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n
COMPENDIO
DE LAS LECCIONES
102299
MADRID
IMPRENTA de IBARRA
i8i¿.
f
,''
INDICE,
^Advertencia I.
Introduccion. Id.
PARTE PRIMERA.
Principiós generales de la Retórica y
Bellas Letras. ,
cap. i. El gusto 6.
cah.ii. Critica, genw, yplaceres delgusto. i 6.
CAP ni. Sublimidad de los objetos 22.
cap. iv. Sublimidad en los escritos .... 28.
cap. v. Belleza 35.'
C/iP vi. Otros placeres del gusto 4i.
cap. vii. Orgen y progresos del lenguage. 45.
cap. vur. Origen y progresos de la
Escritura 55.
cap. ix. Estructura de las sentencias.
Division de las t árías partes de la
oracion 60.
cap. x. Sustantivos 6i.
cap. xi. Pronombres , . .. . 66.
cap. xii. Adjetivos 67. .
cap. xiii. Verbos. . . . 69.
cap. xiv. Partes indeclinables 73.
cap. xy. Lengua Castellana 75.
cap. xvi Del estilo. Calidades del estilo. 8i.,
cap. xvii. Propiedades esenciales de la
(IV)
sentencia 89.
cap. xvm. Unidad de las sentencias. 95.
cap. xix. Energia de las sentencias.. 99.
cap. xx. Armonia de las sentencias. . . i08.
cap. xxi. Origen y naturaleza del len-
guage jigurado , . . . i20.
cap xxii. Diversas especies de figuras.
Metonimia , metalepsis, sinedoquc. . . i28.
cap. xxiii. Metafora i30.
cap. xxiv. Alegoria y Enigma 135.
cap. xxv. Hipérbole i38.
cap. xxvi. Personificacion . 140.
cap. xxvi i Apostrofe i44.
cap. xxviii.. Comparacion i46.
cap. xxix. Antétisis .... i52.'
cap. xxx. Interrogacion y esclamación. i53.
Cap. xxxi. Visión, amplificacion y climax- i56.
cap. xxx ¡i. Observaciónes sobre el uso
del Unguage jigurado i5S.
cap. xxxiii. Laraderesgenerales del es*
tilo. . 160.
cap. xxxiv. Estilo difuso y conciso-, ." . i62.
cap. xxxv. Estilo nervióso débil. : i65.'
cap. xxxvi. Estilo árido y llano.'. . . i67:
cap. xxxvir. Estilo limpió, elegante , yy
florido. i68.i
cap' xxxvni. Caracteres generales del
estilo. Estilo sencillo, afectado,vehemente. i 70.
cap. xxxix. Reglas para adquirir un
estilo próp>ió i75*
PARTE SEGUNDA.
PARTE TERCERA.
i
Poesia. . ' í
*• *
cap. i. Naturaleza , origen y progresos
de la poesia « . ; 309.
cap. ii. Versificacion 3i5.
cap. iii. Poesia pastoral 323*
CAP. Iv. Bucólicos antiguos . 32^*
cap. v. Bucólicos modernos 329*
cap. vi. Drama pastoral 333.
cap. >11. Poesía lírica 335*
cap. viii. Liricos antiguos 336.
cap. ix. Liricos modernos 338.
vII
Adición, 34i.
cap. x. Poesia didáctica 343.
cap. xi. Poetas didácticos 346.
cap. xii. Sátiras y epístolas 347.
cap. xin. Poesia descriptiva 350.
CAP. xiv. Poetas descriptivos 353"
CAP. X.V. Poesia de los hebreos 356.
cap. xvi. Naturaleza de la poesia épica. 36i.
cap. xvii. Accion de la poesia épica. . 364.
cap. xvii i. Actores 6 caracteres de la
poesia épica 368.
cap. xix. Narracion de la poesía épica. 37i.
cap. xx. liada y Odissea de Homero. 372.
cap. xxi. Enéida de Virgilió 380.
cap. xxii. Farsália de Lucano: Jeru-
salen del Tasso 385.
cap. xxi i i. Aventuras de Telémaco. . 389.
cap xxiv. Poesia dramática -.Tragédia. 392.
cap. xxv. Unidad de accion 396.
cap. xxvi. Unidades de lugar y tiempo. 40i.
<5ap. xxvii. Caracteres de la tragédia. . 403.
cap. xxv 111. Sentimientos y estilo de la
tragédia- . 4°7-
cap. xxix. Tragédia griega 409.
cap. xxx. Tragédia francesa 412.
cap. xxxi. Tragédia inglesa 415.
cap. xxxii. Tragédia* española 4i8.
cap. xxxm. Idea general de la tragé
dia entre las naciónes referidas. . . 420.
cap. xxxiv. Comedia 422.
VIII.
cap. xxxv. Comedia griega . . 426.
cap. xxxvi. Comedia romana. .... 427.
cap. xxxvii. Comedia espaíwla 429-
cap. xxxv! U. Comedia francesa 437-
cap. xxxix. Comedia inglesa 439-
cap. xl. Comedia sentimental 442.
CORRECCIONES.
DE LA RETÓRICA
PRINCIPIOS YGENERALES
BELLAS LETRAS,;-
CAPÍTULO I.
EL GUSTO,
;
DEL GUSTO. 9
y nos disponen por grados á participar de cap.
los intrincados y complicados placeres de la
armonia. Lo mismo nos sucede con las belle
zas de la pintura : y por lo tocante á las
de la composicion y del discurso , la aten
cion á los mejores modelos , el estudio de los
mejores maestros , y las comparaciones entre
las varias bellezas producen precisamente el
refinamiento del gusto. Al principio no po
demos señalar las bellezas ó lunares de una
obra: no sabemos qué juicio hacer, ni en
qué fundarlo : pero con ía experiencia se va
ilustrando el gusto por grados ; y llegarlos
á poder señalar lo que es digno de ala
banza ó de censura. De esta mañera el ejer
cicio mejora el gusto considerado como me
ra sensibilidad.
Pero no se funda este solo en una sen
ta ú orador. :
Tambien se usa la palabra geñió para
denotar aquel talento , que recibimos de la
naturaleza , para sobresalir en alguna cosa.
•Este talento puede sin duda aumentarse mu
cho por el arie y el estudio ; pero no puede
2O . PARTE. I«
cAE¡.ii. adquirirse por ellos solos : 'y -los jóvenes de
ben aplicarse á examinar con cuidadq, y a
seguir con ardor , la propension de la natu-
leza acia aquellas cosas en que sobresaldrán
mas probablemente. Un genio universal pro
bablemente no sobresaldrá en ningun arte.
Es preciso , que los radios sean convergen
tes para abrasar con intension;
El genio para alguna de las bellas artes
supone siempre el gusto : y la perfeccion de
este servirá tanto para extender Como para
corregir las operaciones del genio; pues á
ta
proporcion
, ó de. un
queorador
se afina
, hallará
el gusto
nuevos
de unauxi
poje,-
CAPÍTULO ra.
/
24 PARTI ;l, .
CAP. Iji. deza un caballo de batalla ; " cuya crin está
ataviada del trueno." El encuentro de dos
grandes ejércitos reune una; variedad.. de
fuentes del sublime: y por esto se ha teni
do por un .espectáculo de los mas magní*.
fieos , que. pueden presentarse á los ojos, ó
pintarse con viveza á la imaginacion.,
, Para mayor ilustracion se advierte, que
todas las ideas que se acercan, algo i lo terrk
ble., contribuyen mucho al sublime;. como
la obscuridad , la soledad y el silencio. El
firmamento tachonado de estrellas, esparcidas
con tan magnifica profusion , causa mas res
peto á la fantasía, que iluminado con todo
el resplandor ddbsoLJEl sonido.profundo de
ana
quiercampana
tiempo : pero
grande
lo es
es mas
sublime
en elenxuak
silencie?
jetosTambien
sublimesse, que
encuendaría
se puede Jlamar
'clase de
mprab
ob'rt
• en el escrito. iiri j
El fundamento del sublime estriba siem
pre en la naturaleza del objeto. Si este no
excita en nosotros ideas sublimes, su des
cripcion por delicada que sea no será subli
me. Tampoco basta que el objeto sea en sí
sublime ; sino que esté presentado en el as
pecto mas propio para hacernos una impre
sion fuerte : y para esto es preciso , que esté
descrito con fuerza , concision y sencillez;
lo que no podrá hacerse, si el poeta, ó el
orador , no está profundamente penetrado é
inflamado de la idea que nos quiere comu
nicar. Esto se mostrará con ejemplos.
De todos los escritos antiguos y moder
nos , la Sagrada Escritura es la que nos pre
senta los ejemplos mas enérgicos del subli
me. En ella las descripciones de la divini
dad son admirablemente nobles , tanto por
la grandeza del objeto , cuanto por el mo
do de presentarlo. En el Salmo xvn. des
cribiendo una aparicion del Omnipotente se
c 2
30 _ PARTE. I.
CAP, iy. dice: " En mi afliccion invoqué al Señor;
él oyó mi voz desde su templo ; y mis cla
mores en presencia suya entraron en sus
oidos : se conmovió y se estremeció la tier
ra : los cimientos de los montes se turbaron,
y conmovieron ; porque está ayrado con
ellos::: inclinó los cielos al descender; y
llevaba bajo sus pies la niebla. Subió sobre
el querubín, y voló: voló sobre las alas de '
los vientos; y se encubrió entre las tinie
blas ; y el pabellon que le cubría eran las
aguas tenebrosas , y las densas nieblas del
cielo." Aquí Se vé, como se ha dicho en el
capítulo anterior , con qué propiedad y ven
tajas hizo uso el Salmista de la oscuridad y
del terror para realzar el sublime.
