos dicho, durante el gobierno de Eduardo


Frei Montalva, empezó a desarrollarse el sector poblacional del tercer piso.
Con Allende, la Reforma Agraria y los asentamientos, cuenta Rubén Leal,
muchos campesinos que antes no podían acceder al mercado, pudieron
adquirir bienes que compraban en Carahue. El comercio se agilizó y la ciudad
retomó el dinamismo de años anteriores. La reforma educacional, el
florecimiento de escuelas rurales, la fundación del Liceo y el retorno de
algunos estudiantes convertidos en profesionales, fueron modificando la
estructura física y humana de Carahue.

Después del terremoto, la fundación del Liceo en 1965 aparece


como uno de los grandes logros de la ciudad. Fue una especie de cruzada que
comprometió a todos los sectores de la población. De acuerdo a unas notas de
don Jorge Navarrete y un informe que acompañó doña Lucina Sandoval Leiva,
Rectora del Liceo en 1974 solicitando la construcción de un nuevo edificio,
conocemos parte de su historia52.

La historia del Liceo se remonta a 1947. Según don Jorge


Navarrete, el 12 de marzo de ese año y a iniciativa de la Unión de Profesores,
sección Carahue, La ilustre Municipalidad y el Rotary Club, se fundó la
Universidad Popular, que abrió sus puertas en abril de 1947 con un curso de
contabilidad y el primer y segundo año de humanidades. Funcionaba en la

51Testimonio de don Germán Bustos, ya citado.


52 Jorge Navarrete, El Liceo de Carahue, notas inéditas y Oficio Nº 285 del 21 de
septiembre de 1974. Archivo del Liceo de Carahue. Agradecemos muy sinceramente a
la señora Ercila Concha González y a los señores Roberto Saavedra Tessahuac,
Winston Fuentes Riveros y Jaime Cruces Quezada, funcionarios de este
establecimiento la ayuda que nos proporcionaron para ubicar algunos papeles en el
Archivo del Liceo.

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Escuela 7, es decir, en el Grupo Escolar Darío Salas. Como los exámenes se
rendían ante comisiones del Liceo de Hombres de Temuco, contó desde el
comienzo con el reconocimiento del Ministerio. Su primer director fue don José
Merino Fuentes, a quien lo reemplazó cuatro años después don Víctor Zúñiga
Villaseca. Inspectora General era la señora Elena Meriño de Arias y entre sus
profesores podemos nombrar a don Delfín Espinoza, en matemáticas; don
Carlos Jadue, regidor, que enseñaba francés; los médicos Alberto Miranda y
Edison Pérez Rojas; el señor Víctor Zúñiga (Castellano); la señorita Izmelda
Aguayo (Castellano); la señorita Edith Shwalen (Historia); don José Merino
(Historia); la señorita Mercedes Rodríguez (Ciencias Naturales); don Eduardo
Arias (Fronacés); don Sidney Torrealba (Inglés) y don Ernesto Escamilla
(Inglés)53.

Años más tarde, la Universidad Popular pasó a llamarse Liceo


Nocturno Pedro Aguirre Cerda y luego Liceo Nocturno Mixto Pedro Aguirre
Cerda, siendo su director don Eduardo Arias del Canto e inspectora su señora,
doña Elena Meriño de Arias. Mas tarde asumió la dirección don Floridor Jara
Salazar y con la incorporación de nuevos profesores completó hasta el 4º
humanidades. La juventud de Carahue que no tenía la posibilidad de ir a
Imperial o a Temuco a cursar sus estudios secundarios, tenía en este Liceo la
oportunidad de avanzar en sus estudios hasta parte de sus humanidades y
poder trabajar en algo distinto a lo que se podía aspirar sin educación. Para los
que no podían seguir estudiando, la gente la época decía que tenían que
quedarse en el “campo a picarle el trasero a los bueyes y los del pueblo a
trabajar de carretoneros”54.

Como establecimiento diurno fiscal, el Liceo inició su


funcionamiento el año 1965, en un pequeño inmueble arrendado a un
particular, en una casa que tenía 5 salas de clases. En ese tiempo, el Liceo
dependía del Liceo Nº 1 de Temuco, cuyo rector era don Daniel Rodríguez,
siendo Inspectora en Carahue doña Lucina Sandoval. Posteriormente, el año
67, se trasladó a un inmueble del Hospital, que se adecuó para estos efectos.

53 Jorge Navarrete, El Liceo de Carahue.


54 Ibídem, p. 3.

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PROFESORES DEL LICEO DE CARAHUE EN 1974

NOMBRES ASIGNATURAS
Lucina Sandoval Leiva Rectora. Filosofía
José Díaz Torres Inspector General. Química
Ramón Soto Flores Castellano
Ambrosio Paillán Salas Castellano y Filosofía
Rubén Hidalgo Díaz Ciencias Sociales e Historia
José Flores Véjar Ciencias Sociales
Rafael Lobos Domínguez Ciencias Sociales e Historia
Trinidad Pereira Grandón Inglés
Zaira Silva Elgueta Inglés
Juan Escamilla Neira Ciencias Naturales
Hugo Carrasco Esparza Ciencias Naturales
Olga Chávez Avendaño Matemáticas
Nelson Pino Martínez Matemáticas
José Santos Cabrera Pinto Matemáticas
Miguel Angel Salas Rubilar Física
Orlando Figueroa Sanzana Artes Plásticas
Rosalía Valdebenito Saravia Artes Plásticas
José Boggen Lara Artes Plásticas
Graciela Torres Riffo Técnicas Especiales
Andrés Acuña Cuevas Educación Física
Hugo Portiño Portiño Educación Física
Luis Muñoz Ibáñez Música
Ercilia Concha González Paradocente
Marta Riquelme Muñoz Inspectora
Sergio Urra Espinoza Ayudante de Gabinete

En 1974 el Liceo tenía 340 alumnos

Fuente: Nómina de Funcionarios del Liceo. Archivo del Liceo de Carahue.

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En 1970 los carahuinos se dispusieron a dar la lucha para conseguir la
independencia del Liceo de Temuco y concederle autonomía al establecimiento
creado el año 65. Disponemos de una interesante petición que contiene los
nombres de todas las autoridades del Liceo, encabezadas por su Inspectora,
doña Lucina Sandoval, las demás autoridades educacionales de Carahue,
Sindicatos, Juntas de Vecinos, el Coro Polifónico, las Damas de Beneficencia,
La Liga de Estudiantes, el Super Intendente de Bomberos, el Rotary Club, la
Cruz Roja y los dirigentes de todos los partidos políticos. Uno a uno fueron
firmando Dagoberto Iturra, por el Partido Socialista; Arnaldo Sepúlveda, por el
Partido Comunista; Pedro Guerrero, por el Partido Demócratacristiano;
Mariano del Picó, por el Partido Nacional; Raúl Arroyo por el Partido
Socialdemócrata y Pedro Arévalo, por el Partido Radical. Todas las fuerzas de
la ciudad se unían para apoyar a su Liceo, que a la fecha sólo tenía hasta
tercero medio. La autonomía llegó el 72 y a partir de entonces los esfuerzos se
orientaron a conseguir un edificio digno y apropiado para la labor del Liceo.
Una petición del 74 insistió en el punto; esta vez, sin embargo, ya no llevaba las
firmas de los representantes que figuran el 70. Con el golpe se había quebrado
una convivencia, a veces crítica, pero convivencia al fin que admitía la
existencia de todas las corrientes de opinión que había en el país.

En los años 60, Carahue consiguió mejorar también su servicio


eléctrico. Tal como veremos en otro capítulo, era éste un anhelo largamente
acariciado por todos los carahuinos. Luego de un incendio que afectó a la
planta que la suministraba en 1967, Carahue se quedó prácticamente a oscuras.
El gobierno decidió entonces enviar un motor a petróleo que se trajo desde
Coyaique, pero como la ciudad quería conectarse a la red central de Endesa,
las autoridades locales optaron por poner el motor en la plaza, donde más
molestara y, luego, frente al Cuerpo de Bomberos, en la Avenida Ercilla. Así
presionaban a las autoridades de Temuco y Santiago para que buscaran otra
solución. Finalmente, el apoyo personal del presidente Frei, hizo posible que
Carahue se conectara a la red central. Fue un gran avance55.

Por los 80 empezó la pavimentación de caminos. La ruta a


Temuco se desplazó a los llanos y mejoró el camino a Puerto Saavedra. Este se

55 Testimonio de don Mariano del Picó, ya citado.

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pavimentó recién a fines de los 90, hace apenas un par de años. Y esto
contribuyó también a cambiar la vida de los carahuinos.

EVOLUCION DE LA POBLACION DE CARAHUE


Años Población
1882 50 habitantes
1920 3.056 habitantes
1940 4.341 habitantes
1952 5.012 habitantes
1960 5.891 habitantes
1970 5.558 habitantes
1982 6.582 habitantes
1992 7.842 habitantes

Fuentes: 1882: cifra del primer campamento militar; 1920: Censo de ese año; 1940, 1952,
1960, 1970 y 1982: Jorge Hernández (coordinador), Geografía de Chile, Tomo IX Región,
Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1985.

El nuevo trazado y la pavimentación del camino Carahue-


Nueva Imperial, que era el tramo que estaba faltando para tener la ruta
asfaltada hasta Temuco, se consiguió en el verano de 1982 gracias al apoyo del
gobierno central de 70 millones de pesos. En una visita que hizo Pinochet a
Carahue escuchó diversos planteamientos de dirigentes locales que
insistentemente le plantearon el problema de los caminos “y el deficiente
estado de los existentes, la mayoría de los cuales quedan intransitables varios
meses del año por las lluvias”56. Por Carahue habló el miembro del Codeco
don Mariano del Picó. Sus puntos de vista fueron compartidos por
representantes de Teodoro Schmidt, Puerto Saavedra y Nueva Imperial,
convenciendo a las autoridades de la necesidad de apoyar la pavimentación
del camino. Según cuenta don Mariano del Picó, Pinochet habría pedido ese
mismo día (el 16 de febrero de 1982) una estimación del costo de las obras y
comprometido los 70 millones que anunció en una reunión que se hizo por la
tarde en el Gimnasio de Carahue. Lo que no estaba en los cálculos de nadie,
agrega del Picó, fue la brusca alza del dólar que se produjo en los meses
siguientes, reduciendo casi a la mitad el aporte del gobierno. De nuevo a
conseguir otros fondos, sigue recordando don Mariano, y gracias a la gestión

56 El Diario Austral de Temuco, 17 de febrero de 1982.

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de toda la comunidad se logró salvar la situación. Dos años más tarde, las
obras estaban terminadas57.

Con nuevos caminos y otras obras de inversión la ciudad ha


iniciado, últimamente, un proceso de modernización interesante. Han
aparecido los miradores, la plaza se ha tornado atractiva y la movilización casi
continua a Temuco y a Santiago, acercan las distancias. Ya no existe el tren,
pero los buses y microbuses han ocupado su lugar, haciéndolo casi olvidar.
Para los más jóvenes el tren es una historia vieja; para los más viejos, un
recuerdo que todavía conservan en su memoria. Carahue entra al siglo XXI de
modo muy distinto a como entró al XX. El modesto caserío de ranchos pajizos
ha sido reemplazado por la ciudad de tres pisos que se formó en el curso de
estos últimos cien años, cobijando con mucha pobreza todavía, con dificultades
y problemas, pero con la voluntad de superar las adversidades, como lo han
hecho siempre los carahuinos.

57 Testimonio de don Mariano del Picó, ya citado.

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CARAHUE Y SU HISTORIA
XVIII

CARAHUE, EL ÚLTIMO PUERTO


DE LA FRONTERA
Jorge Scheihing Harves

1. Observaciones preliminares: la ocupación de la Baja Frontera Costina,


1850-1875
Inmediatamente después de la Independencia, Chile debió
enfrentar complejos problemas de organización, en especial, diseñar el Estado
e integrar sus territorios1. Consensuado el Estado unitario el mundo indígena y
los vastos espacios provincianos pasaron a formar parte de los proyectos
integradores de nuestra elite dirigente. A partir de entonces, la incorporación
de la Araucanía se transformó en una especie de compromiso nacional que fue
marcando nuestra vida republicana. La tarea la emprenderá, finalmente, el
ejército, cuando el gobierno decide actuar al promediar el siglo XIX.

La Marina de Guerra empezó a explorar sistemáticamente la


costa de Arauco desde 1840. En 1841 la goleta de guerra Colo Colo practicó los
primeros reconocimientos de la “boca del Imperial”. Varios años más tarde, en
1855, otra expedición de reconocimiento a cargo del Teniente Ricardo Rogers
en el vapor “Maule” practica un levantamiento hidrográfico de la cuenca del
Toltén, Queule y Mehuín. Entre sus objetivos se contemplaba elegir un lugar
para establecer una misión religiosa2.

El Parte de esta expedición, escrito al estilo de relato, describe


costumbres y las prácticas sociales propias de la Frontera, entre ellas los

1 Mario Góngora, Ensayo Histórico Sobre la Noción de Estado en Chile en los Siglos XIX y
XX. Editorial Universitaria. 1988, pp. 38-41.
2 “Parte del Jefe de la expedición a los ríos Imperial, Budi i Toltén i relación detallada

de las operaciones”, 12 de abril de 1855. En Memoria de la Marina, Imprenta de la


Sociedad, Santiago, 1855, pp. 45-56.

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“regalos” mutuos”, apoyo de un “práctico de tierra” y la intermediación de un
“Comisario de Naciones”, además, de dar cuenta de la práctica de los
Parlamentos, y las “visitas” a las Misiones establecidas. Inclusive el uso de
Contratos (animales de tiro). Agrega, por último, un informe adverso a la
navegabilidad de la “barra” del río Imperial, señalando, “que la boca de ese río
se hallaba completamente obstruida por bancos de arena sobre los cuales el
agua se derrama, sin formar un canal capaz de dar paso a una embarcación
que calase más de cuatro pies de agua”3.

El área septentrional de la costa de la Araucanía, era sometida,


mientras tanto, a las observaciones del teniente 2º Francisco Vidal Gormaz, que
desarrolló una dilatada labor cartográfica e hidrográfica. En 1862 explora la
embocadura de Lebu hasta la Punta de Morguilla4. Su informe contiene
relevantes observaciones etnológicas, descripciones antropométricas,
ritualistas y, aún, opiniones sobre el carácter de los indígenas. Su propósito
central consistía en establecer la posibilidad de fundar una población en el
área, cuyo sustento económico sería posible por la extracción carbonífera.

Un reconocimiento más detallado de la navegabilidad del


Imperial se desarrolló ese mismo año (marzo de 1862) por el teniente 1º don
Marcial Gundian5. Su informe (fechado en Lebu el 27 de marzo de 1863)
reconoció que “intentar la entrada al río Imperial es casi una temeridad para
cualquier clase de embarcación que lo haga, va con seguridad a su pérdida”.

El conflicto suscitado con España en 1866, que significó el


bombardeo de Valparaíso, provocó cierta preocupación en el Gobierno en el
sentido de que España podría llegar a acuerdo con los mapuche, acelerando las
exploraciones en la Araucanía. El 14 de Diciembre de 1867 un Decreto del
Presidente Pérez, estableció en su artículo 3º “Se anotaran como campaña la
internación de cuerpos del Ejército y de la Guardia Nacional al territorio de la
Araucanía para adelantar la línea de frontera i establecer poblaciones o plazas,

3 Ibídem, p. 50.
4 Informe al Sr. Comandante del Vapor Maule... Francisco Vidal Gormaz. En Memoria
de la Marina, Imprenta Nacional, Santiago, 1862, p. 43.
5 Parte Nº 2 de J. S. Aldunate (Comandante Jeneral de Marina) al Sr Ministro de Marina

(14/04/1863). En Memoria de la Marina, Imprenta Nacional, Santiago, 1863, p. 61.

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ya sea en la frontera norte o sur, ya en la costa del territorio Araucano”6. En
febrero de ese mismo año se comisionó al teniente don Santiago Rugg para que
explorara nuevamente la boca del Imperial.

