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El mito de Coldén en las novelas de Carpentier y Roa Bastos José Ortega Introduccién psicolégicas asociadas con la enigmética personalidad del navegan- te genovés, ha sido motivo de inspiracién de innumerables obras literarias en distintas lenguas a través de los siglos. El mito, la leyenda y los prejuicios nacionales han desdibujado, por parte de sus defensores y de- tractores, la figura de este misterioso personaje. Garcia Marquez afirma que los diarios y cartas de Cristobal Colén marcan el inicio de lo “real- maravilloso”. La primera referencia literaria a Colén por un escritor espa- iol se atribuye al poeta de la corte de Isabel, Ambrosio Montesinos, autor de un poema publicado en 1508. En el siglo xvt se escribe la pieza teatral Las cortes de la muerte (1552-1557) en torno a la represién contra los in- dios. Entre 1570 y 1592, el poeta Juan de Castellanos redacté un largo poema: Elegias de varones ilustres de Indias. En 1a Edad de Oro, Quevedo escribié el poema “Ttimulo de Colén” y Lope de Vega compuso la primera pieza teatral sobre el almirante: E! Nuevo Mundo descubierto por Cristobal Colén, obra redactada entre 1595 y 1605. Durante el siglo xvi y principios del xix pocos autores son atraidos por la figura de Col6n. Bajo la influencia de James Fenimore Cooper, autor de Mercedes of Castile (1840), y de Washington Irving, a quien se debe la History of the Life and Voyages of Christopher Columbus (1828), Francisco José Orellana escribié la novela histérica Cristobal Coldn (1868). El almi- rante fue glorificado por poetas roménticos como el Duque de Rivas y Ramén de Campoamor. En Latinoamérica compusieron poemas sobre Colén: José Maria Heredia, Gertrudis Gémez de Avellaneda, José San- tos Chocano, Rubén Dario, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal... En el siglo xx se escriben muchos relatos sobre el navegante genovés. Vicente Blasco Ibéiiez es el autor de una de las mejores novelas escri- tas sobre este tema: En busca del Gran Khan (1929), y en las dltimas déca- C ristobal Colén, con todas las connotaciones histéricas, culturales y 41 das se han venido publicando las mejores novelas sobre Col6n: Vida y tiem- pos de Juan Cabezon de Castilla (1985) de Homero Aridjis; Cristdbal Nonato (1987) de Carlos Fuentes; La destruccién de todas las cosas (1992) de Hugo Hiriart y las dos novelas que hemos seleccionado para nuestro estudio: El arpa y la sombra (1979) de Alejo Carpentier, y Vigilia del almirante (1992) de Roa Bastos. El arpa y la sombra, de Alejo Carpentier Elarpa y la sombra (1979),' como toda la obra de Alejo Carpentier, se basa en una rigurosa reelaboracién de textos histéricos. Y como fuerza motriz de la historia encontramos en la novela del autor cubano la presencia de lo maravilloso; maravilloso que se asocia con el surrealismo, corriente con la que se identificé Carpentier en el Paris de 1928, especialmente a través de su amistad con Robert Desnos. E] surrealismo, con su nueva forma de per- cibir la realidad, abre los ojos a lo maravilloso, dimensién intrinseca de lo americano. Lo maravilloso tenia una especial importancia dentro del con- cepto del mundo mantenida por el espaiiol medieval y renacentista. De aqui la popularidad que tuvieron los libros de caballerias a partir del siglo xvi. En los escritos del cubano, el mundo mégico aparece arménicamente integrado al plano realista y constatable apoyado en una rigurosa docu- mentacién. Pero ese pasado histérico, filtrado a través de la imaginacién, se erige en un factor de reivindicacién social de la presente realidad Jatinoamercana. Lo maravilloso en la obra de Carpentier no se extrae de cédigos de lo fantdstico o de recetas vanguardistas, sino que surge, segin nuestro autor: “de una inesperada alteracién de la realidad (e] milagro), de una revelacién privilegiada de la realidad”.? Lo “real maravilloso” se en- cuentra en el contacto cotidiano con los hombres, la tierra y la mitologia latinoamercana, pero siempre respetando la verdad histérica. En El arpa y Ja sombra, los incidentes se concatenan en virtud de ciertas relaciones 0 concordancias entre historia y relato. ¥ lo maravilloso surge, de forma es- pontanea, por el contacto con la realidad histérica americana. El interés de Carpentier por la figura de Cristobal Colén parece remon- tarse a 1937 cuando, al realizar una adaptacién radiofénica de Le Livre de Christophe Colomb de Paul Claudel para la emisora Radio Luxemburgo, * Citamos por la primera edicién de El arpa y la sombra, Letras Cubanas, La Habana, 1979, Las citas entre paréntesis se refieren a esta edicién. * Prdlogo a El reino de este mundo, Compaitia General de Ediciones, México, 1967, p. 10. 42 sintié una gran irritacién por el empefio hagiogréfico en torno a la canoni- zacién de Colén, proceso formulado en el siglo xx por los papas Pio IX y Leén XIII. El arpa y la sombra es la primera novela en la que Carpentier se vale de un protagonista de proyeccién universal, ya que en su obra anterior eligié a personajes histéricamente secundarios como Henri Christophe (El reino de este mundo, 1949), o Victor Huguess (El siglo de las luces, 1962). Colén, viajero inquieto en su biisqueda de sueiios y quimeras, perseguia un “yo” interior, un sentido a su vida, a su existencia. La preocupacién por desentraijiar el sentido de esta vida y su accién en el mundo cosntituye la preocupacién central del autor. Carpentier no es un historiador ni un novelista histérico. Se sirve, como dijimos, con gran rigor del material histérico en su creacién literaria. His- toria y novela tienen un tronco comtin: la epopeya, y de aqui los difusos limites entre ficcién y realidad. La novela reescribe el texto de la crénica de donde procede, y el novelista no transcribe cronicas histéricas, sino que transforma la realidad, la vida, embelleciéndola 0 criticandola. Pues, en ‘iltima instancia, no importa el cotejo del texto literario con sus referentes externos, sino la veridiccién o verosimilitud. Carpentier juega a la historia en sus ficciones con el objeto de develar algunas verdades. Analiza y recrea el hecho histérico seleccionando, ocultando o tergiversando la supuesta obje- tividad del suceso acaecido. Este pasado recreado por Carpentier en sus ficciones sera adulterado posteriormente por las nuevas generaciones. Asi pues, tanto en la historia como en la ficcién hay una ausencia de verdad, ya que ambos —historiador y fabulador— realizan una seleccién arbitraria e imaginaria de los hechos. El primero trata de producir un sentido tinico, mientras que el fabulador hace de su texto una lectura multiple dentro de una légica poética. En el texto literario se da un pacto de ficcién con el lector por el que se suspende la referencialidad del texto. De hecho, tanto la historia como la ficcién son narracién, es decir, palabras a las que no se les puede dar crédito.