El conocido ejemplo de Moyses , citado
por Longino: "Dios dijo : la luz sea, y la
luz fué " ; es verdaderamente sublime : y la
sublimidad nace de la fuerza con que nos
hace concebir un poder puesto en ejercicio,
que obra con rapidez y facilidad! "Dios;
dice el Salmista , hace cesar el bramido de
los mares , la rabia de sus aguas , y los tu
multos del pueblo."Juntar objetos tan gran
des, y representarlos al mismo tiempo su-
getos al precepto de Dios , produce un ex
celente efecto. En todos tiempos se ha te
nido por muy sublime á Homero : y este
debe mucha parte de su grandeza á la inge-'
SVBLíHil>X1>. 31
nua sencilleza, que caracteriza á su estilo. Lon" cap. IV.
gino recomienda justísimamente aquel pasa-
ge del libro xv de la Ilíada ; donde describe
á Neptuno , al prepararse para salir á la re
friega, como estremeciendo los montes con
sus pasos , y guiando su carroza por el
océano. El poeta parece haber hecho el úl
timo esfuerzo en el libro xx; en que todos
los dioses toman parte en la accion , favo
reciendo unos á los griegos , y otros á los
troyanos. Toda la naturaleza está represen
tada como en conmocion. Neptuno hace es
tremecer- la tierra con su tridente : se estre
mecen los navios, la ciudad, y las montañas:
tiembla la tierra, hasta en su centro: salta de
su trono Plutón, temiendo que los secretos
del Averno queden patentes á los ojos de los
mortales:::
En estos ejemplos se descubre cuan esen
ciales son á la expresion del objeto sublime
la concision , y la sencillez ; entendiendo
por esta que se evite todo adorno estudiado
y profuso, y por aquella toda expresion su
perfina. Daña particularmente al sublime la
falta de estas prendas. El sublime da un to
no mas elevado al ánimo; y le comunica
una especie de entusiasmo, muy agradable
mientras dura. Pero el ánimo por instantes
viene á caer en su situacion ordinaria: y
cuando un autor nos ha puesto, ó,nosqu>e-
32 PARTE I.
cap. iv. re poner en aquel estado; si multiplica lais
palabras sin necesidad; si enriquece el obje
to con adornos brillantes ; en el instante al
tera la clave; relaja la tension del ánimo, y
enerva la fuerza del sentimiento. Las pocas
palabras de Cesar al piloto, que temia ha
cerse con él á la mar en una tormenta, son.
bastantes para hacernos una impresion ca
bal. Lucano trató de amplificar y adornar el
pensamiento: y se puede observar , que al
paso que le va dando nuevos giros , va se
parándose mas y mas del sublime ; y llega
á parar en una declamacion hinchada.
A causa de la grande importancia de la
sencillez y la concision ; creo que la rima
en las lenguas vivas , sino es incompatible
con la sublimidad , le favorece á lo menos
muy poco. Tambien creo, que el verso suel
to es mucho mejor que la rima para toda
clase de poesia sublime por su grandiosidad,
variedad y libertad. La forzada elegancia de
aquella , la estudiada blandura de los soni
dos , y su correspondencia regular al fin de
cada verso , aunque sean compatibles con
'las conmociones delicadas , debilitan la nati
va fuerza de la sublimidad.
Acabo de mencionar la fuerza : y esta es
/ otro requisito esencial del sublime. La fuer
za de la descripcion nace en gran parte de
la concision sencilla : pero supone tambien
SUBLIMIDAD. 33
una elección de circustancias , que presen» cap. iv.
ten el objeto en el mejor punto de vista. Cada
objeto tiene, por decirlo así, diversos aspectos:
y aparecerá sublime , ó no , segun que e¡>ten
bien ó mal escogidas las circustancias, y es
tas sean ó no sublimes. Si la descripcion es
demasiado general, hará una impresion debil
ó ninguna. Si se mezclan al objeto circus
tancias impropias ó triviales , se degradará
la descripcion , y su objeto. Para hacer , por
ejemplo, una descripcion sublime de una tem
pestad es preciso pintarla , como Virgilio en
el libro i de las Geórgicas, con tales circustan
cias que llenen el ánimo de ideas grandes.
La importancia de esta regla está tan
fundada en la naturaleza , que la menor in
fraccion destruye todo el objeto del subli
me. Sirva de ejemplo Claudiano en su frag
mento sobre la guerra de los gigantes : pues
hizo ridicula la idea de lanzarse las monta
ñas , tan grande en sí misma , por la sola cir-
custancia de pintar á uno de aquellos con el
monte Ida sobre los hombros, y un rio cor
riendo del monte por las espaldas abajo del
gigante. Enel/j¿>. jzxde la Eneida es tambien
reprensible la pintura del Etna " vomitando
llamas con gemidos" ; porque esto es aseme
jar el monte á un enfermo , ó á un borracho!
No hay que esperar el sublime por i¿
á caza de tropos , de figuras , y de otros au-
34 . PARTE ly : •
cap.. vi. xllios retóricos. Por lo comun, desdeña se
mejantes refinamientos del arte. Es preciso
que venga de suyo , si ha d& venir en
teramente: ...... .. ;
CAPÍTULO VI.
man
que Addisson
una clase llama
numerosa:
secundarios;
porque 'ynoque
solofor-
da
\
DEL LENGUAGI. , 55
los progresos del lenguage en esta parte se CAP- yII.
parecen á los de la edad en el hombre;
pues creciendo en años se resfria su imagi
nacion, y se madura su juicio : que pasando
de la esterilidad á la abundancia ha pasado
de la vivazidad á la exactitud, y del fue
go y del entusiasmo á la frialdad , y la
precision : en fin , que el antiguo estado era
mas favorable á la poesia , y á la oratoria,
y ahora á la razon , y la filosofia. Véase la
leccion vil.
CAPÍTULO VIII.
*
DE LA ESCRITURA. 57
dencia de las palabras; sino que cada figura cap. viii.
representa un objeto ; á saber, el número que
significa : y presentadas á la vista son en
tendidas de todas las naciones , que se han
conformado en usarlas, por diferentes que
seanEnsus nada
lenguas.
, de esto hemos visto aun cosa,
0
$8 PARTE I.
. mas vocales y consonantes : y fijando para
cada una de estas los signos, que ahora lla
mamos letras , enseñó por sus combinacio
nes á poner por escrito todas las palabras.
No aparece á quien somos deudores de
este importante y acendrado descubrimien
to. De los libros de Moises se deduce, que
antes de él se habian inventado las letras
entre los Indios , y probablemente entre
los egipcios. En la Grecia fueron introduci
das por Cadmo ; el que aunque pasó de Fe
nicia á Grecia , se dice fué originario de
Tebas en Egipto. El alfabeto de este era
imperfecto; pues solo contenia diez y seis
letras. Las demas se añadieron, al paso que
se veía que faltaban signos para diferentes
sonidos. Las letras de los diversos alfabetos
se parecen bastante en la figura , y aun en,
la semejanza de los nombres.
Se escribieron de derecha á izquierda,
ó en orden inverso al que aora observamos:
y así se verificó entre los Asírios , los Feni
cios, los Hebreos , y aun los Griegos. Des
pues alternaron estos sus líneas de derecha
á izquierda, y de izquierda á derecha, con
servándose todavia algunas muestras de es
to, entre ellas la inscripcion del famoso mo
numento sigeo. Al fin hallando mas cómo
do el movimiento de izquierda, á derecha,
prevaleció este método en toda Europa.
DE LA ESCRITURA. 59
Por largo tiempo la escritura fué una ctv. vIH.
especie de grabado. Se emplearon al princi
pio pilares, y lanchas de piedra; despues cha
pas de metales, por mas blandos que aquella?;
y por fin materias mas ligeras y manuales. En
algunos paises usaron de las ojas, y la corteza
de ciertos árboles; en otros de tablillas de ma
dera , cubiertas de cera, en que imprimian las
letras con un estilo ó punzon de hierro. Des
pues se valieron de pieles de animales prepa
radas^ reducidas á pergamino. La invencion
del papel
Comparando
no asciende
en pocas
mas allá
palabras
del siglo
el xiv.
len-
CAPÍTULO IX.
CAPÍTULO X.
Sustantivos*
*
SUSTANTIVOS. 63
el terror , ú otros sentimientos fuertes* cap. x.
Ademas de los artículos llaman nuestra
atepcion otras tres calidades del sustantivo;
á saber , el número ¿ género , y caso. El nú
mero , ó la distincion del singular y del
plural , es preciso ascienda á la infancia mis
ma del lenguage : pues hay pocas cosas, que
los hombres tuviesen que esplicar con mas
frecuencia , que la distincion entre uno ó
muchos objetos. Esta distincion se ha seña
lado en todas las lenguas por alguna varia
cion en el sustantivo. El género ¿ fundado
en la distincion de los sexos , solo pueda
tener lugar propio en las criaturas vivien
tes ; las cuales admiten distincion entre ma
cho y hembra. Todos los demas sustantivos
debieron colocarse en el género neutro; el
cual envuelve la negacion de uno y otro
sexo. Pero en esta parte ha habido alguna
singularidad en el lenguage. En el griego y
el latin un gran número de objetos inani
mados se hizieron masculinos ó femeninos;
y otros quedaron colocados , como debieran
estarlo todos , bajo el género neutro. Pero
en el castellano , italiano y frances, sea cual
fuere la causa , todos sus nombres de objetos
inanimados estan en el mismo pie que los
de las criaturas vivientes; y distribuidos sin
escepcion en masculinos y femeninos. El
fundamento de «sta regla , segun Harris en
64 TAXTE I.
cap. x. su "Investigacion filosófica sobre los prin
cipios de la gramática", consiste en cierta
semejanza, ó analogia, aunque distante, en
tre el nombre de algun objeto inanimado
y el de alguna criatura viviente.
Pasemos á otra circustancia notable en
los sustantivos; que en sentido gramatical se
llama declinacion de los nombres por casos.
Para entender que es caso, es preciso obser
var que aun hecho lo precedente , quedaba
todavía imperfecta en estremo el lenguage;
hasta que los hombres divisaron un medio
de espresar las relaciones de unos objetos
con otros. Estas relaciones son innumera
bles : y aun en los primeros períodos , fué
absolutamente preciso espresar de un mo
do ó de otro las relaciones mas importantes
y mas frecuentes en el trato diario. De aquí
provienen el genirivo , dativo y ablativo.
La idea propia de los casos es la espresion
de la relacion, que tiene un objeto con otro,,
denotada por la variacion en el. nombre del
objeto , por lo comun en las letras finales,
y 011 algunas lenguas en. las iniciales. El
griego , el latin , y otras lenguas, usan de
la declinacion en uno de estos modos. El
castellano, el inglés , el francés, y el italia
no espresan las relaciones por medio de las
palabras llamadas preposiciónes : las cuales
son los nombres de las relaciones prefijadas
CASO. 65
al nombre del objeto. Ambos métodos son cAPl x.
iguales en el sentido; y solo se diferencian
en la forma. Aunque el primero parezca al
pronto
demos creer,
mas artificial
que fué, que
el mas
el segundo
antiguo :; ptiéji
pó^
Pronombres.