El día 24 del mes apuntado salió de Toltén con destino a la barra


del Imperial para realizar mediciones hidrográficas.

“Al día siguiente salí yo, señala en su Informe, con un


lenguaraz, el Capitán Puchi de la reducción de Toltén, con el mismo
pretesto (sic) que Vidal para cazar a las inmediaciones a la boca del
río i después de haber rodeado una laguna situada en la boca i de
haber tirado algunos tiros a los patos que en grandes bandadas la
pueblan, subí un cerro como de cien metros de alto poco más o
ménos i persuadido de que no había ningún indio en mi
observación saqué mi brújula i me eché al suelo para mejor
observar la barra i canal de la entrada del río Imperial, tomé mis
mareas quedando satisfecho de que podía entrar al río en el bote
Salbavida (sic) i tiempo oportuno”.

El mismo año don Cornelio Saavedra, Comandante en Jefe de


las Operaciones de la Costa, enviaba una Memoria Militar (del año anterior)
al Ministro de Estado (Departamento de Guerra)7. En dicho documento
queda de manifiesto la colaboración de la Marina y el Ejército en las
fundaciones de las Plazas de Quidico, Lebu, Queule y Toltén (esta última
ocupada el 7 de enero de 1867). Así mismo, la intervención táctica de los
vapores “Ancud”, “Antonio Varas” y “Fósforo”. También se menciona uno
de los argumentos centrales que justifican la ocupación, como fue la delicada
controversia internacional con España en 18668.

6 Boletín de Leyes y Decretos, Imprenta Nacional, Santiago, 1867, pp. 374-375.


7 Cornelio Saavedra, Memoria de los trabajos emprendidos en la Ocupación Militar de
la Costa de la Araucanía en el año 1867, Memoria de la Marina de Guerra, Imprenta
Nacional, Santiago, 1867, pp. 5-17.
8 Saavedra, ob. cit., p. 8. “Como se comprende fácilmente, con las nuevas plazas de

Toltén i Queule i las de Quidico i Lebu, tenemos la posesión real y efectiva de toda la
costa de la Araucanía. Ventaja es ésta de una vital importancia, mucho más si se
atiende a que una guerra marítima, como la que hemos sostenido i aún sostenemos,
habría podido privársenos completamente de nuestras comunicaciones con nuestras

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Una vez más, este informe, reitera las evidentes dificultades que
ofrecía el río Imperial para su navegación, estableciendo que “no he creído
conveniente ocupar la desembocadura del río Imperial, porque del
reconocimiento que se ha hecho por tierra resulta que las rompientes y
bravezas que se notan en la barra de este río, no permiten su acceso a las
embarcaciones, i una plaza i población en esa situación se encontraría aislada i
sin porvenir”9.

Una nueva opinión, complicará más aún las dudas sobre este
punto, cuando Vidal Gormaz, informa (30 abril de 1867) al Sr. Jefe de la
Ocupación de la Costa, que “los frecuentes cambios a que está sujeta la barra
del Imperial, junto con las dificultades de poder observar por largo tiempo,
impiden, por ahora, el formarse un juicio sobre la posibilidad de su
navegación”10.

Al margen de estas vicisitudes técnicas, el puerto más cercano a


la boca del Imperial, Queule, tenía un interesante movimiento marítimo. Entre
el 1º de abril de 1874 y el 31 de marzo de 1875, registró 30 buques a vapor, con
una carga total de 29.117 toneladas y dos buques de guerra, con 1.260
toneladas11.

2. El apostadero de Carahue y la navegación por el Imperial. Primer ciclo

Un interesante indicador del desarrollo económico, lo constituye


el tráfico de buques, favorecido por la tecnología a vapor que desarrolló la
Revolución Industrial. Los buques “a vapor” se constituyeron en una
alternativa de transporte rápido y económico, integrando vastos espacios
geográficos y articulando economías locales.

provincias del sud de la República”.


9 Saavedra, ob. cit., pp. 7-8
10 Informe del Sr Comandante en Jefe de la Ocupación de la Costa de Arauco por el

Teniente 1º Francisco Vidal Gormaz, Memoria de la Marina 1867, p. 158.


11 Según el Sub Delegado Marítimo de Queuli (sic).

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En Chile la “navegación interior” se expandió a las vías fluviales
y lacustres12. A pesar de los informes de la Comisión Hidrográfica13, el río
Imperial se incorporó a la navegación, por la iniciativa de privados, como es el
caso del empresario José Bunster, propietario del vapor “Ester”, al contratar
con el Fisco chileno el primer cabotaje regular entre Talcahuano e Imperial (la
denominación “Imperial” es genérica, ya que articulaba toda la Cuenca
Hidrográfica) 14.

El primer Contrato (24 de Septiembre de 1885) entre el Estado


(Ministerio del Interior) y este particular, estableció el siguiente articulado:

Articulo 1
Don José Bunster se compromete a establecer un vapor que haga carrera
mensual entre el lugar que ocupó la antigua Imperial y el puerto de
Talcahuano y otro más al norte.
El vapor será de reciente construcción de 200 a 250 Tns de carga con
comodidad para el transporte de pasajeros y carga.
Articulo 2
El Gobierno abonará al Sr. Bunster una subvención de $6.000 anuales por el
término de 8 años.
Articulo 3
Se colocará por cuenta del Estado un práctico en la desembocadura del río
Imperial para que sirva de entrada y salida al vapor.
Articulo 4

12 Diversas “Concesiones” estatales se contrataron a fines del siglo XIX, por ejemplo la
de la navegación lacustre otorgada a don Juan B. Ponchuqe y Guillermo Hanne en la
Laguna de Lanalhue (subvencionado por cien pesos mensuales), también el Contrato
del Lago Llanquihue con doña Federica Wagner de Mártin, cabotaje lacustre entre
Puerto Varas y Puerto Octay por la suma de $4,800. Memoria del Interior, Imprenta
Nacional, Santiago, 1886, p. LXXX.
13 Oscar Arellano, Albun-Guía del Cincuentenario de Temuco, p. 166
14 El 13 de Julio de 1887 se firma el Contrato de Navegación entre Talcahuano e

Imperial por don José Bunster y el Estado; modificado por Decreto Supremo el 24 de
Septiembre de 1885. Su articulado en lo principal establece: “Durante seis años el Sr
Bunster cubrirá el cabotaje entre Imperial i Talcahuano, en cuyo puerto último se le
subvencionará por la Tesorería Fiscal”. Boletín de Leyes y Decretos. 1885. Tomo II.
Imprenta Nacional. Pag. 680-681.

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La tarifa de fletes y pasajes se fijará por el s.f. Bunster de acuerdo con el
Gobierno.
Articulo 5
El s.f. Bunster se compromete a iniciar la navegación antes del 31 de diciembre
de 1886 salvo por caso fortuito y la subvención se pagará desde el día en que se
establezca la carrera del vapor.
Articulo 6
El Sr. Bunster se compromete a traer gratuitamente las valijas de los correos,
las tropas y pertrechos que se movilicen en todo el curso del río”.

El carácter fronterizo de la Araucanía queda en evidencia en este


articulado, sobre todo al priorizar el “transporte de tropas y funcionarios del
Estado”, consecuente con la idea de ir consolidando las “líneas” de ocupación.
Asimismo, se asegura el transporte de la valija postal ante la precariedad y la
seguridad de los caminos.

Demostrada la navegabilidad del río Imperial, se desencadenan


los siguientes fenómenos económicos:
a) Incorporación o competencia de compañías navieras nacionales y de
cabotaje internacional.
b) Especulación sobre la propiedad agrícola.
c) Acelerado desarrollo urbano de los puertos fluviales de Bajo Imperial o
“Misiones” (Puerto Saavedra), Nehuentúe, Carahue, Nueva Imperial y
Chol Chol.
d) Formación de un empresariado naviero-agrícola.
e) Efecto multiplicador de una economía de explotación cerealera a gran
escala y de producción ganadera, maderera. Incorporación de
maquinarias agrícolas “a vapor”, y formación de caminos.
f) Formación de Industrias de transformación agrícola.
g) Definición citadina de Carahue como “puerto fluvial” (Apostadero).
Inmediata creación de una zona portuaria.

El gobierno estableció, además, diversos contratos con otras


empresas. El 5 de mayo de 1887 el Gobierno celebró, por ejemplo, un contrato
con la Compañía Sudamericana de Vapores y el 1 de Febrero de 1888 se
promulga la Ley de Contrato Adicional con la misma Compañía, que
incorpora una combinación del cabotaje hacia el sur chileno (hasta Puerto

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Montt) y, lo más importante para nosotros, “Se obliga igualmente a establecer
un vapor de trescientas toneladas de carga en la navegación del río Imperial, el
cual hará un viaje semanal entre la desembocadura del río y el puerto fluvial
de Carague (sic)15. La compañía inició la navegación el 17 de Septiembre de
1887.

Junto a los contratos de tráfico nacional, el Estado firmó otro


para el cabotaje internacional (Valparaíso-Panamá) y para ello la Compañía
Sudamericana de Vapores incorpora uno de los vapores de mayor capacidad
de registro: el “Imperial”, construido en acero, con máquinas de triple
expansión, luz eléctrica y un registro de 3.000 toneladas. Se había construido
en la Casa Laird Brothers, en Birkenhead. Aunque el propósito del gobierno
era estimular el comercio, el fantasma de una guerra siempre rondaba en La
Moneda. “Este Contrato, se decía en el informe del Ministerio, que ha tenido
por objeto principal asegurar la estabilidad de una compañía nacional de
navegación, destinada a llevar la bandera de Chile a lejanos mares, coloca al
país, en la dolorosa emergencia de una guerra, en situación de poder disponer
de una flota numerosa de transportes con cruceros de gran velocidad que le
aseguren el dominio del mar” 16.

El creciente tráfico de productos agrícolas y semi elaborados,


desarrolló una sostenida articulación de los espacios de reciente ocupación,
incorporando otras organizaciones navieras como la “Compañía de Armadores
de Valdivia”. En 1890, la Memoria del Intendente de Valdivia, sostenía que
“en cuanto a los vapores de la Compañía de Armadores de Valdivia, ellos
empezarán desde luego a viajar, no sólo a Valparaíso, como lo hacen con más o
menos regularidad, sino también a Carahue i a Trumag, con itinerario fijo”.
Este mismo informe destaca la creciente integración marítima internacional a
que está sometida la costa del centro-sur con los cabotajes de las compañías
Sud-Americana, Compañía Inglesa y la compañía alemana “Pacífico” y
“Kosmos” (Valdivia-Hamburgo)17.

15 Memoria del Interior, 1888. Imprenta Nacional, pp. XLVI-XLIX.


16 Memoria del Interior, 1886.
17 Informe Memoria Intendencia de Valdivia. 1890. En Memoria del Interior. 1890.

Tomo II. Imprenta Nacional, Santiago, 1890, p. 51.

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Por lo anterior la administración marítima, creó el “Puerto
Menor” de Imperial, por Decreto Supremo del 10 de agosto de 1886, que
funcionaría con un teniente administrador, con setecientos veinte pesos de
sueldo anual y un marinero, con ciento ochenta pesos de sueldo anual.

La configuración geomorfológica de la denominada “barra del


Imperial”, condicionó la navegación en su primer ciclo, es decir el cabotaje que
oscilaba entre las 50 y 450 toneladas de registro neto. Así, el embancamiento de
la barra, obligó la creación de un servicio de “Prácticos de Navegación”,
reglamentado por Decreto Supremo del 12 de octubre de 188718.

Una opinión bastante optimista de este cabotaje manifiesta


desde la óptica militar, don Alejandro Gorostiaga, en su “Memoria de la
Comandancia Jeneral del Ejército del Sur” (15/3/1887) al Sr. Ministro de la
Guerra ...” la navegación del río Imperial, establecida ya felizmente por dos
vapores de los señores Leal vendrá a impulsar poderosamente el comercio i la
agricultura en las regiones australes del territorio, proscribiendo para siempre
de ellos la inercia del pasado..”19.

(1) 18 El título oficial de ésta pieza legal es ”Reglamento sobre el Servicio de Prácticos
para la navegación en el río Imperial”. (12 de octubre de 1887). Algunos de sus
artículos señalan:
Art. 3° “Corresponde al práctico de servicio señalar la oportunidad de la entrada o
salida de los vapores, como asímismo el calado que ha de tener según el estado i
fondo de la barra, dando aviso previo a la autoridad marítima”
Art. 5° “La dirección del canal que atraviesa la barra se marcará con la enfilada de un
tablero de 4 metros por lado, pintado de blanco, apoyado en el cerro i a cincuenta
metros sobre el nivel del mar i colocado en la playa al extremo de un palo de ocho
metros de altura”
Art. 6° “N°1 Una bandera blanca indicará que la barra está buena. N°2 Una bandera
azul que indicará que la barra está mala. N°3 Una bandera azul con diagonales
blancas significará que debe esperar sobre la máquina. N°7 Un gallardeton rojo
indicará, váyase a Corral. N°8 Un Gallardeton blanco, váyase a Tirúa. N°12 Una
bandera blanca i un gallardeton rojo ¿Ha tocado en la barra? (Boletín de Leyes y
Decretos, 1887. Tomo II. Imprenta Nacional, p. 1635).
19 Alejandro Gorostiaga, Memoria Comandancia Jeneral del Ejército del Sur. Al Sr.

Ministro de la Guerra, 15 de Marzo de 1887. En Memoria de Guerra, Imprenta


Nacional, p. 187.

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Creada la “Subdelegación Marítima de Boca río Imperial” se
informa del movimiento de cabotaje realizado en 1887: “los vapores entrados i
salidos a esta barra i al presente año han sido: Río Claro, de la Compañía Sud-
Americana, once viajes, Ester, propiedad del Sr. José Bunster, dieziseis viajes;
Longaví, Compañía Sud-Americana, un viaje, Queuli, propiedad del Sr. Antonio
Leal, dos viajes; i Chamil, una entrada. Este vapor a quedado en Nueva
Imperial i hace carrera hasta Chol Chol, ocupándose en la conducción de
harinas i trigos entre uno i otro punto” 20.

El práctico, P. Frederiksen registró la salida y entrada de 18 vapores,


con 2.818 toneladas y 38 pasajeros de entrada y 24 de salida21. El mismo
subdelegado evacuó, al año siguiente, otro informe relativo a ingresos del
Erario Fiscal por “Derechos de Rol y Practicaje”22:

MESES DERECHOS DE ROL POR PRACTICAJE


PARTE DEL TOTAL PARTE DE TOTAL
GOBERNADOR LOS
MARITIMO PRACTICOS
ENERO $4 $4 $ 25 $ 25
FEBRERO $2 $2 $ 10 $ 10
MARZO $4 $4 $ 15 $ 15
ABRIL $6 $6 $ 35 $ 35
MAYO $4 $4 $ 20 $ 20
JUNIO $8 $8 $ 40 $ 40
JULIO $4 $4 $ 20 $ 20
AGOSTO $6 $6 $ 30 $ 30
SEPTIEMBRE $6 $6 $ 30 $ 30
OCTUBRE $4 $4 $ 20 $ 20
NOVIEMBRE $4 $4 $ 25 $ 25
DICIEMBRE $6 $6 $ 30 $ 30
TOTALES 58 58 300 300

20 Memoria de la Marina de Guerra, 1889, Imprenta Nacional, Santiago, pp. 316-319;


Este informe elevado por Don Juan Fredes, al Director de la Oficina Central de Faros i
Capitanías de Puertos de Valparaíso; contiene un interesante observación sobre su
estado y perspectivas. “Como vera Ud. en ésta Subdelagación marítima no existe
astilleros i varaderos por ser un puerto que hace menos de dos años a que ha tomado
el nombre de tal.... en el lugar de Ruca Diuca, hai una roca donde continuamente se
varan los Vapores ... mui (sic) conveniente será conseguir la destrucción de esas rocas
en el punto citado”.
21 Memoria de la Marina, 1888, Imprenta Nacional, Santiago, 1888, p. 201.
22 Memoria de la Marina, 1889. Imprenta Nacional, p. 319.

