Vous êtes sur la page 1sur 18
AGORA —Papeles de Filosofia— (1997), 16/2: 39-56 ISSN 0211-6642 LA FENOMENOLOGIA EN LA SITUACION ACTUAL Roberto J. Walton Centro de Estudios Filoséficos Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires Resumen El articulo tiene dos propésitos. El primero es resefiar los modos de fenomenologia en la actualidad; y el segundo, comparar y contrastarlos con referencia a algunos problemas funda- mentales. Puesto que las corrientes son consideradas en gran medida incompatibles, se trata la universal experiencia de la horizonticidad a fin de mostrar que su excedencia subyace a las seis variantes y proporciona una base para él dislogo. Ademés, se sefiala una estrecha conexién entre fenomenologfa y ciencias humanas, Palabras claves: Filosofia trascendental, existencia, hermenéutica, estructuras, afectividad, responsividad, naturaleza, subjetividad, intersubjetividad, ciencias humanas. Abstract The article has two purposes. The first is to survey present-day modes of phenomenology; the second, to compare and contrast them as regards some main issues. Since the modes are widely thought to be incompatible, the pervasive experience of horizonedness is dealt with in order to show how its surplus underlies the variants and provides a basis for dialogue. Further- more, a close connection between phenomenology and the human sciences is pointed out, Key words: Transcendental philosophy, existence, hermeneutics, structures, affectivity, res- ponsivity, nature, subjectivity, intersubjectivity, human sciences. Un balance de fin de siglo de la fenomenologia es también un anilisis de resultados y perspectivas a un siglo del movimiento. La ocasién de esbozarlo se encuentra a cien afios del momento clave descrito por Husserl en la Crisis: «La primera irrupcién de este a priori universal de la correlacién entre el objeto de la experiencia y los modos de darse (durante la elaboracién de mis ‘Investigaciones légicas’, aproximadamente en el afio 1898) me conmovi6 tan profundamente que desde entonces todo el trabajo de mi vida estuvo domi- nado por la tarea de una elaboracién sistematica de este a priori de la correlacién»’. Si se tiene en cuenta el nexo con el ulterior desarrollo de la nocién de ser-en-el-mundo, se advertira la importancia del descubrimiento de la correlacién entre el mundo y la conciencia del mundo. 1 Hua VI, 169 n. La sigla corresponde a Edmund Husserl, Gesammelte Werke - Husserliana, Vols. LXXX, Dordrecht/Boston/London, Kluwer Academic Publishers (con anterioridad: Den Haag, Martinus Nijhoff), 1950-1996, 39 Aceptacién: IV/ 1998 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual Al delinear este panorama en la reducida escala de un articulo conviene destacar dos intentos en este sentido en la exégesis reciente. Por un lado, Bernhard Waldenfels ha ofrecido en su Introduccién a la fenomenologta un panorama sucinto de las grandes lineas guiado por un punto de vista per- sonal sobre la fenomenologia’. Por el otro, se ha plasmado en la Encyclopedia of Phenomenology, editada por el Centre for Advanced Research in Pheno- menology (Florida Atlantic University) bajo la direccién de Lester Embree’, una obra colectiva de vasto alcance con la participacién de fenomenélogos de variadas orientaciones y regiones*. I. Modos de la fenomenologia L1. Fenomenologia trascendental Recordemos que el andlisis fenomenol6gico-trascendental presta atencién sistematicamente al modo en que la cosa aparece, es decir, al modo en que es intencionada. Parte del objeto como un hilo conductor a fin de investigar los modos de conciencia o vivencias en que se manifiesta, es decir, las ope- raciones del sujeto. Como ha sefialado B. Stroker, el tema central de Husserl es dar cuenta de un mundo que no es un contenido inmanente sino inten- cional, y cuya trascendencia no se puede encontrar o establecer en ninguna otra instancia que no sea la conciencia, esto es, como una trascendencia dada ala conciencia o mentada en ella’. Al analizar la posibilidad de una filosofia trascendental, J. N. Mohanty sefiala que este tipo de filosofia procura dar un fundamento al conocimiento por medio de las estructuras a priori del sujeto de la experiencia, y destaca tres caracteristicas en esta fundamentacién. En primer lugar, a diferencia de la filosofia trascendental kantiana que procura legitimar un conjunto histérico dado de conocimientos, la fenomenologia indaga cémo son posibles las estructuras de sentido que caracterizan el modo en que tenemos una experiencia del mundo y de nosotros mismos. En segundo lugar, la subjeti- vidad como instancia fundamentante no es concebida como una conciencia en general que sustenta un conjunto de principios sino como un campo concreto de experiencia, de naturaleza corporal e histérica, que posibilita la 2 Cf. Bernhard Waldenfels, Hinfithrung in die Phénomenologie, Miinchen, W. Fink, 1992, ‘Traduceién castellana: De Husserl a Derrida. Introduccién a la fenomenologia, Barcelona/Buenos Aires/México, 1997. 5 fi. Lester Embree et al., Encyclopedia of Phenomenology, Contributions to Phenomenology 18, Dordrecht/Boston/London, Kluwer Academic Publishers, 1997. 4 No podemos consignar aqui la valiosa exégesis a que da lugar la publicacién de 30 voliime- nes de Husserliana, mas de 50 vokimenes de la Gesamtausgabe de Heidegger, y los 16 volimenes que componen las Gesammelte Werke de Scheler. © Cfr. Elisabeth Stroker, Husserls transzendentale Phiinomenologie, Frankfurt a. M., V. Klos- termann, 1987; Phdnomenologische Studien, Frankfurt a. M., V. Klosterman, 1987. 40 AGORA (1997), Vol. 16, n* 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologta en la situacién actual génesis de los sentidos. Por tiltimo, el acceso al principio fundacional tras- cendental no es una argumentacién trascendental al modo de la deduccién de las categorias sino un acto de reflexién que trae a la evidencia intuitiva las experiencias intencionales que se orientan hacia el mundo. Mohanty insiste en que la teoria fenomenolégica de la subjetividad implica un para- digma més fructifero que el cartesiano de la conciencia y el wittgensteiniano del lenguaje publicamente observable porque, sin dejar de conceder un lugar alo privado, a la vez escapa a la interioridad por medio de la intencionalidad y ala privacidad por medio de los noemata ideales®. Merecen mencién contribuciones en nuestra lengua. Fernando Montero ha propuesto un regreso a los precedentes histéricos de la fenomenologia que han contribuido al desvelamiento de fenémenos originarios, y una con- sideracién de aquellos pensadores del presente que exhiben coincidencias tematicas. Los dos caminos de retroceso