CAPÍTULO XII.
Adjetivos. •
CAPITULO XIII.
Verbos.
CAPITULO XIV, .
Partes indeclinables.
establecidas.
Mas esenciales son las preposiciones y
las conjunciones: y forman aquella clase de
palabras llamadas conexivas; las cuales sir-
74 PARTE. I.
CAP, xiv. ven Para denotar las relaciones de unas co
sas con otras. Las conjunciones sirven pa
ra enlazar sentencias,' ó miembros de sen
tencias; las preposiciones para enlazar las
palabras. [De la fuerza de estas últimas
ti¿ase lo que dice el autor , tratando de los
casos en la leccion vní).
Todas estas partículas conexivas son de
la mayor utilidad, por señalar las relacio
nes v transiciones de una idea á otra. Son
tambien el fundamento de todo discurso;
el cual no es de otra cosa , que la conexion
de pensamientos. Aun por esto se ' fueron
aumentando , al paso que los hombres ade
lantaban en las artes. En todas las lenguas,
mucha parte de su belleza y, de su fuerza
depende del uso propio de las conjuncio
nes, y de las preposiciones; y de aquellos
pronombres relativos, que sirven tambien
paraAntes
enlazardelashablar
diferentes
de lapartes
lengua
del discurso.
castella
Lengua castellana.
CAPITULO XVI.
Del estilo.
CAPITULO XVII. *
dulce
rosada yaurora:
meliflua
:: cuando
armoniael la
famoso
venidacaballe
de la *
cortado
el
composicion
queperiodico
á laviveza
larga
DE
,gravedad
lo
no.
yLAmejor
se
energia.
SENTENCIA.
canse
, esy Pero
el
mezclarlos-;
dignidad
oido.
en Non
casi
, ytoda
9i
para
sem-
el cap. xvii.
Al
Con
Volvió
Fuesele
Dijo;
Tendió
libre
un( suspiro
yla
elde
viento
de
mano
clavel
lasusjaula
,á;,mejillas
en
que
yla que
no
sazon
elentre
pajarillo
pudiendo
vivir
amarillo
tardia
su nieve
solia.
asillo
ardia) i
Al
¿Adonde
peligrovasdepor
ligas
despreciar
y de balas;
el nido
*
! 9§ PARTE I.
Antonio Perez sembraba á cada paso los
paréntesis; y aun los duplicaba. Pero escri
tores no tan incorrectos desluzen á vezes
sus frases por no retocar su estilo, y limpiar
lo de estos borrones dando á aquellas giro
diferente. Hablando Mariana de don Enri
que IV de Castilla, dice, que en él "des
falleció de todo punto la grandeza y loa de
Sus antepasados ; y todo lo afeó con su po
co orden y traza ( persona que fué toda su
vida de una maravillosa inconstancia en sus
acciones y consejos , indigno del nombre de
rey) ocasion para que la industria y la vir
tud se -abriese por otra parte camino para
el reyno de Castilla, y aun casi de toda
España."
4? Es necesario cerrar siempre la sen
tencia : pues una sentencia incompleta no
lo es en realidad. Pero muchas vezes tro
pezamos con sentencias, que estan por de
cirlo así mas que acabadas : y cuando lle
gamos á la palabra en que el ánimo desea
reposar, hallamos inesperadamente una cir-
custancia que debió haberse omitido, ó pues
to en oira parte; pero que parece haberse
quedado atras por cola de la sentencia. Des
pues de contar Cervantes en el cap. 4 de
la i? parte lo que le sucedió á Don Qui
jote , con los mercaderes toledanos , que ca
yendo Rocinante y rodando su amo una bue¿
DE LAS SENTENCIAS, 99
na pieza por el campo, queriendo este le- c.
yantarse jamas pudo por el embarazo de las
antiguas armas, dice que uno dejos mozos
lo apaleó deshaciendo todos los trozos de
la lanza sobre el miserable caido; y con
cluyó en estos terminos: " Cansóse el mo
zo; y los mercaderes siguieron su camino
llevando que contar en todo él del pobre
apaleado; el cual despues que se vio solo,
tornó á probar si podia levantarse; pero
sino lo pudo hacer cuando sano y bueno
¿cómo lo haría molido y casi deshecho? Y
aun se tenia por dichoso, pareciéndole que
aquella era propia desgracia de caballeros
andantes; y toda la atribuia á la falta de
su caballo: y no era. posible levantarse, se
gun tenia molido todo el cuerpo." La sen
tencia debió concluir diciendo :" y aun se te
nia por dichoso pareciéndole que aquella
era propia desgracia de caballer* andantes."
Lo demas es una añadidura y repeticion
impertinente; que destruye el efecto de su
dichosa desgracia.
CAPITULO XIX.
Y el
losSanto
dejó:deyIsrael
cayó abrió
en despeñadero
su mano:
El carro, y el caballo, y caballero. •
CAPITULO XX.
y en estos de Boscan:
—Desparece
Origen y CAPÍTULO
naturaleza del lenguage
XXI. figurado.
s
ia6 PARTE I.
xxÍ. ut vestis frigoris depellendi causa reperta
primo , post adhiberi coepta est ad ornatum
etiam corporis , et dignitatem ; sic verbi trans-
latió instituía est inopia causa ¡frecuentata
delectatiónis.
Al paso que se va perfeccionando el
lenguagé , casi todos los objetos llegan á
tener su nombre propio: y se van estudian
do cada dia mas la claridad y la precision.
Con todo, por las ya dichas razones conti
nuan siempre usándose mas ó menos las pa
labras emprestadas , ó los tropos : y ademas
en todas las lenguas hay muchas palabras,
.que aunque figuradas en su primera aplica
cion á ciertos objetos , sin embargo por el
largo uso han llegado á perder del todo su
poder figurativo ; y se consideran como es
presiones sencillas. De esta última clase,
son "entendimiento penetrante y claro, co-
corazon duro", y otras semejantes.
Los tropos ó figuras contribuyen á la
belleza y gracia del estilo: i? porque enri-
quezen el lenguage,y lo hacen mas copioso:
2.° porque dan dignidad al estilo, sacándo
lo de la familiaridad de las palabras comu
nes á que estan acostumbrados nuestros oí
dos ; pues siendo comun decir,, que el sol
se pone , se ennoblece la idea diciendo
como Melendez:
"Pero ya fatigado
BU IENGUAGE FIGURADO. X1J
CAPITULO XXII
En. l¡b. i.
CAPÍTULO XXIII
Metáfora.
,
l3a ÍARTE r.
de nuestros sentimientos: y así como hay una
congruencia natural entre el vestido y el ca
racter ó la clase de la persona, y ofende siem
pre la falta de congruencia en.esta parte ; así
debe haberla en la aplicacion de las figuras al
sentimiento. Las figuras y metáforas nunca
deben acumularse con profusion ; ni ser in
compatibles con el hilo ó el tono de nues
tros sentimientos. Uno de los mayores secre
tos de la composicion es conocer, cuándo de
be ser sencilla; y cuando figurada: Is enim est
eloquens, dice Ciceron, qui et humilia sub-
tiliter , et magna graviter , et mediócria tem
panóte potest dicere .... Nam qui nihil po~
test tranquille , nihil léniter , nihil defjinite, '
nihil distincte potest dicere; is cum nonprefa-
ratis auribus inflamare rem coepit , furere
apud sanos , et quasi inter sobriós bachari
temulentus videtur. •'.
2? Debe mirarse de que objetos se han
de tomar las metáforas , y otras figuras. Muy
vasto es el campo del lenguage figurado:
la naturaleza entera, para hablar en el mis-,
mo estilo , nos abre sus tesoros; y nos deja
tomar de los objetos sensibles aquellos , que
puedan ilustrar las ideas astractas ó morales.
Pero debemos guardarnos de emplear alu
siones, que esciten en el ánimo ideas des
agradables, bajas , vulgares , ó asquerosas:
y aun tratando de envilezer un objeto es
DE LA METAFORA. i33
necesario no provocar á náusea. Cicerón re- cap.xxiii.
prende á un orador de su tiempo , por lla
mar á su contrario stercus Curia : quamvis
sit simile , dice , tamen est deformis cogita-
tió similitudinis.
3.0 La semejanza , que es el fundamen
to de la metáfora, debe ser clara y eviden
te ; y no traida de lejos , y difícil de descu
brir. Si se llevan las metáforas á tal punto,
que se requiera un talento particular para
seguirlas y comprenderlas; se parecen ver
daderamente á un enigma , contra la regla
de Ciceron en esta parte. Verecunda debet
esse translatió; ut deducía esse , in alienum
locum non irruisse , atque ut voluntate non
vi venisse videatur. Del orad.lib.^. cap.^.
Deben evitarse, á la verdad , en las metá
foras las semejanzas comunes y trilladas: por
que ser nuevo es una belleza : y no lo es el
ser vulgar.
4? En la conducta de las metáforas ja-
mas
co conse haeldeliteral:
mezclarporque
el lenguage
seria confusa
metafóri■
la
CAPITULO XXIV.
Alegoria y Enigma.
CAPÍTULO
Hipérbole. XXV.
CAPITULO XXVI.
Personificacion.
CAPITULO XXVII.
Apostrofe.
•
146 - PARTE r. .'
XXVII. pl'us potui ? Teñe consulari nuper adoptione
ad omnium spes honorum patris admotum, te
avunculo pratori generum destinatum ; te
omnium spe attica eloquentia candidatum,
parens , superstes tantum ad poenas, amisii
.La brillante imaginacion de los antiguos
orientales era muy á propósito para estas
figuras grandiosas del discurso : y aun por
eso se encuentran en la Sagrada Escritura
ejemplos muy notables de ellas; y señalada
mente en Jeremias, profetizando en el cap.
47. la destruccion de los Filisteos ; y en
Isaias describiendo en el cap. i4. la caida
del imperio asirio , copiados uno y otro
en la leccion xvi-
CAPITULO XXVIII.
Comparacion.
\
DE XA COMPARACION. íáfi
cuando decimos: "las acciones de los gran
des príncipes son semejantes á los grandes
ríos , cuyo curso ve cualquiera ; pero cuyas
fuentes
El han
placer
visto
quepocos."
dan las comparaciones,
CAPÍTULO XXIX.