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Caracteriza al “primer ciclo de navegación” el cabotaje a escala,
las combinaciones al norte23 y sur del país y la internacional24, las modalidades
empresariales individuales (Bunster, Valck, Pablitza, etc.) y la intervención de
grandes compañías y Asociaciones de Armadores (Valdivia y Lebu).
Probablemente en estos últimos, su estrategia competitiva fue intentar
monopolizar el transporte de carga y pasajeros de menor escala hasta la
década del 20, considerando las limitaciones de los caminos públicos.

El período de la navegación en este primer ciclo, se habría


iniciado con el ingreso del “Toltén” (30 Toneladas) propiedad de don
Alejandro Holzapfel25. El 19 Marzo de 1887 ingresa el vapor “Ester” del
empresario José Bunster contraviniendo los “Informes de la Marina” sobre
su navegabilidad en el Imperial. En octubre del mismo año ingresa a la
competencia la poderosa Compañía Sud-Americana de Vapores, cuando el
“Río Claro” cruza la barra, iniciando el cabotaje a escala. Hasta la segunda
década del siglo XX, esta compañía operaba con los vapores “Longaví”,
“Malleco”, “Chillan”, “Bio Bio”, “Maule” y “Lumaco”. La empresa naviera
“Prochelle y Compañía” de Valdivia, competía con las unidades “Rupanco”,
“Teja” y “Valdivia”. También la “Asociación de Armadores de Valdivia”
ingresa a este cabotaje fluvial con el “Trumao” y el “Villarrica”.

Paralelo a estos consorcios, los empresarios navieros-agrícolas,


creaban una modalidad de explotación de mayor complejidad y riesgo
(productor, acopiador y comprador en grandes bodegas de “Frutos del País”,
transportador y finalmente vendedor).
En esta modalidad empresarial destacan José Bunster (vapor
Ester), Alejandro Holzapfel (vapores Toltén, Río Bueno), Enrique Valck Greve
(vapor Carahue), José Duhalde y en menor medida don Arturo Leal (vapores
Queuli y Chamil).

23 Entrevista a Jorge Landarretche Maffei. “... el comercio se hacía directamente a


Europa (vía marítima) y los productos se solicitaban por catálogos ...”.
24 Entrevista al Dr. Luis Valck K. “... el vapor Carahue realizaba eventualmente, viajes

al Perú...”
25 “Apuntes” (manuscritos) de Eduardo Guillermo Valck Berkhoff, 1993, p. 9.

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Un notable documento de 1891 correspondiente a la Tesorería
Municipal de Carahue, nos revela el cabotaje, y las toneladas transportadas,
como los tipos de productos, valores comercializados y destino de la carga26:

MOVIMIENTO DE VAPORES EN 1891


VIAJES VAPORES TONELADAS
11 LONGAVI 255
11 ESTER 119
03 VILLARRICA 127
04 BIO BIO 408
07 TRUMAO 252
04 CHILLAN 447

Siguiendo el documento, los puntos geográficos de exportación


eran Valdivia, Coronel, Talcahuano, Valparaíso, Coquimbo y Arica. Al primer
puerto, se enviaban: aguardiente, afrecho, arvejas, arena, cartuchos de bala
(¿re-exportación?), cáscara de lingue, cebada, camas, costillares secos, cognac,
chanchos, duelas, esencias, equipaje, frejoles, gallinas, grasa, harina flor,
huevos, manteca, maderas, papas, pavos, trigo, vasijas vacías. El valor de lo
exportado ascendía a $294.653.

Significativa es la información relativa a la exportación de oro y


plata a Valparaíso (aunque es el único producto que no declara su valor
comercial). Así mismo a Coquimbo se comercializa la harina flor (386.400
kilos, valorados en $42000) y al puerto de Arica, aguardiente (3000 litros,
valorados en $600).

Un problema permanente lo seguían constituyendo los "bajos"


(embancamientos) de Ruca Diuca, considerando la capacidad de algunos
vapores, como el Longaví, superior a las 400 toneladas de registros. A menudo
era necesario desestibar y transportar la carga por tierra hasta Carahue. El
Intendente de Cautín en su Memoria Anual del año 1892 sugiere aumentar el

26Movimientos de la Tesorería Municipal de Carahue, Movimiento de Vapores, 1890-


1891. Archivo regional de la Araucanía,. Fondo Intendencia de Cautín. Volumen 15. El
movimiento que registra este cuadro deja la impresión que la Revolución del 91 no
repercutió en estas actividades.

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caudal del Imperial, vía un canal artificial que lo conectase al río Allipen,
subsanando las dificultades de Ruca Diuca27. Por Decreto del 1º de Junio de
1892, se comisionó al Ingeniero don Camilo de Cordemoy, para realizar un
diagnostico sobre este asunto.

El Informe anual de la Capitanía de puerto del río Imperial de


ese mismo año registró el ingreso al sistema fluvial de 66 vapores nacionales,
con 23.077 toneladas y dio cuenta de los naufragios dentro de la jurisdicción
Marítima, de los siguientes vapores: “Flamstead”, “Teja”, “Trumao” y “Arno”.
La mayor parte de los capitanes eran extranjeros, entre ellos James Bock, A.
Elbe, J. Davidson y J. Holm. El Flamsted se dirigía a Hamburgo, a cargo del
marinero alemán don Juan Wanget.

Los productos que se exportaban hacia 1893, se relacionaban con


el mercado cerealero y materias primas semi-elaboradas:

TRIGO............................... 75.000 FANEGAS


ARVEJAS......................... 1.200 “
CEVADA.......................... 800 “
FREJOLES........................ 80 “
HARINA FLOR................... 5.700 QUINTALES
LANA BLANCA............... 170 “
CUEROS SALADOS........ 450 KLGRMS
TABLAS........................... 13.000 PIEZAS
CASCARAS LINGUE..... 82.500 KLGRMS28

Cuatro años después la Capitanía de Puerto, informaba el


ingreso de 30 vapores nacionales, con 13.053 toneladas de registro. El mismo
informe especificaba que el tráfico menor, era servido por las lanchas “Igrena”
(10 toneladas), “Oscar” (2 toneladas), “D. Mac Iver” (2 toneladas) y los vapores
“Chol Chol” (27 toneladas), “Damas” (10 toneladas) y “Río Bueno” (22
toneladas).

27 Memoria Intendencia de Cautín, 1892. Archivo regional de la Araucanía, p. 999.


28 Memoria Intendencia de Cautín. 1892. Pag. 1013. (A.R.A.)

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Al comenzar el siglo se denotan los síntomas de crisis que
afectan al cabotaje nacional. La Dirección Jeneral de la Armada, remite en su
Memoria Anual del año 1900 un “Proyecto de Lei” (sic) de protección a la
Marina Mercante Nacional, cuyo artículo 1º postulaba “Asígnase a los buques
de vela i a los de vapor que forman parte de la Marina Mercante Chilena, una
prima anual de cincuenta centavos por cada tonelaje de registro i por cada mil
millas recorridas durante el año”. El artículo 9 establecía “...los vapores que se
dediquen al tráfico interior de los ríos ... Imperial ... disfrutaran de una prima
suplementaria anual de ciento por ciento sobre la asignación del articulo 1º”.

3. El segundo ciclo de la navegación fluvial

El aumento de la población, los progresos de la colonización, la


formación de algunos incipientes núcleos urbanos (Nehuentúe, Moncul) y la
articulación fluvial Chol-Chol, Nueva Imperial, Carahue, Nehuentúe, Puerto
Saavedra, Moncul, Trovolhue, estimuló las redes del comercio y el tráfico de
pasajeros, dando origen a un segundo ciclo de navegación que se manifiesta
por

a) Alta competencia entre medianos empresarios navieros.


b) Cabotaje al interior del sistema hidrográfico del Imperial.
c) Especialización en buques de pasaje, carga y remolque
d) Empresarios subvencionados por el Estado por propuestas públicas
e) El registro de los vapores no supera las 50 toneladas

En 1902 se llama a Propuesta Pública para el servicio fluvial de


los ríos Chol-Chol-Imperial-Trovolhue29. Dos años antes, el 7 de mayo de
1900 el Ministerio del Interior, a través de un documento dirijido al
Intendente de Cautín autorizó a dicho Gobernador para que en
representación del Fisco, suscribiera con diversos particulares contratos como
el que se establece con los “señores Alejandro Holzapfel y José Duhalde
(que) se obligan a establecer una línea de navegación a vapor que haga el
servicio del río Imperial, hasta Carahue, Chol Chol y Trovolhue. El servicio se
hará con los vapores Río Bueno, de 40 toneladas de registro, y Chol Chol de

29Acta de apertura de propuesta para la navegación de los ríos Imperial, Chol-Chol y


Trovolhue. Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación de Imperial, 1902,.vol. 43.

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35 toneladas de registro, de propiedad del Sr. Holzapfel el primero y del Sr.
Duhalde el segundo”30. Se obligan, además, a la conducción de la
correspondencia oficial y la particular, además el transporte de empleados
públicos y autoridades.

Aunque la gran navegación (conexión a Alta Mar) comenzaba a


declinar, aún es posible hacia 1904, registrar el ingreso de 35 buques, que
representaron 12.862 toneladas (entrada) y al año siguiente 26 buques, con
12.419 toneladas igualmente de entradas31.

La misma fuente registraba al año siguiente el ingreso de 16


naves nacionales movilizando 8.315 toneladas y 910 personas; 10 buques
británicos que representan 4.104 toneladas y 650 personas.

A pesar del control estatal sobre el servicio, la firma Duhalde-


Holzpfel no estuvo exenta de reclamos, según se puede apreciar en la
documentación que se conserva en el Archivo Regional de la Araucanía32.

Un nuevo contrato del Estado celebrado en 1909, esta vez con la


firma Duhalde-Valck y Compañía, estableció viajes de cabotaje hacia los
puertos de Valdivia, Lebu, Corral, Lota, Talcahuano, Tomé y Valparaíso,
itinerario que debería realizar el vapor “Carahue”. La compañía propone
cobrar por cada travesía hasta Valparaíso la suma de $20.4033.

Aunque, los vapores se obligaban a llevar la valija postal, este


servicio recibió reiteradas quejas de parte del Administrador General de
Correos, dirigidas al Sr. Gobernador del Departamento, como al Jefe de
Correos de Nueva Imperial por acciones negligentes34. Con todo, la Tesorería

30 Susana Fritz Ríos, “La navegación a vapor en la Araucanía: 1900-1904”, universidad


de la Frontera, 1999 (inédito).
31 Estadística Comercial de la República de Chile, 1905.
32 Archivo Gobernación de Imperial, 1902, vol. 42.
33 Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación de Imperial, Oficios recibidos, 1909,

vol. 64.
34 Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación Imperial, 1913, vol. 74.

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Fiscal de Imperial, pagó por este concepto la suma de $4.000, del Ítem 4262,
partida 32 del Presupuesto de Interior.

Hacia 1907 el puerto de Carahue ya había desarrollado un


movimiento financiero que moviliza en productos nacionales y extranjeros35.
En cuanto al tonelaje movilizado en el primer semestre de 1909 y 191036,
Carahue arrojaba las cifras siguientes en toneladas:

PRIMER SEMESTRE 1909 PRIMER SEMESTRE 1910

EMBARQUES DESEMBARQUES EMBARQUES DESEMBARQUES

1.796 135 1.051 91

Hacia 1912, una intensa actividad se desarrolla en el Imperial,


consolidándose los barrios del Apostadero, Villa Estación y Villa Damas, que
se animan pintorescamente, mezclándose los silbatos de los vapores y del
ferrocarril que habíase inaugurado en 1908. Este espacio se transformará
rápidamente en el área comercial y de mayor competencia.

Ese mismo años, por decreto 3074 del Ministerio de Hacienda,


se aprobó la solicitud de don Alfredo Rosselot para construir un atracadero de
lanchas “entre la estación de ferrocarriles y la ribera norte del río Imperial”37.
Otro permiso es aprobado al año siguiente, por decreto 3601 del mismo
Ministerio de autorizándose la construcción de un atracadero (y concesión de
playa) en la ribera sur del río Tirúa, beneficiando esta vez a don Adolfo Bruna.
Paralelo a lo anterior, se suman las solicitudes para los “balseaderos” del
Imperial, debiendo la Intendencia de Cautín, reiterar por oficio 113 del 14 de
febrero de 1913 que en Carahue sólo está autorizado el de “Boldos” y
“Quillem”.

35 “Chile en la Exposición de Quito. El comercio interior de Chile”, Imprenta y


Litografía Universo, Santiago, 1909, p. 93.
36 Superintendencia de Aduanas. Departamento de estadística comercial. Valparaíso

1910. Pag 46.


37 Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación Imperial, 1912, vol. 71.

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Sobre esta última balsa, la de Quillen, se reglamentó el siguiente
tarifario:
“Pasajeros a caballo, cinco centavos;
Coche de dos ruedas, cinco centavos;
Coche de cuatro ruedas, cinco centavos;
Carreta de dos ruedas, veinte centavos;
Carreta de cuatro ruedas, veinte y dos centavos;
Ganado bovino, asnal, equino, mular y porcino; un centavo cada animal”38.

Los balseaderos, que se prolongaron en sus funciones hasta la


construcción del puente colgante, fueron el de Quillen (Sr. Villablanca), el de
doña Zelima Elgueta (lugar del actual puente) y otro frente a la industria
Valck.

¿Es posible imaginarnos el sector portuario en plena actividad?


Ciertamente, el rasgo pintoresco y vernáculo, con sus usos de “cultura
fronteriza” se manifestaron entre el ruido de los trenes que se “combinaban”
con el itinerario de los vapores, el tránsito de innumerables carretas la acción
afanosa de comerciantes y bodegueros, pasajeros ansiosos, la confluencia
cultural. De fondo los “palafitos” y su arquitectura típica. Olores a humedad
y bosque39.

¿No es acaso aquí, donde está más cercana la identidad del


Carahue histórico? ¿Podemos en la autenticidad cotidiana de estos barrios
conocer el carácter de la ciudad y sus habitantes?

“...El caserío estaba formado por casuchas de madera en bruto y


se levantaban a la entrada de éste, frente a la estación de
ferrocarriles. Era un punto al que convergían caminos de diferentes
regiones. Todos los productos de la rica zona eran comprados por
los comerciantes establecidos en el lugar. Desde la cinco de la
mañana hasta las doce del día, se desarrollaba un movimiento
comercial interesante... se hacían los embarques a Temuco, hasta la

38 Oficio Intendencia de Cautín N° 77, Archivo Regional de la Araucanía, Gobernación


de Imperial, 1913, v. 75.
39 Entrevista a Eduardo Vergara, antiguo vecino y comerciante de Carahue.

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línea central, desde donde eran despachados a diferentes puntos
del país. Era un ramal próspero y sonriente, mirando confiado el
porvenir...”40.

Los muelles y el sector ribereño fueron ocupados por los


empresarios. Hacia 1893, don Alejandro Holzapfel, ocupó el sitio Rol Nº16,
correspondiéndole 4,68 hectáreas; a la Empresa Pablizta Hermanos, el sitio
Rol Nº13, con 2 hectáreas; a doña C. viuda de Barrueto el sitio Rol Nº10, con
1,90 hectáreas (deslindaba con el río Damas); y a la Empresa Valck, los sitios
Nº 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9, totalizando 20,95 hectáreas.

Posteriormente el espacio portuario se subdividió,


incorporándose el “Muelle de Cabrera”, el muelle Holzpfel, genéricamente
conocido como “del buey”, enlazado a los FFCC. En el largo trayecto del
Imperial, existían muelles pequeños, entre otros “El Cometa”, “Ruca Diuca”,
“Puerto Peral”, “Cullinco Maffei”, “Cullinco Herrera”, “Colico”,
“Tranapuente”, “Nehuentue” y a fines del siglo XIX el de la isla “Doña Inés” y
“Millonhue”41.