® El propésito de El arpa y la sombra es el de desmontar el discurso hagiogréfico en torno a Colén, desmitificdndolo. El resultado seria, en vir- tud de la envergadura creativa asociada a lo “real maravilloso”, el naci- miento de otro mito. Lo fantastico para el novelista cubano es el instrumento idéneo para revelarnos el fondo secreto, humano y profético del almirante. *“Nunea he podido establecer distingos muy vélidos entre la condicién del cronista y Ia del novelista. Al comienzo de 1a novela, tal como hoy la entendemos, se encuentra la crénica”. A. Carpentier, La novela latinoamericana en visperas de un nuevo siglo y otros ensayos, Siglo x11, México, 1981, p. 23. 43 La ficcién, a través de una verdad a medias, ayuda a develarnos el enigma histérico. Y, aunque la ficcién no constituye la representacién de una co- rrespondencia homélogica con la realidad extratextual, Carpentier se vale de ésta para desmitificar la figura de Colén, personaje que se nos presenta como “protagonista de ficciones” (p. 130). Pero Carpentier no traiciona fun- damentalmente la verdad histérica, como lo prueba el hecho de haber ma- nejado para la redaccién de su relato miltiples fuentes, tales como los legajos de las oficinas de la Congregacién de los Santos y la carta que Isabel II dirigié al papa Leén XII pidiendo la canonizacién del almirante. Desmitificando a Colén, éste recupera en Elarpa y la sombra su estatura humana. Pero esta novela no es sélo una indagacién en la persona de Co- Jén, sino adem4s una crénica de la sociedad. Se nos muestra también como un hbil manipulador, inventor de todo tipo de argucias para conseguir sus propésitos: (.) durante afios y afios traté de ganarme el favor de los Princi ‘ccultando la verdad verdadera tras de verdades fingidas, dando autori con citas habilidosamente entresacadas de las Escrituras (p. 63). Su ambicién por descubrir nuevas tierras lo llev6 al engaiio y la tergiversa- cién: (.) por la necesidad de callarla (Ia verdad), me enredo en tal red de patrafias que s6l0 Sondré a desenredarla mi confesién general, revelando al asombrado franciscano que tra- Jando proyectos mAs o menos fantasiosos, me fui volviendo grande e intrépide embustero (p. 62). El personaje Col6n ficcionaliza doblemente. Primero, integrando el caudal de relatos fabulosos de la época que avivaron su imaginacién, y, en segundo lugar, distorsionando la realidad americana por motivos ideolégicos 0 ma- toridies. Ex novdintes tesarrndln, muchos. de. loa. mitos atribuidos a Colén, como su problematico viaje a Islandia, la Thule de los antiguos, en 1477, 0 las revelaciones que en Islandia le hiciera el Maestre Jacobo, personaje inventado por Colén para apoyar sus tesis sobre las historias de las nave- gaciones vikingas de Bric el Rojo y Leif Ericson a Groenlandia y la América del Norte. En la primera parte (“El arpa”, pp. 9-41), Colén es juzgado por Giovanni Maria Mastai-Ferreti, futuro Pio IX, quien en una tarde de 1869 repasa cartas y documentos relacionados con Ja canonizacién del almirante. Este 44 eurocentrista y reaccionario papa, el primero que pasé al Nuevo Mundo, intenté someter a la América Latina a la dependencia de Roma. En las aguas del Cabo de Hornos tuvo la intuicién de que un santo, San Cristébal, deberia unificar el Viejo mundo con el Nuevo. En su viaje por Chile y Ar- gentina se le revelé a Mastai-Ferreti, “la desmesura de esta América que ya empezaba a hallar fabulosa a pesar de que sus hombres, a menudo le parecieron incultos, brutales y apocados” (p. 27). Con este fin hagiografico comisioné al conde Roselly de Lorgues una biografia elogiosa del almirante que aparecié en Paris con el titulo de Histoire pasthume de Chistophe Colomb (1885). Entre Colén y Mastai-Ferreti existe cierto paralelismo. Ambos se presentan como ambiciosos secundones, capaces de cualquier cosa para al- canzar la gloria y eurocentristas que fracasaron en su deseo de unir dos mundos. Las alabanzas, en este proceso de canonizacién, sobre la persona de Colén chocan con la tortuosa vida del almirante signada por sus relacio- nes ilegitimas, especialmente con su amante cordobesa Beatriz Enriquez de Arana, madre de su hijo natural Hernando, asi como por haber iniciado y alentado el comercio de esclavos (p. 152). Entre sus pecados se destaca su codicia por el oro (“la brijula mayor de nuestras andaduras’, p. 90) que le levé, por ejemplo, a adjudicarse los 10 000 maravedis prometidos al pri- mer hombre que avisorase tierra. Al oro le confiere connotaciones misticas y escatol6gicas, y, ms que por su valor en si, el almirante ve en este noble metal un instrumento para alcanzar gloria y poder: “Yo no queria el oro para mf. Lo necesitaba primordialmente para mantener el prestigio en la corte y justificar la legitimidad de los altos titulos que me habian otorgado” (p. 117). Dentro de este contexto, Carpentier apoya la tesis de la ascendencia judia de Col6n, quien vio financiado su proyecto por las juderias, y especial- mente por Luis de Santéngel: ..) mucha riqueza m 1a real hacie 1 troquel de si de las juderias, y los Santéngel, grandes financistas, pasa- a titulo de préstamo, millares y millares de monedas marea cireuncisiones (p. 53). Este desarraigado y exiliado almirante se mueve entre dos mundos, el me- dieval y el renacentista: “... sin acd y sin all4, nadador entre dos aguas, natifrago entre dos mundos” (p. 130). Como hombre del Medievo, Colén respeta la autoridad de los clasicos (1a Biblia, Imago Mundi de Pierre d'Aylly, Historia universal de