Antítesis.
CAPITULO XXX.
Interrogacción y esclamación.
Las
ras frias
comparaciones
por su naturaleza;
y las antítesis
y obra deson
la figu*
ima
l54 PARTE I.
ginacion, no de las pasiones. Las interroga
ciones y esclamaciones , al contrario , son
figuras apasionadas. Su uso es en estremo
frecuente: y aun en las conversaciones ordi
narias , cuando los hombres estan acalorados,
se usan tanto como en la oratoria mas su
blime. ,*
Cuando los hombres hablan impelidos
de las pasiones , ponen en forma de interro
gacion , ó pregunta , lo que tratan de afir
mar ó de negar con vehemencia. De esta
manera en el capítulo xxm de los Núme
ros se dice: "No es Dios como el hombre,
para que mienta ; ni como el hijo del hom
bre , para que se mude. Dijo , pues ¿ y no
lo hará? Habló; ¿y no lo cumplirá?" Dicho
esto sin interrogacion habria sido debil é in
eficaz : pero la vehemencia y el calor envuel
tos en este método despiertan á los oyentes;
y los hieren con mas fuerza.
Las interrogaciones pueden emplearse .
en el calor del razonamiento. Pero las escla
maciones
mociones solo
del ánimo;
vienen bien
en laensorpresa,
las fuerteslacoa-
ad
CAPÍTULO XXXII.
CAPÍTULO XXXIII.
CAPÍTULO XXXV.
CAPÍTULO XXXVII.
,
I70 PARTÍ I.
.xxxvli. aliquid velut usu ipso deteretur; sit moda
unde excidi possit quid et exculpi. Audeat
hac etas plura ; et in%eniat ; et inventis
gaudeat ; sint lieet interim non satis sicca
et severa. Facile remedium est ubertatis:
sterilia nullo labore vincuntur. En otra
edad no hay cosa mas despreciable que
aquel oropel y lenguage espéndido, que
afectan perpetuamente algunos escritores;
oropel , que vendria bien si proviniera de
la demasiada abundancia de una imaginacion
rica. Pero lo peor es, que los tales tienen
flujo de palabras , y pobreza de fantasia;
que no conocen , que la sobriedad en el or
nato es el secreto para hacerlo agradable ; y
que el estilo mas florido , sino estriba en lai
* sensantez y solidez del pensamiento , no es
mas que un engaño pueril. En este de
fecto incurrieron fr. don Antonio de Gue
vara y Bartolomé Leonardo de Argensola.
Véase la lección antes citada.
CAPÍTULO XXXVIII.
^ ornato
La , 4?
como
no es
á latanto
manera
relativa
facil yal natural
grado en
de
Ut sibi quivis
SferetJdem, sudet multum ,/rusiraque laborit.
CAPÍTULO XXXIX. .
i
ÁfiGLAS PARA UN BUKN ESTIIO. I77
dado. Moram et sollicitudinem , dice Quin- ¿
tiliano lib. x. cap. Iu. initüs impero. Nam
primum hoc constituendum, et obtinendum est,
ut quam optime scribamus : celeritatem dabit
consuetudo. Paulatim resfaciliusse osíendent;
verba respondebunt; compositió prosequetur.
Cuncta denique, ut in familia bene instituía,
in offició erunt- Summa hac est rei, cito scri*
bendo non Jit ut bene scribatur ; bene scri-
bendo , jit ut cito. Sin embargo es preciso
observar, que puede haber esceso en pun
to al nimio cuidado y afan por las pala
bras. La demasiada atencion á estas no de
be cortar el hilo de las ideas , ni resfriar el
calor de la imaginacion. Al tiempo de cor
regir se hará un exámen mas severo de las
inadvertencias. Para esto debe guardarse al
gun tiempo lo escrito : y reviendo enton
ces nuestra obra á sangre fria , como si fue
se agena , descubriremos muchas imperfec
ciones; que se nos escaparon en la primera
composicion : cercenaremos las redundan
cias : pesaremos la coordinacion de las sen
tencias : atenderemos á la trabazon y par
tículas conexivas : y daremos al estilo una
forma regular , correcta y sostenida. A este
trabajo de la lima se deben sujetar, cuantos
aspiren á comunicar ventajosamente sus
pensamientos á otros.
La 3? es familiarizarnos bien con el estilo
I78 PARTE T.
de los mejores autores. En la lectura de
estos, con mira al estilo, se ha de poner la
atencion en las particularidades de sus ma
neras diferentes : y el ejercicio mas útil , á
nú entender , para adquirir un buen estilo
es traducir en nuestras propias palabras al
gun pasage de un autor clásico castellano.
Este
cion ,ejercicio
donde están
nos mostrará
los defectos
, pordecompara*
nuestro
CAPÍTULO PRIMERO.
De la naturaleza de la elocuencia.
CAPÍTULO II.
Historia de la elocuencia.
CAPÍTULO III.
Demóstenes.
Las
tenes circustancias
son muy conocidas.
de la vida
La ambicion
de Démóa-
qus
la
paldas
pronunciacion,
una espada ypara
colgando
reformar
sobre
un lases-'
vicio
CAPÍTULO IV.
Elocuencia romana.
CAPÍTULO V.
Ciceron.
(
i96 - . parte n.
cap v. to- El plan es claro, y el orden de las prue-
• • bas el mas propio. Es mas claro su plan,
que el de Demóstenes. Todo está en su lu
gar : nunca intenta mover , hasta que ha
ya procurado convencer : y es felízísimo en
mover , especialmente las pasiones blandas.
No ha habido escritor , que conociese mejor
el poder de las palabras. Camina siempre
con mucha hermosura y pompa : y en la es
tructura de las sentencias es en estremo pul
cro y esacto. Su manera en general es di
fusa ; pero variada á vezes con acierto , y
acomodada al asunto. Esto se echa de ver
en sus cuatro oraciones contra Catilina. Cuan
do algun objeto público escitaba su indig
nacion; dejando la manera declamatoria , á
que era inclinado , se mostraba en estremo
fuerte y vehemente; como contra Antonio,
. Verres , y Catilina.
Como son tan brillantes las bellezas de
este modelo de la elocuencia ; conviene
apuntar sus* defectos , para no confundirlos
con aquellas. Especialmente en las oracio
nes , que compuso en los primeros tiem
pos , hay mucho arte , y este encaminado al
Juzimiento. Visiblemente hace alarde de su
elocuencia : y parece haber cuidado mas de
captarse la admiracion de los oyentes , que
de convencerlos. En ocasiones es mas pom
poso que sólido : y es difuso , cuando debie-
'
.4 '
CICERON. I97
ra ser conciso. No se le puede acusar de CAP
monotonia ; porque sus sentencias tienen
variedad de cadencia : mas por el nimio
empeño de ser magnífico, es á vezes ener
vado ; y en presentándosele ocasion de ha
blar de su persona , se le vé lleno de sí
mismo.
Estos defectos no se escaparon á la
perspicazia de sus contemporáneos , y seña
ladamente de Quintiliano , y del autor del
diálogo de causis corrupta elocuentia. Suo-
rum temporum homines , dice Quintiliano,
incéssere audebant (^eum') ut tumidiórem,
et asianum , et redundantem , et in repetí-
tionibus nimium , et in salibus aliquando
frigidum,et in compositióne fractum et exul-
tantem, et pene viro molliórem. Estas cen
suras fueron en parte exageradas , nacidas
de la malignidad y de la enemistad perso
nal , y de la oposicion entre los partidos
de los áticos y de los asiáticos ; de que dá
noticia Quintiliano en el cap. x. del lib.
último de sus Instituciónes ; igualmente que
del partido ó estilo rodio , médio entre
aquellos dos. Quintiliano concluye con esta
observacion juiciosísima. Plures sunt elo-
quentiee facies ; sed stultissimum est quúerere,
ad quam recturus se sit orator : cum om-
nis species , qua modo recta est , habeat
usum. Utetur enim , ut res exiget , otnni-
I98 PARTE H.
v. bus ; nec pro causa modo , sid pro partu
bus causee.
Sobre el paralelo de Demóstenes y Ci
ceron han escrito mucho los críticos: y los
mas de los franceses se inclinan á dar la
preferencia al último. El padre Rapin in
siste para esto en una razon muy estraña»
Dice , que Demóstenes no pudo tener tan
cabal conocimiento, como Ciceron , de las
maneras y de las pasiones de los hombres:
porque
tóteles; no
en llegó
que se
á leer
descubrió
la Retórica
este misterio:
de Aris- .
CAPÍTULO VI.
Elocuencia moderna:
pularA de
pesar
los de
ingleses
la ventaja
se debe
del gobierno
tambien con
po- .
X
o i
aotf fARTE II.
,AP vIIT.
Diversos
CAPÍTULO
géneros de locucion
VIII. pública.
CAPÍTULO IX. •
CAPÍTULO X.
CAPÍTULO XI.
l
1 11 PARTE II.
cap. xx. tancia de aquellos principios , que quiere
inculcar á los demás.
Los principales caracteres , que distin
guen esta de las otras espécies de elocuen
cia , son gravedad y calor. La naturaleza
de sus asuntos pide gravedad ; y su impor •
tancia , calor. Si prepondera la gravedad,
viene á parar en una magestad uniforme y
fastidiosa: el calor sin gravedad raya en tea
tral: y la union de la gravedad y el calor
forma lo que los franceses llaman uncion ; es
decir , aquella manera afectuosa , penetran
te é interesante, que nace de una fuerte
sensibilidad á las verdades que pronuncia,
y de un deseo encendido de que hagan im
presion profunda en los corazones de los
oyentes.
Dar reglas sobre la eleccion de asuntos,
es mas de teólogos que de retóricos. Sin em
bargo , diré en general que el predicador
debe elegir los que le parezcan mas prove
chosos , y acomodados á las circustáncias
del auditorio. No se puede llamar elocuen
te , ni será útil , el que habla á un con
curso, sobre asuntos, ó en un tono que nin
guno ó pocos comprenden.
De las observaciones privativas de esta
especie de elocuéncia , la i? es guardar la
unidad. Por unidad del sermon se entien
de, que haya un punto principal ; á que se
del puipito. aaj
refiera todo el. Fúndase esta regla en la cap. Xi.
esperiéncia, que tenemos, de que el ánimo
no puede atender mas que á un objeto prin
cipal. Pero esta unidad no escluye las divi
siones , ó la separacion de capítulos en el
discurso: ni pide, que el mismo pensamien
to se presente siempre bajo aspectos dife
rentes. Por el contrario admite alguna va
riedad , y partes subordinadas unas á
otras; pero con la conexion , que las haga
concurrir á hacer una misma impresion en
el ánimo.