Todo el candor, la respuesta ladina, el conversar lo cotidiano, se


expresaba a bordo. En la más pintoresca navegación, convivían pasajeros que
se entretenían en el juego de naipes, comerciantes y mercaderías por doquier,
inclusive pequeños animales.

Hernán Díaz Arrieta, “Alone”, visitó en 1921 al poeta Augusto


Winter, describiendo el viaje mágico

“ ... Aléjase Carahue con sus casitas blancas en el fondo negro de


los bosques, en el muelle se agitan manos que saludan, sombreros,
pañuelos, mientras con parsimonia, con serenidad el “Cautín” se
desliza a través de la masa azul y burbujeante...”42.

40 Pedro Riquelme, Miguel Tauro, Imprenta Gutiérrez, Temuco, 1957, pp. 5-6.
41 Juan Wagnet, Memoria Subdelegación Marítima Río Imperial. 1897. En Memoria de
la Marina, Imprenta Nacional, 1987, p. 815.
42 Revista “Zig-Zag” , 20 de enero de 1921.

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Un considerable número de embarcaciones recorrieron el
Imperial entre 1920 a 1960. Algunas se especializaron en transporte de
pasajeros y otras en carga. Muchas se transformaban, además, en grandes
bodegones para almacenar la “compra y venta de Frutos del país”. En estos
espacios se practicaban compras y ventas o simplemente trueques de trigo
por yerba u otros productos de consumo diario43.

Otras importantes bodegas de acopio de “frutos del país”,


fueron las de don Tomás Echavarri, Ernesto Michaeli. Lugar destacado lo
ocupó la Empresa Falck y Cía., por la diversidad y volumen de su producción
y competitividad.

Entre los vapores que navegaban por el río se registraban el


“Saturno” (su propiedad sufrió varios traspasos. Entre ellos la Firma Ricardo
Herrera, posteriormente don Eduardo Bravo); el “Napoleón” (Firma Vicente
Cabrera. Originalmente perteneció a don Casimiro Donat y Conrado Brand); El
“Nerón” (remolcador), que había pertenecido al armador valdiviano don
Guillermo Oettinger y llegado con el nombre de “Naguilan”44.

4. Los hombres y vapores del Imperial

El “Cautín”, de trágico y conocido fin. Su primer nombre fue


“Lumaco”. Al momento de su hundimiento, el 19 de enero de 1948, pertenecía
a la Firma “Lüer Hnos”.

Don Rufino Maiza de Trovolhue, poseía el “Estrella del Sur”, y


el “Lagarto”. Además, navegaban el “Colico” (de Conrado Brand), “Moncul”
(Miguel Ansorena), “Pacífico” (Sucesión Carlos Retamal Olea), “La Flecha”
(Natalio Surjan Nadilo), “El Rápido”, “Lucita” (Arturo Ruiz Díaz), y
embarcaciones menores como el “Burrito”, “Carahuito” (Valck y Cía.),
“Elizabeth” (Ricardo Gottschalk).

43 Entrevista a Elizabeth Golschatt, descendiente del empresario Ricardo Golschatt, de


Puerto Saavedra.
44 Entrevista a Eduardo Cabrera Payá, descendiente del empresario Vicente Cabrera,

de Carahue.

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Alrededor de 1959 ó 1960 circuló el último vapor comercial
entre Chol-Chol y Nueva Imperial, “La Loba”, siendo su capitán y
propietario don Humberto Solano Fonseca.

Fueron en Carahue Capitanes de Puerto don Luis Toro


Gutiérrez, Roberto Valenzuela Román, Jorge Hirth Markmann, Bartolomé
Sepúlveda, Hermójenes Lobos.

En 1914 con agudeza de análisis, del ingeniero de ferrocarriles


don E. Aguirre S., escribió

“La dura antesala predictora del ocaso de la navegación fluvial ...


ésta vía fluvial es espléndida para la salida de los productos de la
zona entre Carahue y Puerto Saavedra, pero no puede pensarse en
que ella llegue, a constituir, una salida al mar de la carga
proveniente del sur, pues sería necesario invertir enormes sumas en
obras de un puerto fluvial a todas luces inconvenientes dada la
vecindad de los puertos de Valdivia y Lebu”45.

En 1929 los bancos de Ruca Diuca, debieron ser sometidos a


dragado.

La Memoria de ese año de la Dirección Jeneral de Obras Públicas, en sus


páginas 13 y 14, informa ... “se trazó un canal preliminar a través del banco de
Ruca Diuca, único obstáculo que presentaba la navegación del río Imperial,
entre Carahue y la desembocadura, el canal tiene 200 mts. de largo por 2,500
mts. de hondura mínima y 16 mts. de ancho. Se invirtieron $ 125.000”46. Eran
los signos de problemas que nunca se pusieron resolver.

De todos los vapores el “Cautín” fue el de mayor personalidad y


simbolismo social. ¿Cómo explicamos que después de medio siglo su recuerdo
trágico siga generando reacciones colectivas, aún con interpretaciones no
exentas de pasión?

45 “Proyecto de Ferrocarriles. Para optar al Título de Ingeniero Civil. 1914. p. 16


(inédito).
46 Memoria Dirección General de Obras Públicas. 1929. Imprenta Cervantes. Pag. 13-14.

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La navegación fluvial fue un símbolo para la gente. Con ella
viajaban también los sueños, las esperanzas, las ilusiones. Cada viaje era un
espacio de convivencia. En su trayecto coexistían sentimientos de
pertenencias con el paisaje, en cada embarcadero, auténticas ritualidades para
un mundo compartido; el viaje más que un recorrido, era un lugar que
legitimaba la construcción social, la utopía y los sueños de los pioneros
fronterizos.

Una “visión mítica” de los antiguos vapores subsiste en el


colectivo histórico, en ella se entrelazan componentes simbólicos, el agua como
estructurante de la muerte y la vida47. A menudo estas lecturas míticas,
reconstruyen heroicos capitanes, los naufragios idealizados y sus riquezas.
Una interpretación popular, un canto a “lo humano”; una letanía triste y
evocadora, subsistió como tradición oral, tras el hundimiento del “Cautín”. La
fuerza de este canto vernáculo reconstruye la tragedia48:

... El día 19 de Enero


fue ocurrido un fatal tragedia
al pueblo la hizo sentir
cerca de Puerto Saavedra ...

El barco en las aguas


Se hundía lentamente
Y las madres pedían
Con sus hijos el perdón ...

Esta durísima prueba, lo sería aún más, cuando el 10 de marzo


de ese mismo año se hundía la lancha motora, “Helvetia”.

47 Mircea Eliade, Imágenes y Símbolos, Editorial Taurus, 1955, p. 165 “... la inmersión
repite el gesto osmogónico de la manifestación formal; la inmersión equivale a una
disolución de las formas. Por esto, el simbolismo de las Aguas implica tanto la Muerte
como el Renacimiento ...”.
48 Informantes orales, señores Juan Burgos y Familia, Puerto Domínguez.

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Concluía la navegación masiva. Desde Valdivia, el “Piloto
Campbell”, último buque de proporciones en cruzar la barra del Imperial,
intenta reemplazar al “Cautín”. El impacto de las tragedias, la aparición de los
caminos públicos y el Puente colgante, terminarían rápidamente con la
navegación fluvial.

A media centuria del último viaje y de su indudable aporte a la


formación de una identidad local, del “Mississippi chileno”, sólo nos quedan
testimonios materiales diseminados, constituyéndose en los últimos testigos de
la fragilidad histórica de los sueños del ayer.

Carahue fue, con todo, el último puerto de la Frontera.

***

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CARAHUE Y SU HISTORIA
XIX

RECUERDOS DE UN CARAHUINO
Guillermo Valck Berkhoff

Nota del Editor: Los Carahuinos que han leído este relato, lo han
considerado de extraordinario interés. Es por ello que presentamos aquí en
forma íntegra los apuntes escritos en 1993 por Don Guillermo Valck
Berkhoff con el fin de dar permanencia a sus recuerdos. Estos apuntes
rescatan la memoria de muchos de los primeros vecinos de nuestra
comuna, entre ellos los antepasados del autor. Además, los hechos
relatados aquí nos aportan valiosa información relativa no sólo a la historia
general de Carahue, sino que también sobre aspectos particulares que
fácilmente podrían perderse con el pasar del tiempo, y además,
interesantes y valiosas observaciones sobre la historia natural, clima,
etnología, etc, de la comuna, todo lo cual nos ayudará a conocer mejor
nuestra realidad. Se ha mantenido la ortografía del original.

Apuntes de Don Eduardo Guillermo Valck Berkhoff


Junio de 1993

“Don Heinrich (Enrique) Valck Greve nación en Cassel (Alemania) a mediados


del siglo pasado1, era contador titulado, profesaba la fe católica, y por motivos
religiosos decidió venirse a Chile. Llegó a Valdivia en 1869 a la edad de 21
años aconsejado por su hermano Ludwig (Luis) que había estado en ese lugar
seis años antes.

En la década de 1870 lo encontramos instalado con una curtiembre y un


molino maquilero en la ciudad de Toltén. Surtía entre otras cosas, con
materiales de cuero al ejército que operaba entre esa ciudad y Lebu desde que

1
El autor se refiere al siglo XIX. (nota del editor)

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el coronel Don Cornelio Saavedra tomara posesión de la costa Araucana a fines
del año 18632

En 1877 con sus amigos, los hermanos Clemente y Alejandro Holzapfel se


dirigían en viaje por asuntos comerciales a Carahue. Se encontraron que la
noche anterior, en la costa y en la playa, había varado un gran barco, el
“Menantic”. Este viajaba desde Europa a California. La tripulación empezó a
botar la mercadería que llevaba al agua, para tratar de reflotarlo, en tanto que
los Araucanos3, que estaban en gran número en el lugar, se apropiaban de ésta.
Don Enrique aprovechó de comprarles muchas cosas entre las cuales adquirió
para su novia Doña Luisa Deppe el ajuar completo. Se casaron un año más
tarde. Doña Luisa nos mostró a sus nietos su ajuar que aún guardaba y nos
relató como lo había adquirido junto a otras cosas Don Enrique Valck, nuestro
abuelo.

Don Clemente Holzapfel se casó con Doña Lina Deppe, hermana de Doña
Luisa. Don Clemente fue virtualmente el fundador de la ciudad de Pucón,
donde se estableció.

Carahue ya era un pueblo con bastante movimiento comercial. Por el río


Imperial llegaban veleros y vapores de hasta 400 toneladas.

En el lugar que está la estación de FFCC del E existía un molino y una


destilería de alcoholes dirigida por Don Germán Pablitza socio de la firma
Pablitza Hermanos y Compañía. Don Carlos Leal M. puede confirmar esto por
conversaciones que tuvo al respecto con su difunto tío Don Carlos Manser.

A mediados de la década de 1880, Enrique Valck Greve liquida sus


pertenencias en Toltén y se traslada a Carahue, comprando al Señor Pablitza
sus instalaciones industriales. Contrata técnicos en Alemania para instalar y
modernizar éstas y otras industrias al norte de la desembocadura del río

2
La toma de posesión de la costa a la que se refiere el autor, tomó varios años. La localidad de
Queule sólo fue incorporada al territorio chileno en Diciembre de 1866, y Toltén a principios de
1967. (nota del editor)
3
Menciono a este pueblo autóctono como “araucanos”, pues ellos siempre me han manifestado
pertenecer a esa etnia. EGVB

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Damas y bajo el nombre de Enrique Valck y Cia. En 1888 empieza su nueva
actividad.

Molino industrial con 300 quintales métricos de molienda de trigo en las 24


horas. Molino maquilero. Destilería de alcoholes con una producción de
400.000 litros al año. Fábrica de Quaker. Fábrica de arvejas partidas. Fábrica de
café de Malta (cebada). Barraca elaboradora de maderas. Una tienda al por
mayor y al detalle, para atender la necesidades de la zona. Exportación de
productos agrícolas y forestales. Agente de varias Compañías de Seguros.
Construyó un galpón grande a orillas del río Imperial dedicándolo a la
engorda de cerdos, con cabida para más de 500 de ellos.

Tuvo criadero de caballos de tiro liviano raza York-Shire, para viajes de


negocio que hacía continuamente hacia las ciudades de Angol, que desde 1876
era punta de rieles de FFCC del E y Valdivia. Cuando ya no hubo necesidad de
estos caballos transformó el criadero para caballos de carrera fina sangre.
Comprando terrenos cerca de la industria forma el fundo “El Avellano”.

En 1904 adquirió el fundo “Santa Celia” de 5.000 Hectáreas que era todo
bosque e instaló aserraderos en él. Mandó construir en Europa el “Carahue”,
un barco de 1.000 toneladas con doble fondo y plano, con un calado a carga
completa de 3,60 mts para pasar la barra (desembocadura) del río Imperial sin
riesgos, con la finalidad de sacar la producción de la zona hacia la costa del
mar Pacífico.

Instaló una feria de animales en el mismo lugar en el que está la actual4, pero
funcionó poco tiempo. Tuvo un molino en Lautaro, el cual no dirigió
personalmente. Contrató los servicios del geólogo alemán Sr. Fölsch para
efectuar estudios de probables minas de carbón en la zona, los que no fueron
positivos (este Señor dirigió los trabajos geológicos de Lota-Schwager).

Tenía Don Enrique Valck Greve en su oficina un cuadro diploma que le otorgó
el 1er premio por presentación de sus productos en una exposición efectuada

4
El autor se refiere a la feria que funcionaba al final de la calle Ercilla, en Carahue. (nota del
editor)

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en Quito, Ecuador, esto demuestra que además de comerciar con las salitreras
lo hacía con países al norte del nuestro.

A su personal de trabajadores les tenía cancha de foot-ball y toda clase de


elementos deportivos. A sus empleados cancha de tenis, cancha de juegos de
palitroques y una mesa de billar. Además poseía un vapor con cabida para 30
personas llamado “Carahuito” que se usaba para paseos del personal. A todos
sus empleados los hacía almorzar junto a él a su mesa.

Cuando sus hijos Jorge, Germán, Guillermo, Enrique, Julio y Luis terminaban
sus estudios en Valdivia, Valparaíso, Santiago y/o Alemania, los fue
integrando a sus quehaceres.

Como era lógico por sus actividades se nacionalizó Chileno. La administración


de la firma la ejerció el propio Don Enrique hasta su último día de vida. Al
fallecer a los 80 años de edad hubo duelo general en Carahue.

El fundo Santa Celia lo compró al Señor Schacht de Santiago quien lo adquirió


en remate fiscal efectuado en Santiago el año 1894 sobre las tierras de esa zona.
La planificación e hijuelización partió de un hito de roble pellín grueso
ubicado en la hijuela “La Huacha”, perteneciente a Don D. Belmar, en las
nacientes del río Damas. Los ingenieros de la época llegaron a este lugar con
una faja que partió desde Traiguén. En este remate el valor de la tierra por
hectárea fluctuó entre $0.60 y $1.00 según su ubicación. Copia autorizada de
estos planos y de las ciudades de Nueva Imperial, Carahue y Puerto Saavedra
poseía la firma Enrique Valck y Compañía y en ellos figuraban perfectamente
demarcadas todas las reservas indígenas con los respectivos nombres de sus
caciques.

Los araucanos eran tranquilos y pacíficos siempre que no los molestaran


dentro del terreno que ellos ocupaban en torno a sus rucas, donde ellos tenían
los sembrados para el sustento durante el año y los pastos para sus vacunos,
caballares y oveja. El cacique era el que mandaba en su reducción. Los campos
en que vivían estaban todos en vegas y planadas, por ser las más fértiles tierras
existentes, a orillas del mar, del lago “Budi” y de los ríos. Las lomas y cerros
que correspondían mas o menos a un 80% del total de los suelos, estaba todo
cubierto por bosques de los cuales sólo aprovechaban la leña para sus fogatas.

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En los veranos muchos Araucanos de este sector viajaban por Pucón,
Curarrehue a Mamuimalal en Argentina para visitar a sus parientes, que según
ellos tenían muchos en esos lugares. Al venirse cambiaban sus cabalgaduras
por otros de dos colores, los preferían castaño con manchas blancas.