Plinio, Viajes de Marco Polo, etc.) y en su viaje hay objetivos como la reconquista de los Santos Lugares y la biisqueda del pa- raiso perdido. ¥ como hombre abierto al Renacimiento, el almirante es he- redero del sistema mercantil de factoria que usaban los genoveses y portavoz, 45 por tanto, del colonialismo moderno. En su “Carta a Santdngel” Mega a equiparar a los indios esclavos (caribes y tainos) con el oro: ‘Ahora les voy dando, cada vez més a menudo, el nombre de canibales... la solucién de este grave problema est en ‘trasladarlos a Espafia en calidad de esclavos... Ya que no doy con fore, piensa yo, el oro puede ser substituido por la irremplazable energia de In carne jhumana, fuerza de trabajo que se sobrevalora en aquello mismo que produce, dando mejo- roa beneficios, en fin de cuentas, que el metal engafioso... (pp. 114-116). Frente a la barbarie americana, Col6n opone la civilizacién europea in- troduciendo el proyecto de dominio colonialista; dominacién que esté justifi- cada porque su civilizacién es superior a la de los “otros”, indios, seres inferiores porque se les juzga con la dptica del occidental. En la tercera parte (“La sombra”, pp. 133-159), Colén es juzgado por la tradicién histérica del siglo x1x. En este juicio, en torno a los acontecimien- tos que tuvieron lugar en el Vaticano en el verano de 1892, participan per- sonajes vivos y desaparecidos. A través del didlogo entre el conservador de la Lipsonoteca del Vaticano y el seminarista que le ayuda, la sombra que se proyecta sobre Colén convierte a éste en una figura grotesca sublime. En la representacién del tribunal dela historia, los dos funcionarios que manipu- Jan Jos huesos de Coldn dan un tono vulgar a tan sagrada operacién; Col6n, el Invisible, encuentra su paradigma en otro almirante genovés: Andrea Doria, con el que dialoga sobre los arbitrarios juicios que sobre ellos han emitido los historiadores (p. 156). Una vez juzgado como personaje invisi- ble, Colén se evapora quedando sélo ese juego de apariencias que constituye el relato. El cardcter teatral de este fantasmagérico tercer capitulo se relaciona con el espiritu carnavalesco, o juego burlesco, que altera las categorias de lo solemne y lo profano. La parodia es parte del procedimiento intertextual que establece entre las citas histéricas, 0 seudohistéricas, un didlogo sub- versivo. La carnavalizacién, segtin la conocida tesis del formalista ruso Bajtin, deriva del género “serio-c6mico” que se relaciona con el folclor carnavafesco y que resuita ub 2 cumfianider y° prokanaciAn de diversos textos y de la interaccién de distintos estratos ideolégicos y lingiiisticos. El arpa y Ta sombra no es, como antes dijimos, una novela histérica, pero se vale de todo tipo de material hist6rico de primera y segunda mano para darnos ‘una visién del mundo. El didlogo entre los textos es tan estrecho que, a veces, es dificil distinguir entre la cita literal y su elaboracién, y, en algu- nas ocasiones, se le atribuyen a personajes hist6ricos lo que no dijeron. La dindmica de este texto surge de la confrontacién, yuxtaposicién e inter- pretacién semantica de discursos no excluyentes. En definitiva, lo que impor- 46 ta es el hecho de que de esta intercomunicacién surja algo nuevo. Los ejem- plos de este espejeo textual nos obligarian a reproducir buena parte de esta novela. Valgan algunos ejemplos. Carpentier se vale del cuento de Esteban Echevarria “E] matadero” (1832) para ambientar el Buenos Aires de 1823, y en la travesia que realiza Masai-Ferrati de La Pampa a Chile se incorporan algunas de las paginas iniciales del Facundo de Sarmiento. Y para censurar el cardcter lujurioso del almirante se parafrasean los versos de Lorca: [...] habiendo de confesar que cuando yo me la llevé al rio por primera vez, creyendo que era mozuela, fécil fue darme cuenta que, antes que yo, habia teniido marido. Lo cual no me impidi6, por cierto, recorrer el mejor de los caminos, en potra de nécar, sin bridas y sin estribos (p. 68). Bajtin postula el texto novelistico como antitesis del discurso pico y la carnavalizacién como la relatividad humoristica de todo lo existente. El humor desdramatiza una situacién haciendo resaltar-el contraste entre la apariencia y la realidad. En El arpa y la sombra coexisten dos niveles: una historia explicita del narrador y otra implicita en la que el lector capta el objeto ironizado y el proceso ironizante. Por ejemplo: cuando el conde Roselly de Lorgues examina los documentos para la canonizacién de Colén olvida, segiin la reflexién parentética del narrador/autor real, que no existen prue. bas de la apariencia fisica del almirante: sefialandolo como merecedor de un lugar destacado en el santoral, y hasta en las —cien, mil iglesias—, donde se veneraba su imagen (imagen harto imprecisn hasta ahora, ya que no se tenian retratos suyos...) (p. 16). La carnavalizacién enlaza con una serie de efectos teatrales que recorren esta novela. En la escena de la canonizacién de Colén, éste se nos describe como un actor: Y resurge en mi, como tantas veces, a falta de recurso mejor, el goliardo que bajo mi piel se oculta con Ia mascara cefiuda y adolorida que, como mascara de miirtir en sacra represen- tacién, me pongo cuando conviene (p. 120). De este falso “yo”, que se traduce en un permanente encubrimiento de su personalidad, se desprenderé en el acto de su contricién final: Cuando me asomo al laberinto de mi pasado en esta dltima hora me asombro ante mi natural vocacién de farsante, de animador de antruejos, de armador de ilusiones... fui trujamén de retablo, al pasear de trono en trono a mi Retablo de Maravillas (p. 126) 47 La identificacién de Colén con Cervantes, aunque anacrénica, nos remite al origen literario de ambas ficciones (Don Quijote y El arpa y la sombra) en Jas que dos locos corren una serie de aventuras imaginarias en busca de una quimera. La intertextualidad no s6lo se resuelve en la configuracién del texto litera- rio, sino que ademés se proyecta hacia afuera, por medio de un diélogo cons- tante con postulados histérico-sociales pasados y presentes. El discurso es filtrado por la orientacién ideolégica de Carpentier, ya que la conceptualiza- cidn ideolégica depende del autor real; practica semiética, no basada en la explicacién ideol6gica a posteriori, que J. Kristeva designa como “ideologema”: (...) funcién intertextual que puede leerse materializada a los distintos niveles de la estructura de cada texto, y que se extiende a lo largo de todo su trayecto, confiriéndo- le sus coordenadas histéricas y sociales.