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DE
LA POESÍA MEXICANA
Conferencia poético-teatral basada en la
ANTOLOGÍA homónima
de GABRIEL ZAID
(ÉL permanece absorto en la lectura de un libro. ELLA, después de checarlo, opta por leer en voz alta de la
revista que trae en las manos:)
1.- El hombre que usted busca, debe ser eso: un hombre, por dentro y por fuera. Para percibir eso a
simple vista, debe usted poner en juego toda su intuición femenina.
2.- El hombre que usted busca, el que usted ha soñado, no existe. Pero.. con nuestra magia
femenina, tenemos la posibilidad y virtud, de ¡construirlo!
3.- Condición más que indispensable: El hombre que usted modela con sus sueños, ¡no debe
ignorarla! sino atenderla y respetarla. Un signo innegable de haberse equivocado de hombre es que
el tipo en cuestión la castigue permanentemente con el insufrible látigo … de ¡su desprecio!
(Esto último prácticamente se le ha reclamado a él que, por su parte, sigue inmutable, entregado a
su lectura, acicalándose los lentes y entregado a reflexiones catedráticas.)
ELLA.- (A él directamente) Oiga, psst, usted, sí, sí, usted… No hay nadie más en este lugar. Usted, óigame,
¿qué se cree, eh? ¿qué se cree? Tengo media hora coqueteándole, siguiendo al pie de la letra los pasos que
indica mi revista y usted, ni en cuenta ¿eh? ¿Qué? ¿Está muy interesante su lectura o qué? A ver, ¿qué lee?
(Tomando el libro de él) A ver: “Ómnibus de la poesía mexicana” ¿Ómnibus? Esto me suena como a
trolebús, ¿de qué trata?
ÉL- Pues, mire, es un libro de POESÍA; y se llama así porque, de alguna manera, es un vehículo que
transporta al lector a través de las diferentes épocas, corrientes y paisajes evocados por la poesía mexicana.
(Él, docto, ella, embobada)
ELLA.- ¿¿Y cómo lo supo..?? ¿Dónde lo leyó?
ÉL- ¿Qué cosa?
ELLA.- Todo eso que dijo del vehículo y demás…
ÉL- Bueno, no lo leí; simplemente lo dije.
ELLA.- Ay, yo creo que si leo su libro, no le voy a entender.
ÉL- No se crea. Este libro no tiene mayor complicación y sí mucho interés. Mire, por ejemplo, estaba leyendo
un poema, muy antiguo, sobre la respuesta que dieron los indígenas mexicanos a los misioneros de Fray
Bernardino de Sahagún cuando les fue solicitada su información para reconstruir la historia antigua de los
mexicas. Se llama: “Contra los doce misioneros”. Vea usted lo que dice:
(Ella toma el libro y le da el pie de entrada. Al efecto de cada poema, y durante toda la representación, un
nivel de actuación, será el del diálogo de ellos y, otro, muy especial, el de los poemas)
ELLA.- A este sí le entendí muy bien. ¡De ahí nació el escudo nacional! ¿No es verdad? Por eso somos
mexicanos… O mexicas; ¿cómo se dice, señor?
ÉL- Bueno, no sólo somos mexicas. También tenemos otras raíces importantísimas. Mire, aquí está algo de la
poesía maya, léalo:
ELLA.- Ay, pero su libro habla de cosas muy antiguas. Yo quiero algo de más actualidad. Las preocupaciones
de hoy en día.
ÉL- ¿Y usted cree que esto no es de actualidad? Dígame, ¿qué le interesa a usted?
ELLA.- Pues los consejos de mi revista. Cómo verse más bonita. Cómo conseguir un marido perfecto, por
ejemplo…
ÉL- ¿Y usted cree que esos temas no se encuentran en la poesía?
ELLA.- Pues, no sé.
ÉL- Pues yo le platico que sí. Mire, vea, aquí en la página 288:
ÉL- Verá: esta es una canción que data de 1880. ¿Le gustó?
ELLA.- Sí, sí. Dígame otra, ande…
Porque yo sé…
la química, retórica, botánica,
política, poética y sistema decimal… (Bis.)
(Ambos han terminado cantando y zapateando el estribillo final)
ÉL- ¡Ah, pero qué bien que baila! ¡Qué bien!
ELLA.- Claro, si baile el jarabe tapatío en mi graduación de secundaria. Hace poquito tiempo, eh…
ÉL- No me diga. Pues fíjese que las letras de los jarabes también son una forma inapreciable de poesía,
porque en ellos se funde lo español con lo mexicano…
(Puentes musicales y ejecución de pasos de él JARABE TAPATÍO para acompañar EL JARABE GATUNO)
ÉL- No, si en lo popular hay tanta riqueza literaria. ¿Qué me dice usted, por ejemplo, de los refranes?