2? Los sermones son mas provechosos,
cuanto mas peculiar , y precisa sea la ma
teria. Aunque á una matéria general pueda
darse la unidad competente; nunca puede
ser esta tan perfecta , como la que habrá
en la particular : la impresion será mas va
ga; y la instruccion, que resultará, menos di
recta , y convincente. Exórtar á una virtud,
ó reprender algun vicio particular, es asun
to que no carece de unidad y de precision:
pero ciñendose á aquella virtud ó vicio , que
toma un caracter particular; y considerán
dolo segun se deja ver en ciertos caracte
res', y domina en ciertas situaciones de la
vida , se hace mas interesante el asunto.
3? No se ha de apurar cuanto hay que
decir en la matéria. Lo acertado es escoger .
lo mas útil, los lugares comunes mas efi-
224 PARTE II.
cap. XI. cazes y persuasivos , que presenta el testo,
y cimentar en ellos el discurso. Hay mu
chas cosas , que el predicador debe dar por
sabidas, y otras que debe tocar de paso.
Si hace lo contrario, se verá abrumado , y
sin el vigor necesario para el desempeño.
4? El predicador ha de procurar, sobre
todo , hacer interesantes al público sus ins
trucciones. Un sermon árido nunca puede
ser bueno. El predicar con interés depende
mucho de la recitacion del discurso. Pero
tambien depende de la composicion : y la
habilidad está en disponer el corazon de los
oyentes, de manera que piense cada uno
que el predicador habla solo con él. Para
esto debe evitar todo razonamiento intrin
cado : y no se ha de esplicar en proposicio
nes generales especulativas. El discurso de
be llevar , en cuanto sea posible, el tono
de la conversacion; cuidando de aplicar lo
doctrinal del sermon á lo que tiene rela
cion inmediata con la práctica.
5? y última. Nadie tome por modelo
ninguno de los estilos, que suelen ser de
moda. Cada una de estas llevada al estre
mo es defectuosa: y la imitacion servil apu
ra el ingenio. Hay un gusto universal,
que no está sujeto á modas pasageras: y es
te gusto consiste en conformarse con la idea
propia de un sermon; el cual debe ser siem-
DEE PULPITO. 22$
pre un discurso grave, y persuasivo, reci- cap. xr.
s tado con el fin de hazer mejores á los
oyentes. .. .
El primer requisito del estilo del púl
pito es, que sea claro. Como los sermones
son para la instruccion de toda clase de
oyentes ; deben ser sencillos , sin palabras
desusadas, filosóficas ni poéticas, hinchadas,
ó altisonantes. Esta claridad y sencillez no.
quita, que el estilo tenga la debida digni-
, „ dad: antes deben evitarse todas las espresio
nes débiles ó arrastradas , y los modos de
hablar 'bajos ó vulgares. '
El fervor que debe animar á un predi
cador, y la importancia de la matéria , jus
tifican y aun exigen espresiones animadas;
y en ocasiones las figuras mas ardientes de.
la elocucion.
El lenguage ,de la; Sagrada Escritura,
empleado con. propiedad , sirve de mucho
adorno á los sermones: y puede emplearse
por via-, de cita , ó por alusion. Las chas,
en apoyo de .lo que el predicador quiere
inculcar, dan mas autoridad, á la doctrina; y
hacen mas magestuosp y respetable el dis
curso. Las alusiones , introduzidas oportuna
mente , hacen un efecto agradable.
En un sermon no se han de hallar con
ceptos agudos , ni aspavientos : porque de
gradan la dignidad del púlpito ; y el pre-
2 26 • VAitt II.
CAP. XI. dfcador debe aspirar , á que su estilo sea
mas bien enérgico y espresivo , que brillan
te. A vezes los epítetos tienen mucha fuer
za y; hermosura : pero si se introduzen á ca
da paso , en lugar de fortificar el estilo , lo
debilitan ; y en lugar de aclarar la ima
gen la oscurecen. En fin , ni se tengan es-
prssiones favoritas i ni se use dos vezes en
un mismo' discurso de espresiones notables
,pot su lustre: porque esto muestra atencion,
y deseo de brillar ; y es empalagoso á los
oyentes.
Entre los predicadores franceses los mas
eminentes son Bourdalove , y Massillon.
Bourdalove es escelente razonador; é in
culca la doctrina con mucho favor , y pie
dad: pero su estilo es verboso; está desagra
dablemente lleno de citas; y no tiene ima
ginacion. Massillon : tiene mas gracia y
mas sentimientos: manifiesta mayor conoci
miento del mundo: es patético , y persua
sivo , y el predicador mas elocuente de los
tiempos modernos. Prueba de esto último
es el pasage insertado en la Enciclopédia,
artículo elocuencia ; y que puede verse en la
leccion xxvl. "'
España no tiene predicadores, que opo
ner á estos dos. El venerable Juan de Ávi-
^ la, que por mas de> veinte años estuvo re
corriendo la Andalucía , y predicando- con:
DEL PULPITO. 2 27
tínuamente, solo dejó escritas dos pláticas cap. XI.
al clero de Córdoba. Fr. Luis de Granada,
aun en los trece sermones que dejó escritos
en castellano , solo pensó en hacer unas'
consideraciones sobre el evangelio del dia.
Las obras de Lanuza , como los sermones
en latín y en castellano del anterior, son
apreciables meramente como coleccion de
pensamientos , y materiales que el predica
dor debe apropiarse con arte. Hubo un tiem
po, en que los gerundianos y los culteranos
se apoderaron del púlpito. En fin , el obis
po Bocanegra clamó contra unos y otros
con aquel zelo propio de su carácter y mi
nisterio pastoral : y el obispo Gliment hi
zo reimprimir la Retórica eclesiástica de
fr. Luis de Granada. Desde entonces se vió
notable mejora. El padre Gallo , de san Fe
lipe Neri , escribió sermones por un estilo
ya diferente del que aun dominaba en su
tiempo; aunque no con todos los caracteres
de' la verdadera elocuencia : y don José
Vela , doctoral de la Real Iglesia de la En
carnacion , tambien difunto, tiene impresas
oraciones fúnebres de bastante mérito. Véa
se la leccion citada.
r -
V
2 28 CAPITULO
PARTE II. XII.
1
, ,.
CONDUCTA DE UN DISCURSO. 229
exordio: y entra directamente en la mate- cap. xii.
ria : y no teniendo ocasion de dividir , ó
necesidad de esponer , acaba raciocinando
por uno ú otro lado de la causa. Pero co
mo en todo discurso se han de hallar algu
nas , y en varios pueden hallarse todas , es
forzoso tratar de cada una con separacion.
.. CAPÍTULO XIII.
Exordió.
CAPITULO XIV.
Proposicion y division.
v
234 PARTS II.
cap. xiv. na ^S ser *° 11135 C^ara *lue x P116^31 > y ha
cerse en pocas palabras y sin la menor afec
tacion.
Sobre la division es necesario hacer al
gunas observaciones. Hay muchas ocasio
nes, en que ni se requiere ni conviene una
division formal , ó distribucion del asunto
en partes: como cuando ha de ser breve el
discurso; ó se ha de tratar un punto solo;
ó no acomoda advertir al auditorio el mé
todo , que se ha de seguir, ó el fin á que
se le piensa llevar. Llámase division, cuan
do el plan ó método se propone en forma
á los oyentes : y en ningun discurso vie
ne tan bien esta , como en un sermon. Lo
que contra ella dice Fenelon se puede ver
en la lección xxvu. Los puntos de un ser
mon sirven de mucho ausílio á la memo*
1 ria, y recapazitacion del oyente ; dan á es
te pausas y descansos para reflexionar sobre
lo que se le ha dicho , y discurrir lo que he
de seguir: y teniendo ademas la ventaja de
que el auditorio conozca de antemano, cuan
do descansará de la fatiga de atender , ha
cen que siga al orador con mas paciencia.
Reficit audientem , dice Quintiliano, certo
singularium partium jine; non aliter quam
facientibus iter multum detrahunt fatigatió-
nis notata spatia in scriptis lapidibus : natn
et exhausti laboris nosss mensurara voluptati
DIVISION. 235
est
querida
i et scire
hortatur
quantum
ad supersit.
rsliqua fortius exe- cap. xv.
CAPÍTULO XV.
Narracion y esplicación.
Parte argumentativa.
J
240 PARTÍ II.
I.? No se mezclen confusamente unas
con otras , pruebas que son de distinta na
turaleza. Todas se dirigen á probar una de
estas tres cosas ; que alguna cosa es verda
dera , moralmente recta y conveniente , ó
provechosa y buena : es decir , que las tres
grandes materias de discusion entre los hom
bres son verdad , obligacion , ó interés. Las
pruebas de cada una de estas son genérica
mente distintas : y el que las confunda bajo
de un tópico , hará confusa y nada elegante
la oracion. 2? El discurso ha de ir abanzan-
do por una especie de climax ó gradacion:
ut augeatur semper , et increscat orado.
No hay peligro en comenzar por las prue
bas menos robustas; cuando se tiene seguri
dad de hacer una impresion completa en los
oyentes , por tenerlos ya preparados. Pero
si el orador tiene poca confianza en la cau
sa; conviene, que ponga al frente la prue
ba principal para ganar desde luego á los
oyentes. Cuando entre muchas hay una, ó
dos, no tan concluyentes como las demas,
pero sin embargo buenas; aconseja Ciceron,
que se pongan en médio, por ser un para-
ge no tan visible como el principio ó el fin.
3? Cuando son fuertes y convincentes ha
rán mejor efecto , cuanto mas separadas es-
ten unas de otras : porque se puede pre
sentar cada una en toda su estension, am-
ARGUMENTACION'. 24 1
plificarla, é insistir en día. Pero si son du- caí
dosas , será mejor amontonarlas y entreve
rarlas; ut qu<e sunt natura imbecilla, como-
dice Quintiliano , mutuo auxilió sustinean-
tur. De la amplificacion de una prueba te
nemos un bello ejemplo en Ciceron , en
su defensa de Milon, tomada de la circus-
táncia del tiempo. Quo tempore , dice , seto
enim quam tímida sit ambitió , .quantaque
et quam sollicita cupiditas cónsulatus , om •
nia non modo quee reprehendifalam, sed etiam
qua obscuré cogitari possunt , timemus ; ru-
morem ,fabulam Jictam et falsam perhor-
rescimus : ora omnium atque oculos intuemur.