y ampliacién no abandonan una sfidelidad a los planteamientos de Husserl» en razén del «sano orden» que introducen en el recorrido’. J. San Martfn sefiala que la fenomenologia tiene una estructura, esto es, un conjunto de conceptos que le pertenecen esen- cialmente y tienen su punto de partida en el descubrimiento de la correlacién: epojé, reduccién, sujeto trascendental, etc. Esta estructura tiene la funcién de contribuir a la configuracién de la sociedad desde una perspectiva racio- nal. De ahi la vocacién ético-politica de la fenomenologia con la consiguiente concepcidn husserliana del filésofo como funcionario de humanidad, y la base, como testamento politico de Husserl, para un apoyo a la democracia como tinico sistema que promueve el telos racional de la humanidad. Por iltimo, hay un principio en virtud del cual la estructura Ileva a cabo su funcién. Se trata del cardcter no contingente del ser humano y de su relacién con el mundo de acuerdo con «una teoria de la racionalidad fuerte, en la que el sujeto racional aparece definido por la identificacién con un a priori en el que estan disefiadas las estructuras del mundo y de la subjetividad y mas all de las cuales no puede ir, aunque tampoco puede quedarse més acd»*., Por nuestra parte, destacamos un nexo estrecho entre la correlacién y la horizonticidad. Por un lado, explicitar la correlacién no es otra cosa que desvelar horizontes. Por otro lado, estas referencias intencionales vacias permiten una legitimacién racional inmanente del conocimiento sin la ad- misién de presupuestos relativos a una realidad extrafia a ella. Adems, la legitimacién implica una convergencia del fundacionalismo y el coherentismo en tanto funda la verdad en la intuicién como fuente de derecho del conoci- © Of. J. N. Mohaaty, The Possibility of Transcendental Philosophy, Dordrecht/Boston/Lancas- ter, Martinus Nijhoff Publishers, 1985; y Transcendental Phenomenology. An Analytic Account, Oxford, Oxford University Press, 1989. 7 Fernando Montero, Retorno a la fenomenologia, Barcelona, Anthropos, 1987, p. 10. Cfr. ‘Mundo y vida en Ta fenomenoiogta de Husserl, Valencia, Universitat de Valencia, 1994. 8 Javier San Martin, La fenomenologta como teoria de una racionalidad fuerte, Madrid, UNED, 1994, p. 12. Cf. La estructura del método fenomenolégico, Madrid, UNED, 1986; La fenomenologia de Husserl como utopia dela razén, Barcelona, Anthropos, 1987. 41 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual miento, pero introduce en ella un haz de referencias intencionales que obli- gan a ir més alld del dato aislado. 1.2, Fenomenologia existencial Surgida en parte como reaccién contra la filosofia trascendental de Husserl, este tipo de fenomenologia recoge la herencia de la tradicién de la filosofia de la existencia. Se destaca, junto a la dimensién fenomenolégica de las filosofias de Karl Jaspers y Martin Heidegger, la obra de Gabriel Marcel, Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty con sus investigaciones sobre el cuerpo propio, la libertad y el otro, temas que son «como las tres células melédicas de la fenomenologia existencial»®. Llegados al fin de siglo, nuestra atencién se centra de modo predominante en la hoy accesible obra de Jan Patotka. Patotka propone una fenomenologia asubjetiva. Estima que, en lugar de analizar la relacién de las maneras de darse con lo que se da en ellas, Husserl introduce el problema de cémo lo que aparece se constituye por medio de las vivencias en la inmanencia de la conciencia. No obstante, estima que, si bien ha puesto las bases para reestructurar la fenomenologia, Heidegger no llega a retomar las cuestiones fundamentales de Husserl porque el tema del aparecer en cuanto tal sélo es tratado en conexin con la renovacién de la cuestién del ser. No se trata de superar la fenomenologia de Husserl sino de profundizarla con nuevas maneras de plantear sus problemas”. La existencia humana es analizada como un movimiento que se desen- vuelve entre la tierra y el cielo en el trato con las cosas y el contacto con los otros, y se articula en tres dimensiones segtin los éxtasis de la tempora- lidad. Por medio del movimiento de arraigo, con un énfasis en el pasado, el hombre logra en primer lugar una aceptacién y una puesta a cubierto frente a las insuficiencias y necesidades. Este acogimiento por los otros se leva a cabo sobre la base de la calidez y benevolencia de la tierra en tanto suelo nutricio. Mediante el ulterior movimiento de prosecusién de la vida, con un acento en el presente, nos alejamos de este abrigo y obligamos a la tierra a proveer lo necesario para nuestro mantenimiento ante la necesidad de con- servar y prolongar la corporalidad de la existencia. Nos proyectamos sobre las cosas a la vez que recibimos su accién y nos asemejamos a ellas. Por eso quedamos expuestos a la pérdida de nosotros mismos y a la dispersién en las cosas, es decir, a la insercién en un contexto de relaciones objetivas en el cual cumplimos una determinada funcién. Por ultimo, con una orientacién hacia el futuro, el movimiento fundamental de comprensién de si consiste en la transubstanciacién de la vida por medio del sacrificio y la abnegacién. $ Paul Ricoeur, «Phénoménologie existenticlle», Encyclopédie Francaise, Paris, Larousse, 1957, XIX, 10-8 a 10-12. 0 Cf, Jan Patocka, Qu’est-ce que la phénoménologie, Grenoble, J. Millon, 1988, pp. 189-248. 42 AGORA (1997), Vol. 16, n* 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual De este modo se pone en juego la propia ipseidad y se produce una singular inversién. Todo sacrificio tiene su reverso en la aparicién de lo que ya no se manifiesta bajo la figura del ente y en la salvaguardia de la propia existencia que se torna libre en el sentido mas profundo y esencial del término. Asi nos relacionamos con un dominio que atafie al fondo de las cosas sin existir al modo de ellas™. 