ÉL- Y la versificación popular nos acompaña desde la cuna, en los arrullos, en los juegos y las canciones
infantiles… ¿Se acuerda usted de alguna?
ÉL- Y ¿qué me dice de las jitanjáforas para sortear que empleábamos de niños?
ELLA.- ¿Las qué?
ÉL- Las jitanjáforas.
ELLA.- Yo nunca comí de esas cosas. No sé que es eso.
ÉL- Le aseguro que sí. Son los juegos para sortear al comenzar el juego.
ELLA.- Ah, sí…
Cuéntalas bien
que las once son.
ÉL- Tanta riqueza que encierra lo popular. Las canciones navideñas, los versos para pedir posada, ¡y las
calaveras!
ELLA.- ¡Claro! ¡Las calaveras!
ELLA.- No, si eso de burlarse de los muertos es tremendo. ¿Y eso también es poesía?
ÉL- Por supuesto. Y hay más sobre los muertos. Sólo que no es burlesco. ¿Ha oído hablar de los conjuros?
ELLA.- Ay, Dios… No.
ÉL- ¿Quiere un conjuro para atrapar a un hombre?
ELLA.- Sí, sí, démelo, démelo.
ÉL- Mire, aquí está… Oración del ánima sola.
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
ÉL- Vea qué crítica y feminista se muestra Sor Juana en estos versos. Para ajustar cuentas con los hombres,
no cabe duda.
ELLA.- ¿Y qué en esos tiempos no había poesía de amor, de ternura?
ÉL- Pero, claro que sí. Mire, lea esto:
ELLA.- Madrigal a unos ojos…
ELLA.- Óigame, señor. Usted me habla de muertes y de brujas como parte de su romanticismo. Pero yo no
puedo imaginarme un romanticismo sin hablar del amor.
ÉL- En ese sentido tiene mucha razón. La poesía romántica vuelve siempre a su tema preferente: el amor
idealizado…
22.- METAMORFOSIS - Luis G. Urbina.
ELLA.- ¿Nota qué diferencia de poemas? Seguro que en aquella época todos eran románticos.
ÉL- Viera que no. El romanticismo llegó a un extremo de sentimentalismo que tuvo sus detractores, gente que
se burlaba de ellos. Aquí hay un ejemplo: un Soneto contra los románticos…
(Se escucha el fondo instrumental de SABOR A MÍ. Las demás canciones también se escucharán en su
momento)
(Quedan frente a frente casi marcando un beso, mirándose amorosamente. A punto del beso, se escuchan los
acordes de inicio de BÉSAME MUCHO. Bailan: )
ÉL- ¡Vea lo que nos regala la poesía y el amor! Y a usted que decía que no le gustaba la poesía…
ELLA.- Eso yo nunca dije, no, señor. A mí siempre me ha gustado la poesía. Si yo declamaba El brindis del
bohemio en el día de las madres.
ÉL- ¡Qué tal! ¿Y cómo lo declamaba usted?
ELLA.- Cheque, cheque usted, le voy a decir una parte, la de Arturo, el bohemio puro…
(Como ella ha exagerado la nota, él se mesa los cabellos y se tapa los oídos, escandalizado.)
ÉL- ¡Nooo..! ¡Ya no, ya no! Por favor…
ELLA.- ¿Qué? ¿No le gustó?
ÉL- No, de ninguna manera.
ELLA.- ¿Y porqué?
ÉL- Es que ha caído usted en uno de los grandes vicios en que, por error se cae, cuando sé malinterpreta la
poesía: ha caído usted en el sentimentalismo exagerado, grotesco, horrible, falso, artificial. No le creí nada
de los que me dijo. No me gustó.
ELLA.- Ay, ¿entonces qué debo hacer?
ÉL- La poesía se debe decir en forma NATURAL, sin exageraciones. La sencillez y la naturalidad son lo que
más se agradece. Y cada poesía tiene su propio peso de emociones. Sólo hay que entenderla fielmente.
ELLA.- Ay, si yo gané un concurso con esta y otro con la Suave Patria.
ÉL- Los dos son poemas importantes. Pero en los dos se puede tropezar por error o equivocada orientación.
Muy frecuentemente la Suave Patria cae en el otro vicio en el que ha caído la declamación: en confundirla
con la oratoria. Mire, vamos a decir una parte como discurso y la otra como poema…
EL: ¡Tan-tan!
ELLA: ¿Quién es?
EL: Es el Diablo,
es una espesa fatiga,
un ansia de trasponer
estas lindes enemigas,
ese morir incesante,
tenaz, esta muerte viva,
¡oh Dios!, que te está matando
en tus hechuras estrictas,
en las rosas y en las piedras,
en las estrellas ariscas
y en la carne que se gasta
como una hoguera encendida,
por el canto, por el sueño,
por el color de la vista.
ELLA: ¡Tan-tan!
EL: ¿Quién es?