* Para Carpentier, el mérito de una obra de ficcién reside en su verdad poé- tica, es decir, en lo “real maravilloso”; maravilloso que en el arte latinoame- ricano tiene su expresién en el barroco. Este barroquismo, que se inicié con los cronistas que tuvieron que nominar al fabuloso mundo americano, confor- ma una dimensién privilegiada para la nueva palabra. Colén fue el primer cronista, o creador de ficciones. El cronista A. Bernaldez, amigo de Col6n que residié unos dias en su casa y conocedor de sus proyectos, llamé a Colén “inventor de las Indias”’ Colén deforma la realidad del Nuevo Mundo no s6lo por motivos de estrategia politico-co- mercial, sino también a causa del mundo fabuloso que é] habia imaginado, a través de sus numerosas lecturas: Y ese desfile de majestades desnudas me hacia columbrar que bien lejos estébamos adn de Jn fabulosa Cipango de las crénicas italianas. Porque alli tenian tejados de oro los palacios y, en cortes deslumbrantes de oro y pedrerias... y durante sus banquetes acudian aves ‘canoras que gorjeaban a la orden de su amo, en tanto —prodigio descrito por Marco Polo y Oderico de Pordenone—... (p.97)- Colén entiende que la palabra es la base del artificio y sabia que en e mundo que habia que descubrir las cosas tenfan que ser nombradas por ve: primera: 4 J. Kristeva, Kl texto de la novela, tr. de J. Lovet, Lumen, Barcelona, 1974, pp. 15-16. * Crénica de los Reyes Catdlicos, Biblioteca de Autores Espaiioles, ed. de Gomez Moreno Carriazo, 1962, p. 679. 48 Habia que deseribir esa tierra nueva, Pero, al tratar de hacerlo, me hallé ante la perpleji- dad de quien tiene que nombrar cosas totalmente distintas de todas las conocidas —cosas que deben tener nombres, pues nada que no tenga nombre puede ser imaginado... Podia inventar las palabras, ciertamente; pero la palabra sola no muestra la cosa, si la cosa no es de antes conocida (pp. 90-91). Dentro de su proyecto como conquistador ten{a que usurpar la palabra al indigena y asumir el monopolio del lenguaje; lenguaje que, como instru- mento del imperio, se apropiaba de las cosas nombrAndolas. De aqui que Colén potencia la palabra como instrumento de dominacién: Otro viaje y otro viaje, y no egaba el buen golpe de oro —iqué lenguaje de cambista, qué Ienguaje de banquero lombardo!... empecé —aprendiz de mago prodigioso— a sustituir el oro y la carne por Palabras (p. 122). En El arpa y la sombra Carpentier cuestiona la historia con la ficcién para desentrafiar la enigmatica personalidad de Colén, desmitologizando su su- puesta santidad mediante juicios verdaderos o falsos emitidos a través de los siglos. La interpretacién de la vida de este “descubridor descubierto” (p. 128) no intenté presentar a Colén como realmente fue. Esto carece de inte- rés, e histéricamente no es factible. Lo que importa es cémo se representé la verdad de su vida y c6mo su figura fue deformada y mitificada. Reempla- zar el mito de Colén por otro constituye un ejercicio estético muy fecundo, Carpentier nos presenta a Colén como el primer narrador de la historia de la literatura norteamericana y como el simbolo de la ideologia dominante que se ha ido reforzando a través de los siglos hasta nuestros dias. Vigilia del almirante de Roa Bastos Pocas existencias se han visto, como la de Col6n, envueltas en tal misterio. Su vida esté lena de dudas e incertidumbrs. Se ignora cudndo y dénde nacié y no se sabe dénde resposan sus restos. Tampoco existe ningiin dato fiable sobre sus rasgos fisicos. Hijo de un tejedor de paiios o tabernero, este supuesto judio converso tuvo varios hijos bastardos en sus numerosas rela- ciones ilegitimas. Psicolégicamente aparece como un ser codicioso y falso. Se le acusa de haber robado cartas y mapas al gedgrafo Toscanelli y de haber guardado en sus viajes dos diarios. ‘Todos los escritores que se han acercado a la figura de este extrafio per- sonaje se han encontrado con un muro de contradicciones y dudas. Ideold- gicamente ha suscitado tanto encendidos elogios como las més acerbas 49 eriticas. En esta ultima linea se sitta Vigilia del almirante del escritor paraguayo Roa Bastos. Este relato no puede ser calificado como una novela hist6rica, sino una ficcién de la historia en la que se confunden las fronte- ras entre la verdad de los hechos y la verdad poética. En la empresa descu- bridora del almirante se equipara Ia historia con la leyenda. Para Roa Bastos la veracidad hay que buscarla mas en la memoria colectiva (‘Ia tradicién oral es la Gnica fuente de comunicacién que no se puede saquear, robar ni borrar”) que en los historiadores, quienes, basdndose en documentos rea- les, “fabrican Ia ficeién de teorias interpretativas semejantes a las “histo- rias’ y a los diagnésticos clinicos sobre la mente humana” * La literatura, como es sabido, no transmite conocimiento 0 informacién, sine que constituye una situacién comunicativa imaginaria. Por esto, el discurso literaria no se somete a las categorias légicas de verdad o false- dad, ya que se rige por el principio de su coherencia interna. Esto no impide que en Vigilia... existan numerosas referencias a contextos externos. Pues aunque la ficcin verbal no representa a la realidad empirica, ésta puede ser integrada poéticamente, como en el caso de Vigilia... Esta novela, es- tructura auténoma, esté concebida en relacién dialéetica con el contexte histérico hispanoamericans. En Vigilia... Roa Bastos define a su novela como “relato de ficcién impura, o mixta, oscilante entre la realidad de la fabula y la fébula de la historia” (p. 11), Esta “impureza” explica el hecho de que historia e imaginacién se complementen y contradigan segiin dos concepciones del mundo que el lec- tor ha de armonizar. La verdad pottica se instrumenta por medio de suge- rencias y evocaciones de un lenguaje simbélico que hace ms inteligible la problematica realidad: “Hay un punto extremo, sin embargo, en que las, lineas paralelas de la ficcién Hamada historia y de la historia Hamada fic- cién se tocan” (p. 79). El narrador basico ese instaura como ficcionador de una realidad histéricamente degradada actuando como memoralista, y no come novelista hist6rico o historiador, aunque en la elaboracin de Vigi- ia... Roa Bastos haya utilizado todo tipo de documentacién, como se evi- dencia en los “Agradecimientas” incluidos en las paginas 377-378. Ademés de narrador fundamental, nos encontramos con las voces del almirante y su confesién en primera persona, la de los cronistas, el ermitafio, el histo- riador oficial y Ia del autor real. Este, con sus reflexiones de tipo literario e histérico, interrumpe el relato en numerosas ocasiones. Por ejemplo: en la « Pagina 78 de Vigilia del Almirante, Madrid, Alfaguara, 1992. Los nameros de la pagina en el cuerpo del trabajo remiten a esta edicién. Biblioteca Central leas Who cee secuencia donde se cuestiona que el piloto anénimo fue el que revelé a Co- 16n el secreto de la ruta hacia las Indias, leemos la siguiente observacién: “Que esto pasase asi o no, ninguno con verdad lo puede afirmar, pero aquesta novela asi anda por el mundo entre la vulgar gente. Para mi, yo lo tengo por falso” (pp. 71-72). La mirada retrospectiva de Colén en su lecho de muerte en Valladolid (‘reescribiendo mis recuerdos en el mar de los sargazos de la memoria”, p. 117) nos remite a la importancia que tiene el concepto de recuerdo como imagen, ya que al recordar representamos sucesos del pasado y este re- cuerdo como imagen queda plasmado en Vigilia... Memoria e imaginacion aparecen imbricadas en la mente del almirante borrando la distincién en- tre lo ocurrido y lo que podria haber sucedido. Colén, en su agonia y ante el cardcter destructor del tiempo y el miedo a ser condenado por Dios y por la historia, hace una confesién en la que frente a las utopias del pasado, basa- das en un deseo de dominacién, opone la utopia de la identidad, o sea, el anhelo de encontrarse bien consigo mismo. En su relato del primer viaje, a pesar de que se declare que “todo es remembranza. No se inventa nada” (p. 38), el tono irénico es innegable, ya que la memoria de Colén funciona mediante la seleccién, la omisién, y sobre todo, la imaginacién. Basindose en fuentes histéricas, mitologias y relatos legendarios, se trata de hacer coincidir la realidad con lo que el almirante habia imaginado en el duerme- vela entre el suefo y la realidad: Un decaimiento de su voluntad lo desmadeja sobre el tablén que le sirve de lecho. Tal una rajadura en una materia muy firme y muy fina como de acero y cristal en Ia que jenta todo sueiio (p. 272). La influencia que lo maravilloso tiene sobre Jo real, especialmente por las numersosas lecturas que de hechos fabulosos hizo Colén, se equipara a la figura de Don Quijote: “Asi del poco dormir y del mucho leer se le secé el celebro con el que celebraba estas maravillas” (p. 172). La construccién artistica de Vigilia del almirante estA basada en nume- rosos y complejos hechos histéricos tomados de miltiples y contradictorios textos con los que este relato mantiene, por medio de una constante interacci6n entre los significados y los significantes, un didlogo en el que se mezcla el rigor histérico con el tono irénico. La reconstruccién del protago- nista se basa, especialmente, en escritos tales como el Diario de a bordo, el Diario del descubrimiento, el Libro de las profecias y todo tipo de obras apécrifas. El componente central y unitario que rige y determina las distin- tas voces narradoras es la voz del almirante, conciencia absorbente que 51 estructura un material narrativo muy heterogéneo: crénicas, libros de via- Jes, textos historiograficos, biblicos, cientificos, miticos, etc. Estos textos se subordinan al protagonista/narrador fundamental que, como centro del dis- curso, mantiene una relacién activa con ellos. Siguiendo el ejemplo de los formalistas rusos, Roa Bastos incorpora, a veces literalmente, y en la ma- yoria de los casos mediante una previa transformacién, todo tipo de mate- rial. Por ejemplo en Vigilia... leemos: ‘Todos ellos andan desnudos como su madre los parié... Los varones llevan los cabellos corredios, cortos ¢ gruessos como seda de colas de caballos, que aqui no existen. Traen los cabellos cortados por encima de las cejas e muchos de estos mancebos los traen largos por la espalda e jamés los cortan (p. 297) Y en el Diario de Coldn se nos dice: Ellos andan todos desnudos como su madre los parié, y también las mujeres, aunque no vide mas de una harto moza.... Los cabellos gruessos casi como sedas de cola de caballos, y cortos. Los cabellos tran por encima de las cejas, salvo unos pocos detriis que traen largos, que jamés cortan”,” Esta técnica de confrontacién del material literario, que define el eclec- ticismo creador de esta novela, nos revela no s6lo la contradiccién y la dialéctica de los materiales transcritos, sino que adem4s sirve como elemento dinamizador del texto. Aunque no hay discordancias en el or- den temporal de la fabula segiin nexos légico-causales relativos al pri- mer viaje de Colén y a referencias biogrdficas, existe una deliberada transgresién de la zona imaginaria mediante diversos recursos, entre los que destaca el de los anacronismos. Por ejemplo: Colén no inicia su primer viaje el mismo dia que se expulsa a los judios (Vigilia..., p. 92), pues dicha expulsién habia tenido lugar meses ante: tampoco solicité el almirante permiso para levar la Gramdtica de Nebrija, texto que se im- primio dias después de su partida. La estructura narrativa no confiable se actualiza mediante la ironfa, funcién oblicua del discurso que requiere la activa participacién del lector para destacar el aspecto negativo de lo ironizado. Por ejemplo, cuando Colén transcribe un apartado del Libro de las profecias, escribe: ” Diario de Colén, ed. de Carlos Sanz, Bibliotheca Americana Vetustissima, Madrid, 1962, Fol. 9. 