13. Fenomenologia hermenéutica Paul Ricoeur recuerda la inversién copernicana por la cual la comprensién se convierte en F. Schleiermacher en una cuestién primaria, y sefiala que ella se cruza con la investigacién del sentido intencional de los actos de la conciencia de manera que el circulo hermenéutico entre el sentido de un texto, o de una situacién histérica, y la precomprensién que el intérprete tiene de ellos se convierte en un caso particular de la correlacién noético- noematica™. En su articulo programdtico «Phénoménologie et herméneuti- que» (1975), Ricoeur procura llevar a cabo una mediacién entre ambas orien- taciones. De manera que la primacia fenomenolégica de la cuestién del sentido es considerada como la pregunta hermenéutica por el sentido disi- mulado, la epojé como un distanciamiento en la pertenencia a una tradicion, el cardcter derivado de las significaciones lingiifsticas como su subordinacién a la experiencia estética e histérica, y la fundamentacién de las ciencias en el mundo de la vida como la referencia de las objetivaciones y explicaciones de las ciencias del espiritu a la experiencia artistica, histérica y lingiiistica que la sustenta", La fenomenologia hermenéutica insiste en la capacidad del lenguaje para reorientar o reestructurar la experiencia en tanto es reorganizado de manera creadora por la metéfora o la puesta en intriga. Y considera que toda com- prensién de si esta mediatizada por simbolos y textos. La forma en que el lenguaje influye en el tratamiento de algunos problemas claves de la feno- menologia encuentra un ejemplo en un cuadro articulado por Ricoeur sobre un eje que atafie a la lengua, el discurso oral, la escritura y la lectura, y otro eje que concierne a la temporalidad, la subjetividad, la intersubjetividad y el mundo La lengua esta fuera del tiempo porque es un sistema virtual que no aparece ni desaparece, no requiere una subjetividad en tanto es ajena al discurso oral, se sustrae a la intersubjetividad en el sentido de no estar dirigida a nadie, y carece de mundo en raz6n de que lo signos sélo se refieren 41 Ofr, Jan Patotka, Le monde naturel et le mouvement de existence humaine, Phaenomeno- logica 110, Dordreckt/Boston/London, Kluwer Academic Publishers, 1988. ® Paul Ricoeur, Du texte a Vaction. Essais d’herméneutique, If, Paris, Ed. Du Seuil, 1986, pp. 27-28. 48 Cf, Ibid., pp. 39-73. Para una autopresentacién, véase Paul Ricoeux, La critique et la conviction, Paris, Calmann-Lévy, 1995, esp. pp. 107-145. 43 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologta en la situacién actual unos a otros. El discurso oral realiza la lengua en el tiempo a través de un acontecimiento presente y fugaz, remite a una subjetividad que habla, im- plica la compresencia de los sujetos en el didlogo, y se refiere a un mundo porque una situacién es intencionada en los adverbios de tiempo y lugar, los pronombres demostrativos, etc. La escritura se sustrae a la fugacidad de la comunicacién oral mediante la fijacién del significado como noema, se separa de la intencién subjetiva del autor en tanto suscita variadas interpretaciones, tiene un alcance universal en lo que concierne a los destinatarios, y escapa a la referencia ostensiva a través del esbozo de modos posibles de ser-en-el- mundo. Por tltimo, la lectura supone el tiempo al implicar un acontecimiento conjunto del texto y el lector, no se atiene en la comprensién a las intenciones subjetivas del autor, esta abierta a toda la serie de lectores posibles, y permite la apropiacién del mundo propuesto en el texto. Respecto de esta capacidad transformadora de la experiencia por la que el texto produce una nueva manera de habitar el mundo, importa subrayar que, cuando se descubren posibilidades no realizadas en un texto o en una tradicién, es decir, se pone de relieve una indeterminacién en el pasado, se posibilita una determinacién del futuro apoyada en ese potencial de sentido. De modo que no sélo se evita la repeticién sino también la errancia. 14, Fenomenologia estructural Heinrich Rombach sefiala que la fenomenologia trascendental describe epifenémenos que dependen de las determinaciones existenciarias descritas por Heidegger, y que estas a su vez remiten a determinaciones estructurales que se generan de un modo histérico como una posibilidad de desarrollo de la naturaleza pre-dada™, lo cual implica un examen més hondo del tema heideggeriano de la facticidad, Una concreatividad entre el hombre y la naturaleza o sus congéneres opera a través de una génesis de estructuras. Puesto que la accién del hombre converge con la accién de la naturaleza, la antropologia estructural se comprende como la exposicién de algo humano que va més alld del hombre y Ilena el cosmos. De manera que toda la realidad exhibe un cardcter viviente. Por otro lado, Rombach interpreta la sucesién de épocas y culturas en la historia de la humanidad como una continuacién de la historia de la naturaleza segin un «cosmomorfismo» del hombre. La génesis de estructuras es la condicién de todo posible ser, y, por tanto, la verdad primera de la ontologia. El yo y el mundo configuran una estruc- tura mévil, de miltiples estratos segiin una organizaci6n radial en que cada anillo implica una situacién exterior que concierne y una situacién interior que es afectada. En esta concernencia (Angang), el yo tiene el caracter de un dativo ontolégico, es decir, un quién sobre el que inciden y al que se dan 14 Cf. Heinrich Rombach, Der Ursprung: Philosophie der Konkreativitét von Mensch und Natur, Freiburg i. Br., 1994, pp. 77, 178-182. 44 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologéa en la situacién actual las situaciones exteriores, y que se encuentra a sf mismo en la respuesta 0 contramarcha (Gegengang) en la que se dispersa en ellas. El avance emer- gente (Hervorgang) que caracteriza la génesis de las estructuras, y el con- siguiente emerger (Aufgang) de nuevos mundos, tiene lugar por medio de un acontecer que es «puro» porque no presupone un portador, es decir, es més originario que el hombre, la naturaleza o el préjimo. Hay sucesos que no derivan de ninguna de estas instancias y que no pueden ser anticipadas o planeadas. En ellos lo uno se enlaza con lo otro en un «acontecimiento» (Ereignis) que sucede concreativamente y del que emergen a la vez el hom- bre, la sociedad y la naturaleza. Y al efectuar el acontecer puro en nuestra vida individual, participamos en la realizacién del puro acontecer de nuestra especie y en el puro acontecer de la vida o el ser en cuanto tal. Asf, la fenomenologia estructural tiene como meta «el llegar a ser patente del puro avance emergente»”®, r, Rombach observa que Heidegger estaba en camino hacia una ontologia estructural con su nocién de una copertenencia mutua o constelacién de hombre, ser y tiempo. Pero no se aventuré a dar el tiltimo paso con el que hubiera descubierto que no s6lo estos tres términos configuran una estruc- tura, sino que la naturaleza, la vida y el espiritu deben ser comprendidos como una estructura, es decir, que «cada ente es un ‘acontecimiento’>™. 