Cuando trabajó Don Enrique Valck Greve en Toltén viajaba continuamente


dentro del sector que comprendía desde Chol-Chol pasando por Traitraico5
hacia el sur hasta el río Toltén, de allí hacia el pueblo de Toltén, siguiendo por
la costa hasta Bajo Imperial y desde ese lugar siempre al norte del río Imperial
hasta Chol-Chol en la compra de cueros y cáscaras de lingue, para fabricar
tanino utilizado en la curtiembre.

Aprendió rápidamente el lenguaje nativo para comunicarse con ellos. Conoció


a fondo costumbres, carácter y manera de ser de los araucanos de este lugar.
Siempre los atendía y conversaba con ellos en su oficina, como si fueran
ciudadanos importantes, llegaban con sus atuendos: chiripa, chamal y torso
desnudo en buen tiempo y con poncho cuando llovía y descalzos.

A raíz de la ocupación de la costa araucana por tropas del Ejército, empezó a


poblarse el sector con chilenos venidos desde el sur de Lota, los que
aumentaron en gran número al declararse la guerra del 79 por temor a ser
enrolados al ejército. Y desde Valdivia vía Mehuin a Toltén llegaron las
siguientes familias alemanas:

Diner, Wilfredo, tonelero


Bachman, Germán
Brand, Conrado
Fiedler
Greve, Carlos, comerciante, tienda
Hansen, Juan, calderero, maquinista
Haupt, Germán, Agente de Correos, tienda, exportación de productos
agrícolas
Hoppe, Juan, socio de Pablitza Hnos. y Cía.

5
Traitraico era el nombre mapuche del poblado que había en la ubicación de la actual Nueva
Imperial. (nota del editor)

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Holzapfel, Alejandro
Múnzmayer, José, constructor, carpintero
Michael, Ernesto, socio de Pablitza Hnos. y Cía.
Manser, José, comerciante
Möller, Germán, abogado titulado en Alemania, contador de E. Valck y
Cía.
Pablitza, Germán
Riesemann, Ricardo, técnico molinero de E. Valck y Cía.
Schmidt, Justo, Agente telegráfico
Schmidt, Máximo, carnicero
Schwade, Ernesto, constructor de molinos
Von Struensee, Pablo
Thiers, Enrique, depósito de cervezas y bebidas gaseosas
Troll, fabricante de calzado
Valck, Enrique
Además, varios artesanos y agricultores de los cuales no tengo datos
debido a los años transcurridos hasta la fecha.

Mientras duró la guerra del Pacífico, las tribus araucanas hacían de vez en
cuando los Malones arrasando con todo, saqueando, quemando casas y
cosechas, robando los animales, etc. Respetando sólo las propiedades de los
extranjeros.

Los araucanos siempre le decían a Don Enrique Valck “Oye, tú, Enrique somos
amigos porque eres extranjeros igual que nosotros en nuestra tierra.”

Un poco más al norte en el río frente a Puerto Saavedra encalló sobre un


roquerío que no estaba a la vista, el barco “Tejas” procedente de Río La Plata,
partiéndolo por la mitad. Estas partes se llevaron a Carahue, la proba (¿proa?),
después de ponerle un mamparo, fue llevada a remolque a Talcahuano, y la
popa, cuando se estaba preparando, vino una crece de río que la arrastró hasta
la Villa Damas dejándola hundida al lado de donde estuvo el antiguo
matadero municipal. Sus restos aún se veían antes del terremoto de 1960. La
hélice de este barco la tenía enterrada cerca de su casa Don Enrique Troncoso
para que le sirviera de anclaje a ésta y no ser arrastrada aguas abajo en las
creces del río. Esta casa estaba frente a Villa Damas.

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En un viaje que hice por la costa a Toltén en 1950, todavía se veían en la
rompiente de las olas, al norte de “Piedra Alta”, los restos de un mástil del
vapor “Menantic”. Entre ese lugar y “Chelle” aún quedaban restos del barco
“Flamstead” varado mas o menos alrededor del año 1900. En remate de la
Compañía de Seguros, la Sociedad José Duhalde y Cía. De Puerto Saavedra se
adjudicó este barco para desmantelarlo quedando en el lugar sólo su casco.

También estaban a la vista restos del vapor “Maule” y del “Bio-Bio” en la barra
del río Imperial, que se hundieron casualmente después que FFCC del Estado
llegara a Carahue. A raíz de estos accidentes las Compañías de Seguros
dejaron de asegurar barcos y carga que pasaran por la desembocadura del río
Imperial.

En Nehuentué el Señor Wilson construyó un barco que en su primer viaje,


cargado con papas se hundió entre la isla “Mocha” y la costa. Desde
Talcahuano el barco costero “Longaví”, de la Cía. Sudamericana de Vapores y
desde Valdivia los vapores “Villarrica” y “Trumao” de la Asoc. De Armadores
de Valdivia, mantenían un contacto regular varias veces al mes con Carahue.
Hasta seis vapores de alta mar hubo en una oportunidad en el río Imperial
frente a Carahue, entregando y recibiendo carga.

El barco fluvial “Toltén”, de 30 toneladas fue el primer vapor que llegó a


navegar en el río Imperial; éste lo adquirió Don Alejandro Holzapfel cuando
vivía en Toltén para trabajarlo en ese río, negocio que no prosperó. La
propulsión era con ruedas de paletas a ambos lados del casco. Al trasladarse
Don Alejandro a carahue, lo trajo, navegando aquí por más de 40 años,
hundiéndose con el nombre de “Laura” entre Cuyinco y Tranapuente. El vapor
“Río Bueno” de 50 toneladas, de fondo plano, con un máximo de 1.20 mts de
calado a carga completa, propulsado por una rueda de paletas a la popa y 9
millas de velocidad por hora, lo adquirió Don Alejandro en el Río Bueno, por
eso su nombre. Se hundió por exceso de carga a orillas del río frente a Llihuin.
Sus calderas y máquinas fueron vendidas a la carbonífera Pupunahue en
Antilhue.

El “Cautín”, copia fiel del barco “Río Bueno” fue armado en Nueva Imperial
con el fin de llevar la producción de esa zona hasta los barcos de alta mar en

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Carahue. Quedó trabajando entre Carahue y Puerto Saavedra. Tuvo un
accidente trágico la víspera de un 20 de Enero6 frente a la Isla de Santa Inés en
que fallecieron más de 100 personas. Fue desarmado cuando llevaba el nombre
de “Lumaco”.

Además de los barcos nombrados existían los más pequeños el “Rápido” y el


“Colico” perteneciente a Don Conrado Brand, técnico a cargo de la destilería
de alcoholes en la firma E. Valck y Cía.

Después de 1930 llegaron de Valdivia a trabajar entre Trovolhue, Puerto


Saavedra y Carahue los vapores “Saturno” de Don Ricardo Herrera, el
“Naguilán” un remolcador de Don Vicente Cabrera, el “Cruz del Sur” y el
“Lagarto” de la fábrica de tanino de Trovolhue del Señor Maiza y el “Helvetia”
armado en Quepe, el cual, al enredarse con el cable de la lancha motorizada
que atravesaba el río frente a Carahue, se hundió pereciendo muchas personas.

Muelles que existieron a orillas del río Imperial: La Estación, V. Cabrera, Valck,
El Cometa, Rucadiuca, Puerto Peral, Cullinco Maffei, Tranapuente, Nehuentúe,
Moncul, y Puerto Saavedra con sus dos muelles.

La navegación de barcos por el río terminó al arreglarse los caminos a ambos


lados del Imperial.

Don Alejandro Holzapfel se dedicó en Carahue a la compra de cereales, a


atender la carga, descarga y almacenaje de mercaderías y en general todo lo
relacionado con la navegación. Tenía las bodegas a orillas del río frente a la
estación de FFCC del Estado. Al construirse el muelle se encontraron en el
agua de ese lugar basas de madera de raulí todavía intactas de la época de “La
Imperial”.

Los barcos de hasta 200 toneladas llegaban en toda época hasta Carahue, los de
mayor tonelaje sólo hasta Rucadiuca entre los meses de Octubre y Abril pues
en esa época del año en ese lugar el río era poco profundo.

6
El 20 de Enero, día de San Sebastián, es una fiesta religiosa muy celebrada en la zona, razón
por la cual el vapor iba lleno de peregrinos. (nota del editor)

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En esta parte se efectuaba la carga y descarga de mercaderías trasladándose a
Carahue o viceversa en vapores fluviales y/o carretas. Para las carretas hubo
que hacer el camino a orillas del río por el “Atracón Grande”, ya que éste subía
detrás del molino pasando por sobre las lomas y bajaba a un lado de las
antiguas casas de Don Onofre Aguilera. En Puyangue en un aserradero
dirigido por Don Abel Parodi se construyeron lanchones para utilizarlos en el
dragado de los bajos de Rucadiuca, este trabajo no se efectuó. Se hicieron en la
primera mitad de la década de 1930, quedando el río canalizado con buena
profundidad.

Puerto Saavedra se llamó “Misión” o “Bajo Imperial”, los Araucanos lo


llamaban “Cuartel”. En la Capitanía de puerto oficiaba de práctico el marinero
alemán Juan Wagnet, que tenía por misión principal guiar desde tierra con
señales de bandera la navegación de los barcos a través de la barra del río. Una
compañía Holandesa hizo los estudios para crear un puerto marítimo en el
lugar y facilitar el paso de barcos por la desembocadura del río Imperial. De
esa manera ellos pedían derechos de peaje para durante 25 años, cumplidos
éstos se retirarían dejando todo al Estado. Intereses de los puertos al sur y
norte de Cautín, ejercieron sus influencias convenciendo al gobierno no
aceptara este ofrecimiento.

Lanchas para atravesar el río: la de Quillen (Rosauro Herrera) en el puente


actual; frente a Villa Damas, una motorizada frente al Molino Valck y poco
más al norte la de Don Germán Bachmann y una en Cullinco. A raíz de la
construcción del puente colgante7 sobre el río Imperial quedó funcionando
solamente la de Quillen. Por haberse cambiado la desembocadura del río a
causa del terremoto de 1960, dejó de funcionar la que unía Puerto Saavedra
con la puntilla de Moncul. Quedan funcionando en esa zona la lancha de
Nehuentúe a Puerto Saavedra, Nehuentúe a Moncul y la de Puyangue.

A mediados del mes de Julio del año 1922 se produjo la crece mas alta
conocida del río Imperial. Aumentaba 30 cm. de altura por hora. Llegó a los 10
mts sobre su cauce normal quedando 40 cm. sobre la línea férrea de la estación.
Las causas que producen estas creces del río Imperial en Carahue, según
experiencia familiar, ya que vivía a orillas del río, son los deshielos repentinos

7
El puente colgante fue inaugurado en 1949. (nota del editor)

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en la Cordillera de los Andes por efecto de lluvias abundantes seguidas de
vientos Puelche procedentes de la pampa Argentina que soplan tibios y
arrastrados. El nivel mas alto de las aguas se produce siempre después de
media noche a 36 horas del deshielo. Esto coincide en las creces mas altas,
entre 6 y 10 mts sobre el cauce normal, con la fase de luna llena, probablemente
influenciado por las mareas marítimas que llegan hasta Carahue. En mi
opinión el aluvión catastrófico que se produjo en Mayo de este año (1993) en
Santiago, también fue efecto de vientos Puelche por la hora en que se produjo
y la distancia que existe entre la cordillera de este sector y la pampa Argentina.
Para que hubiera sido efecto de la Corriente del Niño en el mar, el aire tibio
tendría que haber viajado a por lo menos 100 Km. por hora ya que estos
deshielos solamente se producen por combinación de aire tibio con el calor del
día.

No faltaron en esa época bandas de cuatreros y ladrones. El año 1940 conocí en


San José de la Mariquina a una persona, propietaria de un predio agrícola, de
avanzada edad y que era tuerto, del cual me hice amigo. En una oportunidad
le pregunté por la causa de la pérdida de su ojo. “Guárdeme el secreto” me
contestó. “Lo perdí en el trabajo que efectuaba cuando joven, formaba parte de
una banda de cuatreros que operábamos desde aquí hasta las vegas del río
Imperial donde intercambiábamos los animales con otros traídos desde
Cañete, volviéndonos nuevamente a esta zona para negociarlos. También me
conversó sobre una mujer muy decidida y temida por todos llamada Demetria
C., era de Bajo Imperial, montaba muy buenos caballos, vestía como hombre y
bajo la manta de castilla usaba siempre la carabina lista para hacer fechorías,
generalmente viajaba sola recorriendo desde Lota a San José de la Mariquina.

Las bandas de cuatreros y ladrones fueron mermando a medida que el jefe de


una de ellas las fue liquidando, al final él y su cuadrilla quedaron con el
monopolio de esta actividad. Nombres de personas no menciono para evitar
controversias y mal entendidos.

Los viajes a Angol se hacían por Chol-Chol, Galvarino, Traiguén y/o Nueva
Imperial, Temuco y Traiguén. Nunca se usaba el mismo camino de regreso
para evitar posibles asaltos. Se viajaba con cuatro acompañantes bien armados.
En algunos sectores había que pasar a toda velocidad por cuanto existían nidos
de forajidos. En algunas oportunidades se llevaba a esta ciudad gran cantidad

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de artesanías de plata que usaban las Araucanas como adorno y los Araucanos
en forma de argollas en las riendas de sus caballos, para enviarlos a la Casa de
Moneda en Santiago, vendiéndose a ésta por kilos, y en la cual la
transformaban en monedas de plata”.

“Cuando no había barcos en viaje a Valdivia, se hacía éste a


caballo por Puerto Saavedra, Toltén, Queule, Mehuín y Chunimpa, donde se
tomaba un vaporcito hasta Valdivia. El viaje se demoraba más de dos días. Era
un gran sacrificio para los estudiantes y/o para el médico que se mandaba a
buscar cuando había algún enfermo grave. En avisarle y traerlo demoraba por
lo menos una semana.

Nueva Imperial empezó a desarrollarse pocos años después de Carahue, se


llamaba entonces Traitraico, nombre que todavía existe en un lugar poco al sur
de esta ciudad. A principios de este siglo, llegó a esta ciudad el Ferrocarril del
Estado. Se construyó un puente sobre el río Chol-Chol para continuar la línea
hasta Carahue. A la inauguración de esta obra fue invitado entre otras
personas importantes de la zona Don Enrique Valck G. e intuyendo que el
Ferrocarril del Estado significaría la muerte para el progreso de Carahue, no
concurrió. Al pasar la locomotora arrastrando carros con invitados y lastre por
el puente, éste cedió cayendo todo al río, falleciendo varias personas.

El edificio del molino de Don Enrique Valck fue construido para instalar
posteriormente más maquinaria y producir el doble, lo que no se llevó a cabo
debido a que en Nueva Imperial Don José Bunster instalara años mas tarde,
uno con mayor capacidad de producción. En la zona en el año 1888 en que
empezó a trabajar el molino de Don Enrique Valck tendrían que haberse
estado produciendo cerca de 100.000 quintales métricos de trigo, de lo
contrario Don Enrique no habría instalado su industria y una vez en actividad
el molino de Nueva Imperial mas de 200.000 quintales.

¿Cuanta gente de trabajo intervino hasta que los cereales y demás productos
agrícolas llegaran a producirse y comercializarse por cantidades a las bodegas
de la ciudad? ¡Esto no es fruto de pocos años!

Trabajé hace 50 años al interior de la provincia de Valdivia en un campo de


puro bosque nativo. La experiencia adquirida durante 10 años en esa actividad

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me autoriza a afirmar que se necesitan por lo menos 25 años para
transformarlo en productivo agrícola, si no se dispone de elementos
mecánicos.

En la época en que comento lo referente a Carahue y sus alrededores, recién se


estaba empezando a formar esta zona. Como se estaba poblando, había escasez
de mano de obra, no existían caminos, comenzó la roza de los bosques, la
crianza de animales, muchos sembrados se perdían debido a las lluvias por la
lentitud de la corta y trilla de los cereales que se hacía en forma primitiva, etc,
etc.

