Los océanos del mundo, su temperatura, composición química, corrientes y vida
son el motor de los sistemas globales que hacen que la Tierra sea un lugar habitable para los seres humanos. La forma en que gestionamos este recurso vital es fundamental para la humanidad y para contrarrestar los efectos del cambio climático.
Los medios de vida de más de 3.000 millones de personas dependen de la
biodiversidad marina y costera. Sin embargo, el 30 por ciento de las poblaciones de peces del mundo está sobreexplotado, alcanzando un nivel muy por debajo del necesario para producir un rendimiento sostenible. La Tierra es un planeta azul, cubierto en un su mayor parte por el agua. Aunque hace todavía pocos años que se ha comprobado que existe vida hasta en lo más profundo de los océanos, donde la luz no llega, y que se nutre de energía producida por reacciones químicas, distinta de la que utilizan los seres vivos de la superficie, basada en la luz solar, este conocimiento ya es común. Sin embargo, solo ahora se ha podido comprobar que existe vida todavía más allá, bajo los sedimentos oceánicos que recubren las rocas de la corteza terrestre. Tanto las plantas como los animales marinos son todo un misterio cuando buceamos por primera vez, y la belleza que se observa en cada rincón inunda y asombra a aquel que tiene la fortuna de contemplarla. Para seguir disfrutando y descubriendo el mar es necesario concienciarnos de su cuidado y de la necesidad de preservar tanto la flora como la fauna y evitar así el deterioro del fondo y la desaparición de grupos de ejemplares. Tal y como ocurre en la superficie, muchas especies marinas se están viendo amenazadas y se encuentran en peligro de extinción. Los motivos que provocan esta situación son diversos: la pesca indiscriminada y la contaminación están entre los principales, y casi todos estos motivos son causados por el hombre, así que también está en nuestra mano que la situación cambie y que nos concienciemos de la importancia de mantener el ecosistema marino y protegerlo. Aunque muchos no tengan la fortuna de disfrutarlo, está ahí y es parte del planeta, casi la más importante, porque más del 70% de la Tierra está ocupado por agua, del cual el 97% es salada (mares y océanos) y el 3% dulce (ríos, lagos, etc.). Los corales: Al contrario de lo que puede parecer, el coral no es una planta sino que se trata de un montón de animalitos minúsculos que, todos juntos, crean estas maravillosas formaciones. Hay muchísimas variedades o tipos (más de 200), Un tercio de todos los arrecifes de corales que pueblan los mares de todo el mundo están en peligro de desaparecer en menos de 20 años. Entre los principales motivos de la desaparición de los corales estarían: la extracción con motivos decorativos, la pesca masiva, la utilización de explosivos para la pesca, la contaminación y la destrucción de su hábitat para la construcción de canales para acceder a bahías. Para preservarlos, lo más idóneo es declarar los arrecifes (colonias de corales) reservas o zonas protegidas.
Las ballenas: Hay varias especies de ballenas que están en peligro de
desaparecer; la ballena azul, el cachalote o la ballena jorobada son algunas (en total 7 de las 13 especies existentes estarían en riesgo de abandonar para siempre nuestro planeta). Este mamífero que vive en el mar es cazado por su carne, grasa y aceite, cotizadísimos en algunos mercados. A pesar de que está prohibida esta práctica, lo cierto es que más de 1.000 ballenas son cazadas para su explotación comercial. La contaminación (sobre todo los residuos de plástico) de las aguas donde viven es otro factor de peligro. La tortuga de mar: Este longevo animal, que lleva más de 150 años viviendo en la Tierra, corre el peligro de desaparecer por causas provocadas por el hombre. Sus conchas son un bien cotizado, además en muchas ocasiones quedan atrapadas en las redes de los pescadores, lo que provoca su muerte. Otro motivo es que sus huevos son un alimento considerado de lujo en algunos países. Además las tortugas realizan todo un ritual para poner sus huevos, y en ocasiones el hombre ha ocupado el lugar que tenían para tal fin. Algunas catástrofes naturales, como huracanes y fuertes tormentas han acabado de un plumazo con una auténtica barbaridad de ejemplares (por ejemplo, en Florida, donde se estima que en 2004 se perdieron cerca de un 50% de ejemplares).