15. Fenomenologia material Michel Henry sittia su andlisis més acé de la correlacién. Considera que el modo de manifestacién del mundo trascendente —ya sea en la intencio- nalidad de Husserl o en los éxtasis de Heidegger— tiene su condicién de posibilidad en pathos de la pura experiencia de si en la inmanencia de la subjetividad. Mientras que el saber de la ciencia y el saber de la conciencia revelan otra cosa e instituyen la fenomenalidad como exterioridad, el saber de la vida no revela nada que sea diferente de la vida misma e instituye la fenomenalidad como autoafeccién: «La afectividad es la esencia de la ipsei- dad>". Toda revelacién del mundo en el sentido de la disposicionalidad heideggeriana se subordina a «la sustancia fenomenoldgica pura de la que esta hecha la vida», es decir, a una autorrevelacién en que la ipseidad se da a si misma sin distancia o separacién. Por consiguiente, a diferencia de la sensacién que recibe un contenido exterior, esta revelacién tiene una «significacin material» poraue no depende de una alteridad. 18 Heinrich Rombach, Der kommende Gott. Hermetik -eine neue Weltsicht, Freiburg, Rombach, 1991, p. 123. '8 Cfr, Heinrich Rombach, Strukturanthropologie: «Der menschliche Mensch», Freiburg/Min- chen, Karl Alber, 1987, p. 386. ¥ Michel Henry, Lessence de la manifestation, Paris, PUF, 1963, p. 581. 18 Michel Henry, C’est moi la vérité. Pour une philosophie du christianisme, Paris, Du Souil, 1996, p. 201. 45 AGORA (1997), Vol. 16, n® 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologta en la situacién actual En tanto se afecta a s{ misma, la vida es pasiva frente a su ser propio. Sufre y soporta su ser como algo que no ha’querido, y que no cesa de advenirle. Pero el sufrimiento de la subjetividad es a la vez un gozo de si en el sentido del sumergirse en el ser propio, es decir, del ser dado a si mismo en la transparencia de la afectividad. A partir de estas dos tonalidades fundamentales, en su oscilacién perpetua, son posibles todas las otras mo- dalidades afectivas en las que se modaliza la vida en el curso de su histori: Esta historializacién s6lo puede tener lugar en un individuo y de acuerdo con una singularidad «en tanto toda determinacién pética es invenciblemen- te esta y no otra». En un ahondamiento de las tesis de Husserl, Henry sostiene que la climinacién radical de la vida en el proceso de objetivacién e idealizacion significa una caida en la barbarie en la medida en que la cultura se sustenta en una actualizacién de sus posibilidades, esto es, en el historial o intensi- ficacién de la afectividad. 1.6. Fenomenologia radical Frente a la correlacién noético-noematica, Bernhard Waldenfels pone de relieve una tercera dimensién 0 «Ambito-entre» del que emergen el sujeto, el objeto y el otro sujeto. Caracteriza su posicién como radical en tanto antepone esta dimensién a los polos de la intencionalidad, y como hiperfe- nomenologia en tanto, sin dejar de fijar la mirada en lo dado, se ocupa de lo que Merleau-Ponty denomina «la ausencia irremediable» 0 los «margenes de la presencia», Porque todo aparece siempre dentro de una estructura 0 regulacién sin que pueda darse un puro algo. Y esto significa que siempre se seleccionan determinadas posibilidades de experiencia a la vez que se excluyen otras de acuerdo con érdenes contingentes ante los cuales naufraga, estima Waldenfels, la concepcién husserliana de un tinico orden a priori para el mundo de la vida. En el dmbito intermedio se originan estos érdenes mediante un proceso de auto-organizacién, es decir, un proceso que no se deja reducir a los sujetos singulares en tanto fuentes de actos sino que les impone un descentramiento. En lugar de actos, Waldenfels se refiere a acontecimientos que responden a incitaciones y constituyen la esfera del «entre» a través de un juego reciproco de interpelacién y respuesta. Se trata de un «acontecimiento-entre» (Zwi- schen-ereignis), esto es, de un acontecimiento interlocucionario en el caso del habla y de un acontecimiento interaccionario en el caso de la accién. Asi, el yo y el otro proceden de un proceso de diferenciacién a partir de un émbito que pertenece a todos y a ninguno. 1 Michel Henry, La barbarie, Paris, Grasset, 1987, p. 123. 2 Maurice Merleau-Ponty, Le visible et Vinvisible, Paris, Gallimard, 1964, p. 211. Cf: Bern- hard Waldenfels, Antwortregister, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1994, p. 18. 46 AGORA (1997), Vol. 16, n* 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual Al obrar o hablar que se realiza dentro de un orden dado, y que, por consiguiente, es fundamentalmente reproductivo, se contrapone el obrar o hablar que establece qué se ha de hacer o decir, con qué medios y con quién, es decir, genera para la acci6n 0 el habla un orden o campo que sélo se puede determinar adecuadamente a partir del juego rectproco de los elementos. Puesto que surge en virtud de una seleccién y exclusién, todo orden tiene su reverso en una excedencia de lo extraordinario en lo ordinario. De ella proviene una sobreinterpelacién que pone en marcha los érdenes, muestra sus limites, e impulsa mas allé de ellos. Este reverso no configura un ambito propio y no despliega una vida propia sino que nos sale al encuentro como lo extrafio que no puede ser dicho y hecho dentro de un orden pero si en otro existente o posible. Waldenfels subraya que, como instancia que se sustrae a un orden, lo extrafio se nos da tan solo porque hay érdenes limi- tados y contingentes”. Se debe tener en cuenta que el excedente de posibi- lidades permite una comprensién de los otros rdenes sin sacrificar el «poli- morfismo», es decir, sin olvidar que cada orden es sélo uno entre otros posibles. En contraste con las légicas de la intencionalidad y la comunicatividad, Waldenfels elabora una légica de la responsividad que procura dar mayor peso a un pensamiento ajeno a las intenciones subjetivas y a las coordina- ciones intersubjetivas, y se sittia, como dice Merleau-Ponty, «en el punto en que tiene lugar el pasaje de si mismo hacia el mundo y el otro, en el cruce de los caminos»™. Porque la interpelacién de lo extrafio trasciende a la vez Ja realizacién de fines subjetivos y las pretensiones de validez intersubjetiva. El insuperable desequilibrio entre la interpelacién y nuestra respuesta im- plica una «diferencia responsiva» en el sentido de una unilateralidad o asimetria. No se puede dar cuenta de lo que alimenta los 6rdenes porque no se lo puede asimilar a ellos. Este hiato o irreciprocidad entre interpelacién y respuesta no se puede eliminar porque no es posible colocarse de un lado y de otro a fin de compararlos y equipararlos. Por tanto, nos sale al encuentro un excedente de posibilidades 0 una sobreabundancia de sentido que se sustrae a nuestro alcance, y nos interpela en una «desarmonia preestable- ciday respecto de nuestras respuestas. Estas Iegan siempre tarde porque lo extrafio se ha instalado ya en lo propio antes de que pueda iniciarse un proceso de