Nihil enim est tam tenerum , tam aut fra
güe , aut flexibile , quam voluntas erga nos
sensusque civium ; qui non modo improbitati
candidatorum , sed etiam in reete factis seepe
irascuntur. De todo esto infiere con ra
zon: Huno diem igitur tan speratum , at
que exoptatum sibi proponens Afilo , cruen-
tis manibus scelus atque facinus pra s-e fe-
rens : ¿ad illa centuriarum auspicia venie-
bat ? \Quam hoc in illo miaime credibile ! 4? No
se han de estender mucho las pruebas , ni
multiplicar en demasia. La multiplicacion no
necesária confunde la memoria; y disminu
ye el conocimiento , que harian pocas bien
escogidas: y la estension fuera de los lími
tes de una ilustracion regular tiene siemprej
242 PARTE II.
AP. xvi. Poca fuerza ; y enerva el vis et acumetn , que
debe ser el caracter distintivo de la parte
argumentiva. Véase la Lección xxviu.
Sobre la espresion de las pruebas en el
estilo conveniente, y su recitacion en la
manera que las dé toda su fuerza; remito al
lectora lo dicho tratando del estilo, y álo que
diré al tratar de la pronunciacion y recitacion.
CAPÍTULO XVII.
Ut ridentibus arrident,
Sic flentibus adflent humani vultus.
Hor.
Pronunciacion 6 recitacion'.
CAPÍTULO XIX.
CAPÍTULO XX.
V
27* PARTE II.
cap. xx. á Sófocles , y Eurípides ; ni en la comédia-
un diálogo . de la sencillez correcta , ele
gante y graciosa, del de Teréncio. En vano
buscamos elegias amorosas , como las de Tí-
bulo , ni pastorales como las de Teócrito;
ni quien en la lírica pueda compararse con
Horacio.
Pero no se há de confundir el profun
do respeto, que merecen los clásicos anti
guos con el desprecio de todo lo moderno,
y con aquella ciega veneracion de todas las
obras escritas en griego, y e^i latin ; que es
lo que hazen los pedantes.
Hé hecho solo unos apuntes , bastan
tes á mi entender para la corta capazidad de
los jóvenes. Si estos apetezieren mayor ilus
tracion , pueden recurrir á la Leccion xxxi.
ja citada.
CAPÍTULO XXI. ,
CAPÍTULO XX
Requisitos en el historian
Para
precisoconseguir
que el autpr
los fines
cuide demucho
la historia,
de señaes
CAPÍTULO XXIV.
Historiadores antiguos.
T
284 PARTE II.
CAPÍTULO XXV.
Historiadores modernos.
CAPÍTULO XXVI.
j
MEMORIAS. 29I
ruptos ministros, y Enrique IV uno de los
mayores y mas amables príncipes de los
tiempos modernos. ,
La biografía, y las Vidas son composicion
menos grave y formal, que la historia; pe
ro no menos instructiva acaso para el ma
yor número de los lectores : como que pre
sentan la oportunidad de ver al descubier
to los caracteres de los hombres grandes con
sus virtudes y sus defectos: y los hazen
conocer mas estensa é íntimamente, que la
historia. Un biógrafo, como se estiende á
darnos á conocer -la vida privada del hé
roe, puede descender á circustáncias menu
das, é incidentes familiares : y para cono
ce* su verdadero caracter sacamos mucha
luz de las ocurrencias familiares, y al pare
cer triviales de la vida privada; en la cual
todos suelen obrar sin disfraz, y á impul
sos de su genio. En esta especie de composi
cion tiene no poco mérito Plutarco;. debien
dosele á él en gran parte el conocimiento
que tenemos de varios de los mayores hom
bres de la antigüedad. Es notable ademas
Plutarco por haber sido uno de los escri
tores mas humanos de la antigüedad; por
deslumbrarse menos que muchos de ellos
con las proezas inspiradas por el valor y
, la ambicion; y por complacerse en presen
tar á los hombres grandes en el mas de-
' 292 PAUTE ir.
cap. xrvi. licado y delicioso punto de vista de su re
tiro y vida privada. Véase la Leccion ya re
ferida.
CAPÍTULO XXVII.
Mejora de la historia.
CAPÍTULO XXVIII.
Escritores jilosójicos.
CAPÍTULO XXIX.
Diálogos.
do el discurso de la obra.
Entre los antiguos sobresale Platon por
la belleza de sus diálogos. La escena y las
circustáncias de muchos de ellos están pin
tadas con frescura. Los caracteres de los so
fistas, con quienes disputó Sócrates, estan
bien dibujados. Pero puede reprendérsele
la escesiva lozania de su imaginacion; que
oscurece á vezes'su juicio; y le arrastra fre
cuentemente á esplicarse en alegorias, fic
ciones , é ideas hijas del entusiásmo; y lo
eleva á las regiones aéreas de una teologia
misteriosa.
Los diálogos de Ciceron no son tan ani
mados y característicos, como los de Platon.
Pero algunos , y en especial el de Oratore,
son agradables: y están bien sostenidos.
El autor del diálogo de causis corrup
to elocuentiee, que anda entre las obras de
Quintiliano, y á vezes entre las de Táci
to , imitó felizmente , y sobrepujó acaso á
Ciceron en esta manera de escribir.
296 PARTE II.
Luciano es un dialoguista de mucho
mérito: aunque los asuntos pocas vezes le
dan título, para que se le coloque entre los
escritores filosóficos. Es el modelo cabal de
un diálogo ligero y festivo; especialmente
en los de los dioses y los de los muertos,
sazonados con una sátira chistosa.
En esta idea de diálogos de los muer
tos han seguido á Luciano' algunos moder
nos. Fontenelle, en particular, dio por es-
te estilo diálogos ingeniosos y agradables:
pero en punto de caracteres , cualesquiera
que sean los personages, todos en su plu
ma son franceses. En la lengua inglesa se
distinguió el doctor Enrique Moore en sus
Diálogos sobre los fundamentos de la reli
gion natural : y los del obispo Berkeley,
sobre la esisténcia de la materia , aunque no
descubren los caracteres de los interlocu
tores , son un ejemplo del modo de hazer
claro un asunto astracto por una conversa
cion bien seguida. Véase la Leccion xxxm.
C APÍTULO XXX.
Cartas.
-
CAUTAS. - jrf-1
y sin intento de publicarlas. Contíeéen.ío^c
materiales mas auténticos de la hiif^jj, eje
' aquella edad, en la situacion la mas intereS&té
acaso que presentan las historias; á saber, la
importante crisis de estar ya para arruinarse
aquella república : y en ellas abre su corazon
á sus amigos íntimos con entera libertad , en
especial
La mejor
á su grande
coleccionamigo
de cartas
Atico.en inglés
CAPÍTULO XXXI.
Romances y novelas.
las Aventuras de
ROMANCES.
Robinson Crusoe : 305
apa- cap.xxxi
POESÍA.
CAPÍTULO PRIMERO.
J
•POESIA. 315
y original conexion con la música. Para CAP. Z,
poder cantarse se la formó en números; ó
en una coordinacion artificial de palabras y
de silabas, muy diferente en diferentes paí
ses. De aquí nace aquella calidad caracterís
tica de la poesía , que ahora llamamos verso*
capítulo il; *
I
Versificacion. \
Garcikso ; porque
VERSIFICACION.
al recitarlo alteremos
3i7la
CAPÍTULO III.
Poesia pastoral.
,
328 PARTE m
cap. III. ret'e escasa de incidentes á la mayor parte
de sus descriptores : porque el tenor de su
vida es demasiado uniforme. Así de todas
las poesías la mas debil en el asunto , y la
menos variada en su giro, es por lo comun
esta. Pero la monotonia é insipidez de es
te escrito provienen de la constante repeti
cion de los lugares comunes ; que desde los
tiempos de Teocrito y de Virgilio se en
cuentran en casi todos los bucólicos. De es
ta falta es escepcion de regla el suizo Ges-
ner ; habiendo pintado bellamente escenas
de felizidad doméstica , y desenvuelto el
amor entre marido y muger, entre padre é
hijos , entre hermanos y hermanas , con el
mismo interés y agrado, que el que lleva
consigo la pintura del cariñoso afecto de dos
amantes. Véase la Leccion xxxiv.
CAPÍTULO IV.
Bucólicos antiguos.
CAPÍTULO V.
Bucólicos modernos. .
CAPÍTULO VI
Drama pastoral.
CAPÍTULO VIL
Poesía lírica.
CAPÍTULO VIII.
Líricos antiguos.
CAPÍTULO IX.
Líricos modernos. , •*
\ '
POESIA DIDACTICA. 343
CAPÍTULO X.
Poesia didáctica.
CAPÍTULO XI.
Poetas didacticos.
(CAPÍTULO XII.
Sátiras y epístolas.
CAPÍTULO XIII.
Poésia descriptiva.
CAPÍTULO XIV.
Poetas descriptivos.
CAPÍTULO XV.
i
Poesia de los Hebreos.
CAPÍTULO XVI.
CAPÍTULO XVII.
CAPÍTULO XVIII.
, . CAPÍTULO XIX.
Por todos
Ilíada
CAPÍTULO
títulos
y Odissea
se debedelaXX.
Homero.
primera aten-
iliaca. 373
cion á Homero, como padre de la poesía épi- cap. XX.
ca , y en cierto modo de la poesia en gene
ral. El que se ponga á leerle , debe consi
derar que va leer el libro mas antiguo del
mundo , despues de la Biblia. De este mo
do no buscará en él la correccion y la ele
gancia del siglo de Augusto : sino una pin
tura del mundo antiguo ; caracteres y ma
neras , que conservan una tinta fuerte sal-
vage; ideas morales, pero imperfectas; los^
apetitos y las pasiones sin los frenos de la ci
vilizacion ;*y la fuerza del cuerpo , y las
ocupaciones 'manuales, apreciadas como cosas
del primer interes.