La vida de la época se desarrollaba en forma más o menos similar a como se


presenta en algunas películas sobre el Oeste Norteamericano. Las bandas de
cuatreros y asaltos de bandoleros, el desorden en las cantinas que existían en
abundancia, principalmente por los buscadores de oro, la lucha por los
deslindes de los predios agrícolas, etc. La diferencia está en el paisaje, aquí la
mayoría de las tierras estaban cubiertas de bosques y que los nativos se
contactaban más con los forasteros que estaban poblando la zona, pero
igualmente no les trabajaban. Llama la atención que tanto los aborígenes de
allá como los de aquí han preferido los caballos con grandes manchas blancas,
tal vez por mimetismo de color para no ser reconocidos desde lejos en el
terreno.

Sobre lavaderos de arenas auríferas en esta zona. Hace mas o menos 12 años
conversé lo mas interesante con Mariano del Picó. Algo de esta conversación se
publicó en el Diario Austral de Temuco. Podría agregar algunas cosas más.

Durante la corta existencia de La Imperial, los españoles trabajaron en la


extracción del metal sólo lugares cercanos a esta ciudad. En las quebradas,
aparentemente explotadas en esa época, hay pocos vestigios de materiales que
normalmente acompañan al oro de esta zona. Por lo tanto el oro extraído fue
poco. Para los indígenas era maldición nombrar la palabra oro y/o extraerlo,
pues este metal, según ellos causó la desgracia de su pueblo, de manera que
era lógico que no dieran datos de los lugares en que existía. Jamás vi a
Araucanos trabajar en lavaderos de oro.

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A un lado del río Colico a 50 mts de altura sobré él y en la hijuela Lo Mera en
la Puntilla Santa Rosa, existen saldos de aluvión que contiene oro, en él
trabajaban hace poco más de 60 años los Srs. Espinoza, encontrando restos de
huesos de un animal prehistórico grande, sin saber la importancia y el
significado que podrían tener éstos, los destruyeron, quedando sólo un molar,
el cual, según ellos, entregaron a Don Eudocio Díaz, dueño en esa época del
fundo Chanco, quien lo habría mandado a Concepción.

En una ocasión en que estaba pistoneando con monitores hidráulicos de noche


un aluvión con manterías auríferas en un terreno en el sector El Peral,
perteneciente a la Sucesión Benjamín Leal, encontré al amanecer huesos ya
cristalizados de un animal prehistórico, ninguno de ellos estaba entero a causa
de la potencia del chorro de agua. En todo caso se trataba de un animal mas
grande que un vacuno. Hice un piquete y lo llevé a casa, tiempo después tuve
oportunidad de viajar a Santiago, busqué el paquete y al no encontrarlo me
explicaron que no le habían dado importancia a su contenido y lo habían
botado.

Nací en 1916, en la casa ubicada en la primera cuadra de la calle Lautaro en


Carahue, donde vivimos con mi padre, don Guillermo Valk D. hasta el año
1928. La adquirió don Vicente Cabrera y posteriormente el señor Grandón. En
ella funcionó en el siglo pasado y principios de éste8, un colegio alemán
probablemente el primero de esta nacionalidad en la Araucanía ya que la
colonia Alemana era numerosa, su director era el Señor Paul von Struensee-
Bittner-Cleffel. Entre otros estudiaron sus primeras letras en este
establecimiento Don Adalberto Thiers, fue compañero en el de Don Enrique
Troncoso, que por mas de 35 años trabajó en la firma Valck. Nombro a ellos
por haber sido conocidos por muchos de los actuales Carahuinos. En el pasillo
de entrada y en el piso existía una tarima que se levantaba para bajar al
subterráneo, las paredes eran de tierra y en ellas se veían, perfectamente
marcadas, sepulturas una al lado de otra; los huesos de los cadáveres, al
removerlos se desintegraban. En el sitio que entonces llegaba hasta la calle
Villagrán había restos de murallas de piedra laja, enterradas en dirección norte
al sur. Con seguridad son restos de la Antigua Imperial fundada por Don
Pedro de Valdivia en Octubre de 1551 y que corresponderían a la Iglesia.

8
Es decir, principios del siglo XX. (nota del editor)

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Cerca de Nehuentúe en una reducción indígena, al lado del río Moncul existen
en la tierra vetas de conchas de varias especies de moluscos mezclados con
algunos hueso de aves y mamíferos, que al tomarlos se desintegran fácilmente.
¿Cuando y cómo llegarían a ese lugar?

En mis andanzas por Sta. Celia y el Peral encontré entre maderas podridas y
tierra de hojas del bosque, plantas con hojas, flores celestes y tubérculos poco
enterrados similares a nuestra actual papa. Los tallos algo más delgados y
largos, la papa más bien grande y alargada de cáscara color morado o blanco y
su carne color blanco cristalino. Cocida ésta, con un sabor parecido a la papa
común pero dulce, no tanto como el Camote. Un amigo, mayor que yo, me
contó que él las había conocido cuando niño en los bosques de la zona de
Puyangue. ¿Serán estas papas antecesoras de las actuales? Podría, tal vez
sacarse alguna conclusión si se pudiera establecer la época en que se hicieron
los bancos de conchas los cuales mencioné anteriormente ya que el lugar de
Puyangue es cercano a Moncul.

En Puerto Domínguez existió una instalación telegráfica que con sus postes
atravesaba por el medio del lago Budi en dirección a Puerto Saavedra. Esto nos
indica que el lago es de poca profundidad. Conversando después del
terremoto de 1960, con un anciano cacique de esa zona, éste me contó que por
transmisión de padres a hijos de sus antepasados él sabía que ese mismo
fenómeno (el hundimiento de la tierra causado por el terremoto) también había
sucedido cientos de años antes. Quiere decir entonces que primitivamente este
lago fue una gran vega y que por terremotos de gran intensidad fueron
hundiendo la tierra hasta dejarla transformada en el lago actual. Este
hundimiento se podría confirmar también con el siguiente hecho: En Carahue
al construirse el puente colgante que atraviesa el río Imperial y hacerse el
pique para los anclajes de su lado Oriente, a los 14 mts. de profundidad, con
respecto al nivel de las aguas de esa época se encontraron restos de troncos de
madera de pellín de Roble. Recuerdo haber escuchado comentarios sobre la
existencia, antiguamente, de un vapor que hacía recorridos dentro del lago.

Poco sé de los ciudadanos Españoles que vinieron a colonizar el sector entre


Puerto Domínguez y el río Toltén. Algo tal vez puedan aportar sobre esto los
descendientes de ellos que aún viven en Carahue y Nueva Imperial.

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La ciudad de la Imperial fue fundada por Don Pedro de Valdivia, y su
ubicación estratégica evitó que fuera atacada y destruida por los Araucanos;
está muy bien ubicada en el segundo piso de la ciudad de Carahue, a la cual
muchos llaman la ciudad de los tres pisos. Rodeada al sur y al occidente por el
río Imperial y al norte por el río Damas lo cual le favorecía una defensa natural
en caso de ataques en masa de los Araucanos. En el faldeo del cerro, entre el
primer y segundo piso, los conquistadores ubicaron varias cuevas a su
alrededor en forma de túneles de poca profundidad como guarida para
vigilantes de este contorno. Por lo tanto los túneles que se han encontrado en
estos sectores no llegaban, como muchos comentan, hasta por debajo del
centro de la ciudad. Los ataques masivos de los Araucanos solamente podían
haberse efectuado, favoreciendo la pendiente, desde el tercer piso. Los
defensores tenían que hacerlo en un frente, de norte a sur, de mas o menos dos
cuadras.

A la Imperial también se llegaba por navegación marítima. Hace mas o menos


50 años, después de una avenida del río en que éste se abrió paso hacia el mar
por el mismo lugar en que lo hizo para el terremoto del año 1960, cortando la
puntilla Moncul, se encontraron restos de un galeón ¿Español? algunos de los
cuales guardó en su fundo de Nehuentúe Don Miguel Larroulet.

Hace mas o menos 45 años conocí en el sector El Peral a un veterano del 79 de


muy avanzada edad Don Pedro Carter, creo, se trataba del comandante que
fue primera autoridad militar en la historia de Temuco, a fines de febrero de
1881.

En Trovolhue donde se juntan el río Centinela con el San Juan existió una
barraca elaboradora de maderas perteneciente a Don Casimiro Donat que en
Temuco tenía el depósito para la venta de su producción. Este señor fue la
persona que ideó la “regla maderera” con la cual se mide en un extremo el
diámetro de un trozo de madera, obteniéndose de inmediato la cantidad de
madera aserrada que dará ese trozo.

La isla Santa Inés era propiedad de un hermano del presidente Federico


Errázuriz y tenía en ella una gran mansión y un zoológico bien surtido. Don

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José Duhalde adquirió este predio y trasladó su habitación a Puerto Saavedra
para vivir en ella.

Personas nacionalmente conocidas que poseían, hace mas o menos 70 años,


propiedades en la zona: existió entre Puerto Domínguez y el río Toltén, la
Sociedad Agrícola y Ganadera “Budi”, dueña del fundo “la Esperanza”; una
de las tres personas dueñas de este Sociedad era Don Arturo Alessandri Palma.
Al lado sur del río Imperial y frente al bajo de Rucadiuca tenía su fundo “El
Cometa” el almirante Nef y al lado norte el general Chaparro poseía el fundo
“Rucadiuca”. El fundo “Los Corrales” pertenecía al almirante Bannen.

En febrero de 1881 partieron desde Angol fuerzas expedicionarias del ejército


hacia el sur con el fin de lograr unir esta zona con la de Valdivia e incorporar la
región central y oriental de Cautín definitivamente al territorio nacional ya que
la zona costera prácticamente hasta mas de 50 Km. hacia el interior ya lo
estaba.

En el año 1882, los ingenieros marcando calles y sitios confeccionaron el plano


de Carahue. En esa época debió haber tenido aproximadamente 600
pobladores, pues cuando en 1886 Don Enrique Valck empezó a construir la
destilería de alcoholes ya contaba esta ciudad con mas o menos 1.000
habitantes.

En el año 1935 llegó a Carahue un grupo de ingenieros con la tarea de


proyectar y estudiar un camino entre esta localidad y la de Tirúa. El estudio se
completó e incluso quedó el estacado en el terreno. Para evitar las creces del
río, empezaba éste con un puente sobre el río Damas en el lugar del matadero
Municipal, un relleno de la vega hacia el cerro del frente y orillándolo subía
con poca pendiente a las lomas de “El Avellano” siguiendo en dirección a
Santa Celia, etc. En el año 1940 se estaba trabajando en la construcción de este
camino en la cuesta de “El Avellano” pero la faena se paralizó repentinamente.
Los planos relativos a esta obra estaban en la dirección de Caminos de Nueva
Imperial.

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COMENTARIOS:
Para Carahue, si es que quiere prosperar como a fines del siglo pasado9, le es
primordial el camino a Tirúa. Se debe presionar de todas formas imaginables
para lograr este objetivo. El futuro de toda la región de Nueva Imperial, Chol-
Chol, Carahue, Puerto Saavedra, Toltén Puerto Domínguez, etc, va a depender
en gran parte de la madera, ya que la mayoría de los terrenos son lomas y
cerros, y éstos con los años inevitablemente se erosionan. Como Concepción es
un gran centro de consumo, la agricultura y ganadería también saldrían
beneficiadas con esta vía de comunicación.

Una de las conclusiones mas importantes que nos da todo lo relatado es que
Carahue, “la ciudad que fue”, en lengua nativa, empezó a formarse
inmediatamente después que el coronel Don Cornelio Saavedra tomara
posesión de la costa de la Araucanía el año 186310. También fue sin lugar a
dudas la ciudad mas importante de Cautín a fin del siglo pasado y principios
de éste11, hasta que llegara el Ferrocarril del Estado a ella.”

Eduardo Guillermo Valck Berkhoff, Junio de 1993

9
ídem
10
Como se ha indicado más arriba, la costa de Arauco y de la Araucanía fue integrada al
territorio chileno en un proceso gradual: Lebu 1862, Quidico en la década de 1860, Queule en
Diciembre de 1866, Toltén a comienzos de 1867, Cañete 1868. Por lo tanto la influencia directa
del Estado chileno en Carahue se comenzó a sentir a partir de 1867.
11
Es decir, fines del siglo XIX y comienzos del XX. (nota del editor)

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CARAHUE Y SU HISTORIA
XX
NOTAS PARA LA HISTORIA DE
TROVOLHUE Y NEHUENTUE

Trovolhue
(autoría de Jorge Pinto Rodríguez en base a información entregada por Silvia Patricia
Fuentes Sandoval, Dino Flores, y otros vecinos)

El gran auge que alcanzó Trovolhue en las postrimerías de la primera mitad


del siglo XX hizo de él el centro de la mirada de todos los sectores de la región.

El gran dinamismo que otorgó a la zona la actividad maderera, impulsada por


algunas industrias que se instalaron en sus alrededores, allá por la década del
30, convenció a un grupo de audaces pobladores que habían llegado hacia 1938
a las serranías de Alto Matte y Sánchez, Yupehue-Chanco, Alto Yupehue y
Alto Aillinco, de la necesidad de luchar por conseguir mejores condiciones de
vida. Nada podía ser más triste y desolador que enfrentar la vida en lugares
tan inhóspitos y apartados de los centros poblados y comerciales de la región;
por eso, todo esfuerzo por acercar a sus habitantes a los centros comerciales y a
la civilización, valía la pena.

Con esta convicción estos pobladores, la mayoría de los cuales provenía de


Temuco, se asociaron en la Cooperativa de Colonos Balmaceda y tomaron posesión
de los territorios de los lugares que señalamos en el párrafo anterior,
uniéndose a las numerosas familias que ya habitaban estos sectores de la sierra
montañosa de la gran Cordillera de Nahuelbuta.

Probablemente, gracias a aquellos primeros pobladores, Trovolhue se había


formado como una pequeña villa alrededor de 1920 o 19251, pues en ese
1El Estado de Chile había decretado la fundación de Trovolhue en terrenos fiscales
mediante un decreto del 27 de junio de 1895, el que fue anulado por otro del 1

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tiempo ya había algunas casitas que albergaban a un grupo de vecinos que
eran visitados, con cierta frecuencia, por un cura encargado de su atención
espiritual. En esa época existía también un fundo, propiedad de la señora Ruth
Marín, y eso era todo. Por varios años Trovolhue fue sólo un par de calles con
algunas casas.

Fue, precisamente en los años 30 que el gobierno impulsó el poblamiento de


este sector, a través de una política que dio origen a lo que la gente llamó las
“colonias”. Esto fue a partir del año 1935 ó 1936.

Don Santiago Fuentes Arriagada, padre de una de los autores de este capítulo,
fue una de las personas que acompañó al ingeniero que hizo las mediciones de
los terrenos para asignarlos a cada familia. Fue por esos años que se instaló en
Trovolhue una fábrica que procesaba el “tanino”. Los campesinos sacaban las
cáscaras de los árboles y las traían a Trovolhue para venderlas. Y el resto del
árbol se perdía. Fue la llegada de esta fábrica la que dio más sentido de pueblo
a Trovolhue. Se instalaron negocios, panadería, retén de carabineros y dos
escuelas, una fiscal y otra particular. Durante esta primera expansión, la gente
se tomó las tierras del fundo de la señora Ruth. Entonces el pueblo pertenecía a
la comuna de Puerto Saavedra. Sólo años después pasaría a Carahue.

Mientras tanto, los colonos que habían llegado de Temuco y otras partes del
país a ocupar las montañas de la Cordillera de Nahuelbuta, tuvieron que
someterse a duras pruebas para salir adelante. A veces tenían que caminar
hasta Carahue para conseguir sus alimentos; otras, adaptarse a la condiciones
brutalmente contrapuestas a las de la ciudad. Nada era fácil. Convertidos en
verdaderos exploradores, se deslizaban por las cumbres de Yupehue, Aillinco
y Matte y Sánchez, en medio de una soledad y aislamiento a los cuales no
estaban acostumbrados. La vida era difícil.