apropiacién. Asi queda excluida una constitucién de aquello a lo que se responds, 2) Off, Bernhard Waldenfels, Ordnung im Zwielicht, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1987. ” M. Merleau-Ponty, Le visible et Vinvisible, p. 212. Cfr. B. Waldenfels, Antwortregister, esp. pp. 319-336; y Topographie des Fremden. Studien zur Phéinomenologie des Fremden 1, Frankfurt a, M,, Subrkamp, 1997, esp. pp. 18-20; 52-53, 47 AGORA (1997), Vol. 16, n* 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual ILTemas de la fenomenologia Frente al desenvolvimiento del movimiento fenomenolégico, es pertinente recordar estas palabras de Ricoeur: «La estructura de la obra del maestro implicaba que no hubiera una ortodoxia husserliana»™. Y con la divergencia se plantea el problema de la relacién en que se encuentran estos modos de fenomenologia. {Hay alguna cuestién que enlace los distintos modos y per- mita establecer mediaciones como si fueran diversos érdenes en un «poli- morfismo» de fenomenologias? {0 son posiciones excluyentes? El problema se ha de analizar de dos maneras al considerar primero un posible terreno comin para los mods, y luego su relacién recfproca a través del andlisis complementario que ofrecen respecto de algunas cuestiones fundamentales. II.1. La mediacién entre los modos En la bisqueda de una mediacién importa atenerse a otra tesis de Ricoeur acerca de la compatibilidad entre perspectivas como una idea regulativa de toda discusién filoséfica. De modo que un trabajo de interseccién e intercam- bio ha de mostrar a la vez una discontinuidad de suerte que se salve la novedad de cada modo, y una continuidad de suerte que quede un resto en el pasaje de un modo a otro. Pues bien, la nocién husserliana de horizonte sin duda ofrece un auxilio en la tarea de delinear una continuidad. Consti- tuye un marco invariante para el andlisis de las diversas orientaciones en virtud de la «excedencia» (Uberschuf)™ que la caracteriza. Con el tercer movimiento de la vida humana, Patotka tiene en vista una excedencia. Porque ha insistido en que cielo y tierra no s6lo son puntos de referencia sino que tienen otra funcién que proviene de su profundidad que es experienciada permanentemente. Permiten tomar distancia frente a los entes y revelar el mundo en el que se presentan y que habitualmente se oculta: «E] hombre descubre aqui su existencia (...) y él descubre en el mismo instante que la tierra y el cielo tienen un trans, un mas alld». El tema aparece también en la fenomenologia hermenéutica. Ricoeur destaca, del lado de la fenomenologia, que la explicitacién intencional per- mite una convergencia de las exigencias aparentemente contrapuestas de respeto a la alteridad y de arraigo de lo extrafio en la propia experiencia. El horizonte abierto e infinito descrito por Husserl implica un «acrecenta- miento de sentido», «un potencial de sentido que desborda la mirada de la reflexién», es decir, algo que es «mas que mi mismo»”. Del lado de la her- menéutica, incitada por las posibilidades latentes en una tradicién, la ficcion 28 Paul Ricoeur, A l’école de la. phénoménologie, Paris, Vrin, 1986, p. 156. 24 Hua I, 151. 2 Jan Patoéka, Le monde naturel, p. 10. 26 P Ricoeur, Du texte d Vaction, pp. 71-72, 48 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en ta situacién actual abre nuevas posibilidades de ser-en-el-mundo, es decir, proyectos de mundos en los cuales podriamos habitar. Asi, el texto tiene la funcién de «abrir un horizonte que escapa a la clausura del discurso»”” Por su parte, la fenomenologia estructural procura captar el momento de irrupeién y de acrecentamiento, es decir, del simple «més» inherente al avance creador. La excedencia s6lo puede ser experimentada en el movimien- to del emerger de nuevas estructuras: «(...) el ‘objeto’ de la experiencia hermética no aparece por ejemplo como mas cercano o més preciso sino como ‘més’»”*, Segtin Henry, experienciarse a si mismo es entrar en posesién del ser propio, y por tanto, implica un acrecentamiento de si mismo que pone de relieve la sobreabundancia de la vida: «De ahi proviene el ‘mas’ en tanto el ‘mas de si mismo’...)»”. Al recordar la afirmacién de Husserl acerca de la inherencia del un plus ultra al horizonte”, Waldenfels insiste en que la excedencia hace estallar la implecién de lo mentado en la intencién vacfa de un sujeto. Aleanzar lo extrafio sobre la base de una modificacién intencional de lo propio, implica una continuidad de sentido que no puede sostenerse ante su irrupcin in- terpelante: «EI mas que se anuncia en este més alla (Uber-hinaus) no sig- nifica ningtin darse de més 0 sobredarse (Mehr-oder-Ubergegebenheit) sino el acontecimiento del darse mismo»™, Las fenomenologias posthusserlianas constituyen, pues, una rica explo- racién de la excedencia mientras que la fenomenologia trascendental pro- porciona una via de acceso a ella mediante el andlisis reflexivo de la estruc- tura de la horizonticidad. Sin esta tarea previa no se puede dar cuenta de la excedencia ni legitimar lo que se pone de manifiesto en ella como fenémeno més originario. No es posible reflexionar si no discernimos componentes objetivos, y los explicitamos, aunque ellos no sean otra cosa que aspectos parciales de una situacién que los excede por todos lados e introduce una opacidad en la conciencia. Sélo a partir de este nivel basico exigido por la indole de la reflexién se avanza hacia las peculiaridades de la excedencia. Asif, el desarrollo histérico de la fenomenologia tiene su reflejo en un esca- Ionamiento sistematico, esto es, en la necesidad de pasar primero por un anélisis trascendental. La legitimacién racional introduce una discontinui- dad en el sentido de una anterioridad del modo trascendental de la fenome- nologia respec:o de los modos no trascendentales —si bien la excedencia permite hablar de una continuidad sobre cuya base se delinean convergen- cias. 27 Ibid., p. 129, 28 H, Rombach, Der kommende Gott, p. 48. ® M. Henry, La barbarie, p. 204. Cfr. Michel Henry, Voir Vinvisible. Sur Kandinsky, Paris, F Bourin, 1988, p. 209. 8 Of Hua XI, 11. 31 B, Waldenfels, Antwortregister, p. 635. Cfr. Bernhard Waldenfels, Deutsch-Franzésische Gedankengiinge, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1995, p. 61. 