La abertura y el asunto de la Ufada no
tienen la dignidad , que los modernos qui
sieran en el -poema epico: pues se reduce
á la contienda entre dos gefes por una es
clava : de que resulta abandonar Aquiles la
causa de los griegos por su colera contra
Agamenon. De esta accion nacen los que
Horacio llama speciósa miracula; que des
de, lo? tiempos de Horacio han interesado á
casi todas las naciones.
Es indisputable , que el asunto de la
Ufada está en lo principal escogido feliz
mente. En tiempo de Homero ningun ob
jeto podia ser mas espléndido , y de mayor
dignidad , que la guerra de Troya. Una con
federacion tan grande de los estados de la
374 parte m.
CAP. xx. Grecia bajo un capitan , y los diez años que
mantuvieron el sitio , estenderian á paises
mu
ñas i militares
remotos : elé renombre
interesariandeá muchas
toda la baza-
Gre
BB
380 PARTE ni.
CAP. XxI. masiado cauta y desconfiada ; y se nos ma
logra la sorpresa de alegria, que aguardá
bamos en ocasion tan señalada. Véase la
Leccion xl.
CAPÍTULO XXI.
Eneida de Virgilió.
Sí %
382 PARTE HI.
xxr. Si en estos puntos manifestó Virgilio
su arte y su juicio ; no dejó en otros de
incurrir en algunos defectos. i.° No tiene
caracteres bien denotados : y en esta parte
es insípida la Enéida , comparada con la
Ilíada llena de alma y de vida : pues Aca
tes , Cloantes , Gias , y demas héroes tro-
yanos , no se dan á conocer , ni por sus sen
timientos , ni por sus hazañas. Eneas mis
mo es un héroe no muy interesante : es pia
doso , y esforzado ; pero de un caracter
frío y apacible: y su conducta con Dido
anuncia cierta dureza y falca de ternura,
que está lejos de hazerle amable:
c
ENEIDA. 385
de, y Virgilio el escritor mas correcto. Ho
mero fué original: y descubre las bellezas,
y los defectos de tal ; mas grandiosidad , mas
naturalidad , mas sublimidad y fuerza , y
mayores irregularidades y negligencias. Vir
gilio no perdió de vista á Homero : y en
muchos lugares lo tradujo literalmente. Por
tanto se debe á Homero la preeminencia en
la invencion : y está aun dudoso si se
debe á Virgilio la preeminencia en el jui
cio. En Homero discernimos toda la viva-
zidad griega , y en Virgilio toda la mages-
tad romana. La fuerza del primero está en
encender la fantasia ; la del segundo en mo
ver el corazon. Homero llegó en muchas
ocasiones á una sublimidad , á que no al
canzó Virgilio : pero este jamas decae de la
dignidad épica. En fin, la mayor parte de
los defectos de Homero deben imputarse á
las maneras de la edad , en que vivió : y
los pasages débiles de la Enéida son disi-
mulables por haber quedado la obra sin
concluir. V/ase la Leccion xz.
CAPÍTULO XXIL
\
386 PARTE III.
AP. xXH. 1* °bra concluida ; ó por haberse perdido
algunos libros, o por haberla dejado el au
tor incompleta. El asunto , aunque tiene la
dignidad épica y unidad de objeto , tiene
dos defectos : i.° Que las guerras civiles, y
tan sangrientas y crueles como las de los
romanos, presentan objetos demasiado des
agradables : 2.0 que la matéria es mui inme
diata al tiempo, en que él vivió; lo que le
privó del socorro de la fábula y de lo ma
ravilloso , que habrian hecho mas espléndi
da y divertida á la obra. Los caracteres estan
espresados con espíritu y fuerza j señalada
mente el de Caton , que es su favorito : pues
siempre que le introduze , parece que se
eleva sobre sí mismo. Hai en la Farsália vá-
rias descripciones mui patéticas y animadas:
la narracion es por lo comun árida y dura:
y el mérito principal está en los sentimien
tos, generalmente nobles y grandes; y es
presados de aquella manera animada y en
cendida , que le caracteriza. Pero como la
principal prenda de Lucano es un ingénio
vivo y ardiente; hay falta de moderacion
en sus descripciones , y aun mas en sus sen
timientos. Si queria engrandecer , era hin
chado : y viviendo en un tiempo , en que
las escuelas de los declamadores comenza
ban á corromper la elocuéncia y el gusto
de los romanos, no estuvo libre de este con
FARSALIA. 387
tágio. Comparándolo con Virgilio se puede cap. xxii.
decir , que tuvo sentimientos mas finos y
elevados: pero que le es mui inferior en to
do lo demas; y particularmente en pureza,
elegáncia y dulzura.
El Tasso es el poeta épico mas distin
guido de k>s tiempos modernos. La Jeru-
salen libertada se publico en el año de i 5 74.
Esta es un poema de estructura verdadera
mente épica , y adornado de todas las be
llezas que pertenecen á la epopeya. Su asun
to es el recobro de Jerusalen de manos de
los infieles , por las fuerzas unidas de la cris
tiandad ; empresa espléndida , venerable y
heroica. No tiene ningunas de las escenas
ferozes de discordia civil , que horrorizan
en Lucano: pero ofrece esfuerzos de valor y
de zelo, inspirados por objetos honrosos. La
parte que la religion tiene en la empresa abre
un campo natural álo maravilloso, y á descrip
ciones sublimes : y la accion pasa en un pais,
y en un tiempo , bastante remotos para poder
mezclar con la historia la tradicion y la ficcion.
La invencion del Tasso es riquísima:
pues el poema está lleno de acontecimien
tos variados en su género. Unas vezes re
crea al lector con las solemnidades de la re
ligion ; y otras con lanzes de amor , ó con
los acontecimientos de un viage , y los su
cesos de la vida pastoral. Pero siempre se
388 taxte ni.
AP. xxjj. tiene á la vista el recobro de Jemsalen ; y
con él concluye el poema. Con este asunto
tienen la suficiente relacion todos los epi
sodios; escepto el de Olindo y Sofrónia, en
el libro II.
El poema está animado con diversidad
de caracteres , y estos bien sostenidos. Go-
dofie , gefe de la empresa , es prudente,
moderado , valeroso. Tancredo, enamorado,
generoso , y esforzado , contrasta con el bru
tal Argante. Reynaldos , apasionado y re
sentido , y seduzido por Armida , es en el
fondo personage de mucho pundonor y he
roísmo. El valiente y ambicioso Solimán,
la tierna Ermínia, la astuta y violenta Ar
mida, y la varonil Clorinda , son figuras
bien dibujadas.
Mas dudoso es el mérito del Tasso en lo
maravilloso. Los diablos , los encantadores
y los hechizados tienen demasiada parte en
el poema : y forman una especie de mara
villoso oscuro y tétrico , que disgusta. El
bosque encantado, del cual viene á depen
der en gran parte el nodus del poema , los
mensageros enviados en busca de Reynal
dos , el hermitaño que los conduze á una
caverna en el centro de la tierra , el viage
maravilloso que hizieron á las islas fortu
nadas , y el haber arrancado á Reynaldos de
los lazos de Armida , son escenas; que aun
JKXUSALEN DEL TASSO. 389
que muí divertidas, llevan lo maravilloso á cap.
un grado de estravagáncia. . -
nes,Abunda
hechas con
el Tasso
muchade diversidad
bellas descripcio-
y deco • '
C APÍTU LO XXIII.
Aventuras de Telémaco.
CAPÍTULO XXIV.
CAPÍTULO XXV.
Unidad de accion.
CAPÍTULO XXVII.
Caracteres de la tragedia.
.
CARACTERES. 40$
guno malo sobre la moral, las alternativas c. xxvn.
de esta misma vida : y los que mas inten
samente nos interesan ; como que desen
vuelven conmociones y pasiones , que to
dos hemos sentido en nuestro interior. Cuan
do tales personas caen en desgracia por los
vicios de otros, el asunto puede todavia ma
nejarse de modo que sea muí patético. Pe
ro es siempre mas instructivo, cuando la
. misma persona ha sido causa de su infortu
nio: y cuando este proviene de la violéncia
de las pasiones , ó de alguna debilidad ane
ja á la naturaleza humana.
Es preciso reconocer, que las tragédias
griegas se fundaban con demasiada frecuen
cia en solo el destino , y en infortunios in
evitables ; qv-e estaban mui mezcladas cpn
sus cuentos acerca de los oráculos y la ven
ganza de los dioses ; y que induzian á mu
chos incidentes, mas bien puramente trági
cos que útiles ó morales. De esta clase son
el Edipo de Sófocles , la Ifigénia en Au-
lis, la Hécuba de Eurípides, y otras. La tra
gédia moderna ha aspirado á un objeto mas
grande , haziéndose el teátro de las pasio
nes;
cias de
indicando
su malaáJos
conducta;
hombres
y las
mostrando
consecuén-
los
CAPÍTULO XXVIII.
k ÍL1
SENTIMIENTOS. 409
muí frecuentes en las tragédias: pues pier- gap.xxix.
den todo su afecto amontonadas intempes
tivamente: y hazen pedantesco y declama
torio el drama. Pero no se han de omitir
enteramente : porque introduzidas con pro
piedad dan nueva dignidad á la obra : y en
muchas ocasiones son en estremo naturales:
como cuando alguno padece una desgrácia
no comun ; cuando está viendo en otros , ó
esperimentando en sí mismo, las mudanzas
de la fortuna ; ó cuando se halla en alguna
ocasion grande y crítica.
El estilo y la versificacion de la tragé-
dia deben ser fáciles, y variados. Para esto
es mui oportuno el verso suelto. Si el poe
ta mantiene siempre la misma medida en
los versos , no dejará de hazerse insípido. Su
estilo ha de tener siempre fuerza y digni
dad : pero no la uniforme dignidad de la
poesia épica ; sino la que sea compatible con
la viveza y fazilidad del diálogo, y la fluc
tuacion de las pasiones. Véase la Leccion so
bredicha.
CAPÍTULO XXIX.
Tragedia griega.
T>r>
'V
%.
4i2» PARTE III.
:ap.xxx. CAPÍTULO XXX.
Tragedia francesa.
/ ......
TRAGEDIA FRANCESA. 4i3
su estravagáncia é impetuosidad. Sus mejo- c
jores tragédias son el Cid, Horacio , Po-
lieucto y Cina.