ELLA: Es el diablo.
ay, una ciega alegría,
un hambre de consumir
el aire que se respira,
la boca, el ojo, la mano;
estas pujantes cosquillas
de disfrutarnos enteros
en sólo un golpe de risa,
ay, esta muerte insultante,
procaz, que nos asesina
a distancia, desde el gusto
que tomamos en morirla,
por una taza de té,
por una apenas caricia.
(Como ambos han mimificado los poemas anteriores, ELLA queda echa una estatua en este último, repitiendo
la frase encomillada )
ELLA.- Estoy muerta de miedo… Estoy muerta de miedo…
ÉL- ¿Le pasa algo? Venga siéntese. Era sólo un poema.
ELLA.- Lo que pasa es que estoy triste.
ÉL- Es que, ¿sabe usted? Vine a este lugar buscando a una persona. Y no la encontré. De hecho, le escribí y
escribí cartas que nunca me contestó. Y me quedé muchos meses, años esperando alguna carta.
ELLA.- ¡Por Dios, amiga! Debo decirle que yo he pasado por la misma pena. Por años he esperado una
carta especial, de amor… Y no llega…
ÉL- ¿Y qué ha hecho usted para no entristecerse?
ELLA.- Yo… leo. Leo un poema de Rubén Bonifaz Nuño: Me asomé otra vez a la ventana. Véalo:
EL: Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos,
soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de sol soñando sus mundos,
ELLA: hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, rama, pájaros, astros,
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado del dormido la espiga roja de la
resurrección,
EL: el agua de la mujer, el manantial para beberse y mirarse y reconocerse y recobrarse,
el manantial para saberse hombre, el agua que habla a solas en la noche y nos llama con
nuestro nombre,
ELLA: el manantial de las palabras para decir yo, tú, él, nosotros; bajo el gran árbol viviente, estatua de la
lluvia,
para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser fieles a nuestros nombres
EL: hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba,
más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo,
ELLA: echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado,
vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo con dos flores gemelas,
EL: hay que desenterrar la palabra perdida, soñar hacia adentro y también hacia afuera,
descifrar el tatuaje de la noche y mirar cara a cara al mediodía y arrancarle su máscara,
ELLA: bañarse en luz solar y comer los frutos nocturnos, deletrear la escritura del astro y la del río,
recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el cuerpo, volver al punto de partida,
EL: ni adentro ni afuera, ni arriba ni abajo, al cruce de caminos, adonde empiezan los caminos,
AMBOS: porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de follaje canta el agua
ELLA: y el alba está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados fluyen como un río manso,
EL: el día y la noche se acarician largamente como un hombre y una mujer enamorados.
ELLA.- ¿Por qué la poesía no habla siempre de estos temas? De la vida y la esperanza solamente.
ÉL- Porque no sólo eso es lo que forma la vida. La muerte también es un componente de la vida misma.
Rosario Castellanos escribió esto sobre el momento de morir:
(Cuando llegan a esta parte, fuertemente emocionados por el poema final, se escucha un magnavoz que dice:
“Pasajeros con destino a Monterrey, favor de pasar al andén número tres a abordar su autobús. Esta es la
última llamada. Pasajeros con destino…)
ÉL- (Reponiéndose) Creo… que ese es su autobús, ¿no es así?
ELLA.- (Reponiéndose) Ehh… Creo que sí… Tengo que irme. ¿Y usted?
EL.- Esperaré mi transporte. No debe tardar. Aquí… esperaré.
ELLA.- Está bien, debo irme. Oh, no, mejor no. No. Definitivamente, no me iré.
ÉL- Pero, ¿qué va hacer usted? La va a dejar su autobús.
ELLA.- Sí no le parece mal a usted, amigo. Prefiero irme… con usted… En el Ómnibus de la poesía
mexicana…
(Los dos concluyen repitiendo, eufóricos, fragmentos de algunos de los poemas de la selección general: )
EL: Hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces.
ELLA: El día y la noche se acarician largamente como un hombre y una mujer enamorados.
EL: Ojos claros y serenos, si de un dulce mirar sois alabados.
ELLA: Era un cautivo beso enamorado.
EL: Eres arena de oro que lleva el río.
ELLA: Desde que te vi venir le dije a mi corazón.
EL: En noche lóbrega, galán incógnito, las calles céntricas atravesó.
ELLA: No cabe duda: de niño, a mí me seguía el sol.
EL: Quiero morir cuando decline el día.
ELLA: Tanto tiempo disfrutamos de ese amor!
EL: Tienen tus ojos un raro encanto!
ELLA: ¿Qué se hace a la hora de morir?
EL: Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez.
ELLA: Ellos tenían la sabiduría, lo santo.
EL: ¡Por mi madre, bohemios!
AMBOS: ¡Y esos dioses dicen haber sido el principio
de los demás dioses!
TELÓN