52 Que el Padre Eterno ha sido el Gran Inquisidor General —copia a la letra— es punto tan asentado que no admite ninguna duda ni discusién, afirma el libro de Pedro Paéramo (p. 94); “Hay también en Oriente la liana, Hamada milhombre, de cuyo conocimiento se saca el remedio infalible contra las saetas pallidas de 1a sifilis, del sida, ese flagelo virideo traido por los Templarios (p. 99). Bajo el aspecto sincrénico, o juego de las partes dentro del texto, el primer sintagma con que se abre Vigilia... “Todo la noche se ayeron pasar péjaros” (p.15) procede del Diario de Colén (9 de octubre) y su funcién es la de intruducirnos no sélo en el mar de dudas que acosan al almirante ante una larga travesia sin haber avizorado tierra, sino que estas aves “volando ha- cia atrs” (pp. 20, 59, 274) enlazan con el proceso retrospectivo del examen de conciencia de Colén, para quien “la vida es una perpetuo retroceso hacia el fin tiltimo” (p. 118). La ambigiiedad de la figura del almirante explica el sentido multiple del discurso o la polifonia de voces y conciencias independientes y distintas.* Los textos escritos a Colén, o atribuidos a éste, constituyen, en muchos casos, un plagio, confusién que se acentiia a causa de la lectura varia y contradictoria que, a través de los siglos, se ha hecho de dichos textos: Sabe que la confesién increible sera atribuida a los copistas y correctores que han metido mano a sus escritos; a los cronistas de imaginacidn novelesea que han reinventado y reescrito, robado, sus escritos [...] hechos que se forjaron en el mar... hechos que 8610 después pasaron a los intrincados manuscritos del Almirante puestos en limpio, depura- dos y destilados, segiin el estilo de cada cual, por escribas ociosos, por oficiosos copistas, entre los cuales se encuentra el narrador de esta vera historia del Almirante Magnifico y Vicediés en desgracia (p. 177). Dentro del plano de la narracién habria que destacar la importancia del narratario, es decir, el receptor abstracto o ficticio. Este recrea y redacta nuevamente el texto al hacerlo confluir con otros de su propia experiencia literaria, convirtiéndose, de esta manera, en coautor del texto: “El que me lea sabré qué quise decir y no he podido hacerlo antes de que me leyera, siempre que é] también reescriba el texto mientras lo lee, y lo vivifique con el aliento de su propio espiritu” (p. 152). Las numerosas reflexiones dirigidas al lector a través de todo el relato apuntan al deseo del autor real por influir en un lector con el que se ha * “La pluralité des voix et des consciences indépendentes et distinctes, la polypho1 authentique des voix 4 part entiére, constituent en effect un trait des romans de Dostoievsl Mijail Bajtin, La poétique de Dostoieuski, Paris, 1970, p. 33. 53 establecido un pacto ideolégico, lector que, por otro lado, confiere un sentido plurivoco al texto: “Todas las historias tienen tantos significados como lee- turas haya” (p. 370). Sin embargo, la polifonia deja de ser operativa cuando se privilegian los juicios valorativos del autor real.’ Las criticas de Roa Bastos se dirigen especialmente contra el legado colonialista de Colén, el iniciador de] holocausto americano: (..) cémplice de los que, en nombre de Dios, produjeron la mayor matanza humana que vieron los siglos (p. 199), [y] precursor preclaro de conquistadores, inquisidores y encomenderos que descubrieron y expoliaron para Europa el Orbe Nuevo ampliando y profundizando el proyecto del Almirante (p. 68). El narrador basico nos revela, como antes dijimos, el hecho de que no existe diferencia entre las historias documentadas y las fingidas, ya que se trata de dos géneros de ficcién mixta, privilegiandose las fingidas por ser las que “mejor abren la realidad al tejido de sus oscuras leyes” (p. 79). Por esto, en la lectura de Vigitia, y dentro del permanente juego de ocultamiento-reve- lacién, es dificil distinguir las diferencias entre historia objetiva y mitos; historia manipulada y memoria histérica."° La interpretacién de la historia de Col6n," tan deformada en el pasado que hace muy dificil su interpreta- cién en el presente, nos remite al mito, mito que capta lo irracional en relacién con la historia y ambas dimensiones, consciente e inconsciente, °“E] Descubrimiento fue en realidad una orgia bestial en todos los sentidos que duré siglos. Después se encargaron de ello los mestizos” (p. 69); “Fue el primer funcionario de la Corona que inauguré en las nuevas tierras las famosas férmulas juridicas del requerimiento por las cuales los indigenas quedaban sometidos a perpetua esclavitud” (p. 68); “El ajuste de cuenta almirantina duré més de doseientos afos. La cuenta grande, quinientos, que en este afio se ‘cumple sin estar resuelta y, peor atin, aumentada, enriquecida por los intereses y avideces de ‘otros imperios més nuevos... (pp. 370-371). La posicién ideolégica sobre el “Descubrimiento” que Roa Bastos denomina “Encubrimiento”, es bien conocida. Sobre este punto puede consultarse: “El nuevo descubrimiento”, El Pais (internacional), 18 de noviembre de 1995, p. 9: “El controvertido V Centenario’, Ei Pais, 18 de junio de 1991, p. 17; “Colén fue poco humano”, Et Pais, 26 de septiembre de 1992, pp. 2-3, ete. “Il nexiste de séparation nette entre la mythe, la légende, Ia réminiscense historique, Vhistoire manipulée & des fins didactiques et histoire proprement dite”, Northro Frye, “Littérature et Mythe”, Poétique, nim. 8, 1971, p. 492. “La mayor mitificacién del hombre es su historia. Un hombre sin historia es un hombre real, que vive, muere y es olvidado, Pero el hombre que no alcanza la verdadera paz del olvido, 8 mitifiendo, adquiere una vida falsa, artificial, del recurdo o de la fama”, A. Sabugo Abril, “Historia, biografia y ficeién en el Yo Supremo", Cuadernos Hispanoamericanos, nim. 493- 494, julio-agosto, 1991, p. 276. 