Racine es un poeta trágico muy supe
rior á Corneille : pues aunque no tiene la
abundancia y la grandeza de imaginacion
de este, está esento de su hinchazon ; y le
aventaja mucho en ternura. Su Fedra , su
Andiómaca, su Atalia , y su Mitridates son
escelentes dramas. Su lengnage y su versifi
cacion son singularmente bellísimos. Sobresa
lió en el estilo poético. Formo dos de sus
tragédias sobre los planes de Eurípides: fué
en estremo feliz en la Fedra:. pero en la
Ifigénia degradó los caracteres antiguos ha-
ziendo á Aquiles un amante francés y.á
Erihle una dama moderna.
Los caracteres de estos dos poetas estan
felizmente contrastados en los siguientes
hermosos versos de Marsy :
Corneille.
Jllum nobilibus majestas evehit alis
Vértice tangentem nubes. Stant ordihe longo
Magnanimi circum héroes , fulgentibus aniñes
Jnduti trabéis ; Polieuctus , Cinna , Seleucus,
Et Cidtts , et rugis signatus Horatius ora.
Hunc circumvolitatRacine.
femia alindente Cupido
4i4 parte irr.
, Viniía friusnphaiis insternens florea scenis.
Colligil httc mollis genius ; levibusque catiras
Heroas síringit dóciles , Pyrrhosque , Tiíosque,
Pelidasque ac Hipólitos , qui sponte sequuntur
Servitiam, facilesque ferunt in vincula palmas.
Ingenies nimirum animos Cornelias ingens,
Et quales habet ipse , suis heroibus aflat
Sublimes sensus ; vox olli mascula, magnum os,
Nec moríale sonans. Rapidofluit impetu vena,
Vena Sophocleis non inficianda fluentis '
Racinius gallis haud visos ante theatris
Mollior ingenio teneros induxit amores.
Magnanimos quamvis sensus subpectore verset
Agripina , licet romano robore Burrhus
Polleat , et magni generosa superbia Pori
Non semel eniteat; tamen esse ad mollia natum
Credideris vatem ; vox olli mellea , lenis
Spiritus esf, non Ule animis vim concitus inferí:
At cacos animorum aditus rimatur , et immis
Mentibus oceultos , syrem penetrabilis , ictus,
Insinuans ; palpando ferit , l^ditque placendo.
Vena fluit facili , non inlermissa , nitore;
Nec rapidos semper volvit cum murmure fluclusi
Agmine sed leni fluitai. Seu gramina lambit
Ribulus ; et Ceeco per prata virentia lapsu
Aufugiens , tacita fluit indeprensus arena]
Flore micant ripee illimes; huc vulgus amantum
Convolat, et lacrymis auget rivalibus undast
Singultus inde referunt ; gemitusque sonoros
TRAGEDIA INGLESA. 41$
Jngeminant , molli gemitus imitante susurro, cap. XX
Templum tragedia , per jf. Marsay , é
Societate Jesu. Véase la Leccion citada.
, CAPÍTULO XXXI.
Tragedia inglesa.
i
TRAGEDIA INGLESA. 4I7
tragedias de Dryden , y de Lee, hay mu
cho fuego, pero con mucha hinchazon. El
Teodósio de Lee es el mejor de sus dra
mas; y en algunas escenas no le faltan ca
lor y ternura: pero el plan es romancesco;
y los sentimientos son estravagantes. Ott-
vay en el Huérfano , y en Venécia preser
vada , es acaso demasiado trágico : pues
son tan profundos los males , que despedazan
y abruman el corazon : tiene talento y
pasiones fuertes ; pero es con esceso grose
ro, y nada delicado. Con las tragédias de
este hazen un. contraste verdadero las de
Rowe , llenas de sentimientos elevados y
morales , de buena poesia , y de lenguage
siempre puro y elegante : pero sus dramas
son demasiado frios,y mas bien floridos que
verdaderamente trágicos. Son escépcion de
esta censura , Juana Shore , y La hermosa
penitente. La venganza, de Young, descu
bre ingenio y fuego : pero carece de ter
nura; y rueda en la mayor parte sobre pa
siones terribles y aun horrorosas. En la no
via afligida , de Congreve , hay algunas si
tuaciones delicadas, y mucha y mui buena
poesia. Los dos actos primeros son admira
bles. Las tragédias de Thomson rebosan una
moral severa , que las haze pesadas y for
males. SuTancredo,y su Sigismunda , es
ceden mucho á las demas de este autor: y
418 PARTE nr.
. xxxi. en la trama, los caracteres y los sentimientos,
merecen con justicia un lugar entre las me
jores tragédias inglesas. Véase la Lección an
ta citada.
CAPÍTULO XXXII.
Tragedia española.
CAPÍTULO XXXIII.
Idea general de la tragédia entre las
naciónes referidas.
CAPÍTULO XX XIV.
v Comedia.
,
L
COMEDIA. 425
Los caracteres en la Comédia deben dis- c. xxxiv.
tinguirse claramente unos de .otros. Pero
es ya afectacion conocida contrastarlos arti
ficiosamente, é introducirlos siempre aparea
dos y en contraposicion: pues esto es igual
al empleo de la antítesis en el discurso ; la
cual en ocasiones le da mucha brillantez;
pero es un artificio muy descubiertamente
retórico: y en toda composicion la perfec
cion del arte está en ocultarlo.
El estilo debe ser puro, elegante y ani
mado; sin levantarse apenas del tono ordi
nario de una conversacion entre personas
atentas, y sin descender jamas á espresiones
vulgares , bajas ó groseras. Es una traba vio
lenta la rima , que los franceses han conser
vado en muchas de sus comédias ; y que los
españoles no han abandonado sino á mé-
dias , adoptando últimamente el verso oc
tosílabo asonantado;sin haber escrito en pro
sa 'mas que El delincuente honrado , y La
Comedia nueva , ó el Café.
Entre las comédias españolas las que se
distinguen por la naturalidad del diálogo
son El desden con el desden , y el Lindo
Don Diego de Moreto , y aun mas las de
Don Leandro Fernandez de Moratin. Las
quintillas , décimas , sonetos , hipérboles es-
travagantes , metáforas conceptuosas , é imá
genes esquisitas de Rojas y otros autores
426 PARTE m.
XXxIv. antiguos, son un borron de su «ti/o, de
su versificacion y de su diálogo. Víase )a
Leccion xlv.
CAPÍTULO XXXV.
Comedia griega.
la tragédia.
Los críticos distinguen tres grados en
la comédia griega; la antigua^ la média y la
nueva. La antigua era una sátira directa y
declarada contra personas conocidas ; que los
autores sacaban al teatro con sus mismos
nombres. De esta clase son las once , que
aun se conservan de Aristófanes ; en que
ridiculizó á los mas ilustres personages de
Atenas. La viveza, la sátira y las bufona
das son los caracteres de estas comédias; que
el autor parece haber compuesto para el po
pulacho. Poco despues de la muerte de Aris
tófanes se prohibio el insultar "á las perso
nas en el teatro con sus mismos nombres,
por sus peligrosas consecuencias para la tran
COMEDIA GRIEGA. 417
qui/idad pública: y se desterró el coro del c
teatro cómico, por haberse hecho instrumen
to de las mayores licencias y abusos. En
tonces tuvo nacimiento la comédia llama
da média, en que se valieron de nombres
fingidos; pero siguieron satirizando á per
sonas vivas, sobradamente conozidas por la
manera en que las describian. De esta cla
se no ha llegado á nuestros dias ninguna
comédia. A esta sucedió la nueva; que,
como aora, es una pintura de las maneras y
los caracteres, y no de personas particulares.
Menandro fué el autos, que se distinguió
mas en esta última ; el que reformó mu
chísimo el gusto del público; y dió el mo
delo de una comédia correcta, elegánte, y
moral. Todas las de él se han perdido. Véa
se la Lección dicha.
CAPITULO XXXVI.
Comedia romana.
Comedia española.
r
43° parte in.
c.xxxvn. ciones para hazer escusables dicho* defec
tos en el estilo, en el plan, y en las cos
tumbres. Ciertamente que visto el origen de
estos defectos puede aventurarse, que no se
habrian eximido de ellos, en iguales circus-
táncias , los que en mejores tiempos han da
do lustre á la dramática. Pasemos á carac
terizar los autores, que mas han sobresalido
en la comédia española.
Lope de Vega sino escribió i800 . Co
médias , como dijo Montalvan , compuso á
lo menos 700. Siendo tantas no podian me
nos de resentirse de la precipitacion en la
eleccion del asunto, y en la disposicion y
conducta. Solo pensó en satisfacer á un vul
go, que no conocia el decoro teatral: y que
era mas amigo de la novedad, de lo mara
villoso, y del encanto de la versificacion,
que de la buena conducta ó de la trama.
Aun por esto es de estrañar, que en médio
de tan reprensible abandono, y en- fuerza
solo de su imaginacion, atinase con muchos
caracteres, bien dibujados, situaciones fel.izes,
y golpes de sorpresa y grande interés.
Calderon es , quien dió otro ser á Ja
escena : y conserva aun en ella la prima
cia. Fué hombre instruido : pero no po
dia contener la travesura de su ingenio.
Así desatendia la ..historia , y Jas re
glas mas obvias del arte , p°t enma
COMEDIA ESP AROLA. 43 1
rañar bien un asunto. Este era su fuerte: y c
Je atraia la admiracion y el embeleso de los
espectadores. Fué menos arreglado en las
comédias históricas , que en las de asuntos
fingidos, y de capa y espada; las que aban
donadas á su mérito intrínseco necesitaban
sobresalir mas en la fuerza cómica. Casi to
das las buenas comédias de Calderon son
notables por el enredo : y como la solucion
no es menos feliz , pertenecen propiamente
á esta clase.
En las comedias de carácter fué bastan
te feliz Moreto; debiéndolo acaso al estu
dio de las farsas antiguas ; en las que pudo
aprender á dibujar con fuerza y con gra
cia. En la de el Lindo Don Diego hizo ver,
que
gularidad
sabia urdir
é interés
una ; trama
y quecon
pintaba
la mayor
con re~
las
.XXXvII. mica.
432 Puede y debe
parte
tachársele
rrr. de inmoraj
CAPÍTULO XXXVIII.
Comediafrancesa.
sas es demasiado
COMEDIA
bufon.
FRANCESA.
Sus principales
439
co- c. xxxix
CAPÍTULO XXXIX.
Comedia inglesa.
CAPÍTULO LX. 4*
Comedia sentimental.
FIN. . ^