49 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual 11.2. La naturaleza En el terreno de la fenomenologia trascendental se ha contrapuesto la primacia gnoseolégica de la conciencia sobre el cuerpo —en tanto medio de acceso al mundo— a una reciproca relacién ontolégica de condicionamiento ¢ inderivabilidad. Condicionamiento, porque no se puede pensar una con- ciencia sin cuerpo ni un cuerpo propio que no sea cuerpo de un sujeto que lo gobierna. Inderivabilidad, porque la corporalidad s6lo proporciona las condiciones de posibilidad pero no la efectividad de la conciencia —a la que sélo se puede acceder por via reflexiva—, y la primacia gnoseolégica no puede convertirse en una primacia ontolégica de modo que la conciencia confiera ser al cuerpo, Lo cual significa que las sensaciones y la organizacién corporal no pueden ser explicados sin resto desde el punto de vista constitutivo-ge- nético, es decir, son irreductibles a las operaciones discernibles en el sujeto™ No obstante, Husserl ha preparado el terreno para un nuevo orden de consideraciones. Merleau-Ponty sefiala que, con las nociones de tierra y entramado (Ineinander), se abre paso, en una filosofia que parecia destinada a comprender la naturaleza como puro objeto correlativo de la conciencia, «una capa natural en que el espiritu est como hundido (...) en medio del ser bruto»”’. Y observa que la conciencia y la naturaleza fluyen una en otra en una relacién de reversibilidad. Siguiendo esta direccién, Waldenfels sub- raya que la esfera del «entre» ha de extenderse sobre la ruptura entre un otro personal y un otro neutral: «Al fin del gran ‘sujeto’ corresponderia el fin del mero ‘objeto’s"*. Al plantear la cuestién de la concreatividad de hombre y naturaleza, Rombach analiza el «cuerpo terrestre» (Zrdenleib) por el cual participamos de la vida de la tierra, y recibimos fuerzas e instrucciones. Son también estructuras de profundidad los comportamientos vegetales que reaparecen en la forma de un principio vegetativo rector del crecimiento y la propaga- cién. Y lo animal en el hombre se advierte en la permanencia viviente de niveles previos de la evolucién™. Andlogamente, M. Henry observa que el cuerpo y la tierra estan ligados en un mismo acontecer por una coapropiacién originaria que nos convierte a la vez en habitantes y propietarios de la tierra de modo que no podemos concebirla sino como correlato de nuestros movi- mientos, esto es, como el suelo que pisamos o el aire que respiramos. ®2 Off, Elisabeth Stroker, Philosophische Untersuchungen zum Raum, Vittorio Klostermann, Frankfurt a. M., 21977, pp. 168-171; Phénomenologische Studien, pp. 71-14. %8 Maurice Merleau-Ponty, Résumés de cours 1952-1960, Paris, Gallimard, 1968, p. 116. Cf Maurice Merleau-Ponty, La nature. Notes. Cours du Collége de France, Paris, Du Seuil, 195. La publicacién de estos cursos deberfa constituir una incitacién para nuevos desarrollos. 4 Bernhard Waldenfels, Der Stachel des Fremden, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1990, p. 77. 85 Cfr. H. Rombach, Strukturanthropologie, pp. 300-306. 50 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual IL.3. La subjetividad La fenomenologfa posthusserliana proporciona una descripeién de la sub- jetividad en términos de movimientos, estructuras u érdenes en los que ella se dispersa o descentra en funcién de una respuesta. Por otro lado, Ricoour ha considerado que la identidad tiene un cardcter narrativo en virtud de que la reunién de la vida como una totalidad singular implica una articula- cién que sélo es posible por medio del relato. Pero el rechazo de la egologia choca con un limite. No se puede prescindir de una autopercatacién de la subjetividad como el ser tinico que esta invo- lucrado en las respuestas y contramarchas respecto de los diversos campos en que se desenvuelve. Por otro lado, sdlo en virtud de esta identidad expe- riencial es posible reunir los eventos dispersos de una vida en un relato unitario para constituir la identidad narrativa. No se trata de un conoci- miento de aspectos especificos de cada sujeto sino de la aprehensién, en términos husserlianos, de un polo vacio de contenido en todas las experien- cias de un sujeto. La aportacién de Henry es haber apoyado esta fenomena- lidad inherente a cada sujeto en la afectividad con independencia de los contenidos del mundo: «No es, en verdad, el contenido particular del expe- rienciarse a sf mismo lo que particulariza al s{-mismo (...); es la singularidad de este si-mismo (...) lo que singulariza todo ‘contenido’ susceptible de ser experienciado por él»®*. Aunque los contenidos de la esfera de su propiedad se obtengan por desviacin a partir del «entre, y, por tanto, no sea sefior en su propia casa, cada yo es irreductible en el sentido de que sélo él se experiencia a si mismo. En vista de esta singularizacién es importante confrontar la nocién de acontecimiento, desarrollada en la fenomenologia bajo la inspiracién de Hei- degger como instancia wltima, con la nocién que ocupa ese lugar segiin Husserl, es decir, el presente viviente. El andlisis deberia atender al descen- tramiento y al centramiento que se asocia con una y otra nocién, y dar lugar, frente a la interpelacién de lo extrafio, a la intra-apelacion de la perspectiva experiencial y la tonalidad afectiva. De un lado de esta dialéctica se encuen- tra el acontecimiento de la transubstanciacién de la vida, de la lectura discipular, de la concreatividad con la naturaleza, de la coapropiacién cuer- po-tierra, y de la interlocucién o interaccién. Tal acontecer es una instancia unitaria por la cual, en una coapropiacién o reunién de elementos, se insti- tuyen movimientos, mundos habitables, estructuras, trascendencias y 6rde- nes, en los cuales a su vez emerge el sujeto como un momento segundo. Sin embargo, del otro lado, hay un presente irreductible en el cual se viven estos momentos desde una perspectiva y con un pathos singular. Conviene recor- dar que el automovimiento, presupuesto por toda otra praxis, revela un centro de espontaneidad, implica una prerreflexividad en el autocontrol del cuerpo, ¥, al igual que la reflexién a la que se orienta, sdlo puede ser efectuada % Michel Henry, «Phénoménologie de la naissances, Alter, n° 2, (1994), 300. 51 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual por cada yo en su presente viviente y en su unicidad e indeclinabilidad personal. Si bien depende de la interpelacién, el yo no puede menos que poner en marcha su automovimiento que motiva la manera de aparecer del mundo, y no puede dejar de ser quien se vuelva sobre sus vivencias en la reflexién para poner de manifiesto la correlacién entre el mundo y la con- ciencia. 