54 penetran el espacio imaginario. El mito, en su forma original, concierne a los dioses, 0 criaturas divinizadas" y en su aspecto literario se nutre de leyendas, relatos orales, situados més alld del tiempo como corresponde al cardcter ucrénico del mito. Pero el mito también constituye una forma de conocimiento que en Vigilia... se centra en el comportamiento del almirante, cuya historia e intrahistoria han sido falseadas y manipuladas a través de los siglos. La figura del navegante genovés se identifica en este relato con elantimito, pues su figura ni es modélica ni debe ser repetida. Pero el nove- lista salva el aspecto poético del mito convirtiéndolo en materia de novela, es decir, historia corrompida por el mito. E igualmente se valora lo narrativo como parte esencial del sentido del mito, pues los origenes de ambos estsin més alld de la invencién consciente 0 individual del escritor, Ademés, aparte de dar sentido a un contexto histérico alienante, al mito interesa particularmente en Vigilia... como comportamiento humano en ese estado de vela o ensofiacién en que subrepticiamente entra el mundo del inconsciente y el subconsciente. El deseo de regeneracién total, de purga, en las illtimas horas de agonia de Coldn, se integra dentro de un proceso en el que se nos van revelando todos los elementos dinAmicos de su personali- dad. Y en este proceso de desmitologizacién, centro de gravedad del relato, se nos va descubriendo un cuadro clinico caracterizado por el desequilibrio psiquico de los diferentes “yos” del almirante, desequilibrio que le impide definir su mismidad o su “yo total” (“self”). Su esquizofrenia tiene una base histérica: Lleva el alma quebrada por la mitad: una parte de ella permanceera encerrada en el sombrio Medievo; la otra, apuntaré hacia el recién nacido Renacimiento con el que no tendré posibilidad alguna de identificarse... (p. 183). E] narrador nos lo retrata como “megalémano y egoista” (p. 210), “opaco, adusto y despreciativo” (p. 190) con una “personalidad cautelosa y paciente, paro en el fondo empecinada y altanera en extremo” (p. 162). El perfil psi- colégico de este encubridor coincide con las biografias mas creibles de Colén."* La arrogancia del almirante se transforma en neurosis y los idea- ¥ Sobre los intentos de canonizacién de Colén entre 1856 y 1918, véase el ensayo de Kirkpatric Sale, The Conquest of Paradise, Penguin Books, Estados Unidos, 1991, p. 349. # Sobre este punto puede consultarse, ademas del texto de Kirkpatrick, Consuelo Varela, Cristobal Colén, Retrato de un hombre, Alianza, Madrid, 1992; J. Manzano Manzano, Cristébal Colén. Siete afios decisivos (1485-1492), Madrid, 1989, y Cristobal Coldn y su secreto. El predescubrimiento, Madrid, 1989. 55 les nobles se sustituyen por un ideal fijo. Dentro de sus fijaciones compulsivas habria que incidir en su espiritu diiplice que le hace, por ejemplo, mante- ner dos diarios, dos tiempos y dos espacios para manipular a la tripulacién. Oculta el secreto del piloto que le confié la localizacién de las nuevas tie- rras por descubrir, el plagio de 1a carta y el mapa de Toscanelli (pp. 81 y 158) y su origen judio (p. 86). La doble identidad de Colén —para si y para los otros— provoca una disociacién radical entre el “yo” y el “falso yo”. Su fijacién lo Neva también a absolutizar el oro (“Mi nica riqueza es esta obsesién de hallar a toda costa, atin al precio de mi propia vida, el oro de las Indias”, p. 109), ofuscacién a la que habria que afiadir su paranoia mistica: “1 mismo se otorga plazos largos en sus dificultades, obsesionado por la utopia milenarista a las Ordenes a las que sirve y de las cuales se sirve” (p. 203). Su calculada obstinacién sirve a una desmedida ambicién mate- rial y de poder que tiene su soporte en una patolégica fuerza de voluntad que se evidencia también en la monocorde y neurética evocaci6n del “bas- t6n de hierro”, simbolo de poder, voluntad, y paradéjicamente, de inseguri- dad." El piloto, a quien usurpé el secreto de la ruta a las Américas en su lecho de muerte, se convierte en su perseguidor, su doble y su fantasma: Estaba yo al lado del Pilot desconoeido, Murié 61 y yo eret alzarme con su secreto; es decir con su vida, Pero después ocurrié que el Piloto, invisible ahora, se convirtié en mi persegui- dor furtivo... Me persigue a todas partes como mi doble... (p. 154). Aeeste anénimo piloto, identificado por el Inca Garcilaso como Alonso Sanchez de Huelva, le confiere Roa Bastos el carécter de co-protagonista (p. 378) quiz por representar ese alter ego culpable de Colén.* El desajuste psiquico del almirante consiste basicamente en un problema de identidad, es decir, de desamor de un “yo-ideal” caracterizado por el amor del individuo por si mismo sin tomar en cuenta el yo-real: “No sabe quién es pero tampoco quién es el otro” (p. 203)."*La falta de amor por si mismo (“Estoy repleto de repugnan- ™ Referencias al “bastén de hierro” se encuentran en las paginas 110, 146, 147, 203, 204, 205, eteétera, ™ La presencia del Piloto la encontramos a través de todo el relat: pp. 19-21, 27, 29, 39, 47- 50, 63-65, 70, 75-76, 81-82, 103, 106, 108, 182, 134, etcétera. EI Yo-Ideal en el amor del individuo por sf mismo toma el lugar del Yo-real; es mas, sirve todavia de pantalla entre la libido narcisista y el Yo real. Las voliciones del Yo real no serdn percibidas conscientemente. En su lugar existiré la imagen imponente del Yo-Ideal Pero este tiltimo es exigente: lo que propone al individuo en todo caso no corresponde completamente al Yo real...”, Igor A. Caruso, Psicoandlisis para la persona, Seix Barral, Barcelona, 1965, p. 134. 56 cia, de odio contra mi mismo”, p. 108) se traduce en la reduccién del “otro” aun objeto. Reducir al otro (al indio) a un objeto es un acto de violencia de alguien que niega en el projimo esa identidad que no puede encontrar en si: “Huele a despiadado desprecio de los otros” (p. 202)."’ Colén, dentro de un cuadro de referencias culturales (europeo de un naciente Renacimiento, blanco y cat6lico) se considera distinto y superior al otro: “Soy un predesti- nado, el elegido de dios” (p. 108). Esta hiperestimacién del “yo” explica su radical soledad, pues ni con su confidente Fray Buril comparte sus secretos. El “yo” del almirante para mantener su identidad y autonomia, se ha separado del mundo, de los otros, y se ha convertido en su propio objeto. Pero la identidad s6lo se alcanza aceptando la existencia del otro. E] almirante se agota en si, en su instropeccién, y no llega a enfrentarse a su no-yo, 0 realidad. Y al refu- giarse en la fantasia esta eludiendo la relacién con el otro. En la conciencia sofiadora del almirante que vela, el suefio, que es mas fuerte que la experiencia y lo incluye, se impone sobre la memoria: “Re- cuerdo todos estos fechos y fechas como en suefios” (p. 144). Pero el acto de recordar también constituye una especie de terapia para su atormentada alma que a través de la evocacién va revelando su propio ser integrando sus distintos “yos”. Asi la memoria se convierte en una especie de niicleo focal que da sentido al heterogéneo y discordante pasado del almirante. Pero en esta mirada retrospectiva se introduce también la imaginacién involuntaria o inconsciente. Y como ningan recuerdo es fiable, Colin acude a testimonios orales y escritos propios y ajenos que, como dijimos, tampoco pueden aportar una relacién veridica del pasado. Pues, como éste ha dejado de existir, no se lo puede aprehender, sino a través de las imagenes que emanan del recuerdo: “Lo irreal sélo es defecto de la mala memoria” (p. 38). En el agonizante personaje se producen una serie de visiones, 0 sucesin incoherente de imagenes, en las que el tiempo cronoldgico ha dejado de contar, factor que explica los numerosos anacronismos histéricos y lingiiisticos que permean Vigilia del almirante."* La imaginacién no es s6lo "7 “Conquérir, aimer et connaitre sont des comportements autonomes et, en quelque sort, elémentaires (découvrir, on I'a vu, se rapporte aux terres plus que aux hommes; a Tegard de ceux-ci, | ‘attitude de Colon peut se décrire en termes entiérement negatives: il n'aime pas, ne connait pas et ne s'identifie pas)", T. Todorov, La Conquéte de l'Amérique, Seuil, Paris, 1992, p. 191. ™ La cita, glosa o alteracién que Roa Bastos hace de textos histéricos 0 seudohistéricos sobre la obra del propio Colén y la de sus comeniaristas ocupa buena parte de Vigilia det Almirante. Lingiiisticamente se reproducen 0 inventan términos del castellano antiguo: “descacciendo” (p. 48), “miserando” (p. 60), “temporejando” (p. 292), “reasegundaba” (p. 278), “noruesteaban” (p. 285), “lestegiieste” (p. 296), etcétera. 57 reproductiva, sino productiva, como en el caso de la descripcién del naufra- gio de Colén cuando navegaba de Génova a Inglaterra'® y su salvamento usando como barca el cadaver del almirante gasc6n Guillaume de Casenove, asi como su posterior egada a la playa donde descubre, dentro del cadé- ver, joyas muy valiosas (Vigilia, parte IX). Este suceso extraordinario, como muchos de los que se relatan en esta novela (por ejemplo, la visién de Colén de Ja ballena azul y las ondulantes sirenas, p. 37), pueden ser aceptados por el lector dentro de la verosimilitud postica del texto. Y, por otro lado, esta fantasia es tan disparatada como los modelos que inspiraban a los lectores de los siglos xv y xvi. El mundo fabuloso de la imaginacién medie- val se mezclaba con el también fabuloso de las tierras recién descubiertas haciendo que el lector confundiera verdad y ficcién. Por otro lado, Colén trata de verificar en la realidad lo concebido en su imaginacién: “Senti que estaba viviendo las mismas im4genes y escenas que el Piloto me refirié haber contemplado en el espejo incrustado en el cerebro del péjaro” (p. 292). E] almirante, en su agonia, quiere reencontarse con su verdadero ser y, por esto, vuelve a lo primigenio, a sus origenes, en un itinerario que termina circularmente en la nada, unificando pasado y presente: “La vida es un perpetuo retroceso hasta el fin tiltimo” (p. 118). Este viaje hacia el pasado constituye una peregrinacién catartica a través de la que se le han ido reve- Jando lo mezquino y turbio de una vida: “Tal vez estoy expiando estos re- cuerdos, segtin ya dije en el Libro de las profecias, desde mi cartuja en Valladolid” (p. 151). Colén no encontré ni en sus tiltimos momentos de vida Jo que realmente buscaba: el sentido del ser humano, porque, como é1 mismo nos confiesa: “E] universo humano es el més complejo y oscuro de todos” (p. 256). Al fin de su navegacién interior, el almirante parece haber aleanzado su centro espiritual y primordial, su paz y su verdad, aunque no la del projimo. El Colén-Alonso Quijano recobra al fin la cordura y cambia el testamento reconociendo sus propios errores y los de la conquista y pidiendo la reparacién del dafio hecho a los aborigenes. En su agonia se realiza la quijotizacién de este “caballero navegante” (p. 367), lector infatigable de libros y sofador que reconoce al final de sus dias: “Yo he vivido loco y muero cuerdo” (p. 364). Pero este Quijote “no es honrado como el otro” (p. 193), porque el personaje histérico, Colén, muere rico y reclamando titulos y privilegios.'* Le falta, “En route, the squadron was attacked off Cape Saint Vincent by a French corsair, the Cazenove (also known as Colombo a fact which has greatly confused historians). In the ensuing fight several Genovese vessels were sunk, ineluding the ‘Bechalla’ in which Columbus was sailing. With other survivors he swam alone, and eventually reached Lisbon’, G. R. Crone, 58 pues, el desengaiio sereno y el humanismo de don Quijote. Y, por eso, el iniciador del holocausto americano muere sin que nadie se apiade de él, porque “Le falté la grandeza de alma que el otro tenia” (p. 197). La muerte de Colén no fue una aventura caballeresca y con su postrera conversién intenté purgar sus crimenes y salvar su alma, pero su aliento no nos anima, porque su vida no fue ejemplar ni ética. Vigilia del Almirante no es sélo una reflexién sobre el proceso de la ela- boracién de la novela, lo que evidencia la preocupacién de Roa Bastos por las leyes internas de la construccién novelistica, sino también una explora- cién sobre el discurso histérico del “Descubrimiento’, y, en especial, sobre la persona del almirante. El vacio de su vida le levé, en el momento de su muerte, a una introspeccién que le revela y nos descubre la desintegracién intima de una existencia enajenada en la que es dificil discernir entre la realidad dada y la imaginada. ‘The Discovery of America, Nueva York: Weybright and Talleym, 1969, p. 49; “There is for example, the story of Colon being shiprwecked off the Portuguese coast in 1476 and making his way to shore by elinging toa ship's oar, a story of Fernando's for which there is no supportive evidence”, K. Sale, The Conquest of Paradise, op. cit., p. 52. 59

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