Las distancias que debían recorrer con sus mochilas al hombro, por caminos
que eran apenas una huella, mediaban entre los 40 y 50 kilómetros, llevando
muchas veces un quintal de harina liado a la espalda y bolsos y paquetes

Septiembre de 1900. En la primera década del siglo XX ya existía servicio regular de


vapores entre Carahue y Trovolhue. Además comunidades mapuche estaban
radicadas ahí desde antaño. (nota del editor)

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menores colgando de la mano. El trayecto entre Carahue y la montaña se hacía
duro e interminable; en ocasiones, estos esforzados viajeros debían alojar en el
camino, al abrigo de la casa de un amigo o simplemente protegidos por los
matorrales.

Como los trámites municipales se realizaban en Puerto Saavedra, comuna de la


cual dependía el distrito de Pellahuén al que pertenecía Trovolhue, no pocas
veces debían emprender viaje a la costa. Las inscripciones de nacimientos,
matrimonios y defunciones se hacían en Nehuentue, localidad donde ya existía
una oficina del Registro Civil y estaba el cementerio.

Trovolhue tenía también un cementerio, tal vez más antiguo que el de


Nehuentue; pero, como era un cementerio indígena, la tradición mapuche no
permitía sepultar en él a los huinkas.

¡Cuántas fatigas! ¡Cuántos sudores extenuantes derramados sobre las agrestes


montañas por aquellos hombres que cargaban sobre sus hombros, rotos y
sangrantes, los cuerpos de sus difuntos!

Todo esto hizo pensar a los socios de la Cooperativa de Colonos Balmaceda, la idea
de proponer a todos los habitantes de los sectores vecinos fundar una villa en
el valle de Trovolhue que centralizara las actividades agrícolas, forestales y
comerciales de la región costera. Para llevar adelante la idea se hacía necesario
que cada sector se organizara en comités de colonos.

Fue así como de la informalidad de las palabras los cooperativistas pasaron a


la formalidad de las cartas. Las misivas fueron distribuidas a los comités de
cada uno de los sectores organizados e invitaban a sus dirigentes a una
primera reunión que tendría lugar en la sede del Comité Lucero-Chanco, que
presidía Félix Sepúlveda y que integraban, además, Humberto Ávila, Florín
Peña y Gregorio Mejías. Participarían también Salomé Díaz y Elías Gómez, por
el Comité de San Juan de Trovolhue; Hércules Rebolledo y Pedro Rebolledo
por el Comité Puyangue; Miguel Pérez, José Llancao y Miguel Llancao por el
Comité Yupehue-Chanco; Hilario Larenas y Figenio Larenas, por el Comité
Matte y Sánchez; Manuel Campos, Luis Viscarra y Manuel Segundo Campos,
por el Comité de las Ñochas y por la Cooperativa de Colonos Balmaceda, sus
dirigentes e ideólogos, Rosario Gavilán y José Alegría.

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La asamblea se llevó a cabo en la primera semana de septiembre de 1939, en la
sede Lucero-Chanco, tal como lo indicaba la invitación y la presidió Rosario
Gavilán, quien se puso a la cabeza del movimiento. A la cita concurrieron los
dirigentes de todos los sectores mencionados, quienes escucharon
entusiasmados los planteamientos claros, firmes y decididos que sobre la idea
de fundar un pueblo en el valle de Trovolhue les hiciera aquel enfervorizado
líder, idea que apoyada por la unanimidad de la concurrencia. Durante el
desarrollo de la reunión los asambleístas nombraron una comisión que se
encargaría de redactar la solicitud y gestionar ante las autoridades la petición
de la creación del pueblo.

En el año 1940 se formó un sindicato de inquilinos en el fundo Pilmaiquenco,


dirigido por los hermanos Fernando y David Ulloa Bascur, sindicato que se
sumó a la petición de fundación del pueblo. Lo propio hizo la Comunidad
Indígena Francisco Lázaro Marivil, que presidía el lonco Aniceto Quián. Otro
que se sumó a la misma petición fue el artesano industrial en tejas y ladrillos
Pedro Ferrada, nombre que algunos hoy asocian a los fundadores de
Trovolhue.

Una sensación de alivio invadió a las familias de aquellos pioneros, que


compartían sentimientos comunes de destierro y marginalidad, con tan sólo
imaginar la realización de un proyecto tan auspicioso para la zona y sus
familias. Sin embargo, entre 1939 y 1941, las opiniones se dividieron. Por un
lado estaban los que apoyaban el proyecto del pueblo, y, por otro, un
grupúsculo que se puso de parte de los que defendían los intereses de “su
mercé”; es decir, del poder del capital que estaba radicado en Rufino Mainza,
el señor del tanino. A menudo ambos bandos sostenían acaloradas discusiones,
en las que cada cual buscaba, según sus propios puntos de vista, hacer entrar
en razones al otro.

Así llegó el mes de enero de 1942, con los vaivenes propios de un tiempo
cargado de tensiones, en que algunos, al ver frustradas sus esperanzas por no
tener respuestas de las autoridades, habían abandonado la idea de fundar el
pueblo. Más, no todo estaba dicho. El tiempo, que todo lo aclara y facilita,
ocultaba, detrás de aquella nube gris de frustraciones, su palabra.

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Una tragedia ocurrida en el recinto de la Industria Donat y Mira, que operaba
en el valle y que afectó a casi todos sus trabajadores, precipitó el curso de esta
historia en lo que a la estructuración del pueblo se refiere. El día 20 de enero de
1942, a las 12 horas, un incendio declarado en una de las ranchas, convirtió en
cenizas a los conventillos donde vivían los obreros de la industria con sus
respectivas familias.

Los afectados por el incendio fueron las familias Cruces, Fernández, Martínez,
Rivera, Fernández-Cartes, Fernández-Mallorga, Gómez-Fernández, Alegría,
Vidal, Oñate, Bascuñán, Mayorga, Morales-Chávez, Salvador Pérez Tapia,
Segundo Fritz y Jerónimo Muñoz.

El dolor y sufrimiento de estas familias no lograron, sin embargo, modificar la


opinión de quienes se oponían a la fundación del pueblo. Al contrario, Jaime
Casanova, administrador de los bienes de Rufino Mainza en Trovolhue y que
tenía arrendadas las vegas del fundo Pilmaiquenco de la señora Ruth Marín,
temiendo que las familias siniestradas se tomaran por la fuerza las tierras, tal
como había ocurrido años atrás, se opuso con todos los medios a su alcance a
que dichas familias levantasen de nuevo sus ranchas en el sitio de los
quemados conventillos.

No obstante la tenaz oposición de Casanova, los damnificados, amparados en


la sombra de la noche, empezaron a levantar sobre las cenizas del incendio sus
modestas chozas, utilizando para ello latas fundidas, restos de tablas, cartones
y ramas de árboles. Estos precarios materiales alentaban la prepotencia de
Casanova, quien llegaba cada mañana con sus mocetones a echar por tierra lo
que en la noche levantaban los porfiados pobladores, que no se resignaban a
aceptar la forma vejatoria y humillante con que eran tratados.

Siete días más tarde, agobiados por la persecución y hostigamiento de que eran
objeto por parte del “manda más” Casanova, los pobladores fueron a exponer
su problema a la señora Ruth Marín, la dueña de las tierras en cuestión, y a
solicitarle un sitio para cada una de las familias afectadas por el fuego,
comprometiéndose, al mismo tiempo, a retirarse voluntariamente de él si el
Gobierno no aceptara la población. Conmovida por los insistentes ruegos de
los pobladores, la señora Marín les extendió un papel escrito y firmado de su
puño y letra, autorizando a dieciséis familias cuyas viviendas había consumido

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el fuego, a ocupar a partir de esa fecha tres hectáreas de tierra en la ribera sur
del estero Centinela. Corría el mes de enero de 1942.

Felices y reconfortados por tan halagadora conquista, los pobladores tomaron


posesión del terreno y comenzaron de inmediato a planificar la población.
Mientras dos o tres las hacían de ingenieros urbanistas, los demás, serrucho y
martillo en mano, empezaron a levantar las primeras casas. Al atardecer de ese
día, la naciente aldea daba tímidamente sus primeros pasos de vida.

Habían transcurrido tres largos años de lucha; se había ganado la batalla más
importante, aunque quedaban varias otras para lograr que Trovolhue se
convirtiera en lo que es hoy.

EL TESTIMONIO DE UNA PROFESORA


Cecilia Delgado Castro Entrevista de Jorge Pinto, Trovolhue, enero de 2000
La señora Cecilia Delgado Castro llegó a Trovolhue el año 1947, a los 4 meses de
edad. Su padre venía a hacerse cargo del Retén de Carabineros de Trovolhue, creado
precisamente ese año. El retén no quedaba en el pueblo propiamente tal, sino en el
fundo de don Ricardo Posec, desde donde carabineros mantenía un servicio montado
que cubría una vasta región.

“A Trovolhue se llegaba por barco, recuerda la señora Cecilia. Como veníamos de


Concepción, …vinimos a Temuco por tren, luego seguimos a Carahue y por último en
un vapor a Trovolhue. En 1954 llegó como administrador del fundo don Arnoldo
Conejeros y entonces se estableció un colegio fiscal que era atendido por su esposa,
doña Heroina Valenzuela.”

“La personalidad que más nos marcó, dice la señora Cecilia, fue el padre Pedro Pablo
Contreras. Era un hombre múltiple, profundamente religioso, empresario, poeta,
incansable luchador por el progreso de Trovolhue. Fue uno de los gestores del
traslado del pueblo al sector alto, donde está ahora la plaza. Abajo no se podía vivir.”

La Sra. Cecilia agrega que “la gente se ha ido superando, el alcohol es lo más
lamentable; lo mejor, la vida en comunidad, somos como una gran familia.”

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Durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, el año 1965, en conjunto con
una organización llamada Cuerpos de Paz y el cura párroco de la época, Pedro
Pablo Contreras, se formó parte del pueblo nuevo, ya que las tierras del sector
bajo se inundaban. A todos los interesados se les dio sitio y techo para sus
casas. Desde ese año la plaza y las principales calles se encuentran en el sector
alto.

Este acontecimiento ha sido, sin duda, el más importante para Trovolhue. Se


podría decir que casi empezó su vida de nuevo. Aunque la parte baja todavía
se conserva, el interés se centró en los contornos de la plaza y en la calle larga
por donde se llega a ella.

Por esos años, en los veranos se producía un gran acontecimiento: la llegada de


vehículos. Era la única época del año en que se podía viajar en ellos. Durante el
invierno se viajaba a pie o en el vapor que hacía la ruta entre Puerto Saavedra
y Carahue. El camino era francamente malo. El presidente Frei Montalva
se preocupó también de arreglarlos. Ya en los años 70 la locomoción se
regularizó y más tarde se hizo más continua.

La vida religiosa se hizo también más intensa. Ahora hay una parroquia
católica con un sacerdote permanente y varias iglesias evangélicas. Entre estas
últimas destacan cuatro Pentecostales, una Bautista, dos Adventistas y una
Alianza Cristiana.

A partir de los años 90 Trovolhue experimenta cambios que sus


pobladores consideran muy gravitantes en su vida cotidiana. En primer lugar,
se pavimentan algunas calles; en segundo lugar, aumentan las escuelas y, por
último, progresan las organizaciones comunales con lo que las actividades se
hacen con mayor participación y retorna la confianza en el futuro. Hoy día, las
principales actividades económicas son la madera, el cultivo de la papa y la
agricultura en general. La falta de un camino asfaltado a Carahue, las pocas
oportunidades para la juventud y el alto consumo de alcohol siguen siendo
problemas delicados; sin embargo, dicen algunos vecinos, hay más confianza.

Dicen que la historia más valiosa de un pueblo es aquella escrita


con la pluma del coraje de sus habitantes, entintada con el sudor y las lágrimas
de quienes la hacen. Trovolhue no es la excepción.

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EL GOLPE DEL 73
El testimonio de la señora Patricia Fuentes
Conversaciones con Jorge Pinto, Trovolhue, enero de 2000

ElGolpe del 73 tuvo un enorme impacto en la zona.


Inmediatamente de producido se propaló la noticia de que en Nehuentue
había una escuela de guerrilleros donde militantes del MIR se preparaban
para acelerar la revolución o combatir con las armas a un eventual
gobierno que derrocara a Salvador Allende.

“Me impresionó, cuenta la señora Patricia Fuentes, al


recordar la intervención militar. “El 11 de septiembre de 1973 yo estaba en
1º Medio, en el Liceo de Carahue. Ese día, a pesar de ser todavía
adolescentes, nos dimos cuenta de la gravedad de los hechos. Mis padres
nos pagaban pensión en Carahue para poder estudiar. El 12 decidimos con
mi hermana, que estudiaba conmigo, venirnos a pie a Trovolhue. Partimos
como a las 10 de la mañana y llegamos como a las 5 de la tarde. Nos
vinimos por el mismo camino que existe hoy día”.

“El 15 ó 16 vinieron a allanar la casa. Mi papá era


Secretario de la Junta de Vecinos y mi hermano profesor en Tranapuente.
Buscaban armas. Por cierto, no las encontraron. Mi mamá le dijo a los
militares: esas son las armas que buscan, mostrándole los libros de mi
hermano. Todos los días veíamos volar helicópteros”.

“La vida se tornó difícil. Para seguir estudiante en Carahue


teníamos que viajar todos los días, ya no había plata para la pensión.
Terminé con muchas dificultades el 4º Medio y luego tuve que conformarme
con estudiar Auxiliar de Párvulos en el DUOC de Temuco. No había como
ir a la Universidad. Al final volví a Trovolhue el 81 y aquí me he quedado,
trabajando por el progreso de mi pueblo. Ahora estamos más tranquilos,
pero siempre pensando que nuestra vida pudo ser mejor de no haber
ocurrido el Golpe”.

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Nehuentúe
(autoría de Jorge Pinto Rodríguez en base al testimonio de don Segundo Leal, antiguo
vecino del pueblo, entrevistado por Iván Inostroza en 1999, y otras fuentes)

Los orígenes de Nehuentue están indisolublemente ligados a los Nahuelpan y


Lefuman, sus familias eran las dueñas de esas tierras, cuya propiedad
defendieron con el ardor de los viejos mapuche el año 1881 cuando el gobierno
extendió sus dominios hasta las riberas del Imperial. Ese año, recuerdan los
viejos lugareños, los Toros de Carahue encabezaron el malón que los soldados
del ejército chileno aplastaron a sangre y fuego.

En 1906 las comunidades mapuche fueron erradicadas y los terrenos


adquiridos por los Schlaeger, los Larroulet y los Duhalde, que pasaron a
convertirse en los grandes terratenientes de esa parte de la provincia de
Cautín.

Desde Puerto Saavedra vino un señor Vidal a realizar las mediciones y a


entregar sitios para la nueva población que se proyectaba. El mismo se
adjudicó uno y se hizo vecino de Nehuentue.

La vida era, por esos años, muy difícil. Había apenas un sólo negocio que
surtía a la población de azúcar, jabón, grasa y cuanto se necesitaba para vivir.
Este negocio era de un señor Retamal.

Hacia 1930, Nehuentue era descrito como una villa que había recibido algunas
obras de adelanto, tales como nivelación de sus calles principales, relleno de
hoyos y arreglos de veredas y calzadas, embellecimiento de los jardines de la

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plaza pública y reparaciones del muelle municipal. El servicio de alumbrado
que no existía, se hacía con faroles a bencina “Nulite” ya que no ha sido
posible dotarlo de otro mejor. En 1930 Nehuentúe dependía todavía de la
municipalidad de Puerto Saavedra2. Por entonces, apenas tendría unos 200
habitantes.

La comunicación con Carahue se hacía a través de los vapores. Estos mismos


vapores, especie de lanchones, en realidad, servían también para viajar hacia
Trovolhue. Los vapores partían de Carahue, llegaban a Nehuentue y desde
aquí giraban hacia Trovolhue, hasta llegar a sus lagunas. Este servicio se
mantenía todavía hasta los años 40 y 50 y era el medio más utilizado para
viajar o transportar mercaderías.