1.4. La intersubjetividad Ha sido fundamental el andlisis de Levinas sobre la irrupcién del otro que significa a partir de un més all que esta al margen de toda manifes- tacién 0 disimulacién. Pero Ricoeur pone de relieve que la asignacién de la responsabilidad como movimiento del otro hacia el si-mismo exige un movi- miento inverso fundado en la capacidad de entender el llamado. Por lo demas, Ja constitucién del otro en la fenomenologia trascendental implica consti- tuirlo como un polo absoluto, en tanto centro de experiencia y accién, con el mismo derecho que el sujeto constituyente. Asimismo, no se debe olvidar que Jos actos de cada sujeto tienen por resultado, como dice Husserl, «modos singulares subjetivos de presentacién del ser de la comunidad». Una tarea comin no ofrece los mismos aspectos para todos los participantes, y por eso, en palabras de Merleau-Ponty, «hay un solipsismo vivido que no puede ser superado»”*. La fenomenologia trascendental ha contribuido al andlisis de las condi- ciones de posibilidad de la comunidad de cormunicacién. Muestra que el significado no consiste meramente en el uso porque requiere un acto que, a Ja vez que confiere significado a los signos, permite al sujeto aprehender una situacién a la luz de un punto de vista y segiin una significatividad previa al lenguaje. Descubre que una conciencia marginal no lingiiistica acompafia todo uso del lenguaje en tanto funcién cinestésica del cuerpo. Y pone de relieve que todo polo ideal, como el de la anticipacién de condiciones ideales de comunicacién, tiene su rafz Ultima en una secuencia de sentidos que surge ya en la experiencia muda cuando nuevas formaciones se fundan en sentidos previos o explicitan sentidos latentes. Importante es el intento de Ricoeur para mediar entre la ética teleolégica de raiz aristotélica y la moral deontolégica de raiz kantiana. La intencién 6tica es definida como «la intencién de la ‘vida buena’ con y para el otro en instituciones justas»™, Asi, su tratamiento recorre el horizonte de nuestras metas ¢ ideales, la solicitud por el otro con el que me encuentro cara-a-cara (Levinas), y la referencia al otro impersonal bajo la forma de las instituciones y una consiguiente exigencia de igualdad y justicia que no esta contenida 37 Hua XY, 479. 8 Maurice Merieau-Ponty, Phénoménologie de la perception, Paris, Gallimard, 1945, p. 411. 99 Paul Ricoeur, Soi-méme comme un autre, Paris, Du Seuil, 1990, p. 202. 52 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologta en la situacién actual en la solicitud. Ahora bien, la estructura conflictiva de la accién exige some- ter la intencién de la vida buena a la prueba de normas universales y constrictivas. Y en un estadio ulterior, el conflicto entre obligaciones conduce al ejercicio de una sabiduria prdctica que permite crear decisiones a fin de resolver problemas inéditos de acuerdo con una conviccién que se ajusta a la phrénesis aristotélica. En el dilema entre una ética de la argumentacién o del discurso, que se orienta contra la convencién, y una ética comunitaria que subraya el rela- tivismo cultural, Ricoeur propone una reformulacién de ambas posiciones que permita a la primera integrar las diferencias y adaptar la segunda a la exigencia de universalizacién. Por esta via es posible poner en primer plano una dialéctica de argumentacién y conviccién en la cual no se aleanza una solucién teérica sino un resultado practico en la forma del juicio moral en situacién. Asf, la argumentacién es una instancia critica que permite que las convicciones sean bien ponderadas, y la historicidad —es decir, la tradi- cién— es una fuente de maximas. Un ejemplo de esta dialéctica se encuentra en la consideracién de los derechos del hombre como derivados de la ética de la argumentacién o bien como productos de la historia cultural de Occi- dente: «Sucede como si universalismo y contextualismo se recubrieran de un modo imperfecto en torno de valores poco numerosos, pero fundamentales (...»#°. Andlogamente, Waldenfels sefiala la imposibilidad de justificar la apelacién a la tradicién a partir de ella misma y la insuficiencia de la universalizaciin que intenta justificar un orden formal. Ya Husserl conce- dia a su manera un lugar a ambos puntos de vista a través de la coexistencia de las verdades subjetivo-relativas y sus metas finitas con el a priori del mundo de la vida y su meta universal del amor ético. Til. Las ciencias del hombre Las ideas de Husserl sobre la fundamentacién de la ciencia galileana en el mundo de la vida —como mundo cotidiano de la percepcién y la actividad intersubjetiva— han tenido variadas aplicaciones en las ciencias del hombre. Aqui s6lo podemos dejar consignados tres ejemplos que se eligen por su singular contribucién al andlisis del mundo. III.1. La sociologta Alfred Schiitz recuerda que Max Weber destaca como tema central la comprensién del sentido que el actor confiere a su accién, y observa que todo intento de determinar lo que la accién y el sentido son, y el modo en que es * Ibid. p. 335. 41 Ofr. B, Waldenfels, Der Stachel des Fremden, pp. 21-22. 53 AGORA (1997), Vol. 16, n* 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en ta situacién actual posible la comprensién de ese sentido, conduce inmediatamente a problemas que preocupaban a Husserl. Ya en la década del 30, Schiitz contribuye al andlisis estructural del mundo de la vida al distinguir el mundo circundante inmediato (Umwelt) de nuestros asociados cercanos, el mundo concomitante mediato (Mitwelt) de nuestros contempordneos més distantes y conocidos de modo indefinido con su creciente anonimato, el mundo previo (Vorwelt) de nuestros predecesores y el mundo subsiguiente (Folgewelt) de nuestros su- cesores. Con posterioridad, Schiitz explicita el modo en que el mundo de la vida se modifica en multiples provincias finitas de sentido con su propia modalidad de estructuras tipicas y de relevancia que remiten a las estruc- turas més generales del mundo de la vida. ¥Y muestra cémo un horizonte autobiogréfico interno se enlaza con un horizonte social externo, y de qué modo este implica un conocimiento disponible con sus grados de relevancia y su distribucién en zonas claras y oscuras Schiitz asigna a la idealizacién y la formalizacién en las ciencias sociales el papel que Husser! habia descrito para las ciencias de la naturaleza. Sin embargo, en lugar de una matematizacién de las formas, se refiere a una tipologia de las plenitudes y procura desplegar la tipificacién husserliana de los contenidos del mundo en relacién con los tipos de cursos de accién y Jos tipos de actores sociales. Asf, las idealizaciones se presentan como tipo- logias, y también se corre el riesgo de considerarlas como el verdadero ser en lugar de un método. Dada la complejidad del estrato fundante, es facil perder la referencia retrospectiva de los tipos a la actividad subjetiva de los individuos. III.2. La psiquiatria Junto al desarrollo de un andlisis existencial basado en la analitica exis- tenciaria