La única escuela que había estaba en Moncul y la principal actividad


económica era la explotación de la madera. Había montañas de madera,
recuerdan los viejos pobladores de Nehuentue, riqueza que atrajo a otras
familias como los Navarrete, Higueras y Riquelme que adquirieron grandes
fundos. El gobierno decidió, por lo mismo, repartir tierras de nuevo, así
estimulaba también la llegada de colonos. El ingeniero que trabajó en estas
labores fue don Hernán Sommermayer.

Además de la madera, hubo propietarios que se dedicaron a la crianza de


ganado. Este también era transportado por vapores.

El naufragio de alguno de estos, cuando no provocaba muertes, era de fiesta


para los lugareños. Todos acudían a sacar harina, azúcar o lo que llevara el
barco que se hundía. Uno de los más famosos que navegó por estos ríos y las
Lagunas de Trovolhue fue el Labra, que se hizo en el mismo Trovolhue.

Por esta misma razón, algunos propietarios y comerciantes empezaron a


pensar en caminos por tierra. Las primeras sendas fueron hechas por los
Larroulet y los Schlaeger. Su intención era llegar hasta Carahue para llevar sus
animales.

2
Oscar Arellano, Albún-Guía del Cincuentenario de Temuco (1881-1931), p. 394.

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Los viejos nehuentuinos recuerdan que el año 1917 se salió el mar; sin
embargo, ese episodio no guarda relación con los estragos que causó el
terremoto del año 60. A partir de entonces, el temor al mar y a los movimientos
de la tierra acompañan a los pobladores de Nehuentue.

Aunque la primera micro apareció por el año 1950, todavía Nehuentue no


tiene ningún camino asfaltado3 Así, difícilmente puede progresar. Su
población prácticamente se ha mantenido estancada durante los últimos 30
años. En 1920 registraba 159 habitantes; 553, en 1970; 554 en 1982 y 769, en
19924.

***

3
Esta entrevista es de 1999. Hoy se llega a Nehuentúe por una excelente rutas
pavimentada.
4 El dato de 1920 en Censo de ese año; los de 1970 y 1982 en Geografía de Chile, Tomo

IX Región, p. 214 y el de 1992 en Censo de ese año.

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FUENTES LOCALES Y BIBLIOGRAFÍA

FOROS Y ENTREVISTAS
TROVOLHUE 9 de marzo 2008
SILVIA CARRASCO HENRÍQUEZ - entrevista
FELICIA DELGADO CONTRERAS - entrevista
RAUL CONTRERAS BASTÍAS - entrevista
TEOBALDO BURGOS RÍOS - entrevista
SILVIA PATRICIA FUENTES SANDOVAL - entrevista

NEHUENTUE 16 marzo 2008


MANUEL ERITO SALAS PALMA - entrevista
MIGUEL BONIFAY ALIAGA - entrevista
MARIO OMEGNA - entrevista
ANAVINA SOLIS GARRIDO
MARYORETH OMEGNA
Dirigentes de los Buzos
Dirigentes de los Pescadores

TRANAPUENTE 23 marzo 2008


OSVALDO ENRIQUE GALINDO MONSALVEZ – entrevista
JOSÉ FLORENCIO PEÑA SALAZAR - entrevista
ROBUSTIANO AILIO - entrevista
LEONARDO CABRERA PINTO - entrevista
HECTOR ASTETE
OLGA ORTIZ AREVALO
EVA MUÑOZ SEPÚLVEDA
GINA DURAN OSORIO
SANDRA RUBILES RUBILES
LIANDRO PEÑA BURDILES
ADRIANA FIERRO FIERRO
CARLOS SANHUEZA SAN MARTÍN

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SANTA CELIA 30 marzo 2008
DANIEL GODOY CAMPOS - entrevista
GUACOLDA MATUS RAMIREZ - entrevista
LILIANA SUAZO FONSECA - entrevista
LUIS CARIAGA
OMAR BUSTOS
RENE RIFFO
MIREYA LEAL URRUTIA
HILDA ARANEDA RAMÍREZ
ROXANA SÁEZ
ANA JARA
NANCY MATUS
SR. GODOY
MIGUEL VARELA
MARIA VALDEBENITO
ALEJANDRA ORTIZ
ALBERTINA RAMIREZ
MARIA RAMIREZ
JAVIER MATUS
SILVIA MATUS
DANIELA GODOY
MARÍA MIREYA GODOY MATUS
DIEGO RIVAS SUAZO
JUAN NAVARRETE

BIBLIOGRAFÍA
Los servicios de 112 fundaciones en el Reino de Chile, Gabriel Guarda, Revista
“Historia”, Nº 23, Universidad Católica de Chile, Santiago 1988

Acta fundación fuerte Carahue, 1882

Acta constitución I. Municipalidad de Carahue, 1891

Memoria del Ministro de Colonización i culto, tomo III, Imprenta Nacional, Stgo.
1899

Carahue, la ciudad Imperial Antigua, Ed. I. Municipalidad de Carahue, 1982

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Carahue, la Antigua Imperial, Ed. I. Municipalidad de Carahue, 1992

Población Mapuche – Tabulaciones Especiales, XVI Censo Nacional de


Población 1992

Carta General de Colonización de la Provª de CAUTIN, formada con los datos


del archivo de la Inspección General de Colonización e Inmigración,
construida i dibujada por Nicanor Boloña. Escala 1:100.000, Santiago,
Setiembre de 1916.

Apuntes Históricos, José del Carmen Alderete, Sublevación de la Araucanía en


1881, Imprenta y Editorial San Francisco, Padre Las Casas, 1934

Guía-Crónica de la Frontera Araucana de Chile, Años 1892-93 J. Julio


Mansoulet, Imprenta y Encuadernación Barcelona, Santiago de Chile, 1893

Contribución al Folklore de Carahue (Chile) Ramón A. Laval, Librería General


de Victoriano Suárez, Madrid, 1916

Diez años en la Araucanía, 1889-1899, Gustave Verniory, Ediciones de la


Universidad de Chile, 1976

Lecturas Araucanas, Fray Félix José de Augusta, , Ed. Kushe, 1991

Pascual Coña, Memorias de un Cacique Mapuche, Recopilación de Ernesto


Wilhelm de Moesbach–, Ed. Icira

Historia de las Misiones de los PP. Capuchinos en Chile y Argentina, P. Ignacio


de Pamplona, Santiago, 1911

Cuatrocientos Años de Misión entre los Araucanos, Albert Noggler (Capuchino),


Imprenta Wesaldi, Temuco (1972, 1982)

Historia de la Compañía de Jesús en Chile, Walter Hanisch Espíndola, S. J.,


ed. Francisco de Aguirre, Santiago 1974

Don Fray Antonio de San Miguel, 1er obispo de la Imperial, Carlos Silva
Cotapos, Revista Chilena de Historia y Geografía, 10: 52-95, Año 1914

Coronicón Sacro-Imperial de Chile, 1805

Historia de las Misiones del Colegio de Chillán, P. Roberto Lagos, O.F.M., , ed.
Herederos de Juan Gili, Barcelona, 1908

Manual de Consulta Turístico e Histórico de la comuna de Carahue


Fondo Regional de Cultura – Gobierno Regional de la Araucanía – Municipalidad de Carahue
Los Franciscanos de Chiloé, Misioneros en la Araucanía Fr. Rigoberto
Iturriaga C. , Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº 51, Santiago 1997

Pacificación de la Araucanía; Cartas al P. Buenaventura Ortega (1852-1866),


Transcripción y notas de Fr. Rigoberto Iturriaga, C., Publicaciones del Archivo
Franciscano, Nº 51, Santiago 1997

Misiones del Colegio de Chillán, Fr. Joseph Gondar de Santa Bárbara,


Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº 10, Santiago 1997

Correrías Misionales (año 1897), Fr. Felipe S. Bórquez A., Publicaciones del
Archivo Franciscano, Nº 46, Santiago 1996

Orígenes de la Orden Franciscana en Chile, Fr. Juan de Vega, Fr. Francisco


Montalbo, Fr. Pedro Ortiz Palma, Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº
13, Santiago 1990

Fray Antonio de San Miguel, Carlos Silva Cotapos, Publicaciones del Archivo
Franciscano, Nº 15, Santiago 1990

Reorganización de las Misiones Franciscanas en Araucanía y Chiloé,


Fernando Enrique Arriagada Cortés, Publicaciones del Archivo Franciscano
Nº 28, Santiago 1993

Catálogo de las casas de la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad


(1553 – 1890), Fr. Bernardino Gutiérrez O.F.M, Publicaciones del Archivo
Franciscano, Nº 33, Santiago 1994

Costumbres de los Araucanos, Fr. Luis Mansilla V., Publicaciones del Archivo
Franciscano, Nº 58, Santiago 1998

Religión, Chamanismo y Mitología Mapuche, Jorge Dowling, Ed. Universitaria,


1973

El Cautiverio Feliz de Pineda y Bascuñan, Angel Custodio Gonzalez, ed. Zig


Zag, Santiago, 1948

La Gran Guerra Mapuche, análisis crítico-histórico, 1541-1883, tomos I y II,


Tomás Bonilla Bradanovic, , Santiago 1988

Así nació la Frontera, Ricardo Ferrando Kuen, , ed..........

Manual de Consulta Turístico e Histórico de la comuna de Carahue


Fondo Regional de Cultura – Gobierno Regional de la Araucanía – Municipalidad de Carahue
Simientes del Pionero Suizo en la Frontera, Tránsito Bustamante Molina, , Ed.
Diario Las Noticias, Victoria, 1984

Hispanos en la Araucanía, Tránsito Bustamante Molina,

El Libro en Chile, Sergio Martinez Baeza, Biblioteca Nacional, Santiago, 1982

La cultura y la identidad en Chile, ejes del desarrollo, Jorge Pinto Rodríguez, ,


Universidad de la Frontera, Temuco, 1999 (inédito)

Las cosas de Dios y las hechuras de Satanás: blancos, indios y mestizos en


Chile, Jorge Pinto Rodríguez, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca.
Separata de Cuadernos del Sur – Historia, 25 (1992-93)

Historia de Temuco, Eduardo Pino Zapata, ed. Universidad de la Frontera,


Temuco, 2ª edición, 1998

Historia de Concepción, organización colonial y economía agraria, 1600 – 1650,


Iván Inostroza Córdova, ed. Uuniversidad de la Frontera, Temuco 1998

Etnografía Mapuche del Siglo XIX, Iván Inostroza Córdova


ed. DIBAM y Centro de Investigaciones Hist. Diego Barros Arana

Mapuchemongen – Vida de la gente de la Tierra, Manual de interacción cultural


en salud, Temuco, 1992

Medicinas y Culturas en la Araucanía, ONG Trafkin y la Cooperación Italiana


en Salud, Ed. Sudamericana, 1995

Iconografía Política del Nuevo Mundo, Mercedes López-Baralt, editora, ed.


Universidad de Puerto Rico, 1990

Araucanía y sus habitantes, Ignacio Domeyko, ed. Francisco de Aguirre, 1ª


edición,Santiago 1845

Charles Darwin Ver su diario o informe sobre el viaje del Beagle

Propuesta al Supremo Gobierno para la colonización de la Araucanía, Paul


Treutler, Fondo del Ministerio del Interior, Archivo Nacional, Santiago

Edmund Reuel Smith, Norteamericano - Astrónomo y marinero, que viajó


guiado por el interés de conocer personalmente a los descendientes de los
héroes de Ercilla. "El 4 de enero de 1853, impulsado por el amor de la

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aventura, salí de Concepción para visitar aquel campo clásico de la historia
chilena: la Araucanía"

Jorge Teiller, en Boletín de la Universidad de Chile, Santiago, Nº58 (07.1965),


pp. 4-12. ver http://www.uchile.cl/cultura/teillier/artyentrev/1.html er

Datos historia de la Araucanía,


http://www2.anales.uchile.cl/CDA/an_sub_simple/0,1280,SCID%253D4252
%2526ISID%253D271%2526GRF%253D4108%2526ACT%253D0%2526PRT
%253D4116,00.html

Escritos de .....Maas (mediados siglo XIX)

La Araucanía/Pu Mapunche, Eulogio Suarez, , edición bilingüe con José


Calfuqueo, ed. América Morena, Santiago, 1994

Vientos de silencio, algo más que mosto y música en La Frontera, Juan Jorge
Faundes, , ed. Planeta, Santiago 1999

Voces Mapuches, Carlos Ramírez Sánchez, Marisa Cúneo Ediciones, Valdivia,


6ª edición, 1989

Diccionario Jeográfico de Chile, Luis Riso-Patrón, Santiago 1924

Otras fuentes locales

Apuntes, Eduardo Guillermo Valck Berkhoff, junio de 1993

Breve Historia de La Imperial (hoy Carahue), Artículo publicado en folleto de


Sociedad de Socorros Mutuos, Carahue.

La maciza historia eclesiástica de la Imperial, Luis Eduardo Diaz Pasmiño,


manuscrito, Pto. Domínguez, 22 febrero 1985

Prehistoria Imperialina, Luis Diaz Pasmiño, Puerto Diminguez, Febrero 1985,


Trabajo para optar al título de “Especialista rural”

Pedro de Valdivia, Luis Diaz Pasmiño, monografía sin fecha, Carahue

Historia de La Imperial, Ernesto Escamilla Torres, memoria para optar al


título de Profesor primario, Carahue, Octubre de 1963

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Fondo Regional de Cultura – Gobierno Regional de la Araucanía – Municipalidad de Carahue
Fotos, artefactos, documentos de la colección particular de Hernán Thiers
Diaz, Carahue

Documentación y artefactos en Rincón de la Memoria, Biblioteca Pública


138 de Carahue

Cementerio de Carahue

Colección de fotos, Municipalidad de Carahue

Registro Civil de Carahue, Libros de Nacimientos, Fallecimientos,


Matrimonios

Tradición oral Mapuche, recopilada en entrevistas en Carahue

Documentación antigua, Notaría de Carahue e Imperial, en Archivo Regional


de la Araucanía, Temuco

Información hidrográfica sobre los ríos: www.laaraucania.cl/turismo-


hidrografia.htm

Datos flora y fauna: www.laaraucania.cl/turismo-com_carahue.htm

Datos Villa Estación


www.biblioredes.cl/BiblioRed/Nosotros+En+Internet/mibarriolavillaestac
ion/Villa+Estacion.htm

Todo lo referido a la forestación con monocultivos, y cubierta vegetal, de


www.laaraucania.cl/turismo-com_carahue.htm

Datos población de la comuna, y población mapuche, de:


http://www.laaraucania.cl/turismo-com_carahue.htm

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CRÉDITOS
DE FOTOGRAFÍAS

Imagen Kai Kai y Xeng Xeng, sitio web www.serindigena.cl


Datos playas de pesca, sitio web de Red de Turismo de la Araucanía
Fotos de aves, puma, zorro culpeo: www.villaohiggins.cl/
Fotos Bandurrias, Peuco, www.caracara.org
Fotos Zarapito y Garza, http://aves-araucania.blogspot.com
Playero-vuelvepiedras , http://aves-araucania.blogspot.com
Pelícano, http://aves-araucania.blogspot.com
Datos playas, sitio web de Red de Turismo de la Araucanía
Mujer mapuche: www.dibam.cl/bellas_artes/noticias.asp?id=2620
Crédito imagen kultrún: sitio web www.serindigena.cl
Foto Villa Estación, del sitio web:
www.biblioredes.cl/BiblioRed/Nosotros+En+Internet/mibarriolavillaest
acion/Villa+Estacion.htm

Se hace mención especial de la extensa y excelente colección de fotografías de


distintos sectores de la comuna, que ha sido reunida por Gonzalo Leal de la
Red de Turismo de la Municipalidad de Carahue.

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Este libro se imprimió en
TRAZOWEB
www.trazoweb.cl
Santiago, mayo de 2008

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