de Heidegger, Ludwig Binswanger emprende la tarea de dar cuenta, con los recursos de la fenomenologia genética husserliana, del desmantela- miento del mundo que se produce como resultado de modos deficientes de las sfntesis constitutivas normales cuando el sujeto experimenta una des- construccién en el alcance de sus posibilidades. Sefiala que la tarea més urgente es alcanzar una comprensién y descripcién del ser-en-el-mundo de los pacientes en las tres facetas del mundo biolégico (Umwelt), el mundo de los semejantes (Mitwelt) y el mundo propio (Eigenwelt). El modo maniaco de ser en el mundo, por ejemplo, se caracteriza por la volatilidad en la consistencia de las cosas. Se afloja la constitucién normal del mundo con una pérdida de sus contornos no en el sentido de un juego frivolo sino de una continua celebracién. Esta descripcién del mundo maniaco ha de prece- der en el examen psiquidtrico al proceso de reduccion diagnéstica a sintomas de la enfermedad, es decir, a la triada maniaca de hiperactividad, fuga de ideas y disposicién animica exaltada. Por su parte, la esquizofrenia es ca- racterizada por la ruptura de la consistencia de la experiencia del mundo 54 AGORA (1997), Vol. 16, n® 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologéa en la situacién actual con la consiguiente desaparicién de aquella presuncién que, segtin Husserl, la caracteriza normalmente, es decir, la creencia en que todas las discordan- cias se han de resolver en una concordancia englobante de modo que anti- cipamos permanentemente una armonia segtin el mismo estilo constitutivo de la experiencia pasada. Entre los continuadores de Binswanger, W. Blankenburg interpreta la esquizofrenia y la melancolia como dos modificaciones contrapuestas del mundo de la vida. El caracter comprensible de suyo de la vida cotidiana se debilita en la esquizofrenia, con la pérdida del sentido de lo obvio, y aumenta considerablemente en la melancolia. IIL3. La historiografia Una notable aportacién reciente pertenece a P. Ricoeur, y se relaciona con la prefiguracién del mundo del relato en la accién humana, la configuracién del mundo de la accién por el relato, y la refiguracién del mundo por la apropiacién o aplicacién del relato. Una tarea andloga a la de Husserl es emprendida con el objeto de mostrar que las formaciones de la historiografia remiten a la configuraci6n narrativa, y que la competencia para comprender el relato arraiga a su vez en la prefiguracién o precomprensién de la accién inherente al mundo de la vida. La derivacién es indirecta en virtud del corte entre la puesta en intriga de la ficcién y un relato histérico extremadamente construido. Porque el historiador se apoya en la prueba documental, se ocupa de entidades anénimas, y analiza una temporalidad que no es la del presente viviente de una conciencia subjetiva. Sin embargo, en una indagacién genética, Ricoeur dilucida el modo en que los procedimientos explicativos, las entidades de referencia y los tiempos de la historia se construyen sobre la base de los esbozos de explicacién, los actores individuales y los tiempos inherentes a la configuracién narrativa. Sin esta interrogacién retrospectiva, la ciencia histérica adquiere autonomia y olvida su relacién con el mundo de la accién del mismo modo que la ciencia galileana oculta el mundo de la vida. Por el otro lado, como en el caso de toda narracién, podemos apropiarnos del relato histérico para refigurar el mundo en tanto permite advertir posibilidades que laten en la realidad histérica®. IV. Epilogo La fenomenologia ha puesto de relieve como terreno propio para la filo- sofia el mbito de la aparicién en su aparecer, es decir, una esfera que habia quedado oculta tras aquello que aparece. De modo que el andlisis del apa- Cf. Paul Ricoeur, Temps et récit, I-I1, Paris, Du Seuil, 1983-1985. 55 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56 Roberto J. Walton La fenomenologia en la situacién actual recer se convierte en la disciplina fundamental del saber porque esta pre- supuesto por toda otra consideracién. Puesto que implica poner de manifiesto la correlacién entre lo que se da y los modos de darse, este desvelamiento de la manifestacién como tal descubre el fenémeno del horizonte. Subraya- mos tres aspectos de esta explicitacién. En primer lugar, la explicitacién de los horizontes conduce al mundo como horizonte universal. Esto nos proporciona un marco de referencia para los diversos 6rdenes, estructuras 0 movimientos de la existencia. Debemos con- tar con un invariante en medio de los contextos particulares si queremos compararlos y pasar de uno a otro. Se trata de una funcién mediadora no sélo frente a los diversos ambitos en que puede desenvolverse un sujeto sino también respecto de los variados mundos de la vida coexistentes 0 sucesivos. En segundo lugar, no sélo el aparecer es para alguien sino que la hori- zonticidad singulariza este «para», esto es, implica una perspectiva para un punto de vista. En los estratos mas elementales del mundo de la vida, se trata de una subjetividad corporal, que, a través de sus movimientos, co- mienza a esbozar el mundo correlative como horizonte universal. Ademas, la historia sedimentada de cada yo contribuye a una separacién respecto de los otros yoes mediante la institucién de un estilo de correlacién con el mundo, y, mas alla de los contenidos, esta singularidad se acentia de cara a la afectividad. Por ultimo, la cuestién de la horizonticidad como fuente inagotable de sentido tiene implicaciones metafisicas que sélo hemos podido mencionar aqui de soslayo en relacién con el problema de la excedencia y que merecen ser tratadas en conexidn con la fenomenologia constructiva delineada en la VI* Meditacién cartesiana. Algunas han sido tocadas por Zubiri con el tema de la apertura respectiva de la formalidad de realidad, y por Gadamer cuando sefiala que la metafisica «significa mds bien la apertura hacia una dimensién que, sin fin como el tiempo mismo y presente fluyente como el tiempo mismo, engloba todo nuestro preguntar, decir y esperar»"’, No quedan, pues, esbozados —sobre la base de la fenomenalidad y su horizonticidad, la subjetividad a que esta remite, y la excedencia de sentido implicada en ella— los tres temas de la antigua metafisica especial? ¢Y no se confirma con ello la tesis de F. Montero acerca del «sano orden» que el pensamiento de Husserl introduce en el retroceso histérico o la ampliacién presente de la fenomenologia? ‘S Hans-Georg Gadamer, Hermeneutik im Riickblick, Gesammelte Werke, Band 10, Tabingen, J.C. Mohr, 1995, p. 108. 56 AGORA (1997), Vol. 16, n° 2: 39-56

Vous aimerez peut-être aussi